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D.L. B. 26993-2013 (II)


Editado en España
Objetivos ................................................................................................................ 3
Introducción .......................................................................................................... 3
2.1. Competencias a desarrollarse en el coaching deportivo. Variables
intrapersonales ....................................................................................................... 4
2.1.1. Deporte colectivo o individual ............................................................. 4
2.1.2. Deportes abiertos y cerrados ................................................................ 5
2.1.3. La duración de la competición ............................................................. 8
2.1.4. La frecuencia de las competiciones...................................................... 9
2.1.5. El tiempo invertido en los entrenamientos y el esfuerzo físico ..... 10
2.2. Entrenamiento de las variables intrapersonales ....................................... 11
2.2.1. La motivación ....................................................................................... 11
2.2.1.1. Trabajo psicológico de la motivación a lo largo de una
temporada ................................................................................................... 14
2.2.2. La autoconfianza .................................................................................. 20
2.2.2.1 Trabajo psicológico de la autoconfianza a lo largo de una
temporada ................................................................................................... 24
2.2.3. El autocontrol y la gestión del estrés ................................................. 27
2.2.3.1. Trabajo psicológico del autocontrol y la gestión del estrés a lo
largo de una temporada ............................................................................. 30
2.2.4. La activación ......................................................................................... 36
2.2.4.1. Trabajo psicológico de la activación a lo largo de una
temporada ................................................................................................... 39
2.2.5. La atención y la concentración ........................................................... 43
2.2.5.1. Trabajo psicológico de la atención y la concentración a lo largo
de una temporada ....................................................................................... 45
Conclusiones ........................................................................................................ 50
 Instruir al alumno en la identificación de las características
psicológicas de cada deporte para el diseño del programa de
coaching deportivo adecuado.

 Entrenar al alumno en los objetivos de desarrollo de cada


variable intrapersonal en cada momento de la temporada.

 Ejercitar al alumno en las técnicas más utilizadas para el


desarrollo de cada variable intrapersonal.

El trabajo del psicólogo-coach deportivo se basa en el conocimiento de la


evaluación y el desarrollo de cada una de las competencias implicadas en el
rendimiento deportivo. Dichas competencias, que en psicología deportiva
llamaremos variables, están presentes en mayor o menor nivel en todos los
coachees que participan en el deporte de competición.

Diferenciaremos entre variables intrapersonales, basadas en el


funcionamiento exclusivamente individual del coachee y del que sólo él es
responsable, y variables interpersonales, que tienen en cuenta las relaciones
que se establecen dentro de los equipos, la comunicación, la cohesión y el
liderazgo.

En esta unidad introduciremos al alumno en la identificación y el


entrenamiento de cada una de las variables intrapersonales implicadas en el
rendimiento, así como estableceremos el momento de la temporada que
debe tenerse en cuenta en el diseño de las acciones que se desean llevar a
cabo.
Por norma general, el programa de coaching deportivo ha de adaptarse
tanto al tipo de deporte como al perfil del coachee.

Para el correcto diseño del programa de evaluación e intervención, teniendo


en cuenta las características particulares de cada disciplina deportiva,
debemos considerar los siguientes puntos:

 Si el deporte es colectivo o individual.


 Si se trata de un deporte abierto o cerrado.
 La duración de la competición.
 La frecuencia de las competiciones .
 El tiempo invertido en los entrenamientos y el esfuerzo físico.

El hecho de que sea un deporte colectivo hace que el margen de maniobra


sobre el resultado final de la competición sea menor por parte del coachee
que en un deporte individual, donde el resultado es la consecuencia absoluta
de la actuación del deportista (salvo factores externos que están fuera de su
control, como, por ejemplo, las condiciones climáticas o el nivel del rival).

En el deporte colectivo, el deportista no sólo tiene que optimizar su


rendimiento, sino hacerlo en coordinación con los demás, por lo que el
trabajo psicológico que realiza el coachee en un deporte de equipo es más
complejo que el realizado en uno individual.

También hemos de tener en cuenta el rol del deportista en el equipo, es


decir:

 Qué grado de especialización tiene. Por ejemplo: un portero sería un


grado de especialización muy alto, es decir, su papel es muy diferente
respecto al resto del equipo.
 Cuánto depende su rendimiento del resto de compañeros. Por
ejemplo: en el fútbol, un delantero dependerá más del rendimiento
de sus compañeros que un centrocampista.

 Qué estatus tiene el deportista dentro del equipo según su


experiencia, sus éxitos, su relación con el equipo y el entrenador, así
como su liderazgo. Por ejemplo: la actuación del capitán, del jugador
más veterano del equipo o del jugador de más nivel puede tener un
efecto contagio importante hacia el resto del equipo, y las
consecuencias de su rendimiento son mucho más importantes que
las de otros jugadores.

Asimismo, en los deportes colectivos existen tiempos muertos y/o


descansos a lo largo de la competición donde los deportistas pueden
replantearse acciones y recibir consejos del entrenador (por ejemplo: en el
baloncesto, el fútbol, el balonmano, el hockey, el voleibol, el rugby...).
También pueden recibir instrucciones desde fuera del campo por parte de
su entrenador en todo momento y, desde dentro, por parte de sus propios
compañeros en pleno partido.

En los deportes colectivos, la actuación es abierta, es decir, es muy difícil


predecir todas las tomas de decisiones que se van a dar en el partido como
si estuviéramos preparando una coreografía. En los deportes de equipo, la
actuación se va construyendo a medida que el deportista va aplicando
correctamente sus destrezas individuales y, a la vez, las va adaptando de
manera flexible a las demandas de la competición, la cual hace que deba
tomar decisiones continuamente. Por ejemplo: el perfecto control
psicomotriz del movimiento del cuerpo en la caza de un rebote en
baloncesto (tensión muscular y activación adecuada, así como ejecución del
movimiento para interceptar el balón, exactamente igual al que pensó hacer
un milisegundo antes y en el menor tiempo posible).
No se incluye en esta clase de deportes abiertos, la competición de
gimnasia rítmica por equipos pues los movimientos de cada una de las
deportistas son absolutamente cerrados, previsibles y coreografiados, sin
margen para la toma de decisiones (salvo error de alguna de las
participantes).

Por otro lado, en los deportes individuales, la actuación es cerrada, es decir,


previsible y basada principalmente en:

 Aguantar el sufrimiento físico prolongado (por ejemplo: carreras de


fondo, ciclismo, natación).

 Optimizar el grado de precisión/coordinación (tiro con arco, tiro


olímpico…).

 Optimizar el grado de precisión/coordinación + velocidad (esgrima,


taekwondo, kárate, boxeo olímpico…).

 Optimizar la precisión/coordinación + velocidad + fuerza (vallas,


salto de longitud, salto con pértiga, saltos de trampolín, gimnasia...)

El objetivo fundamental del trabajo psicológico en los deportes


individuales, con deportistas que realmente lo que quieren es optimizar su
rendimiento, conocer su límite, sin tener ningún problema en particular, es
lograr que el deportista despliegue su rendimiento máximo en todas y cada
una de las capacidades citadas anteriormente en la competición (el día D y a
la hora H).

Sin embargo, la primera parte del trabajo psicológico que se realiza con los
deportistas de equipos se centra en el trabajo individual, es decir, en el
conocimiento y dominio de sus habilidades psicológicas individuales para,
posteriormente, ponerlas en juego dentro del campo en armonía con la
actuación del resto de participantes.
(Buceta, 1998):

 Establecimiento de objetivos.

 Autoobservación y autorregistro.

 Autoevaluación subjetiva del nivel de activación y otras


experiencias internas.

 Evaluación objetiva del propio rendimiento.

 Autoaplicación de técnicas de relajación y respiración.

 Prácticas en imaginación.

 Habilidades atencionales.

 Aplicación de autoafirmaciones, autoinstrucciones y


autorrefuerzos.

 Habilidades para controlar cogniciones disfuncionales.

 Identificación y consecución del nivel de activación óptimo.

 Preparación personal para la actuación en la competición y el


entrenamiento.

 Aplicación de habilidades para la autorregulación y el autocontrol


en la competición y el entrenamiento.

 Técnicas para la resolución de problemas y la toma de decisiones.

 Habilidades interpersonales.
Si en deportes de equipo la intervención es proactiva, el primer objeto de intervención
es el individuo para luego trabajar con el colectivo. Si la intervención es reactiva,
vamos directamente a sesiones colectivas (salvo que sea necesario intervenir
en deportistas concretos con necesidades individuales).

Hay competiciones que pueden durar desde un minuto, como un combate


de judo acabado por ippon, hasta un partido de tenis con una duración de
cuatro horas o más.

Realmente, lo que afecta al protocolo de actuación que desarrollaremos en


el coaching deportivo no es tanto la duración de la competición, sino los
paréntesis de tiempo que puede utilizar el deportista para rehacerse y
planificar sobre la marcha. Por ejemplo, imaginemos que un árbitro de judo
detiene un combate porque los dos judocas están demasiado pasivos, pues
este intervalo de tiempo que invierte el deportista en caminar hacia la zona
de comienzo y colocarse el kimono puede utilizarlo para revisar lo que se ha
hecho y establecer soluciones.

Si la competición es larga, suele provocar que el deportista la inicie con un


nivel de concentración medio-bajo y vaya in crescendo a medida que aumenta
la presión. Por ejemplo: los primeros juegos de un partido de tenis o un
partido de voleibol. Es peligroso que los coachees de deportes colectivos
afronten la competición como un todo en lugar de segmentos de competición
con objetivos determinados, garantizando así que se apuntale el nivel de
concentración e intensidad de la actuación del deportista.

Por ejemplo, revisión de la actuación hasta ese momento y planificación de


soluciones en cada descanso de un partido de tenis.

Por sus características, ideales para aplicar acciones para una autoevaluación
e intervención durante la competición, el tenis ha sido uno de los deportes
donde más se ha centrado la investigación científica
en psicología deportiva.

Lo más habitual, cuando se trata de deportes colectivos, es que el número


de competiciones sea alto; generalmente se celebran competiciones
semanales. Esto permite al equipo técnico adaptar sus planes según las
actuaciones realizadas.
Sin embargo, si hablamos de competiciones con equipos nacionales, éstas
son muy escasas, teniendo poco tiempo para coordinar rendimientos
individuales y asimilar el estilo de dirección del entrenador. En este sentido,
el entrenamiento psicológico colectivo favorece esa adaptación.

En los deportes individuales, las competiciones son más escasas e, incluso,


muy espaciadas en el tiempo, hecho que impide que el deportista pueda
hacer experimentos, salvo que realice un test de entrenamiento que
reproduzca las características de la competición clave. Por ejemplo: si un
atleta español va a correr un maratón en Corea del Sur, sería recomendable
que se entrenara durante tres semanas en horario nocturno para adaptarse
sin problemas al cambio horario.

Generalmente, cuando hablamos de deporte de élite, las sesiones de


entrenamiento son diarias (descansando, normalmente, un día) y, muchas
veces, con doble sesión (por ejemplo, en la natación). Sin embargo, tanto el
número de horas como el nivel de esfuerzo físico que requiere el deporte
varía mucho de unos a otros.

Por ejemplo, no requiere el mismo esfuerzo físico un entrenamiento de un


deporte colectivo, como el fútbol, que una doble jornada de un nadador de
200 metros estilos. En términos de inversión psicológica, es decir, de
capacidad para afrontar situaciones de un elevado nivel de exigencia física y
mental, de forma prolongada y sin descanso, es mayor el esfuerzo de los
deportistas individuales que el de los deportistas colectivos.

Sin embargo, como hemos comentado antes, la elaboración de un programa


de optimización del rendimiento es más sencilla por su previsibilidad en un
deporte individual que colectivo.
Tras haber realizado la evaluación de las necesidades y el análisis funcional
de la conducta, es momento de intervenir poniendo en práctica las acciones
de mejora.

La competencias (en términos de desarrollo profesional) o variables (en


términos de investigación científica) son conjuntos de respuestas físicas,
cognitivas (pensamientos), emocionales, existenciales (valores personales) y
conductuales que correlacionan entre sí para definir el grado de desarrollo
en el deportista.

Las variables personales que constituyen el funcionamiento psicológico y,


por consiguiente, condicionan el rendimiento deportivo del coachee son:

 La motivación.
 La autoconfianza.
 El autocontrol y la gestión del estrés.
 La activación.
 La atención y la concentración.

La motivación hace referencia al grado de interés del deportista por su


actividad y las consecuencias de todo tipo que genera. Ésta tiene su
incidencia en:

 El compromiso de los deportistas por su actividad.


 La adherencia a los entrenamientos.
 La persistencia en el logro de los objetivos.
 La tolerancia a la adversidad.
La motivación es la variable más importante para garantizar
el compromiso y la entrega del coachee.

Basándonos en el grado de solidez y permanencia de la motivación,


podemos distinguir entre:

 La motivación básica o estructural: Representa el grado de


autorrealización que supone para el deportista la actividad teniendo
en cuenta el interés que tiene el deportista por competir, la claridad
de sus objetivos fundamentales, el deseo irrefutable de disfrutar de
los beneficios que le pueden reportar su consecución, el coste que
está dispuesto a pagar, la relación entre costes y beneficios, así como
el grado de compromiso.

 La motivación cotidiana: Representa el interés y la satisfacción que


recibe el deportista en el trabajo diario, muchas veces rutinario, duro
e ingrato, para lograr sus objetivos.
Basándonos en el origen de la satisfacción que experimenta el atleta con la
actividad deportiva (Duda, 1992), podemos distinguir entre:

 La motivación orientada al ego: Se caracteriza por el interés en los


retos respecto a los demás. El deportista disfruta compitiendo
porque el resultado positivo refuerza su autoestima y su estatus
dentro del entorno de rivales y compañeros. Si el resultado de la
competición es negativo, el impacto es significativo en el orgullo
personal del deportista e, incluso, si se prolongan los resultados
adversos, puede llegar a abandonar la práctica deportiva para no
minar más su autoestima.

 La motivación orientada a la tarea: Se caracteriza por el interés en


los retos hacia sí mismo, es decir, el deportista disfruta superando
sus marcas y mejorando sus habilidades. Se siente realizado
practicando durante los entrenamientos.

La motivación orientada a la tarea está relacionada con un total


compromiso hacia el trabajo e, incluso, cuando el deportista termina su
carrera, sigue practicando el deporte porque la tarea le divierte y disfruta
con ella.

En categorías menores es importantísimo empezar fomentado la


motivación orientada a la tarea para, posteriormente, introducir el ego y la
vanidad propia del estatus que proporciona el éxito.

Muchos padres introducen a los niños un ansia competitiva centrada en el


placer del éxito sin valorar el esfuerzo que se requiere para mantener una
carrera deportiva en el tiempo. Esto hace que los niños sean muy
competitivos pero que tengan muchas dificultades para tolerar la frustración
cuando las cosas no salen tan fácil como uno espera. Generalmente estos
jóvenes deportistas suelen abandonar el deporte de competición cuando la
exigencia demanda un grado de sacrificio y de dotes psicológicas que sólo
se desarrollan si la actividad resulta placentera no sólo por alimentar sus
egos.
Acciones:

 Establecer objetivos deportivos y desarrollar ambición e interés por


ellos. Determinar qué beneficios le reportan al deportista esos
objetivos y qué está dispuesto a hacer para lograrlos.

 Consenso entre los objetivos individuales y los objetivos que


defiende el entrenador.

 Atención a los conflictos de intereses: tiempo para estudiar,


exámenes, trabajo, responsabilidades en su vida personal, etc.

 Establecer objetivos a corto, medio y largo plazo.

 Desarrollar el compromiso hacia el trabajo diario: motivación


orientada a la tarea.

La pretemporada también requiere planificación


e intervención en motivación.
Técnicas:

 Establecimiento de objetivos de resultado.

 Modelado, es decir, la utilización de un modelo deportivo (un rival


de sus mismas características físicas, un compañero o un personaje
famoso en el que poderse mirar de forma realista en un análisis
detallado) que le sirva al coachee de ejemplo y de referente, y sobre
el que pueda examinar minuciosamente su técnica, su preparación
física y/o psicológica. En este sentido, es útil el uso de biografías de
los deportistas escogidos como referentes, vídeos de competiciones
estelares que hayan protagonizado o performances de compañeros que
resulten ser ejemplos perfectos del buen hacer técnico.

 Matrices de decisiones, es decir, aprender a descomponer la


competición en un diagrama-árbol de antecedentes, decisiones y
consecuentes en todas sus alternativas para facilitar la autoconfianza.

 Contratos de contingencias: el coachee pone por escrito su


compromiso hacia las acciones que se pacten y asume las
consecuencias que se deriven de su incumplimiento.

 Programas de refuerzo: esta metodología de modificación de


conductas la gestiona el coach, o el entrenador asesorado por él,
entre los deportistas. Debemos tener claro qué conducta queremos
fomentar o disminuir, conocer sus antecedentes y modificar sus
consecuencias mediante el uso de premios o castigos.

Acciones:

 Actualización de los objetivos planteados en función del feedback


recibido en los entrenamientos y las competiciones menores.
 Análisis de los objetivos y costes de cada actuación.
 Planteamiento de objetivos motivadores en los entrenamientos y las
competiciones menores.

Técnicas:

 Establecimiento de objetivos de realización.

 Moldeamiento: el equipo técnico plantea modificaciones en la


biomecánica del deportista con el objetivo de acercarlo a una
realización técnica óptima según sus características. El psicólogo
deportivo participa en el moldeamiento técnico aplicando técnicas
para mejorar la propiocepción y el esquema corporal que veremos en
siguientes unidades.

 Programas de refuerzo para modificar y mantener las nuevas rutinas


de rendimiento, así como logre interiorizar en la práctica de las
competiciones menores.

 Registro y análisis de momentos de éxito inspiradores y de buenas


sensaciones.

No todos los partidos son motivadores, por mucho que al común de los
mortales nos cueste creer que el sueldo de un futbolista de élite, que se
dedica a lo que le gusta, lleva aparejado un nivel de motivación exultante e
inagotable. Podríamos decir que la mayoría de los partidos de una
temporada no resultan especialmente motivadores para un jugador
acostumbrado a estar presente en la alineación titular de su equipo. Es aquí
donde el profesional del fútbol muestra su oficio, es decir, es capaz de
alcanzar un rendimiento alto aunque su nivel de motivación sea bajo.
¿Qué hace que un partido sea motivador para un jugador acostumbrado a
ser siempre titular?
- Un rival especial, bien por ser un equipo de renombre, o bien por una
rivalidad reseñable; por ejemplo, un derbi.
- Un mal rendimiento en el partido anterior, de manera que el próximo
suponga una oportunidad para resarcirse.
- Un partido que toca justo después de un punto de inflexión en el equipo;
por ejemplo, un cambio de entrenador o una derrota dolorosa en el
anterior partido que, tras éste, todas las miradas están puestas en la
siguiente actuación.
Con este planteamiento parecería que resulta más motivadora una mala
experiencia que una buena y, sin embargo, es cierto, siempre y cuando
estemos hablando de profesionales con OFICIO, competitivos y
ambiciosos que sepan reaccionar ante los baches con autocrítica y
soluciones (he aquí la labor del equipo técnico, entre el que destacamos la
labor personalizada del psicólogo deportivo).
Los malos resultados han de llevar inherente una mayor motivación para
cada oportunidad de romper la tónica negativa. Cuando desaparece la
motivación en una mala racha, el equipo entra literalmente en barrena. Por
otro lado, una racha de buenos resultados no implica tanto un buen nivel
de motivación (“ganas de ganar”), sino una mayor autoconfianza, es decir,
el dominio y la seguridad que tiene el jugador sobre su propia actuación
(“sé que voy a ganar”).
Si buscamos un rendimiento sostenible en el tiempo, e inmune a las
bajadas de motivación, necesitamos retos constantes y hacer del siguiente
partido uno especial: ya sea al ganarnos un puesto de titular, ya sea al
demostrar que hemos superado un bache o hacernos buenos protagonistas
de partidos estelares para la afición. Cualquier partido puede hacerse
especial, y he aquí la labor del entrenador para marcar siempre objetivos
relevantes a sus jugadores y que éstos estén sujetos a consecuencias, tanto
a premios como a castigos (y no hay mejor premio o castigo que el manejo
estratégico y motivador de los minutos de sus jugadores).
El entrenador debe hacer ver a sus jugadores que el simple hecho de jugar
ya supone un premio que ha de corroborar en el partido que comienza.
Cada vez más, los equipos se decantan por bajar los sueldos fijos y
aumentar la parte variable sujeta a rendimiento y resultados, y este es un
camino sin retorno, donde el jugador no puede permitirse NO ESTAR
MOTIVADO y el entrenador debe marcar objetivos que sean relevantes
para el jugador.

Acciones:

 Controlar los déficits y excesos de motivación ante la competición


clave.

 Racionalizar los malos resultados y modificar el planteamiento


táctico si fuera necesario colaborando con el entrenador.

 Actualizar el gesto técnico adecuado en cada momento de la


competición, de manera que haya una correlación perfecta entre la
ejecución imaginada y la realizada.

 Actualizar las sensaciones positivas registradas en los mejores


momentos de la temporada para su uso como estímulo en el
momento de la precompetición.
En la competición mayor, la variable psicológica más importante
no es la motivación, sino la autoconfianza.

Técnicas:

 Análisis del momento de la precompetición y de cada tercio de la


competición anticipando dificultades de motivación durante la
misma.

 Ajuste de las expectativas antes de cada competición. Basar los


objetivos en competiciones no tanto en entrenamientos.

 Reestructuración para identificar y sustituir los pensamientos


negativos irracionales que mermen la autoconfianza y, por extensión,
la motivación.

 Registro detallado en la poscompetición del momento cumbre de la


temporada para su análisis y uso futuro.
Hace referencia a la sensación de control que percibe el coachee en las
situaciones que implican un reto. Una autoconfianza alta se traduce en la
seguridad que tiene de que existe una relación causa-efecto entre su
actuación y el resultado final. Se siente confiado en que será capaz de actuar
conforme tenía planeado en el ambiente competitivo.

El trabajo de la autoconfianza se centra en hacer previsible la competición


o, más que la competición, su rendimiento en la cita por el adecuado
desarrollo de su protocolo de actuación y la previsión de un exhaustivo
elenco de decisiones posibles que el coachee deberá tomar.

Sin embargo, en los deportes abiertos, la flexibilidad en el manejo de los


protocolos de competición y la toma de decisiones es lo que diferencia a los
deportistas talentosos de los que prácticamente se autoprograman para
competir de una determinada manera, independientemente de las
contingencias. Por otro lado, en los deportes cerrados, como el tiro con
arco o la gimnasia, o, también, en las jugadas cerradas de deportes abiertos,
como los tiros libres en el baloncesto o los penaltis, la autoconfianza se
refleja en el dominio perfecto del movimiento técnico conjuntamente con el
mantenimiento de las constantes vitales –activación, respiración y tensión
muscular– obligatorias, con el fin de que el movimiento imaginado sea
idéntico al movimiento realizado.

El entrenamiento de la autoconfianza se basa en el análisis detallado de las


actuaciones hasta el momento, un conocimiento real de la dificultad del
objetivo, los recursos y las limitaciones propias para conseguirlo, así como
las posibilidades realistas de lograrlo. De esta manera, se pretende que el
coachee tenga la suficiente cantidad de información sobre el procedimiento
que puso y ha de poner en práctica en cada competición de éxito para
lograr los resultados. Se trata de reducir la incertidumbre ante la
competición al máximo posible basándonos en experiencias pasadas de
éxito que fueron puestas en juego, algunas en circunstancias muy adversas.
Fernando Verdasco, jugador español de tenis, dio un salto cualitativo en su
carrera, que siempre había discurrido en un nivel medio dentro de la élite,
cuando en 2008 ganó la Copa Davis a la local Argentina venciendo en el
partido de dobles y en el decisivo punto final contra José Acasuso. A partir
de ese momento, el rendimiento de Verdasco se incrementó hasta llegar al
top-ten de la clasificación mundial.
Es decir, la confianza que le proporcionó superar ese difícil reto hizo que, a
partir de entonces, empezara a relativizar la tensión y el nerviosismo de los
partidos complicados y consiguiera los mejores resultados de su carrera.
Como se suele decir en el deporte, “por fin había explotado”.

La autoconfianza es la variable más importante ante una competición, más


incluso que la motivación. El coachee debe estar seguro de que domina,
ante todo, su propio rendimiento. En cambio, durante los entrenamientos,
sobre todo en los deportes donde las competiciones son pocas y muy
espaciadas en el tiempo, la variable más importante es la motivación. El
coachee debe entrenar siempre para lograr un objetivo, un reto. El
entrenamiento debe ser estimulante y no una rutina que conduzca a la
bajada de atención y, por lo tanto, a estancamientos o a conductas
imprudentes que lleven a lesiones; en este sentido, la gestión motivadora de
los entrenamientos es tarea fundamental del entrenador.

La falsa autoconfianza

Muchos deportistas intentan, equivocadamente, afrontar su falta de


autoconfianza solapándola con pensamientos positivos irracionales e,
incluso, conductas altaneras y provocativas, generándoles una falsa
sensación de poder ante la competición; por ejemplo, cuando un deportista
dice estar seguro de que va a ganar aun sabiendo que lleva varias
competiciones cosechando malos resultados.
La falsa autoconfianza suele ir de la mano de la falta de
autocrítica cuando se confirma el mal resultado.

Es muy frecuente que este tipo de perfiles acabe buscando excusas, unas
más válidas que otras, para justificar el fracaso: una lesión, una decisión del
árbitro o del entrenador, la mala suerte de un balón que dio en el poste, etc.
Otra forma equivocada de incrementar falsamente la autoconfianza es la
práctica del dopaje, ya sea con sustancias prohibidas o creyendo que se
toman sustancias prohibidas (provocando un incremento de la confianza en
las propias posibilidades por el efecto placebo).

Hay dos tipos de suministro de dopaje: suministro organizacional (es la


jerarquía del equipo quien opta por que sus trabajadores tomen sustancias
prohibidas de forma sistemática); o, el más frecuente, el suministro
individual (es el deportista el que busca una mejora clara del rendimiento a
través de este consumo sobre el que deposita confianza ciega –y ahí está la
clave psicológica del dopaje– y se provee de estas sustancias por cuenta
propia).
Cuando el dopaje es colectivo (todo el equipo), los deportistas se dopan
porque consideran que esta acción es “lo normal”, es lo que “se hace y
punto”, y lo ven como un acto de “compromiso y unión entre todos”,
como una especie de vínculo secreto donde el sentimiento de culpa, o de
estar cometiendo un delito, se diluye entre sus miembros hasta
desaparecer.
Cuando el dopaje es “por cuenta propia”, el deportista anhela con todas
sus fuerzas alcanzar los objetivos que cree que le están siendo vetados en
condiciones normales: porque su físico no da para más, porque tiene que
probar “algo nuevo” para salir del bache o, muy frecuentemente, “porque
es la solución a su mala suerte”, es decir, la persona llega a
autoconvencerse de que el incremento de su rendimiento por el dopaje no
es más que “crear las condiciones adecuadas para que no pase nada malo
que lo vuelva a frenar”. Sus afirmaciones son del tipo: “Merezco
conseguirlo, he tenido muy mala suerte y, al fin, están saliendo las cosas”,
“Puede que haya mejorado con el consumo, pero sé que si hubiera tenido
más suerte lo hubiera conseguido de todas maneras” o “Simplemente estoy
consiguiendo lo que merezco y por lo que he luchado, ni más ni menos”.
¿Cuántas veces un deportista que se dopa reconoce que no hubiera
conseguido su éxito sin esa “ayuda extra”? El autoengaño es un arma muy
poderosa, y todos nos podemos creer nuestras mentiras si nuestro ego y
nuestro orgullo están en peligro. ¿Hay alguien que tenga más ego que un
deportista de élite?
Sin embargo, el efecto extraordinario del dopaje ilegal no se debe
exclusivamente al consumo de las sustancias. El deportista que recurre al
dopaje se encuentra ante un bloqueo en su rendimiento, la mayoría de las
veces se trata de un bloqueo psicológico que le impide extender sus límites
físicos. Antes de recurrir a un psicólogo deportivo, para eliminar esta
barrera imaginaria a través del entrenamiento psicológico, la salida más
rápida es recurrir al dopaje.
Sorprendentemente, el efecto en el rendimiento de las primeras “tomas” es
mucho mayor que el que cabría esperar en las primeras etapas de consumo.
¿Por qué? La explicación está en “el efecto placebo”, es decir, el deportista
pone toda su confianza y fe en el efecto que, estima, tendrá el dóping
provocando que desparezca el bloqueo psicológico debido a la seguridad
que ha adquirido el deportista de que su cuerpo no le traicionará y dará de
sí cuanto le pida porque, como suelen decir: “ahora si me canso no me
paro porque sé que mi corazón puede aguantar mucho más, sé que no voy
a explotar aún”.
Esta mejora, psicológica –no química-, puede alcanzarse igual sin necesidad
de tomar estos peligrosos atajos. El efecto placebo representa la necesidad
de entrenar y desarrollar al máximo el factor psicológico para la mejora del
rendimiento deportivo.

Acciones:

 Comenzar a establecer experiencias de control de las situaciones.


 Recapitular los protocolos de actuación competitiva de la temporada
anterior para su revisión y mejora.

Técnicas:

 Establecimiento de objetivos de realización y feedback adecuado del


entrenador (equilibrio entre corregir y reforzar).

 Jugar a anticipar jugadas y decisiones de un deportista en un vídeo de


un partido o competición inédita; realizar ejercicios deportivo-
lúdicos con un determinado número de decisiones posibles que
deban tomarse, de manera que el deportista se acostumbre a
reaccionar rápido sobre una base de probabilidades y no sobre
improvisaciones constantes.
Acciones:

 Potenciar la seguridad de control sobre la actuación del coachee.


Reducir al mínimo el porcentaje de improvisación en la competición
por imprevistos.
 Análisis exhaustivo de las competiciones menores justificando
mediante la identificación de antecedentes y consecuentes la
actuación realizada.
 Identificar soluciones instructivas de cada error en las competiciones
menores para subsanarlo en la siguiente.
Técnicas:

 Construir un protocolo de actuación física, técnica, táctica y


psicológica en la precompetición y en los tres tercios de la prueba.
 Análisis poscompetición mediante el uso de test cortos de
evaluación psicológica, antes y después de la prueba; por ejemplo, el
Perfil de Estado de Ánimo (POMS) o el Perfil del Iceberg.

70

60

50

40 Competición
30 Perfil Ideal

20

10

0
T D A V F C
Competición 45 51 62 53 45 27
Perfil Ideal 30 35 40 55 35 30

Perfil de Estado de Ánimo durante el calentamiento de la competición


(T = tensión; D = depresión/pensamientos negativos; A = agresividad; V = vigor/energía;
F = fatiga; C = confusión)
Diseño de acciones mejora y elaboración de un análisis DAFO (debilidades,
amenazas, fortalezas y oportunidades que inspira la competición).

Acciones:

 Desarrollar con total fluidez el protocolo de competición en la etapa


previa y en los tres tercios de la prueba.
 Actualizarlo según los resultados obtenidos en las competiciones
menores.
Técnicas:

 Consecución del protocolo completo en la precompetición y la


competición habiéndolo probado al menos en dos competiciones
menores.

 Actualización de las mejores actuaciones de la temporada (revisión


de los registros realizados y análisis poscompeticiones), los
sacrificios que se han invertido y los momentos críticos que se han
superado, con el fin de relativizar el miedo y la ansiedad (revisión de
los diarios).

El día de la competición la autoconfianza debe ser plena,


representando la conciencia de control sobre todas las variables que influyen
en la actuación y sobre las que el coachee tiene margen de maniobra.
 Establecimiento de tres niveles de objetivos de resultado: alto
(superar las expectativas), medio (el que nos planteamos según los
resultados obtenidos hasta ese momento) y el objetivo básico (aquel
que, como mínimo, en la peor de las circunstancias podremos lograr
sin ser despreciable).

Adrián es un corredor de maratón. Es su primera competición


internacional. Su marca esta temporada es de 2 h 12’, que data de hace tres
meses. Desde entonces ha corrido carreras entre 5.000 y 10.000 metros con
actuaciones que estaban dentro de lo esperado (objetivo medio). Los tres
niveles de objetivos de resultado para esta competición mayor son:

 Objetivo de resultado nivel alto: quedar entre los 8 primeros de


Europa.

 Objetivo de resultado nivel medio: quedar entre los 15 primeros.

 Objetivo de resultado nivel básico: hacer alrededor de 2 h 12’ a 2 h


14’.
De esta manera, el coachee amplía su espectro de objetivos, y si no
consigue un objetivo, automáticamente baja a otro, es decir, no cae en un
estado de desorientación que puede provocar el abandono de la prueba al
no verse en el objetivo primordial que tenía en mente.

Hace referencia a la habilidad de identificar los cambios psicológicos


(pensamientos y emociones), físicos (propiocepción), técnicos y tácticos
antes y durante la competición para, a continuación, regular dichos cambios
hasta el nivel adecuado, con el fin de rendir correctamente ante las
demandas de la situación.
Diferencias entre estrés y ansiedad

No debemos confundir estrés con ansiedad. El estrés es un exceso de


demanda por parte del entorno al individuo que provoca que éste amolde
su estado físico y psicológico a la situación para estar a la altura. La
competición siempre generará estrés en el deportista; es más, es necesario
que sea así para que se incremente el umbral de sufrimiento y el
rendimiento siempre sea mayor en la peor de las competiciones que en el
mejor de los entrenamientos. Si a un deportista no le genera estrés una
competición, su rendimiento será similar al de un entrenamiento; no logrará
ese plus.

Es frecuente que el coachee, huyendo de la presión de los objetivos de la


competición, la afronte como si fuera un entrenamiento más. Podría
comprenderse tal actitud en deportes cerrados donde la resistencia, la fuerza
o la velocidad no son determinantes (pues la dosis adecuada de estrés
provoca un incremento de estas habilidades por su poder energizante),
como los deportes de tiro, e incluso en ejercicios muy técnicos y precisos
como la barra de equilibrios en gimnasia o los ejercicios colectivos de
gimnasia rítmica. En todo caso, el deportista ha de aprender a lidiar con la
presión de la competición y apreciarla como algo estimulante y deseado e,
incluso, adictivo.

La ansiedad es la respuesta más frecuente ante el estrés (hay otras como la


ira, la agresividad o la depresión –evitación de la competición–) cuando el
coachee percibe que éste es excesivo y está perdiendo el control sobre la
situación. La respuesta automática suele ser una presión en el plexo solar
que impide respirar abdominalmente y controlar la tensión muscular en
zonas como las manos, los hombros, el cuello, las mandíbulas y los muslos.
Una vez generada la sensación física de ansiedad, inmediatamente se
produce la valoración psicológica mediante pensamientos negativos y
emociones como el miedo o la preocupación, retroalimentando de esta
manera las sensaciones físicas negativas. Esta deriva de la atención hacia
sensaciones físicas, emociones y pensamientos negativos impide
concentrarse al 100% en la actuación que se va a realizar, perjudicando así el
resultado final.
El fútbol es un deporte técnico, no es un juego de azar. Podemos decir
que un disparo al larguero es mala suerte o podemos decir que la pierna
del jugador no se ha colocado correctamente, o que la fuerza ha sido
demasiado grande como para trazar la parábola y caer dentro. De la
misma manera que si alguien se lesiona siempre podemos buscar una
explicación racional, donde descubrir un error psicológico de
concentración y autocontrol, antes que achacarlo a la providencia.
Para entrenar la autoconfianza en los momentos cumbres de los partidos
hay una regla de oro: utilizar los momentos pasados de éxito para actualizarlos en
el momento presente y diluir así las interferencias negativas de la presión (el resultado,
lo que pasará si no meto el gol, el público, el tiempo que nos queda…). Si no ha
vivido momentos similares, el jugador ha de entrenarse para visualizar
correcta y realísticamente lo que quiere hacer con todo detalle, aun en
situaciones de mucho estrés (ahí está la dificultad y por lo que necesitan
ayuda profesional), con el fin de generar las mismas sensaciones positivas
que facilitarán el movimiento técnico perfecto.
Es decir, el jugador que se expone a una situación crítica en un partido,
para aumentar su autoconfianza (la sensación de que controla la
situación) ha de saber: bien recordar lo positivo o bien imaginar lo
positivo, pues es el primer paso del rendimiento que finaliza con el balón
saliendo disparado del pie.
Por lo tanto la secuencia técnica se re su consecuenteentrem
Es decir, el jugador que se expone a una situación crítica en un partido,
para aumentar su autoconfianza (la sensación de que controla la
situación), tiene dos opciones: bien recordar lo positivo, o bien imaginar
lo positivo, pues es el primer paso del rendimiento que finaliza con el
balón saliendo disparado del pie.
Por lo tanto, la secuencia técnica se resume en un tridente indivisible con
su consecuente entrenamiento específico para lograr el máximo
rendimiento: primero, lo veo; segundo, lo siento; y tercero, lo hag
Por lo tanto la secuencia técnica se resume en un triente indivisible con su
consecuente entrenamiento específico para lograr el máximo rendimiento:
primero lo veo, segundo lo siento, tercero lo hago.

PERÍODO PREPARATORIO (PRETEMPORADA)

Acciones:

Acompañar al coachee en los cambios que se introduzcan al comienzo de


una temporada (nuevo equipo, nuevo entrenador, nuevas directivas, cambio
de categoría, etc.) y resolver su incertidumbre.

Introducir, durante los entrenamientos de pretemporada, situaciones de


demanda de determinado nivel de rendimiento con recompensa. Por
ejemplo: salir de titular en un partido contra un equipo importante en un
torneo veraniego.

Identificar respuestas automáticas negativas ante situaciones de estrés, sus


antecedentes y consecuentes, para establecer un programa de
contracondicionamiento, es decir, desactivar el poder bloqueante de
determinados estímulos en el coachee.

Por ejemplo: el pitido del árbitro provoca en Víctor una contracción


automática en los hombros que impide un funcionamiento técnico
correcto; el tono enfadado del entrenador durante el partido provoca en
Manuel el recuerdo de la bronca tremenda que le cayó el día que falló una
jugada decisiva y éste empieza a sufrir taquicardias, etc.
El futbolista Jesús Navas, ejemplo de superación de sus problemas
de manejo de la ansiedad durante las concentraciones.

Técnicas:

 Programas de refuerzo, es decir, relacionar determinados objetivos


de realización con recompensas inmediatas alimentando la
motivación orientada al ego.

 Análisis y racionalización de los momentos más estresantes de la


temporada anterior. Revisión de las actuaciones en la
precompetición y en la competición.

 Reestructuración cognitiva: identificación, racionalización y


sustitución de los pensamientos negativos irracionales para modificar
la respuesta psicológica de ansiedad.
 Técnicas de regulación de la tensión muscular (ejercicios de
relajación diferencial de Jacobson y entrenamiento autógeno de
Schultz) y de la respiración diafragmática, pectoral y clavicular, para
modificar las sensaciones físicas de ansiedad.

 Identificar y escalar (ordenar) los estímulos más estresantes para el


coachee en los entrenamientos, en la previa a la competición y
durante la misma.

 Determinar el tipo de respuesta física y psicológica que provocan los


estímulos más estresantes y establecer acciones de mejora.

 Introducir al coachee en técnicas de relajación y autohipnosis.

Acciones:

 Analizar la respuesta psicológica (pensamientos y emociones) y física


(sensaciones) en cada momento de la precompetición y en cada
tramo de la competición para prever reacciones personales ante el
estrés.

 Aprender a imaginar el rendimiento adecuado (físico, psicológico,


técnico y táctico) en situaciones estresantes para lograr el hábito de
ser autoeficaz (correspondencia entre lo que queremos y lo que
hacemos) en la competición.

Técnicas:

 Reestructuración cognitiva durante la previa y la competición.


 Puesta en práctica y control del ejercicio de relajación diferencial de
Jacobson, así como de la respiración diafragmática, pectoral y
clavicular, durante la previa y la competición.

 Visualización de la ejecución correcta antes y durante la competición


ante la toma de decisiones técnicas y tácticas.

 Elaborar un programa de ejecución imaginada mediante ejercicios de


autohipnosis, sobre el que practicar la habituación a todo el espectro
de toma de decisiones posibles en cualquier contingencia que ocurra
(uso de grabaciones de audio precedidas de ejercicios de relajación y
concentración).

 Puesta en práctica de un programa de condicionamiento clásico, es


decir, lograr una repuesta automática deseada ante determinados
estímulos como olores, sonidos o gestos.

Por ejemplo: en una sucesión de ensayos, el coachee acaba relacionando las


sensaciones físicas y emocionales positivas que le provoca el recuerdo o la
imaginación de la ejecución técnica de un ejercicio de gimnasia perfecto
con la música que escucha de fondo, con una palabra que se repite
constantemente durante el ejercicio, un olor, un gesto o una sensación
táctil como cerrar con fuerza el puño o presionar con la lengua el paladar.

Acciones:

 Poner en práctica, de forma fluida, todas las acciones encaminadas a


lograr el funcionamiento físico y psicológico ideal para lograr el
rendimiento óptimo en la previa y en la competición, de manera que
en todo momento el coachee domine las dos facetas y las regule
sabiendo cuáles son los parámetros físicos y psicológicos que están
directamente relacionados con el logro del objetivo por el análisis de
las competiciones menores y los test realizados hasta la fecha.

 Regulación adecuada de los déficits y excesos de la motivación y la


atención. Fomentar la autoconfianza en situaciones de competición.

Técnicas:

Lograr el perfecto dominio de las técnicas iniciadas en el período


precompetitivo y puestas en práctica, para su contraste y modificación,
durante el período de competiciones menores:

 Reestructuración cognitiva. Identificación, racionalización y


sustitución de los pensamientos negativos irracionales.

 Repaso y actualización de los registros precompetición y


poscompetición de las competiciones menores, con el objetivo de
relativizar el estrés de la competición mayor y aumentar la
autoconfianza.

 Repaso y actualización de los registros de los mejores momentos de


la temporada, con el fin de aumentar la motivación.

 Dominio perfecto de los ejercicios de relajación diferencial de


Jacobson.

 Dominio de la respiración diafragmática, pectoral y clavicular a ritmo


de la competición.

 Logro de la inoculación de los estímulos estresantes que eran


susceptibles de provocar bloqueos en el coachee (programa de
contracondicionamiento).
 Puesta en práctica de los estímulos condicionados en la previa y en la
competición para lograr la respuesta automática al entrenar durante
las prácticas de imaginación a un grado de intensidad óptimo.

Para valorar el rendimiento psicológico de un jugador en una final hay


que tener en cuenta: que su rendimiento físico y su técnica no se hayan
visto afectados por la ansiedad, es más, que dicha ansiedad los haya
potenciado aún más aumentando los umbrales de dolor a un nivel
mucho más alto que su propio estado de forma. Y, como tercer
elemento después del físico y la técnica, que la toma de decisiones
rápida y exacta.
Normalmente un jugador que no entrena la parte psicológica de forma
específica, logrará un buen rendimiento a base de acumular
experiencias positivas y procurando no repetir las negativas.
Sin embargo, cuando un jugador, como Jordi Alba, sin experiencia de
ningún tipo en partidos internacionales al máximo nivel y dentro de un
equipo que ya había hecho historia (cosa que podría haberlo
intimidado), ha sabido sacar el máximo rendimiento a su físico, técnica
y toma de decisiones a unos niveles de estrés desconocidos para él
hasta el momento.
En Jordi Alba nos encontramos a un jugador que reúne los dos pilares
del rendimiento deportivo: el físico y psicológico y lo más difícil,
ambos aumentan su prestancia a medida que aumenta el estrés,
esto es un verdadero competidor. Y puesto que Jordi Alba no tiene
experiencia previa en este tipo de situaciones, podemos decir que es
un competidor nato.

Se trata de una respuesta del organismo que conlleva la puesta en


funcionamiento del sistema nervioso central (pensamientos y emociones) y
del sistema neurovegetativo (respuesta automática ante el estímulo
estresante, como, por ejemplo, el incremento de la tensión muscular o la
sudoración).

La activación se manifiesta en forma de dos respuestas simultáneas: una


respuesta cognitiva y otra fisiológica. Cualitativamente, la respuesta
fisiológica de activación no varía con independencia de que sea la
motivadora o la estresante del estímulo que se presenta en la competición.
Esta respuesta se centra en el grado de tensión muscular, tasa cardíaca,
profundidad de la respiración, segregación de adrenalina, contracción
pupilar o el nivel de conductancia de la piel (facilidad para permitir el paso
de una corriente eléctrica).

En cambio, la respuesta cognitiva es cómo el coachee interpreta esas


sensaciones físicas, ya sea como placer, satisfacción y gozo, o bien como
miedo, disconformidad y agobio. Es la interpretación psicológica de esas
sensaciones físicas lo que determina la toma de decisiones, la motivación, la
hostilidad o la depresión (evitación) ante la competición.

Asimismo, dividimos la activación cognitiva en:

 Positiva: el coachee tiene pensamientos positivos ante la situación


estresante. Potencia así su motivación siempre y cuando los
pensamientos positivos sean racionales, es decir, realistas y basados
en datos irrefutables para el coachee.

 Negativa: el coachee tiene pensamientos negativos ante la situación


estresante. Potencia así su hostilidad y disgusto ante la competición,
provocando malas ejecuciones técnicas que concuerden con los
pensamientos negativos. Por ejemplo: “Voy a fallar el penalti como
la última vez…”, y acaba tirando el balón fuera.

Y la activación fisiológica en:

 Alta: en grado de agitación psicomotriz y los parámetros de tensión,


respiración, tasa cardíaca, presión sanguínea y conductancia de la piel
son excesivos para rendir correctamente en la competición. El
coachee debe aplicar técnicas de relajación y respiración para bajar la
activación hasta el nivel óptimo.

 Media u óptima: se trata del punto óptimo de activación fisiológica


de ese coachee ante la competición, basándose en las
autoevaluaciones realizadas durante las competiciones menores y en
anteriores temporadas en competiciones mayores en que el
rendimiento fue excelente.

 Baja: el nivel de activación fisiológica es por debajo del nivel


adecuado. El coachee debe aplicar técnicas para el incremento de los
parámetros físicos de activación (hiperventilación, incrementar la
tensión muscular, agua fría, bebidas estimulantes, etc., y desde el
punto de vista psicológico, incrementar la dificultad de los objetivos
o establecer consecuencias negativas de un mal resultado –labor del
entrenador–).
El coachee debe comparar su nivel de activación ante la competición con
los registros propios que tiene de otras competiciones en las que rindió
correctamente, es decir, el coachee debe conocer su punto óptimo de
activación, y éste es diferente en cada persona. Por ejemplo: en un jugador
de baloncesto que tiene una activación de 9 puntos (en una escala estimada
de 0 a 10), ésta puede ser su nivel ideal y le permite rendir perfectamente; en
cambio, otro compañero con un 9 de activación está al borde de una crisis
de pánico.

Activación Activación fisiológica Rendimiento


cognitiva individual

Positiva Alta Sobremotivación.

Adecuado, sobre todo en tareas


Positiva Óptima
complejas.

Rendimiento inadecuado, similar a


Positiva Baja
los entrenamientos.

Ansiedad, rendimiento inadecuado.


Negativa Alta
Peligro de bloqueo.

Negativa Media Rendimiento bajo.

Negativa Baja Evitación de la competición.


Acciones:

 El coachee debe aprender a autoevaluar su grado de activación


fisiológica y el signo de su activación cognitiva.
 Introducir al coachee en técnicas para el dominio de la activación y
el uso de ejemplos cercanos.

Técnicas:

 Autoevaluar el grado de activación de 0 (casi dormido) a 10 (el


momento más tenso y conflicto de su vida) ante diferentes
situaciones durante la pretemporada.

 Uso del biofeedback (instrumento de evaluación objetiva que mide el


nivel de activación física al calcular el grado de conductancia de la
piel en la yema de los dedos). Esta herramienta nos da una
puntuación más alta o más baja de la activación del coachee ante
cada una de las situaciones, ya sean en directo, recordadas o
imaginadas. Según el rendimiento posterior y/o la valoración por
parte del coach y el coachee, se juzga dicho nivel de activación como
alto, adecuado o bajo, y se actúa en consecuencia con el fin de lograr
el punto óptimo, sin evitar la situación a la que se ve expuesto, ya sea
real o mental.

 Aprender a controlar la tensión muscular con el ejercicio de


relajación diferencial de Jacobson y la sugestión con entrenamiento
autógeno de Schultz.
 Aprender a respirar con el 100% de la capacidad pulmonar
(diafragmática, pectoral y clavicular).

 Iniciar al coachee en prácticas de autohipnosis y sugestión sencillas.

Acciones:

 Poner en práctica los conocimientos adquiridos para el control de la


activación (física y cognitiva), con el fin de poder realizarlos durante
una competición en el espacio de tiempo más breve posible y en
condiciones de estrés.
Técnicas:

 Adquirir un nivel adecuado en el dominio de las técnicas de control


de activación física, con el objetivo de empezar a trabajar los
pensamientos positivos racionales extraídos del rendimiento en las
competiciones menores (activación cognitiva positiva).
 Registro del nivel de activación autoevaluado antes y después de las
competiciones menores y, si el deporte lo permite, también durante
el mismo. Por ejemplo: durante los descansos en un partido de tenis.

Como es probable que el coachee no pueda llevarse a una competición un


aparato de biofeedback, lo que sí puede hacer es, con un cronómetro,
ponerlo en marcha y empezar a contar a ritmo de segundero hasta 60 (sin
mirar el reloj ni utilizar ningún truco para marcar el ritmo), es decir, debe
contar mentalmente, segundo a segundo, hasta 60. Cuando llegue a 60
parará el cronómetro y comprobará cuánto tiempo ha invertido en contar
lo que parecían, mentalmente, 60 segundos.
Si el cronómetro nos dice que hemos tardado más de 65’’, estimaremos
que la activación es demasiado baja porque hemos contado demasiado
lento inconscientemente.
Si el cronómetro nos dice que hemos tardado menos de 55’’, estimaremos
que la activación es demasiado alta porque hemos contado demasiado
rápido inconscientemente.
Para una activación fisiológica adecuada, sin tener en cuenta las
diferencias individuales, debemos lograr en el cronómetro entre 55’’ y
65’’.
En cambio, si tenemos en cuenta que cada persona tiene un nivel de
activación propio y adecuado, la valoración alta, adecuada o baja nos la
dará el rendimiento alcanzado en la competición. Por eso debemos poner
en práctica estas técnicas en la temporada de competiciones menores y así
experimentar para construir un protocolo de competición sólido para las
competiciones claves.
Acciones:

 Conocer el nivel óptimo individual de activación que debe lograrse


ante la competición mayor (precompetición, así como todos los
momentos y situaciones probables durante la competición) tras el
análisis de las competiciones menores.

 Lograr el dominio perfecto de la autoevaluación y la regulación de la


activación, tanto física como cognitiva.

Técnicas:

 Autoevaluación del nivel de activación: biofeedback y técnica del


minuto.

 Ejercicio de relajación diferencial de Jacobson y entrenamiento


autógeno de Schultz en el menor tiempo posible.

 Respiración óptima (diafragmática, pectoral y clavicular) a ritmo de


la competición.

 Dominio de la técnica de autohipnosis mediante cuenta regresiva.

 Actualización de los pensamientos positivos racionales.

 Uso de los estímulos condicionados durante la práctica de la


temporada para lograr el nivel de activación adecuado (sonido, olor,
palabra, gesto, imagen, etc.).
Se trata de la habilidad que tiene el coachee de manejar su capacidad
perceptiva a voluntad para lograr el objetivo propuesto. Es muy frecuente
que, en la competición, el coachee dirija su atención hacia elementos que no
aportan nada o incluso perjudican al objetivo. La capacidad de atención es
limitada, y por eso debemos ser muy minuciosos a la hora de seleccionar
aquellos estímulos sobre los que el coachee ha de fijarse antes y durante la
competición. Asimismo, llamaremos concentración a la habilidad para
centrar toda la energía psíquica (pensamientos, emociones y sensaciones
físicas) en ese elemento sobre el que ponemos el foco de atención,
evadiéndonos del resto de estímulos prescindibles.

El primer objetivo en un entrenamiento de atención es que el coachee sea


capaz de manejar con soltura el foco atencional a los estímulos pertinentes
en cada momento para lograr un rendimiento adecuado. Y el segundo
objetivo es que sea capaz de alcanzar el grado de concentración necesario
en ese o más estímulos.

Robert M. Nideffer (1981), psicólogo deportivo e investigador, diferencia


varios tipos de atención en función de dos factores: el número de
estímulos y la dirección de la atención.

Según el número de estímulos que deben atenderse hablaremos de:

 Foco atencional amplio: cuando deben tenerse en cuenta a la vez


varios estímulos. Por ejemplo: en un partido de baloncesto, el
jugador que tiene el balón debe atender a los rivales que tiene
alrededor, a los compañeros a los que puede pasarles el balón, a la
canasta e, incluso, al balón o al número de pasos si no tiene
automatizada la técnica (jugadores principiantes).

 Foco atencional reducido: un único estímulo al que atender. Por


ejemplo: lanzamiento de tiros libres en baloncesto, un ejercicio de
gimnasia, un saque en el tenis, etc.
Según el origen de esos estímulos que deben atenderse hablaremos de:

 Foco atencional externo: los estímulos a los que se atiende son


externos al individuo, es decir, la atención se dirige hacia fuera:
pelota, puños del rival, artefacto, etc. La atención externa facilita el
rendimiento en los momentos de la competición o el entrenamiento,
donde el jugador debe tener en cuenta los movimientos del rival, las
instrucciones del entrenador, el blanco que desea alcanzar (p. ej.: la
diana, el listón, el hoyo, la portería…), etc.

 Foco atencional interno: el coachee dirige su atención hacia su


propio cuerpo, es decir, hacia sus movimientos, sensaciones,
reacciones, pensamientos, etc. La atención interna favorece el
rendimiento en el aprendizaje de nuevas habilidades, la
autoevaluación del propio rendimiento y la preparación del
deportista para una acción inmediata, para el trabajo en imaginación,
así como el control de pensamientos y sensaciones.

De este modo, obtenemos cuatro combinaciones de los focos de atención:

1. Foco atencional amplio-externo: atiende a varios estímulos externos


a la vez. Por ejemplo: un judoca dirige su atención a cualquier
movimiento de las piernas y brazos de su rival para no dejarse
sorprender e identificar un punto de agarre seguro.

2. Foco atencional amplio-interno: atiende a varios estímulos internos a


la vez. Conviene utilizarlo cuando no se está compitiendo o nos
encontramos en un descanso de la competición. El coachee analiza sus
recuerdos, sus acciones, sus emociones y sus pensamientos.

3. Foco atencional reducido-externo: atiende con una concentración


baja a un solo estímulo externo conscientemente. Por ejemplo: una bola
de tenis al restar un servicio.
4. Foco atencional reducido-interno: el coachee logra la mayor
capacidad de concentración en un único estímulo interno. Se evade de
cualquier distractor y dirige toda su energía psíquica a ese estímulo. Por
ejemplo: cuando el joven tenista está aprendiendo a realizar una volea y
centra su atención en que no se le doble la muñeca en el impacto; o bien
cuando un jugador de baloncesto se dispone a reproducir el mismo
movimiento con el que logró encestar los tiros libres anteriores.

Acciones:

 Evaluar la capacidad para dirigir y mantener la atención del coachee.


Técnicas:

 Introducir ejercicios durante los entrenamientos de ejemplos de las


cuatro combinaciones de focos atencionales.

Acciones:

 Poner en práctica el foco atencional más adecuado a cada momento


de la precompetición, la competición y la poscompetición. Análisis y
detección de errores.

Técnicas:

 Uso de registros de la atención desarrollada en la precompetición y la


poscompetición.

 Práctica en el manejo de los focos atencionales utilizando ejercicios


de destreza mental, como la rejilla de números o pruebas
psicotécnicas, y así ganar autoconfianza, siendo supervisado por el
psicólogo deportivo.

Acciones:

 Manejo maestro de los focos atencionales establecidos a partir del


análisis de las competiciones menores.
Técnicas:

 Incluir en el protocolo de competición el control de los focos


atencionales: su identificación, su conformidad, su mantenimiento
en el tiempo necesario y el cambio fluido a otro foco.

 Precompetición: amplio-externo. El jugador atiende a las personas


de la grada, a su equipo técnico, a las conversaciones…

 Calentamiento: amplio-interno y reducido-externo. El jugador


atiende a la bola del sparring (reducido-externo) y a la posición de su
propio cuerpo en cada golpe (amplio-interno).

 Juego: alternando amplio-interno y reducido-externo. El jugador


atiende a la bola que viene del rival (reducido-externo) y devuelve
atendiendo a la bola y a la posición del rival (amplio-externo).
Entre punto y punto maneja un foco reducido-interno, es decir, se centra
en repetir en el aire el movimiento concreto exitoso o reproducir en el aire
el movimiento corregido.
En los descansos, el jugador pasa a un foco amplio-interno, donde se
autoevalúa en la toma de decisiones, en las sensaciones físicas, en las
emociones y los movimientos técnicos para mantener o mejorar su
rendimiento.
El optimismo es una cualidad irrenunciable en un deportista de élite, pero
no nos referimos a que sea capaz de “animarse” con palabras
bienintencionadas, sino que tenga permanentemente presente lo que quiere
lograr y cómo va a hacerlo. Es muy frecuente que el deportista caiga en el
error de pensar en lo que no quiere (por ejemplo: “No puedo perder”, “No
voy a dejar que me agarre”, “No perderé el balón”, “No me va a dar tiempo
a remontar”, etc.) y, muchas veces, este estilo de pensamiento negativo se
justifica como “pensamiento prudente”, cuando sabemos que el cerebro no
acepta ambigüedades a la hora de crear imágenes mentales (que serán las
que desencadenen la toma de decisiones y las ejecuciones reales).
¿Cómo el deportista adquiere el hábito de pensar eficazmente (que no
positivamente)?

 El estilo de comunicación del entrenador hacia el deportista tanto


durante los entrenamientos como antes, durante y después de las
competiciones. Éste debe centrarse continuamente en proyectar
imágenes mentales en el deportista sobre acciones correctas que
deban llevarse a cabo, soluciones a los errores, así como refuerzo
verbal de lo bien hecho y de lo bien corregido (dejándole claro al
deportista qué conducta exactamente se le está reconociendo).

 El estilo de comunicación del entorno (padres, familia,


compañeros…). El entorno no suele tener un nivel técnico adecuado
para dar consejos y por eso suele caer en el “mal menor” de
“animar” mediante palabras vacías, cuando no se comete el error
grave de dar consejos técnicos facilones que, incluso, contradicen las
instrucciones del entrenador (y siempre con un lenguaje negativo
donde se insiste en “no hacer las cosas”).

 La personalidad y la autoestima del deportista. Un deportista


inseguro, con la autoestima baja, siempre suele actualizar, como
mecanismo de defensa, lo que no ha de hacer o lo peor que puede
pasar. Es una forma de “prepararse” para el disgusto insoportable
que puede darse si no salen bien las cosas.
Este deportista tiene más miedo a la emoción de decepción tras el
resultado que al propio fracaso, y una forma de afrontar este miedo
es rebajando las expectativas y abriendo la peligrosa puerta de la alta
posibilidad de perder.
La eficacia en el estilo de pensamiento (pensar en lo que se quiere
continuamente y en soluciones) repercute en:

 La reducción de los errores no forzados.

 El mantenimiento a línea de la tensión muscular y la fatiga.

 La reducción de las lesiones.

 La autoeficacia, es decir, la no repetición de errores y el consecuente


perfeccionamiento de la actuación.

 La valoración de la competición centrándose en los objetivos


intraindividuales hasta lograr la habituación a la actuación más
óptima.

 El contagio al resto del equipo al convertirse en un modelo eficaz de


afrontamiento de la competición.
El tenista Rafael Nadal se caracteriza
por mantener, durante todo el partido,
el pensamiento y la actitud dirigido a
ganar puntos y a dar solución a los
errores. Nadal no acepta en ningún
momento la derrota durante el partido.
En un Grand Slam podría perder el
primer set 6-0, el tercer set 6-0 y el
último set tener 3 bolas de partido en
contra con 5-0 y, con todo esto, si
finalmente pierde, podríamos decir que
lo sorprendería no remontar, es decir,
estaría disgustado por no remontar
más que por haber perdido.
El contrapunto de Nadal: Jimmy Connors
La leyenda del tenis Jimmy Connors manifestaba a la prensa que: “Odio
perder más de lo que me gusta ganar”. Por lo que el nivel de agresividad y
negatividad que expresaba en un partido de tenis era manifiesto. Jugaba
teniendo constantemente presente aquello que no quería. Su estilo de juego
se llegó a habituar a estilo de pensamiento, aprendió, inconscientemente, a
ganar “huyendo de la derrota”. Este estilo tiene grandes inconvenientes al
provocar un exceso de tensión en los momentos decisivos, pero también la
gran virtud de favorecer un nivel de concentración alto durante todo el
partido (favoreciendo que Connors llegara a los momentos decisivos con
ventaja holgada en la mayoría de los casos).

 Para desarrollar un programa de coaching deportivo eficaz debemos


tener en cuenta las características psicológicas de la disciplina
deportiva: si es colectiva o individual, su duración, la frecuencia de
las competiciones, el tiempo invertido y el esfuerzo físico que
requieren los entrenamientos.

 Una vez establecido el tipo y las necesidades principales de la


disciplina deportiva, empezaremos evaluando el nivel del deportista,
cuando hablamos de variables intrapersonales, en: motivación,
autoconfianza, autocontrol, activación y atención/concentración.

 Una vez identificadas las principales carencias, empezaremos


aplicando, en la pretemporada, las bases para la puesta en práctica en
las competiciones menores, y así desarrollar un nivel óptimo de
desempeño del protocolo de afrontamiento de la competición para
las citas más importantes.
 Si no disponemos de tiempo para trabajar todas estas variables,
priorizaremos la más deficitaria y la que más influencia tiene en los
problemas del coachee para rendir como pretende. Generalmente, la
variable intrapersonal más importante y la que con más frecuencia
demanda mejoras es la autoconfianza (que incluye, a su vez, en su
espectro, a la activación, el autocontrol y la atención), es decir,
fomentar el control de la situación de competición (a nivel
psicológico y fisiológico) por parte del coachee.

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