El sistema colombiano de control de la constitucionalidad de las leyes es sui generis y
representa una novedad dentro del campo del derecho público en América Latina. Es, como dice Sáhica, un aporte y anticipo a concepciones jurídicas aceptadas posteriormente en otros países. Considera el tratadista que “es el procedimiento más completo y eficaz en el aspecto del control jurisdiccional de la ley, pues combina las ventajas de los demás reseñados, como aplicación de la primacía del derecho”. Desde el nacimiento mismo de la República, el constitucionalismo colombiano estuvo influenciado por las doctrinas del llamado movimiento constitucionalista liberal europeo y norteamericano, uno de cuyos objetivos esenciales era el de garantizar el principio de legalidad, mediante el respeto de la jerarquía de las normas. En lo que toca con la guarda de la Constitución, desde el primer texto constitucional escrito que se dio en el territorio nacional, la Constitución de Cundinamarca de 1811, hasta los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, prevaleció el sistema de control por un cuerpo político, al asignarle al Congreso la facultad de interpretación de la constitucionalidad de las leyes. Esa Constitución, de carácter provincial, creó un “Senado de censura y protección”, para sostenerla; luego, la de Tunja del mismo año también estableció la capacidad del Senado para suspender actos contrarios a la Constitución; por su parte las de Antioquia, Cartagena y Cundinamarca de 1812, al igual que la de Mariquita de 1815, otorgaron similares facultades al Senado “conservador”. Más adelante, asegurada ya la independencia definitiva, las Constituciones nacionales de 1821, 1830, 1832, 1843 y 1853 mantuvieron, a su vez, el principio de la “soberanía parlamentaria” sin variaciones relevantes. Ya desde la Constitución de Cúcuta de 1821 se abrió la posibilidad de la acción popular en materia de inconstitucionalidad. En efecto en su artículo 157 disponía: “La libertad que tienen los ciudadanos de reclamar sus derechos ante los depositarios de la autoridad pública, con la moderación y el respeto debido, en ningún tiempo será impedida ni limitada. Todos, por el contrario, deberán hallar un remedio pronto y seguro, con arreglo a las leyes, de las injusticias y los daños que sufrieron en sus personas, en sus propiedades, en su honor y estimación”. El llamado período anti judicialita comenzó a cambiar con la Constitución de la Confederación Granadina de 1858, que le reconoció a la Corte Suprema de Justicia la facultad de suspender por inconstitucionalidad actos de las legislaturas estatales, pero dejando la decisión final al Senado. En la vía del judicialismo siguió la Constitución de los Estados Unidos de Colombia de 1863, que permitió que las leyes federales fueran anuladas por la Corte Suprema Federal, por violación de los derechos fundamentales y de la soberanía de los Estados previo pronunciamiento de la mayoría de las legislaturas estatales; a la Corte Suprema Federal le correspondía también suspender los actos legislativos de los Estados cuando violaran las leyes de la Unión, dando cuenta de ello al Senado para que este decidiera definitivamente. Al respecto estableció: “Corresponde a la Corte Suprema de Justicia suspender, por unanimidad de votos, a pedimento del procurador general o de cualquier ciudadano, la ejecución de los actos legislativos de las asambleas de los Estados, en cuanto sean contrarios a la Constitución o a las leyes de la unión, dando, en todo caso, cuenta al Senado para que este decida definitivamente sobre la validez o nulidad de dichos actos” (art. 72). A su turno, la Constitución unitaria de 1886 estuvo aún influenciada por el principio de la “soberanía parlamentaria”; sin embargo, estableció que en caso de que un proyecto de ley fuere objetado por inconstitucional por el gobierno y si las cámaras insistieren, este pasaría a la Corte Suprema para que decidiera sobre su asequibilidad. Cabe recordar que no fue aceptada una propuesta de Miguel Antonio Caro en el sentido de establecer la inaplicación por los tribunales de justicia, de leyes reputadas contrarias a la Constitución. Al año siguiente, el artículo 6o de la ley 153 de 1887 estableció que “una disposición expresa de la ley posterior a la Constitución, se reputa constitucional y se aplicará, aunque parezca contraria a la Constitución”. Esta norma causó justificada alarma, pues equivalía a abrir una puerta falsa para la modificación de la Carta Política, a riesgo de convertirla, como se dijo, en “rey de burlas”. Destacados publicistas, como Carlos Martínez Silva, José Vicente Concha y Marceliano Vélez, propugnaron por su derogatoria. Fue en la Reforma Constitucional de 1910 la primera gran reforma introducida a la Carta del 86 cuando vino a establecerse definitivamente en Colombia la jurisdicción constitucional, al establecer, en cláusula propuesta por Nicolás Esguerra, que a la Corte Suprema de Justicia se le confiaba “la guarda de la integridad de la Constitución”. En efecto, el artículo 41 del Acto Legislativo número 3 de 1910 rezaba: “Artículo 41. A la Corte suprema de Justicia se le confía la guarda de la integridad de la Constitución. En consecuencia, además de las facultades que le confieren esta y las leyes, tendrá la siguiente: "Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de los actos legislativos que hayan sido objetados como inconstitucionales, por el gobierno; o sobre todas las leyes o decretos acusados ante ella por cualquier ciudadano como inconstitucionales previa audiencia del Procurador General de la Nación” De esta manera, el constituyente colombiano de 1910 estableció, por primera vez en el mundo, la llamada “acción pública”, mediante la cual se permite a cualquier ciudadano recurrir ante el máximo tribunal de justicia del país para demandar la inconstitucionalidad de una ley o de un decreto. La Reforma de 1910, de honda raigambre democrática, implicó en este campo un gran avance por parte de Colombia en materia de control de constitucionalidad. La Corte Suprema de Justicia asumió con plena responsabilidad, a partir de entonces, la trascendental atribución a ella confiada como guardiana de la Constitución, y entró así a conocer de las demandas que, en número creciente, presentaban los ciudadanos contra leyes y decretos emanados de las otras ramas del poder público. Se formalizaban, de esta manera, tanto el control por vía de excepción como el control por vía de acción, es decir la acción pública de inconstitucionalidad. Dichas instituciones quedaron plasmadas en los artículos 214 y 215 de la Constitución Política, enmendados en las reformas constitucionales de 1945 y 1968, los cuales en definitiva quedaron así. Art. 214. “A la Corte Suprema de Justicia se le confía la guarda de la integridad de la Constitución. En consecuencia, además de las facultades que le confieren esta y las leyes, tendrá las siguientes: ” 1) Decidir definitivamente sobre la asequibilidad de los proyectos de ley que hayan sido objetados por el gobierno como inconstitucionales, tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su formación. ”2) Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de todas las leyes y los decretos dictados por el gobierno en ejercicio de las atribuciones de que tratan los artículos 76, ordinales 11 y 12, y 80 de la Constitución Nacional, cuando fueren acusados ante ella de inconstitucionalidad por cualquier ciudadano. ” En las acciones de inexequibilidad deberá intervenir siempre el procurador general de la nación. En los casos de los artículos 121 y 122, cualquier ciudadano puede intervenir para defender o impugnar la constitucional ¡dad de los decretos a que ellos se refieren. ” La Corte Suprema de Justicia cumplirá estas funciones en sala plena, previo estudio dé la sala constitucional compuesta de magistrados especialistas en derecho público. El procurador general de la nación y la sala constitucional dispondrán, cada uno, de un término de treinta días para rendir concepto y ponencia, y la Corte Suprema de Justicia de sesenta días para decidir. El incumplimiento de los términos es causal de mala conducta que será sancionada conforme a la ley''’ (acto legislativo 1 de 1968, art. 71). Art. 215. “En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley, se aplicarán de preferencia las disposiciones constitucionales” (acto legislativo 1 de 1945, art. 54). Por otro lado, mediante un acto reformatorio de la Constitución, en 1914 se restableció el Consejo de Estado, al cual se le asignó, entre otras, la función de tribunal supremo de lo contencioso-administrativo. A partir de entonces se fueron presentado algunas dificultades y conflictos de competencia, debidos a mezcla de jurisdicción, entre el Consejo de Estado y la Corte Suprema, al darse fallos con doctrinas y decisiones a veces contradictorios. Este problema - vino a ser resuelto en otra de las grandes reformas hechas a la Constitución de1886, la reforma de 1945, al establecer en el artículo 216: “Corresponde a la jurisdicción de lo contencioso-administrativo conocer de las acusaciones por inconstitucionalidad de los decretos dictados p o r el gobierno, cuando no sean de los expedidos en ejercicio de las facultades de que tratan los artículos 76 ordinales 11 y 12, 80, 121 y 122 de la Constitución". De esta manera, mientras a la Corte suprema de Justicia se le dejó la competencia para decidir sobre la constitucionalidad de los llamados decretos con fuerza de ley, incluyendo los decretos legislativos dictados en estado de sitio, al Consejo de Estado se le dejó la de conocer de los demás decretos ordinarios dictados por el gobierno nacional. El sistema colombiano de control de constitucionalidad vino a reforzarse en la Constitución de 1991, con la creación de la Corte Constitucional. A primera vista pareciera que se hubiera adoptado el sistema de control “concentrado”, pero en realidad el control sigue siendo “difuso”, en el sentido de que sigue vigente la excepción de inconstitucionalidad que puede impetrarse, como se explicó, ante cualquier autoridad judicial o incluso administrativa, así como la intervención del Consejo de Estado en las demandas de inconstitucionalidad contra los decretos de los cuales no conoce la Corte Constitucional. La Corte Constitucional colombiana está integrada por nueve magistrados, elegidos para períodos de ocho años por el Senado de la República, de sendas ternas presentadas por el presidente de la República, por la Corte Suprema de Justicia y por el Consejo de Estado. Sus atribuciones fueron considerablemente ampliadas, en relación con las que tenía la Corte Suprema de Justicia como guardiana de la integridad de la Constitución. En efecto, además de las funciones que le concedía a esta el artículo 214 de la Constitución anterior, la Corte Constitucional tiene otras funciones nuevas como las siguientes:
Decidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que promuevan los ciudadanos
contra los actos reformatorios de la Constitución, solo por vicios de procedimiento y su formación. Decidir, con anterioridad al pronunciamiento popular, sobre la constitucionalidad de la convocatoria a un referendo o a una asamblea constituyente para reformar la Constitución, solo por vicios de procedimiento en su formación. Decidir sobre la constitucionalidad de los referendos sobre leyes y de las consultas populares y plebiscitos del orden nacional. Estos últimos solo por vicios de procedimiento en su convocatoria y realización. Decidir sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los aprueben. Si la Corte los declara constitucionales, el gobierno podrá efectuar el canje de notas; en caso contrario no serán ratificados. Cuando una o varias normas de un tratado multilateral sean declaradas inexequibles por la Corte Constitucional, el presidente de la república solo podrá manifestar el consentimiento formulando la correspondiente reserva. Decidir definitivamente sobre la constitucionalidad de los proyectos de leyes estatutarias tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su formación. Decidir sobre las excusas que presenten las personas que hayan sido citadas por una comisión permanente del Congreso para rendir declaraciones orales o escritas ante ellas, sobre derechos relacionados directamente con las indagaciones que la comisión adelante. En estos casos la Corte deberá resolver en un plazo de diez días, con estricta reserva. Revisar las decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela de los derechos constitucionales fundamentales. Dicha revisión es eventual; es decir, que la Corte puede seleccionar discrecionalmente las decisiones judiciales que considere pertinente revisar, con objeto de sentar jurisprudencia definitiva sobre el caso respectivo, dada la importancia o la trascendencia del mismo. Los procesos que se adelanten ante la Corte Constitucional son regulados por la ley, conforme a las siguientes disposiciones, contenidas en el artículo 242 de la Constitución Política: 1) Cualquier ciudadano podrá ejercer las acciones públicas e intervenir como impugnador o defensor de las normas sometidas a control en los procesos promovidos por otros, así como en aquellos para los cuales no existe acción pública. 2) El procurador general de la Nación deberá intervenir en todos los procesos, a través del concepto que emite sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma, concepto que no es obligatorio para la Corte Constitucional. 3) Las acciones por vicios de forma caducan en el término de un año, contado desde la publicación del respectivo acto. 4) De ordinario la Corte dispone del término de sesenta días para decidir y el procurador general de la Nación de treinta para rendir su concepto. Se exceptúa el caso de los proyectos de ley que hayan sido objetados por el gobierno por inconstitucionales. En tal evento, si las cámaras insisten, la Corte debe decidir dentro de los seis días siguientes sobre la exequibilidad del proyecto. El fallo de la Corte obliga al presidente de la república a sancionar la ley; si lo declara inexequible se archiva el proyecto. Por otra parte, en los procesos de revisión automática de los decretos legislativos que dicta el gobierno en uso de facultades de estados de excepción, los términos ordinarios se reducen a una tercera parte. Los fallos que la Corte Constitucional dicte hacen tránsito a “cosa juzgada constitucional”. Ninguna autoridad podrá reproducir el contenido material del acto jurídico declarado inexequible por razones de fondo, mientras subsistan en la Carta las disposiciones que sirvieron a la Corte Constitucional para hacer la confrontación entre la norma ordinaria y la Constitución. El sistema colombiano ha sido calificado como “integral” por el profesor Ganoa Cruz, quien desecha el apelativo de “difuso” que algunos autores le han dado al asimilarlo al norteamericano, y-quien ha hecho la enumeración de doce formas de control que ha encontrado en este sistema27. Aunque el estudio pormenorizado de las diferentes formas de control constitucional que operan en Colombia corresponde a la materia de derecho constitucional colombiano, dada la significación de este sistema examinamos las modalidades más importantes que él reviste. Además de las que antes se señalaron, deben explicarse, aunque en forma somera, las que ya existían durante la vigencia de la Constitución de 1886: el control previo, la acción pública de inexequibilidad, la excepción de inconstitucionalidad y el control automático. A) Control previo: De conformidad con lo establecido en los artículos 166 y 167 de la Constitución Política, el presidente de la república puede objetar por inconstitucionalidad cualquier proyecto de ley que le envíe el Congreso para su sanción. Si las cámaras insisten, el proyecto pasará a la Corte Constitucional para que ella, dentro de los seis días siguientes, decida sobre su exequibilidad. El fallo de la Corte obliga al presidente a sancionar la ley. Si lo declara inexequible, se archivará el proyecto. Si la Corte considera que el proyecto es parcialmente inexequible, así lo indicará la cámara en que tuvo su origen para que, oído el ministro del ramo, rehaga e integre las disposiciones afectadas en términos concordantes con el dictamen de la Corte. Una vez cumplido ese trámite, la Corte remitirá el proyecto para fallo definitivo. B) La acción pública de inexequibilidad: Consiste en la facultad que la Constitución concede a todos los ciudadanos colombianos para acusar ante la Corte Constitucional, las leyes o decretos que contempla el art. 241 de la Constitución Política, como violatorios de alguna disposición constitucional y obtener del más alto tribunal una sentencia. Si la Corte se pronuncia en favor del demandante, la sentencia tendrá efectos erga omnes y la ley quedará, en consecuencia, despojada de toda eficacia jurídica. Sobre esta acción precisa el jurista Miguel Moreno Jaramillo: “A la Corte se le confió la guarda de la integridad de la Constitución. Cuando ella, para corresponder a esa confianza, decide definitivamente sobre la exequibilidad de actos legislativos objetados o de leyes o decretos acusados, obra con doble carácter: el de guarda o el de juez La acción de inexequibilidad fue consagrada también por la Constitución de 1886. Pero, como antes se explicó, esta solamente contemplaba el control previo sobre los proyectos de ley. Las leyes ordinarias, por el contrario, estaban amparadas por una presunción de conformidad con la Constitución, en virtud del artículo 6 de la ley 153 de 1887, que expresaba: “Una disposición expresa de ley posterior a la Constitución se reputa constitucional, y se aplicará aun cuando parezca contraria a la Constitución. Pero si no fuere disposición terminante, sino obscura y deficiente, se aplicará en el sentido más conforme con lo que la Constitución preceptúe”. Fue el acto legislativo número 3 de 1910 el que vino a establecer, por primera vez en el mundo, como se ha señalado, la acción de inexequibilidad, llamada también acción pública, por cuanto está abierta a todos los ciudadanos. Simultáneamente con la consagración de la acción pública, se hizo la de la excepción de inconstitucionalidad en el mismo acto legislativo. Las normas sobre control jurisdiccional fueron luego complementadas en posteriores leyes, como la que adoptó el Código Contencioso Administrativo, y en las reformas constitucionales de 1945 y 1968. En cuanto a la constitucionalidad de los decretos dictados por el gobierno, distintos de los previstos en el artículo 241, cuyo conocimiento se atribuye a la Corte Constitucional, sobre ella decide el Consejo de Estado, como tribunal supremo de la jurisdicción contencioso- administrativa, conforme lo dispone la Carta en su artículo 216. Entre estos decretos figuran los decretos reglamentarios y los decretos ejecutivos. En orden jerárquico descendente, les corresponde a los tribunales administrativos departamentales fallaren los procesos de constitucionalidad contra las ordenanzas y los acuerdos de las asambleas departamentales y los concejos municipales, así como, resolver sobre las demandas de exequibilidad de los actos de los gobernadores y los alcaldes. Los conflictos de competencia entre la jurisdicción ordinaria y la administrativa son resueltos por el Consejo Superior de la Judicatura (Const. Pol., art. 256, num. 6). C) La excepción de inconstitucionalidad: Hemos visto ya en qué consiste la excepción de inconstitucionalidad, que la Constitución colombiana consagra en el artículo 4o. Para Moreno Jaramillo la diferencia esencial entre el control por vía de acción y la excepción, reside en que el primero autoriza a la Corte para declarar la inexequibilidad, y el segundo faculta a los funcionarios para declarar la inaplicabilidad de la ley. Uno y otro fenómeno se basan en la falta de conformidad de la norma con la Constitución, pero se distingue en que aquel produce efectos erga omnes y juzga la ley misma, en tanto que este solo tiene efectos para el caso controvertido, y no afecta la sustancia de la norma. Sobre el particular observa Copete Lizarralde “Aceptando las conclusiones diferenciales de los dos textos, no creemos que ellas produzcan en razón una diversidad esencial entre la inexequibilidad y la inaplicabilidad, puesto que ambas tienen su base en que una norma legal contraríe la Carta. Lo único que puede autorizar a un funcionario para dejar de aplicar una ley, es el ser esta inexequible por inconstitucional. A nuestro entender, el fondo de la declaración en los dos casos es el mismo; solo varía el valor que ella. tiene en sus efectos futuros Sobre el órgano competente de la excepción de inconstitucionalidad en Colombia, ha habido una interesante controversia entre los tratadistas. Algunos sostienen que la competencia es exclusiva de los jueces; otros, como Eduardo Rodríguez Piñeres, han expresado que esta se extiende a las “autoridades inferiores”, las cuales, en su concepto, tienen la facultad de desconocer las leyes que estimen inconstitucionales, extremo "que Copete Lizarralde considera peligroso; otros, como Moreno Jaramillo, sostienen que es funcionario competente para resolver sobre la inaplicabilidad de una ley aquel llamado a aplicarla Copete, que acoge esta tesis, agrega que los funcionarios que tienen esta atribución son aquellos revestidos de autoridad y jurisdicción D) Control automático: En el caso de los decretos legislativos expedidos por el gobierno en uso de las facultades de estados de excepción, la Constitución establece en su artículo 241 que estos deben ser enviados a la Corte Constitucional al día siguiente de su expedición, para que ella decida definitivamente sobre su constitucionalidad, y que, si el gobierno no cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte aprehenderá inmediatamente de oficio su conocimiento. Es este el llamado control automático. E) Control de constitucionalidad por vía de acción de tutela: La Constitución de 1991 consagró en Colombia la acción de tutela (art. 86), inspirada en el recurso de amparo mexicano, el mandato de seguranza brasileño y en otros recursos semejantes consagrados en algunas constituciones contemporáneas, con objeto de brindar una garantía efectiva y pronta a los derechos fundamentales consagrados en la propia Carta. La acción de tutela busca así la protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, cuando estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública o, en ciertos casos, por los particulares. Esta acción puede ser interpuesta por cualquier persona y ante cualquier juez, incluyendo los altos tribunales de la república con excepción de la Corte Constitucional, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario. El juez tendrá un plazo de diez días para fallar. En caso de acceder a la tutela, su decisión consiste en una orden para que aquel respecto de quien se ha interpuesto la tutela actúe o se abstenga de hacerlo y su fallo será de inmediato cumplimiento; aunque podrá ser impugnado ante el superior jerárquico. De todas formas, los fallos de tutela que se profieran en la república por cualquier juez o tribunal deben ser enviados a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Esto significa que la Corte, en su carácter de guardiana de la integridad y supremacía de la Constitución, tiene la potestad de revisar el fallo de tutela que a bien tenga, sea para confirmarlo o para revocarlo, cuando considere pertinente hacer un pronunciamiento sobre la materia de que se trate, sentar jurisprudencia o enmendar errores de interpretación constitucional. Cabe advertir que la acción de tutela solo procede cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, a menos que ese recurso deba ser utilizado como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Es decir, que la acción de tutela no está contemplada como un recurso alternativo para evitar un proceso judicial, cuando este sea pertinente, sino únicamente para evitar un perjuicio irremediable, caso en el cual opera de manera transitoria. En Colombia la acción de tutela procede contra particulares en los siguientes casos: a) Cuando estos estén encargados de la prestación de un servicio público; b) cuando su conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, sin perjuicio de que también en estos casos procede la “acción popular” prevista igualmente en la Constitución (art. 88); c) respecto de quienes el solicitante se encuentre en estado de subordinación o indefensión. F) Características del sistema colombiano de control. El profesor Sáchica sintetiza las notas características del sistema colombiano de control constitucional en los siguientes puntos: “ 1) instituye una autoridad del orden jurisdiccional como fuerza moderadora de los actos del legislador, frente a la Constitución; 2) consagra una norma estable para la interpretación de la ley: la norma constitucional; 3) tiene una inspiración claramente democrática, puesto que confiere a todo ciudadano facultad para acudir ante la primera autoridad jurisdiccional con objeto de que defina el sentido y la validez de una ley, confrontándola con la Constitución; 4) hace participar a las tres ramas del poder público en la guarda de la Constitución; 5) combina los sistemas de control por vía de acción y por vía de excepción', 6) está complementado por un control previo sobre los proyectos de ley, mediante las objeciones presidenciales y la intervención de la Corte; 7) distribuye la jurisdicción constitucional entre la Corte Suprema (hoy la Corte Constitucional) y la jurisdicción contencioso administrativa, atendiendo a la naturaleza del acto acusado. A las anteriores características habría que agregar las nuevas facultades en materia de control constitucional, que consagró la Constitución Política de 1991, en cabeza de la Corte Constitucional, y el hecho de que, a través de mecanismos como el de la acción de tutela, todos los jueces de la república pueden actuar como jueces de constitucionalidad, cuando se trata de hacer prevalecer derechos constitucionales fundamentales frente a actos u omisiones de autoridades o de los mismos particulares. Como puede apreciarse, el sistema de control de la constitucionalidad de las leyes en Colombia resulta uno de los más completos y, a la vez, más complejos que puedan darse en el Estado moderno. Empero, ha sido susceptible de críticas, por cuanto algunos estudiosos lo califican, como antes anotamos, de “difuso”, y para subsanar algunas de las fallas que se presentaron en la práctica, se dispuso, como se señaló, la creación de la Corte Constitucional, como máximo tribunal u órgano límite de la jurisdicción constitucional.