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EL CONTROL CONSTITUCIONAL EN COLOMBIA

El sistema colombiano de control de la constitucionalidad de las leyes es sui generis y


representa una novedad dentro del campo del derecho público en América Latina. Es, como
dice Sáhica, un aporte y anticipo a concepciones jurídicas aceptadas posteriormente en
otros países. Considera el tratadista que “es el procedimiento más completo y eficaz en el
aspecto del control jurisdiccional de la ley, pues combina las ventajas de los demás
reseñados, como aplicación de la primacía del derecho”.
Desde el nacimiento mismo de la República, el constitucionalismo colombiano estuvo
influenciado por las doctrinas del llamado movimiento constitucionalista liberal europeo y
norteamericano, uno de cuyos objetivos esenciales era el de garantizar el principio de
legalidad, mediante el respeto de la jerarquía de las normas. En lo que toca con la guarda
de la Constitución, desde el primer texto constitucional escrito que se dio en el territorio
nacional, la Constitución de Cundinamarca de 1811, hasta los inicios de la segunda mitad
del siglo XIX, prevaleció el sistema de control por un cuerpo político, al asignarle al
Congreso la facultad de interpretación de la constitucionalidad de las leyes. Esa
Constitución, de carácter provincial, creó un “Senado de censura y protección”, para
sostenerla; luego, la de Tunja del mismo año también estableció la capacidad del Senado
para suspender actos contrarios a la Constitución; por su parte las de Antioquia, Cartagena
y Cundinamarca de 1812, al igual que la de Mariquita de 1815, otorgaron similares
facultades al Senado “conservador”. Más adelante, asegurada ya la independencia
definitiva, las Constituciones nacionales de 1821, 1830, 1832, 1843 y 1853 mantuvieron, a
su vez, el principio de la “soberanía parlamentaria” sin variaciones relevantes.
Ya desde la Constitución de Cúcuta de 1821 se abrió la posibilidad de la acción popular en
materia de inconstitucionalidad. En efecto en su artículo 157 disponía: “La libertad que
tienen los ciudadanos de reclamar sus derechos ante los depositarios de la autoridad
pública, con la moderación y el respeto debido, en ningún tiempo será impedida ni limitada.
Todos, por el contrario, deberán hallar un remedio pronto y seguro, con arreglo a las leyes,
de las injusticias y los daños que sufrieron en sus personas, en sus propiedades, en su
honor y estimación”. El llamado período anti judicialita comenzó a cambiar con la
Constitución de la Confederación Granadina de 1858, que le reconoció a la Corte Suprema
de Justicia la facultad de suspender por inconstitucionalidad actos de las legislaturas
estatales, pero dejando la decisión final al Senado. En la vía del judicialismo siguió la
Constitución de los Estados Unidos de Colombia de 1863, que permitió que las leyes
federales fueran anuladas por la Corte Suprema Federal, por violación de los derechos
fundamentales y de la soberanía de los Estados previo pronunciamiento de la mayoría de
las legislaturas estatales; a la Corte Suprema Federal le correspondía también suspender
los actos legislativos de los Estados cuando violaran las leyes de la Unión, dando cuenta
de ello al Senado para que este decidiera definitivamente. Al respecto estableció:
“Corresponde a la Corte Suprema de Justicia suspender, por unanimidad de votos, a
pedimento del procurador general o de cualquier ciudadano, la ejecución de los actos
legislativos de las asambleas de los Estados, en cuanto sean contrarios a la Constitución o
a las leyes de la unión, dando, en todo caso, cuenta al Senado para que este decida
definitivamente sobre la validez o nulidad de dichos actos” (art. 72).
A su turno, la Constitución unitaria de 1886 estuvo aún influenciada por el principio de la
“soberanía parlamentaria”; sin embargo, estableció que en caso de que un proyecto de ley
fuere objetado por inconstitucional por el gobierno y si las cámaras insistieren, este pasaría
a la Corte Suprema para que decidiera sobre su asequibilidad. Cabe recordar que no fue
aceptada una propuesta de Miguel Antonio Caro en el sentido de establecer la inaplicación
por los tribunales de justicia, de leyes reputadas contrarias a la Constitución. Al año
siguiente, el artículo 6o de la ley 153 de 1887 estableció que “una disposición expresa de
la ley posterior a la Constitución, se reputa constitucional y se aplicará, aunque parezca
contraria a la Constitución”. Esta norma causó justificada alarma, pues equivalía a abrir una
puerta falsa para la modificación de la Carta Política, a riesgo de convertirla, como se dijo,
en “rey de burlas”. Destacados publicistas, como Carlos Martínez Silva, José Vicente
Concha y Marceliano Vélez, propugnaron por su derogatoria.
Fue en la Reforma Constitucional de 1910 la primera gran reforma introducida a la Carta
del 86 cuando vino a establecerse definitivamente en Colombia la jurisdicción
constitucional, al establecer, en cláusula propuesta por Nicolás Esguerra, que a la Corte
Suprema de Justicia se le confiaba “la guarda de la integridad de la Constitución”. En efecto,
el artículo 41 del Acto Legislativo número 3 de 1910 rezaba:
“Artículo 41. A la Corte suprema de Justicia se le confía la guarda de la integridad de la
Constitución. En consecuencia, además de las facultades que le confieren esta y las leyes,
tendrá la siguiente: "Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de los actos legislativos
que hayan sido objetados como inconstitucionales, por el gobierno; o sobre todas las leyes
o decretos acusados ante ella por cualquier ciudadano como inconstitucionales previa
audiencia del Procurador General de la Nación”
De esta manera, el constituyente colombiano de 1910 estableció, por primera vez en el
mundo, la llamada “acción pública”, mediante la cual se permite a cualquier ciudadano
recurrir ante el máximo tribunal de justicia del país para demandar la inconstitucionalidad
de una ley o de un decreto.
La Reforma de 1910, de honda raigambre democrática, implicó en este campo un gran
avance por parte de Colombia en materia de control de constitucionalidad. La Corte
Suprema de Justicia asumió con plena responsabilidad, a partir de entonces, la
trascendental atribución a ella confiada como guardiana de la Constitución, y entró así a
conocer de las demandas que, en número creciente, presentaban los ciudadanos contra
leyes y decretos emanados de las otras ramas del poder público.
Se formalizaban, de esta manera, tanto el control por vía de excepción como el control por
vía de acción, es decir la acción pública de inconstitucionalidad. Dichas instituciones
quedaron plasmadas en los artículos 214 y 215 de la Constitución Política, enmendados en
las reformas constitucionales de 1945 y 1968, los cuales en definitiva quedaron así.
Art. 214. “A la Corte Suprema de Justicia se le confía la guarda de la integridad de la
Constitución. En consecuencia, además de las facultades que le confieren esta y las leyes,
tendrá las siguientes:
” 1) Decidir definitivamente sobre la asequibilidad de los proyectos de ley que hayan sido
objetados por el gobierno como inconstitucionales, tanto por su contenido material como
por vicios de procedimiento en su formación.
”2) Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de todas las leyes y los decretos dictados
por el gobierno en ejercicio de las atribuciones de que tratan los artículos 76, ordinales 11
y 12, y 80 de la Constitución Nacional, cuando fueren acusados ante ella de
inconstitucionalidad por cualquier ciudadano.
” En las acciones de inexequibilidad deberá intervenir siempre el procurador general de la
nación. En los casos de los artículos 121 y 122, cualquier ciudadano puede intervenir para
defender o impugnar la constitucional ¡dad de los decretos a que ellos se refieren.
” La Corte Suprema de Justicia cumplirá estas funciones en sala plena, previo estudio dé la
sala constitucional compuesta de magistrados especialistas en derecho público. El
procurador general de la nación y la sala constitucional dispondrán, cada uno, de un término
de treinta días para rendir concepto y ponencia, y la Corte Suprema de Justicia de sesenta
días para decidir. El incumplimiento de los términos es causal de mala conducta que será
sancionada conforme a la ley''’ (acto legislativo 1 de 1968, art. 71).
Art. 215. “En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley, se aplicarán de
preferencia las disposiciones constitucionales” (acto legislativo 1 de 1945, art. 54).
Por otro lado, mediante un acto reformatorio de la Constitución, en 1914 se restableció el
Consejo de Estado, al cual se le asignó, entre otras, la función de tribunal supremo de lo
contencioso-administrativo. A partir de entonces se fueron presentado algunas dificultades
y conflictos de competencia, debidos a mezcla de jurisdicción, entre el Consejo de Estado
y la Corte Suprema, al darse fallos con doctrinas y decisiones a veces contradictorios. Este
problema - vino a ser resuelto en otra de las grandes reformas hechas a la Constitución
de1886, la reforma de 1945, al establecer en el artículo 216: “Corresponde a la jurisdicción
de lo contencioso-administrativo conocer de las acusaciones por inconstitucionalidad de los
decretos dictados p o r el gobierno, cuando no sean de los expedidos en ejercicio de las
facultades de que tratan los artículos 76 ordinales 11 y 12, 80, 121 y 122 de la Constitución".
De esta manera, mientras a la Corte suprema de Justicia se le dejó la competencia para
decidir sobre la constitucionalidad de los llamados decretos con fuerza de ley, incluyendo
los decretos legislativos dictados en estado de sitio, al Consejo de Estado se le dejó la de
conocer de los demás decretos ordinarios dictados por el gobierno nacional.
El sistema colombiano de control de constitucionalidad vino a reforzarse en la Constitución
de 1991, con la creación de la Corte Constitucional. A primera vista pareciera que se hubiera
adoptado el sistema de control “concentrado”, pero en realidad el control sigue siendo
“difuso”, en el sentido de que sigue vigente la excepción de inconstitucionalidad que puede
impetrarse, como se explicó, ante cualquier autoridad judicial o incluso administrativa, así
como la intervención del Consejo de Estado en las demandas de inconstitucionalidad contra
los decretos de los cuales no conoce la Corte Constitucional.
La Corte Constitucional colombiana está integrada por nueve magistrados, elegidos para
períodos de ocho años por el Senado de la República, de sendas ternas presentadas por
el presidente de la República, por la Corte Suprema de Justicia y por el Consejo de Estado.
Sus atribuciones fueron considerablemente ampliadas, en relación con las que tenía la
Corte Suprema de Justicia como guardiana de la integridad de la Constitución. En efecto,
además de las funciones que le concedía a esta el artículo 214 de la Constitución anterior,
la Corte Constitucional tiene otras funciones nuevas como las siguientes:

 Decidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que promuevan los ciudadanos


contra los actos reformatorios de la Constitución, solo por vicios de procedimiento y
su formación.
 Decidir, con anterioridad al pronunciamiento popular, sobre la constitucionalidad de
la convocatoria a un referendo o a una asamblea constituyente para reformar la
Constitución, solo por vicios de procedimiento en su formación.
 Decidir sobre la constitucionalidad de los referendos sobre leyes y de las consultas
populares y plebiscitos del orden nacional. Estos últimos solo por vicios de
procedimiento en su convocatoria y realización.
 Decidir sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los
aprueben. Si la Corte los declara constitucionales, el gobierno podrá efectuar el
canje de notas; en caso contrario no serán ratificados. Cuando una o varias normas
de un tratado multilateral sean declaradas inexequibles por la Corte Constitucional,
el presidente de la república solo podrá manifestar el consentimiento formulando la
correspondiente reserva.
 Decidir definitivamente sobre la constitucionalidad de los proyectos de leyes
estatutarias tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su
formación.
 Decidir sobre las excusas que presenten las personas que hayan sido citadas por
una comisión permanente del Congreso para rendir declaraciones orales o escritas
ante ellas, sobre derechos relacionados directamente con las indagaciones que la
comisión adelante. En estos casos la Corte deberá resolver en un plazo de diez
días, con estricta reserva.
 Revisar las decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela de los
derechos constitucionales fundamentales. Dicha revisión es eventual; es decir, que
la Corte puede seleccionar discrecionalmente las decisiones judiciales que
considere pertinente revisar, con objeto de sentar jurisprudencia definitiva sobre el
caso respectivo, dada la importancia o la trascendencia del mismo.
Los procesos que se adelanten ante la Corte Constitucional son regulados por la ley,
conforme a las siguientes disposiciones, contenidas en el artículo 242 de la Constitución
Política: 1) Cualquier ciudadano podrá ejercer las acciones públicas e intervenir como
impugnador o defensor de las normas sometidas a control en los procesos promovidos por
otros, así como en aquellos para los cuales no existe acción pública. 2) El procurador
general de la Nación deberá intervenir en todos los procesos, a través del concepto que
emite sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma, concepto que no es
obligatorio para la Corte Constitucional. 3) Las acciones por vicios de forma caducan en el
término de un año, contado desde la publicación del respectivo acto. 4) De ordinario la Corte
dispone del término de sesenta días para decidir y el procurador general de la Nación de
treinta para rendir su concepto. Se exceptúa el caso de los proyectos de ley que hayan sido
objetados por el gobierno por inconstitucionales. En tal evento, si las cámaras insisten, la
Corte debe decidir dentro de los seis días siguientes sobre la exequibilidad del proyecto. El
fallo de la Corte obliga al presidente de la república a sancionar la ley; si lo declara
inexequible se archiva el proyecto. Por otra parte, en los procesos de revisión automática
de los decretos legislativos que dicta el gobierno en uso de facultades de estados de
excepción, los términos ordinarios se reducen a una tercera parte. Los fallos que la Corte
Constitucional dicte hacen tránsito a “cosa juzgada constitucional”. Ninguna autoridad podrá
reproducir el contenido material del acto jurídico declarado inexequible por razones de
fondo, mientras subsistan en la Carta las disposiciones que sirvieron a la Corte
Constitucional para hacer la confrontación entre la norma ordinaria y la Constitución. El
sistema colombiano ha sido calificado como “integral” por el profesor Ganoa Cruz, quien
desecha el apelativo de “difuso” que algunos autores le han dado al asimilarlo al
norteamericano, y-quien ha hecho la enumeración de doce formas de control que ha
encontrado en este sistema27. Aunque el estudio pormenorizado de las diferentes formas
de control constitucional que operan en Colombia corresponde a la materia de derecho
constitucional colombiano, dada la significación de este sistema examinamos las
modalidades más importantes que él reviste. Además de las que antes se señalaron, deben
explicarse, aunque en forma somera, las que ya existían durante la vigencia de la
Constitución de 1886: el control previo, la acción pública de inexequibilidad, la excepción
de inconstitucionalidad y el control automático.
A) Control previo: De conformidad con lo establecido en los artículos 166 y 167 de la
Constitución Política, el presidente de la república puede objetar por inconstitucionalidad
cualquier proyecto de ley que le envíe el Congreso para su sanción. Si las cámaras insisten,
el proyecto pasará a la Corte Constitucional para que ella, dentro de los seis días siguientes,
decida sobre su exequibilidad. El fallo de la Corte obliga al presidente a sancionar la ley. Si
lo declara inexequible, se archivará el proyecto. Si la Corte considera que el proyecto es
parcialmente inexequible, así lo indicará la cámara en que tuvo su origen para que, oído el
ministro del ramo, rehaga e integre las disposiciones afectadas en términos concordantes
con el dictamen de la Corte. Una vez cumplido ese trámite, la Corte remitirá el proyecto
para fallo definitivo.
B) La acción pública de inexequibilidad: Consiste en la facultad que la Constitución
concede a todos los ciudadanos colombianos para acusar ante la Corte Constitucional, las
leyes o decretos que contempla el art. 241 de la Constitución Política, como violatorios de
alguna disposición constitucional y obtener del más alto tribunal una sentencia. Si la Corte
se pronuncia en favor del demandante, la sentencia tendrá efectos erga omnes y la ley
quedará, en consecuencia, despojada de toda eficacia jurídica. Sobre esta acción precisa
el jurista Miguel Moreno Jaramillo: “A la Corte se le confió la guarda de la integridad de la
Constitución. Cuando ella, para corresponder a esa confianza, decide definitivamente sobre
la exequibilidad de actos legislativos objetados o de leyes o decretos acusados, obra con
doble carácter: el de guarda o el de juez
La acción de inexequibilidad fue consagrada también por la Constitución de 1886. Pero,
como antes se explicó, esta solamente contemplaba el control previo sobre los proyectos
de ley. Las leyes ordinarias, por el contrario, estaban amparadas por una presunción de
conformidad con la Constitución, en virtud del artículo 6 de la ley 153 de 1887, que
expresaba: “Una disposición expresa de ley posterior a la Constitución se reputa
constitucional, y se aplicará aun cuando parezca contraria a la Constitución. Pero si no fuere
disposición terminante, sino obscura y deficiente, se aplicará en el sentido más conforme
con lo que la Constitución preceptúe”.
Fue el acto legislativo número 3 de 1910 el que vino a establecer, por primera vez en el
mundo, como se ha señalado, la acción de inexequibilidad, llamada también acción pública,
por cuanto está abierta a todos los ciudadanos. Simultáneamente con la consagración de
la acción pública, se hizo la de la excepción de inconstitucionalidad en el mismo acto
legislativo. Las normas sobre control jurisdiccional fueron luego complementadas en
posteriores leyes, como la que adoptó el Código Contencioso Administrativo, y en las
reformas constitucionales de 1945 y 1968.
En cuanto a la constitucionalidad de los decretos dictados por el gobierno, distintos de los
previstos en el artículo 241, cuyo conocimiento se atribuye a la Corte Constitucional, sobre
ella decide el Consejo de Estado, como tribunal supremo de la jurisdicción contencioso-
administrativa, conforme lo dispone la Carta en su artículo 216. Entre estos decretos figuran
los decretos reglamentarios y los decretos ejecutivos. En orden jerárquico descendente, les
corresponde a los tribunales administrativos departamentales fallaren los procesos de
constitucionalidad contra las ordenanzas y los acuerdos de las asambleas departamentales
y los concejos municipales, así como, resolver sobre las demandas de exequibilidad de los
actos de los gobernadores y los alcaldes. Los conflictos de competencia entre la jurisdicción
ordinaria y la administrativa son resueltos por el Consejo Superior de la Judicatura (Const.
Pol., art. 256, num. 6).
C) La excepción de inconstitucionalidad: Hemos visto ya en qué consiste la excepción
de inconstitucionalidad, que la Constitución colombiana consagra en el artículo 4o. Para
Moreno Jaramillo la diferencia esencial entre el control por vía de acción y la excepción,
reside en que el primero autoriza a la Corte para declarar la inexequibilidad, y el segundo
faculta a los funcionarios para declarar la inaplicabilidad de la ley. Uno y otro fenómeno se
basan en la falta de conformidad de la norma con la Constitución, pero se distingue en que
aquel produce efectos erga omnes y juzga la ley misma, en tanto que este solo tiene efectos
para el caso controvertido, y no afecta la sustancia de la norma. Sobre el particular observa
Copete Lizarralde “Aceptando las conclusiones diferenciales de los dos textos, no creemos
que ellas produzcan en razón una diversidad esencial entre la inexequibilidad y la
inaplicabilidad, puesto que ambas tienen su base en que una norma legal contraríe la Carta.
Lo único que puede autorizar a un funcionario para dejar de aplicar una ley, es el ser esta
inexequible por inconstitucional. A nuestro entender, el fondo de la declaración en los dos
casos es el mismo; solo varía el valor que ella. tiene en sus efectos futuros
Sobre el órgano competente de la excepción de inconstitucionalidad en Colombia, ha
habido una interesante controversia entre los tratadistas. Algunos sostienen que la
competencia es exclusiva de los jueces; otros, como Eduardo Rodríguez Piñeres, han
expresado que esta se extiende a las “autoridades inferiores”, las cuales, en su concepto,
tienen la facultad de desconocer las leyes que estimen inconstitucionales, extremo "que
Copete Lizarralde considera peligroso; otros, como Moreno Jaramillo, sostienen que es
funcionario competente para resolver sobre la inaplicabilidad de una ley aquel llamado a
aplicarla Copete, que acoge esta tesis, agrega que los funcionarios que tienen esta
atribución son aquellos revestidos de autoridad y jurisdicción
D) Control automático: En el caso de los decretos legislativos expedidos por el gobierno
en uso de las facultades de estados de excepción, la Constitución establece en su artículo
241 que estos deben ser enviados a la Corte Constitucional al día siguiente de su
expedición, para que ella decida definitivamente sobre su constitucionalidad, y que, si el
gobierno no cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte aprehenderá inmediatamente de
oficio su conocimiento. Es este el llamado control automático.
E) Control de constitucionalidad por vía de acción de tutela: La Constitución de 1991
consagró en Colombia la acción de tutela (art. 86), inspirada en el recurso de amparo
mexicano, el mandato de seguranza brasileño y en otros recursos semejantes consagrados
en algunas constituciones contemporáneas, con objeto de brindar una garantía efectiva y
pronta a los derechos fundamentales consagrados en la propia Carta. La acción de tutela
busca así la protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, cuando
estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad
pública o, en ciertos casos, por los particulares. Esta acción puede ser interpuesta por
cualquier persona y ante cualquier juez, incluyendo los altos tribunales de la república con
excepción de la Corte Constitucional, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento
preferente y sumario. El juez tendrá un plazo de diez días para fallar. En caso de acceder
a la tutela, su decisión consiste en una orden para que aquel respecto de quien se ha
interpuesto la tutela actúe o se abstenga de hacerlo y su fallo será de inmediato
cumplimiento; aunque podrá ser impugnado ante el superior jerárquico. De todas formas,
los fallos de tutela que se profieran en la república por cualquier juez o tribunal deben ser
enviados a la Corte Constitucional para su eventual revisión. Esto significa que la Corte, en
su carácter de guardiana de la integridad y supremacía de la Constitución, tiene la potestad
de revisar el fallo de tutela que a bien tenga, sea para confirmarlo o para revocarlo, cuando
considere pertinente hacer un pronunciamiento sobre la materia de que se trate, sentar
jurisprudencia o enmendar errores de interpretación constitucional. Cabe advertir que la
acción de tutela solo procede cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, a menos que ese recurso deba ser utilizado como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable.
Es decir, que la acción de tutela no está contemplada como un recurso alternativo para
evitar un proceso judicial, cuando este sea pertinente, sino únicamente para evitar un
perjuicio irremediable, caso en el cual opera de manera transitoria. En Colombia la acción
de tutela procede contra particulares en los siguientes casos: a) Cuando estos estén
encargados de la prestación de un servicio público; b) cuando su conducta afecte grave y
directamente el interés colectivo, sin perjuicio de que también en estos casos procede la
“acción popular” prevista igualmente en la Constitución (art. 88); c) respecto de quienes el
solicitante se encuentre en estado de subordinación o indefensión.
F) Características del sistema colombiano de control. El profesor Sáchica sintetiza las notas
características del sistema colombiano de control constitucional en los siguientes puntos: “
1) instituye una autoridad del orden jurisdiccional como fuerza moderadora de los actos del
legislador, frente a la Constitución; 2) consagra una norma estable para la interpretación de
la ley: la norma constitucional; 3) tiene una inspiración claramente democrática, puesto que
confiere a todo ciudadano facultad para acudir ante la primera autoridad jurisdiccional con
objeto de que defina el sentido y la validez de una ley, confrontándola con la Constitución;
4) hace participar a las tres ramas del poder público en la guarda de la Constitución; 5)
combina los sistemas de control por vía de acción y por vía de excepción', 6) está
complementado por un control previo sobre los proyectos de ley, mediante las objeciones
presidenciales y la intervención de la Corte; 7) distribuye la jurisdicción constitucional entre
la Corte Suprema (hoy la Corte Constitucional) y la jurisdicción contencioso administrativa,
atendiendo a la naturaleza del acto acusado.
A las anteriores características habría que agregar las nuevas facultades en materia de
control constitucional, que consagró la Constitución Política de 1991, en cabeza de la Corte
Constitucional, y el hecho de que, a través de mecanismos como el de la acción de tutela,
todos los jueces de la república pueden actuar como jueces de constitucionalidad, cuando
se trata de hacer prevalecer derechos constitucionales fundamentales frente a actos u
omisiones de autoridades o de los mismos particulares.
Como puede apreciarse, el sistema de control de la constitucionalidad de las leyes en
Colombia resulta uno de los más completos y, a la vez, más complejos que puedan darse
en el Estado moderno. Empero, ha sido susceptible de críticas, por cuanto algunos
estudiosos lo califican, como antes anotamos, de “difuso”, y para subsanar algunas de las
fallas que se presentaron en la práctica, se dispuso, como se señaló, la creación de la Corte
Constitucional, como máximo tribunal u órgano límite de la jurisdicción constitucional.

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