Al crear una estrategia de negocios centrada en el cliente es importante tener en cuenta cuál es el tipo de relación que esta audiencia está generando con tu empresa. A grandes rasgos podemos hablar de dos tipos de clientes que debes considerar a la hora de diseñar una estrategia orientada al cliente: los clientes internos y los clientes externos. Repasemos las características y particularidades de cada uno de estos enfoques.
Orientación al cliente interno
Los clientes internos son todas aquellas personas que se ven
involucradas en las operaciones de una empresa, aunque no consuman sus productos o servicios. Estos clientes pueden ser tus propios colaboradores, así como tus proveedores o todo aquel con quien cuentas para realizar tu labor.
Al orientar tus operaciones al cliente interno lo que debes
promover es la colaboración entre los miembros de tu organización, con el fin de eliminar las brechas entre tu trabajo y las necesidades de otras personas dentro de la empresa.
Una buena orientación al cliente interno mejora la productividad, reduce el ausentismo y
facilita la orientación al cliente exterior. En este punto, cuidar a los colaboradores es fundamental para que ellos cuiden a tus clientes y socios. Por ello, debes ver la orientación al cliente interno como la creación de una atmósfera de ayuda y solidaridad.
Orientación al cliente externo
Los empresarios más destacados entienden que la entrega de un
alto nivel de servicio a los clientes externos requiere un fuerte compromiso de servicio interno de quienes integran el negocio.
Por su parte, la orientación externa implica responder a las
preguntas de los clientes de una manera amable y educada. Un buen servicio al cliente externo abarca varios elementos: la garantía, el tiempo de respuesta, la empatía y la coherencia. El tiempo de respuesta significa atender las consultas de los clientes o sus preocupaciones en el momento que lo requieran, mientras que la empatía te lleva a tener una preocupación genuina por la situación en la que se encuentra un cliente.