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En la década de los 80 del siglo XX, Mesulam (1981) propuso un modelo para explicar la
atención. Postulaba un sistema cerebral para la atención selectiva espacial con cuatro
componentes: reticular, relacionado con el mantenimiento del nivel de activación; límbico,
regulando la distribución espacial de la motivación; frontal, con los campos visuales
frontales y coordinando los programas motores; y posterior parietal, que proporciona un
mapa sensorial interno.
Otros autores proponen un modelo de atención con interconexiones jerárquicas entre
estructuras cerebrales difusas. Así, las conexiones posteriores del circuito neural córtico-
estriado-talámico serían responsables de la orientación y la localización visual automática
involuntaria. Mientras que el sistema anterior se encargaría del control consciente y
voluntario de la atención (Posner & Driver, 1991).
Aglutinando práctica clínica y explicación teórica, autores como Ríos et al. (2004) realizan
un importante avance en este sentido. De sus estudios con sujetos con lesión cerebral por
Traumatismo Craneoencefálico (TCE) y sujetos normales en pruebas atencionales clásicas,
plantean cuatro componentes de los mecanismos atencionales: velocidad de
procesamiento, control de la interferencia, flexibilidad cognitiva y memoria operativa. Los
tres últimos términos pueden agruparse en el control atencional. Este acercamiento a la
evaluación de los mecanismos atencionales centra el énfasis en la necesidad de evaluar
estos componentes para conocer el rendimiento atencional en cualquier investigación sobre
la atención.
Tipos de Atención
Dentro del constructo general de la atención se pueden encontrar diferentes tipos de
atención según el modelo funcional de Sohlberg y Mateer (2001), que describe los
fenómenos relacionados con los procesos atencionales. El modelo plantea una jerarquía
funcional asumiendo cada nivel el correcto funcionamiento del anterior. Los tipos de
atención que plantean son:
Arousal: Es la activación general del sujeto que permite la capacidad de seguir órdenes o
estímulos.
Atención Pasiva: Es la atención más general y básica, no está asociada a la motivación o
necesidad del sujeto. Se divide en:
a) Estado de alerta: Es la base del sistema atencional, el nivel primario y elemental, supone
un nivel de activación para iniciar el acceso a los estímulos.
b) Respuesta de orientación: Prepara al sujeto para responder a cualquier estímulo externo
no esperado, lo que dispara una respuesta de alerta.
Atención activa: Es la atención consciente movida por la intención y motivación del sujeto y
con una meta. Tiene varias modalidades:
a) Atención focalizada: este tipo de atención activa se centra en un objetivo, resiste a la
fatiga y las distracciones. Requiere un nivel de alerta activo, aunque depende de la
motivación.
b) Atención sostenida: el objeto de atención se mantiene activo durante un periodo de
tiempo determinado, resistiendo fatiga y distractores.
c) Atención selectiva: es la capacidad de mantener la atención en un objeto filtrando de
forma selectiva los distractores que compiten con el estímulo diana.
d) Atención alternante: es la capacidad de cambio de la atención desde un estímulo a otro
de forma voluntaria o ante demandas externas que lo requieran
e) Atención dividida: requiere prestar atención al menos a dos estímulos al mismo tiempo.
Anatomía de la Atención
La atención involucra a diversas estructuras del Sistema Nervioso Central (SNC).
Más allá de las diversas teorías que han postulado diferentes sistemas corticales y
subcorticales implicados en el mecanismo atencional, el desarrollo de técnicas de imagen
de la actividad cerebral ha supuesto una expansión de la literatura sobre la atención a nivel
funcional en el cerebro y la determinación de las estructuras implicadas en los diversos
procesos atencionales (Tirapu et al., 2012).
”La atención involuntaria depende de las áreas basales, mientras que la atención más
sofisticada depende de áreas corticales de asociación” (Portellano & García, 2015)
El área motora suplementaria parece estar implicada en la regulación atencional junto con
estructuras de los lóbulos frontales (Mesulam, 1998). La corteza parietal tiene un papel de
construcción de un mapa interno del mundo exterior determinante para la orientación de la
atención, así como en la reorientación de la atención (Corbetta et al., 2000)
El hemisferio derecho parece tener un papel mucho más relevante que el izquierdo en las
tareas de atención. Numerosos estudios parecen apoyar este planteamiento, puesto que la
formación reticular es más densa en sus fibras en este hemisferio, las lesiones en este
hemisferio parecen causar más trastornos de la atención, alteran más los tiempos de
reacción y los núcleos de la formación reticular del hemisferio derecho se activan cuando se
pasa de sueño a vigilia (Maestú et al., 2008).