Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Descleimer
Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
PL
Autora
Creditos
Foro
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro, por lo cual, no tiene
costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus
redes sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros
e incluso haciendo una reseña en tu blog o foro.
Sinopsis
El sexo de rebote yendo mal, más una mala suerte épica, me arroja a un lugar
peligroso: la parte delantera de un salón, desnuda, con el totalmente caliente y
totalmente prohibido Sr. Bloc de Dibujo. No soy una modelo, pero aquí estoy,
sintiéndome más atraída hacia él con cada segundo. Añadan esa sonrisa sexy
suya y estoy totalmente jodida.
Secrets & Lies #2
Capítulo 1
Me aparto de Nathan para hablar con Carter, pero Emily intercepta mi camino
al chocar con torpeza contra mí. Con los ojos todavía sobre Carter, pregunto:
—¿Qué pasa con ellos dos? —Asumo que sabe. Los dos son artistas y la
comunidad por aquí es pequeña. Una vez que estás en las clases de nivel superior,
de todos modos.
Emily frunce el ceño, haciendo que uno de sus aros en la ceja gire. Cruza sus
piernas a nivel de los tobillos y casi se cae. Está bebiendo una bebida que se ve
como barro. Me río con nerviosismo. Es difícil de decir, pero supongo que no está
bebiendo café.
—¿Quién? ¿Carter y Blandito? —Emily da otro gran trago a su bebida.
—¿Quién es Blandito? —Hago una mueca y miro hacia su vaso vacío—.
¿Estás bebiendo fango? ¿Qué demonios es eso?
—Prueba un poco. —Emily empuja el vaso en mi dirección.
—Colega, no bebo fango. No, gracias. —Me río un poco porque ella se ve tan
despistada—. Así que, ¿entiendo que no es café?
Ella trata de centrarse en mi cara, parpadeando sus grandes ojos verdes.
¿Está usando lentes de contacto? Podría haber jurado que sus ojos eran marrones,
pero soy muy mala para recordar detalles.
—Era un expreso triple, mezclado con algún tipo de licor de chocolate blanco.
—¿Por lo general quedas tan deshecha después de una bebida?
—¡Ja! Para nada estoy deshecha —balbucea. Y entonces se ríe para sus
adentros—. Des-he-cha. —Sus cejas oscuras se fruncen de nuevo y comienza a
caerse hacia delante.
De repente estoy preocupada al atraparla por el brazo.
—¿Qué demonios acabas de beber? ¿Emily? —Ella no me dice, en lugar de eso
sonríe a sus zapatos.
—Me gustan las botas. Booootas. —Zapatea en el suelo y sonríe con orgullo,
como si acabara de decir la broma más graciosa del mundo.
Un segundo más tarde, un hombre muy atractivo se acerca a nosotras. Lleva
una chaqueta negra y pantalones oscuros veteados. Tiene la cabeza rapada y lleva
una serie de perforaciones en el lado izquierdo de su cara izquierda: en la ceja,
fosa nasal izquierda, oreja izquierda, pezón izquierdo dado a la forma en que su
chaqueta no luce plana sobre su pecho de otro modo liso. Una serpiente tatuada
se desliza de manera fija alrededor de su cráneo, de nuevo, sobre todo en el lado
izquierdo. Es el tipo de persona que no podría elegir una vida de crimen. Sería fácil
de reconocer en una fila. A diferencia de Chico del Baño, dondequiera que vaya.
Mis ojos se mueven a través de la habitación buscando al Sr. Smith, pero se ha
ido.
Hombre Tatuado se aclara la garganta.
—¿Ella está bien?
Emily se ríe como una niña, lo que significa que hemos entrado en la tierra de
lo bizarro. Se sacude de mi agarre y acaricia el pecho del chico. Dejando la mano
apoyada en su pecho, lo mira seductoramente y alisa las arrugas de su camisa.
—Estoy bien.
Hombre Tatuado me echa un vistazo, con una sola ceja levantada, a medida
que mi amiga se inclina aún más contra él.
—Estoy bastante seguro que vi a alguien echando algo en su bebida. No la
conozco, pero no me gusta lo que hicieron. El resto de sus amigos dan un poco de
miedo, así que esperé hasta que pudiera hablar con alguien que podría
escucharme. —Él mira hacia abajo a sus pies nerviosamente, incapaz de mantener
el contacto visual—. Lo siento, pero es un poco raro acercarse a dos chicas tan
ardientes y decir algo así, sobre todo cuando una de ellas es…
Se calla cuando Emily encuentra el aro en su pezón por debajo de su camisa y
está sacudiéndolo como un gato. Si ronronea voy a llorar.
Agarrando su mano, hablo con ella como si fuera una niña.
—No juguemos con los pezones del hombre agradable, ¿de acuerdo? —Emily
hace un puchero. Hombre Tatuado y yo la observamos fijamente como si le
hubiera crecido otra cabeza. Él está diciendo la verdad, tiene que estarlo, porque
esto es tan atípico de ella. Sosteniendo su muñeca con firmeza, la remolco de
nuevo hacia mí, de repente recelosa—. ¿Has visto quién lo hizo?
Se cruza de brazos en una actitud defensiva.
—No, estaba de pie dentro de un grupo de personas y de espalda a la barra.
Yo estaba sentado en el extremo opuesto y vi una mano vertiendo algo en su vaso.
Estaba demasiado lejos para decirle algo antes de que ella lo recogiera. Además,
algunas parejas piensan que todo el asunto de la violación es divertido, excita a
uno de ellos o ambos. —Él hace una mueca que dice que no está de acuerdo—.
Sólo pensé que alguien debía saber. Si eres su amiga, y no fue planeado, deberías
sacarla de aquí antes de que el tipo que lo hizo regrese por ella.
Por un segundo me pregunto si él es el tipo que lo hizo y quiere hacer que
lleve a Emily al estacionamiento para un trío, pero luego se aleja sin decir nada
más. Estoy siendo estúpida; nadie es tan desesperado. Bueno, tal vez algunos
chicos, pero no ese. Tiene una presencia en él que es intimidante, lo que hace que
sea muy dulce que estuviera nervioso en cuanto a hablar conmigo. Quiero chillar
junto con Emily porque él nos llamó unas chicas “tan ardientes”, pero sus
párpados se están tornando pesados y se está apoyando cada vez más en mi
costado. La mayor parte de lo que la está sosteniendo ahora soy yo.
—No, no. Emily, mantente despierta. —La enderezo y ella sacude una mano
contra mí.
—Estoy fan-ah… —Su voz se apaga y sigue parpadeando. Si encuentro al
idiota que le hizo esto, voy a enviar sus bolas hasta su cráneo.
Me las arreglo para hacerle señas a Carter a medida que empiezo a mover a
Emily hacia la puerta. Sus botas están arrastrándose, dejando grandes negras
marcas de rayaduras en el suelo detrás de nosotros.
Él se precipita hasta nosotras.
—¿Qué diablos pasó con ella? —Él se pasa de inmediato su brazo por encima
del hombro.
—Algún cabrón dejó caer algo en su bebida. Parecía lodo cuando se lo terminó
de beber. Al principio pensé que estaba borracha, pero está a punto de
desmayarse. Dios, para alguien tan pequeña es pesada. Creo que comió ladrillos
para la cena. —Logramos levantarla entre nosotros y seguimos caminando,
tratando de hacer que parezca que está bien.
—Mierda, ¿alguien la drogó? Va a estar enfadada. Emily nunca se pone así. Es
una ebria feliz, sólo se ríe y baila. Las pérdidas del conocimiento y los desmayos no
son propios de ella. —Carter nos está guiando hacia un pasillo oscuro.
—Uh, ¿estás seguro que esto es un buen plan? ¿Deberíamos estar
dirigiéndonos hacia la salida desierta y oscura?
—Cálmate, Pollyanna , el ascensor está por este camino.
1
1 Wonton: es una masa fina ideal para freír o hervir en agua, puede hacerse
rellena de vegetales, carnes, pescados y mariscos, podría decirse que son la
variante asiática de los ravioli
Capítulo 6
Me deslizo en el asiento de cuero flexible mientras él cierra la puerta para mí y
rodea el auto hasta su propia puerta.
Después que el auto ronronea a la vida, dice:
—Sé por qué no te agrado, y no puedo culparte, pero tienes que darte cuenta
que fue hace dos años.
Estoy tratando de mantener todas las partes de mi cuerpo en mi lado del
auto, pero es tan pequeño. Su brazo roza el mío cuando cambia de marcha y
salimos volando. Él está enojado.
Bien, yo también.
—No estuvo bien.
—No estuviste allí.
—No, no estaba, así que dime. ¿Cuéntame por qué apuñalaste a tu mejor
amigo en la espalda? Dime si valió la pena, porque no la veo contigo ahora mismo.
Él me mira fijamente durante medio segundo.
—No te debo una explicación, y no voy a sentir pena por un error que cometí
hace dos años. Eso es absurdo. ¿Debería reclamarte por algo que hiciste hace dos
años?
—Sí, dice algo sobre una persona.
Él se detiene en un semáforo y para bruscamente, dejando escapar una risa
áspera.
—¿Así que no hay perdón contigo? ¿No se vale madurar? ¡Es una locura
juzgar a alguien por algo que hizo antes de incluso conocerlo!
Se pasa las manos por su cabello y sacude la cabeza. Puedo decir que mi
opinión le importa, pero luego va y dice cosas estúpidas que me hacen pensar que
me odia. Si eso fuera cierto, no se habría ofrecido a conducirme de vuelta a la
escuela. Habría esperado y se habría burlado de mí en el momento más
conveniente. Con la información aportada de Beth y Chelsey, la compañera de
cuarto del infierno, Josh podría arruinar toda mi existencia universitaria. Él me
preocupa.
Hay un momento de silencio mientras estamos sentados en el semáforo. Josh
no me mira. Sólo agarra el volante más y más fuerte.
No lo digo por ser insoportable, lo digo porque es verdad.
—No debería importarte lo que yo piense, Josh. No soy nadie. No tengo dinero,
no soy de tu misma clase, además, soy la chica nueva. —Es la trifecta de lo
patético en una universidad privada, donde cada niño recibe un auto ostentoso y
una prestación de sus padres. Tengo la suerte de siquiera estar aquí. No encajo y
sería fácil dar la vuelta a los pocos amigos que he hecho—. No te entiendo. Carter
es mi amigo. ¿Cómo esperas que actúe como si nunca hubiera pasado? Tu pasado
está arruinando mi presente. De lo contrario, tendrías razón, y no importaría, pero
por esa razón, importa. Eres el hermano de mi mejor amiga y némesis de mi otro
mejor amigo. De todos modos, no debería importar lo que piense.
La luz cambia y presiona el acelerador con fuerza. La ira destella en sus ojos,
como si no lo entendiera en absoluto.
—Pero sí importa. Siempre estás con Beth. Te veo todos los días y la
condescendencia en tus ojos es insoportable. No puedo aguantar más, y no tienes
derecho. Ya no soy el mismo chico. —Él mira hacia mí cuando estaciona en un
lugar.
Llego a la puerta, pero no la abro. No sé qué decir. No parece adecuado
sostener contra alguien un error que ha cometido en el pasado, pero hay una
razón por la que no puedo perdonarlo: es debido a Carter.
—Tienes razón, no es asunto mío y fue hace años, pero Carter aún sufre por
lo que hiciste. Decirle que lo sientes ayudaría a recorrer un largo camino.
Josh me mira fijamente.
—¿Es una broma? —Su boca se contrae nerviosa como si no supiera si reír o
gritar. Ésta tiene temperamento bajo todo ese encanto. Él trata de apagar las
brasas, pero no lo hacen. Siempre están ahí, ardiendo, a la espera de entrar en
erupción—. No le debo ni una maldita cosa. —Sus palabras son demasiado
fuertes, demasiado similar a una reprimenda.
Abro la puerta bruscamente y salgo. Antes de cerrarla, me inclino y repito.
—Esta no es mi lucha, pero Carter es mi amigo. Pensé que tú también lo eras.
Supongo que estaba equivocada sobre eso. —Lanzo la puerta de golpe y me alejo.
Josh no me sigue, no es que esperara que lo haga, es demasiado orgulloso
para eso. Sí esperaba que saliera a toda marcha en su auto de carreras, pero no lo
hace. Se sienta muy quieto y me observa hasta que desaparezco en el edificio.
Capítulo 7
Tal vez la pelea con Josh era una buena cosa. Para cuando encuentro al aula,
estoy feliz y lista para una pelea. Me va a tomar un montón de delicadeza para
hacer que parezca que cumplí con mi palabra y no me molesta estar desnuda.
La pequeña voz en la parte posterior de mi cabeza susurra: ¡no hagas esto!
Estás siendo tan orgullosa como Josh.
Pude echarme atrás. Pude no presentarme y reír de ello, o fingir que no sabía
que Jax hablaba en serio, pero cuando me vuelva a tocar esa clase otra vez,
tendría que pasar por todo el asunto de nuevo. Santa Infernal no piensa que soy lo
suficientemente madura como para estar en una clase de nivel superior. Tengo
que demostrarle que está equivocado.
He dibujado desnudos antes. La figura humana es una obra maestra y
encuentro la singularidad de cada cuerpo individual asombrosa. Siempre he
querido dibujar una pareja abrazada, para capturar la adoración y la lujuria, el
deseo del contacto humano. Si hubiera ido a la escuela en Nueva York, los
modelos no serían un problema. Hay un montón de ellos, pero aquí, la gente no
considera posar desnuda como arte. Consideran que es un billete de ida al
infierno.
El aula está oscura, pero abro la puerta y entro.
—¿Dr. Jax? —llamo esperando que esté en el depósito de atrás, pero no hay
respuesta.
En la parte delantera del aula se encuentra un taburete en un pequeño
escenario. Supongo que es mi lugar. Me toca sentarme en un taburete durante
tres horas. Divertido. Por no hablar de que va a hacer que mi cuerpo se vea como
un rectángulo y desaparezca cada curva que tengo. Al diablo con esto. No voy a
sentarme en un taburete. Si voy a hacer esto, voy a hacerlo bien. Lanzo mi bolso
sobre una mesa y me dirijo a la parte posterior. Encendiendo la luz del depósito
parpadeo, ajustándome al haz de color amarillo que atraviesa el suelo oscuro.
Indago alrededor de unas cajas en busca de algo que pudiera pasar como una
túnica griega, pero no tengo suerte. Todos los retazos de tela son sobras, y
demasiado delgados o demasiado estrechos para ocultar mucho.
—¿Qué voy a hacer? —Apoyo mi brazo en el estante y me apoyo en él,
enterrando mi cara. Había estado diciéndome que tome las cosas un día a la vez,
un problema a la vez, y que podía manejar las cosas. Pero ahora todo está
amenazando con estallar mi burbuja. No lloré por Matt y mamá, por mamá y papá.
Anoche me quedé mirando el techo durante horas, sin poder dormir. Ahora es
tarde y estoy agotada. Tal vez esto era una mala idea. Ya no puedo saber. Quiero
que me tomen en serio, pero cada nuevo reto, cada vieja herida hace que sea cada
vez más difícil para mí pensar.
Con todos los pensamientos retumbando en mi cabeza, no lo escucho
acercarse.
—Me preguntaba lo mismo.
Esa voz me hace saltar. Me doy vuelta y quedo cara a cara con Nathan. Estoy
tan sorprendida, que chillo y le doy todo un golpecito femenino en el brazo.
—¡No te acerques sigilosamente a las personas! ¿Qué sucede contigo?
Él sonríe.
—Lo siento, estaba buscando a Jax, pero para mi sorpresa te encontré a ti. —
Toda la diversión desaparece de su rostro—. ¿Qué pasa? —Él está usando
pantalones rotos, botas y una apretada camisa oscura. Estoy usando la versión
femenina de su atuendo, pero dudo que me vea igual de caliente.
No quiero decirle lo que pasa, pero él va a saberlo si está aquí para la clase.
Prefiero que lo sepa ahora.
—Soy la modelo. Pero no estoy segura que pueda sacar esto adelante.
—¿Tienes dudas? —Él es serio y el tono bromista normal en su voz se
desvanece. Asiento. Él me mira por encima y luego se acerca más, bajando la voz
—. Sabes que eres hermosa, ¿verdad? ¿Ese es el problema?
No puedo evitarlo. Le sonrío. Mis ojos se mueven a otro lado.
—Gracias, pero eso no es todo. —Meto mi cabello detrás de la oreja y trato de
encontrar las palabras adecuadas—. Pusieron un taburete ahí fuera para mí.
Pensé que iba a ser más como un esbozo, no una chica desnuda posada en un
taburete.
Sonriendo, camina hacia el taburete y lo levanta.
—Entonces, vamos a cambiar las cosas y convertirlo en algo que sea más
cómodo para ti.
—¿Podemos hacer eso?
Él asiente y se dirige hacia el pequeño escenario.
—A nadie le va a importar. Quiero decir, en serio, ¿cuántas veces puedes
dibujar felizmente a un viejo tipo desnudo en un taburete? Un cambio de
escenario sería genial y a Jax no le importará, siempre y cuando haya un modelo.
—Él me ofrece una sonrisa de apoyo y toca mi brazo ligeramente—. Ven, vamos a
hacer que te veas como una modelo del Antiguo Maestro, con escenario y todo.
Accedo y lo sigo a todas partes, sacando cosas que podemos utilizar para que
sea más interesante. Me explica que voy a durar en esta posición durante un par
de semanas, por lo tanto, debería ser bueno, y sobre todo, cómodo.
—Creo que deberías usar esto. —Él está por completo al otro lado en la parte
posterior del depósito, tirando de algo más alto que él.
—¿Qué es?
—Una vieja tumbona. Ayúdame a sacarla. No quiero dejarla caer y que se
rompa una de las patas. —Lo miro fijamente por un segundo—. Ven. Es mejor que
el taburete.
—Eso es cierto.
Nos las arreglamos para sacar la cosa de la parte trasera del armario y llevarla
al frente de la clase. Apenas cabe en el escenario. Me siento en ella
preguntándome cómo debería posar. Mirando hacia Nathan, pregunto:
—¿Me dejará elegir la pose o él va a hacerlo?
Nathan sigue agarrando algunas cosas, explicando:
—Todo es cosa tuya. Podemos preparar el escenario como lo queramos, así
que puedes elegir la pose.
Asiento a medida que mi estómago cae en mis zapatillas. Nathan es un
estudiante. Debe serlo, ¿porque si no, cómo iba a saber todo esto?
—Entonces, ¿has hecho esto antes? —Mi voz es demasiado suave, demasiado
tímida; se queda atrapada en mi garganta.
Se detiene y me mira. La diversión ilumina su hermoso rostro.
—¿Todavía estás nerviosa? —Lo dice que como si estuviera sorprendido. Estoy
agarrándome mis manos, apretándolas con fuerza. Sus ojos estudian mi cara—.
No has hecho esto antes, ¿cierto?
—No.
Nathan se vuelve al instante aún más dulce. Mira por toda la habitación para
asegurarse que nadie está aquí todavía, y entonces se acerca más a mí.
—Puedo ayudarte a establecer todo. Podemos ponerte en una pose que
técnicamente es un desnudo, pero es menos reveladora de modo que estés más
cómoda con ella. Está bien estar nervioso. De verdad.
Me congelo, perdida en sus ojos de zafiro. Toma mi mano y acaricia mi piel
con su pulgar.
—Deja que te ayude —dice en voz baja.
Mi estómago está haciendo saltos mortales y estoy lista para vomitar. No sé si
es por la forma en que me está hablando o su oferta de ayudarme con el desnudo
y la pose. De cualquier manera, mi mirada ha caído y no puedo dejar de observar
su boca. Esos hermosos labios y la forma en que supieron cuando nos besamos
por primera vez surgen a la vanguardia de mi mente. Quiero perderme en él y
olvidar todo lo que me está plagando, al menos por un rato.
Nathan se da cuenta y agacha su cabeza, cerrando la distancia entre
nosotros.
—Sería bastante poco profesional de mi parte besar a la modelo, ¿no te
parece?
Mi voz tiembla ligeramente.
—Ya has hecho un poco más que eso con esta modelo. —La afinidad entre
nosotros, la atracción, se hace cargo y de repente, estamos juntos. Sus labios
tocan los míos ligeramente mientras su mano se alza para acunar mi mejilla. Es
tierno, suave y lento. Su aroma, sabor, y todo Nathan me golpea con fuerza y me
doy cuenta que todavía lo deseo. Alguien se olvidó de dar a mi cerebro el memo de
“no se permite Nathan”.
Las palabras de Jace vuelven a mí, gritándome que me aleje. Se supone que
debo evitar a este tipo. Es un imbécil. Es horrible. Pero, oh, Dios, sabe besar. Me
estoy derritiendo en mis deseos, mi cuerpo se hunde en su contra.
—Necesito un nombre. Ya sabes el mío, pero no sé el tuyo —susurra Nathan
en mi oído. Me quedo en silencio, perdida en el beso una vez más cuando sus
labios se mueven, saboreándome y ansiando más—. Por favor —dice en contra de
mi boca.
—Kerry. —De repente me siento tímida, no puedo evitar mirar hacia abajo.
Cuando el silencio es demasiado, levanto la vista para encontrarlo sonriendo
radiante.
—¿Puedo ayudar a prepararte, Kerry? —pregunta en un sensual tono
atractivo, besándome otra vez, dejando que sus manos bajen por los costados de
mis caderas, antes de llevarlas a mi cara. Él se aleja, dejándome sin aliento.
Me detengo, porque debería decir que no. Este tipo me lastimó la última vez y
la última cosa que necesito es más mierda emocional que vadear. En este
momento su afecto se siente real. Lo deseo y decir que no es la última cosa que
quiero. Nathan mantiene su distancia, esperando a que yo decida. Quiero sentir
sus manos sobre mí y estoy cansada de pensar en todo. Esta cosa con Nathan no
tiene que ser algo más que sexo.
Además, él ya me ha visto desnuda, y ya hemos hecho mucho más.
Tomo mi decisión, lo miro y asiento, quitándome mi camiseta y cayendo en
sus brazos. Nathan sonríe antes de cubrirme de pequeños besos, uno en el cuello,
uno en el hombro, mientras desabrocha mi sujetador y lo lanza a un lado. Se puso
de rodillas lentamente, desabrochó mis jeans y los bajó, presionando sus labios en
cada cadera después de hacerlo. Se detiene, observando fijamente mis pequeñas
bragas de encaje negro. Pone sus manos en mi culo, desliza cada palma por debajo
de la tela delgada y me empuja hacia él. Presiona su cara contra la V en la parte
superior de mis piernas e inhala profundamente. La acción me hace temblar y mis
rodillas se tornan débiles.
Nathan quita mis bragas y las coloca en mi pila de ropa. Él mira hacia la
tumbona y de vuelta a mí.
—Acuéstate. Y voy a decir esto ahora mismo, porque pensé que jamás tendría
otra oportunidad contigo: tenemos que parar. La clase estará aquí pronto y la
universidad no aprobará que… —Se calla.
Yo sonrío.
—Entiendo: nada de relaciones sexuales con los modelos.
Él ríe.
—Sí, y hasta ahora ese no era realmente un problema. Después de esta noche,
lo será.
—Ah, pero te conocí antes de mi carrera de modelo.
—Gracias a Dios por los pequeños milagros. Sabía que eras modelo. La noche
que te conocí, la forma en que te sentabas tan perfectamente inmóvil, el
resplandor de tu sonrisa, eres el tipo de mujer que tiene que ser dibujado.
Estoy tan halagada por sus palabras que no puedo hablar. Me acuesto en la
tumbona de costado frente a los caballetes vacíos. Cuando Nathan se acerca,
pregunta si puede mover mi tobillo, y entonces mi muñeca. Me gira de modo que
mi espalda está a los escritorios y estoy apoyada en el brazo de la silla, mirando
hacia mis pies, con la cabeza inclinada hacia abajo.
Él se queda atrás, cruzando los brazos sobre el pecho, entusiasmado con la
pose y conmigo.
—Espera un segundo. —Desaparece en el depósito y regresa con un largo
paño delgado y lo extiende a lo largo de mis caderas, dejando que el resto de la tela
caiga en el suelo—. Te ves perfecta. Es un completo desnudo, pero es clásico y de
buen gusto. ¿Puedo tomar una foto para mostrarte?
Esa parte me preocupa, pero demonios, habrá veinte dibujos de esto, así que
accedo. Además me gustaría saber cómo me veo y qué pueden ver los demás.
Nathan se acerca y me muestra su teléfono.
Tomándolo de su mano, me quedo sin aliento.
—¡Oh, Dios mío! —Me veo hermosa y tiene razón… estoy expuesta, pero a la
vez no. Pueden ver un poco de mis senos de perfil y la curva de mi trasero, pero no
estoy del todo exhibida, mis activos no quedan revelados a los ojos del mundo.
Además, me hace parecer como una vieja pintura de Venus. No escapa a mi
atención. Nathan es dulce, encantador y sutil cuando quiere algo. Estoy tratando
de no sonreír, así que muerdo mi labio inferior y lo miro.
—¿Ya lo sabes, verdad, que eres impresionante? —Él se inclina y besa la parte
superior de mi cabeza—. Tienes que saber que te ves como una diosa, pero las
mujeres que realmente lo son nunca lo notan. Así eres tú, ¿no? No tienes idea de
lo hermosa que eres, ¿verdad?
Digo su nombre en voz entrecortada.
—La adulación no te llevará a ninguna parte. —Él levanta sus cejas oscuras y
me da un guiño. Mi estómago da un vuelco en respuesta y no puedo dejar de reír
—. Está bien, bueno, soy una mala mentirosa.
—Bien, porque tengo algo en contra de los mentirosos.
—Yo también. —Mi estado de ánimo oscurece cuando pienso en mi estúpido
ex novio. Debo estar frunciendo el ceño porque Nathan toma mi cara entre sus
manos.
Se acuclilla frente a mí, y añade:
—¿Tal vez podemos continuar donde lo dejamos más tarde, asumiendo que
estás bien con romper una pequeña regla?
—Tal vez. —Le sonrío mientras miro hacia arriba desde debajo de mis
pestañas—. Eso podría ser agradable.
—Será mucho más que agradable. Y te debo una explicación por la otra noche
y una promesa de que no volverá a suceder otra vez. —Nathan se pasa la mano
por su cabello oscuro, sus ojos de repente dirigiéndose a otra parte. Toma aire
como si la habitación fuera un ataúd y nunca tendrá suficiente. Me preocupa por
un segundo, pero su respiración se calma y me mira, la sonrisa de nuevo en su
lugar. No puedo decir si está jugando conmigo o no. A decir verdad, no me importa
que lo haga. Con el tiempo que ha pasado desde que he tenido relaciones sexuales,
estoy bastante segura que hay motas de polvo allí abajo.
Estoy a favor de lo que Nathan propone, y él lo ve. Flirteamos un poco más
hasta que suelta mis manos y retrocede hacia los caballetes. Apunta su pulgar
detrás de él.
—Voy a estar aquí todo el tiempo, pero estás a salvo. Los estudiantes no
pueden tocarte y no tienen permitido subir al pedestal. Estaré en la parte de atrás.
Asiento. Debe ser algo más que un estudiante, un asistente del profesor, o
algo así.
—Sabes, juré que jamás hablaría contigo otra vez.
Él sonríe ampliamente, mostrando la sonrisa más hermosa que he visto
nunca.
—Me alegra que hayas cambiado de opinión.
Capítulo 8
Emily y Chico del Cabello Azul son los primeros en entrar. Sus botas negras
se detienen como si alguien hubiera soldado ventosas en el piso. Se detiene en la
puerta, mirándome boquiabierta.
—¡Mierda! La novata lo hizo. —Su voz es un susurro, más como si estuviera
hablando consigo misma. No he hablado con ella desde lo que pasó la otra noche.
Creo que ha estado evitándome. Aunque Carter la puso al corriente de lo sucedido,
no puedo imaginar por qué me evita.
Chico del Cabello Azul la empuja y ella se tambalea hacia delante. Es
entonces cuando él se detiene. Se queda congelado por un momento antes de dejar
caer los libros al suelo y empieza a chillar como un mono. Levanta los brazos por
encima de su cabeza, haciendo un baile feliz, hasta que el aro en su nariz queda
atrapado en la malla de sus brazaletes.
—Oh, mierda.
Emily lo atrapa antes de que se arranque la nariz de la cara. El movimiento le
salva la piel y le hace callar. Entonces ella me mira.
—Te das cuenta que esto no es una cosa de una sola vez, ¿verdad? Esta es
una clase de nivel superior, estarás aquí durante semanas. —Ella se vuelve y mira
al fondo del salón—. Hola, Nate.
Él asiente hacia ella, hasta que ella me vuelve a mirar como si estuviera loca.
Sospecha confirmada: él es un estudiante. ¡Ding, ding, ding! Soy tan
inteligente. Una sonrisa arrogante se extiende a través de mi cara a medida que
Emily se interpone en la puerta de modo que nadie más pueda entrar.
—Puedes retractarte. Puedo hablar con el vejete. Le encanta hacer esta
mierda. No tienes que estar ahí arriba de esa forma. —No estoy segura de por qué
está tratando de convencerme de lo contrario.
Mi estómago se hunde, mientras se desvanece mi sonrisa.
—¿Se ve mal?
—Psh, no —dicen Nathan y Chico Azul al unísono.
Emily los mira y ambos retroceden. Echa un vistazo por el pasillo y luego a
mí.
—No es lo mismo para una mujer modelar desnuda como lo es para un chico.
La gente va a hablar. —Hay algo más allá, pero no está dispuesta a decirlo ahora.
Puedo verlo en sus ojos.
Sé que ella tiene buenas intenciones, pero no lo consigue. He estado tratando
con esto durante años. Siempre tengo que demostrar lo buena que soy, y esto es
parte de ello. Además Jax tenía a otros estudiantes para hacerlo.
—La gente ya habla, además Santa Infernal dijo que no me tomo en serio el
arte. Claro que lo hago, por eso estoy aquí.
—Ya veo. —La voz del doctor Jax viene desde detrás de Emily, así que ella se
hace a un lado para dejarlo pasar. El resto de los estudiantes se encuentran en el
pasillo detrás de él—. No pude evitar escuchar su conversación. Emily, no tienes
bolas; haz crecer un par. Señorita Hill, felicitaciones por actuar como un adulto.
Vamos a ver si el resto de la clase puede hacer lo mismo. A sus asientos. —Él
levanta un dedo con un blanco nudillo peludo y sostiene su brazo en lugar hasta
que todos están sentados alrededor de la habitación.
La frente de Emily se frunce mientras evita la mirada de Jax. No puedo decir
si se siente humillada o si en serio se preocupa porque haga esto. Tal vez sabe algo
que yo no sé, aunque el resto de la clase parece despreocupada.
Es entonces cuando Carter entra. Su mandíbula cae al suelo a medida que
camina delante de mí, su mirada devorándome entera.
—¿Kerry? —Suena sorprendido.
—Hola. —Lo miro, rogando en silencio que él apoye esta decisión con la que
estoy empezando a sentirme incómoda de nuevo. Murmuro por favor. Él mira
hacia otro lado y de vuelta a la clase—. Supongo que se toma en serio el arte. —
Cuando vuelve a mirarme, le sonrío agradecida. No sé lo que pasa con Emily, pero
ya me siento más que nerviosa.
Algunas personas tienen pesadillas sobre estar desnudo en público. La
desnudez pública requiere un cierto estado de ánimo y si no pienso en esta
situación como algo artístico, voy a salir corriendo. Si esto se tratara de ser una
seductora desnudez, me moriría. Pero no lo es. Se trata de luces y sombras, de la
forma humana, no se trata de mí.
—Ya hemos hablado de ese tema, señor Carter. Por favor, tome asiento —
refunfuña Jax y revisa a través de su cartera en busca de algo.
Después que todos se sientan, una nube de silencio se posa sobre el
ambiente. Mi mirada se desliza a través de ellos y se encuentra con la de Nathan.
Nuestros ojos se clavan y no puedo mirar hacia otro lado. Nunca antes he sentido
una atracción tan magnética hacia otra persona, nunca. Ni estrellas de cine,
compañeros de clase o de cualquier otro tipo, incluso Matt. Es irreal y siento como
si estuviera atrapada en un hechizo.
El doctor Jax parlotea, dando instrucciones. Cuando termina, él asiente a
Nathan.
—Es bueno verte de nuevo.
Nathan le devuelve el gesto.
—Gracias.
Jax apunta algunas cosas que quiere que la clase note en cuanto a la pose, la
clásica curva en S de mi espalda y la iluminación.
—No hay necesidad de fingir los detalles que todos estarían dibujando con
nuestro modelo masculino regular, así que les sugiero que tratamos a la señorita
Hill como el artista serio que es, sobre todo porque ninguno de ustedes tiene el
coraje de sentarse donde ella se sienta ahora mismo.
Nadie responde a eso. ¿Cómo podrían?
Capítulo 9
El tiempo pasa lentamente. La clase sigue y sigue. Jax sale de la habitación
instruyendo a Nathan para que vaya a su oficina después. Gracias a Dios, esta
postura no es incómoda a pesar de que mi pie se está acalambrando. Muevo los
dedos de mis pies para hacer que desaparezca el hormigueo.
Los ojos oscuros de Carter se deslizan hacia arriba y encuentran los míos una
y otra vez, pero no dice nada. Emily y todos los demás me observan desde sus
escritorios, capturando cada línea con cuidado. Sus ojos están por todo mi cuerpo.
Sabía que esto sería revelador, pero no pensé en ser observada durante tanto
tiempo. Me desconecto, pensando en la primera vez, tachen eso, la segunda vez
que me encontré con Nathan en el bar. Mi mente está en el punto en la habitación
del hotel donde su boca me está devorando, cuando escucho una risa masculina.
Algunos compañeros están susurrando en la última fila. Nathan patea sus
sillas, en una pata de cada uno, por lo que ambos se enderezan de golpe. Los
tubos de pintura que están sosteniendo se levantan de un tirón y se esparcen
sobre su trabajo.
—El respeto es necesario en todo momento, DeMarques. Esta es la única
advertencia que recibirás. Si escucho una palabra más de tu boca, serás echado
de la clase.
Todos los ojos están puestos en DeMarques. Su mandíbula cae floja. Él mira a
su amigo, que ve rápidamente a otra parte sin ofrecerle ningún tipo de apoyo,
luego de vuelta a Nathan.
—Estaba bromeando. ¿No puedes reconocer una broma?
—No. Mientras que estemos trabajando, no hay bromas sobre cosas como esa.
Si tengo que discutir ese punto contigo, no perteneces a este departamento.
¿Estamos claros?
El silencio es ensordecedor. Nadie se mueve. Todos esperan que DeMarques
responda, pero no lo hace.
Finalmente, aprieta los dientes y farfulla.
—Tienes razón. Lo siento.
Nathan se endereza y se pasea por el salón, hablando.
—La figura humana es el tema más difícil para capturar por un artista. Cada
aspecto de la pose de nuestra modelo es atractiva, sin embargo hay una mirada
inquietante en sus ojos. Captúrenla. Capturen su suavidad, la forma en que oculta
su sensualidad. Capturen las ondas en su cabello como si fuera un ser vivo. Todos
estos componentes son piezas de ella, trabajando juntos para revelar una visión de
su alma. Como artista, es su trabajo combinar todo esto en una pieza que los
refleje a sí mismo. Es un matrimonio, una fusión de dos almas en un lienzo. Esta
oportunidad es particularmente rara para nuestra clase; les sugiero que lo
aprovechen. —Nathan se pasea por el suelo sin mirarme. Sus hombros se elevan
en guardia, protectoramente. Es como si no puede soportar la idea de otro hombre
devorándome con los ojos, a pesar de que la clase está llena de hombres. Emily y
yo somos las únicas mujeres presentes esta noche.
Cuando echo un vistazo en su dirección, Emily deja caer su mirada hacia su
lienzo, evitando la mía cuidadosamente. Me pregunto sobre sus protestas, si esto
fue un error. No. Estoy cansada de dudar de mí. Preguntarse no lleva una persona
a ninguna parte en la vida y no voy a permanecer destruida en pedazos, afligida
por un ex novio que no me ama. No sé ni qué pensar sobre mi madre. Voy a tener
que verla de nuevo, pero después de hablar con papá, cosa que quiero evitar el
mayor tiempo posible. La furia arde dentro de mí. ¿Por qué no puedo dejar de
pensar en ellos? La sonrisa en la cara de mi madre me persigue. Estaba allí cada
vez que Matt iba, especialmente el día que me fui. Tenía miedo de que lloraran y
que yo llorara y que sería un día horrible, pero esas dos personas animadas me
enviaron lejos con una sonrisa. Probablemente tuvieron sexo en mi cama justo
después de que me fuera. Mis dedos se enredan en la sábana, estrangulándola.
Chico Azul tiene la cabeza inclinada, concentrado en su trabajo, cuando dice
en esa voz suya totalmente despreocupada:
—¿Puede dejar de apretar la sábana? Se está moviendo.
Nathan ha evitado mirarme. La solicitud de Azul hace que Nathan se gire.
Esos ojos azules cristalinos me echan un vistazo desde debajo de sus pestañas
oscuras y nuestros ojos colisionan. Por un segundo, el tiempo se detiene. Algo en
él, en la intensidad de esa mirada, me clava en el lugar, sin aliento. No puedo
mirar hacia otro lado a pesar de que esta no es la pose que la clase está dibujando.
Mi barbilla está vuelta hacia Nathan, mi boca abierta, los labios separados de
modo que apenas soy consciente del flujo de aire sobre ellos. Mi mirada permanece
bloqueada con la suya y hago todo lo que puedo para mirar hacia otro lado. Sin
embargo, no es lo suficientemente pronto. El movimiento del cabello negro de
Emily rompe el hechizo sobre nosotros.
Ella mira a Nathan y luego de nuevo a mí, sus cejas oscuras frunciéndose con
más fuerza. Todo el mundo tiene sus ojos en su trabajo, dibujando. Cuando miran
hacia arriba, no es más que un mero vistazo, pero la mirada de Emily no es así.
Ella nos está observando, y creo que sabe que él es quien me dejó en la habitación
del hotel. Es imposible, pero aun así, en ese momento juro que sabe.
Reanudando mi pose, suelto la sábana, y vuelvo la mirada hacia el brazo que
está apoyado en mi muslo. Me vuelvo a mi mente, preguntándome cómo se verán
las pinturas terminadas.
Nathan encuentra su voz.
—Gracias, Scott. Recuerda que es difícil mantener una pose para la clase
durante tres horas. El cuerpo quiere moverse. Cualquier pensamiento puede hacer
que las líneas que descansan en su rostro se alcen o caigan. Una brisa puede
hacerla temblar y tensarse. Parte de capturar a una modelo en vivo está en lidiar
con estos cambios y tratar al modelo como un ser humano. Dicho esto, vamos a
dirigirnos a la modelo de forma directa y amablemente, si nos damos cuenta que
se ha movido.
Carter se aclara la garganta y habla, aunque sus ojos permanecen en su
dibujo.
—¿Cómo va a ser capaz de reanudar esta posición la próxima semana? ¿No va
a cambiar, al menos un poco? Me refiero a que vienen y limpian y nuestros
caballetes son movidos. Eso por sí solo es suficiente para cambiar las cosas.
¿Cómo se supone que vamos a hacer esto semana tras semana con cierta
coherencia?
—Buena pregunta. Todos ustedes serán responsables de encontrar sus
puestos y mover el caballete si es necesario. Yo me encargaré de la pose y me
aseguraré de que siga siendo la misma a lo largo de este proyecto —responde
Nathan.
Carter hace un ruido en la parte posterior de su garganta. Ahora me está
mirando, con la mano inmóvil en su papel. Sus ojos oscuros tienen algo qué decir,
pero permanece en silencio.
Nathan lo nota. Él se acerca a la mesa de Carter y mira a su trabajo, luego por
encima hacia mí. Levanta una ceja como si estuviera impresionado.
—Esto es interesante. Dime, ¿qué estás haciendo?
Los labios de Carter se entreabren, pero no habla. Sólo me observa con una
expresión que no puedo leer.
—Nada, sólo intento algo nuevo —murmura.
—Dime. —Nathan es tan exigente. Es raro. La mayoría de los asistentes que
he conocido durante el recorrido por el campus fueron tímidos, pero él no lo es. Es
la cosa más lejana a ello.
Carter no tiene que decirle ni una mierda, pero lo hace. Se aclara la garganta,
y apunta a partes de su obra.
—Estoy dibujando lo que veo, lo que sé. Estos son segmentos oscuros que se
han convertido en una sombra a través de su alma. Estoy dibujando eso… solo las
sombras. —La mirada de Carter cae a su trabajo y no levanta la vista. No espera
por la respuesta de Nathan, sólo empieza a trabajar de nuevo como si no
importara.
Nathan me mira, su mirada azul oscureciendo. Sabe que le gusto a Carter. Lo
presiente. Esa no es la pintura de un artista que no conoce al modelo. La mano de
Nathan está en su barbilla, frotándola lentamente, observando por encima del
hombro de Carter.
—Interesante. —La palabra cae en el suelo como el estruendo de unas ollas y
sartenes.
Emily mira sobre su hombro a Carter, su mirada estrechándose como si él
fuera un idiota. Es entonces cuando Nathan se aproxima a su escritorio.
—Emily.
—Nathan. —Ella suena desafiante, como si no hubiera cambiado de opinión
acerca de lo que dijo antes.
Él mira fijamente su trabajo por unos momentos y suspira.
—Ven conmigo. —Emily no se ve muy feliz, pero se levanta—. Toma tus cosas.
La clase casi ha terminado.
—Bien. —Ella se agacha y guarda su trabajo, a la final metiendo un lienzo en
blanco en su puesto a un lado de la habitación.
No va a dibujarme. ¿Qué significa eso?
—Terminen en lo que están trabajando y empaquen. Carter, por favor,
quédate hasta que regrese para limpiar el lugar de modo que la próxima clase
pueda utilizar el espacio. Tengo que marcar el lugar donde todos los muebles
están colocados en el suelo antes de que Kerry se mueva. Así que, por favor,
quédate un rato más. Kerry, voy a buscar tu cheque mientras estoy en ello.
Enseguida vuelvo. —Nathan se precipita por la puerta y por el pasillo hasta que no
puedo oír sus pisadas. Es cuando las cosas dan un giro.
Capítulo 10
Quinn DeMarques me sigue mirando mientras empaca sus cosas. La mirada
en sus ojos hace que mi piel hormiguee de una mala manera, como si estuviera a
punto de hacer algo estúpido. No lo miro. Carter continúa dibujando,
observándome cada pocos segundos.
Cuando Quinn se acerca, se detiene a mis pies y se inclina, como si estuviera
atándose los zapatos.
—Bonita vista. —No me muevo, no puedo permitirle pensar que me afecta.
—Que te jodan.
—Cuando quieras, nena.
Le echo un vistazo.
—¿Qué, necesitas que te lo expliquen con figuritas? Jódete, Quinn. Muévete.
—Mis palabras son agudas y fuertes, pero él no deja de sonreír.
—Lo entiendo, vagabunda. ¿Crees que eres demasiado buena para mí? ¿Crees
que eres mejor que los demás? —Inclina su cabeza hacia un lado y sonríe, dejando
al descubierto sus dientes. Sus colmillos se ven como si hubieran sido afilados.
¿He dicho que los artistas son extraños? Es una cosa de amor/odio. Tienes
personas como Emily que tienen sus propias mentes con opiniones fuertes de la
vida y el mundo que les rodea. Increíbles. Y entonces tienes personas como el
burro delante de mí que se la vivía fumando en la escuela secundaria, eran mal
llamados genios artísticos mientras lo hacían, y entonces, terminaron aquí. No
pertenece aquí y diez dólares a que piensa que los vampiros son reales. Es un
fenómeno, al cien por ciento.
Después de mostrarme sus colmillos, se levanta poco a poco y desliza su dedo
por una línea de tiza en su pintura. Resulta ser la línea debajo de mi seno mal
dibujado. Se pasa la lengua por su labio superior y me guiña el ojo.
Es entonces cuando escucho la voz de Emily gritando por el pasillo.
—¡Esto es una mierda! ¡No puedes obligarme!
—Es tu elección.
—¡Esa no es una puta elección! ¡Y la dejaste allí con esos cabrones! ¡Viste
cómo la están mirando! ¡Esto es una mierda! —Oigo sus botas retumbar por el
pasillo y desaparecer en el hueco de la escalera. Maldición. No me va a dibujar por
sus principios. Piensa que los chicos no son lo suficientemente maduros como
para manejar esto, o tal vez que yo no puedo manejarlo.
El pensamiento me habría chocado antes de la demostración de Quinn, pero
no ahora. De todos modos, no voy a permitir que un idiota controle mi vida. Esta
cosa del modelado resuelve algunos problemas para mí. Por un lado, voy a tener
dinero, que necesito gracias a El Buso y mi mapache rabioso. En segundo lugar,
nunca antes me he sentido tan femenina, o tan viva. Me gusta el modelaje.
Mi madre tendría un infarto. Esa es la unidad de medida para todas mis
ocurrencias. Así que, tal vez lo que hago no es culpa de mamá, pero ella llegó a la
crisis de mediana edad y ha estado aferrándose a ella durante casi una década.
Estoy harta de verla llevando mi ropa y hablando como yo. Copia mis gestos y
trata de ser yo. Es suficiente para volverme loca. Y si añadimos que me robó a
Matt, terminó de empujarme sobre el borde de la locura.
No me di cuenta que se movió, pero Carter ya está en marcha y empuja su
caballete contra la espalda de Quinn.
—Muévete, idiota.
Quinn se da la vuelta y resopla.
—Tampoco pudiste follarte a esta, ¿eh, Carter? Lo bueno es que puedes
cogerte a tu compañero de cuarto siempre que lo necesites para conseguir algo.
Oh, espera, es cierto. No tienes compañero de cuarto. Te le insinuaste entre una
de las muchas duchas. ¿Cierto? —Quinn se ríe en la cara de Carter, pero mi amigo
no se mueve. Él sólo se queda ahí mirando, su cuerpo cada vez más rígido, sus
puños a los costados.
—Carter, es un imbécil. —Me gustaría poder levantarme, pero no quiero
exponerme. No puedo tomar la delgada franja de sábanas y cubrir mi parte
superior e inferior al mismo tiempo. Sé que él no puede pelear, y está a punto de
hacerlo. No quiero que lo expulsen por mí—. Carter, vete. Por favor.
—Así es, perra. Dile cómo es. Las mujeres son para follar, y tú… —Él mira a
Carter como si fuera escoria—, nadie sabe qué coño estás buscando.
—¡Basta! —Nathan aparece en la puerta, con los brazos cruzados sobre el
pecho, haciendo que su ajustada camiseta se aferre a él como una segunda piel.
Su brazo vuela, apuntando al final del pasillo—. Ve a la oficina de Jax, AHORA.
Estás fuera de esta clase.
Quinn hace una mueca y luego se vuelve hacia Nathan.
—Eso es una mierda, hombre.
—Sí, hay mucha mierda por aquí últimamente. Vamos a deshacernos de un
poco. Vete. Ahora. —Nathan avanza desde la puerta y mira furibundo a Quinn.
—Como sea. —Quinn está molesto, pero hace como se le dice, y se empuja por
la puerta, murmurando mientras camina por el pasillo.
Carter y Nathan son los únicos dos que quedan. Nathan mira entre nosotros
dos y luego admite:
—Sé que la conoces. Está bien.
Carter sigue enojado.
—No está bien y muchos de nosotros la conocemos. Opino igual que Emily en
esto. —Carter me mira—. No es por ti, Kerry. Son ellos.
—Esto no quiere decir que no debería ser capaz de hacer lo que quiero. No
creo que haya nada de malo en esto. —Carter no me mira, lo que hace que mi mal
humor aumente—. Carter, ¿en serio vas a ser todo puritano conmigo y decirme
que los desnudos son moralmente incorrectos? ¿Qué demonios? —No puedo
evitarlo. Me incorporo un poco y tapo mis niñas con el brazo cuando la sábana cae
en mi regazo.
—Y, se movió —gruñó Nathan, mientras pone los ojos en blanco—.
Estupendo.
Las fosas nasales de Carter se dilatan más a medida que se gira para mirar a
Nathan.
—Moverse es el menor de sus problemas y acabas de añadir más de cincuenta
al permitirle hacer esto. —Se vuelve de nuevo a mí—. Kerry, te admiro. Lo sabes,
pero has visto cómo me tratan. Nada de eso es cierto, pero todo el mundo piensa
que lo es. La realidad no importa aquí y esto no es el Renacimiento.
—¿Qué estás diciendo? ¿Que yo no importo? —No le puedo creer. Maldita sea,
es demasiado tarde para no modelar y si todo el mundo estaba tan opuesto a esto,
¿por qué no me lo dijeron antes de venir aquí? En su lugar, esperaron hasta que
fue demasiado tarde y no dijeron nada. Esto no es sucio. Es una pose clásica.
Puede que Carter tenga buenas intenciones, pero en este momento me está
haciendo sentir como si hubiera cometido un error terrible, un error que ha ido
demasiado lejos para corregirse. No soy una estrella porno, soy una modelo.
Las palabras se me escapan de la boca antes de que pueda detenerlas.
Ocultan las lágrimas y harán que se aleje. Necesito que se vaya. Ahora.
—Mierda, Carter, no es de extrañar que no tengas amigos. —No debería
haberlo dicho. Las palabras penetran a través de él como flechas, una tras otra,
hasta que el último golpe da justo en su corazón.
Aparta sus ojos oscuros entrecerrados con conmoción.
Mi corazón se acelera y quiero gritar. Quiero abrazarlo y pegarle al mismo
tiempo. Carter no contesta. En cambio, recoge sus cosas, las empaca y se va.
Antes de pasar por la puerta, la abre y se detiene.
—Adiós, Kerry —dice por encima de su hombro.
Me deja allí como si no hubiera dicho nada. Como si no significara nada. Sus
muros están en alto y no hay manera en que me deje entrar de nuevo.
Capítulo 11
Llamo su nombre, pero él no se detiene. Sigo gritando para que vuelva hasta
que la puerta se cierra de golpe.
—¿Estás bien? —Nathan se encuentra al pie de la tumbona. Observó todo el
intercambio entre Carter y yo en silencio y quién sabe qué demonios habló con
Emily en el pasillo. Nunca antes me he sentido tan sola en mi vida.
Miro fijamente hacia delante.
—Acabo de perder dos de los tres amigos que he hecho desde que estoy aquí…
por esto. Pensé que me iban a apoyar. No esperaba que actuaran de esta forma. —
Nos quedamos en silencio por un momento, así que añado—: No debería haberle
dicho eso.
—No, pero fue un error. Kerry, todo el mundo comete errores, cosas que luego
desean poder cambiar y hacer otra vez. La diferencia no está en el error, está en lo
que haces después. —Sus ojos están en mi rostro, clavados en mi mejilla. Me
siento tan perdida, tan sola. Cuando giro para mirar a Nathan, está más cerca de
lo que pensaba.
Sus labios están justo ahí, tan cerca que puedo sentir su aliento cálido sobre
mí. Su mano está detrás de mí, lo suficientemente cerca como para tocarme.
Observando sus dedos, tengo cuidado de no mirarlo a los ojos, porque no podría
soportarlo si dice que no.
Durante toda la noche ha estado tratando de no mirarme, evitando mi mirada.
La única vez que nuestros ojos se encontraron tuvimos esta fantástica atracción.
Es como si soy su marioneta, dispuesta a plegarme a su voluntad, a hacer lo que
él quiera. Quiero que me diga lo que quiere, que me diga que me quiere. Eso es lo
que estaba pensando en esos momentos. Cualquiera que sea la atracción que hay
entre nosotros es fuerte. Me siento atraída a él como un estúpido insecto a una
llama. Ver esos ojos azules brillar con calor, escuchar su voz sensual y oírle decir
mi nombre durante la clase era como un afrodisíaco. Estar desnuda aquí en este
momento no se siente como lo es con el resto de ellos, sólo es él, sólo Nathan.
Muerdo mi labio inferior mientras intento pensar en qué decir, en cómo
decirle que no puedo estar en una relación ahora mismo. No puedo manejarlo, no
encima de todo lo demás. Al mismo tiempo, quiero ser suya y quiero que tire de
mis cuerdas y me mueva a su antojo.
Mirando hacia él desde debajo de mis pestañas, abro la boca para hablar,
pero me encuentro con sus labios en su lugar. Sus manos acunan mi rostro a
medida que me empuja más cerca, presionándose contra mí al mismo tiempo. Él
suspira mi nombre como la vida misma, y apoya mi espalda en la tumbona,
besándome con más fuerza, aprendiéndose las curvas de mi boca y mi sabor. El
beso es imprudente y apasionado. Me enciende en llamas desde dentro y no puedo
fingir que no lo quiero. Una vez que me toca, todos mis pensamientos quedan
incinerados dejándome con lujuria pura, arremolinándose y doliendo dentro de mí.
No puedo parar.
Tengo que besarlo con más fuerza, lo sostengo con más firmeza. Deslizo mis
manos por debajo de su camiseta y arrastro mis uñas por su espalda. Nathan deja
escapar un gruñido y me besa con ferocidad, presionándome contra la tela
mientras lo hace. Necesito más. Las mariposas se arremolinan dentro de mí, se
han vuelto implacables y no se detendrán. Al mismo tiempo, el latido entre mis
piernas ha comenzado a hacer que mis senos ansíen su toque, pero él no mueve
sus manos. Se quedan a ambos lados de mi cabeza, manteniéndome firme en el
lugar.
La sábana sigue estando sobre mi mitad inferior, y enredándose alrededor de
mí. Nathan levanta la vista hacia la puerta, rasgando sus labios de los míos.
Respira con fuerza y está cubierto de sudor que huele delicioso. Quiero deslizar mi
lengua a lo largo de su cara, a través de su sien y su mejilla, devorando hasta la
última gota.
¿Qué pasa conmigo? Nunca hago cosas como esta, nunca antes me sentí así.
Soy de los panqueques: cálido y delicioso. No soy sexy como Natasha. Pero en este
momento, soy una burbuja siendo soplada cada vez más y más alto, cada vez más
y más grande. Cada centímetro de mí está tan sensible que no puedo ocultar mis
gemidos cuando Nathan me toca. No puedo soportar su distancia, así que lo
empujo hacia abajo, aplastándolo contra mí.
Lo beso con dureza y le pregunto con voz entrecortada:
—¿Se fue todo mundo?
Sus labios han viajado a mi cuello. Apenas puedo formar palabras. Soy todo
un animal y Kerry se ha ido. Mi cuerpo se presiona contra el suyo, deslizándose
por debajo de él, arañando cualquier pedazo de carne que puedo encontrar.
Nathan gime cuando clavo mis uñas en su costado. Me mira a los ojos, con los
labios entreabiertos, los ojos oscurecidos por el deseo, entonces asiente. Cuando
presiono mis uñas más profundamente en su piel, y tiro, jadea y presiona sus
caderas contra las mías. Gimo finalmente sintiendo su dura longitud aún revestida
con sus pantalones presionarse contra mi pierna.
Está temblando, y sus palabras son apenas audibles.
—Sí, se han ido. El equipo de limpieza no va a estar aquí en un tiempo, pero
no puedo hacer esto aquí. Tenemos que… Oh, Dios.
Aquí no hay nadie. Me han perdido. Eso es todo lo que se necesita. Tengo la
boca en su cuello, chupando, deslizando mi lengua sobre su piel y besándolo con
fuerza, mientras clavo las uñas en su piel.
Él gime mi nombre, tratando de detenerme, pero simplemente me hace
desearlo más.
—Kerry, tenemos que parar. Vamos a perder nuestros trabajos por algo como
esto.
Me las arreglo para dejar de besarlo, respirando con dificultad. Nuestros
cuerpos están cubiertos de sudor y retorcidos entre sí en la pequeña tumbona. Su
bulto está justo encima de mi centro y mis talones están presionados con su
pierna. Él comienza a liberarme, pero tan pronto como lo hace, gimo. No lo hago a
propósito, ya no me siento como siempre… soy esta mujer atractiva que está
seduciendo a este hombre. Si incluso me atreviera a pensar en ello, moriría. Y de
eso se trata, no puedo pensar a su alrededor. Quedo reducida a una desastrosa
persona lujuriosa, dispuesta a hacer cualquier cosa para saciar esta necesidad. Mi
piel está en llamas y aunque sus palabras me llegan, no me puedo desprender.
Capturo su muñeca y él se detiene. Nate se queda congelado en su lugar.
—Por favor. Hazme olvidar todo, sólo por un rato. —Mi voz surge como un
cálido susurro. Lamiéndome los labios, miro hacia él, esperando que diga que no
—. ¿Un beso más?
El conflicto se asoma en esos profundos ojos azules. Su cabello oscuro está
húmedo y colgando sobre su frente. Una gota de sudor cae sobre mi cara. Cierro
los ojos disfrutando de la sensación y giro mi cabeza, luego el cuello, haciendo que
la gota caiga entre mis pechos a medida que rueda. Estoy pensando en él
embistiendo dentro de mí con dureza y esa pequeña gota de sudor.
Me gustaría que fuera algo más… me gustaría que me folle con tanta fuerza
que no pueda soportarlo más y se salga al último segundo y deje que ese caliente y
delicioso chorro escurra a través de mis pechos. Quiero que los toque, que los
folle, y se frote a sí mismo por todos lados. Ya no puedo pensar en nada más y
cada preocupación se desvanece.
Estoy perdida en mi fantasía cuando lo escucho susurrar mi nombre.
—Maldita sea, Kerry. No puedo, no me hagas esto, no aquí, tenemos que
parar. Quiero esas cosas. Quiero hacerlas contigo. Por favor… —Él se echa hacia
atrás y extiende su mano—, ven conmigo.
Sacudo la cabeza.
—No puedo parar. —Las palabras salen tropezándose entre sí, sueno ebria y
me siento ebria, pero de felicidad y lujuria, y no puedo pensar. Por una vez, no
tener el control de todo no me está molestando. Quiero que se quede así, y si nos
movemos, bueno, mis sentidos volverán y saldré huyendo. Ya he dicho demasiado,
las palabras me harán ruborizarme la próxima vez que nos encontremos.
Pero en este momento, sólo existe el ahora y eso es todo lo que importa. Soy
un orbe de sensaciones y nada más de lo que está sucediendo sacude mi mente.
Por una vez no me preocupa o molesta. Por una vez tengo a un hombre que está
aquí por mí y le gusto. Él quiere lo que yo quiero. Puedo sentirlo.
—Bésame.
Nathan cierra los ojos, dolido, y presiona sus caderas contra las mías. Jadeo y
suelto un ligero sonido aireado que parece deshacerlo. Se detiene, cerniéndose. Es
como si supiera que esta acción va a condenarlo, pero tampoco puede apartarse.
Nathan sigue estando a un suspiro de mí, suspendido en el espacio. Esos
deliciosos labios están entreabiertos y húmedos. No puedo dejar de verlos,
esperando que se acerquen aún más de modo que pueda saborearlo de nuevo.
—Kerry, sí, en mi casa. Ahora. Ahora mismo. Todo lo que quieras. ¿Ven a casa
conmigo? —Sin querer suelto un sonido frustrado; mi cuerpo está tan caliente, tan
resbaladizo por el deseo que ya no puedo formar oraciones. Me lleva de toda mi
fuerza alejarme lo suficiente como para romper los lazos invisibles que nos
mantienen juntos. Estoy tan preocupada de que desaparezcan y los necesito en
este momento… lo necesito. Asiento lentamente mientras muerdo mi labio inferior.
—¿Será así? —Mi voz es apenas un susurro.
Me dedica la sonrisa más sensual que he visto en mi vida. Las mejillas de
Nathan se vuelven de color rosa y sus pestañas descienden, mirando hacia abajo a
mi cuerpo por debajo de él. Se inclina entonces y susurra en mi oído:
—Será aún mejor. Ven a casa conmigo.
Me deshago. El viaje en auto hasta su casa va a ser extraño, además de que
nunca he estado con nadie más que mi ex. Un millón de cosas podrían ir mal.
Nathan besa mi mejilla y retrocede. Tendiéndome su mano, responde a mis
pensamientos.
—Pero un millón de cosas pueden ir bien. No estoy dispuesto a pasar de esto,
¿y tú?
Lo miro, de pie sobre mí. Mis labios se abren y estoy tan embelesada con este
hombre que no puedo apartar la mirada. Al mismo tiempo, siento una presión en
el centro de mi pecho que me asusta. Tiene que ser debido a Matt y la forma en
que me dejó por mamá. Quiero que esa sensación se vaya y este hombre me está
ofreciendo una salida.
Presionando mis labios, asiento y tomo su mano.
Nathan vuelve a sonreír y me ayuda a levantar.
—Vístete para que así pueda desnudarte cuando lleguemos a mi casa.
Suelto una risita, cosa que es totalmente diferente a mí, y me dirijo hacia el
lugar donde dejé mis cosas. Hay una fila de armarios detrás del telón de fondo,
formando una zona similar a las que están detrás de un escenario. La sábana se
arrastra por el suelo detrás de mí mientras camino. Echando un vistazo por
encima del hombro, miro hacia atrás en él.
—¿Lo prometes?
Da un paso hacia mí, cerrando la distancia y esa presión está allí de nuevo,
succionando mis sesos y encendiendo un fuego en mi interior. Su mano acuna mi
mejilla, haciendo que mis labios se abran. Su mirada azul está tan cerca de mi
cara y luego se detiene. Frota su pulgar suevamente por mi mejilla hasta que su
mano se desliza de mi piel. Percibe la pesadez de esa palabra, y lo que estoy
pidiendo que me prometa va más allá de mí. En la superficie, lo pregunto en
cuanto a este tiempo juntos, pero mis palabras sin decir importan más.
Promete que no me harás daño como ellos lo hicieron.
Promete que vas en serio.
Promete que no me darás la espalda cuando esto termine.
Prométemelo.
La mirada de Nathan permanece clavada en la mía. Es como si pudiera leer mi
mente con tan solo ver mis ojos. Él no se asusta ni toma a la ligera mi pregunta.
Entiende el impacto de su respuesta, de lo que sea que dirá a continuación.
Mi estómago da un vuelco en esos momentos de silencio y me aferro a la
sábana con más fuerza. Cada inseguridad que tengo se alza e intenta ahogarme,
pero cuando Nathan me mira, desaparecen. Soy una diosa ante sus ojos. Por
extraño que parezca, veo sus pensamientos. Este sentimiento de comprensión
ondula a través de mí y sin siquiera tocarme, sé lo que está pensando… puedo
sentirlo. Miedo y vulnerabilidad no es un lugar cómodo. El deseo de correr vuelve a
surgir dentro de mí. Ha estado demasiado tiempo en silencio, pero justo cuando la
preocupación resurge, Nathan acuna mi cara. Desliza sus manos a lo largo de mis
mejillas y me mira directamente a los ojos.
—Lo prometo. —Su voz es como una manta que me rodea en calidez y confort.
Es como el ardiente jarabe pegajoso y estoy lista para cambiar de dulce a traviesa.
Permanecemos así, nuestros ojos bloqueados por un momento. Tan pronto
como las palabras vuelan de sus labios, le creo. Sé que es cierto, pero tengo miedo
de esto. Cuanto más tiempo paso con él, más extraño se pone.
¿Y si es mi alma gemela? ¿Acaso esto va más allá de la lujuria y no puedo
comprenderlo?
Trato de detener el pensamiento tan pronto como surge en mi mente,
temiendo que descubra lo que estoy pensando, tan tonto como suena. No creo en
las habilidades extrasensoriales, pero parece que las tiene y ese pensamiento le
haría salir corriendo.
Intento mirar hacia otro lado, pero Nathan me hace girar de vuelta de modo
que nuestros ojos se encuentran una vez más.
—Yo también lo siento y lo prometo, Kerry. —Él se inclina y presiona sus
labios en mi frente. Mi cuerpo se pone rígido a medida que me quedo sin aire—.
Tampoco sé lo que significa esto.
Cuando me libera, los dos nos vemos en shock, pero si él no salió corriendo
entonces yo tampoco. Nathan sonríe de nuevo, pero esta vez es menos seguro, y
más juvenil… como si esta es su primera vez, a pesar de que estoy segura que no
lo es. Es demasiado sexy para ser virgen.
Nathan casi se ríe.
—¿En qué estás pensando?
Me estremezco al instante y deseo apartarme, pero mi cuerpo se siente como
plomo derretido en su lugar. Por alguna razón estúpida le respondo.
—¿Con cuántas mujeres te has acostado? Me pregunto si eres un virgen muy
sexy, cosa que sería la mayor contradicción de la vida.
Sonríe con esa engreída sonrisa infantil, aquella que es deslumbrante y
entrañable, aquella que me mostró por primera vez en el baño de hombres
después de mirar fijamente su paquete por demasiado tiempo.
DEJA DE PENSAR.
Mi cara arde y juro por Dios que sabe que estaba recordando sus partes
personales.
—Estoy bastante seguro de que he sido objeto de las fantasías de muchas
mujeres, pero muy pocas han llegado a mi cama.
La tensión desaparece por mis poros, y me quedo en shock.
—¿Qué? ¿Estás diciendo que puedes tener una boda blanca como la nieve?
Porque yo no puedo. A menos que estemos hablando de la nieve en Nueva Jersey,
porque tal vez entonces podría lograr eso. Tal vez. —Hago una mueca y se ríe.
—No soy virgen, pero tampoco soy un mujeriego como me has catalogado. —
Sus labios se tensan de una manera nerviosa.
Levanto una ceja.
—¿En serio? ¿Esa es tu respuesta?
Una sonrisa se extiende por todo su rostro a medida que tira juguetonamente
de la sábana.
—¿Y supongo que te besas con cualquiera que pregunte?
Resoplo.
—¡No, para nada! Y un montón de chicos me han preguntado. Siempre digo
que no.
—¿Siempre? —Nathan ladea la cabeza hacia un lado.
Mi mirada se posa en mis pies y no puedo evitarlo, le doy un vistazo y sonrío.
—No, no siempre. Ha habido algunas excepciones.
Me observa y siento una descarga aplacadora cursar a través de mi cuerpo.
—¿Algunas?
—No algunas, ni siquiera un par. Sólo una, mi única excepción. Me dejó el día
que te conocí. Cuando choqué contigo en el baño de chicos fue… porque él me
envió un mensaje.
La sonrisa de Nathan desaparece.
—¿Rompió contigo con un mensaje? —Asiento. Sus ojos oscuros se deslizan
por la habitación mientras su mano se posa sobre su barbilla, pensando—.
Entonces, ¿la noche en el bar?
—Era noche de rebote. —Él se estremece y luego me da una mirada
lamentable. Alzo mis manos y sacudo la cabeza—. No, está bien.
—No lo fue. Kerry, permíteme explicarte.
Lo que va a decir a continuación va a ser la verdad. Puedo decirlo. Hay algo en
la forma en que sus labios se contraen, como si esto le molesta. Sus hombros se
mueven una fracción, hundiéndose muy ligeramente, y en serio quiero saber lo
que pudo ser tan terrible para que se alejara así, pero me pone nerviosa que vaya
a ser algo malo.
Lo detengo, levantando una mano.
—Está bien. No tienes que decirme.
—Quiero decirte. Quiero que lo sepas. —Levanta un mechón de mi cabello y lo
mete detrás de mi oreja.
El hombre está acabando con mis nervios como las cuerdas de un violonchelo.
Ésta vez la sensación no deja de temblar y correr a través de mí y sale en mi voz.
—Eso me gustaría.
—Yo también. —Él me ofrece otro beso en la mejilla y me derrite de la misma
forma que lo hace con cada uno de sus besos—. Termina de vestirse para que así
podamos descubrir de qué se trata esto, y por supuesto, para terminar lo que
empezamos. Sólo tengo que buscar mi bolso en la oficina. Ya vuelvo. —Se dirige a
la puerta y entonces, me quedo sola.
Capítulo 12
Esto parece demasiado bueno para ser verdad, pero algo finalmente está
saliendo bien para mí. A menos que seamos mutilados por el mapache de camino
a la casa de Nathan, esta noche va a ser fantástica. Sólo para estar seguro, él va a
conducir.
No pienso arriesgarme.
Desaparezco detrás de la cortina y me coloco mis pantalones así como mi
sujetador. Resulta que llevo mi conjunto favorito negro con lindas bragas. Me he
afeitado, mi cuerpo cremoso, y todo encerado para la clase de modo que nadie
dibujara un Pie Grande, así que ir a casa con Nathan no es un problema. Estoy
toda suave y me siento bastante hermosa.
Cuando agarro mi cepillo de pelo y brillo de labios entre las cosas en mi
mochila, escucho a Nathan acercarse con alguien. Todavía estoy detrás de la
cortina, oculta a la vista.
Nathan regresa, su voz sonando muy diferente de antes.
—Gracias. Fue difícil, pero es bueno estar de vuelta.
—Me puedo imaginar. La familia puede ser difícil en el mejor de los casos —
responde el Dr. Jax.
Ellos están de pie en el extremo opuesto de la habitación. No estoy segura de
si debería permanecer oculta o salir. No tengo nada que ocultar, así que me llevo
mi bolso sobre mi hombro y me escabullo entre los paneles de telón de fondo.
Jax mira en mi dirección.
—Entonces, ¿lograste sobrevivir la noche, señorita Hill? —Luego, dirige sus
ojos arrugados al otro lado hacia Nathan—. Esta es tu pupila estelar, Nathan,
estoy seguro de ello. No hay manera de que pueda ser tan valiente y talentosa, y
no triunfar. Vas a estar contento de haber vuelto a enseñar este semestre.
La expresión de Nathan cambia abruptamente y me mira fijamente.
—¿Disculpa, qué? ¿Dijiste que es una estudiante?
Jax se ríe.
—Sí, estudiante de primer año. Cayó en mi treta de no-eres-una-artista-seria
con bastante fuerza. Pero tiene talento y bolas. Te quiero en mi clase de escultura
el próximo semestre, Kerry. —Me señala con uno de sus dedos envejecidos y se ríe
mientras sale de la habitación, dejándonos en una estela de silencio.
Nathan aún me está mirando, sus ojos completamente abiertos y furiosos.
—¡Eres estudiante!
No me di cuenta hasta ese momento, y cuando lo hago, me explota en la cara.
No puede ser cierto, pero explica por qué los demás lo escuchaban. Explica su
tono en clase y por qué no estaba aquí la semana pasada.
—Oh, maldita sea, no —digo riendo, como si estuviera un poco demasiado
loca. Arrojo las manos al aire y me alejo de él—. No puedes ser un maestro. No lo
eres. De ninguna puta forma.
—Lo soy. —Ahora luce totalmente serio, y airado. Pasándose las manos por el
cabello, me da la espalda por un segundo. Cuando gira de nuevo puedo ver el
músculo de su mandíbula contrayéndose. Habla con sus manos, moviéndolas
lentamente—. Pensé que eras modelo.
—Lo soy, pero sólo porque Jax me engañó el primer día de Dibujo III.
Nathan se pasa la mano por el cabello una vez más y toma una respiración
larga y lenta.
—Esa es mi clase. Esta es mi clase. Jax me estaba cubriendo.
—¿Qué? —Me alejo de él, mi corazón palpitando con fuerza. ¿Me besé con un
profesor?—. ¿Qué edad tienes? —Sí, no es la mejor pregunta por hacer, pero
definitivamente no puedo creer esto.
—¿Eso es lo que preguntas? ¿En serio? —Se lleva las manos en su cabello
otra vez y se pasea en un círculo—. Esto es un problema. Esto nunca debería
haber sucedido. —Hace un gesto entre nosotros y siento como si me hubieran
golpeado con una espada. Dice las palabras frenéticamente, y sabe que tiene que
alejarse de mí.
Ahora.
—Genial. Gracias. Me siento mucho mejor ahora. —Mis palabras destilan
sarcasmo. Cuando Nathan no responde, no puedo soportarlo más. Me dirijo en
línea recta hacia la puerta y espeto por encima de mi hombro—: Esto en cuanto a
las promesas, profesor.
—Kerry, espera. —Nathan me llama, pero no me detengo.
Cuando abro la puerta, choco contra un pecho duro llevando una ajustada
camisa a medida negra y una chaqueta de cuero. El olor de su perfume me golpea.
Es algo caro y amaderado. Es como el olor de un ardiente hombre atractivo
embotellado.
Fin...
Próximo Libro
Dicen que la mejor manera de superar un corazón roto es enrollarse con alguien
al alzar. Por eso mi nueva mejor amiga me está arrastrando a un bar. Todo lo que
tengo que hacer es usar un vestido cachondo, elegir un chico y pasar a la acción,
¿verdad? La cosa es que, no soy así. Soy la chica buena, aquella que tiene
relaciones sexuales por amor. Pero, puesto que el amor de mi vida está
acostándose con otra persona, supongo que es hora de seguir adelante.
Una noche, una sola vez. Eso es todo. Empezaré de nuevo.
Un chico con un bloc de dibujo, sentado solo, me llama la atención.
Abalanzándome de inmediato por el chico de aire artístico con cabello oscuro y
ojos azules brillantes. Pronto, estamos en su habitación de hotel haciendo cosas
que nunca he hecho. Su cuerpo humeante perfectamente tonificado de piel
caliente y toque firme, tiene abrumada mi mente con las cosas por venir. Los dos
estamos desnudos, resplandeciendo de sudor y sin aliento.
Y entonces se va, justo antes de cerrar el trato, abandonándome en su
habitación. Tampoco vuelve.
Una semana más tarde lo veo de nuevo, y me doy cuenta que no era sólo un chico
cualquiera, es mi maestro. Mi corazón se rompe ante el gran error, y todavía no
comprendo el alcance de todo. Debería haber corrido y nunca mirar hacia atrás.
H.M. Ward
H.M. Ward nació en Nueva York, y vive en Texas. Estudió teología, ciencia que
le fascina. Le encantan las historias que combinan la teología, la cultura y la vida.
Siempre le ha gustado crear. Desde pequeña ama escribir y pintar. Opina que
ambas se complementan entre sí en su mente. Dice: ¨Mis palabras se extendían
como la pintura sobre el papel, y me gusta recrear un encuentro emocional entre
el lector y la experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la suerte
de encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y melancólicas y
la música. Toca el violonchelo, y competía cuando era más joven.
Créditos
Moderadora.
LizC
Traductora.
LizC
Diagramación
ile_itzel