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Neuropsicología de la Atención

La atención no es un proceso único, sino que es un conjunto de procesos interactivos y


confluentes durante la percepción, la cognición y la actividad motora.

Luria define la atención como “el proceso selectivo de la información necesaria, la


consolidación de los programas de acción elegibles y el mantenimiento de un control
permanente sobre ellos” (Luria, 1983, p. 7).

El primer acercamiento histórico al concepto desde la psicología lo realiza James (1890).


Este autor distingue atención sensorial de atención voluntaria. Cherry (1953) profundiza en
el estudio de la atención selectiva auditiva desarrollando el paradigma de escucha dicótica.
Broadbent (1958) concibe la atención como un filtro en estadios iniciales del procesamiento
del estímulo. Treisman (1960) introduce el modelo de filtrado en jerarquía. Para este
planteamiento teórico, primero se reconocen las características físicas y después se realiza
el reconocimiento semántico del estímulo. Sus críticos (Deutsch & Deutsch, 1963)
introdujeron la importancia de la motivación y las emociones en este primer modelo
jerárquico.

El sistema fronto-diencefálico-troncoencefálico propuesto por Stuss (2006) plantea un


modelo con niveles tónicos de alerta. Incluye el Sistema Reticular Activador Ascendente
(SRAA), proyecciones difusas hacia el tálamo y el sistema fronto-talámico. El SRAA en su
proyección difusa hacia el tálamo estaría implicado en los cambios del nivel de alerta.

En la década de los 80 del siglo XX, Mesulam (1981) propuso un modelo para explicar la
atención. Postulaba un sistema cerebral para la atención selectiva espacial con cuatro
componentes: reticular, relacionado con el mantenimiento del nivel de activación; límbico,
regulando la distribución espacial de la motivación; frontal, con los campos visuales
frontales y coordinando los programas motores; y posterior parietal, que proporciona un
mapa sensorial interno.
Otros autores proponen un modelo de atención con interconexiones jerárquicas entre
estructuras cerebrales difusas. Así, las conexiones posteriores del circuito neural córtico-
estriado-talámico serían responsables de la orientación y la localización visual automática
involuntaria. Mientras que el sistema anterior se encargaría del control consciente y
voluntario de la atención (Posner & Driver, 1991).

La incorporación de la neurofisiología animal y la neuroimagen funcional en humanos aporta


un nuevo enfoque teórico al estudio de la atención. Corbetta y Shulman (2002) plantean el
modelo de control atencional. Proponen dos redes de sistemas cerebrales que, de forma
independiente y complementaria, controlan la atención. Las estructuras cerebrales
implicadas son zonas frontoparietales responsables de conectar información de estímulos
sensoriales relevantes y representaciones de componentes motores, por un lado y
mecanismos de alerta, por otro.

Aglutinando práctica clínica y explicación teórica, autores como Ríos et al. (2004) realizan
un importante avance en este sentido. De sus estudios con sujetos con lesión cerebral por
Traumatismo Craneoencefálico (TCE) y sujetos normales en pruebas atencionales clásicas,
plantean cuatro componentes de los mecanismos atencionales: velocidad de
procesamiento, control de la interferencia, flexibilidad cognitiva y memoria operativa. Los
tres últimos términos pueden agruparse en el control atencional. Este acercamiento a la
evaluación de los mecanismos atencionales centra el énfasis en la necesidad de evaluar
estos componentes para conocer el rendimiento atencional en cualquier investigación sobre
la atención.

Tipos de Atención
Dentro del constructo general de la atención se pueden encontrar diferentes tipos de
atención según el modelo funcional de Sohlberg y Mateer (2001), que describe los
fenómenos relacionados con los procesos atencionales. El modelo plantea una jerarquía
funcional asumiendo cada nivel el correcto funcionamiento del anterior. Los tipos de
atención que plantean son:
Arousal: Es la activación general del sujeto que permite la capacidad de seguir órdenes o
estímulos.
Atención Pasiva: Es la atención más general y básica, no está asociada a la motivación o
necesidad del sujeto. Se divide en:
a) Estado de alerta: Es la base del sistema atencional, el nivel primario y elemental, supone
un nivel de activación para iniciar el acceso a los estímulos.
b) Respuesta de orientación: Prepara al sujeto para responder a cualquier estímulo externo
no esperado, lo que dispara una respuesta de alerta.

Atención activa: Es la atención consciente movida por la intención y motivación del sujeto y
con una meta. Tiene varias modalidades:
a) Atención focalizada: este tipo de atención activa se centra en un objetivo, resiste a la
fatiga y las distracciones. Requiere un nivel de alerta activo, aunque depende de la
motivación.
b) Atención sostenida: el objeto de atención se mantiene activo durante un periodo de
tiempo determinado, resistiendo fatiga y distractores.
c) Atención selectiva: es la capacidad de mantener la atención en un objeto filtrando de
forma selectiva los distractores que compiten con el estímulo diana.
d) Atención alternante: es la capacidad de cambio de la atención desde un estímulo a otro
de forma voluntaria o ante demandas externas que lo requieran
e) Atención dividida: requiere prestar atención al menos a dos estímulos al mismo tiempo.

Anatomía de la Atención
La atención involucra a diversas estructuras del Sistema Nervioso Central (SNC).
Más allá de las diversas teorías que han postulado diferentes sistemas corticales y
subcorticales implicados en el mecanismo atencional, el desarrollo de técnicas de imagen
de la actividad cerebral ha supuesto una expansión de la literatura sobre la atención a nivel
funcional en el cerebro y la determinación de las estructuras implicadas en los diversos
procesos atencionales (Tirapu et al., 2012).

”La atención involuntaria depende de las áreas basales, mientras que la atención más
sofisticada depende de áreas corticales de asociación” (Portellano & García, 2015)

Se ha constatado que tras la recepción del estímulo foco de atención, su procesamiento


comienza en el tronco cerebral y acaba en la corteza de asociación. La atención involuntaria
depende de las áreas basales, mientras que la atención más sofisticada depende de áreas
corticales de asociación (Portellano & García, 2015).
Dentro de las estructuras subcorticales, el papel de la formación reticular es primordial por
su papel de regulación del estado de alerta. El tálamo, mediante sus núcleos anterior y
mediodorsal, dirige cada estímulo hacia su canal perceptivo adecuado y regula la intensidad
de los estímulos. Los ganglios basales funcionan como un sistema activador para permitir el
procesamiento selectivo y focalizar la atención, y se conectan con el sistema límbico para
integrar emoción y atención (Casey et al., 2000). El giro cingulado regula la fluidez de las
tareas de atención en actividades de cambio atencional y actividades motoras. El sistema
límbico determina el valor emocional del estímulo, participa en la detección, exploración y
búsqueda para la habituación o inhibición.
El córtex frontal dorsolateral contribuye a los procesos atencionales en el mantenimiento
activo y manipulación de la información y en la inhibición de planes de acción en curso no
deseables (Periáñez & Barceló, 2004). El córtex cingulado anterior se encargaría del control
de la atención selectiva y el mantenimiento de la información activa o atención dividida
(Ojeda et al., 2002). Algunos autores han postulado su papel en la monitorización y
supervisión de la conducta en situaciones de conflicto entre esquemas de percepción y de
acción mediante el control atencional ante situaciones nuevas.

El área motora suplementaria parece estar implicada en la regulación atencional junto con
estructuras de los lóbulos frontales (Mesulam, 1998). La corteza parietal tiene un papel de
construcción de un mapa interno del mundo exterior determinante para la orientación de la
atención, así como en la reorientación de la atención (Corbetta et al., 2000)

“Numerosos estudios respaldan la importancia del hemisferio derecho en la atención, ya


que la formación reticular derecha es más densa en este hemisferio”

El hemisferio derecho parece tener un papel mucho más relevante que el izquierdo en las
tareas de atención. Numerosos estudios parecen apoyar este planteamiento, puesto que la
formación reticular es más densa en sus fibras en este hemisferio, las lesiones en este
hemisferio parecen causar más trastornos de la atención, alteran más los tiempos de
reacción y los núcleos de la formación reticular del hemisferio derecho se activan cuando se
pasa de sueño a vigilia (Maestú et al., 2008).

En conclusión, se ha de considerar la atención como un sistema complejo cuya función es


seleccionar un estímulo, filtrando lo irrelevante de la información ambiental, para poder
realizar acciones a distintos niveles con la información seleccionada .

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