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Las bases marítimas de la civilización andina: una

hipótesis en evolución
Fuente: http://www.hallofmaat.com/modules.php?name=Articles&file=article&sid=85

Por Michael E. Moseley


Departamento de Antropología
Universidad de Florida
Gainesville, Florida
32611-7305
moseley@anthro.ufl.edu

Publicada el 10 de agosto de 2004 para Perú y El Mar: 12.000 años de la historia


del pesquería (sic) Pedro Trillo, Editor. Sociedad Nacional de Pesquería
(sic). Lima, Perú, 2005

Caral Civilization Peru Weblog: The Origins of Civilization in Peru


Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe/INC

Los “Cimientos Marinos de la Civilización Andina” o la Hipótesis MFAC proponía


que miles de años atrás, la rica pesquería andina generó el crecimiento de las
poblaciones costeras tempranas, el auge de grandes comunidades sedentarias, la
formación de sociedades complejas y el establecimiento de los cimientos de la
civilización costera. Los principios básicos de este escenario fueron inicialmente
formulados en los años 60 y a comienzos de los 70 por un reducido número de
académicos norteamericanos, andinos y rusos, todos trabajando de manera
independiente uno de otro (1). Cuando yo popularicé la hipótesis en 1975 había
evidencia de que los montículos-plataforma o huacas habían sido construidas en
algunos asentamientos tempranos en la costa del Perú. Me atrajo fuertemente
Áspero, un asentamiento de 15 hectáreas con seis montículos localizados en el
lado norte del Valle de Supe. Sin embargo, había poca evidencia disponible de
élites o una clase alta en Áspero o en otra parte. De este modo, la hipótesis MFAC
proponía que las sociedades pesqueras tempranas desarrollaron los cimientos
organizacionales para una civilización costera, pero la civilización en sí surgió sólo
después del año 1800 antes de Cristo con la introducción de la cerámica, el cultivo
intensivo de productos básicos y la construcción de un sistema de irrigación a
larga escala (2). La hipótesis de que las sociedades pesqueras pudieron
evolucionar hacia el umbral de una civilización era radical, poco bienvenida y
criticada por ser económicamente imposible.
Me complace informar que nuevas investigaciones demuestran que la hipótesis
original restó importante a los logros evolucionarios de las sociedades costeras
andinas tempranas. Luego de observaciones introductorias sobre la pesca en la
costa, sesgos evolucionarios y la dieta antigua, este ensayo primero habla
resumidamente sobre los desarrollos costeros tempranos en Chile. Luego se
vuelca al Perú y discute las relaciones entre la pesca temprana y la agricultura.
Posteriormente, son discutidas las investigaciones en el valle de Supe y concluye
con la revolucionaria investigación de la Dra. Ruth Shady, quien, de una manera
convincente, argumenta a favor del surgimiento de la civilización en tiempos
precerámicos (3).
Durante los años noventa, la pesca en red de pequeños bancos de peces hicieron
del Perú y Chile la tercera y cuarta nación pesquera más importantes,
respectivamente. La anchoveta y otros peces más pequeños fueron, de manera
similar, el alimento básico de las sociedades litorales precerámicas, aunque
también consumían una amplia variedad de otros seres marinos. Mientras que
gran parte de las aguas cercanas a la costa andina pueden ser pescadas, menos
del 10% de los desiertos adyacentes fueron tradicionalmente cultivados, desde
riachuelos cortos y empinados y ríos de valles irrigados.
La pesca y la agricultura son, generalmente, profesiones distintas y separadas
entre sí porque existen mayores ganancias dedicándose a una o a la otra por
separado que haciendo ambas juntas. La pesca está gobernada por los ciclos
lunares y las mareas, las cuales no son congruentes con el trabajo agrícola, regido
por ciclos pluviales y solares. La organización de la economía es diferente
también. Debido a una topografía más bien irregular, el sistema de largos canales
es mantenido por grandes fuerzas de trabajo corporativo y cultiva la mayor parte
de tierras recuperadas. De modo alternativo, pequeñas labores de confección
realizadas por grupos reducidos de personas permiten pescar con redes, de
manera eficiente, toda la línea costera a lo largo del año.
Durante la época de la Conquista Española, la pesca indígena y la agricultura
fueron también oficios realizados por separado a lo largo de gran parte de la costa.
Poblaciones autosegregadas, que vivían apartados, las realizaban. Eran personas
dedicadas a sus respectivas vocaciones que, incluso, hablaban diferentes
dialectos. Los especialistas utilizaban huertos en la orilla del mar para cultivar
juncos y totora para construir embarcaciones. Sin embargo, no cultivaban
alimentos básicos ni pagaban impuestos o tributos con la producción agrícola
como lo hacían los agricultores. Pese a ello, existía una relación simbiótica
esencial entre ambas profesiones con el trueque como facilitador de intercambio
de proteína marina con carbohidratos cultivados. Presumiblemente, relaciones
similares prevalecieron anteriormente. Pero, previa a la llegada de la agricultura, la
pesca fue la principal forma de ganarse la vida a lo largo de la árida costa por
muchos milenios. Las personas extraían mariscos en los sitios sureños de
Quebrada Jaguay y Quebrada Tacahuay (Perú) hace unos 12.000 años (4). Estos
comienzos hicieron de la pesca la ocupación más antigua en el Perú y una
profesión de continua importancia nacional.
Cuando los españoles llegaron a los Andes, unas prósperas comunidades
costeras se encontraban simbióticamente alineadas con poblaciones agrícolas. En
otras regiones, la pesca prosperó donde la agricultura era inexistente. En
Norteamérica, los exploradores europeos encontraron sociedades marítimas
constructoras de montículos (mount-builders) a lo largo del Golfo de Florida y
sofisticados cacicazgos en el Pacífico norte. De este modo, existe documentación
de larga data que demuestra altos niveles de desarrollo entre los pueblos
indígenas, quienes explotaron la pesca prolíficamente.
Desafortunadamente, la gente que ganaba su vida en el mar era vista como
rebelde e, incluso, inculta, para la inteligencia europea decimonónica. Los sabios
victorianos se molestaban particularmente por los reportes que hablaban de la
aparente facilidad con la cual obtenían productos del mar.

Por ejemplo, escrito por el año 1573, un recuento anónimo de la gran población
marítima Chincha decía: “y parecía la población de esta gente una hermosa y
larga calle llena de hombres y mujeres, muchachos y niñas, todos contentos y
gozosos por que no entrando en la mar [a pescar], todo su cuidado era beber y
bailar, y lo demás”(5).
Informes de personas que vivían de manera razonable sin gran esfuerzo era una
afrenta a la ética de trabajo protestante de la burguesía. Subsistir bien y trabajar
arduamente en los campos cultivados o en las fábricas capitalistas era un
anatema para los intelectuales que formulaban los cimientos del discurso evolutivo
contemporáneo. “Quitar una lapa de las rocas no requiere astucia alguna más que
el poder más débil de la mente”, pronunció Charles Darwin sobre la cultura
pesquera de la Tierra del Fuego(6). Equiparar la adquisición de productos del mar
con un reducido poder mental y por deducción, un potencial disminuido para el
desarrollo cultural, formó un estigma que luego fue cimentado en las bases de la
teoría evolutiva social.
Nada menor a la extenuante labor en parcelas labradas o en plantas industriales
era una abominación a la teoría de 1877 de Lewis Henry Morgan de desarrollo
cultural respaldada en la publicación Ancient Society (7). Subtitulada
“Investigaciones en las líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la
civilización a través de la barbarie”, el tratado describía el eterno axioma de que la
agricultura fue el único camino evolutivo a la complejidad cultural y a la civilización.
Notablemente, también caracterizó a las poblaciones costeñas del Pacífico Norte
como las más primitivas de todas las sociedades etnográficas sobrevivientes en la
Tierra. Por consiguiente, estos complejos cacicazgos de la costa fueron calificados
como salvajes arcaicos desarrollados por debajo de las más simples bandas
migratorias de cazadores recolectores y sólo marginalmente superiores a los
ancestros primates fósiles de los seres humanos. Las formulaciones de Morgan
influenciaron a la teoría evolutiva socialista de Engels. Del mismo modo, personas
de diferentes sensibilidades políticas llegaron a creer que una elección dietaria mal
informada en el mercado de alimentos para el progreso social condenó a las
sociedades pesqueras a un callejón sin salida en la evolución. Lamentablemente,
este mito teórico de larga duración está completamente divorciado de la realidad
económica pues la pesca puede ser un oficio muy próspero.
La civilización requiere calorías para realizar las actividades que no están
directamente relacionadas con la producción de comida. Antiguos restos dietéticos
en forma de basura y coprolitos se encuentran generalmente bien preservados en
sitios desérticos de la cosa. Determinar lo que las personas comían requiere una
recuperación arqueológica muy cuidadosa con malla fina y un análisis
microscópico, ya que muchos restos son diminutos, incluyendo aquellos de
pequeños peces y semillas. Virtualmente todos los sitios precerámicos en los
cuales se han realizado estudios dietarios indican que las personas obtenían su
protenía del mar con anchoveta y sardina, ambas consideradas un alimento
básico. También pueden ser deshidratadas , molidas y consumidas como harina o
como comida. Por lo tanto, puede ser difícil discernir si las personas del desierto
costero obtuvieron la mayoría de sus calorías de recursos marinos o terrestres.

La composición química y estable de los huesos humanos es un indicador crítico


de la cantidad relativa de alimentos marinos y terrestres que los antiguos
individuos consumían durante toda su vida. Los análisis de estronio y radios
isótopos estables en restos humanos del asentamiento peruano precerámico de
La Paloma documentan un consumo muy alto de alimentos marinos, lo que indica
que gran parte de sus calorías provenían del mar (8). El sitio data entre los años
6000 y 4000 a.C. y abundantes restos de anchoveta y otros peses pequeños
fueron los principales restos recuperados de 90 cuerpos bien preservados de La
Paloma. También eran los constituyentes dominantes de coprolitos, así como de la
basura hecha de alimentos.
En el norte de Chile, los análisis de estroncio y determinaciones estables de radio
isótopos han sido llevadas a cabo en 62 adultos chinchorro precerámicos, que
datan de entre los años 4000 y 2000 a.C. Los análisis implicaban un consumo
promedio de 89% de alimentos marinos, complementado por un 6% de plantas
terrestres y un 5% de animales terrestres. Valores dietarios casi idénticos fueron
reportados en un cuerpo de origen más temprano, que data de los años 7020 +- a
255 a.C. (9). Desafortunadamente, sin mayor análisis isotópico en otras
poblaciones costeras tempranas no puede decirse, a ciencia cierta, que todas las
poblaciones litorales precerámicas obtenían la mayoría de sus calorías del mar.
No obstante, puede decirse que la mayoría obtuvo más del 90% de su proteína del
mar.

COMPLEJIDAD SOCIAL MARÍTIMA EN CHILE


Una versión chilena de la hipótesis marina ha sido defendida por largo tiempo por
el arqueólogo Agustín Llagostera (10). Aquí, la forma más temprana de
momificación artificial en el mundo fue practicada por la llamada población
Chinchorro entre los años 5.000 y 2.000 a.C. Este pueblo pesquero residía a lo
largo de la costa desde Antofagasta hasta Arica por el norte y hasta la región de
Ilo en el sur del Perú. La vasta mayoría de población Chinchorro fue enterrada en
estado natural sin sufrir modificaciones corporales. Aunque la momificación
artificial fue practicada por tres milenios, era muy rara. El único ejemplo conocido
de cuerpos modificados alcanza los 200 y todos provenían de cementerios con
inhumaciones simples (11).
Los procedimientos de momificación artificial eran altamente variables. Iban desde
la envoltura en resina de fetos a través de un procedimiento mínimamente invasivo
de remoción de órgano para completar el desensamblaje del cuerpo. Este último
incluía la remoción y deshecho de órganos y músculos y el moler las superficies
de las articulaciones de huesos largos para facilitar la re-unión y el reensamblaje
del esqueleto con varas de maderas que sostienen el cráneo, el tronco, los brazos
y las piernas. Los juncos reemplazaban los músculos de las extremidades y
servían de apoyo para la reposicionada piel bronceada. Los ojos, la nariz y la boca
eran esculpidos en un revestimiento facial de arcilla, las superficies del cuerpo
eran entonces pintadas con una capa craneal de cabello humano era incluida a la
cabeza.
Los productos finales eran objetos similares a una estatua. En ciertos casos las
momias eran mantenidas accesibles y manipuladas ritualmente, resultando en un
daño que luego era cuidadosamente reparado. Las momias eran enterradas en
cementerios con inhumaciones naturales y, en algunos casos, jóvenes bien
conservados eran conjuntamente enterrados con un adulto no momificado,
presumiblemente uno de sus padres. Sin embargo, los entierros colectivos de
momias, tales como niños y adultos, también ocurrían. Un ensamblaje,
aparentemente de una familia, era multigeneracional con niños, dos adultos en
edad reproductiva y un individuo de avanzada edad (12).
De manera significativa, la mayoría de los cuerpos momificados son aquellos de
neonatos y jóvenes, dejando a los adultos como minoría. La preponderancia de
individuos inmaduros implica que el privilegio a un tratamiento mortuorio especial
era una prerrogativa social heredada al nacer. Ciertamente, no era considerado un
honor que los bebés y niños conseguían por una vida de buen trabajo. La herencia
de privilegios era una marca distintiva de una complejidad social emergente. Es un
paso inicial hacia la civilización. Sin embargo, incluso después de la posterior
introducción de agricultura de riego, las sociedades costeras del sur del Perú y el
norte de Chile no erigieron montículos-plataforma o grandes monumentos
arquitectónicos. En parte, esto se debe a que los valles de la región eran bastante
pequeños, en comparación a aquellos ubicados en el centro y norte del Perú que
ofrecían un potencial agrario mucho mayor. Aunque los desarrollos en el sur
fueron más simples, estaban fuertemente enraizados en adaptaciones marítimas
tempranas. Las momias chinchorro son testigos de la heredabilidad de un estatus
privilegiado y de una diferenciación social tardía. De este modo, los pescadores
andinos pueden sentirse orgullosos por el hecho de que su profesión fue líder en
momificación artificial incluso mucho antes que los antiguos egipcios iniciaran esta
práctica.
ADAPTACIONES MARÍTIMAS PERUANAS
Históricamente, la pesca de anchoveta ha producido sus números más altos en las
aguas a lo largo de la costa central y norte del Perú. No es de sorprender,
entonces, que esta región fue testigo de desarrollos evolutivos precoces entre los
años 3.000 y 1.800 a.C. Grandes trabajos arquitectónicos fueron erigidos en un
número de asentamientos precerámicos. La MFAC originalmente proponía que
estos trabajos eran producto de una organización corporativa jerárquica con una
minoría de individuos dirigiendo las actividades de la mayoría. Las innovadoras
investigaciones de Ruth Shady (13) indican que una clase de líderes que residían
en construcciones arquitectónicas de élite encabezaban la cadena de comando en
el área del río Supe. Aquí, la organización jerárquica estaba asociada con el auge
de las ciudades y el urbanismo, con la integración de los valles adyacentes y la
formación de un Estado, así como también con la cristalización de la civilización
precerámica. Ocurriendo un milenio más antes de lo esperado, estos desarrollos
hacen de la región Supe la cuna más primigenia de civilización en las Américas.
Este logro tenía bases económicas inusuales que involucraban tanto la pesca
como la agricultura.
El uso de plantas domesticadas tiene una antigüedad sustancial en Sudamérica y
la hipótesis marina busca modelar las relaciones entre la pesca temprana y la
agricultura. Aunque la pesca peruana a orilla de mar podía alimentar a multitudes,
ganarse la vida desde el mar dependía de los recursos terrestres, como agua
fresca y vegetación salvaje que no eran abundantes. Las plantas proporcionaban
fibra para la línea de pesca y las redes, así como también para la vestimenta.

También servían como flotadores para redes y como material para


embarcaciones, vivienda y combustible. La explotación de estos recursos finitos
en el desierto se incrementó con el paso del tiempo a medida de que la población
marina crecía. Para alimentar a más personas las sociedades peruanas
tempranas intensificaron la cría de anchoveta y pequeños bancos de peces. Esto
requería una producción en línea amplificada, redes y embarcaciones que
eventualmente superaron los insumos limitados de la vegetación desértica natural.

Para mantener las adaptaciones al borde costero y al crecimiento de la población,


la gente del litoral tenía que desarrollar recursos alternativos. La alternativa viable,
la cultivación de plantas, fue bien establecida en Ecuador y en los trópicos antes
de 4000 a.C. Aquí, los cultígenos fueron bienes básicos agrícolas usados para
alimentar a las personas. De manera significativa, cuando las poblaciones
marítimas peruanas comenzaron a involucrarse en el cultivo de plantas, hicieron
énfasis en los cultígenos, como el algodón y la calabaza, las cuales sostenían la
pesca y en segunda instancia, se concentraban en cosechas para alimentar
personas. Esta es una situación única en los anales de la civilización temprana del
mundo. Aun así, es comprensible que la agricultura costera fue iniciada por los
pueblos pesqueros con el propósito de producir “cultígenos industriales” los cuales
abastecían de fibra, redes, contenedores y madera, esenciales para adaptaciones
marítimas.
Los ensamblajes de restos botánicos de asentamientos precerámicos costeros
generalmente incluyen grandes cantidades de junto y totora necesarias para la
confección de esteras y embarcaciones y es probable que estas plantas no
domesticadas fueran cultivadas en estanques de aguas salobres y lagunas.

Posterior a los años 3.000 a.C., el algodón perenne (el cual tiene ancestros
silvestres en el norte peruano) se convirtió en uno de los cultígenos más
extendidos en los sitios desérticos. Fibra de algodón bien preservada, semillas, y
restos de cuencos son muy abundantes, típicamente. Frutas de árboles, como
guanábana, guayaba, pacae, lúcuma y palta, también son sorprendentemente
comunes, pero varían por tipo de lugar en lugar. Los árboles fueron, sin duda,
importantes fuentes de madera y de fruta. La calabaza es un cultígeno industrial
común que proveía de flotadores para red y contenedores en tiempos
precerámicos. Los diversos tipos de frejoles, palillo y ajíes estaban presentes y
eran menos comunes que cultígenos industriales y frutas, pero más frecuentes
que los alimentos básicos.
Los alimentos básicos consistían en plantas que producían abundantes cosechas,
las cuales pueden ser almacenas y consumidas hasta la siguiente cosecha. Los
bienes precerámicos potenciales incluían la achira, el camote, la jicama, el maíz,
las papas y la yuca. Su presencia es errática. Algunos sitios no tienen ninguna,
otros tienen hasta 3 y 4 tipos, pero cada uno está generalmente representado por
sólo unos pocos especímenes. Existe generalmente una buena preservación de
los restos de plantas tanto en la costa precerámica como en sitios tempranos de la
era cerámica. De este modo, si los bienes básicos agrícolas eran de importancia
dietaria, entonces sus restos deberían ser tan prevalentes como los que hay de
yuca, papa, maíz y otras plantas alimenticias en sitios agrícolas tempranos de la
era cerámica. Sin embargo, este no es el caso.
Los campos precerámicos y los trabajos agrícolas no sobreviven, pero los juncos
es muy probable que crezcan en lagunas y en pozos de agua estancada
excavados detrás de las playas como aquellas usadas por los pescadores de
Chincha. Las plantas domesticadas requieren agua dulce, la cual estaba ubicada
de forma poco conveniente lejos del mar y del foco de actividad marítima. La
mayoría de los alimentos básicos agrícolas requiere un cuidado constante como
labranza del suelo y la siembra a través de un proceso especial. De manera
significativa, los cultígenos más comunes y abundantes presentes en sitios
precerámicos costeros son aquellos que no requerían un cuidado constante. Los
árboles frutales y las plantaciones de algodón fueron perennes, que crecían por
años. Plantas anuales como las calabazas y los frijoles fueron abundantes y
podían ser sembradas, dejadas sin cuidado y luego cosechadas. Esto les permitía
a los pescadores trabajar en agricultura con una frecuencia intermitente.
Cada cultivo fue, presumiblemente, realizado en tierras que podían ser
autoirrigadas o fácilmente irrigadas. Las planicies inundables de los ríos costeros
son autoirrigadas por las inundaciones de crecidas en primavera. Los terrenos
fácilmente irrigados por la primavera y los puquios también sucedían donde
existían altos niveles freáticos, como en los valles cercanos a las
desembocaduras. Aun así, en ausencia de canales de irrigación a larga escala, el
terreno apto para una horticultura simple era limitado.
Los ríos costeros de los Andes generalmente han erosionado sus canales y
reposan al interior de bancos profundamente insertos. Por consiguientes, la tierra
fácilmente irrigada suma menos del 2% del terreno costero arable en producción el
día de hoy.
El control de bienes escasos contribuye a la evolución de la organización
jerárquica y a la civilización. Los recursos marinos precerámicos no escaseaban ni
su explotación fue fácilmente regulada. De modo alternativo, la tierra arable era
considerada un bien escaso y el acceso a ella podía ser controlado. Mientras que
las poblaciones crecían y la pesca con red se intensificaba, los derechos para la
tierra idónea para la horticultural fue volviéndose, presumiblemente, más
importante y los asentamientos que controlaban los accesos a los campos tenían
mayor ventaja que aquellos que no.
La agricultura era fácilmente practicada en conjunto con la pesca en la
desembocadura de los valles que ofrecían amplias llanuras de crecidas de río, con
acceso fácil de aguas subterráneas o ambas. Esta era la ubicación de Áspero y de
otros grandes monumentos conocidos en la época en que la hipótesis MFAC fue
formulada. Sin embargo, la importancia de la tierra arable fue subestimada. Por
ejemplo, 2 km hacia el interior, el río Chillón posee una extensión de tierra
inundable anómala con cerca de 130 hectáreas de tierra arable. Se cree hoy que
este recurso agrícola representa para la locación adyacente de El Paraíso un
vasto complejo de albañilería compuesto de unas 58 hectáreas (14). Con esta
data tan tardía de origen precerámico, este complejo monumental es inusual
porque restos habitables son escasos al interior y alrededor de estas ruinas.

La presencia de restos de basura sustanciales y depósitos concheros se asocian


típicamente con sitios de estas dimensiones. Si la situación en El Paraíso no es
producto de una preservación aberrante, entonces muchas de las personas que
ayudaron a construir el complejo no residieron allí, al menos en el transcurso de
un año. Al estar algo enclavado tierra adentro, no fue un lugar particularmente
recurrido para que vivieran los pescadores. Aun así, deben haber contribuido a la
construcción y mantenimiento de esta gran construcción monumental. De hecho,
los análisis de restos dietarios indican que gran parte de la proteína provenía del
mar. Si las personas que residían en cualquier lugar a lo largo del litoral proveían
de trabajo y provisiones para El Paraíso, entonces, su recompensa probablemente
consistía en acceso ya sea a las tierras de cultivo adyacentes o a sus productos.
No está claro aún quién hizo estas labores agrícolas en El Paraíso. Los no
residentes pudieron haber contribuido también con su trabajo durante los tiempos
de siembra y cosecha. Por supuesto, habría habido mayor control de los bienes si
los residentes de tiempo completos hubiesen hecho todo el trabajo agrícola.
Incertidumbres aparte, la habilidad para movilizar fuentes de trabajo de diferentes
comunidades y concentrarlas también en tareas centralizadas son rasgos
característicos de una organización jerárquica y de una civilización temprana.

CIVILIZACIÓN TEMPRANA EN EL RÍO SUPE


El río Supe es una pequeña cuenca fluvial, pero tiene sitios tempranos que han
atraído durante tiempo la atención de los científicos. Estos asentamientos y
monumentos son producto de un desarrollo precoz que a menudo excedía las
expectativas de los teoristas. Por ejemplo, Max Uhle descubrió la costera Áspero
casi un siglo atrás. Describió sus 15 hectáreas de restos dispersos ricos en carbón
como el depósito de una “vieja fundición”. Aun así, Uhle no reconoció que se
trataba de una gran comunidad marítima porque él consideraba que los
pescadores eran primitivos y bárbaros de acuerdo a la teoría evolutiva del tiempo
(15). El sitio fue investigado nuevamente en 1943, pero no existía mucho
entendimiento acera de si los pescadores podían vivir en comunidades
sedentarias o realizar movimientos de tierra. Del mismo modo, su datación se
mantiene incierta y media docena de montículos-plataforma fueron descartados
como cerros naturales. La situación cambió cuando el arqueólogo comenzó a
identificar y datar sitios precerámicos en diversos sitios a lo largo de la costa. La
aceptación teórica de las sociedades marítimas había mejorado cuando Áspero
fue nuevamente investigado a comienzos de los años 70 (16). Las excavaciones
demostraron la edificación de construcciones de fase tardía en la cumbre de dos
plataformas. Una Huaca de los Ídolos, data del año 3055 a.C. según los estudios
de radiocarbono y la otra, Huaca de los Sacrificios, data de dos siglos atrás,
aproximadamente (17).
Al momento de estas exploraciones, un complejo contemporáneo, Piedra Parada,
fue reconocido en el lado sur del valle. Fotos aéreas tempranas de la cuenca del
Supe revelaban un gran número de sitios al interior con características
arqueológicas, como patios circulares sumergidos, que parecían tener una
antigüedad considerable (18). En los años 80, algunos de los sitios más entrados
en el valle fueron muestreados a través de su perforación con barrenas. Algunos
núcleos indicaron la existencia de artefactos precerámicos diagnósticos (19). Aun
así, los resultados recibieron poca atención porque no coincidían con las visiones
teóricas del tiempo que señalaban que los grandes asentamientos precerámicos
estaban sólo restringidos para la costa.
Shady y su equipo posteriormente identificaron y mapearon 15 complejos
precerámicos al interior que abarcaban 40 km sobre la cuenca del río Supe. Las
ruinas respaldaban su opinión de que la más antigua Civilización Americana surgió
en Supe. Esta proposición está basada en nueva información e investigación
exhaustiva (20). Aunque el concepto de una civilización precerámica es
revolucionario, debería no ser una sorpresa. Los sitios tempranos de Supe tienen
una larga historia de expectativas evolucionarias sobresalientes.
Es muy significante que desarrollos tempranos similares no han sido detectados
en valles bien estudiados al norte, comenzando con el Río Casma. Ni los hay
desde el Río Chancay al sur. De este modo, si todas las poblaciones precerámicas
tenían iguales capacidades de desarrollo, entonces debe sospecharse que la
región del río Supe ofrecía recursos naturales inusuales para futuros potenciales
evolutivos tempranos. La intensidad de la pesca moderna en la región indica que
está bien relacionada con los potenciales marinos de la zona. Sin embargo, el
valle del Supe es pequeño y creado por otros valles adyacentes más grandes. No
obstante, terrenos fluviales de poca profundidad y condiciones freáticas altas
favorables a la irrigación de canales al parecer confirieron una ventaja económica
e inusual para un desarrollo cultural temprano.
Situado a más de 20 km al interior, Caral es el segundo asentamiento precerámico
más grande del valle, sobrepasado sólo por las 70 hectáreas de la Era de Pando.
Si no es una capital precerámica, entonces Caral es ciertamente una ciudad
prehistórica tanto en tamaño como en la diferenciación del espacio urbano.
Existen barrios de clase baja donde las personas residían en humildes viviendas
de caña. Existen también barrios de albañilería de élite y construcción de
argamasa con muros pintados y enyesados. Hubo también construcciones
similares, como un taller de artesanías donde eran producidas joyas y otros
artefactos de piedra eran producidos. Barrios de élite estaban localizados
alrededor del centro cívico, donde algunos están inmediatamente adyacentes a
montículos-plataforma o físicamente anexados a ellos.
Con un largo basal de 153 m y un ancho de 109 m, el monumento más grande,
llamada la Pirámide Mayor, tiene frente a él un patio circular y gradas en terrazas
a una altura de 28 m. La cumbre está ocupada por patios y habitaciones a menudo
ornamentadas con decoraciones de muro y frisos geométricos. Esta gran
construcción tiene vista a una gran plaza rectangular que está enmarcada por más
de media docena de otros montículos y trabajos monumentales. Todos los
montículos piramidales fueron construidos en etapas intercaladas con los tiempos
de uso. La mayoría se levanta en gradas o terrazas y algunas están asociadas
con altares circulares de fuego en sus cumbres o en niveles más bajos. Aun así, la
configuración de cada montículo y la cumbre de sus construcciones son únicas y
sus conceptos de diseño parecen ser mucho más variables que aquellos de las
iglesias católicas tradicionales.
Shady propone que los montículos piramidales eran considerados templos y que
Caral consistía en un centro sagrado. Afirma de forma contundente que la religión
fue la principal fuente de cohesión social temprana y el principal medio de
administración de la economía política (21). La mayoría de los académicos están
de acuerdo en que el gobierno fue llevado a cabo en nombre de los dioses en
tiempos precerámicos y cerámicos tempranos. Si las múltiples pirámides en
Caral, Áspero y otros grandes complejos eran templos, entonces, las diversas
instalaciones sirvieron, presumiblemente a diferentes dioses. Las diferencias en el
tamaño de los montículos sugieren una distinción jerárquica en el panteón
precerámico. En Caral el Templo Mayor probablemente sirvió a la mayor deidad,
mientras que los montículos más pequeños sirvieron a divinidades subordinadas.
Puede ser que las divinidades de templos subordinados tenían que ser acallados
antes de obtener el acceso a dioses de mayor rango. No puede decirse que la
deidad del Templo Mayor de Caral se trató del mismo Dios que servía a los
templos más grandes de otros sitios. Tampoco puede decirse que las diferentes
comunidades o ciudades tenían diferentes dioses patrones sin mayor exploración
a los otros complejos. En sitios como Caral no está claro si una congregación local
separada sostenía a cada templo por separado o si la comunidad entera sostenía
a todas las instalaciones por igual. De este modo, hay muchas cuestiones para
mayor investigación.
La proposición de que la formación temprana de un Estado surgió en el Río Supe
está basada en cálculos de tamaño y volumen de los montículos-plataforma y la
construcción monumental en 17 complejos precerámicos en la cuenca (22). Se
infiere que los requerimientos de trabajo para producir el volumen total de
construcciones precerámicas habrían excedido lo que los residentes del pequeño
valle pudieron haber proveído. De este modo, el trabajo y tal vez otros recursos
fueron extraídos, presumiblemente de valles adyacentes que apoyaban a los
complejos del Supe, particularmente a los más grandes.
La formación de un Estado en la región de Supe habría sido un proceso gradual,
pero complejo. Integrar a las poblaciones locales del valle debería haber precedido
a la extracción de recursos de los valles aledaños. La integración local debe de
haber requerido tiempo. No hay bases para creer que los 17 sitios precerámicos
en la cuenca fueron hallados al mismo tiempo. Los análisis de radiocarbono de
3055 a.C. de la fase tardía de la cumbre de Huaca de Los Ídolos de Áspero es la
más antigua de todas las datas precerámicas de la región. Porque la huaca fue
construida en etapas, separada por épocas del uso del tiempo, la construcción
inicial de la instalación situada a mayor profundidad debe tener,
considerablemente, mayor antigüedad.
Si Áspero es el más antiguo de los sitios del Supe, entonces puede suponerse que
otros complejos fueron fundados secuencialmente después y progresivamente
más al interior del valle a medida de que la necesidad por tierras de cultivo y su
producción incrementaban. El proceso de reclamación de tierras al interior y de
asentamiento no habría sido estrictamente linear porque las aguas subterráneas
del valle y la tierra arable no están distribuidas de manera homogénea en el valle.
No obstante, es útil modelar el proceso de colonización al interior de valle como un
preludio a la formación del estado.
El modelamiento comienza con la presunción de que la originación del pueblo
mismo estaba basada en parentesco y otros sistemas de descendencia más
tempranos pueden haber sido similares a las comunidades de ayllus posteriores.
Si las poblaciones de asentamientos más tardíos, como Áspero, han dado origen a
otras “colonias hijas” que se trasladaron más al interior del valle, se asentaron y
luego produjeron sus propias comunidades satélites de su descendencia,
entonces un origen ancestral común reconocido podría haber asistido a la
integración política y religiosa.
El conflicto armado es un tema recurrente en muchas teorías de la formación del
Estado. Una sostiene que la tierra arable del desierto fue un recurso restringido.
La competencia por su crecimiento creció a medida de que las poblaciones más
tempranas crecieron en tamaño. Cuando se fue llegando al límite del recurso, el
orden social cambió. La agresión se convirtió en algo común porque la tierra sólo
podía ser asegurada al apoderársela de otros. La hostilidad continua generó
nuevas formas de liderazgo jerárquico para lidiar con nuevos problemas. Estos
incluyeron la resolución de rivalidades internas, la protección de recursos locales y
la captura de bienes externos. La conquista y la incorporación de tierras ajenas
llevaron luego a la formación del estado (22). La idea central de este escenario es
atractiva porque la tierra arable era ciertamente un recurso escaso. Aun así, los
sitios del Supe no estaban fortificados y había poca evidencia de conflicto armado
de tiempos precerámicos. Esto no debería ser sorprendente. Si la religión fue la
principal fuente de cohesión temprana y de integración política, entonces la
formación de un estado teocrático puede haber dependido más en una conversión
evangelizadora que en cohesión física.
Finalmente, la hipótesis de que la civilización andina tenía bases marítimas es
más fácil de confirmar en Chile por tres razones. Primero, las momias artificiales
más antiguas del mundo son chilenas e incluyen grandes números de niños que
heredaron posiciones de élite y tratamientos mortuorios privilegiados, indicadores
de la formación de clase. Segundo, hay poca evidencia de que estas personas
estuvieran involucradas en la agricultura. Y tercero, los análisis químicos de
huesos de numerosos restos humanos indican que las personas obtenían un 89%
de su dieta del mar.
La pesca contribuyó a un desarrollo mucho más complejo en el Perú. Aun así, no
está totalmente claro cómo la hipótesis marítima se articula con estos desarrollos
por dos razones. La primera es que las personas trabajaban la tierra Y la segunda
es que no ha habido análisis dietario de la química de los huesos humanos para
poblaciones que datan de después de 4000 BC. Sin ese análisis las
contribuciones relativas a la pesca y a la agricultura a la nutrición general y a las
bases calóricas de la civilización costera son especulativas.
Los restos de mariscos y de alimentos cultivados ocurren en la mayoría de los
sitios precerámicos, pero los análisis comparativos no nos iluminan con certeza
sobre sus relativas contribuciones dietarias. De este modo, la especulación sobre
la nutrición está influencia por la ubicación del sitio. En sitios costeros, como
Áspero, se presume que la gente dependió principalmente de la pesca. En sitios al
interior, como Caral, se presume que la agricultura haya alimentado a sus
habitantes. Basándose en las investigaciones de Caral, Haas y Creamer han
afirmado que el surgimiento de una civilización temprana en el valle del Supe
estaba basado en la agricultura y, por lo tanto, no difiere de los orígenes de las
civilizaciones tempranas en otras partes del mundo (23). Los productos básicos de
alimentación y los animales domesticados eran fundamentales para otras
civilizaciones. En la costa del Perú la situación es significativamente diferente
porque los alimentos básicos de origen agrícola eran poco comunes y la proteína
provenía del mar.
La diferencia es muy evidente en los restos alimenticios reportados en Caral:
Guayabas (3025 especímenes) son el cultígeno dominante, algodón (2141
especímenes), pacae (1563 especímenes), zapallo (103 especímenes) y frejol (19
especímenes) siguen en frecuencia. Otros alimentos básicos potenciales incluyen
dos especímenes de maíz, uno de camote y otro de achira. Si este ensamblaje
botánico es representativo de la abundancia relativa de las plantas que fueron
cosechadas, entonces es difícil de comprender cómo la agricultura por sí sola
pudo sostener a una población tan grande. Tal como se esperaba, los restos de
productos del mar también están bien representados. Aves marinas, incluyendo
guanay y cormorán, eran consumidas. Para la mayoría de los moluscos el número
mínimo de individuos fueron 1326 de choros y 879 de machas. Para gran parte de
ellos el más común fue un mínimo de 229 para anchoveta y 148 para sardina.
Para evaluar los requerimientos alimenticios es útil dividir a los residentes de Caral
en tres posibles grupos con variables necesidades de subsistencia. Una serían los
pasajeros, como los peregrinos religiosos o trabajadores estatales movilizados
desde otras áreas. Otro grupo de habitantes podría ser la gente que vivía en Caral
regularmente cada año, pero sólo por temporadas. El tercer grupo –el más
importante- serían los permanentes y residentes anuales como sacerdotes,
funcionarios, élites y granjeros de tiempo completo. Este segmento de la población
pondría la mayor cantidad de demandas en la economía local de subsistencia.
Desafortunadamente, las residencias pasajeras, temporales y permanentes son
condiciones extremadamente difíciles de distinguir arqueológicamente en
cualquier sitio. No obstante, son características de un nivel de organización estatal
que requiere una consideración seria, aunque tentativa, en contextos
precerámicos.
Provisiones externas, particularmente mariscos, podrían haber sido proveídos a
Caral por tres posibles medios que no eran mutuamente excluyentes. El primero
sería el tributo brindado por los pasajeros. El seguro sería el de los residentes
anuales temporales que traían sus propias provisiones si es que no también
tributos. En teoría, estos serían provenientes de una clase trabajadora que
mantenían una vivienda permanente. Ellos vivían en Caral durante la temporada
de agricultura o cuando las ocasiones religiosas o ameritaban, pero luego se
dispersarían en la costa para residir en cualquier lugar donde pudieran pescar. Los
restos escasos de alimentos básicos levantan la posibilidad real de que no todos
en Caral podían vivir allí un año completo. Los alimentos básicos domesticados
son importantes porque pueden ser cosechados en abundancia y luego
almacenados para alimentar a las personas hasta la próxima cosecha. Esto no es
posible con guayaba, pacae, zapallo y frejol. No han sido encontrados
equipamientos de pesca en Caral. Aun así, si las personas mantenían viviendas
costeras y al interior entonces arrastrar redes por 20 km al interior de valle no
habría sido práctico.
Finalmente, los productos del mar fueron obtenidos en gran medida a través del
intercambio de algodón y otros cultivables por alimentos marinos, tal como
enfatiza Shady (13). Si la pesca precerámica y la agricultura fueron profesiones de
tiempo completo por separado, entonces deben de haber estado simbióticamente
conectada a través del intercambio económico en tiempos posteriores. Incluso así,
especularía que la agricultura que ponía énfasis en cultígenos industriales en lugar
de alimentos de uso básico fue altamente dependiente de adaptaciones marinas y
que los pescadores esencialmente alimentaron a los granjeros de la costa. Esto
puede formarse como una hipótesis: los residentes de Caral obtuvieron más del
50% de su nutrición a partir del mar. La propuesta puede ser inmediatamente
comprobada por los análisis dietarios de la composición química ósea humana.
En resumen, la explotación humana del mar lleva más de 12.000 años en el Perú
y la pesca es ocupación más antigua en curso, realizada por la gente de los
Andes. La profesión es excepcionalmente productiva porque las aguas cercanas a
la orilla son inusualmente ricas. La generosidad del mar conllevó a un desarrollo
cultural precoz. Alrededor del año 7000 a.C. las sociedades pesqueras chilenas
comenzaron artificialmente a momificar a personajes importantes de su cultura y a
sus hijos. Antecediendo a Egipto por milenios, estas son las momias más antiguas
del mundo.
Cerca de 5000 años atrás, las comunidades sedentarias marinas estuvieron
construyendo montículos en forma de templos en el Perú. En el lapso de un
milenio la civilización se cristalizó en la región del río Supe, tal como lo revelan las
nuevas investigaciones. Aunque las personas también trabajaban la agricultura, el
énfasis estaba en cultígenos industriales que podían apoyar a la pesca, tales
como el cultivo de algodón para las redes y de calabaza para flotadores. Si el
análisis químico óseo de los restos humano demuestra que las personas recibían
la mayor parte de sus calorías del mar, tal como se espera, entonces, los
pescadores peruanos pueden recibir el crédito de haber creado la civilización más
temprana en las Américas. ¡Esta es realmente una hazaña única en los anales de
la evolución humana!
NOTAS
1 Los orígenes y el desarrollo de la hipótesis marítima están resumidos en:
Moseley, Michael E. Maritime Foundations and Multilinear Evolution: Retrospect
and Prospect. Andean Past #3. Ithica, New York. 1992, pp. 8-11.
Ejemplos de contribuciones más tempranas incluyen:
Engel, Frederic. A Preceramic Settlement on the Central Coast of Peru: Asia, Unit
I. Transactions of the American Philosophical Society 51 (3), Philadelphia, 1963.

Fung P. Rosa. El temprano surgimiento en el Peru de los systemas socio-políticos


complejos: planteamiento de una hypothesis de desarrollo original. Apuntes
Arqueologicos 2. Lima, 1972, pp. 10-32.

2 Moseley, Michael E. The Maritime Foundations of Andean Civilization.


Cummings Publishing Company. Menlo Park, California, 1975.
3 Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización
en el Peru. UNMSM, Lima, 1997.
4 Sandweiss. Daniel H., McInnin, Heather, Burger, Richard L., Cano, Asuncion,
Ojeda, Bernardino, Paredes, Rolando, Sanddweiss, Maria del Carmen, y
Glascock, Michael D. Quebrada Jaguay: Early South American Maritime
Adaptations. Science 281. Washington D.C., 1998, pp. 1830-1832.

De France, Susan D., Keefer, David K., Richardson, James B. y Umire Alvarez,
Adan. Late Paleo-Indian Coastal Foragers: Specialized Extractive Behavior at
Quebrada Tacahuay, Peru. Latin American Antiquity 12 (4). Washington D.C.,
2001, pp. 413-426.

5 Rostworowski de Diez Canseco, Maria. Mercaderes del valle de Chincha en la


epoca prehispanica: us documento y usos comentarios. Revista Española de
Antropoologia Americana 5. 1970, pp. 170-171.

6 Darwin, Charles. Journal of Researches into the Natural History and Geology of
the Countries Visited during the Voyage of HMS ‘Beagle’ round the World. J.M.
Dent, London. E. P. Dutton. 1906 [1845], p. 206.

7 Morgan, Lewis Henry. Ancient Society, or Researches in the Lines of Human


Progress from Savagery through Barbarism to Civilization. Henry Holt. New York,
1877.

8 Benfer, Robert A. The Preceramic Period Site of La Paloma, Peru: Bioindications


of Improving Adaptation to Sedentism. Latin American Antiquity 1. Washington
D.C., 1990, pp.284-318.

9 Arriaza, Bernardo. Beyond Death: the Chinchorro mummies of ancient Chile.


Smithsonian Institution Press, Washington D. C., 1995.

10 Llagostera, Agustin. Tres dimensiones en la conquista prehistorica del mar: un


aporte para el estudio de las Formaciones Pescadoras de la costa sur andian.
Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueologia Chilena. Ediciones Kulturan.
Santiago, 1979, pp. 217-245.
Llagostera, Agustin. Early Occupations and the Emergence of Fishermen on the
Pacific Coast of South America. Andean Past #3. Ithica, New York. 1992, pp. 87-
109.

11 Allison, Marvin J., Focacci, Guillermo, Arriaza, Bernardo, Standen, Vivian,


Rivera, Mario y Lowenstein, Jerold. Chinchorro, momias de preparacion
complicada: Metodos de momificacion. Chungara 13. Arica, 1984, 155-173.
Arriaza, Bernardo. Beyond Death: the Chinchorro mummies of ancient Chile.
Smithsonian Institution Press, Washington D. C., 1995.
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Context, Style, and Purpose. En Tombs for the Living: Andean Mortuary Practices,
Tom D. Dillehay editor. Dumbarton Oaks, Washington D. C.,1995, pp. 43-78.
12 Standen, Vivien G. Temprana Complejidad Funeraria de la Cultural Chinchorro
(Norte de Chile). Latin American Antiquity 8(2). Washington D.C., 1997, pp. 134-
156.

13 Shady, Ruth. Caral Supe La Civilizacion más Antigua de America. Proyecto


Especial Arqueologico Caral-Supe/INC. Lima, 2003.

14 Quilter, Jeffrey. Architecture and Chronology at El Paraisso, Peru. Journal of


Field Archaeology 12. Boston, 1985, pp.279-297.

Quilter, Jeffrey, Ojeda E., Bernardion, Pearsall, Deborah, Sandweiss, Daniel H.,
Jones, John G. y Wing, Elizabeth S. Subsistence Economy of El Paraiso, an
Archaic Site in Peru. Science 251. Washington D.C., 1991, pp. 277-283.

15 Rowe, John. Max Uhle, 1856-1944 A Memoir of the Father of Peruvian


Archaeology. University of California Publications in American Archaeology and
Ethnology 46 (1). Berkeley, 1954.

16 Moseley, Michael E. y Willey, Gordon R. Aspero, Peru: a Reexamination of the


Site and its Implications. American Antiquity 38. Washington D.C., pp. 452-468.

17 Feldman, Robert. Aspero, Peru: Architecture, Subsistence Economy and other


Artifacts of a Preceramic Maritime Chiefdom. Tesis Doctorada. Harvard University,
Cambridge, 1980.

18 Kosok, Paul. Life, Land and Water in Ancient Peru. Long Island University
Press, Long Island, 1965.

19 Zechenter, Elzbieta. Subsistence strategies in the Supe Valley of the Peruvian


Central Coast during the Complex Preceramic and Initial Periods. Tesis Doctorada.
University of California, Los Angeles, 1988.

20 Shady, Ruth y Leyva C. editors. La Ciudad Sagrada de Caral-Supe: Los


origenes de la civilizacion andina y la formacion del Estado pristine en el antiguo
Peru. Proyecto Especial Arqueologico Caral-Supe/INC. Lima, 2003.

21 Shady, Ruth. La religión como forma de cohesion social y manejo politico en los
albores de la civilización en el Peru. Boletin del Museo de Arqueologia y
Antropología, UNMSM, ano 2, (9), Lima, 1999, pp. 13-15.

22 Carnerio, Robert L. A Theory of the Origin of the State. Science 169.


Washington D.C. 1970, pp. 733-738.

23 Haas, Jonathan y Creamer, Winifred. Response [to Amplifying Importance of


New Research in Peru] Science 294 (5547). Washington D.C., 2001, pp. 1652-
1653.
24 Shady, Ruth. Sustento socioeconomico del Estado pristine de Supe-Peru: las
evidencias de Caral-Supe. Arqueologia y Sociedad 13, Museo de Arqueologia y
Antropologia, UNMSM, Lima 2000, pp. 49-66.

Referencias
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Central Coast during the Complex Preceramic and Initial Periods. Tesis Doctorada.
University of California, Los Angeles, 1988.

“Las bases marítimas de la civilización Andina (MFAC)” del Dr. Moseley ha sido
una de las hipótesis más influyentes que explican el surgimiento de la civilización
Andina. Por los últimos diez años la Dra. Ruth Shady ha estado investigando
Caral, recalcando la necesidad de expandir la hipótesis MFAC para amplificar el
rol que la agricultura industrial jugó en el desarrollo de la civilización andina.

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