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Paracelso, padre de la toxicología, era otro ferviente defensor del ayuno, al que se refería como “el gran curador,

el médico interior”.

Aunque hay múltiples enfoques, el ayuno consiste en alternar periodos de ingesta normal de comida (ventana de
alimentación), con espacios más bien cortos donde no se come nada (ventana de ayuno), generalmente de entre 14
y 24 horas.

Mito 1: Tu metabolismo se ralentiza

Curiosamente, en humanos el ayuno provoca el efecto opuesto a corto plazo: aumenta el metabolismo. Esta
elevación se produce en parte por la liberación de noradrenalina y orexina. Es una adaptación evolutiva: motivación
para salir a cazar.Lo que ralentiza el metabolismo es precisamente un periodo prolongado de dieta hipocalórica,
justo lo que te recomiendan. Ups.

Mito 2: Quemas músculo

Otro estudio con adultos obesos encuentra que es efectivo para la pérdida de peso, logrando incluso aumentar la
masa muscular. Este estudio comparaba además el resultado de ayuno con un enfoque alto en grasa contra otro
moderado en grasa. El alto en grasa logró mayor ganancia muscular y pérdida de grasa. Interesante.

Mito 3: Te baja el azúcar

El cuerpo está diseñado para mantener el nivel adecuado de glucosa en sangre. Cuando comes produces insulina
para almacenar el exceso de glucosa. Cuando ayunas produces glucagón para liberar glucosa almacenada.

Mito 4: No rendirás en el entrenamiento

No solo mantiene el rendimiento y las ganancias musculares, sino que es más efectivo para perder grasa.

Mito 5: Tendrás hambre, dolores de cabeza e irritación…

El ayuno mejora el humor y síntomas de depresión, además de mejorar el estado de alerta mental.

Optimizar la salud requiere equilibrar extremos opuestos. Necesitamos períodos de máxima intensidad y períodos de
reposo total (sueño), exposición a la luz más brillante (el sol) y después oscuridad absoluta, momentos puntuales de
frío y de calor… Y lo mismo ocurre con la alimentación. Necesitamos períodos de nutrición y crecimiento, pero
también períodos de abstinencia y regeneración.

Christian de Duve recibió en 1974 el premio Nobel de Medicina por descubrir los lisosomas. Observó que estos
orgánulos reciclaban chatarra celular. Es como si la célula se alimentara de sus propias partes dañadas para
renovarse, y de ahí el término acuñado por el mismo Christian: autofagia, o comerse a uno mismo. Sin autofagia,
toda esta basura biológica se acumularía, ocasionando enfermedad y envejecimiento prematuro.

Beneficios de la autofagia:

 Previene enfermedades neurodegenerativas


 Refuerza el sistema inmune
 Previene la diabetes tipo II
 Ayuda a luchar contra el cáncer
 Promueve la longevidad

Otra cosa que te recomiendo tomar durante el ayuno es el sol. La vitamina D favorece la autofagia. Y el
complemento perfecto es una buena noche de sueño. La melatonina también potencia la autofagia.
Nuestros relojes

Todos los seres vivos tienen un reloj central, que regula su fisiología. En los humanos, este reloj está en el núcleo
supraquiasmático, un conjunto de miles de neuronas situadas en el hipotálamo. El principal sincronizador de este
reloj central es la luz, de ahí la importancia de exponernos a la luz solar durante el día y minimizar la luz artificial por
la noche.

El estilo de vida moderno, alejado de los patrones naturales de luz-oscuridad por un lado, y alimentación-ayuno por
el otro, desajusta ambos relojes, favoreciendo la obesidad y la enfermedad. Las mismas calorías tendrán efectos
diferentes en el cuerpo según la regulación de estos relojes. Los que comían justo antes de acostarse mostraban
también mayor riesgo de cáncer.

Por último, un estudio reciente indicó que al aumentar el ayuno nocturno se perdía más grasa y mejoraba en mayor
medida la regulación de la glucosa.

Ayunar es una de las formas más sencillas y efectivas de mejorar la salud y prolongar la vida. Es una estrategia
evolutiva para sobrevivir en épocas de escasez.
La dieta cetogénica

Es un enfoque alimenticio que ha ganado popularidad en los últimos tiempos. Se basa en un principio fundamental:
la restricción de carbohidratos induce un estado metabólico llamado cetosis. Durante este proceso, el cuerpo
produce cuerpos cetónicos a partir del metabolismo de la grasa, ya que las reservas de glucosa se agotan. Esto se
conoce como cetogénesis y es el mecanismo clave detrás de la dieta cetogénica.

La historia moderna de la dieta cetogénica tiene raíces antiguas, remontándose a los tiempos de los antiguos griegos.
Ellos descubrieron que la restricción de carbohidratos en la dieta no solo inducía cetosis, sino que también generaba
cuerpos cetónicos, similares a los producidos durante el ayuno. Este hallazgo llevó al desarrollo de una dieta alta en
grasas y baja en carbohidratos, lo que eventualmente se convirtió en la dieta cetogénica que conocemos hoy en día.

La adopción de este estilo de alimentación conlleva una filosofía que nos invita a salir de nuestras zonas de confort.
A lo largo de la historia, el invierno significaba frío y escasez de alimentos, lo que desafiaba constantemente a
nuestros antepasados. Sin embargo, la tecnología moderna ha traído comodidades a nuestras vidas.

En este sentido, los estresores beneficiosos como el frío y la restricción calórica pueden ser herramientas poderosas
para reconectar con nuestra biología más profunda. Desafiar nuestra biología de manera intermitente, ya sea
mediante el ayuno, la exposición al frío o el entrenamiento físico, nos ayuda a mantener una flexibilidad metabólica
óptima.

En términos de nutrición, la dieta cetogénica prioriza alimentos con alta densidad nutricional. Esto significa
seleccionar proteínas magras, carbohidratos fibrosos y grasas saludables. La proporción de macronutrientes en una
dieta cetogénica típica suele ser alta en grasas (70-80% del total de calorías), moderada en proteínas (20%) y baja
en carbohidratos (<50 gramos al día).

En cuanto al rendimiento físico, la dieta cetogénica puede afectar la capacidad de entrenamiento de diversas
maneras. Entrenar con bajos niveles de glucógeno muscular puede inducir adaptaciones metabólicas que mejoran la
eficiencia de la quema de grasa y la regulación de la glucosa. Sin embargo, es importante encontrar un equilibrio, ya
que entrenar constantemente con el tanque lleno puede inhibir adaptaciones importantes.

En resumen, la dieta cetogénica es una herramienta poderosa para mejorar la salud metabólica y el rendimiento
físico. Su enfoque en la cetosis y la flexibilidad metabólica proporciona una base sólida para aquellos que buscan
optimizar su composición corporal y su salud en general.

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