Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I
La Promesa
En los últimos diez años, tanto en el Mundo como en nuestro país, han ocurrido
algunos eventos marcadores. Sin embargo, en Venezuela, estos diez años
estuvieron signados por una promesa central: la promesa del cambio positivo
que nos lanzaría a la conquista de la modernidad, que solventaría los males del
pasado y establecería el piso estructural en el que se fundamentaría una nueva
República que haría de Venezuela una referencia mundial democrática,
participativa y protagónica.
Esta promesa se inaugura, cuando aparentemente, luego de cuarenta años de
democracia habiamos constatado que el modelo económico rentista se había
agotado, que el Estado productor no daba para más, que era necesario
reformarlo acabando con la corrupción que le corroía y, en fin, que era necesario
encontrar la vía más idónea para insertarnos proactivamente en las corrientes
económicas globales.
II
Los Hechos
Sin embargo, en estos diez años hemos observado como los tercos hechos
muestran una realidad diferente a la promesa del cambio: hemos asistido a dos
intentos de golpe de Estado. Vimos un presidente preso por malversación,
Tuvimos la crísis financiera más grave de nuestra historia, solventada con la
mayor inversión estatal de la historia de Venezuela, mientras desaparecian
innumerables bancos y empresas asociadas. Vimos, en los hechos, desaparecer
la Seguridad Social ahogada en la corrupción. Nos acostumbramos a tener cada
semana más muertos que en cualquier guerra del planeta. Observamos como
nuestras principales empresas luchaban por reestructurarse y adaptarse a los
tiempos: PDVSA tuvo dos intentos de transformación estructural y una rebelión
gerencial; en ella se puso a prueba la “internacionalización“ y la “internalización”,
la “descentralización” y la “centralización”. Nuestra principal empresa eléctrica
del sector privado, tras un año de pérdida constante de valor de mercado, fue
objeto de una toma hostil por el capital transnacional (a tan solo un mes de una
evaluación gerencial en la que se proclamaba un desempeño con un
cumplimiento del 98 % de las metas) Fueron diez años en los que las empresas
estatales del sector eléctrico estatal languidecieron, perdiendo capacidad
operativa, sin que se materializaran las necesarias inversiones; a la espera de
una reforma estructural que, teóricamente, incluiría algunas privatizaciones y la
constitución de una bolsa de energía. Diez años en los que la siderúrgica
integrada ha hecho crísis en todo el planeta. Diez años en los que la mayoría de
las empresas nacionales entraron en franco proceso de descapitalizacion,
quedando a merced del capital internacional; mientras la moneda perdía valor, el
PIB decrecía, la tasa de desempleo aumentaba y las instituciones se
desmoronaban. Todo bajo la promesa de una nueva institucionalidad que
vendría a constituirse en el eje de la solución de los males nacionales, en
particular, del drama de la exclusión y la pobreza.
Diez años en los que el mundo conoció el período de crecimiento económico
más largo del siglo XX, se constituyó la Comunidad Económica Europea, se
difundió internet, se crearon los primeros negocios electrónicos, se descubrió la
codificación del genoma humano, el capital intelectual se volvió el núcleo de la
creación de riqueza y por supuesto, también, se expandió la contradicción entre
los que apostaban a la globalización y quienes la adversaban, entre quienes
aspiran a la prservación del ambiente y quienes lo depauperan.
Fueron diez años en los que la promesa se ha extendido, mientras quienes la
promovían, contando con un inédito respaldo social, económico y político han
terminado sumiendo al país en una profunda crisis de expectativas, frustración y
rabia.
La crisis no ha llegado su fin, por el contrario pareciera profundizarse y hace
inevitable recordar la advertencia de Juan Nuño: “Los seres humanos hemos
dado en llamar crisis a aquellos momentos en que estamos forzados a decidir y
no tenemos el coraje de hacerlo”. Si Nuño esta en lo cierto, diez años de
cobardía son demasiados y las consecuencias ya no se pueden ocultar.
III
El Cambio Planeado
Es con base en los antecedentes mencionados, que deseamos atender al
requerimiento que La ANRI nos ha formulado. Para ello, en el análisis que sigue,
colocaremos en cursiva nuestras afirmaciones del año 1992 y en letra regular
nuestros comentarios. Decíamos en 1992 que “la literatura sobre el cambio
social es muy antigua, sin embargo, la referida al cambio en el ambiente más
controlado y reducido de las organizaciones o instituciones no lo es tanto. En
ella se hace constante referencia al concepto de “Cambio Planeado”. Bajo este
concepto se sugiere, esencialmente que, para incluir un cambio positivo en las
organizaciones, es necesario lograr:
IV
El Cambio Caótico
Decíamos en 1992 que: “estos hechos son los que nos han llevado a considerar
los recientes desarrollos –en el campo de las ciencias físicas y matemáticas- de
la “Ciencia del Caos”, como áreas de oportunidad para una conceptualización
más certera de los procesos de cambio. Algunas de las observaciones derivadas
de estas nuevas teorías son las siguientes:
V
Los Criterios para la Acción
Decíamos en 1992 que “es con base en estos conceptos que, con relación al
cambio organizacional, nos hemos permitido formular los siguientes criterios
para la acción”:
♦ El Lenguaje es el primer ordenador social y, como tal, constituye el
instrumento clave en la administración de los procesos de cambio.
Hoy, diez años después, podemos observar en los hechos la
absoluta pertinencia de esta afirmación. Ciertamente, es imposible
construir un mejor estado para una organización, una comunidad o
una nación, cuando el lenguaje de los líderes se concentra
sistemáticamente en la evocación sesgada del pasado y en la
destrucción de los vínculos que mantienen a las personas
integradas a sus empresas, comunidades y naciones. Más aún
cuando con el uso del lenguaje se destruyen los fundamentos
mismos de la identidad que distingue, a las empresas en el
contexto de las economías, a las comunidades en el marco de una
sociedad cada vez más globalizada y a las naciones en el
concierto de un mundo que cambia aceleradamente.
La superación de la percepción de caos, la construcción de nuevas
y duraderas instituciones, el despliegue de procesos creadores de
riqueza, la preservación y desarrollo de la identidad, exigen de los
nuevos líderes un lenguaje radicalmente distinto, que
constantemente convoque a la acción proactiva para el diseño y
materialización de un futuro cada vez mejor.
♦ El Tiempo es la variable clave para la actuación preventiva frente a las
bifurcaciones aleatorias emergentes en los procesos de cambio.
Estos diez años han servido para comprobar, fehacientemente,
que la constante postergación de las decisiones (como es el caso
de las decisiones requeridas para efectuar la reforma integral del
Sistema de Seguridad Social) incrementa la complejidad y
complicación de los problemas e impide el perfeccionamiento
evolutivo de los sistemas públicos y privados
♦ Los sistemas sociales no soportan el caos durante mucho tiempo y
tienden a auto-organizarse.
Esta promesa de la teoría del Caos sigue vigente y los procesos de
auto-organización de la Sociedad Civil, actualmente en curso,
parecen confirmar en los hechos la afirmación precedente.
♦ El metasistema condiciona la viabilidad del triunfo de un ordenador. Por
tanto, la intervención planeada para imponer un ordenador a un sistema
social, al margen de los procesos en curso a nivel del metasistema, puede
resultar disfuncional para el proceso de auto-organización.
Al margen de las buenas intenciones. Los planificadores y
ejecutores de cambios deben recordar que las empresas no
pueden auto-organizarse sin tomar en consideración lo que ocurre
en las comunidades en que se inscriben, las comunidades no
pueden auto-organizarse sin tomar en consideración lo que ocurre
en las naciones de las que forman parte; las naciones no pueden
auto-organizarse sin tomar en consideración los procesos en
marcha en el planeta. Cuando se procede a contramarcha de los
procesos de orden superior se incurre en costos crecientes que,
tarde o temprano, terminan por hacer inviable al sistema, llámese
éste: Empresa, Comunidad o Nación. En Venezuela ya estamos
tomando conciencia de estos costos y es de esperar que las
decisiones del futuro realmente estén fundamentadas en los
aprendizajes del pasado.