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Los progenitores analizados o analistas de ellos mismos, observaron a sus propios hijos,
cuando el psicoanálisis comenzó a aplicarse a la crianza de los niños, el análisis de
maestras y encargadas de nurseries y jardines de infantes fue recurrente, realizándose
así con mayor objetividad y distancia emocional y practicándose a grupos, después a
niños delincuentes, quienes trabajaban en este campo fueron analizados, adiestrados y
supervisados. La característica de todos estos investigadores fue que la observación se
basó en sus análisis personales y adiestramiento y estuvo ligada a actividades prácticas,
los resultados ampliaron el cuerpo del conocimiento analítico existente.
ILUSTRACIONES Y CONFIRMACIONES.
Las fases del desarrollo de la libido según se reflejan en la conducta del niño.
Ernest Kris destaca que la reconstrucción de las fases del desarrollo pregenital a partir del
análisis de neuróticos adultos es un gran logro del psicoanálisis de la primera época. Ello
se aprecia en el consultorio y se confirma por la observación. En el análisis de adultos la
sexualidad infantil aparece oscura y retrospectivamente construida a partir de los residuos
conscientes e inconscientes (perturbadores de la genitalidad adulta).
En la literatura analítica sobre el tema del desarrollo de la libido, se acentúa que las fases
oral, anal y sádica se mezclan entre sí en los puntos de transición y que solo debe
concebírselas diferentes en el sentido de que en cada fase una de las apetencias
componentes está muy catectizada por la libido y se vuelve prominente, mientras que las
otras, tanto las tendencias anteriores como las posteriores, aunque puedan existir, tienen
una catexia baja con un papel menor. Se detectó una la amplia superposición entre el
estadio oral y anal probablemente por las privaciones orales que muchos de los niños
sufrieron al ser separados de sus madres.
Entre las actitudes que los niños expresaban destacan: Dependencia voraz (oral);
posesividad atormentadora y persecutoria (anal); continua exigencia de atención y
admiración, unida a una actitud protectora y tolerante hacia el objeto de amor (fálica).
Como expresiones de sus fantasías sexuales subyacentes, estas formas de amar u odiar
a la madre, parecen ligadas con las fases a las que pertenecían y ser exclusivas de ellas.
En el análisis de adultos aunque la asociación libre, los sueños y las manifestaciones de
la transferencia reviven las formas anteriores de relación objetal, han perdido una parte de
sus características regresan del inconsciente mezcladas con relaciones posteriores y
distorsionadas por estas. Respecto a la correlación particular entre el estadio de
desarrollo y pauta de conducta, el observador directo de los niños está en mejor situación
que el analista.
Evidencias del proceso primario en el segundo año de vida. Uno de los principios
básicos en la metapsicología es la distinción entre el proceso primario (carencia de
síntesis y negación, condensación, desplazamiento de la catexia, preocupación por
satisfacer los deseos) y secundario, esto es, los modos de funcionamiento mental
relacionados con el ello y con el yo. Este difícil aspecto de la teoría se da a través del
estudio de los sueños, pues las principales características del proceso primario se
manifiestan en su estructura. En este estadio del desarrollo del yo, el niño está
adquiriendo el lenguaje y con él, pensamiento lógico y razonamiento, base del proceso
secundario. Pueden aparecer representando su actividad yoica superior, cierta contención
y preocupación por las consecuencias de sus acciones, un elemento de razonamiento,
cierta integración de sentimientos ambivalentes hacia el objeto amado. Alternando
manifestaciones de los procesos primario y secundario y comienzos de la actuación del
principio de realidad, en este estadio es “impredictible” la conducta. Entre los 18 y 24
meses, se puede ver el crecimiento y fortalecimiento de las elaboraciones secundarias y
como las reacciones instintivas primarias y el principio de placer retroceden a un segundo
plano.
Ni en la neurosis ni en los desórdenes de carácter hay una “regresión total”, pero si en las
nurseries, regresiones acompañadas de la pérdida de importantes logros yoicos, parecía
menos probable mantener los recientes al producirse la influencia de la regresión en la
esfera instintiva y más fácil mantener los más antiguos.
Los primeros fenómenos vitales son simples (duerme, despierta, llora, sonríe, se mueve,
se alimenta…), uno de los estadios contrastantes que parece gobernar esas actividades
es la serenidad y paz, el segundo estado es una inquietud denotada en los movimientos
de su cuerpo y llanto, con evidencias de incomodidad y dolor, en este último caso el
infante tiene una necesidad, existe interrelación entre ambos estados. El observador debe
desarrollar la capacidad de percibir la presencia o ausencia de necesidades (tensión
somática) y las diferencias de la manifestación de los diversos géneros de necesidad, las
madres devotas de sus hijos pronto los desarrollan por su íntima vinculación emocional
con sus bebés.
Anna Freud sostiene que el mundo interno del infante en sus primeros días y semanas de
vida reside en dos sentimientos contrastantes de la serie placer-dolor, produciéndose la
secuencia de modo que el dolor surge bajo el impacto de la necesidad orgánica y el
placer cuando se satisface. El niño hambriento verá interiormente una imagen psíquica de
la leche o del pecho de la madre, el hambre y estas imágenes de objetos y
procedimientos que la satisfacen estarán unidos. A las imágenes de este género (para
muchos autores “fantasía”) se las considera como el primer paso del funcionamiento
psíquico. El niño aprende a distinguir entre la imagen interna y la percepción de una
persona en el mundo exterior, aunque ambas aparecen en forma semejante en la psique
del niño, el sentimiento que producen es muy distinto, avances muy significativos en el
desarrollo del niño. Los psicóticos asemejan las imágenes alucinadas de la leche o la
madre de la que espera el infante una satisfacción que solo el ambiente real le da.
Las respuestas del infante al placer y dolor han cambiado, puede recordar lo que ocurriera
antes. Solo a través de la experiencia dolorosa de perder periódicamente a su madre
aprende el niño y en forma muy gradual durante el primer año que el gran sí mismo que
ha construido en su psique no le pertenece. Aun en su segundo año, los niños pueden en
ocasiones comportarse con su madre como si fuera parte de su cuerpo, el niño en medio
de una operación de llevarse comida a la boca, tomará una cucharada y se la dará a su
madre quien pensará en la generosidad del niño, lo cual no es así. Estas conductas
pueden reaparecer una vez más en la vida adulta, cuando en el juego sexual entre los
amantes, puede intentarse y alcanzarse durante efímeros momentos una fusión similar de
dos cuerpos en uno solo.
Muchas de las actitudes de censura en el bebé, como la succión de sus dedos que le
produce placer, son los primeros y auténticos representantes de la sexualidad infantil y
constituyen una forma de placer sexual que puede ser denominada perversa en el sentido
adulto de la palabra. No todos los niños pasan por los mismos estadios decisivos a la vez.
El momento dependerá en cada caso individual de la interacción de factores
constitucionales con los ambientales.
Todos los infantes pasan por una fase en que su vida está dominada por la alternancia
entre dolor y placer. En su primer año todos deberán aprender a percibir y reconocer la
realidad, desarrollar la memoria y construir una imagen interna del sí mismo corporal para
fundar su futura personalidad. Basados en la experiencia de la satisfacción material, sus
sentimientos deberán dirigirse hacia la madre y ligarse a ella, como infantes satisfactorios.
Con motivo del homenaje a Ernst Kris bajo la forma de un simposio donde se tratarán las
derivaciones e inferencias de su obra, Anna Freud destaca LA CONTRIBUCIÓN DE
ERNST KRIS y toma como punto de partida el trabajo de él como contribución al panel
sobre “psicoanálisis y psicología del desarrollo” (1950), cuando el autor lo escribió,
comenzaba a ocuparse de los métodos de observación directa de niños realizada por
analistas y a luchar por la legitimidad de esos procedimientos en la investigación
psicoanalítica.
Mientras Anna Freud sostuvo que la observación era útil en la medida en que se confirma
o refuta el acierto de las reconstrucciones pero no abre nuevos caminos, Kris opinó lo
contrario, su idea era un doble abordaje, la reconstrucción analítica y la observación
directa junto con la comparación y correlación de los respectivos resultados. La técnica de
investigación por la que El Centro de Estudios Infantiles de Yale ganó renombre Kris
mostraba en su trabajo actitud de cronista e historiador del psicoanálisis, además de
minuciosidad y exactitud teóricas, pero nunca se perdió en el detalle, nada lo distrajo de
su interés por lo que consideraba el todo, el importante papel que la psicología
psicoanalítica infantil estaba destinada a ocupar en la teoría y terapia psicoanalíticas, para
él como clínico y terapeuta, su pretensión era aplicar los hallazgos referentes a los
métodos de observación y de reconstrucción a la práctica clínica, para investigar por una
parte las variaciones de la salud mental y por la otra el reconocimiento precoz de la
patología. Para Kris predicción significaba pronóstico clínico de desarrollo y lo que motivo
su observación fue la evaluación y el diagnóstico de los trastornos de la infancia. El sabía
también que las clasificaciones diagnósticas habían dejado de ser adecuadas desde que
el concepto de neurosis infantil dejó de ser punto de referencia.
Además de ambos aspectos Kris consideró la suma de “El factor adaptativo de la relación
padres hijo” donde las variaciones de las actitudes parentales observadas, afectan aun en
la temprana infancia, el desarrollo de la personalidad del hijo. Las observaciones
contribuyeron también a esclarecer el fenómeno de la respuesta del bebé ante la
depresión o retiro emocional de su madre, en casos extremos la carencia de una
adecuada relación objetal en la infancia puede amenazar la vida del bebé y originar
perturbaciones psicosomáticas. La proximidad de una madre deprimida o psicótica,
puede provocar en el hijo si no una patología manifiesta inmediata, una patología de
efecto retardado que hace eclosión años después.
Evaluación de las sublimaciones. Aspecto implícito en la obra de Ernest Kris, lo estudió a
profundidad lo consideraba una vía de acceso para la comprensión del proceso de
creatividad artística. Él junto con Heinz Hartmann, contribuyó a perfeccionar el
conocimiento de la metapsicología de la sublimación, partiendo del concepto de ésta
como desplazamiento de la energía instintiva, actividad alimentada bajo el dominio del yo
(desexualización, neutralización). Distinguieron entre la carga permanente del yo con esa
energía neutralizada como el “reservorio” y las cargas adicionales transitorias
provenientes de impulsos instintivos desplazados “flujos”, según Anna el primer tipo de
carga es el más aproximado a lo que se solía denominar “la capacidad de sublimación”
del individuo, Kris sugirió el término sublimación para el primer fenómeno y neutralización
para el segundo.
Si la predicción sirve para señalar las medidas terapéuticas apropiadas para cada edad o
grupo típico de trastornos, estará también al servicio de la prevención.
Anna Freud señala que la formación de los maestros de jardines de infantes, requiere que
estos estén familiarizados con un mundo donde la razón y la lógica no cuentan y es
necesario actuar según principios mentales diferentes, pues el niño interpreta los planes
en función de sus deseos, fantasías y temores. Originando malentendidos entre niños y
adultos. Cuatro puntos en los que ambos difieren son:
1) Los adultos tienen sueños nocturnos y diurnos, el centro del mundo onírico es el
soñante, remanente del funcionamiento infantil, perspectiva egocéntrica
2) Con sentimientos muy intensos, el adulto puede llegar a hacer cualquier cosa,
estado permanente del niño (cuando mucho de edad preescolar).
3) El sentido temporal del niño difiere del de los adultos.
4) Amor y violencia están ligados en su experiencia. El niño traduce los hechos
reales de la vida sexual en el lenguaje que se adecua a su inmadurez mental y
corporal, expresándolos en términos crudos, primitivos y brutales, el del niño es un
lenguaje emocional y el del adulto realista.
En base a lo anterior e incluyendo otro campo de actividades, Anna Freud señala que
no es fácil satisfacer los deseos de los niños; unos desean seguir adelante y otros que
se los deje en paz disfrutando de sus logros, el desarrollo intelectual avanza por
etapas, es tan nocivo el tratar de apresurarlas como mantenerlo en un nivel inferior al
que le corresponde, cada uno madura a su propio ritmo.
Una serie de etapas llevan al niño desde el relativo aislamiento de los vínculos
familiares hasta la vida comunitaria. Proceso que consta de cuatro etapas:
1) Unidad Madre e hijo quien se interponga es una molestia (puede ser otro niño que
se acerca a la madre) el niño actúa de manera asocial y egoísta.
2) El otro niño que quiso trepar a las faldas de la madre comienza a ser de interés,
pero como un juguete (16 meses a dos años de edad).
3) En la tercera etapa el primer paso es que los niños comienzan a sentirse atraídos
por el mismo juguete, en un segundo paso, son compañeros de juego, pero
cumplido el objetivo cada quien retoma su camino.
4) El otro niño es valorado como persona, alguien que se ama, se odia, se admira, se
rivaliza y se elige como amigo (constancia en sus relaciones de amor con sus
objetos).
En la niñez, son otras las partes del cuerpo que proporcionan sensaciones placenteras
del tipo de la estimulación genital en los adultos. La primera es la zona oral
(amamantamiento, succión del pulgar, almohada, etc.), luego la que rodea al recto,
fase anal (el niño persiste en la búsqueda de juegos “sucios” toca sus excrementos y
unta con ellos) de 3 a 4 años, el interés es en los genitales, fase fálica, cuya actividad
central para ambos sexos es la masturbación genital.
EL DESARROLLO DEL AMOR OBJETAL. El primer vínculo del bebé con la madre o
substituta es egoísta y material, del 5to o 6to mes en adelante, el infante le empieza a
prestar atención, en el momento en que no está bajo la influencia de apetencias
somáticas, el deseo del afecto que ella le dé se transforma en necesidad, tan
importante como el cuidado y bienestar corporal. En el segundo año la relación con la
madre es más fuerte e íntima, las separaciones forzadas de larga duración, son
choques traumático, resultando a veces un alejamiento total respecto a ella, después
el niño muestra amor y afecto.
Aunque los progenitores solo sean moderadamente severos, los niños pueden
sentirse amenazados por respuestas crueles de todo género, el temor a perder el
afecto de los progenitores es grande, la amenaza cumple el papel de disuasor eficaz
contra la satisfacción del deseo. La docilidad de los instintos sexuales y agresivos
llega pero no el de las grandes necesidades como hambre o sueño.
Buena parte de las actitudes sexuales hacia los progenitores y los sentimientos
negativos hacia ellos que se originan en la constelación familiar (complejo de Edipo),
son tratadas por medio de la represión, de gran importancia para el desarrollo
psicológico del niño pues es la responsable de la división de la psique del niño en
consciente e inconsciente, del olvido del pasado, de todo lo que en el niño no quiere y
de la posterior intolerancia ante todos los deseos que el individuo tuvó al inicio de su
vida. Las actitudes y cualidades sobreacentuadas son formaciones reactivas
conscientes adoptadas para protegerse contra el retorno de las tendencias instintivas
reprimidas.
En los casos en que las apetencias agresivas no son prohibidas en sí mismas sino en
conexión con las personas contra quienes el niño las dirige, pueden desplazarse a
otras personas o animales. Una forma especial de satisfacción de deseos desplazada
es la sublimación de las pulsiones instintivas primitivas, medular para la educación.
Cuando la pulsión se reprime, la energía o la libido en ella contenida, queda con ella
prisionera en el inconsciente y se pierde bajo los fines del uso. El niño se siente
acosado y forzado buena parte del tiempo, urgido a lograr la gratificación de los
instintos y las fuerzas que bullen en su interior y también hacia la represión y el
abandono del placer instintivo por factores que acentúan en el medio externo. La
mejor de las ayudas es el vínculo emocional con los progenitores.
Una satisfacción excesiva a cualquiera de los niveles oral, anal o fálico, liga una parte
demasiado grande de la libido del niño a esa forma particular de gratificación y puede
detener el desarrollo progresivo posterior o favorecer regresiones ante dificultades.
Suceder estas fijaciones cuando los niños son seducidos sexualmente en periodos
tempranos de la vida y quedan en consecuencia ligados a alguna forma de
gratificación (infantil) perversa. Por ende debe darse al niño el tiempo suficiente para
enfrentar sus propios impulsos, gratificarlos en cierto grado y superarlos
gradualmente.
Después de alcanzar su clímax, alrededor de los cinco años, la relación del niño
decrece en fuerza y la sexualidad infantil se detiene, las apetencias libidinales
disminuyen, ello deriva también de una crianza adecuada, redundando en el control de
la vida instintiva y esencial en la vida humana. En este segundo periodo de la niñez, la
conducta es determinada por las acciones del yo.
Cuando el niño experimento una satisfacción demasiado pequeña o muy grande por
una educación demasiado estricta y un exceso de represión o lo contrario), se crean
fuertes fijaciones a uno u otro de los deseos pregenitales, que actúan como elementos
perturbadores e interferentes que impiden el logro de la potencia genital y causan
muchas de las anormalidades de la adolescencia. El adolescente debe apartar sus
deseos de los objetos del pasado. Los varones cuya actitud femenina hacia el padre
era marcada en la niñez desarrollan actitudes homosexuales pasivas en la
adolescencia. La elección de un objeto homosexual temporario en la adolescencia es
frecuente.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES.
Hay que revisar los métodos educativos sobre la base de la nueva psicología dinámica del
niño, mayor difusión del conocimiento del niño entre progenitores y educadores.
VII. LA AGRESIÓN.
La agresión como función del yo: “la teoría de la frustración”. Al investigar sobre las
funciones del yo y su papel en los procesos de satisfacción de los deseos condujeron a la
clasificación tentativa de la agresión como un “instinto del yo”, los impulsos agresivos
están a disposición del yo para preservar la vida y salvaguardar los beneficios de la
satisfacción instintiva. El niño reaccionaba con agresión siempre que no se gratificaba un
deseo instintivo o se lo coartaba con la intervención del ambiente, como en las fases
pregenitales.
La teoría psiconalítica adopta las apetencias instintivas bajo las dos fuerzas
principales, sexo y agresión. En cuanto a la teoría de la sexualidad, según sea el
origen de los instintos componentes (la piel, membrana, mucosas, ano, boca, pene) de
distingue en la niñez, la organización sexual oral, anal y fálica, en relación con cada de
ellas el niño busca su satisfacción. Si estos elementos sexuales infantiles no sufren
grandes transformaciones bajo la influencia del yo, aportan agregados no genitales a
la sexualidad genital adulta: besos, caricias, miradas; en los casos anormales, uno de
los instintos componentes infantiles dominar la vida sexual adulta en forma de
perversiones.
El carácter agresivo de las apetencias sexuales infantiles, se lo atribuyó el carácter
elemental de la propia sexualidad y se lo reconoció como expresión del segundo
grupo de instintos: las apetencias destructivas. Agresión y destrucción, sus
expresiones y desarrollos, son el centro de interés de la psicología dinámica. En las
fases muy tempranas la energía agresiva puede descargarse sobre el propio cuerpo
del niño igual que la energía sexual (líbido) puede descargarse con actividades
autoeróticas. En un estadio posterior, la agresión volverá a utilizarse normalmente
autodestructivamente, estará depositada en el superyó y se dirigirá contra el yo. En los
estadios pregenitales no es el odio sino el amor agresivo el que amenaza destruir su
objeto, durante la organización sexual fálica, las mezclas entre sexo y agresión son de
una naturaleza más adulta, los varones dominan pero protegen a sus madres o a otros
objetos amorosos, al combinarse el elemento agresivo con tendencias exhibicionistas,
se tiende a someter al objeto amoroso. Al aportar un monto mayor de agresión a la
conducta del niño en el nivel anal, aparece una perversión sádica; ante la disminución
del aporte agresivo a la conducta en el nivel fálico, timidez y falta de conducta
masculina.
Se puede llegar a una imagen global del yo si a las impresiones contradictorias que se
logran al investigar el funcionamiento yoico se le suman las cualidades del yo y las
actitudes del yo en las condiciones más variadas “desde el ángulo de las
resistencias… en el estudio de la psicosis, y … en la observación directa de los
niños… El yo de la realidad , defensivo, organizador, racional, social, el yo de la
existencia sombría entre los grandes poderes –el ello y el superyó-, el yo que
evoluciona bajo la presión de situaciones angustiosas, ninguno de ellos son “el yo” de
la psicología analítica. Son conceptos parciales que deben distinguirse del concepto
general del yo de Freud. Por ejemplo al estudiar los mecanismos de defensa del yo,
se corre el riesgo de acentuar unilateralmente la hostilidad entre el yo y el ello, a
expensas de la colaboración entre ellos. Ante la desvalidez de un yo abrumado por los
deseos del ello, anegado por un ataque de angustia o que se defiende con gran
ingenio contra las apetencias del ello (como en una neurosis obsesiva), el yo
evolucionó surgiendo del ello como colaborador para encontrar las mejores
posibilidades de satisfacción de las necesidades, adhesión a los objetos y asegurar la
satisfacción de los deseos en medio de los avatares. El papel del yo como aliado del
ello es anterior al de agente destinado a postergar y obstruir la satisfacción. El yo
conserva el papel benéfico inicial para el ello, en todos los casos en que las pulsiones
de este persiguen metas permitidas, sintónicas con el yo.
En la unidad básica entre el ello y el yo se tienen las mismas dificultades por largos
periodos respecto a la separación de los conceptos del yo y superyó, Los autores
analíticos incurrieron en tratar a las dos instancias de la mente como dos
personalidades distintas, (no las vieron como la orientación yoica) en todos los casos
en que sus metas coinciden, la división entre ellas solo es visible en los casos en que
sus metas difieren. Al considerar la unidad inicial existente entre el ello y el yo,
Hartman nos recuerda el concepto de un ello-indiferenciado (Freud 1940), del cual
surge la diferenciación entre el ello y el yo sobre la base de la percepción interna y
externa, la motilidad, las huellas mnémicas preconscientes, la experiencia y el
aprendizaje. Si el yo surge de la misma materia indiferenciada que el ello, se entiende
que participe de los factores hereditarios que actúan en el desarrollo de las pulsiones.
Hartmann sugiere que están en el desarrollo del yo leyes de maduración que son
parte de la herencia biológica como las leyes de maduración que gobiernan la
secuencia del desarrollo libidinal (oral, anal y fálica), o las fases no tan bien estudiadas
del desarrollo de la agresión.
Desde el ello sobre todo la regresión del desarrollo instinto tiene un desarrollo dañino
sobre el yo inmaduro. El que el yo inmaduro no mantenga sus logros, se relaciona con
la diferencia entre las neurosis adultas e infantiles, en el adulto el conflicto patógeno
surge entre una pulsión instintiva que regresa a un nivel primitivo temprano y un yo
que intacto, derivando una formación sintomática rígida que surge como compromiso
entre dos fuerzas internas incompatibles. El curso del proceso sigue en la
personalidad inmadura cuando el yo ante la presión de la regresión instintiva, que
regresa y se torna complaciente a las demandas del ello en regresión, lo cual le ahorra
al niño la intensidad del conflicto interno, pero produce en cambio la multitud de
anormalidades, demoras del desarrollo infantilismos y fallas de adaptación, agrupadas
como “perturbaciones emocionales del desarrollo de la niñez”. Las pocas neurosis
circunscriptas y rígidas que encontramos en los primeros años de vida, aparecen en
niños cuyo desarrollo yoico es inusualmente bueno e inclusive prematuro (como en los
niños obsesivos), sucede en los casos en que la autonomía secundaria del yo se
establece a una edad temprana.