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El “benévolo designio de Dios” de Dios, a lo largo del CCE

Podríamos empezar esta exposición –dado que estamos en el Año de la Fe– desde CCE 142.
En CCE 142 –cuando el CCE comienza a hablar de la fe– el “benévolo designio de Dios”
vuelve a convertirse en el punto de partida para comenzar a exponer sobre la Revelación. Y, a
la luz de lo visto en números anteriores, este “benévolo designio” aparece ya como una
constante.
El inicio mismo de la exposición sobre la Revelación, se fundaba en este “designio
benevolente” (CCE 50, 51-53): la razón que Dios tiene para comunicarse es su bondad.
Al comenzar a tratar de la “transmisión de la Revelación divina”, es también el amoroso
querer divino es lo que fundamenta esta segunda parte de la “comunicación de Dios”, aunque
no aparezca aquí la expresión “designio benevolente”: “Dios «quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4)... «Dios quiso que lo que había
revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por siempre íntegro y fuera
transmitido a todas las edades».1” (CCE 74). Y lo mismo sucede cuando se empieza a tratar de
la Sagrada Escritura en particular, pues “en la condescendencia de su bondad, Dios, para
revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas” (CCE 101).
Más allá de la Primera Sección, y al comenzar a tratar de la Trinidad, el CCE abre el
«benevolum consilium» divino a toda la economía de la salvación, y en clave trinitaria:
“En este párrafo, se expondrá brevemente de qué manera es revelado el misterio de la Bienaventurada
Trinidad (I), cómo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente cómo, por las
misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo, Dios Padre realiza su «designio amoroso (benevolum consilium)»
de creación, de redención, y de santificación (III).” (CCE 235).
Por eso, el “designio” divino aparecerá relacionado con diversos aspectos de la divina
providencia manifestada en la creación;2 con la obra de la redención:3 tanto con la
encarnación,4 como –especialmente– con el misterio pascual; 5 y con la obra santificadora del
Espíritu,6 mediada por la Iglesia.7 En estos contextos, María aparece relacionada cinco veces
con el “designio” salvador de Dios.8
La Segunda Parte del CCE también comenzará fundando en el “designio benevolente” la
bendición divina, que se dispensa por medio de la liturgia.9
En la Tercera Parte, “el designio de Dios” aparece relacionado con el matrimonio y la
familia,10 con la vocación a la castidad,11 y con las diferencias que hay entre las personas,
diferencias que deben impulsar al amor y a la comunión.12
Finalmente, el último número del CCE que trata sobre el “benevolum consilium” nos pone
el telón de fondo y nos revela la fuente bíblica de esta expresión:
“Él [nuestro Padre] nos ha dado a «conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio
(beneplacitum) que en él se propuso de antemano...: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza... a él por quien
entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión
(consilium) de su Voluntad» (Ef 1,9-11). Pedimos con insistencia que se realice plenamente este designio de
benevolencia (benevolens consilium), en la tierra como ya ocurre en el cielo.” (CCE 2823).

1
CONCILIO VATICANO II, Dei Verbum, 7.
2
Cf. CCE 302 y 306 (y los resúmenes de CCE 315 y 323); y CCE 379.
3
Cf. CCE 566.
4
Cf. 502, 723, 725 (en este número no aparece la expresión “designio”, pero se habla del “amor benevolente de
Dios”) y 2617. Y en todos estos números la perspectiva es mariana.
5
Cf. CCE 599s, donde el “designio” divino aparece siete veces; y CCE 604, que es un número “clave”.
6
Cf. CCE 686
7
Cf. CCE 751 (en el título del Párrafo), 758 (que menciona a la Trinidad) y 2617.
8
Cf. CCE 502, 721, 723, 2617, 2679.
9
Cf. CCE 1066, que es el mismísimo primer número de esa Segunda Parte.
10
Cf. CCE 1602 y 2201, respectivamente.
11
Cf. CCE 2343.
12
Cf. CCE 1946.
De este modo, vemos que el magnífico y abarcador himno con que inicia la Carta a los
Efesios, constituye uno de los marcos que el CCE explota a lo largo de todo su texto. Y
recordemos que este himno menciona a las Tres Personas Divinas, y les apropia las tres etapas
de la salvación, de las que el mismo CCE se ha servido.
Descubierta la cita de Ef 1, 9-11, vemos que el CCE vuelve a citar explícitamente Ef 1, 9 y
el “designio benevolente” en contextos muy significativos:13
– cuando comienza a hablar de las obras divinas y las misiones trinitarias:
“Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere
comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el «designio benevolente (beneplacitum Eius)»
(Ef 1, 9) que concibió antes de la creación del mundo...” (CCE 257).
– cuando comienza la Segunda Parte del CCE, ya en su primera frase:
“En el Símbolo de la fe, la Iglesia confiesa el misterio de la Santísima Trinidad y su «designio benevolente
(beneplacitum Eius)» (Ef 1, 9) sobre toda la creación: El Padre realiza el «misterio de su voluntad» dando a su
Hijo Amado y al Espíritu Santo para la salvación del mundo y para la gloria de su Nombre.” (CCE 1066).
– cuando comienza a tratar de la primera petición de la Oración del Señor:
“Desde la primera petición a nuestro Padre, estamos sumergidos en el misterio intimo de su Divinidad y en el
drama de la salvación de nuestra humanidad. Pedirle que su Nombre sea santificado nos implica en «el benévolo
designio (beneplacitum Eius) que él se propuso de antemano» (Ef 1, 9) para que nosotros seamos «santos e
inmaculados en su presencia, en el amor» (Ef 1, 4).” (CCE 2803).14
En este punto, el CCE es original en relación con su fuente más directa que es DV. Pues, si
bien DV también comienza hablando de la “bondad y sabiduría de Dios” como fundamentos
de la Revelación (DV 2) –y este es el único lugar donde el Vaticano II apela a Ef 1, 9–; no
obstante, no hace del tema una constante estructural, ni trae nunca la expresión «benevolum
consilium».15

13
Si bien CCE 2823 es el único número donde aparecen juntos “beneplacitum” y “consilium”.
14
También aparece el tema del “beneplácito” divino –citando en estos casos Ef 1, 5– en CCE 294, respondiendo
al por qué de la creación del mundo; y en CCE 1077, cuando se contempla toda la historia de la salvación como
una inmensa bendición divina.
15
De hecho, los documentos del Concilio Vaticano II sólo parecen traer expresiones semejantes en AG 3 ( “ex
benigno consilio providentis Dei”) y GS 45 (“consilio Eius dilectionis”), que cita en el contexto al himno de la
Carta a los Efesios.

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