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08. El Renacimiento.

Lírica

1. Introducción histórica
En el siglo XVI empieza la Edad Moderna europea, que se extiende hasta la Revolución Francesa (1789). Esta
época es singularmente importante en la cultura española, pues es entonces cuando comienza nuestra Edad de Oro,
que comprende dos períodos, el Renacimiento (siglo XVI) y el Barroco (siglo XVII).

Se suele considerar como comienzo del Renacimiento el año 1453, fecha de la caída de Constantinopla en poder
de los turcos, lo que provocó la salida de Bizancio de gran parte de los sabios que allí vivían hacia Europa, muy
especialmente Italia. Igualmente significativo de cara al comienzo del Renacimiento es la invención de la imprenta
por parte de Gutenberg, hacia el año 1450, lo que permitió una rapidísima difusión de la cultura.

De todas formas, en el caso de España, se suele considerar como punto de partida para el Renacimiento el año
1492, marcado por varios acontecimientos muy importantes de cara al devenir cultural del país. Esos
acontecimientos son la conquista de Granada (con el consiguiente final de la Reconquista), la expulsión de los judíos,
el descubrimiento de América y, ya en un plano más cultural, la publicación de la Gramática de Nebrija.

Durante este período, en gran parte gracias al descubrimiento de América, se forja el imperio español, al frente
del cual estuvieron los reyes Carlos I de España (1517-1555) y Felipe II (1556-1598). Sus reinados, aunque prolíficos
y cargados de optimismo, no estuvieron libres de situaciones conflictivas y guerras tanto fuera de España (sobre
todo en Europa, contra Francia, Inglaterra… y el turco), como dentro, en conflictos derivados especialmente de
cuestiones religiosas (judíos, moriscos y protestantes).

Tiene una grandísima importancia en Europa, y también en España, con consecuencias de toda índole, la
aparición de la reforma protestante, abanderada por Lutero y Calvino, que dio lugar a su vez a la reacción católica
de la Contrarreforma (Concilio de Trento, 1545-1563), defendida de un modo muy importante por España.

2. Características generales del Renacimiento. El humanismo


El Renacimiento supone un vuelco radical con respecto a la cultura de la Edad Media, aunque también es cierto
que ese vuelco se venía preparando desde bastante tiempo antes. Así, la cultura renacentista, para su desarrollo se
apoya en los principios del humanismo, corriente intelectual y cultural, originada en Italia, cuyas bases son:
recuperación de la cultura grecolatina, devoción por las letras clásicas y antropocentrismo.

Para el humanismo, el hombre se convierte en centro y medida de todas las cosas (antropocentrismo),
concibiendo el mundo como una creación de Dios, en la que ha puesto como centro al hombre. Esta visión lleva
asociados conceptos como la estimación de la dignidad del hombre, el esfuerzo y el individualismo; el sentido
vitalista de la existencia (la vida ya no es «un valle de lágrimas», sino un lugar propicio al goce y disfrute de los
sentidos -tópico del «carpe diem»-); y el poder de la razón y de la inteligencia para conocer el mundo (racionalismo).
E igualmente se busca exaltar la naturaleza y lo natural. Aumenta también a la par de todo esto, y en lógica
consecuencia, la confianza en las posibilidades del ser humano en las ciencias, las técnicas y las artes.

En lo que atañe a la recuperación de la cultura grecolatina, es constante la recuperación e investigación en la


obra de los autores clásicos griegos y latinos, con el consiguiente estudio de estas lenguas, que, entre otras cosas,
lleva también al interés por los libros sagrados (Biblia Poliglota Complutense), que son leídos en sus lenguas
originales. Fruto del interés por la cultura clásica es la adopción como modelo de algunos de sus autores más
representativos (Horacio, Virgilio, Ovidio…), así como de otros autores italianos (Dante, Petrarca, Boccaccio).

3. La lírica renacentista
Marcada por las características de la época que le toca vivir, la lírica culta renacentista experimenta una
renovación trascendental de la mano de Juan Boscán y Garcilaso de la Vega, tras conocer el primero a Baltasar de
Castiglione y Andrea Navagiero.
Así, en primer lugar, se produce una renovación de la métrica, con la adopción de versos endecasílabos y
heptasílabos (a veces pentasílabos), de corte italiano. Y consiguientemente, se adoptan las estrofas y formas
italianas que los utilizan, a saber, soneto, lira, terceto encadenado, cuarteto, silva, octava real…, que aparecen en
églogas, odas, epístolas o elegías. Esto no implica que desaparezcan los versos tradicionales castellanos, pero sí que
supone en muchos casos que queden relegados al ámbito popular.

En lo que respecta a los temas, también experimentan un cambio muy importante. Se podría resumir en los
siguientes puntos:

a) El amor, en sus dos vertientes de amor humano y divino.


a. El amor humano, cayendo en la línea del petrarquismo y el neoplatonismo, incide en la idealización
de la mujer, expresada a través de distintos tópicos, como el “carpe diem” o el “collige, virgo, rosas”.
Al mismo tiempo, por influjo del amor cortés, la amada no corresponde a su enamorado, lo que
produce en él tristeza y melancolía.
b. El amor divino, muy especialmente en la segunda mitad del siglo XVI, se concibe como la búsqueda
de Dios (ascética) hasta llegar a la unión final del alma con Dios (mística), trasladando a su vez en
muchos casos la temática amorosa profana al terreno de lo divino.
b) La naturaleza. Es considerada como un elemento muy importante para el desarrollo del tema amoroso:
a. En el amor humano es concebida como un “locus amoenus”, un lugar agradable, ideal, apto para la
expresión de sentimientos amorosos.
b. En el amor divino es entendida de un modo simbólico, como el camino para encontrarse finalmente
con Dios.
c) Los mitos clásicos, por último, son muy utilizados con un carácter alegórico en el amor humano, recogiendo
historias de los dioses de la Antigüedad clásicas, ninfas, faunos y demás personajes mitológicos.

Como se ha apuntado, es muy habitual el empleo de tópicos de raíces clásicas, bien para el amor humano
(el carpe diem, el collige, virgo, rosas, la descriptio puellae, el locus amoenus), bien para el amor divino (el mismo
locus amoenus o el beatus ille).

El lenguaje, de carácter culto, tiende a la naturalidad y se hace más rico y expresivo. Se emplea un estilo culto
en el que abundan expresiones metafóricas, sin olvidar la elegancia y la armonía. Se enriquece el léxico, se
incorporan cultismos y prolifera el uso de recursos literarios, como los epítetos e hipérbatos.

Los autores más significativos son, por un lado, Garcilaso de la Vega, Juan Boscán, Fernando de Herrera y Alonso
de Ercilla (La Araucana). Por el otro lado, cantando el amor divino, destacan Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús
y San Juan de la Cruz.

4. Garcilaso de la Vega
En cierto modo, Garcilaso es el prototipo de hombre renacentista: soldado y hombre de letras, culto y elegante.

Nació en Toledo en 1501. Siendo muy joven fue nombrado procurador de su ciudad, luchando a favor de Carlos
V, de quien llegó a ser amigo. Participó en varias batallas junto con sus amigos Boscán y el Duque de Alba.

En 1525 se casó con Elena de Zúñiga y, un año después, conoció y se enamoró de Isabel Freyre, dama de la corte
portuguesa, siendo este un amor no correspondido. El posterior matrimonio de Isabel con un administrador del rey
y su muerte prematura al dar a luz a su hijo primogénito causaron un gran sentimiento de dolor en Garcilaso,
reflejado frecuentemente en su poesía.

En 1531 es desterrado a una isla del Danubio por asistir a la boda secreta de un sobrino y en 1532 a Nápoles.
Tras unas estancias breves en Toledo y Aviñón, donde visitó la tumba de Laura, la amada de Petrarca, fue herido
mortalmente durante el asalto a la fortaleza de Muy (Provenza), localidad cercana a Niza, donde murió en 1536.

Obra poética
La obra poética de Garcilaso (publicada junto a la obra de su amigo Juan Boscán en 1543) es bastante reducida,
aunque de singular importancia para explicar el paso de la Edad Media al Renacimiento.
Su obra está formada por 1 oda o epístola, 2 elegías, 3 églogas, 5 canciones y 38 sonetos. Su tema fundamental
es el amor, no correspondido, destinado a producir tristeza y melancolía en el amante despechado.

Además de los sonetos (de temática casi exclusivamente amorosa) son especialmente importantes las églogas:

• Égloga I: Protagonizada por dos pastores, relata las cuitas amorosas de los mismos. Así, Salicio se
lamenta de los desdenes de su amada Galatea, mientras que Nemoroso llora la muerte de su amada
Elisa. Hecha en estancias.
• Égloga II: A la par que habla del amor no correspondido y desdichado del pastor Albanio, recoge un
elogio de la casa de Alba. Está compuesta en tercetos y estancias.
• Égloga III: En octavas reales, en un Tajo bellamente idealizado (locus amoenus), presenta los amores
desdichados de varios mitos de la Antigüedad clásica, como el de Apolo y Dafne. Incluye también entre
ellos el amor de Elisa y Nemoroso.

El conjunto de su obra se caracteriza por la expresión de sentimientos sinceros (frente a la lírica de cancionero
medieval), sobre todo de dolor, intenso, pero refrenado, contenido. También está presente la aceptación resignada
del destino. En ella tiene un peso muy grande la presencia de la naturaleza, dotada de una gran sensibilidad y
belleza.

Su estilo se caracteriza por la sencillez y la naturalidad, como si los versos salieran sin esfuerzo. Igualmente su
poesía está dotada de una gran armonía y una musicalidad reposada, que ayuda mucho a dar hondura al dolor de
su sentimiento amoroso. Igualmente, su lenguaje es elegante, grave y aristocrático, con frecuentes recursos
literarios (hipérbatos, metáforas, antítesis…) que, pese a todo, no resultan afectados.

5. La ascética y la mística
Al amparo de la Contrarreforma católica frente al protestantismo, patrocinada por el Concilio de Trento,
experimenta un crecimiento espectacular la literatura de carácter religioso, sobre todo en la segunda mitad del siglo
XVI. La temática fundamental de esta literatura, eminentemente lírica, es la ascética y la mística.

La ascética describe los esfuerzos que debe realizar el ser humano para renunciar a lo terreno y purificar el alma
con sacrificio, oración y mortificación, preparándola para la unión con Dios. Los poetas ascéticos expresan en sus
versos su anhelo de paz y tranquilidad (huida del mundo) a través del empleo de tópicos literarios como el beatus
ille y el aurea mediocritas. Para estos autores, el mundo es un lugar dominado por los vicios y los bienes materiales,
que arrastran al hombre hacia abajo, por lo que hay que evitarlo para llegar a Dios.

Por otro lado, la mística intenta explicar de alguna forma la experiencia inefable de la unión del alma con Dios.
Obviamente es una experiencia íntima que no puede ser expresada adecuadamente, por lo que se acude a un
lenguaje alegórico y simbólico, muy complicado, que permita explicar de alguna manera lo que siente el alma. De
hecho, para expresarlo con frecuencia se acude a imágenes del amor humano (dolor/placer, amado/amada, fuego,
llamas…).

Dentro de la mística se distinguen tres etapas o vías que, en principio, debe recorrer el alma para fundirse con
Dios. Estas vías son:

• Vía purgativa: Equivale a la ascética. Es el esfuerzo que hace el alma para librarse de las pasiones que
tiran de ella hacia abajo y poder tender al amado, a Dios.
• Vía iluminativa: Tras la purificación, el alma accede a la contemplación de Dios, a su conocimiento.
• Vía unitiva: Es el culmen del proceso místico, en el que el alma se funde con Dios.

Como se apuntaba arriba, la unión con Dios resulta una experiencia irracional e inefable, que traspasa los límites
del lenguaje vulgar. Por eso, para expresar estas vivencias tan complejas, se emplean con frecuencia imágenes,
símbolos y metáforas, a la vez que se hace uso de un lenguaje paradójico y contradictorio, plagado de metáforas y
antítesis.

Los autores más relevantes son San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús en la mística, mientras que dentro
de la ascética el más importante es Fray Luis de León.
6. Fray Luis de León
Nació en Belmonte (Cuenca) en 1527 en el seno de una familia de ascendencia judía. En 1543 se traslada a
Salamanca e ingresa en la orden de los frailes agustinos. Allí se licenció en Teología, estudió hebreo y recibió una
profunda formación filológica. Fue catedrático en la Universidad de Salamanca, donde se granjeó numerosas
enemistades y envidias, en parte por su fuerte carácter. La Inquisición lo procesó por traducir al castellano el Cantar
de los cantares, hecho prohibido por la Iglesia. Estuvo encarcelado durante cinco años, hasta que en 1576 se le
declara inocente y pudo retomar su actividad universitaria. Pero en 1584 se vio sometido a un nuevo proceso.
Finalmente abandonó la universidad, aunque pudo desempeñar altos cargos en su orden. Murió en 1591.

Obra
Su obra está hecha tanto en prosa como en verso, y refleja en todo momento su más ansiado anhelo: la
búsqueda de Dios.

Prosa:

• Cantar de los Cantares: Traducción a petición de una prima monja del libro bíblico de carácter místico.
• La perfecta casada: Dirigido a una sobrina suya, con ocasión de su boda, ofrece una reflexión sobre las
virtudes que han de adornar a la mujer casada. Se la considera un manual de perfección para la mujer
cristiana.
• De los nombres de Cristo: Siguiendo la forma del diálogo, tres frailes dialogan sobre los nombres de
Cristo en la Biblia. Fusiona para eso la exégesis bíblica, el neoplatonismo y la literatura clásica (Horacio,
Virgilio) y de los santos padres.
• Exposición del libro de Job: Relaciona la vida de Job con la experiencia de su propia vida, especialmente
tras pasar por la cárcel.

Verso:

Su obra, además de las composiciones propias, está formada por traducciones que de una u otra forma reflejan
su anhelo del Cielo. Estas son de autores clásicos (sobre todo Horacio -Odas, Epodos, Sátiras-) y Virgilio) y bíblicos
(Salmos, del rey David, y Proverbios, de Salomón).

En cuanto a la obra propia, no publicada en vida, está formada fundamentalmente por las Odas, hechas en liras.
Sus odas más importantes son: “Oda a la vida retirada”, “En la Ascensión”, “A Francisco Salinas”, “Al apartamiento”,
“A Felipe Ruiz” y “Morada del cielo”.

Temas
Para Fray Luis la poesía es una “comunicación del aliento celestial y divino” y, por tanto, un anticipo de la gloria
del Cielo. De este modo, partiendo de los principios del idealismo platónico, se centra en llegar al mundo de las
ideas, parte de lo sensorial para llegar a Dios, la idea más elevada. Su poesía, por consiguiente, muestra nostalgia
del Cielo y presenta el mundo como falsedad, engaño, un destierro, del que intenta huir para alcanzar la paz.

De este planteamiento resulta la armonización del cristianismo con el humanismo renacentista, el clasicismo y
el neoplatonismo.

Los temas predominantes son de carácter moral: deseo de una vida apartada, censura de los vicios,
contemplación de la naturaleza como medio para remontarse el espíritu y reflejo de la belleza divina… Y en
combinación con estos temas emplea tópicos clásicos como el “beatus ille”, “locus amoenus” o “contemptus
mundi”. Al mismo tiempo, su poesía se caracteriza por el empleo de símbolos e imágenes poéticas como el campo
(paz y sosiego), el mar (peligros de la vida) o la música (armonía cósmica).

Estilo
Su estilo se caracteriza por la sobriedad expresiva, la sencillez elegante y la pureza expresiva, siguiendo en gran
parte el modelo de Garcilaso. Su expresión está dotada de animación dramática, de tensión en los versos, reflejando
su tensión interior, su búsqueda de la paz (Dios). Por eso, es muy significativa la perfección formal de sus versos,
muy pulidos, ajustando la forma al contenido, con un gran equilibrio del lenguaje y una densidad de pensamiento
importante en su sencilla expresión.
En esa línea está el hecho de que la obra esté realizada casi exclusivamente en liras, así como el empleo medido
de recursos literarios (hipérbatos, encabalgamientos, símbolos…), al servicio de una expresión contenida de su
tensión interior, de la temática ascética y filosófica.

7. San Juan de la Cruz


Juan de Yepes y Álvarez nace en Fontiveros (Ávila) en 1542, en el seno de una familia humilde y de ascendencia
morisca. En el año 1563 ingresó en la orden de los carmelitas y junto a Santa Teresa de Jesús lleva a cabo la reforma
de la orden. Este afán reformista le trae innumerables problemas y envidias, lo que finalmente le lleva a prisión en
Toledo durante ocho meses. Tras una fuga llena de aventuras llega a Andalucía y allí, en Úbeda (Jaén), fallece en el
año 1591.

Dotado de una gran energía y una sólida formación religiosa, a pesar de la escasez de su obra acaba siendo uno
de los grandes poetas de nuestra literatura, lo que en parte se debe a su sutil percepción intelectual, su sensibilidad
y su “alma de poeta”, que le lleva a ver de un modo peculiar y diferente lo que le rodea y a expresar lo inefable, lo
más íntimo de la persona con una gran delicadeza. De este modo, su obra es expresión del éxtasis amoroso
(manifestación de la unión con Dios), y la poesía, consiguientemente, es arrebatada, íntima y tremendamente
subjetiva.

Obra
Su obra está hecha tanto en verso como en prosa.

Su obra en verso se puede clasificar en poemas menores (canciones y poemas varios, en metros italianos y
castellanos) y poemas mayores, escritos en liras, que son lo más destacado de su producción. Son los siguientes:

• Cántico espiritual: Habla del camino que ha de recorrer la esposa (el alma) hasta la fusión amorosa con
Dios (el esposo).
• Noche oscura del alma: La mujer enamorada sale de casa en la oscuridad de la noche para encontrarse
con el amado.
• Llama de amor viva: Expresa, en términos amorosos, las sensaciones del poeta al unirse con Dios.

Ante la dificultad de comprensión de sus poemas mayores, aborda su explicación en prosa con comentarios que
interpreten y aclaren sus versos. Por ese motivo, escribe la Subida del monte Carmelo, de carácter ascético, y los
comentarios con los mismos títulos que las obras en verso, a saber, Cántico espiritual, Noche oscura del alma y
Llama de amor viva.

En todo caso, el tema siempre es de carácter religioso, y más en concreto la unión del alma con Dios, para lo
cual hace múltiples referencias a la naturaleza, que aparece en su obra como expresión y reflejo de la belleza divina.

Estilo
En su obra utiliza sobre todo metros renacentistas (sobre todo la lira), y los combina con elementos de distinta
procedencia, como la lírica popular castellana y la culta de cancionero, la Biblia o el neoplatonismo.

Su objetivo fundamental es explicar lo inefable, y por eso su lenguaje es sugestivo, denso y evocador. Igualmente
es característico suyo el empelo de recursos propios de la mística, como alegorías, símbolos, antítesis, paradojas.
También es característico suyo el empleo de enumeraciones caóticas, la escasez de adjetivos y el empleo de
diminutivos con un valor afectivo.

Dado el tema místico, para hablar del amor divino acude a imágenes del amor humano, y así diviniza los
elementos y el lenguaje del amor profano para referir el amor a Dios: herida de amor, la fuente..., e identifica a la
Esposa no con la Iglesia o la madre de Dios sino con el alma humana.

8. Santa Teresa de Jesús


Santa Teresa de Jesús (Ávila, 1515-Alba de Tormes, 1582) es, junto a San Juan de la Cruz, la otra gran figura de
la literatura mística española.

Su obra lírica la componen canciones, glosas y villancicos, en metros tradicionales donde traslada al lenguaje
poético y místico los temas y tópicos cancioneriles.
Lo más destacado de su obra son sus libros en prosa: Libro de la vida y Libro de las fundaciones (en los que
predomina el aspecto autobiográfico) y Camino de perfección y Las moradas o Castillo interior (obras doctrinales de
orientación ascético-mística).

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