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Por lo tanto, siendo ello así, y visto que la accionante se encontraba amparada por
el Decreto de inamovilidad laboral especial señalado supra, la Asociación Civil
Caja de Ahorro y Préstamos de los Empleados Públicos de la Gobernación del
Estado Miranda (CAPEM), antes de proceder a su despido, debió haber tramitado
ante la Inspectoría del Trabajo del Municipio Guaicaipuro del Estado Miranda, de
acuerdo al procedimiento previsto en el artículo 453 de la Ley Orgánica del
Trabajo, la autorización correspondiente para proceder a su retiro, asegurando de
esta manera que la culminación de la relación laboral estuviese ajustada a
derecho.
Afirmó la Sala que la aceptación por parte del trabajador del pago de sus prestaciones
sociales e indemnizaciones por despido injustificado no puede considerarse que subsane
la situación jurídica infringida por el patrono, pues este “razonamiento sólo pudiera
resultar válido en el caso de que se trate de un trabajador que disfrute de estabilidad
relativa, supuesto en el cual no se encontraba la accionante en amparo, quien estaba
protegida por el Decreto de inamovilidad laboral especial dictado por el Ejecutivo
Nacional”.
La Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, salvó su voto e indicó que en anteriores fallos
la Sala Constitucional se ha pronunciado sobre los efectos de la aceptación de
prestaciones sociales, por parte del trabajador, indistintamente se encuentre protegido por
el régimen de estabilidad absoluta o relativa. A juicio de la Magistrada, la decisión “debió
declarar improcedente in limine litis el amparo ejercido, todo ello en resguardo de la
uniformidad de la jurisprudencia que es la base de la seguridad jurídica”.
(…)
De acuerdo con el criterio jurisprudencial transcrito supra, la “estabilidad absoluta o
propia”, está concebida como una protección temporal de permanencia del trabajador en
su empleo por circunstancias especiales o excepcionales que origina, en su favor, el
derecho a no ser despedido del trabajo sino por las causales establecidas en la ley y con
la autorización previa del Inspector del Trabajo, mientras que la “estabilidad relativa o
impropia”, esta ideada como un sistema de protección básico, similar al de la estabilidad
absoluta aplicable a la generalidad de los trabajadores, el cual se diferencia en que la
obligación del patrono de reenganchar al trabajador es de carácter facultativo; por lo tanto,
al momento de ordenarse la reincorporación y pago de salarios caídos de un trabajador
despedido de manera injustificada, el patrono puede liberarse de dicha carga resarciendo
pecuniariamente el daño generado, a través del pago de una indemnización por el
despido. (Subrayado nuestro)
(…)
La estabilidad laboral como garantía del derecho al trabajo no constituye una actividad
exclusiva del legislador, ya que vista la doble dimensión (deber y derecho) que envuelve
la noción del trabajo, ello se traduce -tal como se indicó supra- en un mandato directo a
todos los Poderes Públicos para que diseñen políticas públicas tendientes a efectuar una
protección integral del mismo y es precisamente en atención a ello que el Ejecutivo
Nacional, como representante del Poder Ejecutivo, en ejercicio de las atribuciones que le
confiere el artículo 236, cardinales 11 y 24 de la Constitución de la República
Bolivarianade Venezuela, en concordancia con lo previsto en los artículos 80 y 91
eiusdem, 2, 13, 22 y 172 de la Ley Orgánica del Trabajo, 84 letra c) y 95 de su
Reglamento diseñó un sistema especial de protección para ciertos y determinados
trabajadores, tanto del sector público como del privado en aras de salvaguardar su
derecho al trabajo, lo cual logró materializar a través de la figura del Decreto de
“inamovilidad laboral especial”.
(…)
Por lo tanto, siendo ello así, y visto que la accionante se encontraba amparada por el
Decreto de inamovilidad laboral especial señalado supra, la Asociación Civil Caja de
Ahorro y Préstamos de los Empleados Públicos de la Gobernación del Estado Miranda
(CAPEM), antes de proceder a su despido, debió haber tramitado ante la Inspectoría del
Trabajo del Municipio Guaicaipuro del Estado Miranda, de acuerdo al procedimiento
previsto en el artículo 453 de la Ley Orgánica del Trabajo, la autorización correspondiente
para proceder a su retiro, asegurando de esta manera que la culminación de la relación
laboral estuviese ajustada a derecho.
Al no haber actuado de esa manera, la referida Asociación Civil se colocó al margen de la
ley, situación esta que no se puede considerar subsanada -tal como erróneamente lo
adujeron los tribunales de instancia- por el hecho de que la accionante haya aceptado el
pago de sus prestaciones sociales en el momento de su retiro así como la indemnización
prevista en el artículo 125 de la Ley Orgánica del Trabajo, ya que tal razonamiento sólo
pudiera resultar válido en el caso de que se trate de un trabajador que disfrute de
estabilidad relativa, supuesto en el cual no se encontraba la accionante en amparo, quien
estaba protegida por el Decreto de inamovilidad laboral especial dictado por el Ejecutivo
Nacional. (Negrillas y subrayado nuestros)
Al respecto, esta Sala en sentencia N° 1.482 del 28 de junio de 2002 (caso: José
Guillermo Báez), determinó que la aceptación de prestaciones sociales por parte de un
trabajador implica una renuncia de su derecho al reenganche, pero sólo en los casos en
que el trabajador goce de estabilidad relativa. En tal sentido, la decisión en referencia
señaló que: (Negrillas y subrayado nuestros)
“…Dentro de los derechos negociables del trabajador, se encuentra el derecho a la
estabilidad relativa, cuyo correlativo es la obligación de reenganche que tiene el patrono
cuando decide, de manera intempestiva e injustificada (despido ad nutum), la finalización
de la relación laboral. La anterior aseveración es demostrable fácilmente si se observa la
posibilidad que el legislador le da al patrono para que cumpla o no con su obligación del
reenganche, ya que éste puede escoger entre el reenganche del trabajador o el pago de
la indemnización que establece el artículo 125 de la Ley Sustantiva Laboral. Si el derecho
a la estabilidad relativa fuera un derecho irrenunciable, el legislador no hubiese dado al
patrono la facultad de escogencia entre el cumplimiento de una u otra obligación. De allí
que se pueda sostener que el trabajador puede disponer de su derecho al reenganche, lo
cual puede derivarse del recibo, de parte de éste, de las prestaciones sociales que le
correspondan con ocasión de la terminación de la relación laboral, bien antes de la
instauración de un procedimiento por calificación de despido o bien después de ella, pues
la obligación de pago de las prestaciones sociales, por parte del patrono, surge o es
causada por la terminación de la relación laboral, independientemente del motivo que la
origine. Esa obligación es, a tenor de lo que dispone nuestra Constitución, de exigibilidad
inmediata (ex artículo 92); por ello, si el trabajador acepta el cumplimiento de tal
obligación, es porque admite la terminación de la relación laboral, que es precisamente lo
que se trata de evitar en un juicio de estabilidad, el cual tiene, como fin último, el
reenganche del trabajador: de allí que, si el trabajador acepta el pago de las prestaciones
sociales, está renunciando a su derecho al reenganche, lo cual no es óbice para que
pueda accionar ante los órganos de administración de justicia, con la finalidad de reclamar
otras cantidades de dinero que estime se le adeuden, sin que pretenda la obtención del
reenganche…”(Negrillas de la Sala)
Tomando en cuenta las anteriores consideraciones y visto que, en el caso de autos, el
despido de la parte actora se efectuó sin tomar en consideración el régimen especial de
protección previsto a su favor por el Decreto N° 7.154 del 23 de diciembre de 2009
publicado en esa misma fecha en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela N° 39.334, resulta forzoso para esta Sala declarar con lugar la acción de
amparo incoada, pues la decisión accionada partió de un falso supuesto al desconocer
que la accionante se encontraba tutelada por el régimen de estabilidad laboral especial
dictado por el Ejecutivo Nacional, lo que vulneró su derecho al debido proceso, a la
defensa y al principio de la irrenunciabilidad de los derechos laborales previstos en los
artículos 49, cardinal 1 y 89, cardinal 2 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. En consecuencia, anula la decisión dictada el 11 de noviembre de 2010 por el
Juzgado Superior Primero del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda y
ordena que otro Juzgado Superior del Trabajo de la misma Circunscripción Judicial, una
vez efectuada la distribución correspondiente, emita un nuevo pronunciamiento sobre el
recurso de apelación ejercido contra la decisión emitida el 18 de octubre de 2010 por el
Juzgado Tercero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial
del Estado Miranda, tomando en consideración el criterio expuesto en el presente fallo.
Así se decide.
Por último, esta Sala Constitucional considera ineludible señalar que la actuación
desplegada por el Juzgado Tercero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Miranda y el Juzgado Superior Primero del Trabajo de
esa misma Circunscripción Judicial al emitir pronunciamiento sobre la acción de amparo
primigenia intentada por la ciudadana Franceliza del Carmen Guédez Principal, contra la
negativa de la Asociación Civil Caja de Ahorro y Préstamos de los Empleados Públicos de
la Gobernación del Estado Miranda (CAPEM) a cumplir la Providencia Administrativa N°
108-2010 dictada el 22 de marzo de 2010 por el Inspector del Trabajo del Municipio
Guaicaipuro del Estado Miranda, revela un desconocimiento craso del régimen de
estabilidad absoluta previsto en nuestro ordenamiento jurídico, al obviar la protección
especial que detentaba la accionante por estar amparada por el Decreto de inamovilidad
laboral especial dictado por el Ejecutivo Nacional y, además, pone de manifiesto la falta
de atención de uno de los principios más importantes de todo proceso como lo es el
principio dispositivo, ya que no le estaba dado a estos órganos jurisdiccionales que
conocieron el amparo ejercido contra la contumacia de un patrono, emitir un
pronunciamiento distinto que no fuese verificar si existía o no renuencia en el
cumplimiento de la orden impartida por la Inspectoría del Trabajo del Municipio
Guaicaipuro del Estado Miranda y no proceder a objetar -como en efecto lo hicieron- el
contenido de la Providencia Administrativa, como si se tratara de un juicio de nulidad
contra el referido acto, más aun cuando tal Providencia Administrativa se encontraba
definitivamente firme al haber transcurrido el lapso de ley para solicitar su nulidad, sin que
hubiese sido impugnada. En consecuencia, esta Sala Constitucional estima pertinente
hacer un llamado de atención a los jueces a cargo del Juzgado Tercero de Primera
Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda y del
Juzgado Superior Primero del Trabajo de esa misma Circunscripción Judicial para que en
futuras ocasiones no vuelvan a incurrir en errores similares a los expuestos. Así se
decide.