Traductoras
samanthabp Julie Dakya
Bells767 johanamancilla Val_17
Gesi Florbarbero amaria.viana
Anna Karol Lauu LR IsCris
Joselin Umiangel Beatrix
Jadasa Jeenn 05 Miry
Madhatter Ivana Tolola
Clara Markov Auris Valentine Rose
Correctoras
Gesi Anna Karol
Pame .R. Julie
Beatrix Umiangel
Tolola
¡Mis ojos!
Oh, Dios, mis ojos habían perdido su capacidad de ver correctamente,
porque tenía que estar imaginando cosas. Un espejismo, o una alucinación... o
algo así. Eso es todo lo que era.
Porque me negué absolutamente a creer lo que mi cerebro trataba de
decirme que mis ojos pensaban que veían.
De ninguna otra manera podría mi novio de tres años estar dentro de mi
dormitorio, desnudo, con mi compañera de cuarto, también desnuda, mientras le
agarraba el pelo lo suficientemente fuerte como para inclinar su cabeza hacia
atrás en un ángulo incómodo mientras la follaba por el trasero en, sí, mi maldito
sofá que él me había ayudado a elegir este verano y subir dos tramos de escaleras
para mudarme a este mismo apartamento.
¿Pero por qué mis ojos me jugarían ese tipo de trucos malvados? Eso era
un castigo cruel e inusual. ¿Me odiaban por alguna razón? ¿Los había cabreado
por quedarme despierta hasta tarde una noche de más, forzándolos hasta el
cansancio mientras los entrecerraba ante mi portátil y trataba furiosamente de
terminar los trabajos que tenía que entregar al día siguiente? Pensaron en
vengarse de mí y jugar este tipo de juego horrible, diciéndome que estaba viendo
cosas que de ninguna manera podrían ser reales.
La pareja en el sofá se sobresaltó cuando accidentalmente les alerté de mi
presencia al perder el agarre de las dos bolsas de comestibles que estaba
sosteniendo, las cuales se estrellaron contra el suelo junto a mis pies.
Annabeth miró por encima de su hombro y gritó cuando vio mi silueta en
la entrada. Tomando un almohadón —también mío— trató desesperadamente
de cubrir sus pechos rebotantes, mientras Topher se estiraba para girarse hacia
mí y me daba una inquietante vista de su pene aún duro y húmedo por
sumergirse en el interior de Annabeth.
—¡Oh, mierda! ¡Haven! —gritó con desesperación culpable, cubriéndose el
pene con ambas manos como para probar que no había habido ninguna fechoría
aquí. No había nada que ver, solo dos personas pasando el rato en un sofá,
relajadas y tranquilas. Fue una completa casualidad que ambos estuvieran
desnudos y sus partes privadas hubieran estado conectando... repetidamente. No
era gran cosa.
—Nena, puedo explicarlo.
Bueno, demonios. Ahora mis oídos entraron en la conspiración, porque
eso sonaba como la voz de mi novio mientras salía rápidamente del sofá, lejos de
Annabeth.
Pero, ¿qué había hecho para hacer enojar a mis oídos y hacerme oír cosas
que no eran reales? No ponía la música muy fuerte ni asistía a conciertos que me
reventaran el tímpano. Juro que incluso mantenía el volumen de mis auriculares
a un nivel agradable y moderado. ¿Por qué me traicionarían así también?
Debían ser mis ojos yendo a mis espaldas y tentando mis oídos hacia el
lado oscuro. Sí. Arruinemos la vida de Haven y hagamos que vea y escuche cosas que
no son reales. Será divertido.
Bastardos.
Topher se me acercó, extendiendo una mano con sus ojos llenos de
preocupación y disculpa. Di un paso hacia atrás, enloqueciendo, porque ¿qué
pasaba si me tocaba y lo sentía? Dos sentidos volviéndose en mi contra y
jugándome trucos mentales podía creérmelo, pero ¿si un tercero se unía al
juego...? No lo sé. Eso haría que esto se sintiera un poco demasiado real. Y si esto
era real, entonces... entonces mi novio de tres malditos años me estaba engañando.
En mi apartamento. Con mi compañera de cuarto. ¡En mi jodido sofá!
Fue entonces cuando ocurrió. El receptor sensorial número tres hizo efecto
y mi nariz entró en alerta, olfateando el olor del sexo.
—Oh, Dios —dije, retrocediendo y moviendo la cabeza en negación.
Lo vi, lo oí, lo olí. Eso era una prueba empírica; totalmente estaba
sucediendo.
Me había convertido en un miserable cliché, una de esas pobres chicas que
acababan de sorprender a su novio en el acto de tener sexo con alguien cercano a
ella.
No era nada lindo.
—Haven... ¡espera!
Por supuesto que no esperé. Como si fuera a hacer algo que ese imbécil
infiel me ordenara. Sí, piénsalo de nuevo, amigo.
Girando, corrí en un pánico ciego. Lo juro, mi cerebro literalmente se
apagó y reaccioné por puro instinto. Momento de luchar o huir, cariño, e iba a
salir volando de este lugar porque la idea de pelear no era atractiva. Quiero decir,
¿qué pasaría si trataba de patearlo en los testículos y accidentalmente
experimentaba algún contacto piel con piel y sentía partes de cuerpo blandas y
colgantes, o partes que acababa de poner dentro de otra persona?
No, no podía hacerlo. Así que huir será.
Solo hasta que reagrupara, procesara y averiguara qué iba a hacer al
respecto. Porque, maldita sea, ¿qué demonios iba a hacer? Toda mi vida se había
alterado en el espacio de dos segundos. Como si se hubiera volcado sobre su
maldito eje, un altercado polar de ciento ochenta grados de todo lo que conocía
y de todo lo que era.
Topher no solo había sido mi novio, sino mi futuro. Había hecho planes
para mudarme con él después de la graduación, pagar todas mis cuentas con él,
comer todas mis comidas a su lado, eventualmente casarme y formar una familia,
compartir toda mi maldita vida. Y él acababa de arruinarlo.
Todo.
Enceguecida por la traición y mortificada por ser una tonta que había
confiado en un mentiroso, agité la cabeza al tiempo que mi respiración salía
entrecortada y mi pecho se agitaba, sintiéndome como si hubiera sido atropellada
por un camión Mack.
Pero en serio, ¿cómo pudo hacerme esto? Dios mío, dolía. Puse toda mi
confianza, fe y lealtad en este hombre. Sabía que no era perfecto, pero aun así lo
amaba por todo lo que trataba de ser. Excepto que esto... esto...
Puntos negros bailaban en mi visión y el vértigo me asaltaba mientras
abría la puerta de la escalera y los escalones que bajaba parecían oscilar de forma
inestable. Había pasado por alto el ascensor porque significaba estar de pie y
esperar, y ¿quién coño podía quedarse ahí parado y esperar en medio de una
crisis de pánico?
Sí, correr era lo que había que hacer ahora mismo. No tenía ni idea de a
dónde iba, pero estaba tratando de llegar lo más rápido posible. Agarrándome a
la barandilla como si mi vida dependiera de ello, me las arreglé para bajar a toda
velocidad. Sería un milagro si salía viva del edificio. Había otro tramo de
escalones después de éste.
Sobre mí, Topher traspasó la puerta, gritando mi nombre. Miré hacia atrás,
mi cabello voló hacia mi cara. Entre las hebras marrones enredadas, me di cuenta
de que se había puesto pantalones y estaba en el proceso de colocarse una
camiseta. Maldita sea. Me atraparía pronto en el estado en que me encontraba.
Sería malo que me atrapara. Posiblemente le arrancaría la cara. Y, aunque
había algo atractivo en esa idea —y me refiero a muy atractivo—, algo en mí dijo
que era un mal plan, algo que tenía que ver con leyes y tiempo en la cárcel. Sin
embargo, si me atrapaba y llegaba a eso, con gusto pasaría la noche tras las rejas,
porque las garras saldrían. Y valdría la pena hundirlas en su estúpido y
mentiroso rostro.
Pero entonces también me preocupó que empezara a llorar si me atrapaba,
y de ninguna manera iba a dejar que ese tramposo viera una gota de mi precioso
corazón roto. Me resultaba difícil compartir mis lágrimas. Así que por supuesto
que él no las tendría.
Cambiando de táctica, porque no quería tropezarme y caer de cabeza por
las escaleras, y las sandalias que usaba obstaculizaban considerablemente mi
huida, me impulsé a través de la puerta que conducía a los dormitorios del
segundo piso; los cuales estaban llenos de estudiantes de primer y segundo año
que tenían que compartir una sola habitación, a diferencia de los apartamentos
más bonitos que teníamos los mayores en el tercer piso.
Una vez que entré en el pasillo, fue una carrera de unos veinticinco metros
hasta el otro extremo, donde con suerte pude escapar a través de otra puerta
hacia el hueco de la escalera en el lado opuesto del edificio y apresurarme a bajar
antes de que Topher me alcanzara. Ese era el deseo y la esperanza que inundaba
mis venas, y corrí con todas mis fuerzas hacia la puerta que tenía delante para
alcanzar esa meta. Estaba a mitad de camino cuando una de las puertas se abrió
y un chico entró en el pasillo, directamente en mi camino.
No tuve tiempo de bajar la velocidad ni advertirle antes de chocarlo,
golpeándome en su contra con una fuerza que habría hecho que cualquiera
perdiera el equilibrio y nos enviara a ambos hacia el suelo. Pero a este tipo no.
Sentí como si hubiera chocado contra una pared de acero.
Aturdida por el impacto, empecé a caerme.
—Mierda. —En medio de un tropiezo hacia atrás, me agarró con un brazo
y nos estabilizó al extender la mano del otro para apoyarse contra la pared—. Lo
siento por eso. No te vi. ¿Estás bien?
—¡No! —grité sin gracia, mirando detrás de mí con pánico, a pesar de que
aún no había recuperado el equilibrio. La manija de la puerta por la que acababa
de entrar empezó a girar. Topher entraría en cuestión de segundos. Desesperada
por evitar verlo, grité—: ¡Vamos, vamos, vamos! —y empujé al tipo de vuelta por
la puerta de la que había salido, ya que nuestra pequeña colisión ocurrió tan
rápido que la puerta ni siquiera había tenido tiempo de cerrarse.
—¿Qué...? —Sorprendido, tropezó hacia atrás en la habitación conmigo, y
esta vez nos estrellamos contra el suelo, una maraña de brazos y piernas. Pero al
menos aterrizamos dentro, lo suficiente como para que pudiera cerrar la puerta
de una patada. Entonces me puse de pie, bastante segura de que le había dado
rodillazos en diferentes lugares en mi apuro por bajarme de él para poder cerrar
con llave.
A lo largo de todo esto, oí un grito de sorpresa de una chica que chillaba:
—¿Wick? ¿Qué demonios?
Ahora que tenía una puerta cerrada que me separaba de Topher, fui capaz
de concentrarme lo suficiente como para darme cuenta de lo que me rodeaba. Y
la palabra Wick fue lo primero que me llamó la atención.
Conocía a un tipo que se llamaba así. Estaba en el equipo con Topher.
Nunca había hablado con él, porque eran enemigos mortales y porque una vez
mi novio me contó que Wick dijo que yo era un troll con cara de caballo.
No sé por qué. Puede que solo estuviera hablando mierda porque salía con
su némesis, o tal vez realmente pensaba que era horrible, pero por el momento
no me importaba lo que pensaba de mi apariencia. Odiaba a Topher, así que bien
podría haberse convertido en mi nuevo mejor amigo.
Girando, fijé mi mirada en el tipo que seguía en el suelo, solo que ahora
estaba sentado y desempolvándose las manos en los muslos de sus vaqueros. Y
sí, definitivamente era el Wick que me imaginé.
El archirrival de Topher: Wick Webster.
En apariencia, se clasificaba arriba junto a los cuatro Chris. Era tan
atractivo como Pratt, Pine, Evans y Hemsworth. Siendo uno de los defensas del
equipo, había oído que lideraba toda la liga con más intercepciones que cualquier
otro jugador de la división. Eso lo hacía estúpidamente sexy, porque su cuerpo
estaba en excelente condición física. Sus pectorales y bíceps básicamente se
asfixiaban con la camiseta negra que llevaba puesta.
Quería reírme y poner los ojos en blanco, decirle que debía dejar de usar
camisetas apretadas, pero maldita sea, la única razón por la que podía pensar que
tenía esos músculos era porque Dios se disculpaba con el resto de nosotros por la
actitud de mierda de Webster —y supuse que debía tener una actitud de mierda
si le resultaba tan fácil llamar a una completa desconocida como yo un troll con
cara de caballo— por lo tanto, su torso debería ser exhibido de esta manera tan
fabulosa.
Pero no solo estaba en forma, tenía una cara bonita que iba con el cuerpo.
Labios llenos, ojos azules profundos y penetrantes, mandíbula angular y
pómulos no súper definidos, pero con una forma agradable. Luego estaba su
cabello. Dios, era precioso. Oscuro con un toque de vetas más claras, parecía lo
suficientemente sedoso y suave como para que lo admirara desde lejos más de
una vez. Era lo suficientemente largo como para que una chica lo agarrara
mientras él...
Bueno... digamos que era muy, muy malo que fuera un completo idiota.
Además, ninguna chica haría nada con él, de todos modos; Topher me había
dicho que era gay, así que supongo que tendría que ser un tipo, no una chica, el
que descubriera cuán agradable era su cabello.
Cuando su mirada conectó con la mía, el reconocimiento se encendió en
sus ojos y ambos nos congelamos, como si ninguno estuviera seguro de qué
hacer. La chica, a quien asumí que le pertenecía el cuarto —ya que se trataba de
un edificio de chicas—, se levantó de la cama donde había estado estudiando.
Señalándome, se quedó boquiabierta. —Eres Haven Gamble. —Se volvió
hacia Wick—. Oh, Dios mío. Es Haven Gamble. ¿Por qué arrastraste a Haven
Gamble a mi habitación?
Todavía en el suelo, la miró, aparentemente un poco aturdido. Luego agitó
la cabeza. —No lo hice. Ella me arrastró hasta aquí.
La chica agitó la cabeza, obviamente confundida. —Pero...
Ambas chillamos cuando un puño golpeó repentinamente la puerta y la
voz apagada de Topher gritó: —¡Haven! Maldita sea, ven aquí ahora mismo.
Me alejé de la puerta, agitando la cabeza con firmeza mientras se sacudía
el mango.
—¡Haven!
Le envié un gesto grosero a la puerta, solo para gritar cuando me estrellé
contra la chica. Me agarró del brazo, y no estaba segura de si estaba buscando
seguridad o tratando de dármela, pero la agarré por ambas razones.
—¿Quién es? —susurró temerosa.
—Mi novio —dije, empezando a temblar. Entonces agité la cabeza, porque
eso sonaba mal ahora—. Ex-novio —expliqué.
Toda la puerta se estremeció cuando intentó derribarla.
—Hijo de puta —gruñó Wick, poniéndose finalmente de pie.
—No abras la puerta —ordené.
Al mismo tiempo que la chica que se aferraba a mí, dijo: —¡Wick, haz algo!
Nos miró, parpadeando a las dos órdenes opuestas que le habíamos dado.
Agité la cabeza, advirtiéndole en silencio que no me echara. Ni siquiera lo intentes,
amigo, amenazaron mis ojos. PENSARÁS en un troll con cara de caballo cuando acabe
contigo si te acercas a esa puerta.
Fue entonces cuando me hizo pedazos con una sola pregunta.
—¿Te ha hecho daño?
Mis labios se abrieron sorprendidos. Era una pregunta tan simple y corta.
Ni siquiera parecía tener mucha emoción detrás. Pero la forma en que su mirada
me penetró con intensidad, midiendo mi reacción, me hizo temblar, estupefacta
por el hecho de que incluso le importaba lo suficiente como para preguntar.
—Físicamente, no. —Agité la cabeza, esperando que eso fuera todo.
Pero Wick Webster no había terminado de ponerme nerviosa. —¿Qué hay
de todas las demás formas?
Mi barbilla tembló y las lágrimas llenaron mis ojos mientras mi garganta
se secaba con dolor. La realidad me golpeó, recordándome todo lo que acababa
de ocurrir en los últimos dos minutos: la pérdida, la agonía, la humillación, la
traición. No era mi intención, y ciertamente no quise hacerlo, pero empecé a llorar
a mares.
Delante de Wick Webster.
—Oh, Dios —grazné cuando un sollozo se atascó en mi pecho e hizo que
todo mi cuerpo se sacudiera. Presionando las manos contra mi corazón, me doblé
y comencé a desintegrarme. No podía aguantar más. Me estaba hundiendo.
Unas manos suaves y firmes me atraparon, y la chica cuya habitación
había invadido me ayudó a sentarme en el borde de su cama.
—Hijo de puta —gruñó Wick desde el otro lado de la habitación. Girando,
se dirigió hacia la puerta.
—No —dije roncamente, mi voz rompiéndose y apenas haciendo ruido
mientras intentaba pararme.
Tenía que detenerlo.
Pero la chica me agarró, tirando de mí hacia abajo. —No, está bien —
murmuró, acariciándome el brazo para tranquilizarme—. Wick se encargará.
Todo saldrá bien. —Me volví para mirarla con incredulidad, y sonrió con
alegría—. Soy Izzy, por cierto. Es un placer finalmente conocerte.
¿Qué? ¿Por qué dijo finalmente? Parpadeé, solo para regresar mi atención
hacia la puerta mientras Wick la abría lo suficiente como para llenar la entrada
con todo el ancho de su cuerpo. Entonces gruñó: —Deja de golpear la puerta
antes de que te rompa el maldito brazo, imbécil.
Mis cejas se elevaron, solo para jadear y sacudirme hacia atrás cuando la
voz de Topher entró en la habitación. —Sal de mi camino, Webster. Necesito
hablar con mi novia.
—No lo creo, cara de mierda. Será un día frío en el infierno antes de que
te deje entrar en esta habitación, y además, tu novia no está aquí.
Me gustó cómo enfatizó la palabra, porque su novia realmente no estaba
aquí. Ese imbécil ya no tenía una.
Dulce redacción, Webster, quise animar, porque casi compensó el hecho de
que una vez me había llamado troll, excepto que... no, no lo compensó en
absoluto.
—Mentira —argumentó Topher.
Retrocedió un centímetro, como si mi ex hubiera tratado de pasarlo pero
no había llegado muy lejos.
—Vi que la puerta se cerró cuando entré al pasillo, y además se le cayó la
maldita sandalia fuera de esta habitación.
Con Izzy miramos mis pies. De hecho, solo llevaba una sandalia.
Maldición, ni siquiera lo había notado.
—Eso es mío —respondió Wick, tomando la sandalia y arrojándola a
ciegas a la habitación por encima de su hombro para que aterrizara con un ruido
sordo en el centro del suelo.
—Hijo de puta —explotó Topher—. Sé que está ahí dentro. ¡Haven! —
llamó frenéticamente, luchando por entrar, pero sin tener suerte alguna—. Sé lo
que viste. Pero todo fue un gran error. Puedo explicarlo. Por favor, nena, solo
habla conmigo.
Me estremecí ante la palabra “nena” y volteé la cabeza. Izzy Webster me
abrazó rápidamente y me dio palmaditas en la espalda.
En la entrada, Wick gritó: —¡Suficiente! —mientras los músculos de su
espalda se tensaban y los codos se doblaban antes de que empujara hacia
adelante con la voz ligeramente amortiguada cuando lo siguió hacia el pasillo—
. Dije que no está aquí, y aún si lo estuviera, no te dejaría entrar. Ahora aléjate del
dormitorio de mi hermana antes de que te reordene la cara. Y si alguna vez te
vuelvo a ver por aquí, desearás que solo hubiera arruinado esa cara bonita. Ve a
buscar a tu novia a otro lado. Ella no está aquí.
Topher siempre había sido más hablador que ejecutor. Me di cuenta de
que las amenazas de Wick le hicieron retroceder cuando siseó: —Lo juro por
Dios, Webster. Si me entero de que después de todo estaba aquí, te lo haré pagar.
Oí pasos que se alejaban y mis hombros se desplomaron con alivio. Había
funcionado. Lo que sea que Wick hubiera hecho allá afuera, había funcionado y
Topher se iba. Gracias a Dios. De repente zumbaba con tanto agradecimiento que
casi me perdí las palabras de despedida de Wick, a pesar de que ya se había ido.
—Ya me hiciste pagar —dijo en voz baja en el pasillo vacío—. He estado
pagando desde el momento en que me jodiste en primer año.
Miré a Izzy, dándome cuenta de que había dicho que era su hermana.
Arrugando la frente, le pregunté: —¿Qué quiso decir con eso?
Sus ojos se abrieron ampliamente mientras se mordía el labio y agitaba
lentamente la cabeza. —Creo que no se suponía que escucháramos esa parte.
Sí, pero lo habíamos oído, así que ahora quería que mi curiosidad se
aplacara.
Abrí la boca para preguntarle si al menos sabía a qué se refería, pero Wick
volvió a entrar en la habitación y cerró la puerta tras él con la mandíbula apretada
y los ojos entrecerrados con asco.
Cuando me miró, sus hombros se estremecieron antes de que lentamente
empezaran a relajarse. Parpadeó para alejar la ira de sus ojos hasta que pareció
casi arrepentido, como si de alguna manera me hubiera defraudado.
—No sé si se mantendrá alejado, pero se ha ido por ahora.
Tragué saliva y limpié la humedad de mis mejillas. Mis rodillas se sentían
débiles y tambaleantes, pero de todos modos me paré para poder cruzar la
habitación hacia el chico que me acababa de ayudar. Con todas las diferencias
que pudiéramos tener a un lado, me había sacado de una situación difícil. No
olvidaría esto.
Abriendo los brazos, lo abracé, haciéndole saber lo agradecida que estaba
por lo que había hecho. —Gracias —dije en un pecho duro y de olor agradable.
Luego me eché a llorar de nuevo, sollozando sobre él.
Traducido por Bells767 & Gesi
Corregido por Pame .R.
Si alguien hubiese intentado decirme que iba a terminar en una cama con
la novia de Topher Nicholl antes de que el día acabara, me habría reído en su
cara.
Pero esta tampoco era la situación que me habría imaginado. Estoy seguro
de que habría sido algo con mucha menos ropa, absolutamente nada de lágrimas
y un toqueteo mucho más sexy y sudoroso que no ocurría en ningún lugar cerca
de la habitación de mi hermana. Pero aquí estábamos, acostados en la cama de
Izzy, a donde había llevado a Haven Gamble (ambos completamente vestidos)
luego de que se desmayara al colapsar completa y traumáticamente en mis
brazos.
Lo juro, nunca antes había visto a alguien llorar tanto. Ni siquiera lloraba
libremente, sacándolo todo. Sino que se encogió dentro de sí misma y se refugió
en mí como si estuviese intentando esconder el dolor y contener cada una de las
lágrimas dentro de sí misma hasta que simplemente se liberaron de golpe,
destrozándola emocionalmente en el proceso.
No podía culparla por caer en coma después de eso; me había drenado y
agotado a mí mismo con solo mirarlo. Se debía sentir vaciada de toda energía y
emoción ahora mismo. Hasta yo estaba un poco entumecido y aturdido.
De acuerdo, tal vez no tan entumecido. Podía sentir cada tibia y suave
curva que descansaba sobre mi cuerpo. Era tan encantadora y perfecta como
siempre pensé que sería. Y, Dios, olía bien.
Enterré mi nariz en su cabello, inhalando profundo mientras intentaba
identificar la esencia. No tenía idea de qué champú usaba, pero no se parecía a
nada que haya olido antes. Era algo terroso y almizcleño con un toque floral, pero
no sabría decir de qué tipo de flor. Simplemente olía… bien.
La recorrió un gran temblor, así que la acerqué un poco más y acaricié su
cabello de aroma dulce, murmurando cosas agradables hasta que se volvió a
calmar.
Había parado de llorar hace unos diez minutos, pero a ratos la invadían
unas pequeñas réplicas.
Cada una de ellas rompía mi corazón.
Lo que sea que haya hecho Nicholl, la había hecho mierda. En grande. Me
hacía querer encontrar al imbécil y darle una paliza. Pero ahora mismo, ella
parecía necesitarme a su lado, sobre todo cuando se encogió repentinamente e
inhaló como si se estuviese despertando de un mal sueño antes de aferrarse a mi
manga como si su vida dependiera de ello.
Así que me quedé donde estaba. Por ella.
—Shh. —Puse mi mejilla en la cima de su cabeza y la mecí lentamente de
un lado a otro—. Está bien. Estás bien. Ya terminó, ya nada te va a hacer daño.
No mientras esté aquí.
Eso pareció calmarla. Su cuerpo se relajó, excepto por su mano, que
continuó sujetando firmemente mi camisa, asegurándose de que no escapara.
Sabía que no significaba nada, probablemente ni siquiera se hallaba
despierta y no tenía idea de lo que hacía, pero sentirme así de necesitado me
llegaba al corazón. Moví mi nariz por su cabello hasta que mis labios descansaron
suavemente sobre su sien. Quería besarla ahí, dulcemente, pero eso se sentía
como un anhelo egoísta más que un consuelo reconfortante, así que cerré los ojos
y me contuve.
Cuando la llave de la puerta sonó, me di cuenta de que había estado
jugando con un mechón de su cabello en mi dedo y lo solté, sintiéndome
culpable, justo antes de que mi hermana se asomara por la puerta.
Se detuvo, obviamente sorprendida de notar que nos apropiamos de su
cama. Luego sacudió la cabeza y terminó de entrar antes de cerrar rápidamente
la puerta detrás suyo.
—¿Sigue ahí afuera? —pregunté.
Nunca le había dado la oportunidad a Topher Nicholl de conocer a mi
hermana, pero ella definitivamente sabía cómo lucía él. Así que no habría
ninguna razón para que la acosara si seguía en el edificio y llegaba a pasar cerca
de él, por lo tanto, no me preocupó mucho mandarla como exploradora a
reconocer la zona, buscándolo.
Izzy soltó el aire y asintió. —Sí.
Cerré los ojos y sacudí mi cabeza. —Mierda.
—Está dando vueltas por el vestíbulo de la entrada principal. Pero es peor
aún, ese receptor gigante del equipo, el número dieciocho…
—¿DeShone?
Señaló hacia mí. —Sí, él. Está esperando en la escalera a un extremo del
pasillo. También el mediocampista, Tyson, o como sea…
—Tyrell —proporcioné.
—Quien sea. Está en la escalera del otro extremo del pasillo y podría jurar
que hay alguien vigilando la entrada trasera al estacionamiento.
—Qué hijo de puta —siseé, sacudiendo la cabeza—. De verdad quiere
encontrarla, ¿no?
Había reclutado a la mitad del equipo para vigilar el lugar.
—Tampoco se lo está tomando a la ligera. Está preguntándole a las chicas
que entran y salen si la han visto. —Izzy se pasó las manos por la cara antes de
centrarse en Haven y acercarse a ella, con su mirada llena de compasión y
preocupación—. Él puede que quiera encontrarla tanto como ella no quiere que
él la encuentre.
Tal vez. Pero si me salía con la mía, Nicholl no iba a ganar esta ronda.
—¿Está dormida? —pregunté con suavidad, incapaz de realmente ver su
cara por mi cuenta.
Mi hermana sacudió la cabeza. —No. Sus ojos están abiertos y está
respirando, pero está completamente fuera de sí. No creo que siquiera sepa que
estamos hablando de ella.
Sabía lo de la respiración. Podía sentir sus pechos presionados contra el
mío cada vez que inhalaba, y se arrullaba más contra mí cada vez que exhalaba.
Me volvía loco con un deseo que sabía no debía estar teniendo y a la vez me
aseguraba que al menos seguía viva. Pero no sabía que se encontraba despierta.
Eso me preocupaba. ¿Por qué no respondía a nada si seguía despierta?
Mierda. ¿Sabía que había estado jugando con su cabello?
Izzy levantó la mirada hacia mí. —Necesitamos sacarla de aquí, Wick.
Sacarla y alejarla de él. Con el estado en el que está…
—Lo sé. —Apreté mis dientes y cerré los ojos por un momento—. Mierda,
solo…
El sonido de su celular interrumpió mis pensamientos. —Esa maldita cosa
—murmuré, estirando mi brazo entre nosotros. Ya que el teléfono estaba en su
bolsillo delantero, vibraba en contra de mi paquete cada vez que llamaban y ya
había alcanzado mi límite.
Al sacarlo me gané que mi hermana susurrara mi nombre como
reprimenda por haberme familiarizado tanto con el vulnerable cuerpo de Haven
Gamble.
Le fruncí el ceño. —Esta mierda nunca para de sonar. —Al observar la
pantalla, vi el nombre de Nicholl y resoplé molesto—. Mira. —Sostuve el teléfono
frente a Haven—. ¿Quieres contestar?
Como respuesta, se tensó contra mi cuerpo y se aferró a mí con más fuerza
antes de enterrar completamente su cara en mi camisa para no tener que ver el
teléfono.
—Sí, eso pensé. —Le lancé el objeto ofensivo a Izzy, que se revolvió para
agarrarlo contra su pecho—. Apágalo, ¿sí?
La respiración de Haven atravesó el algodón y humedeció mi piel antes
de que girara su cabeza y la dejara de lado, con su oreja descansando contra mi
pulso otra vez. Dejé la palma de mi mano sobre su cabeza y la acaricié con mi
pulgar en disculpa por mostrarle su nombre.
—Vamos a alejarte de él. Lo prometo.
Sin decir una sola palabra, permitió que sus músculos se relajaran como si
mi promesa la hubiese reconfortado.
Parada a un lado de la cama, mi hermana amplió sus ojos hacia mí,
preguntándome en silencio cómo íbamos a lograr esa gran hazaña.
—Si va a llamar a sus amigos para que lo ayuden —dije, sonriendo
mientras levantaba mis caderas para alcanzar mi propio celular del bolsillo
trasero de mis pantalones—, entonces supongo que yo tengo que hacer lo mismo.
Con su agarre sobre mí repentinamente intranquilo, Haven hizo un sonido
de angustia y sujetó un costado de mis costillas con su mano libre para
equilibrarse cuando ambos nos levantamos un par de centímetros.
—Shh. Está bien —murmuré, acariciando su sien con mi mejilla en el
momento que volví a presionarme contra el colchón, bajándonos una vez que
alcancé lo que buscaba—. Solo estaba sacando mi teléfono. Ya terminé.
Y así de simple, volvió a relajarse, solo que mantuvo su mano a mi costado,
sujetándome. Inhalé, intentando que no me afectara, aunque lo hacía, y usé mi
pulgar de la mano con la que sujetaba el teléfono para llamar a Cannon, porque
mi otra mano parecía no ceder en su fascinación con su cabello.
—Oye, hombre, ¿dónde estás? —contestó Cannon—. Pensé que dijiste que
te ibas a conectar para que pudiéramos jugar esta noche.
Cannon era un defensa del equipo y mi mejor amigo.
También estaba obsesionado con todos los juegos de supervivencia que se
han inventado. Generalmente cedía una o dos veces a la semana y jugaba un par
de rondas con él. Y había prometido conectarme para unírmele esta tarde apenas
terminara mi chequeo semanal de hermano mayor con Izzy.
—Cambio de planes —dije—. Estoy en una situación por aquí. ¿Cuántos
de los chicos crees que puedes hacer que nos ayuden? Nicholl tiene a sus ofensas
plantados en Dandridge Hall y necesito sacarnos a Iz y a mí de aquí sin que nos
vean.
Omití a propósito a la novia de quién tenía encima en este momento,
porque no me hallaba seguro de cómo recibiría la noticia.
—¿Crees que alguien se sumaría a una misión de distracción-barra-
rescate?
—Amigo. —Su risa confundida sonó en mi oído—. ¿Qué mierda está
pasando?
—Después te cuento. Ahora mismo, necesito un camino libre desde la
habitación doscientos doce hasta mi camioneta en el estacionamiento trasero.
Velo como un juego de supervivencia en la vida real. ¿Me ayudarás o no?
—Por supuesto que sí. Yo te ayudo, hombre. Dame diez para reunir a la
tropa y enviarte el plan.
—Gracias. Te debo una.
Soltó un silbido por lo bajo. —Más te vale que sea una gran historia, eso
es todo lo que te voy a decir.
—Es algo —fue mi respuesta—. Y oye, intenta que pase desapercibido lo
que están haciendo, ¿sí? No quiero que les sea obvio que me estás ayudando a
mí.
—Diez-cero-cuatro1 —respondió—. Pero, mierda, esta cosa de espía súper
secreto es un poco entretenida.
Rodé los ojos. —Eres tan ñoño. —Y sonreí, porque eso era lo que más me
gustaba de él.
—Sí, sí. Yo también te odio. Te llamo en un minuto.
En cuanto colgó, cerré los ojos y presioné un costado de mi celular contra
mi frente, deseando que esto funcionara. Algo me decía que lo haría. Siempre
podía contar con Cannon. Solo podría ser que no estuviese muy feliz cuando se
diera cuenta de a quién más estaría ayudando en el proceso.
El equipo de fútbol se encontraba muy claramente dividido en dos: los
ofensas y los defensas. Ningún lado se llevaba bien con el otro, así que tenía la
sensación de que mis defensas saltarían a la oportunidad de molestar a algunos
1Código usado por cuerpos policiales y transmisiones de radio para comunicar que se recibió y
comprendió el mensaje.
de los ofensas. Simplemente no me hallaba seguro de cómo se sentirían sobre
ayudar a una chica que creían que pertenecía al equipo enemigo. Por ello había
omitido ese detalle. No podía arriesgarme a que no me ayudaran.
Cannon podría sentirse traicionado por esto, pero me hallaba dispuesto a
arriesgarme y pedirle perdón en lugar de permiso.
De seguro me perdonaría.
Algún día.
—¿Wick? —dijo mi hermana suavemente, recordándome que tenía que
concentrarme en el presente.
—Arma un bolso con ropa y lo que sea que necesites para ir mañana a
clases —le dije—. Vas a pasar la noche conmigo.
Sus ojos se ampliaron con preocupación. —¿Qué? ¿Por qué?
—Tengo la sensación de que Nicholl va a volver, buscándola, y no quiero
dejarte aquí sola lidiando con él, sobre todo con el humor en el que está. Digo,
mira lo que le acaba de hacer a ella, y se supone que la ama, ¿verdad?
Ambos miramos a Haven, que seguía relajada en mis brazos, totalmente
inconsciente de lo que pasaba a su alrededor o, si estaba consciente, no daba señal
de ello.
Izzy comenzó a asentir lentamente, con sus ojos bien abiertos por la
preocupación. —Está bien, sí. —Luego comenzó a hurgar mientras se apuraba a
juntar todo lo que iba a necesitar.
En el instante en que empezó a meter cosas a un tercer bolso, rodé mis
ojos. —Solo lleva lo que puedas cargar en un viaje, porque no vamos a volver por
más.
—Bueno, necesito mi computadora —murmuró molesta, pasando la correa
del bolso sobre su hombro antes de recoger su bolso con ropa, el de los libros, y
luego me envió una mirada desafiante demostrándome que podía llevar todo lo
que había empacado en un solo viaje sin problemas, y por su propia cuenta.
Con un resoplido de asombro, sacudí la cabeza. —Siempre me demuestras
que estoy equivocado, ¿no?
Se encogió de hombros al tiempo que sonreía con orgullo. —Deja de
equivocarte y no tendré que demostrártelo.
Abrí la boca, intentando responderle con algo bueno, cuando mi teléfono
sonó. —Gracia a Dios. —Inhalé al ver el nombre de Cannon—. ¿Cuál es el plan?
—le pregunté al responder.
—Estamos estacionándonos.
—Guau. —Levanté mis cejas, más que impresionado. Cannon de verdad se
metió en esto—. Eso fue rápido.
—Sí, bueno… —Sonaba irritado—. Habríamos llegado antes, pero Bear
tuvo que ponerse su maquillaje y mallas o alguna otra mierda antes de que
saliéramos del departamento.
Pude escuchar en el fondo a Bear diciéndole a Cannon que se jodiera.
Luego, la voz de mi amigo volvió a estar en mi oído. —Danos unos
minutos para marcar un perímetro, luego alguien va a tocar a tu puerta con la
melodía “Una copita de Ojén” cuando estemos listos para el rescate.
—¿Qué melodía? —le pregunté, sin tener idea de lo que hablaba.
—Ya sabes —dijo, como si eso de alguna forma me hiciera saber de qué
hablaba, cosa que no hizo. Luego cantó—: Tan ta ra ran ta. —Hizo una pausa y
añadió—: Tan tan.
Sacudí la cabeza y resoplé. —Solo tú sabrías el nombre de esa melodía.
—Cállate —gruñó, dándose cuenta claramente de lo mucho que quería
molestarlo por ser un ñoño agente secreto. Luego de que alguien en el fondo le
dijera algo y él respondiera, me dijo—: Tengo que irme. Cannon, fuera.
Una vez que colgó, mi corazón latió fuertemente por el desafío que íbamos
a enfrentar. Volví a moverme para poner mi celular en mi bolsillo trasero y miré
a Izzy. —Prepárate para irnos.
Pero mi hermana ya tenía puestos sus zapatos y las tres correas de sus
bolsos sobre sus hombros. Levantó sus cejas en burla, diciéndome en silencio que
se encontraba más preparada que yo, así que la ignoré y llevé mi atención a la
chica en mis brazos.
—Oye —llamé con suavidad—. Ya nos vamos de aquí ¿Crees que puedes
caminar?
No me respondió. Miré a mi hermana, pidiéndole consejo en silencio. Solo
se encogió de hombros.
Mierda.
—De acuerdo —decidí con un asentimiento—. Entonces te voy a cargar.
No hay problema. —No podía pesar más de cincuenta kilos. Podía cargar eso.
Pero primero, tenía que levantarnos—. Em… —Mi cuerpo se agitó al imaginar
todos los lugares en los que tendría que tocarla para levantarnos.
Sentirme atraído por ella iba a hacer esto mucho más incómodo de lo que
tenía que ser.
Solo hazlo de una vez, Webster, me gruñó una voz lógica e impaciente en mi
cabeza.
Cuando tocaran a la puerta, teníamos que movernos, no perder el tiempo.
¿Quién sabía cuánto tiempo tendríamos para salir sin que nos vieran? No quería
que se expusiera a ello más de lo que fuese absolutamente necesario en este
estado. Haría lo que fuera antes de permitir que Nicholl le pusiera siquiera un
dedo encima. Así que, simplemente iba a tener que arriesgarme a un toqueteo
accidental de un pecho o su trasero en el proceso.
Luego de exhalar intentando darme fuerzas, me moví, deslizando una
mano bajo sus muslos (sus muslos firmes y tibios que probablemente podrían
envolver mi cintura con facilidad) y la otra alrededor de su torso, con lo cual, sí,
accidentalmente deslicé todo mi brazo por sus pechos suaves y generosos, y la
dejé sobre su costado.
Intenté hacerlo lo más clínico posible, pero, en serio, ella era tan calentita,
curvilínea y femenina que mi cuerpo reaccionó sin mi permiso. Y se movía tan
dispuesta con todos mis movimientos (confiando en que la mantuviese a salvo)
que afectaba a mi lado protector; hacía que la bestia sacara su pecho con orgullo
y ronroneara por su fe y docilidad completas. Me gustaba ayudarla. Me gustaba
cómo me dejaba ayudarla. Y me encantaba cómo nuestros cuerpos encajaban
entre sí con cada movimiento.
No me sorprendió para nada que tuviese una erección presionando en su
trasero en el momento en que me las arreglé para movernos y sentarme en la
cama con ella en mi regazo, abrazada a mi cuello. Pero, en cualquier caso, era
más que mortificante.
Me congelé, seguro de que se había ofendido y se apresuraría a bajarse o
decirme sin rodeos que era un imbécil, pero no se movió. La pobre chica ni
siquiera había notado mi erección ahí, clavándose insistentemente en ella en
busca de atención.
Maldita sea, su mente de verdad no estaba aquí, ¿verdad?
El enojo invadió mis venas. ¿Qué mierda hizo Nicholl para destruir su
alma a este punto? Repentinamente deseé haberlo golpeado en el pasillo hace
unos minutos, después de todo. Y haberlo golpeado tan fuerte que quedara
marcado.
Tocaron la puerta: primero un golpe lento, dos rápidos, uno lento, luego
una pequeña pausa y terminó con dos golpes lentos. Aunque Izzy saltó y soltó
un chillidito con el primer golpe, la chica en mi regazo no hizo nada. Mi ira hacia
Nicholl se reavivó y mis brazos apretaron su agarre en su novia.
Nunca volvería a hacerle daño.
—Esa es nuestra señal —indiqué, preparándome para levantarme, y pensé
en que debería darle a Haven una última oportunidad de caminar por su
cuenta—. ¿Segura de que no quieres caminar? —le pregunté suavemente.
Comencé a soltar mi agarre bajo sus rodillas para permitir que sus pies se
deslizaran al suelo, pero apretó más sus brazos a mi alrededor, enterró su cara
aún más en mi cuello y acercó más sus rodillas a su pecho, dejándome saber que
no quería que la bajara.
—Está bien —le dije suavemente—. Yo te llevo. No te voy a bajar.
Luego de volver a poner mi brazo bajo sus rodillas, me levanté, y casi me
ahorcó por la fuerza con que se aferró a mí. Llevar el extra de su peso hizo que
apretara mis dientes, pero no era nada que no pudiera manejar, así que asentí
hacia Izzy, que se apresuró a la puerta y la abrió.
El cuerpo grande de Bear llenaba el marco de la entrada, lo que la hizo
retroceder en sorpresa. Pero siendo el gran oso de peluche que era el guardián
de nuestro equipo (de ahí el sobrenombre), Bear solo asintió con respeto hacia
ella y la saludó con: —Pequeña Web.
Todos mis amigos la llamaban de esa manera, así que se relajó de
inmediato y se apresuró al pasillo en el momento que él retrocedió para dejarla
salir. Luego se giró hacia mí, solo para congelarse cuando su boca se abrió un
poco y sus cejas se arquearon.
—Amigo —dijo, parpadeando repetidamente hacia Haven hasta que la
reconoció. Y así de simple, sus cejas bajaron—. Oye, ¿esa no es la chica de Nicholl?
—Vamos —respondí, girándome para que cupiéramos por la puerta y me
adelanté a él—. No tengo tiempo para explicarlo.
—Eh… —Sacudió la cabeza y al fin pareció despertar—. Sí, de acuerdo —
murmuró—. Por aquí, hombre. Roark tiene distraído a Tyrell en la escalera y
como loco por el próximo partido.
Asentí e Izzy y yo lo seguimos hasta el final del corredor, donde abrió la
puerta y miró por la apertura. Se escuchaban las voces de dos chicos hablando
pura mierda mientras discutían sobre Northwest, el equipo con el que teníamos
que jugar este fin de semana.
Frente a mí, Bear hizo una seña con su dedo, diciéndonos que podíamos
seguir, antes de ponerse en la escalera en un lugar en que nos bloqueara de la
vista de Tyrell en tanto mi hermana y yo pasábamos por ahí.
—Oye. —Izzy me tocó la espalda—. Déjame delante de ti. De esa forma
puedo impedir su caída en caso de que pierdas el agarre.
—No voy a perder mi agarre. ¿Qué demonios? —exclamé entre dientes,
incluso mientras me movía más cerca de la barandilla para que mi hermana
pudiera pasar, porque mierda, ¿qué sucedería si perdía mi agarre? Siempre sería
conocido como el idiota que tiró a la chica de Topher Nicholl por un tramo de
escaleras.
Sin embargo, tan pronto como estuvo a la cabeza se apresuró hacia
adelante para poder explorar un poco más el área, dejándonos atrás. Durante
todo el tiempo, Haven Gamble se aferró a mí como si de eso dependiera su vida,
permitiéndome llevarla a quién-sabe-dónde.
Al final de los escalones, José, un compañero seguro del equipo, esperaba
en la puerta de al lado. —Hola, hombre —comenzó cuando nos vio, levantando
la barbilla a modo de saludo—. Estamos listos para irnos. Cannon abrió un
camino ancho y agradable para ti desde aquí, directo a tu… —Pero sus palabras
se desvanecieron cuando miró por encima de Izzy y me vio, al igual que a quién
llevaba—. Guau, ¿qué estás haciendo con la chica de Nicholl?
Le disparé una mirada de no preguntes, pero solo pareció asustarse más
cuando transfirió la atención hacia su rostro. —Mierda. ¿Qué diablos le sucede?
La puerta del exterior se abrió de golpe y Cannon asomó la cabeza.
—¿Alguien mencionó a la chica de Nicholl? —Se acercó a José para mirarla.
Luego me miró con una expresión llena de confusión absoluta—. Um…
—Parece drogada. —José retrocedió de repente, como si ella fuera
contagiosa, solo para lanzarme una mirada de incredulidad—. ¿La drogaste o
algo así?
—Sí, la drogué —respondí dulcemente antes de fruncir el ceño con
malhumor, incapaz de creer que uno de los míos incluso pudiera considerar tal
idea. Entonces exploté—: ¿Es una puta broma? ¿En serio? ¿Crees que la drogué?
—Por supuesto que sabemos que no la drogaste —aplacó Bear en cuanto
bajó los escalones para unirse a nosotros—. ¿Pero quién lo hizo?
Con un encogimiento de hombros, admití: —Que yo sepa, nadie. Estaba
corriendo por el pasillo como un murciélago escapando del infierno cuando salí
de la habitación de Izzy esta noche y se lanzó directamente hacia mí. Parecía estar
desesperada por encontrar un lugar en el que esconderse y escapar del idiota que
la perseguía, así que la dejamos entrar…
—En realidad, se abrió paso a mi habitación —agregó Izzy.
—¿Quién la perseguía? —preguntó José con los ojos muy abiertos por la
conmoción.
Levanté las cejas significativamente. —Te daré tres oportunidades.
—Nicholl —respondieron mis tres amigos con voces sombrías y
expresiones oscuras.
Asentí. —Intentó irrumpir tras ella. Pero lo mantuve afuera e intenté
convencerlo de que realmente no la había visto entrar allí. No estoy seguro de si
me creyó o no, pero se fue, solo para que ella se derrumbara y perdiera su mierda
por completo. Ha estado así desde entonces.
—Bueno, joder —murmuró Cannon, acercándose para estudiarle el
rostro—. Sea lo que sea que él haya hecho, ella no se lo tomó bien.
Entonces levantó la mirada y vi todas las preguntas. Y acusaciones. Parecía
enojado y traicionado de que ya no le haya dicho todo.
Incapaz de soportar el brillo en sus ojos, miré a Haven y la reposicioné en
mis brazos para reforzar mi control sobre su cuerpo. Hice lo que pensé que era
lo mejor para ella, y me negaba a sentirme culpable por ello.
Pero joder, Cannon me miraba como si lo hubiera apuñalado en la espalda
con su propio cuchillo.
—¿Qué crees que hizo? —preguntó Bear.
Sacudí la cabeza. —No tengo idea. Antes de quedarse paralizada dijo que
no era nada físico, pero definitivamente fue algo.
—Diablos, sí, lo fue —coincidió José con un gesto de asombro—. Pobre
chica. —Extendiendo la mano torpemente, le dio una palmadita en el brazo—.
Solo aguanta, mamacita. Te tenemos.
—Entonces, ¿a dónde la llevas? —Quiso saber Cannon, retrocediendo un
paso, su mirada era reservada, como si ya no creyera que podía confiar en mí.
Abrí la boca para responder, solo para darme cuenta de que no tenía ni
idea. Le eché un vistazo a Izzy, quien se veía igualmente perpleja con la pregunta.
—¿Crees que necesita ir al hospital? —preguntó José, alternando su
atención entre nosotros dos.
Se me anudó el estómago, porque realmente no lo sabía. —Creo que está
físicamente bien —comencé. ¿Qué tipo de tratamiento médico le dabas a alguien
que tenía un bloqueo mental?—. Pero no está… —No se hallaba para nada bien,
eso estaba claro.
—Solo necesita un lugar seguro en el que descansar por un rato hasta que
resuelva lo que le sucedió —opinó Izzy.
Asentí, porque demonios, eso me parecía lógico y a nadie más se le había
ocurrido una solución mejor, así que… ¿A dónde diablos íbamos a llevarla hasta
que recobrara la cordura?
—¿Alguien conoce a alguno de sus amigos o familiares? —pregunté.
Todos sacudieron la cabeza. Me moví impacientemente con ganas de
sacarla de allí donde en cualquier momento Nicholl o uno de sus ofensas podían
atraparnos.
Cannon finalmente dio un paso hacia adelante y se dirigió directamente
hacia Haven. —Oye, cariño —dijo, suavizando la voz a un tono casi ridículo—.
¿A dónde quieres ir?
Se apartó de él y se acurrucó más en mi contra. Por lo que murmuré
sonidos consoladores hasta que se quedó quieta.
Cannon levantó las cejas y se encontró con mi mirada. Aunque había una
advertencia y una censura en su expresión, lo que dijo fue: —Parece que quiere
quedarse contigo, amigo.
Un disparo de pura adrenalina corrió por mis venas. Ella me quería.
Pero entonces me di cuenta de lo que sugería Cannon y retrocedí
bruscamente. —No. No puede venir a casa con…
Conmigo.
Esa idea era simplemente una locura.
—Chicos, creo que viene alguien —alertó Izzy, mirando con temor hacia
la escalera.
—¡Vete! —apremió con urgencia Cannon, agarrándome el brazo y
tirándome hacia afuera—. Nosotros nos encargamos de esto. Solo sácala de aquí.
Quién diablos sabe qué harían Nicholl y sus ofensas si nos atrapan con ella.
Asentí y me apresuré hacia la oscura noche con Izzy pisándome los
talones. Hacia la derecha, vi a Polansky, un esquinero que mantenía distraído a
Muldoon, el ala cerrada del equipo.
Izzy corrió hacia adelante y hurgó en una de sus muchas bolsas hasta que
encontró su copia de la llave de mi camioneta para poder desbloquear la puerta
y abrirla.
—Gracias —jadeé mientras colocaba a Haven suavemente en el asiento
trasero. Pero tan pronto como intenté alejarme, gimió y se aferró con más fuerza.
Joder. Comencé a sudar. Honestamente, no quería soltarla. El rol de
héroe/protector estaba causando estragos en mi cabeza. Me gustaba que confiara
en que yo la cuidara. Pero no teníamos tiempo para eso en este momento.
—Tengo que conducir, bebé —le dije; mi voz era frenética y suplicaba
mientras le acunaba el rostro para que me mirara y se concentrara, tal vez incluso
sacudirla para que saliera de ese aturdimiento en el que había caído. Pero todo
lo que hizo fue sacudir la cabeza de un lado al otro antes de que me agarrara las
muñecas, sin querer dejarme ir—. Estarás bien —insté suavemente—. Estaremos
aquí contigo todo el tiempo. No te dejaremos.
Su respiración se aceleró, el pánico aumentó. Cuando movió la cabeza
hacia adelante y hacia atrás más intensamente, juré que comenzaría a llorar de
nuevo en cualquier momento. Se me rompió el corazón. No tenía ni idea de qué
hacer por ella, pero no podía soportar verla llorar como lo había hecho en la
habitación de Izzy. —Haven, tienes que soltarme para que pueda ponerte a salvo.
Por favor.
—Solo entra en la parte trasera con ella —siseó finalmente Izzy, agitando
las manos con ansiedad—. Yo conduciré.
—Mierda. De acuerdo. Buena idea. —Aliviado con la sugerencia, asentí y
me arrastré en el asiento trasero. Izzy nos encerró dentro y se subió al lugar del
conductor, arrojando sus bolsos en el lado del pasajero.
Tan pronto como cerró de un golpe la puerta del conductor y encendió el
motor, miró por el espejo retrovisor y se encontró con mi mirada, riéndose.
—Entonces, ya la apodaste bebé, ¿eh?
La sonrisa de complicidad en su tono me hizo fruncir el ceño. —Cállate.
Simplemente se me escapó.
—Ajá. Por supuesto. Como digas, bebé. —Riéndose por lo bajo, salió del
aparcamiento y se dirigió hacia la calle—. Solo recuerda nunca ponerla en un
rincón, ¿de acuerdo?
Oh Jesús. Le habría gruñido algo petulante sobre lo tonta que era su
broma, pero Haven aprovechó ese momento para arrastrarse sobre mi regazo y
presionarse contra mi pecho.
Mi atención se desvió exitosamente, la abracé más cerca y coloqué mi
barbilla sobre su cabeza.
—Está bien —le dije—. Ya se terminó. Estás bien.
Tranquilizada, se hundió en mi contra con agradecimiento.
Todo el tiempo, sentí como si el horror de esa noche solo fuera el comienzo
para mí. La novia de mi más odiado enemigo venía a casa conmigo (mi enemigo
a quién me encantaría ver siendo miserable y en una eterna agonía) y su chica se
hallaba en un estado tan vulnerable que probablemente me dejaría hacerle lo que
quisiera.
Cuando Izzy nos condujo por el frente de Dandridge Hall, eché un vistazo
por la ventanita lateral trasera y vi al mismísimo Nicholl apoyado en la puerta
principal, viéndose jodidamente preocupado.
Bien. Él no se merecía un momento de paz.
Era de noche y las ventanas de mi camioneta estaban polarizadas, así que
no había forma de que pudiera ver adentro para saber que yo no era el que iba
detrás del volante, pero de todos modos apreté mis brazos con más protección
alrededor de su novia, listo para quitarla de la vista si fuera necesario.
Reconociendo mi camioneta, levantó el brazo y nos mostró el dedo medio.
Oh, sí, no tenía ni la menor idea de quién se encontraba dentro de la cabina
de la camioneta conmigo en ese momento. Enterrando la nariz en el cabello de
Haven, no pude contener la sonrisa mezquina y petulante mientras le robaba la
chica al idiota justo debajo de su nariz.
Supongo que el hijo de puta debería haberla tratado mejor.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Gesi
Seis palabras. Es todo lo que costó para poner a Wick Webster de rodillas.
Anzuelo, cuerda y plomo. Podía decir por la expresión aturdida en su rostro que
lo tenía justo donde lo quería.
Sinceramente no fue mi intención admitir semejantes sentimientos
mortificantes en voz alta. Digo, cuán vergonzoso era soltar un pensamiento tan
privado como ese, incluso aunque lo sentía en verdad con cada fibra de mí ser.
Me sentía a salvo por instinto parada ahí, mirándolo. El aura entera que lo
rodeaba gritaba “protector”. Además, sabía que Topher nunca me volvería a
molestar con un opositor como su némesis.
Pero ahora que lo dije, terminó exponiendo su debilidad, no la mía. El
chico debe tener la compulsión de mantener a la gente a salvo. Y yo, sin saberlo,
dije las palabras mágicas para obtener cualquier cosa que quisiera de él.
Silencio llenó la sala de estar de su apartamento al tiempo que me miraba
fijamente como si acabara de golpearlo hasta dejarlo sin aire en el diafragma.
Luego fui por todo, y suavemente añadí: —¿Cuánto por la renta?
Agarrándose el cabello por la derrota, se dio la vuelta y bajó la cabeza,
murmurando: —Trescientos noventa y cinco al mes.
—Bien —respondí en calma, asintiendo en acuerdo—. Puedo manejarlo.
Te conseguiré la mitad del depósito, más mi primer mes de renta esta noche.
Me miró, su expresión rogándome que cambiara de idea. Pero no podía
tener compasión por él. Tenía que mostrarle a Topher que no me rompería, lo
cual significaba que necesitaba encontrar un lugar para quedarme en la ciudad
esta noche.
Bueno, tal vez esta noche no, supongo, pero ahora mismo, la necesidad de
seguir adelante y levantarme se sentía malditamente urgente. Así que Wick
Webster se iba a tener que aguantar y vivir con una chica que tenía tetas.
Recordando cómo casi me dijo hermosa, me aclaré la garganta mientras
un sonrojo se apoderó de mí. Las tantas veces que Topher me llamó bonita, se
sintieron falsas o me hicieron sentir incómoda, dando la impresión de un halago
vacío para obtener algo a cambio. Nunca podía decir si era así de paranoica o si
siempre existió un motivo oculto con él. Pero la forma en que Wick dejó escapar
su percepción de mí de mala gana y lo expresó como si fuera un hecho universal,
no una frase estúpida, hizo que su opinión pareciera más y sincera que cualquier
elogio que alguna vez recibiera de Topher.
Me giré ciegamente hacia mis padres, sin saber con seguridad cómo lidiar
con esa revelación sorprendente. —Me quedo aquí —anuncié.
—Sí —dijo mi papá secamente—. Eso escuchamos.
Una repentina oleada de nervios causó que mi visión se nublara porque
no sabía con completa seguridad si hacía lo correcto. En algún lugar de mi cabeza,
sabía que esta era una reacción apresurada, desesperada y por reflejo a los
eventos de la noche, pero no podía calmarme, relajarme y solo pensar en ello
lógicamente. Todo lo demás en mi interior gritaba demasiado alto, forzándome
a continuar con este camino.
Mamá se acercó y se detuvo frente a mí. —¿Estás segura sobre esto,
HayHay? No tienes que decidir nada o encontrar un nuevo lugar esta noche. Y
tus clases no van a sufrir si te pierdes un par de días en la escuela. Puedes ir a
casa con nosotros y revaluar tu vida antes de saltar a cualquier cosa. No te hará
una persona débil.
—Yo… —Deteniéndome, consideré las palabras de mamá. Hizo un punto
excelente. Pero…
Miré alrededor de la sala. Para un chico universitario viviendo solo, Wick
mantenía el lugar bastante limpio. No tendría un cerdo por compañero de piso.
Tendría mi propio baño. La renta era razonable al estar tan cerca del campus, y…
esperen.
—¿Qué tan cerca del campus estamos? —pregunté, de repente dándome
cuenta que no tenía ni idea de dónde me encontraba.
—El estadio de futbol está tres cuadras en esa dirección —respondió Izzy,
apuntando.
Casi se me salen los ojos. Maldita sea. De ninguna manera encontraría un
lugar tan cerca del campus a este buen precio en medio del maldito semestre.
Estaría loca al dejar que esta oportunidad se me vaya.
—Me quedo aquí —repetí, girándome hacia mis padres.
Mamá sonrió de modo alentador. Papá suspiró con derrota. Sabía que
quería protestar, pero ambos sabíamos que mamá volvería a atropellar su pie si
hacía un escándalo. Él prometió respetar mis decisiones cuando me fui a la
universidad, y aunque seguido daba su opinión, se aseguraba de no intervenir y
tomar el control de cualquier cosa en la que no concordáramos. —Pero nos harás
saber si cambias de opinión —instruyó papá, apuntando severamente.
Rodé los ojos. —Por supuesto. —Una cosa era segura; sabía que siempre
podía regresar a casa.
Papá asintió y miró a Wick, sus ojos mostrando cuánto quería amenazar y
advertir a mi nuevo compañero de piso de que se comportara. Pero no dijo ni
una palabra.
Izzy fue la que rompió el silencio. —Así que, ¿qué hacemos ahora?
Qué excelente pregunta.
Todos intercambiamos una mirada silenciosa, sin hablar hasta que papá
soltó el aire. —Bueno, yo bien podría ir a empacar tus cosas de tu apartamento y
traerlas aquí esta noche, mientras sigo en la ciudad para ayudar.
Asentí hacia él en agradecimiento. —De acuerdo. Gracias, papá. Iré
contigo.
Alzó una ceja. —¿En serio? ¿Pensé que dijiste que nunca volverías a poner
un pie dentro de ese apartamento?
—Papá —gruñí, poniendo los ojos en blanco—. Cielos. Nunca dejas
escapar mis anuncios llamativos y dramáticos, ¿cierto? Sabes que no puedes ir
sin mí. Nunca sabrás qué cosas son mías o… de ella.
—Ah. Buen punto. Entonces, supongo que tendrás que aguantarte durante
otro viaje.
—Sí —murmuré, preguntándome cómo miraría ese sillón… o a mi
compañera otra vez—. Supongo que sí.
Con un gruñido enojado, Wick dio un paso adelante. —Puedo ayudar.
Pero sacudí la cabeza. —No. No creo que eso sea buena idea. —Cuando
me disparó un ceño fruncido confundido, expliqué—: Si Topher sigue por el
Dandridge Hall y te ve conmigo, puede que piense… —Negué con la cabeza—.
Bueno, puede que se dé cuenta dónde me quedo, y no quiero que sepa eso. E
incluso si no está ahí, estoy segura de que alguien de su gente lo estará, y le irán
con el reporte.
Parecía como si quisiera discutir conmigo, pero no podía encontrar un
argumento decente, así que dejó caer sus hombros y se rindió con un murmullo:
—Como sea.
Papá, por otro lado, resopló. —Oh, espero que ese cabrón siga por
Dandridge cuando lleguemos.
Mamá chocó su pierna con su silla de ruedas. —Cuidado, cariño. No me
obligues a sacarte de la cárcel antes de que la noche termine.
Sonrió maliciosamente y le guiñó el ojo. —¿Qué? Tal vez pueda conseguir
un par de esposas si termino tras las rejas.
—¡Oh, Dios mío! ¡Papá! —grité, cubriéndome las orejas con ambas
manos—. Ya hablamos sobre esto. Nada de esa charla frente a mí, ¿recuerdas?
—Cierto —dijo asintiendo, solo para rodar sus ojos hacia mamá y
murmurar de forma petulante—: ¿Cómo terminamos con una hija tan casta y
puritana?
—Probablemente porque le dijiste que no podía tener sexo hasta que
tuviera treinta y cinco.
Resopló, degradante. —Como si me escuchara. —Luego su mirada se
disparó esperanzada en mi dirección—. Espera. ¿Sí me escuchaste?
Con un murmuro depresivo, admití: —Ojalá lo hubiera hecho.
—Maldita sea —gruñó antes de asentir determinadamente—. Bien. Vamos
a matar a ese hijo de puta infiel que arruinó a mi niñita. Quiero decir… —Sacudió
la cabeza aclarándola—. Vamos a recoger tus cosas de tu antiguo dormitorio.
—Puedo llamar a Mason para venir a ayudar —añadió mamá, hablando
con papá.
Él asintió. —Bien. Bueno. Él puede sostener al idiota mientras lo golpeo en
las…
—En serio, papá. —Rodé los ojos—. Sabes que no vas a herir físicamente a
Topher. —Luego me giré hacia mamá—. Y por favor, no molestes al tío Mason.
—Oye, un chico puede soñar, ¿no es así?
Papá me frunció el ceño al tiempo que mamá parpadeó y preguntó: —¿Por
qué no puedo llamar a mi propio hermano?
Suspiré.
Ignorando las incansables bromas de papá, le respondí a mamá. —Ya es
demasiado tarde. Además, para cuando lleguen aquí, probablemente papá y yo
habremos terminado de empacar y mover mis cosas.
Sin mencionar el hecho de que no quería que nadie más me arrullara o se
preocupara por cosas insignificantes o tuviera ganas de hablar sobre Topher y lo
que ocurrió esta noche, como sabía que haría la tía Reese, porque ella aparecería
junto con el tío Mason si le llamaran, y tendría mucho que decir. Además, seguía
balanceándome en la vibra terca, independiente de “lo haré por mí misma”. Entre
menos ayuda recibiera, mejor me sentiría.
Mamá abrió la boca para discutir, pero el celular de papá sonando la cortó.
—Bueno, hablando del diablo —murmuró papá, haciéndome pensar que era el
tío Mason o la tía Reese al otro lado de la línea, excepto que había demasiada
maldad en su voz. Sonriendo mucho, respondió con un alegre—: Hola, amigo.
Me alegra mucho que llamaras. —Con una pausa, alzó sus cejas—. ¿Qué es eso?
Oh. Sí, de hecho, finalmente sí localizamos a Haven. Sí. Y escuchamos todo lo que
le hiciste, mentirosa bolsa de mierda infiel. Pero ¿sabes qué? En realidad, me
siento aliviado sobre esto. Me siento aliviado de que finalmente puedo decirte lo
que en verdad pienso de ti, porque nunca me caíste bien, inútil hijo de puta.
Mientras la hermana de Wick dejó escapar una risa y se cubrió la boca con
las manos, yo me quedé sin aliento, mirando boquiabierta a mi padre.
—Desde el momento que nos conocimos —continuó papá felizmente—,
me pareciste un engreído, lameculos, falso, presumido don nadie. Y estoy tan
feliz de que mi hija al fin haya terminado contigo. Estoy tan feliz, de hecho, que
tal vez no te persiga y mate por herirla después de todo. Quiero decir, a menos
de que sigas en Dandridge Hall cuando aparezca ahí en unos cinco minutos.
Porque si te veo esta noche… no lo sé, amigo. Sigo un poco emocional y molesto,
verás, puede que no sea capaz de evitarlo. Tal vez tenga que matarte después de
todo. Así que no dejes que te atrape a una cuadra del edificio. ¿De acuerdo? Eh…
—Papá frunció el ceño y alejó el celular de su oreja para parpadear hacia él—. Me
colgó. —Encogiéndose de hombro, miró en mi dirección—. Oh, bueno. Tengo el
presentimiento de que no estará en tu dormitorio cuando vayamos por tus cosas.
Negué con la cabeza sorprendida. —No puedo creer que nunca te cayó
bien Topher. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Oh, mierda —pronunció papá, su rostro congelándose por la culpa.
Luego se giró hacia mamá—. No debí hacerle saber que lo odiábamos, ¿eh?
—¿Odiábamos? —grité, girándome hacia ella también—. ¿Mamá?
—Oh, cariño. —Me miró con simpatía—. Sabes que siempre pensé que
Topher era perfectamente agradable… —Incapaz de terminar la idea, hizo una
mueca y tragó antes de volver a intentarlo—. Él… —Pero sí, no podía pensar en
ningún cumplido que decir, así que suspiró y se rindió—. Sí, a mí tampoco me
importaba mucho. Pero ahora realmente me cae mal.
—Vaya —murmuré. ¿Cómo nunca supe sobre esto? ¿En serio fui tan ciega
e ingenua, no solo a la verdadera naturaleza de Topher, sino también a lo que mi
familia pensaba sobre él? De repente me sentí malditamente estúpida y crédula.
—Él era tu elección, querida. No queríamos poner estrés innecesario en tu
relación solo porque no nos…
—No, está bien —interrumpí, aunque para nada se sentía bien. Si hubiera
sabido que no les caía bien, tal vez lo hubiera visto en una luz diferente. Tal vez
me habría dado cuenta de cosas sobre él que debía haber notado hace mucho
tiempo. Tal vez podría haberme evitado encontrarlo en medio de follar a mi
compañera de cuarto—. Lo entiendo —murmuré, alejando la mirada, solo para
hacer contacto visual con Wick.
No sé por qué me detuve para enfocarme en él. Tal vez solo necesitaba
algo que se sintiera estable y real para ayudarme a centrarme en mí misma. O tal
vez esos ojos pálidos suyos solo sabían cómo mantenerme cautivada.
No lo sé, pero me quedé mirándole demasiado hasta que dijo: —Oye, no
me mires. Yo nunca oculté el hecho de que lo odiaba.
Resoplé una risa, y la fiesta de compasión que estaba a punto de hacerme
quedó olvidada.
Desviándome con éxito de caer en cualquier pesadez, miré a papá y asentí
con determinación decidida. —De acuerdo —dije—, vamos a buscar mis cosas.
Traducido por Julie
Corregido por Beatrix
Me perdí las dos primeras clases del día. Pero llegué a la tercera.
El mundo se veía diferente ahora. Tan pronto como pisé el campus y miré
a mi alrededor, vi a extraños en una tierra extraña, caminando, como si tuvieran
un propósito. Como si tuvieran valor. Seguí esperando a que me miraran de
forma peculiar y me preguntaran qué hacía allí. Todo parecía tan nuevo y extraño
de repente.
Colocándome la mochila con más seguridad en la espalda, bajé la vista y
me dirigí hacia el edificio de ciencias de la familia y el consumidor. Como
estudiante de educación preescolar, pasaba la mitad de mi día en el laboratorio
preescolar de la universidad, donde obtenía mi experiencia práctica. El próximo
semestre pasaría a la enseñanza de los alumnos y, de hecho, asistiría a algunas
clases en lugar de lo que hacía ahora, que era básicamente llevar a los niños al
baño, ayudar a repartir bocadillos, organizar actividades y limpiar los líos.
Pero eso era por la tarde. Así que, mientras me apresuraba hacia mi clase
de alfabetización temprana y desarrollo del lenguaje, les envié un mensaje a los
profesores de las dos asignaturas a las que falté esta mañana para asegurarme de
no haberme perdido de nada en métodos y currículo o psicología educativa.
Como este era mi último año, las cosas se ponían más intensas. No lo lograría si
tenía un tropezón ahora. Solo necesitaba aguantar un poco más.
Excepto que mi paso vaciló por completo cuando me acerqué a la entrada,
solo para encontrar a Marcus DeShone esperando junto a la puerta, con la espalda
apoyada contra el exterior del edificio y los tobillos cruzados mientras miraba a
su alrededor como si me estuviera buscando… a mí.
Tan pronto como nuestras miradas se encontraron, se apartó de la pared.
Desaceleré el paso, mirándole boquiabierta, preguntándome por qué estaría la
mano derecha de Topher en el edificio de ciencias de la familia y el consumidor.
Fue entonces que me saludó nerviosamente. —Hola, Haven. ¿Tienes un
minuto? —Gimoteé.
Oh, diablos, no. Topher lo había enviado aquí para hablar conmigo en su
nombre, ¿no es así? Era simplemente lamentable.
Resoplé y negué, pasándolo bruscamente mientras murmuraba: —No.
El idiota me siguió adentro. —Pero él se ha estado volviendo loco,
buscándote. Deberías responder a alguna de sus llamadas.
—Excepto que no quiero hablar con él —siseé, continuando por el pasillo
con la esperanza de que dejara de seguirme.
No tuve tal suerte. —Está preocupadísimo.
Hice una mueca. —¿Por qué? —Levanté las manos—. Como puedes ver,
estoy bien. Ahora vuelve a informar y dile que me deje en paz. No quiero tener
nada que ver con él.
—Jesús, eres imposible. Lo siente, Haven. Él nunca quiso...
—¿Qué? —espeté, girándome para enfrentarlo causando que retrocediera;
sus ojos se abrieron con sorpresa—. ¿Que lo atrapara? Bueno, lo hice. ¿Y, adivina
qué? Yo tampoco quise involucrarme con un imbécil infiel, pero lo hice, así que
supongo que ambos tendremos que aprender a lidiar con la decepción, ¿no es así?
—Deberías hablar con él.
—No quiero hablar con él. Aléjate de mí antes de que transmita el mensaje
que realmente quiero que le sea entregado, que es mi rodilla en su entrepierna,
tan fuerte como pueda hacerlo.
Cuando eché la pierna hacia atrás como si me estuviera preparando para
patear a Marcus en su entrepierna, levantó las manos y saltó hacia atrás aún más.
—Mierda. Eres una perra loca.
—Y tú apestas en elegir amigos —le respondí con un gruñido—. Ahora,
aléjate de mí.
—Con mucho gusto —jadeó antes de girarse irse con prisa.
No me di cuenta de que me temblaban las manos o de que mi respiración
se había acelerado hasta que se fue. Cuando un par de chicas de mi clase de
alfabetización temprana y desarrollo del lenguaje doblaron la esquina hablando,
respiré hondo para calmarme y luego les ofrecí una sonrisa cuando me saludaron
al pasar. Alisándome la ropa como si me limpiara el encuentro con Marcus, me
puse un mechón de pelo detrás de la oreja, me aclaré la garganta y también
comencé a ir a clase.
Pero, aunque físicamente me encontraba presente, probablemente aprendí
menos en literatura y desarrollo del lenguaje que en las dos primeras clases del
día.
Dios, esto daba asco.
Afortunadamente, almorcé temprano y tuve media hora para matar antes
de que el resto de mi día se llenara de enérgicos niñitos de preescolar.
Me dirigí hacia la cafetería, cruzando el patio principal, justo para ver a
Wick delante de mí, con su gorra y su mochila mientras se alejaba del edificio de
historia y se dirigía al departamento de negocios. Me detuve, parpadeando con
asombro porque no recordaba haberlo visto en el campus antes, al menos no
fuera del estadio de fútbol o esa zona. O tal vez lo hice y simplemente no lo había
notado.
De cualquier manera, fue una sorpresa verlo ahora. Me llenó un poco de
esa paz y seguridad que me proporcionó anoche. Inhalé profundo, asintiendo
cuando me di cuenta de que estaba bien. No me iba a desmoronar. No estaba
completamente perdida. Podría manejar esto. Podría superar a Topher y lo que
me había hecho. Solo tenía que seguir adelante.
Cuando otro tipo corrió junto a Wick y le dijo algo, se detuvo sobresaltado
y lo enfrentó. Pero cuando su amigo dijo algo que no pareció gustarle, Wick
volvió a caminar. El amigo lo siguió. Debió haber dicho algo más para enojarlo,
porque Wick se detuvo de nuevo y se giró hacia él salvajemente, y parecieron
tener una discusión allí mismo en el patio.
Observé a la otra persona un momento antes de reconocerlo como J.J.
McCannon, otro jugador defensivo en el equipo de fútbol, creo que un corredor
de pases, pero no alguien del grupo de amigos de Topher. En realidad, creo que
la única vez que hablé con J.J. se encontraba sentado junto a Wick.
Hacía un año, si lo recordaba correctamente. Tenía planes con Topher
temprano una noche, así que fui al estadio de fútbol donde practicaba para
esperar a que terminara y poder irnos juntos. Cuando empecé a trotar por las
gradas para encontrar un lugar para sentarme y esperar, un par de otros
jugadores, todos sudados y con aspecto agotado, ya estaban sentados allí, tal vez
descansando o simplemente esperando su turno para practicar de nuevo. Me
senté una fila debajo y un poco a la izquierda de Wick y su amigo J.J.
J.J. habló todo el tiempo, señalando a la gente en el campo y mencionando
lo que hacían bien o mal. Wick simplemente observaba en silencio. Ambos me
miraron cuando me senté.
Ofreciéndoles una sonrisa incómoda, ya que sabía que Topher no se
llevaba bien con ninguno de los dos, me di la vuelta con la misma rapidez y me
saqué el teléfono del bolso para poder fingir que revisaba mis mensajes. Pero, un
segundo después, un pie golpeó el bolso que puse a mi lado, empujándolo contra
mi muslo. Levanté la vista justo para encontrar a J.J. riéndose
—Bonito pollo —dijo.
Me quedé boquiabierta en absoluta confusión hasta que él señaló hacia mi
bolso con su barbilla, así que miré el enorme pollo cosido a un lado de la tela.
—¡Oh! —Sabía que J.J. se estaba burlando de él, pero le sonreí de todos
modos—. Gracias. Es Heihei de la película Moana —le expliqué.
—Vale —dijo lentamente, pareciendo confundido—. Entonces, ¿por qué
está en tu bolso?
—Porque mi familia me llama HayHay. —Cuando parpadeó, despistado,
continué—: Debido a que Heihei y HayHay suenan igual, y HayHay es, ya sabes,
derivado de Haven. —Cuando continuaba mirándome estúpidamente, sentí la
necesidad de agregar—: ¿El que es mi nombre? —En caso de que no lo supiera.
Resopló. —Me sé tu maldito nombre.
—Oh —dije sin convicción, sin saber qué responder a eso. Echando un
vistazo a mi bolso, comencé a trazar el contorno del pollo con mi dedo—. Bueno,
mi primo me hizo el bolso por mi cumpleaños el año pasado —le dije—, como
una especie de broma, creo, excepto que me encantó, así que… —Me encogí de
hombros, sin saber por qué seguía hablando con él, ya que me miraba como si
fuera un caso de institución mental. Lamentablemente, terminé con—: Supongo
que el chiste se cuenta solo, ¿eh? —Le ofrecí una de mis lindas sonrisas que
siempre usaba cuando me sentía cohibida y quería agradar a alguien.
Pero J.J. McCannon solo parpadeó como si fuera un extraterrestre. Junto a
él, Wick se puso de pie bruscamente sin mirarnos a ninguno de los dos y corrió
por los bancos de las gradas, abandonándonos.
J.J. llevó su atención hacia ahí y frunció el ceño, confundido. —Oye,
¿adónde vas? —Poniéndose de pie, corrió tras Wick, abandonándome allí como
si no hubiéramos estado en medio de una conversación muy peculiar y extraña.
Y ese fue el alcance del encuentro que tuve con el amigo de Wick, J.J.
Me pregunté si Wick le estaba contando todo sobre la noche que había
pasado conmigo.
Esperen, ¿en qué pensaba? Por supuesto que sí. ¿Por qué no lo haría? Yo
ciertamente le habría contado todos los detalles a mi mejor amiga si, ya saben,
tuviera una.
Pero estos días era como que flotaba. Era cercana a mi familia, claro. Pero
todos vivían muy lejos de la universidad; no me mantenía en contacto como antes
de irme a la universidad. Y creía haber establecido buenas relaciones cuando
llegué por primera vez al campus. Pero luego conocí a Topher y me dejé atrapar
por su grupito, que no se mezclaba muy bien con mis amistades.
Por un tiempo, traté de ser parte de ambos mundos. Pero, cada vez que
Topher quería hacer algo conmigo, mis amigos cancelaban. Y, cada vez que ellos
querían salir, Topher no quería. Sentía que tiraban de mí en dos direcciones y,
cuando escuché a mis amigos hablar de una fiesta a la que habían ido juntos sin
siquiera invitarme, dejé que Topher ganara el tira y afloja. Finalmente, me hice
amiga de las chicas de su grupo, pero nunca me sentí cercana a ninguna de ellas.
Estos últimos años, Topher probablemente fue mi mejor amigo; no es que
le hubiera abierto todos mis pensamientos más profundos y oscuros, porque creo
que una parte de mí siempre supo que me rechazaría si lo veía todo. Lo que ahora
me decía que no éramos mejores amigos en absoluto… Y probablemente nunca
deberíamos haber salido por tanto tiempo, ya que ni siquiera sentía que pudiera
mostrarle quién era realmente.
Hm. Ese pensamiento fue una especie de revelación. Una triste y
deprimente, pero aun así…
Centrándome otra vez en Wick y J.J. mientras entraban juntos al edificio
de negocios, pareciendo haber resuelto cualquier discusión que hubieran tenido,
solté un largo suspiro, deseando tener a alguien cerca para desahogarme en este
momento.
Me di la vuelta, agarrando las correas de mi mochila, solo para pararme
abruptamente cuando vi a Topher en el otro lado del campus, mirándome.
Parecía rabioso y, cuando giró lentamente su atención hacia el edificio de
negocios donde Wick acababa de desaparecer, supe por qué.
Genial. ¿Quién sabía lo que pensaba de Wick en este momento?
Me giré y salí corriendo, esperando que no me siguiera, porque no tenía
ganas de hablar con él, de responder preguntas, de escuchar acusaciones o de
lidiar con la horrible confrontación que seguramente quería tener.
Y, gracias a Dios, no me siguió. Me dio un poco de libertad para respirar
durante el resto del día.
Tercera edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria
Vale, así que puede que me hubiera paseado implacablemente por el suelo
junto a la puerta, esperando a que Wick llegara a casa esa noche, porque la
mirada que Topher me envió al otro lado del campus me había perseguido
durante todo el día.
Cuando no me pidió que hablara con él, me hizo pensar... no sé. Pero
sentía como si las cosas fueran peor porque me dejó ir, así que ahora... Ahora me
preguntaba qué había pasado entre él y Wick en el entrenamiento.
Finalmente, me senté en una silla en la sala de estar con un libro de texto
abierto en el regazo, fingiendo que estudiaba, pero terminé mirando fijamente a
la puerta principal y mordiéndome las uñas todo el tiempo hasta que por fin se
abrió a las siete menos cuarto.
Cuando Wick entró, con una enorme bolsa deportiva colgando sobre su
hombro y la cabeza inclinada como si estuviera pensando profundamente, me
puse de pie, instantáneamente nerviosa. Instantáneamente expectante.
—Oye, eh, hola —saludé rápidamente, y le ofrecí una sonrisa tensa
mientras me miraba sorprendido y luego con recelo. Me metí un mechón de pelo
detrás de la oreja—. Parece que acabas de salir de la práctica. ¿Acabas de salir de
la práctica?
Cerrando la puerta tras él, respondió con un breve y estoico: —Sí.
—¿Lo hiciste? Oh. Uh, ¿lo...? Quiero decir, ¿lo viste allí? A Topher, me
refiero. —Me entrecerró los ojos. Me sonrojé, sintiéndome como una tonta—. Lo
siento. Claro que lo viste. Solo... —Riéndome incómodamente de mí misma por
actuar como un bicho raro, me froté la nuca y pregunté—: Solo... quiero decir...
¿te dijo algo? ¿Sobre mí?
Como el hecho de que te miré hoy al otro lado del campus como si te deseara, a
pesar de que en serio solo te miraba porque, bueno... mirarte me ayuda con los nervios por
alguna razón. El hecho de que seas guapo es una coincidencia.
—Ajá —murmuró, bajando la mirada.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. —¿Sí?
Oh, Dios. ¿Le había dicho a Wick que lo estuve mirando? ¿Wick le dijo
dónde encontrarme? Mierda. ¿Topher sabía dónde vivía ahora?
—Seguía convencido de que entraste en la habitación de Izzy anoche —
explicó—. Le dije que se equivocaba, y luego no le dije nada más.
—Oh. —Respiré profundamente y titubeé un poco por el alivio que se
apoderó de mí—. Entonces, ¿no le dijiste dónde estaba? ¿Dónde vivo ahora?
Agitó la cabeza.
Me agarré el abdomen, agradecida. —Gracias —dije con entusiasmo—.
Dios mío, gracias.
Asintió. —No quiero que aparezca en nuestra puerta más de lo que lo
quieres tú.
—Claro —murmuré—. Quiero decir, por supuesto. Tiene sentido.
—Sí.
Sus respuestas cortas empezaban a volverme loca. Quería saber más, todo:
qué pensaba de todo esto, qué pensaba de mí, cada detalle de lo que había pasado
entre él y Topher.
Me sentía tan perdida e insegura.
Cuando Wick salió de la habitación sin decir una palabra más, me
marchité, porque obviamente no me iba a calmar la curiosidad.
Pero entonces, se detuvo en la puerta. Alzó la mano hacia el marco de la
puerta y, dándome la espalda, dijo: —Te insulté.
Parpadeando, porque estaba segura de haberle escuchado mal, dije: —Lo
siento, ¿qué?
Miró hacia atrás, sus pálidos ojos preocupados. —En el entrenamiento de
hoy, cuando se enfrentó a mí. Parecía tan seguro de que te había escondido en
alguna parte que quería convencerlo de que no sabía dónde te encontrabas, así
que le mentí y le dije...
Se calló abruptamente.
Haciendo una mueca de dolor por lo que debía haber dicho sobre mí, lo
interrogué con cautela. —¿Dijiste qué?
—Dije... —Su garganta se movió al tragar—. ¿Por qué querría tus sobras?
¿Quién sabe con qué clase de mierda la infectaste?
Luego se quedó allí, rígido como una tabla, mirándome y esperando mi
reacción. Me di cuenta por la cautela en sus ojos que esperaba meterse en grandes
problemas por su confesión. Pero, extrañamente, no quería insultarlo.
Quiero decir, sí, me dolió, sobre todo porque había más verdad en lo que
dijo de lo que me sentía cómoda admitiendo. Era las sobras de Topher Nicholl,
¿no? No era exactamente un pensamiento lindo. Pero simplemente enderecé mi
columna vertebral, inhalé y le envié a Wick un pequeño asentimiento formal.
—Muy bien —le dije—. Gracias por decírmelo. Ni siquiera tenías que
confesarlo. Pero... aprecio tu honestidad.
—No quería que pensaras que creía esa mierda, por si te enterabas.
—Por supuesto. —Le envié una sonrisa temblorosa, pensando que debía
creerlo en algún aspecto para que se le ocurriera la idea.
Debió darse cuenta de cómo me sentía realmente, a pesar de lo que había
dicho, y no sabía cómo responder. Sus labios se movieron como si quisiera decir
más pero luego cambió de opinión para solo asentir y abandonar la habitación.
Inmediatamente caí en la silla más cercana y me abracé a mí misma, como
las sobras usadas e infectadas que era.
Espera. ¿Infectada?
Oh, mierda. Me volví a poner de pie y entré en pánico al instante.
—Wick —grité, casi histérica, sin saber por qué lo llamaba a él. Nada de
esto era su problema, pero era la única persona en el apartamento, y solo... De
repente necesitaba un poco de apoyo emocional; dispuesta a tomarlo de
cualquier lugar que pudiera conseguirlo.
Apareció de nuevo en la entrada, con el pelo flotando como si se hubiera
apresurado a volver a mí, y la brisa de su carrera había hecho que se elevara.
—¿Qué pasa? —exigió, con preocupación en su mirada.
—¿Y si tienes razón? —solté, presionándome las manos contra el
estómago—. ¿Y si... me infectó?
Su mirada cayó hacia donde presionaba las manos, y se volvió blanco
como una sábana. —¿Crees que estás embarazada?
—¿Qué? ¡No! —Me arranqué las manos del vientre—. Tomo la píldora,
pero esa fue la única prevención que usamos, y la píldora no impide que alguien
transmita una... una... una enfermedad venérea. Y ahora que sé que me fue
infiel... Dios mío. —Volví a retorcerme las manos en la cintura y a caminar por la
habitación—. Quiero decir, estoy segura de que mi compañera de cuarto estaba
limpia, pero... ¿y si... y si estuvo con... ya sabes, y si hubo otras?
Sintiendo náuseas por la idea y sin saber a qué me había expuesto el tipo
al que creía que amaba, me volví suplicantemente hacia Wick, quien se encogió
de hombros antes de decir con voz ronca: —Las hubo.
Parpadeé. —¿Qué? —Entonces me di cuenta de lo que decía. Hubo... otras.
Otras mujeres. Más mujeres. Oh, Dios. Topher había estado con alguien más que
Annabeth.
Empecé a sacudir la cabeza, queriendo negarlo. Necesitando que no fuera
verdad.
—¿Qué te hace pensar eso? —pregunté, totalmente preparada para dejar
de lado toda la sugerencia. Pero luego me concentré en la arrepentida disculpa
en su mirada y me di cuenta—. Espera, no lo piensas, ¿verdad? Lo sabes. Y…
siempre lo supiste, incluso antes que yo, ¿verdad?, porque... Mierda, estás en el
equipo con él, y por supuesto que lo sabrías si hubiera estado... —Débil en las
rodillas, me senté—. Oh, Dios mío. —Enterrando la cara en las manos, traté de
lidiar con esta nueva revelación—. Oh, Dios mío —me hice eco antes de
levantarme de repente, necesitando saber más.
—¿Cuántas? —le pregunté—. ¿Cuánto tiempo? —Cuando Wick sacudió
la cabeza, bajé las manos a los costados y me acerqué amenazadoramente—.
Dímelo.
Se puso tan firme conmigo como yo lo había sido con él, y me respondió:
—No.
—¿Por qué no? —exploté, acercándome lo suficiente como para empujarle
el pecho. No es que se moviera—. ¿Por qué carajo lo proteges? Pensaba que lo
odiabas.
—¡¿Qué demonios?! Lo odio. Y protegerlo es lo último que hago —insistió,
acercándose a mí, con los ojos brillando de irritación.
Ignorando eso, me enfurecí. —Porque todos los chicos tienen que subsistir
juntos, ¿es eso? ¿Es por eso que nunca me lo dijiste? ¿Va en contra del código de
su sociedad secreta de penes? ¿No pueden delatar a uno de los suyos?
—¿Míos? —repitió horrorizado—. Al carajo si me parezco en algo a él.
Nunca te lo dije porque nunca había hablado contigo antes de anoche. En serio,
¿te acercarías a un completo extraño y le dirías que lo engañan?
—Yo… —Bueno, no, probablemente no. No sería asunto mío. Me sentiría
rara metiéndome en problemas tan personales con alguien e involucrándome en
su drama si no los conociera, y probablemente solo causaría dolor, de todos
modos, dolor que yo empezaría, así que supongo que no podría estar enojada con
Wick por no hacer algo que yo tampoco haría.
A pesar de que todavía estaba muy enojada con él.
—Y, demonios, por lo que sabía, tú ya eras consciente y eras una de esas
que miran hacia otro lado. ¿Por qué debería haber metido la nariz donde no
debía? Y después... Anoche —continuó—, ya sabías lo suficiente. No podría
añadir a tu...
—Bueno, ahora quiero saberlo todo —gruñí sin dudarlo—. Así que dímelo.
—¿Por qué? —contestó—. ¿Porque solo quieres herirte más? ¿Es eso?
Bueno, mala suerte. No quiero verte sufrir de nuevo.
—Maldito seas —gruñí, empujándolo esta vez, no solo pinchándole con el
dedo, sino presionando las manos contra su pecho y jadeando con toda mi fuerza,
causando que la masa sólida tropezara unos pocos pasos hacia atrás—. Yo me
encargo de mi reacción. Ahora, dime lo que sabes. Necesito oírlo.
Cuando me miró fijamente, negándose obstinadamente a hablar, me
tembló la barbilla. —¿Tú no querrías saberlo? —susurré, porque mi voz se había
roto y vuelto ronca.
—Joder, Haven —murmuró en agonía, agarrándose el pelo con un
tormentoso gesto de dolor. Todavía no quería decírmelo, pero creo que lo iba
agotando—. Honestamente, no sé mucho. No puedo decirte con seguridad
cuándo empezó. Y no tengo ni idea de cuántas. —Sacudiendo la cabeza, hizo un
último esfuerzo inútil para salir de la conversación—. Me he mantenido lo más
lejos posible de él. No sé...
—Dime lo que sí sabes —pedí en voz baja, suplicando con mis ojos—.
¿Cuándo te diste cuenta por primera vez?
Agitó la cabeza.
Le toqué el brazo. —Por favor.
Cerrando los ojos, soltó una suave maldición y luego admitió: —Al
comienzo del segundo año, después del primer partido fuera de casa.
A pesar de que me había preparado para la noticia y sabía que no iba a ser
buena, todavía jadeé de angustia y me alejé de él porque... ¿el comienzo del
segundo año? ¿Había empezado hace tanto tiempo, ni siquiera un año después de
nuestra relación? Mierda, ¿cómo es que no lo sabía? ¿No lo sentí? No...
—Pero mi amigo no se sorprendió en absoluto —continuó, apuñalándome
en el corazón con más información—. Y ya parecía estar acostumbrado a verlo,
así que Nicholl debía haber empezado antes.
Un sonido de negación salió de mis labios. Me agarré el pecho.
—¿Haven? —Wick se adelantó, extendiendo la mano. Pero agité la cabeza
y levanté las manos, ahuyentándolo.
—¿Cuántas? —pregunté, decidida a seguir adelante y a saberlo todo, sin
importar lo que me hiciera.
Wick volvió a sacudir la cabeza, y sus ojos me suplicaban que lo dejara
pasar.
Pero no podía. Tenía que saberlo. —¿Cuántas?
—No lo sé, carajo —enfatizó—. Muchas, vale. En cada partido fuera de
casa, parecía que iba a perseguir a una chica nueva. Y por lo que puedo asumir,
normalmente la atrapaba.
—Oh, Dios —gemí, la verdad desgarrándome y dejándome el corazón
destrozado en plena exhibición.
Las náuseas aumentaron y, de repente, me puse la mano sobre la boca
mientras corría desde la habitación, por el pasillo y hacia el baño. Apenas había
llegado y caí de rodillas frente al inodoro cuando mi estómago se rebeló y el
vómito se apoderó de mí.
Me aferré al dios de la porcelana y renuncié a mi bendición, vaciando todo
lo que había dentro de mí. Una vez que terminé, apoyé la sien contra el costado
del tocador a mi lado y lloré.
Cuando me calmé lo suficiente como para darme cuenta de que Wick me
había seguido, le eché un vistazo y parpadeé para encontrarlo sentado no muy
lejos en la entrada del baño, con la espalda hacia el marco de la puerta y los codos
apoyados en sus rodillas dobladas, mientras enterraba la cara entre las manos y
esperaba a que me calmara.
Alerta ante mi cambio de humor, levantó la cara y echó un vistazo. Por su
expresión me di cuenta de que se arrepentía de haberme dicho algo.
Ofreciéndole una sonrisa débil, hice un gesto hacia el inodoro. —Lo siento
por eso. Los estómagos débiles son cosa de familia.
Se puso de pie mientras hablaba y se dirigió hacia el fregadero para
agarrar mi vaso de enjuague, y lo llenó con agua del grifo.
—Mi mamá me contó que su hermano mayor vomitaba cada vez que algo
le molestaba —seguí divagando—. Mi tío Mason. Mis padres lo mencionaron
anoche cuando...
—Lo recuerdo —dijo Wick simplemente mientras sostenía la taza de agua.
—Cierto. —Tomando el agua, le dije—: Gracias. —Entonces me levanté
con él en la mano y tomé un trago para agitármelo en la boca y escupirlo antes
del siguiente trago.
Wick se paró a mi lado en silencio, una fuerza sólida que me estabilizaba
tanto como despertaba ansiedad. Sin saber cómo tratar con él, me cepillé los
dientes, concentrándome en eso. Cuando todavía seguía ahí después, con los
brazos cruzados formidablemente sobre el pecho y el hombro apoyado en la
entrada del baño, decidí ocuparme de su presencia.
—Mira, sé lo que estás pensando. —Cuando levanté la vista para
encontrarle la mirada, nos paramos cerca, lo suficiente como para que me diera
cuenta—: Tienes un corte en el labio.
Sus ojos pálidos parpadearon de sorpresa antes de meterse el labio inferior
entre los dientes como para ocultarme el corte, aunque ya lo había visto.
Agité la cabeza, confundida. —Anoche no tenías ese corte. —Me acerqué,
entrecerrando los ojos—. ¿Y eso es un moretón en la mejilla? Oh, Dios mío, ¿qué
pasó?
Se encogió de hombros —su respuesta para no hablar de ello—, y luego se
alejó de mí.
—La práctica —fue todo lo que murmuró.
—Oh —dije lentamente antes de encogerme—. Vaya, práctica dura. ¿No
deberían tomárselo con más calma, tan cerca de un día de partido? —Sin darme
cuenta, extendí la mano para examinar el corte con los dedos, pero inclinó la cara
hacia un lado, esquivando mi toque, así que moví la mano hacia atrás—. Lo
siento. —Estremeciéndome, me apreté las manos contra el pecho—. Examinarlo
ahora probablemente sea malo. Estoy segura de que duele.
—Está bien —dijo.
Excepto que no sabía con seguridad a qué parte se refería: a mi intento de
tocarlo o a lo del dolor. Si el dolor iba bien, entonces había admitido que se movió
solo porque no quería que lo tocara. Pero si me decía que estaba bien que hubiera
intentado tocarlo, ¿por qué se había movido para empezar? Dios, era imposible
entender a este tipo.
Tratando de no dejar que las preguntas me volvieran loca, me aclaré la
garganta y volví a la normalidad. —De todos modos, sé lo que estás pensando.
Que ojalá no me hubieras contado lo de las otras chicas, pero me alegro de que
lo hicieras. Yo... me alegro de saberlo. Y ahora sé que tengo que hacerme un
chequeo, lo que puede ayudarme a evitar, ya sabes, problemas médicos o algo
parecido. Así que, por favor, solo... —Miré hacia otro lado, incapaz de manejar
todo el arrepentimiento que veía en él—. Deja de mirarme como si fuera a
desmoronarme. No hiciste nada malo. Te lo pregunté yo. Puedo lidiar con la
respuesta. Aprecio que me lo dijeras.
Wick dio un paso atrás, lejos de mí. Por un momento, pensé que se iba a
ir, pero entonces dijo: —Mi hermana... —Levanté la vista cuando se detuvo.
Haciendo una mueca de dolor, continuó—: Mi hermana mayor, Darcy, trabaja en
el centro de salud estudiantil. Puedo conseguirte una cita allí si quieres. Ya sabes,
para que te revisen.
El solo hecho de pensar en la posibilidad de tener una ETS me revolvió el
estómago de nuevo, pero esta vez me las arreglé para tragarme la bilis.
Respirando profundo por la nariz, asentí y dije: —Me gustaría mucho. Gracias.
—Está bien. Te conseguiré una a primera hora de la mañana. —Y con un
solo movimiento de cabeza, se dio la vuelta y me dejó sola.
Traducido por Jadasa
Corregido por Tolola
El suave golpe en mi puerta me dijo que no podía ser nadie más que Wick.
Beau la habría aporreado, Cress habría entrado sin siquiera tocar, y de ninguna
forma se acercaría Fox después de verme llorar. Nada lo asustaba más que las
chicas llorosas.
Suspiré, porque me parecía demasiado grosero decirle a Wick que se
fuera, ya que no había hecho nada malo, incluso aunque solo quisiera que me
dejaran sola.
Bien jugado, primos. Bien jugado.
Secándome los ojos, murmuré: —Está abierto.
La puerta se abrió suavemente, pero no entró. Recostándose contra del
marco de la puerta, cruzó los brazos sobre su pecho y me miró con ojos
preocupados. —Siguen aquí, robándonos comida de nuestra cocina, ¿quieres que
los eche?
Sonreí a través de mis lágrimas y negué con la cabeza. La forma en que
dijo nuestra cocina iluminó algo en mi interior. Ni siquiera había vivido aquí tres
días completos, pero ya estaba dispuesto a compartir el lugar conmigo, pese a su
resistencia inicial a la idea.
—No —le dije—. Son familia. No puedo echar a la familia. —Entonces se
me ocurrió que tal vez Wick quería que se fueran, y, ya que este lugar se sentía
más suyo que mío, se me abrieron los ojos con preocupación. Aún no habíamos
hablado sobre los visitantes—. Quiero decir, ¿si no tienes un problema con eso?
Se encogió de hombros. —No tengo problema con ellos si tú tampoco. Mis
hermanas harán lo mismo, sin duda, si a ti no te importa. Tratan este apartamento
como su segunda casa, invadiendo siempre que quieren.
Sonreí de nuevo, con afecto esta vez. —Es genial. —La idea de unos
hermanos tratando mi casa como su segundo hogar era linda.
Asintió, pero no dijo nada más.
Hacía eso mucho. Simplemente quedarse callado. Pero parecía cómodo
con ello. Había visto a muchas personas balbucear y discutir asuntos realmente
sin importancia solo para llenar el silencio; de hecho yo era una de esas personas,
pero Wick parecía regocijarse en él.
Justo ahora, sin embargo, juro que me esperaba. Lo que funcionó.
—Tiene razón, sabes. —Moví la mano antes de secar más lagrimas—. Lo
que dijo Beau. Tiene razón. Creo que he perdido la habilidad de juzgar a las
personas. Quiero decir, ¿cuánto asco tienes que dar para salir con alguien durante
tres años y no saber que te fue infiel todo el tiempo? Pensé que era una novia
relajada dándole todo el espacio que quería, pero solo se aprovechó de eso.
Apreté los dientes y negué con la cabeza, más decepcionada conmigo
misma que con nadie más.
Wick se movió para acomodarse contra la puerta. Entonces levantó la
mirada al techo. —¿Quieres escuchar algo loco?
—¿Es malo sobre mí? —pregunté, mordiéndome el labio—. Porque, si es
algo malo sobre mí, no estoy segura. —Era un poco demasiado susceptible por el
momento como para saber más problemas sobre mí. Era uno de esos momentos
en los que necesitaba escuchar algo bueno, palabras de aliento que me animaran.
Con los labios torciéndose en una sonrisa, Wick negó con la cabeza. —No
—prometió—. Es malo sobre mí. —El arrepentimiento le llenó los ojos mientras
yo encontré su mirada y fruncía el ceño, confundida—. La cosa es —comenzó—
que a mí también me caía bien Nicholl cuando lo conocí. Pensé que éramos
amigos. Y, cuando me mostró sus verdaderos colores, fue completamente
inesperado. Como contigo.
Poniéndome la mano en la base de la garganta, susurré: —¿En serio? —
Eh, no podía imaginármelo. Wick y Topher, amigos. Habían sido enemigos
durante todo el tiempo que los había conocido.
Cuando asintió, tuve que saberlo. —¿Qué te hizo?
Wick alejó la mirada de nuevo y se encogió de hombros, como si no fuera
gran cosa, pero sabía por la repentina tensión que en realidad era algo enorme.
—Ahora no importa —dijo desdeñosamente—. La cuestión es que mi
situación me hizo preguntarme las mismas cosas que te preguntas ahora. ¿Cómo
pude ser tan estúpido? ¿Por qué no lo vi antes? ¿Qué me pasa? Pero esa es la cosa:
el problema no éramos nosotros, en lo absoluto. Era él. Es así de engañoso,
manipulador y bueno. Te puede hacer sentir especial, como si estuvieras en su
estúpido circulo interno, como si estuvieras en la cima del mundo cuando
enciende su chispeante y magnética personalidad, para acercarse más y clavarte
el cuchillo más profundamente en tu maldita espalda. Y nunca lo ves venir.
—Guau —dije suavemente, negando con la cabeza mientras la condena
me caía pesada en el estómago—. Realmente te traicionó.
Otro profundo suspiro se le escapo. —Vamos a decir solo que fue una
experiencia de aprendizaje.
—¿Qué aprendiste? —Tenía que saberlo.
Encontró mi mirada. —Vigila a quien te abres. Nunca les dejes saber lo
que es importante para ti.
Me estremecí. Dolía escuchar su respuesta. Un pequeño dolor me
atravesó, porque sabía que Topher me había enseñado una lección similarmente
dolorosa.
Abrazándome, me mecí en la cama gentilmente. —Pero, ¿y si me excedo y
ahora mantengo a todos tan alejados que me pierdo algo que podría ser
sorprendente y real porque estoy demasiado asustada para confiar en nadie otra
vez?
Wick hizo una mueca simpática. —Podría pasar.
Lo apunté con seriedad. —Bueno, no dejes que eso me pase a mí.
—Veré que puedo hacer —prometió, solo para levantar la nariz y oler el
aire—. Huele a que uno de tus primos encontró las tazas de café. —Entonces
levantó una mano hacia mí—. ¿Quieres volver ahí y mostrarles que no estás
derrotada?
Suspiré, no del todo lista, pero entonces asentí y me puse de pie. —Claro,
podría querer algunos de esos cereales que comías, de todos modos.
—Esperemos que Fox no se los haya comido todos. —Wick me miró—.
Era Fox ¿correcto? El no-primo.
—Correcto —dije—. El nombre de su madre es Felicity y su papá es
Knox… así que juntaron sus nombres y resultó Fox. Su mamá y la de Beau son
mejores amigas. Y Beau terminó casándose con la hermana de Fox, Bentley,
entonces… sí. Era lo casi correcto cuando dijo que era mi primo.
—¿Beau y Cress sí son primos de sangre, correcto?
—Si, Beau es el hijo de mi tío Noel, y Cress es hijo del tío Colton. Noel y
Colton son los hermanos de mi papá.
Cuando le tomé de la mano, miró nuestros dedos entrelazados antes de
decir: —Cress viene con fuerza.
Sonreí y puse los ojos en blanco. —Normalmente no. Creo que te estaba
probando. Viendo lo tolerante que eres.
—Oh. —Asintió una vez, entonces frunció el ceño antes de preguntar—.
¿Pasé la prueba?
Sonreí. —Bueno, te disculpaste con él por no ser gay, entonces… diría que
sí. Creo.
—Eh. Genial.
—Además —seguí—, estoy segura de que era muy consciente de que eres
hetero. Conociendo a mis padres, le han contado a toda la maldita familia todo
lo que dijimos la otra noche, cuando estuvimos ahí.
Cuando Wick gruñó con mortificación, murmurando: —Señor, espero que
no —le envié un guiño cómplice, haciéndole saber que lo entendía totalmente,
justo al entrar juntos a la cocina.
De cara a mis primos, estreché los ojos mientras mi mirada caía sobre Fox,
que vaciaba los últimos cereales en un tazón. —Eso es todo —anuncié—. Me
deben un asombroso desayuno por despertarme tan temprano un sábado,
invadir mi departamento y acosar a mi compañero de cuarto. —Soltando la mano
de Wick, me crucé los brazos sobre el pecho—. Así que pónganse a cocinar.
Fox, Cress y Beau intercambiaron una mirada antes de que éste último se
encogiera de hombros. —Al menos ha dejado de llorar. —Señaló con la barbilla
hacia Wick como dejándole saber a mi compañero de cuarto que acababa de pasar
algún tipo de examen—. Me vale.
¿Saben lo que nunca entendía? Nunca entendí cómo alguien podía seguir
adelante después de haberla cagado tanto que no solo sabía lo que había hecho
mal sino que todo el maldito universo en el que vivía también lo sabía.
Como ahora, por ejemplo. No quería estar aquí, exponiendo mi estupidez
a estas cuatro increíbles mujeres con las que he crecido admirando y deseando
poder ser como ellas. No quería que vieran lo horrible que era para elegir a los
hombres. Diablos, quería terminar con todo este asunto de estar viva. Porque
fracasé en la vida.
O sea, un fracaso total.
Honestamente, así es como se sentía en ese momento, que nada de lo que
había intentado en toda mi vida había valido la pena. Tenía que ser la idiota más
despistada del planeta por no darme cuenta de lo que Topher había estado
haciendo durante toda nuestra relación.
Eché un vistazo a la cocina, dándome cuenta de que todas mis primas
sabían exactamente cuán patética era.
Me hacía sentir asquerosa, avergonzada. Estúpida.
Porqué en serio, ¿cómo pude no saberlo? Todas las pistas se encontraban
ahí. Era un tipo extrovertido, arrogante y adorado. Se creía superior a lo demás.
Pensaba que otros le debían respeto. Y siempre había sido demasiado amable con
otras chicas. Chicas atractivas. Pero simplemente lo descarté, perdonándolo por
no ser perfecto, sin darme cuenta que flirteaba con otras mujeres justo frente a
mí. ¿Cómo pude no haberme dado cuenta? ¿Cómo pude confiar tan ciegamente
y nunca cuestioné nada?
Lo dejé encantarme y distraerme con bonitas y falsas palabras, bonitas y
falsas sonrisas, y bonitas y falsas atenciones. Había estado tan desesperada por
encontrar lo que tenían mis padres, una combinación de compañerismo, amistad
y amor, que realmente no me detuve a mirar objetivamente a Topher para ver si
siquiera llenaba los requisitos. Y no lo hacía. Para nada.
Dios. Lo que todos deben pensar de mí. Probablemente lucía tan patética
como era. Era tan mortificante.
—¿Sabes lo que tienes que hacer, Haven? —preguntó Bentley desde la
izquierda mientras arrojaba un brazo alrededor de mis hombros—. Necesitas un
plan de revancha para hacer sufrir a ese imbécil. Eso es lo que necesitas.
—Sí —dijo Teagan, levantando su vaso de vidrio lleno de jugo de naranja,
y después tomó un trago.
—Predica, hermana. Tienes que darle justo en el orgullo, HayHay. Hazlo
sangrar de celos.
—Sí, por supuesto —concordó Lucy—. Deberíamos encontrar a alguien
sexy para restregárselo en la cara y decir Ja, mírame ahora, perra. Alguien increíble
y sexy, ingenioso y sexy, y... —Sobre la mesa, frunció el ceño con confusión—.
¿He dicho sexy?
—Más de una vez —contesté con un bufido y volteé al otro lado, riendo,
cuando Bella casi metió tequila por mi nariz en su intento por hacerme beber.
Riendo, se disculpó y apuntó a mi boca, para que terminara derramándolo
por mi barbilla.
—Deja. Yo lo hago. —Sostuve la bebida y me tapé la nariz (ya que leí que
alguien lo hizo en una historia y pensé que era genial, por lo que lo intenté, lo
amé, y ahora era como siempre me tomaba los chupitos) tomándomelo después,
puesto que creía que era mejor tragarlo que mantenerlo en la boca—. ¿En serio?
¿No se les ocurre una mejor idea que no involucre hacerlo con un desconocido?
—pregunté—. Algo vengativo y doloroso a su orgullo, como rayarle el auto con
la palabra infiel. Sí, hagamos eso.
Topher amaba su carro. Y me encantaría dañarlo tanto como me gustaría
hacerle daño.
—Chica —dijo Bentley haciendo caras.
Teagan asintió en acuerdo. —Sí, muy cliché.
—Mucho tiempo en la cárcel —comentó Lucy, girando sus pulgares hacia
abajo.
Pero Bella simplemente se encogió de hombros. —O también podemos
hacer eso.
Fruncí en ceño por su rechazo inmediato. —¿Pero restregarle a alguien en
la cara no es cliché también?
—Claro que no —insistió Bently—. Hacerlo por venganza es inolvidable.
Las otras tres asintieron. —Clásico.
Bella se levantó, haciendo que su silla se estrellara detrás de ella. Alzando
un dedo al aire para aclarar algo, proclamó: —Si el maldito Topher Pene Pequeño
Nicholl piensa que puede engañar a mi dulce primita y romperle el corazón,
entonces va a pagar. Punto.
—Y pagará a lo grande —dijo Teagan, haciendo girar su gran estomago de
embarazada, levantándose sombríamente junto a Bella como un frente unido—.
Aniquilaremos su culo.
Lucy les guiñó antes de mirar hacia Bently sentada a su lado. — ¿Tenemos
que levantarnos para concordar con ellas?
Cuando Bently comenzó a tener hipo y sacudió su cabeza salvajemente de
atrás hacia adelante, Lucy sonrió y lanzó un puño al aire. — Sí, sí, sí.
—Lo mataremos.
—Lo haremos caer de rodillas —dijo Bently—. Uniéndote con el más sexy,
listo y más asombroso chico que haya existido.
—Oye, ¿qué diablos están gritando ustedes cinco? —preguntó Gracen al
entrar a la cocina—. Están asustando a Braiden. —Deteniéndose, nos observó—.
Todas están ebrias.
—Yo no —dijo Teagan, sosteniendo su jugo de naranja y abrazando su
barriga.
Cuando Wick apareció en la entrada de la cocina a su lado con un curioso
Braiden junto a él, Lucy lo señaló. —Él. ¡Sí! Wick sería un candidato perfecto para
tu plan, HayHay.
Casi me atraganté con mi lengua, rogando a Dios que Wick no tuviera idea
de lo que hablaba. —Vaya. Oigan. No metan a mi pobre e inocente compañero
en esto. Y es tu estúpido plan, no mío.
—Oye, el plan no es estúpido —dijo Teagan.
—El plan es perfecto —coreó Bently.
—Y sería un candidato perfecto —añadió Lucy, mirando a Wick de arriba
abajo.
—¿El candidato perfecto para qué? —preguntó Gracen inocentemente.
—Oh, Dios. —Puse los ojos en blanco, deseando poder escapar de su buen
intencionado pero alocado plan—. Esta no es una conversación que deberíamos
estar teniendo frente a Braiden.
—Ah —respondió Gracen, habiendo escuchado lo suficiente—. Mensaje
recibido. —Girándose, se llevó a Braiden—. Vamos, niño. Tu madre y las demás
están teniendo una conversación de mujeres.
—¿Entonces la tía Flo viene de visita? —preguntó Braiden al tiempo que
desaparecían de la vista—. Pero siempre quise conocerla.
Wick permaneció en la puerta un momento más, preguntándome con los
ojos si debería preocuparse. Con la mirada, intenté asegurarle que me encontraba
bien. Asintió una vez y después también se fue.
Tan pronto como todos con un pene se fueron, les dije: —Están locas. No
tendré sexo con nadie solo para molestar a Topher. Para mí, eso sería como beber
veneno y esperar que él muera.
Bently carraspeó y presionó una mano en su pecho. —El sexo no es
veneno.
Puse los ojos en blanco porque, obviamente, a ella no la engañaron
recientemente.
—En serio —dijo Teagan—. El sexo es bueno para ti. De hecho, es el
número uno en aliviar una vagina estropeada.
Parpadeé. —Eh… ¿qué?
—Inflamación, sequedad, delgadez de las paredes vaginales.
—¿Qué? —Fruncí el ceño y me pregunté internamente cómo llegué a una
clase de educación sexual.
—Debes masajear ahí abajo, ejercitarlo regularmente y mantener la sangre
fluyendo para mantenerlo sano y elástico. De otra manera se secaría como una
banda inutilizada y se desmoronaría. —Cerró su mano en un puño como si
estuviera pensando en algo—. Solo un pedacito de desesperanza.
Auch.
¿Por qué de repente quise hacer una mueca y proteger mi cosita con ambas
manos? En serio, acababa de hallar una vieja banda de goma la semana pasada.
Se había secado y se hizo pedazos tan pronto como la estiré.
Dios, no quisiera que mi vagina se desmoronara de esa manera.
Pero entonces Bella, bendita sea su alma, puso los ojos en blanco y
murmuró: —Como sea. No necesita un hombre para que la sangre fluya allí. Mi
fiel BOB me ha mantenido más satisfecha y elástica de lo que jamás podría haber
hecho cualquier humano.
Teagan simplemente se encogió de hombros. —Es más divertido con un
pene real. Solo digo.
—Guau —murmuró Lucy, sacudiendo la cabeza—. JB debe tener algún
tipo de pene mágico para hacerte hablar de esta manera porque, antes de él, solo
decías: eh, los hombres están tan sobrevalorados. El sexo es asqueroso. Mantenlo lejos de
mí.
Levantando la barbilla, Teagan resopló con orgullo y se frotó la barriga
hinchada. —Lo tiene. Incluso brilla a la luz del sol.
—Puaj —me quejé, cubriéndome las orejas con las manos—. Es imposible
pensar en JB de esa manera. Es como un primo para mí, T.
—Sabes, en realidad no tienes que tener relaciones sexuales con nadie —
añadió Bentley, haciéndome mirarla con confusión—. Solo tienes que hacer creer
a Topher que lo hiciste.
—O... —respondió Bella—. Por mucho que Topher sea un fanfarrón, la
mejor manera de responderle sería seguir adelante y ser feliz. Tengo la sensación
de que verte seguir adelante sin él podría volverlo más loco que nunca.
—Eso. —Hice un gesto hacia ella mientras miraba a los otras tres—. Me
gusta esa idea. ¿Por qué no puedo simplemente hacer eso?
—Sí, tal vez —concordó Lucy en voz baja—. Tal vez solo necesitas un buen
cierre. Quiero decir, has hablado con él, ¿cierto?
—¿Hablar? —repetí, sin tener idea de lo que quiso decir.
Se centró en mí y levantó las cejas, expectante. —Para hacerlo oficial.
Le fruncí el ceño, confundida. —¿Para hacer qué oficial?
—La ruptura. Oh, Dios, HayHay. ¿Ya le has dicho las palabras se acabó?
—¿Por qué debería? —contesté, horrorizada. No quería hablar con Topher
nunca más—. Entré a mi dormitorio para verlo meter su pene en mi compañera
de cuarto. Creo que debería ser obvio que se terminó todo entre nosotros.
Teagan resopló. —¿Con un ego tan grande como el suyo? Sí, claro.
La miré con recelo. —¿Qué quieres decir?
Se encogió de hombros. —Parece que es el tipo de persona que cree que
puede engatusar para librarse de cualquier cosa. Te garantizo que se siente cien
por ciento seguro de que puede arreglar las cosas.
—Bueno, ciento por ciento no puede.
—Entonces, Lucy tiene razón. —Bentley se encogió de hombros cuando
puso su mano encima de la mía—. Tienes que decírselo en la cara.
Me mordí el labio inferior antes de murmurar: —Pero no quiero hablar
con él.
Lucy suspiró. —¡Entonces voto por el sexo de despecho con el nuevo
compañero de casa!
La miré y fruncí el ceño. —¡Excepto que vivo con Wick! Tendría que estar
loca si nosotros… ya saben…
—Podría valer la pena. —Bentley se tocó la barbilla pensativamente,
mirando el lugar donde Wick estuvo de pie—. Solo digo que… está buenísimo.
—Tengo que admitirlo —concordó Bella con un serio asentimiento—.
Incluso podría engañar a BOB con alguien así. Es que tiene esta energía calma,
intensa… y tan deliciosa.
—Me recuerda a JB —murmuró Teagan en un suspiro feliz—. Todo serio
y melancólico. Como una olla a presión, contiene todo dentro, lo que significa
que es probable que sea igual de explosivo en la cama cuando, ya sabes, lo
desestabilices. —Me miró—. Sí, deberías probar eso.
Oh, Dios. Mis partes femeninas sintieron un temblor de expectación. Sin
duda estaban a bordo con la idea. Solo con mirar a Wick las cosas dentro de mí
se agitaron. Pero para mis primas, negué con la cabeza y dije: —Por favor, no
digan eso.
—¿Qué? —preguntó Lucy, frunciendo el ceño con confusión antes de bajar
la voz y preguntar—: Mierda, ¿no te gusta?
—¡Por supuesto que sí! —susurré, bajando la voz y mirando hacia la
entrada de la cocina, esperando que no estuviera a la vuelta de la esquina,
escuchándonos—. Pero es mi compañero de cuarto. —¿Por qué tenía que repetir
eso?—. Y me agrada. No ha sido nada más que amable y servicial conmigo. No
quiero usarlo así.
—La mayoría de los hombres apreciarían que los usen así —comenzó
Bentley—. Quiero decir, sexo sin compromiso, sin ataduras, donde no tienen que
perseguir a alguien ni abandonar su propio hogar para obtenerlo. ¿Por qué le
importaría?
—Cierto —concordó Teagan—. No sería una mala idea preguntarle qué
piensa al respecto.
Negué con la cabeza porque, en teoría, todo sonaba bien. Genial. Avanzar
y sacar todo este dolor grave y vergonzoso de mi sistema al follar al archienemigo
de mi ex. Eso me sonó increíble. Pero la ejecución real de la misma parecía mucho
más desalentadora. —Ni siquiera sabría cómo preguntarle.
—Oh, cariño. Ni siquiera tienes que decirlo. —Bentley agitó una mano
como algún tipo de juez sobre el tema—. Simplemente corre a su alrededor con
algo delicado y seductor, y será él el que ruegue.
—No lo sé —respondió Teagan pensativamente—. Si se parece en algo a
JB, y parece ser exactamente igual a mi hombre, tienes que ser un poco más audaz
que eso. Tuve que arrastrarme sobre JB, desnuda, antes de que finalmente me
notara.
—O eso también funcionaría —dijo Bentley, señalando a Teagan—. No
puedo ver que ese plan falle. Especialmente porque todos sabemos que quiere ver
tus tetas.
Mientras todas a mi alrededor se rieron, yo me encogí. —Dios, mis padres
son tan chismosos.
Justo como sospechaba que lo serían.
—Hombre, desearía haber visto la expresión de tío Brandt cuando él te
dijo que no quería ser tu compañero de cuarto porque quería verte desnuda —
gritó Lucy.
—Están locas —les dije—. No he conocido a este chico más que un total de
cinco días. No puedo seducirlo como si nada.
—Hermana —murmuró Bella en un gesto de aprobación antes de que
levantara un puño para que lo golpeara—. Lo entiendo totalmente. Tampoco
puedo hacer eso del sexo casual.
—Al menos debería intentarlo, para ver si prefiere lo casual, después de
todo —argumentó Lucy—. Tiene veintiún años, acaba de salir de su primera y
única relación seria. Este es francamente el mejor momento para que explore y
descubra qué le conviene.
—Tengo la sensación de que me gusta el compromiso en las relaciones —
admití tímidamente—. Además, ¿qué pasa si intento algo casual...? —Miré hacia
la puerta otra vez—. Con Wick, y luego quiero más, ¿pero para él solo fue cosa
de una vez? Luego tendremos que vivir juntos y veré a una gran cantidad de
mujeres entrar y salir de su habitación, mientras estoy aquí, todavía con ganas de
más. No sé si podría soportar eso.
—No vivirás con él para siempre —dijo Bentley con lógica—. Solo te
quedan... ¿cuántos meses de universidad? El compañero de cuarto es temporal y
además, no tienes que elegirlo para tu experimentación si no quieres.
—Solo lo aprobamos si lo quieres —agregó Teagan con un guiño.
Levanté mi dedo severamente. —Dejemos claro algo. Si hago esto… Si…
entonces tiene que ser Wick. Es la única persona en la que confío lo suficiente
como para… experimentar.
—Bueno… —Bella dejó escapar un suspiro y levantó las cejas—. Creo que
tenemos nuestra respuesta, señoritas.
Excepto que no, durante el resto de su visita, todavía estaba absolutamente
segura de que nunca iría tras un plan tan atrevido.
Traducido por Umiangel
Corregido por Anna Karol
Estaba lidiando tan bien con las cosas que, de hecho, le respondí a mi
amiga Sloan cuando llamó para preguntarme si nuestro grupo podría reunirse
esa noche. No había hablado con las chicas todavía porque no estaba segura de
en qué dirección soplaría el viento, ya que solo nos convertimos en amigas a
través de Topher. Pero pensé que las había evitado el tiempo suficiente. Era hora
de hablar de sentimientos.
Al terminar las clases y mi práctica del día, me puse al día con una tarea y
luego me metí en la ducha antes de arreglarme para reunirme con ellas para
tomar algo a las siete.
Esta iba a ser mi primera aparición pública en la escena social desde la
ruptura. Nerviosa, hice todo lo posible, me puse unos tacones y un vestido corto
y azul de cuello alto, con una falda acampanada y hombros descubiertos.
Acentuándolo con una tonelada de pulseras y pendientes de aro, fui dramática
con el maquillaje antes de aplicar mi perfume favorito, que a Topher nunca le
había gustado, pero yo adoraba. Retrocediendo para examinar el resultado en mi
espejo, asentí hacia mi reflejo.
Oh, sí. Incluso yo tenía que admitir que estaba en la cima.
Desde el frente del apartamento, escuché que la puerta principal se abría
y se cerraba. Wick debía haber llegado a casa después de la práctica.
Sin ser invitada, una imagen de él durmiendo y despertándose esta
mañana se me filtró en la cabeza, y un escalofrío me consumió. Me pregunté
cuándo tendría la oportunidad de dormirme accidentalmente con él otra vez.
Quería sentir ese bulto una vez más, junto con su peso sólido, cálido y que olía
bien. Tal vez pasara las manos por sus musculosos brazos, por las laderas de sus
hombros, por su espalda. Oh, sí. Debería haber una forma de arte creada
únicamente para poder tocar a un hombre tan rutilante.
Pero, ¿en qué diablos estaba pensando? Dudaba que alguna vez volviera
a estar tan cerca de él.
—Tranquila, chica —me advertí. Nada de fantasear con tu compañero de
departamento.
Literalmente quitándome el deseo de encima moviendo los dedos a mis
costados, dejé escapar un suspiro y salí del baño para atacar la cocina.
Las chicas nunca salían a comer ni pedían comida cuando nos juntábamos.
Como fanática de la comida, esto me volvía loca. Así que, esta noche, sabía que
no debía salir de casa con hambre. Después de revisar los gabinetes, me decidí
por un frasco de mantequilla de maní. Al encontrar algunos tallos de apio pre
cortados en el refrigerador, me apoyé en los mostradores, desenrosqué la tapa de
mantequilla de maní y saqué una cantidad razonable con mi apio.
Estaba a punto de terminar de comer cuando Wick entró.
—¿Hay algo aquí para comer? Tengo ham... —comenzó, para detenerse de
golpe cuando me vio.
—¿Apio y mantequilla de maní? —ofrecí, levantando el tallo.
Parpadeó, su cuerpo se congeló, pero sus ojos viajaban mientras se
posaban sobre mí.
—Tú... —fue todo lo que pudo decir.
—¿Eh? —Bajé la vista hacia donde estaba mirando y recordé el vestido y
los tacones—. Oh. Sí. Voy a salir con las chicas esta noche.
—Sí —hizo eco antes de levantar las cejas y aclarar su garganta, incluso
mientras su mirada permanecía pegada a mi atuendo.
Puse los ojos en blanco, tratando de desestimarlo cuando, honestamente,
su mirada realmente aumentaba mi confianza.
Gracias, Wick.
Quería que todos me vieran saliendo de forma próspera de esta ruptura.
A nadie se le permitía saber que me había derribado, ni en lo más mínimo. Y, por
su expresión, supe que me veía bien.
Con él, sin embargo, me encogí de hombros. —No paran de llamarme,
preocupadas, y creo que las he evitado el tiempo suficiente, así que...
Asintió como si hubiera entendido. Luego repitió: —Sí —haciendo que me
preguntara si había escuchado una sola palabra de lo que había dicho, después
de todo.
Luego se dio la vuelta apresuradamente y corrió a la nevera para ver qué
había dentro. Mientras se inclinaba un poco, examinando el contenido, no pude
evitar notar la forma en que los pantalones se le tensaban sobre el trasero.
Maldita sea, tenía un buen culo.
Aclarándome la garganta, me centré en la mantequilla de maní en mis
brazos cuando me di cuenta de que no le había dado las gracias por la mantequilla
de maní.
—Oh, oye, gracias por toda la comida nueva, por cierto. —No tuve el valor
de mencionar que era consciente de cómo se había asegurado de comprar toda la
comida que había perdido en Dandridge Hall. Parecía algo demasiado íntimo
para airear en voz alta.
—Mm —respondió, cerrando la nevera y girando hacia el armario para
abrir las puertas. Cuando las cerró sin sacar un solo artículo, se quedó allí un
momento, con la mano aún en el pomo. Luego me miró por encima del hombro,
su mirada posándose en mi atuendo una vez más.
Levanté el frasco en mi mano y ofrecí: —¿Mantequilla de maní?
—No —dijo cuando su mirada finalmente encontró la mía. No podía leer
nada de lo que estaba pensando antes de añadir—: Creo que voy a comer fuera.
—Y salió de la cocina tan rápido como entró.
—Está bien —le dije lentamente a la habitación vacía. Eso definitivamente
había sido extraño. Pero me encogí de hombros y guardé la mantequilla de maní.
Llegué al club donde acordé reunirme con las chicas unos veinte minutos
después. Tan pronto como entré, me sentí instantáneamente expuesta y sola. E
inquieta.
Dios, era tan incómodo. ¿Cuándo fue la última vez que salí sola a mierdas
sociales?
Sintiéndome como si todos me estuvieran mirando y juzgando, me las
arreglé para enderezar los hombros audazmente y luego reposicionarme el bolso
que me colgaba en el costado mientras exploraba la habitación en busca de
Manda, Viv y Sloan.
Fíngelo hasta que sea cierto, ¿verdad?
Me saludaron, ayudándome a detectarlas, así que sonreí y me dirigí hacia
ellas.
—Ya pedimos por ti, cariño —anunció Sloan, levantando un vaso con fruta
en mi dirección.
—Oh, Dios mío, eres una salvavidas. —Dándole una mirada apreciativa,
tomé el vaso y bebí, tratando de no atragantarme pero fracasando un poco en el
intento.
Las otras tres me miraron con simpatía, inclinando las cabezas mientras
me observaban. Así que me sonrojé, dejé la bebida y me senté en el último
taburete disponible en la mesa.
Manda inmediatamente deslizó sus dedos sobre la mesa hacia mí como si
fuera a envolver mis manos con las suyas, aunque en realidad nunca me había
tocado. —Oye, ¿cómo estás? —Su voz, y sus ojos, y toda su maldita actitud
gritaban lástima.
Lo odié un poco.
Entonces, le mostré al grupo una gran sonrisa para mostrarles que me
sentía genial. —Estoy... —Pero eso es todo lo que pude decir. Cayendo un poco,
rompí el acto de valentía y admití—: He estado mejor.
—Oh, cariño —empezaron todas—. Está bien.
—Estamos aquí para ti.
—Debe haber sido simplemente horrible.
—Sí, todavía estoy tratando de procesar todo esto. —Esta vez, cuando
sonreí, fue genuina—. Pero gracias —le dije, aliviada de recibir tanto apoyo—.
Estoy superándolo.
—Escuchamos que te mudaste, como, esa noche —dijo Viv, sacudiendo la
cabeza con asombro—. ¿Adónde fuiste?
Se me arrugó la frente por la confusión, preguntándome cómo sabían eso.
Annabeth no se mezclaba con esta multitud, así que definitivamente no les había
dicho... No lo creo.
—Oh... —Dejando escapar un suspiro al sentirme exhausta solo de pensar
en esa noche, de alguna manera lo evadí, porque mis entrañas me susurraban
que fuera cautelosa—. Encontré una habitación extra para alquilar en un
apartamento cerca del campus, y mi papá vino a ayudarme a mudar todo.
—Vaya, eso es tener suerte.
—Totalmente —acepté antes de tomar otro sorbo de licor, solo para vaciar
el vaso accidentalmente.
—¿En dónde demonios encontraste un lugar tan afortunado? —preguntó
Sloan, sonando como si estuviera presionando un poco demasiado en busca de
información.
Lo evadí aún más, agitando una mano. —Sabes, ni siquiera recuerdo la
dirección. —Lo que, sinceramente, era cierto—. Estaba caminando y vi el letrero
de se alquila, y lo arrendé. —De acuerdo, eso no era tan cierto. Pero, lo que sea.
Las otras tres intercambiaron una mirada que me puso en alerta
inmediata, preguntándome por qué estaban tan preocupadas por dónde me
alojaba.
Sin embargo, Manda fue la primera en ocultarlo. —Toma, cariño —ofreció,
fingiendo una gran sonrisa—. Déjame traerte otro. Definitivamente lo necesitas.
Me relajé, el pecho llenándoseme de calor. —Son muy buenas conmigo.
Media hora después, estaba lista para irme. Las chicas no se centraron en
nada más que la ruptura, preguntando por cada detallito sobre lo que había
sucedido. Fue agotador. Y cualquier intento que hice de cambiar el tema siempre
acababa volviendo a mí… y a Topher.
—Bueno —anuncié, vaciando mi último vaso y decidiendo que ya había
terminado. Más, y no podría conducir yo misma a casa—. Gracias, chicas, por
sacarme de mi cueva. Realmente necesitaba esto. Pero… creo que daré esta noche
por terminada.
—¿Qué? —gritaron al unísono, tratando todas de detenerme—. Todavía
no te puedes ir. Acabas de llegar.
—Y te ves tan linda así. Debes mostrar ese cuerpo sexy, que más gente lo
vea.
Levanté una ceja. —¿Más gente? —pregunté secamente, mirando todo el
club. Para ser un martes por la noche, estaba básicamente muerto. Solo otras dos
mesas tenían gente, y estaban llenas de parejas que no nos prestaban atención.
—Solo una hora más —suplicó Sloan, agarrando mis manos—. Por favor.
Solté un suspiro, solo quería irme a casa. Una visión de abrazar a Wick en
su cama y ver compilaciones de Night Court en su computadora portátil me llenó
la cabeza.
Eso sí sonaba bien.
Pero, renuentemente, me senté de nuevo.
Manda, Sloan y Viv aplaudieron. Me sonrojé y les regalé una sonrisa
avergonzada.
—¡Otra ronda! —gritó Viv desde mi derecha, empujándome el hombro y
haciéndome estremecerme.
Mientras las otros dos gritaban de acuerdo, dibujé un diseño sobre una
pila de sal derramada sobre la mesa con la uña, esperando que el tiempo se
pusiera en marcha y siguiera avanzando.
—Entonces… Haven —comenzó Sloan—. ¿Crees que le darás a Topher
otra oportunidad? —Enfocándose en algo por encima de mi hombro, agregó—:
Porque, maldita sea, está guapo esta noche.
¿Qué?
Oh, Dios, por favor, no me digas que Topher está aquí.
—Santo infierno —murmuró Viv, parpadeando mientras miraba hacia la
entrada también—. Luce muy bien.
Mierda. Lentamente, me di la vuelta.
Y allí estaba, en la entrada, todavía cerrando la puerta detrás de él, con su
dorado cabello rubio flotando artísticamente alrededor de su cara mientras una
brisa flotaba en el interior.
—Jódeme —murmuró Sloan, abanicándose—. ¿Se arregló diferente el
pelo?
—En serio, Haven. —Manda me puso una mano en el hombro, la otra en
el corazón—. Porque, si tú no lo quieres, me lo quedo yo.
Puse los ojos en blanco. —Recuerdan que es un infiel, ¿verdad? —A pesar
de que, bueno, Topher se había arreglado esta noche.
—¿Eh? —dijo Sloan distraídamente, todavía mirando a Topher mientras
echaba un vistazo alrededor de la barra antes de vernos.
Cuando su mirada se encontró con la mía, retrocedí, sin saber cómo
sentirme al respecto. Se dirigió hacia nosotras, y mis tripas se apretaron con
temor.
Me levanté de la silla, me tambaleé, inestable, me pregunté por qué me
había puesto tacones para ir a beber, y luego me arreglé y me alisé la falda.
—¿Haven? —preguntó Manda, pareciendo confundida—. ¿Adónde vas?
—A cualquier lugar que no sea este —anuncié—. No vine para esto.
Mis amigas parecían sorprendidas, pero no respondieron porque Topher
acababa de llegar a la mesa. Ni siquiera tuve que levantar la mirada para saber
que estaba allí; podía oler su estúpida colonia cuando se detuvo detrás de mí.
—Haven —dijo, su voz modulada en un tono humilde, tentativo. Tan
diferente del tono mordaz y amargo que había usado la noche anterior… cuando
me dijo que fui un polvo malo—. ¿Puedo hablar contigo?
—No. —Ni siquiera me molesté en mirarlo; simplemente me alejé.
Hasta que escuché a Sloan llamarme: —¡Haven! Espera.
Haciendo una pausa, miré a las tres que seguían sentadas a la mesa,
porque tenía que saberlo. —¿Sabían que vendría?
No respondieron. Finalmente, Viv miró hacia él antes de encogerse de
hombros. —Vamos, cariño. ¿Por qué no le das otra oportunidad? O al menos lo
dejas explicarse.
Oh, se había explicado claramente la noche anterior.
Pero luego Viv agregó—: Eso es lo que quiere.
—¿Lo que quiere? —repetí con sorpresa—. ¿Y por qué demonios debería
importarme lo que él quiere?
—Haven —comenzó, moviéndose hacia mí. Pero levanté la palma de la
mano hacia su cara y me dirigí hacia la mesa, mirando a mis supuestas amigas.
—No puedo creerlo. Me tendieron una trampa. —Las miré boquiabierta y
luego dije—: ¿Ni siquiera les importa lo que me hizo?
—Bueno, tal vez si no fueras tan frígida —escupió Manda, de repente
sonaba sarcástica—, no habría tenido que…
—Disculpa, ¿qué? —exigí, levantando las cejas, incapaz de creer lo que
escuchaba.
—Solo digo…
—Estás diciendo que escuchaste sus chismes, y se están poniendo de su
parte, eso es lo que estás diciendo. Me traicionó. Se acostó con otras mujeres. Él…
—Hay cosas peores que un hombre descarriado. —Esto venía de Viv—.
Vamos, Haven. Topher es el mejor de la camada. ¿Cómo es posible que no quieras
eso? Está aquí de pie, rogando que vuelvas, y tú lo estás rechazando. ¿Qué
demonios te pasa?
Se me abrió la boca. —¿Qué diablos me pasa? —repetí sin comprender.
Entonces negué—. Supongo que yo sí tengo estándares y respeto propio; eso es
lo que me pasa, joder. Porque él era un novio horrible. Y no me lo merezco. Si
ustedes tres están tan enamoradas de él, tal vez deberían probarlo y descubrir
por ustedes mismas cuánto asco da. Porque yo he terminado.
La mirada en los ojos de Sloan era tan extraña que la miré con los ojos
entrecerrados, tratando de averiguar qué significaba antes de que se me ocurriera
un pensamiento repentino. —A menos que… —dije lentamente—. Ya lo hayan
hecho.
Cuando Sloan apartó la mirada y se frotó el codo con timidez, mi boca se
abrió. —Oh, Dios mío. Es así. —Miré a las otras dos. A Manda le pareció que el
piso era repentinamente interesante, y Viv inspeccionaba el techo. Nadie podía
hacer contacto visual conmigo—. ¿Qué mierda? —Qué malditas traicioneras. Las
tres se habían acostado con Topher.
—¿Mientras estaba saliendo con él? —exigí.
Ninguna respondió.
—Mierda —grité, incapaz de creerlo. Negué con la cabeza, confundida—.
Esperen. Si todas lo adoran tanto, ¿por qué demonios lo ayudan a que vuelva
conmigo?
Manda se encontró con mi mirada. Parecía ser la menos culpable y la más
maliciosa en todo esto. —Porque Topher consigue lo que Topher quiere. Y, por
alguna razón inexplicable, te quiere a ti.
¿Qué?
¿Les había lavado el cerebro? Esto era espeluznante. Estaba oficialmente
asustada. Necesitando escapar antes de que de alguna manera me dejara atrapar
por su espeluznante culto a Topher, comencé a retroceder lentamente.
No quería asustar a los robots de Topher; podrían atacarme e implantarme
algo en mi cerebro que me hiciera como ellas. Esperen. Oh, mierda. ¿Había bebido
ya de su Kool-Aid? Pensaba que era una de ellas. Salía con su líder. Me reía con
ellas, salía con ellas y hacía un par de cosas menores que probablemente no
tendría que hacer solo para agradarles. ¿Estaba tan mal como ellas?
Temblando hasta la médula, negué con la cabeza. Porque no, simplemente
no. Tenía mi propia mente. No caería en un grupo idiota que piensa así. Yo no…
—Haven —murmuró Topher, tocándome el brazo.
Me aparté bruscamente y me giré para mirarlo. —Muchas gracias, imbécil
—murmuré, sacudiendo la cabeza con disgusto—. Acabo de perder a mis
“amigas”.
No es que quisiera seguir siendo amiga de los miembros de una secta tan
espeluznantes y sin cerebro pero, aun así, era el principio del asunto. Además,
estaba enojada conmigo misma por no haberme dado cuenta de todo esto antes,
así que culparlo de algo me quitó un poco de la presión.
—Ven y hablemos unos minutos en el pasillo de allí —persuadió, y aj,
incluso su tono de engatusamiento parecía espeluznante y siniestro. ¿Siempre
había usado ese tono conmigo?
Negué con la cabeza. —No quiero hablar contigo. —Solo quería escapar.
—Estarías cometiendo un gran error si terminas lo nuestro de esta manera.
—¿De verdad? —contesté, con una risa incrédula—. ¿Estás diciendo que
yo eché esto a perder? Oh, Dios mío. Eres increíble.
Me di la vuelta para alejarme, pero se puso delante de mí. —Oye —dijo en
voz baja, tratando de volverse personal agachando la cara para mirarme directo
a los ojos—. Estamos bien juntos, Haven. Intentémoslo de nuevo.
—¿Por qué? —repliqué—. ¿Qué podrías querer de mí? Ya que soy tan
horrible en el sexo.
—Vamos. —Me lanzó una mirada seca—. Sabes que te dije esas tonterías
porque estaba molesto. Siempre me has dado lo que quería en la cama.
Negué. —Excepto que eso es algo de lo que no hablas una mierda, Topher.
Insinuando una sonrisa mientras intentaba ganarse con bromas mi buena
voluntad, levantó las manos en un gesto de tristeza como un tipo al que acaban
de atrapar con la mano en el tarro de las galletas, pero que confiaba en que podría
conseguir que le dieran la galleta de todos modos. —Cometí un error. Sabes que
no soy perfecto, nena. Siempre me has perdonado por eso.
Negué con la cabeza, sin estar impresionada. —Ser humano es una cosa.
Ser un mentiroso, un tramposo y un infiel es otra. Sé que no te acostaste solo con
Annabeth. Sé de todas las demás. Tantas otras.
—¿Por quién lo supiste? —exigió, indignado de que alguien se atreviera a
delatarlo.
Puse los ojos en blanco, cada vez más enojada porque parecía más
decidido a descubrir quién era su chivato que a disculparse por lo que había
hecho.
—Bueno, para empezar, hay una mesa llena de sobras allí mismo que acaba
de admitir que ha tenido relaciones sexuales contigo. Dime, ¿alguna vez fuiste
fiel?
En lugar de responder, entrecerró los ojos con desconfianza y murmuró:
—¿Sobras? —mientras inclinaba la cabeza hacia un lado antes de preguntar—:
¿Por qué usaste ese término?
Oh, mierda.
Al darme cuenta de que le había robado inconscientemente la palabra a
Wick cuando mencionó que me había llamado exactamente así frente a Topher,
vi cómo se oscurecía la cara de mi ex.
Pero me las arreglé para actuar completamente confundida cuando dije:
—¿Qué término?
—Sobras —gruñó, acercándose siniestramente—. Maldita puta. Acudiste
a él, ¿verdad?
Mis labios se separaron en shock. Mis ojos se ensancharon cuando
extendió la mano y me agarró el brazo con fuerza, y solo pude mirar con horror
mientras se enfurecía. —Lo juro por Dios, si te estás acostando con ese imbécil
voy a arrancarte el corazón. Te arrepentirás de haber nacido. Estoy hablando en
serio, Haven. Webster está fuera de los límites.
El corazón me latía con un terror que nunca había experimentado por él,
pero levanté la barbilla con una bravata que no sentía. —Quítame… las manos…
de encima.
—¡Oye! —dijo el camarero desde el otro lado de la habitación—. ¿Ese tipo
te está molestando?
Topher inmediatamente me soltó y retrocedió un paso, incluso cuando le
lanzó una mueca al camarero. —Cállate, imbécil. Es mi novia.
—No, no lo soy —espeté, solo para asentirle al hombre que estaba detrás
de la barra y decir de todo corazón—: Y sí, me está molestando. Gracias.
Asintió, haciéndome saber que contaba con él mientras permaneciera
aquí. Girando, comencé a irme, pero por supuesto, Topher me siguió.
—No haría eso si fuera tú, amigo —le advirtió el camarero—. Deja que la
señorita se vaya sola.
—Y yo no interferiría si fuera tú —respondió Topher—. No tienes ni una
puta idea de qué estás hablando. Solo mírala, vestida así; sabes que salió en busca
de un pene. Simplemente estoy aquí para complacerla.
—Oh, Dios mío —gritó horrorizada una chica en otra mesa, habiéndole
escuchado. Se encontraba sentada con su propia multitud en otra mesa, pero se
giró hacia mí y me dijo—: Cariño, mi novio y yo podemos acompañarte a tu auto
si quieres.
Miré a Topher y asentí. —Está bien —le dije—. Lo apreciaría. Gracias.
Cuando instantáneamente se levantó e hizo un gesto al chico que estaba
sentado a su lado también, Topher se echó a reír con dureza y lanzó sus manos
al aire. —¿En serio? Jesús, Haven. Esto es una mierda. Ni siquiera conoces a esa
gente.
La chica se acercó. —¿Te sentirías más cómoda si una de tus amigas de allí
te acompañara?
Miré hacia las chicas que se habían acostado con mi novio a mis espaldas.
Se quedaron boquiabiertas entre Topher y yo, como si hubiéramos perdido la
cabeza. Los drones sin mente no habían intercedido una sola vez en mi nombre
y, como habían sido las que me habían engañado para que saliera esta noche y
me cruzara con Topher, simplemente sacudí la cabeza, sin querer a esas perras
cerca de mí.
—Claro que no —le respondí a la señorita cuyo nombre no sabía—. No
son mis amigas.
Traducido por Auris
Corregido por Julie
Me dolió el resto del día. Fue el dolor más delicioso del mundo. Si me
movía bien, casi juraba que aún podía sentir a Wick allí, alojado profundamente
y acariciándome.
Maldición, creo que me había convertido en una ninfómana.
Más de una vez en mis clases matutinas, tuve que cruzar las piernas con
fuerza porque comenzaba a pensar en lo que hicimos juntos y mi cuerpo se
encendía, listo para más.
Así que le envié un mensaje de texto en mi hora de almuerzo, con la
esperanza de que quizás tuviéramos la misma hora libre para poder encontrarnos
en algún lugar del campus.
Para un rapidito.
HAVEN: ¿Qué demonios me hiciste? No puedo dejar de pensar en esta
mañana. Y anoche. Y luego esta mañana otra vez. Necesito más. ¿Cuándo será
la próxima vez que pueda tenerte?
Al ver aparecer los puntitos cuando de inmediato comenzó a responder,
salté con anticipación hasta que apareció su respuesta.
WICK: Y… me acabo de poner duro en mi clase de auditoría interna.
HAVEN: Ups. Lo siento. De hecho, esperaba que tuviéramos la misma
hora de almuerzo, para encontrarnos en algún lugar si quisieras, y ya sabes, no
hablar, sino hacer otras cosas. Pero supongo que no.
WICK: Jesús, ahora solo me estás torturando. Me hubiera encantado eso.
¿Puedes esperar hasta las seis y media cuando llegue a casa después de la
práctica?
¿Seis y media? Me estaba matando. ¿Me mostró lo increíble que podía ser
el sexo y ahora se resistía? Eso no funcionaría conmigo.
Entonces respondí con franca honestidad.
HAVEN: No hay trato. No puedes sacudir mi mundo como lo hiciste y
luego negarme tu cuerpo caliente cada vez que lo desee. Creaste este monstruo,
amigo. Ahora tienes que alimentarlo.
WICK: Confía en mí, me gusta ese monstruo. Quiero alimentarlo. ¿Qué tal
si te compenso cuando llegue a casa… a las seis y media? Un orgasmo cada hora
en punto hasta que te quedes dormida esta noche. ¿Trato?
Mis cejas se levantaron con interés.
HAVEN: ¿En serio puedes hacer eso?
WICK: Ni idea. Pero estoy dispuesto a intentarlo.
Eso fue lo suficientemente bueno para mí.
HAVEN: Trato.
No fue hasta que trabajaba en el preescolar, guiando a mi equipito de
niños en una canción y una rutina de baile sobre cinco monitos sentados en un
árbol y bromeando con el señor Cocodrilo que recordé a Izzy y su habilidad para
leer cada mensaje que Wick recibía.
—Oh, Dios mío. —Jadeando, me tapé la boca con una mano y cerré los
ojos. Oh, Dios. Bueno, supongo que su hermana ahora sabía que Wick y yo
éramos sexualmente activos. Eso no era vergonzoso en absoluto. No.
Mierda, era horrible.
—¿Qué pasa, señorita Haven? —Cason, que regresó a la escuela preescolar
hoy, al día siguiente de que lo sacaron, tiró de mi brazo para preguntar con
preocupación.
Sonrojándome intensamente, tragué antes de pensar rápidamente. —Yo…
oh, no. Creo que el señor Cocodrilo acaba de atraparme. —Entonces me agarré la
garganta y fingí estrangularme hasta morir.
Los niños se rieron y tuve que unirme, dándome cuenta de que no podía
hacer nada para evitar que Izzy viera cuán cachonda me ponía su hermano, sino
más bien esperar a que lo mantuviera discreto.
Cuando terminó el preescolar, ayudé a ordenar el aula antes de regresar a
casa. No había visto ni oído nada de Topher o sus amigos en todo el día. Y
tampoco había oído ningún nuevo rumor desagradable sobre mí.
No estaba segura de si eso era bueno o simplemente sospechoso, como la
calma que antecede al huracán. Si no fuera por la preocupación de lo que podría
hacer a continuación, casi podía fingir que esa parte de la noche anterior nunca
sucedió, excepto por el hecho de que mi mandíbula estaba un poco rígida y
adolorida donde me abofeteó.
Fui capaz de ocultar el moretón debajo del corrector por la mañana, a
pesar de que antes de eso Wick fue capaz de verlo claramente y siseó, viéndose
atormentado y arrepentido, mientras deslizaba los dedos sobre la piel oscurecida.
—Apuesto a que duele menos que la herida debajo de tu ojo —le dije.
Sacudió la cabeza. —No sé cómo voy a enfrentarlo a él o a cualquiera de
esos imbéciles en la práctica. Cruzó una línea con esto. Solo quiero lastimarlo, de
nuevo, una y otra vez, y otra vez.
Hice una mueca. —Solo quedan tres partidos más como máximo en esta
temporada, ¿verdad? —pregunté. Cuando asintió, le besé los labios—. Puedes
hacerlo. Sé que puedes. Solo sigue siendo Martin Luther King Jr. y enfócate en el
amor, la luz y la esperanza.
Excepto que ahora, mientras sabía que realmente estaba en la práctica con
todos los chicos con los que peleó la noche anterior, me mordí el labio y paseé
por la sala, esperando que llegara a casa. Solo podía imaginarme lo que Topher
le había dicho o llamado o convencido a sus compañeros para que pensaran en
él. Odiaba que tuviera que enfrentar todo eso sin mí.
—Tiene a sus amigos —me dije lógicamente—. Buenos amigos. No está
solo. Tiene gente que lo respalda.
Cuando la puerta principal se abrió, me di vuelta en esa dirección, casi
esperando verlo ensangrentado y más golpeado que la noche anterior.
Excepto que ni siquiera fue la persona que apareció por la puerta.
El refuerzo trasero, José Rivera, entró acarreando la bolsa de Wick sobre
su hombro.
—Hola, mamacita —murmuró con un suave y respetuoso asentimiento,
luciendo arrepentido mientras se apartaba para dejar que J.J y Bear entraran a
continuación, arrastrando a un blando Wick entre ellos con sus brazos alrededor
de sus hombros y su cabeza colgando hacia abajo hasta que la barbilla le golpeaba
el pecho como si estuviera inconsciente.
—¡Oh, Dios mío! —Salté hacia adelante, apresurándome hacia él—. ¿Qué
pasó? —Cuando comenzó a balancearse hacia adelante, coloqué mis manos sobre
su pecho para atraparlo y estabilizarlo—. ¿Wick?
Se las arregló para levantar la cabeza flojamente y luego sonreírme
tontamente antes de decir arrastrando las palabras: —Oye, oye, es mi HayHay.
Parpadeé y luego miré a J.J boquiabierta. —¿Está borracho?
Pero cuando me incliné para olerle el aliento, me di cuenta de que no
emitía ni una pizca de alcohol. Sin embargo, emitió un sonido de satisfacción y
me acarició el rostro con el suyo como si estuviera muy borracho.
—No —gruñó J.J, rodeándome para llevarlo hacia el sofá, donde él y Bear
lo dejaron caer suavemente sobre los cojines—. Tiene una maldita conmoción
cerebral.
Mi boca se abrió. —¿Una conmoción cerebral?
—Sí. —Con la mandíbula rígida, me heló con una mirada asesina—.
Gracias a ti y a tu tonto plan del condón lleno de semen, Nicholl hizo que todos
sus ofensas fueran en busca de la sangre de Webster en la práctica. Un imbécil lo
golpeó con tanta fuerza que le quitó el casco de la cabeza y lo dejó inconsciente.
Ha estado confundido, loco y tropezando de esta forma desde que se despertó.
—Oh, Dios mío. —Llevándome las manos a la boca, pregunté—: ¿El doctor
del equipo lo revisó?
—Nah. El entrenador dijo que estaba bien y lo envió a casa. —Cuando mis
ojos se abrieron con más sorpresa, aspiró y puso los ojos en blanco—. ¡Sí! Todos
lo miraron. Dijo que tiene una conmoción cerebral, como acabo de decirte, y que
necesita tomárselo con calma. Por eso estamos aquí, ayudándolo a llegar a casa
para que pueda tomárselo con jodida calma.
Junto a nosotros, Wick se inclinó hacia un lado del sofá y comenzó a
vomitar.
—Mierda.
Todos retrocedimos para evitar que nos salpique y luego nos adelantamos
para atraparlo antes de que cayera al suelo. Bear lo atrapó primero y lo levantó
en sus brazos fuertes antes de mirarme y decir: —¿Baño?
—Por aquí. —Me apresuré a llevarlos a mi baño, ya que estaba más cerca.
Pero él parecía ya haber terminado de vomitar para el momento en que lo
colocamos en posición vertical frente al inodoro. Rodeé incrédulamente a J.J—.
¿Tomárselo con calma? —grité—. ¿Eso es todo lo que dijeron sobre esto? Parece
un poco extremo para una simple conmoción cerebral.
—Bueno, tal vez no debiste arrastrarlo a esa mierda que hiciste anoche y
entonces él no estaría pasando por esto.
—Oh Dios mío —rezongué, siguiéndolos cuando Bear recogió a Wick y lo
llevó hasta su habitación—. Sí, anoche lo jodí. Si pudiera volver atrás, lo haría.
Nunca quise que Wick resultara herido, y eso me perseguirá para siempre. Pero
son cosas diferentes. Así que dime cómo lidiar con esto.
Frunciendo el ceño, se rascó la cabeza mientras observaba como Bear lo
metía suavemente en la cama.
—Que descanse —gruñó finalmente—. Solo asegúrate de despertarlo cada
pocas horas para que no caiga en un coma.
—¡¿Coma?! —grité—. ¿Esa es una posibilidad?
Se encogió de hombros. —No estoy seguro. Pero nunca he visto a nadie
manejar tan mal una conmoción como él.
—Eso no me tranquiliza —dije furiosamente.
Su mirada se oscureció cuando se encontró con la mía. —A mí tampoco.
El lunes fui a la escuela, solo para saber que Haven ya había hablado con
mis profesores sobre mi visita al hospital. Parecían sorprendidos de que volvería
a clase tan pronto. Honestamente, no estaba seguro de por qué todos se hallaban
tan preocupados. Me sentía un poco cansado, me dolía la cabeza donde me
habían golpeado, pero aparte de eso, me encontraba bien. Para deleite de todos,
incluido yo, no parecía necesitar terapia de rehabilitación ni tenía problemas
cognitivos o de memoria. Supongo que era uno de los pacientes afortunados.
Mi médico me dijo que no manejara por un tiempo, y se me impuso la
restricción de que tendría que pasar un examen de manejo antes de que pudiera
volver a conducir, pero entre tanto prometiera tomarlo con calma, podría
reanudar mis actividades normales.
Así que lo hice.
Lo primero que quería reanudar era proporcionarle a mi chica todos esos
orgasmos que había prometido que le daría. Excepto que Haven entró en modo
madre-gallina. Le preocupaba mucho exigirme y que mi hematoma volviera a
sangrar. Así que nada de sexo para nosotros, aunque me dio una gran cantidad
de mamadas para compensarlo.
De ninguna forma iba a rechazarlas, por el contrario, las permití y bendecí
cada una de ellas. Y si pudiera lograr que se quedara quieta el tiempo suficiente
para acurrucarse un rato conmigo y no saliera corriendo a buscar mi medicación
antiinflamatoria, una bebida, comida o una maldita manta para el regazo, porque
siempre estaba corriendo para ir a buscarme algo, le pagaría con mis dedos. Su
exceso de preocupación era tan adorable y dulce como frustrante.
No importaba cuántas veces le dijera que me encontraba bien, siempre
hacía un escándalo. Constantemente. Pero sobre todo, me gustaba, porque aún
me estaba adaptando al hecho de que era mía y sinceramente se preocupaba por
mí. Me encantaba la forma en que siempre estaba allí, mimándome, así que nunca
me quejaba, simplemente lo aceptaba todo con calma y apreciaba lo que recibía.
Al abrir los ojos, giré la cabeza hacia un lado y allí se encontraba ella,
durmiendo boca abajo con la cabeza apoyada en la almohada junto a la mía. Me
tomé el momento para simplemente mirarla.
Estas últimas semanas desde mi estadía en el hospital habían sido como
un sueño. Íbamos a clases todos los días, como siempre. Veía a mis amigos y
familiares. Haven se acercó a Tabby, una chica en su programa de enseñanza, y
se estaban convirtiendo en buenas amigas. No había nada espectacular o
demasiado emocionante en nada de eso, pero era agradable. Muy lindo. Incluso
podría llegar a clasificar estas últimas semanas como espectaculares.
Porque Topher Nicholl no estuvo allí, interponiéndose entre nosotros.
Era como si su ex y mi archienemigo hubiera desaparecido totalmente.
Sabía que todavía estaba cerca; escuchaba de él por mis amigos, pero seguro que
se había ido a la clandestinidad. Supongo que su padre lo había repudiado
después de su suspensión en el último partido de los playoffs, y no se lo estaba
tomando bien, refugiándose en su apartamento y recurriendo a las drogas y al
alcohol para tratar con ello. Si no lo vigilaba, se encontraría con que lo echaron
de la escuela. Todo su futuro se hallaba en riesgo.
Sabía que debería haberme alegrado por sus problemas, me había hecho
tantas cosas imperdonables y se había echado encima toda esta mierda, pero la
situación parecía triste. Si no se hubiera convertido en odio y no me hubiera
golpeado para fortalecerse, muchas cosas podrían haber resultado diferentes.
Tanta gente habría evitado salir herida.
Levanté lentamente la mano para atrapar un mechón de cabello oscuro de
Haven entre mis dedos. Ella podría haber evitado salir lastimada. Me encantaba
el hecho de que estuviera aquí ahora, y se me permitiera tocarla y amarla, pero
odiaba lo que había tenido que pasar para llegar aquí.
Si tan solo hubiera podido...
Pero no, no iba a pensar en qué hubiese pasado. Nos encontrábamos aquí
juntos; eso es todo lo que importaba. Cuando suspiré, disfrutando de mi aquí y
ahora, sus ojos se abrieron.
—Oye —murmuró; la sonrisa en su rostro hizo que mi pecho se contrajera
por la emoción de estar tan agradecido de estar acostado a su lado.
—Oye —le respondí, abandonando su cabello para mover mis dedos
suavemente sobre su pómulo—. Lo siento. No quise despertarte. Disfrutaba de
la vista.
—Está bien. —Con un gemido, se estiró y se arrastró para enterrarse en
mí—. ¿Cómo dormiste?
—Bien —le dije, ahuecando la parte posterior de su cabeza mientras
descansaba su mejilla en mi pecho. La besé en el pelo—. Sin embargo, extraño
despertar contigo encima de mí.
—Llegaremos allí de nuevo —prometió, levantando su rostro para poder
presionar su boca contra la mía—. Siempre que estés mejor. —Luego vino la
siguiente pregunta que siempre hacía todas las mañanas—: ¿Cómo te sientes?
—Mi cabeza está un poco adolorida —admití—. Pero aparte de eso, estoy
genial.
—¿Tienes dolor de cabeza? —Con los ojos muy abiertos, inmediatamente
comenzó a sentarse—. Te traeré algo…
—No. —Agarré su muñeca para que se quedara—. No es un dolor de
cabeza. Es solo dolor. En la superficie. —Sonreí—. Se siente como si hubiera
estado usando coletas en mi cabello por una semana consecutiva y recién las
hubiese quitado.
También estaba empezando a picar mucho alrededor del área de puntos,
pero no le dije eso, preocupado de que literalmente me rascara para detener la
picazón por mí. Además, hoy era el día en que me los quitarían, así que pensaba
que podría lidiar con ellos un par de horas más.
Sonriendo ante la analogía de las coletas, Haven me besó de nuevo, me
acarició la mejilla y luego salió de la cama. —Voy a prepararte el desayuno.
¿Avena y fruta suenan bien?
Me incorporé bostezando. —¿Qué tal si yo te preparo el desayuno? Estoy
seguro de que ha pasado mi turno.
—No seas tonto. No nos estamos turnando. Además, quiero mimarte.
—Entonces, ven aquí y métete en la cama conmigo de nuevo —persuadí.
Lo hizo, volviendo a mí de inmediato. Pasando sus manos sobre mi pecho,
se arrastró hasta mi regazo y me abrazó, besándome suavemente.
—Estoy bien, ¿sabes? —le dije cuando presionó su mejilla en mi hombro.
Abrazándola, besé su cabello—. Ya no tienes que preocuparte tanto por mí.
—Lo sé —comenzó—. Solo... parece que no puedo evitarlo. Dependía de
mí asegurarme de que estabas bien esa noche, y desde entonces... no sé cómo
explicarlo. Me siento responsable de todo tu...
—En realidad, lo entiendo completamente. —Mis dedos rozaron su
brazo—. Me sentí igual por ti desde la noche en que me encontraste afuera de la
habitación de Izzy.
Haven se retiró para mirarme. —Somos un buen par, ¿no?
Le guiñé un ojo. —Un par increíble. —Tomando su mano, agregué—:
Vamos. Preparemos el desayuno juntos y cuidemos el uno del otro.
Sonrió complacida, y apretó mi mano. —Me encanta esa idea.
Mi cita en el consultorio del médico para que me quitaran los puntos había
sido programada para la tarde, así que Haven y yo no nos perderíamos ninguna
clase. Ella me llevó allí ya que todavía no habían eliminado la restricción de mi
licencia de conducir.
Después de esperar casi una hora para entrar, les tomó menos de cinco
minutos arrancar los puntos, y no fueron unos cinco minutos muy suaves. Creí
que Haven saldría de su silla y estrangularía a la enfermera cuando vio mi
expresión durante todo el proceso. Pero se las arregló para contenerse, y todo
terminó bien. Los puntos se habían ido.
Levanté mi mano hacia el área para tantear. La piel seguía tan arrugada y
con bultos como lo había estado con los puntos. Maldición. Esto apestaría si
alguna vez me quedara calvo. Cuando salíamos del edificio, miré a Haven.
—¿Cómo se ve?
Nos detuvimos en la acera e hizo un espectáculo sosteniendo mi cabeza
entre sus manos para que pudiera inclinar mi cara hacia abajo y estudiar el lugar
antes de dejarme ir y asentir con aprobación. —Bastante impresionante, en
realidad. Es una bonita herida de guerra.
Puse los ojos en blanco y la agarré de la cintura para acercarla. —Eres una
mentirosa.
Jadeó, ofendida. —No lo soy. Todavía eres demasiado guapo para tu
propio bien. Ni siquiera un agujerito en la cabeza podría restarle valor a eso.
Sonreí, amando cada vez que me decía guapo. Era tan irreal. Estar con
Haven Gamble, salir con ella. Nada se le comparaba.
La besé porque podía, y ella se rio contra mi boca y me devolvió el beso.
—Vamos, Casanova —dijo—. Hay mucho tiempo para eso en casa.
Vamos.
Boquiabierto, pregunté: —Así que finalmente estás dispuesta a…
Sonrojándose, puso su mano sobre mi boca antes de mirar alrededor para
asegurarse de que nadie nos hubiera escuchado. Luego me sonrió a los ojos y
susurró: —Tal vez.
—Tal vez —repetí con gusto. Eso era muchísimo mejor que el “no quiero
lastimarte” que había estado recibiendo durante los últimos diez días.
Cuando mi sonrisa creció a proporciones increíbles, le dije: —Vamos a
casa, entonces —a lo que ella lanzó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.
—¿Haven? —La voz femenina que nos llamó hizo que soltara la cintura
de Haven y ella retrocediera un paso para que ambos pudiéramos girar juntos
para ver quién había hablado.
Cuando reconocí a la chica, parpadeé, seguro de que estaba viendo cosas.
A mi lado, Haven se puso rígida.
—Annabeth —habló entre dientes, su expresión endureciéndose.
Miré entre las dos, notando de inmediato la tensión entre ellas. Annabeth
usaba ropa quirúrgica, lo cual tenía sentido. En el pasado, me había dicho que
era alumna de enfermería.
Cuando apartó su mirada intensa de Haven para mirarme, pareció
momentáneamente tan sorprendida como yo en el momento en que la vi por
primera vez. Pero luego sonrió cálidamente. —Oh, hola, Wick. No te he visto en
bastante tiempo. ¿Cómo has estado?
Miré con inquietud hacia Haven, luego me volví hacia Annabeth. —Hola
—la saludé—. Estoy bien. —Incapaz de contener mi curiosidad, me volví hacia
Haven—: ¿Conoces a Annabeth?
Haven me lanzó una mirada asesina como si no pudiera creer que me
atreviera a hacerle una pregunta tan atroz. Luego gruñó entre dientes: —Ella fue
mi última compañera de cuarto.
Parpadeé un momento antes de que eso se asentara. Entonces mi mundo
se derrumbó y mis ojos se ampliaron.
Me di la vuelta para enviar a Annabeth una mirada incrédula.
¿Pero qué mierda?
¿Estas dos? ¿Compañeras de cuarto?
¿Cómo era eso posible?
Me tomó un segundo más darme cuenta de que Annabeth debe haber sido
la chica que Haven había atrapado follando a Nicholl, la misma chica que la hizo
huir de su departamento y correr hacia mí, convirtiéndose en mi compañera de
habitación esa misma noche.
Vaya.
Haven miró lentamente entre Annabeth y yo. —¿Cómo se conocen ustedes
dos?
—Nosotros, eh... —Mi cerebro se quedó en blanco.
—Compartimos una clase juntos —explicó Annabeth—. ¿Cuál era...? —
Me miró como si tratara de recordar—. ¿Una clase de primer año?
—Una clase de segundo año —corregí en voz baja.
—Así es.
Dándose la vuelta y descartándome por completo, le envió a Haven una
expresión suplicante. —De todos modos, ¿puedo hablar contigo?
Haven levantó las cejas como sorprendida por la petición. Luego resopló.
—No.
Girando, se marchó, dejándonos a Annabeth y a mí. Annabeth me miró
impotente como si quisiera que intercediera y la respaldara. Sacudí la cabeza, sin
siquiera considerar la idea. Lo que le había hecho a Haven era imperdonable.
—Pero, Haven —gritó, corriendo tras mi chica—, quiero explicarlo.
Haven levantó una mano, cortándola en tanto seguía marchando. —No,
realmente. No necesito una explicación.
—Pero yo... no quise que sucediera —exclamó Annabeth—. No... Me
agradabas, Haven. Nunca quise lastimarte.
Deteniéndose bruscamente, Haven se giró para mirarla. —Bueno, lo
hiciste. Me lastimaste mucho.
—Lo sé —sollozó Annabeth, sus ojos llenos de lágrimas—. Y lo siento. Lo
siento mucho. Es solo que... Nunca me había prestado atención antes de esa noche,
y luego, de repente, me estaba halagando y sonriendo, y lo siguiente que supe...
—Mira, entiendo la imagen —gruñó Haven—. Vi exactamente cómo
terminó. Sinceramente, no me importa cómo comenzó.
—Pero…
—Te follaste a mi novio en mi sofá, Annabeth —respondió Haven—.
¿Cómo pensaste que iba a reaccionar?
—Ese es el problema. —Annabeth se limpió las mejillas—. No lo pensé. Yo
solo…
—¿Quieres mi perdón? Bien. Te perdono. Ahora sal de mi vista. —
Agarrando mi mano y tirando de mí detrás de ella, Haven se puso en marcha
otra vez.
—Al menos seguiste adelante —gritó Annabeth detrás de nosotros—.
Wick es un buen tipo. Puede que no hubieras dejado a Topher y lo hubieras
conocido si no fuera por lo que hice. Aún estarías con un imbécil.
Haven hizo una pausa y lanzó una última mirada detrás de ella. —Bueno,
gracias por eso —estuvo de acuerdo—. Solo trata de mantener tus sucias manos
lejos de este novio, ¿quieres?
Cuando partimos de nuevo, Annabeth finalmente nos dejó ir. La miré y
ella me saludó con tristeza. Me volví hacia adelante otra vez, con mi corazón
latiendo rápido y mi respiración acelerada.
—HayHay —dije con inquietud.
—Estoy bien —gruñó. Luego me miró y su expresión se suavizó—. No
quiero hablar de ello, si eso está bien.
Asentí.
No dijimos nada más el resto del camino a casa. Pero más temprano que
tarde, iba a tener que decírselo. Todo.
Traducido por amaria.viana
Corregido por Pame .R.
El último año llegó por fin. Gracias a Dios. Estaba tan listo para salir de
esta universidad y alejarme de ciertos recuerdos. De algunas personas.
Siempre tendría un buen recuerdo de la banda de música y los amigos que
hice allí. Tenía la sensación de que permanecería en la mayoría de sus vidas
mucho después de graduarme. Pero había otras cosas de las no podía esperar
para escapar.
Solo faltaban unos meses y todo terminaría.
Tenía muchas ganas de empezar de nuevo. Podría hacer una pizarra
limpia. Podría dejar atrás todas las cosas que me perseguían y, con suerte,
encontrar un trabajo en la carrera de mis sueños, luego conocer a alguien con
quien congeniara y construir una vida con ella.
No tendría que ver a Avery o Reuben ni a ninguno de sus molestos amigos
nunca más. Sería bueno.
Mientras tanto, me encontraba concentrado, asegurándome de que todo
saliera bien, manteniéndome enfocado en la graduación.
Después de que me asignaran un compañero, Elliot, en mi clase de
orquesta, acepté reunirme con él en su dormitorio para repasar un proyecto de
composición musical que teníamos previsto.
Era increíblemente molesto, pero también brillante, así que solo tenía que
morderme la lengua y lidiar con algunas de sus ideas más locas para conseguir
algo genial.
Discutimos mucho, nuestras personalidades se enfrentaban de forma
constante, y él esperaba que supiera las cosas que yo no sabía (como qué estaba
pensando), por lo que me hallaba más que listo para escapar cuando finalmente
acordamos algunos detalles y terminamos las cosas por la noche.
Salí de su habitación, con el letrero de salida rojo brillante al final del
pasillo a la vista, solo para sentir como si el Demonio de Tasmania me agarrara
desde atrás.
—Qué…
Una chica me golpeó contra la pared (los pechos en mi espalda me dijeron
que era una mujer) y tuve que esforzarme para no golpear el concreto.
—Guau. ¿Estás bien? —Empecé a girarme para ver cómo estaba, pero ella
se encontraba demasiado ocupada empujándome de nuevo a la habitación de
Elliot.
—¡Vamos, vamos, vamos!
Tropecé hacia adelante y caí al suelo, aterrizando sobre mis rodillas y
codos con su cuerpo cayendo encima de mí. Las quemaduras de la alfombra
inmediatamente marcaron mis brazos.
Sobre mi hombro, una masa de cabello rubio se derramó, nublando mi
visión y una rodilla o un codo o algo me golpeó el riñón, haciéndome soltar la
única bocanada de aliento que aún me quedaba.
Y luego se fue, saltó de mí y cerró la puerta, encerrándonos a los tres juntos
en el dormitorio.
—¡Oye! —gritó Elliot con indignación—. ¿Qué significa esto? ¡No dije que
pudieras traer a una chica a mi habitación, Henry!
—¿Henry? —dijo la chica sorprendida.
Mientras gemía y me incorporaba, girándome para centrarme en ella,
también se volvió para mirarme. Y ambos nos congelamos cuando nos dimos
cuenta de que nos conocíamos.
Dios, era bonita.
Avery me señaló con la boca abierta. —Eres Henry —dijo—. El chico de la
banda.
—Culpable —murmuré, haciendo una mueca y agarrando mi costado en
el momento que un dolor agudo perforó mis costillas.
Ella se adelantó, con los ojos muy abiertos. —Oh, Dios mío. ¿Te lastimé?
¿Estás bien?
Momentáneamente olvidando el dolor, la miré boquiabierto cuando tocó
mi brazo.
Mierda. Avery estaba tocando mi brazo. Habían pasado tres años desde la
última vez que me tocó en esa clase cuando nos chocamos, tres años desde que
me miró a los ojos con la misma preocupación y me preguntó si me encontraba
bien.
Mucho cambió desde entonces. Tanto en mí había cambiado. Crecí,
maduré y aprendí una o dos cosas. Debería haber descubierto cómo hablar con
ella en todo ese tiempo. Pero cuando miré sus ojos marrones, mi mente se quedó
en blanco.
—Yo... estoy bien —aseguré con torpeza, acomodándome.
—Oh, gracias a Dios. —Apretó su agarre en mi brazo—. Déjame ayudar a
levantarte.
Mientras estábamos de pie, seguí mirando fijamente esa hermosa cara,
asombrado de volver a estar tan cerca de ella. Me tomó un momento darme
cuenta de que parecía estar en apuros.
—¿Estás bien? —pregunté finalmente.
Dejó escapar un suspiro inestable y su mano comenzó a temblar alrededor
de mi brazo. —No —comenzó—. No creo...
Cuando alguien golpeó la puerta del dormitorio de Elliot, Avery dejó
escapar un grito apagado y se llevó las manos al corazón. —Oh, Dios mío —
jadeó, comenzando a hiperventilar—. Ese probablemente es él.
—¡Avery! —gritó una voz familiar a través de la puerta—. ¡Sé que estás
ahí! Maldita sea. Abre esta puerta para que pueda explicarme.
Miré a la puerta, entrecerré los ojos y me volví hacia Avery. —¿Ese es
Reuben?
Meneó la cabeza, visiblemente conmocionada. —Sí. Por favor, no lo dejes
entrar. Lo atrapé engañándome con mi compañera de cuarto. No quiero hablar
con él. No quiero volverle a hablar nunca más.
Comencé a asentir, dispuesto a sacar mi propio corazón con mis dedos y
entregárselo si lo pedía. Pero Elliot ya estaba saliendo hacia la puerta.
—¿Qué tipo de desastre causaste, Henry? ¿Quién diablos está golpeando
mi puerta?
Se acercó y alcanzó la manija de la puerta.
—No —gritamos juntos Avery y yo.
Pero Reuben ya se abría camino hacia adentro, gritando: —¡Avery!
Salté hacia adelante para interceptarlo.
—Sal —gruñí, presionando contra su pecho y empujándolo de vuelta
fuera de la habitación—. Ella no quiere hablar contigo.
—Cállate, Henry. Es mi novia. Soy el que sabe lo que quiere.
—Ya no, idiota infiel —gritó Avery detrás de mí—. Se acabó.
—Eso es todo —gritó Elliot, llevando a Avery hacia la salida—. Todos
ustedes. Fuera de mi cuarto. No soy el anfitrión de una fiesta.
Avery se tambaleó hacia el pasillo con Reuben y conmigo, cuando Elliot
cerró la puerta de golpe en su cara.
Entonces, allí estábamos los tres: Reuben, Avery y yo.
—Cariño, por favor, trata de entender —suplicó Reuben, tratando de
acercarse a ella mientras se encogía a mi lado—. Un chico tiene necesidades.
—Atrás. —Lo empujé, haciéndolo alejarse de nosotros—. Creo que ella
preferiría que tú y tus necesidades se fueran directamente al infierno.
—Oh, vete a la mierda, Henry. No es asunto tuyo.
Me acerqué a él. —Entonces tal vez no deberías haberla molestado para
que corriera directamente hacia mí, porque acabo de hacerlo mi asunto. —
Haciendo sonar mis nudillos, sonreí amplio y fuerte—. ¿Y sabes qué? Solo una
cosa me ha impedido patearte el trasero todos estos años. Pero parece que esa
única cosa ya no es un problema. Así que…
Lo golpeé con todo lo que tenía. El chasquido de mi puño contra su
mandíbula fue el sonido más satisfactorio que había escuchado. La cara de
Reuben se sacudió hacia un lado por el impacto. También era la vista más
satisfactoria.
Sacudió la cabeza, aturdido, luego se llevó la mano a la boca. Cuando sus
dedos salieron rojos por la sangre, su mirada asesina se alzó hacia mí. —Estúpido
hijo de puta.
Curvé mis dedos hacia él, burlándome. —Acércate.
Lo hizo, golpeándome directamente en el estómago. Tan pronto como
hundió su hombro en mi abdomen, haciéndome tropezar hacia atrás, me dio un
puñetazo en el costado.
Gritando con ira, golpeé mi puño en su sien, y se tambaleó inestable.
Detrás de nosotros, Avery gritó, instándonos a detenernos.
Con un rugido, Reuben cargó de nuevo. Chocamos, el impacto furioso
haciendo que mis dientes se sacudan. Aunque no sentí el dolor; solo sentía rabia.
Lo golpeé repetidamente, poniéndome al frente de la pelea. Al momento que lo
puse de rodillas, unos suaves dedos se envolvieron alrededor de mi brazo.
—¡Basta! —suplicó Avery.
La miré, respirando con dificultad. Quería matarlo; por ella, por mí, por
Kerri, y por cada persona que alguna vez usó y lastimó en el camino. No quería
dejar de golpearlo.
Pero Avery estaba allí de pie, mirándome directamente a los ojos mientras
me tendía una mano. —Vamos, Henry —dijo con firmeza—. Vámonos.
Ni siquiera pregunté dónde. Simplemente tomé su mano, y ella ignoró a
su ex novio en tanto me conducía por el pasillo lejos de él. Salimos del edificio
juntos y nos hallábamos a mitad de la calle antes de que soltara mi mano y me
mirara.
—Gracias por ayudarme allá. No quería que te metieras en un combate de
golpes con él, pero... gracias por cuidar de mí.
Le envié una mirada. —Gracias por darme una razón para golpearlo.
Sus labios se curvaron en una media sonrisa, solo para ponerse seria.
—Pero en serio, déjame pagarte de alguna manera.
—No. —Agité una mano, sacudiendo mi cabeza—. Está bien. No lo hice
por ningún tipo de recompensa.
—Bueno, eso me da aún más ganas de hacer algo por ti —insistió antes de
indicarme—. Oye. Recuerdo que hace aproximadamente un año, te vi comiendo
una pizza de taco en Murphy’s. Me encantan sus pizzas de taco. ¿Qué tal si vamos
a buscar una ahora? Yo invito.
Sus ojos eran enormes y suplicantes. Me hizo arder el estómago la
necesidad de complacerla.
Las pizzas de taco eran algo que comía solo en ocasiones muy especiales.
Esta definitivamente era una.
—Me estarías haciendo un favor —agregó, pasando su brazo por el mío y
animándome a seguir—. Porque realmente necesito una distracción en este
momento.
Asentí. —En ese caso, me encantaría.
Y esa fue la noche en que mi historia con Avery realmente comenzó.
Despedida de Alice:
Me disculpo por el apresurado final. Esta será la última vez que escuchen
sobre Henry y Avery. El problema es que esta historia no era ficción. Se trataba
de personas reales que existen en el campus.
Claro, cambié algunos detalles, como nombres, líneas de tiempo, diálogos,
color de cabello. De hecho, Henry, o cualquiera que sea su nombre verdadero, ni
siquiera está en la banda de música. Si piensas en un equipo de fútbol y traduces
la posición de trompeta a mariscal de campo, estarás mucho más cerca de la
realidad.
Pero en el caso de “Henry Sin Esperanza”, modifiqué los detalles para
proteger a las partes inocentes involucradas. Excepto que algunas de esas partes
descubrieron la correlación de sus vidas reales con sus personajes en la historia
y, por lo tanto, me rastrearon, pidiendo persuasivamente que cese y desista de
escribir más temas de su historia.
Con respecto a ellos, les estoy concediendo amablemente su deseo, pero
no quise desaparecer para siempre antes de al menos darles a los demás lectores
un cierre para explicar por qué debemos separarnos ahora, pero también para
asegurarles que a Henry le está yendo bien. Él y Avery están finalmente juntos y
mejor que nunca. En cuanto a Reuben de la vida real... Bueno, digo que ya es hora
de que el karma gire y se dirija en su dirección. Espero que el resto de su último
año sea puro infierno.
Oh, y, Reuben, muchas gracias por hacernos perder en los playoffs,
imbécil.
Te deseo todo lo que mereces,
Esta persona que escribe como Alice Bennet.
Traducido por Miry
Corregido por Pame .R.