Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
K. RAHNER, “Advertencias sobre el tratado teológico «De Trinitate»”, en Escritos de Teología IV, Madrid
1962, 105-136. El original alemán es de 1960. Y luego, Rahner reelaboró esto y lo publicó en Mysterium Salutis
II.
2
En este sentido, ellos Tres son más distintos entre sí, que nosotros entre nosotros: un hombre de mediana edad
puede ser, simultáneamente, padre, hijo y “paráclito” (= amigo)... y encontrar fácilmente otro sujeto como él:
Dios Padre no tiene otro Dios Padre igual a él, sino a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo.
3
En este sentido, recordemos que Juan Duns Escoto –“el doctor sutil”– definía a la persona como “ultima
solitudo”, es decir, como “última soledad” o “soledad extrema” (ESCOTO, JUAN DUNS, Reportata Parisiensia, I,
d. 25. q. 2, n. 14). Con esto, Escoto anticipa temas de la filosofía existencialista contemporánea.
su “unidad el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el
Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo”
(CCE 255).” 4
También esto es un mensaje y un modelo para nosotros. Pues también los seres humanos
somos personas distintas y con diferentes propiedades personales. Y tenemos en común,
también, el pertenecer a la misma naturaleza humana. ¿Qué nos falta, entonces, cuando no
logramos la comunión? Pues nos falta tener las mismas actitudes: saber compartir, darse a
los demás, vivir los valores de Vida, Verdad y Amor, que fundamentan la comunión entre
nosotros, la resguardan y la acrecientan.
Ya San Pablo nos mostraba en su 1ª Carta a los Corintios (12, 12-26) que, si bien somos
“estructuralmente” distintos –como los distintos órganos del cuerpo– la común-unión se
produce si cada uno sabe compartir y sabe darse a los demás. Y, justamente por esto, esta
reflexión de San Pablo culmina hablando del amor, en su página más conocida: el himno a la
caridad (1 Cor 13).
Que la misma Trinidad divina nos ilumine para comprender con sabiduría el misterio de su
Comunión, y nos fortalezca para poder vivirla cada día, en la Iglesia y en el mundo.
4
J. FAZZARI, La Santísima Trinidad en el Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, 2007; p. 433 (tesis de
licenciatura inédita).