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Consumidor.
La estrategia comercial que se defina tendrá repercusión directa en los ingresos y
egresos del proyecto y se verá influida por las características tanto del consumidor
como del competidor, en ese orden. Para abordar el estudio de mercado consumidor,
la imposibilidad de conocer los gustos, deseos y necesidades de cada individuo que
potencialmente puede transformarse en un demandante del proyecto hace necesaria
la agrupación de estos de acuerdo con algún criterio lógico.
En ocasiones, se requiere estudiar los dos, como, por ejemplo, cuando se pretende
comercializar un producto a través de grandes tiendas consolidadas, la relación es
con una institución (B2B) y no con el consumidor final; sin embargo, tanto el diseño
del producto como su promoción y publicidad son orientados al consumidor final
(B2C), aunque el proyecto no interactúe directamente con él, sino que sea el canal el
que lo haga.
En ese caso, las decisiones de compra del canal respecto de las decisiones de compra
del consumidor final obedecerán a parámetros totalmente distintos; mientras el
primero centra sus decisiones de compra en aspectos objetivos, como por ejemplo
condiciones de compra, plazos de pago, precios, descuentos por volumen, etcétera,
el segundo lo hace sobre la base de aspectos más subjetivos, como pudieran ser los
valores de marca, imagen, diseño, etcétera; sin embargo, para el éxito del producto,
y en particular del proyecto, se requerirá el análisis de ambos segmentos.
Al investigar las razones por las cuales una persona asiste a un gimnasio, por ejemplo,
los primeros argumentos pueden atribuirse a un tema de salud, deporte y calidad de
vida; sin embargo, puede deberse a razones psicológicas ocultas, como el grado de
inseguridad personal que necesita contrarrestar con un cuerpo trabajado, un vehículo
suntuoso o una determinada vestimenta. Esto explica que los estudios de mercado
hayan tendido a la utilización de técnicas de investigación etnográficas, es decir, a la
observación de la conducta del consumidor en un determinado contexto, donde lo
relevante no es lo que la gente dice que hace, sino lo que realmente hace.
Como esto no puede conocerse a priori, es necesario investigar quién compra. Para
lo cual deberán estudiarse los hábitos de consumo de la población, los que a su vez
permitirán conocer cómo se compra; por ejemplo, si es al contado o a crédito, a
diario o mensualmente, si se va a un supermercado o se compra por internet, en
tamaño individual o familiar, etcétera. Además, deberá conocerse por qué se compra,
es decir, las motivaciones que inducen a optar por una determinada marca, envase o
producto sustituto.