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Freud Anna.

“PSICOANÁLISIS DEL DESARROLLO DEL NIÑO Y DEL


ADOLESCENTE”.

I EL DESARROLLO DEL NIÑO. OBSERVACIONES.

Los psicoanalistas se preguntan si el trabajo de observación fuera del trabajo analítico,


puede conducir en algún caso a nuevos descubrimientos sobre las tendencias y los
procesos subyacentes, y complementando los datos recogidos mediante el análisis de
adultos y niños. Aunque los datos básicos sobre las fases de desarrollo de la libido y
sobre los complejos de Edipo y de castración se obtuvieron mediante exploración
psicoanalítica de adultos y niños normales, neuróticos o psicóticos (con ayuda de la
técnica de la asociación libre y la interpretación de los sueños y las manifestaciones
transferenciales). En las fases posteriores se añadieron datos de fuentes menos
puramente analíticas.

Los progenitores analizados o analistas de ellos mismos, observaron a sus propios hijos,
cuando el psicoanálisis comenzó a aplicarse a la crianza de los niños, el análisis de
maestras y encargadas de nurseries y jardines de infantes fue recurrente, realizándose
así con mayor objetividad y distancia emocional y practicándose a grupos, después a
niños delincuentes, quienes trabajaban en este campo fueron analizados, adiestrados y
supervisados. La característica de todos estos investigadores fue que la observación se
basó en sus análisis personales y adiestramiento y estuvo ligada a actividades prácticas,
los resultados ampliaron el cuerpo del conocimiento analítico existente.

Las circunstancias anormales de las vidas de estos niños acentuaron la importancia de


algunos factores mediante la influencia distorsionadora de su ausencia (falta de padres,
observación recurrente de las actividades sexuales de los progenitores, imitación e
identificación con ellos, etc.) La observación, emulando la actitud del analista con su
paciente, no se condujo por un plan, se mantenía la atención flotante, situación diferente
en los trabajadores estudiantes, los temas cubiertos en la observación, fluctuaban según
lo discutido en las conferencias o eventos similares. La atención de los trabajadores
concentrada temporalmente en el aspecto de la vida del niño que se les había señalado.
Aunque las observaciones descritas no son “objetivas” en ningún caso. Los participantes
en el experimento, sabían que estaban más bien confrontando la conducta de los niños
con supuestos analíticos de tendencias ocultas en la mente del niño. La autora advierte
que estos son datos para un simposio, recogidos en la Hampstead Nurseries, agrupados
según su aptitud para ilustrar, confirmar, corregir o ampliar los conocimientos analíticos
existentes.

ILUSTRACIONES Y CONFIRMACIONES.

Las fases del desarrollo de la libido según se reflejan en la conducta del niño.
Ernest Kris destaca que la reconstrucción de las fases del desarrollo pregenital a partir del
análisis de neuróticos adultos es un gran logro del psicoanálisis de la primera época. Ello
se aprecia en el consultorio y se confirma por la observación. En el análisis de adultos la
sexualidad infantil aparece oscura y retrospectivamente construida a partir de los residuos
conscientes e inconscientes (perturbadores de la genitalidad adulta).

En la literatura analítica sobre el tema del desarrollo de la libido, se acentúa que las fases
oral, anal y sádica se mezclan entre sí en los puntos de transición y que solo debe
concebírselas diferentes en el sentido de que en cada fase una de las apetencias
componentes está muy catectizada por la libido y se vuelve prominente, mientras que las
otras, tanto las tendencias anteriores como las posteriores, aunque puedan existir, tienen
una catexia baja con un papel menor. Se detectó una la amplia superposición entre el
estadio oral y anal probablemente por las privaciones orales que muchos de los niños
sufrieron al ser separados de sus madres.

Entre las actitudes que los niños expresaban destacan: Dependencia voraz (oral);
posesividad atormentadora y persecutoria (anal); continua exigencia de atención y
admiración, unida a una actitud protectora y tolerante hacia el objeto de amor (fálica).
Como expresiones de sus fantasías sexuales subyacentes, estas formas de amar u odiar
a la madre, parecen ligadas con las fases a las que pertenecían y ser exclusivas de ellas.
En el análisis de adultos aunque la asociación libre, los sueños y las manifestaciones de
la transferencia reviven las formas anteriores de relación objetal, han perdido una parte de
sus características regresan del inconsciente mezcladas con relaciones posteriores y
distorsionadas por estas. Respecto a la correlación particular entre el estadio de
desarrollo y pauta de conducta, el observador directo de los niños está en mejor situación
que el analista.
Evidencias del proceso primario en el segundo año de vida. Uno de los principios
básicos en la metapsicología es la distinción entre el proceso primario (carencia de
síntesis y negación, condensación, desplazamiento de la catexia, preocupación por
satisfacer los deseos) y secundario, esto es, los modos de funcionamiento mental
relacionados con el ello y con el yo. Este difícil aspecto de la teoría se da a través del
estudio de los sueños, pues las principales características del proceso primario se
manifiestan en su estructura. En este estadio del desarrollo del yo, el niño está
adquiriendo el lenguaje y con él, pensamiento lógico y razonamiento, base del proceso
secundario. Pueden aparecer representando su actividad yoica superior, cierta contención
y preocupación por las consecuencias de sus acciones, un elemento de razonamiento,
cierta integración de sentimientos ambivalentes hacia el objeto amado. Alternando
manifestaciones de los procesos primario y secundario y comienzos de la actuación del
principio de realidad, en este estadio es “impredictible” la conducta. Entre los 18 y 24
meses, se puede ver el crecimiento y fortalecimiento de las elaboraciones secundarias y
como las reacciones instintivas primarias y el principio de placer retroceden a un segundo
plano.

La fusión de las pulsiones considerada desde el punto de vista de la conducta. La


teoría de los instintos de vida y muerte, la fusión de las energías libidinales y agresivas.
Algunos infantes sin hogar y sin madre, exhibían un grado de agresión mayor e
inaccesible a las medidas educativas usuales, como estímulos, castigos, etc. conductas
que no caían bajo el control del yo, en la vida de estos niños había faltado el estimulante
usual para el desarrollo de la libido, por la limitación de su desarrollo emocional, su libido
era más débil, la fusión entre las pulsiones no se producía normalmente, los niños tenían
una “agresión en estado puro”. Se dejó de combatir en forma directa la agresión y se
estimuló el aspecto emocional que había quedado retrasado, confirmando que con el
desarrollo de buenas relaciones objetales, la agresión quedó normal, probando la
posibilidad de producir estados terapéuticos provocando la necesaria fusión de ambas
pulsiones.

ALGUNAS DISCREPANCIAS ENTRE LOS SUPUESTOS ANALÍTICOS Y LA


OBSERVACIÓN DE LA CONDUCTA. Se exponen los puntos en los que la conducta de
los niños observados sugirió la conveniencia de revisar y enmendar las explicaciones.
Fenómenos de regresión total. La regresión concepto indispensable de la teoría
psicoanalítica de la neurosis. Cuando en los estadios posteriores de su desarrollo un
individuo experimenta las frustraciones en virtud de peligros externos o internos, a
privaciones y angustias, se abandona la nueva posición libidinal o agresiva y el individuo
revierte a deseos anteriores, más primitivos, regresa a los puntos de fijación a los que
permanece ligada una parte de sus energías instintivas (en tanto otras cantidades de las
mismas siguieron avanzando a estadios posteriores), surgen conflictos resueltos mediante
síntomas neuróticos. La regresión puede producirse en el aspecto instintivo y en el yo.

Ni en la neurosis ni en los desórdenes de carácter hay una “regresión total”, pero si en las
nurseries, regresiones acompañadas de la pérdida de importantes logros yoicos, parecía
menos probable mantener los recientes al producirse la influencia de la regresión en la
esfera instintiva y más fácil mantener los más antiguos.

Reconstrucción vs observación: la superposición de los acontecimientos


EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS TEMPRANAS. Si las experiencias traumáticas
tempranas sobreviven en la conciencia de una persona es como recuerdos encubiertos,
en la reconstrucción analítica, la tarea es desmontar las distorsiones, condensaciones,
desplazamientos y las inversiones que han construido con material traumático y hacer
revivir el recuerdo del acontecimiento originario.

EXPERIENCIAS AUTOERÓTICAS. Se afectan también las facultades autoeróticas por un


proceso similar de superposición, aunque más bien en sentido cualitativo, en el análisis
del adulto, aunque se reviven los incidentes en las prácticas autoeróticas tempranas, es
raro poder compararlas en vivacidad e importancia patógena, con los recuerdos de la
masturbación, en torno a la cual se centran las fantasías edípicas y de castración y los
sentimientos de culpa: admitiendo que en el balanceo, la succión de los dedos y una parte
del autoerotismo cutáneo del niño, expresan tendencias narcisistas y no libidinales
objetales y pueden haber representado un papel excesivo en los niños “sin hogar” y
carentes de vínculos, tal vez la masturbación fálica sea investida con el elevado valor
emocional de todas las otras actividades que fueron equivalentes en las fases tempranas
y se superpongan a ellas.

NUEVOS PROBLEMAS, SUGERENCIAS E IMPRESIONES. Una manifestación de


“autoagresión”. Los infantes en su segundo año se golpean la cabeza ante estados de
frustración y de ira impotente, en las instituciones la práctica puede difundirse por
contagio y alcanzar a todo un dormitorio. El factor de esta práctica y las autoeróticas
(como el balanceo) es que puede conducir al clímax y en el caso de golpearse es la
autodestrucción, aún no se ha dado explicación analítica alguna.

El desarrollo del yo y el superyó bajo condiciones grupales. Las relaciones sociales,


la contención o la inmediata gratificación del instinto y la adaptación al principio de
realidad, pueden adquirirse cuando el desarrollo del yo y superyó se produce bajo la
influencia del amor a sus progenitores e identificándose con ellos o por el contrario en una
comunidad de niños de la misma edad, sobre la base de la necesidad de mantener el
estatus y la existencia de un grupo.

II LA OBSERVACIÓN DE LOS INFANTES.

Los primeros fenómenos vitales son simples (duerme, despierta, llora, sonríe, se mueve,
se alimenta…), uno de los estadios contrastantes que parece gobernar esas actividades
es la serenidad y paz, el segundo estado es una inquietud denotada en los movimientos
de su cuerpo y llanto, con evidencias de incomodidad y dolor, en este último caso el
infante tiene una necesidad, existe interrelación entre ambos estados. El observador debe
desarrollar la capacidad de percibir la presencia o ausencia de necesidades (tensión
somática) y las diferencias de la manifestación de los diversos géneros de necesidad, las
madres devotas de sus hijos pronto los desarrollan por su íntima vinculación emocional
con sus bebés.

Anna Freud sostiene que el mundo interno del infante en sus primeros días y semanas de
vida reside en dos sentimientos contrastantes de la serie placer-dolor, produciéndose la
secuencia de modo que el dolor surge bajo el impacto de la necesidad orgánica y el
placer cuando se satisface. El niño hambriento verá interiormente una imagen psíquica de
la leche o del pecho de la madre, el hambre y estas imágenes de objetos y
procedimientos que la satisfacen estarán unidos. A las imágenes de este género (para
muchos autores “fantasía”) se las considera como el primer paso del funcionamiento
psíquico. El niño aprende a distinguir entre la imagen interna y la percepción de una
persona en el mundo exterior, aunque ambas aparecen en forma semejante en la psique
del niño, el sentimiento que producen es muy distinto, avances muy significativos en el
desarrollo del niño. Los psicóticos asemejan las imágenes alucinadas de la leche o la
madre de la que espera el infante una satisfacción que solo el ambiente real le da.

Las respuestas del infante al placer y dolor han cambiado, puede recordar lo que ocurriera
antes. Solo a través de la experiencia dolorosa de perder periódicamente a su madre
aprende el niño y en forma muy gradual durante el primer año que el gran sí mismo que
ha construido en su psique no le pertenece. Aun en su segundo año, los niños pueden en
ocasiones comportarse con su madre como si fuera parte de su cuerpo, el niño en medio
de una operación de llevarse comida a la boca, tomará una cucharada y se la dará a su
madre quien pensará en la generosidad del niño, lo cual no es así. Estas conductas
pueden reaparecer una vez más en la vida adulta, cuando en el juego sexual entre los
amantes, puede intentarse y alcanzarse durante efímeros momentos una fusión similar de
dos cuerpos en uno solo.

La integración interna de percepciones, sensaciones y respuestas es lo que se produce a


medida que el niño crece y es lo que transforma durante la segunda mitad del primer año
lo que había sido una materia psíquica más o menos difusa en una personalidad
incipiente. Inicia un punto central de conciencia cuando la experiencia se almacena para
usarla, cuando además de lo placentero y displacentero se registra la diferencia entre las
cualidades tales como el sí mismo y los otros, lo real y lo imaginario, lo presente y lo
futuro muy próximo.

En el primer año de vida del niño, se transforma la relación madre-hijo, la imagen de la


madre subsiste en el recuerdo de todas las experiencias satisfactorias en las que ha
participado, el niño construye a través de esos recuerdos “su primera verdadera relación
amorosa”. Con la atención que siga prodigando la madre, lo probable es que la adhesión
del niño permanezca constante, pero si la madre desempeñó su tarea de proveedora con
indiferencia o permitió que muchas otras personas la sustituyeran, la transformación de un
voraz amor estomacal en una adhesión amorosa realmente constante tardará en
producirse. Existen individuos que permanecen “infantiles en sus relaciones humanas a lo
largo de toda la vida, sin alcanzar la constancia en el amor, cambian de pareja,
concentrados en sus propios deseos es poco el amor que pueden dar a la pareja, como el
pequeño son emocionalmente insensibles. Así como esta forma primitiva de dependencia
infantil conduce a un desarrollo antisocial, el segundo estadio de adhesión amorosa
constante a la madre proporciona una excelente base para la adaptación social.

Muchas de las actitudes de censura en el bebé, como la succión de sus dedos que le
produce placer, son los primeros y auténticos representantes de la sexualidad infantil y
constituyen una forma de placer sexual que puede ser denominada perversa en el sentido
adulto de la palabra. No todos los niños pasan por los mismos estadios decisivos a la vez.
El momento dependerá en cada caso individual de la interacción de factores
constitucionales con los ambientales.

Todos los infantes pasan por una fase en que su vida está dominada por la alternancia
entre dolor y placer. En su primer año todos deberán aprender a percibir y reconocer la
realidad, desarrollar la memoria y construir una imagen interna del sí mismo corporal para
fundar su futura personalidad. Basados en la experiencia de la satisfacción material, sus
sentimientos deberán dirigirse hacia la madre y ligarse a ella, como infantes satisfactorios.

III LA OBSERVACIÓN DE NIÑO Y LA PREDICCIÓN DEL DESARROLLO.

Con motivo del homenaje a Ernst Kris bajo la forma de un simposio donde se tratarán las
derivaciones e inferencias de su obra, Anna Freud destaca LA CONTRIBUCIÓN DE
ERNST KRIS y toma como punto de partida el trabajo de él como contribución al panel
sobre “psicoanálisis y psicología del desarrollo” (1950), cuando el autor lo escribió,
comenzaba a ocuparse de los métodos de observación directa de niños realizada por
analistas y a luchar por la legitimidad de esos procedimientos en la investigación
psicoanalítica.

Las dos etapas de la psicología psicoanalítica infantil: doble abordaje de la investigación.


Kris diferenciando dos etapas en el desarrollo de la psicología psicoanalítica, ubicó la
línea divisoria en los primeros años de la década del veinte. Entre los puntos más
importantes de la segunda etapa, mencionó la nueva teoría de la ansiedad, la introducción
del punto de vista estructural, el reconocimiento de la agresión como instinto
independiente y la legitimidad de la psicología analítica del yo. La correspondencia que
une ambas etapas con la relación entre los dos conjuntos de datos sobre los que se basa
la psicología psicoanalítica infantil actual, son los obtenidos mediante la reconstrucción en
el tratamiento analítico y los de la observación directa. En el primer periodo los datos
tenían solo un interés marginal, en el segundo alcanzaron la dignidad de un estudio
analítico y se integraron con el material de la reconstrucción de la reconstrucción en los
análisis de adultos y niños.

Mientras Anna Freud sostuvo que la observación era útil en la medida en que se confirma
o refuta el acierto de las reconstrucciones pero no abre nuevos caminos, Kris opinó lo
contrario, su idea era un doble abordaje, la reconstrucción analítica y la observación
directa junto con la comparación y correlación de los respectivos resultados. La técnica de
investigación por la que El Centro de Estudios Infantiles de Yale ganó renombre Kris
mostraba en su trabajo actitud de cronista e historiador del psicoanálisis, además de
minuciosidad y exactitud teóricas, pero nunca se perdió en el detalle, nada lo distrajo de
su interés por lo que consideraba el todo, el importante papel que la psicología
psicoanalítica infantil estaba destinada a ocupar en la teoría y terapia psicoanalíticas, para
él como clínico y terapeuta, su pretensión era aplicar los hallazgos referentes a los
métodos de observación y de reconstrucción a la práctica clínica, para investigar por una
parte las variaciones de la salud mental y por la otra el reconocimiento precoz de la
patología. Para Kris predicción significaba pronóstico clínico de desarrollo y lo que motivo
su observación fue la evaluación y el diagnóstico de los trastornos de la infancia. El sabía
también que las clasificaciones diagnósticas habían dejado de ser adecuadas desde que
el concepto de neurosis infantil dejó de ser punto de referencia.

La nueva psicología del yo había revelado otras variaciones y desviaciones estructurales,


el desarrollo atípico y el desarrollo autista; difería con lo establecido entre desórdenes
emocionales e intelectuales, los últimos aparecían como función de los primeros. Las
investigaciones sobre el primer año de vida y las consecuencias sobre la primitiva relación
madre-hijo, habían revelado mucho de lo que podría ser adquirido por el bebé. La
situación era caótica, psiquiatras y psicoanalistas de niños no encontraban su camino,
Kris trataba de remediarlo, poniendo los hallazagos de la investigación observacional al
servicio del diagnóstico: él decía: “predecir partiendo de los datos de la observación, la
existencia de patología en un determinado niño”, su ambición “reconocer la sintomatología
antes de que se haga manifiesta…”

Él conocía las grandes dificultades de lograrlo y había señalado la inoperancia de la


predicción clínica en lo que describió como la primera etapa de la psicología psicoanalítica
infantil la predicción era imposible si no se conocían otras secuencias preestablecidas del
desarrollo, además de las fases libidinales y ciertos conflictos cruciales y situaciones de
riesgo típicas vinculadas con la secuencia madurativa. Y aún se ignoraban muchos
factores que determinan las reacciones del niño ante sus experiencias y sus relaciones
genéticas, económicas y dinámicas.

En la segunda etapa se observó la interacción de los impulsos libidinales y agresivos en


cada una de las típicas situaciones de riesgo de la infancia… tomar en cuenta el estado
de desarrollo del yo y el superyó, correlacionar en ciertos casos el uso de mecanismos de
defensa con ciertas situaciones y fases madurativas, se comprendió que el conflicto, el
peligro y la defensa, son concomitantes esenciales y necesarios del crecimiento y la
función adaptativa y de la defensa, además de la singularidad de la madre en la vida
humana. Aún y cuando existen factores que hacen la predicción difícil y azarosa: 1) No se
puede garantizar el progreso armonioso del desarrollo del yo y de los instintos, 2) Se
carece de medios para estimar el factor cuantitativo de desarrollo instintivo, muchas
soluciones de conflictos en la personalidad dependen más de factores cualitativos y 3)
Los acontecimientos ambientales que afecten la vida de un niño son imprevisibles pues
están regidos por leyes desconocidas.

APLICACIONES PRÁCTICAS DEL DOBLE ABORDAJE DE LA INVESTIGACIÓN. Desde


las perspectivas de la observación y de la reconstrucción, con elementos tomados de los
problemas cotidianos en una clínica infantil en relación al tratamiento, diagnóstico,
pronóstico, conocimiento y evaluación de factores madurativos y ambientales, de su valor
relativo y sus interrelaciones.

En algunas características de la primitiva relación madre-hijo si bien Kris señala que es un


campo a cuyo esclarecimiento han contribuido más las técnicas de observación, es
también donde los analistas encuentran los resultados más obvios y menos
controvertibles del doble abordaje de la investigación. Melanie Klein demostró que las
experiencias reales del lactante se hacen más complejas por los procesos de introyección
y proyección simultáneos y que intensifican las imágenes malas al sumar a la frustración
las proyecciones de los impulsos destructivos y agresivos del propio bebé. Anna Freud
opina que el mismo proceso está representado por una doble tendencia de los impulsos
amor-odio, ligados recíprocamente y dirigidos hacia un mismo objeto, ambivalencia
humana.

Además de ambos aspectos Kris consideró la suma de “El factor adaptativo de la relación
padres hijo” donde las variaciones de las actitudes parentales observadas, afectan aun en
la temprana infancia, el desarrollo de la personalidad del hijo. Las observaciones
contribuyeron también a esclarecer el fenómeno de la respuesta del bebé ante la
depresión o retiro emocional de su madre, en casos extremos la carencia de una
adecuada relación objetal en la infancia puede amenazar la vida del bebé y originar
perturbaciones psicosomáticas. La proximidad de una madre deprimida o psicótica,
puede provocar en el hijo si no una patología manifiesta inmediata, una patología de
efecto retardado que hace eclosión años después.
Evaluación de las sublimaciones. Aspecto implícito en la obra de Ernest Kris, lo estudió a
profundidad lo consideraba una vía de acceso para la comprensión del proceso de
creatividad artística. Él junto con Heinz Hartmann, contribuyó a perfeccionar el
conocimiento de la metapsicología de la sublimación, partiendo del concepto de ésta
como desplazamiento de la energía instintiva, actividad alimentada bajo el dominio del yo
(desexualización, neutralización). Distinguieron entre la carga permanente del yo con esa
energía neutralizada como el “reservorio” y las cargas adicionales transitorias
provenientes de impulsos instintivos desplazados “flujos”, según Anna el primer tipo de
carga es el más aproximado a lo que se solía denominar “la capacidad de sublimación”
del individuo, Kris sugirió el término sublimación para el primer fenómeno y neutralización
para el segundo.

La presencia o la ausencia de sublimaciones y el nivel de evolución de las capacidades


sublimatorias de un niño, son muy importantes para estimar sus posibilidades de futura
normalidad, la capacidad de sublimación, refleja la aptitud del yo para aceptar
gratificaciones sustitutivas de valor simbólico. Al hacer el diagnóstico, se observó que los
intentos de sublimación, esto es, los desplazamientos de la energía instintiva, en niños
pequeños son débiles y transitorios, como también las neutralizaciones, la evaluación de
las sublimaciones en los niños muy pequeños es aún tan difícil como es pronóstico y la
determinación del manejo adecuado.

Evaluación de sucesos traumáticos. La predicción según Kris, debe apoyar en la


determinación del impacto que las experiencias traumáticas de la temprana infancia
producen en el desarrollo. La significación traumática de un acontecimiento no queda
determinada en el momento en que ocurre, es el curso ulterior de la vida el que determina
si una experiencia será o no traumática, influyen factores como lo que le provoca dolor,
incomodidad, ansiedad, limitaciones para él intolerables de la alimentación y la movilidad,
o una pasividad forzosa.

Si la predicción sirve para señalar las medidas terapéuticas apropiadas para cada edad o
grupo típico de trastornos, estará también al servicio de la prevención.

IV. DESARROLLO EMOCIONAL Y SOCIAL DEL NIÑO PREESCOLAR.

Anna Freud señala que la formación de los maestros de jardines de infantes, requiere que
estos estén familiarizados con un mundo donde la razón y la lógica no cuentan y es
necesario actuar según principios mentales diferentes, pues el niño interpreta los planes
en función de sus deseos, fantasías y temores. Originando malentendidos entre niños y
adultos. Cuatro puntos en los que ambos difieren son:

1) Los adultos tienen sueños nocturnos y diurnos, el centro del mundo onírico es el
soñante, remanente del funcionamiento infantil, perspectiva egocéntrica
2) Con sentimientos muy intensos, el adulto puede llegar a hacer cualquier cosa,
estado permanente del niño (cuando mucho de edad preescolar).
3) El sentido temporal del niño difiere del de los adultos.
4) Amor y violencia están ligados en su experiencia. El niño traduce los hechos
reales de la vida sexual en el lenguaje que se adecua a su inmadurez mental y
corporal, expresándolos en términos crudos, primitivos y brutales, el del niño es un
lenguaje emocional y el del adulto realista.

En base a lo anterior e incluyendo otro campo de actividades, Anna Freud señala que
no es fácil satisfacer los deseos de los niños; unos desean seguir adelante y otros que
se los deje en paz disfrutando de sus logros, el desarrollo intelectual avanza por
etapas, es tan nocivo el tratar de apresurarlas como mantenerlo en un nivel inferior al
que le corresponde, cada uno madura a su propio ritmo.

Una serie de etapas llevan al niño desde el relativo aislamiento de los vínculos
familiares hasta la vida comunitaria. Proceso que consta de cuatro etapas:

1) Unidad Madre e hijo quien se interponga es una molestia (puede ser otro niño que
se acerca a la madre) el niño actúa de manera asocial y egoísta.
2) El otro niño que quiso trepar a las faldas de la madre comienza a ser de interés,
pero como un juguete (16 meses a dos años de edad).
3) En la tercera etapa el primer paso es que los niños comienzan a sentirse atraídos
por el mismo juguete, en un segundo paso, son compañeros de juego, pero
cumplido el objetivo cada quien retoma su camino.
4) El otro niño es valorado como persona, alguien que se ama, se odia, se admira, se
rivaliza y se elige como amigo (constancia en sus relaciones de amor con sus
objetos).

V. DESARROLLO EMOCIONAL E INSTITIVO DEL NIÑO.

No hay métodos estandarizados para determinar la normalidad del desarrollo


emocional e instintivo de un niño a cualquier edad. Los test mentales (Gesell), los test
de Rorsscharch, así como los test de imaginación, son intentos, atajos que
proporcionan datos individuales y alumbran aspectos circunscriptos de la vida
emocional del niño, son parte de un nivel incompleto y tentativo de conocimiento y no
eximen al investigador de la obligación de estudiar la totalidad de la personalidad
compleja en que se desee elaborar un juicio confiable de este aspecto de la
naturaleza del niño. La formación del carácter del niño y su consiguiente respuesta
social, se basan en el desarrollo y destino de dos instintos, el sexo y la agresión. Sus
manifestaciones y las emociones que emergen han sido en los últimos cincuenta años
(el libro fue escrito en 1992) el tema de estudio de la psicología psicoanalítica.

El sexo y la niñez. Las investigaciones psicoanalíticas en conexión con el estudio y


tratamiento de las enfermedades neuróticas demostraron que la existencia de una
sexualidad infantil, distinta en forma y meta de la adulta, sus tendencias componentes
son precursoras de las tendencias genitales adultas y proveen excitaciones y
satisfacciones del niño que son de naturaleza similar a las sensaciones de la
sexualidad adulta. El concepto de sexualidad que solo incluía la función genital,
incluye las actividades pregenitales y extragenitales, y la energía detrás de las
pulsiones sexuales de la niñez y la adultez (libido).

LAS FASES INFANTILES DEL DEARROLLO DE LA LIBIDO.

En la niñez, son otras las partes del cuerpo que proporcionan sensaciones placenteras
del tipo de la estimulación genital en los adultos. La primera es la zona oral
(amamantamiento, succión del pulgar, almohada, etc.), luego la que rodea al recto,
fase anal (el niño persiste en la búsqueda de juegos “sucios” toca sus excrementos y
unta con ellos) de 3 a 4 años, el interés es en los genitales, fase fálica, cuya actividad
central para ambos sexos es la masturbación genital.

El reconocimiento de estas tendencias de la niñez como componentes del instinto


sexual se basa en: 1) se sabe que estas actividades pregenitales tienen un papel
regular aunque subsidiario en la sexualidad adulta, como introducción o
acompañamiento de la relación sexual genital; 2) en ciertas formas de anormalidad
sexual, las llamadas perversiones, cualquiera de las tendencias sexuales infantiles
puede reemplazar el deseo de coito genital. Desde la perspectiva de la genitalidad
adulta, la sexualidad del niño es perversa, desde la perspectiva del desarrollo es
normal.
EL DESARROLLO DEL INSTINTO AGRESIVO. Este instinto es una apetencia
primaria del niño desde que nace y sus manifestaciones están ligadas con las
sexuales, en la fase oral bajo la forma de sadismo oral, se expresan en el deseo de
destruir comiendo (incorporación oral), durante la fase anal bajo la forma de sadismo
anal (agresión, destrucción, terquedad, dominio…), en la fase fálica la agresión
aparece como virilidad, postura protectora, competitividad. Cuando las tendencias
agresivas de los niños no se presentan fundidas normalmente con las pulsiones
sexuales, aparecen como fuerza destructiva, cuando se dirigen hacia adentro,
amenazan la salud somática o psíquica.

AUTOEROTIMO Y AMOR OBJETAL. Las actividades autoeróticas son los llamados


“malos hábitos de la niñez”, dan salida a las fuerzas de las tendencias instintivas. Las
personas del medio inmediato del niño a las que se ligan estas tendencias, sus
objetos amorosos adquieren una máxima importancia para la vida emocional e
instintiva del niño. Si el proceso no se efectúa de manera favorable, estos niños no
logran establecer relaciones sólidas, duraderas y satisfactorias, al crearse
oportunidades para que el niño desarrolle relaciones amorosas normales con sus
progenitores o sustitutos el autoerotismo disminuye.

EL DESARROLLO DEL AMOR OBJETAL. El primer vínculo del bebé con la madre o
substituta es egoísta y material, del 5to o 6to mes en adelante, el infante le empieza a
prestar atención, en el momento en que no está bajo la influencia de apetencias
somáticas, el deseo del afecto que ella le dé se transforma en necesidad, tan
importante como el cuidado y bienestar corporal. En el segundo año la relación con la
madre es más fuerte e íntima, las separaciones forzadas de larga duración, son
choques traumático, resultando a veces un alejamiento total respecto a ella, después
el niño muestra amor y afecto.

Al desarrollarse la inteligencia del niño y su capacidad de percatarse de las personas y


su medio ambiente, deja de vivir en asociación emocional exclusiva con la madre y
entra en el grupo familiar más amplio. La relación con el padre es aún más compleja,
el niño lo admira, le teme y le ama, es su rival y lo odia, ello ocurre en el segundo y
tercer año y con más fuerza en el cuarto año cuando inicia la fase fálica y es cuando
el desarrollo emocional de varones y niñas se bifurca, el varón se identifica cada vez
más con el padre, la niña sale de su vínculo total con la madre. Cuando los niños
reconocen la futilidad de sus deseos edípicos sufren, como quiera que superen la
frustración de su primer amor objetal, la experiencia los marca. Eso se repetirá en sus
experiencias.

LA TRANSFORMACIÓN DE LOS INSTINTOS. La tarea de formar miembros futuros


de una sociedad civilizada concierne a los padres. En cuanto al ambiente, la vida
instintiva del niño se ve sujeta a una evaluación, basada en los criterios éticos y de
normalidad que sustenta la comunidad adulta. El grado de condenación de las
diversas expresiones del desarrollo libidinal y agresivo, varía según las convenciones
de la clase a la que los padres pertenezcan. A los progenitores les importa la
adaptación futura del niño a las normas adultas, al niño solo el alivio de la tensión que
en el momento experimenta, están en posiciones enfrentadas.

Aunque los progenitores solo sean moderadamente severos, los niños pueden
sentirse amenazados por respuestas crueles de todo género, el temor a perder el
afecto de los progenitores es grande, la amenaza cumple el papel de disuasor eficaz
contra la satisfacción del deseo. La docilidad de los instintos sexuales y agresivos
llega pero no el de las grandes necesidades como hambre o sueño.

Buena parte de las actitudes sexuales hacia los progenitores y los sentimientos
negativos hacia ellos que se originan en la constelación familiar (complejo de Edipo),
son tratadas por medio de la represión, de gran importancia para el desarrollo
psicológico del niño pues es la responsable de la división de la psique del niño en
consciente e inconsciente, del olvido del pasado, de todo lo que en el niño no quiere y
de la posterior intolerancia ante todos los deseos que el individuo tuvó al inicio de su
vida. Las actitudes y cualidades sobreacentuadas son formaciones reactivas
conscientes adoptadas para protegerse contra el retorno de las tendencias instintivas
reprimidas.

En los casos en que las apetencias agresivas no son prohibidas en sí mismas sino en
conexión con las personas contra quienes el niño las dirige, pueden desplazarse a
otras personas o animales. Una forma especial de satisfacción de deseos desplazada
es la sublimación de las pulsiones instintivas primitivas, medular para la educación.

Cuando la pulsión se reprime, la energía o la libido en ella contenida, queda con ella
prisionera en el inconsciente y se pierde bajo los fines del uso. El niño se siente
acosado y forzado buena parte del tiempo, urgido a lograr la gratificación de los
instintos y las fuerzas que bullen en su interior y también hacia la represión y el
abandono del placer instintivo por factores que acentúan en el medio externo. La
mejor de las ayudas es el vínculo emocional con los progenitores.

Una satisfacción excesiva a cualquiera de los niveles oral, anal o fálico, liga una parte
demasiado grande de la libido del niño a esa forma particular de gratificación y puede
detener el desarrollo progresivo posterior o favorecer regresiones ante dificultades.
Suceder estas fijaciones cuando los niños son seducidos sexualmente en periodos
tempranos de la vida y quedan en consecuencia ligados a alguna forma de
gratificación (infantil) perversa. Por ende debe darse al niño el tiempo suficiente para
enfrentar sus propios impulsos, gratificarlos en cierto grado y superarlos
gradualmente.

LAS EMOCIONES Y LOS INSTINTOS EN EL PERIODO DE LATENCIA.

Después de alcanzar su clímax, alrededor de los cinco años, la relación del niño
decrece en fuerza y la sexualidad infantil se detiene, las apetencias libidinales
disminuyen, ello deriva también de una crianza adecuada, redundando en el control de
la vida instintiva y esencial en la vida humana. En este segundo periodo de la niñez, la
conducta es determinada por las acciones del yo.

LAS RELACIONES OBJETALES Y LA IDENTIFICACIÓN. El niño compara a sus


progenitores con los de otros niños, establece relaciones con otras personas de
autoridad y percibe que sus progenitores no son todopoderosos, desarrolla actitudes
morales y éticas, ejerce la función de conciencia del niño (superyó) que adquiere
independencia y gobierna al niño desde adentro, si él actúa según los ideales
instalados en el superyó, está satisfecho consigo mismo, como con la aprobación de
los padres. Cuando el niño desobedece al superyó siente culpa. Algunas razones que
explican las fallas del superyó son las perturbaciones de la relación progenitor-hijo -
ausencia de objetos amorosos durante la temprana infancia e inestabilidad de vínculos
emocionales.

LA REPRESIÓN Y LA MEMORIA. Aumento del conocimiento objetivo en detrimento


del autoconocimiento, las represiones establecidas se fortalecen, el niño llega a estar
enajenado de sus instintos. Las experiencias vividas y apasionadas de los primeros
años desaparecen de los recuerdos de los niños y dejan un vacío. En el periodo de
transición de la niñez a la adolescencia no se produce ningún cambio cualitativo pero
aumenta la cantidad de energía instintiva, con la madurez sexual física, al inicio de la
adolescencia, el cambio es cualitativo con consecuencias psicológicas en cada
periodo. El tema de la adolescencia es muy complejo y con demasiadas implicaciones:
una poderosa ola de impulsos genitales, el interés libidinal se aparta de las apetencias
pregenitales y se liga a las genitales, los deseos genitales, emociones, metas y
objetos que con ellos se conectan asumen un papel prominente.

Cuando el niño experimento una satisfacción demasiado pequeña o muy grande por
una educación demasiado estricta y un exceso de represión o lo contrario), se crean
fuertes fijaciones a uno u otro de los deseos pregenitales, que actúan como elementos
perturbadores e interferentes que impiden el logro de la potencia genital y causan
muchas de las anormalidades de la adolescencia. El adolescente debe apartar sus
deseos de los objetos del pasado. Los varones cuya actitud femenina hacia el padre
era marcada en la niñez desarrollan actitudes homosexuales pasivas en la
adolescencia. La elección de un objeto homosexual temporario en la adolescencia es
frecuente.

VI PULSIONES INSTINTIVAS Y CONDUCTA HUMANA. Algunas sugerencias sobre


la aplicación de los principios psicoanalíticos a la consideración teórica del problema y
como utilizar en la práctica el conocimiento psicoanalítico para promover los objetivos
de una organización mundial interesada en difundir la naturaleza básica de las
pulsiones instintivas del niño y su influencia sobre la socialización y la formación del
carácter.

PARTE TEÓRICA. El psicoanálisis sostiene que desde el principio de su vida el


hombre es un ser instintivo movido por deseos resultado de apetencias salvajes y
primitivas (sexo y agresión), es egoísta y materialista con sus semejantes (actitud
antisocial de la infancia y niñez temprana). La relación emocional del niño con sus
progenitores, determina el grado de los cambios que lo llevan a una conducta social,
en la edad escolar, puede ocupar su lugar como miembro de un grupo y tener
relaciones más o menos satisfactorias con adultos y contemporáneos fuera de su
familia. Sus actitudes realistas para la convivencia incluyen elementos fantásticos y
por ende perturbadores. Las tensiones entre el niño y sus contemporáneos perturban
el desarrollo de actitudes pacíficas y cooperativas, como resultado de una experiencia
pasada.
Factores perturbadores de igual importancia se originan en la apetencia agresiva, el
desarrollo psicológico normal y anormal no puede comprenderse sin explicar el papel
de las tendencias y actitudes agresivas y destructivas. En los niños anormales la
agresión tiene un papel importante, produce o contribuye a enfermedades neuróticas,
psicóticas, a desarrollos antisociales y criminales. Algunas escuelas de psicología
consideran que la agresión deriva de influencias del ambiente en respuesta la
frustración de sus primeros deseos emocionales. En contraste con esta opinión, la
teoría freudiana de las pulsiones que la agresión es una de las dos pulsiones
instintivas fundamentales (sexo y agresión, pulsiones de vida y muerte) que combinan
su fuerza entre sí o se enfrentan y producen los fenómenos de la vida. La agresión es
una apetencia instintiva innata. Sus derivados perturban las relaciones humanas.
Ambivalencia de los sentimientos como fuente de tensión. Esta mezcla de agresión
con otras apetencias instintivas, es en cierta parte beneficiosa y necesaria para
sobrevivir, sin ella los seres humanos no se mantendrían frente a un ambiente hostil.
El niño en su intento de mantener sus sentimientos por progenitores y hermanos
puramente positivos y libres de agregados agresivos, puede apartar de su familia las
tendencias hostiles y dirigirlas al exterior, siendo suspicaz y crítico.

La proyección ocurre por un mecanismo psicológico y es una grave perturbación de


las relaciones humanas, el propio niño se asusta de sus tendencias agresivas.. Bajo la
presión de esta ansiedad trata de negarlas adjudica a alguien de su ambiente, en
general a la misma persona contra la que se dirigía su agresión originaria, a la que se
la odia, critica y teme como si fuera un agresor y enemigo. Después, estas
proyecciones se transfieren de los objetos originarios a nuevas figuras del ambiente y
siguen como fuente de fricción y tensión.

Cuando las actitudes de celo, desconfianza, intolerancia y hostilidad, están arraigadas


en la niñez del individuo, como vestigios conscientes de una experiencia pasada que
se ha tornado inconsciente, forman parte integral de la estructura de su personalidad,
por lo que prácticamente no se afectan por el crecimiento y desarrollo del individuo en
otros aspectos. Solo se alteran por experiencias que perturban la totalidad del
equilibrio interno y llegan a la profundidad de los cimientos infantiles de la
personalidad, cuando por ejemplo bajo la influencia de una poderosa emoción, crea
fuertes identificaciones con otros miembros de un grupo y acepta en lugar de su
propio ideal del yo personal, normas, ideas y conciencia comunes al grupo, o bien con
el psicoanálisis.

DIFICULTADES DE VERIFICACIÓN Y APLICACIÓN PRÁCTICAS. Todo cambio de


las circunstancias externas y de la conducta de los responsables del niño, redunda en
la formación de su personalidad y hacen que una vez llegado a la vida adulta, sume
los propios odios, peculiaridades, prejuicios y hostilidades a los existentes en el
ambiente o que por el contrario su actitud hacia sus semejantes sea positiva. Los
descubrimientos psicoanalíticos aplicados a la crianza de los niños presuponen una
aceptación más o menos general de la validez de al menos sus elementos básicos, los
datos psicológicos de este género, fueron originalmente descubiertos en base al
método psicoanalítico, durante el tratamiento de neuróticos. Son continuamente
verificados en individuos normales y anormales, niños y adultos, pero ni así se
convence al progenitor promedio, se debe instruir a los trabajadores de la educación,
en parte a causa de que los sucesos y emociones de los primeros cinco años de sus
vidas (fuente de sus principales reacciones y formas de conducta), los han olvidado,
reprimido, eliminado de su conciencia. Es preciso demostrar la validez de la nueva
psicología dinámica del niño.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES.

1. El éxito o fracaso de un adulto en el establecimiento de reacciones pacíficas y


positivas ante sus semejantes, depende de sus experiencias en la niñez.
2. La relación temprana con los progenitores (primeras experiencias sexuales)
determina el carácter de las adhesiones, afectos o enemistades posteriores.
3. Las figuras importantes en la vida adulta representan para el individuo las
personas importantes de su temprana infancia.
4. La agresión inherente a la naturaleza humana, tiene un papel en toda relación.
5. Como el niño intenta combatir sus sentimientos agresivos hacia sus progenitores,
tiene relación causal con las actitudes hostiles e intolerantes hacia sus semejantes
como adulto (desplazamiento del odio a los extraños y la proyección de agresión.
6. El mejor momento para influir con la enseñanza e instrucción en las actitudes
negativas del ser humano es la niñez.
7. La validez de los descubrimientos psicoanalíticos, tiene verificación en el trabajo
educativo con los niños normales.
8. Sin ese esclarecimiento la mayoría de los progenitores y educadores, continuará
manipulando a los niños, reproduciendo actitudes que tratan de eliminar de ellos.

Hay que revisar los métodos educativos sobre la base de la nueva psicología dinámica del
niño, mayor difusión del conocimiento del niño entre progenitores y educadores.

VII. LA AGRESIÓN.

TENDENCIAS RECIENTES EN LA PSICOLOGÍA DEL NIÑO. La agresión, sus


expresiones y desarrollo son de sumo interés para los trabajadores de la educación, la
psicología de niños y la terapia de niños, un reconocimiento creciente del hecho de que el
desarrollo emocional, normal o anormal, no se entiende sin una explicación adecuada del
papel de las tendencias y actitudes agresivas. En todos los periodos de la historia los
niños pequeños han mostrado rasgos de violencia, agresión y destrucción, lo que ha
cambiado en el campo del agresión no son los fenómenos observables, sino la actitud de
quienes los observan y describen, la determinación a observar con cuidado estas formas
de conducta, su origen, describirlas y a evaluar su papel en el desarrollo normal del niño.
Mismas que en los niños normales se estudian considerando sus respuestas sociales, no
así en los niños anormales (desarrollo retardado, etapas de regresión en su desarrollo o
con tendencias antisociales o delictivas). Existen desde el nacimiento y debido a los
impulsos instintivos a través de la constante presión que ejercen, cumplen la función de
constructores de la mente.

TEORÍAS PSICOANALÍTICAS DE LA AGRESIÓN.

La agresión como cualidad de las manifestaciones sexuales pregenitales. En el caso


del psicoanálisis freudiano la conducta agresiva de los niños se observó en las ocasiones
en que aparecía en conjunción con su conducta sexual, descubriéndose que los niños
pequeños al perseguir sus metas sexuales pregenitales manifestaban un grado
importante de falta de consideración, hostilidad sadismo y agresión y destructividad, en la
fase fálica el violento amor del niño por el progenitor del mismo sexo, al final de la fase
anal después de la dentición y el periodo culminante coincidía con la etapa anal de la
sexualidad.

La agresión como función del yo: “la teoría de la frustración”. Al investigar sobre las
funciones del yo y su papel en los procesos de satisfacción de los deseos condujeron a la
clasificación tentativa de la agresión como un “instinto del yo”, los impulsos agresivos
están a disposición del yo para preservar la vida y salvaguardar los beneficios de la
satisfacción instintiva. El niño reaccionaba con agresión siempre que no se gratificaba un
deseo instintivo o se lo coartaba con la intervención del ambiente, como en las fases
pregenitales.

La agresión como expresión del instinto destructivo la teoría de los instintos de


vida y muerte. En el desarrollo posterior su la teoría de los instintos, Freud (1920)
abandonó la concepción de “los instintos del yo”, decidió atribuir naturaleza y origen
instintivo a las manifestaciones agresivas y les otorgó en su evaluación el mismo estatus
que a las manifestaciones del sexo. Todos los impulsos instintivos se agrupan bajo estas
dos fuerzas principales. En la observación clínica no se puede estudiar en forma pura ni el
sexo ni la agresión, se combinan produciendo los fenómenos de la vida. Sin la mezcla de
agresión los impulsos sexuales no podrían alcanzar ninguna de las metas. Se funden
también para hacer posible al niño afirmar sus derechos a la posesión de sus objetos
amorosos, competir, apoderarse de su alimento y destruirlo comiendo… Los impulsos
agresivos cuando no están fundidos con los sexuales, se manifiestan como tendencias
destructivas, criminales.

IMPLICACIONES DE LA TEORÍA Y DE LOS INSTINTOS DE VIDA Y MUERTE. Teoría


biológica en esencia, con implicaciones de largo alcance para la psicología y psicología
del niño. Explica que las relaciones amorosas de naturaleza hostil y agresivas son
interferidas por emociones, ambas tendencias opuestas se dirigen hacia las mismas
personas.

Controversias y problemas. Divergencia de opinión respecto al papel de la frustración


en el desarrollo de las tendencias agresivas, los analistas que han adoptado las teorías
freudianas sobre los instintos de vida y muerte, consideran a la agresión un impulso
innato desarrollado espontáneamente en respuesta al ambiente, respuesta del individuo a
la frustración de sus deseos instintivos. Entre otras cuestiones también la de si una
ambivalencia básica de los sentimientos reviste por su propia naturaleza significación vital
y patógena. Klein considera que esta fase a la que denomina “la posición depresiva” es un
rasgo esencial del desarrollo emocional. Para otros analistas (E.U.A. y Europa) esta
ambivalencia no basta, por sí misma, para producir conflicto mental, el comer por ejemplo
destruye el alimento con el propósito de incorporarlo. Los conflictos mentales y los
sentimientos de culpa, presuponen una etapa avanzada y específica del desarrollo yoico.
TRANSFORMACIÓN DE LA AGRESIÓN. Según el psicoanálisis los impulsos agresivos
se vuelven incompatibles con otros conatos o con agentes superiores de la mente del
individuo, los métodos para intentar su eliminación son mecanismos de defensa
empleados por el yo para contener y trasformar los conatos sexuales pregenitales
peligrosos.

Represión de la agresión, formación reactiva e inhibiciones. La represión de los


conatos agresivos y destructivos elimina de la conciencia del niño las intenciones hostiles
y deseos de muerte contra los progenitores, sin afectar su existencia en el inconsciente:
Para disminuir el peligro de que resurjan de la represión, se sobreacentúan en la mente
consciente las tendencias positivas y amorosas.

Proyección y desplazamiento de la agresión. Antes de que se establezca una división


estricta entre la mente consciente e inconsciente, se evita la agresión proyectando hacia
afuera los impulsos agresivos y destructivos, se los deja de sentir como parte del mundo
interior del niño y se los adjudica a personas del exterior, en general hacia quienes se
dirigía la hostilidad originaria. Estas actitudes son irreversibles en función de la
experiencia, pues no se fundan en una evaluación real.

La introyección de la agresión. Ciertas cantidades de agresión se dirigen contra el


propio sí mismo, normalmente sus efectos se equilibran por cantidades similares de
impulsos eróticos que permanecen dentro de sí mismo. Pero si se evita en forma
sostenida el empleo de los impulsos agresivos contra los objetos, se internaliza excesiva
agresión. Las consecuencias dañinas de esta distribución se manifiestan somáticamente y
en la esfera mental como falta de autocontrol, agria autocrítica, excesiva severidad del
superyó, estados depresivos y tendencias autodepresivas y suicidas.

Sublimación de la agresión. Fusión de los impulsos eróticos y agresivos.

IMPLICACIONES PRÁCTICAS. La medida en que el destino de los impulsos agresivos


está determinado por factores internos (herencia, fortaleza innata de los impulsos
destructivos y eróticos, mayor capacidad para tolerar el surgimiento de la agresión en la
mente) o externos (actitudes de los progenitores, aumento o disminución de privaciones y
frustraciones, métodos de crianza), está relacionada con los siguientes hechos clínicos:

1. El aumento de las frustraciones de los deseos libidinales esenciales (causado por


ejemplo por actitudes desamoradas, prohibitivas y rechazantes de los padres).
2. Falta de relaciones amorosas estables en la temprana niñez (factores internos o
no).
3. La destructividad, la delincuencia y la criminalidad de los niños derivada de la
atrofia de su desarrollo libidinal. La terapia deberá dirigirse al aspecto descuidado.
4. Los impulsos internos espontáneos del niño con los impulsos agresivos que dirige
contra los progenitores se influyen por la tolerancia o intolerancia de los padres.

VIII LA AGRESIÓN Y EL DESARROLLO EMOCIONAL NORMAL O PATOLÓGICO.


EL PAPEL DE LOS INSTINTOS EN LA FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD.

La psicología psicoanalítica atribuye a los instintos innatos el papel principal en la


formación de la personalidad. Las exigencias que las apetencias instintivas le hacen a
la psique, derivan en el desarrollo de nuevas funciones (yoicas), su principal tarea es
intentar reconciliar las demandas de gratificación con las condiciones que existen en el
ambiente del niño. Cuando estas condiciones externas permiten la satisfacción de un
deseo instintivo que ha surgido, el yo guía el instinto hacia el objetivo deseado. Si las
demandas del medio chocan con las exigencias de los instintos, el yo se enfrenta con
un problema. Puede decidir no considerar lo externo (negación) o bien lo interno
(represión), o tener que elegir entre exigencias que provienen de dos pulsiones
instintivas rivales o entre los representantes de los instintos de la persona y los
propios ideales de esta. El yo siempre enfrenta tensión dolorosa del interior, de
amenazas, de daño, castigo o pérdida del amor proveniente del exterior provocándole
angustia. Estos conflictos internos son un estímulo para alcanzar un desarrollo
superior del funcionamiento mental y determina la forma de la personalidad del niño, el
carácter, (conjunto de actitudes del yo de un individuo para la solución de estos
conflictos).

La teoría psiconalítica adopta las apetencias instintivas bajo las dos fuerzas
principales, sexo y agresión. En cuanto a la teoría de la sexualidad, según sea el
origen de los instintos componentes (la piel, membrana, mucosas, ano, boca, pene) de
distingue en la niñez, la organización sexual oral, anal y fálica, en relación con cada de
ellas el niño busca su satisfacción. Si estos elementos sexuales infantiles no sufren
grandes transformaciones bajo la influencia del yo, aportan agregados no genitales a
la sexualidad genital adulta: besos, caricias, miradas; en los casos anormales, uno de
los instintos componentes infantiles dominar la vida sexual adulta en forma de
perversiones.
El carácter agresivo de las apetencias sexuales infantiles, se lo atribuyó el carácter
elemental de la propia sexualidad y se lo reconoció como expresión del segundo
grupo de instintos: las apetencias destructivas. Agresión y destrucción, sus
expresiones y desarrollos, son el centro de interés de la psicología dinámica. En las
fases muy tempranas la energía agresiva puede descargarse sobre el propio cuerpo
del niño igual que la energía sexual (líbido) puede descargarse con actividades
autoeróticas. En un estadio posterior, la agresión volverá a utilizarse normalmente
autodestructivamente, estará depositada en el superyó y se dirigirá contra el yo. En los
estadios pregenitales no es el odio sino el amor agresivo el que amenaza destruir su
objeto, durante la organización sexual fálica, las mezclas entre sexo y agresión son de
una naturaleza más adulta, los varones dominan pero protegen a sus madres o a otros
objetos amorosos, al combinarse el elemento agresivo con tendencias exhibicionistas,
se tiende a someter al objeto amoroso. Al aportar un monto mayor de agresión a la
conducta del niño en el nivel anal, aparece una perversión sádica; ante la disminución
del aporte agresivo a la conducta en el nivel fálico, timidez y falta de conducta
masculina.

La agresividad patológica en los niños se produce en ocasiones en la vida familiar


pero es recurrente en niños huérfanos o criados en hogares destruidos, guerra,
progenitores sustitutos cambiantes, aun y cuando estos niños no sean deficientes
mentales, su manejo es problematico para el educador y un desafío para la psicología
infantil. El factor patológico está en la falta de fusión entre tendencias agresivas y
apetencias libidinales (eróticas). Por los defectos en la vertiente emocional, las
apetencias agresivas no se han fusionado con ella y no están ligadas y parcialmente
neutralizadas

IX DESARROLLO DEL YO Y EL ELLO, INFLUENCIAS RECÍPROCAS. Las


relaciones entre el yo y el ello y la exploración metapsicológica de su interdependencia
pueden ser encabezado del conjunto de la teoría psicoanalítica. Contribuciones
efectuadas desde las vertientes del yo y del ello (o más bien por los sistemas
consciente e inconsciente, los conceptos cualitativos que precedieron a los
estructurales) a la construcción de un síntoma neurótico; el papel desempeñado por
ambos en las neurosis infantiles y en la formación de carácter, la mezcla de elementos
provenientes de ambas instancias en los procesos de defensa; la lucha entre ellos por
el control de las funciones, ilustrada por procesos tan contrastantes como la
sexualización y la sublimación. Los puntos de vista de Anna Freud tienden hacia una
explicación cuantitativa, en un estudio de infantes en extrema necesidad separados de
sus madres, desarrolló la idea de que el paso que conduce del primer estadio de la
relación objetal al segundo –del mileu interne) al objeto psicológico (Hoffer), del objeto
que satisface necesidades a la constancia del objeto (Hartmann) de los objetos
parciales a los totales (Melanie Klein)- está determinado por una disminución de la
urgencia de las pulsiones. El impacto de éstas o de las necesidades que las
representan, es más imperativo en los comienzos de la vida; cuando menos en
relación con la organización del yo, que aún no existe o es muy débil. Las
necesidades deben disminuir su fuerza o es preciso que el yo las controle antes de
que objetos no satisfactorios (por ejemplo ausentes) puedan conservar su catexia. En
esta etapa (entre los 5 y 24 meses) la separación respecto al objeto provoca angustia,
pero el infante está dominado por sus necesidades y no puede estar adherido a un
objeto no satisfactorio más allá de varias horas o días. A medida que el yo madura y el
principio del placer cede ante el principio de realidad, los niños van desarrollando la
capacidad de conservar la catexia libidinal respecto a objetos de amor ausentes en
separaciones cada vez más largas. Con ciertas perturbaciones neuróticas o
psicopáticas adultas, este desarrollo puede invertirse, el individuo regresa al nivel más
temprano de relaciones objetales solo satisfactorias de las necesidades y pasajeras.

Se puede llegar a una imagen global del yo si a las impresiones contradictorias que se
logran al investigar el funcionamiento yoico se le suman las cualidades del yo y las
actitudes del yo en las condiciones más variadas “desde el ángulo de las
resistencias… en el estudio de la psicosis, y … en la observación directa de los
niños… El yo de la realidad , defensivo, organizador, racional, social, el yo de la
existencia sombría entre los grandes poderes –el ello y el superyó-, el yo que
evoluciona bajo la presión de situaciones angustiosas, ninguno de ellos son “el yo” de
la psicología analítica. Son conceptos parciales que deben distinguirse del concepto
general del yo de Freud. Por ejemplo al estudiar los mecanismos de defensa del yo,
se corre el riesgo de acentuar unilateralmente la hostilidad entre el yo y el ello, a
expensas de la colaboración entre ellos. Ante la desvalidez de un yo abrumado por los
deseos del ello, anegado por un ataque de angustia o que se defiende con gran
ingenio contra las apetencias del ello (como en una neurosis obsesiva), el yo
evolucionó surgiendo del ello como colaborador para encontrar las mejores
posibilidades de satisfacción de las necesidades, adhesión a los objetos y asegurar la
satisfacción de los deseos en medio de los avatares. El papel del yo como aliado del
ello es anterior al de agente destinado a postergar y obstruir la satisfacción. El yo
conserva el papel benéfico inicial para el ello, en todos los casos en que las pulsiones
de este persiguen metas permitidas, sintónicas con el yo.

En la unidad básica entre el ello y el yo se tienen las mismas dificultades por largos
periodos respecto a la separación de los conceptos del yo y superyó, Los autores
analíticos incurrieron en tratar a las dos instancias de la mente como dos
personalidades distintas, (no las vieron como la orientación yoica) en todos los casos
en que sus metas coinciden, la división entre ellas solo es visible en los casos en que
sus metas difieren. Al considerar la unidad inicial existente entre el ello y el yo,
Hartman nos recuerda el concepto de un ello-indiferenciado (Freud 1940), del cual
surge la diferenciación entre el ello y el yo sobre la base de la percepción interna y
externa, la motilidad, las huellas mnémicas preconscientes, la experiencia y el
aprendizaje. Si el yo surge de la misma materia indiferenciada que el ello, se entiende
que participe de los factores hereditarios que actúan en el desarrollo de las pulsiones.
Hartmann sugiere que están en el desarrollo del yo leyes de maduración que son
parte de la herencia biológica como las leyes de maduración que gobiernan la
secuencia del desarrollo libidinal (oral, anal y fálica), o las fases no tan bien estudiadas
del desarrollo de la agresión.

LA AUTONOMÍA PRIMARIA DEL YO. Con el triple concepto de aparatos


independientes, activados por energía prestada por las pulsiones y puestos
gradualmente bajo el control del yo, Hartmann ofrece la oportunidad de iluminar áreas
del desarrollo infantil en las que no hay precisión, sobre esta base se puede concluir:
Cuando el yo de un niño está retardado en su desarrollo puede deberse a: 1) Un
defecto innato o adquirido de los aparatos motor o sensorial; 2) Alguna falla en el
desarrollo normal de las pulsiones por lo que los aparatos reciben una estimulación
insuficiente o una sobreestimulación. 3) No se logró poner los diversos aparatos bajo
el control del yo, lo que indica un serio retardo en el sentido de realidad del niño. La
triple imagen del desarrollo yoico que propone Hartmann permite que pueda
considerarse esta última, mientras que a la vez se admite la posibilidad de una
deficiencia mental “real”, expresión para las perturbaciones causadas por un defecto
del aparato mismo.
Dos métodos para la enseñanza de niños con retrasos en el aprendizaje o retardados
confirman las teorías de Hartmann: “Sublimación forzada” o “sexualización” el uso de
las imágenes y conceptos en relación directa con las emociones del niño. La energía
instintiva libidinal o agresiva se desborda pasa de las pulsiones a estas imágenes y
activa en mayor medida el aparato intelectual (defectuoso o normal). Mejorar las
relaciones objetales de los niños con defectos mentales, los niños con cocientes
intelectuales bajos se trasladaron de la institución a condiciones emocionales
favorables en ambientes de familia. En ambos métodos el florecimiento de los vínculos
e identificaciones emocionales produjeron resultados favorables al desarrollo del yo de
realidad del niño e hicieron que el yo controlara aparatos que solo habían funcionado
bajo la influencia de necesidades y pulsiones.

Autonomía secundaria del yo, para Hartmann también “resistividad” o “irreversibilidad”.


Sobre la base de observación de los sueños, las neurosis y las psicosis, se sabe que
los logros del yo pueden invertirse y regresar a su antecedentes genéticos; los
intereses yoicos que se originan en tendencias narcisistas, exhibicionistas, agresivas,
y subsistir como “sublimaciones”, independientemente del destino de los instintos
parciales originarios que les dieron origen. Según Hartmann la autonomía secundaria
del yo es su verdadera fuerza y la considera muy importante para la estabilidad de la
personalidad y muy valiosa en el trabajo clínico, teórico y técnico, la capacidad
creciente del yo para permanecer firme ante trastornos que se produzcan fuera de su
propio dominio es un rasgo significativo del camino hacia la madurez.

Desde el ello sobre todo la regresión del desarrollo instinto tiene un desarrollo dañino
sobre el yo inmaduro. El que el yo inmaduro no mantenga sus logros, se relaciona con
la diferencia entre las neurosis adultas e infantiles, en el adulto el conflicto patógeno
surge entre una pulsión instintiva que regresa a un nivel primitivo temprano y un yo
que intacto, derivando una formación sintomática rígida que surge como compromiso
entre dos fuerzas internas incompatibles. El curso del proceso sigue en la
personalidad inmadura cuando el yo ante la presión de la regresión instintiva, que
regresa y se torna complaciente a las demandas del ello en regresión, lo cual le ahorra
al niño la intensidad del conflicto interno, pero produce en cambio la multitud de
anormalidades, demoras del desarrollo infantilismos y fallas de adaptación, agrupadas
como “perturbaciones emocionales del desarrollo de la niñez”. Las pocas neurosis
circunscriptas y rígidas que encontramos en los primeros años de vida, aparecen en
niños cuyo desarrollo yoico es inusualmente bueno e inclusive prematuro (como en los
niños obsesivos), sucede en los casos en que la autonomía secundaria del yo se
establece a una edad temprana.

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