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EL CAMBIO CAOTICO

Arq. Eleodoro Ventocilla,


Presidente DKV Asociados.

En el año de 1992, en el marco del Programa Avanzado de Consultoría El Arquitecto Eleodoro


Ventocilla publicó un artículo que resultó premonitorio. Pues anticipó muchas de las situaciones
con las que hoy se manifiesta el cambio a nuestro alrededor.
En esta oportunidad, dado el tema central de nuestra revista, hemos creido conveniente invitarle
a retomar el tema. Esta vez enriqueciendo los conceptos con las situaciones concretas que a lo
largo de estos diez años se han presentado en nuestro contexto.

I
La Promesa

En los últimos diez años, tanto en el Mundo como en nuestro país, han ocurrido
algunos eventos marcadores. Sin embargo, en Venezuela, estos diez años
estuvieron signados por una promesa central: la promesa del cambio positivo
que nos lanzaría a la conquista de la modernidad, que solventaría los males del
pasado y establecería el piso estructural en el que se fundamentaría una nueva
República que haría de Venezuela una referencia mundial democrática,
participativa y protagónica.
Esta promesa se inaugura, cuando aparentemente, luego de cuarenta años de
democracia habiamos constatado que el modelo económico rentista se había
agotado, que el Estado productor no daba para más, que era necesario
reformarlo acabando con la corrupción que le corroía y, en fin, que era necesario
encontrar la vía más idónea para insertarnos proactivamente en las corrientes
económicas globales.

II
Los Hechos
Sin embargo, en estos diez años hemos observado como los tercos hechos
muestran una realidad diferente a la promesa del cambio: hemos asistido a dos
intentos de golpe de Estado. Vimos un presidente preso por malversación,
Tuvimos la crísis financiera más grave de nuestra historia, solventada con la
mayor inversión estatal de la historia de Venezuela, mientras desaparecian
innumerables bancos y empresas asociadas. Vimos, en los hechos, desaparecer
la Seguridad Social ahogada en la corrupción. Nos acostumbramos a tener cada
semana más muertos que en cualquier guerra del planeta. Observamos como
nuestras principales empresas luchaban por reestructurarse y adaptarse a los
tiempos: PDVSA tuvo dos intentos de transformación estructural y una rebelión
gerencial; en ella se puso a prueba la “internacionalización“ y la “internalización”,
la “descentralización” y la “centralización”. Nuestra principal empresa eléctrica
del sector privado, tras un año de pérdida constante de valor de mercado, fue
objeto de una toma hostil por el capital transnacional (a tan solo un mes de una
evaluación gerencial en la que se proclamaba un desempeño con un
cumplimiento del 98 % de las metas) Fueron diez años en los que las empresas
estatales del sector eléctrico estatal languidecieron, perdiendo capacidad
operativa, sin que se materializaran las necesarias inversiones; a la espera de
una reforma estructural que, teóricamente, incluiría algunas privatizaciones y la
constitución de una bolsa de energía. Diez años en los que la siderúrgica
integrada ha hecho crísis en todo el planeta. Diez años en los que la mayoría de
las empresas nacionales entraron en franco proceso de descapitalizacion,
quedando a merced del capital internacional; mientras la moneda perdía valor, el
PIB decrecía, la tasa de desempleo aumentaba y las instituciones se
desmoronaban. Todo bajo la promesa de una nueva institucionalidad que
vendría a constituirse en el eje de la solución de los males nacionales, en
particular, del drama de la exclusión y la pobreza.
Diez años en los que el mundo conoció el período de crecimiento económico
más largo del siglo XX, se constituyó la Comunidad Económica Europea, se
difundió internet, se crearon los primeros negocios electrónicos, se descubrió la
codificación del genoma humano, el capital intelectual se volvió el núcleo de la
creación de riqueza y por supuesto, también, se expandió la contradicción entre
los que apostaban a la globalización y quienes la adversaban, entre quienes
aspiran a la prservación del ambiente y quienes lo depauperan.
Fueron diez años en los que la promesa se ha extendido, mientras quienes la
promovían, contando con un inédito respaldo social, económico y político han
terminado sumiendo al país en una profunda crisis de expectativas, frustración y
rabia.
La crisis no ha llegado su fin, por el contrario pareciera profundizarse y hace
inevitable recordar la advertencia de Juan Nuño: “Los seres humanos hemos
dado en llamar crisis a aquellos momentos en que estamos forzados a decidir y
no tenemos el coraje de hacerlo”. Si Nuño esta en lo cierto, diez años de
cobardía son demasiados y las consecuencias ya no se pueden ocultar.

III
El Cambio Planeado
Es con base en los antecedentes mencionados, que deseamos atender al
requerimiento que La ANRI nos ha formulado. Para ello, en el análisis que sigue,
colocaremos en cursiva nuestras afirmaciones del año 1992 y en letra regular
nuestros comentarios. Decíamos en 1992 que “la literatura sobre el cambio
social es muy antigua, sin embargo, la referida al cambio en el ambiente más
controlado y reducido de las organizaciones o instituciones no lo es tanto. En
ella se hace constante referencia al concepto de “Cambio Planeado”. Bajo este
concepto se sugiere, esencialmente que, para incluir un cambio positivo en las
organizaciones, es necesario lograr:

♦ Insatisfacción positiva con el Estado Actual de la organización.


♦ Una visión compartida y clara del Estado Deseado.
♦ Un proceso diseñado para la transición del Estado Actual al Estado
Deseado.
♦ Una conducta social ajustada al Proceso diseñado para la Transición.
♦ La aceptación del conflicto como un hecho normal, que requiere instalar en
la organización la capacidad de manejarlo.

Ya entonces la experiencia cotidiana nos confrontaba con algunos hechos


concretos, que sintetizabamos en los siguientes:

♦ Que muchos cambios emergen del contexto aún cuando en la organización


no se haya generado una “insatisfacción positiva”, como lo suele evidenciar
la resistencia al cambio.
Hoy sabemos que las personas realmente no se resisten al
cambio; en realidad se resisten que las cambien, se resisten que
se las sume sin consideración alguna al proyecto del cambio ajeno,
se resisten a participar en aquellos cambios en los que perciben la
posibilidad de ver anulada su libertad. Se resisten al cambio que
les reduce las opciones en lugar de incrementarlas.
♦ Que, usualmente, ante las presiones de cambio no se tiene una “Visión
Clara” y mucho menos “compartida” de la dirección del cambio.
Evidentemente, en estos diez años, mientras ha crecido la
conciencia de la necesidad de producir cambios, la sociedad se ha
polarizado con relación a la dirección y atributos más convenientes
que deben caracterizar dicho cambio. La política se expresa en la
polarización ideológica, mientras los negocios se concentran en el
corto plazo, en la preservación del capital y la anticipación de la
adversidad. Mientras en el social se busca un proyecto país que
convoque las energías de todos, en el nivel micro las empresas se
focalizan en la busca de viabilidad.
♦ Que los procesos de transición suelen desencadenarse en formas y
direcciones impredecibles.
Progresivamente, durante estos diez años, la apelación a los
liderázgos mesiánicos ha derivado en un creciente voluntarismo
cada vez más intolerante a la diversidad de creeencias y opiniones;
lo cual inevitablemente deriva en que advertencia, toda iniciativa
orientada a considerar opciones no oficiales sea frecuentemente
negada, mientras se cubren bajo la denominación de lo
“revolucionario” algunas de las conductas más conservadoras de
los males nacionales.
Lamentablemente, una vez más, gran parte de lo que ha ocurrido
fue predicho por alguien e ignorado por muchos, aunque nadie
imaginó las magnitudes que iría asumiendo la crisis.

♦ Que el temor, la confusión, la incertidumbre y aún la violencia suelen


emerger con gran inversión de energía en los procesos de cambio.
Ciertamente, al considerar esta afirmación diez años después es
inevitable pensar que hubiera sido mejor equivocarse. No solo ha
habido temor, confusión y violencia. Algunos han llegado al punto
de considerar la muerte del contrario como un precio posible para
materializar la promesa del cambio, y la impunidad ha terminado
envileciendo la relación entre gobernantes y gobernados.

♦ Que las fuerzas competitivas pueden avasallar los esfuerzos de cooperación


convirtiendo el proceso de cambio no sólo en un “proceso conflictivo” sino en
un “proceso caótico”.
Es indudable que los hechos nos han dado razón. La ausencia de
un liderazgo realmente ordenador y constructor, permitió que los
procesos sociales en lugar de traducirse en un nuevo y mejor
orden socio económico y político, terminaran traduciéndose en una
crísis de gobernabilidad que un número creciente de analistas no
duda en calificar como caos social.

IV
El Cambio Caótico

Decíamos en 1992 que: “estos hechos son los que nos han llevado a considerar
los recientes desarrollos –en el campo de las ciencias físicas y matemáticas- de
la “Ciencia del Caos”, como áreas de oportunidad para una conceptualización
más certera de los procesos de cambio. Algunas de las observaciones derivadas
de estas nuevas teorías son las siguientes:

♦ Los cambios son normales en los sistemas complejos.


♦ El cambio es la respuesta natural de un sistema complejo a los
requerimientos cambiantes de su entorno. Por eso es una manifestación
característica de los seres vivos.
♦ El cambio se genera al debilitarse el ordenador dominante en un sistema.
Aquel que le otorgaba establidad en un contexto dado.
Es evidente que en los últimos años esto ha ocurrido y el nuevo
ordenador no termina de emerger, entre otras razones porque no
existe un convenimiento social lo suficientemente amplio para
elegir entre las opciones que se ofrecen a los ciudadanos. Sin
embargo, sí existiría un creciente consenso con relación a aquello
que nó se quiere, lo cual se traduce en el rechazo de toda forma de
totalitarismo en intolerancia.
♦ El dominio de un ordenador se expresa en la configuración o estructura
del sistema. Cuando esta configuración compromete la viabilidad del sistema
el ordenador dominante se debilita y se hace factible la emergencia de otros
ordenadores.
En los últimos tres años de la década que nos ocupa se ha
experimentado con una nueva configuración de los órganos del
poder, estructurada a partir de una convención nacional que fue
aprobada por las mayorías. En los últimos tiempos esa
configuración ha comenzado a ser retada por un creciente número
de ciudadanos que ven esa configuración no solo un freno sino una
verdadera amenaza para sus iniciativas y para la viabilidad de sus
empresas.
♦ El proceso de cambio de ordenadores no sólo es conflictivo, sino que es
caótico y suele estar acompañado de una gran manifestación de energía.
Los últimos meses, de marchas, contramarchas y creciente
agitación social, han puesto en evidencia que la afirmación de
1992 ha adquirido plena vigencia en la Venezuela de hoy.
♦ El cambio caótico se expresa en un “patrón” de bifurcaciones aleatorias,
hasta que el triunfo de un ordenador establece un nuevo estado de relativa –
o comparativa- estabilidad que establece una situación de viabilidad en el
nuevo estado del contexto.
Hoy en día estas bifurcaciones se manifiestan en las diferentes
formas de organización de la Sociedad Civil y en su creciente
presión por el establecimiento de un orden distinto en la marcha
hacia la promesa incumplida.
♦ Las características que asumirá el nuevo estado de estabilidad no son
predecibles.
Hoy como en 1992, La lucha por el poder sigue expresándose en
un estado de inestabilidad y aún es difícil predecir bajo que
nuevos atributos se irá generando la estabilidad institucional.
♦ La duración del nuevo estado de estabilidad no es predecible.
No era predecible en 1992, aún no parece serlo en el 2002.
♦ Los sistemas complejos tienden a la estabilidad y para ello acuden a
procesos de auto-organización. El caos es sólo la expresión externa de los
procesos de auto-organización de los sistemas complejos.
La apatía de 1992, ha sido sustituida por la pasión participativa de
la Sociedad Civil Venezolana. Hoy en día, como pocas veces en la
historia de América Latina, la Sociedad Civil Venezolana esta
profundamente comprometida en procesos de auto-organización
tanto para defenderse de aquello que percibe como amenazas
como para proponer cambios estructurales que hagan factible el
cumplimiento de la promesa.

V
Los Criterios para la Acción

Decíamos en 1992 que “es con base en estos conceptos que, con relación al
cambio organizacional, nos hemos permitido formular los siguientes criterios
para la acción”:
♦ El Lenguaje es el primer ordenador social y, como tal, constituye el
instrumento clave en la administración de los procesos de cambio.
Hoy, diez años después, podemos observar en los hechos la
absoluta pertinencia de esta afirmación. Ciertamente, es imposible
construir un mejor estado para una organización, una comunidad o
una nación, cuando el lenguaje de los líderes se concentra
sistemáticamente en la evocación sesgada del pasado y en la
destrucción de los vínculos que mantienen a las personas
integradas a sus empresas, comunidades y naciones. Más aún
cuando con el uso del lenguaje se destruyen los fundamentos
mismos de la identidad que distingue, a las empresas en el
contexto de las economías, a las comunidades en el marco de una
sociedad cada vez más globalizada y a las naciones en el
concierto de un mundo que cambia aceleradamente.
La superación de la percepción de caos, la construcción de nuevas
y duraderas instituciones, el despliegue de procesos creadores de
riqueza, la preservación y desarrollo de la identidad, exigen de los
nuevos líderes un lenguaje radicalmente distinto, que
constantemente convoque a la acción proactiva para el diseño y
materialización de un futuro cada vez mejor.
♦ El Tiempo es la variable clave para la actuación preventiva frente a las
bifurcaciones aleatorias emergentes en los procesos de cambio.
Estos diez años han servido para comprobar, fehacientemente,
que la constante postergación de las decisiones (como es el caso
de las decisiones requeridas para efectuar la reforma integral del
Sistema de Seguridad Social) incrementa la complejidad y
complicación de los problemas e impide el perfeccionamiento
evolutivo de los sistemas públicos y privados
♦ Los sistemas sociales no soportan el caos durante mucho tiempo y
tienden a auto-organizarse.
Esta promesa de la teoría del Caos sigue vigente y los procesos de
auto-organización de la Sociedad Civil, actualmente en curso,
parecen confirmar en los hechos la afirmación precedente.
♦ El metasistema condiciona la viabilidad del triunfo de un ordenador. Por
tanto, la intervención planeada para imponer un ordenador a un sistema
social, al margen de los procesos en curso a nivel del metasistema, puede
resultar disfuncional para el proceso de auto-organización.
Al margen de las buenas intenciones. Los planificadores y
ejecutores de cambios deben recordar que las empresas no
pueden auto-organizarse sin tomar en consideración lo que ocurre
en las comunidades en que se inscriben, las comunidades no
pueden auto-organizarse sin tomar en consideración lo que ocurre
en las naciones de las que forman parte; las naciones no pueden
auto-organizarse sin tomar en consideración los procesos en
marcha en el planeta. Cuando se procede a contramarcha de los
procesos de orden superior se incurre en costos crecientes que,
tarde o temprano, terminan por hacer inviable al sistema, llámese
éste: Empresa, Comunidad o Nación. En Venezuela ya estamos
tomando conciencia de estos costos y es de esperar que las
decisiones del futuro realmente estén fundamentadas en los
aprendizajes del pasado.

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