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GESTION
INSTITUCIONAL,
CURRICULUM Y
ENSEÑANZA.
Y bien, un programa de aprendizaje, el currículo, que hace que haya cierta cantidad de
etapas fijadas de manera racional, es también algo que es indispensable para la
formación, forma parte de los soportes y condiciones de la formación, pero no es la
formación.
Entonces ¿qué es la formación? Es algo que tiene relación con la forma. Una forma para
actuar, para reflexionar y perfeccionar esta forma. No sé si se puede decir así en español,
pero formarse es “ponerse en forma”, como el deportista que se pone en forma. La
formación es entonces completamente diferente de la enseñanza y del aprendizaje. O sea
que la enseñanza y el aprendizaje pueden entrar en la formación, pueden ser soportes de
la formación, pero la formación, su dinámica, este desarrollo personal que es la formación
consiste en encontrar formas para cumplir con ciertas tareas para ejercer un oficio, una
profesión, un trabajo, por ejemplo.
1
Gilles Ferry, pedagogo, una de las figuras fundadoras de las Ciencias de la Educación en Francia, dictó un
Seminario en 1996, en la Universidad de Buenos Aires, del cual surgió este Documento, que consta de dos
partes. La primera, "Casos y problemática de la educación de adultos", es un trabajo traducido por primera
vez al castellano, en el que se presenta la formación docente como un caso particular de la formación
profesional. La segunda parte: "La formación: dinámica del desarrollo personal", constituye el Seminario
mencionado, desarrollado por el prof. Ferry en 1996, en el marco de la Carrera de Formación de
Formadores, y en el que plantea el concepto de formación con una profundidad poco común: "La formación
como dinámica de un desarrollo personal que cada sujeto hace por sus propios medios
2
FERRY, G. (1993): “Pedagogía de la formación” Eds. FFL-UBA. Novedades Educativas, Bs.As. Capítulo 1
1
Cuando se habla de formación se habla de formación profesional, de ponerse en
condiciones para ejercer prácticas profesionales. Esto presupone, obviamente, muchas
cosas: conocimientos, habilidades, cierta representación del trabajo a realizar, de la
profesión que va a ejercerse, la concepción del rol, la imagen del rol que uno va a
desempeñar, etcétera. Esta dinámica de formación, esta dinámica de la búsqueda de la
mejor forma es un desarrollo de la persona que va a estar orientado según los objetivos
que uno busca y de acuerdo con su posición.
Retorno a una definición biológica de la formación. Cuando se dice que “un adolescente
hizo su formación”, se quiere decir que ya tiene las características sexuales que son las de
un adulto, que encontró sus formas. Es importante ver la formación de esta manera: como
la dinámica de un desarrollo personal.
Si esto se ve así, se debe renunciar a ciertas maneras de hablar que son frecuentes. Una
formación no se recibe. Nadie puede formar a otro. No se puede hablar de un formador y
de un formado. Hablar de un formador y de un formado es afirmar que hay un polo activo,
el formador, y un polo pasivo, aquél que es formado. Y la mayoría del tiempo éste es el
vocablo que se utiliza, creo que es lo mismo aquí que del otro lado del Atlántico. Nadie
forma a otro. El individuo se forma, es él quien se desarrolla, diría, de forma en forma.
Entonces lo que quiero decir es que el sujeto se forma solo y por sus propios medios.
Hay un autor francés que se llama Kaës3, que ha demostrado muy bien que las fantasías
existentes con respecto a la formación se sitúan entre dos extremos. Uno dado por la
fantasía de, la del escultor que crea a un otro a su imagen, lo modela, le da su forma, le
da forma a una materia que en ese momento es pasiva, dócil. Un escultor, un modelador
que encuentra su placer cuando terminó, realizó lo que tenía en su imaginación y que,
como dios, creó un ser a su semejanza.
Esta fantasía probablemente exista en todo formador... en todos nosotros. Nadie escapa
de esto. Sin embargo cuando empezamos a criticar esta manera de representarse el acto
de formación, solemos pasarnos al otro extremo. Nos decimos: “los individuos se forman
por sus propios medios, a través de sus propios recursos”. Los tratamos entonces como
otro personaje mítico: el fénix, el ave que se consume y renace de las cenizas.
Ninguna de éstas dos fantasías corresponde a la dinámica formativa. Por un lado, uno se
forma a sí mismo, pero uno se forma solo por mediación. Las mediaciones son variadas,
diversas. Los formadores son mediadores humanos, lo son también las lecturas, las
circunstancias, los accidentes de la vida, la relación con los otros… Todas estas son
mediaciones que posibilitan la formación, que orientan el desarrollo, la dinámica del
desarrollo en un sentido positivo.
Situadas las cosas así y admitiendo, entonces, que los dispositivos, los contenidos de
aprendizaje, el currículum no son la formación en sí sino medios para la formación,
3
Kaës, R y Anzieu, D Fantasme et formation. Paris, Dunod, 1976
2
podemos preguntarnos cuáles son las condiciones fundamentales para que esta dinámica
de desarrollo orientada hacia la adquisición de algunas formas se produzca. Es decir,
cuáles son las condiciones requeridas para que la formación tenga lugar.
Veo tres condiciones para realizar este trabajo sobre sí mismo: condiciones de lugar, de
tiempo y de relación con la realidad.
Trabajar sobre sí solo puede hacerse en los lugares previstos a tal propósito. Si uno está
haciendo un trabajo profesional, uno trabaja para otros; el profesor que da clase trabaja
para los alumnos. No se forma. Y me van a decir ustedes, seguramente: si porque
desarrolla su experiencia. Y yo les respondo: pero esta experiencia no va a ser formadora
para él, sólo lo será si en un momento dado, y en un tiempo dado, trabaja sobre si mismo.
Pensar, tener una reflexión sobre lo que se ha hecho, buscar otras maneras para hacer…,
eso quiere decir el trabajo sobre si mismo. Pero no se hacen las dos cosas al mismo
tiempo. Es por eso que es falso pensar en formarse haciendo. La experiencia de un trabajo
profesional no puede ser formadora para aquel que la lleva a cabo, salvo si encuentra los
medios de volver, de rever lo hecho, de hacer un balance reflexivo. Reflexionar es al
mismo tiempo reflejar y tratar de comprender, y en ese momento sí hay formación.
Entonces sólo hay formación cuando uno puede tener un tiempo y un espacio para este
trabajo sobre sí mismo. Es lo que han hecho todas las instituciones escolares,
universitarias, de formación, etc., empiezan poniendo a los alumnos en un lugar que tiene
por límite las paredes, definen un tiempo para esta formación… Tiempo yu lugar para la
formación, tiempo y lugar para el trabajo sobre sí mismo, que no puyede confundirse con
el trabajo profesional que es un trabajo para otros.
Hay un autor inglés, Winnicott4, que desarrollo la idea de espacio transicional que
caracteriza el juego de los niños. Cuando los niños juegan al doctor, a la enfermera, etc.,
4
Winnicott, D.W. Realidad y juego, Bs As, Gedisa, 1986
3
no son ni doctores ni enfermeras, pero encuentran la manera y los recursos de figurar esta
realidad en sus espacios de juego y convierten así el juego en una manera de acceder a
ella. Podríamos decir que han hecho una dialéctica entre retirarse de la realidad para
representársela, jugarla, actuarla, y para poder volver a ella y captarla. El proceso de
formación es exactamente esto. Es anticipar sobre situaciones reales, y es, a favor de estas
representaciones, encontrar actitudes, gestos convenientes, adecuados para impregnarse
de y en esta realidad. Winnicott dijo algo muy interesante sobre la manera en que nos
preparamos para los roles sociales y profesionales. Preparación que es una parte
importante de la formación.
Cuando uno se decide a desempeñar una profesión, a ejercer una función específica, fracasaría si
fuera puesto de manera abrupta frente a esta realidad. La idea es la de un espacio transicional,
fuera de tiempo y lugar, en el cual uno representa y se representa un rol que va a tener en la
profesión. Ese es el espacio y tiempo de la formación.
Esto es muy obvio en la formación inicial. Pero también se ve muy claramente en la formación
anterior a la entrada a un empleo y cuando se trata de la formación continua. Sabemos bien que
las acciones de formación continua se efectúan en tiempos y lugares retirados de la realidad
profesional. Hay que representarse esta realidad para actuarla… Creo que desde la experiencia
que tenemos todos y cada uno, podemos pensar en este momento en que nos preparamos para
un rol, donde lo que tratamos es de apropiarnos de él antes de estar confrontados con esta
realidad.
En relación con esto es importante pensar sobre los dispositivos de alternancia. Hoy se encuentra
la formación de alternancia en todas las acciones de formación profesional, tanto en la
Universidad como en el centro de formación docente. En el centro de formación o en el terreno o
en el aula o en una residencia.
El hecho de que los alumnos docentes hagan residencia en clases de establecimientos escolares no
tiene valor formativo salvo si, en el centro, se retoma la experiencia para describirla, analizarla,
tomar la problemática de formación en la que estuvo en contacto en terreno.
4
Ir a la práctica como un turista no tiene valor formativo. Sobre el terreno se deben utilizar
instrumentos de análisis que se hayan aprendido a usar en el centro.
Destaco que hay una tendencia predominante en este momento de valorización de la formación
sobre el terreno. Esto toma el sentido de una profesionalización de la función docente.
5
Fichas
DOCENTES
La presente ficha busca abrir un espacio de reflexión en torno a las distintas dimensiones de la práctica del
docente y en como ellas son inseparables de su actuar
La práctica docente trasciende una concepción técnica comunidad” (op. cit., p.22). Se desarrolla dentro de un contexto
del rol del profesor... “El trabajo del maestro está situado en el social, económico, político y cultural que influye en su trabajo,
punto en que se encuentran el sistema escolar (con una oferta determinando demandas y desafíos. Ella implica relaciones
curricular y organizativa determinada), y los grupos sociales con:
particulares. En este sentido, su función es mediar el encuentro • Con los alumnos y alumnas: relación que se da por
entre el proyecto político educativo, estructurado como oferta medio de un saber colectivo y culturalmente organizado,
educativa, y sus destinatarios, en una labor que se realiza cara que la escuela plantea para el desarrollo de las nuevas
a cara” (Fierro, Fortoul & Rosas, 1999, pp.20-21). generaciones.
La práctica docente es de carácter social, objetivo e • Con otros maestros. El docente participa tanto en
intencional. En ella intervienen los significados, percepciones relaciones internas con los docentes que trabajan en la
y acciones de las personas involucradas en el proceso misma institución, como en colectivos y gremios, a través
educativo (alumnos, docentes, padres, autoridades, etc.). de organizaciones sindicales para negociar sus condiciones
También intervienen los aspectos político-institucionales, laborales.
administrativos y normativos, que en virtud del proyecto • Con los padres de familia
educativo de cada país, delimitan el rol del maestro. • Con las autoridades
Maestros y estudiantes se constituyen en sujetos • Con la comunidad
que participan en el proceso (no son objetos ni meros • Con el conocimiento
productos). De este modo, los docentes son los encargados de • Con la institución. La escuela se configura como el
llevar a cabo y también de articular los procesos de aprendizaje escenario de formación continua del maestro y recrea
y generación de conocimientos, de recrearlos, a través de la el marco normativo y la regulación administrativa del
comunicación directa, cercana y profunda con los alumnos y sistema.
las alumnas que se encuentran en el aula. • Con todos los aspectos de la vida humana que van
Es decir, la práctica docente supone una diversa y compleja conformando la marcha de la sociedad
trama de relaciones entre personas: “La relación educativa • Con un conjunto de valores personales, sociales e
con los alumnos es el vínculo fundamental alrededor del cual instruccionales, pues tras sus prácticas, está el propósito
se establecen otros vínculos con otras personas: los padres de formar un determinado tipo de hombre y un modelo de
de familia, los demás maestros, las autoridades escolares, la sociedad (op. cit).
1
La práctica docente está muy vinculada a la gestión, concepciones, creencias, etc. La manera en que estas
pues ella implica la construcción social de las prácticas en la relaciones se entretejen, constituyendo un ambiente de
institución escolar. La gestión corresponde al “conjunto de trabajo, representa el clima institucional que cada día se va
procesos de decisión, negociación y acción comprometidos en construyendo dentro del establecimiento educativo.
la puesta en práctica del proceso educativo, en el espacio de la El análisis de esta dimensión supone una reflexión sobre
escuela, por parte de los agentes que en él participan” (op.cit, el clima institucional, los espacios de participación interna
p.23). La gestión escolar supone a la gestión pedagógica, que y los estilos de comunicación; los tipos de conflictos que
corresponde a“el conjunto de prácticas dirigidas explícitamente emergen y los modos de resolverlos, el tipo de convivencia
a conducir los procesos de enseñanza”. de la escuela y el grado de satisfacción de los distintos
actores respecto a las relaciones que mantienen. Finalmente,
es fundamental analizar la repercusión que tiene el
Dimensiones de la práctica docente clima escolar en la disposición de los distintos miembros
de la institución: docentes, directivos, administrativos,
Al considerar la práctica docente como una trama apoderados y estudiantes (op. cit.).
compleja de relaciones, se hace necesario distinguir algunas
dimensiones para un mejor análisis y reflexión sobre ésta: • Dimensión social: La dimensión social de la práctica
docente refiere a “el conjunto de relaciones que se refieren
• Dimensión Personal: El profesor ante todo es un ser a la forma en que cada docente percibe y expresa su tarea
humano, por tanto, la práctica docente es una práctica como agente educativo cuyos destinatarios son diversos
humana. El docente debe ser entendido como un sectores sociales” (op. cit., p.33).
individuo con cualidades, características y dificultades; con
ideales, proyectos, motivaciones, imperfecciones. Dada su Además de esto, se relaciona con la demanda social hacia
individualidad, las decisiones que toma en su quehacer el quehacer docente, con el contexto socio-histórico y político,
profesional adquieren un carácter particular. con las variables geográficas y culturas particulares. Por otro
En este ámbito, la reflexión se dirige a la concepción del lado, es esencial rescatar “el alcance social que las prácticas
profesor como ser histórico, capaz de analizar su presente pedagógicas que ocurren en el aula tienen desde el punto de
con miras a la construcción de su futuro. Es importante vista de la equidad” (op. cit., p 33).
mirar la propia historia personal, la experiencia profesional, El análisis de esta dimensión implica la reflexión sobre el
la vida cotidiana y el trabajo, las razones que motivaron su sentido del quehacer docente, en el momento histórico en que
elección vocacional, su motivación y satisfacción actual, sus vive y desde su entorno de desempeño. También, es necesario
sentimientos de éxito y fracaso, su proyección profesional reflexionar sobre las propias expectativas y las que recaen en
hacia el futuro (op. cit). la figura del maestro, junto con las presiones desde el sistema
y las familias.
• Dimensión institucional: La escuela constituye una Es necesario, asimismo, reflexionar sobre la forma
organización donde se despliegan las prácticas docentes. que en el aula se expresa la distribución desigual de
Constituye el escenario más importante de socialización oportunidades, buscando alternativas de manejo diferentes a
profesional, pues es allí donde se aprenden los saberes, las tradicionales.
normas, tradiciones y costumbres del oficio. En este
sentido, “la escuela es una construcción cultural en la que • Dimensión Didáctica: Esta dimensión se refiere “al papel
cada maestro aporta sus intereses, habilidades, proyectos del docente como agente que, a través de los procesos
personales y saberes a una acción educativa común” (op. de enseñanza, orienta, dirige, facilita y guía la interacción
cit). de los alumnos con el saber colectivo culturalmente
La reflexión sobre esta dimensión enfatiza las características organizado para que ellos, los alumnos, construyan su
institucionales que influyen en las prácticas, a saber: las propio conocimiento”.
normas de comportamiento y comunicación entre colegas
y autoridades; los saberes y prácticas de enseñanza que En este sentido, la función del profesor, en lugar de
se socializan en el gremio; las costumbres y tradiciones, transmitir, es la de facilitar los aprendizajes que los mismos
estilos de relación, ceremonias y ritos; modelos de gestión estudiantes construyan en la sala de clases.
directiva y condiciones laborales, normativas laborales y El análisis de esta dimensión se relaciona con la reflexión
provenientes del sistema más amplio y que penetran en la sobre la forma en que el conocimiento es presentado a los
cultura escolar. estudiantes para que lo recreen, y con las formas de enseñar
y concebir en proceso educativo. Con este fin, es necesario
• Dimensión interpersonal: La práctica docente se analizar: los métodos de enseñanza que se utilizan, la forma de
fundamenta en las relaciones de los actores que organizar el trabajo con los alumnos, el grado de conocimiento
intervienen en el quehacer educativo: alumnos, docentes, que poseen, las normas del trabajo en aula, los tipos de
directores, madres y padres de familia. Estas relaciones son evaluación, los modos de enfrentar problemas académicos
complejas, pues los distintos actores educativos poseen y, finalmente, los aprendizajes que van logrando los alumnos
una gran diversidad de características, metas, intereses, (op. Cit.,).
2
• Dimensión Valoral (valórica): La práctica docente no es
neutra, inevitablemente conlleva un conjunto de valores.
Cada profesor, en su práctica educativa, manifiesta PREGUNTAS
(de modo implícito o explícito) sus valores personales, PARA LA REFLEXIÓN
creencias, actitudes y juicios. En definitiva, el maestro va agregadas por cristina
mostrando sus visiones de mundo, sus modos de valorar
las relaciones humanas y el conocimiento y sus maneras de
guiar las situaciones de enseñanza, lo que constituye una
experiencia formativa (op. cit.). 1) Identifique uno o dos episodios de su vida laboral
como profesor
Por otro lado, la normativa de la escuela, tales como a. Descríbalas
las reglas explícitas e implícitas y las sanciones, también b. ¿Qué aspectos de mi vida personal/ institucional/
constituyen instancias de formación valórica. interpersonal/ social/ didáctica/ valoral influyen en
El análisis de esta dimensión enfatiza en la reflexión sobre mi práctica docente?
los valores y conductas, las maneras de resolver conflictos, y
las opiniones sobre diversos temas; elementos que el maestro 2) ¿Qué características de mi institución influyen en
de algún modo transmite a los estudiantes. Implica reflexionar mi práctica docente?
sobre los valores personales, especialmente sobre aquellos
relacionados con la profesión docente, y analizar como la propia 3) ¿Cómo el clima escolar de mi institución influye en
práctica da cuenta de esos valores. Por otro lado, es importante mi práctica?
reflexionar sobre la vida cotidiana de la escuela y acerca de los
valores que mueven las actuaciones y relaciones, los cuales se 4) ¿Qué demanda actualmente la sociedad al
constituyen en instrumentos de formación (op. cit). quehacer docente y qué me implica a ello a mí
En la práctica docente, al ser de carácter social, intervienen personalmente?
diversos procesos, que constituyen la compleja trama de
relaciones con las cuales el maestro debe vincularse. De esta 5) ¿Cuáles son los dos valores más importantes que
forma, se pueden distinguir algunas dimensiones que nos creo estar formando en mis estudiantes mediante
permiten analizar y reflexionar sobre nuestras propias prácticas mi práctica como docente? Ejemplifique en
en los diversos ámbitos que se encuentra inserto el maestro prácticas concretas cómo los forma más allá de los
desde su rol en la comunidad escolar. “decires”
Referencias bibliográficas
Fierro, C., Fortoul, B & Rosas, L (1999). Transformando la Práctica
Docente. Una Propuesta Basada en la Investigación Acción. México: RECURSOS VALORAS UC
Paidós. Capítulos 1 y 2. VINCULADOS
FICHAS:
• “La naturaleza social de la educación y el papel del
maestro, según Vygotski” (Contreras, 2003).
• “Vínculo Pedagógico Positivo: Principios para su
desarrollo” (Mena, Bugueño y Valdés, 2008).
• “El modelaje según Bandura” (Contreras, 2003).
• “Reflexión pedagógica, según Elliot” (Contreras,
2003).
• “Talleres de Reflexión Pedagógica” (Halcartegaray y
Alcalay, 2007).
• “Formación de equipos de trabajo colaborativo”
(Bugueño y Barros, 2008).
HERRAMIENTAS:
Valoras UC ofrece juegos, guía, debates y cine foros
para reflexionar en torno a la práctica docente.
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CONOCIMIENTOS QUE INTERVIENEN EN LA
PRACTICA DOCENTE
Teresita DE RIVAS'
Celina MARTIN'
: M. AlejandraVENEGAS'
RESUMEN
Para anaiizar los conocimientos que los profesores ponen en juego en sus practicas cotidianas se considera
necesario plantear el debate acerca de la naturaleza de los mismos, pese a que las numerosas Investigaciones recientes
arrojan evidencia creciente sobre su complejidad y muitideterminaclon.
A continuadon se presenta una experiencia realizada con alumnos de profesorados universitarios en la cual se
analizan las conceptuaiizaciones que han ido construyendo a lo largo de su formacion de grado acerca de los conocimientos
que intervienen en la practica docente.
El trabajo oomienza con algunas precisicnes conceptuales que orientaron el desarrollo de la experiencia A
contnuacion se describen las caracteristicas y aspectos metodoiogicos de la misma para posteriormente, en el anSlisis
propiamente dicho, considerar las caracteristicas de ia practica docente y ios conocimientos que pone en juego el profesor.
Para finaiizar se plantean algunas reflexiones que constituyen, a su vez, punto de partida para nuevos analisis.
Introducci6n
Para dar lugar al analisis de los conoci-
mientos que los profesores ponen en juego en
sus practicas cotidianas, creemos necesario plan-
tear el debate acerca de la naturaleza de los
mismos, pese a que las numerosas investigacio-
nes recientes arrojan evidencia creciente sobre
su complejidad y multideterminacion.
A continuacion presentamos una expe-
nencia realizada con alumnos de profesorados
universitarios, en la cual analizamos las
conceptuaiizaciones que han ido construyendo
a lo largo de su formacion de grado, acerca de
los conocimientos que intervienen en ia practica
docente.
Iniciamos el trabajo con algunas precisio-
nes conceptuales que orientaron el desarrollo de
Bajo Giuliani I N6stor SALAMERO la experiencia. A continuacion describimos las
caracteristicas y aspectos metodoiogicos de la
Teresita DE RIVAS, Celina MARTINI, M. Alejandra BENEGAS
Caracterizaci6n de la experiencia
La experiencia se llevo a cabo con la
totalidad de los alumnos de cuarto ario de la
asignatura "Practica de la Ensefianza", de los
Profesorados de Fiiosofia, Psicopedagogia y
Educacion Especial para Deficientes Mentales,
de la Facultad deCiencias Humanas delaUniver-
sidad Nacional de Rio Cuarto, durante el primer
cuatrimestre.
Se trabajo el tema Practica Docente y
Conocimiento, correspondienteal nudeotemati-
co Formacion y Practica Docente del programa
misma, para introducimos posteriormente en el de la asignatura. Las actividades previstas se
analisis propiamente dicho, considerando las realizaron en dos momentos: al iniciar el tema.
caracteristicas de la practica docente y los cono- para indagar los conocimientos previos de los
cimientos que pone en juego el profesor. Para alumnos en relaci6n con el mismo, y al finaiizar su
finalizar, planteamos aigunas refiexiones que se desarrollo, para analizar !as modificaciones y/o
constituyen a su vez en punto de partida para resignificaciones conceptuales construidas.
nuevosanalisjs. En ambos momentos la estrategia
Para analizar los conocimientos que se metodologica utilizada fue la misma. Se solicitd a
ponen en juego en la practica docente partimos los alumnos que en grupos -de 3 a 4 integrantes-
de la conceptualizacion de esta ultima como una elaboraran una representacion grafica -collage-
practica social (Angulo, 1994; Carr, 1993), com- acerca de los conocimientos que intervienen en
pleja, apoyada en perspectivas diversas que se- la practica docente, acompanada de una descrip-
fSAXIS f
iotfCArivAf
CONOCIMIENTOS QUE INTERVIENEN EN LA PRACTICA D O C E N T E
PMXIS
'(7003}
Teresita DE RIVAS. Cellna MARTINI, M. Alejandra SENEGAS
social itnpiica partir de un concepto de individuo, se dan cruces de aspectos de manera sucesiva
para comprender como las personas se impli- o simultanea; simultaneidad, que se producen.
can en las practicas sociales, y como una prac- acontecimientos distintos en un mismo tiempo,
tica social refleja el caracter de sus practican- que obligan a procesos de atencion selectiva;
tes, ya que las practicas sociales no tienen cuer- impredecibilidad, en tanto que los variados fac-
po y solo pueden ser identificadas a traves de tores que la condicionan no pueden predecirse
las acciones de los individuos que las practican. con anticipacion en su totalidad; a esto se agre-
La relacion entre una practica social y las perso- ga la inmediatez, por el dinamismo y diversidad
nas es interna, dependiendo cada una de la otra con que se producen los accntecimientos, lo que
para ser como es. Asimismo, explica que la prac- obliga a! docente a actuar de iguai manera. Con
tica social tiene una dimension temporal al per- relacion a esto Jackson (1991:154) expresa:
mitir cambios internos preservando su identidad "...la inmediatez de los acontecimientos
a lo largo del tiempo, lo que le otorga el caracter del aula es algo que nunca podr^ olvidarcual-
de ser historica y contextualizada. quiera que haya estado a cargo de una clase
La practica docente como practica tlena de estudiantes. Existe una exigencia del
contextualizada, comprende acciones aqui ye! ahora".
multidimensionales que cobran significado en
relacion con multiples contextos con caracteris- A su vez, para referirse a la complejidad.
ticas propias. Estas acciones dentro de esos Gimeno Sacristan (1988) manifiesta que en ella
margenes contextuaies dejan planteada la res- se expresan multiples determinantes de orden
ponsabitidad de los docentes y su capacidad para politico, social, y economico. sin dejar de consi-
definir situaciones. Se piantea asi como un pro- derar ias ideas, valores y usos pedagogicos que
ceso continuo de toma de decisiones, en un laconflguran.
espacio social de comunicacion pleno de incerti- La practica es visualizada ademas como
dumbre, inestabilidad, singularidad, dif icil de pre- una accion reflexiva que abarca distintos mo-
decir en cuanto es un acontecimiento practico, mentos:
fluido, con multiples factores que la condicionan, "El docente durante su practica realiza una ac-
que llevan al docente a actuar con inmediatez en cion reflexiva permanente, ta cual se puede
espacios propios de reflexion sobre la situacion dividiren tres momentos diferentes: preactivo
presentada. (...una accidn reflexiva sobre sus alumnos, el
Ademas de las mencionadas, los aium- qu6 y el cdmo ensef^ar y cuando hacerlo)
nos tambien aluden a las siguientes caracteris- interactivo (...reflexion en la accidn, di^logo
ticas: compleja, incierta e imprevisible. Caracte- con la situacidn problematica) postactivo (...
risticas estas que exigen que cada decision que hace una reflexidn sobre la accidn y sobre la
toma el docente sea particular, dificil de genera- reflexidn en la accion, es decir sobre nuestro
iizar, convirtiendo a cada ambito practico en un propio conocer, nuestros procesos, estrate-
problema de accion nuevo. , gias...)".
"La practica docente es una practica so-
cial, compleja, incierta, imprevisible. dinami- Enlapr^ctica.sfguiendo a Jackson (1991),
ca, contextualizada ycondicionada por facto- el docente realiza su trabajo en tres momentos:
res objetivos como lo politico, econdmico, preactivo, anterior a la propia practica, interactivo
cultural, pero tambien por factores subjetivos y postactivo, despu6s que la enselianza ha ocu-
como la formacidn previa, la experiencia. las rrido.
expectativas y la motivacion, entre otras..." El momento preactivo implica !a tarea de
modelaci6n que realiza el docente a traves del
Haciendo referenda al componente de diseno curricular. Abarca procesos reflexivos
incertidumbre de la practica social se atienen a acerca de las concepciones sobre alumno, con-
las caracteristicas planteadas por Doyle (1986, tenido, participacion, y conocimiento, entre otros,
citado por Gimeno Sacristan, 1988 en Alliaud y enmarcados en el proceso de enserianza y apren-
otros, 1992): pluridimensionalidad en cuanto a dizaje. Esta accion reflexiva lo lleva a seleccionar
las tareas que desempena el docente en forma determinados elementos que daran forma a una
sucesiva: tareas de ensenanza, administrativas, propuesta curricular como hipotesis a experi-
programacion, etc. En cada una de las cuales mentar en la practica. ''' • •
PttAi(fS
30
CONOCIMIENTOSQUE INTERVIENEN EN LA PRACTICA DOCENTE
El momento interactivo de Ia practica es Los alumnos consideran que los docentes ponen
un pensar sobre el hacer mientras se actua, e en juego diversas estrategias metodologicas para
implica un proceso de reflexion en la accion que favorecere! aprendizaje:
se genera para dar respuesta a situaciones pro- "... para llevar a cabo la tarea el docente
blematicas. La reflexion en la accion es conside- utilizar^ distintos medios y estrategias
rada como un proceso de dialogo interactivo con metodologicas encaminadas a facilitarlos
la situacion problematica de manera particular, aprendizajes en los alumnos (...) deben
reflexionando sobre los conocimientos que esta- considerarse los contenidos y el grupo de
ban implicitos en su acdon, a ios que critica, alumnos para la elecaon de las estrate-
reestructura e incorpora a acciones futuras. gias, asi como los conocimientos previos
del docente y de! aiumno..."
"Supone una reflexion sobre la forma en "... para llevar a cabo su practica docente
que habitualmente entendemos la accidn que se vale de teorias y de estrategias
realizamos que en esta ocasidn emerge para metodologicas adquiridas durante la fonna-
poder analizaria en reiacidn a la situacidn en cidn..."
la que nos encontra-
mos y reconducirlst\ ^ Las estrategias
adecuadamente" seleccionadas por el do-
(Contreras, 1997:77). cente implican una com-
pleja reconstruccion teori-
Et momento co-practica, con el propo-
postactivo, impiicaun pro- sito de favorecer el apren-
ceso de reflexion sobre la dizajede sus alumnos. La
accion y sobre la reflexion articulaciondeestrategias
en la accion pasada como entrest, dalugarala"cons-
una actividad truccion metodologica",
metacognitiva que realiza a que segun Edelstein y
el docente, y que da cuen- Coria (1995) implica reco-
ta de los procesos que se nocer al docente como
disenaron y realizaron en sujeto que asume !a tarea
elaula. Permite la posibili- ^^ elaborar una propuesta
dad de reflexionar sobre la eie ensenanza, en la cual
propia capacidad searticulan latogicadisci-
cognoscitiva, como asi ••" plinarJas posibilidades de
tambien sobre ios propios apropiacion por parte de
procesos de ensefiar para mejorar, dentro de la los sujetos, y ias situaciones y contextos que
situadon problematica en su interacdon particu- constituyen los ambitos donde ambas logicas se
lar con ella, las propias capacidades y limitacio- entrecruzan.
nes para acciones futuras.
La accion reflexiva permite interpretar y superar Conocimientos del Profesor
las rutinas, ejercerun control mas racional sobre Analizando las producciones de los alum-
las situaciones del aula, y asi ir mejorando la nos se advierte que el profesor al tomar decisio-
practica cotidiana. Esta reflexion unida a la accion nes en la complejidad de su practica, pone en
se hace compleja en ios diferentes momentos de juego distintos conocimientos que va constru-
la tarea docente, contribuyendo a un dialogo abierto yendo a lo largo del proceso de formacion docen-
con la realidad practica y a una transformacion de te considerando las interpretaciones de ias situa-
la situadon inmediata. {Benegas, 1998). ciones en las que se ve envuelto.
Coincidiendo con Torres Santome {en "...el conocimiento del docente es de tipo
Jackson, 1991), es a traves de estos actos re- academico (de grado y postgrado) y coti-
f lexivos en los distintos momentos de la practica, diano (...), soncomponentesesenciales.la
que se posibilita explicitar y poner en daro las formacidn docente (postgrado. actualiza-
suposiciones, predisposiciones y valoraciones cidn, cursos), las experiencias (personales
impticitas que subyacen en toda accion practica. yde colegas), conocimientos teoricos (ad-
PMXIS
EOVCATtVA
Teresita DE RIVAS. Celina MARTINI, M. Alejandra BENEGAS
PHAXIS
CONOCIMIENTOS QUE INTERVIENEN EM LA PRACTICA iXJCENTE
se habia de que no hay una ruptura, un corte, eficacia para interpretar las situadones y tomar
se mezclan..." decisiones en consecuencia. Desde esta pos-
tura reivindican el papel del profesor como cons-
Puede hablarse de cierto pasaje e inte- tructor de conocimientos, intentando desdibujar
gracion, dealguna continuidad ascendente entre las fronteras nitidas entre conocimiento cientifi-
el sentido comun y el conocimiento cientifico, y co y ccnocimiento cotidiano o de sentido ccmun.
viceversa. En las argumentaciones cultas se proponiendo una vision matizada de semejanzas,
combinan elementos de sentido comun, y com- diferencias y continuidades en esta interaccion.
ponentes de conocimiento mas elaborado. El Con esta mirada se rompe, en palabras
conocimiento cientifico como construcdon histo- de Gimeno Sacristan (1997), la barrera infran-
rica es una prolongacion muy perfeccionada del queable entre conocimiento de la ciencia y cono-
sentido comun, en proceso constante de revision cimiento de los sujetos; lo que de ningCin modo
(Gimeno Sacristan, 1997). significa que el sentido comun pase a tener la
estructura de la ciencia ni que toda la ciencia
Reflexiones finales penetre en el sentido comun. Basta con recono-
Al ser esta una experiencia realizada con cer que entre ambos tipos de conocimiento existe
alumnos practicantes de cuarto aho de Profeso- la posibilidad deundialogo que noanulaaninguno
rados, las conceptuaiizaciones que elaboraron de los dos, ya que ambos poseen un sentido
acerca del tema propuesto presentan connota- propio y una funcionalidad peculiar,
ciones particulares de la situacion en la cuai se Siguiendo los planteos del mismo autor,
encuentran, Analizando sus producciones, se se advierte que no se niega el valor de la ciencia,
advirtieron diferencias con relacion al nivel de sino que se senalan sus limites en la explicacion
logro, de acuerdo a los conceptos trabajados. de las acciones humanas y en su capacidad de
Los alumnos del Profesorado de Fitosofia desa- guiarlas, admitiendo que puede existir una conti-
rrollaron con mayor nivel de complejidad las ideas nuidad entre conocimiento cientifico y conoci-
relativas a conocimiento, mientras que los de los miento de sentido comun. Esta interaccion entre
Profesorados de Psicopedagogia y Educacion ambos tipos de conocimiento genera consecuen-
Especial para Deficientes Mentaies lo hicieron cias daras para la practica docente,
con relacion a la idea de practica docente. La - la primera de elias es que siendo una practica
socializacion de las producciones permitio con- en la que se impiican distintos agentes, la comu-
frontar, ampliar, profundizar, y resignificar ias nicacion entre ambos tipos de conocimiento se
conceptuaiizaciones construidas por cada gru- da en todos ellos de manera diferente, Io cual
po, generando nuevas perspectivas de analisis genera multiples interacciones,
sobre la tematica. - la segunda consecuencia es que la teoria no se
Al referirse a la practica docente se cen- deriva ni se valida en la practica en cuanto a
traron en e! contexto del aula, y en ella en las radonalidad superior, sinoqueinteractuacon ella
estrategiasmetodologicas que el profesor selec- a traves de los agentes implicados, generando la
ciona para facilitar el aprendizaje de los alumnos, construccion de nuevas realidades.
sin desconocer los contextos socioculturales e Para finaiizar, coincidiendo con Diker y
institucionales que tambien la condicionan. Terigi (1997), podemos afirmar que el analisis de
Implicitamente, distinguieron diversos los conocimientos que intervienen en la practica
ambitos de formacion docente a traves de los docente parece ser un cometido necesario y a
cuales los profesores ccnstruyen sus conoci- su vez dificil. Necesario, porque intenta develar
mientos, destacando tanto los cientificos - en- los supuestos que sustentan la practica con ei
tendidos como disciplinares y pedagogicos- proposito de enriqueceria y reorientarla. Diffcil,
como los cotidianos o de sentido comun, am- porque se trata de conodmientos de distinto tipo
bos en permanente interaccion, Del conocimiento y con diferente grado de condencia en la reflexion
cientifico como construcdon social, inacabada y que sobre su propia accion pueden realizar los
provisoria, enfatizan la logica coherente y el po- profesores.
der de explicacion y comprension de la reaiidad.
Del conocimiento cotidiano o de sentido comun
como construccion personal y social, destacan
ia utiiidad para resolver problemas practicos y la
PRAXIS '
33 CDUCATIVA
DE RIVAS, Celina MARTINI, M. Alejandra BENEGAS
PMXIS
lOMoARcPSD|39014737
practicas del lenguaje (Escuela Normal Superior José Manuel Estrada ISFD Nº 163)
Los sintetizo en dichos ejes –que integran diversos aspectos- porque desde mi
mirada dan cuenta de las problemáticas actuales que nos desafían a volver a
mirarnos de forma crítica y reflexiva para lograr avanzar en los caminos que se
nos abren, los enfoques que nos sostienen, la historia que nos define, los
cambios que queremos alcanzar… pensando y accionando por y para nuestras
infancias, sus familias, y los sentidos educativos que defendemos, que
queremos y debemos sostener, como parte del sistema y desde nuestras
particularidades como nivel. .
“En el momento actual que vivimos como sociedad, como escuela, como
educadores, necesitamos detenernos para volver a pensar en aquello que
estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. Sabemos que muchas de las
situaciones que se vivencian cotidianamente en la Educación Inicial distan de
ser aquellas que soñamos para nuestras instituciones y nuestros niños.
Observamos en demasiadas oportunidades niños aburridos, educadores
cansados y enojados, propuestas que no convocan, espacios escolares poco
aprovechados y disfrutados...
- la falta de disfrute
- la pérdida de sentidos.
Está muy claro que se han modificado los modos de relacionarse, que
docentes y directivos, así como supervisores/inspectores, establecen entre sí
vínculos más flexibles y serenos que en otras épocas, lo cual implica el
extremo cuidado de asumir relaciones de confianza y trabajo compartido sin
olvidase de respetar las asimetrías que establecen los espacios de autoridad y
responsabilidad de cada uno. Con las familias sucede algo semejante pero más
complejo, en las comunicaciones los educadores debemos ser cuidadosos de
los roles de cada uno, afectivos pero sosteniendo los límites que establecen
necesariamente las funciones y tareas diferenciadas, aceptando las
particularidades que puede asumir cada situación, pero poniendo de manifiesto
la respetuosa asimetría de roles que se manifiesta en cada actitud, cada
comunicación y cada acción. Los modos de establecer las relaciones y
contactos ponen en juego la claridad o no en estos aspectos fundamentales,
Han cambiado, como dijimos, los modelos y los modos, incluso las
concepciones acerca de la/las infancia/s (si no remitimos a tiempos más
alejados de la actualidad), pero no han cambiado (o al menos no debieran
hacerlo) los aspectos ideológicos que centran nuestras miradas en los
niños/alumnos como sujetos de derecho, como el centro de nuestras acciones
educativas y como el eje que guía nuestras propuestas y decisiones. Asombra
aun escuchar en algunos espacios que pensar en los niños pequeños como
alumnos no es igual que considerarlos sujetos de derecho y hablar de docentes
o educadores responsables de la educación y la enseñanza implica dejar de
lado el cuidado y lo vincular (aspectos de hecho primordiales sin ninguna
posibilidad de discusión al respecto). En tantas oportunidades y hace tantos
años me pregunto de donde obtenemos la idea de oponer aspectos que se
necesitan mutuamente, de confrontar en lugar de complementar las diversas
opciones, de dejarnos llevar por las competencias y las luchas de poder que en
definitiva logran alejarnos de lo central por ocupar los preciados tiempos
educativos en discutir sobre denominaciones o ingresar algunas nuevas que no
agregan prácticamente nada, casi sin darnos cuenta del peso que eso le
imprime a las prácticas cotidianas y a quienes están en la complejidad de las
tareas de todos los días.
Es decir…
¿Por qué nos preocupa el movimiento de los niños pequeños a los cuales
destinamos nuestra profesión? ¿Cómo y cuándo nos olvidamos que la
participación intensa e interesada implica ruido, contacto, interacción,
exploración...y que todo esto implica movimiento y es una muestra del interés
por las propuestas y el deseo de ser parte de ellas?
Quiero aclarar muy fuertemente que lo recién escrito no significa, en absoluto,
ni ponderar ni favorecer el desborde, que (al igual que el orden estricto y
estructurado) no posibilita ni la participación ni el disfrute, ni la enseñanza ni los
aprendizajes; mucho menos y bajo ninguna justificación admitir el maltrato de
los niños entre sí o entre los docentes y los niños. Maltrato que se puede poner
en juego a través del grito o el descuido, pero así mismo puede hacerse
presente de formas más sutiles, como la ausencia de mirada en los niños, los
modos despectivos de dirigirse a ellos, el exceso o la falta de palabras, la falta
o el exceso de propuestas e intervenciones, la desidia en las acciones, el
abandono en los cuidados, la dejadez en el desarrollo de las funciones
educativas, la desgana en la coordinación, la pereza, la apatía, la inercia…
Está claro que los niños pequeños construyen paulatinamente el respeto por
los unos y los otros, la comprensión de las normas que nos permiten convivir y
accionar con respeto por todos, así como la posibilidad de incluirse en los
encuadres escolares y sociales, y que esto lo pueden ir incorporando solo
sostenidos por adultos significativos que los ponen de manifiesto en su
accionar cotidiano.
- ¿Es adecuado comentar adelante de los niños que uno “no puede dejar
de pegar” y que el otro “no sabe defenderse”? ¿Puede considerarse que
un niño “es agresivo” y el otro “es tímido” otorgándoles características
estancas de “ser” en lugar de “estar”?
¿Por qué y para qué decido trabajar este aspecto o estos contenidos?
¿Para qué en esta etapa y de esta forma?
Por ejemplo, un docente seleccionó para trabajar con sus alumnos una Unidad
Didáctica que denominó “Las plantas, las semillas y la tierra se quieren y son
amigos”, el formularle la pregunta del “¿Para Qué? lo ayudó a darse cuenta
que ese no era un título adecuado para abordar un buen recorte de la realidad
ni un modo claro de denominar los contenidos a trabajar; además de no ser
pertinente para desarrollar los Campos de Conocimiento seleccionados,
favoreciendo a su vez el animismo infantil. Por otra parte, la formulación de esta
pregunta lo ayudó a esclarecer que en realidad aquello que deseaba
seleccionar para abordar con sus alumnos se refería al conocimiento acerca de
la organización de un “Invernadero”, a fin de que las familias comprendan cómo
cuidar las plantas en las épocas de nevadas. Así fue arribando a la conclusión
de que más que una Unidad Didáctica necesitaba trabajar un Proyecto, cuyo
producto final (sumamente importante y significativo) era la organización del
Invernadero del Jardín.
Pitluk, Laura.(2012). “Las prácticas actuales en la Educación Inicial”. Homo Sapiens. Rosario.
4
efecto dominó; 3) si los derechos se cumplen solo para algunos dejan de ser
derechos y se transforman en privilegios.
Siempre utilizo una anécdota que considero clara y contundente para abordar
la relación entre deberes y derechos, que tantas veces perdemos de vista,
dificultando la real apropiación del ser “sujetos de derecho” que forman parte
del entramado social junto a los otros. Los niños son sujeto de derecho y por lo
tanto sujeto de deber y es bueno considerarlo en su formación, por supuesto,
pensando en deberes acordes a los niños como sujetos de derecho.
Una niña de 4 años participa de una actividad sobre “los derechos de los niños”
en la cual se les pregunta si conocen sus derechos. La niña responde “sí, yo
tengo derecho a jugar”, ante esta idea el coordinador de la propuesta le
contesta “muy bien” y vuelve a preguntar si alguien conoce otro de sus
derechos. La misma niña expresa “tengo derecho a ordenar”. Frente a esta
respuesta el coordinador le dice “¡no! Ese no es un derecho” y la niña con esa
sabiduría de la infancia le responde “¡Sí! Es un derecho de mi mama, yo tengo
derecho a jugar y ella tiene derecho a que yo ordene”
Skliar y Larrosa. (comp). (2009). “Experiencias y alteridad en educación”. Homo Sapiens. Rosario.
6
A modo de cierre
Para cerrar este artículo, quiero retomar algunas ideas que le escuche al
querido e interesante Juan Carlos Tedesco en una conferencia
desarrollada en el ISPEI “S. C. de Eccleston” (perteneciente a la Dirección
de Formación Docente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) en el
marco del ciclo “Conversando con…” desde el cual convocamos
personalidades educativas reconocidas. En aquella “conferencia-
conversación” me conmovieron muchos de sus planteos, y retomo la
referencia a algunos de ellos, a riesgo de no ser totalmente fiel a sus
interesantes palabras:
Skliar y Larrosa. (comp). (2009). “Experiencias y alteridad en educación”. Homo Sapiens. Rosario.
7
Ingreso a una sala de 5 años y encuentro a los niños realizando dibujos con
lápices negros. La maestra les propone escribir su nombre en el dibujo.
Observo que una niña no está trabajando y me acerco a preguntarle que le
sucede. En tono de voz muy bajo y mostrando mucha timidez me contesta que
no puede porque su lápiz no tiene punta. La ayudo a decírselo a la docente
quien rápidamente lo resuelve. Sin embargo, la niña sigue sin escribir su
nombre. Me acerco nuevamente y le pregunto por qué. La niña me contesta
que no sabe escribirlo asique retomo lo dicho recientemente por la maestra que
hizo mención a que los niños que no saben hacerlo pueden acceder (a modo
de ayuda) a los carteles con su nombre colocados en el panel al inicio de la
jornada. La niña me responde que ese día la maestra se olvidó de poner su
cartel.
frente a ella y me sostengo sabiendo que “no soy parte de esto, que en
esta oleada de desigualdades e injusticias no me incluyo bajo ningún
punto de vista, o me zambullo y salgo sólida o me paro bien firme y la
dejo pasar”.
La cuestión de las denominaciones que recibe en distintos países el Nivel Inicial ha sido
recurrente objeto de reflexión, y denota una marcada polisemia: Nivel Inicial, jardín de
infantes, Kindergarten, Nivel de Transición, Preescolar, Nivel de Articulación, entre otros,
son los nombres con que se le conoce en diferentes regiones. En todos los casos - y esta
es la objeción que se anticipaba respecto de algunas de estas calificaciones - parece
estar omitido el carácter escolar de estos servicios educativos, imponiéndose en cambio
un sesgo propedéutico, preparatorio para la escolaridad “en serio”, que vendría a
continuación.
En muchos países, sin embargo, y aunque haya existido desde los comienzos de la
educación formal para niños pequeños, recientemente se ha tendido a coincidir en la
denominación Escuela Infantil como la que, conforme tiene lugar la consolidación de una
creciente producción académica en el campo de la educación infantil, mejor define a
estos primeros años en la escuela.
Los servicios educativos para niños comprendidos en esta franja de edades son
diversos. Existen instituciones que sólo atienden a niños de hasta dos años (los Jardines
Maternales), otras que sólo lo hacen a partir de los tres (los Jardines de Infantes) y las
que abarcan todo el espectro etario. A su vez, según la forma en que se organice la
gestión de las instituciones, su dependencia administrativa, su tipo de gestión, su
adscripción a pedagogías específicas, entre otras variables, las instituciones de educación
infantil pueden ser realmente muy diferentes entre sí. Es por eso que a la hora de
escoger un jardín de infantes para sus hijos, los padres hallan un escenario muy diverso
que, a la vez que amplía las alternativas permitiendo con mayores posibilidades dar con
un perfil institucional acorde a sus expectativas, dificulta la orientación en la búsqueda,
dada la multiplicidad de opciones posibles. Se señalarán a lo largo de este capítulo
algunas reflexiones generales, entonces, a los efectos de poder evaluar los beneficios de
una institución en forma específica y particular.
Antes de entrar de lleno en la cuestión, vale la pena hacer una aclaración respecto de
una distinción habitual que suele utilizarse como gran divisoria de aguas: el tipo de
gestión. Como es sabido, nuestro sistema educativo posee instituciones de gestión
pública y de gestión privada. Pero en el Nivel Inicial, en general, esta distinción no se
asocia en forma clara a estilos educativos, filosofías pedagógicas ni cuestiones de calidad
educativa. Ni los indicadores “duros” ni el análisis más cualitativo muestran claramente
que las instituciones de uno u otro tipo de gestión se distingan en el plano pedagógico en
forma nítida. Es cierto, si, que los mayores márgenes de autonomía de que suelen
disponer las instituciones en el sector privado, les habilitan para conformar equipos
docentes con perfiles específicos. Hay instituciones, por ejemplo, que sólo contratan
docentes con estudios en recreación, o con inclinaciones artísticas, entre otras
modalidades. Pero tampoco estos márgenes de autonomía son determinantes ni se
utilizan necesariamente a favor del mejor servicio educativo. Por otro lado, el sector
público está más preservado de formas de organización institucional desfavorables (la
organización excesivamente “familiar” de instituciones pequeñas montadas sobre
viviendas particulares convertidas en escuela, que puede atentar contra la
profesionalidad de la tarea, es un buen ejemplo de ello) y de situaciones de falta de
control y supervisión que tienden a constituirse con mayor frecuencia en algunas del
sector privado.
Aunque existieron en la Argentina jardines de infantes desde fines del siglo XIX, en
general los distintos autores coinciden en señalar su consolidación efectiva recién a partir
de la década del 40’ del siglo XX. Varios trabajos clásicos de historia del Nivel Inicial
analizaban ya por aquellos años el fenómeno del por aquel entonces “novedoso y
vertiginoso” crecimiento de este nivel de enseñanza. Este rasgo del jardín de infantes, su
relativa juventud como forma de escuela es un dato muy importante para entender por
qué el jardín de infantes es, aunque aparente funcionar de un modo tan diferente a la
escuela primaria, una escuela. El hecho de que los jardines aparecieran y se expandieran
casi un siglo más tarde de que el sistema público de escuelas estuviera ampliamente
consolidado, hace que unos contextos particulares y unas formas específicas de pensar y
sentir la vida escolar los hayan marcado, y estos son aspectos que vale la pena tener en
cuenta.
La lectura más interesante del dato histórico que se acaba de presentar es la que
otorga al jardín de infantes una especie de credencial inconfesa de reedición creativa y
mejorada de “lo escolar”1. Allí donde la escuela constituyó una respuesta histórica eficaz
a la necesidad existente a fines del siglo XIX de emancipar y normalizar, dar identidad y
cohesión a un naciente proyecto de Nación, el jardín de infantes nace en cambio con
finalidades y herencias diferentes, más asociadas a un proceso de puesta en cuestión de
Esta idea se halla desarrollada en profundidad en un texto llamado “Revoluciones silenciosas. El jardín de
infantes y el homeschooling como tentativas de reinvención de lo escolar” que apareció publicado como
capítulo final en el libro que compilamos en 2006 junto a Mariano Narodowski, Dolor de Escuela (Prometeo
Libros)
algunas de las premisas que sostienen clásicamente a la enseñanza tradicional. En otras
palabras: el jardín de infantes es una escuela, pero es una forma diferente de escuela
por al menos dos razones: porque en la historia de la escolaridad nace más tarde, y por
lo tanto se ubica en un contexto de aspiraciones y problemáticas sociales y pedagógicas
diferentes, y porque su filosofía educativa se propone, en parte, como una superación de
filosofías anteriores, ante las cuales se posiciona críticamente.
Los “rincones”, o “sectores” de las alas de jardín de infantes constituyen una particular forma de organizar el
espacio y la actividad. Son diferentes escenarios de juego, montados justamente en esquinas o bordes del
salón, donde se desarrolla un tipo particular de juego. Así, existe un rincón de juegos dramáticos provisto de
disfraces y otros materiales afines, un rincón de arte equipado con pinturas, marcadores, etc. y así
sucesivamente. La novedad de esta forma de organizar el aula, que comenzó a implementarse hacia fines de
los años cincuenta y se impuso masivamente una década después, consiste en que los niños no hacen todos lo
mismo, al mismo tiempo, sino que eligen y desarrollan actividades de juego diferentes y paralelas. De este
modo, una de las características más marcadas de la educación tradicional (la simultaneidad) se ve modificada
en este nivel de enseñanza.
con la escuela primaria, mediante la adopción de sus términos técnicos, su organización
de tiempos y espacios y muchas otras evidentes semejanzas. Es visible a medida que se
avanza desde las primeras secciones del maternal hacia las salas de preescolar una cada
vez mayor resonancia de esta tensión. Cuando se da rienda suelta a su propia cualidad
particular y se permite al Nivel Inicial expresar su posición histórica, en cambio, se
enorgullece de ser diferente de la escuela primaria y se propone reconocer el carácter
profundamente educativo de sus prácticas, aunque parezca que niños y adultos, en las
salas, “sólo están jugando”.
Una última reflexión en relación a este carácter “diferente” y novedoso del jardín de
infantes respecto de la escuela primaria. El jardín de infantes, a pesar de todo lo
antedicho, es también aquél primer punto de encuentro entre la infancia y la escuela. Es
el portal por el que se transita de la identidad del niño-hijo a la identidad del niño-
alumno. Parecida o diferente a la que vendrá luego, es una escuela, y por eso
“alumnizar” al niño es tal vez una tarea central de este nivel de enseñanza. Ofrecer un
marco para la gradual apropiación de la lógica de la escolaridad. Muchas han sido las
investigaciones que se han realizado en las últimas décadas alrededor de este proceso
en el que los niños aprenden, además de lo que se supone que la escuela les enseña, a
“ser alumnos” como una clave del éxito escolar. Se han vuelto populares entre los
académicos de la cultura escolar términos como “la gramática de lo escolar”, o “el oficio
de ser alumno”, como expresiones que reflejan esta dimensión, por mucho tiempo
ignorada, de la experiencia de los alumnos.
Este aprendizaje de la “gramática escolar” 3, es decir el aprendizaje de la propia lógica
de lo que significa pasar por la escuela, tiene sin embargo la particularidad de ser
gradual, y de partir de un virtual punto cero. Tal vez por eso los “permisos” para el libre
hacer de los docentes en este nivel de enseñanza son algo mayores en lo que se refiere
al contenido y a la forma de la enseñanza. Un ejemplo de esto es el caso de las llamadas
escuelas no graduadas, con sistemas alternativos de promoción, o con formas de
organización del espacio diferentes: en el nivel primario, estas experiencias – muy poco
conocidas y difundidas – nunca lograron imponerse, siempre fueron “experimentales”.
Los mismos elementos que en el Nivel Inicial resultan cotidianos y sobre los que está
“permitido” operar y experimentar dentro de ciertos márgenes, representan en cambio
grandes desafíos en la escuela primaria, donde no rigen los mismos permisos.
¿Qué aprenden los niños en el jardín de infantes? ¿Cómo enseñan los docentes?
3
Tyack, D. y Cuban, L.: Tinkering toward utopia, Cambridge: Harvard University Press, 1995
Lo anterior no significa que “ser alumno” sea el único aprendizaje que los niños hacen
en el jardín. De hecho, existen extensos y minuciosos documentos elaborados por
distintos especialistas convocados por el Estado donde se especifican una serie de
saberes que el jardín de infantes debe ofrecer a sus alumnos. Así, se establecen en
relación a diferentes esferas del saber las competencias de la escuela infantil y algunas
expectativas respecto del trabajo que el jardín puede hacer con los niños.
Tomemos el ejemplo del lenguaje. En el jardín los chicos toman contacto con su propia
forma de usar el lenguaje, y ponen en juego distintas prácticas sociales del lenguaje
oral, constituyéndose en partícipes reconocidos de esas prácticas. La literatura tiene un
lugar privilegiado y se acerca a todos los niños una cuidada y amplia selección de textos
adecuados a sus intereses y necesidades. En ese sentido, el Nivel Inicial garantiza una
rica interacción de los niños con los textos literarios y los inicia en la producción de
textos, aún cuando “no sepan escribir”, pues prácticas de escritura alternativas como el
dictado al adulto, la corrección compartida o las secuencias gráficas forman parte
también del proceso de creación. En el caso del dictado al adulto, porque aunque los
chicos no dominen el uso de los signos, pueden tomar decisiones acerca de cómo
quieren que “se oiga” el texto leído, y en ese sentido están literalmente operando sobre
un texto; en el caso de las correcciones compartidas es la maestra quien solicita al grupo
que modifique aspectos que logren reconocer perfectibles en un texto; y en las
secuencias gráficas, la función narrativa de la escritura se plasma en un lenguaje que los
niños sí dominan: el dibujo.
En el Nivel Inicial se abona la creencia (por otra parte, conceptualmente muy fundada)
de que la lectura y la escritura son procesos que tienen mucho que ver con la
experiencia cotidiana de los niños con el lenguaje y con las prácticas en las que se ven
comprometidos de acuerdo al ambiente alfabetizador que se propicia en su entorno. Por
eso se puso entre comillas el “no sepan escribir” unas líneas más arriba, porque el
proceso de aprendizaje de la lengua escrita, como suele decir una investigadora
argentina que se ha constituido en fuerte referente de esta corriente de pensamiento,
Emilia Ferreiro, no comienza cuando los adultos lo deciden, sino que tiene lugar de
manera continua a partir de estas experiencias cotidianas de contacto con situaciones
donde se ponen de manifiesto las funciones y las posibilidades de la lengua escrita.
Una pregunta que suele formularse acerca de esta cuestión es la siguiente: ¿es verdad
que los chicos tienen que terminar sala de 5 “alfabetizados”? ¿qué implica esto? La
pregunta nos enfrenta al menos a dos problemas. El primero es que si, como dijimos
antes, la experiencia de los niños con la lectura y la escritura tiene más que ver en esta
etapa con sus experiencias cotidianas que con un proceso sistemático de “instrucción”,
los niños que cuenten en sus hogares con ricas experiencias de inmersión en lo que se
ha dado en llamar “ambientes alfabetizados” posiblemente dominarán en gran medida
las prácticas de lectoescritura, aún cuando no concurran al jardín. En el caso de
concurrir, el jardín cumplirá una función de reaseguro ampliación de estas adquisiciones.
La función trascendente del jardín aparece en realidad cuando los niños cuentan en
menor medida con esa posibilidad en su vida cotidiana, pues su función es ocupar ese
espacio. De este modo, esta forma de entender la lectoescritura pone de manifiesto una
función igualadora del jardín de infantes.
La segunda cuestión es que si entendemos la adquisición de la lectoescritura como un
proceso vital, no caben consideraciones acerca de “cuándo empieza” o “cuándo termina”.
Ni comienza en primer grado, ni termina en sala de 5. Cada niño a su tiempo irá
adquiriendo en diferentes grados y de diferentes maneras las herramientas que les
ayuden a convertirse en lectores y escritores. Un uso muy sistematizado de las letras
escritas, por poner un ejemplo, no vaticina una gran capacidad de organización de los
textos que se vayan a producir. Actividades como la invención de canciones, el recitado
de rimas y poemas, la lectura de cuentos, en cambio, son ejemplos de actividades que
no suelen considerarse dentro de las que dan indicios de que un niño esté “alfabetizado”,
pero que guardan íntima relación con ese proceso vital.
Existen también en el Nivel Inicial grandes categorías que reúnen los aprendizajes que,
se espera, los niños realicen. Si se preguntara a alguien desprevenido qué cree que los
niños aprenden en el jardín, o incluso si se pregunta a los padres de los alumnos que se
inician sobre las razones por las que los llevan, la respuesta usual es “para que sean más
independientes y hagan amigos”.
Y de hecho, las nociones de socialización y de autonomía son dos grandes “conceptos
estrella” del nivel. Es raro que un documento, un texto informativo o hasta una
conversación informal acerca de este nivel de enseñanza no las mencione a ambas en
forma constante y recurrente. Examinemos entonces brevemente el sentido de estos
términos.
La socialización es el proceso mediante el cual los sujetos se vuelven progresivamente
más integrados al sistema social en el que viven. Es diferente de sociabilización, término
que a veces se usa erróneamente en el lugar de socialización; mientras que el primero
habla de ser “sociable”, ameno, amable, de buenos modales o simpatía, el segundo habla
de un proceso más profundo, de lo propiamente “social”. La socialización tiene un punto
de contacto con la misión original de la escuela en nuestro país, crear ciudadanos, y
tiene también un punto de contacto con temas más generales que rodean esa cuestión:
la creación de valores comunes, de sentimientos de tolerancia, de respeto y de
comunidad. También se relaciona con una característica propia de la edad de los niños, el
llamado egocentrismo infantil, cuestión profundamente estudiada por la psicología del
desarrollo y que muy esquemáticamente podría decirse que remite a cierta cualidad,
normal y esperable en los niños pequeños, de contemplar el mundo desde sus propias
percepciones y puntos de vista, con una marcada dificultad en “ponerse en el lugar del
otro”.
4
Sourge y Leandri: Jardín de Infantes, Bs. As.: Laserre, 1958
afectiva se reconoce explícitamente como una condición previa a toda relación de saber.
Por otro lado, sin embargo, este vínculo se atraviesa de una “metodología”
desafectivizada donde la construcción del vínculo es una viñeta más dentro de un listado
de objetivos específicos. Así, una enaltecida dimensión afectiva queda atrapada en esta
tensión al ser colocada dentro de un mecanismo automatizado, de una tecnología de la
información y la regulación de las acciones que la desdibuja como afecto. Los esfuerzos
de los docentes entonces corren en dos direcciones: dar carácter técnico y fundado a sus
intervenciones y “ablandar” mediante supervisiones, u otras instancias de reflexión, el
afán de control, sobre los climas grupales.
Aunque es muy común que se reconozca a las maestras jardineras por cualidades de
personalidad que se definen en relación a las de los niños (la suavidad, la prolijidad, la
paciencia, la armonía, son cualidades destinadas de algún modo a preservar los
sentimientos infantiles) la emocionalidad del propio docente está en juego a la hora de
construir un vínculo pedagógico. Las responsabilidades, los muchos niños reales e
imaginarios que habitan ese vínculo y el “alto riesgo” psicológico que se reconoce en esta
profesión dan cuenta de ello. Frente a este hecho, el Nivel Inicial ha ido construyendo,
por un lado, una descripción del docente como alguien sensible, capaz de brindarse a los
demás, capaz de ofrecer amor, y a la vez un esfuerzo de abstracción respecto de las
necesidades de ese otro-niño-diferente, al que accede por medio de unas ciencias
aplicadas, especialmente la psicología evolutiva y la didáctica.
Alguien que aplica una profunda sensibilidad y entrega y a la vez posee una aguda
capacidad para ver necesidades y expresiones específicas del comportamiento infantil,
allí donde el ojo normal sólo ve a un niño jugando. Eso es, en esencia, un docente de
Nivel Inicial.
Pero ¿cuál es el rol del adulto en la adaptación? ¿esperar fuera de la sala, o fuera de la
escuela, para ser llamado sólo si hay algún inconveniente? ¿decidir junto a las docentes
cómo se debe proceder? ¿acatar las “órdenes” de la maestra? La respuesta que se
intentará ofrecer aquí a estas preguntas se sintetiza del siguiente modo: es preciso
lograr un equilibrio entre dos fuerzas que se ponen en juego en el inicio del niño en el
jardín. Por un lado, la necesidad de preservar en todo momento la “humanidad” del
acontecimiento. Los niños arrancados de los brazos de sus madres en medio de llantos
desgarradores no se justifican en ningún caso; los malos tratos a los niños (o a sus
padres), tampoco. La otra fuerza que interviene es la necesidad (de padres e hijos) de
preservar la fuerza de su lazo, que de algún modo se ve “amenazado” por el ingreso al
jardín; ya no están solos, ya no son exclusivos el uno del otro. Por eso, tampoco es
esperable que una adaptación se de sin llantos, o sin límites al deseo del niño de que su
familiar se quede siempre en el jardín. La cuestión es cómo ha de lograrse este
equilibrio, y cuáles son las condiciones para que esto sea posible.
Un buen período de inicio incluye al menos tres elementos, sin los cuales no es
esperable que institución y familia cuenten con los mínimos elementos para llevar a cabo
la incorporación: 1) una entrevista inicial en la que el/la docente a cargo de la sala (y no
la directora, por ejemplo, pues será la docente quien tendrá trato directo con el niño)
intercambia impresiones con los familiares del niño, se informa de las características del
que será su alumno, y a la vez informa sobre la dinámica de la institución en general y
para el período de inicio en particular; 2) un ingreso gradual, es decir, una asistencia de
unos minutos que paulatinamente va incrementándose hasta cubrir la jornada escolar
completa; y 3) un adulto familiar acompañante, que lentamente irá retirándose para
dejar al niño con sus docentes y compañeros.
Algunos comentarios acerca de estos tres puntos esenciales que, como se ha dicho, no
son la descripción exhaustiva de óptimos en relación al período de inicio sino, al
contrario, condiciones mínimas para su buena realización.
La entrevista inicial debe ser realizada por el/la docente a cargo de la sala. Decíamos
que no es conveniente que sea la directora la única persona que la conduzca pues será la
docente quien tendrá trato directo con el niño, y no la directora. Es habitual en muchas
instituciones que ambas, directora y docente, entrevisten juntas o por separado a los
padres, lo cual constituye una buena alternativa. Pero es importante reconocer que una
institución que confía en sus profesionales, les permite entrevistar a los padres de sus
alumnos. Cuando sólo los directores, dueños, o directores-dueños (combinación ésta que
tiende a ser poco amigable con un servicio educativo de calidad) se apropian del espacio
de entrevistas preocupados por retener a posibles “clientes”, esto no beneficia al período
de inicio de los niños pues impide a la maestra conocer en forma profunda y directa
algunos datos que le serán sumamente útiles para optimizar la experiencia del niño en el
jardín: a qué le teme, qué le gusta, de qué modo se ha hablado con él acerca de la
posibilidad de empezar el jardín, qué experiencias familiares pueden estar incidiendo en
su carácter, que expectativas tienen los padres y el propio niño, si ha concurrido antes al
jardín. También en la entrevista se proveen datos aún más esenciales que prevendrán a
la maestra de intervenir equivocadamente, como saber si viven ambos padres, si están
juntos o divorciados, si está afectado por algún proceso judicial, etc.
El ingreso gradual del niño al jardín, así como la presencia de un adulto familiar
acompañante, aunque sea un inconveniente desde el punto de vista de la logística
familiar, permite ganar tiempo y facilitar las cosas. Un mal comienzo puede demandar
una adaptación más larga. Los primeros momentos del niño en el jardín deben ser
placenteros, aún a costa de no cumplir “las reglas del jardín”, por eso se le denomina
“proceso”: no se demandará un comportamiento ajustado al niño hasta tanto no haya
investido a ese espacio como un ambiente ameno, hospitalario, que pueda llegar a sentir
propio. No es sencillo para los niños, y se les debe ayudar con cariño, paciencia e
inteligencia.
La persona que acompañe al niño puede no ser la madre o el padre. De hecho, un
familiar del que resulte más sencillo separarse llegado el momento, puede ser más
adecuado que la madre. En cuanto a la gradualidad, aunque depende de cada caso, se
supone que un proceso de “separación” de unas dos semanas es un plazo razonable. De
todos modos, hay adaptaciones en las que la presencia del adulto acompañante a partir
del tercer día es un mero formalismo, y las hay donde resulta imprescindible por lo
menos durante un mes.
Las familias forman parte de la construcción del vínculo escuela – familia. No se trata
de una política de la institución en relación a los padres de sus alumnos, ni de una
característica de una comunidad que la escuela deba aceptar como dato de partida.
Como toda relación, se construye con cuidado y paciencia, y con algunas reglas claras.
En la teoría educativa, se tiende a conceptualizar esta relación como una “alianza”, es
decir, un arreglo entre dos partes en las que ambas se benefician de algún modo de
permanecer vinculadas. Un buen modo de entender la relación entre la escuela y las
familias es, entonces, comprender los beneficios, los derechos y las obligaciones de cada
uno. El período de inicio es una instancia de fundación en esta alianza, y es por ello que
merece atención especial.
Para finalizar este apartado, hemos creído oportuno incluir un breve texto que fue
utilizado en alguna ocasión para mostrar a los familiares hasta dónde efectivamente era
compartida la preocupación por cómo experimenta el niño el comienzo en el jardín. Se
titula Informe sobre la tierra de los gigantes5:
Me encuentro de pronto en una extraña tierra poblada por gigantes. Son tan grandes que apenas
llego a la altura de su cintura si miro derecho hacia delante. He aquí un primer elemento estresante de
esta exótica región: toda vez que deseo dirigirme hacia ellos debo mirar hacia arriba. Algunos
gigantes, más condescendientes, se acuclillan o se sientan en el suelo para comunicarse conmigo, lo
cuál me halaga y me da un poco de descanso, ya que considero suficiente esfuerzo de comunicación
empeñarme en comprender su extraña lengua como para, además, quedarme con tortícolis.
Los gigantes parecen estar dotados, como yo, de un innato aprecio por la libertad, aunque no se
limitan a buscar la propia de la mejor manera posible sino que se han declarado mis representantes
en tal tarea. Eso me da una gran sensación de seguridad y protección, pero a la vez coarta muchos de
mis planes.
Es tan ambiguo... la giganta más hermosa y buena, a la que he comenzado a llamar “mamá” (por
sugerencia de ella y de muchos otros gigantes) dedica gran parte de su tiempo a cuidarme,
alimentarme, limpiarme y llevarme a muchos lugares, de los cuáles algunos me gustan y otros no.
También se ocupa de poner algunos objetos a mi disposición y retirar otros de mis manos. Ella, junto
con mi otro gigante personal (al que llamo “papá”) manejan mi ajustadísima agenda, día tras día.
A veces pienso: “¡no tienen derecho!” y entro en brutales accesos de ira durante los que lloro, grito
y pego... pero ellos no parecen sorprenderse demasiado, porque siguen actuando igual. He dicho que
esto es ambiguo, y lo es.... porque a la vez que deseo librarme de estos despóticos gigantes, me
siento tan cerca de ellos y los veo tan empeñados en mí, dedican tanto esfuerzo a entretenerme y
aliviar mi ajetreada existencia, que no resisto mucho tiempo sin tenerlos cerca.
Por otro lado, la mayoría de los gigantes son francamente enigmáticos. Andan de aquí para allá
tratando de conseguir unos papeles alargados de colores que son, al parecer, uno de sus juguetes
favoritos. Siempre llevan algunos en el bolsillo y se quejan si no los tienen... sin embargo, cuando
salen a la calle se detienen de tanto en tanto y se los dan a otros gigantes (los que regalan cosas...)
Otro aspecto enigmático de los gigantes es su extraña conducta higiénica. Créanmelo: ¡no usan
pañales!, sino que dejan tanto el pis como la caca en el baño. El gigante “papá” coincide conmigo,
creo, en lo poco práctico de este procedimiento. Suele decirle a mamá “¡cuando vas a salir del baño!”
si ella se queda allí mucho tiempo.
Recientemente sucedió algo muy irregular. Los gigantes “papá” y “mamá” me llevaron a un lugar
plagado de juguetes, de comida muy rica, de otros gigantes ridículamente vestidos con túnicas azules
a cuadritos... y de muchos otros seres normales (no-gigantes, como yo). Califico esta visita al “jardín”
(así se llama, aunque no hay ninguna planta) de “irregular” porque es a la vez buena y mala. Buena,
Nota del Autor: Escribí este texto cuando era maestro del jardín maternal del Colegio de Abogados de la
Capital Federal, y fue utilizado durante las reuniones del inicio de varios ciclos lectivos para abrir la
planificación compartida de este período con los padres de los alumnos.
porque todo lo que hay allí es fascinante, y está pensado para gente normal como yo: juegos y
juguetes, cosas graciosas, canciones, gigantes que siempre se agachan, y hasta comprenden bastante
bien mi idioma. Y mala, porque inexplicablemente mis gigantes personales insisten en dejarme allí
solo, e irse.
Al principio se quedaron un rato. Luego me dijeron que tenían que ir a trabajar (como si no fuera
suficiente trabajo atenderme a mí...) y comenzaron a dejarme solo con los demás seres normales y
con los gigantes que se agachan y cantan.
Con el tiempo me fui acostumbrando, pero al principio, cuando se iban, no tenía la certeza de que
fueran a volver. Aunque los gigantes del jardín me dijeran que luego volvían... ¿quién puede confiar en
alguien al que aún no conoce del todo? Y la idea de perder a mis gigantes personales... francamente
me aterroriza. Aunque se agachen y canten, los gigantes del jardín no son ni la mitad de buenos que
los míos: están repartidos entre una docena de otros no-gigantes, y sólo me prestan atención de a
ratos.
Con respecto a los otros no-gigantes (ellos nos llaman “nenes”), es extraño convivir con ellos. Cada
uno parece tener gigantes personales... ¡ y todos se llaman como los míos!: “papá” y “mamá”. Y no
soy el único que los extraña. A la hora de salir, luego de saludarnos cantando (el idioma de los
gigantes que se agachan es, básicamente, musical) vamos a la puerta y un verdadero bosque de
piernas y carteras indica que la manada de gigantes-papá-y-mamá ha llegado a buscarnos.
Charlan un rato (en las alturas) con los gigantes del jardín y parecen muy contentos de
encontrarnos, como si también ellos se aterrorizaran ante la idea de separarse de nosotros. Después
de eso vamos a casa y todo sigue más o menos igual. Un gigante que se llama “tío” me dijo
(agachado y en mi lengua) que algún día yo voy a ser gigante como ellos. ¡Qué loco el tío, ¿no?!
Una rápida mirada sobre la bibliografía práctica del Nivel Inicial (manuales y distintos
textos de didáctica utilizados en el profesorado, documentos curriculares oficiales, etc.)
permite identificar algunas categorías que funcionan como ordenadores de la tarea
docente en el jardín de infantes. Estas categorías son: el tiempo, el espacio, el orden, el
equilibrio, la jerarquía y la pertinencia. Estos serían, en una ajustada síntesis, elementos
que habitualmente se toman en cuenta a la hora de diseñar y evaluar las prácticas de las
maestras jardineras.
Aunque esta enumeración pueda parecer algo amplia, el modo en que se define cada
elemento da cuenta clara del marco en que se piensan las estrategias docentes.
En general se espera de las llamadas estrategias del docente que estén atravesadas por
estas variables. Son esas estrategias las que deben ser puntuales, pertinentes,
equilibradas, etc. De todos modos, los términos en que los docentes formulan su tarea,
son los términos de las llamadas “variables didácticas”, entre las que pueden destacarse:
a) los objetivos de cada actividad, cada juego propuesto, cada proyecto emprendido,
b) los contenidos, es decir, aquello que mediante cada actividad se propone enseñar,
c) las actividades propiamente dichas, su estructura, sus etapas, sus fundamentos, y
d) la evaluación, es decir la constatación de que, efectivamente, tal actividad tuvo el
efecto de dar la oportunidad de aprender tales contenidos.
Es habitual que las escuelas instituyan algunas actividades a lo largo del año y
unifiquen criterios entre los distintos docentes para asegurar su realización más menos
homogénea. Campamentos, realización de producciones plásticas (murales, banderas)
para participar de eventos institucionales (exposiciones, actos, representaciones). En fin,
una parte importante de la vida escolar de los niños se rige por la idiosincrasia de la
docente a cargo del grupo, y otra parte por las características de la institución. Podría
decirse que una institución que articula óptimamente las individualidades valiosas de sus
educadores y las propuestas de trabajo en equipo, es una institución que ha vencido uno
de los mayores desafíos que puede proponerse un jardín de infantes. Un exceso de
institucionalismo y trabajo en equipo “impuesto” se evidencia en un clima enrarecido,
docentes presionados e incómodos y padres tratados como clientes. Por el contrario, un
déficit de cohesión al interior de la escuela se evidencia en contradicciones, descuidos y
falta de comunicación.
Aunque cada escuela tiene sus características, si se pidiera a cien docentes de Nivel
Inicial que relataran una jornada típica en el jardín de infantes posiblemente coincidirían
bastante en la mayor parte de los aspectos descriptos. La resultante sería más o menos
lo que sigue:
Los niños ingresan a medida que van llegando al jardín y son recibidos en un
espacio común (hall, patio) por una maestra “de turno” o por una auxiliar
designada a tal efecto. A la hora prevista, se reúnen todos, cada uno próximo a
su maestra y compañeros, alrededor de la directora, de una maestra o de la
bandera, y se saludan con rimas, canciones o algún otro tipo de ritual. Concluido
este sencillo y cotidiano ritual de encuentro, cada grupo se dirige a su sala.
La primera actividad en la sala suele ser la ronda de encuentro, o intercambio
inicial, generalmente en el sector de la alfombra6en la que la maestra recibe los
cuadernos de comunicaciones, coordina un diálogo grupal que sirve a los niños
para ponerse al tanto de sus novedades, ver cuántos vinieron y cuántos faltaron
(instancia que la maestra aprovecha para enseñar contenidos del área de
matemática) y hacer observaciones acerca del clima del día y las actividades que
luego se realizarán.
La siguiente actividad puede realizarse en el sector de mesas. Aún en la ronda
de intercambio, la maestra ofrece una consigna, digamos por ejemplo: “hoy
vamos a usar unas hojas parecidas a las que usamos ayer, pero las vamos a
pintar con pinceles más finos, y usaremos tres colores en la paleta”. Los niños se
ubican en las mesas, la maestra (y algún niño que colabora con ella) 7 distribuye
los materiales, y comienzan a trabajar. A medida que concluyen van poniendo
sus trabajos a secar en un sector designado para ello, y luego de lavarse las
Una sala admite diferentes formas de organización espacial, pero suelen distinguirse al menos tres espacios
definidos más o menos inalterables: el sector de intercambio (una alfombra o colchoneta donde los niños se
sientan en el piso, en una ronda, donde suele haber un pizarrón, banda numérica, y otros objetos típicos); el
sector de mesas, donde los niños trabajan en pequeños grupos de aproximadamente cuatro integrantes, y los
rincones, pequeños escenarios de juego dispuestos alrededor de la sala con diferentes materiales. Hay un
rincón de “construcción”, un rincón de “juego dramático”, de “biblioteca”, etc.
El “ayudante” o “secretario”, puesto siempre deseado por los niños y que a veces se ocupa como premio al
buen comportamiento. Otras veces la maestra realiza un registro de quiénes han sido secretarios, que es
excusa para utilizar didácticamente esquemas de registro y practicar la escritura del nombre de cada uno.
manos se ubican en el sector de la alfombra a la espera de que sus compañeros
terminen. Esta espera a veces se realiza mirando un libro o jugando con algún
material.
Lo siguiente puede ser una salida al patio, en la que aunque muchas maestras
realizan actividades y juegos organizados, lo más habitual es que los niños
jueguen solos, entre ellos, con las instalaciones con que allí cuenten (toboganes,
trepadoras, etc.) o con aros, pelotas, etc. Este “juego libre” dura entre quince y
treinta minutos, a veces un poco más, y luego se regresa a la sala.
Si no hay una materia especial (Música, Educación Física) la siguiente actividad
de la sala puede ser musical o literaria (cantar canciones, contar cuentos, mirar
libros) o una actividad específica del proyecto o Unidad Didáctica que se esté
desarrollando en la sala. Supongamos que el proyecto en curso gira en torno al
tema de las cartas, la actividad – una de las tantas que componen las secuencias
del proyecto - podría ser descripta por la maestra del siguiente modo:
La jornada suele finalizar con una ronda en la que la maestra reparte los
cuadernos, ayuda a los niños a abrigarse, se realiza un ritual de despedida, en
general con canciones o juegos, y se dirigen a la puerta, donde los familiares
esperan a los niños. En estos minutos tienen lugar breves pero importantes
momentos de intercambio entre docente y padres, que se ponen al tanto
informalmente de cuestiones cotidianas referidas a los niños.
La intención del relato fue ilustrar en forma muy gráfica la secuencia de experiencias
que vive el niño en el jardín desde que ingresa, hasta que se retira. Las variaciones entre
jardines pueden ser muy importantes, de modo que esta descripción no representa un
modelo universal, pero como se ha dicho, si es un modelo posible y bastante habitual, en
base a cual (y a veces en contra del cual) los docentes idean su jornada escolar.