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Las siete palabras, que pronunció Jesús en la cruz se escuchan hoy, en nuestro
mundo. En este momento histórico llegan a nuestro corazón para invitarnos a
construir una tierra nueva, un cielo nuevo, una comunidad nueva.
Frente a la muerte, siempre brotan semillas que darán nueva vida, como el
maíz ofrece su mazorca para la vida de nuestro pueblo.
Estas siete palabras de la agonía de Jesús, nos invitan al perdón, al
arrepentimiento, a la vida nueva, a la esperanza de construir el mundo que
todos esperamos y queremos.
Acompañemos a Jesús en su dolor, pero también en su gran confianza en
Dios, su Padre. Acompañémoslo en la esperanza y pongamos todo nuestro ser
en manos de Dios que es el dueño de la vida.
REFLEXIÓN
¡Qué diferente, qué nuevas se nos hacen, por contraste, las palabras de Jesús
en el momento supremo de la cruz! Jesús nada sabe de venganza, no siente
que ha perdido su dignidad filial, no pide ni promete castigos ni maldiciones.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Padre, perdona a todos: a
los ladrones, a las autoridades judías, al gentío, a los transeúntes, a los
soldados, a mis discípulos; perdona a todos: a los corruptos, a las prostitutas, a
los hipócritas, a los desinhibidos, a los que construyen las armas y a los que
hacen las guerras, a los genocidas y a los abortistas, a los que pecan de oculto
y a los que lo hacen en público, a los criminales de profesión y a los que lo
son sin que lo aparenten...
HIMNO
Aunque he sido tu enemigo,
mi Jesús: como confieso,
ruega por mí: que, con eso,
seguro el perdón consigo.
Perdona a los que gobiernan las naciones por que no ven la pobreza y
no sienten el sufrimiento de sus hermanos. Oremos
Perdona a los padres de familia que han abandonado a sus hijos y no
han luchado por el alimento y la educación de ellos. Oremos
Perdónanos a todos tus hijos que no sabemos cuidar la tierra, el viento,
el agua, el bosque, los animales. Oremos
Perdona a los hijos que no respetan a sus padres ni a las personas
mayores. Oremos
ORACIÓN:
Oh Dios, perdona nuestras ingratitudes y nuestra falta de conciencia
para cuidar de nosotros, de nuestros seres queridos y de nuestros
vecinos. Perdona nuestra falta de amor hacia ti. Te lo pedimos a ti que
vives y reinas por los siglos de los siglos amen.
Segunda Palabra:
Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: ¿no
eres tú, el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros también! Pero el otro
respondió diciendo: ¿no temes a Dios, tu que estas en el mismo suplicio?
Nosotros lo hemos merecido y pagado por lo que hemos hecho, pero este no
ha hecho nada malo.
Y añadió: -Jesús, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Jesús le
respondió: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
En la Toráh se dice que es maldito quien cuelga de la cruz, puesto que eso
significa que se trata de un criminal, de alguien que no ha cumplido la Ley de
Dios y sus preceptos. Jesús acepta que su interlocutor es un criminal, pero no
lo considera maldito, sino bendito, digno de gozar eternamente del paraíso; él
es muy consciente de que no ha venido a salvar a los justos, sino a los
pecadores.
La novedad de esta palabra de Jesús requiere un corazón de niño, un volver a
nacer por obra del Espíritu. Así es ahora el corazón de este hombre que de
ladrón se ha convertido en niño: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como
rey. También nosotros digamos: “Yo quiero ser como un niño”. Y como niños
escucharemos de labios de Jesús: Hoy estarás conmigo en el paraíso...
HIMNO
Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón
con fe te implora tu piedad:
yo también de mi maldad
te pido, Señor, perdón.
Si al ladrón arrepentido
das un lugar en el Cielo,
yo también, ya sin recelo
la salvación hoy te pido. Amén
PETICIONES:
Todos contestamos: HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAISO
ORACIÓN:
Oh Dios, haz que caminemos por sendas del bien, favoreciendo la unidad
de nuestra familia y de los pueblos, construyendo el paraíso donde tú estás
con nosotros. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Tercera Palabra:
“MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO… AHÍ TIENES A TU MADRE”
REFLEXIÓN
María simboliza y promueve la unidad porque todos los cristianos somos sus
hijos; simboliza y promueve la santidad, con su amor y su ternura hacia su
Hijo y hacia la voluntad del Padre; simboliza y promueve la catolicidad,
porque es la nueva Eva, la madre de la nueva humanidad, a la que todos los
hombres estamos llamados; simboliza y promueve la apostolicidad, con su
presencia y su solicitud por los apóstoles como en el cenáculo en los días de
Pentecostés. María es Iglesia. María hace Iglesia, engendra la Iglesia.
HIMNO
PETICIONES:
Todos contestamos: MUJER AHÍ TIENES A TU HIJO. HIJO, AHÍ
TIENES A TU MADRE
ORACIÓN:
REFLEXIÓN
En el libro de los salmos encontramos muchos que hablan de peligros,
persecuciones, intrigas, malignidad humana... y de confianza en Yahvéh que
salva al que ora de todo ello. El salmo 22 pertenece a este grupo de salmos.
Sobre él, como sobre un pentagrama, parece haber sido redactado el texto de
la pasión de Jesucristo. Escuchemos algunos fragmentos:
¡Dios mío, Dios mío!
¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué no escuchas mis gritos y me salvas?...
HIMNO
Desamparado se ve
de su Padre el Hijo amado,
maldito siempre el pecado
que de esto la causa fue.
PETICIONES:
Todos contestamos: DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿PORQUÉ ME HAS ABANDONADO?
Quinta Palabra:
“TENGO SED”
REFLEXIÓN
En el Antiguo Testamento la sed está muy presente. Se nos habla del pueblo
de Israel, sediento cuando marcha por el desierto, y que se queja de haber sido
conducido allí para morir en él de sed (cf. Ex 17,1ss).
¡Cuánto mejor estaban en Egipto!
Jesús tiene sed, como junto al pozo de Jacob en Siquén, pero ahora ya no pide
que le den de beber, como lo hizo allí cuando se dirigió a la samaritana (Jn
4,10-15). Jesús en las bienaventuranzas dijo: “Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5, 6), y ahora el
Padre, no los hombres, sacia misteriosamente esa sed de justicia de Jesús, es
decir, de redención. Y al término del libro del Apocalipsis dice Jesús: “Si
alguno tiene sed, venga y beba de balde, si quiere, del agua de la vida”
(22,17), porque “el que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en
mí nunca tendrá sed” (Jn 6,35). Y el Apocalipsis no es sino el eco de unas
palabras del Evangelio: “El último día, el más importante de la fiesta (fiesta de
los tabernáculos), Jesús, puesto en pie ante la muchedumbre, afirmó
solemnemente: Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba” (Jn 7, 37-38). Y
en el gran momento del juicio final escucharemos estas palabras de Jesús:
“Venid, benditos de mi Padre, porque estuve sediento y me disteis de beber”
(Mt 25, 31-40).
Es nueva la sed de Jesús. No es sed del Dios vivo, porque esa sed está
completamente saciada. No es tampoco la palabra de Jesús un grito de queja,
de desesperación, de rebelión, como en el caso de los israelitas. Es sed real, sí,
pero no sólo en su realidad física, sino sobre todo en su realidad más íntima y
espiritual. Es sed de justicia, de redención por la sangre. Es sed que sólo el
Espíritu Santo puede apagar en el corazón de Cristo y del cristiano. Es sed que
no es suya, sino de sus hermanos los hombres, hecha propia por él en el
calvario.
HIMNO
Sed, dice el Señor, que tiene;
para poder mitigar la sed que así le hace hablar,
darle lágrimas conviene.
PETICIONES:
Todos contestamos: TENGO SED.
ORACIÓN:
Dios nuestro escucha nuestra oración. Nuestro clamor, quiere llegar hasta
ti, para que nos des el agua de la vida que cambia nuestro corazón, y así
crear justicia y paz en la comunidad. Te lo pedimos por Cristo Nuestro
Señor. Amén.
Sexta palabra:
CANTO: Tú reinarás.
REFLEXIÓN
HIMNO
Con firme voz anunció Jesús, ensangrentado,
que del hombre y del pecado
la redención consumó.
Y cumplida su misión,
ya puede Cristo morir,
y abrirme su corazón
para en su pecho vivir. Amén
PETICIONES:
Todos contestamos: TODO ESTÁ CUMPLIDO
ORACIÓN:
Oh Dios queremos repetir con Jesús: todo está cumplido. Tú, el dueño de
la vida ayúdanos a construir nuestra comunidad en el amor de hermanos,
te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Séptima Palabra:
REFLEXIÓN
Jesús, con este salmo, llama a Dios su roca y su fortaleza. Esa roca y fortaleza
ya no es Yahvéh, es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Hay una novedad
radical: No es la relación de un vasallo con su rey, sino la de un hijo para con
su Padre. No se abandona a las manos poderosas de Yahvéh, el Señor de los
ejércitos, el rey de las naciones, sino en las manos tiernas y benditas del Padre.
Digamos también nosotros: Padre, a tus manos confío mi espíritu, mi vida
entera, ahora en el tiempo de la lucha, luego en la eternidad del amor.
HIMNO
A su eterno Padre, ya el espíritu encomienda;
si mi vida no se enmienda,
¿en qué manos parará?
PETICIONES:
Todos contestamos: PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI
ESPÍRITU.
Padre, en tus manos, ponemos a los pueblos que tienen problemas para
que hagan la paz sin violencia. Oremos
Padre, en tus manos, ponemos a las familias del mundo entero para que
les des el amor, fruto del espíritu Santo. Oremos
Padre, en tus manos, ponemos a los jóvenes para que les des confianza
en ti y en ellos mismos. Oremos
Padre, en tus manos, ponemos a la niñez para que sembremos en ellos la
fe en ti y el deseo de construir un mundo nuevo. Oremos
ORACIÓN:
Dulce madre…
Sea eternamente bendito…