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Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, existía un país todo lleno

de puntos, y, he aquí la historia de dos de ellos.

Uno muy pequeño llamado Plim y otro muy grande llamado Plom.
Plim vivía en una casa pequeña, con una puerta pequeña, con una
ventana pequeña, con una chimenea pequeña… todo en la casa era muy
pequeño… y Plim sonaba así: (tres percusiones suaves)

Plom vivía en una casa muy grande, con una puerta muy grande, con
una ventana muy grande, con una chimenea muy grande… todo en la casa era
muy grande…y Plom sonaba así: (tres percusiones fuertes)

Plim y Plom eran muy amigos y se divertían tanto juntos que un día
Plom invitó a Plim a pasar la tarde en su casa.
Plim se puso muy contento y de camino a casa de Plom iba cantando
una canción. Plom preparaba su casa para recibir a Plim y mientras tanto
cantaba esta canción.

Cuando Plim llegó a casa de Plom se quedó impresionado, ¡qué grande


era todo!: en el gran salón había una gran mesa donde Plom había preparado
una gran merienda. Plom invitó a Plim a sentarse pero Plim era tan pequeñito
que Plom tuvo que ayudarle a subirse a la silla. En la mesa había un gran plato
y cuando Plim se asomó… ¡chof! se cayó en las natillas.
- ¡Ja,ja, ja! – se reía Plom
- ¡Ji, ji, ji! – se reía Plim.

Después de merendar Plom invitó a Plim a jugar una partida de


parchís. ¡Oh, oh!, las fichas eran demasiado grandes y Plim sudaba y sudaba
cada vez que le tocaba moverlas, por lo que tuvieron que dejarlo y decidieron
que lo mejor sería reunirse la semana siguiente en casa de Plim.
Cuando llegó el día de la cita, Plom, muy contento, se dirigió a casa de
Plim y de camino cantaba su canción. Plim en su casa preparaba la merienda y
también cantaba su canción.

Cuando Plom llegó a la casa se quedó asombrado… ¡qué pequeño era


todo! El primer problema era entrar por la puerta… ¡imposible! Plom era
demasiado grande, así que Plim tuvo que sacar la merienda al jardín. Segundo
problema, el plato de natillas era tan pequeño que Plom se quedó con hambre.
Tercer problema, el parchís… era tan pequeño que cuando Plom intentaba
mover su ficha, movía todas las demás, así que tuvieron que suspender otra
vez la partida.

¡Qué desastre!, se miraban el uno al otro desconcertados, -¿qué


hacemos? Llamaremos al mago de los puntos, seguro que él nos puede ayudar.
Así lo hicieron, y el mago llegó. Plim y Plom le contaron su problema
y el mago se puso a pensar… - ¡ya lo tengo!, trazaré un camino de una casa a la
otra.

- Este camino os servirá de gran ayuda – continuó – porque cuando Plim


se dirija a casa de Plom irá creciendo y creciendo y al llegar será un punto tan
grande como Plom. Lo mismo le ocurrirá a Plom cuando salga de su casa para ir
a casa de Plim, que se irá haciendo cada vez más pequeño hasta convertirse
en un punto chiquitito como Plim.
¡Qué contentos se pusieron los dos!, ya podían merendar y jugar al
parchís sin ningún problema.

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