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La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, de fans


para fans. Nuestro único fin es propiciar la lectura de aquellas obras en
inglés que no son traducidos de manera oficial al español.
El staff de Bookworm Books apoya a los escritores en su trabajo,
incentivando la compra de los libros originales si estos llegan a los países de
habla hispana. Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al
autor.
Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento. |

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Créditos
MODERACIÓN
Lobeth
Cat J. B

TRADUCCIÓN
Andie katherin
Cat J. B lauu lr
Coral Black Lobeth
Elizabeth.d13 Walezuca
|

CORRECCIÓN
Cat J. B
Coral Black
katherin
Walezuca

REVISIÓN DISEÑO
Cat J. B Daniela Herondale
Sinopsis
Camryn ha estado saliendo con Marc desde SIEMPRE. ¡Desde primer año! Había
dejado el vóley para ir a todos sus partidos, había cambiado su horario para estar
en sus clases favoritas y había estado rompiéndose el trasero para entrar a
Columbia para que pudiesen ir a la misma universidad. Así que cuando Marc de
repente, y muy públicamente, rompe con ella en la primera semana de su último
año para salir con la nueva estudiante que acaba de mudarse, está totalmente
devastada.

¿Pero por qué estar triste, cuando puedes vengarte? Inspirada por sus películas |
favoritas, Camryn decide que la mejor venganza es un último año bien vivido,
protagonizado por un chico que es mucho mejor que su ex. Con un poco de ayuda
de sus amigas, Cam va a tener el Mejor. Año. De. Todos.
Capítulo 1
—Eso no es arte —dijo mi novio, Marc Gerber, apuntando su pincel a mi
caballete.

—Estás celoso —le dije, estudiando mi obra maestra que ciertamente parecía
una gran mancha roja sobre un lienzo—. Las personas se pelearán por esto algún
día.

—Sí —dijo Todd Slocum, nuestro amigo y compañero de futbol de Marc,


inclinándose para ver mejor—, para sacarlo de su vista.

Marc se rio.

—¿Cierto? Tómalo tú. No, tómalo tú. No, tómalo tú —dijo, fingiendo ser dos
personas discutiendo por mi trabajo.
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—Sabes… —Sumergí mi pincel en la pintura roja—. Creo que tu pintura podría
necesitar unos cuantos retoques.

Di un paso hacia él, moviendo mi pincel hacia su proyecto.

—No lo harías. —Los ojos de Marc tenían un destello en ellos, casi retándome a
seguir.

—¿No?

Me acerqué más. La obra de Marc era de un arquero de futbol saltando por el


balón para evitar que el otro equipo anotara. Mi novio vivía para el futbol.

—Creo que un poco de rojo podría darle vida.

—Cam… —dijo, sin estar seguro de lo que iba a hacer después.

—¿Sí, Marc?
Giré el pincel como si estuviera a punto de hacer un movimiento.

Antes de que pudiera, me rodeó con sus brazos, acercando su cabeza a mi cuello.
Él sabía que era muy cosquillosa ahí.

Chillé mientras intentaba alejarlo, accidentalmente pintando su mejilla.

—Marc, Cam, deténganse —gritó nuestra maestra de arte, la Sra. Winters—. No


me hagan repetirlo.

—Lo siento. —Traté de parecer arrepentida a pesar del hecho de que mi novio
tenía un montón de pintura roja goteando de su rostro. Esperaba por lo menos
conseguir unos puntos por contener la risa.

—Yo también —dijo Marc.

La Sra. Winters suspiró y le dio un trapo para limpiarse la pintura. Luego


devolvió su atención a mí.

—¿No dijiste que tenías una cita con la orientadora este periodo? ¿Por qué no
vas ahora? |
Todavía tenía tiempo, pero no la iba a contradecir. Ella quería que me marchara.

No era exactamente la estudiante favorita de mi maestra de arte. Tan solo ayer,


me llamó la atención ocho veces para que dejara de hablar y me concentra en mi
pintura. Era solo la primera semana de clases, pero la Sra. Winters ya era toda
negocios, determinada a mantener las clases al día. Y aparentemente, yo no se lo
estaba haciendo fácil.

Comencé a limpiar mi lugar.

—¿Qué hiciste? —preguntó Todd.

—¿Eh?

—Para ser llamada a orientación.

Negué con la cabeza.


—Ni idea.

Marc todavía tenía un poco de pintura en su rostro. Se veía tan lindo, pero decidí
ser una buena novia y ayudarlo de todos modos. Quité la mancha con mi pulgar y,
después de estar segura de que la Sra. Winter estaba viendo a otro lado, le di un
ligero beso en los labios.

Todd puso los ojos en blanco.

—Apuesto a que tiene que ver con eso. Probablemente se dieron cuenta de que
mentiste para entrar a la clase solo para estar con Marc.

No había mentido. No exactamente. Está bien, sí, mentí. Pero fue por una buena
razón. No iba a pasar todo el último año sin una clase con mi novio.

—No crees que sea eso, ¿verdad? —pregunté.

Todd se encogió de hombros, pero no era su respuesta lo que buscaba. Quería


saber qué pensaba Marc.

Como si leyera mi mente, Marc apretó mi mano. |


—Relájate, probablemente no sea nada.

Esperaba que estuviera en lo correcto, pero esas palabras se me quedaron


grabadas mientras me sentaba en la oficina de la orientadora.

¿Por qué Todd tuvo que meterse en mi cabeza? No había estado tan nerviosa
hasta que abrió la boca. Pero ahora estaba semi petrificada. Nunca había sido
llamada a la oficina antes, ni a la de la dirección, ni siquiera a la enfermería.

No podía meterme en problemas: era mi último año, mi expediente no se lo


podía permitir. Tenía que estar perfecto si quería cualquier oportunidad de entrar
en Columbia, y realmente necesitaba entrar.

Miré el reloj de la pared. Había estado esperando para ver a mi orientadora, la


Sra. Vail, por veinte minutos. Un poco más y mi periodo anterior habría terminado.

Finalmente, la puerta de su oficina se abrió.


—Gracias, de nuevo —dijo una chica alta y rubia, saliendo junto a la Sra. Vail.

—No hay problema, Lissi.

Mis oídos se animaron. ¿Esta era la famosa Lissi Crandall? Estiré mi cuello para
tener una mejor vista. Todos estaban hablando sobre ella. No es que los culpara. No
todos los días había una estudiante nueva en Brooksvale High, especialmente en el
último año. Lissi prácticamente era una celebridad en nuestro pequeño pueblo de
Connecticut. Había comenzado a asistir a las prácticas de vóley de la escuela este
verano, y por lo que pude escuchar, los impresionó bastante. Amada por algunos,
odiada por otros; este último grupo incluía a una de mis mejores amigas, Grace Kim.

—Te mantendré informada —dijo la Sra. Vail, luego dirigió su atención hacia
mí—. ¿Camryn Roth?

El sonido de mi nombre hizo que el rostro de Lissi volteara hacia mí. Sus cejas
subieron y sus ojos azules se abrieron. ¿Sabía quién era yo?

No teníamos ninguna clase juntas, pero supongo que era posible que hubiera
escuchado de mí. Teníamos personas en común. Salía con los chicos de futbol, y ellos |
estaban obsesionados con Lissi. Ella es tan sexy; es tan divertida; es perfecta. Había
puesto los ojos en blanco justamente por eso, pero casi podía ver lo que ellos veían
en ella. Lissi tenía toda la vibra de puedo controlar una habitación sin decir una palabra.

—Puedes entrar —instruyó la Sra. Vail.

La seguí dentro de la oficina, mis pensamientos de la chica nueva rápidamente


se evaporaron. Tenía otras cosas más importantes en las que pensar.

—Toma asiento —dijo la Sra. Vail, buscando entre algunos archivos de su


escritorio hasta que encontró uno con el nombre de CAMRYN ROTH—. Lamento la
tardanza; la anterior reunión se alargó más de lo que esperaba.

—Está bien.

Luego esperé mientras revisaba mi expediente. Frunció el ceño cuando vio una
de las páginas. Estaba bastante segura de que incluso había negado con la cabeza
ligeramente, pero eso pudo ser mi imaginación. Mi rodilla derecha comenzó a
sacudirse de arriba abajo con un ritmo rápido. Tenía mente propia. Presioné mis
manos en ella para detenerla, pero no estaba haciendo ningún bien.

La Sra. Vail todavía no había dicho nada.

—De verdad, de verdad aprecio que me haya cambiado a esa clase de arte —
balbuceé, tratando de enfrentar la situación—. Lamento mucho todos esos emails y
mensajes de voz sobre eso en el verano. Pero creo que definitivamente me ayudará
en las aplicaciones a la universidad. Nunca es suficiente cultura, como siempre digo.
—No decía siempre eso, nunca decía eso. Bueno, excepto cuando estaba tratando de
convencer a mi orientadora de algo.

En el caso del verano pasado, fue conseguir que la Sra. Vail me trasladara a la
clase de mi novio, aunque nunca le mencioné la parte del novio. Pude que le haya
insistido cuatro docenas de veces que me cambiase a la clase de arte de la última
hora dictada por la Sra. Winters.

Después de la primera docena, me contestó con “buenas” noticias. Había podido


|
cambiarme a la clase del segundo periodo del Sr. Tobin. Pero lo bueno para ella era
una mierda para mí. Había estado tratando de entrar a la clase de Marc para estar
cerca de él, no para aprender de puntillismo y otras cosas que me hacían dar vueltas
la cabeza. Así que redoblé mis esfuerzos, diciendo que la única razón por la que
quería tomar la clase de artes era para estar bajo la tutela de la Sra. Winters. Sí, la
halagué y bastante, pero tenía un plan secreto: tomar aunque sea una clase con mi
novio.

No podía ver a Marc solo en el almuerzo. Eso no iba a pasar. Así que hice lo que
tenía que hacer.

Quiero decir, no era que hubiese renunciado a física por él. Descarté una clase
de oratoria persuasiva, que claramente no necesitaba, ya que era capaz de convencer
a la Sra. Vail de reorganizar mi horario. O eso creía. Sentada en la oficina me puse a
pensar si tal vez la clase podría haber mejorado mis habilidades.

La Sra. Vail pudo haber descubierto el verdadero motivo de mi petición. La Sra.


Winters probablemente le avisó. Iba a estar en problemas. Me mandarían a
detención, o peor, me cambiarían de la clase de Marc. Probablemente querían dejar
claro que lo que hice no era aceptable. No podía imaginar que la escuela viera
favorablemente que el horario de un estudiante fuese cambiado por la condición de
su relación.

—¿Qué? Oh. —La Sra. Vail movió su mano hacia mí—. Eso no fue problema.

Me senté más recta. Si ese no era el problema, ¿cuál era?

Puso una hoja de papel frente a mí.

—De hecho, quería hablarte sobre tus aplicaciones para la universidad.

Solté un suspiro de alivio. ¿Eso es todo? Había estado preocupada por nada.

—Ya estoy en eso. Ya he empezado.

Ahora fue el turno de la Sra. Vail de suspirar.

—Camryn…
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—Cam —la corregí. A menos que fuera a ser castigada, nadie me llamaba
Camryn.

—Cam —continuó—. ¿Recuerdas la asamblea?

Asentí. Los de tercer año habían sido llamados al auditorio para una conferencia
sobre la vida después del instituto, qué buscar de una universidad y etc. Fue bastante
aburrido, pero me habían sacado de precálculo, así que estaba escuchando.

Los orientadores de la dirección nos hicieron llenar un cuestionario y nos


animaron a programar una cita para hablar sobre las opciones. La única persona que
conocía que se había registrado era Grace. Supongo que ahora que empezaba el
último año, volvían a ver a todos los que nos habíamos presentado.

Apuntó al papel enfrente de mí.

—Ese es el formulario que entregaste.


Viendo las preguntas, no pude evitar sonreír. Definitivamente recordaba
llenarlo. Toda la sección de la universidad tenía corazones dibujados alrededor.
Tracé uno con mi dedo.

—He estado viendo los archivos de todos, y tus respuestas me preocupan —dijo
la Sra. Vail.

Sabía que no eran tanto mis respuestas, en plural, sino mi respuesta, singular.
Las preguntas eran:

¿Cuál es la universidad de tus sueños?

¿Cuál es la universidad que está a tu alcance?

¿Cuál es la universidad con la que te sientes más identificada?

¿Cuál es tu universidad de respaldo?

Escribí Columbia para todas.

—No estaba ignorando la tarea. Es solo que sé lo que quiero.


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La Sra. Vail juntó sus manos y se inclinó hacia delante.

—Camr… Cam —dijo, suavizando su voz—. Es bueno tener una meta. Solo creo
que necesitas mantener abiertas tus opciones. La Universidad de Columbia es
extremadamente competitiva. He visto tu expediente, y estoy preocupada de que te
estás preparando para la decepción. Es importante tener varias opciones.

No solo iba a aplicar a Columbia (mis padres vetaron esa idea), sino que era el
único lugar al que quería ir, era parte del plan.

—Mis calificaciones son buenas. Tuve todas las A el año pasado, mi examen de
admisión estuvo por encima del promedio y estoy escribiendo un ensayo que está
de puta madre. —Me llevé las manos a la boca. ¿Podías decirle a tu orientadora de
puta madre?

—Tus calificaciones son buenas, pero no estás en clases avanzadas —dijo, sin
inmutarse por mi lenguaje— y tu puntaje en el examen de admisión es
impresionante, pero serán comparables a la mayoría de las personas que solicitan
entrar allí. Necesitas algo que te haga destacar, y tu falta de extracurriculares me
tiene preocupada. —Echó un vistazo a mi expediente—. No hay nada desde primer
año. Ningún club, equipo o actividad. Las universidades buscan estas cosas.

—Tengo cosas.

Esperó a que continuara.

Giré mi brazalete alrededor de mi muñeca.

—Jugué vóley parte de mi primer año. Y me habría unido a algunos clubs, pero
en segundo año tuve que ser niñera de mi hermana después de la escuela. —Mi
madre solía trabajar desde casa, pero ese año tuvo un nuevo jefe quien decidió que
necesitaba a todos en la oficina. Mi hermana era muy pequeña para que la dejaran
sola, así que tuve que cuidarla hasta que volvieran mis padres—. No debería ser
penalizada por eso… no es justo.

La Sra. Vail asintió.

—Definitivamente puedes incluir lo de ser niñera, pero ¿qué hay sobre otras |
actividades? Como escribir para el periódico de la escuela o la revista de literatura,
¿ser voluntaria para plantar árboles los fines de semana, trabajar en la oficina
durante las salas de estudio, inscribirse en el comité de limpieza de la escuela de los
bailes escolares? Hay bastantes opciones que no envuelven quedarse hasta después
del último timbre.

Ni siquiera había pensado en esas cosas. El latido de mi corazón se aceleró.


Estaba ocupada todo el tiempo; tenía que haber cosas que calificaran como
extracurriculares.

—Estoy en casi todos los partidos nocturnos de fútbol —dije, dejando salir
disparadas las palabras—. Y en un montón de los de vóley. Y ahora que mi hermana
es más grande, no necesito estar en casa, iré a los partidos de las tardes también.
Incluso tengo uno hoy. Soy como su animadora número uno.

—Pero no eres una animadora, eres una espectadora, y eso no hace atractiva una
aplicación.

No necesitaba estar en el equipo de porristas para demostrar que tenía espíritu


escolar (cualquiera que me hubiera visto en los partidos lo sabía), pero la Sra. Vail
claramente no estaba de acuerdo.

—Está bien entonces, ¿qué tal esto? Yo, um, ayudé en el auto lavado del equipo
de fútbol. Manejé un puesto en el festival de Purim de mi sinagoga. Yo… —No se
me ocurrió nada más. A menos que salir con tus amigas y tu novio contara para algo.

—Cam…

—Oh —dije, aplaudiendo—. ¡El anuario!

—¿Estuviste en el anuario? —preguntó, buscando entre las páginas de su


archivo de CAMRYN ROTH.

—No técnicamente, pero el año pasado les dijeron a las personas que enviaran
sus fotos, y siempre estoy tomando fotos, así que envíe muchas. Usaron algunas, y
habrían tomado más, si hubiera seniors en ellas en lugar de mi grupo de amigos.
Pero todavía puedo participar como fotógrafa en el anuario, ¿verdad? |

La Sra. Vail apretó los labios.

—Cam, no estoy en la junta de admisión. No soy a quien necesitas convencer.


Solo trato de prepararte. Por la forma en la que se ven las cosas ahora, creo que en
serio necesitas considerar otras opciones. Me temo que no serás capaz de entrar a
Columbia.

Sonó el timbre, interrumpiéndonos, pero no me levanté. No me moví. Estaba


congelada en mi silla. Podía escuchar a los estudiantes correr fuera de sus aulas con
ese torrente de emoción que viene al salir de la escuela un viernes, y no solo
cualquier viernes. El primer viernes del año escolar.

—¿Puedes quedarte unos minutos más? —preguntó la Sra. Vail, una vez que el
timbre se detuvo.

Asentí. No iba a ir a ningún lado, no hasta que arregláramos este lío.


—Leo —dije, buscando en mi mochila y sacando tres libros que guardaba ahí—
. Lo hago todo el tiempo. Saqué estos de la biblioteca antes del almuerzo.
Probablemente he sacado más libros que nadie de esta escuela. La Sra. Chakrabarti
puede confirmarlo… apuesto que incluso me escribiría una recomendación. —Sabía
que me estaba agarrando de lo que fuera, pero ¿cómo patear una pelota contaba
como una extracurricular, pero leer (lo cual era mucho más alucinante) no?

No paraba de hablar de mis romances favoritos a mis amigas. Casi había hecho
una conferencia sobre las diferencias entre el libro de Yo, Simon, Homo Sapiens y la
película Con amor, Simon. Ellas no prestaron atención, pero tal vez, posiblemente,
¿eso contara como un club de lectura? Tomaría cualquier tipo de victoria en este
momento.

—No quiero que te preocupes —continuó la Sra. Vail—. Hay un montón de


universidades excelentes a las que puedes ir. ¿Por qué no echamos un vistazo a
algunas?

Porque no quería ninguna de esas.


|
Columbia había sido mi sueño desde siempre.

Estaba lista para dejar este pueblo e ir a una gran ciudad. Desde que mi tía me
llevó a Manhattan en quinto grado, quería volver. No había tenido oportunidad,
gracias al miedo de mis padres a que viajara a una ciudad sin acompañante, pero
por algún milagro estuvieron de acuerdo conmigo sobre aplicar a una universidad
allí. No podía esperar, y Columbia parecía la escuela perfecta para mí.

Marc fue el primero que me entusiasmó. Era un legado. Su abuela y sus padres
habían ido ahí, y su hermano mayor estaba inscrito ahora. La forma en la que Marc
hablaba sobre el campus, las clases, el prestigio y la ciudad me hicieron enamorarme
de ello, lo suficiente para poner a trabajar mi trasero para conseguir As para poder
entrar.

Desde primer año, los dos habíamos planeado ir a Columbia juntos. Era un pacto
sellado con un beso. Cursi, lo sé, pero el pensamiento todavía me hacía sonreír como
una tonta. Marc era un candidato perfecto para ser aceptado. No solo tenía
conexiones familiares, sino que no tenía deficiencias extracurriculares. Marc era una
estrella atlética, estaba en el senado estudiantil y tomaba todas las clases avanzadas,
en las cuales se destacaba. Aparentemente, sin que lo supiera hasta hace unos
minutos, yo era la perezosa.

Yo era quien ponía en peligro todo.

No. Negué con la cabeza. No me iba a rendir. Había trabajado muy duro para
no entrar en la escuela de mis sueños.

—Todavía tengo tiempo. Puedo arreglarlo —le dije a la Sra. Vail. Ella sabía cuán
persistente era; había tenido una probada de eso en el verano. Ahora, iba a
multiplicar mis esfuerzos diez veces más. Seguro, esto aplastaba cualquier
esperanza de aplicar antes, pero eso estaba bien. El tiempo extra me ayudaría a
entrar a donde necesitaba estar—. Ya verá, conseguiré increíbles recomendaciones,
mantendré mis calificaciones altas y conseguiré algunas extracurriculares. Haré lo
que sea necesario. Puedo hacer que pase. Columbia estará tendiendo la alfombra
roja cuando termine.
|
La Sra. Vail me dio una de sus sonrisas de lástima que nunca podía soportar.

—Espero que tengas razón. Pero solo tienes dos periodos de calificaciones antes
de la fecha de aplicación. Eso no es mucho tiempo.

—Haré que funcione.

Tenía que hacerlo.

Todo lo que soñaba dependía de eso.


Capítulo 2
Abrí la puerta del gimnasio, con cuidado de no llamar la atención. Llegué súper
tarde. El partido de vóley estaba en marcha. Miré hacia el marcador y me dio
escalofríos. No iba bien. Cuatro sets, y Brooksvale iba abajo. Necesitaban empatar
para seguir en el partido. Grace y sus compañeras de equipo salieron de un grupo y
tomaron sus lugares en la cancha. Se veían concentradas. Escaneé las gradas en
busca de mi otra mejor amiga, Terri Marin, y rápidamente me abrí paso por las
gradas hacia ella.

Sus ojos oscuros estaban concentrados en su cuaderno de dibujos, sus largos


rizos marrones casi negros colgando sobre la página, mientras el lápiz en su mano
se movía a gran velocidad. Tomé una foto con mi celular. La llamaría La artista
trabajando. Terri no se dio cuenta de que lo hice; estaba tan obsesionada con su dibujo
que ni siquiera se movió cuando me senté a su lado.
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—Hola —dije, chocando mi hombro gentilmente contra el suyo—. Lamento
llegar tarde. Quedé atrapada en la oficina de la orientadora. Una larga y horrible
historia. Te lo contaré todo.

Se volteó hacia mí, y antes de que pudiera decir una palabra, mi boca hizo una
O y jadeé.

—Oh, no. No me asesines. —Cerré los ojos—. De verdad, de verdad lo siento.


No lo hice a propósito. Quiero cambiar. En serio. Lo olvidé por completo con todo
lo que pasó. —Abrí un ojo—. ¿Qué tan molesta estás?

Terri negó con la cabeza y pellizcó su camisa azul marino, que tenía un GO
gigante escrito con brillo plateado.

—¿Cuántas veces me hiciste prometer que recordaría ponerme esto? —


preguntó.
—¿Ocho? —respondí, arrugando la nariz.

—Intenta con quince —me corrigió—. Y, aun así, de alguna forma, soy la única
luciendo como si una bomba de purpurina me hubiera explotado, mientras que la
señorita espíritu escolar está usando jeans y un top rosa de encaje. Ni siquiera estás
usando los colores de la escuela. Estás decayendo.

Afortunadamente, su voz parecía juguetona y no enojada. Pero, aun así, me


sentía culpable.

—Ni siquiera estaba pensado. Iré a buscar la mía. Está en mi casillero. —La
camiseta que se suponía que debía estar usando tenía el nombre de Grace escrito en
ella con brillo plateado.

Terri negó con la cabeza.

—Olvídalo. Para cuando vuelvas, el partido habrá acabado. ¡Pero me lo debes!


Tengo brillos por todos lados. Probablemente estaré brillando en la graduación. —
Quitó un poco de su brazo para enfatizar el punto.

—Te lo debo. —Levanté mi dedo como la señal de promesa Scout—. Por mi |


honor, prometo ayudar a Terri todo el tiempo y vivir según la Ley de las chicas
Scouts —recité, alterando la promesa de la organización.

—Es un comienzo —dijo Terri, pero ya estaba de vuelta en su cuaderno de


dibujos, lo que significaba que estaba libre de culpa. Cuando Terri se enojaba, se
aseguraba de que lo supieras.

—Por el lado positivo, estás usando mi arte —le recordé—. Lo que debería
hacerte feliz.

Levantó una ceja hacia mí.

—Definitivamente necesitas la clase de Winters si crees que esta blusa es arte.

—Oye —dije, cruzando los brazos sobre mi pecho y poniendo mi mejor voz de
fingida indignación—. Los chicos Griffin y yo trabajamos muy duro en ellas. Espera
hasta que veas los letreros que hicimos.
—Con suerte, los gemelos lo hicieron solos. He visto tu trabajo. —Se rio de su
propia broma.

Los Griffins tenían cinco años y los cuidaba de vez en cuando. Terri también lo
hacía. Los niños adoraban hacer todo tipo de manualidades. Desafortunadamente,
mis habilidades eran bastante parecidas a las de ellos, lo cual todos parecían querer
recordarme hoy.

—No todos podemos ser Picasso —le dije.

—Picasso, ¿en serio? Surrealismo o neoclásico… ¿de verdad crees que ese es mi
estilo?

Alcé los brazos al aire.

—Me dijiste que un niño es más artístico que yo. ¿De verdad crees que sé la
diferencia entre épocas o estilos?

—Sí. Quiero decir, yo sé todo sobre las comedias y los temas románticos de los
que hablas sin parar. —Empezó señalando con los dedos—. De amigos a amantes.
De enemigos a amantes. Romance de segunda oportunidad. Amantes desti… |

—Está bien, está bien, lo entiendo, eres mejor escuchando que yo. Pero en mi
defensa, usualmente me hablas sobre tu inspiración en un dibujo, por ejemplo; un
chico sexy, un recuerdo, rocío navideño y no tu estilo particular. Además, sabes que
soy tu más grande fan. Bueno, no tanto como Luke. —Moví las cejas de arriba abajo.

—Oh, por Dios, no vayas allí… sabes que solo somos amigos —dijo Terri,
golpeándome con su cuaderno de dibujos.

Lo agarré. Ella y Luke Cahill habían salido un par de veces durante el segundo
año, pero nunca llegaron a algo. Terri pensaba que estar en una relación a largo plazo
en el instituto era estúpido, que atarte a ti mismo era para cuando fueras vieja y
aburrida. Al principio, no parecía que Luke se sintiera de la misma forma. Siempre
estaba saliendo con nosotras, pero eventualmente se convirtió en uno de nosotros,
un miembro honorario de nuestro pequeño grupo, aunque me gustara molestar a
Terri sobre su historial de citas de vez en cuando.
—Terri —me quejé, su actual boceto llamó mi atención—, por favor dime que tu
motivación para este no es Lissi. —Susurré su nombre, aunque Grace no estuviera
cerca—. A Grace le va a dar un ataque.

—No es mi culpa —dijo Terri, tomando su cuaderno de vuelta—. Mira cuán


intensa es su expresión. No ha cambiado durante todo el partido. ¿Cómo no dibujar
eso?

Seguí la mirada de Terri hacia el costado. Ahí estaba Lissi. No la había notado,
pero ahora sí, era difícil mirar hacia otro lado. Estaba híper concentrada en el
partido. Estaba inclinada, con los labios fruncidos, sus ojos enfocados en las
jugadoras.

—¡Buen saque! —dijo Lissi después de que Crystal Pollack hiciera un saque que
el otro equipo no pudo recibir—. Háganlo de nuevo.

—Bueno, la vista de los puños de Grace podría ser un disuasivo —dije, notando
la forma en que sus músculos se tensaban.

Las manos de Grace estaban apretadas, y todo su cuerpo estaba rígido. Parecía |
una fuerza a tener en cuenta. Lissi tampoco lo notó y no le importaba, porque siguió
gritando indicaciones. Aparentemente, ella había sido una estrella en su equipo en
New Hampshire. Pero aquí en Brooksvale, ese rol le pertenecía a Grace. Ella había
trabajado duro para unir al equipo, para mantener a todas en sincronía y hacer las
prácticas una prioridad. Había sido ascendida al equipo de segundo año y ayudó a
convertir a un equipo perdedor en campeonas estatales. Este año era finalmente
capitana, y amaba a sus diecinueve compañeras de equipo.

Nuestros equipos de secundaria solo podían tener veinte jugadores cada uno, y
el equipo de vóley estaba lleno. Pero de acuerdo con Grace, Lissi se apareció en las
prácticas del verano durante las últimas dos semanas antes de comenzar la escuela
y dijo que quería estar en el equipo. El entrenador dudó en hacer una excepción. Si
dejas a uno entrar, ¿por qué no dos o tres, o diez, o todos los que quisieran? Él quería
un equipo que pudiera dirigir y entrenar adecuadamente. El equipo universitario
junior era para las masas, por lo menos en Brooksvale. Permitir que Lissi entrara
significaría echar a alguien más. Todavía había una discusión sobre qué hacer.
Mientras tanto, Lissi seguía asistiendo a las practicas, y ahora aparentemente los
partidos. Esto molestaba a Grace.

—Tal vez quieras quemar ese dibujo antes de que Grace lo vea —le advertí a
Terri.

—Creo que podrías tener razón —dijo, cambiando a una nueva página de su
cuaderno—. Así que, ¿por qué llegaste tarde hoy? ¿Qué sucedió con la orientadora?

En lugar de responder, salté de mi asiento.

—¡Vamos, Grace! —grité, y empecé a aplaudir. Acababa de lanzar el balón sobre


la red, ganando la ronda y empatando el partido. Estaban 2 a 2. El partido podía ser
de cualquiera.

—Vamos —dije, tirando del brazo de Terri.

Terri guardó todas sus cosas.

—Esta es la cosa más ridícula de todas. |


Ella decía eso todo el tiempo, pero era una tradición. En los partidos de vóley de
Brooksvale, cuando los equipos cambiaban de lugar, también los espectadores.

Tomé su bolso.

—No quieres que Grace piense que estás apoyando a sus oponentes.

El rostro de Terri se volvió inexpresivo.

—Confía en mí. Ella sabe que, si estoy en el partido, es por ella.

—Eres una buena amiga —le dije, palmeándola en la espalda. Terri no estaba
avergonzada por su desdén a los deportes. Pero raramente se perdía los partidos de
Grace. Era de esas personas que siempre estaba ahí y con la que podías contar.

—Lo sé —dijo Terri con una sonrisa mientras bajaba las gradas.

Mientras nos acercábamos al otro lado del gimnasio, un chico que nunca había
visto antes nos saludó.

—Terri, hola.

Ella le guiñó un ojo y siguió caminando, contoneando un poco más las caderas.
Terri era curvilínea y segura, y yo estaba más que asombrada por su habilidad para
coquetear y hacer amigos a donde quiera que fuera.

—¿Quién era ese? —susurré.

—¿Recuerdas que te conté sobre Sr. Estornudó-sobre-mi-pizza? —dijo mientras


nos sentábamos—. Ese era él.

—No te creo. —Recordaba totalmente la historia. Terri había conocido a un chico


en una fiesta del instituto Sandbrook; se fueron y salieron a tomar y a comer una
pizza, y mientras estaban sentados afuera comiendo, él estornudó sobre la pizza de
Terri—. ¿Ese era él?

—Sí —dijo, mirándome con ojos que decían no te atrevas a mirar en su dirección —
. Pero eso fue hace un millón de años. ¿Qué importa? —De hecho, habían pasado
cinco meses, ¿pero quién llevaba la cuenta?—. ¿Vas a responder mi pregunta o qué? |
—continuó.

—¿Eh?

—¿Qué sucedió con la orientadora?

—Oh, sí. —Suspiré y luego le conté sobre mi falta de actividades


extracurriculares y que si no encontraba pronto algunas, mi sueño de ir a Columbia
estaría acabado.

Terri negó con la cabeza.

—Te dije que no dejaras el vóley por un chico.

—No lo hice. Lo hice para cuidar a mi hermana.

Me dio otra de sus miradas (era la reina de las miradas) y esta en particular
siempre me hacía decir la verdad sin importar si quería o no.
—Está bien, bien. Lo hice por un chico. Pero no por cualquier chico… por Marc.
—Me di cuenta de que tenía que resistirse de poner los ojos en blanco. Dejé el equipo
de vóley antes del final de la temporada durante el primer año para poder ver a
Marc en las finales de futbol. Él estaba emocionado por llegar tan lejos, y no quería
perderme su momento—. Pero no era tan buena, y habría tenido que dejarlo el
próximo año de todos modos.

—Siempre haces lo que Marc… —se detuvo—. Lo siento. No es el momento para


eso. —Apretó mi brazo—. Eres increíble, Cam. Sé cuánto quieres entrar a Columbia.
Ya lo resolverás. Y si necesitas algo, estoy aquí para ayudar.

—Gracias.

—¿Qué dijo Marc sobre la reunión?

Presioné mis manos en las gradas.

—Nada aún. Para cuando terminé con la orientadora, ya estaba en práctica de


futbol. No verá su teléfono por horas. —Aunque sabía que sus primeras palabras
iban a ser que todo funcionaría. No era necesariamente verdad, pero escucharlo |
decirlo me haría sentir mejor de todos modos. Siempre lo hacía. De verdad
necesitaba hablar con él—. Le voy a decir esta noche; iremos a cenar. Con suerte, se
le ocurrirá algo.

—A ti se te ocurrirá algo.

Ignoré el comentario. Teri no era la mayor fan de Marc Gerber. Pensaba que
confiaba mucho en él, pero eso era porque no entendía lo que era estar en pareja.

Marc y yo éramos mejor juntos. Lo que teníamos no era aburrido y mutuamente


dependiente, era amor. Y con él a mi lado, no había forma de que no pudiésemos
salir de esto.

Estaba más decidida que nunca. Yo iba a entrar a Columbia y Marc también.
Solo necesitábamos un nuevo plan.
Capítulo 3
Solo habían pasado unas horas desde mi reunión con mi orientadora, pero en
ese tiempo había pasado de estar estresada a estar en pánico.

—Vaya —dijo la mesera mientras sorbía los restos de mi batido Locura de Oreo
de la pajilla—. Eso fue rápido. ¿Quieres otra?

Aparté la mirada de mi libro y negué con la cabeza. Podría haber prescindido


del comentario, pero me mordí la lengua. Esta noche era definitivamente de dos,
posiblemente tres batidos. Pero iba a esperar hasta que Marc llegara antes de
zambullirme el siguiente.

Se suponía que nos encontraríamos en la Cafetería Scobell a las siete, pero llegué
media hora antes. Necesitaba salir de casa, así que hice que mi mamá me llevara tan
pronto como pudo. Estaba ansiosa. El partido de vóley había sido una distracción
|
temporal, pero no podía alejar las palabras de la Sra. Vail. Pensar en Marc era la
única cosa que me calmaba.

Ni siquiera podía concentrarme en mi libro. Había leído la misma página seis


veces, y estaba en mi parte favorita, donde la tonta pero adorable protagonista
estaba a punto de averiguar que ella le gustaba de verdad a su crush secreto. Incluso
la amaba. Sus ojos se encontrarían; se acercarían hasta que solo los separaran
milímetros. Luego tendrían ese beso épico, el que sellaría su destino como pareja, así
tendrían su felices para siempre. Excepto que esta vez no me estaba animando. Todo
en lo que podía pensar era que mi perfecto final tenía una grieta gigante y estaba en
grave peligro de desmoronarse. Claro, no ir a la misma universidad que Marc no
nos destruiría, pero haría las cosas más difíciles. Quería que las cosas fueran fáciles
y divertidas. Mi escuela de ensueño con mi chico de ensueño. Cerré el libro y lo puse
de vuelta en mi mochila. ¿Por qué la vida no podía ser como una comedia romántica?

Respiré hondo.
El reloj arriba de la caja registradora marcó las siete, pero no hizo que mi novio
apareciera mágicamente. No era que me sorprendiera, nunca llegaba a tiempo.
Algunas veces le decía que las cosas empezaban veinte minutos antes de lo que
realmente era, solo para que estuviera ahí cuando yo quería. Esperaba que hoy no
me tuviera esperando demasiado. De verdad necesitaba ver su rostro.

Jugué con mi pajilla y busqué entre la multitud. Scobell estaba lleno. Supongo
que eso era lo que se esperaba ya que era el primer viernes por la noche del año
escolar. La cafetería estaba abarrotada en una tarde normal, era prácticamente el
lugar de reunión de cada secundaria en Brooksvale, Sandbrook y cualquier otro
pueblo alrededor, y después de lidiar con las tareas y las clases después de todo un
verano, todos querían salir. Reconocí un puñado de rostros, no era que los conociera
realmente, solo sabía acerca ellos. Un par de personas del periódico estaban allí. Un
chico con el que Terri había salido durante una semana en el segundo año que estaba
sentado con un grupo que no conocía. El antiguo compañero de laboratorio de
química de Grace estaba en la mesa detrás de mí. Y Avery Owens y su equipo de
porristas junto a los viejos juegos. Ella levantó la vista, probablemente me había
sentido mirarla fijamente, pero volví a concentrarme en mi celular antes de que |
pudiera llamar mi atención. No quería parecer una acosadora.

Justo cuando estaba por mandarle un mensaje a Marc, entró por la puerta. Estaba
usando su camisa desgastada de los Yankees. No pude evitar sonreír ante la vista
familiar. Llevaba esa cosa todo el tiempo. Le di una nueva camiseta del equipo por
su cumpleaños, pero no quiso dejar la vieja. Dijo que la usó durante un partido
donde los Yankees tuvieron un épico regreso, y eso era “suerte”. Marc estaba tan
aferrado a ella como mi pequeña hermana a su manta de seguridad, aunque a los
trece años era demasiado mayor para ella. Con suerte, la camisa traería algo de
magia y nos ayudaría a resolver todo este lío de Columbia.

Atrapé la mirada de Marc; asintió hacia mí y levantó un dedo para indicar “un
minuto” mientras se detenía en una mesa junto a la pared del fondo. Me incliné para
ver mejor. Era un montón de chicos del equipo de futbol. Deseé haberlos visto antes;
me habría sentado con ellos por un rato mientras esperaba. No pude adivinar lo que
estaban diciendo, pero después de unos minutos Marc se deslizó en el asiento frente
a mí.

—Hola —dijo.

—Hola. —Tomé su mano. Todavía estaba bronceado del verano, su habitual tez
pálida bañada por el sol. Odiaba no haber podido pasar los últimos meses con él.
Siempre estaba más contento cuando el clima era cálido.

Marc comenzó a mirar la mesa y sus rizos marrones cayeron hacia delante. El
olor familiar a champú con aroma a coco y el spray almizclado inundó mi nariz. Olí
un poco. A algunas personas les gustaba respirar lavanda o jazmín para calmarse,
pero mi aroma favorito era Marc. Estar con él era exactamente lo que necesitaba en
este momento.

—Me alegra que estés aquí. He estado enloqueciendo desde que dejé a la
orientadora. Incluso exploté con mi madre de camino aquí. Seguía preguntándome
que íbamos a hacer esta noche, perdí el control. —Hinché las mejillas con aire y lo
solté lentamente—. Es una cena, vamos a comer, qué crees —dije, reproduciendo mi
|
respuesta con tono de sarcasmo y todo. Me sentí culpable. No debía haberme
desquitado con mi madre. Solo que no estaba de humor para hablar.

—No me preocuparía por eso —dijo Marc, sus ojos todavía concentrados en la
mesa—. Estoy seguro de que lo superará.

Ni siquiera estaba mirándome. No habíamos hablado desde que le mandé el


mensaje con la noticia, y pareció tomarlo mucho peor que yo. Con mi mano libre, le
lancé la pajilla.

—Oye, ¿estás bien?

—Sí, es solo que… —la voz de Marc se fue apagando.

Él no tenía que decir nada. Lo entendía. Esta cosa de Columbia estaba


arruinando todo.

—Estará bien. Somos nosotros. Y voy a hacer todo lo que pueda para
asegurarme de entrar. —De alguna forma terminé tratando de consolarlo yo a él en
lugar de al revés, pero no pude evitarlo. Odiaba verlo triste, lo que me hacía querer
arreglarlo—. Ahora hagamos una lluvia de ideas. —Apreté su mano—. Necesito tu
mente.

Antes de tener oportunidad de empezar, llegó la mesera.

—¿Les traigo algo?

—Creo que vamos a necesitar dos extralargos de leche de explosión de menta…

—De hecho —dijo Marc, cortándome—, ¿puedes darnos unos minutos? Puede
que nos vayamos pronto.

Puse mi otra mano en la suya. Prácticamente salté en mi asiento.

—Ooh. Esto suena bien. ¿Qué tienes en mente? ¿A dónde vamos? ¿Qué
hacemos? —Sé que sonaba como niña de jardín demasiado grande, pero no me
importaba. Esto era lo que estaba ansiando. Una salida con Marc. Algún tipo de
sorpresa que me hiciera sentir que todo esto estaría bien.
|
—Cam… —Alzó la mirada, sus ojos avellana en los míos.

Parecía triste.

—Marc, por favor no te estreses. Vas a hacer que me estrese. Va a funcionar.


Puedo sentirlo.

Alejó sus manos y comenzó a frotar su cuello.

Le guiñé un ojo.

—¿Necesitas ayuda? Doy buenos masajes.

Marc negó con la cabeza.

—No, estoy bien.

¿Estaba bien? Marc nunca rechazaba un masaje. La mitad del tiempo rogaba por
ellos.
—Ahora sí me estás asustando.

Tragó saliva, la manzana de Adán subía y bajaba en su garganta.

—Es solo que… estaba pensando… que tal vez no sea algo malo.

Mi estómago se revolvió, el batido me cayó mal.

—¿Qué?

Sus ojos se movieron a mi taza vacía y se quedaron allí.

—Ir a universidades diferentes. Tal vez es mejor si no vamos a la universidad


juntos. ¿De verdad quieres ir a Columbia? ¿O incluso a New York?

Todo mi cuerpo se tensó. No podía estar escuchándolo bien; habíamos hablado


de esto desde primer año. Él sabía que siempre había querido estar en Manhattan.
Y, claro, ir a Columbia juntos había sido su idea, pero era algo de lo que me había
enamorado de todo corazón.

—Sí, quiero. ¿Qué sucede contigo? No voy a renunciar a nuestro sueño. No dejes
que la Sra. Vail te vuelva paranoico. Voy a entrar. Además, ¿sabes lo difícil que sería |
la distancia? Ni siquiera quiero pensar en eso.

—Sí —dijo, su voz sonando lejana. Luego hizo una pausa. Solo fueron unos
segundos, pero parecieron horas, y todo mi cuerpo de alguna forma se sintió caliente
y frío al mismo tiempo—. Eso es porque… um… tal vez sería mejor que los dos
terminemos las cosas ahora.

No podía moverme. No podía pensar.

¿Terminemos las cosas ahora? ¿Acababa de romper conmigo?

¿En una cafetería?

No. Él no lo haría.

—¿Qué? —pregunté, o al menos eso creo que pregunté. Mi boca se abrió, formó
la palabra, pero no escuché ningún sonido salir.
Esta vez Marc tomó mi mano y dijo:

—Tal vez deberíamos hacer nuestras propias cosas. Es nuestro último año.

Quité mi mano lejos de él. ¿Nuestras propias cosas? ¿Qué significaba eso?

—¿Estás terminando conmigo? —me las arreglé para decir.

—No lo digas así. Es más como que… estoy haciendo lo mejor para ambos.

Esto no era lo mejor. Era exactamente lo opuesto.

Todo se nubló. Podía ver a Marc delante de mí, pero se sentía como si estuviera
a kilómetros de distancia.

Siguió hablando.

—Quiero decir, este verano, ¿no te gustó tener algo de espacio? Una
oportunidad para estar por tu cuenta.

Mi boca se abrió, pero esta vez no pude sacar las palabras. Solo lo miré.

Durante el verano, había sido consejera en un campamento nocturno en |


Massachusetts. Odiaba estar lejos de él. Lo llamé y envié mensajes de texto cada vez
que podía. Marc siempre había dicho que también me extrañaba.

—¿Esto será bueno para ambos, no lo que crees? —preguntó, mirándome y


asintiendo, como si eso me hiciera estar de acuerdo.

—Tienes que estar bromeando —respondí, encontrando mi voz—. ¿Bueno?


Obviamente, no creo que esto sea bueno.

—Cam, vamos.

Mientras más hablaba, más molesta me ponía.

—¿Qué te haría pensar que encontraría todo esto bueno? Estás arruinado todo.
¿No lo ves?

Extendió las manos y las bajó lentamente, mirando a su alrededor, avergonzado.


Lo miré. ¿Estaba tratando de callarme?

—¿Qué? —pregunté.

—Baja la voz —susurró—. La gente nos está mirando.

Metí mis dedos en el cojín rojo de cuero en el que estaba sentada. No tenía idea
de lo alto que estaba hablando y no me importaba. Mi volumen no era mi principal
preocupación y no debería serlo tampoco para él.

—¿De verdad? Dime que estás bromeando —dije, metiendo mis uñas más
adentro. Todavía seguía tratando de comprender que el chico del que había estado
enamorada desde siempre estaba dejándome de repente, ¿y estaba criticando mi
volumen?

—Por favor, no hagas una escena.

—Estás preocupado por una escena. Una ESCENA. —De alguna forma me puse
de pie, golpeando la mesa en frente de mí—. Me terminas aquí, ahora, ¿y eso es lo
que te preocupa?
|
Él también estaba de pie ahora.

—¿Quieres que todo esto esté en internet? —Apuntó a toda la habitación—


Porque eso es lo que está pasando —dijo en un susurro áspero—. Mira todos los
celulares. —Chasqueó la lengua—. Debí haber sabido que harías algo como esto.

Algo en mí se rompió.

—¿Yo? ¡YO! ¿Qué te sucede? Hemos estado juntos por años, Marc. Años. ¿Cómo
crees que iba a reaccionar?

Se pasó la mano por el cabello.

—Sabes qué, si así es cómo vas a actuar, si no podemos hablar como personas
normales, me voy. Estás actuando como una…

—Cuidado, Marc —dijo Avery Owens mientras salía de la mesa de las porristas
y se dirigía hacia nosotros—. Yo sería muy cuidadosa con lo que diría después.
Rodó los ojos hacia ella.

Las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos, pero las contuve.

—Marc, por favor, solo siéntate —le dije. Necesitaba respuestas; necesitaba saber
lo que había pasado. Si quería que me callara, lo haría. Lo haría todo si eso
significaba que se quedaría—. Por favor —dije, mi voz casi un susurro, pero parecía
que a él no le importaba.

—Sabes qué, hagámoslo otro día. Hablaremos mañana o algo. Esto fue un error.

Sí que fue un error. Todo esto lo era, pero no podía esperar todo un día para
hablar con él. Necesitaba respuestas ahora. Mis pensamientos ya estaban corriendo.
En veinticuatro horas, me estaría volviendo loca. Esto era lo único en lo que podía
pensar. Él tenía que quedarse y hablar. ¿Realmente iba a dejarme aquí?

Salió de su asiento.

—¡Marc! —lloré.

Se dio la vuelta para irse. Pudo haberlo hecho, excepto que casi chocó con Avery. |
—Ella pidió que te sentaras —siseó en voz baja, sus ojos marrones se clavaron
en los de él.

—Esto no es de tu incumbencia, Avery —dijo.

—Ni de broma —le dijo—. Pero lo hiciste mi problema, el problema de todos,


cuando rompes con tu novia de dos…

—Tres —la corregí.

—Tres años —continuó—, en medio de una multitud de una cafetería. Si ella


quiere que te sientes, te sientas. Si ella quiere que te vayas, te vas. Esto ya no es sobre
ti. —Él parecía como si fuera a decir algo, pero luego se sentó de vuelta en nuestra
mesa. Avery se volteó a la multitud—. Y el resto de ustedes guarden sus celulares y
vuelvan a comer. ¿Qué les pasa?

Por un breve instante, mi pena se convirtió en asombro mientras la miraba.


—¿Estás bien? —me preguntó.

Asentí.

—Si necesitas algo —dijo Avery—, cualquier cosa, estoy por allá. —Apuntó a su
lugar.

—Gracias.

Asintió lentamente, pero pude ver que hablaba en serio. Sus palabras eran
sinceras.

Después de que Avery se alejó, Marc preguntó:

—¿Quieres ir a otro lado y hablar?

Negué con la cabeza. Eso habría sido una buena pregunta antes de que todo esto
empezara, pero ahora no tenía la energía. Solo quería respuestas.

—¿Por qué lo hiciste aquí? —le pregunté, limpiando mis ojos con mi brazo,
dejando un rastro de delineador negro. No quería que me viera llorando, no cuando
estaba actuando tan indiferente—. Fue cruel. |

Su tono cambió. No estaba segura de si fue lo que dije, lo que Avery había dicho
o que tenía miedo de que las personas siguieran mirando, pero su voz se suavizó,
como si estuviera tratando de calmar a un animal que había escapado del zoológico.

—Pensé que sería más fácil.

Pero no era un animal salvaje. Era un ser humano con sentimientos.


Sentimientos que no le importaban, o nunca habría hecho esto, no aquí, no ante
todos. Dejé salir una risa maniática.

—¿Fácil para quién? ¿Para ti? Porque si no lo has notado, no es más fácil para
mí.

—Cam —dijo.

Levanté mi mano para detenerlo.


—No, no. Pensaste que, si lo hacías aquí, te saldrías con la tuya, no tendrías que
lidiar con todo este desastre, o siquiera pensar sobre eso. No va a ser tan fácil. —Y
ahí iba lo de no llorar frente a él. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas.

—Por favor no llores —dijo Marc y sacó una servilleta y me la extendió.

¿Por favor no llores? ¿POR FAVOR NO LLORES? El chico que amaba, el chico que
me dijo que me amaba, acababa de decirme que se acabó, ¿y quiere que haga qué? ¿Sonreír?

Tomé la servilleta y me soné la nariz.

—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Qué cambió? —Me ahogué, la ira dando paso
al dolor.

Se hundió más en el asiento y dejó salir un suspiro.

—Nada. Todo. Hemos estado juntos todo el instituto. Y ahora estamos en el


último año… y… no lo sé, solo pensé que podría ser divertido no estar en una
relación.

Las palabras se sintieron como cuchillos hundiéndose en mi intestino. |


—¿Divertido? Así que, ¿quieres salir con otras personas?

—No sé lo que quiero, y tal vez ese es el problema. Quiero descubrirlo. Fue como
si hubiera podido respirar este verano mientras no estabas y…

Cerré los ojos.

—¿Te estaba asfixiando?

—No, estás retorciendo mis palabras. Cam, te amo. Sabes eso.

Seguro, tenía una forma divertida de demostrarlo. No es así como tratas a


alguien que amas.

—No lo sé. Ya no lo sé.

Frunció las cejas.

—Te amo… solo que… no quiero esto ahora mismo. Pero no tiene que ser un
adiós. No quiero perderte. Todavía podemos ser…

—No lo digas. —Si decía la palabra amigos, iba a explotar. Quería ser su novia.
No su camarada.

—Lo siento —dijo.

Nos quedamos en silencio. Parte de mí esperaba que se diera cuenta de que


estaba cometiendo un error. Parte de mí quería gritar. La otra parte estaba
demasiado agotada para hacer algo.

Sentí una sombra sobre nuestra mesa y alcé la vista. Vern Harmon, uno de los
amigos de fútbol de Marc y un chico que pensé que también era mi amigo, estaba
parado al lado. Ni siquiera miró en mi dirección.

—Nos vamos de aquí —le dijo a Marc—. ¿Vienes?

Marc miró de Vern a mí, pidiendo silenciosamente mi permiso para dejar este
infierno.

—Solo vete —le dije. |


No discutió, ni quiera comprobó que estuviera bien. Solo saltó de su asiento y
buscó la salida.

Lo vi irse, miré la puerta cerrarse detrás de él.

Marc se fue.

Me había dejado y no iba a volver.

Me cubrí el rostro con las manos y sollocé.

Marc y yo habíamos terminado.


Capítulo 4
Una mano tocó mi hombro. Contuve el aliento. ¡Gracias a Dios, Marc había
vuelto! Debía haberse dado cuenta de lo imbécil que estaba siendo y del error que
estaba cometiendo. Bajé las manos, lista para solucionarlo todo, para hacerlo pasar
por un infierno por haberme hecho sufrir esto pero para eventualmente,
inevitablemente, perdonarlo y volver a donde estábamos antes.

Solo que no era Marc quien había venido a consolarme.

Era Avery.

Alguien que era prácticamente una extraña se preocupaba más por mi bienestar
que el chico por el que habría hecho cualquier cosa. Eso me hizo sollozar incluso
más. No me importaba que Avery estuviese mirando. Que todos estuviesen mirando.
No había forma de ocultar el hecho de que mi vida estaba desmoronándose.
|
—Todo va estar bien. Tú vas a estar bien —dijo Avery—. ¿Está bien si me siento?

Asentí. En realidad no quería estar cerca de nadie, pero tampoco quería estar
realmente sola.

Puso un vaso en frente de mí.

—Te traje un poco de agua.

Estiré la mano para agarrarlo pero me detuve a mitad de camino. Estaba


visiblemente temblando. Era un desastre más grande de lo que creía. Me las arreglé
para llevarme el vaso a los labios, tomar un sorbo y dejarlo. Luego observé mis dedos
temblar. Avery puso su mano sobre la mía.

—¿Qué dices, nos vamos de aquí? ¿Quieres que llame a alguien por ti? ¿Que te
ayude a llegar a tu auto? Lo que necesites.

Más sollozos subieron a la superficie. No podía ir a ningún lado.


—Marc iba a llevarme de vuelta.

Mi mamá me había traído, pero ella y mi papá iban a salir apenas ella llegara a
casa. Mi novio supuestamente iba a asegurarse de que llegara a casa. Ahora iba a
tener que esperar a mis padres o arriesgarme a sufrir su ira tomando un Lyft o un
Uber. Ellos no confiaban en esas aplicaciones, pero no estaba segura de que me
importara.

—Yo puedo llevarte —ofreció Avery.

Sacudí la cabeza.

—No tienes que hacerlo. —No quería ser el caso de caridad de nadie.

—Quiero hacerlo. Por favor.

Estudié su rostro. Lucía sincera, y realmente no tenía nada que perder. Me puse
de pie y seguí a Avery a su auto.

—Está abierto —dijo.

Una vez adentro, incliné la cabeza contra la ventana. Me dolía. |

—Soy tan estúpida.

—No, no lo eres.

Eso no era cierto, de ninguna manera. No tenía idea de que mi propio novio
estaba planeando dejarme. Habíamos pasado tiempo juntos cuando había vuelto del
campamento, me había sentado con él en el almuerzo todos los días en la escuela,
bromeábamos, incluso nos besábamos en clase de arte, y aun así no tenía ni el más
pequeño presentimiento de que él iba ponerlo todo patas arriba. Eso sonaba bien
estúpido para mí.

—Él debería estar sintiéndose miserable —insistió Avery—, no tú.

Cerré los ojos. Apreciaba lo que estaba tratando de hacer, pero no iba a cambiar
nada. Yo era la que tenía lágrimas en los ojos. Yo era la que se sentía como si una
bolsa de ladrillos hubiese aterrizado en mi pecho. Yo era la que no sabía qué hacer
conmigo misma. Marc estaba yéndose a pasar la noche con sus amigos, disfrutando
su libertad. El premio a la miserable iba para mí, justificado o no.

—Um, Cam —dijo Avery un poco después. Podrían haber pasado segundos,
minutos, horas; había perdido la noción del tiempo. Lo único en lo que podía pensar
era en Marc. Nuestra conversación se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Alcé la cabeza en su dirección.

—¿Tu dirección? —preguntó en voz baja.

Claro. Por supuesto. Se la di, y condujimos el resto del camino en silencio.

Ella estacionó el auto y mis dedos lucharon con el cinturón.

—Gracias —le dije. No sabía qué más decir, así que solo abrí la puerta y salí.

Avery también salió.

—Dijiste que tus padres no estaban en casa, ¿cierto? ¿Quieres que te haga
compañía por un rato?
|
—No tienes que hacerlo.

Se encogió de hombros.

—No me molesta. No deberías estar sola.

Sola.

Pero así estaba. Ya no estaba más en pareja. Estaba sola. Probablemente


necesitaba acostumbrarme. Avery estaba observándome, y me tensé mientras
pensaba en todo de lo que ella —y el resto de la cafetería— habían sido testigos.

Una escena gigantesca en medio de Scobell’s, y yo era la estrella.

Ahora Avery estaba lista para la secuela. ¿Qué quería de mí? ¿Solo estaba
tratando de ayudar? ¿Tenía miedo de que yo hiciera algo estúpido? ¿Quería una
historia, algún buen chisme que contarle a sus amigas porristas?

—Mi hermana está en casa. Estaré bien —dije, incapaz de sacar ese último
pensamiento de mi cabeza. ¿Iba a entrar de vuelta a su auto y mandarles un mensaje
a todos sus conocidos para contarles la patética perdedora que yo era?

»¿Por qué estás haciendo esto por mí, de todos modos? —pregunté. Luego
sacudí la cabeza. Acababa de hablarle de mal modo a la única persona que había
sido amable conmigo, la única en la cafetería que se había acercado a ver cómo
estaba—. Lo siento, yo solo… —No terminé. Avery no había sido otra cosa que
amable. Yo no había querido ser tan grosera. ¿Por qué seguía agarrándomelas con
la gente equivocada?—. Lo siento.

—No lo sientas —dijo—. Lo entiendo. No es que seamos amigas o nada. Solo vi


a Marc siendo un imbécil y pensé que te vendría bien alguien de tu lado. Yo querría
alguien de mi lado.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. Marc solía ser el que estaba de mi
lado. No de quien necesitaba ser salvada.

—Nunca debería haber hecho eso ahí —continuó ella, sus ojos con una mirada
distante—. Que te dejen apesta. Créeme, lo sé. —Avery y Scottie Zhang habían
|
terminado el mayo pasado. Viéndola después de que sucediera, siempre había
creído que ella había sido la que había terminado con él. Parecía tan feliz. Nunca
había cruzado mi mente que podría haber sido una actuación o que ella estuviese
dolida. Concentró su atención de nuevo en mí—. Las chicas tenemos que apoyarnos,
¿cierto?

Asentí.

—Gracias. En serio no me merezco esto. —Me sentía culpable. Apenas le hablaba


a Avery, o alguna de las porristas, de hecho, aunque tenía clases con la mayoría de
ellas. Creía que eran unas snobs por como siempre pasaban el rato juntas, riendo y
susurrando. Pero suponía que no era diferente a como actuábamos mis amigas y yo.

Mis películas románticas parecían no siempre tener la razón en todo. No todas


las porristas lindas y populares eran crueles. De hecho, parecía que algunas eran
secretamente la Mujer Maravilla viniendo al rescate de almas rotas en cafeterías
locales.
Avery alzó una mano.

—Detente. Sí que te mereces esto.

Allí estaba ella, siendo increíble de nuevo.

Metí la mano en mi bolso para sacar mis llaves, y noté mi teléfono.

—Guau. —Estaba lleno de mensajes. Cientos de mensajes me esperaban, la


mayoría de Grace. Si estaba intentando ganar el Récord Guinnes por Más Mensajes
Enviados en Menos de Treinta Minutos, estaba bien encaminada a conseguirlo.

Revisé los mensajes.

GRACE

OMG, CAM. LO SIENTO MUCHO. ¿ESTÁS BIEN?

MARC APESTA.

ESTOY CON TERRI. POR FAVOR DINOS QUE ESTÁS BIEN.

—Grace y Terri están volviéndose locas —le dije a Avery. Luego me di cuenta |
de lo que significaba eso. Las noticias de lo mío se habían expandido mucho más allá
de la cafetería y al resto de la escuela.

—¿Cam? —preguntó Avery, ondeando una mano en frente de mi cara—. ¿Cam?

Me sacudí de vuelta a la vida.

—Estoy bien. —Era una mentira, pero quizás si lo decía lo suficiente, sería cierto.
Mi ruptura estaba por todo el internet para que todos lo vieran. Se había sentido real
antes, pero esto lo hacía parecer permanente.

Miré de vuelta mi teléfono.

GRACE

ESTÁ BIEN, NO TIENES QUE CONTESTAR, SOLO NO TE MUEVAS.

ESTAMOS YENDO AL RESTAURANTE A BUSCARTE.


Demasiado tarde para eso. Estaba a punto de responder cuando vi lo que había
escrito después.

GRACE

NOS DIJERON QUE AVERY TE LLEVÓ A CASA. ESTAMOS YENDO.

OH, Y TERRI DICE QUE TENDRÍAS MÁS MENSAJES DE ELLA SI NO ESTUVIESE MANEJANDO,
Y QUE PIENSA QUE MARC ES EL IMBÉCIL MÁS GRANDE DEL PLANETA.

AHORA QUIERE QUE TE DIGA QUE ESAS NO FUERON SUS PALABRAS Y QUE ESTOY
CENSURANDO SUS CREATIVOS INSULTOS PARA ESE @$!*$@&* EX TUYO. SÍ, SABES QUE NO
PUEDO ESCRIBIR LO QUE ELLA DIJO. ESTAREMOS AHÍ PRONTO.

Las lágrimas que habían estado amenazando con escapar finalmente lo hicieron.

—¿Qué pasó? —dijo Avery, agrandando los ojos—. ¿Era Marc? ¿Dijo algo?

—No, era Grace. Ella y Terri están de camino aquí.

—¿Entonces por qué estás llorando?


|
Me sequé la cara con el brazo.

—Es solo ellas. Tú. Este día ha sido una mierda, pero todas ustedes han sido…
—Otro sollozo gigantesco se me escapó—. Lo siento, no siempre lloro tanto así.

—Deja de disculparte. Vamos —dijo Avery, entrelazando su codo con el mío—.


Esperaré contigo hasta que lleguen tus amigas.

La dejé guiarme a la puerta.

Este día totalmente apestaba, pero había tenido algunos puntos brillantes —
alguna gente brillante, quienes estaban cuidándome y ayudándome a seguir
adelante— y eso era algo. Quizás no estaba sola después de todo.
Capítulo 5
—¿Por qué ya estás en casa? —preguntó mi hermana, Jemma, mientras se le
caían de la boca pequeños trozos de papas fritas.

—Eres asquerosa —le dije.

Estaba sentada en el suelo frente a la televisión, con una bolsa gigante de Lays a
su izquierda, una botella de Coca Cola de dos litros frente a ella y cajas de Swedish
Fish, M&M´s y Twizzlers a su derecha. Si seguía así, era muy probable que mis
padres me hicieran quedarme en casa a cuidarla de nuevo.

—Y se supone que tú no deberías estar aquí —Miró de mí a Avery y de regreso—


. ¿No se supone que estarías pasando el rato con Marc? —Su nariz se frunció
mientras analizaba lo que tenían que ser mis ojos enrojecidos—. ¿Dónde está?

—Muerto —dije sin expresión. |

Sus ojos se ampliaron a casi el doble de su tamaño.

—¡¿Qué?! ¡Oh por Dios! ¿Qué paso?

—Relájate…

—¿Cómo puedo relajarme? —espetó, deteniéndome antes de poder explicar—.


¡Él está muerto!

—Oh, Dios mío. —Negué con la cabeza. Obviamente no hablaba en serio. Tenía
que saber eso—. ¿Te puedes calmar? No está muerto muerto. Esta muerto para mí.

Jemma cruzó los brazo y una sola lágrima, seguramente falsa, rodó por su
mejilla.

—Eso no fue divertido Caaaammmryyyynnn. —Arrastró las silabas de mi


nombre por lo que se sintió como media eternidad. ¿Y todos pensaban que yo era la
dramática? Claramente no pasaban tiempo suficiente con mi hermanita—. No
bromees con cosas como esa. No es divertido. Para. Nada. Piensa en cómo te
sentirías si en verdad le pasara algo. —Luego se marchó soltando un bufido, su
esponjado cabello rojizo, idéntico al mío, flotando a su alrededor.

—¡Lo siento! —grité detrás de ella. Aunque sabía que solo reaccionaba así para
dar un espectáculo, me sentí culpable. Estupendo, otra cosa por la que sentirme mal.

Tomé una parte de sus golosinas.

—¿Arrepintiéndote de tu decisión de venir? —le pregunté a Avery.

—Nah, estoy segura de que yo era peor con mi hermano mayor cuando tenía su
edad.

—Lo dudo. —Asentí hacia las escaleras—. Vamos arriba. Jemma volverá a bajar
pronto, y no puedo lidiar con ella en este momento.

Lideré el camino a mi cuarto.

—Vaya —dijo Avery mientras entraba. |


—Oh —dije, siguiendo su mirada—. Ese es mi muro de fotografías.

—Puedo ver eso —dijo, caminando hacia él.

Había cientos de fotos pegadas allí. Estaba a favor de postear en redes sociales,
pero había algo en una foto física que me encantaba. Comencé el collage cuando me
mudé a Brooksvale en segundo año, para recordar a todos los que había dejado en
Shaker Heights, Ohio. Pero en los años siguientes, las imágenes de Terri, Grace, yo
y Marc empezaron a dominar la pared.

Mientras Avery miraba las fotos que colgaban cerca de mi escritorio, subí a mi
cama y estudié las que había puesto justo frente a mi almohada. Eran las últimas
cosas que veía al irme a dormir y las primeras cuando despertaba.

—No, no, no, no, no —dijo Avery mientras pasaba los dedos por mi foto favorita.
Era una de Marc y yo asando malvaviscos en la playa el año pasado. Yo estaba
mirando el fuego, pero él me miraba a mí. Su mirada era puro amor. Al menos eso
era lo que creía. Tenía toda una pequeña sección en la pared para nosotros dos.

—No lo quieres —me recordó Avery, y gentilmente me lanzó un koala de


peluche que estaba en la punta de mi cama.

Lo apreté contra mi pecho. Pero sí lo quería.

Mi expresión debió haber sido fácil de leer porque ella continuó.

—Créeme, no lo quieres.

Ella tenía razón. Mi cabeza lo sabía, pero mi corazón tenía dificultades


recibiendo el mensaje.

Avery tomó las tijeras de mi escritorio y marchó hacia mí.

—Ya sabes qué hacer —dijo, dándomelas.

Lo sabía, pero eso no significaba que quisiera hacerlo.

—¿Tengo que hacerlo?


|
—No voy a forzarte… —dijo, aun esperando que las tomara—. ¿Pero en serio
quieres ver su rostro cada día? ¿Cada noche?

Sí.

Era la respuesta equivocada. Lo sabía, y mirar su rostro no iba a ayudarme a


superarlo. Le quité las tijeras. Este era un rito que había visto más veces de las que
podía contar. Cualquier película de ruptura que valiera la pena tenía algún tipo de
ritual: cortar fotos, quemar los recuerdos, ¡algo! Claro, el simbolismo era un cliché,
deshacerse de cosas del pasado para hacer espacio para el futuro, pero había verdad
en ello. Esas escenas siempre me hacían sonreír. Y definitivamente necesitaba una
sonrisa.

Quité un par de fotos. Excepto que ese sentimiento de cierre no me invadió. Me


hizo sentir más vacía que antes, si eso era incluso posible.
—Esto apesta. —Sostuve la foto de Marc y yo en mis dulces dieciséis, su brazo
envuelto en mi cintura—. Me veía tan feliz en esta.

—Entonces recorta su rostro. Mantén el tuyo. Puedes poner al hombre de tus


sueños ahí.

—Marc es el…

Avery me interrumpió.

—No lo digas. Un chico que te trata como él lo hizo no es un sueño.

Tenía razón.

Miré la foto una última vez y entonces hundí las tijeras.

Era momento de cortar a Marc Gerber de mi vida.

|
Capítulo 6
Salté cuando escuché pasos dirigiéndose a mi habitación. Momentos después mi
hermana estaba frente a mí, con las manos en las caderas y los ojos verdes en
rendijas.

—Más compañía para ti. ¿Saben mamá y papá que invitas a tanta gente? No es
justo, ni siquiera me dejan traer a una persona con la que pasar el rato y tú
prácticamente estás teniendo una fiesta.

Antes de que pudiera responder, Grace y Terri entraron corriendo a mi


habitación y sacaron a Jemma.

Mi hermana clavó los talones en el suelo, pero mis amigas eran más fuertes.

—¡Te sales con la tuya con todo! —gritó una vez que hubo sido echada con éxito.
|
Puse los ojos en blanco. Sí, esa era yo, siempre consiguiendo lo que quería. Como
un corazón roto. ¿Quién no querría eso? Gruñí. Jemma no tenía ni idea de cómo era
mi vida. Terri cerró la puerta detrás de ella, y tanto ella como Grace hablaron
simultáneamente, sus voces más ansiosas que de costumbre.

—¿Estás bien? —preguntó Grace.

—Nunca respondiste —dijo Terri.

Traté de sonreírles.

—Lo sé, lo siento. Tenía la intención de hacerlo, pero no estaba pensando con
claridad. Y cuando dijeron que vendrías, pensé en explicarlo cuando llegaran.

Grace dejó caer su bolso en el suelo y corrió hacia mí, inclinándose para darme
un abrazo gigante.

—No importa, siempre y cuando estés bien.


—Avery ha hecho un buen trabajo distrayéndome —dije, poniéndome al frente
mientras las tres me miraban atentamente. Me di cuenta de que tenían miedo de
cómo iba a reaccionar. No quería darles más razones para preocuparse. Total no
había nada que pudieran hacer para mejorar esto. Solo necesitaba sonreír y
soportarlo, al menos hasta que estuviera sola. Había tenido suficientes muestras
públicas de llanto, no necesitaba agregar más—. Ustedes se conocen, ¿verdad? —
pregunté, cambiando de tema.

Asintieron e intercambiaron saludos y luego Terri me miró, con las manos en las
caderas al estilo de mi hermana.

—¿Entonces solo Grace recibe un abrazo?

—Nunca te olvidaré —dije, extendiendo mis manos para que se acercara.

Terri se acercó y me susurró al oído:

—Se lo haremos pagar.

Las palabras fueron extrañamente reconfortantes, pero aunque me encantaba


que estuviera lista para ayudarme, no quería que Marc sufriera. Sabía que se suponía |
que no debía sentirme así, estaba en medio de un ritual de limpieza y todo eso, pero
lo que realmente quería era que él me quisiera de vuelta. Me guardé esa pequeña
perla para mí.

Terri se abrió camino en la cama entre donde Grace y yo estábamos ahora


sentadas.

—Um —dijo, tomando una foto que se había pegado a mi camisa—. ¿Por qué
tienes una pequeña cabeza de Marc pegada a ti? ¿Están haciendo muñecos vudú? Si
es así, cuenta conmigo.

Avery recogió un montón de pequeñas cabezas de Marc.

—Tenemos muchas.

Mi estómago se revolvió de nuevo.


—Estamos ex-orcizando la habitación de él —le expliqué.

Grace gimió ante mi juego de palabras.

—No esperaría nada más.

Se giró para mirar mi pared y soltó un silbido. El pequeño santuario de Marc


junto a mi almohada había desaparecido. Sin embargo, había colgado las fotos, sin
su rostro. Era un recordatorio de que Marc ya no estaba en mi vida. Excepto que no
se había ido por completo. Había fotos aleatorias con él esparcidas por la pared,
todos nosotros en Six Flags, yo tratando de levantarlo después de que él ganase su
partido de fútbol, él tratando de enseñarle a Grace cómo patinar sobre hielo, y así
sucesivamente. Aún no habíamos llegado a ellas, y no estaba segura de querer
hacerlo. Marc había sido una gran parte de mi vida. ¿Cómo se suponía que debía
olvidarlo?

—Tal vez deberías deshacerte de toda esta sección —dijo Grace, todavía
estudiando mi colección de Marcs sin cabeza—. Pon algo que te haga sonreír.

Sacudí la cabeza. Necesitaba esas fotos ahí. Verlas me hacía enfadarme, con él, |
con la situación, con todo, y eliminarlas solo me pondría triste. Bueno, me pondría
más triste.

—Creo que el nuevo look es brillante —dijo Terri y rasgó una de las pequeñas
cabezas en piezas aún más pequeñas para enfatizar el punto—. Puedo apoyar
totalmente esto.

Me encogí. No había salvación para esa foto ahora. Si la quisiera, tendría que
encontrarla en la nube. No era que planeara pegar su cabeza junto a la mía. A menos,
por supuesto, que Marc volviera en sí. Aún había una oportunidad. Si él estaba
sintiendo incluso la más mínima fracción de lo que yo estaba sintiendo, volvería
arrastrándose.

Sonó un teléfono. ¡Marc!

Alcancé mi teléfono y me reprendí cuando me di cuenta de que no era el mío.


Por supuesto que no. ¿Por qué me haría ilusiones? Él no estaba sintiendo lo que yo
estaba sintiendo. Él había hecho esto. Esto era lo que él quería. Pensé con seguridad
que lloraría al darme cuenta, pero no lo hice. Me sentí insensible. Quizás el ex-
orcismo estaba funcionando.

Avery buscó en su bolsillo.

—Lo siento. Estaba apagado, pero cuando alguien me llama varias veces
seguidas, se vuelve a encender.

Yo era la última persona con la que ella necesitaba disculparse.

—Deberías responderlo. Podría ser importante.

Avery negó con la cabeza.

—Es solo Nikki. No hay nada de qué preocuparse: vi los mensajes que envió.

—¿Estás segura? —pregunté.

—Sí, ella solo quería saber si debería conseguirme una entrada para el cine.

—Oh, Dios mío. —Salté de la cama—. Arruiné totalmente tus planes. —Miré a
|
Grace y Terri—. Los planes de todas ustedes. Lo siento mucho.

Grace tenía una cena de vóley esta noche y Terri había planeado ir a ver una
banda con un chico que había conocido mientras compraba suministros de pintura.
Ahora me sentía todavía peor.

—No arruinaste nada —dijo Avery.

En cierto modo tenía razón. Marc lo hizo. Sin embargo, fui yo quien evitó que
todas salieran. Era conmigo con quien estaban atrapadas.

—Por favor, vayan a divertirse. Alguien necesita hacerlo. Me hará sentir mejor.

Nadie dijo nada.

—Por favor. —Puse una sonrisa extra cursi—. Miren, ya estoy mejor.

Grace y Terri no se movieron, pero Avery se mordió el labio, probablemente


debatiendo si quería que se quedara o si necesitaba tiempo a solas con mis mejores
amigas.

Dirigí mi enfoque hacia ella.

—De verdad. Estoy bien. Deberías salir de aquí.

—Si estás segura… —dijo Avery.

—Lo estoy —respondí rápidamente. Ya me sentía lo suficientemente culpable


por haberla mantenido aquí tanto tiempo. Ella no necesitaba seguir jugando a ser mi
niñera.

—Y nosotras estamos aquí —se unió Grace, apretando mi brazo—. Nos


aseguraremos de que esté bien. —Tendría que lidiar con echarlas después, pero un
problema a la vez.

—De acuerdo. —Avery me dio un pequeño abrazo—. Si necesitas algo, házmelo


saber.

—A menos que puedas borrar esta noche de los recuerdos de todos, estoy bien
—le dije, más para mí que para ella. Odiaba la idea de que todos hablaran de mi |
ruptura.

—La gente te respaldará. Ya lo verás.

Esta vez le di una sonrisa con los labios apretados. Sabía que las personas que
estaban ahora en mi habitación lo harían; no estaba tan segura de las demás. Me
había puesto en ridículo y la peor parte era que, debido a mi reacción, todo el mundo
iba a saber que Marc y yo habíamos terminado. No estaba lista para eso.

—Gracias por estar ahí para mí —le dije con un nudo en la garganta. Y eso que
era insensible a todo—. Ni siquiera sé qué decir. La forma en que…

Avery me detuvo.

—Te lo dije, las chicas tenemos que apoyarnos. —Luego se despidió y se fue.

Una vez que escuchamos la puerta exterior cerrarse, me dejé caer de nuevo en
mi cama y tragué el impulso de llorar.
—Ustedes tenían razón. Me dijeron que Avery y su grupo eran amables.
Supongo que soy juiciosa y horrible. No es de extrañar que Marc no me quiera. No
valgo…

—Oye —dijo Terri—. Ya basta.

—Sí —estuvo de acuerdo Grace—. Marc es un idiota por no quererte. Él se lo


pierde.

No podía hablar de esto. Aún no.

—Ustedes también deberían irse —dije.

—No va a suceder —dijo Terri—. Qué tal si terminamos la purga de Marc, ¿eh?

Tenía miedo de hablar. Me estaba ahogando, así que solo asentí.

Grace puso su mano sobre la mía.

—¿Quizás deberíamos comenzar con esto? —preguntó suavemente.

Tomé un poco de aire. Había estado agarrando mi brazalete de amuletos. Jugar


|
con ella se había convertido en una segunda naturaleza a lo largo de los años. Me
sorprendía haciéndolo todo el tiempo. En este momento, sin saberlo, estaba
agarrando un amuleto en forma de corazón con TE AMO grabado. La brazalete, con
ese amuleto, fue el primer regalo que Marc me hizo. Cada día festivo, cumpleaños,
evento especial, él agregaba uno. Había un pequeño amuleto de pastelitos por mis
dulces dieciséis, un pequeño peridoto por nuestro primer aniversario y un granate
por el segundo. Incluso me había dado un amuleto de perlas antes de que me fuera
durante el verano porque me perdería nuestro aniversario del 4 de julio. Alcancé el
broche. Usarla ya no tenía sentido, pero mis dedos temblaron mientras trataba de
quitármela. No podía hacerlo.

—Aquí, ya lo hago yo. —Grace fue a quitármela, pero me aparté.

—No. —Mi voz se quebró.

De repente, esas lágrimas que había estado haciendo tan buen trabajo en
contener se derramaron.

Me cubrí la cabeza con las manos.

—¿Cómo pudo hacer esto? ¿Qué voy a hacer? —sollocé.

Sus brazos me envolvieron.

Solo escuché fragmentos.

Estamos aquí. Te queremos. Todo irá bien.

Todo se arremolinaba. Finalmente, mis sollozos se calmaron, pero supe que solo
pasarían unos momentos antes de que surgiera otra ola de lágrimas.

Terri se levantó y agarró mi ordenador.

—¿Qué tal una película? Incluso te dejaremos elegir. Podemos tomar helado y
comerlo del cartón. Será como una clase de Comedia Romántica 101.

—Sí —dijo Grace—. Las comedias románticas son prácticamente guías prácticas
para ti de todos modos, y esto encaja perfectamente. El personaje principal siempre
|
pasa por algo malo, trata con un tipo horrible, pero luego encuentra lo importante:
el amor verdadero y un felices para siempre. Perfecto, ¿verdad?

Sacudí la cabeza. No quería ser un personaje en una película ni en un libro.


Quería ser yo en mi vieja vida. Mi vida normal, la misma de siempre, donde mi
novio, que no era horrible, al menos hasta hoy, todavía me quería.

—Chicas, creo que solo necesito estar sola.

—De ninguna manera —objetó Terri mientras Grace sacudía la cabeza


furiosamente.

—Por favor —dije.

—Pero… —comenzó Grace.

—Solo quiero irme a la cama, y no puedo con las dos mirándome. Las llamaré si
necesito algo. Lo prometo. Por favor —repetí—. Solo necesito algo de tiempo.
Finalmente aceptaron, y me quedé sola con mis pensamientos.

Me sentía vacía, pero de alguna manera las lágrimas seguían llegando.

—Cam —dijo mi hermana, entrando en mi habitación.

No podría soportar ninguno de sus comentarios sarcásticos, no ahora.

—¿Qué?

—Yo, um, las escuché, chicas.

¿Cuántas veces le había dicho que no escuchara en mi puerta?

—Bueno, ahora lo sabes —me quejé entre lágrimas—. Marc me dejó. ¿Contenta?

Jemma se acercó.

—No. Yo estoy… —Ella me miró, sus ojos también estaban llenos de lágrimas.
Luego se metió en mi cama y se acurrucó a mi lado—. Él también está muerto para
mí —susurró.

Me quedé dormida llorando en su cabello. |


Capítulo 7
Tosí tres veces exageradamente cuando entré a la cocina el lunes por la mañana.

—Ni siquiera lo intentes —dijo mi madre.

—¿Intentar qué? Estoy enferma. Creo que necesito quedarme en casa hoy.

—Vas a ir a la escuela —dijo con naturalidad, poniendo un plato de tortitas con


chispas de chocolate en el mostrador.

Sabía que iba a decir eso. Básicamente, mis padres me habían dejado quedarme
en la cama todo el fin de semana, con la advertencia de que el lunes por la mañana
saldría. Era más fácil decirlo que hacerlo.

Me senté en el taburete frente a las tortitas y metí el tenedor en ellas. No pude


comer. Cada vez que tragaba algo, sentía que iba a volver a subir.
|
—Hola, peque —dijo mi papá, entrando en la cocina. Pasó una mano por mi
enredado cabello—. ¿Te sientes mejor?

Mi hermana entró detrás de él.

No éramos típicamente gente madrugadora. Con la excepción de algunos


gruñidos y asentimientos en el pasillo, apenas nos reconocíamos a esta hora. Todos
se apresuraban siempre a hacer lo suyo, pero hoy mi madre había llamado a todos
a desayunar, como si comer con mi familia fuera a hacerme olvidar mis problemas.

—En realidad —le dije, agarrándome el estómago y gimiendo—, creo que me


estoy enfermando de algo.

—¿Ahora es un virus estomacal? Pensé que tenías tos —dijo mi madre,


sonriendo, a pesar de que yo no encontraba las circunstancias divertidas en lo más
mínimo.
—Puedes tener más de un síntoma —le informé.

—Apestas mintiendo —dijo mi hermana, robando una tortita de mi plato y


metiéndosela en la boca.

—Porque tal vez no he tenido tanta práctica como tú —le respondí, alejando su
mano antes de que pudiera tomar otra. Si ella no iba a ayudarme, entonces no podía
comer mi desayuno.

No era ningún secreto que mi hermana había fingido estar enferma para no ir a
la escuela en más de una ocasión, pero a ella mis padres no la hacían pasar un mal
rato.

—Siempre dejas que Jemma se quede en casa.

—Jemma no estaba tratando de arruinar su récord de asistencia perfecta debido


a algún chico —dijo mi madre, poniendo un plato de panqueques para mi hermana.

Genial, ¿me castigaban porque nunca me había molestado en fingir que estaba
enferma en el pasado?
|
—No es algún chico. —Bajé mi tenedor—. Y no es como si importara a dónde iré
a la universidad ahora, de todos modos —murmuré.

—Oye —dijo mi madre, inclinándose sobre el mostrador de la cocina y poniendo


las manos sobre mis hombros—, no quiero oírte hablar así. Tus sueños son tus
sueños. No de Marc.

Solo su nombre me llevaba al borde de las lágrimas. ¿Cómo se suponía que iba
a ir a la escuela así?

—Vamos —dijo mi papá, entrando en el discurso motivador mañanero—. ¿No


quieres demostrarle a Marc que te está yendo bien sin él?

—En ese caso, podría querer bañarse —dijo mi hermana, frunciendo la nariz y
agitando dramáticamente su mano frente a ella.

Me burlé de ella.
—¿Qué? —preguntó Jemma, metiendo un gran bocado de tortita en su boca—.
Solo estoy tratando de ayudar. Estás apestando el lugar.

Realmente no podría discutir con ella. Tenía razón. Era un desastre. Uno
apestoso y asqueroso. Todavía llevaba puesta la camiseta sin mangas que había
usado en la escuela el viernes y en Scobell. Si bien me las había arreglado para
cambiarme los jeans y ponerme unos pantalones cortos de gimnasia, no me había
tocado el cabello, ni me había bañado, ni siquiera me había puesto desodorante. Solo
me había cepillado los dientes porque Jemma había traído mi cepillo de dientes,
pasta y un vaso de agua a mi habitación y me había amenazado con cepillármelos
ella misma.

—Que Marc vea el desastre que soy, lo que me hizo. No me importa —les
informé.

—Cammy —dijo mi padre. No me había llamado así desde que era niña—. A
nosotros nos importa, y esto no es saludable.

Tampoco lo era que tu corazón se hiciera pedazos.


|
Mi madre asintió, estando acuerdo.

—Odiamos verte así. —Ella me miró con tanta intensidad que tuve que alejar la
mirada.

—Luzco como me siento.

—Entonces necesitas fingir hasta que lo consigas —dijo.

A veces mi madre podía ser como un meme andante. Volví a levantar mi tenedor
y apuñalé mi comida.

—¿Qué tipo de consejo es ese?

—Del tipo que funciona —dijo mi padre—. Cuando obtuve mi primer trabajo
publicitario, no me sentía listo, pero fingí que sí. Hice lo que ella dijo y ahora mira,
director creativo. Tu madre hizo lo mismo.
¿En serio no veían que esto era completamente diferente a no estar preparado
para un trabajo?

—Solo han pasado un par de días —traté de explicar—. No superas algo como
esto de la noche a la mañana.

—Y no lo superas sentándote en casa y estando enfurruñada —dijo mi padre—


. Cammy, sabemos lo difícil que es para ti, pero debes ser fuerte.

—Tus amigas estarán aquí pronto. ¿Por qué no te preparas? —dijo mi madre,
poniendo su voz "calmante". La había escuchado mucho este fin de semana. Sabía
que estaba tratando de ayudar, todos lo estaban, pero no estaba funcionando.

—Estoy lista.

—Camryn —dijo mi padre, volviendo a mi nombre de "adulta", su voz seria—.


No puedes ir a la escuela así.

Quería objetar, pero estaba demasiado cansada para discutir, así que me mordí
la lengua y volví a subir las escaleras.
|
Sonó mi teléfono. Era Terri.

TERRI

ESTAREMOS AHÍ EN VEINTE MINUTOS.

Le envié un mensaje de texto con el pulgar hacia arriba. No tenía sentido decirle
a ella que no, tampoco; era casi tan mala como mi familia. Terri estaba en una misión
para animarme. Tanto ella como Grace habían pasado por casa el sábado y el
domingo a pesar de que les había dicho que no lo hicieran, y apenas hablé con
ninguna. Durante la primera visita, pusieron una vieja película. Sleepless en Seattle,
que solía ser una de mis favoritas, pero cuando la protagonista dejó a su prometido
perfectamente encantador para ir a buscar a alguien más, me eché a llorar. Marc era
Meg Ryan y yo era el prometido, un personaje secundario al azar que a nadie le
importaba, porque todos estaban apoyando a la protagonista para que encontrase a
alguien mejor. No quería ser el personaje descartable. Quería ser quien encontrara
el amor.

Después del fiasco de la película, mis amigas simplemente se sentaron conmigo


mientras yo estaba ahí enfurruñada.

Ahora iban a pasarme a buscar. Por pura costumbre, me duché, me vestí y volví
a bajar las escaleras cuando Terri tocó la bocina. No había forma de salir de esto: iba
a ir a la escuela. Me di una última mirada en el espejo, dándome cuenta de que
parecía una versión fantasma de mí misma. Mis ojos color avellana, del mismo color
que los de Marc, estaban opacos y enrojecidos por todo el llanto.

Suspiré. Parecía la personificación de la novia trágicamente abandonada. Bueno,


pensé, bien podría aceptar completamente el papel. Rebusqué en el cajón de basura
de la mesa al lado de la puerta y encontré mis gigantescas gafas de sol redondas.
También agarré una gorra de béisbol del perchero. Me puse ambos, mis nuevos
escudos contra el mundo.

—¡Adiós! —le grité a mi familia cuando la puerta se cerró de golpe detrás de mí,
sin darles tiempo para una última charla.
|
—¡Hola! —Grace saltó del lado del pasajero y me dio un abrazo—. Puedes tener
el asiento de adelante. —Nunca iba adelante. La última persona en ser pasada a
buscar siempre iba detrás. Se compadecían de mí, pero no iba a objetar. Tomaría
cualquier beneficio que pudiera obtener.

Entré y me acurruqué en el asiento. Terri le dio un vistazo a mi atuendo.

—Lo llamo miserable chic —le dije.

—Hmm —dijo—. Creo que tiene más vibras de famosa-actriz-que-intenta-


demasiado-no-hacerse-notar.

Una pequeña sonrisa tiró de mis labios, pero la aparté.

Terri me atrapó.

—De ninguna manera —dijo, sacudiendo la cabeza—. No vas a estar de mal


humor todo el día. No te dejaré.
—Pero soy tan buena en eso —gemí.

Ella se rio.

—Lo sabemos.

Grace extendió la mano y apretó mi hombro.

—Vas a ver que el día será mucho más fácil de lo que piensas.

Eché la cabeza hacia atrás.

—¿Estamos apostando? Porque me vendría bien algo de dinero extra.

Terri me miró de reojo mientras encendía el auto.

—Bien, vale. —Me rendí a regañadientes—. Intentaré estar alegre. —Finge hasta
que lo consigas, eso era lo que mi madre había dicho y supuse que tenía razón.

—¿Lista? —preguntó Terri cuando llegamos al estacionamiento de la escuela.

Asentí.
|
—Vamos a hacerlo.

Mi confianza se desvaneció cuando salí del coche y vi a tantos estudiantes


estando afuera. Corrí a toda velocidad hacia el edificio, mis amigas caminaron a toda
velocidad para seguirme el paso.

—¿Estás intentando entrar al equipo de atletismo? —preguntó Terri, pero la


ignoré. Me enfoqué en llegar a mi casillero sin que nadie me detuviera para hablar.

Pasamos a algunas personas en los pasillos y sentí que miraban en mi dirección,


pero las gafas de sol eran geniales para mantener a raya el contacto visual accidental.
No estaba lista para hablar con nadie. Llegué con éxito a mi destino. Todavía mejor,
lo hice sin un solo avistamiento de Marc. Mi objetivo para hoy era evitarlo a toda
costa. No había forma de que pudiera fingir algo a su alrededor.

—¿No te las vas a quitar? —preguntó Grace, tocando su sien para indicar que se
refería a mis gafas de sol.
—No —dije, ajustando el puente de la montura—. Ellas y yo somos una.

La boca de Terri se arqueó en una sonrisa.

—Oye, sé tan rara como necesites. Yo, por mi parte, lo apoyo completamente.

Normalmente ella me degradaba a lo bestia cuando iba por lo que ella llamaba
"exagerado", pero hoy estaba alentando la dramatización. Eso significaba que sabía
que este día iba a ser una tortura. Todas lo sabíamos.

Sonó el timbre y pasó un grupo de personas. No era una exageración decir que
todos me miraron al pasar. Mi aparición detuvo no menos de cinco conversaciones.
Aunque no me sorprendía. Los videos de mi ruptura habían estado en todas las
redes sociales como GroupIt. Habían sido eliminados, la mayoría de ellos, de todos
modos, pero no antes de obtener cientos de visitas, incluidas unas sesenta de mi
parte. No había podido evitarlo: reproducía el video una y otra vez hasta que mis
lágrimas borroneaban la pantalla. Entonces comenzaba de nuevo.

A pesar de la sorpresa, la gente parecía estar dándome mi espacio. Es decir, hasta


que un par de estudiantes de primer año al azar con los que nunca había hablado se |
dirigieron hacia mí. Tenían una mirada en los ojos que envió una señal de
advertencia directamente a mi intestino: decía que estaba en presencia de la escoria
del estanque.

—¿Viste el video de ella? —Tipo número uno se burló mientras se acercaba,


asegurándose de reducir su ritmo para poder mirarme bien—. Muy patético. Ahora
mírala, tratando de llamar más la atención con todo el acto de ¡pobre de mí!. No es de
extrañar que la haya dejado. —No le importaba que pudiera escucharlo. De hecho,
parecía que esa era su intención. Luego siguió caminando, como si no hubiera
insultado a una completa desconocida.

Mis músculos se tensaron, pero mientras me congelaba, Terri entró en acción.

—No tan rápido —dijo ella, siguiéndolos, sus manos apretadas en puños. Se
detuvieron y ella se acercó hasta que estuvo a solo unos centímetros de ellos. Si yo
fuera esos tipos, habría salido corriendo. Terri podía dar miedo cuando quería—.
¿Qué era lo que estabas diciendo? —preguntó, su voz suave, un gruñido bajo
diseñado para enviar escalofríos por la columna vertebral—. ¿Te importaría
decírmelo a la cara?

Uno de ellos abrió la boca, pero cuando vio la mirada de muerte de Terri,
completada con la ceja levantada y los ojos destellando de puro odio, la cerró de
nuevo.

—Eso es lo que pensaba. Si quieres hablar de gente patética, prueba con dos
pequeños estudiantes de primer año pensando que son la gran cosa. Piensa en esto
como una advertencia para que tengas cuidado, porque la próxima vez no seré tan
amable.

Se escabulleron como ratas sin decir nada más. Inteligente por su parte. No
estaba segura de qué habría hecho exactamente Terri si no la hubieran escuchado,
pero conociéndola habría dolido.

—Vaya —dijo Luke, el miembro desaparecido de nuestro grupo, atrapando el


final de lo que había pasado—. ¿Qué está pasando aquí? —Miró a Terri, que todavía
|
estaba mirando hacia el pasillo, a pesar de que los estudiantes de primer año ya se
habían ido.

—Vamos a la escuela con un montón imbéciles —respondió ella, deslizando las


manos como si se estuviera borrando su recuerdo.

Él se metió los pulgares en los bolsillos.

—Ah, mencionaron la rup…

Terri le lanzó una mirada, no exactamente su mirada mortal, pero cerca.

—La… las vacaciones de invierno —tartamudeó, tratando de cubrirlo. A pesar


de que no había cómo. Ya lo había escuchado—. Sabes, los estudiantes de primer
año siempre se quejan de que una vez que, um, llegan las vacaciones de invierno,
los mayores pueden relajarse. Lo comprenderán cuando estén en nuestros zapatos.
¿Verdad?
Luke me dio una sonrisa tímida. Lo estaba intentando mucho. Todos lo
intentaban.

—Sí, claro —le dije, arrojándole un hueso, a pesar de que ambos sabíamos que
su intento de arreglarlo no tenía sentido.

Sonó el timbre, y nunca había estado más aliviada y aterrorizada al mismo


tiempo.

—Estarás bien —dijo Terri—. Estaré contigo en la primera clase.

Sabía que sus palabras deberían ayudarme a relajarme, pero no lo hicieron.


Tenía un día entero que soportar.

—Puedes con esto —susurró Grace.

Me puse la mochila sobre el hombro. Ojalá fuera cierto.

|
Capítulo 8
—Espera —le dije a Terri antes de salir del último periodo. Todos los demás ya
habían salido, pero no iba a tomar ningún riesgo. Asomé la cabeza por la puerta y
miré en ambas direcciones. No había señales de Marc—. La costa está clara.

Agarré su brazo y la llevé al pasillo. Logramos hacer unos seis metros cuando
creí ver a ya-sabes-quién. Me giré y fingí estudiar un casillero. Alrededor de un
minuto después, eché un vistazo por encima de mis gafas de sol al chico que acababa
de pasar.

—Falsa alarma —le dije a Terri—. Marc tiene una camiseta como esa.

Me alzó una ceja, pero ignoré la mirada.

—¿Recuerda lo que dije de sé tan rara como quieras? —insistió Terri mientras
seguíamos recorriendo el pasillo, yo escaneando en todas partes en caso de que |
necesitara hacer una rápida carrera a un aula.

Ella no esperó a que yo contestara.

—Puede que quieras bajar un poco el tono. Olvida lo de actriz escondiéndose;


luces como si estuvieses en una mala película de espías, o convirtiéndote en el
Inspector Gadget o algo así. Lo único que te falta es la gabardina.

Ambas habíamos visto más que una buena cantidad de episodios del dibujo
animado del incompetente inspector cuando hacíamos de niñeras de los Griffin.

—Creo que luzco mucho más linda que el Inspector Gadget.

Terri me dio una mirada que decía que yo sabía a qué se refería.

—El Inspector Gadget siempre gana al final; eso es algo, ¿cierto? —dije en un
pobre intento de aligerar el ambiente y hacer que dejara de darme esa expresión.
Ella solo suspiró mientras llegábamos a su aula.

—¿Vas a estar bien?

Asentí, pero ella lucía escéptica.

Odiaba que estuviera entristeciendo a todos y haciéndolos preocuparse por mí.


Así que bajé mis gafas de sol, le guiñé un ojo y señalé con mi brazo el pasillo.

—Ve, ve, Gadget se va a conquistar el mundo.

Eso finalmente le sacó una risa. No estaba segura de que hubiera conseguido
hacerle creer que estaba súper bien, pero decidí renunciar mientras tuviera la
delantera. Me fui a mi clase, con sonrisa falsa y todo.

Logré pasar casi la mitad del día ilesa, ni un solo pequeño avistamiento de mi
ex, pero me tropecé con un obstáculo. El almuerzo.

Antes de hoy, nunca había pensado dos veces acerca de dónde sentarme en la
cafetería. Este año, mi asiento estaba en la gran mesa en medio de la habitación: la
mesa de fútbol. La mesa de Marc. Obviamente no podía ir ahí ahora. Me quedé |
parada con mi bandeja, cuidadosamente posicionándome detrás de una columna así
estaba fuera de la línea de visión de mi ex y podía sondear el área. Grace, Terri,
incluso Luke, todos tenían diferentes periodos de almuerzo que yo. No estaba
segura de a dónde ir, pero no podía seguir quedándome parada como una estatua
triste. ¿Dónde se suponía que me sentara? No quería terminar comiendo en el baño
o escondiéndome en alguna aula. No quería ser tan cliché. Aun así, eso parecía mejor
a que Marc y sus amigos me vieran sin un lugar a donde ir. Mi suerte y mis fabulosas
habilidades de evasión estaban a punto de acabarse. Marc seguramente iba a
notarme en la cafetería.

Cuando nos habían dado nuestros horarios este verano, había estado tan
aliviada de que tuviésemos este periodo juntos. Ahora parecía como un giro cruel
del destino. Aventuré una mirada a su mesa. Él se estaba riendo. ¡Riendo!

¿Cómo podía estar tan cómodo y feliz, mientras yo estaba luchando para llegar
al final del día?
Moví mi cabeza hacia atrás rápidamente, pero no estaba segura de si había sido
lo suficientemente rápida. Marc miró en mi dirección. ¿Me había visto mirándolo
fijo? Maldije a mi profesor del segundo periodo por haber confiscado mi gorra y mis
gafas de sol después de que me hubiese negado a quitármelos. Realmente habrían
sido útiles ahora mismo. No quería mis ojos hinchados completamente expuestos.
Por mucho que odiase admitirlo, mis padres tenían razón. No quería que Marc
supiera que él me había convertido en un desastre. No iba a quedarme escondida.
No por un imbécil. Agarré mi bandeja tan fuerte que mis nudillos se volvieron
blancos y di un paso fuera de la columna. Me dirigí hacia el fondo de la habitación,
a ningún lado en particular, pero lo hice con la cabeza en alto. No tenía idea de qué
haría cuando llegase a la pared, pero seguí adelante. ¿Quizás me giraría y caminaría
en la otra dirección? ¿Me sentaría en una mesa cualquiera? ¿Me haría una bolita y
fingiría no estar allí? Ninguna de esas parecía una opción decente, pero eran mejores
que quedarme parada así la gente podía lanzarme miradas de pena.

—¡Cam! ¡Cam!

No estaba segura de dónde venía la voz.


|
—¡Cam, por aquí! —A unas dos mesas en diagonal a Marc estaba Avery. Estaba
parada haciéndome señas con los brazos.

Por primera vez en todo el día, sonreí, una sonrisa real.

—Hola —dije, el alivio recorriéndome mientras caminaba hacia ella y dejaba mi


bandeja en frente de un banco vacío.

—Hola. —Mientras empezaba a sentarme, Avery alzó un dedo—. Deberías


cambiarte de asiento con Nikki.

—¿Por qué? —preguntó Nikki.

Avery muy sutilmente movió sus ojos de nuestra mesa a la de Marc, pero capté
su mirada. Desde el asiento que yo estaba a punto de tomar, tendría una vista
completa de mi ex. Si me sentaba en el lugar de Nikki, estaría de espaldas a él.
—Ohhh —dijo Nikki, deslizándose fuera de su lugar y rodeando la mesa hasta
estar al lado de Avery—. Claro. Toma mi asiento. No necesitas mirar a eso todo el
periodo.

—Nikki, detente… —dijo Avery entre dientes.

—Lo siento, pero vamos, ¿no es más raro si no hablamos de eso para nada? —
Se giró hacia mí—. Quiero decir, yo estaba en el restaurante, y no es secreto que el
video estaba en todas partes. Al menos hasta que Avery hizo esos…

—¡Nikki! —espetó Avery de nuevo.

—Espera, ¿qué? —Me hundí en el asiento—. ¿Hiciste que lo bajaran?

Avery se encogió de hombros.

Cuando se volvió evidente que no iba a decir nada más, Nikki contestó por ella.

—Dios mío, tendrías que haberla visto. Estaba mandando mensajes como una
loca cuando llegó al cine. Y cuando Olena Richardson se negó a quitar el video,
Avery no iba a dejarlo ir. Le recordó amablemente a Olena de un par de fotos de su |
fiesta de cumpleaños que si los Richardson vieran se volverían locos. La Pequeña y
Perfecta Señorita Olena no estaba actuando tan perfecta. Ni siquiera sesenta
segundos después, el video se había ido de su página.

—¿Hiciste eso por mí? —Había notado que los videos habían desaparecido, pero
no había pensado realmente cómo o por qué.

Avery se encogió de hombros de nuevo.

—No fue nada.

Era algo para mí.

—Fue un poco de chantaje entre amigas —bromeó Nikki.

—No fue chantaje —corrigió Avery, sus ojos brillando—. No exactamente.


Simplemente le recordé que entrara en razón. Cam dijo que quería hacer desaparecer
lo que había pasado. Supuse que al menos podía intentarlo.
Cuando había dicho eso, no había pensado que ella me tomaría en serio, pero
agradecía que lo hubiese hecho.

—Gracias —le dije—. En serio.

—De todos modos —dijo Avery, cambiando de tema—, ¿conoces a alguien? —


Señaló a su lado—. La chismosa de aquí es Nikki; te acostumbrarás a ella.

—Muy gracioso —dijo Nikki—. Vas a amarme, todos lo hacen. —No estaba
segura de si estaba bromeando o no, pero me hizo reír de cualquier modo.

Avery le tiró una papa frita.

—Ignora su modestia.

—La modestia está sobrevalorada —contestó Nikki y se comió la papa para


acentuar su punto.

—Ajá —dijo Avery, siguiéndole la corriente, antes de presentar a las otras dos
chicas en la mesa, Meg y Naamua. Todas eran del equipo de porristas.

—Gracias por dejarme sentarme con ustedes, chicas —les dije. Resistí el impulso |
de girarme y revisar la mesa de Marc, pero no podía evitar preguntarme si estaría
mirándome. ¿Quería saber cómo me estaba yendo? ¿Sentía remordimiento en lo más
mínimo?

—¿Y? —preguntó Nikki.

—¿Qué? —Me había desconectado. ¿Me habían preguntado algo?

—Hay una cosa que quiero saber —continuó Nikki.

¿Iba a ser esta otra discusión completa de nuevo sobre mi vida con Marc? No
quería hablar de él, ni siquiera quería decir su nombre, pero no podía levantarme e
irme. Acababa de sentarme.

Avery empujó a Nikki con su codo, pero eso no la detuvo.


—Lo que estoy muriendo por saber —dijo Nikki después de una larga pausa
dramática— es cómo comes estos almuerzos de la escuela. Son asquerosos. —Hizo
una expresión de vomitar mirando mi almuerzo, y así de repente el tema cambió de
mi humillación pública y el heroísmo de Avery a los méritos de los presuntos
sándwiches de carne molida que servía la cafetería. Después de unos veinte minutos,
no tenía que pensar ni hablar de Marc.

Finalmente sentía que podía respirar de nuevo.

|
Capítulo 9
Mi respiro de Marc continuó hasta el último periodo. Arrastré los pies de física
a la clase de arte. Este era el momento. Iba a estar cara a cara, o mejor dicho lado a
lado, con Marc. Nuestros caballetes estaban uno a lado del otro. Era la clase por la
que había luchado tanto para estar cerca de él. La vida era cruel. No solo pondría
probablemente mi perfecto promedio en riesgo, pero me iba a hacer trabajar al lado
de mi exnovio en un proyecto que no me interesaba para nada. Conociendo a Marc,
trataría de hablar un poco, ver si podíamos ser “amigos”. ¿Quién habría pensado
que una pequeña linda palabra podía sentirse como cuchillos enterrándose en mi
piel?

Tenía que dejar de posponerlo. Iba a llegar tarde. Era ridículo. Yo era ridícula.
Marché hacia el salón. No era gran cosa. Podía hacerlo… solo necesitaba entrar,
agarrar mis cosas y tratar de enfocarme en mi pintura. Aun así no podía obligar a
|
mis pies a moverse. Marc estaba parado a un par de metros. De espaldas a mí, pero
aun así mi estómago hizo una acrobacia. No estaba segura de si era porque no quería
estar cerca de él o porque sí quería. Supuestamente no debería seguir queriendo a
Marc, mi cerebro sabía eso, pero mi corazón tenía más dificultades entendiendo el
mensaje. Me quedé cerca de la puerta, mirándolo. Estaba atándose el delantal
alrededor de la cintura y hablando con Todd. Ambos estaban relajados. No era justo.
Yo debería estar ahí bromeando con ellos, sonriendo, haciendo chistes sobre
nuestros proyectos de arte y planeando nuestro último año. En lugar de eso sonó el
timbre de advertencia y yo estaba pegada al suelo afuera del aula, mirándolos con
la boca abierta.

Todd me atrapó mirando.

Perfecto. Le di una sonrisa, esperando que se viera menos forzada de lo que se


sentía. Solo porque Marc y yo hubiéramos terminado, no significaba que las cosas
tenían que ser raras con Todd. También era mi amigo. En estos años, había pasado
el rato con él casi tanto como con Grace y Terri.

Él empujó a Marc en el costado.

—Parece que alguien tiene una acosadora.

Sentí un bulto en la garganta. ¿Por qué Todd se estaba burlando de mí? Lo miré
con incredulidad, pero no debería haberle dado la satisfacción. Por la mirada en su
rostro, estaba disfrutando mi reacción. Siempre pensé que le caía bien. ¿Solo me
había estado soportando todos estos años por el bien de Marc?

Bufó y golpeó a Marc en el pecho con el dorso de la mano.

—Hombre, sí que la cambiaste por otra mejor.

Marc se rio de forma nerviosa.

¿En serio? No me estaba defendiendo. El chico con el que había salido desde
siempre no solo me había dejado en público ¿sino que ahora se unía a hablar mierda
de mí? Antes de saberlo, estaba parada a centímetros de él. Mis pensamientos |
estaban volando.

—En serio. ¿En serio? —pregunté.

Se dio vuelta.

No le di oportunidad de hablar.

—¿Te he alentado en no sé cuántos de tus estúpidos partidos de fútbol, te ayudé


a estudiar para tu examen de admisión por más tiempo del humanamente necesario,
cuidé a tu hermano cuando tus padres salían para que no te perdieras el
entrenamiento, y así te expresas de mí?

—Um… es… —tartamudeó, su enfoque pasando a mi muñeca.

Maldita sea. Estaba jugando de nuevo con el brazalete, y se dio cuenta. Sabía
que debería haberme deshecho de la cosa, o al menos habérmelo quitado, pero me
sentía desnuda sin él y ya estaba teniendo una semana dura.
—Estoy… —continuó, pero lo detuve. No quería escucharlo.

—Sí, lo sé —dije—. Me cambiaste por otra mejor.

Entonces el significado de las palabras me golpeó. Marc ya estaba saliendo con


otra. Era difícil respirar. En serio lo estaba haciendo, salir con otras personas.
Experimentando toda la “diversión” que se perdió porque estaba atrapado conmigo.
No sabía qué hacer.

Jugué con mi muñeca hasta que desabroché el brazalete. Sentí que quemaba mi
piel. Me lo quité y le lancé la cosa. Entonces me giré sobre mis talones saliendo del
aula, directo a la puerta.

Estaba harta de este día.

|
Capítulo 10
De alguna manera llegué a mi casa, a pesar de que todo el camino a casa se sintió
borroso. Marc de verdad estaba siguiendo adelante. ¿Cómo podía ser esto real? Solo
necesitaba encerrarme en mi habitación con un kilo de macarrones con queso y mis
comedias románticas favoritas y vivir en el mundo de los felices para siempre.

Abrí la puerta, tratando de ignorar mi muñeca desnuda. Los dijes de mi


brazalete siempre tintineaban cuando giraba el pomo de la puerta. Ahora hubo un
silencio doloroso. Momentáneamente, de todos modos.

—¡Cam! —gritó mi madre, golpeándose el pecho con la mano sorprendida


mientras entraba a la casa.

Di un salto hacia atrás.

—¡Mamá! —¿Salí de la escuela sin que nadie se diera cuenta solo para que mi |
madre atrapara? ¿Cuándo iba a cambiar mi suerte?—. ¿Qué haces aquí tan
temprano?

—Tuve una reunión cerca, pero creo que la verdadera pregunta es ¿qué haces tú
aquí ahora?

Mi mente corrió en busca de una buena excusa.

—¿Nos dejaron salir temprano?

—¿Me preguntas o me dices?

Pensé en profundizar en la mentira, pero mi madre tenía una forma de llegar a


la verdad.

Decidí confesar temprano. Tal vez eso significaría que no me castigaría. Aunque
realmente no me importaba; no era como si tuviera un lugar al que quisiera ir.
Fui a la sala de estar, me tiré en el sofá y le conté sobre la clase de arte.

Ella frunció el ceño.

—¿Así que faltaste al último período? Cam…

Odiaba cuando usaba ese tono de voz decepcionado.

—No podía quedarme allí, y vamos —le dije—, me lo merezco. Nunca he faltado
a clase. Ni una sola vez. Así que perder una clase en mi último año no es gran cosa.

—Lo es cuando lo haces para evitar a alguien.

Me senté.

—Mamá, no lo entiendes. Al verlo... a él diciendo... Olvídalo... no lo entenderías.

Se sentó a mi lado y me frotó la espalda.

—Por supuesto que entiendo. He tenido un buen número de desamores.

—Bien —dije con una dosis extra de sarcasmo. Había escuchado las historias.
Mi papá siempre hablaba de cómo mi mamá era una “rompecorazones”. Ella era la |
que siempre dejaba a sus novios, no la que lloraba—. No de la forma en que papá lo
cuenta.

—Tu papá dejó de lado algunas partes. —Mis padres se conocieron en la escuela
secundaria, pero no empezaron a salir hasta su décima reunión de graduados—.
Como mis años universitarios.

Puse los ojos en blanco. También había tenido un novio a largo plazo. Lo había
dejado cuando se graduó o algo así.

—Sí, estoy segura de que fue realmente difícil para ti romperle el corazón de
alguien. Bua, bua.

No me importaba si era fría. Por el momento sentía más simpatía por quien
había sido dejado, no por quien terminaba la relación.
—Terminar las cosas con alguien que te importa, alguien a quien incluso puedes
amar, tampoco es fácil —dijo.

Me levanté de un salto.

—¿En serio me vas a hablar de eso ahora? ¿Quieres que me sienta mal por Marc?
Buena charla, mamá.

—No me dejaste terminar —dijo, tomando mis manos entre las suyas y
guiándome hacia el cojín del sofá—. Sí, lastimé a la gente, sin querer, pero no puedes
quedarte con alguien porque no quieres herir sus sentimientos. No es bueno para
ninguno de los dos. —Ella realmente apestaba con esto. ¿Quería hacerme llorar de
nuevo? ¿Dónde estaban los pequeños eslóganes felices que siempre decía? Incluso
esos eran mejores que esto. Antes de que pudiera decir algo, continuó—: Pero
también he estado en tus zapatos.

Esperé a que continuara.

—Cuando estaba estudiando en primer año en Penn, mi compañero de


laboratorio era mi exnovio. Un ex que andaba con mi compañera de cuarto a mis |
espaldas. Cuando me enteré, seguí teniendo que trabajar con él durante otros dos
meses y seguir viviendo con mi compañera de cuarto. Ni siquiera podía escapar a
mi habitación para alejarme de todo.

Agrandé los ojos y mi boca prácticamente cayó al suelo.

—¿Qué? ¿Por qué nunca había escuchado esta historia?

Me apretó las manos.

—Porque fue hace mucho tiempo. Una nota al pie de mi historia. No me define.
En todo caso, me hizo más fuerte.

No estaba segura de cómo responder. Parecía una tortura, incluso peor de lo que
yo estaba pasando ahora.

—¿Cómo lo soportaste?
—Un día a la vez. Prometí no dejar que arruinaran mi experiencia universitaria.
Salí, hice cosas, incluso cuando no quería. Salí con mis amigos, hice algunos nuevos
y comencé a salir de nuevo. Muy pronto, se convirtió en una de esas divertidas
historias de compañeros de cuarto de terror, algo de lo que reírse en lugar de llorar.
Cam, no puedes controlar cómo te tratan las personas, pero puedes controlar cómo
reaccionas ante él. Si yo pude superar eso, tú puedes superar esto. Es tu último año;
se supone que debes disfrutarlo.

—No todos lo hacen —le recordé.

—Tú no eres todos. Eres mi hija. Eres inteligente, hermosa, terca como el
infierno, más grande que la vida y sorprendente. Si Marc no puede ver eso, entonces
no lo quieres en tu vida. Pero no dejes que te quite este año. Tú, mi amor, mereces
todo lo que tu corazón desea, así que sal y consíguelo.

Me puse de pie.

—Lo pensaré.

—No lo pienses —dijo—. Simplemente hazlo. |


Gruñí. Eso estaba muy bien para un anuncio de Nike, pero el hecho de que no
quisiera sentir nada por Marc no significaba que supiera cómo hacerlo realidad.

Se puso de pie y besó la parte superior de mi cabeza.

—Tú puedes.

Asentí.

—Y Cam —dijo—, no faltes mañana. Vas a ir a esa clase.

Eché la cabeza hacia atrás.

—¿No puedes simplemente castigarme? ¿Hacer que me quede en casa?

—Yo no tuve tanta suerte.


—Bien, como sea —dije, dirigiéndome a la cocina. Realmente necesitaba esos
macarrones con queso ahora.

Allané el refrigerador para buscar mis suministros de comida y fui a mi


habitación para recibir una terapia de comedia romántica.

Mientras me desplazaba por mis películas en mi computadora portátil, apareció


FaceTime. Era Terri. La cara de Grace estaba aplastada contra la de ella, con Luke
flotando arriba para que todos pudieran caber en la pantalla.

—¿Dónde estás? —Grace preguntó.

Mi boca estaba llena de cursi bondad, así que solo hice un gesto a mi alrededor,
señalando la habitación.

Terri se acercó a la cámara hasta que era la única persona que podía ver.

—Vinimos a verte después de clase, así que imagina nuestra sorpresa cuando
descubrimos que te fuiste.

Puse mi tazón en la mesita de noche. Estaba perdiendo el apetito. Sabía que mis |
amigos solo intentaban estar allí para mí. Era muy dulce que quisieran asegurarse
de que mi clase de Marc hubiera estado bien, pero era otro recordatorio de todo lo
que había salido mal.

—Suéltalo —dijo Terri—. ¿Qué pasó?

Ella retrocedió para que los demás también pudieran verme.

Sabía que eventualmente me lo sacarían, así que después de asegurarme de que


estaban fuera del alcance de cualquier persona que deambulara por los pasillos de
Brooksvale High, les di los detalles sangrientos de la clase de arte y mi
descubrimiento de que Marc aparentemente ya estaba saliendo con alguien.

—Lo siento, Cam —dijo Grace.

Solté un largo suspiro.


—Oye, no te enojes —agregó Luke—. Ha estado teniendo algunas citas, eso no
significa nada.

Tal vez eso fuese cierto, y había una posibilidad de que después de que Marc
saliera con un par de personas diferentes, se diera cuenta de que estaba destinado a
estar conmigo.

Terri fulminó con la mirada a Luke y luego volvió su atención al teléfono.

—Ignóralo. Cam, sé lo que estás pensando —dijo Terri—, y tienes que parar.
Marc apesta. No lo quieres de vuelta.

—Pero él era el indicado.

—¡Nooo! —gruñó Terri—. Él no era “el indicado”, y tienes que parar con esas
cosas. No va a ayudar. Además, en caso de que lo hayas olvidado, estamos en el
instituto. ¿Quién necesita eso ahora?

—Pero…

Me interrumpió, apuntando su dedo directamente hacia mí a través de su |


teléfono.

—Literalmente gritaré si empiezas a hablar de anagramas.

No iba a hacerlo, aunque era una suposición bastante buena. En algunas


ocasiones (más o menos cien) había mencionado lo lindo que era que las letras de
Cam formaran la mayoría de las letras de Marc. Creía que era el destino.

Miré a Grace en busca de algún respaldo, en busca de una señal de esperanza de


que Marc y yo estábamos destinados a ser, pero no obtuve ninguna. Se estaba
mordiendo el labio, lo que significaba que no quería decirme lo que realmente
pensaba.

—¿Qué tal algo de compañía? —dijo en cambio—. Puedo ir después de la


práctica.

—Tienes lo tuyo —le recordó Terri.


—¿Qué cosa? —pregunté.

Grace sacudió la cabeza.

—No es nada. Se suponía que debía pasar el rato con Derrick.

Me enderecé.

—¿Tienen una segunda cita? —Ella me había enviado cientos de mensajes sobre
él durante el verano, y finalmente la había invitado a salir justo antes de que
terminaran las vacaciones.

—Tercera, en realidad.

—Espera, ¿qué? —Prácticamente dejé caer mi computadora—. ¿Por qué no me


lo dijiste?

Se mordió el labio.

—Porque no es gran cosa.

—Uh, sí, lo es. Significa que viste a Derrick este fin de semana y no dijiste nada.
|
—Yo había sido tan mala amiga, estaba tan deprimida y preocupada por mis propios
problemas que ni siquiera sabía que Grace estaba viendo a alguien o lo que Terri
había estado haciendo. Necesitaba ser mejor. Esta era una gran noticia. Grace se
juntaba con gente aquí y allá, pero en realidad no salía con nadie desde primer año,
y parece que este chico tenía un potencial real—. No canceles por mi culpa. Vas a ir
a esa cita y quiero detalles.

—Bien, bien. —Se rio, sus ojos se iluminaron—. Odio hacer esto, pero tengo
práctica.

—Vete —dije—. Estoy bien.

—Te llamaré más tarde —dijo, y se despidió.

—Luke y yo podemos ir —dijo Terri, retomando la conversación.

—Ambos tienen mejores cosas que hacer que cuidarme a mí —le dije.
Terri se encogió de hombros.

—Yo quizás. ¿Él? Probablemente no.

Luke fingió clavarle una daga en el pecho y sacudió la cabeza hacia Terri.

—No sé por qué salgo contigo.

—Porque me amas —bromeó.

Él le guiñó un ojo.

—Deberías considerarte suertuda.

Me inquietaba cómo podían bromear sobre el amor y los sentimientos. Habían


salido. Se habían besado. Y ahora solo eran amigos. Sí, habían pasado años... pero
me hacía pensar en Marc. Él y yo nunca íbamos a llegar a ese lugar. Yo no quería
que lo hiciéramos, quería más.

—No necesito compañía —les dije.

—Será divertido —dijo Terri, centrando su atención de nuevo en mí.


|
—No para ti. Voy a estar viendo comedias románticas.

—Puedo sufrir.

Agarré mi tazón de macarrones con queso.

—Estoy bien. En serio.

Terri se mordió las mejillas y estudió mi rostro. Se movió por el pasillo, así solo
estábamos ella y yo. No más Luke.

—¿Estás segura? —preguntó, su voz baja—. Podemos pasar el rato, solo tú y yo.

Después de asegurarle una docena de veces más que estaba bien, se rindió.

—Está bien, te dejaré con tus películas, pero —dijo, enfatizando la palabra—
tienes que prometer que no verás una en la que la chica regresa con su pésimo ex.
—No hay promesas —dije, cargando mi tenedor con otro montón gigante de
macarrones—. Me encantan los romances de segunda oportunidad.

Sacudió la cabeza.

—No-oh, te dará demasiadas ideas. Contrariamente a tu lema de vida, la vida


no es una comedia romántica. Prométeme que elegirás algo más para mirar.

Quise discutir los méritos de vivir la vida como una comedia romántica, pero no
tenía energías para eso. En este momento, mi vida era cualquier cosa menos
romántica. En cambio, solo estuve de acuerdo con ella.

—Todo bien. Lo prometo.

Nos despedimos y reanudé mi selección de películas. Entre las redes de


transmisión y todas las películas que compraba, tenía una selección bastante
impresionante.

Aunque ignorara todos los romances de segunda oportunidad, había toneladas


de otros tópicos para elegir. De amigos a amantes, romance secreto, romance con la
realeza, relaciones falsas... |

Jadeé.

El último causó que se formara la más mínima astilla de una idea.

Una mala idea. Una muy mala idea.

Una idea que Terri seguramente odiaría, pero una idea que podría ser mi
respuesta a todo. Una idea que seguía creciendo y creciendo y ahora se estaba
acelerando por toda mi cabeza y asumiendo todo mi ser.

¿Qué pasaría si realmente tratara de vivir en una comedia romántica? Salir con
alguien más para poner celoso a mi ex, y tal vez, posiblemente, con suerte,
enamorarme del chico nuevo. Lo había visto en pantalla y lo había leído en libros
cientos de veces.
O, por lo menos, tal vez enojaría tanto a Marc que volvería corriendo. Esto
podría funcionar. Sí, Terri me iba a matar, pero valía la pena intentarlo.

Me merecía el último año con el que había soñado.

Iba a encontrar a alguien mucho mejor que Marc y se lo restregaría en la cara.


Iba a entrar a Columbia y a vivir la vida de mis sueños en Nueva York. Iba a tener
mi felices para siempre. Incluso podría encontrar el amor.

Pero, sobre todo, iba a hacer que Marc se arrepintiera de haberme dejado.

|
Capítulo 11
Mi alarma sonó con todo el martes por la mañana. Por primera vez no hubo nada
de dormir unos minutos de más, nada de cubrirme con las cobijas deseando que
siguiera siendo fin de semana. Estaba lista para volver a la escuela. Tenía una misión,
encontrar un nuevo novio, entrar a Columbia y tener un último año increíble. Mi
plan para hacer que todo sucediera empezaba hoy. Los pensamientos se
arremolinaban en mi cabeza mientras me daba una ducha y me preparaba. Podía
hacer esto. ¿Quién necesitaba a Marc? Me puse un ajustado jersey negro de cuello
alto y un par de jeans negros y me recogí el cabello en un moño apretado. Este ere
mi look genial, serena, no jodas conmigo, yo puedo con esto, neoyorkino, o al menos mi
interpretación de eso basado en lo que tenía en mi armario.

—¿Por qué tengo la impresión de que estás a punto de revelarme un nuevo


iPhone? —preguntó mi papá, alzando la mirada de su taza de café cuando entré a la
|
cocina.

—¿Qué? —pregunté.

—Eso es lo que vestía Steve Jobs cuando… —Ondeó su mano libre—. Olvídalo.
No importa. Solo me alegra verte sonreír.

No me había dado cuenta de que lo estaba haciendo, aunque no duró mucho.


Jemma dejó de hurgar el refrigerador el tiempo suficiente para mirarme de arriba
abajo.

—Yo creo que luce más como un mimo… o como una triste excusa de un ninja.

Mi hermana rápidamente convirtió la sonrisa que llevaba en un ceño fruncido.

—Una ninja que puede patearte el…

—Bien, basta de eso —dijo mi mamá, uniéndose a nosotros en la cocina—. Pero


me alegra ver que estás volviendo a ser tu vieja tú. —Besó la cima de mi cabeza.
—Mejor que nunca. —Sabía que ese era el tipo de cosa cursi que decías para
tranquilizar a tus padres y hacerlos creer que todo estaba bien, pero en esta instancia
de hecho lo decía en serio. Estaba lista para que empezara la siguiente parte de mi
vida.

Tomé un sorbo del café de mi papá y agarré una barra de cereal, luego grité
adiós a mi familia mientras Terri tocaba bocina. Ella y Grace estaban inclinadas
contra el auto, con sonrisas falsas que apenas encubrían su preocupación, mientras
me observaban acercarme.

—¿Temían que tuvieran que obligarme a entrar? —pregunté. Normalmente, no


salían del auto a mi encuentro. Lo máximo que hacían era asomar la cabeza por la
ventana y gritarme que me apurara.

—Solo estamos preocupadas —dijo Grace.

—Lo sé, pero ya les dije, chicas, que no necesitan estarlo. Estoy bien. Muy bien.
De hecho —subí y bajé las cejas hacia ellas— tengo un plan que va a cambiar el
rumbo de mi año.
|
Se miraron, y pude sentir el escepticismo emanando de ellas.

—Oigan —protesté—. Ni siquiera lo han escuchado.

Terri me hizo un gesto para que continuara.

—Voy a encontrar a alguien nuevo. Es como ese dicho: la mejor forma de


superar a un chico es encontrar uno nuevo.

Terri sonrió engreída.

—No es así exactamente el dicho…

—Cam… —dijo Grace, mordiéndose el labio—. ¿No quieres esperar un poco?


¿Darte algo de tiempo?

—¿Tiempo para qué? ¿Para conocer a alguien nuevo? Marc no esperó para
superarme; yo no necesito esperar para superarlo a él.
Terri asintió.

—Tienes razón. Lo creas o no, de hecho estoy de acuerdo contigo.

Agradecía haber dejado fuera la parte de que también esperaba que esto hiciera
volver a Marc arrastrándose por mí. Me gustaba tener el apoyo de Terri. Cuando se
trataba de relaciones y chicos, ella y yo apenas podíamos estar de acuerdo en algo.

—Salir con otros chicos te hará bien —me dijo mientras caminaba hacia el
asiento del conductor del auto y se metía adentro. Hubo un instantáneo cambio en
su lenguaje corporal. Había pasado de estar toda preocupada por mí a ser una mujer
con un plan—. Te va a gustar, ya verás. Ya puedo pensar en tanta gente que amarías.
Esto va a ser divertido. Voy a asegurarme de que tengas citas para el resto del año.

Debería haber sabido que no estaríamos en la misma página.

—No planeo salir con un montón de chicos. —La miré fijo por la ventana—.
Planeo en tener un novio. Uno.

Ella rodó los ojos.


|
—De acuerdo, ¿y cómo crees que encontrarás este novio? Saliendo con varios
chicos. Después de lo cual te darás cuenta de que las relaciones están sobrevaloradas.

Gemí. Solo porque Marc podía no ser el chico adecuado para mí no significaba
que no quisiera encontrar a quien sí lo fuera. Quería absolutamente mi OTP 1, mi
pareja ideal.

—No soy la única que quiere una relación. Grace también quiere lo mismo. Ella
acaba de tener una tercera cita anoche, de la que todavía quiero los detalles, Señorita-
Apenas-Mandé-Un-Mensaje-Acerca-De-Mi-Noche. —Le di un empujito a Grace en
el brazo—. Apóyame en esto.

Se encogió de hombros y bajó la mirada al suelo.

OTP: Siglas de One True Paring, una expresión común en los fandoms de libros, películas y series
1

de televisión que se refiere a la pareja que los fans consideran perfecta y quieren que terminen juntos.
—No diría… Derrick y yo. No somos… no es serio. Es… nosotros… no somos
nada.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —pregunté—. Dijiste que la cita fue divertida. —Eso era
básicamente todo lo que había podido sacarle anoche.

—Fue divertida… no es eso. Es… no quiero hablarlo. —Derrick Walker había


parecido perfecto para ella. Estudié su rostro. Lucía como si hubiese algo que no
estuviera diciendo. Un sentimiento de miedo me invadió.

—¿Esto fue por mí? ¿Mi ruptura te asustó? Porque yo sigo siendo una creyente
en el amor. No dejes que mi desastre de vida amorosa influya en la tuya.

—No, no —me aseguró—. Nada como eso. En serio, no vale la pena hablarlo.

—¿Segura?

—Segura.

Quería preguntar más, pero no quería presionarla. Sabía lo que era simplemente
querer que te dejaran sola. |
—Está bien —dije—, pero estoy aquí si quieres hablar. ¿Y sabes qué? Ya pensé
en un nuevo chico para mí; solo pensaré en uno para ti también.

—No hace falta —dijo Grace, alzando las manos para ralentizarme—. Estoy
bien. Estoy ocupada con vóley y el ingreso a la universidad. No necesito un chico
nuevo. Concentrémonos en tu vida amorosa.

—Mejor nos enfoquemos en meternos al auto —replicó Terri, sacando la cabeza


de la ventana cerrada—. Vamos a llegar tarde.

—Bien —dije, y le hice un gesto a Grace para que tomara el asiento del frente.
No quería más tratamiento especial.

Grace se puso el cinturón.

—¿Así que quién es este chico en el que has puesto tu corazón?


—Es perfecto. De hecho, está parcialmente inspirado en ti.

Acunó su cara con sus manos.

—¿Quieres decir que elegiste a un lindo atleta coreano?

—Bueno, si tu hermano estuviese soltero…

Grace tembló.

—No lo digas ni en broma. —Por años, la mayoría de las amigas de Grace, yo


incluida, habíamos comentado lo sexy que era su hermano, pero dado que era
también cuatro años mayor que nosotras, a ella le daba asco—. Es muy grande para
ti y está con Melinda.

—Cálmate, no estoy detrás de tu hermano. Tu furia sobe Lissi fue mi musa.

Terri me miró a través del espejo retrovisor. Puede que haya presentido lo que
se venía.

—¿Ah? —preguntó Grace.


|
—Veo cómo te molestas con Lissi en vóley, y pensé, ¿quién se mete debajo de la piel
de Marc así? Y lo recordé. Brandon Paunovic. —Brandon era un chico de tercer año
que estaba en el equipo de fútbol y que había sido promovido al equipo universitario
en primer año, robándole a Marc su preciado puesto como el centro de atención. ¿No
sería perfecto si Brandon también me robara el corazón?

Terri sacudió la cabeza.

—¿Así que esto es acerca de poner celoso a Marc? Cam, vamos.

—No, no es así. Es solo un bonus extra. Me gustaba un chico de fútbol, ¿por qué
no otro? —No conocía muy bien a Brandon. Definitivamente no lo suficiente para
llamarlo y saludarlo o algo. Él no había sido uno de los amigos cercanos de Marc,
así que no era amigo mío, pero tenía la forma perfecta de conseguir una nueva
presentación—. Esto va a funcionar. Salir con Brandon incluso va a ayudarme a
entrar a Columbia.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Grace mientras estacionábamos en el
colegio.

—Se enterarán pronto. Le envié un mensaje a Luke para que nos encontráramos
antes de que empiecen las clases. Lo necesito a él para que mi plan funcione.

Terri apagó el auto pero todavía estaba agarrando fuerte el volante.

—Por favor no me digas que esta es una de tus estrategias descabelladas de mi


vida es como una comedia romántica.

—Taaaal veeeez —dije, alargando las palabras. No había nada malo con mis
estrategias; de hecho, les tenía bastante cariño. Especialmente si le daban a Marc una
probada de su propia medicina. Salí del auto—. Ahí está Luke, vamos.

Cuando nos acercamos a él, me aseguré de ser toda sonrisas.

—Hola —dije, usando mi voz más dulce posible.

Él había estado apoyado en la pared, pero se enderezó y se cruzó de brazos.

—Oh no, esto no puede ser bueno —dijo Luke. |

—No lo es —ofreció Terri.

Me cubrí la cara con una mano como alejando sus palabras. Ella no conocía todo
mi plan, pero yo sí, y mientras más lo pensaba, más me gustaba la idea.

Le di a Luke lo que esperaba que fuesen gigantescos ojos de perrito.

—Necesito escribir una historia para el diario.

—¿Entonces por qué me hablas a mí? —preguntó Luke—. Yo escribo artículos;


no soy el editor. No asigno nada.

—Sí —dije, moviendo mis pestañas hacia él en una forma cómica y exagerada,
no de una forma de te estoy tirando los perros—, pero eres buen amigo del editor,
tienes influencia. Has estado en el diario desde primer año y puedes hacer que
aprueben mi artículo. Será bueno, lo prometo. Y me ayudará a vengarme de Marc.
Sacudió la cabeza.

—¿Qué estás planeando escribir? ¿Una historia de lo malvado que es tu ex? Eso
no lo publicarían.

—No —dije—. De hecho, es lo contrario. Voy a hacerlo acerca de lo asombroso


que es Brandon Paunovic. Piénsalo. La estrella de fútbol de tercer año quien ya está
siendo buscado por las universidades, quien hace a Marc retorcerse de celos. Será
una historia genial.

También sería la forma perfecta de que yo conociera a Brandon.

—Así que, déjame ver si entendí bien —dijo Luke—. ¿Quieres usar el diario
escolar para conocer a un chico?

Me encogí de hombros.

—Sí. Pero también sería algo que puedo añadir a mis solicitudes de ingreso a la
universidad. Sabes que necesito inflar mis extracurriculares. Iba a preguntarte acerca
de escribir algo de todos modos. Esto solo combina eso con ayudar a mi vida
amorosa. Soy fan de hacer muchas cosas al mismo tiempo. |

Luke gimió, pero yo hablaba en serio.

Un artículo sería otro ítem tangible que podría poner en mi currículum, y si me


ayudaba a conseguir un novio y poner furioso a Marc, mucho mejor.

Grace se rio.

—Nunca dejas de sorprenderme —dijo, y me di cuenta de que apoyaba mi plan.


Ella tenía ese brillo en los ojos que decía que quería ver cómo resultaba esto tanto
como yo. Terri, por otra parte, lucía más escéptica.

Ella simplemente no lo entendía, no era lo suficientemente fan de las comedias


románticas para ver los méritos de mi plan. Estaba creando el escenario perfecto.
Podía imaginarlo ahora: Brandon y yo reuniéndonos para la entrevista, nuestras
miradas encontrándose, la química instantánea y, antes de que lo supieras, seríamos
una pareja poderosa.
Junté las manos y las sacudí en frente de Luke.

—Vamos, por favor.

Él miró a Terri y yo le rogué silenciosamente a mi amiga. Luke haría lo que ella


dijera; ambos lo sabíamos.

—Va a encontrar una forma de hacerlo de todos modos —le dijo Terri—. Mejor
que tú la ayudes.

Luke puso sus manos sobre las mías.

—Tú ganas. Preguntaré, pero no prometo nada.

Salté de arriba abajo en mi lugar.

—Gracias, gracias, gracias.

Esto iba a funcionar. Brandon y Cam. Bram. Incluso me gustaba cómo sonaba.
Brandon era perfecto para ser mi novio. Teníamos potencial para ser algo realmente
bueno.
|
¿Y lo mejor?

Iba a poner loco a Marc.


Capítulo 12
Cuando sonó el timbre al comienzo del periodo del almuerzo, estaba sentada en
la oficina de la consejera, rogando que la Sra. Vail me reciviera. Le dije a la
recepcionista que era urgente. Ahora estaba esperando con los dedos de los pies y
de las manos cruzados para que accediera a una última cita.

La Sra. Vail sacó la cabeza de su oficina.

—¿Cam? Entra.

No tuvo que pedírmelo dos veces.

—¿Está todo bien? —preguntó, moviendo algunos papeles del escritorio. Un


recipiente abierto lleno con ensalada. Estaba interrumpiendo su comida. Esperaba
que no usara eso contra mí.
|
Asentí.

—Prometo que esto no tomará mucho. He estado pensando mucho en lo que


dijo sobre mis aplicaciones universitarias. Ya estoy intentando escribir para el
periódico y estoy pensando en algo más que creo que de verdad puede ayudar. Solo
necesito su aprobación.

Levantó una ceja, y yo continué con mi discurso.

—Bueno —dije, tratando de mantener mi voz de negocios —. Al final de mi clase


de inglés, la Sra. Jackson nos dijo a todos que necesita voluntarios para el anuario o
no habrá suficientes fotos informales, páginas de collages, etc. Nadie se ha ofrecido
a ayudar. Pensé que tal vez podría ser algo en lo que tomar la iniciativa.

La Sra. Vail miró su ensalada.

—No necesitas mi permiso para apuntarte en un club, Cam.


—Lo sé, pero lo necesito para que lo cuente como una clase.

Se frotó los dedos en las sienes.

—Una extracurricular no te da créditos académicos, y no ofrecemos clases de


anuario.

—Pero —interrumpí — tienen una clase de Photoshop en el último módulo con


la Sra. Jackson. La tomé el año pasado, y era buena en eso. Sé que no puedo tomarla
de nuevo, pero estaba pensando que podríamos cambiarme a ella y contarla como
un estudio independiente. La Sra. Jackson consigue la ayuda que necesita, yo
obtengo algo que escribir en mi aplicación y los de último año consiguen su anuario
que es más que el mínimo. —Y además, saldría de esa horrible clase de arte con
Marc, pero no iba a decir eso… todavía.

—Cam…

—Antes de que diga que no, piénselo. Hay una clase del coro, y las personas lo
cuentan como un extracurricular. Esto no es diferente. Además, todavía tengo que
hacer trabajo fuera de hora. Un montón. Nadie se ha apuntado para el anuario, la |
Sra. Jackson tiene una carpeta completa de fotos que los estudiantes han enviado
que quieren que incluyan. No hay nadie para revisarlos, nadie para hacer el diseño
o la corrección de color. Esa podría ser yo. La Sra. Jackson ya está llena de trabajo.
—Saqué una nota y se la di a la Sra. Vail—. De hecho, dijo que sería de gran ayuda.

Había hablado con la Sra. Jackson justo después de inglés. Sabía que le gustaba
la idea. Ella era la asesora del anuario y estaba prácticamente rogando que las
personas se apuntaran. No había voluntarios. Esta era una solución a su problema…
y al mío.

La Sra. Vail terminó de leer la nota y la puso sobre su escritorio.

—Cam, aprecio lo que hiciste para tratar de que funcione. Pero esto es algo que
puedes hacer con tu propio tiempo. No cuenta como estudio independiente.

—Debería —dije, en voz alta. Bajé mi volumen—. ¿Cuál es la diferencia entre


esto y pintar una imagen en la clase de arte? Es todo a lo que estaría renunciando. Y
aprender cómo trabajar con fotografías de hecho me ayudará en una potencial
carrera para mí. Es algo que puedo hacer y en lo que quiero mejorar. —No era algo
en lo que hubiera pensado antes, pero no estaba fuera de las posibilidades—. Mis
habilidades para pintar son una broma. Si hubiese una clase avanzada de
Photoshop, la tomaría, pero no la hay. Así que esta es mi oportunidad. Estaré
sentada en la parte de atrás de la clase de la Sra. Jackson trabajando. Cuando tenga
preguntas, será capaz de responderlas, igual que lo hace cuando los estudiantes
trabajan en sus proyectos para su clase de Photoshop. Por favor, esto es importante
para mí. Es una clase que quiero, pero que también necesito.

—Entiendo lo que dices —dijo la Sra. Vail—. Pero primero pasaste todo el
verano suplicando por entrar a la clase de arte de la Sra. Winter, ¿y ahora quieres
salirte? ¿Cómo sé que no vendrás aquí la semana que viene por algo más?

Podía escuchar la exasperación brotar de su voz.

—No lo haré. Nunca he hecho esto antes. Nunca había puesto un pie en esta
oficina antes de este año. Sé que parece extraño e inesperado —continué—. Pero no
lo es. Intenté pintar. Apesto. Lo que está bien, si mi futuro no estuviera en riesgo. En |
cierto modo, es por su culpa.

Levantó su ceja hacia mí de nuevo.

—Me hizo pensar sobre mis hobbies y extracurriculares. Saco fotografías


grandiosas. Y las que no lo son, puedo hacerlas lucir increíble a través de la edición.
Me dijo que necesitaba ayuda para mi aplicación. Esto lo es. La Sra. Jackson sabe
cosas. Aprenderé más estando en su clase preguntando cosas que haciendo una
pintura de puntos sin forma. Las clases están en la misma hora. No arruinaría nada.
Por favor.

La Sra. Vail tomó la nota de la Sra. Jackson de nuevo. Miró de ella a mí antes de
dejar salir un largo suspiro.

—Bien —dijo—. Veré qué puedo hacer. Pero esto es todo. No más cambios. Tu
horario será definitivo.
Dejé escapar un chillido de alegría.

—Entendido. No más cambios. No hay problema.

De hecho, era lo opuesto a un problema. Era perfecto.

No más clases de arte, no más estar atrapada en una habitación con Marc, no
más estar atrapada en el pasado. Iba a hacer que mi futuro sucediera, ya había
superado el primer obstáculo.

|
Capítulo 13
Tardó más de lo que me hubiese gustado, pero Luke cumplió. El editor del
Brooksvale Bulletin estuvo de acuerdo con dejarme escribir un artículo acerca de la
prometedora estrella de fútbol. Brandon parecía encantado con la idea, y antes de
que me diera cuenta estábamos mandándonos correos y mensajes de texto casi todos
los días. Generalmente era acerca de fútbol, pero era un comienzo, y podía trabajar
con eso.

Planeamos encontrarnos en persona, pero nuestros horarios no coincidían para


nada. No teníamos ninguna clase juntos, ni siquiera el salón de estudio o el
almuerzo, y entre los horarios de fútbol y las reglas de sus padres de no salir en
noches de escuela, encontrarnos en persona por un periodo extendido de tiempo era
más complicado de lo que había esperado.

Cuando finalmente encontramos tiempo para vernos cara a cara, él ya había |


contestado todas mis preguntas de la entrevista por mensaje y yo prácticamente ya
había terminado el artículo.

—¿Este suéter está bien? —le pregunté a Terri mientras giraba en mi habitación
en un suéter rojo de cuello en V. Era como el décimo que me probaba. Solo éramos
ella y yo. Grace estaba atrapada en una práctica hasta tarde de vóley, el equipo había
estado entrenando muy duro desde que habían ganado por los pelos su último
partido.

—Sí —dijo Terri, tirándose hacia atrás en mi cama entre una pila de ropas que
ya me había probado antes—. Y también estaban bien este y este y este. —Tiró las
camisetas en el aire mientras hablaba. Su tono era ligero y animado, pero sonaba
extraña.

—Oye —dije—, ¿estás bien?


—Sí —contestó antes de dejar salir un suspiro gigantesco—. Supongo. No es
nada serio.

Me senté a su lado.

—¿Qué está pasando?

Giró una camiseta en sus manos.

—Parece que no voy a ir a la escuela de arte el año que viene.

—¿De qué estás hablando? Vas a tener para elegir a dónde ir. —Terri entraría
seguro. Tenía un talento fuera de serie—. Créeme, RISD y SVA entraran en guerra
para tenerte con ellos.

—Les deseo buena suerte, porque se enfrentarán a mis padres, y yo ya he


perdido esa batalla hoy. No creo que a ellos les vaya mucho mejor.

—¿Qué quieres decir?

Terri se sentó apoyándose en mi pared.


|
—¿Te dije que hoy finalmente me llamaron para una de las citas con la consejera
académica? Antes de venir aquí, les conté a mis padres. Era como si no estuviésemos
en el mismo planeta cuando se trata de la universidad. Básicamente vetaron
cualquier posibilidad de ir a la escuela de artes visuales. Quieren que consiga un
título de humanidades. Creen que me hará más… —puso una cara severa y fingió
voz de hombre— completa. Si quieres concentrarte en el arte, está bien; solo
asegúrate de tener algo básico. —Terri volvió a su voz normal—. No tiene sentido.
No es como si un título en sociología o historia del arte vaya a ayudarme mucho a
conseguir una carrera.

Sacudió la cabeza.

—Son insoportables. Si quisiera ir a la escuela de negocios, no les importaría que


no fuera tan “completa”. Es por el arte. Creen que es un pasatiempito tonto que voy
a dejar. O al menos eso esperan, pero no va a pasar. Lo es todo para mí.
—Les haremos ver eso —le dije.

Ella resopló.

—No, no lo haremos. Mi papá está diciendo “hay un montón de buenas escuelas


de humanidades aquí en Connecticut; para estudiar aquí” y mi mamá está diciendo
“me encantó BU, sé que a ti también te encantaría”. No les importa lo que yo quiero.
—Terri estaba al borde de las lágrimas. Casi nunca la había visto llorar. Esto era
grave.

—Oye —dije, poniendo mi brazo alrededor de ella— vamos a armar un plan que
los haga cambiar de idea. Lo prometo. Yo te apoyo.

Terri se secó los ojos con el brazo y luego se abanicó la cara con la mano, tratando
de recuperar la compostura.

—Sí. —Se puso de pie.

Sabía que no creía que sus padres fuesen a cambiar de idea, pero yo sí lo creía.
Íbamos a encontrar una manera de convencerlos. Estaba segura.
|
—Basta de mí y mis problemas. ¿No tienes una cita para la que prepararte? —
preguntó, claramente tratando de cambiar de tema.

—No tengo que hacer eso hoy —le dije—. Puedo cambiar de día. ¿Por qué no
hacemos algo nosotras? Compramos pizza, vamos a tu casa antes de que mi
hermana llegue a casa y nos moleste, y así te despejas la cabeza.

—De ninguna manera. —Terri tomó mis manos y me levantó de la cama.

Abrí la boca para protestar, pero Terri alzó un dedo.

—Finalmente encontraste un momento para ver a Brandon. No voy a dejar que


te lo pierdas. ¿Entendido?

—Bien —concedí mientras ella me pasaba unos aretes para probarme.

Luego arrugó la cara.


—Espera. ¿Brandon sabe que esto es de hecho una cita y no solo tú sacándole
una foto para el artículo?

—Eso creo —dije, sosteniendo uno de los aretes colgantes y azules que parecían
cristales cerca de mi oreja y estudiándolo en el espejo—. Dije que necesitábamos
celebrar que estábamos terminando con el artículo. Él tiene que saber.

Terri volvió a agarrar el arete y me pasó unos pendientes pequeños, rojos y


brillantes.

—No necesariamente. No si fuiste tú y le hablaste en tono de negocios.

—¡Estaba coqueteando! Míralo tú misma.

Le pasé mi teléfono y ella revisó mis mensajes, leyendo algunos en voz alta.

—“Va a ser un artículo genial”. “Eres un tema interesante”. “Te sacaré una foto
genial”. “Seguro, podemos ir a Scobell’s el viernes”.

Su boca estaba temblando.

—¿Qué? —pregunté, mirando su cara por el espejo. |

—Es solo que… —Rompió en carcajadas—. No puedo creer que pienses que eso
es coquetear. “Eres un tema interesante”. ¡Cam! ¿Por qué no me preguntaste a mí? Te
habría ayudado.

Dejé caer el arete en mi mesa de noche.

—No necesitaba ayuda. Creí que estaba haciéndolo bien. —Hice un gesto para
disipar su risa—. Va a funcionar; con sus horarios, no hubiese hecho tiempo para
esto si no tuviese un poco de curiosidad de conocerme mejor. Tiene que saber que
es una cita; o al menos una cosa del tipo ver-qué-onda-hay-entre-nosotros. Lo que
sea. Soy mucho más relajada en persona. Él estará encantado. Ya verás.

Ella asintió.

—Estoy segura de que será muy interesante.


Le tiré una de mis camisetas descartadas.

—Cállate —le dije, riendo—. Va a ser genial. Pasará de ser el tema de mi historia
a mi novio.

—Muy ético de tu parte —bromeó—. Periodismo en todo su esplendor.

—Ja. Ja. No va a afectar cómo escriba la historia de fútbol. Además, esto no es el


Times; es un artículo banal de secundaria. Es esperado, prácticamente alentado. Creo
que mi integridad permanecerá intacta. Además, sería una meet-cute genial.

—¿Una qué? —preguntó Terri.

—Ya sabes —expliqué—, una forma adorable en la que se conocen los


protagonistas. Chocarse en el pasillo, terminar con asientos uno al lado del otro en
un vuelo, ser elegidos para trabajar juntos en un proyecto, algo que los junta. Algo
orgánico, no algo forzado.

—Esto es muy orgánico —bromeó.

Pero Terri podía bromear todo lo que quisiera. Esto iba a ser perfecto, igual que |
en las películas.
Capítulo 14
Me alisé la falda mientras estaba fuera de Scobell. Eran unos minutos después
de las siete, hora de mi cita, y, sin embargo, a pesar de mi entusiasmo anterior, me
estaba costando entrar. En toda mi planificación, había olvidado lo desalentadoras
que podrían ser las primeras citas. Me estaba golpeando fuerte ahora.

Un par de tipos que parecían vagamente familiares me pasaron para llegar a la


puerta principal. El restaurante estaba lleno, lo que esperaba, era viernes por la
noche, pero no obstante me hizo sentir inquieta.

Esta era la primera vez que volvía a Scobell desde el incidente de Marc. Mis
padres incluso me dejaron pedir prestado el auto por una vez, pero mis nervios
estaban en alerta máxima.

¿Por qué, por qué, por qué había dicho que sí a este lugar?
|
Porque no quería hacer nada al respecto, por eso.

Aun así, ir a este lugar para mi primera cita en más de tres años con alguien que
no fuese Marc probablemente no fue la decisión más inteligente. Ciertamente no
estaba ayudando a mis nervios. Apreté con fuerza mi mano derecha con mi mano
izquierda.

Brandon no es Marc, me seguía recitando para mí misma. Era mi oportunidad


para algo nuevo, algo increíble, y algo que solo obtendría si entraba. Puedes con esto,
puedes con esto, puedes con esto, puedes con esto, susurré, intentando alentarme.

¿Todos se sentían aterrorizados por tener citas? Necesitaba entrar. Brandon


probablemente ya estaba allí. ¿Y si me había visto debatiendo si entrar o no? No era
así como quería comenzar las cosas. Era hora. Yo podía hacer esto. Abrí la puerta y
entré. Hice un escaneo rápido y me sentí pegajosa. No vi a Brandon.

¿Me estaba dejando plantada?


Miré mi teléfono. Sin mensajes. Era demasiado temprano para ponerme
nerviosa, pero no pude evitarlo.

—¡Cam! —Era Brandon, apoyado en la pared junto a la caja registradora. Solté


un largo suspiro. Estaba aquí.

—Hola.

—Hola —dijo, enderezándose—. Nos están despejando una mesa —continuó


Brandon mientras caminaba hacia mí, con los brazos extendidos.

Supongo que eso significaba que quería un abrazo. Podía manejar esto. Me puse
de pie y le di uno. Se apretó con fuerza, aguantando solo un segundo más de lo que
harías si fuera solo una cosa de amigos. Olía a menta y a aire libre. No era a lo que
estaba acostumbrada, pero estaba buscando un nuevo aroma y no iba a descartar
este. La noche tenía un comienzo prometedor.

—Gracias por hacer el artículo —dijo mientras la camarera nos llevaba a la


mesa—. No puedo esperar para verlo. Va a ir directamente a mi pared.

Me deslicé en el asiento frente a él. |

—Me siento honrada. —Me puse las manos sobre el corazón, pero lo hice con
tanta fuerza que solté un uf. Me reí para tratar de ocultarlo—. Así que, sí, creo que
debería estar en la edición del próximo mes. —¿Qué me pasaba? Necesitaba dejar
de entrar en pánico y divertirme. La gente iba a primeras citas todos los días; esto
no era gran cosa.

—Qué bien —dijo—. Estaré esperándolo.

Brandon era incluso más lindo de lo que recordaba. Pelo rubio ceniza, ojos
castaños claros y una especie de arrogancia. No había pensado mucho en él el año
pasado, era solo uno de los compañeros de equipo de Marc con el que realmente no
nos juntábamos, pero ciertamente ahora me llamaba la atención.

—¿Deberíamos terminar de una vez? —preguntó.

—¿Eh? —¿Terminar con qué?


—La foto.

Cierto. Mi excusa para reunirme con él.

—Sí —dije, y saqué mi teléfono. La verdad era que el periódico probablemente


usaría una foto de uno de sus partidos, pero no era la gran cosa. Las fotos adicionales
siempre eran buenas y ahora tendría una foto de mi posible novio en mi teléfono.
Era un extra—. Sonríe.

Me dio una sonrisa descomunal y tomé la foto. De acuerdo, era realmente guapo.
¿Cómo se suponía que debía mantener la calma, como si esto no fuera gran cosa?

—Se ve genial —chillé.

—Ahora que nos sacamos eso de encima —dijo Brandon cuando el mesero se
acercó y nos dejó un poco de agua—. ¿Qué deberíamos pedir?

—Los batidos son increíbles.

—No soy muy de las cosas dulces.

—¿No? —pregunté. De acuerdo, estaba bien. El hecho de que el postre fuera mi |


comida favorita del día no significaba que no pudiera enamorarme de alguien a
quien no le gustaban. Simplemente significaba más para mí—. ¿Qué tal los palitos
de mozzarella, entonces?

—Eso funciona —dijo, estudiando el menú—. ¿Quieres compartir una de sus


muestras de aperitivos?

—Suena bien.

Hicimos nuestro pedido y luego él solo me miró a los ojos, sin decir nada en
absoluto. Me sentí un poco expuesta, pero no me alejé. Quería que supiera que
estaba interesada.

—Felicidades por tu victoria —dije, rompiendo nuestro contacto visual cuando


sentí que me ponía nerviosa. El equipo de fútbol había ganado su partido la noche
anterior; era su tercera victoria consecutiva.
—Gracias. Sabía que íbamos a ganar. Deberías haber estado ahí. Fue genial…
asistí como en tres goles y anoté dos —dijo Brandon—. Tienes que empezar a ir de
nuevo a los partidos. Te lo estás perdiendo.

Él debía saber sobre la ruptura y lo incómodo que sería para mí ver los partidos
de mi ex. Estaba segura de que todo el equipo había hablado sobre lo sucedido.

—Sí, bueno, ya no tengo motivos para ir.

—Tal vez ahora sí los tendrás —dijo, y me guiñó un ojo. En realidad, me hizo
relajarme. Significaba que Terri me había puesto nerviosa por nada. Esta era una
cita. Brandon claramente lo sabía, y aunque yo podía ser un asco coqueteando, él
ciertamente no.

Le devolví el guiño.

—Tal vez. Nunca se sabe.

—Debes extrañarlo —dijo Brandon—. Recuerdo esos carteles gigantes tuyos, la


pintura de la cara y los gritos. Muy loco.
|
Sabía que lo decía en serio como un cumplido, pero me hizo sentir cohibida.
Había estado en casi todos los partidos en los últimos tres años, animando a Marc.
Todo parecía un poco vergonzoso ahora.

—Supongo que era difícil no verme.

Un lado de su boca se alzó en una pequeña sonrisa.

—Sí que lo era.

¿Me notó? Quiero decir, ¿como algo más que una chica altamente cafeinada que apoyaba
a su novio? La idea me hizo sonreír. Realmente no se me había pasado por la cabeza
que alguien en el equipo me viera como más que la novia de Marc, uno de los chicos
o una fan frenética.

—Quería que ustedes ganaran —dije.

—Eso he escuchado. Gritabas más fuerte que las porristas. Era lindo.
El camarero dejó nuestra comida y yo agarré una papa frita.

—Oye —dijo—, ¿recuerdas ese tiro libre con comba que hice el año pasado en
uno de los primeros partidos de fútbol? —preguntó.

Fruncí las cejas, solo momentáneamente, antes de darme cuenta. Me sorprendió


que sacara una jugada antigua de un partido aleatorio que nadie podría recordar,
pero él lo tomó como si no entendiera el término.

—¿Sabes qué es un tiro libre con comba? Es cuando le das un giro a la pelota que
hace que cambie de dirección.

—Lo sé. —Prácticamente vivía y respiraba fútbol durante mis días de Marc. Solo
que pensaba que era algo extraño de mencionar ahora. Aunque realmente no podía
quejarme; no era que yo fuese la reina de la conversación en este momento.

—Cambió totalmente el curso del partido —continuó, y luego habló sobre la


jugada, ajeno al hecho, o sin importarle, de que mis ojos estaban llenos de
aburrimiento.

Cogí un palito de mozzarella. |

—Estos son realmente buenos —dije en un triste intento de cambiar de tema—.


Podría comerlos todo el tiempo... —La palabra se quedó atorada en mi garganta y
mi piel se puso de gallina, pero no del tipo bueno, no de la emoción por comenzar
un romance completamente nuevo. Esos eran los que quería tener esta noche. Pero
no. Los que me concedieron provenían del pánico y el shock. Al notar que mi ex y
su cita eran escoltados a una mesa en el mismo restaurante que yo.

Esto tenía que ser una broma. Solo que no era así.

Marc estaba en Scobell's con Lissi. ¿Primero trató de robar un lugar en el equipo
de vóley y ahora mi novio? Mi exnovio, me recordé a mí misma. Ugh. Sabía que
Marc supuestamente estaba saliendo con otra gente, ¿pero por qué tenía que estar
aquí y ahora?

Mi respiración se aceleró. ¿Por qué estaba pasando esto?


—¿Cam? —preguntó Brandon.

Miré de mi ex a él.

—¿Estás bien? —preguntó.

No. No, no lo estaba.

No mires a tu ex. Concéntrate en el hermoso chico frente a ti. Repetí las instrucciones
en mi mente, pero era más fácil decirlo que hacerlo. La camarera sentó a Marc y Lissi
a un par de mesas, en una diagonal exacta de mí. No estaba segura de si me vieron,
pero si lo hicieron, lo dejaron pasar. Estaban tomados de la mano sobre la mesa.
Marc asentía con la cabeza ante todo lo que decía Lissi. Ella se colocó el cabello detrás
de la oreja y él se encendió como si estuviera viendo un desfile de moda privado de
Victoria’s Secret. Era inductor de vómito. Estaban totalmente absortos el uno en el
otro. ¿Marc y yo nos hemos visto así alguna vez? Habíamos hablado todo el tiempo,
pero no recordaba que colgáramos de cada palabra del otro como ellos.

—¿Cam? —dijo Brandon de nuevo.

Bien, yo también tenía a alguien. Mejor aún, alguien con quien quería que Marc |
me viera. Tal vez esto fuese una bendición disfrazada. Si me estaba volviendo loca
al ver a Marc en una cita, tal vez él sentiría lo mismo.

—Lo siento. —Sacudí la cabeza, tratando de borrar el recuerdo de lo que acababa


de ver. Necesitaba concentrarme en Brandon—. Pensé que vi a alguien. Deberías
probar los palitos de mozzarella —fue todo lo que se me ocurrió decir. Claramente
no iba a obtener una medalla de oro por mis habilidades verbales. Nunca debería
haber abandonado esa clase de oratoria.

Dio un mordisco a uno y salió queso. Cogió el exceso de mozzarella en su


tenedor y lo hizo girar con una ligera risa.

—Casi se escapó allí.


—Sí —dije. No se me ocurrió nada para seguir la conversación. ¿Qué me pasaba?
Necesitaba hacerlo mejor. Tomé un bocado gigante de un palito de mozzarella. Me
evitaría tener que hablar, al menos por un minuto.

—De todos modos —dijo, volviendo a su historia de fútbol interminable— como


decía, después de ese partido, el entrenador comenzó a meterme todo el tiempo.

Recordaba esa parte muy claramente. Marc estaba tan molesto cuando Brandon
comenzó a jugar. Había hablado sobre eso sin parar. Al pensar en Marc, volví a
mirarlo. Rápidamente volví mi atención a Brandon. O lo intenté, de todos modos.

¿Por qué estaba siendo tan tonto?

No te distraigas, Cam. ¿Y qué si puedes escuchar a Marc reír? ¿Y qué si puedes escuchar
fragmentos de su conversación? ¿Y qué si le está contando sobre el partido de fútbol de ayer
y cómo golpeó la pelota con la cabeza y anotó el punto ganador y ahora el equipo está un paso
más cerca del partido del campeonato? No había razón para preocuparse. Si quería una
conversación aburrida de fútbol, Brandon estaba sentado aquí mismo.

—¿Cierto? —preguntó Brandon. |


Oh, mierda.

No tenía idea de qué estaba hablando. No había estado prestando atención.

—Definitivamente —dije, pensando que esa era la respuesta correcta. Excepto


que, con mi suerte, probablemente dije que los cachorros eran malvados o que quería
hacer bungee juming sobre un volcán o comer una pizza de calamar, remolacha y
anchoa.

Brandon se metió una papa en la boca.

—Sabes, cuando estaba en la escuela secundaria, todos decían que tendría que
estar en el banco en el equipo universitario o pasar a un segundo plano como los
demás, pero dije: Nah, ya verán. Y lo hicieron, ¿sabes?

¿Seguía hablando de eso?


—Claro —dije—. Yo…

Iba a contarle cómo Grace entró al equipo universitario al comienzo de su


segundo año, pero apenas había comenzado mi historia antes de que él me
interrumpiera.

—En las pruebas, el entrenador me llevó a un lado. Dijo: “Te necesito en mi


equipo”, y yo dije: “Aquí estoy”. Dudó en ponerme al principio, no quería molestar
a los otros muchachos, pero entró en razón.

No eches un vistazo a Marc. No eches un vistazo a Marc.

—Mmm —dije cuando Brandon me miró para reconocer que estaba escuchando.
Luego continuó—: He estado pensando en qué universidad debería jugar, haciendo
la lista de mis sueños, ¿sabes?

—Sí.

Tal vez fueron las palabras universidad y sueño, pero mi enfoque de alguna
manera llegó a Marc nuevamente. Pero esta vez, nuestros ojos se encontraron. Volví
mi atención a Brandon, que todavía hablaba de sí mismo. |

—Voy a poder elegir entre un montón de universidades. Voy a revolucionar el


mundo del fútbol —dijo.

No tenía que mirar para saber que Mark nos estaba mirando. Podía sentir sus
ojos sobre mí. Sobre Brandon y yo.

¡Ja! ¿Cómo se siente ver a tu ex con otra persona?

Que Marc estuviera aquí no me estaba arruinando la noche. La estaba haciendo


la mejor noche posible. Una probada de su propia medicina. Me imaginaba lo que
estaba pensando: que esto apestaba. Para él, estaba muy bien salir con alguien más,
¿pero yo? No, estaba segura de que me quería en casa pensando en él. Todo siempre
fue acerca de él, pero no esta noche. Esta noche era acerca mí y Brandon. Era hora
de hacerle entender a Marc cuánto dolía cuando alguien que amabas salía con otra
persona.
—Eres un gran jugador de fútbol, Brandon —le dije, asegurándome de proyectar
mi voz—. El mejor del equipo. —Toma eso, Marc.

Brandon frunció las cejas, probablemente porque mi volumen se había


triplicado, pero de todos modos recibió el cumplido y procedió a contarme más
sobre sus mejores jugadas de fútbol.

Era como si accidentalmente hubiera dejado ESPN encendido y el comentarista


hablaba sin parar sobre partidos en los que no tenía interés, pero no lo sabrías al
mirarme. Los ojos vidriosos se habían ido. Cualquiera que mirara vería a una chica
totalmente embelesada por las historias de su cita. Lancé algunos jadeos y unos “no
puede ser”, unas cuantas risas donde incluso eché la cabeza hacia atrás para un
efecto adicional y mantuve mi mirada fija en la de Brandon. Marc probablemente
estaba listo para explotar.

No pude evitarlo, tuve que echar otro vistazo para ver.

Me sentí desinflar. Su enfoque estaba cien por ciento en Lissi.

No, Marc no iba a ganar esto. Probablemente intentaba ponerme celosa, bueno, |
la que se iba a reír iba a ser yo. No iba a funcionar; yo iba a ser la que saliera adelante.
Solo necesitaba mejorar mi juego.

—La estoy pasando tan increíble —dije lo suficientemente fuerte como para estar
segura de volver a llamar la atención de Marc—. La mejor. Cita. Del mundo. ¿Cierto?

Brandon no respondió. Me estaba mirando un poco confundido, pero no


importaba; Marc no podía ver su expresión. Brandon estaba de espaldas a él. Marc
solo podía ver mi rostro y, hasta donde él sabía, mi cita estaba completamente
encantada.

—Estoy tan contenta de que estés de acuerdo —respondí por Brandon, pero
únicamente por Marc.

Luego lo llevé un paso más allá. Tomé una papa frita, extendí la mano e intenté
darle de comer a mi cita. En mi cabeza fue un momento dulce, romántico, La dama y
el Vagabundo, pero la realidad se quedó corta. Bastante corta.
Brandon me miraba como si lo hubiera perdido: su boca se había abierto
literalmente como si estuviera tratando de formar palabras, pero no podía, pero eso
no me detuvo. Por supuesto que no. Era como si estuviera en piloto automático. Me
acerqué y toqué su brazo.

—Tan fuerte —dije—. Me gusta. Nunca he salido con alguien tan fuerte como
tú.

Estaba yendo muy lejos. Demasiado lejos, incluso para alguien tan impulsado
por el ego como Brandon. Me di cuenta de una pizca demasiado tarde.

—¿Qué te pasa? —preguntó Brandon, alejando su brazo.

—Nada. —Pero cuando lo dije, debí haber vuelto a mirar a Marc, porque
Brandon siguió mi mirada.

—Tienes que estar bromeando —dijo—. ¿Esto es algún tipo de juego? ¿Planeaste
esto? ¿Sabías que iba a estar aquí?

Me quité el suéter un poco del pecho. Todo mi cuerpo se estaba sobrecalentando.


|
Realmente esperaba que Marc no estuviera viendo esta parte.

—No, tú elegiste el lugar, ¿recuerdas? No lo sabía. Es solo una coincidencia.

Sacudió la cabeza.

—En toda esta cita estabas tratando de poner celoso a Marc.

—No. En serio. Me gustó escuchar tus historias de fútbol. —Esa parte era una
mentira, pero tenía que solucionar este desastre—. Simplemente me tomó por
sorpresa, pero me estoy divirtiendo. No lo arruinemos. ¿Eres fanático de la FIFA?

—¿Qué?

Fue mi último esfuerzo hacer que Brandon volviera a hablar, para poder tratar
de guardar las apariencias frente a mi ex. Marc estaba obsesionado con la Copa del
Mundo. El año pasado pasé la mayor parte de junio y julio viendo el campeonato de
fútbol. Lo más probable era que Brandon también fuera fanático, y necesitaba que
se quedara. No podía hacer que Marc viera mi cita desmoronarse. Quería ponerlo
celoso, no justificar su decisión de dejarme.

Cogí un palito de mozzarella.

—Estaba pensando cuánto amo la FIFA y pensé que tú también lo harías.

Brandon asintió con la cabeza.

—Lo hago.

Tal vez esto funcionaría: estaba empezando a hablar de nuevo. Solo necesitaba
mantener la conversación sobre fútbol.

—Odio que solo sea una vez cada cuatro años. Debería ser cada dos, ¿no? —
pregunté. Era algo que Marc solía decir todo el tiempo.

—Sí, me encantaría... ¿En serio, Cam?

—¿Qué? —pregunté.

—Todavía lo estás mirando.


|
Ni siquiera me había dado cuenta de que lo estaba haciendo de nuevo.

—No lo estoy mirando —dije, dejando caer el resto de mi palito de mozzarella


en mi plato y limpiándome las manos con una servilleta. Sin querer le exprimí la
vida, y el aceite y el queso gotearon sobre mí—. No quise hacerlo. —Era peor que
una polilla a una llama. Solo quería saber si Marc me estaba mirando. No tenía la
intención de hacer que la noche se hiciera humo.

—Sabes... —Brandon sacó algo de dinero y lo dejó caer sobre la mesa—. Algunos
de los chicos me advirtieron que no fuera por la ex de Gerber, pero yo... —Levantó
las manos—. Solo me voy a ir.

—Por favor, no —le dije—. Lo siento mucho.

Se puso de pie y sacudió la cabeza.

—Eso es... es... no quiero... —Ni siquiera terminó la oración—. Buenas noches.
Quería rogarle que se quedara, que no me hiciera esto. Pero no pude. No pude
hacer otra escena patética dentro del restaurante. Especialmente no con Marc y Lissi
allí. Vi como Brandon se alejaba de mí. Esta vez no había Avery para salvarme. Esto
no podría estar sucediendo nuevamente.

Me negaba a ser la chica que era abandonada dos veces en Scobell's. Necesitaba
una tapadera. Necesitaba hacer algo. Agarré mi teléfono y fingí hablarle. Saludé a
Brandon cuando llegó a la puerta.

—Estaré allí, solo necesito terminar esta llamada —grité.

Había una buena posibilidad de que Brandon pensara que estaba loca, pero no
me importó. No iba a dejar que Marc me viera abandonada.

Fingí chatear por un minuto; luego puse mi parte de la cuenta en la mesa y me


levanté.

Me negué a mirar a Marc y Lissi. No me perdí la ironía de que, si lo hubiera


hecho antes, todavía estaría en una cita en ese mismo momento.

En cambio, puse una sonrisa, mantuve la cabeza alta y salí del restaurante. |

Nunca volvería aquí de nuevo. Me habían dejado ambas veces.

Excepto que esta noche no tenía a nadie a quien culpar más que a mí misma.
Capítulo 15
Estacioné el auto en mi entrada y les envié un mensaje de texto a Grace y Terri
sobre lo que había pasado.

Momentos después sonó el teléfono. Era Terri.

—Espera —dijo— a que Grace entre en la conferencia. Esto necesita mucho más
que mensajes de texto.

—¿Cam? —preguntó Grace y añadió—: Suena horrible. ¿Estás bien?

—Sí, la parte de Marc-y-Lissi apestó. Pero no puedo decir que Brandon haya
sido una gran pérdida.

—¿Quieres decir que no era “el indicado”? —preguntó Terri.

—Ja, ja. —Me apoyé en el reposacabezas. Para mi decepción, realmente no lo |


era. Aunque lo de Marc entrando en Scobell no hubiera pasado y me hubiera
arruinado la noche, no hubiera querido a Brandon. Él solo hablaba de fútbol, y yo
ya había tenido más que suficiente de eso para que me durara toda la vida—. Ni
siquiera me hizo preguntas sobre mí misma. —Supongo que debería haberlo
esperado. Nuestros mensajes y correos electrónicos habían sido bastante
unilaterales, pero lo había atribuido al artículo en el que estaba trabajando. Por
supuesto que había hablado de sí mismo, entonces estaba haciendo un artículo sobre
él. Sólo pensé que una vez que eso estuviera fuera del camino, tendría curiosidad
por mí y haría preguntas sobre mis intereses. O al menos hablaría de algo que no se
relacionara con el fútbol o con él mismo.

—De todos modos, basta de hablar de mí. ¿Cómo están yendo sus noches? —Ya
estaba harta de pensar en mi noche. Quería saber en qué andaban.

—No tan agitada como la tuya —dijo Terri.


—Definitivamente no —coincidió Grace—. Solo estoy repasando mi solicitud de
Brown.

—Y yo voy a ir a ver una película con Steve en un rato.

—¿El tipo de la tienda de arte? —pregunté.

—No, Steve Booker, de mi sala de estudio.

Necesitaba un diagrama para llevar la cuenta de su vida social.

—No sé cómo lo haces.

—Ella es la maestra —dijo Grace.

Esa era la verdad.

—Enséñame tus caminos, Obi-Wan.

—¿Eh? —preguntó Terri—. ¿Esa es tu manera de pedirme ayuda? Porque si lo


es, estoy lista para el desafío. Oooh —ronroneó—. Tengo una idea. —Su tono me
puso nerviosa. Casi podía imaginarla tamborileando los como loca.
|
Aparentemente, no era la única.

—Esto va a ser bueno. Sea lo que sea, cuenta conmigo. Quiero ver esto —dijo
Grace.

No hablaba en serio cuando había pedido ayuda, pero claramente la necesitaba.


Sola, me había ido terrible. Estaba un poco nerviosa por las tácticas de Terri para
ayudarme a encontrar a un chico.

—¿Qué tienes en mente?

Terri se rio.

—No parezcas tan asustada. Me lo tomaré con calma. Empezaremos de a poco.


Iremos al centro comercial.

—¿Al centro comercial? —pregunté.


—Sí, al centro comercial —respondió—. El lugar siempre está lleno de chicos
lindos, y no solo de nuestra escuela, sino también de los pueblos de alrededor. He
conocido a un montón de gente allí.

—Inteligente —dijo Grace—. Deberíamos ir mañana. ¿A las tres en punto?

—Hecho —estuvo de acuerdo Terri—. Yo las paso a buscar.

Hablaron como si yo no fuera parte de la conversación.

—Oigan, ¿no puedo opinar?

—No —dijo Terri—. Después de esta noche, creo que es mejor que nos dejes
todo a Grace y a mí.

Tenía razón.

—Son las mejores.

—Lo sabemos —dijo Terri.

—¿Necesitas compañía? —preguntó Grace.


|
—No, tienes que terminar tu solicitud. —Sabía que quería hacerlo este fin de
semana y ya se tomaría tiempo libre mañana para venir al centro comercial conmigo.
Grace había soñado con ir a la Universidad de Brown casi tanto tiempo como yo
soñaba con vivir en Nueva York. Iba a hacer una solicitud temprana, y aunque
todavía tenía mucho tiempo para hacerla, ella no era de las que se quedaban
esperando—. Me quedan unas cuantas páginas más en mi libro y quiero ver una
película.

—Déjame adivinar —dijo Terri—, ¿una comedia romántica?

—Ya lo sabes —dije.

—Bueno —dijo Grace—, puedes ver a alguien más conseguir a su chico esta
noche, pero mañana te conseguiremos uno para ti.

Sonreí mientras nos despedíamos. ¡Me gustaba mucho cómo sonaba eso!
Capítulo 16
Me reí para mis adentros mientras caminaba hacia la entrada de mi casa. El
desastre de mi cita iba a ser una gran historia para la hora del almuerzo. No podía
esperar a contárselo a Avery, Nikki y el resto del equipo de la cafetería. Era extraño,
a pesar de todo lo que había pasado esta noche en Scobell's, me sentía
sorprendentemente bien. Se lo debía a Grace y Terri. Ellas siempre sabían cómo
animarme. Deseaba poder hacer algo por ellas a cambio.

Mierda. Eso me recordó que todavía tenía que encontrar la manera de hacer ver
a la familia de Terri que ella tenía que ir a la escuela de arte. Solo que no estaba
segura de cómo hacerlo.

—¿Quién es? —gritó mi hermana mientras yo jugaba con la cerradura.

Entré.
|
—Soy yo.

—Oh —dijo Jemma, relajándose en el sofá—. Mamá y papá salieron. ¿Por qué
has vuelto tan pronto? Debe haber sido una cita tremenda.

¿Cómo sabía que había tenido una? Negué con la cabeza. Tenía que haber estado
escuchando a escondidas de nuevo. Le robé su tazón de palomitas y me dejé caer en
el asiento de al lado.

Ella me lo arrebató.

—¿Por qué estás tú en casa? —desvié la conversación—. Hasta mamá y papá


están haciendo algo, y tú estás sentada aquí viendo televisión.

Se cruzó de brazos.

—¿Quieres decir igual que tú ahora mismo?


—Al menos tenía planes. —Traté de agarrar el control remoto, pero lo agarró
como si fuera Gollum en El Señor de los Anillos.

—Podría tener planes si quisiera —dijo—. Me gusta estar sola. A diferencia de


algunas personas en esta habitación, no necesito supervisión las veinticuatro horas
del día para ser feliz. ¿Hiciste que te quitaran a Grace y Terri quirúrgicamente de tu
cadera? Sabes que volverán a crecer en un segundo. —Puso los ojos en blanco—.
¿Vas a ir a verlas ahora?

—No, me quedaré sentada aquí para molestarte. —Estaba a punto de añadir


algo sarcástico, pero la vi luchar con una sonrisa. Luego me pasó el tazón de
palomitas de maíz.

Jemma me quería allí.

—¿Así que de verdad querías quedarte en casa? —pregunté.

Se mordió la mejilla.

—No.
|
Me giré para enfrentarla.

—¿Qué pasa?

—No salí porque todos mis amigos están en la fiesta de Dave —dijo, su voz un
susurro.

—¿Dave, el hermano de Marc? —Estaba un año por delante de Jemma en la


escuela.

Asintió con la cabeza.

—¿Y no te invitaron? —Estaba enojada. No podía creer que incluyera a todos los
amigos de Jemma y la dejara fuera. Peor aún, que sus amigos estuvieran de acuerdo
con ello. Grace y Terri nunca me habrían abandonado.

—No. —Negó con la cabeza—. Me invitaron.


Sentí una ola de culpa y amor que me inundó. No había ido a la fiesta por mí.

—Jemma, podrías haber ido.

—No quería estar en la casa de los Gerber. No después de lo que te hizo. Rompí
con todos —dijo. Yo también había eliminado a Marc de todas mis redes sociales,
pero ni siquiera yo había eliminado a su hermano.

No estaba segura de si reír o llorar ante la mirada de determinación en su rostro.


Me sorprendió, de repente, lo dulce que era que Jemma se preocupara tanto.

Me acerqué a ella y la rodeé con mi brazo.

—No es culpa de Dave y me parece bien que seas su amiga. No quiero que te
pierdas nada más por mi culpa, ¿de acuerdo?

Torció la boca, como si tratara de descifrar si yo estaba diciendo la verdad.

—Prométemelo —dije.

—De acuerdo, está bien.


|
—Bien. —Sentada allí, me di cuenta de cuánto iba a extrañar a este ser
entrometido, sabelotodo y demasiado dramático cuando me fuera a la universidad
el año siguiente.

Tenía la sensación de que ella también me iba a extrañar. Definitivamente iba a


hacer un esfuerzo para pasar más tiempo con ella a partir de ahora. En un ataque
sorpresa, le quité el control remoto. El hecho de que fuera a pasar tiempo con ella no
significaba que fuera a dejarla elegir el programa.

—¡Oye! —gritó, golpeándome en un intento de recuperarlo, haciendo caer las


palomitas de maíz.

—Tú vas a limpiar esto —dije.

—De ninguna manera —objetó, riéndose cuando alcé el control remoto sobre mi
cabeza—. Devuélvemelo. The Real Housewives están a punto de empezar.
Me quejé.

—No. —No era fan de los reality shows—. Está todo el tiempo.

—Sí, pero están a punto de ir a una exposición de arte y se supone que es


“explosivo” —dijo, citando las propagandas—. No puedo perderme eso.

Jemma se lanzó de nuevo y me quitó el control remoto, sosteniéndolo victoriosa.

—¡Gané!

Pero yo ya no estaba pensando en la televisión. Había descubierto qué hacer por


Terri.

—Jemma, eres una genio. —Tomé su cabeza en mis manos y la besé en la frente.

—¿Eh? Quiero decir, sí, ¿pero de qué estás hablando?

—Me diste una idea para ayudar a Terri. Voy a organizarle una exposición de
arte.

—Lo que sea —dijo Jemma y subió el volumen del televisor.


|
No podía creer que no hubiera pensado en esto antes. Los padres de Terri
necesitaban ver todo su trabajo presentado. Claro, la veían dibujando y a veces algo
de lo que terminaba, pero quizá necesitaban más que eso. Tal vez necesitaban una
galería.

Con la ayuda de Grace y Luke, podría lograr esto. Ya podía imaginar el espacio
de la galería en mi mente. Lo haríamos épico. Le escribí un mensaje a Grace y Luke,
y luego volví a sentarme junto a Jemma en el sofá.
Capítulo 17
Grace jugaba con la pajita de su Frappuccino y miraba fijamente a la nada
mientras estábamos sentadas en el patio de comidas del centro comercial listas para
trazar nuestro plan para conseguirme un chico.

—Bien. —Agité mis manos frente a su rostro—. ¿Qué pasa contigo? Apenas nos
prestabas atención en el coche y ahora es aún peor.

—Lo siento —dijo, dándome una sonrisa claramente falsa—. No es nada.

—Es algo —dijo Terri.

Grace echó la cabeza hacia atrás.

—Es una estupidez. Centrémonos en Cam y averigüemos a dónde iremos


primero. Hay un grupo de tipos junto al Sbarro, deberías poder infiltrarte en ese
|
grupo, ¿verdad? ¿Conseguirle a Cam una presentación?

—No, no, no, no, no —dije. Mi vida amorosa podía esperar. Claramente, no era
la única con drama en mi vida. Grace parecía estar inundada en drama—. Bien —la
incité, buscando mi brazalete antes de recordar que ya no estaba allí—, habla. Quiero
saber qué está pasando.

—Solo es vóley —dijo—. El entrenador está dejando que Lissi juegue en el


próximo partido. Ni siquiera me lo dijo. Solo me enteré porque Crystal me envió un
mensaje hace una hora. Lissi se lo dijo.

El nombre por sí solo hizo que mi piel se pusiera de gallina.

—¿Cómo? —pregunté—. Pensé que era súper estricto con las reglas.

—Encontró una laguna jurídica. Maddy Warmack dijo que ella sería la directora
del equipo para que Lissi pudiera tomar su lugar y jugar.
Traté de recordarme a mí misma que no era Lissi con quien estaba enojada; ella
no había hecho nada más que tener una cita con Marc. Probablemente habría un
montón de chicas que saldrían con mi ex, y odiarlas a todas no parecía un buen uso
de mi tiempo. No se lo diría a Grace, pero la verdad era que no estaba segura de por
qué era tan horrible que Lissi quisiera jugar en el equipo. Debía ser una mierda
mudarse justo antes del comienzo del último año. Ya era bastante malo que tuviera
que hacer nuevos amigos, pero pasar de ser la estrella de su antiguo equipo a no
tener ni siquiera un equipo... Eso era una mierda. No la culpaba por querer jugar.
Yo querría hacerlo.

—De todos modos, Maddy nunca juega —ofrecí como un consuelo—. No será
tan diferente para ella.

—Exactamente —explicó Grace—. Para ella. El resto de nosotras estamos


jodidas. Lissi no va a estar calentando la banca. Aunque técnicamente está tomando
el lugar de Maddy, en realidad va a estar haciendo a un lado a la gente que
normalmente juega. Significará menos tiempo en la cancha para jugadoras como yo.

—Eso es una mierda —dijo Terri. |

—En serio. —Grace cerró los ojos con una mueca—. Resalté lo de mejorar el
equipo y cómo la cancha era mi segundo hogar en uno de mis ensayos universitarios.
Eso no se verá tan impresionante si apenas puedo jugar en mi último año.

Le apreté el brazo.

—Lo siento. Es un asco, pero estoy segura de que no tienes nada de qué
preocuparte. No hay manera de que el entrenador te saque de rotación. Tú eres la
estrella. El equipo no sería nada sin ti. Te apuesto lo que sea, todo el helado que
puedas comer, nada de comentarios sarcásticos sobre el disfraz de Halloween que
elijas para nosotros, deberes para el resto del año, lo que sea, a que jugarás el mismo
tiempo que siempre.

Grace se mordió el labio.

—Tal vez, pero eso solo significa que alguien más está jodido.
—Puede que no sea tan malo como crees —dijo Terri—. Puede que a esa persona
no le importe jugar menos. Puede que solo le guste estar en el equipo.

Grace parecía escéptica.

—Tiene razón —le dije—. Por eso me gustaba a mí. Diablos, si hubiera sabido
que el entrenador permitía que hubiera un director del equipo, lo habría hecho. Otra
extracurricular. ¿Crees que puedo pelear con Maddy por el trabajo?

Grace se rio.

—¿Tú peleando?

—Sí —añadió Terri—, apuesto por Maddy. Te cubrirías la cabeza gritando: “¡En
la cara no, en la cara no!”

—Cierto —reconocí—, aunque soy una buena tackleadora. —Jemma había


aprendido sus habilidades de tackeadora de la mejor. En varias ocasiones, tenía que
usar mi experiencia para evitar que mi hermana o mis amigos cambiaran mi elección
de película. No jugaba cuando se trataba de mis comedias románticas.
|
Grace se rio.

—Sí, una vez pensé que iba a tener una quemadura de la alfombra de por vida.

—Oye, eso es lo que consigues por tratar de cambiar A todos los chicos de los que
me enamoré en la mejor parte.

—La vimos como cien veces —protestó Terri—. Lo que significa que tú la has
visto un trillón.

—Nunca te cansas de algo bueno.

Grace se rio.

—Las quiero, chicas. Gracias.

La miré.

—¿Por qué?
Se encogió de hombros.

—Por hacerme pensar en otras cosas, por hacerme sentir mejor sobre todo el
asunto del vóley de Lissi. Al menos no me siento como un fraude total en mi ensayo
de la universidad. No quería reescribirlo. Ya he terminado de revisarlo.

—Un fraude, vamos. Aunque decidieras renunciar —le dije—, no serías un


fraude. Eres increí… ¡espera! ¿Lo terminaste?

—Sí, anoche. Todo el asunto. La solicitud está hecha y solo necesita ser
presentada.

—¡No puede ser! —grité—. Eres una estrella de rock, no puedo creer que no
hayas dicho nada antes. ¡Es increíble! Felicitaciones.

—Gracias.

—Oye... —Soplé un envoltorio hacia Terri—. Vas a ser su vecina. Te veré en


RISD. No he olvidado mi promesa.

—Y yo no he olvidado la mía —dijo, poniéndose de pie—. Ahora vamos a |


buscarte un chico.
Capítulo 18
Terri, con las bolsas de las compras en las manos, levantó los brazos.

—¿Qué había de malo en ese tipo? ¡Era sexy! Llevamos una hora caminando y
no has encontrado a nadie con quien quieras hablar.

Grace le dio un mordisco a su pretzel.

—Tenía razón antes. Esto es muy pronto. Necesitas algo de tiempo para llorar a
Marc.

—No. —Me detuve y me apoyé contra la pared—. No es eso. Ya he terminado


con él. Verlo anoche me hizo entrar en razón. Estoy fingiendo que ni siquiera existe.
Lo superé. No significa nada para mí.

No necesitaba la mirada de reojo de Grace para saber que no me creía.


|
—¿Entonces, cuál es el problema? —preguntó.

Hice una mueca.

—No sé cómo hacer esto.

Terri se unió a mí contra la pared.

—¿Hacer qué?

Llené mis mejillas con aire y lo expulsé lentamente.

—Conocer nuevos chicos, coquetear, tener citas. Anoche fue un desastre, y viste
mis mensajes de texto con Brandon. Estuve con Marc mucho tiempo, y antes éramos
compañeros de laboratorio, así que nos conocíamos; fue natural. Esto... tratar de
coquetear con alguien en el centro comercial... se siente falso.

—No lo es —intentó tranquilizarme Terri—. Es divertido.


—Es aterrador. —Había pensado que venir aquí era una buena idea, pero no me
dio el impulso que había imaginado. En todo caso, solo me estaba haciendo sentir
ansiosa. Miré a mi alrededor a las personas cercanas a nosotras. Había una pareja de
ancianos dando vueltas por el centro comercial, un grupo de chicas un poco más
jóvenes que nosotras pasando el rato en un banco, un par de chicos lindos que se
dirigían a Jordan's, la tienda de electrónica. Definitivamente tenían potencial, pero
no podía acercarme a ellos y comenzar a hablar. ¿Quién hacía eso? Parecería patética.
Esto no se parecía a nada que hubiera visto en una comedia romántica. Esto se sentía
aterrador—. ¿Qué le diría a alguien?

Debería haber pensado algunas líneas antes de tiempo. ¿Qué me hizo pensar
que podría hacer esto? Debería haber hecho que Terri me arreglara una cita.

Golpeé mi cabeza contra la pared.

—Solo sé tú misma —dijo Grace.

Terri sacudió la cabeza.

—Nooooo, mal consejo. Está entrando en pánico ahora mismo. Puede ser ella |
misma cuando esté en la cita. En este momento... —Terri volvió su atención hacia
mí—. Necesito que seas yo. Primero, nada de acobardarse. Segundo, relájate.
Tercero, cuando veas a alguien que te guste, haz contacto visual, mantenlo por unos
segundos, sonríe, mira hacia otro lado y luego hacia atrás para ver si se dio cuenta,
luego mira hacia otro lado de nuevo.

—¿Qué? —pregunté. Ella bien podría haber estado hablando francés.

—No seas toda una señorita inocente —dijo—. ¿Cuántas comedias románticas
has leído y visto? ¿Y estás actuando como si fuera un concepto extraño para ti?

—Sí —dijo Grace después de terminar su pretzel—, esto debería ser fácil. Solo
piensa en tu comedia romántica favorita y copia a la protagonista.

—No funciona así —les informé—. La mayoría de las historias por las que me
ven salivando suelen tener un encuentro lindo o algo así; definitivamente no tienen
a la protagonista acechando a un tipo al azar en el centro comercial.
Parecía que Terri estaba luchando para no rodar los ojos.

—Dado que no tenemos un escenario para que tú y un extraño se encuentren o


una repentina tormenta inesperada donde tú y el Sr. Lindo comparten un toldo, ¿qué
tal si intentamos lo que funciona en el mundo real? Ver a alguien que te gusta y
comenzar una conversación. La última vez que revisé, eso no es acosar.

Sabía que tenía razón, pero no lo hacía más fácil.

—¿Y si no quieren hablar conmigo? —solté.

—¿Por qué no lo harían? —preguntó Terri. Realmente parecía no tener idea de


por qué pensaba eso, pero mi preocupación estaba justificada. Marc fue el único que
me invitó a salir y me dejó por alguien más. ¿Y si nadie más estaba interesado?

—Hola —dijo Grace, leyendo mi mente como siempre—, van a pelear por ti.
Eres asombrosa, inteligente, divertida y una amiga increíble que sabe lo que quiere.

Podría haberse descrito a sí misma, pero su truco mental Jedi funcionó.


Finalmente me moví de mi lugar en la pared.
|
—Hagamos esto —dije.

Terri aplaudió.

—¡Sí! Vayamos primero a Jordan´s. Es como un refugio para los chicos guapos.

Las seguí, el café helado que había tomado antes me corría por las venas. No hay
razón para estar nerviosa. No hay razón para estar nerviosa. Todavía estaba aterrorizada,
pero traté de ocultárselos a ellas y a mí misma. ¿Cómo hacía Terri esto todo el
tiempo?

—Ellos —dijo, señalando a los chicos que había visto antes.

—Pero hay dos —dije, afirmando lo obvio.

—Sí, y tres de nosotras —dijo Grace—. Los superamos en número. Esto será
fácil.
—Solo haz lo que te dije. —Terri repasó sus instrucciones de nuevo—. Buena
postura, contacto visual, sonrisa, mirar hacia otro lado, mirar hacia atrás y hacia
adelante. —Me lo demostró y lo hizo parecer tan fácil.

—Bien.

Los chicos estaban en la sección de videojuegos, leyendo la parte de atrás de un


par de ellos. Pasamos las tres; intenté hacer contacto visual con el más bajo, pero ni
siquiera me miró. Ninguno lo hizo. Seguimos y nos reagrupamos cerca de las cajas
registradoras.

Recogí un cuenco lleno de unidades USB con forma de paletas.

—¿Cómo se supone que les ponga los ojos saltones si ni siquiera miran en la
dirección correcta?

Grace sonrió de lado.

—Tal vez es bueno que no estuvieran mirando. En lugar de ojos saltones, tal vez
quieras ir por algo amigable o sexy, cualquier cosa que no grite Monstruo de las
Galletas. |

—Creo que el Monstruo de las Galletas podría haber tenido mejor suerte —dijo
Terri—. Al menos les habría preguntado a los chicos si tenían alguna galleta. Eso es
lo que debes hacer.

—¿Preguntarles si tienen galletas?

Terri no necesitaba hablar; su mirada lo decía todo, yo no lo había entendido.

—Si no están mirando —explicó—, altera el plan y toma la iniciativa. Di hola.


Pregunta sobre el juego que tienen. ¡Cualquier cosa!

—Podrías haberlo hecho tú —dije—. Podrías haber comenzado la conversación.

—Enseña a un hombre a pescar... —comenzó Terri.

Gruñí. Mi padre siempre usaba ese dicho. Dale un pescado a un hombre y lo


alimentarás por un día. Enseña a un hombre a pescar y lo alimentarás toda la vida. Fue lo
que dijo cuando hizo que mis amigas y yo aprendiéramos a cambiar una llanta y a
buscar aceite, a pesar de que apenas me dejaba usar el auto.

—¡Solo necesito un pez! —le recordé—. No estoy buscando una escuela entera.

Me arrojó una pelota de estrés en forma de corazón desde un recipiente cerca de


ella.

—Me lo agradecerás más tarde. Necesitas aprender cómo hacer esto. Hablar con
la gente es una habilidad. —Ugh. Dejar esa clase de oratoria fue definitivamente un
error.

Terri hizo una pausa, me miró y luego asintió.

—Podría ser más fácil si estuvieras sola. Esperaremos en la siguiente fila. Solo
camina hacia ellos y comienza una conversación.

Mis ojos se abrieron de par en par.

—Literalmente, lo único que tienes que hacer es decir hola —dijo.

—¿Y si me responden el saludo? |

—Entonces tienes una conversación. —Terri pronunció cada palabra


lentamente, como si estuviera hablando con un niño pequeño.

—¿Cuándo te volviste tan tímida? —preguntó Grace—. Les diste un infierno a


esos chicos de fútbol durante los últimos tres años. Son los chicos más guapos de la
escuela y siempre estabas bromeando con ellos, poniéndolos en su lugar y
divirtiéndote.

—Eso era diferente. —Eran mis amigos; eran amigos de Marc. Yo era una del
grupo, uno de los chicos. Me habían dado la bienvenida.

—Realmente no es diferente —dijo—. Solo finge que los dos de allá también son
viejos amigos o, mejor aún, personas que no te importan. Puedes hacerlo.
Apreté el corazón de la pelota anti estrés y caminé hacia los chicos. Podía hacer
esto. Era para mi futuro y no iba a ser una cobarde, no cuando se trataba de encontrar
el amor.

Disminuí la velocidad cuando me acerqué a ellos.

—Hola.

La palabra salió de mi boca. Fui yo quien habló, pero este hola en particular fue
un sonido que nunca había escuchado antes; un chillido aterrador y agudo que de
alguna manera se atoró en mi garganta, causando una especie de hipo. No estaba
muy segura de que fuera humano. Tenía la sensación de que los chicos tampoco.
Ambos se volvieron y me miraron. No me quedé a esperar sus reacciones. Me dirigí
directamente a mis amigas, que me esperaban en el siguiente pasillo.

—¿Qué estás haciendo aquí? Vuelve y habla con ellos —susurró Terri.

—¿Me estás tomando el pelo? ¿No escuchaste lo que pasó?

Grace imitó mi chillido:


|
—¿Qué quieres decir?

Ella y Terri se rieron mientras yo me cubría el rostro con las manos.

Terri me bajó los brazos.

—Así es como aprendes. Regresa y comienza una conversación.

—Sonaba como un ratón drogado con helio que también quedó atrapado en una
trampa. No voy a volver allí.

—Tienes que hacerlo.

—Hazlo, hazlo, hazlo —comenzó a cantar Grace suavemente.

—Tienes que estar bromeando —dije.

—Te reto —desafió Terri.

Grace dejó escapar un silbido.


—Ooooohhhhhh.

Sabían que no podía resistir un buen desafío. Aun así... esto era pedir una
humillación.

—No puedes rendirte ahora —dijo Grace—. ¿Qué haría Bridget Jones?

Gruñí. No era justo usar a Bridget en conmigo. El diario de Bridget Jones, aunque
fuera vieja, era una de mis películas favoritas. Amaba a Bridget y las situaciones
ridículas en las que se metía, pero eso no significaba que quisiera recrearlas.

Grace me señaló con el dedo y puso una expresión seria.

—¿Quieres ser una desgracia para los amantes de las comedias románticas en
todas partes? No lo creo. Ahora vuelve y termina lo que empezaste.

—Escúchala, escúchala —dijo Terri, estando de acuerdo.

No debería haber funcionado. En cuanto a los discursos motivacionales, el de


Grace no era el mejor, pero me encontré volviendo a la fila con los juegos y los chicos.

No se habían movido; estaban en el mismo lugar donde los había dejado. |

—Me encanta ese —dije, señalando el juego que sostenía el chico más bajo, a
pesar de que su cuerpo estaba bloqueándolo por completo desde mi punto de vista.
Esta vez logré hablar como un humano, aunque un poco fuerte.

Levantó una ceja y agitó el estuche hacia mí.

—¿Este?

Era uno de esos juegos de disparos. Había jugado unos similares en la casa de
Terri, pero siempre perdía el interés. No era una gran jugadora. Los libros, Netflix,
Hulu y cosas por el estilo eran mis obsesiones preferidas.

—Sí, es grandioso. Lo juego todo el tiempo —mentí.

El tipo más alto resopló.


—Salió el otro día, no hay forma de que lo hayas jugado. —Luego me dio la
espalda como si yo no existiera. Ambos lo hicieron.

—Lo que sea —murmuró el otro.

El tono, el movimiento y el despido me hicieron enojar.

—En realidad —espeté, mi boca se movía más rápido que mi cerebro—, mi


mamá es una animadora 3D y cuando su compañía necesita personas para probar
nuevos juegos, ¿adivina quién lo hace? Y pensar que en realidad estaba tratando de
ayudarla a encontrar algunos fans para ver su próximo proyecto. Debería haberme
quedado con mis amigas.

Ahora era mi turno: me giré sobre mis talones, dándoles nada más que mi
espalda.

—Espera —me llamó uno de ellos.

Agité mi mano hacia ellos.

—Demasiado tarde. |
Caminé directamente hacia la puerta, arrojé el corazón aplastado en el
contenedor junto a la caja registradora en mi camino y me fui con la cabeza en alto.
Terri y Grace se formaron detrás de mí. Parecíamos las chicas populares que salían
de una película para adolescentes.

—Eso fue genial —dijo Terri cuando estábamos a una distancia segura de la
tienda.

—Sí —estuvo de acuerdo Grace—. Mira, ¡puedes hacerlo!

Aparentemente necesitaban tomar algunas lecciones de mentira de mí.


Claramente había mejorado mi juego. Ellas, por otro lado, no eran del todo
convincentes.

—Biiieen —dije, poniendo los ojos en blanco—. No solo no conseguí al tipo, sino
que hice el ridículo.
—¿Qué? —se opuso Terri—. No, no lo hiciste. Estaban listos para perseguirte.
¿Pero a quién le importan? No son los tipos que quieres, de todos modos. Esto se
trata de confianza y poder hablar con la gente. Sí, cometiste un error. Como no eres
jugadora, es posible que hayas querido ir con “¿es bueno ese juego?” versus “lo
juego todo el tiempo”, pero no importa. Hiciste algo que te asustó y no dejaste que
te cagaran encima. Fue una victoria, una gran victoria.

—No estoy tan segura de eso.

—Bueno, yo sí —dijo.

—Vamos. —Grace me rodeó con el brazo—. No fue tan malo, ¿verdad?

—Sí —dije—. Fue trágico.

Terri se puso las manos en las caderas.

—¿Eso significa que te rindes?

Sacudí la cabeza, una sonrisa formándose en mis labios.

—Oh no, solo estoy empezando. |


Capítulo 19
—Próxima parada —les dije a Terri y Grace—, Orange Julius.

—Ahh —dijo Grace—, ¿es hora de algo que te haga sentir mejor? Podría ir por
un cono Dairy Queen. Ooh, o un Blizzard. O un Dilly Bar. O todos ellos.

Solo la idea de todo eso hizo que me sintiera enferma.

—Tu estómago nunca deja de sorprenderme.

—Oye, intenta practicar con el entrenador durante casi tres horas seguidas la
mayoría de los días y verás el apetito que acumulas.

Tenía un punto. Mientras yo movía el cursor sobre la almohadilla para el mouse,


editando fotos del anuario después de la escuela, ella estaba entrenando y
practicando jugadas.
|
—Tienes razón. Ganas todos los aperitivos que quieres. Oye —dije, obteniendo
otra lluvia de ideas—. Sé que antes estábamos bromeando, pero dado que el
entrenador es tan amable de repente, ¿crees que me dejaría entrar al equipo para que
pueda completar mi currículum? Haré lo que sea. Asistente de la asistente: puedo
ayudar a Maddy con lo que sea necesario. Recoger toallas. Darles agua. ¿Anotar los
puntos?

El rostro de Grace se contorsionó.

—Tal vez. —Su tal vez no sonaba muy convincente—. Al entrenador no le gusta
que haya personas alrededor durante la práctica —explicó—. Dice que es una
distracción, pero puedes intentarlo. No puede hacer daño.

Lo consultaría con él, tenía que haber algo que pudiera hacer por el equipo, pero
ese era un problema para la próxima semana. En este momento tenía que conocer a
mi futuro novio.
—Vamos —dije, guiándolas hacia la Orange Julius-Dairy Queen en el otro
extremo del centro comercial—. Necesito mi bebida.

—¿Desde cuándo te gusta Orange Julius? —preguntó Terri.

—Desde que me di cuenta de que tenían un chico muy lindo trabajando en el


mostrador.

Terri agrandó los ojos.

—¿Qué? ¿Cómo no vi a este chico? No me digas que mi radar está estropeado.

—Estabas demasiado ocupada mirando la exhibición en la tienda de arte —le


dije. Las tiendas estaban justo enfrente una de la otra.

—¿Y no pensaste en decirme? ¿Llamar mi atención al Sr. Orange Julius?

Pensé en decírselo después de que saliera de la tienda de arte, pero sabía que me
habría hecho ir a hablar con él.

—No estaba lista entonces.


|
—¿Pero ahora sí lo estás? —preguntó Grace.

Asentí.

—Supongo que no puede ir mucho peor que lo que sucedió en Jordan's.

Una gran sonrisa cruzó el rostro de Terri.

—No contaría con eso.

—Sí. —Grace me dio un codazo juguetón—. No te subestimes.

—Ya saben —dije, fingiendo indignación—, con amigas como ustedes…

—Vas a terminar con historias increíbles y una cita sexy —terminó Terri por mí.
Señaló con la barbilla el mostrador de Orange Julius—. No estabas bromeando. Él
es... —No dijo nada más; solo se echó aire con la mano.
—¿Deberíamos ir contigo en la fila? —preguntó Grace—.¿O quieres pedir por
nosotras, para que tengas tiempo extra con él?

Debatí mis opciones.

—¿Qué tal si se ponen detrás de mí y si empiezo a hablar como Minnie Mouse


o hago algo increíblemente incómodo, ustedes saltan y me salvan?

—Sí, sí, capitán —dijo Terri y me dio un saludo.

Le devolví el saludo y me calmé antes de hacer fila para encontrarme con el Sr.
OJ. Era muy guapo. Más de lo que recordaba. Tenía un aura relajante y suave, si eso
existía, y me gustaba. Era larguirucho, con el pelo liso y castaño oscuro que le caía
sobre sus ojos casi color aguamarina, y tenía la sonrisa torcida más encantadora que
jamás hubiese visto. Me puse en la fila y le eché otro vistazo. Le estaba diciendo algo
a su compañero de trabajo que los hizo reír a ambos. No pude evitar sonreír también.
Un tipo con sentido del humor, sería un buen cambio. Marc tenía muchas cualidades
geniales, pero nunca tuve un ataque de risa por algo que él hubiese dicho. Bueno,
nunca decía algo con la intención de ser gracioso. Este tipo sería un cambio. Además,
|
sus ojos se arrugaban cuando sonreía. Significaba que era auténtico.

Hacer fila me estaba poniendo nerviosa. Necesitaba que la gente frente a mí se


apurara e hiciera sus pedidos, estaba más que lista para conocer a mi potencial,
posiblemente, con suerte, futuro novio.

Finalmente llegué al frente.

—Hola —le dije al Sr. Orange Julius, haciendo mi mejor esfuerzo para irradiar
arcoíris y sol con mi sonrisa.

—Yo me encargo, Spence —dijo la señora que trabajaba en el mostrador con él—
. Puedes salir de aquí.

El Sr. Orange Julius, Spence, mi oportunidad de tener un novio perfecto en el


último año, asintió y se dirigió a la parte trasera de la tienda, completamente fuera
de mi vista.
¡Nooooooooooooooo!, quería gritar. ¡Nooooooooooooooo!

Se estaba yendo. ¿Ahora qué? ¿Iba a tener que obligar a mis amigas o familiares
a llevarme al centro comercial todos los días para poder vigilar Orange Julius, con
la esperanza de atraparlo? Esto era malo.

—¿Quieres ordenar? —preguntó la de la caja registradora. Parecía molesta, lo


que significaba que debía haber preguntado más de una vez.

—Supongo. Umm, un Orange Julius pequeño.

—¿Que sabor?

—¿Eh?

—¿Qué sabor de Orange Julius? ¿Naranja? ¿Triplefruto? ¿Piña con mango?

—Naranja está bien —le dije, deteniéndola antes de que nombrara cada
elemento del menú. No me importaba la bebida. Me importaba el chico. El tipo que
ya no se veía por ningún lado.

Rebusqué en mi bolso algo de efectivo mientras la mujer preparaba mi pedido. |


Esto fue un fracaso. Lo único que estaba obteniendo era una bebida que ni siquiera
quería.

Terri me dio un golpecito en la espalda.

Miré hacia arriba. Mi bebida estaba lista.

Terri me dio un golpecito otra vez.

—Ya veo —le dije.

—No, no lo haces —dijo con voz áspera—. A la izquierda.

Giré. Ella tenía razón: no lo había visto. Alejándose de la tienda, y de mí, estaba
Spence.

Tenía que actuar rápido si quería atraparlo. Le di mi dinero a Terri.


—Encárgate de eso por mí, por favor. Y necesito eso —dije, agarrando su bolso
de la tienda de arte junto con mi bebida.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Grace.

—Tomando tu consejo. —La miré por encima del hombro—. Soy Bridget Jones.

—¿Qué significa eso? —preguntó.

Lo vería pronto. Significaba que iba a convertir mi vida en una comedia


romántica real y honesta. Quería ese final feliz, e iba a hacer lo que fuera necesario
para conseguirlo. Si eso incluía lanzarme a una situación escandalosa, entonces que
así fuera. Si no pudiera tener un encuentro natural, tendría que fingirlo y esperar
que las cosas salieran mejor que con Brandon.

Caminé con fuerza hasta que estuve prácticamente encima de Spence. Era ahora
o nunca.

Me detuve.

¿Realmente estaba haciendo esto? |


Sí. No había tiempo para pensar.

Estaba haciéndolo.

Di ese paso extra, chocando con él, dejando caer mi bolso, la bolsa de Terri y mi
bebida.

—Lo siento mucho —dije, una fracción de segundo después de que sucediera—
. No estaba mirando a dónde iba. No te manché con la bebida, ¿verdad?

Sacudió la cabeza.

Pero eso ya lo sabía: había sido cuidadosa. Prácticamente había colocado la


bebida en el piso para que solo se filtrara ligeramente de la tapa. No quería hacer un
desastre, solo iniciar una conversación.

Las cosas de Terri, sin embargo, habían rodado según lo planeado.


—Rayos —dije, y perseguí un pequeño frasco de pintura desbocado.

—Aquí tienes —dijo, recogiendo el otro frasco pequeño, un pincel, una bolsa de
esponjas y mi bolso. Estaba siguiendo mi guion imaginario a la perfección.

—Gracias —le dije.

—No hay problema. —Sonrió con esa sonrisa torcida, y sentí un pequeño aleteo
en mi estómago, uno que me hizo pensar ¿Marc quién?—. Creo que tengo algunas
servilletas aquí. —Sacó un poco de su bolso y me entregó la mitad de la pila. Ambos
nos inclinamos para limpiarlo, y nuestras cabezas se juntaron.

OhDiosmío. Las comedias románticas podían hacerse realidad. Esto era perfecto.
No podría haber ido mejor si lo hubiera planeado yo misma, lo cual quizás había
hecho.

Nos reímos y nuestros ojos se encontraron.

—Podría conseguirte otro si quieres —dijo.

—¿Qué? —Había estado tan concentrada en sus ojos que no tenía idea de qué |
estaba hablando.

—La bebida. Trabajo ahí.

¿Cómo avanzo aquí? ¿Cómo convierto esto en una cita? ¿Solo pregunto? ¿Soy tan
audaz? Tenía que decidir rápido.

—Así es —dije—, pensé que me resultabas familiar. No quiero que vuelvas al


trabajo, parece que estás saliendo.

—No es gran cosa; solo tomaría un minuto. Mi compañera de trabajo


probablemente ya tenga uno hecho.

Hazlo, Cam. Hazlo, Cam. Hazlo, Cam.

—Debería ser yo quien te invite una bebida —dije, e intenté el truco de Terri de
mirarlo y luego apartar la mirada—. Primero me choqué contigo; luego me ayudaste
con todas mis cosas. Te debo una.
—Viví de Orange Julius todo el verano después de que comencé a trabajar aquí,
pero llegué a mi límite. Ya ni siquiera puedo soportarlos.

Eso no estaba en el guion. Se suponía que debía decir, me encantaría, luego tomar
una bebida conmigo, dejar que su mano rozara la mía accidentalmente mientras la
alcanzaba, hasta que saliéramos juntos del centro comercial hacia nuestro “felices
para siempre” mientras sonaba una música sensiblera. Necesitaba volver a
encarrilar esto.

—Entonces tendremos que ir a otro lugar —dije. Luego le guiñé un ojo. ¿Quién
soy? ¿Realmente acabo de hacer eso?—. Scoop Me Up tiene los mejores batidos del
planeta. —De alguna manera seguía hablando, aunque fuese una verdad a medias.
La heladería tenía buenos batidos, pero los de Scobell eran los mejores. Le ponían
mucho helado, pero de ninguna manera sugeriría tener otra cita allí. No después de
mis dos últimas experiencias.

—He estado allí, pero nunca tomé un batido —me informó Spence, sin darme
ninguna pista de lo que estaba pensando, o de si mis intentos de coquetear estaban
funcionando. |

Seguí adelante.

—Eso tiene que cambiar, entonces —dije, medio impresionada conmigo misma,
medio asombrada de que tuviera esto en mí—. Y oye, te debo una, ¿verdad?

Estudió mi rostro, su expresión burlona. Oh, no. Creía que era rara, y tal vez
tuviera razón. Tal vez debería haber dejado el coqueteo a las Terri del mundo. No
estaba hecha para esto. ¿Era demasiado tarde para correr? Si tenía suerte, se me
adelantaría y se iría él mismo.

Los segundos se prolongaron.

Aquí terminaba mi cuento de hadas. Al menos cada uno tendría una historia
que contar a nuestros amigos. Aunque, en ambas versiones, era yo quien hacía el
ridículo.

—Soy Spencer —dijo, extendiendo su mano—. Mis amigos me llaman Spence.


La estreché. ¡Sí! No lo había asustado.

—Soy Camryn. Mis amigos me llaman Cam.

Esto me gustaba más. Incluso ambos teníamos pequeños apodos. Totalmente


adorable. Cam y Spence. Spence y Cam. ¿Spam? Eso necesitaba trabajo, pero lo
resolveríamos.

—Tengo que ir a ver a mi hermano ahora, ¿pero dejamos el batido para otra
ocasión? —preguntó.

—Claro —dije.

Antes de que tuviera tiempo de debatir si me estaba esquivando, me ofreció otra


oportunidad.

—Puedo mañana si estás por aquí.

¿Estaría por aquí? Sí, ¡estaría por aquí!

—Funciona para mí.


|
—Genial, es una cita —dijo.

¡Una cita!

Intercambiamos números y nos despedimos.

Mientras lo veía alejarse, mis amigas, que habían estado escuchando a


escondidas cerca, se acercaron corriendo.

Todas empezamos a saltar.

—Tengo una cita, tengo una cita, tengo una cita —grité en susurros.

Marc Gerber podía comerse su corazón. Lo había superado con Spence...


Spence... bueno, no importaba que no supiera su apellido. Lo aprendería.
Capítulo 20
Cuando entré al auto para encontrarme con Spence, me llegó un mensaje de él:
un GIF de una malteada bailando. Habíamos estado mensajeándonos y
mandándonos fotos ridículas toda la noche anterior. La mayoría eran de personas
tropezando con cosas, lanzando cosas o cayéndose por ahí, pero me las arreglé para
saber más sobre él. Para empezar, su apellido era Oswalt, iba a mi escuela pero no
nos habíamos visto, era estudiante de tercer año y tenía un gran gusto por lo dulce
como yo (mientras no fuese Orange Julius o Dairy Queen. Él necesitaba un descanso
de eso).

Si nuestros lindos mensajes eran una indicación, nuestra cita iba a ser increíble.
Hice una búsqueda rápida y le envié un GIF de un lindo cachorro lamiendo helado
de un vaso.

Spence ya estaba en la tienda de helados cuando llegué y su puntualidad me |


hizo sonreír. Otra cosa que superaba a Marc.

Lo saludé cuando entré.

—¡Hola!

Spence se acercó y pensé que iba a abrazarme, así que también me acerqué.
Excepto que no lo hizo. Solo se quedó de pie ahí. Desafortunadamente, para cuando
lo descubrí, estaba a tres centímetros de él. Rápidamente retrocedí, pero para este
punto se dio cuenta de que había estado tratando de abrazarlo, así que se acercó.

Terminó siendo el medio abrazo más incómodo, una media palmada en la


espalda, que jamás haya presenciado.

—¿Deberíamos ordenar? —pregunté, esperando eliminar lo raro.

—Sí —dijo.
Ninguno de los dos habló mientras estábamos en la fina. Quería decir algo, pero
mi mente estaba en blanco, así que en su lugar fingí estudiar la lista de sabores.

—¿Qué vas a pedir? —pregunté, rompiendo el silencio. ¿Por qué esto no era
fácil?

—Creo que me decidiré por un clásico e iré por el de chocolate. ¿Y tú?

—Soy una chica de chispas de chocolate de menta.

Luego el silencio volvió hasta que ordenamos.

Una vez que nos dieron nuestros batidos, nos sentamos en una pequeña mesa
de la esquina.

Tomé un gran sorbo del mío.

—Esto es taaan bueno. Tienes que probarlo.

Su rostro se contorsionó momentáneamente.

—¿Qué? —pregunté—. ¿No eres un chico de menta?


|
—No, no es eso. —Movió la pajilla de su batido—. Tengo una cosa sobre
compartir bebidas. No me gusta —dijo con un ritmo agitado—. Tomar del mismo
vaso da asco. Lo que es extraño porque es como, ¿si nos besáramos? No tengo
problema con eso. —Sus ojos enloquecieron—. No es que esté diciendo que vamos
a besarnos. Solo digo que… —Todo su rostro se volvió tan rosa como el helado de
fresa de la tienda—. No sé lo que estoy diciendo. —Se golpeó la frente con la mano.

Me reí.

—Está bien. —De hecho, era algo lindo—. ¿Sabes lo que necesita este lugar? —
pregunté, esperando que un cambio de tema lo ayudara a relajarse.

—¿Qué?

—Una mascota. Un batido gigante bailarín. —Abrí mi teléfono en el GIF que él


había enviado—. ¿Te imaginas a alguien bailando afuera en un traje como este?
—Sí, ¿pero quién quiere un trabajo como ese?

—Yo lo haría —dije.

—No te creo.

—Sí, ¿hacer que la gente se entusiasme con comer helado? Me encantaría ser la
mascota. —Entonces me di cuenta de algo. Y me quedé sin aliento.

—¿Qué? ¿Qué está mal?

Nada estaba mal.

—Tengo una idea brillante. —Apenas podía contenerme, entre la muestra de


arte y esto, estaba de buena suerte—. He estado tratando de incrementar mis
extracurriculares. Me encantaría hacer algo con el equipo de vóley y me di cuenta
de que tal vez podría ser la mascota del equipo. Me pondría un traje de tejón en
lugar de un batido gigante, pero es la misma idea. —Sam Raucher era la mascota
oficial, el Tejón de Brooksy, pero solo estaba en ciertos partidos de ciertos equipos.
Vóley nunca era uno de ellos.
|
—No hablas en serio, ¿verdad? —preguntó Spence.

—Cien por cierto. —Mientras más lo pensaba, más me emocionaba. No podía


esperar para hablar con el entrenador.

—Eso suena tortuoso —dijo—. Definitivamente no es lo mío.

—¿Qué es lo tuyo, entonces?

Todo su rostro se iluminó.

—¿Conoces los deportes electrónicos?

—¿Videojuegos?

—Sí, pero no son solo videojuegos; lo llevan a todo un nuevo nivel. Torneos,
competiciones, audiencias. Mi hermano es un campeón de los deportes, ganó sus
cuatro campeonatos pasados. Trato de ir a verlo cuando puedo. Él va a una
universidad cerca de aquí.

—¿Tú juegas?

Asintió.

—Sí, estoy en el equipo de la escuela. Espero volverme tan bueno como mi


hermano o incluso mejor. —Los videojuegos podrían no ser lo mío, pero Spence se
apasionaba por ellos, y me gustaba.

—Qué bueno —dije—. ¿Algún otro club? —Siempre estaba buscando ideas para
nuevas extracurriculares.

—Nah, los deportes electrónicos ocupan la mayoría de mi tiempo. ¿Qué hay de


ti?

—Estoy armando el anuario, escribí un artículo para el periódico y, sé que no


suena a mucho, pero voy a un montón de partidos. De vóley, solía ir a los de fútbol,
y hago todo lo posible: carteles, camisas o pintarme la cara.
|
—Nunca he estado en un partido escolar —dijo Spence.

Casi escupí un poco del sorbo de batido que había tomado.

—¿Nunca?

—No me gustan las multitudes.

—Los deportes electrónicos tienen una multitud.

—Cierto, pero a excepción de mis partidos y los de mi hermano, la mayoría los


veo en línea.

—¿Qué hay sobre las fiestas? —pregunté.

—No soy una persona de fiestas, tampoco.

Golpeé la mesa con mis manos.


—Vamos, ¿cómo no pueden gustarte las fiestas? Son divertidas. Sales con
amigos, bailas, no te preocupas sobre la escuela.

—Tienen mucha multitud, ruidos, tienes que gritar para que alguien te escuche.
Prefiero quedarme en casa.

—Lo entiendo —dije. Entendía lo que estaba diciendo; solo que yo era lo opuesto
a él.

El silencio de antes se abrió paso de vuelta.

—Cuéntame sobre tu juego favorito —dije antes de que el silencio pudiera


ocupar el resto de la cita.

Empezó a hablar sobre Warcraft III y asentí mientras hablaba. Spence era lindo.
Me gustaba, pero no estaba segura de que fuera el indicado para mí.

Después de otra media hora, nos pusimos de pie para irnos.

—Esto fue divertido —dijo Spence. Para él probablemente lo fue; había hablado
sobre videojuegos todo el resto del tiempo mientras yo solo estaba sentada |
escuchándolo.

En su defensa, lo había animado a hacerlo.

Pero de todos modos…

Contuve un suspiro. Parecía que mi búsqueda por encontrar al Sr. Correcto no


había terminado.
Capítulo 21
La Sra. Jackson me detuvo cuando salía del último periodo el miércoles.

—Estoy impresionada con lo duro que has estado trabajando.

—Gracias —le dije, ajustando mi bolsa de lona en mi hombro. El anuario se


estaba convirtiendo en un trabajo interminable. Además de trabajar en ello en clase,
me quedaba un par de días después de la escuela para hacer algo más. Todavía no
había avanzado mucho. Estaba revisando las fotos que la gente enviaba y armando
páginas en borrador, además de agregar algunas fotos extras a las páginas del
equipo. Pero parecía que todos los días estábamos recibiendo un montón de fotos
nuevas. Era difícil asegurarse de que todos los miembros de mi clase estuvieran
representados. Había algunas personas que parecían estar en cada toma, y otras que
apenas veía en las fotos. A este ritmo, iba a tener que tomar algunas fotos o rogar a
los que no se presentaron para que las enviaran. Sin embargo, todavía tenía tiempo. |
Estaba guardando un montón de páginas para el último año como el viaje de esquí
y el baile de graduación. Con suerte, las conseguiría entonces.

—Sé que es un gran proyecto, pero tu retoque fotográfico es maravilloso —


dijo—. Todavía estoy tratando de buscarte ayuda. Creo que puedo tener una
candidata.

—Dígale que si tiene alguna pregunta, o si necesita un empujón, que hable


conmigo. Definitivamente no me importaría otro par de ojos. —Era extraño ser la
única que decidía (bueno, aparte de mi profesora) qué fotos iban en el anuario. Esto
era algo que la gente guardaba para siempre. Claro, Terri y Grace lo revisarían, pero
las conocía, y solo dirían que se veía genial. Quería a alguien que señalara si había
demasiadas fotos del estudiante X y no suficientes del estudiante Y, o que notara
que solo mis amigas se veían bien en una foto, pero que la persona detrás de ellas
tenía una expresión totalmente tonta.
—Lo haré —dijo.

Miré el reloj. El partido de vóley comenzaría pronto.

—Nos vemos mañana —le dije a la Sra. Jackson.

Mi teléfono sonó. Me encogí cuando vi que era Spence.

SPENCE

¡DÉJAME SABER QUÉ TE PARECE LO DEL VIERNES!

Me había invitado a salir otra vez. No estaba segura de qué hacer. Si bien nuestra
primera cita no había sido genial, tampoco había sido totalmente mala. Tal vez solo
necesitábamos una segunda oportunidad. Estaba tentada de internarlo de nuevo,
pero había una fiesta el viernes por la noche a la que realmente quería ir. Sabía que
Spence no querría ir. Podríamos salir otra noche, ¿pero luego qué? ¿Y si terminaba
gustándome de verdad? ¿Nunca iría a una fiesta con mi novio? Odiaba la idea de
eso.

Aunque ahora no era el momento de pensarlo. Tenía un partido de vóley en el |


que centrarme. Le envié a Terri un mensaje de texto rápido.

TÚ Y LUKE NO TIENEN QUE GUARDARME UN ASIENTO

TERRI

QUÉ?!!! ¿NO VENDRÁS?

ESTARÉ ALLÍ. LO PROMETO. PREPÁRATE PARA SORPRENDERTE

TERRI

¿QUÉ ESTÁS PLANEANDO?

*CARITA CON LOS LABIOS SELLADOS*

Guardé el teléfono. Le había estado dando pistas de que algo pasaría desde el
lunes, pero quería que mi aparición en el partido fuera una sorpresa.
Avery, Nikki y algunas otras porristas ya estaban fuera del vestuario cuando
llegué allí.

—Lamento haberlas hecho esperar. La Sra. Jackson necesitaba hablar, pero me


alegro de que estén aquí. —Después de que les rogara durante el almuerzo el otro
día que me ayudaran, aceptaron animar durante el partido—. Muchas gracias por
hacer esto. El equipo de vóley nunca recibe la misma atención que el de fútbol o el
de fútbol americano, y ganan más partidos.

—No hay problema —dijo Avery—. Feliz de ayudar. Nuestro otro partido es
mucho más tarde y, además, tengo la sensación de que será todo un espectáculo. —
Levantó una ceja hacia mí—. ¿Estás lista?

Palmeé la bolsa de lona. ¡Siempre lo estaba!

Esperamos hasta que el equipo estuvo en la cancha antes de entrar al vestuario.

Las porristas se pusieron sus uniformes mientras yo sacaba el mío de la bolsa.

—¿Realmente harás esto? —Nikki arrugó la nariz—. No es demasiado tarde


para echarse atrás. |

—Déjala en paz —la reprendió Avery—. Es gracioso.

—Y es algo para escribir en mi solicitud —dije, poniéndome un disfraz de tejón


gigante y peludo.

Había logrado convencer al entrenador de que me dejara ser la mascota de la


escuela, Brooksy el Tejón, por el resto de los partidos de la temporada. Correría,
animaría y entusiasmaría a la multitud cada vez que el equipo ganara un set. No
había hecho falta mucha persuasión para conseguir el trabajo. No quedaban muchos
partidos de vóley este año, ¿y a quién no le gustaba un poco el espíritu escolar?
Además, la escuela tenía algunos disfraces de tejón, así que ¿por qué no usar uno de
los extras para que no solo sirviera para mejorar a mi solicitud de la universidad
sino para apoyar a una de mis mejores amigas al mismo tiempo?
Agarré la cabeza del disfraz. Parecía más una mofeta que un tejón. La cosa era
bastante horrible. Los dientes y la sonrisa lo hacían parecer rabioso, y en general
tenía el aire de un personaje embrujado en un carnaval desierto. Había una buena
posibilidad de que me diera pesadillas.

—Rawr, rawrr, rawrr —dije mientras me ponía la cabeza de Brooksy.

Nikki se cubrió las orejas.

—¿Qué es ese sonido que estás haciendo?

—Es el sonido que hacen los tejones. Lo busqué en Google.

—¡Nunca vuelvas a hacer eso! —gritó.

—Sí. —Avery hizo una mueca—. Quizás tenga que estar de acuerdo con ella en
eso. Aunque aprecio tu autenticidad.

Personalmente, creía que mi imitación era hilarante.

—Lo pensaré —concedí cuando nos acercamos a la entrada trasera del gimnasio.
|
—¿Entramos? —preguntó Avery.

Me asomé para mirar el marcador.

—Una vez que ganen el primer set. Que nuestra aparición sea una sorpresa.

No tardó mucho. Brooksvale aplastó a Sandbrook. A medida que los equipos se


reagrupaban, introduje las tropas.

—¡Esa es nuestra señal, señoritas! —dije.

Corrimos hacia la cancha. Las animadoras comenzaron una de sus rutinas y yo


salté tratando de imitarlas. Ellas pateaban; yo pateaba. Saltaban; entonces yo saltaba.
Estaba tres movimientos atrás y totalmente descoordinada, pero la multitud y el
equipo se lo estaban tragando.

Pensé que disfrazarme de Brooksy sería divertido, pero no esperaba la


adrenalina que recibí mientras brincaba por la cancha. Había pasado mucho tiempo
desde que había actuado frente a una audiencia y había olvidado lo emocionante
que podía ser. En realidad me estaba divirtiendo. Mucho. ¡Decidí ir por todo! Le di
la espalda a la multitud y sacudí mi... bueno, el trasero de Brooksy e hice mi mejor
intento de hacer twerking.

Recibí un montón de vítores y silbidos, lo que solo me hizo ir por más.

—¡Eso es suficiente, Brooksy! —gritó el entrenador—. Termina. Tenemos otro


set.

Alcé el pulgar, lo mejor que podía con un disfraz, y corrí a un lado. Estaba feliz
de que no dijera mi nombre real. Grace todavía no tenía idea de que era yo y quería
ver su rostro cuando se enterara.

Sandbrook no era nada comparado a Brooksvale. Estábamos limpiando el piso


con ellos. Salté y grité por cada punto. Especialmente cuando Grace era quien
anotaba.

Estábamos arriba 22-5. Crystal sacó. El otro equipo devolvió el balón. Lissi lo
golpeó, Grace lo golpeó, pero el otro equipo lo golpeó. Pensé que estábamos a punto |
de perder el punto, pero Lissi se tiró al suelo y se metió debajo de la pelota justo
antes de que tocara el suelo, volviendo a ponerla en juego. ¡Grace la golpeó y
anotamos! Grace y Lissi eran increíbles compañeras de equipo, tanto si queríamos
admitirlo como si no.

Dos puntos más y ganaríamos el próximo partido. Corrí y le di a Grace un


choque de cinco. Incluso me uní al grupo. Después de cada punto, ganado o perdido,
el equipo daba vueltas y todas se daban palmaditas en la espalda y decían “Vamos,
equipo” al unísono.

Se suponía que este ritual era trabajo en equipo, pero siempre creí que era una
tontería y una pérdida de tiempo. Finalmente lo entendía. Aunque no tenían idea de
quién era yo, ahora era parte del equipo y podía sentir la fuerte sensación de
camaradería.

Puse un brazo alrededor de Grace y el otro alrededor de Crystal.


—Ustedes pueden —le dije al equipo.

Había olvidado disfrazar mi voz y Grace se quedó boquiabierta cuando se volvió


hacia mí, reconociéndome.

Le guiñé un ojo, pero luego recordé que no sería capaz de distinguirlo en el


disfraz, así que asentí.

—Te dije que encontraría una manera de involucrarme.

Entonces comencé a cantar:

—Campeonas, campeonas, campeonas. —Mi voz se hacía más fuerte con cada
repetición. Muy pronto no estaba sola.

Grace fue la primera en unirse, luego Lissi y luego el resto del grupo.

—¡Campeonas, campeonas, campeonas! —cantamos todas.

Al mismo tiempo, nos separamos. El equipo tomó su lugar y yo volví a la banca,


esperando su victoria. Fue un punto fácil, al igual que el siguiente, lo que significaba
que habíamos ganado todo el set. |

Volví a la cancha con las animadoras, y esta vez di unas vueltas alrededor del
gimnasio, con los brazos en el aire.

Subí corriendo todas las gradas hasta Terri, que estaba sentada en la parte de
atrás con Luke. Ella no estaba mirando hacia arriba; su cabeza estaba enterrada en
su cuaderno de bocetos. Tomé su brazo y lo balanceé mientras bailaba frente a ella.

—Qué demonios —dijo, alejándome de un manotazo.

Puse una voz masculina falsa.

—¿Qué? ¿No te gusta Brooksy? A todos les gusta Brooksy.

—A mí no.

Me puse a reír.

—¿Cam? —preguntó.
—De ninguna manera —dijo Luke.

—En persona, o más bien en disfraz. —Me quité la cabeza de Brooksy—. Desde
que Grace nos contó que Maddy se convirtió en ayudante, pensé que también podría
encontrar una manera de involucrarme. Ya vengo a los partidos, bien podría obtener
algo de crédito por ello. Entonces, voilà, aquí estoy.

Terri sacudió la cabeza.

—No puedo creer que no hayas dicho nada.

—Pensé que mis mensajes lo delataban —le dije, poniendo un pie sobre la grada
y dejando la cabeza de Brooksy encima.

—No estaba prestando atención. Mi cabeza ha estado por todos lados con mis
padres —dijo.

Coloqué mi pata peluda sobre su hombro.

—Tengo un plan.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Luke. |

—Las cosas de la escuela de arte —dije.

Él asintió.

—Sí, claro.

—Espera —gritó Terri—, ¿Luke también lo sabe? Estás metido en eso, ¿no? —
preguntó, su estado de ánimo se aceleró—. Dime qué están planeando.

Sacudí la cabeza.

—Tú, mi amiga, vas a tener que esperar y ver. Estamos llenos de sor... —Mi voz
se apagó.

—¿Cam?

—¿Cam?
Tanto Terri como Luke me estaban llamando, pero mi atención se dirigió al otro
rincón del gimnasio. Marc estaba allí. Nunca iba a los partidos de vóley. No cuando
yo jugaba y no cuando iba a ver jugar a Grace, nunca, pero él estaba aquí ahora. Vi
cómo se movía de su asiento hacia la cancha.

Mi cabeza de Brooksy cayó a mis pies.

Marc estaba aquí por Lissi.

Le dio un fuerte abrazo de oso, la levantó y la hizo girar.

Jadeé cuando la besó ligeramente en los labios. Esto era mucho más que una cosa
de una cita.

—Pobre Cam —escuché decir a alguien a unas filas de distancia—. No puedo


creer que Marc hiciera esto. Se lo restriega en el rostro. Sabes, escuché que se metió
con Lissi antes de que empezara la escuela. En algún momento del verano.

Sentí mi pecho apretarse. ¿El verano? ¿Era eso cierto?

—¿Son una pareja? —pregunté. |


Terri sacudió la cabeza.

—No lo sé.

—Dame tu teléfono. —Tecleé GroupIt. Terri tampoco se había hecho amiga de


Marc, pero su perfil era público. Sentí que se iba el aire cuando lo encontré. Había
actualizado su estado. Decía “En una relación con Lissi Crandall”.

¿Cuánto tiempo había estado sucediendo esto?

Los recuerdos volvieron a mí. Todd diciendo que Marc me había cambiado por
otra mejor. Todas las conversaciones del almuerzo de la primera semana de clases.
Todos los jugadores de fútbol hablando de lo caliente que era Lissi, lo genial, lo
perfecta. ¿Había estado Marc con ella todo ese tiempo? ¿Lo sabían todos los chicos?
¿Fui el blanco de sus bromas? Probablemente se habían reído mientras Lissi
esperaba entre bastidores.
Grace tenía razón: la chica apestaba totalmente. Igual que Marc. Los odiaba a los
dos.

Podía sentir mis mejillas flamear. Ya era bastante malo cuando creía que Marc
había terminado las cosas porque quería tener un último año salvaje, pero que fuera
porque le gustaba alguien más dolía. Mucho. Marc no quería estar libre en el último
año; quería liberarse de mí. Le gustaba tener novia mientras ella fuera otra persona.

Me sentí congelarme en el sitio.

—Oye —susurró Terri, uniendo su brazo con el mío—. Vámonos.

Luke levantó la cabeza de Brooksy y de alguna manera mi cerebro envió el


mensaje a mis pies para que caminaran.

Pero un tejón sin cabeza no pasaba exactamente desapercibido mientras bajaba


por las gradas, especialmente cuando su exnovio estaba saliendo con su nuevo amor
a solo unos metros de distancia.

Todos los ojos se volvieron hacia mí. Incluyendo los de Marc y Lissi.
|
Les devolví una mirada helada.

Que se jodan.

No iba a darles la satisfacción de verme molesta. Pasé por delante de ellos como
si no existieran y salí por la puerta. Pasé por los vestuarios y me giré al final del
pasillo, hasta que supe que nadie del partido me detectaría accidentalmente. Luke,
Terri y Grace estaban detrás de mí.

—Marc es estúpido —dijo Terri—. Lissi no puede compararse contigo.

—Ella es asquerosa —intervino Luke. Estaba mintiendo, Lissi no era asquerosa;


era, como decían los jugadores de fútbol, “el tipo de chica con la que soñamos”. Yo,
al parecer, era el tipo de chica que ni siquiera sabía cuándo la estaban engañando.

—Cam, di algo —dijo Grace.

¿Qué había que decir? Traté de acallar los recuerdos en mi cabeza.


—Estoy bien. —No me importaba, me recordé—. Ella puede tener a Marc. No lo
quiero de todos modos.

Estaba siguiendo adelante.

Metí la mano en mi traje hasta encontrar mis jeans y saqué mi teléfono.

Tenía a Spence. Era mucho mejor que Marc. ¿Y qué si nuestra cita no fue
perfecta? Todos tenían nervios en la primera cita. Lo había visto hacer reír a su
compañero de trabajo; también me mostraría esa parte de sí mismo. Solo necesitaba
ponerse cómodo. Era un buen tipo y yo merecía un buen tipo.

Empecé a escribir.

EL VIERNES ES PERFECTO ♥♥

No necesité pensarlo dos veces.

Presioné enviar.

Estaba harta de pensar en el pasado; ya era hora de ir en busca de mi futuro.


|
Capítulo 22
TERRI

TRAE TU CULO AQUÍ.

Era el treceavo mensaje que recibía de Terri en los últimos cinco minutos.

SABES QUE NO PUEDO.

TERRI

QUIERES DECIR QUE NO LO HARÁS.

No esto de nuevo.

Un segundo después me estaba llamando por FaceTime.

—Mira a mi alrededor —dijo—. Aquí es donde deberías estar. Es donde quieres |


estar. —Terri estaba en la escuela para el baile. Estaba muy lleno, más de lo que había
esperado para un evento en el gimnasio.

Me había estado regañando por no ir. Habían pasado solo dos semanas desde
que descubrí que Marc y Lissi eran oficialmente pareja, y Spence y yo habíamos
estado pasando mucho tiempo juntos. Estábamos a punto de tener nuestra quinta
cita. Terri tenía un montón de opiniones en ese aspecto. Pensaba que salía con
Spence solamente porque Marc estaba en una relación y necesitaba probar algo, pero
no era verdad. Spence era un buen chico y quería darle una oportunidad justa.

—Cam —me dijo.

—Sabes que no puedo ir. Spence odia las multitudes.

—Sí, pero tú no.

Me cubrí la oreja con una mano.


—Apenas te escucho con toda la música. —Era mentira; solo no quería tener esta
conversación por milésima vez. Terri aparentemente no se sentía igual. Se movió al
pasillo.

—Te está volviendo aburrida —dijo.

—No, no es cierto. —Tomé mi lápiz labial y las llaves, lanzándolas a mi bolso—


. Sabes que quisiera estar contigo. No me hagas sentir aún más culpable. Vamos,
tengo que terminar de arreglarme, va a llegar en un par de minutos.

—Sí, para llevarte a su casa a jugar videojuegos. ¿Necesito recordarte que los
odias? Cuando trato de que juegues, haces una cara. —Apuntó a la pantalla—. Esa
cara. La que me estás dando en este momento.

—Estoy haciendo caras porque odias a Spence.

—No seas dramática —dijo Terri—. No lo odio. Solo desearía que estuvieras
aquí y lo culpo por alejarte de mí —se quejó.

—¿Ahora quién está siendo dramática? —refuté—. No es como si no te viera


prácticamente todos los días. El baile no lo es todo. |

—Sí, bueno, eres una de mis mejores amigas. Te quiero alrededor, y no solo yo.
Todos están preguntando por ti.

Aun podía escuchar la música en el fondo y sentí un poco de arrepentimiento


por no cancelarle a Spence.

—Creo que estarás bien.

—No sabes lo que te estás perdiendo —dijo en un tono hecho para encantarme—
. Luke le pidió a Paisley Solloway un baile. Fue la cosa más incómoda del mundo,
pero ella dijo que sí. Ahora están intentando tomar ritmo, y es nerdástico para ver.

Como que quería ver eso, pero tendría que escuchar de ello más tarde.

—Toma fotos. O grábalo —le dije.


—Nop —me dijo—. Es en vivo o nada. Vamos —rogó de nuevo—. ¿No puedes
pasar por solo un rato?

—Terri…

—Bien —dijo—.Voy a decirles a todos que te has convertido en una abuela que
odia salir. —Parecía estar caminando.

—Oh, detente. Es una noche.

—¡Una noche que estabas esperando! Y ha sido más que esto. Es…

Sonó una bocina. Estaba aliviada. Lo último que necesitaba escuchar era que ella
me destrozara por perderme un par de fiestas y salidas a comer pizza.

—Terri, me tengo que ir. Spence ya llegó. Diviértete. Diles a todos que los
extraño.

Ella giró la cámara para que viera a su alrededor. Estaba de regreso en el


gimnasio.

—Díselos tú. |

Los saludé con la mano.

Luke y Paisley devolvieron el saludo. Lucían lindos juntos. Grace dijo:

—Ven.

Y entonces Avery y un montón de personas que no podía distinguir me


animaron:

—Sí, ven.

Les lancé un beso. Amaba que me quisieran ahí, aunque sabía que tenía que
rechazar la invitación.

—La próxima vez —les prometí—. Tengo que correr. Diviértanse.

Colgué y salí corriendo al auto de Spence. Me incliné a darle un beso en la


mejilla. Eran estos pequeños momentos los que quería de regreso en mi vida. Las
cosas simples: mensajes con corazones, un brazo a mi alrededor mientras veía
televisión, alguien para decirle te amo.

—Lamento la espera. Estaba hablando por teléfono con Terri. Está en el baile.
Parece divertido. ¿Quizás podamos pasar por un rato?

Spencer negó con la cabeza.

—Oh, Dios, no.

Le di mis ojos de cachorro.

—¿Solo un par de minutos a saludar? Está de camino.

—¿Cuál es el punto de ir un par de minutos?

Acomodé mi cabello detrás de mi oreja.

—Para ser sociables, ver personas.

—Los vimos esta tarde en la escuela —gruñó—. ¿No vas a hacerme ir, o sí? —
Ahora él me estaba dando ojos de cachorrito—. Te dije que odio esas cosas. Por favor
|
dime que no tenemos que ir.

No dije nada así que siguió hablando.

—Pensé que habíamos quedado en estar en casa y hacer que probaras algunos
juegos nuevos. Es lo que queríamos, ¿cierto? —Me dio esa sonrisa torcida suya.

—Sí, tienes razón.

Pasamos frente a la escuela mientras íbamos casa de Spence. Mi mirada


permaneció en el edificio. Negué con la cabeza. No necesitaba una fiesta escolar, lo
que estaba haciendo era mejor. Estaba pasando tiempo con un chico al que le
gustaba, que podía convertirse en mi novio.

Íbamos a pasarla bien. Íbamos a pasarla genial, me recordé mientras la escuela


quedaba fuera de mi vista.

Esto era lo que quería.


Capítulo 23
—Estas mejorando —dijo Spence después de terminar nuestro decimo
videojuego.

Dejé caer mi control en la mesa de café.

—La práctica hace al maestro, supongo.

Era divertido. Algo así. Es decir, no lo odiaba, pero no podía dejar de pensar en
todos los demás en el baile.

—¿Qué te parece si vemos Ant-Man y la Avispa? —preguntó Spence.

—¿De nuevo?

Él se rio.

—La que vimos el otro día era Ant-Man, esta es diferente. Te va a encantar. |

No estaba tan segura. No quería reventar la burbuja de Spence, parecía tan


emocionado por enseñarme esta película, pero ya había tenido mi dosis de Marvel.
No me malentiendan, me gustaban las películas de superhéroes como a todos, pero
solo habíamos salido un par de veces y ya habíamos visto cuatro. Finalmente
entendía como se sentían Grace y Terri cuando las hacía ver una comedia romántica
tras otra.

Sonó mi teléfono y le eché un vistazo al mensaje.

TERRI:

EL BAILE TERMINÓ. VAMOS A HACER UNA AFTER PARTY EN SCOBELL. ESTAMOS YENDO
PARA ALLÁ AHORA. TE ESPERAMOS AHÍ.

—¿Todo bien? —preguntó Spence.


Me había atrapado. No quería que me viera leyendo un mensaje.

—Sí, mis amigos van a ir a comer algo.

—Qué lindo.

Él tenía razón, era lindo, y quería ser parte de ello. Aunque no hubiera estado
en Scobell desde el fiasco de Brandon.

—Sabes, podría comer algo.

Spence saltó e hizo una reverencia.

—A tus órdenes, tengo helado, papas fritas y una pasta con pollo picante que
hace mi padre que sabe mucho mejor de lo que suena, puedo hacernos macarrones
con queso… ¿Algo de eso suena bien?

Amaba y odiaba que fuera tan dulce. Aunque lo que ofrecía era súper adorable,
no estaba entendiendo para nada lo que le decía. Necesitaba deletrearlo.

—Estaba pensando que podíamos unirnos a los demás en Scobell.


|
—Oh. —Spence volvió a sentarse.

—¿No quieres…? —Era más una declaración que una pregunta.

Se frotó la nuca.

—No realmente.

¿Qué tan horrible persona sería si fuera de todos modos? Habíamos estado en
una cita por casi dos horas. Era una cantidad decente de tiempo. No sería como si
estuviera dejándolo plantado. Después de todo, ya había renunciado al baile por él.
¿Cuántas cosas tendría que perderme por un chico con el que ni siquiera sabía si
tendría otra cita?

Spence se encogió de hombros.

—Si quieres ir, deberías ir.

Me senté más derecha.


—¿En serio?

—Sí. —Bajó la mirada y el cabello le cayó sobre los ojos—. No quiero obligar a
mi novia a pasar el rato conmigo.

Me quedé boquiabierta. ¿Había escuchado bien?.

—¿Tu qué?

El rostro de Spence se puso rojo.

—Yo… um… solo si eso es lo que quieres, solo pensé… hemos estado saliendo
mucho las últimas…

—¡Sí! —interrumpí—. Eso es lo que quiero.

Spence me dio una de sus enormes sonrisas torcidas y me derretí.

Tenía novio de nuevo. Todo se sentía bien.

Me moví más cerca de Spence y me acurruqué con él.

—Vamos a ver Ant-Man y la Avispa. No iré a ningún lado. |


Capítulo 24
—Hablé con Terri. Ella consultó con sus padres, la fecha de la exposición de arte
funciona para ellos —les dije a Luke y Grace antes del partido de vóley del martes—
. Parece que tenemos todo listo. Luke, ¿estás seguro de que tu familia está de acuerdo
con esto?

—Sí, no hay problema —dijo, apoyándose en la pared del gimnasio.

Luke había conseguido una sala privada en el restaurante de sus tíos para la
exposición de arte de Terri. Dijo que incluso iban a hacerlo todo gratis. Eso era un
montón. El restaurante era caro. Normalmente requerían un gran depósito y un
pedido mínimo que estaba por encima de nuestro presupuesto solo para reservar el
lugar.

—Muchas gracias.
|
—¿Y tú podrás llevar las obras? —le pregunté a Grace.

—Sí —dijo. Grace vivía a unas pocas casas de Terri, y su trabajo era recoger las
piezas para el espectáculo mientras Terri estuviera fuera. El mío era hacer las tarjetas
de presentación y el folleto.

—Debería ir a sentarme —dijo Luke—, antes de que llegue y nos vea hablando.
No puedo soportar que trate de sacarme información de nuevo. Si nos ve a todos
juntos conspirando, estoy condenado.

—Hagas lo que hagas, no se lo digas —dije.

—No lo haré.

Miré a las gradas. Aún sin señales de Terri; todos nos habíamos propuesto llegar
temprano.

—Hola. —Señalé la última grada—. ¿Es ese Derrick?


—Supongo —dijo Grace, mirando hacia otro lado y mordiéndose el labio.

—¿Han vuelto a estar juntos?

Grace negó con la cabeza.

—¿Qué está pasando? —pregunté. Definitivamente había algo que no me estaba


diciendo.

—No sé por qué está aquí.

—Tiene que ser por alguien del equipo —dijo Luke—. No se viene a estas cosas
solo por diversión. No te ofendas, Grace.

—No hay problema.

Sentí un golpe en el estómago. Realmente esperaba que Derrick no estuviera


saliendo con una de las compañeras de Grace. Ella ya no hablaba mucho de él, ni
siquiera cuando yo le insistía, pero en la rara ocasión en que lo hacía, se podía ver
que todavía le gustaba.

—¿Deberíamos ir a hablar con él? —pregunté. Tal vez estuviera aquí por Grace, |
para recuperarla. Cortejándola a través de sus partidos de vóley... eso sería muy
dulce. Podía ver la versión de comedia romántica de eso en mi cabeza.

—No, estoy bien. Además, tenemos que prepararnos para el partido.

—Bien.

Fuimos a cambiarnos, yo con mi traje de tejón, Grace con su uniforme de vóley.


El partido fue sin problemas. No solo ganamos, sino que no hubo rastro de Marc.
Afortunadamente, él tenía fútbol hoy, y en cuanto a Lissi, la evité a toda costa. Para
mi alivio, la temporada de vóley casi había terminado. No era que odiara ser
Brooksy. De hecho, me gustaba correr y actuar frente a una multitud. Y me encantaba
que eso reforzara mi currículum y mi solicitud de ingreso a la universidad. Incluso
era un buen tema para un ensayo. Solo que ya no quería tener que lidiar con estar
alrededor de Lissi. Estaba lista para terminar con ella.
Después del partido, Grace dio al resto del equipo una charla motivadora en el
vestuario mientras yo me sentaba en un banco cercano, metiendo mi disfraz de
Brooksy de nuevo en su bolsa de lona.

—Chicas, eso fue increíble —dijo—. Tenemos que seguir así. Estamos tan cerca.
Si ganamos el próximo, estaremos en el campeonato. ¡Primer lugar, aquí vamos!

Empezaron a gritar.

—Y gracias a nuestra capitana —dijo Lissi.

Puse los ojos en blanco. Y gracias a nuestra capitana, imité en silencio. ¿Ahora
estaba tratando de adular a Grace? Buena suerte con eso. Grace no iba a caer en la
trampa.

El equipo animó de nuevo.

Cuando se calmó, Lissi siguió hablando.

—Sé que me abrí camino en el equipo, pero gracias por recibirme. Ha hecho que
mudarse aquí sea mucho más fácil. Las quiero casi tanto como a mi antiguo equipo. |
—Luego se rio—. Tal vez incluso más si conseguimos el campeonato.

Todas se rieron con ella

—Estamos más cerca de llegar allí por ti —dijo alguien. Entonces todas
empezaron a alimentar su ego. Mis ojos se cuadruplicaron, sin que nadie se diera
cuenta.

Incluso Grace comenzó a participar.

—Me alegro de tenerte aquí —dijo—. Lo siento si te he hecho pasar un mal rato
al principio.

Me congelé. ¡¿En serio?! ¿Qué estaba haciendo? ¿Haciendo las paces con el
enemigo?

Me reté a mí misma. Debería haber venido a las prácticas, no solo a los partidos.
Le había dado a Lissi una oportunidad para que se ganara a mi mejor amiga.
—No, lo entiendo —dijo Lissi—. No me hubiera gustado que la situación se
invirtiera, pero estoy contenta de ser parte del equipo. Oye —añadió—, vamos a
celebrar nuestra victoria. ¿A Scobell, tal vez?

Bien, eso era todo. Tiré la bolsa sobre mi hombro y fui a mi casillero. No me
quedaría a ver esto. Era demasiado. Primero Lissi consiguió mi novio; ¿ahora quería
a Grace? ¿Qué era lo siguiente? ¿Iba a intentar ser la mentora de mi hermana? ¿Pasar
el rato con mis padres?

Metí la bolsa en mi casillero. Apenas cabía, pero empujarla con todas mis fuerzas
fue una liberación. Solo fingí que era Lissi.

Sentí que alguien estaba detrás de mí antes de escuchar la voz... la voz de Lissi.

—Cam, ¿puedo hablar contigo un segundo?

No quise darme la vuelta. ¿Qué podría querer? ¿Decirme lo mucho que se estaba
divirtiendo con Marc? ¿Restregarme en la cara todas las cosas que ella tenía y yo no?

—¿Qué? —pregunté finalmente, esperando que no hubiera una respuesta, que


de alguna manera hubiese tardado lo suficiente en responder para que hubiera |
rendido e ido.

No hubo tal suerte. La escuché respirar.

—Bueno, he estado hablando con la Sra. Jackson, está buscando gente para
ayudar en el anuario, y le dije que lo haría —dijo a velocidad vertiginosa—. Me dijo
que hablara contigo. No sabía que eras tú quien lo estaba haciendo cuando me ofrecí
como voluntaria; si quieres que me eche atrás, puedo hacerlo.

Lissi era la estudiante de la que la Sra. Jackson había estado hablando.

Por supuesto que tenía que ser mi archienemiga... bueno, la que estaba en mi
cabeza, de todos modos.

¿Cómo se suponía que debía responderle? ¿Qué se suponía que debía decir?
Presioné la puerta de mi casillero, dejando que mi mano descansara allí mientras
pensaba. No tenía nada que hacer.

Me di la vuelta. Lissi no era la única que esperaba mi respuesta.

Grace y el resto del equipo nos miraban como si fuéramos un drama apasionante
en la CW.

Si le decía que no, me vería mezquina y celosa. Si le decía que sí, entonces tendría
que trabajar con ella. De todos modos perdería.

Miré a Grace. Me dio un pequeño asentimiento. Sabía lo que estaba pensando.


Quería que dijera que sí. Por supuesto que lo hacía, al parecer ya se había hecho
amiga de Lissi, pero yo no me sentía tan caritativa.

Volví a centrarme en Lissi.

—Sabes que no es tan emocionante, ¿verdad? Es sobre todo revisar fotos y jugar
con el Photoshop.

Ella asintió. |
—Lo sé. Hice el anuario en casa. Quiero decir, en mi antigua escuela.

Respiré profundamente.

—Y tendrías que trabajar conmigo.

Algunas personas a nuestro alrededor se rieron. Por el rabillo del ojo, vi a Grace
darle un codazo a alguien.

—Si quieres que le diga a la Sra. Jackson que no puedo hacerlo, lo haré. —No lo
dijo con crueldad. Su voz sonaba realmente amable, si eso era posible.

A diferencia de Lissi, que se veía elegante y tranquila, yo me había convertido


en un desastre. Me agarré a mi casillero para estabilizarme.

—¿Quieres trabajar en eso? —pregunté.

—Sí, quiero —dijo.


No podría entender por qué ni aunque me fuera la vida en ello. ¿Quién querría
tomar un proyecto ingrato en el que tendría que lidiar con alguien que lo odiara?

Quería decir que no, que no creía que fuera a funcionar, que sería demasiado
difícil, pero eso no fue lo que salió de mi boca.

—Bien —dije—, puedes trabajar en el anuario conmigo.

|
Capítulo 25
—Hiciste lo correcto —dijo Grace una vez que llegamos al auto de Terri y nos
alejamos del resto del equipo. Me había ido justo después del debacle de Lissi,
seguida de Grace. No había dicho una palabra desde entonces—. ¿Cam? —preguntó,
notando mi silencio.

Me di la vuelta para que estuviéramos frente a frente.

—¿No tienes que estar en algún lugar? ¿Como en Scobell tu nueva amiga? —le
pregunté, dejando que el sarcasmo goteara de mi voz.

Luke se acercó en ese momento.

—Terri vendrá en un momento; está buscando algo de su casillero. —Miró de


mí a Grace—. ¿Me topé con algo?
|
—Oh, ya sabes —dije—, Grace y la nueva novia de mi ex son así ahora. —Junté
dos dedos. No sé por qué estaba más enojada, por estar atrapada trabajando con
Lissi o porque mi mejor amiga actuara como una amiga con ella.

—¿Lissi? —preguntó Luke—. Pensé que la odiábamos.

—La odiamos —dije—. Al menos algunos de nosotros lo hacemos.

Grace levantó los brazos.

—Cam, vamos. No estás siendo justa.

—¿Yo no estoy siendo justa? —susurré para que nadie que pasara por aquí nos
escuchase—. Mi novio me dejó. Ella andaba con mi novio mientras aún estábamos
juntos. ¿Y ahora estás defendiéndola?

—No estoy la estoy defendiendo. Solo creo que te estás desquitando con la
persona equivocada. Ella no fue la que te hizo esto. Fue Marc.
Luke dio marcha atrás. No quería participar en esta conversación. Era
inteligente.

Apenas podía mirar a Grace.

—No puedo creer que te pongas de su lado. Me viste después de la ruptura.

—No hay lados —protestó.

—No la soportabas a principios de año —le recordé.

—Sí —dijo—, lo sé. —Su voz era tranquila y uniforme—. Estaba celosa y
preocupada por mi lugar en el equipo. Me desquité con ella. Estaba mal, y tú estás
haciendo lo mismo. Ella no te hizo esto. No se trata de ella.

Tomé algo de aire. En el fondo, sabía que tenía razón. Sabía que se trataba de
Marc, pero era más fácil culpar a Lissi por todo. Ella no era la que yo amaba. ¿Quién
quería admitir que el tipo por el que habrías hecho cualquier cosa era el que había
hecho que tus entrañas se sintieran como si hubieran sido mezcladas por un
procesador de alimentos? Tal vez no era justo, pero ¿por qué tenía que serlo? Lissi
se quedó con el tipo; yo tenía el corazón roto. Y ella estaba recibiendo el mejor trato. |

—Di algo —dijo Grace.

—¿Como qué?

—Como que sabes que tengo razón.

Miré al cielo.

—Bien, tienes razón. No significa que me tenga que gustar.

—No —dijo—, pero imagínate estar en sus zapatos. Es difícil ser nueva,
especialmente en el último año.

Me mordí la lengua. Eso es lo que había pensado cuando Grace estaba hablando
de Lissi, cuando no sabía que ella y Marc eran pareja. Pero nunca la había hecho
sentir mal por eso.
—Bien, ve a ser su amiga. Lo que sea. No te voy a detener.

—Cam, no es así. Es solo que... yo soy la capitana; ella está en el equipo. Tú


también estás en el equipo. Quiero que todos se lleven bien.

—Entonces no debería haber empezado a salir con mi exnovio. —Levanté las


manos—. Lo sé, lo sé. —No era como si no pudiera ver que estaba siendo poco
razonable. No era como si realmente esperara que Grace evitara a alguien, solo que
era difícil verla con Lissi. Lo superaría.

—Si te hace sentir mejor, no iré a lo de Scobell —dijo—. En cambio, podemos


hacer algo juntas.

Negué con la cabeza. No me hacía sentir mejor, me hacía sentir como una
mocosa consentida.

—No, deberías ir. Eres la cabeza del equipo; tienes que estar allí.

—¿Tú vendrás?

—No te preocupes por mí. Estoy bien. Puedes ignorar esa rabieta; solo estaba |
siendo infantil. Tú eres la capitana. Quiero que lo disfrutes. —Hice una mueca—.
Incluso si eso significa salir con Lissi. Pero —le advertí—, no puede gustarte más
que yo. ¿Trato hecho?

—Trato hecho. —Se acercó y me dio un abrazo gigante—. Eso nunca podría
suceder. Además, soy yo la que debería preocuparse de que Lissi me reemplace. El
vóley casi ha terminado. Tú eres la que va a pasar mucho tiempo con ella.

—Espera, ¿qué? —preguntó Luke.

Casi había olvidado que estaba aquí, presenciando mi pequeño ataque de


histeria. Lo puse al corriente de lo del anuario.

—Eso... eso... va a ser algo —dijo Luke.

Algo se quedaba corto.

—¿Necesitas que te lleve a la cafetería? —gritó Crystal desde su coche.


—Sí —devolvió el grito Grace. Se giró hacia mí otra vez—. Por favor, ven. Te
perdiste lo de Scobell el otro día; no te pierda el día de hoy también.

—¿Te asegurarás de que Lissi y yo estemos en extremos opuestos de la mesa? —


pregunté.

—Prometido —dijo.

—Bien, iré.

Lissi ya me había quitado mucho. No le daría esto también.

|
Capítulo 26
Mucho de mi tiempo libre lo había dedicado a Spence, pero el jueves por la
noche era toda para mis amigas. Teníamos una noche de chicas en la casa de Avery.

Su primo tenía un pequeño papel en una película que acababa de salir en Netflix,
y nos había invitado a todas a verla. Nikki, Meg, Naamua, Grace y Terri iban a estar
allí.

—¡Cam! —Un coro de gritos me saludó cuando entré al sótano de Avery.

—Siento llegar tarde. Algo pasó con mi mamá. —Era una pequeña mentira
piadosa. Spence había querido ayuda con su trabajo de historia, y yo estaba atrasada.
Quería llegar a la fiesta a tiempo, pero no podía dejar a Spence cuando estaba
asustado por terminar. Así que me quedé hasta que estuvo en un buen lugar. Habría
hecho lo mismo por cualquiera; no era como si estuviera eligiendo a Spence en vez
|
de a ellas. Era solo trabajo versus diversión, pero no estaba segura de que fueran a
verlo así, y no buscaba un sermón.

—No te preocupes —dijo Avery—, ni siquiera hemos empezado la película


todavía. Nos hemos distraído un poco.

—Siéntate, siéntate. —Terri dio una palmadita en el lugar que estaba a su lado.
Todas estaban en círculo en el suelo, reunidas alrededor del portátil de Avery,
riéndose.

—¿Qué estamos mirando? —pregunté.

—Fotos del baile y la cena —dijo Avery.

Nikki señaló a una y gritó.

—No puedo creer que hayas conseguido eso.

—No puedo creer que lo hayas hecho —respondió Avery.


Todos se reían a carcajadas.

Eché un vistazo. Todas lo sabían menos yo.

—¿Qué? —pregunté—. ¿Qué pasó?

—Puede que hayamos jugado un pequeño juego de verdad o reto —dijo Grace,
tomando un puñado de palomitas de un bol delante de ella.

—Más bien, solo retos —la corrigió Terri, y todas empezaron a reírse de nuevo.

—¿Sí? —Tomé un grano que había caído en la alfombra y lo enrollé entre mis
dedos. Las bromas internas eran geniales y todo eso, a menos que estuvieras afuera.

Una vez que la risa se calmó, Nikki dijo:

—En el baile durante una de las canciones lentas, cuando las cosas estaban
tranquilas, tuve que cantar con el corazón.

—Y nosotras hicimos el coro de fondo—dijo Avery, señalándose a sí misma y a


las otras porristas—. Pero sabes que no es eso de lo que estamos hablando.
Terminamos continuando el juego cuando fuimos a Scobell y ella... nosotras... |

Era difícil incluso entender lo que decía a través de su ataque de risa, pero no
era solo Avery; todas estaban teniendo un ataque de risa.

—¿Fueron a Scobell? ¿Qué tiene eso de gracioso? —Puse una sonrisa forzada.
Me sentía como una espectadora en un juego del que no sabía nada, sin nadie que
me lo explicara. Sabía que era mi culpa, me habían invitado a pasar el rato, y yo era
la que había elegido no ir porque había hecho planes con Spence, pero me sentía
como una marginada en un grupo que yo había formado. Terri y Grace nunca
hubieran estado tan cerca de Avery si no nos hubiera fusionado en una unidad.

Terri echó la cabeza hacia atrás.

—Empezó con esta. —Señaló a Grace—. Me hizo ir a una mesa que había pedido
panqueques y preguntar si podía comer un bocado ya que estaba pensando en pedir
eso de comer.
—No lo hiciste —dije.

Grace se cayó, su cabeza aterrizó en mi hombro.

—Oh, lo hizo, y luego se vengó.

—La hice volver con ellas —explicó Terri—, y preguntarles si ella también podía
comer algo.

—Pero esto, esto... —Avery no podía ni hablar, se reía mucho—. Aquí es donde
se pone bueno. Los chicos enviaron un plato de panqueques, y...

—¿Qué? —Sacarles esta historia era insoportable.

—Bien, ¿recuerdas esa vieja comedia romántica que nos hiciste ver? —preguntó
Terri.

No. Había millones.

—Aquella en donde son amigos —continuó—. Harry y alguien.

—¿Cuando Harry conoció a Sally? —pregunté.


|
Se dio un golpecito en la nariz.

—Ding, ding. Bueno, ¿recuerdas la escena en el restaurante? —Sí. La


protagonista, Meg Ryan, una estrella de las comedias románticas, finge un orgasmo
al comer un sándwich en el medio del restaurante.

Nikki puso sus manos sobre su rostro.

—Lo hice.

Mis celos por perderme eso fueron reemplazados por shock.

—¡No lo hiciste!

—Lo hice.

—Nos pidieron que bajáramos el tono o que nos fuéramos —dijo Terri, y todas
empezaron a desmoronarse de nuevo.
—¿Casi las echan de Scobell? —Nadie había sido expulsado de Scobell, no que
yo hubiera visto.

—Fue muy ruidosa —dijo Avery.

Nikki se encogió de hombros.

—Bueno, si vas a montar un espectáculo, tienes que comprometerte.

—No puedo creer que me lo haya perdido.

—Algunas cosas están grabadas para la posteridad —dijo Avery.

Excepto que no era lo mismo; todas lo sabíamos.

Eventualmente pasamos a hablar de otras cosas, pero no podía quitarme sus


risas de la cabeza. Ni siquiera me habían hablado de estas cosas hasta ahora. El hecho
de que estuviera ocupada no significaba que no quisiera detalles.

—Hola. —Grace me lanzó una palomita de maíz—. ¿Estás bien?

—Por supuesto.
|
Pero ella sabía lo que estaba pensando. Siempre lo hacía.

—Habrá más bailes y noches de fiesta —me aseguró—, y tú serás parte de todos
ellos. ¡Oooh! —Grace aplaudió—. Tengo que mandarle dinero a Crystal. ¿Tú ya lo
hiciste?

—¿Tu cosa de vóley? —preguntó Terri.

Grace asintió.

La temporada estaba llegando a su fin, y todo el equipo iba a ir a la casa del lago
de Crystal el fin de semana como una última experiencia de unión antes del final.
Todo el mundo estaba colaborando para comprar comida, gasolina e incluso
camisetas iguales. Se irían mañana después del entrenamiento.

Grace seguía esperando que yo respondiera.

No le iba a gustar lo que tenía que decir.


—Iba a decírtelo: no voy a ir. Se lo haré saber a Crystal.

Su rostro cayó por completo, y todo el mundo nos estaba mirando ahora.

—¿Por qué? —preguntó.

—Es mucho dinero, y no estoy realmente en el equipo.

—¿De qué estás hablando? ¡Claro que sí! Estás en todos los partidos,
animándonos, uniéndote a nuestros grupos, todas te aman.

—No estoy en todas las prácticas —le recordé—. Sería raro para mí ir.

Grace negó con la cabeza.

—Soy la capitana, y te digo que no lo es. Envía un mensaje a Crystal ahora


mismo. Todavía puedes ir.

—Sí, pero Lissi va a estar allí...

—¿Y qué? —dijo, suplicándome—. Fuiste a la cafetería con ella después del
partido.
|
No estaba ayudando a su caso. Grace había sido fiel a su palabra de mantener a
Lissi lejos de mí en Scobell. Estuvimos en extremos opuestos de la mesa, pero casi
no importaba. Toda la comida se sentió como el show de Lissi. Ella estaba contando
historias, haciendo que toda la mesa, menos yo, se riera, y yo tenía que guardarme
todos mis comentarios sarcásticos para mí misma. Justo cuando estaba a punto de
preguntarle a Grace si esta era la audición para el show de Lissi, Grace se inclinó y
susurró: “Estoy muy orgullosa de ti por la forma en que estás manejando esto, por
ser madura”. ¿Cómo iba a decirle que no era cierto?

—Esto será un fin de semana entero con la novia de mi ex —protesté.

—Sí, y ahora estás con Spence —respondió.

Terri se puso de pie.

—De eso se trata realmente, ¿no? Spence.


Grace parecía desconcertada.

—¿Es eso?

—No —dije. Los ojos de Terri se clavaron en los míos—. No del todo. Quiero
decir, probablemente pasaré el rato con él. Pero no es por eso que decidí no ir. Es
caro, está lejos, y no soy jugadora de vóley este año. —No iba a decirles que Spence
estaba de acuerdo conmigo en que ir era ridículo. Había hecho puntos decentes,
como por qué pagar tanto dinero para quedarme en una cabaña en el frío con gente
que podía ver gratis aquí en Brooksvale. Cuando lo puso en esas palabras, tenía
sentido, aunque viendo las reacciones de mis amigas, no estaba tan segura ahora.
Spence dijo que aún tendría un gran fin de semana si no iba, que él lo haría especial.
La idea de algo romántico parecía mucho más tentadora que estar atrapada en una
cabaña con Lissi.

—Cam —dijo Grace—, vamos. Estás triste porque te perdiste el baile y todo.
¿Cómo crees que te vas a sentir cuando te pierdas todo un fin de semana?

—Por un chico —añadió Terri.


|
—¡No es por él! —grité—. No quiero ir. ¿No te das cuenta de lo difícil que sería
para mí estar allí? ¿Tener que escuchar a Lissi hablar de Marc?

—¿Así que es por Marc? No puedes dejar que los chicos te impidan hacer cosas
—dijo Terri, negándose a mirarme.

No sabía por qué le importaba tanto; no era como si ella fuera a estar en el viaje.

—No lo están —dije—. Esta es mi elección.

—Bien —murmuró lo suficientemente fuerte como para que yo pudiera oírlo.

—Desearía que cambiaras de opinión, pero está bien —dijo Grace, aceptando el
hecho de que no lo haría.

—Lo sé. —Miré a todas las que estaban en la habitación. Nadie parecía saber qué
decir. Había hecho las cosas súper incómodas—. Pero estoy aquí ahora, ¿y no
tenemos una película que ver?
—Sí. —Avery sostuvo un tazón en el aire—. ¿Todas tienen suficientes palomitas
de maíz? ¿Alguien necesita un trago?

Mientras el resto del grupo resolvía la situación de la merienda, yo me acerqué


a Terri.

—¿Por qué estás tan alterada?

—Lo estás haciendo otra vez —dijo.

—¿Haciendo qué?

Me hizo señas para que me fuera.

—Olvídalo.

—No, dime.

—Bien, estás dejando que un tipo dicte tu vida.

Dejé escapar un suspiro.

—No es así. Vamos, ¿te gustaría estar atascada en una cabaña con veinte chicas? |
¿Con uno, tal vez dos baños? ¿Y con alguien a quien realmente querrías evitar?

Creo que acerté, porque sus hombros se relajaron.

—Bien —dijo—, vamos a ver la película.

Nos sentamos en el sofá, pero las palabras de Terri me zumbaron en la cabeza.


Estaba equivocada. Estaba cancelando el viaje por mí, no por nadie más.

Yo era la que decidía lo que quería. No Marc, no Spence y tampoco Terri. Por
más que fuera mi mejor amiga, ella no sabía de qué estaba hablando.
Capítulo 27
GRACE

¡ULTIMA OPORTUNIDAD! ESTAMOS A PUNTO DE IRNOS.

Sentí una punzada de culpa al leer el mensaje de Grace. Sabía que lo pasaría
mejor quedándome en Brooksvale, pero estaba triste porque me perdería la unión
del equipo. Incluso con Lissi allí, me divertía mucho en la cancha animando a todas.

Estaba tomando la decisión correcta, me aseguré mientras le enviaba un


mensaje.

¡PÁSENLA BIEN! ¡¡HAREMOS ALGO CUANDO REGRESEN, Y ME PUEDEN CONTAR TODO!!


♥♥

Dejé mi teléfono y me dirigí al auto. Mis padres me dejaban conducir hasta casa
|
de Spence. Me envolví con los brazos, el aire fresco enviando un escalofrío a través
de mí. Tú querías esto.

¿Cuál era mi problema? Había estado esperando este fin de semana. Necesitaba
espabilarme. Sacudí los brazos y me subí al auto. Ya había terminado de hacer el
ridículo. Iba a ver a Spence y todo iba a ser increíble.

Me saludó con un beso, y no pude evitar sonreírle. No sentía mariposas


actuando en el Cirque du Soleil en mi estómago o algo así, pero me hacía sentir bien,
cómoda y me daba esperanzas para el futuro. Las mariposas vendrían después. Tal
vez incluso este fin de semana. Técnicamente, habíamos planeado hacer todo tipo
de cosas románticas.

Lo arrastré para un beso más largo, con la esperanza de establecer el tono, lo que
no obtuvo ninguna protesta de Spence. Me rodeó con sus brazos, y estaba segura de
que sentí mi estómago saltar un poco.
Me obligué a dar un paso atrás.

—Tus padres están aquí. —Sus dos autos estaban aparcados en la entrada.

Me dio un ligero pico en los labios.

—Creo que saben que beso a mi novia.

Novia. Me gustaba mucho esa palabra.

—No me arriesgaré. Vamos —dije, tirando de su mano—. El preludio del fin de


semana romántico está a punto de comenzar.

Me llevó al sótano, donde tomó el control remoto, hizo un gesto con floritura
extra y me lo presentó.

—Mi lady.

Esta noche no iba a haber superhéroes; todo eran comedias románticas.

—Gracias —dije, quitándoselo.

Traté de no mostrar mi decepción mientras me sentaba en el sofá y miraba por |


la habitación. Sabía que esta noche iba a ser la parte más discreta de nuestro fin de
semana, pero aun así esperaba un poco más. No necesariamente velas y pétalos de
rosa por toda la habitación —no quería ningún peligro de incendio o que sus padres
se volvieran locos— pero tal vez algunas luces brillantes, un ramo de flores, una caja
de caramelos, una tarjeta con un batido de baile en ella... algo. Cualquier cosa que
demostrara que Spence me entendía. Pero tal vez fuera a sorprenderme con todo eso
mañana.

—Está bien, ¿qué va a ser? —pregunté, sacudiéndome cualquier decepción


persistente—. ¿Miraste las opciones de películas que te envié?

Me rodeó con su brazo.

—Cualquiera está bien.

—Sí, ¿pero cuál te habló?


Spence se rio.

—¿Me habló?

—Sí. —Le aplasté el brazo—. ¿Alguna de ellas te llamó más la atención? —Había
hecho una lista de películas para que él eligiera, desde los años ochenta hasta ahora.
Incluía algunas de mis favoritas, como Digan lo que digan, 10 cosas que odio de ti, A
todos los chicos de los que me enamoré y una docena más.

—Quiero decir, todas parecían más o menos lo mismo.

—¡¿Lo mismo?!

—Lo siento. No son realmente lo mío, pero veré cualquiera de ellas.

Debió haber visto mi expresión, porque rápidamente volvió a hablar.

—La segunda que dijiste... esa suena bien.

Dejé escapar un suspiro. Estaba siendo estúpida. No importaba que no le


gustaran las comedias románticas; mis amigas tampoco eran las mayores fans, pero
las veían de todas formas por mí. Y eso era lo que Spence estaba haciendo. Era algo |
bueno.

—Buena elección —le dije, y luego saqué un recipiente de fresas cubiertas de


chocolate de mi bolsa—. Las hice para nosotros. Pero no podemos comerlas todas
esta noche. Tenemos que guardar algunas para mañana.

Mañana iba a ser perfecto. Íbamos a ir a recoger manzanas y luego a hacer un


pequeño picnic de otoño en el parque Brooksvale. Conocía este lindo pedazo de
hierba que daba al pueblo de al lado y nos daría una vista perfecta de la puesta del
sol. Se suponía que también iba a ser una noche clara, así que después, podíamos
acurrucarnos cerca uno del otro, envueltos en una gran manta, y mirar las estrellas
y hablar de nuestros deseos. Estaba esperando ansiosa eso.

—Sobre eso... —dijo, alejando su brazo y girando para mirarme.

Las palabras me hicieron congelarme. Sabía que no me iba a gustar esto.


Spence inclinó la cabeza y miró hacia arriba a través de sus pestañas.

—¿Quizás podamos posponerlo?

—¿Qué? ¿Por qué?

—Es una buena razón. Lo prometo. Se trata de mi hermano. Duke llamó hace
poco... era suplente para este gran torneo de deportes electrónicos y se enteró de que
va a poder jugar.

¿Suplente? ¿Para deportes electrónicos? ¿Qué? ¿Alguien se había hecho un


esguince en el dedo o algo así y ahora mis planes estaban arruinados? No era justo.

—Lo ves jugar todo el tiempo. Este fin de semana se suponía que era para
nosotros.

Me dio una sonrisa avergonzada.

—Lo sé, lo siento, pero esto es algo importante. ¡Y puedes venir! Quiero que
vengas. Nunca has visto jugar a Duke. Es increíble. Y te encantará esto. Hay una
fiesta para los jugadores, y de hecho quiero ir. |
—Odias las fiestas.

—Lo sé, ¿verdad? Pero Duke quiere mostrarme los alrededores y presentarme a
la gente. Será genial para hacer contactos. Los organizadores de los torneos y otros
jugadores estarán allí. Los dos ganamos… te encantan las fiestas. Será divertido.

No sabía qué decir. ¿El Sr. Antisocial realmente creía que esto era algo bueno?

—¿No quisiste ir un rato al baile ni a cualquier sitio al que yo quise ir, ni siquiera
por un minuto, pero estás dispuesto a dejarlo todo por esto?

Spence se pasó la mano por el cabello.

—Esto no es como una fiesta normal. Lo entiendes, ¿verdad?

Sí, era una fiesta que le interesaba, mientras que ninguna de las mías lo hacía.

Cuando no le respondí, me apretó la rodilla.


—Te lo compensaré. Haremos todo lo que tenías planeado otro fin de semana.
No es que las manzanas vayan a irse a ninguna parte.

—En realidad —escupí—, sí. Se está poniendo. Pronto se van a helar. Este podría
ser el último fin de semana.

—Bien, entonces iremos cuando vuelvan a crecer.

¿Cuando vuelvan a crecer? Eso no sería hasta el año siguiente. Mi estómago


definitivamente se estaba revolviendo ahora. Solo que no era por las mariposas, era
por el miedo. ¿Por qué la idea de seguir con Spence dentro de un año me hacía sentir
así? Me gustaba, ¿verdad?

Por supuesto que sí.

Solo estaba enojada.

—¿Cam? —dijo Spence—. Di algo.

—Renuncié a cosas por ti. Cosas a las que quería ir.

Ahora parecía desconcertado. |

—Nunca te he impedido ir a ninguna parte.

—¡Spence! —Aunque no me hubiese dicho que no lo hiciera, sus expresiones sí


lo habían hecho.

—¿Qué?

—Renuncié al viaje de vóley. Tú fuiste quien me convenció de quedarme, me


dijiste que saldríamos, que haríamos cosas divertidas, y ahora te vas.

Se rio incrédulo.

—No te quedaste por mí. Tú dijiste que no podías soportar a Lissi. Tú dijiste que
era caro, y estarían amontonadas, y no sé qué.

Me retorcí la mano alrededor de la muñeca.


—Bien, lo que sea. Ese no es el punto. Nosotros hicimos planes, y tomé mi
decisión basándome en eso.

Levantó las manos.

—Este asunto con Duke acaba de surgir. No es como si lo hubiera estado


manteniendo en secreto. Y no me estoy echando atrás; te estoy incluyendo. Te gustan
los videojuegos. No es como si te pidiera que fueras a un lugar tedioso.

—Piénsalo de nuevo —espeté—. Jugar videojuegos ya es bastante malo.


¿Verlos? Diez veces peor.

Spence frunció las cejas.

—¿Qué?

—Vamos —dije, bajando la voz—, sabes que solo juego porque tú quieres.

Negó con la cabeza.

—Pensé que te gustaba. Sabía que no habías jugado mucho antes, pero siempre
parecías dispuesta a hacerlo. Incluso viniste a uno de mis juegos. |

Me mordí el labio. No se equivocaba. Nunca le había dicho nada.

Spence se pasó los dedos por el cabello otra vez.

—Supongo que puedo decirle a mi hermano que no puedo hacerlo.

Iba a renunciar a algo que realmente le importaba por mi culpa. Excepto que yo
no quería que lo hiciera.

Yo ya había cometido ese error lo suficiente por los dos. Renuncié a mi viaje. Me
salté el baile del colegio, las fiestas y las noches de salida con los amigos. Veía
películas que no quería ver, me ponía a su disposición cuando necesitaba ayuda con
los deberes o los estudios. Incluso fui a un torneo electrónico en el que él jugaba.

Oh, Dios mío.


La sensación de temor había vuelto. Mi estómago se sentía pesado. Había
renunciado a lo que quería hacer por lo que creía que quería mi novio.

Terri tenía razón. Dejaba que un chico se apoderara de mi vida.

Miré a Spence.

—¿Qué? —preguntó—. ¿Qué pasa?

Estaba segura de que mis ojos se habían apagado, porque era como si lo viera
por primera vez. Spence era genial, me gustaba pasar tiempo con él, pero una verdad
estaba burbujeando a la superficie. Me gustaba mucho más pasar tiempo con mis
amigas. Quería tanto un novio que me había convencido de que Spence era perfecto
para mí, pero no lo era. No estaba ni siquiera cerca. Lo estaba forzando. Peor aún,
había dejado las cosas que amaba por las cosas que él amaba. Lo había elegido a él
en vez de a mí, y ya estaba harta.

—Spence, deberías pasar el fin de semana con tu hermano.

—¿Vendrás?
|
Negué con la cabeza.

Su cuerpo se puso rígido.

—Estás rompiendo conmigo, ¿verdad?

—Lo siento.

Sentí un gran alivio.

—Pero... —empezó.

Lo detuve. No quería que intentara convencerme de que cambiara de opinión.


Estaba decidida.

—Spence, quiero hacer todas estas cosas que tú nunca quieres hacer.

—Nunca te detuve.
Tenía razón. No lo había hecho... yo me había detenido, porque quería estar ahí
para él.

—Lo sé, pero te puse a ti primero. Hice lo que tú quisiste hacer, pero tú ni
siquiera intentaste las cosas que yo quería.

Spence negó con la cabeza.

—¿Así que me culpas por haberte perdido cosas?

—No, la culpa la tengo yo. No he defendido lo que he querido hacer, pero eso
tiene que cambiar. Está cambiando ahora.

Hablamos un poco más antes de despedirnos. Fue incómodo, pero era lo que
quise que Marc hiciera por mí, y se lo debía a Spence. Me lo debía a mí misma. Creía
que Spence había entendido lo que me pasaba. Nos fuimos en términos decentes,
pero estaba emocionada por haber terminado con él. Emocionada por haber dejado
de hacer cosas por otras personas.

Era hora de que hiciera cosas por mí.


|
Capítulo 28
Los labios de Terri estaban unidos a los de Chris Tanaka cuando la encontré
fuera de la pista el lunes después de la escuela. Me apoyé contra la cerca y esperé.
Chris era de nuestro año, y habíamos tenido algunas clases juntos. Les di unos
minutos a Terri y Chris, pero cuando no mostraron signos de separarse, me aclaré la
garganta. Ruidosamente.

Ella me saludó con la mano y se despidió de Chris.

—Nos vemos esta noche —le dijo antes de que él se dirigiera a su auto y nosotras
a la pista.

—¿Es por eso que querías que nos viéramos aquí? —le pregunté cuando
comenzamos nuestra primera vuelta por la pista.

—No, eso fue solo una ventaja. Me encontré con Chris al salir de la escuela, y |
una cosa llevó a la otra. Tenemos una cita. —Su voz era cantarina.

—¿Conoces a Chris? —le pregunté.

—Ahora sí —dijo, moviendo las cejas de arriba abajo—. Hemos estado


coqueteando en inglés las últimas dos semanas —admitió.

No me molesté en preguntar si esto tenía el potencial de una relación. Ningún


chico duraba mucho con Terri.

—Pero eso no viene al caso —dijo—. Elegí este lugar para que tú también puedas
encontrar a alguien.

—Pensé que estabas feliz de tenerme de vuelta y de que no fuera a pasar todo
mi tiempo con un chico.

Justo después de la ruptura, le conté lo que sucedió con Spence. Se puso tan feliz
que habrías pensado que le dije que había ganado la lotería.
—Estoy feliz de tenerte de vuelta —dijo—. Pero sabes que mi problema no era
que pasaras tiempo con alguien más, ¿verdad? No es que debas pasar todo tu tiempo
con alguien. Solo creo que con quien sea que salgas, debe ser en tus términos.
Necesitas ser feliz. Necesitas sacar algo de provecho.

Comenzamos a rodear la pista.

—A ver si entiendo —le dije—. ¿Quieres encontrarme un nuevo novio?

—No. Quiero que encuentres una cita. Alguien con quien pasar el
rato, no alguien con quien planificar el resto del año o a quien seguir como un
cachorro. Salir es divertido.

—Tal vez…

—Nada de tal vez —dijo—, definitivamente.

—Si concuerdo con eso, ¿reconocerás que, si sales con la persona adecuada,
entablar una relación también puede ser algo bueno?

Lo pensó por un momento. |


—¿Para las personas mayores que nosotras? Por supuesto.

—¡Terri! Puede funcionar ahora también. Los padres de Grace se conocieron en


el instituto.

Levantó un dedo.

—Una excepción, no la regla.

Eché la cabeza hacia atrás.

—Las relaciones pueden ser buenas, cuando son las correctas.

—No vas a saber qué es lo correcto para ti hasta que descubras lo que te gusta.

Ella podía ser exasperante a veces.

—¿Y qué tiene que ver la pista con algo de esto? —le pregunté, trotando con
fuerza para seguir su paso.
—No puedes salir a menos que tengas a alguien con quien hacerlo. —Terri hizo
un gesto a nuestro alrededor—. Te traje a los chicos.

Tenía que estar bromeando.

—¿En la pista? Recuerdas que es Grace quien se levanta todas las mañanas para
hacer ejercicio, no yo, ¿verdad? No soy aficionada al ejercicio.

—Sí, pero como alguien —dijo, mirándome de reojo— ya no quiere ir al centro


comercial ya que el chico al que acaba de abandonar trabaja allí, y son las dos y
media de la tarde en un día escolar, no se me ocurre otro lugar a donde ir.

—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —pregunté, bajando la voz cuando
tres chicos del equipo de atletismo nos pasaron a la izquierda—. ¿Los persigo? Lo
juro, no sé cómo conoces a tantos chicos. Esto es imposible.

—No lo es. Solo son personas. Tú dices hola. Hablas. Eso es todo. Lo hago en
fiestas y cosas así todo el tiempo. Solo tienes que superar tu miedo. Sé la chica “en
tu cara” que solías ser.

—No sé —dije, respirando profundamente—. ¿Estás trabajando en las |


solicitudes a tu escuela de arte? —pregunté, cambiando de tema antes de que me
animara a hablar con un extraño o algo así.

—Sí, pero no sé cuál es el punto; mis padres no me van a dejar ir.

—Deja eso a Grace, a Luke y a mí —le dije—. El martes después de Halloween,


tus padres se verán completamente obligados a enviarte a donde quieras.

La boca de Terri se arqueó.

—¿Qué estás planeando?

—No voy a decírtelo —dije, resoplando un poco, mientras comenzábamos otra


vuelta.

—¿Realmente no vas a decirme nada? ¿Ni siquiera una pista?


—Realmente no, e hice que los demás juraran mantener la boca cerrada también.
Así que ni siquiera intentes tratar de sonsacarles algo.

Sacudió la cabeza.

—De todos modos —dijo—, ¿cómo va el anuario?

—Hay mucho trabajo.

—Tienes a Lissi.

Eché la cabeza hacia atrás.

—Ni me lo recuerdes. Le envié un correo electrónico con algunas cosas para


trabajar. Estoy tratando de evitar el contacto cara a cara a toda costa.

Terri me dio un codazo suave.

—Puedes con esto, y aún está en pie mi oferta para diseñar la portada y dibujar
a mano todos los encabezados de página. Con suerte, eso ayudará.

—Sí que ayudará. Eres genial. —Su caligrafía era hermosa—. Y lo aprecio.
|
—Será divertido —dijo—. Y las solicitudes para la universidad. ¿Cómo van?

Dejé escapar un suspiro.

—Todavía estoy triste porque no pude aplicar en la preselección a Columbia. —


Tenía que esperar para poder reforzar mis actividades extracurriculares y mostrar
mis calificaciones de último año—. Pero mi aplicación se ve bastante sólida para mí.
Solo espero que lo vean de la misma manera. Si no estoy en Nueva York el año que
viene, lo perderé.

—Hay muchas escuelas en Nueva York —dijo.

—Sí, pero Columbia es mi sueño.

—El de Marc —murmuró en voz baja, pero lo entendí.

—Y el mío.
Esto no era como ir a partidos de fútbol o ver películas de superhéroes. Nueva
York era algo que quería incluso antes de que notara a los chicos. Mi tía me llevó allí
por mi cumpleaños cuando tenía diez años. Vimos un espectáculo de Broadway,
fuimos de compras, comimos muchísima comida. El viaje me enamoró de la ciudad.

—Mira, no estoy tratando de hacerte pasar un mal rato —dijo amablemente—.


Es solo que, ¿has visitado la escuela? Sigues diciendo cuánto amas Nueva York y
por eso quieres ir allí, pero Columbia es como su propio pequeño campus. Ni
siquiera está en las partes de la ciudad de las que hablas constantemente.

—Pero puedo llegar allí. No es como Connecticut. En Nueva York hay muchas
maneras de moverse que no implican tener un coche.

—Lo sé, y no digo que no debas ir a Columbia. Solo digo que deberías ver qué
más hay ahí fuera. Has tenido la idea de que necesitas ir a esta universidad en
particular desde primer año, pero eso no significa que no haya algo mejor.

Me mordí la mejilla. Columbia era increíble. Marc y yo pasábamos horas


hablando de ello y revisando el sitio web. Incluso dormía con camisetas de la
|
universidad. Lo tenía todo, pero odiaba admitir que Terri podría tener razón. Había
una posibilidad de que en realidad no hubiera examinado las otras escuelas de la
zona.

—Si solo vamos a hablar sobre la universidad —dije, volviendo a nuestra


conversación inicial y lejos de la que había terminado—, ¿podríamos al menos
hacerlo con patatas fritas en Scobell, no en una pista?

—La prohibición a Scobell no duró mucho.

—Ya fui con el equipo de vóley, y solo puedes estar sin sus batidos por poco
tiempo. Pero aun mantengo mi decreto de nunca tener otra cita allí.

—A la tercera va la vencida.

—Lo dudo.
—Está bien —dijo—, anotado. Busquemos a alguien para llevar a otro lugar que
no sea Scobell.

—¿En serio?

—¿Creíste que había olvidado la razón por la que nos traje a la pista? —preguntó
Terri—. Vamos, estamos aquí, también podrías aprovecharlo al máximo. Muchos
chicos guapos nos han pasado. Elige uno.

—¡Están corriendo! No puedo seguirles el ritmo —objeté.

—Ellos paran; toman descansos. Mira, hay uno a las tres en punto, sentado en el
banco, atándose los zapatos. Ve a por él. Tú puedes. ¡Vamos!

La forma en que lo dijo, la forma en que me estaba alentando, me pareció


graciosa. Me recordó a cuando jugábamos a Rocky cuando éramos más jóvenes.
Grace, Terri y yo habíamos visto la película por primera vez cuando apareció en la
televisión un sábado en quinto grado. Durante aproximadamente un año después,
cada vez que subíamos las escaleras o teníamos que correr a algún lado, fingíamos
que estábamos entrenando a Rocky para su gran pelea. |
—El mundo no es todo sol y arcoíris —cité de la película.

Ella no perdió el ritmo.

—Sal y obtén lo que vales—dijo.

Antes de darme cuenta, me encontré corriendo en cámara lenta mientras


tarareaba el tema Rocky.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, riendo.

Puse mis brazos en el aire en el signo de la victoria y continué en mi lento sprint.

—Ganándote una carrera por la pista.

Lo siguiente que supe fue que ella estaba a mi lado y estábamos codo a codo en
una carrera a paso de tortuga.
Cuando llegamos al otro lado, donde el tipo estaba ahora parado, avancé
lentamente hacia la victoria.

—Caaaaampeonaaaaaaa—dije, arrastrando la palabra y saltando arriba y abajo


en movimientos exagerados y lentos, mientras Terri caía lánguidamente al suelo en
derrota.

Atrajimos a una pequeña multitud. Deberíamos haber estado avergonzadas,


pero no lo estábamos. Nos estábamos divirtiendo totalmente, y al parecer también
algunos otros se reían con nosotras. El chico guapo y algunas personas cercanas
aplaudieron. Hice una reverencia.

—Muchas gracias a todos. —Le extendí el brazo a Terri, quien hizo una
reverencia.

Sintiéndome particularmente envalentonada por mi pequeño truco, me acerqué


al Sr. Caliente.

—¿Crees que me gané un lugar en el equipo de atletismo?

—Están admitiendo gente nueva —dijo. |

—¿Estás en el equipo? —pregunté.

Canalicé a mi Terri interior y le di una gran sonrisa y mantuve el contacto visual.

—Sí —dijo.

Haz que Terri esté orgullosa, me dije, y mejoré mi juego de coqueteo.

—Entonces tal vez debería inscribirme. —Le guiñé un ojo.

—Sí —dijo, y asintió—. Nos vendrían bien más personas. A mi novia le


encantaría tener a otra mujer en el equipo.

¡¿Novia?!

Oh, Dios. Incómodo. ¿Estaba bien si corría? Estábamos en una pista. Mi estómago
se revolvió, pero en lugar de miedo, fue por la risa que se acumulaba dentro de mí.
Por supuesto que tendría novia. ¿Por qué pensaría que algo iría bien cuando se
trataba de mi vida amorosa?

—Bien —dije, sin saber qué más decir—, lo tendré en cuenta. —Alcé el pulgar y
señalé frente a mí—. Tengo otra carrera que terminar.

Luego volví al modo de velocidad lenta y me dirigí directamente al


estacionamiento. Lo mantuve todo el camino hasta allí, Terri, una vez más, mi fiel
compañera de carrera.

Cuando llegamos a su auto, los dos nos reímos a carcajadas.

—Eso —dijo a través de su risita— fue increíble.

—OhDiosmíoOhDiosmíoOhDiosmío. —No podía controlar mi respiración—.


Todo eso, y él tenía novia.

—Lo sé —dijo, jadeando—. Eso es lo que lo hizo aun mejor. La mirada en tu


rostro, y luego comenzaste a correr esa pantomima.

Agitó las manos, tratando de calmarse, pero terminó en otro ataque de risa, lo |
que solo me hizo reír más fuerte.

—¿Qué es tan gracioso? —nos gritó alguien desde lejos.

—¡Nosotras! —respondí a gritos, haciendo que Terri soltara una carcajada.

—Mira —dijo cuando finalmente recuperamos parte de nuestra compostura—,


esto fue bueno, fuiste valiente allá. ¿Y qué si no terminas con el chico? La próxima
vez que intentes hablar con alguien será aun más fácil. Y piensa en la historia que
tienes ahora. Grace se va a morir cuando se lo digas.

—¿Qué me pasó? —pregunté, entrando a su auto.

—Tal vez una sensación de ¿diversión? —dijo, poniendo la llave en el


encendido—. Extrañaba ese lado tuyo.

—¿De qué estás hablando? —Hice un puchero falso—. Siempre soy divertida.
Se volvió para mirarme.

—Sí, pero solías hacer cosas como esta todo el tiempo. ¿Recuerdas el baile de
octavo grado, cuando nos llevaste a Grace y a mí al escenario durante la canción de
Kevin Wayward y nos hiciste hacer ese extraño baile interpretativo? ¿O el show de
talentos en séptimo, donde nos hiciste interpretar lecturas dramáticas de canciones
infantiles?

Me reí.

—Todavía lo mantengo. Fue épico. Rema, rema —dije con mi voz más seria—,
rema tu bote. —Me detuve por cinco segundos—. Suavemente. Abajo de la corriente.

—Sí —dijo—, lo fue. Siempre hicimos cosas así, generalmente por tu culpa, y
luego, cuando comenzamos el instituto y empezaste a ver a Marc, se detuvo.

—No se detuvo.

—Más o menos —dijo.

—Oye —objeté—. Hemos recreado esas lecturas dramáticas millones de veces. |


Usualmente eres tú la que se niega.

—Sí, tú, yo y Grace hemos hecho muchas cosas, cosas sobre las que suelo poner
mala cara, pero siempre es en privado. Hasta todo el asunto de Brooksy, la única vez
que te vi hacer algo incluso un poco loco en público fue cuando animabas en uno de
los partidos de Marc o Grace. E incluso eso era bastante manso.

¿Tendría razón? Quiero decir, no tuvimos un show de talentos en el instituto en


el que participar, aunque hubiese querido hacerlo. Pero tuvimos bailes… y nunca
salté al escenario ni hice nada llamativo. Habría avergonzado a Marc totalmente. Él
era más moderado, pero nunca me había dicho que parara. Yo simplemente lo hice.

Supongo que había hecho muchas cosas por Marc, pero no había renunciado por
completo a las cosas que me gustaban. ¿O sí?

Si era honesta, sabía la respuesta, porque acababa de hacer lo mismo con Spence.
Ni siquiera le daba a nadie la oportunidad de conocer mi verdadero yo. Me
escondía, esperando que eso me hiciera parecer una mejor opción. La idea me hizo
encogerme.

Bueno, ya no estaba haciendo eso.

De ahora en adelante, iba a trabajar para encontrar a la vieja Cam, la verdadera


Cam. La Cam que hacía bailes extravagantes y actuaciones ridículas y no le
importaba lo que la gente pensara. La Cam que se divertía y sabía lo que quería.

Antes no sabía que ella había desaparecido, pero ahora que lo sabía, me estaba
dando cuenta de cuánto la extrañaba. E iba a hacer todo lo posible para recuperarla.

|
Capítulo 29
—Creo que podría necesitar una recreación en vivo de eso —dijo Avery al día
siguiente en el almuerzo, después de compartir mi historia.

—Olvídalo —interrumpió Nikki—. ¿Podemos volver a todo este asunto de


Spence? He estado pensando en eso toda la noche, y todavía estoy en estado de
shock.

Ayer les había contado todo sobre la ruptura. No creía que Nikki pudiera tener
más preguntas. Ya me había hecho un billón. Pero aparentemente estaba
equivocada.

Avery le dio un codazo.

—¿Qué? —protestó Nikki, metiéndose una patata frita en la boca—. Era todo
Spence esto, Spence aquello, y luego, de la nada, así como así, sin previo aviso, se |
fue.

—Creo que es bueno —dijo Meg.

—Sí —estuvo de acuerdo Naamua—. Sin ofender, Cam, pero no parecían tener
mucho en común.

—No me ofende. Era un buen chico, pero tienes razón, no era para mí.

Las cuatro miembros de mi grupo de la hora del almuerzo —Avery, Nikki, Meg
y Naamua— asintieron. Si me hubieras dicho hacía un año que saldría con un grupo
de porristas todos los días, no me lo habría creído. Pero de alguna manera, durante
un período de tiempo bastante corto, las cuatro se habían convertido en buenas
amigas.

—Entonces, ¿quién es el adecuado para ti? —preguntó Nikki, moviendo las cejas
arriba y abajo.
—Ni idea. —Tomé un bocado de mi sándwich de pavo—. Esa es la pregunta del
millón de dólares.

—Apuesto a que podemos encontrar a alguien —dijo, e hizo un pequeño


movimiento circular con el dedo al resto de mis amigas en la mesa.

¿Hablaba en serio?

—No lo sé, Nikki.

—Bueno, yo sí lo sé. Conocemos a mucha gente. No sería difícil. Juguemos a ser


casamenteras. —Antes de que pudiera pensar en objetar, Nikki sacó su teléfono y
entró a GroupIt—. Está bien, Naamua, eres la primera. Oh. Hay algunas bellezas en
tu lista de amigos que no conozco. Ocultándolo de nosotras, ¿eh? Muy bien, veamos.
El futuro novio de Cam. ¿Qué hay de Andre Paiva, Kel Wala o Tony Benedetto?

—No, no y no —dijo Naamua. Levantó tres dedos y los bajó uno por uno
mientras explicaba sus razones—. Una foto increíblemente antigua, es un amigo de
la familia de unos cuarenta años; vive en LA; tiene novia.

—Está bien —dijo Nikki, volviendo a mirar su teléfono—. Alberto Medina, ¿qué |
hay de él? También es muy lindo.

—Sí, y estoy segura de que su novio está de acuerdo contigo —dijo Naamua.

—Tal vez sería mejor si revisáramos nuestras propias listas —ofreció Meg—.
Probablemente ahorraría mucho tiempo si cada una escogiera a alguien que
conociéramos.

Nikki se puso de pie.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunté.

—Acabo de tener una idea increíble —susurró Nikki.

Avery tiró de su brazo.

—¿Por qué no te sientas y nos la cuentas?


—Bueno. ¿Conocen The Bachelorette? Me encanta ese show. Haremos nuestra
propia versión protagonizada por Cam. Hay una fogata en el parque este viernes.
Cada una traerá a un chico y Cam puede elegir quién le gusta más. Cuatro citas, una
noche. —Nikki estaba rebotando en su asiento. Se giró hacia mí—. Incluso puedes
traer una rosa y dársela a tu pretendiente favorito.

—¡Nikki!

—¿Qué? —preguntó incrédula.

—Esta es mi vida, no un reality show —dije.

—¿Por qué no puede ser ambos?

Me dirigí a las demás en busca de ayuda. Meg se encogió de hombros.

—No sé —dijo Naamua.

—¿Qué no sabes? —preguntó Nikki.

—Como, tal vez los chicos se molesten porque estamos tratando de juntarlos con
la misma chica —dijo Avery, siendo la voz de la razón. |

—Oh, por favor, será en una fiesta. Si a Cam no le caen bien, o ella no les cae
bien, sin ofender, Cam, se van y conocen a alguien nuevo. Piénsenlo, ¿qué chico de
nuestra edad quiere una cita a ciegas de todos modos? Les gustará más esto. Solo
mencionaremos que tenemos a alguien con quien deberían hablar. No es que les
vayamos a decir que un montón de personas están tratando de buscarle novio a
Cam.

—O podríamos hacerlo… un poco de competencia podría ser divertido —dijo


Meg.

Nikki asintió.

—Ahora estás hablando.

—No —dije, vetando esa idea—. Si hacemos esto, y repito si, no mencionamos a
los otros chicos.
—Esto suena como un sí —dijo Nikki con una voz alegre y cantarina

Apreté mi muñeca.

—No lo sé.

—Necesitamos hacer esto —insistió Nikki—. Estas fiestas son todas iguales.
Vamos a condimentar un poco las cosas… y ayudar a tu vida amorosa —agregó—.
Vamos, vamos, vamos.

Miré a Avery.

—Bueno —dijo, moviendo la cabeza de un lado a otro—, podría funcionar.


Quiero decir, se supone que debes hablar con un montón de personas diferentes en
las fiestas de todos modos… y qué si está planeado, ¿no? Será eficiente y podría ser
bastante divertido. Supongo que no es la peor idea que he escuchado.

—Es una idea brillante —enfatizó Nikki de nuevo—. Sé nuestra Bachelorette.

Pensé en lo que Terri había dicho el otro día.

La vieja Cam no habría dicho que no, me recordé. Ella se hubiera reído a |
carcajadas con la idea e inmediatamente estaría de acuerdo.

—De acuerdo —le dije a Nikki—, cuenta conmigo.


Capítulo 30
—Estamos aquí —dijo Grace cuando Terri detuvo el coche en algún lugar en
uno de los estacionamientos en Brooksvale Park.

La fogata de esta noche se organizaba en el lago, en el lado norte del parque.


Había un pabellón y un pequeño escenario elevado donde iba a actuar una banda
de estudiantes. Normalmente, el área estaba prohibida por la noche en otoño, pero
se había hecho una excepción para esta noche. La fogata era una tradición de
Brooksvale High que había estado ocurriendo desde siempre.

Las tres salimos.

—Sabes, Cam —dijo Terri, mirándome—, me gusta el vestido de suéter rojo y


todo, pero realmente creo que deberías estar usando un vestido de fiesta. Ya sabes,
ya que eres la nueva Bachelorette.
|
—Quién sabía que eras tan graciosa —dije inexpresivamente, pero ella sabía que
estaba bromeando. Toda la idea era absurda, pero también era extrañamente
intrigante, y ellas también lo creían.

Para mi atuendo me había decidido por el vestido de suéter mencionado


anteriormente, leggings, botas gruesas y una pequeña chaqueta. Apropiado para los
elementos, pero aun así lindo.

Terri rodeó el auto hacia mí.

—Tal vez esté celosa de toda la atención que recibirás.

—¿Tú? —Le di un codazo juguetonamente—. Te apuesto veinte dólares a que


tendrás a un tipo colgado sobre ti en una hora.

Como estaba predicho, Chris era historia antigua. Terri lo había olvidado hacía
mucho tiempo a pesar de que ni siquiera había pasado una semana completa.
Me guiñó el ojo.

—De ninguna manera. No puedo permitirme regalar mi dinero así, pero no te


preocupes, tendrás mi máxima atención esta noche. Necesito un asiento de primera
fila para este programa de citas que tienes.

—Yo también —intervino Grace—, y mantendré mis ojos abiertos para cualquier
prospecto interesante en la fogata. ¡Quizás también pueda ingresar a un concurso!

Nos acercamos al pabellón.

—Olvídate de mí —le dije—. Necesitamos encontrar alguien para ti.

—No. —Grace tenía una mirada de advertencia en sus ojos—. No lo


necesitamos.

Levanté las manos.

—Bien, no jugaré a la casamentera. —Alcé las cejas de arriba abajo—. Esta noche.
Pero prepárate: Halloween es otra historia. —Teníamos la fiesta de Gretchen Haskin
esa noche. |
—¿Estás tratando de convencerme de que no vaya? —preguntó.

—No es probable —dijo Terri.

—Sí —estuve de acuerdo—. Te gusta demasiado Halloween como para


perdértela.

Era su fiesta favorita. Todos los años nos hacía vestirnos con algún tipo de
disfraz grupal. Esta vez íbamos como las ardillas. Yo era Alvin, Grace era Simon y
Terri era Theodore. Prefería disfraces más lindos, pero Grace siempre insistía en que
fuéramos como trío, y era persistente. Así era como había terminado como una
hermana Sanderson de Hocus Pocus el año pasado, como la tijera de piedra, papel o
tijera el año anterior, y Snap de los elfos Snap, Crackle y Pop Rice Krispies el anterior.

—De acuerdo, tal vez —cedió—. ¿Pero cuándo más puedes vestirte con trajes
ridículos en público?
—Mira con quién estás hablando —le recordé—. Prueba todos los partidos de
vóley. —Luego lancé mi grito de tejón por si acaso.

—Sigue haciendo ese sonido —dijo Terri—. Escuché que a los chicos les encanta
eso; pelearán por ti.

—Me atrajo a mí —dijo Luke, acercándose a nosotras, el brazo de Paisley unido


al suyo.

Los cinco nos dirigimos al pabellón para tomar una copa, abriéndonos paso
entre una gran multitud de estudiantes. Si bien la hoguera no era oficialmente un
evento patrocinado por la escuela, tenía la aprobación de la escuela. Grupos de
padres, restaurantes e incluso tiendas locales suministraban la comida, refrescos y
ponche; aunque algunas personas le metían cosas un poco más fuertes.

—¡Ahí estás! —gritó Nikki a unos seis metros de distancia—. Te hemos estado
buscando.

Dijo hemos, pero estaba sola cuando se acercó.

—¿Dónde están las demás? —pregunté. |

Nikki me miró como si fuera tonta.

—Preparando a tus pretendientes para la gran revelación. —Una rosa sobresalía


de su bolso. Se dio cuenta de que la estaba mirando—. Esto —dijo, presentándome
la flor como si fuera un cetro sagrado—, es para ti.

—No voy a dar eso.

—Claro que sí. Es parte de la diversión. —Nikki puso la rosa detrás de mi oreja—
. Ahora conozcamos al soltero número uno. —Le envió un mensaje de texto a
alguien, y unos minutos después Miles Coffield estaba frente a mí.

—Oh —dijo, todo su cuerpo se puso rígido.

Me crucé de brazos. Esto no iba a ir bien.

—¿Cam es a quien querías que conociera? Sí, no lo creo.


—¿Qué? —preguntó Nikki, su excitación desinflándose como un globo con un
agujero mientras Miles sacudía la cabeza y se alejaba.

—Rechazo en su máxima potencia —dije.

Paisley tiró del brazo de Luke. Se veía incómoda.

Deberíamos irnos, articuló. Creo que estaba tratando de ser sutil, pero lo vi de
todos modos.

—Vamos a bailar —dijo Luke, alejándose un paso de mí.

Los dos intentaban evitarme un poco de vergüenza, pero ya era demasiado


tarde. El soltero número uno ya me había visto y había huido delante de todos.

—Diviértanse —les dije.

—No lo entiendo. ¿Por qué tendría que hacer eso? —se quejó Nikki—. Miles no
es tan grosero, y se suponía que sería el ganador. Lindo, fanático de los deportes,
pero no un mujeriego; divertido, de nuestro año. ¿Alguien podría decirme qué acaba
de pasar aquí? |
—La odia —ofreció Terri.

—Obviamente —dijo Nikki—. ¿Por qué?

Terri resopló.

—Puede que tenga un poco de resentimiento hacia ella. Terminó en la escuela


de verano por Cam.

—Fue su culpa —aclaré—. Miles estaba en mi clase de estudios sociales de


primer año y constantemente intentaba copiarme. Durante el examen final, me harté.
Grité “¡Deja de mirar mi hoja!”. No tenía la intención de gritar, solo estaba molesta,
pero llamó la atención del profesor. Miles desaprobó, necesitó repetir el curso
durante el verano y me culpó a mí.

—Y ahora, unos años más tarde, vuelve a morderme. —Nikki bebió su bebida—.
No puedo creer que mi chico ya no esté participando. ¿No podrías haberme dicho
esto antes?

—¿Cómo se suponía que supiera que elegirías a Miles? Deberías haberle dicho
mi nombre antes de tiempo. O viceversa. En el show lo hacen.

Ladeó la cabeza y me miró.

—Estaba tratando de mantenerlo misterioso, como The Bachelorette de la vieja


escuela. Los solteros solían salir de una limusina y encontrarse con la Bachelorette por
primera vez. Los chicos siempre se sentían aliviados de ver quién era la mujer
misteriosa. Siempre funcionaba.

Nikki emitió una especie de sonido con sus labios y comenzó a enviar mensajes
de nuevo.

—Odio perder. Supongo que es lo que es. Sin embargo, no te preocupes —dijo,
supuse que era para tranquilizarse más a sí misma que a mí—, todavía estoy a bordo
para el resto de la competencia. Les dije a las demás dónde estábamos y que
comenzaran a traer a los pretendientes. —Dejó escapar un suspiro—. ¿Algún otro
tipo del que debamos mantenernos alejadas? |
—Probablemente toneladas —respondió Terri por mí, y le di un manotazo en el
brazo.

—Oh —dijo Nikki, cambiando de la decepción a la esperanza en un abrir y cerrar


de ojos—. ¿Con quién está hablando Grace? Derrick algo, ¿verdad? Podría ser una
posibilidad.

Todas nos volvimos a ver. Grace estaba en el otro extremo de la mesa, charlando
tormentosamente. Debió haber sentido nuestros ojos en ella porque levantó la vista
y volvió de inmediato.

La miré sospechosamente.

—¿Qué pasa con ustedes dos? —Esta no era la primera vez que los atrapaba
juntos.

—Nada —dijo—. Solo pensé que podría conocer a alguien para ti.
Tomaría toda la ayuda que pudiera obtener, y aparentemente Nikki pensaba lo
mismo.

—Bien —dijo, asintiendo con aprobación—. Necesitamos tantos concursantes


como podamos encontrar. Mi chico está fuera, lo que apesta, pero por el lado
positivo significa que puedo ser una jueza imparcial. Vamos a encontrar la pareja
perfecta de Cam. Piensen en mí como la productora, examinando a todos los
muchachos en Brooksvale, probándolos y reduciendo el campo de pretendientes
hasta que Cam elija al tipo perfecto.

—¿Disculpa?

Era Anthony Fazzini. Acababa de acercarse con Naamua.

—¿Esto es algún tipo de concurso para Cam? —Se giró hacia Naamua—. ¿Por
qué harías esto?

Cuando ella no respondió, parecía que no sabía qué decir; quiero decir, ¿cómo
explicas que eres parte de una versión de instituto de The Bachelorette?, se molestó y
se alejó, pero no antes de arruinar mis posibilidades con el próximo chico. |
—Es posible que desees mantenerte alejado de ella —dijo Anthony a Cooper
Matthews, que estaba caminando con Avery—. Apuesto a que también están
tratando de hacerte hablar con Cam, ¿eh? —se burló—. Para tu información, solo
están tratando de jugar con nosotros.

—No, no es eso —protesté.

—Lo que sea —dijo Anthony, y mantuvo su enfoque en Cooper—. Si quieres ser
parte de su broma, eso depende de ti.

Cooper miró a todos a nuestro alrededor, yo con una rosa detrás de la oreja.

—Esto no parece sospechoso ni nada —murmuró. Luego dijo—: Lo siento,


Avery. No sé qué está pasando aquí, pero hay un montón de chicas con las que
hablar; no necesito esto.

Entonces los dos chicos se fueron juntos. Dos opciones realmente buenas,
desaparecidas. Mis amigas habían hecho un gran trabajo en su reparto de solteros.
Ambos chicos siempre parecían súper amables. Nunca había escuchado a nadie
decir nada malo sobre ninguno de ellos. Cooper estaba en el equipo de ajedrez, era
nadador y totalmente caliente. Y Anthony era igual de guapo. Estaba en la banda de
música y los compañeros defensores, un grupo de voluntarios que hablaba con los
estudiantes que buscaban ayuda. Lo más importante, sabían que era a mí con quien
los estaban emparejando, y podrían haber estado interesados hasta que se enteraron
el uno del otro. Mi Sr. Perfecto podría haber sido cualquiera de ellos y ahora ninguno
de los dos quería tener nada que ver conmigo. Me estaba arrepintiendo rápidamente
de este enfoque al estilo The Bachelorette para las citas.

—Lo siento —dijo Nikki— por mi bocaza. Debería haber preparado mejor estas
reuniones.

—No es tu culpa —le dije—. Creo que tal vez deberíamos dejar los reality shows
a los profesionales. Es hora de dejarlo.

—¿Sin conocer a Grayson? —preguntó Meg, acercándose con un tipo que


supuse que era él. |

Los chicos se arrastraban como cucarachas de repente. Normalmente esto


hubiera sido algo bueno, pero no cuando se asustaban mutuamente.

—Relájate —me dijo—, sabe todo sobre la competencia.

No estaba segura de que estuviera tan emocionado por estar allí. Estaba de pie
con las manos en los bolsillos, arrastrando los pies.

—¿No crees que esto es extraño? —pregunté.

Sonrió.

—Tal vez un poco —dijo mirándome, pero sin hacer contacto visual completo—
, pero vengo de una familia de amantes del The Bachelorette, entonces, ¿cómo podría
decir que no?

Ow, no estaba buscando una ruta de escape. Era tímido, de una manera
adorable, y eso me gustaba.

Meg lo atrajo hacia mí.

—Cam, quería presentarte a Grayson. Es el mejor amigo de mi primo. Van a la


Academia. —La Academia era la escuela privada de la ciudad.

—Encantada de conocerte —le dije.

Estaba a punto de estrecharle la mano, pero luego se limpió la nariz con ella, así
que le di un pequeño saludo.

—¿Qué tal si los dejamos hablar? —dijo Meg a mi séquito, haciendo un gesto
para que la siguieran.

Grace me levantó el pulgar.

Esto podría funcionar, articuló, luciendo más emocionada que Nikki. Luego todos
se dirigieron a la pista de baile, dejándome sola con Grayson.

Una parte de mí quería unirse a ellas, la música era muy buena y no había
bailado desde hacía un tiempo, pero volví mi atención a mi “pretendiente”. Tenía |
que aclarar mis prioridades. El objetivo de esta noche era encontrar un chico. No
festejar con mis amigas. Grayson podría ser el que estaba buscando.

—La Academia, ¿eh? —pregunté, volviendo mi atención a él—. No sé, ¿eso nos
convierte en rivales?

—No me gusta la rivalidad —dijo, y se limpió la nariz de nuevo—. A menos que


esté jugando, no voy a ninguno de los partidos. No me importa quién gane.

—Solo bromeaba.

—¡Oh, ja!

—¿Entonces juegas un deporte? —pregunté.

—Estoy en el equipo de baloncesto, pero somos demasiados. Así que


básicamente estoy en el banco cada dos semanas.
—¿Vas a los partidos cuando no estás jugando?

Grayson sacudió la cabeza.

—Nah, ¿cuál es el punto?

No podía imaginar no animar a tu propio equipo. Ni siquiera había estado en el


equipo de vóley en los últimos años, pero aún me presentaba cada vez que podía
animar a Grace y al resto.

—¿Estás en un equipo? —preguntó, empujando sus manos más profundamente


en sus bolsillos.

—Solo soy la mascota —dije—. Ya sabes, la que salta con un disfraz.

Era difícil no mirar a mis amigos. Desde donde estaba parada, tenía una vista
perfecta de todos. Estaban en un grupo gigante. Grace, Terri, Luke, Derrick y Paisley
estaban allí, pero también Avery, Nikki y un grupo del equipo de porristas. Todos
bailaban juntos. Nadie parecía como si quisiera estar en otro lugar. Todos se estaban
divirtiendo.
|
—Podemos ir a bailar con todos —sugerí.

—No bailo —dijo Grayson.

—¿Cómo? —pregunté.

—Simplemente no me gusta.

Se limpió la nariz de nuevo con el dorso de la mano. No estaba segura de si se


trataba de alergias o un tic nervioso, pero de cualquier manera, era un poco
asqueroso. Especialmente cuando había una gran cantidad de servilletas a unos
cinco pies de nosotros en la mesa.

—Está bien, uh, ¿qué te gusta hacer? —pregunté.

Era una pregunta horriblemente genérica, una que personalmente odiaba que
me hicieran, pero estaba luchando por decir algo.
—Todo tipo de cosas.

—Como… —insistí.

Esto se estaba volviendo más doloroso por momentos.

Respondió, pero ni siquiera estaba escuchando, no podía dejar de mirar a mis


amigos.

—¿Qué hay de ti? —preguntó.

Grace me vio y saludó. Le devolví el saludo.

—Igual —le dije, regañándome por perder de vista por qué estaba en la fiesta en
primer lugar. Necesitaba poner esfuerzo para encontrar al Sr. Correcto. Meg me
había tendido una trampa; lo menos que podía hacer era tener un poco de energía,
hacer que el chico se sintiera cómodo abriéndose. Grayson tenía potencial de novio.
Distraerse no era la forma de ganárselo. Necesitaba prestar más atención—. Todo
tipo de cosas.

Hubo una pausa; ninguno de nosotros parecía saber qué decir. |


—¿Alguna vez has estado en una fogata antes? —pregunté, buscando algo…
cualquier cosa.

—No.

Pateé un palo en el suelo.

—Es genial.

—Creo que podemos ir a mirar más de cerca —dijo.

—Sí, seguro.

—Tomemos algo de comida —sugirió Grayson.

—Perfecto.

¿Lo era?
Sí, lo era, me dije mientras lo veía amontonar en su plato patatas fritas,
hamburguesas y encurtidos. Esta iba a ser una buena noche. Grayson era amable. ¿Y
qué si no quería bailar? ¿O si no tenía espíritu escolar? ¿O si tenía una nariz que
moqueaba? Tenía la oportunidad de tener todo lo que quería en mi último año: un
novio para ir a fiestas y al baile de graduación. Un novio con quien acurrucarse y
hablar.

Si eso era lo que quería, ¿por qué no podía dejar de mirar a mis amigos por
encima del hombro?

La banda comenzó a tocar una versión de una canción de Kevin Wayward. Del
verano, la amistad y la diversión. La que me había impulsado a subir a Grace y Terri
al escenario en el instituto, donde hicimos un baile interpretativo. Apostaría que
Terri había solicitado esta.

—Oh, no, no lo hicieron —susurré.

Pero lo habían hecho. Mis amigas estaban haciendo mis movimientos. El


movimiento de los brazos en un círculo gigante cuando la canción mencionaba la
|
rueda de la fortuna, la extensión de cada extremidad para significar la puesta del
sol, el giro de sus cuerpos enteros para actuar como olas.

No podía creer que estuvieran haciendo todo, especialmente sin mí allí.

—Grayson —dije—, lo siento mucho, pero necesito ir a bailar. Puedes venir.

Sacudió la cabeza.

Se lo ofrecí, intenté incluirlo, pero no me perdería la noche por un chico que


apenas conocía. No otra vez.

Ya era hora de que aprendiera de mis errores.

Corrí hacia mis amigos, sacudiendo mi cuerpo como si fuera el agua chocando
contra la playa, haciendo coincidir los movimientos de Grace y Terri. Estábamos
sincronizadas. Muy pronto, los que nos rodeaban se unieron, haciendo sus propias
interpretaciones, cada uno tratando de superar a los demás.
No podía parar de reír, especialmente cuando Grace fue y levantó a Derrick, y
él extendió los brazos como si estuviera haciendo una pirueta. Ellos definitivamente
ganaron por su movimiento de rueda de la fortuna.

—Los ojos de alguien están pegados en esta dirección —dijo Avery, y empujó
su barbilla en dirección a Marc. Estaba de pie junto a las bebidas con Lissi, pero me
estaba mirando a mí.

Solo puse los ojos en blanco. No me importaba lo que hiciera Marc. Tenía
mejores cosas que hacer, como ganar un concurso de danza interpretativa. Cuando
terminó la canción, todo mi grupo estaba histérico. Hubiera odiado haberme
perdido eso. Especialmente por un chico.

Creía que quería un novio, pero me estaba dando cuenta de que lo que quería
decir con eso era a alguien que me entendiera, que me amara a pesar de mis
peculiaridades, o tal vez por ellas. Alguien que me hiciera reír, con quien pudiera
hablar durante horas y que me dejara ser yo. Y ya tenía a alguien así, varios alguien,
en realidad, y todos estaban frente a mí, saltando al ritmo de la música.
|
Tal vez encontraría un novio, mi Sr. Perfecto. Pero en este momento tenía algo
mejor. Tenía a mis amigos.

La banda comenzó a tocar otra canción, y Terri y Grace me abrazaron.


Comenzamos a girar lo más rápido que pudimos. Me sentí mareada y libre.

Era un sentimiento, una noche, que recordaría para siempre.


Capítulo 31
—Guujuu —grité desde el costado del auditorio.

Avery y el resto de las porristas dieron una voltereta hacia el centro de la


habitación. Formaban parte del mitin que conducía al fin de semana de regreso a
casa. Todos los equipos deportivos de otoño estaban involucrados. El director los
llamaba equipo por equipo, donde corrían, hacían algo cursi con Brooksy —el oficial,
Sam Raucher, no yo—, recibían muchos aplausos y luego tomaban asiento en las
primeras filas de las gradas.

Se suponía que traería el espíritu escolar a tiempo para el fin de semana del baile
de regreso a casa. La mayoría de los equipos ya habían jugado sus últimos partidos
de la temporada, pero no importaba. Todos estaban felices de tener una razón para
saltarse el último periodo.
|
—No debería ir allí contigo —le dije a Grace, que estaba de puntillas, estirando
las pantorrillas.

—Um, sí, deberías —dijo—. Eres parte del equipo.

—Corrí por ahí con un disfraz; ustedes hicieron el trabajo. Especialmente tú, tú
eres quien las condujo a la victoria. Perdí la cuenta de todos los puntos que anotaste.
—El equipo había ganado su partido del campeonato ayer.

Grace se puso las manos en las caderas.

—A, tus vítores nos ayudaron a motivarnos; eres totalmente miembro del
equipo de vóley. Lo sabes. Y, B —señaló al resto de los miembros del equipo, que
estaban paradas cerca de nosotras—, no fui solo yo; todo el equipo consiguió la
victoria.

Estaba siendo modesta.


—Sí, todas estuvieron genial —admití—, todas destruyeron a sus oponentes,
pero admite que estabas en llamas.

Una lenta sonrisa se extendió por su rostro.

—Estuve bien, ¿no?

—Más que bien.

—Cam —me llamó un Sam completamente disfrazado cuando las porristas se


movían a las gradas y el equipo de cross country tomaba la cancha central—.
¿Quieres ser Brooksy? —preguntó, quitándose la cabeza de tejón y dejándola caer a
mis pies.

Lo quería, pero no podía.

—No puede haber dos Brooksys juntos. Ramificaciones cósmicas. Posible


combustión espontánea. O peor —bromeé—, como tener dos Papá Noel en la misma
carroza del desfile de Macy's o dos Mickey Mouse en la misma área de Disney
World, frustrando esperanzas y sueños. Simplemente no se hace. Es prácticamente
sacrílego. |

—¿Terminaste? —preguntó, dándome una mirada en blanco, aparentemente no


lo divertí en absoluto.

Obviamente no estaba de humor para bromear.

—¿Por qué me quieres allá afuera? —pregunté.

—Porque —dijo, moviendo su peso hacia su lado derecho—, en el partido de


fútbol, me perdí un aterrizaje en una de mis volteretas y me torcí el tobillo. Pensé
que estaba bien, pero me está dando problemas. ¿Terminarías por mí?

No había forma de que dejara pasar esto. Pensé que había terminado de ser
Brooksy después del partido de campeonato de vóley. Este fue como mi último
hurra.

—Sí, devolví el disfraz, pero probablemente esté en la oficina del entrenador.


Puedo revisarlo.

Me despidió con su gran pata peluda.

—No hay tiempo suficiente para eso. Solo usa el mío. Se desabrochó la parte de
atrás de su disfraz de Brooksy y se lo quitó.

No quería entrar en esa cosa. Tenía sudor por todas partes. Los disfraces eran
del tipo barato; no teníamos los que tenían aire acondicionado en los parques de
atracciones. No tuve tiempo para debatir el tema. El equipo de vóley era el siguiente,
y si no quería perdérmelo, significaba usar el disfraz de Sam.

Era hora de respirar profundo. Me puse el traje y levanté la cabeza. Asco, asco,
asco. Respiré hondo y me lo puse.

—Y un aplauso para el equipo de vóley de Brooksvale —dijo el director, justo


cuando terminé de cambiarme—. ¡Las actuales campeonas estatales!

Mi preocupación por el sudor, el olor y la humedad se evaporaron cuando salí


corriendo con el equipo, con los brazos en el aire. Podría no tener la habilidad
gimnástica del Brooksy anterior, pero tenía una cantidad inigualable de entusiasmo. |

Una vez corrí alrededor del equipo y luego intenté hacer volteretas. Volteretas,
en el sentido más amplio de la palabra. Era más como moverse mientras estaba
encorvada y lanzaba una pierna en el aire, pero no importaba: la multitud estaba
vitoreando.

Me acerqué e intenté tomar a Grace. Quería llevarla por la habitación, darle el


hurra campeón completo.

—Para, para, para —dijo cuándo me puse en cuclillas y la rodeé—. De ninguna


manera vas a poder hacer esto. Tengo una mejor idea.

Antes de darme cuenta, estaba en el aire, ¡con el equipo sosteniéndome!

—¡Brooksy! —gritaron ellas.

—Rawrr, rawrr, rawrr, rawrr —dije, sacando mi horrible voz de tejón—.


¡Vamos, Brooksvale!

Todo el equipo cantó conmigo.

Cuando llegó el momento de que se sentaran, me bajaron para que pudiera hacer
lo mío con el siguiente grupo. Bailé, fingí estar en un partido imaginario con el
equipo de tenis, jugué con el equipo de golf y luego llegó la hora del fútbol.

Marc y su equipo corrieron, cantando “campeones”. También habían ganado el


campeonato por su división.

No lo dudé, no lo pensé dos veces: corrí y les choqué los cinco a cada uno de
ellos. Incluso a Todd, que había hablado sobre mí. Incluso a Vern, que había pasado
de ser amigo a fingir que no existía. Incluso a Marc, que me había roto el corazón.

Estaba harta de estar herida, enojada y resentida. Estos tipos ya no eran mis
amigos, pero tampoco necesitaban quitarme las energías.

Pasé de ellos a las personas en las gradas, donde orquesté una ola y otro canto
de “Brooksvale”. Todos participaron, y tuve la adrenalina que había llegado a amar
cada vez que estaba frente a una multitud. |

El resto de la reunión de animación pasó volando. Me quité la cabeza de Brooksy


cuando el director estaba haciendo sus comentarios finales, recordando a todos que
debían estar seguros este fin de semana, no beber, ni conducir mandando mensajes,
ni hacer travesuras, ya que también era Halloween.

Miré hacia las gradas, las filas de compañeros y amigos, nuevos y viejos, y no
pude evitar sonreír. Los últimos meses habían estado llenos de sorpresas, no todas
maravillosas, pero, considerando todo, el último año se estaba convirtiendo en uno
muy bueno.
Capítulo 32
La campana sonó después del mitin y todos salieron, listos para comenzar el fin
de semana. Mientras me dirigía a la oficina del entrenador para dejar el disfraz de
Brooksy de Sam, noté que Lissi estaba apoyada contra la pared, mirando las fotos
de su cámara. Ella no había usado su teléfono como la mayoría; tenía una cámara
profesional de verdad.

Desde que se había unido al anuario, no habíamos hablado. Todos nuestros


intercambios habían sido por correo electrónico, cada una trabajando por separado.
Sabía que eso necesitaba cambiar. Tomé una respiración profunda. Si podía ser
amable con Marc, podría ser amable con Lissi. Era hora de dejar de lado la historia,
o al menos intentarlo.

—¿Tienes buenas fotos? —pregunté mientras me acercaba a ella.


|
—¡Cam! —Parecía sorprendida de que estuviera hablando con ella, lo que no
habría sorprendido a nadie—. Um, sí. Aquí, mira. —Buscó una foto y me tendió la
cámara. Era yo hacía unos momentos en el mitin, sosteniendo la cabeza de Brooksy
y mirando a la multitud. Sonaba cursi, pero estaba radiante. Mi sonrisa era enorme,
y parecía que podría hacer cualquier cosa—. Es una gran foto tuya.

—¿Tú la sacaste? —le pregunté.

Lissi asintió con la cabeza

—Saqué un montón, pensé que podría conseguir algunas que sirvan para el
anuario. —Pasó una docena de fotos del mitin—. Hay muchas más.

—Son realmente buenas —dije.

—¿Eso crees? —Me dio una pequeña y cautelosa sonrisa.

—Sí.
—También tomé algunas en la fogata. Hice una página de maqueta del anuario
con algunas de las mejores, si quieres verla —dijo.

No podía creer lo que estaba a punto de decir, pero las palabras salieron de todos
modos.

—Eso sería genial. ¿Quizás algún día de la semana que viene podamos revisar
todo lo del anuario juntas, elegir algunas fotos y trabajar en el diseño? Quiero decir,
si quieres.

Ella asintió.

—Sí. Me gustaría eso.

—A mí también —dije, y la cosa era… creo que realmente lo decía en serio.

|
Capítulo 33
—Gracias por traerme —le dije a mi madre cuando salí del auto en la casa de
Gretchen Haskin para la fiesta de Halloween.

—¿Terri te llevará a casa? —preguntó.

—Sí —le aseguré. Mi hermana y yo habíamos decidido ir a algunas casas de


nuestro vecindario para pedir dulces antes de que nos encontráramos con nuestros
amigos. Realmente estaba tratando de hacer un esfuerzo para pasar más tiempo con
Jemma, que actualmente estaba en el asiento trasero con un disfraz de Batman,
metiéndose un mini Snickers en la boca.

—No te comas todos los dulces —le advertí.

Jemma miró mi atuendo de Alvin y las ardillas.


|
—Te estoy salvando la vida. Las ardillas no deberían comer chocolate. Es
veneno.

—Me arriesgaré —le dije.

—Intentaré guardarte un poco. No prometo nada. Necesito mi energía. Tengo


una ciudad que salvar.

Me reí.

—Diviértete esta noche.

—Igualmente.

Me despedí y me dirigí a la casa de Gretchen para encontrar a mis amigas


roedores.

No pude encontrarlas, pero sí vi a Darth Vader, o más bien a Luke con un disfraz
de Darth Vader.
—Hola —dije—. ¿Todo listo para el martes?

Extendió las manos hacia delante, pretendiendo estrangular algo.

—Por enésima vez, sí. La sala está preparada, Terri tendrá su exposición de arte.

—Lo sé, lo siento. —Lo había estado molestando mucho al respecto—. Todavía
no puedo creer que tu tía y tu tío nos permitan hacerlo. Gran pregunta. ¿Cómo los
convenciste?

—Usé la Fuerza —me informó, sacando su sable de luz y sosteniéndolo en el


aire.

—Lo que sea que funcione —le dije.

—¿Eh? —preguntó Terri, uniéndose a nosotros, envolviendo sus brazos


alrededor de mí. Le devolví el abrazo.

—Siento algo… —dijo Luke, citando una línea de Vader.

—Sí, sientes a la ardilla más genial de la casa, sin ofender, Cam.


|
—No lo hiciste. —Señalé mi disfraz—. Estoy bastante segura de que Alvin es
genial. Pero no te preocupes, Theodore intenta mucho serlo.

—Hazlo o no lo hagas —dijo Luke—. Pero no lo intentes.

Terri lo miró como si hablara griego.

—¿Qué?

—Está citando Star Wars —le expliqué.

—¿Cómo lo sabes tú? —preguntó Terri.

Le di la misma mirada que le había dado a Luke.

—No solo veo comedias románticas. Además, vimos Star Wars juntas.

—Cierto. Más o menos lo recuerdo —dijo.

—Pero el pobre Luke aquí eligió al Jedi equivocado. ¿Qué hay de tu tocayo?
—Solo quería imitar a mi padre.

Terri gimió.

—No sé cuánto de esto voy a poder soportar.

Luke levantó su sable de luz de nuevo y golpeó a Terri en sus hombros como si
la estuviera nombrando.

—Únete al Lado Oscuro. Es la única forma en que la puedes salvar a tus amigos.

—Oficialmente ingresé a la Central Nerd—dijo.

Luke volvió a ponerse el sable en el cinturón.

—No lo sé, estoy vestido como Darth Vader, y tú eres una ardilla. Es posible que
quieras repensar lo de la Central Nerd.

—Puede que él tenga un punto —le dije.

Terri se puso las manos en las caderas.

—Te diré que nuestros disfraces son geniales. Tienes que tener confianza para |
llevar un disfraz feo como este cuando todos los demás son un médico sexy,
bombero o incluso zombie.

Tenía razón, nuestros trajes definitivamente no entraban en la categoría sexy.


Eran leggins negros con camisetas gigantes sobre ellos. La de Terri era verde con
una T gigante (que había elegido por razones obvias), la de Grace era azul con una
S grande, y la mía era roja con una A grande. Grace y Terri también tenían orejas de
ardilla, mientras que yo tenía una gorra roja. Eso era casi todo nuestro atuendo,
aparte de los lentes de Simon de Grace.

—¿Dónde está Paisley? —preguntó Terri.

—Ella y uno de sus amigos están tratando de conseguir bebidas —dijo.

—Uh, quiero —dijo. Terri hizo un gesto hacia mí—. Vamos, nos dejará meternos;
no tendremos que esperar tanto tiempo.
Negué con mi cabeza.

—Vayan ustedes. Yo voy a buscar nuestra ardilla perdida. Todavía no he visto


a Grace.

Di la vuelta a la fiesta un par de veces, pero todavía no podía encontrarla, y no


contestaba sus mensajes de texto.

Cuando revisé mi teléfono por enésima vez, casi choqué con Avery. Estaba con
Nikki y un chico lindo. Realmente lindo. Era entre cinco y nueve años mayor, unos
ojos oscuros hermosos, piel morena clara, pómulos asesinos, rastas cortas y un
pequeño hoyuelo cuando sonreía. Parecía vagamente familiar, pero no podía ubicar
de dónde.

—Lo siento —le dije a Avery—, no estaba prestando atención en absoluto. —Le
eché un vistazo a su disfraz. Y al de Nikki—. ¡No! ¿En serio? Vinieron como
porristas. ¿Esta es su oportunidad de vestirse de algo más y vienen como ustedes
mismas?

—¿Cierto? —estuvo de acuerdo el chico—. Un desperdicio de Halloween. |


—Es lo que sucede cuando esperas hasta el último minuto para elegir un disfraz
—nos informó Avery.

—Pero tienes razón —bromeó Nikki—, realmente estamos perdiendo la


oportunidad de ser un roedor de dibujos animados o... —Miró al chico—. De nuevo,
¿quién se supone que eres?

—El Décimo Doctor.

—Lo que sea que eso signifique —dijo Nikki.

Avery se rio.

—Alguien no es fan de Doctor Who.

Se dio una palmada en el corazón.

—Me estás matando.


—Cam, este es mi primo Ty —dijo.

—¡¿El primo de la película?! —pregunté. ¡Por eso me resultaba familiar! Había


estado en la película de Netflix que Avery nos invitó a ver. Había rebobinado y
repetido la parte en la que salió cinco veces.

Bajó la cabeza.

—Culpable.

—¿Qué? —pregunté—. Estuviste bien. Ella nos hizo a todas mirarla.

—Avery, tenía una sola línea —dijo Ty—. ¿Hiciste que todos la vieran?

—¡Si! Fue una gran película —declaró—, y soy tu mayor fan. Si vivieras más
cerca, también te habría hecho sentarte allí mientras la veíamos. —Avery giró hacia
mí—. Ty está en la ciudad para el cumpleaños número cincuenta de mi papá
mañana.

Le palmeó el hombro.

—Lamento que hayas tenido que renunciar a una fiesta universitaria para |
quedarte atrapado en una de instituto.

—Oh, ¿estás en la universidad? —pregunté—. ¿A dónde vas?

—No —dijo Nikki, levantando sus manos en el aire, silenciándonos—. Nada de


hablar de la universidad. Finalmente terminé mi solicitud de Princeton, por muy
poco, y no quiero pensar en la universidad. Nada relacionado a la escuela, en
absoluto. No este fin de semana. Necesito un descanso. Por favooor.

Nikki estaba aplicando por solicitudes tempranas, y la fecha límite era mañana.
Había estado muy estresada en los últimos días.

—Está bien, está bien —le dije—. ¿Qué tal películas? ¿Está bien?

Nikki asintió con la cabeza.

—Aceptable.
—Bien, ¿te veremos en otra cosa? —le pregunté a Ty.

—No en la pantalla, pero estoy haciendo un musical en la esc… el lugar que no


se mencionará.

—¿Oh sí? ¿Qué espectáculo?

—Estoy en Mary Poppins.

—¡De ninguna manera! —grité—. Amo Mary Poppins. Fue el primer musical de
Broadway que vi. El único musical de Broadway, en realidad. ¿A quién representas?

—Bert.

Puede que haya dejado escapar un pequeño jadeo.

—Es mi favorito.

—El mío también.

—Chim chiminey, chim chiminey, chim chim cher-ee —canté, canalizando el


personaje del deshollinador.
|
—Y esa, mis amigos —anunció Nikki—, es mi señal para ir a tomar una copa.

Me puse las manos en las caderas.

—¿Estás diciendo que mi canto te está asustando?

Golpeó el borde de mi gorra para que cubriera mis ojos.

—Eso es exactamente lo que estoy diciendo.

Avery tomó el vaso de Ty.

—Voy a servirnos otros vasos. ¿Quieres algo, Cam?

Negué con la cabeza.

—Está bien, ya volvemos. —Nikki la condujo a la mesa de bebidas.

—Mi canto no fue tan malo —protesté una vez que solo éramos Ty y yo.
Ty guiñó un ojo.

—Me alegra que no estuvieras en las audiciones, me hubieras ganado el papel.

—Hubiera sido una dura competencia. Ya sabes, probablemente he visto la


película original cientos de veces.

—No le digas a nadie —dijo, inclinándose más cerca y susurrando—, pero no la


he visto.

—¿Qué? ¿No? ¡No! Tienes que verla. Dick Van Dyke es increíble.

Se rio. Fue una risa agradable, profunda, gutural.

—Lo sé, lo sé, lo sé.

—Prométeme que verás la película. Es muuuy buena.

—Lo prometo.

El ritmo familiar de Kevin Wayward comenzó a sonar, y Terri aulló. Pude ver sus
brazos levantados en el aire. No podía dejarla hacer nuestros movimientos sola.
|
—Ty, fue un placer conocerte, pero tengo un baile interpretativo que hacer.

Sabía que probablemente tenía preguntas, pero no tenía tiempo de responderlas.


No iba a elegir a un chico por encima de mi mejor amiga.

—¡No empieces sin mí! —grité mientras me dirigía hacia Terri. Levanté mis
brazos para que coincidieran con los de ella—. Nos falta una ardilla. ¿Dónde está
Simon?

—Por ahí.

—Necesitamos encontrarla. —Agarré la mano de Terri y realicé nuestro baile


interpretativo en el camino, deambulando tratando de encontrar a Grace.

La descubrimos en la esquina de la habitación besando a Derrick Walker, quien


estaba vestido como Harry Potter.

Solté un grito ahogado y me puse una mano sobre la boca. No quise interrumpir,
pero me escucharon. Ambos miraron en nuestra dirección.

—No te preocupes por nosotros —dije, alejando a Terri—. Vuelve a besar al


chico que vivió.

—Espera —gritó Grace—. Hola —dijo, uniéndose a nosotras.

—¿Por qué estás aquí? —le pregunté—. Ve a pasar el rato con Derrick.

—Eso… eso no es nada —dijo.

Terri movió las cejas.

—No parecía nada.

Grace se mordió el labio. Era lo que la delataba. Estaba escondiendo algo, algo
más que besarse con Derrick en la fiesta.

—¿Que está pasando? —pregunté—. Cada vez que menciono a Derrick, te pones
rara. Lo has estado haciendo durante semanas.

—Es solo, es solo… nada.


|
—Escúpelo —le dije.

—De acuerdo. —Parecía muy seria, pero todavía tenía los lentes de Simon
puestos. Hacía difícil mantener un rostro serio mientras la miraba.

—Vamos, no puede ser tan malo —le dije.

—Bueno... ¿Prometes que no te enojarás? —preguntó.

Ese nunca era un buen comienzo. No tenía idea de qué me esperaba. Cualquier
risa que estuviera sintiendo desapareció con sus últimas palabras.

—Solo dinos.

—Bueno. —Cerró los ojos con fuerza—. Derrick y yo somos algo serio. Más o
menos desde principios de año. Te iba a decir —dijo rápidamente, antes de que Terri
o yo pudiéramos interrumpir—. Fue solo que… estabas tan molesta por Marc, que
no quería presumir que tenía novio. Pensé en esperar un poco, y luego estabas
realmente decidida a encontrar a alguien nuevo, así que pensé por qué no esperar
hasta que lo encontraras. —Se detuvo un poco y abrió los ojos para mirarme—. Y
luego conociste a Spence, e iba a decir algo, pero oh, Dios. Está bien, no te lo tomes
a mal. No pensé que fuera bueno para ti, y me preocupaba que, si pensabas que tenía
novio, te quedarías más tiempo en la relación.

Me sentí insensible. Solo la miré y las palabras no dejaban de caer de su boca.

—Estabas tan empeñada en tener un novio y seguías diciendo que no tener uno
era lo peor, así que pensé que sería más fácil para ti si yo tampoco fuera parte de una
pareja.

Sentí que me había dejado caer un ladrillo de cemento en la cabeza.

—¿Has tenido novio y no nos lo dijiste?

—Quería.

Parecía que Terrie estaba a punto de decir algo, pero luego se detuvo.

La horrible sensación que estaba sobrepasando mi cuerpo se multiplicó. |


—Lo sabías, ¿no es así? —le pregunté.

—No la culpes —dijo Grace antes de que Terri pudiera responder—. Le rogué
que no lo dijera.

Me quité la gorra de la cabeza y la apreté con fuerza.

—¿Entonces le dijiste a ella y no a mí?

—Lo descubrió.

—Genial —dije, apretando la gorra—. No solo crees que no puedes decirme


cosas, sino que ni siquiera puedo descubrirlas por mi cuenta.

Grace negó con la cabeza.

—No es eso. Solo quería hacerte las cosas más sencillas.

—Somos amigas. Mejores amigas. Quiero que sean felices. No quiero que me
ocultes cosas. ¿Cómo puedes pensar que no hubiera querido escuchar sobre Derrick?

Agarró mis manos.

—Lo siento. Terri me dijo que te dijera. Solo pensé… no estaba pensando.

—¿Crees que soy tan mala amiga? —Estaba conteniendo las lágrimas. No podía
creer que no me lo hubiera dicho—. Hubiera estado emocionada por ti.

Grace apretó sus dedos alrededor de los míos.

—Lo sé, y eres una gran amiga. Estaba tratando de ser una. Quería estar allí para
ti.

—Es verdad —dijo Terri—. Sabía que harías preguntas y querrías escuchar todo.
Tenía miedo de que te fueras a casa y pensaras en lo que te estabas perdiendo.

¿Ese sentimiento de cuando Marc me dejó? Esto era algo cercano a eso.

—Lo siento —dijo Grace—. Tienes que perdonarme. ¿Por favor?

Asentí.
|
A pesar de estar en una habitación llena de gente, de repente me sentí muy sola.

—Voy a tomar un poco de aire —dije.

Después hui de la fiesta.


Capítulo 34
Me senté en los escalones frente a la casa de Gretchen. Ya no tenía ganas de estar
en la fiesta, pero no podía irme. Terri iba a llevarme a casa.

Me ajusté la chaqueta.

—¿Cam?

Pensé que sería Grace o Terri, pero era Avery, que venía a rescatarme una vez
más. Su primo estaba con ella.

—Te vi correr hacia aquí, ¿estás bien? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—Pero lo estaré.

—¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Quieres salir de aquí? ¿Necesitas que te |
lleven?

Le sonreí. A pesar de estar vestida como animadora, realmente era la Mujer


Maravilla.

—No vas a dejar esta fiesta por mí. Solo voy a llamar a mis padres; vendrán a
buscarme.

—Podemos llevarte. Ty solo tomó Coca-Cola Light; está totalmente bien para
conducir. ¿Cierto?

Asintió.

¿Ahora también estaba arruinando la noche de Avery? Realmente era una amiga
asquerosa.

—No, has estado hablando de esta fiesta toda la semana. No te la vas a perder.
—Yo podría llevarte —dijo Ty—. Estoy listo para irme. Me estarías haciendo un
favor. A Avery también. Ha tenido que cuidar de mí toda la noche, y estoy bastante
seguro de que eso ha impedido que algunos chicos vinieran a hablar con ella.

No estaba segura de si solo estaba siendo amable o si lo decía en serio.

—Vamos. —Extendió su mano para ayudarme a levantarme—. Me iba a ir de


esta cosa pronto, de todos modos.

Tomé su mano y me puse de pie.

—¿Cómo vas a llegar a casa? —le pregunté a Avery.

—Terri me vio venir afuera. Me envió un mensaje de texto. Acabo de contestarle.


Le dije que mi primo te llevará a casa y me dijo que nos llevaría a Nikki y a mí. ¿De
acuerdo?

—Sí, gracias.

Ty giró hacia Avery.

—Si algo sucede o está bebiendo, envíame un mensaje. Vendré a buscarte. |

Avery le apretó el brazo.

—A veces entra en el modo primo-barra-hermano mayor.

—Tengo que cuidar a mi mayor admiradora —dijo, y se despidió de Avery.

Yo también, y unos minutos después estaba dándole direcciones a Ty para llegar


a mi casa.

—Ya sabes —dijo—, si quieres hablar de eso con alguien que no esté involucrado
en la situación, o para distraerte, tengo unas horas que matar. Podríamos ir por algo
para comer.

Juro que Avery y su familia eran como mis ángeles guardianes, que se lanzaban
a mi rescate cuando estaba en mi punto más bajo.

—No tienes que hacer eso.


—Lo sé. También es por mí. Mis otras opciones son volver a la fiesta y seguir a
mi prima un poco más o quedarme sentado solo en la casa de Avery. Sus padres y
los míos se fueron al cine.

—Si realmente quieres hacer algo —le dije—, tengo una idea.

—¿Sí?

—Podríamos ver Mary Poppins.

En su rostro apareció en una sonrisa.

—Suena perfecto.

—¿Cam? —dijo mi madre cuando abrí la puerta—. Estás en casa temprano. —


Abrió mucho los ojos y se llevó la mano a la nariz, donde tenía una mascarilla para
los poros, cuando vio a Ty. También tenía una en la frente y otra en la barbilla—.
Oh, no me di cuenta de que tenías compañía. Hola.

Quería preguntarle si eso era lo que se había puesto para ahuyentar a los niños
de que venían a pedir dulce o truco, pero no quería avergonzarla más de lo que ya |
estaba. En realidad debería haberle avisado de que iba a traer a alguien.

—Mamá, este es Ty, primo de Avery. ¿Está bien si vemos Mary Poppins?

—Por supuesto.

Parecía tener un millón de preguntas. No la culpaba. Debía parecer extraño que


hubiera abandonado una fiesta de Halloween con mis amigas para volver a casa a
ver una película infantil con un extraño. Lo que fuese que estuviera pensando, ya
fuera sobre Ty, yo o sus mascarillas para poros, no dijo nada. Solo regresó a su
habitación, lo cual aprecié. Lo bueno era que Jemma estaba pasando la noche en casa
de una amiga, así que tampoco iba a obtener un interrogatorio de ella.

Busqué algunas bebidas y palomitas de maíz y preparé la película.

—¿Cam? —preguntó Ty.

Me había despistado por un minuto.


—Lo siento, mi mente está en un millón de lugares.

Me miró, esperando que continuara, y lo hice. Todo lo que había pasado se


derramó de mí.

—Odio que no me lo hayan dicho. Siempre nos contamos todo. Desde siempre.

—¿Hace mucho que son amigas? —preguntó.

Asentí.

—Hace nueve años, en serio quería estar en las Chicas Scouts, pero la tropa se
reunía los martes después de la escuela y tenía lecciones de hebreo. Todas en mi
clase estaban en la tropa, excepto Grace. Ella tenía lecciones de coreano ese día. Las
dos nos sentíamos excluidas. Para animarnos, la Sra. Kim y mi madre decidieron
que después de nuestras respectivas clases, deberíamos salir a tomar un helado.
Unos meses más tarde, Terri se mudó a la misma calle de Grace. La Sra. Kim sugirió
que se uniera a nosotras para poder conocer a algunas niñas en la ciudad.
Terminamos convirtiéndonos en mejores amigas. —Agarré un pañuelo y me soné la
nariz—. Quiero decir, ¿qué tipo de persona creen que soy? ¿No saben que quiero |
que sean felices?

—Es una mierda —dijo—. Pero sí creo que lo saben. Creo que estaban
preocupadas por ti y pensaban que estaban haciendo lo correcto, que te estaban
ayudando.

Tal vez él tuviera razón, pero seguía odiando cómo lo habían hecho. Ocultarme
cosas no era la forma de ayudarme. Marc me había mentido; no necesitaba que mis
amigas también lo hicieran.

—¿Vas a hablar con ellas? Eso podría ayudar.

Me limpié la nariz.

—Sí, pero necesito un poco de tiempo. Necesito calmarme. —Me dolió que
pensaran que me preocupaba más por mi vida amorosa que por ellas.

Encendí la película y, durante las siguientes dos horas y más, pude dejarme
llevar por el mundo de Mary Poppins.

—Bien —dijo Ty cuando terminó—. Tenías razón. Eso fue genial. Dick Van Dyke
estuvo brillante.

—Te lo dije —dije, ya sintiéndome un poco mejor. Algunos


supercalifragilisticoespialidosos lograban eso—. ¿Has oído la teoría de Mary Poppins?
—le pregunté.

—No. —Se inclinó hacia delante, con los codos sobre las rodillas, esperando que
se la explicara.

—Dicen que ella era la niñera de Bert cuando él era un niño. Es por eso que él
sabe todo sobre su magia y la palabra supercalifragilisticoespialidoso. Él incluso dice
algo sobre aprenderla cuando era "solo un muchacho".

Él se recostó.

—Oh, Dios mío. Eso tiene mucho sentido. Nunca habría pensado en eso. En todo
caso, pensé que iba a ocurrir un romance entre los dos.
|
—Sí, la escritora de los libros de Mary Poppins insistió en que Disney eliminara
cualquier rastro de romance de la película.

Se llevó las manos a las sienes y las expandió como si le explotara la cabeza.

—Esto me hará darle una mirada completamente nueva al personaje; podría


cambiar toda la dinámica. Me diste mucho en qué pensar.

—Bueno, hiciste lo mismo por mí. Gracias por escucharme hablar de mis amigas.

—Por supuesto.

Lo acompañé hasta la puerta y nos despedimos.

—Buena suerte con todo —dijo Ty—. Y para que lo sepas, por lo que puedo
decir, eres una buena amiga. Avery no saldría con nadie que no lo fuera.

—Gracias —le dije.


Lo vi subir al auto, y luego subí a mi habitación. Realmente esperaba que tuviera
razón.

|
Capítulo 35
GRACE

NO VAS A TOMAR EL AUTOBÚS.

TERRI

ESTO SE ESTÁ VOLVIENDO RIDÍCULO, CAM.

NECESITAS HABLAR CON NOSOTRAS.

Grace y Terri me habían enviado muchos mensajes durante el fin de semana,


pero seguía diciéndoles que solo necesitaba tiempo. Dijeron que lo entendían, pero
parecía que la comprensión se había agotado ahora que era lunes por la mañana y
que debíamos regresar a la escuela.

Aunque no estuviera hablando con ellas, había estado pensando en ellas todos |
estos días. Eran prácticamente lo único en lo que pensaba. Seguía reviviendo lo que
había sucedido una y otra vez, tratando de descubrir cómo habíamos llegado a un
lugar donde sentían que no podían ser honestas conmigo. Entre eso y poner los
toques finales a los letreros y al programa para la exhibición de arte de Terri, mi
cerebro estuvo lleno todo el fin de semana con un ciclo de noticias de veinticuatro
horas sobre Grace y Terri.

Miré por la ventana del autobús escolar, observando los árboles pasar
rápidamente, tratando de averiguar qué decir antes de escribir. No sabía qué decir,
pero respondí de todos modos.

LO SÉ. LO HARÉ. DIJERON QUE LO ENTENDÍAN Y QUE ME DARÍAN ALGO DE ESPACIO.

TERRI

Y LO HICIMOS. NO NOS PASAMOS DURANTE EL FIN DE SEMANA. PERO NECESITAMOS


DISCUTIR ESTO. ESTAREMOS AHÍ EN 15 PARA RECOGERTE.
Llegaban tarde.

YA ESTOY EN EL BUS. HABLAMOS DESPUÉS DE LA COSA DE TERRI.

GRACE

¡¡¡¡¡PERO ESO ES MAÑANA A LA NOCHE!!!!!

SÍ, Y QUIERO QUE ESO SEA LO IMPORTANTE. NO LO QUE ESTÁ PASANDO ENTRE
NOSOTRAS.

GRACE

TERRI

Lo que sea que fueran a decir, cambiaron de opinión, y me sentí aliviada. No


estaba lista para una conversación real, y lo que había dicho era en serio: quería que
la exposición de arte fuera el centro de atención, no nuestros problemas.
|
Obviamente, el dolor que sentía por lo sucedido todavía no había desaparecido, pero
aun así quería asegurarme de que todo saliera bien mañana por la noche. Para mí
era importante que Terri fuera a la universidad de sus sueños. Quería eso para ella,
y quería ayudar a hacerlo realidad. Por ahora, eso significaba no hablar de lo que
había sucedido entre nosotras. No iba a arriesgarme a que alguna dijera algo de lo
que nos arrepentiríamos, o que las emociones se salieran de control. Era mejor
esperar, simplemente posponer todo hasta que terminara la exposición.

El autobús llegó a la escuela y me fui con el resto de los estudiantes. Si alguien


pensó que era inusual que hubiera tomado el autobús, no lo comentaron. Ni siquiera
parecieron notarme; era como si fuera invisible. Era como esperaba permanecer el
resto del día.

Evité mi casillero, temiendo que mis amigas me estuvieran esperando, me alejé


de los pasillos que sabía que tomaban y esperé hasta el último minuto posible para
llegar a cualquier clase que compartiéramos. Sentí que Terri me estaba mirando en
el primer periodo, en estadísticas, pero tuve cuidado de nunca mirar completamente
en su dirección.

Era como esquivar a Marc de nuevo, solo que peor. Esto era jugar a mantener
lejos a mis dos mejores amigas.

Me estaban esperando al final del último periodo, pasando por la clase de la Sra.
Jackson. Sin querer las miré directamente. No podía fingir que no las había visto, así
que saludé con la mano y sonreí mansamente.

—Las veo mañana por la noche —dije, sin parar para conversar.

Si intentaron responder, no podría decirlo; los pasillos se llenaron bastante


rápido, y me dejé atrapar en la confusión hacia la salida.

Me sentía vacía. No tener a Grace y a Terri para hablar era un sentimiento


extraño. Un día más. Podría hacer esto. La exhibición de arte estaba casi aquí, y luego
todas hablaríamos, pelearíamos o lo que fuera necesario para resolver las cosas.

Regresé al autobús. Lo había tomado más hoy que en todo el año.


|
—¿Cam?

Mi cabeza se sacudió ante el sonido de mi nombre.

—¿Lissi?

—Hola —dijo.

Tomé asiento detrás de ella.

—Hola. No sabía que estabas en este autobús.

—Sí, lo tomo cuando Ma… quiero decir, cuando no tengo quien llevarme a casa.

Pensé que la idea de que Marc la llevara a casa, algo que siempre había hecho
por mí, me habría hecho sentir triste, pero no fue así. No sentí nada. No se trataba
de eso, de todos modos.

—Nunca te he visto aquí —continuó.


—Terri y Grace generalmente me llevan y traen de la escuela.

—Bien —dijo, y luego hubo una pausa larga e incómoda cuando el autobús
arrancó. Hablaban mucho a nuestro alrededor, pero Lissi y yo solo nos quedamos
sentadas allí.

—Estoy en Greenwillow Boulevard —ofreció, rompiendo nuestro silencio.

Oh. Vivía cerca, muy cerca.

—Estoy a dos calles, en Quietbrook. —Alzó las cejas—. Sí. —Estoy bastante
segura de que mi rostro coincidía con su expresión de sorpresa—. ¿Quién sabe?
Supongo que esto nos hará más fácil trabajar en el anuario.

Me dio una sonrisa tentativa.

—Tú, um, mencionaste reunirnos esta semana, ¿verdad? Ahora que vóley
terminó, tengo mucho más tiempo disponible, así que avísame cuándo.

Le había dicho eso. Me encogí de hombros. No había mejor momento que el


presente. |
—Si estás libre hoy, puedes venir cuando quieras.

Lissi arrugó ligeramente la nariz mientras consideraba mi oferta, y luego asintió.

—Vamos a hacerlo.

—Bien —estuve de acuerdo.

Lissi y yo acabábamos de hacer planes oficiales para pasar el rato.

¿Qué está pasando? ¿Estaba ignorando a mis mejores amigas y saliendo con mi
ex archienemiga? También podría haber estado en un episodio de Stranger Things,
porque definitivamente sentía que vivía en el Mundo del Revés.
Capítulo 36
Lissi y yo planeamos encontrarnos en mi casa después de que termináramos de
cenar, y justo a las siete y media llamaron a la puerta.

Atendió mi hermana.

—¡Tienes que estar bromeando! Eres ella ¿no? —preguntó Jemma, bloqueando
la entrada.

Oh no.

—¿Qué? —preguntó Lissi.

—Te vi en GroupIt. Tú eres la que se robó a Marc.

—¡Jemma! —grité, bajando de prisa las escaleras—. Vamos. —La empujé fuera
del camino, pero eso no le impidió mirar mal a Lissi. Qué gran comienzo para la |
noche.

Jemma se asomó por detrás de mí.

—¿Por qué estás aquí? ¿De verdad crees que Cam quiere tener algo que ver
contigo? Capta la indirecta.

—¡Mamá! —grité mientras fulminaba con la mirada a mi hermana—. ¿Podrías


por favor llevarte a tu hija?

—Jemma, ven aquí —gritó mi madre.

Mi hermana salió de la habitación, pero no sin hacer un espectáculo más grande.


Puso dos dedos sus ojos y luego los apuntó a Lissi, advirtiéndole que la estaba
vigilando.

Mortificante. Realmente no había otra palabra.


—Lo siento mucho —le dije a Lissi—. Por favor ignora a mi hermana. Yo lo hago.

Sabía que Jemma pensaba que me estaba protegiendo, pero acababa de


empeorar una noche de por sí incómoda.

—Puedo irme —dijo Lissi. Tiró de un mechón de su cabello, girándolo alrededor


de su dedo con tanta fuerza que pensé que iba a perder circulación.

Negué con la cabeza.

—No, te quiero aquí. Me viene bieen la ayuda. Tengo las páginas que enviaste
en mi computadora —le dije, intentando fingir que el incidente con mi hermana no
había sucedido—. ¿Por qué no vamos a echar un vistazo?

Lissi me siguió escaleras arriba.

—¿Puedo traerte algo? —pregunté, aunque cualquier intento de ser una


anfitriona amable se vería ensombrecido por lo que había sucedido en la entrada—.
¿Soda, agua, algún refrigerio?

—No, estoy bien —dijo, sin mirarme a los ojos. |


Sí, esto no era incómodo en absoluto.

—Toma asiento, ponte cómoda. —Traje una silla extra para que pudiéramos
sentarnos frente a la computadora.

La atrapé mirando mi pared de fotos. Todavía había algunas de Marc, algunas


fotos grupales que no pude destruir. Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando,
cambió su enfoque a la computadora.

—Esta foto es mi favorita —dijo, señalando a una de las de Avery a mitad de un


salto durante el mitin—, pero la luz está apagada.

—Puedo arreglarlo —dije, abriendo Photoshop. Un par de clics y la imagen era


perfecta.

—Oh, vaya, eres realmente buena en eso —dijo.


—Gracias.

Intercambiamos un par de imágenes, fijamos el color en algunas otras, pero no


hablamos mucho. Cuando teníamos algo que decir, se trataba del trabajo, pero
incluso esa conversación se veía frustrada.

—Está bien —dijo Lissi, después de unos diez minutos de pura tensión—.
¿Vamos a hablar de eso o qué?

—¿Qué quieres decir?

Me dio una mirada. Sabía exactamente de qué estaba hablando, el elefante en la


habitación.

—¿De qué hay que hablar? —pregunté. Nos llevábamos bien. Lo suficiente como
para mantener una relación de trabajo, de todos modos. ¿Por qué inclinar el bote?

Se encogió de hombros.

—No lo sé. ¿Por qué quería trabajar en el anuario o qué pasó con Marc? Si la
situación fuera al revés, tendría algunas preguntas. |
Tuve que apretar las manos contra mis piernas para evitar que
temblaran. Estúpido tic nervioso. La verdad era que había cosas que quería saber, pero
realmente no quería obtener la información de Lissi. ¿Sería honesta?

Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza. Marc no había respondido a lo


que le había preguntado la noche que terminamos, quería saber algunas cosas. La
curiosidad se apoderó de mí. Comencé con una pregunta fácil.

—¿Por qué aceptaste trabajar en el anuario?

Lissi se encogió de hombros.

—Me gusta tomar fotos y jugar con el diseño. Lo hacía en mi antigua escuela, y
supongo que se sentía como una forma de recuperar mi vida. Mudarse aquí al
comienzo del último año no fue mi elección. Cuando descubrí que eras tú la
encargada del anuario, no iba a unirme. Pero luego la Sra. Jackson se acercó a mí de
nuevo y no sé. Ya había renunciado a tanto por mudarme aquí. No quería perderme
otra cosa. Y si soy sincera, una pequeña parte de mí tenía curiosidad.

—¿Curiosidad?

—Acerca de ti. Saliste con Marc, Grace hablaba de ti todo el tiempo, al igual que
las demás en el equipo. Incluso los jugadores de fútbol contaban historias sobre ti.
Buenas —aclaró.

Pensé que se habían olvidado de mí. Cuando Marc me dejó, fue como si ellos
también.

—¿Cuándo se conocieron? —solté—. Tú y Marc.

Eso era lo que realmente quería saber.

Respiró hondo.

—A comienzos del verano. Había ido a la escuela para hablar sobre formar parte
del equipo de vóley y algunas otras cosas. Me topé con él cuando me fui; había
terminado la práctica de fútbol. |
Una parte de mí no quería escuchar el resto de esto, pero la otra parte de mí tenía
que saberlo.

—¿Cuándo empezaron a salir? ¿Sabías de mí?

Lissi se mordió el labio inferior antes de continuar.

—No fue de inmediato. Solo hablábamos al principio. No conocía a nadie más


aquí, y era alguien con quien pasar el rato, pero se convirtió en algo más. No sabía
de ti. Al inicio no, pero… —Miró hacia otro lado—. Me besó, o comenzó a hacerlo,
antes de alejarse. Dijo que tenía novia, pero que se había acabado y que planeaba
terminarlo, pero que quería hacerlo en persona. Dijo que estabas en el campamento
y que no era justo hacerlo por teléfono. Dijo que lo haría cuando volvieras.

¿Marc no podía hacerlo por teléfono, pero podía hacerlo en medio de un


restaurante lleno de gente? Tenía un hueco en el estómago y estaba creciendo.
—Sin embargo, no lo hizo. Estuvimos saliendo cuando regresé, y durante toda
la primera semana de clases, nunca dijo nada. Ni una palabra sobre ti o sobre la
ruptura. Fingió que todo era como siempre había sido.

Lissi asintió con la cabeza.

—Lo sé. Estaba tratando de encontrar el momento adecuado. Peleamos por eso.
Le dije que no era justo, ni para ti ni para mí, y que tenía que decirte o que lo nuestro
se había acabado.

No supe qué decir. ¿Cuánto tiempo me habría... nos habría... engañado?

—Realmente lo siento —dijo.

—¡Deberías! —gritó Jemma.

Me levanté y abrí la puerta.

—¡Vete! —grité y cerré la puerta de nuevo.

Negué con la cabeza.


|
—Lo juro.

—Es linda —dijo Lissi—. Está tratando de protegerte.

Al menos Jemma había logrado romper la tensión, momentáneamente, de todos


modos. Todavía tenía preguntas que necesitaban respuestas.

Me senté de nuevo y miré a Lissi directamente a los ojos.

—Había fotos mías y de Marc por todos lados. ¿Nunca lo viste en GroupIt o
seguiste alguna de sus páginas? —pregunté—. Nos habrías visto. ¿Por qué querrías
estar con alguien que engañaba a su novia?

Tragó saliva.

—Vi fotos tuyas, pero pensé que eran del pasado o que eras solo una de sus
mejores amigas. Supongo que realmente no lo pensé… o no quise. Cuando dijo algo,
ya era demasiado tarde. Me gustaba. Mucho. Y no te conocía. No era como si
fuéramos amigas. Además, me dijo que incluso si yo no hubiera aparecido, quería
terminar las cosas contigo, y le creí.

Eso dolió. ¿Habría terminado las cosas de todos modos? ¿Era cierto o solo era
algo que le había dicho? De cualquier manera, apestaba.

Esto no es culpa de Lissi, me recordé.

Aun así... dejé escapar un largo suspiro.

—Desearía que no hubiera pasado de esta manera —dijo.

Eso nos hacía dos.

—Y sabes —dijo, dándome una sonrisa esperanzada—, mi tía se casó con el


exnovio de mi madre y todos se llevan muy bien, podía suceder. Quizás nosotras
también podamos. —Levantó los dedos cruzados.

Estaba intentando, le concedía eso.

—Supongo que nunca se sabe —le dije. No estaba de acuerdo con la idea, pero
tampoco la descartaría. No estaba segura de qué más decir, así que Lissi y yo |
volvimos a centrarnos en el anuario.

Todavía era raro, pero me sentía más tranquila.

Trabajamos constantemente durante dos horas. Mantuvimos la conversación


sobre la tarea en cuestión, y luego sonó el teléfono de Lissi.

—Lo siento —dijo, tratando de apagarlo.

Reconocí el tono de llamada.

—¿No es Alfie’s Song (Not So Typical Love Song)?

Se encogió de hombros.

—Sí, puede que esté un poco obsesionada con Love, Simon.

—Dios mío. Me encanta esa película. Soy la mayor fan de las comedias
románticas que jamás hayas conocido.
—¿Si? —sonrió—. Yo también. No me canso de verlas. Películas, programas de
televisión, libros, lo que sea. Incluso me compré el paquete de romance en Audio, y
trato de escucharlo siempre que puedo, incluso cuando camino de una clase a otra.

—Esa es una buena idea. —Había estado perdiendo mucho tiempo sin hacer eso.

Durante la siguiente hora terminamos hablando de nuestros libros y películas


favoritas.

Cuando se fue, abrí la página GroupIt de Lissi. La ira y el resentimiento que


había sentido durante los últimos meses se habían evaporado.

Mi dedo se cernía sobre el ícono de solicitud de amistad.

Lo apreté.

Un par de minutos después, apareció una nueva notificación.

Decía: Tú y Lissi Crandall ahora son amigas.

Sonreí. A veces la vida tenía formas de sorprenderte.


|
Capítulo 37
El martes, pasé otro día escolar sin estar con Terri y Grace. Nos mensajeamos un
poco, pero solo para aseguramos de que todo estuviera bien para el plan de
conseguir que los padres de Terri apoyaran la escuela de arte. Grace dijo que había
dejado todas las obras de arte en el restaurante anoche (asaltó el sótano de los Marins
mientras Terri estaba en una cita), y Terri confirmó (nuevamente) que ella y sus
padres asistirían, aunque todavía no tenían idea exactamente de que habían
aceptado la invitación (Grace se había quedado boquiabierta cuando el Sr. Marin le
preguntó por qué necesitaba el arte, solo revelando que era parte de la sorpresa).
Aparte de eso, no nos comunicamos en absoluto.

A pesar de todo, todavía estaba emocionada por el espectáculo. Terri y el resto


de los Marins no llegarían al restaurante hasta las seis de la noche. Grace y Luke
llegarían a las cinco para ayudar a arreglar todo, pero yo llegué a las cuatro. Pensé
|
que podría hacer todo antes de que llegaran y evitar cualquier incomodidad.

Después de colgar una última pintura en la pared, me paré en el centro de la


habitación y admiré la pantalla.

Me cubrí la boca con la mano. El lugar se veía increíble. Terri era tan talentosa.
Sus padres tenían que dejarla seguir su pasión. Era demasiado buena para renunciar
a sus sueños.

Revisé la hora. Eran casi las cinco. Salí del restaurante y no volví hasta poco
antes de las seis.

—¡Cam! —dijo Grace cuando volví a entrar.

—Hola.

Se mordió el labio.

—¿Podemos hablar?
—Sí. Después. —Señalé afuera—. Quiero esperar a los Marines. Escoltarlos en la
entrada.

Grace no se opuso, pero parecía que quería hacerlo. Me mataba ser tan cortante
con ella, pero tenía que serlo. No quería quebrarme; necesitaba estar ahí para Terri.
El día de hoy era sobre ella y su arte, no sobre mí y mi drama.

Terri y su familia llegaron justo a tiempo. Puse mi sonrisa más grande y los invité
adentro.

Luke y Grace esperaban junto a la entrada de la trastienda.

—¿De qué se trata todo esto? —preguntó el señor Marin.

—Bienvenido a la primera exposición de arte de Terri —le dije.

Luke les hizo un gesto para que entraran. Todos lo seguimos.

Terri se dio vuelta y nos miró a nosotros y a todos los cuadros colocados
alrededor de la habitación. La expresión de su rostro no decepcionó. Fue mejor de
lo que había imaginado. Asombro, orgullo, confusión y felicidad, todos juntos. Su |
boca se abrió como si fuera a decir algo, pero no salieron palabras. Por una vez en
su vida, Terri no tenía nada que decir. Estaba sin palabras.

Les entregué a ella y a sus padres un pequeño folleto. La portada tenía una de
sus pinturas, una pieza intrincada compuesta por miles de puntos que había hecho
en la clase de arte. Debajo estaba la fecha, el lugar y el nombre del evento: El show de
arte de Terri Marin: Una exhibición de Nueva York.

—Deberían caminar, echar un vistazo a todo —les dije.

Habíamos elegido una variedad de piezas: acuarelas, retratos, abstractos y


esculturas. Su familia había visto la mayoría de ellos antes, pero no expuestos así.
Esto era sorprendente.

—Cam —dijo Terri, acercándose, pero no la dejé terminar.

—Ve —susurré—. Dales a tus padres un recorrido. Muéstrales lo importante que


es esto para ti. Y has que lean los letreros y miren el folleto.

Parecía aturdida, pero los llevó a la primera pieza. Era una escultura de aspecto
realista de la cabeza de una mujer. Al lado de cada pieza había un cartel con carreras
con las que podrías terminar cuando tenías habilidades como las de Terri. Para el
letrero de esa escultura en particular, había escrito sobre la película Ant-Man. Salir
con Spence había resultado valioso al final. Después de ver a Ant-Man, me mostró
cómo a menudo usaban modelos para hacer que el personaje principal se viera
grande o pequeño.

Terri dijo que el principal argumento de sus padres para no querer que fuera a
una escuela de arte era que temían que no consiguiera un buen trabajo. Querían que
tuviera algo a lo que recurrir. Así que decidí resaltar los trabajos que podrías
conseguir gracias a las artes.

Incluí muchas posibilidades: diseñador de sitios web, diseñador gráfico,


dibujante, animador, director artístico en una agencia de publicidad o editorial,
diseñador de videojuegos. Realización de logotipos para marcas, portadas de libros,
y así sucesivamente. |

En el folleto también escribí sobre cómo Terri aprendería nuevas habilidades


como el renderizado 3D y la impresión 3D y estaría lista para lanzarse a nuevos
mercados.

Incluí una historia contada por Jim Carrey, donde habló sobre cómo su padre no
siguió su propio sueño de ser un comediante. Se decidió por el “trabajo seguro” y se
convirtió en contador. Lo despidieron. Pensé que la cita de Carrey era bastante
poderosa. Dijo: Aprendí muchas grandes lecciones de mi padre, entre las cuales se
encuentra que puedes fracasar en lo que no quieres, así que también puedes arriesgarte a hacer
lo que amas.

Luego, en la última página, les recordé que, si las humanidades fueran tan
importantes para ellos, deberían dejarla postularse a RISD, ya que los estudiantes
allí podrían matricularse en clases en Brown.

Esperaba que ayudara al caso de Terri.


Sus padres pasaron una buena media hora caminando y asimilando todo. Todos
los observamos en silencio, esperando que dejaran que su hija siguiera su llamado.

La señora Marin palmeó el programa.

—Veremos esto con más detalle cuando lleguemos a casa. Ciertamente nos diste
mucho para considerar.

—La noche no ha terminado —dijo Luke—. Si me siguen, los llevaré a su mesa


para la cena, cortesía del restaurante.

—¡Luke! —dijo Terri—. No tienes que hacer eso.

—Eres una de mis mejores amigas y esta es tu primera exposición de arte. Sí. —
Le guiñó un ojo—. Considéralo tu regalo de cumpleaños, Navidad y graduación.

—Es demasiado —dijo—. No podemos aceptarlo.

—Mejor que lo hagas —dijo Luke, riendo—. Acepté trabajar en la víspera de


Año Nuevo para que esto suceda, no hagas que sea al vicio. Paisley nos destruirá a
los dos. |
—Gracias —dijo, y lo besó en la mejilla. Luego se giró hacia sus padres—. Mamá,
papá, ¿pueden ir con Luke? Estaré allí en un minuto.

Lo siguieron afuera.

Grace, Terri y yo nos quedamos en la galería.

—Chicas —dijo Terri, las lágrimas corrían por su rostro—. No sé qué decir.

—¿Tomo eso como lágrimas de felicidad? —preguntó Grace.

—Sí. —La voz de Terri era tranquila—. ¿Por qué… cómo… cuándo hicieron
esto? —tartamudeó.

—¿Por qué? —respondí—. Porque te amamos y prometimos que te ayudaríamos


a convencer a tus padres.

Se secó los ojos.


—Debería haber esperado que la reina de comedia romántica hiciera un gran
gesto como este. —Terri se abanicó con el folleto para calmar sus lágrimas. No
funcionó.

—Mis padres dijeron que están sorprendidos por lo mucho que se preocupan
por mí, pero yo no. Lo sabía. Siempre lo he sabido.

Grace sollozó, las lágrimas rodaban por su rostro también.

—Lo mismo digo. —Se giró hacia mí—. Cam, nunca pensé que fueras una mala
amiga. Por favor no pienses eso. Solo fui estúpida. Pensé que te estaba haciendo las
cosas más fáciles.

Ahora yo también estaba llorando.

—Pero primero Marc me estaba ocultando cosas, luego tú. No sé… me hizo
sentir que no era suficiente y que pensabas que perseguir a un tipo significaba más
para mí que tú.

Negó con la cabeza.


|
—Nunca. —Me dio un abrazo y Terri nos abrazó a las dos—. Lo digo en serio.

—Yo también —dijo Terri—. Esto de no hablar me ha estado matando. Necesito


mis actualizaciones de Cam.

—Y yo las necesito a ustedes, chicas —dije. Todavía estábamos paradas allí,


abrazadas, llorando. Era bueno que estuviéramos en una habitación privada;
probablemente hubiéramos asustado al resto del restaurante.

Miré a Grace.

—Sabes que quiero que seas feliz, ¿verdad? Estoy emocionada por ti y Derrick.
Quiero escuchar los detalles y todo eso.

—Lo sé, y lo harás. Lo siento. ¿Estamos bien? —preguntó Grace.

—Sí —dije—. Solo promete no habrá más secretos.


—Lo prometo —dijo Grace, soltándose y secándose los ojos.

—Bueno… —dijo Terri, retrocediendo—. Si no vamos a guardar más secretos,


creo que deberíamos hacerte saber una cosa más.

Se me revolvió el estómago.

—¿Qué?

Terri saltó de arriba abajo.

Mi mareo dio paso a la curiosidad. Por la forma en que estaba actuando,


definitivamente no parecía que fuera una mala revelación.

—Tenemos una sorpresa. Hemos estado trabajando con tus padres para que nos
dejen ir un fin de semana de chicas a la ciudad de Nueva York durante el fin de
semana de Acción de Gracias —chilló—. Podremos buscar universidades para ti,
pasar el rato, ver la ciudad.

Me cubrí el rostro con las manos; las lágrimas ahora venían más rápido.

—No lo hicieron. |

—Lo hicimos —dijo Grace, apretando mi hombro—. Supongo que no eres la


única que sabe hacer un gran gesto.
Capítulo 38
Marc salía de la clase de arte justo cuando yo pasaba por ahí al final del día del
viernes. Podía sentir sus ojos en los míos.

—¿Qué? —Me detuve y me di la vuelta hacia él.

—Nada.

Desde la fogata, lo había atrapado mirándome todo el tiempo. En el almuerzo,


en los pasillos, e incluso el estacionamiento.

—Te he visto más este último par de semanas que en los últimos dos meses. ¿De
qué se trata? ¿Por qué sigues mirándome?

—No lo hago. —Se frotó el cuello. Algo pasaba. Eché un vistazo dentro del aula
de arte. La Sra. Winters y el resto de la clase ya se habían retirado, así que empujé a
|
Marc hacia dentro.

—Sí que lo haces. ¿Qué sucede? —Se sentía extraño estar en una habitación con
Marc, solo él y yo. Solía sentirse tan natural; ahora se sentía fuera de lugar.

—Mira, Cam, lo siento tanto.

¿Ahora se estaba disculpando? No sabía qué decir, así que no dije nada.

Se sentó en uno de los banquillos.

—No debí haber manejado las cosas como lo hice.

Pensé que finalmente había superado la separación, que lo había superado a él,
pero las lágrimas que me picaban los ojos estaban diciendo otra cosa.

—Me engañaste.

—No, no fue así. Solo quería romper en persona. Te debía eso.


Me dejé caer en el banquillo a su lado y resoplé.

—Sí, ¿y esa es la razón por la que no dijiste nada cuando volví del campamento
o los primeros días de escuela?

Se mordió el interior de la mejilla.

—Estabas de tan buen humor cuando volviste y fue como… No lo sé. No quería
herirte.

—Buen trabajo en eso.

Marc me miró.

—No debí haberlo hecho en la cafetería. Estaba asustado; pensé que sería más
fácil.

Trabajé para mantener mi voz uniforme.

—Fuiste un cobarde.

Asintió.
|
—Nunca quise que nada de esto pasara. Solo conocí a Lissi y ella era tan… —se
detuvo.

—Tan… ¿qué?

—No importa.

—Dime —presioné—. Quiero saber.

—Bien. —Se masajeó el cuello—. Diferente. Apasionada en todo. Entró en el


equipo de vóley, irá a la universidad en New Hampshire, todas las cosas que solía
hacer en su antigua escuela.

—¿Y no creías que yo fuera apasionada? ¿No me viste en tus partidos? O


rompiéndome el trasero para entrar a Columbia. ¿O cuánto amo a mis amigos?

Marc se enderezó en su asiento.


—No es lo mismo.

—¿De qué estás hablando?

—Quiero decir, sí, estabas en todo eso, ¿pero de verdad estabas? Si no estuviese
en el equipo de fútbol, ¿estarías interesada en los partidos? —preguntó.

—¿A quién le importa? —contesté—. Estaba apoyando a mi novio. Esa es una


cualidad que les gusta a las personas. Me habría gustado ser apoyada.

—¿En qué?

—En cualquier cosa.

—Te apoyaba, pero tus intereses eran mis intereses. Se sentía como si no tuvieras
nada tuyo.

Sentí la adrenalina correr por mis venas.

—Tal vez no me conocías tanto como pensabas. Tal vez no corría a través de un
campo pateando una pelota, pero leía dos libros por semana y miraba más películas
de las que puedo contar. ¿Me preguntabas sobre ello? No. Porque no era lo tuyo, así |
que no hablaba de ello de la misma forma que tú lo hacías con el futbol. Y lamento
que salir con mis amigos no fuera lo suficientemente emocionante para ti, pero para
mí, lo era todo. ¿Apasionada? Siempre he luchado por lo que quiero. Soy la que tuvo
la idea de lo de New York. Era yo la quería ir ahí, y soy yo la que se está asegurando
de hacer todo lo que está en su poder para ir ahí ahora.

—Está bien, lo siento —dijo.

Nos quedamos en silencio de nuevo. Estaba tan enojada, pero no estaba segura
de cómo estaba Marc. Odiaba que estuviera en lo correcto y que yo también tuviera
la culpa. Sí había sido una seguidora, la señorita ansiosa por complacer. Las cosas
que Marc quería hacer, yo las quería hacer. Lo dejaba elegir todo, a qué fiestas
iríamos, ónde comíamos, con quién salíamos… y la lista seguía. Me había convertido
en la porrista principal no oficial de sus partidos. Seguro, todavía tenía a Grace, Terri
y Luke, pero solo ellos. Había salido con un millón de personas de la escuela, pero
una vez que empezó el instituto, era como si los amigos de Marc fueran mi grupo.

—¿Te sentiste de esta forma todo el tiempo que estuvimos juntos? —pregunté,
una vez que me calmé un poco.

Negó con la cabeza.

—No. Definitivamente no al principio. Y luego supongo no pensé en eso hasta


que conocí a Lissi. Me retaba a hacer cosas, me hizo intentar cosas nuevas. Supongo
que era… —Dejó que sus palabras se desvanecieran, antes de que pudiera decir
diferente de nuevo.

Me dio la sensación de que esa no era la palabra que tenía intención de decir,
pero supuse que probablemente no necesitaba escuchar cuán emocionante la había
encontrado.

Me apreté la cintura.

—Odio cómo manejaste las cosas —le dije—. La cagaste. ¿Pero lo demás? —
Respiré profundo—. No todo fue tu culpa. No me conocías, porque no te lo mostré.
Solo te di una probada. Estos meses han sido reveladores —confesé. |

—Lo noté.

Levanté una ceja.

—Vamos, no finjas. Obviamente notaste que lo noté. Es por eso que estamos aquí
ahora. —Me dio una sonrisa. Era una que solía darme escalofríos—. Eres mucho
más. Tienes este… no sé lo que es… confianza o algo. Ser Brooksy, y esos bailes raros,
pareces más abierta. Más libre. Es difícil no mirar.

—Supongo que estoy haciendo cosas por mí, no por ti. —Ni por Spence, ni por
cualquier chico. Estaba haciendo lo que me hacía feliz a mí.

—Quería que hicieras cosas por ti. No sabía que no lo hacías. Me gusta esta tú.
Me gustaba la vieja tú, pero esta... me gustaría conocerla mejor.

Abrí la boca. ¿Estaba diciendo que me quería de vuelta? No lo dijo, pero sonaba
como si se refiriera a eso.

Levanté las manos.

—Marc…

Volvió a sonreír y me miró fijo a los ojos. Su mirada era tan intensa.

Esto era lo que había estado esperando escuchar justo después de que me dejara.
Había soñado con eso.

¿Pero ahora?

Claro, tener a Marc mirándome como si fuese el trofeo de la copa mundial me


traía recuerdos y me tocaba el corazón, pero ya no lo quería. Me hirió, superé la
ruptura, lo superé a él. Seguí con mi vida.

Comprenderlo me hizo sonreír.

—Deberías irte —le dije—. Probablemente Lissi te está esperando.

Entonces me levanté y dejé la habitación sin mirar atrás.


|
Merecía algo mejor que Marc.

Ahora lo sabía.
Capítulo 39
—Acérquense —le instruí a Terri y a Grace mientras sostenía mi celular para
una selfie en frente de Mamoun, en un pequeño restaurante falafel en el que nos
detuvimos cerca de la universidad de Nueva York—. Necesito recordar este lugar.
Es increíble.

—Sabes que también hay un Mamoun en Connecticut, ¿verdad? —preguntó


Terri.

—Solo sonríe —le dije, y tomé la foto—. Y sí, lo sé, pero no es lo mismo. Aquí
seré capaz de rodar fuera de la cama y voilà, estaré aquí.

—¿Quieres comer falafel justo cuando despiertes? —preguntó Grace.

—Tal vez —dije, no estaba lista para descartar nada—. Pero si no, podría
simplemente caminar unos metros más e ir al puesto de frutas. Cinco plátanos por |
un dólar. Eso es un gran negocio.

—Estoy bastante segura de que tu comedor tendrá plátanos —me aseguró.

—Bien, sí, tal vez, pero ese no es el punto. —Me di vuelta—. Es solo que hay
muchas opciones. Mira todo lo que hay alrededor.

Empezamos a caminar y seguí señalando cosas.

—Hay un Starbucks, pero miren, también hay toneladas de lindos cafés. Y


tiendas. —Señalé al chico con lentes de sol en frente de una mesa—. Incluso venden
cosas en la calle. —Tomé un par de lentes con forma de corazones—. Jemma amará
estos. Debo tenerlos.

—¿No quieres los que dicen “Amo Nueva York”? —bromeó Terri.

—No. —Me enderecé—. Eso sería muy de turista, y no voy a ser una turista, voy
a ser una estudiante de la Universidad de Nueva York. —Crucé los dedos y los
sostuve.

—¿Sí? —preguntó Grace—. No más Señorita Columbia.

Negué con la cabeza y le pagué al chico por los lentes.

—Ya no más.

Resultaba que Columbia era el sueño de Marc. NYU2 era el mío.

Continuamos caminando, pasando a través del parque.

—Aquí es donde quiero estar —dije. Fuimos a Columbia más temprano hoy, y
era lindo, pero parecía como un campus regular. Seguro, había cosas alrededor, pero
Morningside Heights, la sección de Manhattan en donde estaba la escuela, no tenía
el alboroto y la vibra de la ciudad—. ¿Puedes sentir la energía alrededor? Es como
magia corriendo por el aire.

Grace se rio.

—Magia, ¿eh?
|
—Sí, siempre están pasando muchas cosas. Incluso tienen shows que aparecen
de repente como ese de poesía al lado de la escultura.

—¿Te refieres al Alamo, o, como es normalmente llamado, el Astor Place Cube?


—me corrigió Terri.

Sonreí. Por supuesto que ella sabría el nombre de la obra de arte.

—Sí, ni siquiera me gusta tanto la poesía, pero me gusta que puedas escucharla
con solo caminar afuera. Quiero estar aquí.

—Hmm —dijo Terri, frotándose la barbilla—. ¿Quién podría haberte dicho eso
hace mucho tiempo?

La golpeé en el brazo.

2 NYU: Siglas de New York University o Universidad de Nueva York.


—Sí, vamos, dime “te lo dije”. Dijiste que amaría NYU, y lo hice. Solo espero
entrar.

—Lo harás —dice Grace—. Tienes solo As, aniquilaste el examen de admisión y
mejoraste tus extracurriculares con el anuario y Brooksy.

—No te olvides de que organizaste un show de arte —dijo Terri.

Asentí. Además, había una carta de recomendación de la Sra. Jackson. Me dejó


echar un vistazo y después de leerla estaba entusiasmada por mí. Y me sentía
verdaderamente bien sobre mi ensayo. Se trataba de cómo ser un tejón me había
ayudado a encontrarme a mí misma, pero tenía muchos más matices que eso.

—Voy a enviar mi solicitud tan pronto como lleguemos a casa. Tal vez incluso
cuando estemos de vuelta en el hotel esta noche.

—Primero —dijo Terri—, todavía hay un montón de cosas por ver.

—Cierto —dije—. ¿Deberíamos echarle un vistazo a SVA 3 ahora? ―Nuestra


exposición había funcionado: los padres de Terri dijeron que podía postularse a
algunas escuelas de arte (incluida la Escuela de Artes Visuales), y si la aceptaban (lo |
cual estaba segura de que harían), la dejarían ir.

Negó con la cabeza.

—Mañana. Hicimos suficientes caminatas por los campus por hoy.

—Tenemos el teatro esta noche —dijo Grace—, pero todavía tenemos un montón
de cosas antes de eso y la cena.

Aplaudí.

—Librerías. Hay tantas en Manhattan. Quiero verlas todas.

—Por supuesto que quieres —dijo Terri—. Tal vez encontremos algo bueno para
Luke. —Esto era un viaje de chicas, así que no estuvo invitado, pero queríamos

3SVA: Siglas de School of Visual Arts, o Escuela de Artes Visuales, universidad que se encuentra en
Nueva York.
asegurarnos de que supiera que estábamos pensando en él, así que planeamos en
conseguirle un suvenir. Ya le había comprado una camiseta de NY (y una para mí).

—Puedo encontrar algo para Derrick ahí, también —dijo Grace.

—Grandioso —dije—. Pero primero una porción de pizza.

Terri me miró como si hubiera desarrollado una tercera fosa nasal.

—¡Pizza! Acabamos de comer unos sándwiches falafel gigantes, y vamos a cenar


en un par de horas.

—No fueron tan grandes, y todavía voy a poder comer. Vamos, Nueva York es
la ciudad de la pizza. Tengo que probarla. Será rápido.

Asintió.

—Será pizza entonces —dijo Grace, y sonreí mientras íbamos a comprar mi


porción.

—No puedo creer que te la hayas terminado —dijo Terri cuando dejé caer mi
servilleta en el palto. La porción había sido gigante, más grande que las porciones |
de Connecticut.

—Era exactamente lo que necesitaba, y ahora tengo la energía para ir a comprar


libros.

Nos levantamos, y me dirigí al bote de basura para deshacerme de las cosas.

—Oye, a las dos en punto —dijo Terri, susurrando detrás de mí—. El lindo chico
te está viendo.

Me di la vuelta para mirar, y mis ojos se abrieron por la sorpresa.

—¿Ty?

—¡Cam! Pensé que eras tú.

Volteé hacia mis amigas.

—Chicas, este es el primo de Avery, Ty. —Me di vuelta hacia Ty—. Ty, ellas son
Terri y Grace.

Intercambiaron saludos, y me sonrió, mostrándome ese pequeño hoyuelo que


tenía. Ty asintió levemente. Después de todo lo que le había dicho sobre los
problemas con mis amigas la noche de Halloween, parecía feliz de vernos juntas de
nuevo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Visitando universidades. ¿Qué hay sobre ti? —pregunté.

—Voy a NYU.

Por supuesto. Terri me golpeó en el costado, pero me negué a verla; sabía que
me movería las cejas o algo así.

—Es mi primera opción —dije.

—Bueno, si tienes cualquier pregunta, solo avísame.

—Gracias, tal vez te tome la palabra. Fue muy bueno verte, Ty —dije, e hice un
gesto hacia mis amigas—, pero será mejor que nos pongamos en marcha. |

—Que tengan un buen viaje —dijo.

—Vaya. —Terri se abanicó cuando estuvimos fuera de la vista de Ty—. ¿Por qué
no me dijiste lo sexy que es el primo de Avery en persona?

—Sí —me dijo Grace—. ¿Huelo un romance que se está produciendo?

—Ahora mismo solo huelo las alcantarillas.

—Vamos, sabes de lo que hablo —insistió.

—Supongo que tendremos que esperar y ver.

Estaba abierta a las posibilidades, y si Ty era cualquier indicación sobre el tipo


de personas que conocería en los próximos cuatro años, podría decir que iba a ser
todo un viaje. Pero ahora mismo, no estaba pensando en chicos.

—No puedo creer que vaya a vivir en esta ciudad. Es todo lo que quiero —dije—
. Bueno, excepto por una cosa.

—¿Qué? —preguntó Grace—. ¿Qué podríamos estar olvidando?

Me apreté la muñeca.

—Ustedes dos. No puedo creer que no vayamos a ir a la universidad juntas. Voy


a extrañarlas demasiado, chicas.

—Oye, no te pongas llorosa ahora —dijo Grace, poniendo su brazo alrededor de


mí—. Nos estamos divirtiendo demasiado. ¿Quieres que yo también empiece a
llorar? Solo es noviembre. Tenemos todo el resto del año y el verano.

—Lo sé.

—Además —dijo Terri, uniéndose a mi otro lado—, no puedes deshacerte de


nosotras. Si ignoras mis mensajes o videollamadas, solo te rastrearé.

Estaba bastante segura de que no estaba bromeando.

—¿Y cómo puedes olvidarnos? —preguntó Grace, golpeando su cadera contra


la mía—. El amor verdadero siempre encuentra el camino. ¿No es eso lo que has |
estado insinuando con todas esas películas desde tercer grado?

Asentí.

—Bueno —continuó—. ¿Lo que tenemos es real?

—Lo es.

—Entonces ahí lo tienes —dijo Terri—. Vas a quedarte atrapada con nosotras
toda la vida.

Me gustaba cómo sonaba eso.

Las apreté más cerca de mí. Al final resultó que no todas las comedias
románticas necesitaban terminar con conseguir el chico o la chica, o con ese beso
mágico de cuento de hadas. Solo necesitaban terminar con amor, y yo eso tenía de
sobra.
Acerca de la autora

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Shani Petroff es una escritora que vive en la Ciudad de Nueva York. Es la
autora de Romeo and What’s Her Name y la serie “Bedeviled”, que incluye Daddy’s
Little Angel; The Good, the Bad, and the Ugly Dress; Careful What You Wish For y Love
Struck. También es coautora de la serie “Destined”, que incluye Ash y Ultraviolet.
Además escribe para programas televisivos de noticias y varios otros sitios.
Cuando no está encerrada en su apartamento escribiendo, dedica un montón de
tiempo a leer libros, a los chicos, a ver televisión, a soñar despierta y a comprar
online.

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