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ANÁLISIS DE LAS STS 317/2013 Y SAP 477/2015.

DERECHO MORAL A LA INTEGRIDAD DE LA OBRA PLÁSTICA ANTE EL


CAMBIO DE EMPLAZAMIENTO

Por Javier Villarreal Ayala

1. INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo se pretende un breve resumen de las dos sentencias referidas,


extrayendo sus aspectos más relevantes en relación al cambio de emplazamiento de la
obra plástica que es creada para un lugar específico.

Tras el breve resumen, se llegará a la que se cree que es la conclusión de porqué en


ambos supuestos, pese a su idéntica fundamentación jurídica y similitud en los hechos,
se resuelve de manera distinta.

2. STS 317/2013

En la STS 317/2013 se trata el caso de un artista que elabora una escultura de bronce por
encargo para el Ayuntamiento de Amorebita-Etxano (Vizcaya). En el contrato se
plasmaron varias clausulas importantes donde ambas partes reconocían que la
escultura es “encargada para su posterior ubicación en la localidad, concretamente en la
rotonda central del cruce de las calles Sabino Arana, Carmen, San Miguel y San Pedro”
y “la imposibilidad de colocar una pieza de similares características en otro lugar
diferente del municipio”.

Un tiempo después el Ayuntamiento retira la escultura del cruce donde se encontraba


ubicada, actuación que llevó al autor a interponer demanda ante el Juzgado de los
Mercantil n1 de Bilbao que resolvió, en cuanto a lo que nos interesa para el presente
trabajo, estimando parcialmente la demanda considerando que el Ayuntamiento no está
legitimado para alterar la ubicación de la escultura, pero ello, como analiza el TS en la
sentencia mencionada, desde una perspectiva puramente contractual, no desde el punto
de vista del derecho moral, decisión que fue mantenida en apelación.

El resultado es pues la prohibición de modificar el emplazamiento de la escultura.

El caso llega entonces al TS y lo primero que se cuestiona es la legitimación para recurrir


del autor, que en teoría ya ha visto satisfecha su pretensión de impedir el traslado de la
obra a un sitio distinto y aunque la cuestión tiene cierto interés, pues se hace hincapié en
la distinción de la causa de pedir, desborda el propósito de este trabajo.

Así, tras varios fundamentos de derecho que desarrollan de una forma bastante didáctica
los aspectos fundamentales del derecho a la integridad de la obra desde la perspectiva
del cambio de lugar para el que fue creada, se llega varias conclusiones:
1. Que el derecho de autor de la obra plástica, creada para ser colocada en un lugar
específico, comprende el derecho a que no se modifique su ubicación
2. Que la alteración de ese lugar vulnera el derecho de autor a la integridad aunque
no suponga un perjuicio para su reputación (art. 56.2)
3. Y este punto es importante, que la integridad no se vulnera necesariamente
cuando se sitúa en otra ubicación, siempre que no interfiera en el proceso de
comunicación entre el artista mediante su obra y la comunidad (explicado en el
FJ2.2)
4. Ello le lleva a la siguiente conclusión, que el derecho del autor a la integridad de
la obra puede comportar que no se exhiba en una ubicación distinta, pero no es
absoluto, sino que ese derecho debe ejercitarse: i) de buena fe y ii) ponderando
los intereses del caso concreto

Todo ello para terminar fallando que, desde el punto de vista del derecho moral, no ha
lugar a prohibir la modificación de su emplazamiento de forma absoluta, pero si desde
el contractual, como ya se había anticipado.

3. SAP 477/2015

En la SAP 477/2015 se trata un caso prácticamente idéntico de un artista que realizó un


encargo consistente en un conjunto escultórico sobre piedra situado inicialmente en el
Castillo de San Sebastián pero que fue ulteriormente retirada de dicho emplazamiento
por la parte demandada. Adicionalmente a estos hechos, consta en autos la desaparición
de una parte importante de la obra y la rotura parcial de otra.

Así, la parte actora que demanda al Ayuntamiento de Vigo suplicando al Juzgado una
indemnización con el fundamento único de haber vulnerado este su derecho moral a la
integridad de la obra consagrado en el art. 14 del TRLPI.

El Juzgado de primera instancia estima parcialmente la demanda declarando vulnerado


del derecho moral a la integridad de la obra, pero por la desaparición y la rotura
mencionadas, y condenando al Ayuntamiento a indemnizar a la parte actora en la
cantidad de 2000 euros. Sin embargo absuelve en lo demás, no considerando vulnerado
ningún otro derecho por no haber colocado la escultura en un lugar visible.

El recurso de apelación se fundamenta en los 3 siguientes extremos:

1. La cuantificación de la indemnización carece de un criterio objetivo


2. No se da repuesta a la pretensión de reubicar el conjunto en un lugar digno
3. Se sigue sosteniendo la modificación indebida al colocarla en un lugar distinto
estando esta concebida para su emplazamiento inicial, que es esencial a la misma.

La Audiencia comienza por hacer constar la ausencia de prueba alguna o constancia de


ningún tipo, tanto en la documentación, como en el contrato y de los actos propios del
demandante que la obra únicamente tuviera razón de ser en un determinado
emplazamiento o que fuera concebida exclusivamente para dicho lugar.

Y por ello la Audiencia desestima en este punto el recurso, aplicando además la doctrina
sentada por el TS en la Sentencia de 18 de enero de 2013 ya analizada y las conclusiones
a las que llega el Tribunal en aquel caso.

La Audiencia se pronuncia también sobre la crítica a la indemnización fijada en primera


instancia en el sentido de que, a falta de propuesta e iniciativa para fijar unos criterios
objetivos por la parte actora y en virtud del principio dispositivo de la jurisdicción civil,
debe de desestimarse tal pretensión.

En cuanto a la pretensión de reubicar la obra en un lugar digno, esta se considera


demasiado etérea.

El resultado en este caso es que se rechaza la vulneración del derecho moral a la


integridad de la obra porque no existe prueba de la vulneración de un derecho que, ya
se ha visto que no es absoluto, sino que está sometido a su ejercicio de buena fe y a la
ponderación de intereses. Para que ello se tendría que haber probado la interferencia
en el proceso comunicativo entre el autor, la obra y el público.

4. CONCLUSIÓN

Pese a que tanto el Tribunal Supremo como la Audiencia Provincial siguen estrictamente
el mismo razonamiento, la diferencia fundamental entiendo que se encuentra en la
ausencia de pacto contractual en el caso de la Audiencia. Si lo único que se alega es la
vulneración del derecho moral sin cumplir con las condiciones que ya estableció el
Supremo en un caso exactamente igual salvo por este extremo, es lógico que este se
desestime.

Debo terminar con una reflexión y es que me resulta paradójico que, estando ante una
ley tan proteccionista como lo es la LPI con el autor, en el caso concreto este encuentra
mejor protección por el ordenamiento como contratante que como autor.

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