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El desencanto de Miguel" García. No\rela.:_So-
ciedad Gene•ra.J Española de Librería,. Madrid,
1929.
EN PREPARACION
M u eh os libros.
MAPA DE
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MAPA DE AMERICA
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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"
M A P A D E AMÉRICA
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Mi sentido geográfico no se ~ige por lci
rosá de los vientos, ni está de acuerdo co11
ningún meridiano. Hago una geografía de
descubrimientos. De descubrimientos en mí
y para mí. A 111edida que me voy internan-
do en los países donde he llegado) tengo la
avidez de otros nuevos. Pretendo seguir mí
expedición a lo ancho 3' a lo largo de Amé.,.
r'ica,
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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"
-B E N J A M 1 N CARRIÓN
***
¿Teresa de la Parra es un novelista? Si
creyéramos a Brunnetiére, .cuando afirma
que un escritor de relatos es más o menos
novelista según se acerca; más o menos a
Balzac, claro está que Teresa de la Parra,
con su María Eugenia Alonso, su Abuelita,
su tío Pancho, su primo Juancho, su Vicen-
te Cochocho, no nos hace pensar en Rasti-
gnac, ni en Grandet, en Vautrin, ni en el
padre Goriot. Y; a,unque la afirmación es
profunda, no debemos felizmente seguir con
los ojos cerrados al hombre de la Revue des
deu:c. Mondes. Pero, ¿y si, guiados por
Fran¡;ois Mauriac, aceptamos que, para ser
novelista, no es posible separarse ele_ los ca-
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Dice Dostoievsky, con sn penetración pro-
funda, casi humana: "Escribir, es destruir
nuestros fantasmas."
Si esta cosa tremenda y verdadera es apli-
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Bf!.NJAM1N CARRION
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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"
BENJ'AM!N C A R R l á .N
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Quiso leer D' Anntmzio, en Laja, a los
quince años. Le presté "El Fuego"; me lo
devolvió sin haber podido pasar de las pri-
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M A P A D E AMÉRICA
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....porqu,e no ªé gozar de ningún placer que n¿
se me ofrezca en el cuhiVIo de la memoria. La
tt·ealidad de lo que .p,t:edo inmediatamentle oler, to-
c:atr, sentir, me des':Jigrada como ·un compromiso.-
(!. T. B.~Ma<l'gQ\r·ita áe Niebla.)
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ALLAMOS
perfección. Jaime Torres B()det, en
una página ele crítica, se revela con-
tra la vieja fórmula: el poeta nace) no se
hace. Y sin darle la razón íntegra-tendría-"'
mos que abordar aquí abstrusas y enojosas
elucubraciones psico-sociológicas - debemos
convenir en que la obra ele la cultura es tras-
cendental y definitiva en el proceso de la rea-
lización poética. N o ~ivimos, desgraciada-
mente-oh, Nathanael gicliano-, en la época
en que el poeta, para cantar las cosás, no
tenía sino que enumerarlas. Y, salvo el caso
e encontraba indeci~o
por lllis co~a;
más bellas,
M ypensé en las mujeres, mas en ellas
daudiqué por la gloria de comprender las estrellas.
He titt1boodo Mimi•smo entre el verso y la prosa,
entre la rosa marchi.ta y la buen!11l rps·a.
(La Sombra de {a Empwsa.)
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( I 5 2 )
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El humorismo de Lascano Tegui es algo
de lo que Cami ha llamado "le comique a
froid".
Nadie· ignora el efecto sorprendente que
produce un chiste-un chiste conocido, si se
quiere-en los labios grave? de una persona
se~ia: hace reír a las piedras. A este fenó-
meno-más que a servilisnio-se debe el éxi·-
to seguro ele los malos chistes de los maes-
tros ele escuela en clase. Lascano f!.SUme una
TIS8]
***
Este vizconde de Lascano Tegui, perfecta-
mente explicable dentro del medio al que ha
consagrado su vida, es un caso en la litera-
tura ameri_<::ana: Sin que nadie pueda desco-
nocer su valía, casi no cuenta dentro del mo-
vimiento literario argentino coetáneo. Y es
tan argentino, sin embargo, por su espíritu
cosmopolita, por: su facilidad de adaptación
a los medios superiores. Lejos del evangélico
Capdevila, lejos de Banchs, de Borges. Está,
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heroica nativa!: Zorrilla fde San
Martín; la voz maravillosa de la lí-
rica pura: Julio Herrera y Reissyg; la cla-
ra voz vegetal-germinaciones y florecimien-
tos-: Juana ele Ibarbourou; la noble voz de
Rodó; la austera y profunda voz de-Vaz-
Ferreira. Ahora, desde el Uruguay, y anttn-'
ciada por todas las trompetas del verbo, nos
llega la voz panteísta y cosmogónica de Car-
los Sabat Ercasty.
PrivilegiO. ien.vicliable el de ;este pequeño
país, enclavado entre los dos Estados más
considerables de la América española conti-
nental: el Brasil y la Argentina; su vocación
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Poesía épica, oda heroica más· bien, hicie-
ron muchos, casi todos 'los poetas hispano~~
americanos anteriores a la generación llama-
da modernista. En lucha dos influencias: pa-
ra el cantar de amor, triunfaba el acento ro-,
mántico francés del Chateaubriand de Atala.
y del Bernardino de Saint Pierre-único en
su puerilidad-de Pablo y Virginia)· para e'I
cantar heroico triunfaba el acento español
y grandilocuente de Quintana. Oda heroica
más bien, hemos dicho, porque si dentro de
lo épico está la exaltación total del hombre,
del \m'iverso, 'de Dios, nues-tros poetas. ¡de
aquella época-Olmedo, Olegario Andrade-
exaltaron· primordialmente lo heroico, lo gue-
rrero.
** *
¡ llifinito l
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-Gonzalo Escudero-, cuya juventud oes-
bordante de .vida ha sido en los últimos años
absorbida por la política y la acción. Si esa
ebriedad fatal no le domina por completo-no
tiene a{m treinta años-y no se abandona
a la domesticidad ele los poetas del Ecuador
de los últimos años, acaso dé a América· la
sorpresa de un advenimiento ...
Si la poesía de Escudero-tan varia que
ductiliza a veces sus sonaridádes hasta la gra-
vedad del salmo y la melodía del madrigal-
la hemos calificado, por su espíritu de viri-
lidad t~ebelcle primordial, como poesía titáni-
ca, a la de Sab_at Ercasty podríamos llamarla
acaso jovial, de Jove, el de las creaciones, el
de la lujuria todopoderosa, el que dispone de
las fuerzas y las fulminaciones. Poesía jo-
vial sí, pero redimida por la justicia y la ca··
rielad del Cristo, e idealizada por un panteís-
mo esencial, trasunto de las viejas rdigione.;;
orientales.
BENJAM!N CARRI6N
¡ Ma,r!
¡ Ma·r de los amores solares !
*'• * *
El pasado nos interesa en la· medida en que
puede servirnos para ·expli:Ca;rn.os el presente. Las
generaciones cotwl'ructivas S<ient~l el p3Jsado CP-
mo una raíz, como una causai. Jamás lo sienten
eomo un .programa.
***
El ln&{UHllsmo, y sobre todo el taylorismo, han
he{;ho odio:;o el traba,jo. Pero sólo .poa•que lo han
-ckgt'ad<!J(lio y reba·iadi;, despojándolo de su virtud
de ;ereación.
***
El arte ti'ene necesidad de allmerutarse de la sa-
via de tma tradición, de t:na his.torja, de un
pueblo.
* '~ *
1 Ua IOibra. ma:e&tra no florece sino en un .terreno
abolffi!\clo rpor una anónima u oscura multitud 'ele
obras med\oc>res.
*** '3
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Drol¡a.ro, sin e(>Crúpulo, que traigo a la exége-
siis literaria. tod<vs mis pasiones e Idea-s políticas,
a¡unque, d:ad.o el ®scrédito y degeneración de este
voca:blo. en el lenguaje COIIlriente, debo declarar
que ¡:a politioa en mí es filooofíru y religión.
***
No sobrevive -sino el precurl'lor, el anticipador,
el suscit.a®r.
(!. C. M.)
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Mutsu-Hito, el cteador del Japón moder-
no es, quizás, el hombre de Estado de más.
fuerza en la segunda mitad del siglo XIX y
comienzos del xx; el de más larga y profun-
da visión, menos ruidoso que Bismark, que
Cavour, que Napoleón III, pero más reali-
zador. Calladamente, como saben hacerlo los
hombres de su raza, esparció por Occidente,
por todos los países sustentadores ele cultura
en Occidente, antenas captadoras ele civiliza-
ción: las Universidades, los laboratorios, las-
fábricas europeas se repletaron de hombre-
citos silenciosos y sonrientes, suaves y come-
didos <Jue, sin estorbar a nadie, se metían
por todos los resquicios de la vida occidental'
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La obra toda de Mariátegui-el sociólogo,
el ensayista, el crítico y el luchador-tiene
[ 2'09']
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Al enjuiciar-es su verbo ·predilecto-la
realidad peruana, José Carlos Mariátegui se
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Pablo Palacio ............ ,f. .... ;........ :............................ . 6.3
Jaime Torres Bod;et ..... :\!\ .................................... .. IOI
. . --. ~
El vizconde de La, cano Tegt:.i .....':;: .......................... .. 137
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CarLos Sabat Erca·sty ................·:, ... ,........................ .. r6s
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