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Cipolletti- Río Negro.

Subsede Comahue.

Parcial domiciliario
Observación y relación
teórico-practico.

Alumna: Matthews Casandra M.

Profesores: Lic.Claudio Ranea.


Lic.Javier .

Materia: Psicología del desarrollo I


Fecha entrega: 13/06/12
El siguiente trabajo se realiza bajo el marco de la materia de psicología del
desarrollo, dictada por el Lic. Claudio Ranea. Con el objetivo de integrar las teorías de
una de las diferentes etapas del desarrollo humano, a la práctica concreta, a través de la
técnica de la observación.
Ésta se realizo a un niño de 10 años de edad, en la cocina de su casa, pudiéndose
diferenciar dos momentos, en el primero el sujeto se encuentra solo mirando un
programa de TV. y posteriormente se encuentra realizando la tarea, en compañía de su
madre. Dicha observación se adjunta en los anexos de este trabajo.
Se decidió cambiar los nombres de los sujetos observados para así poder preservar
su identidad, y poder mantenerla en el anonimato. La observación fue hecha con el
pleno consentimiento y autorización de los participantes, para que ésta pueda ser
utilizada en este trabajo.
Partiremos del presupuesto, de que el sujeto observado se encuentra atravesando el
período conocido como pubertad, y utilizaremos la bibliografía otorgada por la cátedra,
de los autores: Nilda Neves y Peter Blos, para así poder relacionar sus postulados a un
caso concreto.
La pubertad, es el final de la infancia y paso a la adolescencia. Es una época difícil
por la intensidad y rapidez con que se suceden los cambios, tanto fisiológicos como
psicológicos, los cuales modifican no sólo el aspecto del joven sino también su forma de
entender el mundo, su capacidad de razonamiento y valoración y el modo de
relacionarse con los demás. La pubertad constituye propiamente el primer período de la
adolescencia y en ella se inician las transformaciones orgánicas y psíquicas que
marcarán el paso de la niñez a la juventud.
Aproximadamente a partir de los 8 años, se registran modificaciones a nivel
glandular y hormonal que tendrán una función importante en el psiquismo sexual, el
proceso de maduración del aparato genital interno irá configurando una fuente pulsional
desde la que emerge una tensión sexual nueva que irrumpe el período de Latencia. (N.
NEVES- P.247)
Desde la región hipotalámica parecen surgir los estímulos que incrementan la
actividad de la hipófisis, cuyas secreciones influyen en el crecimiento así como en la
actividad de las demás glándulas endocrinas, especialmente las suprarrenales, tiroides,
ovarios y testículos, que actúa sobre los órganos que participan en la transformación
puberal. Las secreciones de algunas de estas glándulas, a su vez, estimulan o inhiben la
actividad hipofisaria, regulando y equilibrando la actividad endocrina.
El crecimiento se observa sobre todo en la altura (8-10 cm. por año), que se produce
asincrónicamente (se lleva a cabo primero en las extremidades) lo que lleva a la
desarmonía pubescente: tronco corto y estrecho, junto a piernas muy largas, manos y
pies muy grandes y rasgos faciales toscos. Concomitante a la desarmonía externa
encontramos la desarmonía motora. En el sujeto observado están comenzando a notarse
estas desarmonías corporales, en conjunción con un rostro y características faciales
todavía pertenecientes a un niño pequeño.
Se diferencian las formas masculinas y femeninas, aparece el bello corporal, púbico
y axilar, y en los varón el bello facial. Hay cambios en la piel y aumenta la secreción
sebácea con la consiguiente propensión a la acné. Por lo general, la voz cambia y
comienza a tener un tono más grave. También varía la composición del sudor. Se
modifican la presión arterial el metabolismo basal y la frecuencia del pulso. Las
espaldas de los muchachos y las caderas de las jóvenes se ensanchan. Bajo la piel de las
niñas de desarrolla una capa de grasa que redondea su silueta. Esta descripción todavía
no se encuentra desarrollada, por lo menos externamente, en el sujeto observado.
(FISIOLOGÍA HUMANA. GANON)
Todos estos cambios culminan con el desarrollo sexual, la menarca en las niñas, y la
producción de espermatozoides en los varones. Estas complejas y múltiples
transformaciones afectan la personalidad total del púber e influyen en su vida afectiva.
Nilda Neves, en su texto “Del suceder psíquico”, menciona algunas
manifestaciones, de descarga, frecuentes en la pubertad producto de la imposibilidad de
descarga de la libido sexual, a través del orgasmo, dada las limitaciones de condiciones
para que éste se produzca. Estas descargas alternativas pueden ser: ausencias, estallidos
de risa e ira de corta duración, llantos, y ciertos estallidos afectivos, problemas
alimentarios, episodios asmáticos y dolores de estómago o de cabeza; estas parecen
construir las principales vías de escape de tensión para la autora. Varios de ellos
presentes en la observación, a saber: quejas sobre dolores de cabeza, ataques de ira al
momento de hacer las tareas, ataques de risa, no solo mientras el sujeto se encuentra
viendo el programa de televisión, sino también en los momentos donde juega con su
madre, y ataques de llanto, presentes cuando le anuncian que debe ir a ducharse.
Para la autora, la metamorfosis que implica el desarrollo corporal y la emergencia de
nuevos productos (menarcas y primeras poluciones), le dificultan al sujeto la integración
psíquica de su propio cuerpo, como recurso defensivo, el sujeto en desarrollo crea
representaciones totémicas y míticas, con las que se identifica.
Peter Blos, en su libro “transición adolescente”, postula que en este estadio del
desarrollo masculino, puede observarse un aumento de la motilidad difusa, entre los
que discrimina la agitación, la impaciencia y el desasosiego, así como también
menciona la voracidad oral, las actividades sádicas, las anales expresadas en placeres
coprofílicos, y el lenguaje “sucio”. Plantea un desinterés en la limpieza, una fascinación
por los olores y una hábil producción de ruidos onomatopéyicos. Gran parte de estos
rasgos característicos, pueden encontrarse en la observación; como ser, la impaciencia
al hacer la tarea, las onomatopeyas a flatulencias, también pueden identificarse el
desinterés por la limpieza y el lenguaje sucio, que si bien en este caso no se encuentra
formulado explícitamente, las frases dichas como: “hija de pii” y “la punta del sauce” en
nuestra lengua poseen una connotación de fondo de lo usualmente conocido como mala
palabra.
Blos también postula en su obra que el aspecto defensivo de la investidura pulsional
pregenital del varón es su evitación de la mujer castradora, de la madre arcaica y
formula el interrogante respecto a que si esto se debe, a que puede verse en el análisis a
tantos varones adolescentes con impulsos pasivos, provenientes de familias en las que
hay una madre fuerte resuelta en modelar a sus hijos en consonancia con sus fantasías
de toda la vida. Podríamos llegar a inferir que en el caso del sujeto observado esta
situación podría encontrarse representada, al momento de realizar la tarea, donde el
sujeto con su actuar espera ser dominado por su madre para, al fin, terminar
realizándolas, con una pulsión, de tipo masoquista de fondo, en la cual el sujeto disfruta
frustrando a su madre, sabiendo que esto le generará represalias.
En la fase preadolescente, de la pubertad masculina, según Blos, podemos
comprobar que la angustia de castración se vincula con la madre fálica, aunque se la
vivencie en relación con las mujeres en general. Los impulsos pasivos son
hipercompensados y la defensa contra la pasividad se ve favorecida por la maduración
sexual. Sin embargo se plantea la necesidad de que antes de que se produzca un vuelco
exitoso hacia la masculinidad, es característico que se recurra a la defensa homosexual
contra la angustia de castración, en esta etapa, conocida como “la etapa de pandilla”, se
encuentra el niño a los comienzos de la adolescencia. El sujeto de la observación
todavía se halla en pleno transcurso de la pubertad, pero ya pueden comenzar a notarse
estas tendencias homosexuales, al querer ir a visitar a su compañerito Franco.
El varón preadolescente lucha con la angustia de castración (temor y deseo) en
relación con la madre arcaica, y, se aparta del sexo opuesto, tan pronto como los
primeros impulsos puberales incrementan la presión pulsional y trastruecan el equilibrio
entre yo y ello prevaleciente durante el período de latencia. Las gratificaciones de la
libido de objeto parecen bloqueadas y a menudo son resistidas con violencia. La pulsión
agresiva se vuelve predominante y halla expresión, ya sea en la fantasía, la actividad
lúdica, el acting out o la conducta delictiva.
Poco de este temor (de sometimiento hacia la madre arcaica), se vincula en esta fase,
para Blos, con el padre; de hecho, la relación del niño con él suele ser buena y positiva.
Aunque no haya entre ambos gran intimidad ni afinidad, por lo común tampoco hay
temor, competitividad, ni hostilidad. Esto no ha podido verse reflejado en la
observación, debido a que el padre no se encontraba presente en la escena, y tampoco se
han referido a la relación en alguna conversación.
El niño preadolescente percibe a su padre (a quien a menudo ha engrandecido) o a
otros hombres como aliados más que como rivales. Suele haber una llamativa
discrepancia entre la flaqueza del padre y la imagen que el hijo tiene de él. Sólo después
de que esa idealización defensiva del padre se ha desmoronado llegamos a advertir que
el hijo extraía una enorme confrontación, frente a la angustia de castración, de un padre
en apariencia fuerte al que nadie había debilitado, degradado o dominado, es decir, no
castrado por la madre arcaica. Según Bloss el varón preadolescente no tiene cabida para
los sentimentalismos femeninos, se considera un hombre entre los hombres.
Blos hace referencia a que las abundantes acciones y fantasías sádicas de la pubertad
son elocuentes ecos de las luchas sadomasoquistas infantiles en que normalmente se
traban la madre y el hijo durante las fases pregenitales del aprendizaje del control
corporal. Cuando el niño entra en la preadolescencia, por lo común puede verse una
regresión a la pregenitalidad, y a la efectivización de sus modalidades en el nivel
genital.
Puede observarse en el pequeño Juan, una palpable fijación en la etapa oral, esto
aparece representado varias veces en la observación, cuando pasa su lengua por sus
labios, o al llevarse los dedos y los objetos a la boca. De esta forma, se puede demostrar
que su psiquismo todavía no ha podido reunir todavía, las fijaciones producida en la
etapa pregenital bajo el dominio del nivel genital.
Como sucede en las crisis madurativas, cuando los peligros alertan al yo para que
tome medidas extraordinarias para asegurar la continuidad a la integridad del organismo
psíquico, a su vez, avanza en su dominio de la angustia y adquiere mayor independencia
respecto de su desvalimiento primitivo. Así pues, el yo emerge fortalecido de su lucha
con la madre arcaica. El crecimiento del yo se vuelve notorio en el ámbito de la
idoneidad social, en hazañas físicas en peleas de equipo, en la conciencia de probadas
destrezas corporales que otorgan libertad de acción e inventiva, en general: en la
emancipación del cuerpo respecto del control, cuidado y protección de los padres, en
especial de la madre. A partir de estas diversas fuentes el niño va adquiriendo el sentido
de una total autoridad sobre su cuerpo, nunca antes experimentada.
En la observación puede verse un intento de autonomía no solo por parte de Juan,
sino también por parte de su madre, que aunque si bien lo intentan todavía se nota que al
yo le falta maduración como para lograr independizarse completamente de estos
cuidados, pero puede verse un intento de toma de control.
Blos hace referencia, a que en el varón puber, la excitación sexual se manifiesta en
la activación de los genitales, la erección y el orgasmo con eyaculación. Postula que en
esta etapa el orgasmo contiene la amenaza de un estado de excitación psicomotriz
incontrolada e incontrolable, y enfrenta al yo con el peligro de que irrumpan impulsos
agresivos y primitivos. Desarrolla a partir de esto, que el niño busca, con ingenio, y
persistencia, canales de descarga para su pulsión agresiva mediante el desplazamiento o
la sustitución. Esto puede verse reflejado en los constantes ataques de ira que presenta el
sujeto observado en el transcurso de toda la observación.
En esta etapa, la pulsión sádica, asociada al falo, según Blos, puede inhibir su
empleo heterosexual al suscitar una angustia por la represalia. En esta etapa del
desarrollo el genital masculino aún no se ha convertido en el portador de las sensaciones
específicas que forman parte de las emociones interpersonales posambivalentes.
Esta etapa del desarrollo psicosexual da paso a la adolescencia temprana, que según
Blos se inicia en el plano pulsional por ciertos cambios característicos, como el paso del
acrecentamiento pulsional a nivel cuantitativo, propio de la preadolescencia, hacia el
surgimiento de una nueva vida pulsional, cualitativamente distinta. Se abandona la
posición regresiva y la pregenitalidad va perdiendo gradualmente su función saciadora,
que quedará relegada a un papel subordinado, dando así origen a una nueva modalidad
pulsional: el placer previo, lo que eleva a la genitalidad a un papel preponderante.
Podemos concluir que la pubertad, es una etapa muy importante en el desarrollo
psicosexual del ser humano, cuyos trastornos serían fatales para el psiquismo, la
formación del yo y la incorporación del sujeto a la cultura.
Cómo aporte final, puede decirse que, si bien los autores con los que se ha trabajado
poseen un desarrollo lo suficientemente basto como para poder llevar su teoría a un caso
concreto, han quedado varios aspectos de la observación, que bien podrían llegar a
desarrollarse desde otros autores y otras perspectivas. Pero deberá realizarse en el marco
de un contexto diferente al de la finalidad de este trabajo.
Anexos
El sujeto a observar es un niño de 10 años de edad llamado Juan, el cual se
encuentra en un primer momento merendando solo y mirando dibujos animados.
Mientras que en un segundo momento, está realizando la tarea junto a su madre.
El Niño se encuentra todavía con el uniforme del colegio al que asiste, también
esta presente una empleada al momento de la observación, pero no se produce
interacción. Toda la escena se desarrolla en el mismo lugar.
La observación finaliza 53 minutos después.

 Son la 05:05 de la tarde. Llego, a la casa del sujeto a observar, me abre la


puerta la mamá, me saluda y me dice que se va a bañar, que el nene esta en la cocina
tomando la leche.
Me dirijo hacia ahí, saludo al pequeño y me siento en la isla frente a una mesa en
la que éste esta ubicado, esta sentado en una silla, la mas cercana al televisor que hay en
la cocina, tomando nesquick, con dos tostadas con queso crema. Mira fijamente la TV.
mientras muerde una tostada, Acaba de comenzar un programa de dibujos animados
(Phineas y Ferb), el sujeto comienza a cantar la canción de la apertura del programa
mientras mueve la cabeza.
Le pasa la lengua a la tostada (por el lado que tiene untado el queso crema), luego
se levanta y toma el control remoto que se encontraba en la otra punta de la mesa. Sube
el volumen, se ríe, me mira y pregunta –“¿Qué?”- Luego mira la tostada, dice algo con
la boca llena, le pregunto que ¿qué dijo?, se sonríe y dice –“que dejen de decir eso”-
mirando la TV. desvía la mirada nuevamente a la tostada y la muerde.
Se ríe mientras mira la caricatura y luego vuelve a morder la tostada, se pasa la
mano que no sostiene la tostada por la que si lo hace, como sacándose migas. Mastica
con la boca abierta, todo esto sin desviar la mirada del TV., al instante pasa la mando
por el mantel y se come el ultimo bocado de tostada, al mismo tiempo toma el vaso de
nesquick y se lo lleva a la boca
-¡Movete!, ¡Sos un tarado, como siempre!, ¡Ha, que zapallo!- dice mirando el
programa.
Se ríe, señalando a uno de los personajes que aparece en la pantalla y exclama
¡Que tarado!
Bebe un sorbo de nesquick, y luego se pasa la lengua por los labios un rato
(aproximadamente 1 min.), vuelve a tomar un sorbo de leche, me mira, con el vaso
todavía en la boca, se sonríe entre-mordiendo el vaso y luego lo deja sobre la mesa.
Corre la silla hacia atrás haciendo ruido, y se recuesta sobre la mesa, encima de
sus brazos, y hace muecas. Toma el control remoto y juguetea con el (lo hace girar
suavemente sobre la mesa y lo pone de cabeza). Esto sin dejar de mirar la tele, que en
este momento está en la pausa del programa, él se ríe mirando la pantalla poniéndose de
pie.
Vuelve a recostarse sobre la mesa, hace una onomatopeya (como ruido de
“pedo”), tose y dice -¡Al Fin!- al momento en que aparece “fin de espacio publicitario”
en la pantalla. Vuelve a hacer la onomatopeya y se lleva las manos a la boca, vuelve a
hacer el ruido, se ríe y me mira.
-¡Pero que tarado!- Dice mirando la pantalla y señalándola.
Apoya los codos sobre la mesa que le sostienen la cabeza, sin desviar la mirada de
la TV. De vez en cuando entreabre la boca, todavía con la cabeza entre las manos, tiene
los codos sobre la mesa, pero esta apoyado sobre la silla. Gesticula, todavía mirando fijo
la pantalla.
Se restriega los ojos y vuelve a sentarse en la silla y a recostarse sobre la mesa,
mirando la TV.
El programa va nuevamente a pausa, bosteza. Aparece la mamá, ella bordeando la
mesa le dice -¡¿Vamos a hacer la tarea?!- El la mira todavía recostado sobre la mesa y
vuelve a mirar el televisor.
Ella saca una carpeta de una mochila que está ubicada al lado del sujeto y la
sostiene en sus manos mientas la ojea, el sigue mirando la pantalla.
Hablan sobre la nota de inglés, el se endereza y dice que se saco la peor nota del
siglo, 76, y vuelve a recostarse sobre la mesa con la cabeza entre los brazos. Ella le besa
la mejilla y se sienta en la silla que está al lado del pequeño, apoya la carpeta y lee la
tarea en voz alta. El en un tono más alto y grave gira hacia ella y dice -¡¿Qué quieren,
que sea más genio que todos?!- y resopla.
La mamá toma el control remoto y baja el volumen del aparato, el sin mirarla
resopla y dice -¡Ufa!- girando hacia el televisor y apoyando la cabeza sobre su mano.
La mamá vuelve a pararse y toma un cuaderno y una flauta del mueble del
televisor, me muestra la flauta y mirándolo a él pregunta porque no la llevo, si hoy tenía
música, él se ríe y desvía la mirada hacia la TV. Ella me mira y pasando por entre la isla
(en la que estoy sentada) y la mesa, dice que están tratando de independizarse, pero que
dejar que haga las cosas solo tiene sus consecuencias. Nuevamente se sienta al lado del
niño y vuelve a ojear la carpeta deteniéndose en una hoja, él pequeño continúa mirando
la tele, ella mete su mano por debajo de la chomba del pequeño y le acaricia la espalda,
el entrecierra los ojos y se sonríe, mirando fijo en dirección al aparato.
La mama lee algo en voz alta, pero el pequeño se para de la silla y se coloca frente
al televisor señalando a una esquina y diciendo -¡Mira, mira!- mirando fijamente al
aparato.
Luego vuelve a la silla y se arrodilla sobre ésta, de espaldas a su madre, se
recuesta sobre la mes, se ríe, vuelve a enderezarse y se rasca una oreja, -¡Pero callate!-
dice y vuelve a reírse mirando la tele.
La mamá toma un paquete de banderitas de colores, y le dice -¡Bueno, terminas de
ver eso y me das bolilla!- El mirando la tele le dice bueno, en un tono bajo.
Ella pregunta algo señalando una hoja de la carpeta y el le contesta que la maestra
le corrigió hoy la carpeta, mirando por sobre su hombro, y volviendo a recostarse sobre
sus brazos, en dirección a la TV.
El programa termina, él hace onomatopeyas con la boca, se rasca un codo, y dice
-¡Malísimo!- se pasa la mano por entre los pelos de la cabeza y se estira, mirando
en dirección al aparato, y vuelve a recostarse sobre la mesa.
La mamá se para y pasa por detrás de su silla, lo abraza por la espalda y le de un
beso en la cabeza, al instante el levanta la cabeza, por lo que le pega en la pera, ella
apoya su mano en su pera y con la otra mano libre le revuelve el cabello. Él mira hacia
la mesa.
Ella toma el control remoto y pone “mute”, él resopla; ella lo mira y le dice en
tono cariñoso que es sólo un ratito, que hacen eso y después puede seguir mirando. El
pequeño vuelve a resoplar se pasa las manos por la cara dice que bueno en tono bajo, y
gira hacia la silla en que su madre volvió a sentarse y ahora le muestra una hoja
diciéndole con una sonrisa -¡No te fue tan mal ¿viste?, dos puntos menos nada mas!- El
la mira a los ojos y apoya su cabeza en el brazo que tiene sobre la mesa, resopla y dice
-¡Ha pero Clara se sacó 89! frunciendo el ceño.
Ella le dice -¡Bueno Pedro, habrá estudiado mas! ¡hee Juan!.
El la mira fijo a los ojos y le dice elevando la voz -¡No me digas Pedro!- y vuelve
a girarse hacia el televisor. 1
Ella le dice bueno Juan me confundí, el sigue mirando la TV. Con el seño
fruncido. Ella estira el brazo toma el control remoto y apaga el aparato, lo vuelve a dejar
sobre la mesa y volviendo su brazo hacia sí le roza la nariz, él se ríe y la mira.
Ella Toma la carpeta y lee algo en ingles, él pregunta si existe otra palabra en
inglés para decir galletitas, porque “cookies” es muy larga y no se la acuerda, al mismo
tiempo toma el paquete de banderitas de colores y comienza a golpear la meza y a
tararear una canción, haciendo onomatopeyas y silbando. El se encuentra arrodillado
sobre la silla mirando al frente.
La mamá que mira una hoja de la carpeta le pide que le alcance el celular, el se
para de la silla, y silbando y mirándome se acerca a la isla, toma el celular de al lado de
mis cuadernos, sin prestar mucha atención y lo mira mientras se dirige nuevamente a la
mesa diciendo -¡Dijo gracias mamá!-. Cuando llega a la silla en la que estaba, se sienta
y estira el brazo con el celular hacia el lugar donde está su mama, pero mirando hacia la
mesa, y apoyándose sobre un brazo, con la mirada perdida hacia abajo.
Mientras tanto su mamá saca una hoja de la carpeta y señalándosela le dice que
debe volver a hacerlo. El se la arrebata de la mano y la golpea contra la mesa, mirando
la hoja, con el ceño fruncido, y el tono de voz mas elevado, dice -¡Pero es un montón!.
Y deja la hoja sobre la mesa. Se endereza, se ríe y comenta que -¡Cuando transpiro
tengo olor a carbón!- Su mamá lo mira y le pregunta -¡¿Por qué a carbón?!-; Él con la
mirada al frente pero perdida, se ríe y le dice -¡¿y yo que sé?!-. Ella mueve la cabeza
hacia los lados y vuelve a mirar la carpeta.
La mamá toma una banderita del paquete y la pega en el borde de una de las hojas,
mientras le dice que tiene que corregir eso, El se toma el cabello con las manos, aprieta
los dientes y hace que su mandíbula tiemble (como enojado) y le dice -¡Me estas
dejando la carpeta toda ordinaria!- Al instante se recuesta sobre el respaldo de la silla,
bosteza y se frota los ojos.

1
Pedro es el nombre del padre del pequeño observado.
La mamá vuelve a tocar la hoja que dejó sobre la mesa y le dice que si no hace eso
no va a ir a lo de Franco, él mira la hoja y le pregunta si la mamá de Franco ya le había
dicho si podían ir a visitarlo, ella le dice -¡Me dijo que podíamos ir cuando quisiéramos,
pero hasta que no termines eso no vamos a ir a ningún lado!-. Él toma la hoja y le dice
que si se lo puede borrar ella porque a él le cansa mucho, mira para arriba y se sonríe,
La mamá mirando la carpeta frunce el seño, se muerde el labio inferior y le dice
levantando la mirada hacia él, que le alcance la goma . Éste estira el brazo y toma la
goma, habla de una “goma mujer vampiro” que le chupa la sangre y la golpea contra la
mesa, se ríe.
Su madre levanta la mirada y se pasa la mano por el pelo, con el seño fruncido
mientras suspira.
-¡Burro come caca!- dice el pequeño pasando la goma por la hoja que tenía sobre
la mesa. -¡Juan!, ¡basta!, ¡no digas esas cosas!- dice su mamá con tono enojado y el
seño fruncido mirándolo fijo. Él se ríe -¡¿Qué?, no te insulte, no te dije hija de piii!- Ella
lo vuelve a mirar seriamente -¡¿y eso que tiene que ver?!. El vuelve a sonreírse y deja la
goma sobre la mesa, ella suspira y le dice -¡Dale gordito!- él pequeño vuelve a tomar la
goma y borrando nuevamente le dice -¡no me digas así, decímelo con cariño!- Ella
levanta la vista de la carpeta y lo mira con las cejas arqueadas (como sorprendida y
extrañada a la vez) -¡Te digo gordito como le digo a papá!- Él se sonríe y sacude los
restos de goma de la hoja.
La mamá lee algo en voz alta, el se para de la silla y se coloca a su lado, ella saca
un recorte y lo coloca sobre una hoja, él se lo saca de la mano y golpea la mesa,
frunciendo el seño dice -¡Eso no va ahí!- y pasa una hoja y lo pone sobre esta. Luego se
frota los ojos, se tira sobre la mesa y le agarra el brazo a su madre. Esta lo mira y
señalando la hoja, le pregunta -¡¿Qué actividades te faltan?!- El mira la hoja y le dice -
¡Yo que sé!- (en tono burlón) hablando con la lengua entre los dientes y gesticulando.
Ella saca la hoja de la carpeta se la estira y le dice que haga eso, él la toma y la golea
sobre la mesa refunfuñando. -¡Mami!, me vas a hacer hacer pavadas, porque no se
puede arreglar!- Le dice este con los ojos caídos y un tono mas relajado.
Ella lo mira con el seño fruncido y en tono enojado le dice que lo arregle, que lo
tiene que corregir. – ¡Ha no!, ¡la punta del sauce mamá!, si me equivoque, ¡ya está!-
dice el golpeando los puños contra la mesa y gritando -¡Este es un choto!, ¡este es un
choto!- -¡No entendés nada!- dice tomándose el cabello con las manos y apretando los
dientes haciendo temblar la mandíbula. Ella lo mira (como extrañada) con el seño
fruncido y le dice que se tranquilice que ¿qué le pasa? – ¡Es que me da bronca!- dice él
mirando la hoja, que está apoyada sobre la mesa. Ella abre los ojos grandes, me mira y
levanta las cejas, el agarra un lápiz y escribe algo apretándolo muy fuerte contra la hoja.
Ella se ríe y le dice que se calme, estira el brazo y toma un recorte que está al lado del
pequeño, el frunce el ceño y se lo arrebata de la mano (como enojado). Ella me mira y
dice en un tono mas agudo (como medio burlón) -¡¿Ves como me trata?, y después dice
que se ¡muere por mi!- Hace un gesto con la cabeza hacia un costado cerrando los ojos
y entrecruzando los brazos en el pecho con los puños apretados y temblando
suavemente. Él levanta la cabeza, la mira y dice -¡vos también me mentís cuando me
decís eso!- y vuelve a escribir sobre la hoja. Ella me mira y se sonríe, vuelve a ojear la
carpeta.
Escucho un ruido (como a flatulencias), Juan levanta la cabeza, junta los labios,
me mira, y se ríe mientras, se encoje de hombros, vuelve a reírse a carcajadas y mete la
cabeza entre los brazos. Luego se endereza y regresa a escribir, comienza a hacer ruidos
con la boca mientras mueve la cabeza de un lado a otro y dice números en voz alta.
Su mamá lo mira y le ofrece ayuda, el sin levantar la cabeza de la hoja le dice -
¡Nha!, ni ganas de que me ayudes, no lo digo para que te ofendas igual ¡he!-
inmediatamente el gira su cabeza hacia donde está sentada su mamá y le dice (en tono
lastimero) lloriqueando y señalándole su dedo pulgar -¡Mami, me arde, ¿te acordas?!-
Mientras se chupa el dedo.- Su mamá lo mira y le dice que si se acuerda que no apoye el
dedo sobre la hoja, y sigue mirando la carpeta.
El pequeño vuelve a escribir, estira los brazos hacia el cielo y luego golpea la
mesa, vuelve a mirar la hoja que tiene entre los brazos y mueve los dedos (como si
contara). Deja el lápiz a un costado y mira hacia su madre que esta escribiendo en un
cuaderno, le pregunta que qué hizo de malo que esta escribiendo una nota, ella lo mira,
se sonríe y le pasa la mano por el pelo; el se sonríe y entrecierra los ojos. Ella le dice
que la nota no es para él que es para María Paula2, el se endereza, acomoda las hojas
que tiene entre las manos y se ríe. Le entrega una de las hojas a su mamá, mirándola, y
le pregunta si se lo corrige; ella toma la hoja y la mira. Él se recuesta sobre el respaldo
de la silla y apoya las rodillas contra el borde de la mesa, entrecruza los dedos de sus
manos y los besa con los ojos cerrados exclamando -¡por favor, por favor!-, luego abre
un ojo y me mira se sonríe y vuelve a cerrarlo apretándolos mas fuerte.

2
La hermana menos, por 3 años, del pequeño observado.
Ella todavía mirando la hoja le dice que hay uno mal, el se endereza en la silla
frunce el ceño y con la vos mas seca le dice -¡¿Cuál?!- Luego se para y se coloca al lado
de la silla donde está sentado su madre, se recuesta sobre ella y luego sobre la mesa con
un brazo extendido mientras bosteza. Luego toma la goma y borra lo que le señala su
madre con el dedo. Le pregunta algo sobre números romanos, su mamá le contesta que
no sabe, él estira un brazo y bosteza, dice que le duele la cabeza. Me mira y se sonríe.
La mamá le muestra un papel, le dice que mire, él se sonríe y se endereza, al
tiempo que se lleva el lápiz a la boca y dirige su mirada al papel.
Toma el papel y vuelve a sentarse refunfuñando en la silla, (en tono de burla), dice
que ella le dijo que tenía que hacer eso para ir a lo de Franco y golpea la mesa con el
puño, ella lo mira y con el seño fruncido y la voz firme le dice que la corte y que le
alcance un papel, el vuelve a golpear la mesa con los puños y le dice que no, ella se para
y busca un block de hojas pequeño que hay en el mueble de televisor, y escribe algo en
una de las hojas. Él mira la hoja que tiene entre las manos con el ceño fruncido,
mordiéndose el labio inferior y moviendo el lápiz entre los dedos. Su madre le dice que
mire, el sigue mirando la hoja que tiene entre las manos. Ella en tono seco (enojada), le
dice -¡Basta!- él levanta la cabeza y refunfuñando la mira. Ella le explica algo mientras
escribe en la hoja. Él la mira y luego le arrebata el papel de las manos. Vuelve a apretar
fuerte el lápiz y corre la silla hacia la otra punta de la mesa mientras su madre vuelve a
sentarse y a hojear la carpeta., el lloriquea, aprieta los dientes y se agarra el pero, se
recuesta sobre el respaldo de la silla y golpea la mesa con la mano que aprieta el lápiz. –
¡Listo!- anuncia en un tono más calmado y con el entrecejo mas relajado. La mamá mira
la hoja y le pasa la mano por el pelo, al tiempo que le da un beso en la frente mientras
sonríe. Él también sonríe.
Ella Le pregunta que tiene que pegar en la carpeta, señalándole un lugar en la hoja
con el dedo. El se para y bordea la mesa, hojea otra carpeta que está en la esquina de la
mesa frente a donde estaba sentado. Lloriquea, y golpea la carpeta contra la mesa -
¿¡Pero que pasó!? ¡Yo lo deje acá!- dice pasando con fuerza las hojas de la carpeta. Se
endereza y se toma el cabello con las manos, La madre le pregunta ¿que le pasa? Y el le
contesta que dejo algo en esa carpeta, ella le dice que se fije en la mochila a ver si se
cayó ahí.
Se dirige hacia la mochila pisando con fuerza y moviendo el tronco de adelante
hacia atrás con las manos en la cabeza. Empieza a sacar cosas de la mochila y a tirarlas
al piso, comenta (en tono enojado) que le ponen cosas y que le ensucian la mochila,
mientras la zarandea. Levanta la cabeza y mira a su madre y con la voz elevada y los
dientes apretados le dice -¡¿ves?, no está!- mientras le muestra la mochila vacía.
Su mamá se para de la silla y hojea la carpeta donde anteriormente su hijo dijo que
había puesto lo que están buscando. Toma un papel y lo blandea en su mano
preguntándole si no sería eso. Juan se levanta del piso se acerca a ella y le saca el papel
que tenía en la mano contesta mas alegremente que si es eso, y se dirige con el papel a
sentarse en la silla. Su mamá pasa por entre él y la mesa, el la empuja y le dice que se
corra riéndose, ella sonríe y se apoya sobre su regazo, el hace un ruido con la boca y
deja escapar una carcajada, le dice que se corra ¡que esta muy pesada!; ambos se ríen y
ella pasa a la otra silla mientras le acaricia el cabello. Él levanta la cabeza y sonriendo le
pregunta si se puede ir a cambiar, ella le contesta que sí pero que antes tiene que
ducharse, el lloriquea y frunciendo el ceño y con tono de voz quejumbroso le dice que
va a tardar mucho, que se baño el otro día, ella le dice que hace 3 días que no se baña y
que hizo deporte los días anteriores y que si no se ducha no van a ir a lo de franco. Él la
mira, golpea el piso con una pierna y sale de la cocina refunfuñando.
Finaliza la observación.

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