Está en la página 1de 49

Lic.

Marlon Josué Barahona Catalán


Expediente:
4260-2010 de 19 de mayo de 2011

Acto reclamado:
Resolución de la Sala que confirma la emitida por el
juez de primera instancia que ordena la reinstalación
de dirigente sindical, por haber sido despedido sin
que se obtuviera autorización judicial
correspondiente.
Agravio denunciado:
La entidad patronal indicó que la Sala reprochada otorgó una
tutela excesiva a los derechos del extrabajador, en virtud de
que confirmó el criterio sustentado por el juez de los autos al
reconocer que el actor gozaba del privilegio de inamovilidad
desde que se dio aviso a la Inspección General de Trabajo de
pertenecer al Comité Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores
de la entidad nominadora, cuando en todo caso la protección a
que hace alusión se concede desde que la autoridad
administrativa la resuelve, lo que conlleva al hecho de que no
era necesaria ninguna autorización para despedirlo.
Forma de resolver:
En primera instancia, Jhonnatan Armando Chávez Alfaro, quien es miembro del Comité
Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores del Instituto Técnico de Capacitación y
Productividad –INTECAP-, promovió juicio ordinario laboral de reinstalación contra el
amparista (la entidad patronal) por no haber obtenido autorización judicial para dar por
concluida su relación laboral, argumentando el trabajador que a ello estaba obligado, en
virtud de que al despedirlo se encontraba dentro del período en el cual gozaba del derecho
de inamovilidad, de conformidad con lo dispuesto en el inciso d) del artículo 223 del Código
de Trabajo. El Juzgado al proferir sentencia, declaró con lugar la demanda relacionada y,
como consecuencia, ordenó la inmediata reinstalación del demandante y condenó a la
entidad postulante al pago de los salarios dejados de percibir y, costas judiciales; la entidad
nominadora apeló y, la autoridad impugnada, al resolver, confirmó la resolución que
conoció en alzada, al considerar que al trabajador le asistía el derecho de inamovilidad
establecido en el artículo mencionado, ya que formaba parte del Comité Ejecutivo del
Sindicato de trabajadores de dicha entidad.
Esta Corte (…) estima que la autoridad impugnada respecto al agravio denunciado
por el postulante en cuanto a que Jhonnatan Armando Chávez Alfaro no gozaba
de inamovilidad, resolvió de conformidad a la ley, por lo que no comparte el
criterio sustentado por el amparista, debido a que el artículo 223 inciso d) del
Código de Trabajo preceptúa: “Los miembros del Comité Ejecutivo gozan de
inamovilidad en el trabajo que desempeñen durante todo el tiempo que duren sus
mandatos y hasta doce meses después de haber cesado en el transcurso de los
mismos. Dichos miembros no podrán ser despedidos durante el referido período, a
menos que incurran en causa justa de despido, debidamente demostrada por el
patrono en juicio ordinario ante Tribunal de Trabajo competente…”.
La inamovilidad en el ejercicio de la actividad sindical, conforme lo regula la ley
guatemalteca, es una garantía que se establece a favor de los trabajadores, en
virtud de la cual no deben ser despedidos de sus puestos de trabajo en el plazo
establecido en dicha norma y, favorece a quienes promueven la constitución de un
sindicato, así como a los dirigentes de tales agrupaciones, bajo las condiciones y
durante el plazo que la ley prevé.
En el segundo caso (de la protección a favor de quienes forman parte del
Comité Ejecutivo de un sindicato) la protección se reconoce desde el momento
en que se eligen y mientras ejerzan el cargo no pueden ser removidos de sus
puestos, hasta doce meses después de haber cesado en las funciones; de manera
que, durante ese tiempo el patrono no puede ejecutar despidos contra los
trabajadores protegidos sin autorización judicial, pues su voluntad está
supeditada a la garantía protectora del derecho de sindicalización contemplado
en la Constitución Política de la República de Guatemala y la legislación laboral
vigente y, no observar dicha directriz trae como consecuencia la reinstalación
del empleado afectado por la decisión arbitraria del empleador, la que deberá
hacerse efectiva en el término de veinticuatro horas desde que aquélla se
ordenó.
Cabe resaltar que es dable traer a colación la manera en la que deben computarse los plazos
durante los cuales se protege a los trabajadores con el derecho de inamovilidad que se
analiza, toda vez que el amparista argumenta que cuando la Inspección General de Trabajo
resolvió el aviso de la elección del Comité Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores de la
entidad nominadora, el trabajador ya había sido despedido, por lo que no gozaba del
derecho de inamovilidad contenido en el artículo 223 inciso d) mencionado, pero es el caso
que negar la inamovilidad de un miembro del Comité Ejecutivo de un sindicato, con el
argumento que la Inspección General de Trabajo aún no había resuelto el aviso
correspondiente, es vedar el derecho a la formación profesional a que tienen derecho los
trabajadores, ya que de interpretarse de esa manera, la norma jurídica carecería de sentido,
pues nada impedirá al patrono dar por concluido un contrato de trabajo entre la elección
de los nuevos integrantes del Comité Ejecutivo y su aviso a la Inspección General de
Trabajo, lo que imposibilitaría la subsistencia del Sindicato y la libertad sindical, atentando
además contra el Principio de tutelaridad de los trabajadores.
Conclusión: el derecho de inamovilidad regulado en el Código
de Trabajo a favor de los dirigentes sindicales, es decir, de quienes
forman parte del Comité Ejecutivo de un sindicato, surge desde
el momento en que son electos para los cargos respectivos hasta
doce meses después de que cesen en sus funciones, y no se
requiere resolución alguna para poder tutelar dicha garantía.

Expedientes relacionados:
2255-2010
1153-2009
1824-2008
Expediente:
1139-2010 de 08 de abril de 2011

Actos reclamados:
Resoluciones de la Sala que revocan las de primera
instancia, que declararon con lugar los incidentes de
reinstalación promovidos por los amparistas, quienes
estaban formando un sindicado.
Agravios denunciados:

Argumentaron que la Sala reprochada: a) les exigió el cumplimiento de


requisitos que no están establecidos en la ley, al considerar que el derecho de
inamovilidad reclamado estaba condicionado a la existencia de una relación
laboral permanente, y al hecho que la causa de destitución fuera que el
trabajador había participado en la formación de un sindicato, presupuestos
que no fueron probados en los incidentes respectivos; b) asumió que los
sindicatos gremiales están constituidos por trabajadores independientes, sin
tomar en cuenta que el artículo 215, inciso a), del Código de Trabajo establece
que están formados por trabajadores de una misma profesión u oficio; y c)
los discriminó al considerar que el derecho de inamovilidad relacionado sólo
correspondía a los trabajadores que participen en la formación de un sindicato
de empresa.
Forma de resolver:
La Corte constató: a) el veintisiete de enero de dos mil ocho, se constituyó el
Sindicato Gremial de Trabajadores de la Estiba y Actividades Conexas en el Puerto
Quetzal(…) En la fecha mencionada (…) se dio el aviso correspondiente a la
Inspección General de Trabajo; b) mediante Resolución (…) de quince de febrero
de dos mil ocho, se reconoció la personalidad jurídica del sindicato mencionado,
se aprobaron sus estatutos y se ordenó la inscripción del sindicato referido. En la
publicación respectiva, se asentó la razón que indicaba que la organización quedó
inscrita (…); c) los postulantes fueron despedidos el quince de mayo de dos mil
ocho; d) los trabajadores despedidos solicitaron su reinstalación debido a que de
conformidad con el artículo 209 del Código de Trabajo gozaban de estabilidad; e)
el juzgado de primera instancia acogió la pretensión de los trabajadores y ordenó
su reinstalación; f) la entidad empleadora apeló, y g) la Sala recurrida al proferir
los autos que constituyen los actos reclamados, constató que, con los avisos
remitidos a la Inspección General de Trabajo, los postulantes aparecen como
participantes en la formación del Sindicato Gremial de Trabajadores de la Estiba y
Actividades Conexas en el Puerto Quetzal, sin embargo, al decidir respecto del
recurso planteado, revocó la decisión del juzgado de Trabajo de primera instancia.
La literal q), del artículo 102 de la Constitución Política de la República establece:
“(…) Derecho de sindicalización libre de los trabajadores. Este derecho lo podrán
ejercer sin discriminación alguna y sin estar sujetos a autorización previa,
debiendo únicamente cumplir con llenar los requisitos que establezca la ley. Los
trabajadores no podrán ser despedidos por participar en la formación de un
sindicato, debiendo gozar de este derecho a partir del momento en que den
aviso a la Inspección General de Trabajo”. En consonancia con la norma
mencionada, el artículo 209 del Código de Trabajo indica: “Los trabajadores no
podrán ser despedidos por participar en la formación de un sindicato. Gozan de
inamovilidad a partir del momento en que den aviso por cualquier medio escrito
a la Inspección General de Trabajo, directamente o por medio de la delegación de
ésta en su jurisdicción, que están formando un sindicato y gozarán de esta
protección hasta sesenta días después de la inscripción del mismo”.
Los artículos mencionados (…) reconocen el derecho de inamovilidad que tienen los
trabajadores que están formando un sindicato; también se debe adicionar a aquellos
empleados que además son sus autoridades. Incluso establecen plazos concretos para
el ejercicio de ese derecho –desde que los trabajadores dan el aviso correspondiente
de que están formando un sindicato, hasta sesenta días después de su inscripción-. El
último plazo referido(…), debe contabilizarse mediante días hábiles. Ambos artículos,
además, hacen referencia a que los dirigentes gozan de la protección legal desde que
dan el aviso correspondiente a la Inspección General de Trabajo. Estas dos normas
están en armonía con el artículo 2 del Convenio 87 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), que expresa lo siguiente: “Los trabajadores y los empleadores, sin
ninguna distinción y sin autorización previa, tienen el derecho de constituir las
organizaciones que estimen convenientes, así como el de afiliarse a estas
organizaciones, con la sola condición de observar los estatutos de las mismas”.
(...)al analizar el contenido del acto reclamado, considera que la autoridad impugnada

vulneró los derechos de los accionantes debido a que les exigió que cumplieran con

requisitos que los institutos analizados (libertad de asociación y libertad de sindicalización),

no poseen y que no están contenidos en las normas que regulan sus elementos

constitutivos y caracterizantes; es decir, la autoridad reclamada no debía exigirle a los

trabajadores que prueben que su relación de trabajo es permanente; tampoco debió

exigirles prueba del derecho a la inamovilidad del que gozaban, aún cuando la ley, salvo

derecho extranjero, no requiere de prueba (al hacerlo estableció principios de distinción

contrarios a lo dispuesto en el Convenio 87 de la OIT). Esta situación, además, torna

arbitraria la decisión impugnada, porque establece la obligación de los trabajadores de

probar requisitos que la autoridad reclamada considera fundamentales, que sólo existen al

exteriorizar criterios propios y que no cuentan con el obligatorio sustento legal.


Otra situación que provoca la violación del debido proceso, es que la Sala
impugnada, al emitir el acto reclamado adujo la inexistencia de prueba de la
relación laboral, aunque ese hecho está acreditado en los expedientes en los que
se solicitaron las reinstalaciones respectivas con la presentación de las
constancias de pago o recibos de sueldo, circunstancia que pudo advertir este
Tribunal, situación que también produjo la violación del principio de apreciación
de la prueba en conciencia que tiene todo juzgador en la jurisdicción de Trabajo y
Seguridad Social.
Otro aspecto que advirtió esta Corte, es que en la decisión reclamada no existe
congruencia, debido a que se consignó que los trabajadores no probaron ser
trabajadores permanentes y, posteriormente, se afirmó que durante el proceso
no se probó que los accionantes fueran trabajadores de la entidad Operaciones
Diversas, Sociedad Anónima (aunque esta circunstancia, como se expresó con
anterioridad, se acreditó con las constancias de pago de salario).
Otra situación que este Tribunal consideró, es que la autoridad impugnada,
al momento de emitir el acto reclamado, estableció un principio de
discriminación al considerar, sin que la ley lo establezca, que la
inamovilidad y la protección contra el despido arbitrario es un derecho que
sólo asiste a los trabajadores cuando participan en la conformación de un
sindicato de empresa, circunstancia que vulnera la libertad de
sindicalización.
(…)esta Corte arriba a la conclusión de que la autoridad impugnada, al
dictar la resolución que se denuncia como lesiva de los derechos
esgrimidos por los postulantes, lo hizo en forma contraria a Derecho,
puesto que, como quedó asentado en la parte final del primer
considerando, es contrario a la seguridad y certeza jurídicas para las partes
de un proceso, no apreciar las pruebas de acuerdo al método establecido
en la ley laboral, obstaculizar el libre ejercicio del derecho a la
sindicalización del que gozan los trabajadores y del derecho a la
inamovilidad por la formación de un sindicato, contemplados en la
Constitución Política de la República, Convenios y Tratados Internacionales
y, específicamente en el artículo 209 del Código de Trabajo, y revertir una
decisión judicial emitida en plena observancia de la ley, mediante la
consideración de argumentos y aspectos de carácter fáctico que no obran
en el proceso y que correspondía acreditar a las partes y no al juez de
conocimiento, por la necesaria condición de imparcialidad que debe
revestir la actuación de este último.
Conclusión: los trabajadores que participan en la formación del sindicato gozan
de inamovilidad desde que dan aviso por cualquier medio a la Inspección
General de Trabajo, y hasta sesenta días hábiles después de su inscripción, y sin
que sea necesario el cumplimiento de requisitos que no se encuentran
regulados en la ley, de conformidad con el antiformalismo que caracteriza al
derecho laboral.

Expedientes relacionados:
4748-2011
1929-2010
2676-2010
2891-2009
2728-2009
Expediente:
475-2012 de 14 de noviembre de 2012

Acto reclamado:
Resolución de la Junta Nacional de Servicio Civil que declaró
con lugar el recurso de apelación, y como consecuencia,
ordena su inmediata reinstalación, pago de salarios dejados de
percibir e indemnización, a favor de la trabajadora que se
encontraba en período de lactancia, .
Agravio denunciado:
El Estado indicó que: a) se trasgredieron sus derechos, debido
a que la orden de reinstalación debe ser emitida por un
juzgado de trabajo y no por un ente administrativo; b) que se
resolvió ultra petita debido a que no se solicitó el pago de
indemnización ni salarios dejados de percibir; y c) que el pago
de indemnización y la reinstalación, son excluyentes entre sí,
aduciendo que se constituye nueva relación con la
trabajadora, lo cual es ilegal.
Forma de resolver:

Al analizar el planteamiento del amparo y, especialmente, la interposición del recurso


que habilita esta instancia, el Tribunal estima que los derechos y beneficios que se
reclamaron a la ahora autoridad impugnada, concretamente la reinstalación, no
surgen de la aplicación de la Ley de Servicio Civil, sino derivan de la protección y
reconocimiento de los derechos de mujeres trabajadoras en estado de embarazo y en
período de lactancia, reconocidos taxativamente en el Código de Trabajo; por
consiguiente, podría advertirse que la Junta Nacional de servicio Civil carecía de
facultades legales para conocer el fondo de las pretensiones reclamadas por la
interesada. Sin embargo, debe admitirse que lo que causaría el conocimiento de
situaciones que no le compete a dicha entidad resolver, sería la nulidad de sus
decisiones, susceptible de deducirse por las partes ante la jurisdicción privativa de
trabajo.
En atención de lo antes expuesto, no puede dejarse de advertir
que en el caso que se conoce se discute la estabilidad laboral de
la mujer en período de lactancia, derecho que se encuentra
regulado no solamente en el artículo 153 del Código de Trabajo,
sino en el artículo 102, literal k) de la Constitución Política de la
República de Guatemala y, como tal resulta fundamental y de
especial trascendencia, tal como se evidencia en el hecho de que
ha sido objeto de especial reconocimiento y protección en el
ámbito internacional, como se regula en la disposición de tal
orden que se menciona posteriormente.
(…)esta Corte estima conveniente respaldar el criterio en que fundó su
pronunciamiento la Junta Nacional de Servicio Civil, solamente con
respecto al reconocimiento de la estabilidad laboral de la mujer
trabajadora en período de lactancia, puesto que jurisprudencialmente se
ha sostenido en esta instancia constitucional que aquella goza de especial
protección. Sobre el particular, existe doctrina legal que ha reconocido que
la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer –de la cual es Guatemala parte-, en su artículo 11, numeral
2, inciso a) establece: “2. A fin de impedir la discriminación contra la mujer
por razones de matrimonio o maternidad y asegurar la efectividad de su
derecho a trabajar, los Estados Partes tomarán medidas adecuadas para: a)
Prohibir, bajo pena de sanciones, el despido por motivo de embarazo o
licencia de maternidad y la discriminación en los despidos sobre la base del
estado civil…”. En el mismo sentido que la norma internacional se
pronuncia el Código de Trabajo, que en su artículo 151, inciso c) preceptúa:
“Se prohíbe a los patronos: (…) c) Despedir a las trabajadoras que
estuvieren en estado de embarazo o período de lactancia, quienes gozan de
inamovilidad.”
la normativa descrita ha establecido una protección especial para aquellas trabajadoras
que se encuentran embarazadas o en período de lactancia. Por ende, aparte de la
prohibición que tiene el empleador de despedir a las trabajadoras embarazadas o en
período de lactancia -salvo el caso de la comisión de una falta grave, respecto de los
deberes originados en el contrato de trabajo, según los artículos 151 y 77 del Código de
Trabajo -, también se le otorgó el derecho a toda aquella mujer que es despedida en
contra de lo regulado en el artículo 151 mencionado, a ser reinstalada en el puesto que
desempeñaba, con el pleno goce de todos sus derechos. Esta Corte destaca que la
regulación especial del Código de Trabajo, busca la tutela directa de la mujer en su
condición de madre; estableciéndose, por ello, la prohibición de ser despedida, salvo
que sea por causa justificada. Por último, este Tribunal ha establecido la doctrina legal
que indica que la mujer embarazada tiene derecho a gozar de una especial protección
de su trabajo, pues la Constitución, las leyes y los Tratados Internacionales imponen al
Estado y a la sociedad, la obligación de respetar los derechos que tiene la mujer
embarazada o en período de lactancia, a gozar de estabilidad laboral. Por ello, debe
entenderse que carece de todo efecto el despido de una trabajadora en estado de
embarazo, o en los diez meses posteriores desde el retorno a sus labores, tal como lo
establece la legislación guatemalteca, sin la correspondiente autorización previa del
funcionario competente. Esto significa que para que el despido sea eficaz, el patrono
debe probar la justa causa y obtener la previa autorización del Juez de Trabajo y
Previsión Social, para notificarle a la trabajadora que su contrato se ha extinguido.
Respecto al criterio sostenido por la Junta Nacional de Servicio Civil,
relativo al derecho de la trabajadora al pago de indemnización por
tiempo servido, fundado en el artículo 83 de la Ley del Servicio Civil,
este Tribunal no lo comparte pues contrario a lo argumentado por la
autoridad cuestionada, en esta instancia constitucional se ha
sustentado en repetidas oportunidades la tesis que reconoce la
incompatibilidad de ambos beneficios, creando doctrina legal respecto
a que tales pretensiones son excluyentes y no pueden subsistir
conjuntamente, pues en la figura de la reinstalación, subsiste el vínculo
económico- jurídico entre las partes, mientras que para que se estime
procedente el pago de la indemnización, aquella relación de trabajo
debió concluir previamente y sin que el patrono probara la causa justa
del despido.
Conclusión: las mujeres que se encuentren en estado de
embarazo, durante el período prenatal, post natal o de lactancia,
gozan de inamovilidad; en cuanto a la indemnización y la
reinstalación, dichas instituciones jurídicas se contraponen
entre sí, dado que la primera corresponde a una nueva relación
jurídica, mientras que la segunda lo que protege es la
continuidad de la relación laboral.

Expedientes relacionados.
3608-2011
1327-2012
1920-2012
Expediente:
4529-2011 y 4772-2011 de 03 de mayo de 2012

Acto reclamado:
Auto de la Sala que confirma la orden de reinstalación de
trabajador, por no haberse solicitado autorización para
despedirlo, dado que el trabajador gozaba de
inamovilidad.
Agravio denunciado:
Indicó que no era innecesario solicitar autorización judicial para
despedir al trabajador, debido a que esa decisión la asumió el tres
de enero de dos mil once, fecha en la que aún no había sido
emplazada, ya que las prevenciones correspondientes se
decretaron el cinco de enero del citado año, por lo que a partir de
ese momento tuvo conocimiento del conflicto colectivo de
carácter económico social planteado, debiendo prevalecer el
momento en el que el juez de trabajo competente admitió a
trámite tal conflicto y no cuando se presentó el pliego de
peticiones al juez de turno.
Forma de resolver:
La Sala impugnada confirmó la orden de reinstalación
dispuesta en primera instancia a favor de Bayron Bernabé
Mendizábal Garrido. Para el efecto, la Sala mencionada
estableció que si bien el pliego de peticiones fue recibido
por el juez laboral el cinco de enero de dos mil once, el
mismo había sido presentado el treinta y uno de diciembre
de dos mil diez en el Juzgado de Faltas de Turno, por lo que
a partir de esta fecha el trabajador se encontraba protegido
para no ser despedido, de conformidad con lo establecido
en los artículos 379 y 380 del Código de Trabajo.
El derecho de reinstalación previsto a favor de los trabajadores en el
artículo 380, segundo párrafo, del Código de Trabajo, deriva de la
circunstancia de que el patrono no solicite autorización judicial para
el despido, garantizándose la inamovilidad de aquéllos desde el
momento en que se entregue el pliego de peticiones al juez
respectivo, cuestión esta última regulada en el artículo 379 del
cuerpo legal citado. Con base en el principio de tutelaridad de la (…)
regla(…) in dubio pro operario, debe preferirse aquella
interpretación más favorable al trabajador, armonizando la solución
con el resto del ordenamiento jurídico y buscando el remedio más
valioso de acuerdo a la finalidad y el bien protegido, cabe advertir
que el artículo 379 mencionado, al referirse al “juez respectivo”, da
lugar a que la frase reseñada se interprete de diversas formas, de
manera que (…) debe hacerse prevalecer la interpretación que
resulte más beneficiosa para el trabajador.
De esa cuenta, se concluye que es acertado el criterio
sostenido por la Sala impugnada, (…) para casos como el que
se analiza, si bien no se dictaron inmediatamente las
prevenciones correspondientes, los efectos del
emplazamiento no son constitutivos sino que se retrotraen
al momento en que originalmente se entregó el pliego de
peticiones(…).
Conclusión: el derecho de inamovilidad para los
trabajadores de un centro de trabajo en el que se ha
promovido un conflicto colectivo, surge a partir del
momento en el que se entregue el pliego de peticiones ante
cualquier autoridad judicial, aun cuando no sea la
competente para resolver el fondo del asunto.

Expedientes relacionados:
192-2012
1835-2012
Expediente:
1340-2012 de 09 de octubre de 2011

Acto reclamado:
Resolución de la Sala que revocó la que declaró con
lugar la cuestión previa como punto de derecho que
promovió el Estado dentro del conflicto colectivo de
carácter económico social.
Agravio denunciado:
Adujo que la sala reprochada le produjo agravio porque revocó la
decisión asumida en primera instancia sin tomar en cuenta que
previamente había ordenado al Juez de los autos admitir a
trámite la cuestión previa como punto de derecho promovida.
De manera que, el argumento utilizado para revocar su decisión
- doctrina decantada por esta Corte, relativa a que, durante la
fase de conciliación de los procesos colectivos de carácter
económico social, no pueden hacerse valer procedimientos
accesorios o medios impugnativos- le deja en estado de
indefensión.
Forma de resolver:
La Sala (…) transgredió el derecho de defensa y el principio jurídico
del debido proceso que (…) debido a que, si bien esta Corte ha
establecido la limitante contemplada en el artículo 383 del Código
de Trabajo (…) estima oportuno hacer énfasis en que, como sucede
en el caso de estudio, los interesados en el conflicto colectivo
pueden presentar sus inconformidades respecto a su tramitación,
con el objeto de depurar el procedimiento, (…) que le permite al
órgano judicial analizar aspectos que podrían limitar la viabilidad de
la continuación de la tramitación del medio resolutivo de conflictos
durante su parte jurídica, cuestiones insubsanables que afecten la
esencia del conflicto y que provoquen su terminación, arribando así,
a la conclusión no sólo del período de conciliación, sino del
conflicto; lo que permite concluir que durante el período de
conciliación, de manera excepcional, puede denunciarse la falta de
requisitos formales en el planteamiento, siempre que como se
indicó, pretenda la depuración del procedimiento.
Conclusión: es factible admitir, de forma excepcional, una
cuestión previa como punto de derecho cuando las mismas
permitan advertir la falta de requisitos formales en el
planteamiento del conflicto colectivo que se esta
conociendo.

Expedientes relacionados:
926-2009
486-2010
3606-2011
Expediente:
4295-2010 de 29 de abril de 2011

Acto reclamado:
Resolución que declara sin lugar ocurso de hecho,
contra la que rechazó recurso de nulidad durante un
conflicto colectivo de carácter económico social.
Agravio denunciado:
Argumentó que: a) al momento de interponer el recurso de
nulidad por infracción de ley, el Tribunal de Conciliación no
estaba integrado, por lo que no le es aplicable el artículo 383
del Código de Trabajo; b) el no haber aplicado e
interpretado en forma adecuada el artículo 326 del Código
de Trabajo, le causa agravio, ya que se le está vedando el
derecho de hacer uso de los medios de impugnación, pues
el citado artículo permite que se apliquen la Ley del
Organismo Judicial y el Código Procesal Civil y
Mercantil en forma supletoria para su interposición.
Forma de resolver:
Los conflictos colectivos de trabajo surgen cuando en una
empresa existen cuestiones susceptibles de causar una huelga o
paro. Nuestra legislación establece que el conflicto colectivo se
inicia cuando los interesados suscriben un pliego de peticiones y
lo presentan ante la autoridad competente quien, con el objeto
de garantizar que ninguna de las partes pueda tomar represalia
en contra de la otra, inmediatamente lo tiene por planteado. Esta
situación aunque importante, no es la esencial; porque para la
solución del mismo, se contempla la formación del tribunal de
conciliación. Estas dos características suponen una parte jurídica
a cargo exclusivamente del juez de trabajo, para preservar los
derechos de las partes; y la otra, la económica social, -a cargo de
un tribunal de conciliación- cuyo objetivo será lograr el
avenimiento de las partes. Este tribunal no resolverá
jurídicamente, sino conciliará considerando las circunstancias
económico - sociales que sean útiles para el caso.
En ese orden de ideas, se ha mantenido la tesis de que el
conflicto colectivo no tiene similitud con los procesos propios
de la jurisdicción ordinaria; que si bien las excepciones, los
recursos y los incidentes son considerados como institutos para
la defensa en juicio, el conflicto colectivo en ningún caso puede
considerarse como un juicio, ni por su naturaleza ni por los
objetivos que persigue. En un conflicto colectivo, en su fase
conciliatoria, lo que hay es un planteamiento económico y
social, cuya solución se busca mediante la intervención de un
tribunal especial, que hace uso de los procedimientos
establecidos por la ley para ese fin. Ahora bien, con relación al
momento en que inicia la fase de conciliación, esta Corte ha
sentado jurisprudencia en el sentido de que de conformidad con
el artículo 393 del Código de Trabajo, la fase de conciliación
inicia desde el momento de la presentación del pliego de
peticiones, no siendo factible a partir del acaecimiento de esa
circunstancia interponer recurso alguno contra lo decidido por
el juez de trabajo y previsión social, tal como lo prevé el artículo
383, segundo párrafo, del Código mencionado.
Las consideraciones anteriores permiten a este Tribunal concluir
que en la fase en que se encontraba el conflicto colectivo de
carácter económico social (conciliación), el recurso de nulidad
interpuesto no podía constituir un mecanismo apropiado para la
defensa de sus intereses, por lo que, al haber instado el mismo, a
sabiendas de que ello no era factible, soslayó las formalidades
que están previstas en la ley con relación a la etapa de
conciliación, quedando en estado de indefensión por su propia
negligencia procesal, sin que esa situación pueda interpretarse
como agraviante y susceptible de ser reparada por vía del
amparo.
Conclusión: la fase de conciliación inicia a partir del
momento de la presentación del pliego de peticiones,
no siendo factible interponer recurso alguno en esa
etapa procesal.

Expedientes relacionados
345-2002
3987-2008
4183-2008
Lic. Marlon Josué Barahona Catalán

También podría gustarte