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Moderadora
Julie

Traductoras
samanthabp Julie Dakya
Bells767 johanamancilla Val_17
Gesi Florbarbero amaria.viana
Anna Karol Lauu LR IsCris
Joselin Umiangel Beatrix
Jadasa Jeenn 05 Miry
Madhatter Ivana Tolola
Clara Markov Auris Valentine Rose

Correctoras
Gesi Anna Karol
Pame .R. Julie
Beatrix Umiangel
Tolola

Revisión Final Diseño


Julie Anna Karol
Sinopsis Capítulo 26
Capítulo 1 Capítulo 27
Capítulo 2 Capítulo 28
Capítulo 3 Capítulo 29
Capítulo 4 Capítulo 30
Capítulo 5 Capítulo 31
Capítulo 6 Capítulo 32
Capítulo 7 Capítulo 33
Capítulo 8 Capítulo 34
Capítulo 9 Capítulo 35
Capítulo 10 Capítulo 36
Capítulo 11 Capítulo 37
Capítulo 12 Capítulo 38
Capítulo 13 Capítulo 39
Capítulo 14 Capítulo 40
Capítulo 15 Capítulo 41
Capítulo 16 Capítulo 42
Capítulo 17 Capítulo 43
Capítulo 18 Capítulo 44
Capítulo 19 Capítulo 45
Capítulo 20 Capítulo 46
Capítulo 21 Capítulo 47
Capítulo 22 Capítulo 48
Capítulo 23 Capítulo 49
Capítulo 24 Epílogo
Capítulo 25 Sobre la Autora
Después de atrapar a mi novio siendo infiel, traté de ser madura al
respecto con una separación cordial. Pero él llevó sus represalias demasiado lejos,
y ya he tenido suficiente oficialmente. Ya no más señorita Haven Amable.
A nadie se le permite mentirme, traicionarme, avergonzarme y
devastarme, llenarme de dudas, o poner en riesgo mi futuro, y esperar salirse con
la suya. Va a sentir mi ira.
Aquí entra Wick Webster, su archienemigo.
Nada provocaría más a mi ex que verme seguir adelante con el hombre
que más odia, así que eso es exactamente lo que planeo hacer.
El único problema en mi brillante plan es el mismísimo Wick. Tiene que
tener la filosofía de puro amor, nada de guerra, y la paz es el único camino. Está
más preocupado por ayudarme a sanar que por buscar mi dulce venganza.
¿Y qué demonios tiene su presencia tranquilizadora y su aspecto delicioso
que me llama la atención hasta que olvido el dolor que siento? Hace que sea muy
difícil usar y abusar de él para mis propósitos maliciosos. El maldito está
haciendo que me enamore de él.
Webster Siblings, #1
Primera edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por samanthabp


Corregido por Gesi

Allí estaba ella de nuevo.


En la parte de atrás del salón, me acurruqué en mi silla para que no se
diera cuenta de que estaba viéndola entrar al corredor de lectura con sus dos
amigas. Bajé mi barbilla lo suficiente para cubrir la mayor parte de mis ojos bajo
la visera de mi gorra, me llevé la mano a la boca para morderme el pulgar.
Dios, era bonita.
Y estaba usando la camiseta, lo que me hizo sonreír detrás de mi mano.
Esa camiseta era lo que me había llevado hacia ella en primer lugar. Una mezcla
de dos de mis programas favoritos, mostraba a Lucille, el bate de The Walking
Dead, y el Chevy Impala de Winchester de Supernatural, con un texto que decía:
“Papá sigue en un viaje de caza”. Como fanático de ambos programas, había
entendido el mensaje y me había reído la primera vez que la vi, deseando tener
una camiseta así.
De hecho, tardé un par de segundos darme cuenta que el material de esa
camiseta se estiraba en un par de hermosos senos femeninos. Cuando mi cerebro
finalmente registró lo que estaba viendo, mis cejas se levantaron y mi mirada se
deslizó por el resto de ella.
Quedé enganchado desde entonces.
Mientras encontraban tres asientos libres uno al lado del otro cerca del
frente, les dijo algo que las hizo reír. Sus reacciones la hicieron sonreír con
satisfacción, y eso era asombroso, porque amaba su sonrisa. Iluminaba toda la
habitación.
Una punzada de anhelo se apretó en mi pecho mientras me preguntaba si
era la bromista del grupo. Y que clase de ingenio tenía: ¿Mordaz y sarcástica o
inocente y amigable?
No tenía ni idea. Pero quería saber. Quería saber todo sobre ella. Como su
nombre. Apuesto que tenía un nombre genial. Cualquiera que se viera como ella
debía tener un nombre asombroso.
Hoy tenía el cabello suelto. Cuando se inclinó hacia un lado para buscar
un libro en la mochila que había puesto en su regazo, los mechones rubios
cayeron sobre su cara y los colocó detrás de su oreja con un suave roce de su dedo
medio al enderezarse. Hacía que cada movimiento se viera como arte. Y aunque
me sentía como un raro por estarla mirando todo el tiempo, parecía que no podía
apartar la mirada cuando teníamos una clase juntos.
Me fascinaba en todos los niveles.
—Oye, hombre. ¿Escuchaste sobre Baxter?
Sorprendido por la interrupción de Jordan Rush, un compañero de la
banda, que se dejó caer pesadamente en el asiento a mi lado, parpadeé a la chica
de mi visión y me enderecé para responder la pregunta.
—Uh, sí —murmuré, aún sacudiendo la cabeza en un intento de alejarme
de todos esos deseos y sueños corriendo a través de mí—. Accidente de auto. Eso
debe apestar.
Se rió en desacuerdo. —Apesta para él, sí, pero esta es la oportunidad de
tu vida para ti, hermano.
—¿Eh?
Suspiró y puso sus ojos en blanco cuando fruncí el ceño en confusión.
—Su mano hábil está jodida. Estará fuera por el resto del año. Necesitará
que alguien tome su puesto como líder en la sección de trompeta.
—Qué hay de Chad o...
—Hermano, nadie toca como tú. Y debes estar soñando si crees que el
director no lo ve. Obtendrías su puesto si audicionaras. —Silbó bajo y empujó mi
brazo—. Deberías intentarlo.
Me incliné hace atrás sin ni siquiera haber considerado la posibilidad. Pero
ahora que Rush había mencionado la idea...
Sacudí la cabeza, una parte de mí rechazó instintivamente la esperanzada
sugerencia, y me reí. —No —murmuré. No podía avanzar tanto en mi primer
año.
¿O sí?
Me señaló de manera conocedora, como si me leyera la mente. —Piénsalo
—dijo con seriedad.
Al otro lado del salón, vi cabello claro moviéndose desde la esquina de mi
ojo. Le eché un vistazo justo cuando se levantó de su silla y cruzó el salón hacia
el cubo de basura donde arrojó algo. ¿Era un envoltorio de goma de mascar? ¿Un
número de teléfono que un perdedor trató de darle? ¿El secreto de su corazón?
Rush siguió hablando a mi lado sobre la banda. No escuché ni una palabra
de lo que dijo.
Probablemente solo un envoltorio de la goma de mascar. Apuesto que con
sabor a canela. Se veía como el tipo de chica a la que le gusta la canela.
La seguí hasta que volvió a su silla y se sentó, justo cuando una mano se
movió frente a mi rostro.
—Hola. Guau. ¿A dónde fuiste, amigo?
Parpadeé para mirarlo y le fruncí el ceño por interrumpir mi campo de
visión. —¿Qué?
Solo tenía esta miserable hora para observarla, tres días a la semana. Era
un tiempo preciado para mí.
—Amigo, te abstrajiste totalmente durante todo un minuto. Y... lo estás
haciendo de nuevo.
Cuando me di cuenta de que nuevamente la estaba mirando, llevé mi
atención de regreso a él y le fruncí el ceño. —¿Qué?
—En serio, ¿qué te tiene tan...? —Pero ya había seguido la dirección de mi
mirada y estaba levantando sus cejas en un gesto de interés—. Oh... —Alargó la
palabra con entendimiento y asintió—. Es una chica. Oye, espera. —Sus ojos se
ampliaron y se giró hacia mí—. ¿Es la chica? ¿De la que siempre hablas en la
práctica?
—No siempre hablo de ella —murmuré, bajando la voz y echando un
vistazo para asegurarme de que nadie nos estuviera escuchando. Entonces me
hundí un poco en mi asiento, porque mierda, ¿había hablado tanto sobre ella en
la práctica?
—Um... sí, más o menos sí. ¿Cuál es? —Se acercó mientras estudiaba a ella
y sus dos amigas—. La del medio, ¿verdad? ¿O tal vez la que está a la izquierda?
Sacudí la cabeza, frunciendo el ceño porque ¿por qué no podía notarlo? ¿Y
cómo en todo lo que es sagrado, había adivinado mal? ¡Dos veces!
—La que está a la derecha —le dije con el ceño fruncido.
Arrugó la nariz antes de darme un vistazo. —¿Estás bromeando? ¿La que
está a la derecha? ¿Por esa estás tan loco? ¿Qué demonios, hombre? Quiero decir,
no me malentiendas, es bonita y es el tipo de chica que llevas a conocer a mamá
y con la que horneas galletas, pero demonios... la que está en el medio grita
“házmelo sucio”. Es cincuenta veces más caliente.
Mi ceño se profundizó y mi espalda se enderezó. Nadie decía eso de la
chica de mis sueños.
Nadie.
—Umm... no —le dije en términos inequívocos, listo para pelear si se
atrevía a estar en desacuerdo—. No lo es. La que está a la derecha es la más
hermosa.
Era más bonita que las otras dos juntas. Sin dudas.
Se limitó a levantar las cejas. —Tranquilo —murmuró dejando salir un
soplido—. Cálmate, muchacho. —Sacudió la cabeza—. Guau, te tiene loco.
Resoplé y devolví mi atención a la chica de mis sueños, enfocándome
finalmente en sus amigas antes de comparar. Pero en serio, Rush estaba tan
equivocado que era casi cómico.
Le dio unas palmaditas a mi espalda, como si se preocupara por mí. —¿Ya
sabes su nombre? —Intenté ignorarlo, pero persistió—. ¿Lo sabes?
—No —murmuré entre dientes apretados. Lo cuál solo lo hizo hablar de
nuevo.
—¿Qué? ¿Hablas en serio? ¿Qué demonios, Henry? Tienes que tener bolas
y hablarle.
—Lo haré —murmuré petulantemente y dándole un vistazo a la chica
mientras el profesor entraba a la clase. Abrió su anotador con espiral sobre el
escritorio y destapó la lapicera con los dientes, lista para tomar notas—. Cuando
sea el momento, lo haré.
Al frente del salón, la clase comenzó. A mi lado, Rush me dio un codazo
en el brazo. —No va a ser el momento a menos que tú lo crees.
¿Y qué le diría? quería discutir.
Necesitaba una razón para acercarme, algún tipo de estrategia que me
hiciera parecer divertido y asombroso, donde pudiera decir o hacer algo que
realmente capturara su atención y le dejara una impresión. Ella no sabía que yo
existía. Quería sobresalir para que no me olvidara una vez que nos conociéramos.
Solo que aún no había pensado en el plan perfecto.
Rush se agarró la entrepierna y sacudió su paquete, murmurando
nuevamente las palabras: —Ten las bolas.
Puse los ojos en blanco y me concentré en el profesor.
Tal vez solo era falta de coraje lo que me detenía. Estoy seguro de que ya
tenía un par de bolas. Pero tampoco quería arruinarlo. Ya había estado soñando
despierto con ella durante dos meses. Nuestro primer encuentro tenía que ser
clásico, único, memorable.
Tenía que ser asombroso.
Alterné entre observarla y tratar de prestarle atención a la clase por el resto
de la hora. Era algo bueno que usualmente pudiera leer el libro de apoyo y
ponerme al día más tarde, porque en realidad nunca retenía mucho de lo que
decía el profesor. No cuando ella estaba en el salón.
Cuando la hora terminó, comencé a guardar mis cosas en mi mochila, solo
para que Rush tomara mi teléfono de la esquina de mi escritorio.
Le di una mirada seria. Levantó el teléfono significativamente. —Te
devolveré esto tan pronto le hables.
Suspirando, sacudí la cabeza y traté de alcanzarlo. —Solo devuélveme mi
teléfono, imbécil.
Lo sostuvo lejos. —No hasta que hables con ella.
Dejé caer mi mano y estreché los ojos.
Se rió. —Vamos, hombre. No estoy diciendo que la tienes que invitar a
salir. Solo habla con ella. Eso es todo. Averigua su nombre y descubre si vale todo
el tiempo que has estado soñando despierto.
—No —discutí—. No es el momento.
—¿Y cuándo demonios será el momento?
—No lo sé. Pero... no es ahora.
—¿Por qué no? ¿Porque eres un cobarde?
Lo fulminé con la mirada. Levantó las cejas con burla. Después inclinó su
cabeza hacia atrás como si se le acabara de ocurrir algo.
—Espera, sí sabes cómo hablar con las chicas, ¿verdad?
En realidad no.
Con un gemido, gruñí: —Deja de ser un imbécil inmaduro y devuélveme
mi teléfono.
Se inclinó más cerca, sosteniéndolo contra su pecho. —No hasta que hables
con ella. Piensa en esto como una experiencia de aprendizaje, porque si ni
siquiera puedes hablar con una chica, entonces nunca vas a tener ninguna. Y si no
tienes ninguna, envejecerás solo como un pobre y miserable virgen. Y yo no salgo
con vírgenes patéticos y miserables, así que... ¡ve!
—Dios. ¡Bien! —Me puse de pie y caminé malhumoradamente hacia el
frente de la clase—. Lo que sea que te haga callar.
Ahora realmente tenía que hacerlo o sabría que era un cobarde. Se había
dado cuenta de que la chica de la cuál ni siquiera sabía el nombre me intimidaba
completamente. No me dejaría vivir tranquilo, luego les diría a todos en la banda
y nadie me respetaría durante los próximos cuatro años hasta que me graduara.
Esto se parecía a la mierda de la secundaría. Miré hacia atrás, frunciéndole
el ceño por reducirme a esto.
El imbécil me sonrió y me saludó con la mano.
Una vez que llegué al borde de los escritorios y di un paso hacia el espacio
abierto donde el profesor dictaba la clase, me detuve. Podía ir a la izquierda y
acercarme hacia ella o hacia la derecha y salir del salón.
Joder. Mi estómago comenzó a agitarse. Las náuseas surgieron. El sudor
obstruyó mis glándulas. Mi visión se oscureció en las esquinas, y de repente me
sentí mareado.
Así que me moví hacia la derecha, lejos de ella.
Mi nuca quemaba, sabiendo que Rush estaba atrás en su asiento, riéndose
a lo grande porque no había sido capaz de hacerlo.
Un nuevo miedo apareció cuando imaginé la humillación que iba a tener
que aguantar en la práctica esta tarde. No podía decidir que hubiera sido peor: el
tratar de hablar con ella y desmayarme a sus pies o vivir el infierno en la tierra
con mis compañeros durante los próximos cuatro años.
Maldición, maldición, maldición. Me detuve en la puerta y me paré a un
lado, dejando pasar a los demás, luego me di vuelta para mirar en su dirección.
Ella y sus amigas estaban recogiendo sus cosas.
¿Qué demonios decía?
Mi mente se puso en blanco. Mis palmas se humedecieron. Mi respiración
se detuvo. Mi visión se oscureció por completo antes de agudizarse y enfocarse
solo en ella hasta el punto en que todo lo demás a su alrededor se veía borroso,
dándome una surreal sensación de vértigo. Oh Dios. ¿Y si me desmayaba?
Supuse que eso dejaría una verdadera impresión. ¿Quién se olvidaría del
chico que colapsó al verte?
Aunque, en serio, ¿qué decía?
¿Bonita camiseta?
No. Muy tonto.
¿Te amo?
Mierda. No. Cualquier cosa menos eso.
Se acercó.
Era ahora o nunca.
Di un paso hacia adelante.
Le sonrió por encima de su hombro a sus amigas, quienes estaban saliendo
por la puerta al otro lado del salón, se despidió de ellas y se acercó hacia mí sin
mirar hacia donde iba.
Oh, demonios. Demasiado cerca. Nos íbamos a estrellar.
Traté de dar un paso atrás, fuera de su camino, pero se lanzó hacia mí, su
hombro golpeó con mi brazo.
—Uy —dijo, tambaleándose y dando un paso hacia atrás; su ligero cuerpo
no armonizaba con el mío que era más grande—. Lo siento mucho. —Entonces
levantó la vista, y eso fue todo.
Fin del juego.
Sus ojos eran tan malditamente grandes, marrones y hermosos que estuve
perdido al instante.
Se veía mejor de cerca que desde el otro lado del salón. Y su olor... santa
mierda. Olía muy bien. Puede que me haya acercado, mis fosas nasales se morían
por otra bocanada.
Lo cuál probablemente pareció raro. Así que me alejé, solo para darme
cuenta de que...
Maldita sea todo el infierno.
Esto no iba a funcionar. Esto no iba a funcionar en absoluto. La idealicé
demasiado en mi cerebro. Tal vez era una completa extraña, pero me había
convencido de que era perfecta. Si ahora la conocía y no se asemejaba a todas mis
expectativas —lo cual no veía posible— solo me decepcionaría. Y si de hecho se
acercaba a la persona que imaginaba que era, entonces nunca sería digno de una
chica tan asombrosa.
Toda la relación estaba jodida antes de que siquiera empezara.
Solo era mi estúpida culpa por obsesionarme con ella antes de hablarle.
Había arruinado todo.
Y ahora... ahora solo la estaba mirando durante demasiado tiempo como
para parecer un raro.
Su frente se arrugó ante mi mirada. —¿Estás bien? —preguntó cuando me
balanceé sobre mis pies, con mi cabeza tan vacía de oxígeno que me dejó
desorientado.
Estiró su brazo para tomar el mío y estabilizarme. Su agarre era firme pero
amigable, y la preocupación compasiva en su mirada mientras me escudriñaba
me mató.
Un millón de visiones pasaron por mi cabeza: nuestro primer beso,
arrodillándome frente a ella para pedirle matrimonio, estando a su lado en un
altar vestido con un esmoquin y ella con un vestido de novia, navidades juntos,
acciones de gracias, paseos al zoológico, vacaciones, noches despiertos viendo
televisión en el sofá, criando hijos, malcriando a nuestros nietos, sentados en un
par de mecedoras viejas uno al lado del otro tomados de las manos mientras
veíamos el sol ponerse en nuestros años dorados.
Lo juro, toda una vida que podríamos haber compartido juntos pasó por
mi cerebro.
Entonces soltó mi brazo, y ese momento acabó.
Asentí estúpidamente, bajando la cabeza y sintiéndome despojado por la
pérdida de su toque y de ese futuro que acababa de ver.
—Uh... sí. Bien —murmuré, cerrando los ojos por un momento—. Lo
siento. —Di un paso hacia atrás para dejarla pasar—. No quise interponerme en
tu camino.
—No pasa nada.
Me arriesgué a darle un vistazo justo a tiempo para atrapar una sonrisa
incierta para darme tranquilidad antes de que pasara a mi lado.
—Bueno... nos vemos —murmuró antes de salir del salón y alejarse de mí.
Para siempre.
—Estúpido —siseé en voz baja. Era tan increíblemente...
—Guau. Eso fue doloroso de ver. —Rush se detuvo a mi lado y silbó por
lo bajo—. Amigo, apestas en esta mierda.
—Cállate —dije, dándole un puñetazo en el hombro—. Devuélveme mi
teléfono.
Me dejó tomarlo sin pelear, lo que me dijo algo. No se iba a burlar de mí.
Demonios, probablemente ni siquiera iba a decirle a los demás sobre mi épica
conversación fallida. Porque el bastardo sentía pena por mí.
Lo que era mucho peor que ser molestado.
—No temas, amigo mío —dijo, poniendo un brazo alrededor de mis
hombros mientras me llevaba hacia la puerta—. Puedo ayudarte. Para el final de
la semana, te tendré abriéndote paso hacia sus pantalones a través de la dulce
charla como si hubieras nacido siendo un maldito Casanova. Solo confía en el
viejo Rush. Soy el doctor del amor, y tienes mi apoyo.
—O que hay si solo me matas ahora —pronuncié.
Porque estaba condenado.
Nunca iba a tener el coraje suficiente para realmente hablarle. Y todas las
posibilidades me perseguirían por siempre.
Traducido por Julie
Corregido por Gesi

¡Mis ojos!
Oh, Dios, mis ojos habían perdido su capacidad de ver correctamente,
porque tenía que estar imaginando cosas. Un espejismo, o una alucinación... o
algo así. Eso es todo lo que era.
Porque me negué absolutamente a creer lo que mi cerebro trataba de
decirme que mis ojos pensaban que veían.
De ninguna otra manera podría mi novio de tres años estar dentro de mi
dormitorio, desnudo, con mi compañera de cuarto, también desnuda, mientras le
agarraba el pelo lo suficientemente fuerte como para inclinar su cabeza hacia
atrás en un ángulo incómodo mientras la follaba por el trasero en, sí, mi maldito
sofá que él me había ayudado a elegir este verano y subir dos tramos de escaleras
para mudarme a este mismo apartamento.
¿Pero por qué mis ojos me jugarían ese tipo de trucos malvados? Eso era
un castigo cruel e inusual. ¿Me odiaban por alguna razón? ¿Los había cabreado
por quedarme despierta hasta tarde una noche de más, forzándolos hasta el
cansancio mientras los entrecerraba ante mi portátil y trataba furiosamente de
terminar los trabajos que tenía que entregar al día siguiente? Pensaron en
vengarse de mí y jugar este tipo de juego horrible, diciéndome que estaba viendo
cosas que de ninguna manera podrían ser reales.
La pareja en el sofá se sobresaltó cuando accidentalmente les alerté de mi
presencia al perder el agarre de las dos bolsas de comestibles que estaba
sosteniendo, las cuales se estrellaron contra el suelo junto a mis pies.
Annabeth miró por encima de su hombro y gritó cuando vio mi silueta en
la entrada. Tomando un almohadón —también mío— trató desesperadamente
de cubrir sus pechos rebotantes, mientras Topher se estiraba para girarse hacia
mí y me daba una inquietante vista de su pene aún duro y húmedo por
sumergirse en el interior de Annabeth.
—¡Oh, mierda! ¡Haven! —gritó con desesperación culpable, cubriéndose el
pene con ambas manos como para probar que no había habido ninguna fechoría
aquí. No había nada que ver, solo dos personas pasando el rato en un sofá,
relajadas y tranquilas. Fue una completa casualidad que ambos estuvieran
desnudos y sus partes privadas hubieran estado conectando... repetidamente. No
era gran cosa.
—Nena, puedo explicarlo.
Bueno, demonios. Ahora mis oídos entraron en la conspiración, porque
eso sonaba como la voz de mi novio mientras salía rápidamente del sofá, lejos de
Annabeth.
Pero, ¿qué había hecho para hacer enojar a mis oídos y hacerme oír cosas
que no eran reales? No ponía la música muy fuerte ni asistía a conciertos que me
reventaran el tímpano. Juro que incluso mantenía el volumen de mis auriculares
a un nivel agradable y moderado. ¿Por qué me traicionarían así también?
Debían ser mis ojos yendo a mis espaldas y tentando mis oídos hacia el
lado oscuro. Sí. Arruinemos la vida de Haven y hagamos que vea y escuche cosas que
no son reales. Será divertido.
Bastardos.
Topher se me acercó, extendiendo una mano con sus ojos llenos de
preocupación y disculpa. Di un paso hacia atrás, enloqueciendo, porque ¿qué
pasaba si me tocaba y lo sentía? Dos sentidos volviéndose en mi contra y
jugándome trucos mentales podía creérmelo, pero ¿si un tercero se unía al
juego...? No lo sé. Eso haría que esto se sintiera un poco demasiado real. Y si esto
era real, entonces... entonces mi novio de tres malditos años me estaba engañando.
En mi apartamento. Con mi compañera de cuarto. ¡En mi jodido sofá!
Fue entonces cuando ocurrió. El receptor sensorial número tres hizo efecto
y mi nariz entró en alerta, olfateando el olor del sexo.
—Oh, Dios —dije, retrocediendo y moviendo la cabeza en negación.
Lo vi, lo oí, lo olí. Eso era una prueba empírica; totalmente estaba
sucediendo.
Me había convertido en un miserable cliché, una de esas pobres chicas que
acababan de sorprender a su novio en el acto de tener sexo con alguien cercano a
ella.
No era nada lindo.
—Haven... ¡espera!
Por supuesto que no esperé. Como si fuera a hacer algo que ese imbécil
infiel me ordenara. Sí, piénsalo de nuevo, amigo.
Girando, corrí en un pánico ciego. Lo juro, mi cerebro literalmente se
apagó y reaccioné por puro instinto. Momento de luchar o huir, cariño, e iba a
salir volando de este lugar porque la idea de pelear no era atractiva. Quiero decir,
¿qué pasaría si trataba de patearlo en los testículos y accidentalmente
experimentaba algún contacto piel con piel y sentía partes de cuerpo blandas y
colgantes, o partes que acababa de poner dentro de otra persona?
No, no podía hacerlo. Así que huir será.
Solo hasta que reagrupara, procesara y averiguara qué iba a hacer al
respecto. Porque, maldita sea, ¿qué demonios iba a hacer? Toda mi vida se había
alterado en el espacio de dos segundos. Como si se hubiera volcado sobre su
maldito eje, un altercado polar de ciento ochenta grados de todo lo que conocía
y de todo lo que era.
Topher no solo había sido mi novio, sino mi futuro. Había hecho planes
para mudarme con él después de la graduación, pagar todas mis cuentas con él,
comer todas mis comidas a su lado, eventualmente casarme y formar una familia,
compartir toda mi maldita vida. Y él acababa de arruinarlo.
Todo.
Enceguecida por la traición y mortificada por ser una tonta que había
confiado en un mentiroso, agité la cabeza al tiempo que mi respiración salía
entrecortada y mi pecho se agitaba, sintiéndome como si hubiera sido atropellada
por un camión Mack.
Pero en serio, ¿cómo pudo hacerme esto? Dios mío, dolía. Puse toda mi
confianza, fe y lealtad en este hombre. Sabía que no era perfecto, pero aun así lo
amaba por todo lo que trataba de ser. Excepto que esto... esto...
Puntos negros bailaban en mi visión y el vértigo me asaltaba mientras
abría la puerta de la escalera y los escalones que bajaba parecían oscilar de forma
inestable. Había pasado por alto el ascensor porque significaba estar de pie y
esperar, y ¿quién coño podía quedarse ahí parado y esperar en medio de una
crisis de pánico?
Sí, correr era lo que había que hacer ahora mismo. No tenía ni idea de a
dónde iba, pero estaba tratando de llegar lo más rápido posible. Agarrándome a
la barandilla como si mi vida dependiera de ello, me las arreglé para bajar a toda
velocidad. Sería un milagro si salía viva del edificio. Había otro tramo de
escalones después de éste.
Sobre mí, Topher traspasó la puerta, gritando mi nombre. Miré hacia atrás,
mi cabello voló hacia mi cara. Entre las hebras marrones enredadas, me di cuenta
de que se había puesto pantalones y estaba en el proceso de colocarse una
camiseta. Maldita sea. Me atraparía pronto en el estado en que me encontraba.
Sería malo que me atrapara. Posiblemente le arrancaría la cara. Y, aunque
había algo atractivo en esa idea —y me refiero a muy atractivo—, algo en mí dijo
que era un mal plan, algo que tenía que ver con leyes y tiempo en la cárcel. Sin
embargo, si me atrapaba y llegaba a eso, con gusto pasaría la noche tras las rejas,
porque las garras saldrían. Y valdría la pena hundirlas en su estúpido y
mentiroso rostro.
Pero entonces también me preocupó que empezara a llorar si me atrapaba,
y de ninguna manera iba a dejar que ese tramposo viera una gota de mi precioso
corazón roto. Me resultaba difícil compartir mis lágrimas. Así que por supuesto
que él no las tendría.
Cambiando de táctica, porque no quería tropezarme y caer de cabeza por
las escaleras, y las sandalias que usaba obstaculizaban considerablemente mi
huida, me impulsé a través de la puerta que conducía a los dormitorios del
segundo piso; los cuales estaban llenos de estudiantes de primer y segundo año
que tenían que compartir una sola habitación, a diferencia de los apartamentos
más bonitos que teníamos los mayores en el tercer piso.
Una vez que entré en el pasillo, fue una carrera de unos veinticinco metros
hasta el otro extremo, donde con suerte pude escapar a través de otra puerta
hacia el hueco de la escalera en el lado opuesto del edificio y apresurarme a bajar
antes de que Topher me alcanzara. Ese era el deseo y la esperanza que inundaba
mis venas, y corrí con todas mis fuerzas hacia la puerta que tenía delante para
alcanzar esa meta. Estaba a mitad de camino cuando una de las puertas se abrió
y un chico entró en el pasillo, directamente en mi camino.
No tuve tiempo de bajar la velocidad ni advertirle antes de chocarlo,
golpeándome en su contra con una fuerza que habría hecho que cualquiera
perdiera el equilibrio y nos enviara a ambos hacia el suelo. Pero a este tipo no.
Sentí como si hubiera chocado contra una pared de acero.
Aturdida por el impacto, empecé a caerme.
—Mierda. —En medio de un tropiezo hacia atrás, me agarró con un brazo
y nos estabilizó al extender la mano del otro para apoyarse contra la pared—. Lo
siento por eso. No te vi. ¿Estás bien?
—¡No! —grité sin gracia, mirando detrás de mí con pánico, a pesar de que
aún no había recuperado el equilibrio. La manija de la puerta por la que acababa
de entrar empezó a girar. Topher entraría en cuestión de segundos. Desesperada
por evitar verlo, grité—: ¡Vamos, vamos, vamos! —y empujé al tipo de vuelta por
la puerta de la que había salido, ya que nuestra pequeña colisión ocurrió tan
rápido que la puerta ni siquiera había tenido tiempo de cerrarse.
—¿Qué...? —Sorprendido, tropezó hacia atrás en la habitación conmigo, y
esta vez nos estrellamos contra el suelo, una maraña de brazos y piernas. Pero al
menos aterrizamos dentro, lo suficiente como para que pudiera cerrar la puerta
de una patada. Entonces me puse de pie, bastante segura de que le había dado
rodillazos en diferentes lugares en mi apuro por bajarme de él para poder cerrar
con llave.
A lo largo de todo esto, oí un grito de sorpresa de una chica que chillaba:
—¿Wick? ¿Qué demonios?
Ahora que tenía una puerta cerrada que me separaba de Topher, fui capaz
de concentrarme lo suficiente como para darme cuenta de lo que me rodeaba. Y
la palabra Wick fue lo primero que me llamó la atención.
Conocía a un tipo que se llamaba así. Estaba en el equipo con Topher.
Nunca había hablado con él, porque eran enemigos mortales y porque una vez
mi novio me contó que Wick dijo que yo era un troll con cara de caballo.
No sé por qué. Puede que solo estuviera hablando mierda porque salía con
su némesis, o tal vez realmente pensaba que era horrible, pero por el momento
no me importaba lo que pensaba de mi apariencia. Odiaba a Topher, así que bien
podría haberse convertido en mi nuevo mejor amigo.
Girando, fijé mi mirada en el tipo que seguía en el suelo, solo que ahora
estaba sentado y desempolvándose las manos en los muslos de sus vaqueros. Y
sí, definitivamente era el Wick que me imaginé.
El archirrival de Topher: Wick Webster.
En apariencia, se clasificaba arriba junto a los cuatro Chris. Era tan
atractivo como Pratt, Pine, Evans y Hemsworth. Siendo uno de los defensas del
equipo, había oído que lideraba toda la liga con más intercepciones que cualquier
otro jugador de la división. Eso lo hacía estúpidamente sexy, porque su cuerpo
estaba en excelente condición física. Sus pectorales y bíceps básicamente se
asfixiaban con la camiseta negra que llevaba puesta.
Quería reírme y poner los ojos en blanco, decirle que debía dejar de usar
camisetas apretadas, pero maldita sea, la única razón por la que podía pensar que
tenía esos músculos era porque Dios se disculpaba con el resto de nosotros por la
actitud de mierda de Webster —y supuse que debía tener una actitud de mierda
si le resultaba tan fácil llamar a una completa desconocida como yo un troll con
cara de caballo— por lo tanto, su torso debería ser exhibido de esta manera tan
fabulosa.
Pero no solo estaba en forma, tenía una cara bonita que iba con el cuerpo.
Labios llenos, ojos azules profundos y penetrantes, mandíbula angular y
pómulos no súper definidos, pero con una forma agradable. Luego estaba su
cabello. Dios, era precioso. Oscuro con un toque de vetas más claras, parecía lo
suficientemente sedoso y suave como para que lo admirara desde lejos más de
una vez. Era lo suficientemente largo como para que una chica lo agarrara
mientras él...
Bueno... digamos que era muy, muy malo que fuera un completo idiota.
Además, ninguna chica haría nada con él, de todos modos; Topher me había
dicho que era gay, así que supongo que tendría que ser un tipo, no una chica, el
que descubriera cuán agradable era su cabello.
Cuando su mirada conectó con la mía, el reconocimiento se encendió en
sus ojos y ambos nos congelamos, como si ninguno estuviera seguro de qué
hacer. La chica, a quien asumí que le pertenecía el cuarto —ya que se trataba de
un edificio de chicas—, se levantó de la cama donde había estado estudiando.
Señalándome, se quedó boquiabierta. —Eres Haven Gamble. —Se volvió
hacia Wick—. Oh, Dios mío. Es Haven Gamble. ¿Por qué arrastraste a Haven
Gamble a mi habitación?
Todavía en el suelo, la miró, aparentemente un poco aturdido. Luego agitó
la cabeza. —No lo hice. Ella me arrastró hasta aquí.
La chica agitó la cabeza, obviamente confundida. —Pero...
Ambas chillamos cuando un puño golpeó repentinamente la puerta y la
voz apagada de Topher gritó: —¡Haven! Maldita sea, ven aquí ahora mismo.
Me alejé de la puerta, agitando la cabeza con firmeza mientras se sacudía
el mango.
—¡Haven!
Le envié un gesto grosero a la puerta, solo para gritar cuando me estrellé
contra la chica. Me agarró del brazo, y no estaba segura de si estaba buscando
seguridad o tratando de dármela, pero la agarré por ambas razones.
—¿Quién es? —susurró temerosa.
—Mi novio —dije, empezando a temblar. Entonces agité la cabeza, porque
eso sonaba mal ahora—. Ex-novio —expliqué.
Toda la puerta se estremeció cuando intentó derribarla.
—Hijo de puta —gruñó Wick, poniéndose finalmente de pie.
—No abras la puerta —ordené.
Al mismo tiempo que la chica que se aferraba a mí, dijo: —¡Wick, haz algo!
Nos miró, parpadeando a las dos órdenes opuestas que le habíamos dado.
Agité la cabeza, advirtiéndole en silencio que no me echara. Ni siquiera lo intentes,
amigo, amenazaron mis ojos. PENSARÁS en un troll con cara de caballo cuando acabe
contigo si te acercas a esa puerta.
Fue entonces cuando me hizo pedazos con una sola pregunta.
—¿Te ha hecho daño?
Mis labios se abrieron sorprendidos. Era una pregunta tan simple y corta.
Ni siquiera parecía tener mucha emoción detrás. Pero la forma en que su mirada
me penetró con intensidad, midiendo mi reacción, me hizo temblar, estupefacta
por el hecho de que incluso le importaba lo suficiente como para preguntar.
—Físicamente, no. —Agité la cabeza, esperando que eso fuera todo.
Pero Wick Webster no había terminado de ponerme nerviosa. —¿Qué hay
de todas las demás formas?
Mi barbilla tembló y las lágrimas llenaron mis ojos mientras mi garganta
se secaba con dolor. La realidad me golpeó, recordándome todo lo que acababa
de ocurrir en los últimos dos minutos: la pérdida, la agonía, la humillación, la
traición. No era mi intención, y ciertamente no quise hacerlo, pero empecé a llorar
a mares.
Delante de Wick Webster.
—Oh, Dios —grazné cuando un sollozo se atascó en mi pecho e hizo que
todo mi cuerpo se sacudiera. Presionando las manos contra mi corazón, me doblé
y comencé a desintegrarme. No podía aguantar más. Me estaba hundiendo.
Unas manos suaves y firmes me atraparon, y la chica cuya habitación
había invadido me ayudó a sentarme en el borde de su cama.
—Hijo de puta —gruñó Wick desde el otro lado de la habitación. Girando,
se dirigió hacia la puerta.
—No —dije roncamente, mi voz rompiéndose y apenas haciendo ruido
mientras intentaba pararme.
Tenía que detenerlo.
Pero la chica me agarró, tirando de mí hacia abajo. —No, está bien —
murmuró, acariciándome el brazo para tranquilizarme—. Wick se encargará.
Todo saldrá bien. —Me volví para mirarla con incredulidad, y sonrió con
alegría—. Soy Izzy, por cierto. Es un placer finalmente conocerte.
¿Qué? ¿Por qué dijo finalmente? Parpadeé, solo para regresar mi atención
hacia la puerta mientras Wick la abría lo suficiente como para llenar la entrada
con todo el ancho de su cuerpo. Entonces gruñó: —Deja de golpear la puerta
antes de que te rompa el maldito brazo, imbécil.
Mis cejas se elevaron, solo para jadear y sacudirme hacia atrás cuando la
voz de Topher entró en la habitación. —Sal de mi camino, Webster. Necesito
hablar con mi novia.
—No lo creo, cara de mierda. Será un día frío en el infierno antes de que
te deje entrar en esta habitación, y además, tu novia no está aquí.
Me gustó cómo enfatizó la palabra, porque su novia realmente no estaba
aquí. Ese imbécil ya no tenía una.
Dulce redacción, Webster, quise animar, porque casi compensó el hecho de
que una vez me había llamado troll, excepto que... no, no lo compensó en
absoluto.
—Mentira —argumentó Topher.
Retrocedió un centímetro, como si mi ex hubiera tratado de pasarlo pero
no había llegado muy lejos.
—Vi que la puerta se cerró cuando entré al pasillo, y además se le cayó la
maldita sandalia fuera de esta habitación.
Con Izzy miramos mis pies. De hecho, solo llevaba una sandalia.
Maldición, ni siquiera lo había notado.
—Eso es mío —respondió Wick, tomando la sandalia y arrojándola a
ciegas a la habitación por encima de su hombro para que aterrizara con un ruido
sordo en el centro del suelo.
—Hijo de puta —explotó Topher—. Sé que está ahí dentro. ¡Haven! —
llamó frenéticamente, luchando por entrar, pero sin tener suerte alguna—. Sé lo
que viste. Pero todo fue un gran error. Puedo explicarlo. Por favor, nena, solo
habla conmigo.
Me estremecí ante la palabra “nena” y volteé la cabeza. Izzy Webster me
abrazó rápidamente y me dio palmaditas en la espalda.
En la entrada, Wick gritó: —¡Suficiente! —mientras los músculos de su
espalda se tensaban y los codos se doblaban antes de que empujara hacia
adelante con la voz ligeramente amortiguada cuando lo siguió hacia el pasillo—
. Dije que no está aquí, y aún si lo estuviera, no te dejaría entrar. Ahora aléjate del
dormitorio de mi hermana antes de que te reordene la cara. Y si alguna vez te
vuelvo a ver por aquí, desearás que solo hubiera arruinado esa cara bonita. Ve a
buscar a tu novia a otro lado. Ella no está aquí.
Topher siempre había sido más hablador que ejecutor. Me di cuenta de
que las amenazas de Wick le hicieron retroceder cuando siseó: —Lo juro por
Dios, Webster. Si me entero de que después de todo estaba aquí, te lo haré pagar.
Oí pasos que se alejaban y mis hombros se desplomaron con alivio. Había
funcionado. Lo que sea que Wick hubiera hecho allá afuera, había funcionado y
Topher se iba. Gracias a Dios. De repente zumbaba con tanto agradecimiento que
casi me perdí las palabras de despedida de Wick, a pesar de que ya se había ido.
—Ya me hiciste pagar —dijo en voz baja en el pasillo vacío—. He estado
pagando desde el momento en que me jodiste en primer año.
Miré a Izzy, dándome cuenta de que había dicho que era su hermana.
Arrugando la frente, le pregunté: —¿Qué quiso decir con eso?
Sus ojos se abrieron ampliamente mientras se mordía el labio y agitaba
lentamente la cabeza. —Creo que no se suponía que escucháramos esa parte.
Sí, pero lo habíamos oído, así que ahora quería que mi curiosidad se
aplacara.
Abrí la boca para preguntarle si al menos sabía a qué se refería, pero Wick
volvió a entrar en la habitación y cerró la puerta tras él con la mandíbula apretada
y los ojos entrecerrados con asco.
Cuando me miró, sus hombros se estremecieron antes de que lentamente
empezaran a relajarse. Parpadeó para alejar la ira de sus ojos hasta que pareció
casi arrepentido, como si de alguna manera me hubiera defraudado.
—No sé si se mantendrá alejado, pero se ha ido por ahora.
Tragué saliva y limpié la humedad de mis mejillas. Mis rodillas se sentían
débiles y tambaleantes, pero de todos modos me paré para poder cruzar la
habitación hacia el chico que me acababa de ayudar. Con todas las diferencias
que pudiéramos tener a un lado, me había sacado de una situación difícil. No
olvidaría esto.
Abriendo los brazos, lo abracé, haciéndole saber lo agradecida que estaba
por lo que había hecho. —Gracias —dije en un pecho duro y de olor agradable.
Luego me eché a llorar de nuevo, sollozando sobre él.
Traducido por Bells767 & Gesi
Corregido por Pame .R.

Si alguien hubiese intentado decirme que iba a terminar en una cama con
la novia de Topher Nicholl antes de que el día acabara, me habría reído en su
cara.
Pero esta tampoco era la situación que me habría imaginado. Estoy seguro
de que habría sido algo con mucha menos ropa, absolutamente nada de lágrimas
y un toqueteo mucho más sexy y sudoroso que no ocurría en ningún lugar cerca
de la habitación de mi hermana. Pero aquí estábamos, acostados en la cama de
Izzy, a donde había llevado a Haven Gamble (ambos completamente vestidos)
luego de que se desmayara al colapsar completa y traumáticamente en mis
brazos.
Lo juro, nunca antes había visto a alguien llorar tanto. Ni siquiera lloraba
libremente, sacándolo todo. Sino que se encogió dentro de sí misma y se refugió
en mí como si estuviese intentando esconder el dolor y contener cada una de las
lágrimas dentro de sí misma hasta que simplemente se liberaron de golpe,
destrozándola emocionalmente en el proceso.
No podía culparla por caer en coma después de eso; me había drenado y
agotado a mí mismo con solo mirarlo. Se debía sentir vaciada de toda energía y
emoción ahora mismo. Hasta yo estaba un poco entumecido y aturdido.
De acuerdo, tal vez no tan entumecido. Podía sentir cada tibia y suave
curva que descansaba sobre mi cuerpo. Era tan encantadora y perfecta como
siempre pensé que sería. Y, Dios, olía bien.
Enterré mi nariz en su cabello, inhalando profundo mientras intentaba
identificar la esencia. No tenía idea de qué champú usaba, pero no se parecía a
nada que haya olido antes. Era algo terroso y almizcleño con un toque floral, pero
no sabría decir de qué tipo de flor. Simplemente olía… bien.
La recorrió un gran temblor, así que la acerqué un poco más y acaricié su
cabello de aroma dulce, murmurando cosas agradables hasta que se volvió a
calmar.
Había parado de llorar hace unos diez minutos, pero a ratos la invadían
unas pequeñas réplicas.
Cada una de ellas rompía mi corazón.
Lo que sea que haya hecho Nicholl, la había hecho mierda. En grande. Me
hacía querer encontrar al imbécil y darle una paliza. Pero ahora mismo, ella
parecía necesitarme a su lado, sobre todo cuando se encogió repentinamente e
inhaló como si se estuviese despertando de un mal sueño antes de aferrarse a mi
manga como si su vida dependiera de ello.
Así que me quedé donde estaba. Por ella.
—Shh. —Puse mi mejilla en la cima de su cabeza y la mecí lentamente de
un lado a otro—. Está bien. Estás bien. Ya terminó, ya nada te va a hacer daño.
No mientras esté aquí.
Eso pareció calmarla. Su cuerpo se relajó, excepto por su mano, que
continuó sujetando firmemente mi camisa, asegurándose de que no escapara.
Sabía que no significaba nada, probablemente ni siquiera se hallaba
despierta y no tenía idea de lo que hacía, pero sentirme así de necesitado me
llegaba al corazón. Moví mi nariz por su cabello hasta que mis labios descansaron
suavemente sobre su sien. Quería besarla ahí, dulcemente, pero eso se sentía
como un anhelo egoísta más que un consuelo reconfortante, así que cerré los ojos
y me contuve.
Cuando la llave de la puerta sonó, me di cuenta de que había estado
jugando con un mechón de su cabello en mi dedo y lo solté, sintiéndome
culpable, justo antes de que mi hermana se asomara por la puerta.
Se detuvo, obviamente sorprendida de notar que nos apropiamos de su
cama. Luego sacudió la cabeza y terminó de entrar antes de cerrar rápidamente
la puerta detrás suyo.
—¿Sigue ahí afuera? —pregunté.
Nunca le había dado la oportunidad a Topher Nicholl de conocer a mi
hermana, pero ella definitivamente sabía cómo lucía él. Así que no habría
ninguna razón para que la acosara si seguía en el edificio y llegaba a pasar cerca
de él, por lo tanto, no me preocupó mucho mandarla como exploradora a
reconocer la zona, buscándolo.
Izzy soltó el aire y asintió. —Sí.
Cerré los ojos y sacudí mi cabeza. —Mierda.
—Está dando vueltas por el vestíbulo de la entrada principal. Pero es peor
aún, ese receptor gigante del equipo, el número dieciocho…
—¿DeShone?
Señaló hacia mí. —Sí, él. Está esperando en la escalera a un extremo del
pasillo. También el mediocampista, Tyson, o como sea…
—Tyrell —proporcioné.
—Quien sea. Está en la escalera del otro extremo del pasillo y podría jurar
que hay alguien vigilando la entrada trasera al estacionamiento.
—Qué hijo de puta —siseé, sacudiendo la cabeza—. De verdad quiere
encontrarla, ¿no?
Había reclutado a la mitad del equipo para vigilar el lugar.
—Tampoco se lo está tomando a la ligera. Está preguntándole a las chicas
que entran y salen si la han visto. —Izzy se pasó las manos por la cara antes de
centrarse en Haven y acercarse a ella, con su mirada llena de compasión y
preocupación—. Él puede que quiera encontrarla tanto como ella no quiere que
él la encuentre.
Tal vez. Pero si me salía con la mía, Nicholl no iba a ganar esta ronda.
—¿Está dormida? —pregunté con suavidad, incapaz de realmente ver su
cara por mi cuenta.
Mi hermana sacudió la cabeza. —No. Sus ojos están abiertos y está
respirando, pero está completamente fuera de sí. No creo que siquiera sepa que
estamos hablando de ella.
Sabía lo de la respiración. Podía sentir sus pechos presionados contra el
mío cada vez que inhalaba, y se arrullaba más contra mí cada vez que exhalaba.
Me volvía loco con un deseo que sabía no debía estar teniendo y a la vez me
aseguraba que al menos seguía viva. Pero no sabía que se encontraba despierta.
Eso me preocupaba. ¿Por qué no respondía a nada si seguía despierta?
Mierda. ¿Sabía que había estado jugando con su cabello?
Izzy levantó la mirada hacia mí. —Necesitamos sacarla de aquí, Wick.
Sacarla y alejarla de él. Con el estado en el que está…
—Lo sé. —Apreté mis dientes y cerré los ojos por un momento—. Mierda,
solo…
El sonido de su celular interrumpió mis pensamientos. —Esa maldita cosa
—murmuré, estirando mi brazo entre nosotros. Ya que el teléfono estaba en su
bolsillo delantero, vibraba en contra de mi paquete cada vez que llamaban y ya
había alcanzado mi límite.
Al sacarlo me gané que mi hermana susurrara mi nombre como
reprimenda por haberme familiarizado tanto con el vulnerable cuerpo de Haven
Gamble.
Le fruncí el ceño. —Esta mierda nunca para de sonar. —Al observar la
pantalla, vi el nombre de Nicholl y resoplé molesto—. Mira. —Sostuve el teléfono
frente a Haven—. ¿Quieres contestar?
Como respuesta, se tensó contra mi cuerpo y se aferró a mí con más fuerza
antes de enterrar completamente su cara en mi camisa para no tener que ver el
teléfono.
—Sí, eso pensé. —Le lancé el objeto ofensivo a Izzy, que se revolvió para
agarrarlo contra su pecho—. Apágalo, ¿sí?
La respiración de Haven atravesó el algodón y humedeció mi piel antes
de que girara su cabeza y la dejara de lado, con su oreja descansando contra mi
pulso otra vez. Dejé la palma de mi mano sobre su cabeza y la acaricié con mi
pulgar en disculpa por mostrarle su nombre.
—Vamos a alejarte de él. Lo prometo.
Sin decir una sola palabra, permitió que sus músculos se relajaran como si
mi promesa la hubiese reconfortado.
Parada a un lado de la cama, mi hermana amplió sus ojos hacia mí,
preguntándome en silencio cómo íbamos a lograr esa gran hazaña.
—Si va a llamar a sus amigos para que lo ayuden —dije, sonriendo
mientras levantaba mis caderas para alcanzar mi propio celular del bolsillo
trasero de mis pantalones—, entonces supongo que yo tengo que hacer lo mismo.
Con su agarre sobre mí repentinamente intranquilo, Haven hizo un sonido
de angustia y sujetó un costado de mis costillas con su mano libre para
equilibrarse cuando ambos nos levantamos un par de centímetros.
—Shh. Está bien —murmuré, acariciando su sien con mi mejilla en el
momento que volví a presionarme contra el colchón, bajándonos una vez que
alcancé lo que buscaba—. Solo estaba sacando mi teléfono. Ya terminé.
Y así de simple, volvió a relajarse, solo que mantuvo su mano a mi costado,
sujetándome. Inhalé, intentando que no me afectara, aunque lo hacía, y usé mi
pulgar de la mano con la que sujetaba el teléfono para llamar a Cannon, porque
mi otra mano parecía no ceder en su fascinación con su cabello.
—Oye, hombre, ¿dónde estás? —contestó Cannon—. Pensé que dijiste que
te ibas a conectar para que pudiéramos jugar esta noche.
Cannon era un defensa del equipo y mi mejor amigo.
También estaba obsesionado con todos los juegos de supervivencia que se
han inventado. Generalmente cedía una o dos veces a la semana y jugaba un par
de rondas con él. Y había prometido conectarme para unírmele esta tarde apenas
terminara mi chequeo semanal de hermano mayor con Izzy.
—Cambio de planes —dije—. Estoy en una situación por aquí. ¿Cuántos
de los chicos crees que puedes hacer que nos ayuden? Nicholl tiene a sus ofensas
plantados en Dandridge Hall y necesito sacarnos a Iz y a mí de aquí sin que nos
vean.
Omití a propósito a la novia de quién tenía encima en este momento,
porque no me hallaba seguro de cómo recibiría la noticia.
—¿Crees que alguien se sumaría a una misión de distracción-barra-
rescate?
—Amigo. —Su risa confundida sonó en mi oído—. ¿Qué mierda está
pasando?
—Después te cuento. Ahora mismo, necesito un camino libre desde la
habitación doscientos doce hasta mi camioneta en el estacionamiento trasero.
Velo como un juego de supervivencia en la vida real. ¿Me ayudarás o no?
—Por supuesto que sí. Yo te ayudo, hombre. Dame diez para reunir a la
tropa y enviarte el plan.
—Gracias. Te debo una.
Soltó un silbido por lo bajo. —Más te vale que sea una gran historia, eso
es todo lo que te voy a decir.
—Es algo —fue mi respuesta—. Y oye, intenta que pase desapercibido lo
que están haciendo, ¿sí? No quiero que les sea obvio que me estás ayudando a
mí.
—Diez-cero-cuatro1 —respondió—. Pero, mierda, esta cosa de espía súper
secreto es un poco entretenida.
Rodé los ojos. —Eres tan ñoño. —Y sonreí, porque eso era lo que más me
gustaba de él.
—Sí, sí. Yo también te odio. Te llamo en un minuto.
En cuanto colgó, cerré los ojos y presioné un costado de mi celular contra
mi frente, deseando que esto funcionara. Algo me decía que lo haría. Siempre
podía contar con Cannon. Solo podría ser que no estuviese muy feliz cuando se
diera cuenta de a quién más estaría ayudando en el proceso.
El equipo de fútbol se encontraba muy claramente dividido en dos: los
ofensas y los defensas. Ningún lado se llevaba bien con el otro, así que tenía la
sensación de que mis defensas saltarían a la oportunidad de molestar a algunos

1Código usado por cuerpos policiales y transmisiones de radio para comunicar que se recibió y
comprendió el mensaje.
de los ofensas. Simplemente no me hallaba seguro de cómo se sentirían sobre
ayudar a una chica que creían que pertenecía al equipo enemigo. Por ello había
omitido ese detalle. No podía arriesgarme a que no me ayudaran.
Cannon podría sentirse traicionado por esto, pero me hallaba dispuesto a
arriesgarme y pedirle perdón en lugar de permiso.
De seguro me perdonaría.
Algún día.
—¿Wick? —dijo mi hermana suavemente, recordándome que tenía que
concentrarme en el presente.
—Arma un bolso con ropa y lo que sea que necesites para ir mañana a
clases —le dije—. Vas a pasar la noche conmigo.
Sus ojos se ampliaron con preocupación. —¿Qué? ¿Por qué?
—Tengo la sensación de que Nicholl va a volver, buscándola, y no quiero
dejarte aquí sola lidiando con él, sobre todo con el humor en el que está. Digo,
mira lo que le acaba de hacer a ella, y se supone que la ama, ¿verdad?
Ambos miramos a Haven, que seguía relajada en mis brazos, totalmente
inconsciente de lo que pasaba a su alrededor o, si estaba consciente, no daba señal
de ello.
Izzy comenzó a asentir lentamente, con sus ojos bien abiertos por la
preocupación. —Está bien, sí. —Luego comenzó a hurgar mientras se apuraba a
juntar todo lo que iba a necesitar.
En el instante en que empezó a meter cosas a un tercer bolso, rodé mis
ojos. —Solo lleva lo que puedas cargar en un viaje, porque no vamos a volver por
más.
—Bueno, necesito mi computadora —murmuró molesta, pasando la correa
del bolso sobre su hombro antes de recoger su bolso con ropa, el de los libros, y
luego me envió una mirada desafiante demostrándome que podía llevar todo lo
que había empacado en un solo viaje sin problemas, y por su propia cuenta.
Con un resoplido de asombro, sacudí la cabeza. —Siempre me demuestras
que estoy equivocado, ¿no?
Se encogió de hombros al tiempo que sonreía con orgullo. —Deja de
equivocarte y no tendré que demostrártelo.
Abrí la boca, intentando responderle con algo bueno, cuando mi teléfono
sonó. —Gracia a Dios. —Inhalé al ver el nombre de Cannon—. ¿Cuál es el plan?
—le pregunté al responder.
—Estamos estacionándonos.
—Guau. —Levanté mis cejas, más que impresionado. Cannon de verdad se
metió en esto—. Eso fue rápido.
—Sí, bueno… —Sonaba irritado—. Habríamos llegado antes, pero Bear
tuvo que ponerse su maquillaje y mallas o alguna otra mierda antes de que
saliéramos del departamento.
Pude escuchar en el fondo a Bear diciéndole a Cannon que se jodiera.
Luego, la voz de mi amigo volvió a estar en mi oído. —Danos unos
minutos para marcar un perímetro, luego alguien va a tocar a tu puerta con la
melodía “Una copita de Ojén” cuando estemos listos para el rescate.
—¿Qué melodía? —le pregunté, sin tener idea de lo que hablaba.
—Ya sabes —dijo, como si eso de alguna forma me hiciera saber de qué
hablaba, cosa que no hizo. Luego cantó—: Tan ta ra ran ta. —Hizo una pausa y
añadió—: Tan tan.
Sacudí la cabeza y resoplé. —Solo tú sabrías el nombre de esa melodía.
—Cállate —gruñó, dándose cuenta claramente de lo mucho que quería
molestarlo por ser un ñoño agente secreto. Luego de que alguien en el fondo le
dijera algo y él respondiera, me dijo—: Tengo que irme. Cannon, fuera.
Una vez que colgó, mi corazón latió fuertemente por el desafío que íbamos
a enfrentar. Volví a moverme para poner mi celular en mi bolsillo trasero y miré
a Izzy. —Prepárate para irnos.
Pero mi hermana ya tenía puestos sus zapatos y las tres correas de sus
bolsos sobre sus hombros. Levantó sus cejas en burla, diciéndome en silencio que
se encontraba más preparada que yo, así que la ignoré y llevé mi atención a la
chica en mis brazos.
—Oye —llamé con suavidad—. Ya nos vamos de aquí ¿Crees que puedes
caminar?
No me respondió. Miré a mi hermana, pidiéndole consejo en silencio. Solo
se encogió de hombros.
Mierda.
—De acuerdo —decidí con un asentimiento—. Entonces te voy a cargar.
No hay problema. —No podía pesar más de cincuenta kilos. Podía cargar eso.
Pero primero, tenía que levantarnos—. Em… —Mi cuerpo se agitó al imaginar
todos los lugares en los que tendría que tocarla para levantarnos.
Sentirme atraído por ella iba a hacer esto mucho más incómodo de lo que
tenía que ser.
Solo hazlo de una vez, Webster, me gruñó una voz lógica e impaciente en mi
cabeza.
Cuando tocaran a la puerta, teníamos que movernos, no perder el tiempo.
¿Quién sabía cuánto tiempo tendríamos para salir sin que nos vieran? No quería
que se expusiera a ello más de lo que fuese absolutamente necesario en este
estado. Haría lo que fuera antes de permitir que Nicholl le pusiera siquiera un
dedo encima. Así que, simplemente iba a tener que arriesgarme a un toqueteo
accidental de un pecho o su trasero en el proceso.
Luego de exhalar intentando darme fuerzas, me moví, deslizando una
mano bajo sus muslos (sus muslos firmes y tibios que probablemente podrían
envolver mi cintura con facilidad) y la otra alrededor de su torso, con lo cual, sí,
accidentalmente deslicé todo mi brazo por sus pechos suaves y generosos, y la
dejé sobre su costado.
Intenté hacerlo lo más clínico posible, pero, en serio, ella era tan calentita,
curvilínea y femenina que mi cuerpo reaccionó sin mi permiso. Y se movía tan
dispuesta con todos mis movimientos (confiando en que la mantuviese a salvo)
que afectaba a mi lado protector; hacía que la bestia sacara su pecho con orgullo
y ronroneara por su fe y docilidad completas. Me gustaba ayudarla. Me gustaba
cómo me dejaba ayudarla. Y me encantaba cómo nuestros cuerpos encajaban
entre sí con cada movimiento.
No me sorprendió para nada que tuviese una erección presionando en su
trasero en el momento en que me las arreglé para movernos y sentarme en la
cama con ella en mi regazo, abrazada a mi cuello. Pero, en cualquier caso, era
más que mortificante.
Me congelé, seguro de que se había ofendido y se apresuraría a bajarse o
decirme sin rodeos que era un imbécil, pero no se movió. La pobre chica ni
siquiera había notado mi erección ahí, clavándose insistentemente en ella en
busca de atención.
Maldita sea, su mente de verdad no estaba aquí, ¿verdad?
El enojo invadió mis venas. ¿Qué mierda hizo Nicholl para destruir su
alma a este punto? Repentinamente deseé haberlo golpeado en el pasillo hace
unos minutos, después de todo. Y haberlo golpeado tan fuerte que quedara
marcado.
Tocaron la puerta: primero un golpe lento, dos rápidos, uno lento, luego
una pequeña pausa y terminó con dos golpes lentos. Aunque Izzy saltó y soltó
un chillidito con el primer golpe, la chica en mi regazo no hizo nada. Mi ira hacia
Nicholl se reavivó y mis brazos apretaron su agarre en su novia.
Nunca volvería a hacerle daño.
—Esa es nuestra señal —indiqué, preparándome para levantarme, y pensé
en que debería darle a Haven una última oportunidad de caminar por su
cuenta—. ¿Segura de que no quieres caminar? —le pregunté suavemente.
Comencé a soltar mi agarre bajo sus rodillas para permitir que sus pies se
deslizaran al suelo, pero apretó más sus brazos a mi alrededor, enterró su cara
aún más en mi cuello y acercó más sus rodillas a su pecho, dejándome saber que
no quería que la bajara.
—Está bien —le dije suavemente—. Yo te llevo. No te voy a bajar.
Luego de volver a poner mi brazo bajo sus rodillas, me levanté, y casi me
ahorcó por la fuerza con que se aferró a mí. Llevar el extra de su peso hizo que
apretara mis dientes, pero no era nada que no pudiera manejar, así que asentí
hacia Izzy, que se apresuró a la puerta y la abrió.
El cuerpo grande de Bear llenaba el marco de la entrada, lo que la hizo
retroceder en sorpresa. Pero siendo el gran oso de peluche que era el guardián
de nuestro equipo (de ahí el sobrenombre), Bear solo asintió con respeto hacia
ella y la saludó con: —Pequeña Web.
Todos mis amigos la llamaban de esa manera, así que se relajó de
inmediato y se apresuró al pasillo en el momento que él retrocedió para dejarla
salir. Luego se giró hacia mí, solo para congelarse cuando su boca se abrió un
poco y sus cejas se arquearon.
—Amigo —dijo, parpadeando repetidamente hacia Haven hasta que la
reconoció. Y así de simple, sus cejas bajaron—. Oye, ¿esa no es la chica de Nicholl?
—Vamos —respondí, girándome para que cupiéramos por la puerta y me
adelanté a él—. No tengo tiempo para explicarlo.
—Eh… —Sacudió la cabeza y al fin pareció despertar—. Sí, de acuerdo —
murmuró—. Por aquí, hombre. Roark tiene distraído a Tyrell en la escalera y
como loco por el próximo partido.
Asentí e Izzy y yo lo seguimos hasta el final del corredor, donde abrió la
puerta y miró por la apertura. Se escuchaban las voces de dos chicos hablando
pura mierda mientras discutían sobre Northwest, el equipo con el que teníamos
que jugar este fin de semana.
Frente a mí, Bear hizo una seña con su dedo, diciéndonos que podíamos
seguir, antes de ponerse en la escalera en un lugar en que nos bloqueara de la
vista de Tyrell en tanto mi hermana y yo pasábamos por ahí.
—Oye. —Izzy me tocó la espalda—. Déjame delante de ti. De esa forma
puedo impedir su caída en caso de que pierdas el agarre.
—No voy a perder mi agarre. ¿Qué demonios? —exclamé entre dientes,
incluso mientras me movía más cerca de la barandilla para que mi hermana
pudiera pasar, porque mierda, ¿qué sucedería si perdía mi agarre? Siempre sería
conocido como el idiota que tiró a la chica de Topher Nicholl por un tramo de
escaleras.
Sin embargo, tan pronto como estuvo a la cabeza se apresuró hacia
adelante para poder explorar un poco más el área, dejándonos atrás. Durante
todo el tiempo, Haven Gamble se aferró a mí como si de eso dependiera su vida,
permitiéndome llevarla a quién-sabe-dónde.
Al final de los escalones, José, un compañero seguro del equipo, esperaba
en la puerta de al lado. —Hola, hombre —comenzó cuando nos vio, levantando
la barbilla a modo de saludo—. Estamos listos para irnos. Cannon abrió un
camino ancho y agradable para ti desde aquí, directo a tu… —Pero sus palabras
se desvanecieron cuando miró por encima de Izzy y me vio, al igual que a quién
llevaba—. Guau, ¿qué estás haciendo con la chica de Nicholl?
Le disparé una mirada de no preguntes, pero solo pareció asustarse más
cuando transfirió la atención hacia su rostro. —Mierda. ¿Qué diablos le sucede?
La puerta del exterior se abrió de golpe y Cannon asomó la cabeza.
—¿Alguien mencionó a la chica de Nicholl? —Se acercó a José para mirarla.
Luego me miró con una expresión llena de confusión absoluta—. Um…
—Parece drogada. —José retrocedió de repente, como si ella fuera
contagiosa, solo para lanzarme una mirada de incredulidad—. ¿La drogaste o
algo así?
—Sí, la drogué —respondí dulcemente antes de fruncir el ceño con
malhumor, incapaz de creer que uno de los míos incluso pudiera considerar tal
idea. Entonces exploté—: ¿Es una puta broma? ¿En serio? ¿Crees que la drogué?
—Por supuesto que sabemos que no la drogaste —aplacó Bear en cuanto
bajó los escalones para unirse a nosotros—. ¿Pero quién lo hizo?
Con un encogimiento de hombros, admití: —Que yo sepa, nadie. Estaba
corriendo por el pasillo como un murciélago escapando del infierno cuando salí
de la habitación de Izzy esta noche y se lanzó directamente hacia mí. Parecía estar
desesperada por encontrar un lugar en el que esconderse y escapar del idiota que
la perseguía, así que la dejamos entrar…
—En realidad, se abrió paso a mi habitación —agregó Izzy.
—¿Quién la perseguía? —preguntó José con los ojos muy abiertos por la
conmoción.
Levanté las cejas significativamente. —Te daré tres oportunidades.
—Nicholl —respondieron mis tres amigos con voces sombrías y
expresiones oscuras.
Asentí. —Intentó irrumpir tras ella. Pero lo mantuve afuera e intenté
convencerlo de que realmente no la había visto entrar allí. No estoy seguro de si
me creyó o no, pero se fue, solo para que ella se derrumbara y perdiera su mierda
por completo. Ha estado así desde entonces.
—Bueno, joder —murmuró Cannon, acercándose para estudiarle el
rostro—. Sea lo que sea que él haya hecho, ella no se lo tomó bien.
Entonces levantó la mirada y vi todas las preguntas. Y acusaciones. Parecía
enojado y traicionado de que ya no le haya dicho todo.
Incapaz de soportar el brillo en sus ojos, miré a Haven y la reposicioné en
mis brazos para reforzar mi control sobre su cuerpo. Hice lo que pensé que era
lo mejor para ella, y me negaba a sentirme culpable por ello.
Pero joder, Cannon me miraba como si lo hubiera apuñalado en la espalda
con su propio cuchillo.
—¿Qué crees que hizo? —preguntó Bear.
Sacudí la cabeza. —No tengo idea. Antes de quedarse paralizada dijo que
no era nada físico, pero definitivamente fue algo.
—Diablos, sí, lo fue —coincidió José con un gesto de asombro—. Pobre
chica. —Extendiendo la mano torpemente, le dio una palmadita en el brazo—.
Solo aguanta, mamacita. Te tenemos.
—Entonces, ¿a dónde la llevas? —Quiso saber Cannon, retrocediendo un
paso, su mirada era reservada, como si ya no creyera que podía confiar en mí.
Abrí la boca para responder, solo para darme cuenta de que no tenía ni
idea. Le eché un vistazo a Izzy, quien se veía igualmente perpleja con la pregunta.
—¿Crees que necesita ir al hospital? —preguntó José, alternando su
atención entre nosotros dos.
Se me anudó el estómago, porque realmente no lo sabía. —Creo que está
físicamente bien —comencé. ¿Qué tipo de tratamiento médico le dabas a alguien
que tenía un bloqueo mental?—. Pero no está… —No se hallaba para nada bien,
eso estaba claro.
—Solo necesita un lugar seguro en el que descansar por un rato hasta que
resuelva lo que le sucedió —opinó Izzy.
Asentí, porque demonios, eso me parecía lógico y a nadie más se le había
ocurrido una solución mejor, así que… ¿A dónde diablos íbamos a llevarla hasta
que recobrara la cordura?
—¿Alguien conoce a alguno de sus amigos o familiares? —pregunté.
Todos sacudieron la cabeza. Me moví impacientemente con ganas de
sacarla de allí donde en cualquier momento Nicholl o uno de sus ofensas podían
atraparnos.
Cannon finalmente dio un paso hacia adelante y se dirigió directamente
hacia Haven. —Oye, cariño —dijo, suavizando la voz a un tono casi ridículo—.
¿A dónde quieres ir?
Se apartó de él y se acurrucó más en mi contra. Por lo que murmuré
sonidos consoladores hasta que se quedó quieta.
Cannon levantó las cejas y se encontró con mi mirada. Aunque había una
advertencia y una censura en su expresión, lo que dijo fue: —Parece que quiere
quedarse contigo, amigo.
Un disparo de pura adrenalina corrió por mis venas. Ella me quería.
Pero entonces me di cuenta de lo que sugería Cannon y retrocedí
bruscamente. —No. No puede venir a casa con…
Conmigo.
Esa idea era simplemente una locura.
—Chicos, creo que viene alguien —alertó Izzy, mirando con temor hacia
la escalera.
—¡Vete! —apremió con urgencia Cannon, agarrándome el brazo y
tirándome hacia afuera—. Nosotros nos encargamos de esto. Solo sácala de aquí.
Quién diablos sabe qué harían Nicholl y sus ofensas si nos atrapan con ella.
Asentí y me apresuré hacia la oscura noche con Izzy pisándome los
talones. Hacia la derecha, vi a Polansky, un esquinero que mantenía distraído a
Muldoon, el ala cerrada del equipo.
Izzy corrió hacia adelante y hurgó en una de sus muchas bolsas hasta que
encontró su copia de la llave de mi camioneta para poder desbloquear la puerta
y abrirla.
—Gracias —jadeé mientras colocaba a Haven suavemente en el asiento
trasero. Pero tan pronto como intenté alejarme, gimió y se aferró con más fuerza.
Joder. Comencé a sudar. Honestamente, no quería soltarla. El rol de
héroe/protector estaba causando estragos en mi cabeza. Me gustaba que confiara
en que yo la cuidara. Pero no teníamos tiempo para eso en este momento.
—Tengo que conducir, bebé —le dije; mi voz era frenética y suplicaba
mientras le acunaba el rostro para que me mirara y se concentrara, tal vez incluso
sacudirla para que saliera de ese aturdimiento en el que había caído. Pero todo
lo que hizo fue sacudir la cabeza de un lado al otro antes de que me agarrara las
muñecas, sin querer dejarme ir—. Estarás bien —insté suavemente—. Estaremos
aquí contigo todo el tiempo. No te dejaremos.
Su respiración se aceleró, el pánico aumentó. Cuando movió la cabeza
hacia adelante y hacia atrás más intensamente, juré que comenzaría a llorar de
nuevo en cualquier momento. Se me rompió el corazón. No tenía ni idea de qué
hacer por ella, pero no podía soportar verla llorar como lo había hecho en la
habitación de Izzy. —Haven, tienes que soltarme para que pueda ponerte a salvo.
Por favor.
—Solo entra en la parte trasera con ella —siseó finalmente Izzy, agitando
las manos con ansiedad—. Yo conduciré.
—Mierda. De acuerdo. Buena idea. —Aliviado con la sugerencia, asentí y
me arrastré en el asiento trasero. Izzy nos encerró dentro y se subió al lugar del
conductor, arrojando sus bolsos en el lado del pasajero.
Tan pronto como cerró de un golpe la puerta del conductor y encendió el
motor, miró por el espejo retrovisor y se encontró con mi mirada, riéndose.
—Entonces, ya la apodaste bebé, ¿eh?
La sonrisa de complicidad en su tono me hizo fruncir el ceño. —Cállate.
Simplemente se me escapó.
—Ajá. Por supuesto. Como digas, bebé. —Riéndose por lo bajo, salió del
aparcamiento y se dirigió hacia la calle—. Solo recuerda nunca ponerla en un
rincón, ¿de acuerdo?
Oh Jesús. Le habría gruñido algo petulante sobre lo tonta que era su
broma, pero Haven aprovechó ese momento para arrastrarse sobre mi regazo y
presionarse contra mi pecho.
Mi atención se desvió exitosamente, la abracé más cerca y coloqué mi
barbilla sobre su cabeza.
—Está bien —le dije—. Ya se terminó. Estás bien.
Tranquilizada, se hundió en mi contra con agradecimiento.
Todo el tiempo, sentí como si el horror de esa noche solo fuera el comienzo
para mí. La novia de mi más odiado enemigo venía a casa conmigo (mi enemigo
a quién me encantaría ver siendo miserable y en una eterna agonía) y su chica se
hallaba en un estado tan vulnerable que probablemente me dejaría hacerle lo que
quisiera.
Cuando Izzy nos condujo por el frente de Dandridge Hall, eché un vistazo
por la ventanita lateral trasera y vi al mismísimo Nicholl apoyado en la puerta
principal, viéndose jodidamente preocupado.
Bien. Él no se merecía un momento de paz.
Era de noche y las ventanas de mi camioneta estaban polarizadas, así que
no había forma de que pudiera ver adentro para saber que yo no era el que iba
detrás del volante, pero de todos modos apreté mis brazos con más protección
alrededor de su novia, listo para quitarla de la vista si fuera necesario.
Reconociendo mi camioneta, levantó el brazo y nos mostró el dedo medio.
Oh, sí, no tenía ni la menor idea de quién se encontraba dentro de la cabina
de la camioneta conmigo en ese momento. Enterrando la nariz en el cabello de
Haven, no pude contener la sonrisa mezquina y petulante mientras le robaba la
chica al idiota justo debajo de su nariz.
Supongo que el hijo de puta debería haberla tratado mejor.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Gesi

Haven se había quedado dormida cuando llegamos a mi complejo de


apartamentos.
—Dios, odio tu camioneta —murmuró Izzy desde el asiento del conductor
mientras pasaba por el único lugar de estacionamiento disponible justo enfrente
de mi casa.
—¿Qué haces? —gemí mientras observaba cómo nos alejábamos de mi
edificio—. Había un lugar justo allí.
La idea de llevar el peso muerto de Haven más de una cuadra no era
atractiva.
Pero Izzy gruñó: —Estás loco si crees que puedo estacionar en paralelo
esta enorme monstruosidad en un lugar tan pequeño. Voy a rodear la cuadra y
luego te dejaré en el frente antes de encontrar un lugar más fácil.
Abrí la boca para decirle que no era tan difícil aparcar en paralelo e incluso
ofrecerle consejos, pero la mirada que me lanzó por el espejo retrovisor me hizo
callar.
Así que me conformé con suspirar. —Lo que sea.
Crecer con tres hermanas me había enseñado a cuándo mantener la boca
cerrada para evitar que me sacaran los ojos.
Una vez que completó la vuelta a la manzana, el único lugar disponible
había desaparecido, por lo que se estacionó en doble fila al lado del auto blanco
que lo había llenado. Mi vehículo no contenía cuatro puertas completas, excepto
por la salida de emergencia que no se abría en la parte de atrás hasta que alguien
abriera la de enfrente primero, por lo que tuvo que interpretar el papel de chofer
y abrir su puerta para dejarnos salir.
Cuando nos bajamos, apreté a Haven contra mi pecho y me encontré con
la mirada de mi hermana. —¿Nos puedes abrir el apartamento también? Las
llaves están en mi bolsillo delantero.
Miró a su alrededor; el tráfico era ligero y no había nadie en las aceras, así
que asintió y buscó mi llave ya que la suya estaba en el mismo llavero que la llave
de mi camioneta, que actualmente se hallaba atascada en el encendido.
Dejando mi auto encendido, corrió hacia el bordillo y por el pequeño patio
delantero, luego subió los tres escalones hasta mi porche y abrió mi puerta de par
en par cuando la alcancé.
—Gracias —le dije, rozándola al pasar.
Apenas asintió antes de regresar a mi camioneta.
La observé desde la puerta hasta que se subió en el vehículo y avanzó,
entonces cerré la puerta con el pie y miré a la chica en mis brazos.
Mi pecho se apretó con una emoción que no podía nombrar, así que sacudí
la cabeza, tratando de aclararme, y la llevé al sofá, donde me arrodillé y la
acomodé lo más suavemente posible. Ya que estaba dormida, no se volvió a
agarrar a mí ni trató de mantenerme cerca. Una parte de mí iba a extrañar un
poco esa dependencia, pero el resto de mí se sintió aliviado de que ya no la
necesitara.
Extendí la mano vacilante, luego lentamente agarré un rizo de cabello que
había caído en su cara para colocarlo detrás de su oreja. No se movió, siguió
descansando pacíficamente. Cerré los ojos e incliné la cabeza, contento de que
hubiera terminado de desmoronarse. Honestamente no sabía qué hacer cuando
lloró encima de mí. Ni siquiera tener tres hermanas me había preparado para eso.
Por lo general, cuando necesitaban un abrazo iban y lloraban entre ellas, no
conmigo.
Eso hizo que me preguntara si Haven Gamble había sido la primera
persona que había recurrido a mí en busca de consuelo. Eso creía. No me había
dado cuenta de que sostener a alguien durante su dolor también te afectaba.
Como si cambiara una parte integral de tu composición química o algo así. Me
hizo sentir responsable por ella de la manera más inexplicable.
Arrodillándome a su lado, observé su cara mientras dormía y me di cuenta
de que probablemente iría a los confines de la tierra para evitar que volviera a
derrumbarse de esa forma. Había confiado en mí para mantenerla a salvo, por lo
que ahora una parte de mí era dueña de ese deber.
—Su teléfono no para de sonar —soltó Izzy, sorprendiéndome para que,
finalmente, me pusiera de pie mientras entraba por la puerta principal, hablando
frenéticamente antes de que estuviera completamente dentro. Después de cerrar
la puerta con el pie, tiró todas sus maletas en la primera silla que encontró y luego
sacó un teléfono que sonaba de uno de sus bolsillos—. En serio, Wick. Es una
llamada, un mensaje de texto o uno en las redes sociales tras otro.
—Pensé que lo habías apagado —dije, rascándome la nuca con la
esperanza de ocultar el hecho de que la había estado mirando mientras dormía.
—Lo hice —comenzó—, pero luego empecé a preocuparme de que… no
lo sé. Simplemente se sintió mal mantenerlo apagado cuando en realidad
necesitamos hablar con uno de sus conocidos y decirles dónde está, así que lo
volví a encender, y santo Dios. Topher y otras tres personas trataron de
contactarla en el transcurso desde tu camioneta hasta la puerta principal.
—Debe haber llamado a sus amigos pensando que ella había ido con uno
de ellos. —Dejé escapar un gemido, preguntándome cuántas personas Nicholl
acababa de enviar a su ferviente búsqueda—. El imbécil seguramente los alarmó.
Apuesto a que todos están preocupados en este momento.
—Bueno, deberían. Mírala.
Lo hice y mi corazón se quebró en mi pecho.
Metiendo las manos en mis bolsillos para evitar acercarme a ella y tocarla
de nuevo, sacudí la cabeza y apreté los dientes, preguntándome cómo demonios
había caído todo esto sobre mí. ¿Cómo podía ayudarla? No era en absoluto la
persona adecuada para hacerlo.
—Deberíamos responderle a una de sus amigas —dijo, sonando lógica—.
Alguien debería estar cuidándola ahora mismo. No nosotros.
—Sí, pero ¿en quién deberíamos confiar? —murmuré y seguí mirándola.
No estaba en posición de enviarla con cualquiera—. Si Nicholl los contactó
primero, ¿quién sabe qué les dijo o qué creen que sucedió? ¿Qué pasa si lo llaman
tan pronto los llamemos y ella termina de regreso en sus manos?
Porque esa posibilidad sucedería sobre mi cadáver.
Cuando su teléfono comenzó a sonar de nuevo, Izzy lo miró antes de
iluminarse. —¡Oh! —exclamó y respondió antes de que pudiera detenerla.
—¡Iz! —siseé—. ¿Qué demonios…?
Levantó una mano en mi dirección, ordenándome en silencio que me
callara. —¿Hola?
Maldición. Iba a estrangularla.
—Sí, lo siento. Soy Izzy. Haven no puede atender en este momento. Está…
¿cómo decirlo? Sí, está aquí, pero está… sí, está bien. Físicamente, quiero decir,
pero no está realmente… ¿hmm? Oh, um No. En realidad no la he tratado antes.
Quiero decir, sabía quién era, por supuesto, pero yo… estamos en el apartamento
de mi hermano. Él…
Arranqué el teléfono de su mano, fulminándola con la mirada. —¿Qué
diablos haces?
Tenía los ojos muy abiertos, pero agitó las manos como si intentara
calmarme. —No, shh, está bien. Creo que es su papá. La pantalla decía casa de
todos modos, y…
—¿Y? —exploté—. El hecho de que tengamos una buena relación con
nuestros padres no significa que sea igual para ella. ¿Y si que sepan dónde está
empeora las cosas para ella?
—Yo… —Su boca permaneció abierta un segundo más antes de que se
encogiera—. No pensé en eso. Lo siento. Solo sabía que querría a mamá o papá
en un momento como este, así que asumí…
Sacudiendo la cabeza, miré hacia el teléfono donde la persona que llamaba
posiblemente acababa de escuchar todo lo que habíamos dicho. Definitivamente
podía escuchar a alguien gritarnos a través del receptor.
Genial.
Pasándome nerviosamente la lengua sobre mi labio inferior, miré a la chica
que yacía en mi sofá. Todavía dormía tranquilamente, y haría cualquier cosa por
mantenerlo así. Nadie se le acercaría a menos que ella lo quisiera.
Cerrando los ojos, inspiré profundamente y levanté el teléfono hasta mi
oreja. —¿Hola?
—¿Quién diablos habla? —gruñó un hombre en mi oído—. ¿Y dónde
diablos está mi hija? Si no está bien o incluso le pusiste una mano encima, pedazo
de mierda inútil, lo juro, yo…
—Ella está bien —dije interrumpiéndolo, excepto que no, en realidad no
estaba tan bien, ¿verdad?—. Um… quiero decir, está…
Mierda. ¿Qué le decía a este tipo?
—Sin rodeos, imbécil. ¿Dónde… está… mi… hija?
—Mire —dije lentamente, con calma—, Haven necesita a alguien que la
cuide en este momento.
—Bueno, ese soy yo —gruñó con furia—. Soy su padre. Así que dime dónde
está e iré a buscarla.
—No creo que entienda —respondí—. Me encontraba de visita en el
dormitorio de mi hermana, y cuando abrí la puerta para irme, Haven entró
corriendo desesperada por escapar del idiota que la perseguía. No tenía ni idea
de quién era la habitación; solo necesitaba un lugar seguro en el que esconderse.
Y aunque sé que con mi hermana no somos las mejores personas para ella en este
momento, porque básicamente somos desconocidos, seguiré proporcionando el
espacio seguro que necesita hasta que esté seguro de que alguien en quien confía
y se preocupa por ella venga a buscarla.
—¿No escuchaste cuando dije que era su padre? Chico, no le ocultas a un
hombre su única hija cuando sabe que algo le pasa. Ahora dime dónde está Haven
antes de que yo…
—No lo conozco —interrumpí con una voz dura e inflexible—. Todo lo
que sé es que ella es un desastre emocional en este momento. Y realmente necesita
a alguien que la ame, alguien en quien confíe, que venga a cuidarla.
—Puede confiar en mí. Amo a esa niña más que a mi propia vida. Moriría
por ella. Y ciertamente no tengo reparos en atravesar este teléfono de mierda y
estrangularte hasta la muerte si no me dices dónde está.
—Señor, no quiero molestarlo. En serio, sinceramente espero que sea la
persona que ella querría en este momento. Pero ahora no puede hablar para
decírmelo. Antes de que se desmayara se encontraba tan angustiada que dejó de
contestar a cualquier cosa que mi hermana o yo le dijéramos. Entonces, mientras
esté en esa condición, no la voy a entregar a nadie. No me importa cuánto ADN
pueda compartir con ella. Los padres también pueden lastimar a sus hijas, y no
dejaré que nadie más la lastime esta noche.
—Jesucristo. —Su padre se atragantó—. ¿Ella realmente…? Ella… ¿Qué le
pasó? ¿Sabes quién la estaba persiguiendo?
—Sí —dije lentamente, haciendo una mueca de dolor porque no me
encontraba tan seguro de poder decirle esta parte, incluso mientras admitía—:
Era su novio.
—¿Topher? —dijo; su shock era evidente—. ¿Estás seguro?
—Es lo único de lo que estoy absolutamente seguro. Él causó esto.
—Hijo de… Pero… —De hecho, podía escuchar su sorpresa y confusión
transformándose en rabia—. Oh, diablos, no. ¿Ese hijo de puta llamó aquí,
buscándola, actuando todo preocupado y asustándonos, y fue quien hizo esto?
¿Qué demonios le hizo?
—No lo sé. —Sacudiendo la cabeza, miré hacia la chica en mi sofá. Sus
párpados cerrados se veían oscuros y magullados por la cantidad de llanto que
derramó en mis brazos—. Pero ella no está en un buen lugar.
—Vale, vale —dijo con la voz ronca y quebrada—. Mierda. —Resopló un
sollozo y luego añadió—: Aquí. Habla con mi esposa. No creo que pueda… joder.
Mi pequeña no.
Un momento después una voz femenina y entrecortada decía: —¿Hola?
—Señora —dije en voz baja, empezando a sentirme como un imbécil por
hacer llorar a su padre.
—Habla la madre de Haven —dijo la mujer, deteniéndose cada pocos
segundos para recuperar el aliento, como si también tuviera problemas para
respirar—. Mi nombre es Sarah. ¿Cómo… cómo está ella?
—Está durmiendo en mi sofá en este momento. Antes de eso tenía los ojos
abiertos y parpadeaba, pero no parecía realmente presente.
—¿Se ve como si… como si la hubieran golpeado o lastimado de alguna
manera? ¿Necesita ir al hospital?
—No —dije, haciendo una mueca de dolor incluso cuando lo decía,
porque no estaba tan seguro—. Quiero decir, no creo que necesite ir al hospital.
Antes, cuando todavía hablaba, dijo que él no la había lastimado físicamente.
Creo que todo esto solo es un trauma emocional.
—Bien, entonces. Al menos sabemos con qué estamos tratando. Brandt, mi
esposo, dice que no nos dirás dónde está hasta que te convenzamos de que somos
buenos padres.
—Lo siento —empecé, haciendo una mueca—. Estoy seguro de que lo son.
Solo quiero estar…
—No, está bien. Tu precaución me tranquiliza un poco, en realidad. Estará
en buenas manos hasta que podamos llegar a ella. ¿No es así?
—Por supuesto. —Agité mi cabeza enfáticamente.
Se detuvo un momento antes de preguntar: —¿Qué necesitas saber para
convencerte de que la cuidaremos?
—Uh… —Mierda, no tenía idea de qué preguntar—. No lo sé —confesé
sin convicción.
Iba a pedirles que nombraran su color favorito o su primera mascota,
mierda por el estilo, pero no habría manera de que supiera si la respuesta era
correcta. Y además, ¿saber algo de eso probaría honestamente que fueron buenos
padres o que Haven los querría aquí? No estaba seguro.
Cuando no respondí por un momento, preguntó pacientemente: —¿Cómo
te llamas?
—Wick —le respondí automáticamente.
—Wick Webster, ¿el defensa? —Sonaba sorprendida.
Me aparté, un poco sorprendido también. —Oh, sí. Esa es mi posición. —
¿Cómo lo sabía?
—Estás en el equipo con Topher —continuó—. Brandt ve sus partidos.
De acuerdo, eso tenía sentido. Entonces me encogí, dándome cuenta de
que acababa de vincularme con el tipo que había lastimado a su hija. Encantador.
Ahora nunca iban a confiar en que yo la cuidaría.
—Brandt le mencionó tu nombre a Topher una vez, sobre lo buena que fue
la temporada que tuviste este año.
—Oh —dije, con mi voz cada vez más pequeña. Porque, oh, mierda—.
Apuesto a que eso resultó de maravilla.
Mi sarcasmo la hizo reír. —Sí —concordó—. Topher tenía mucho que decir
sobre ti.
Doble mierda. Probablemente se estaban volviendo locos pensando que
era el demonio encarnado, todo por culpa del maldito Topher Nicholl. No había
manera de que alguna vez dijera algo bueno de mí.
—Apuesto que sí. —Me cubrí con inquietud y miré a Izzy, quien me
observaba con los ojos entrecerrados, como si tratara de escuchar lo que se decía
al otro lado de la línea. Alejándome de ella, agregué—: Topher y yo no nos
llevamos exactamente bien.
—Oh… eso concluimos.
Me estremecí. —Si los hace sentir mejor, no creo que sea tan malo como
estoy seguro de que me hizo sonar.
—Ciertamente espero que no —respondió—, ya que tienes a nuestra hija.
Triple mierda. —Pueden venir a buscarla —solté, maldiciéndome
internamente, incluso cuando cedí porque no quería que esto fuera una jugada
equivocada. Quería lo mejor para Haven; solo deseaba saber lo que era eso. Antes
de que pudiera pensar en un plan mejor, recité mi dirección, porque la verdad su
madre me asustaba muchísimo. Su amable, constante y contundente honestidad
era desconcertante.
—Gracias, Wick —me dijo amablemente la señora Gamble—. Estaremos
allí dentro de una hora.
Y luego colgó.
Cerrando los ojos, elevé una oración con la esperanza de no haberlo
arruinado.
Traducido por Joselin & Jadasa
Corregido por Gesi

Cincuenta y tres minutos más tarde, sonó un fuerte golpe en la puerta de


mi apartamento, disparándome desde mi asiento donde había estado jugando a
Gardenscapes en mi teléfono.
Momentos antes estuve tentado a eliminar la aplicación, porque el nivel
de dispersar la miel me desquiciaba. Pero la espera de los padres de Haven me
ponía tan ansioso que seguí con este juego que adormece la mente y emparejé
tres líneas de fruta contra la maldita miel, de todos modos, golpeándola como si
estuviera luchando contra un incendio forestal que se aproximaba. Y muriendo
en cada ronda.
Dejando mi teléfono mientras la miel consumía una hoja y una pera, me
dirigí a la puerta. Izzy se levantó de donde se encontraba sentada al otro lado de
la habitación con las piernas cruzadas y escribiendo locamente en su portátil.
Le eché una mirada de advertencia cuando trató de seguirme. —¿Por qué
no te quedas atrás? Probablemente todavía estén enojados conmigo por haberlos
metido en este mal rato. —No quería que su ira se trasladara a mi hermana.
Poniendo los ojos en blanco, se lanzó a mi alrededor. —Vaya, Wick. A
veces eres tan dramáticamente sobreprotector. Estaré bien. —Y antes de que
pudiera detenerla, abrió la puerta de par en par—. ¡Hola! Usted debe ser el padre
de Haven. Soy Izzy. Izzy Webster, la hermana de Wick. Pase.
Sacudí la cabeza y miré hacia el techo buscando paciencia mientras el
padre de Haven entraba en mi apartamento. Era alto, solo uno o dos centímetros
más bajo que yo, con cabello oscuro y ojos más azules que los de su hija. Tenía
una presencia sólida, nada de él era suave o generoso, lo que me decía que, si
decidía venir hacia mí por haberle ocultado inicialmente a su hija, probablemente
me dolería. Mucho.
Después de mirar a Izzy como si no pareciera saber cómo tratarla, asintió
respetuosamente antes de que su mirada se elevara hacia mí. Con los ojos
entrecerrados y una expresión endurecida, preguntó: —¿Dónde está mi hija?
Hice un gesto hacia el sofá con la cabeza, y concentró su atención en esa
dirección. Dejando escapar un gran suspiro de alivio, tropezó hacia ella y cayó
de rodillas a su lado.
—HayHay. —Reverencialmente extendió dedos temblorosos y le tomó
suavemente el pelo.
Ella se despertó con su toque, aspirando y agitando sus pestañas. Cuando
se enfocó en él, intentó sentarse mientras murmuraba un confundido: —¿Papá?
—Oh, niña. —Se atragantó, tirándola en sus brazos y estrechándola con
fuerza—. No tienes idea de lo feliz que estoy de verte. Tu mamá y yo nos
asustamos.
—¿Sí? —Le dio una palmada en el hombro para tranquilizarlo—. Pero,
¿por qué? Estoy bien. Yo... —Luego miró a su alrededor y frunció el ceño,
aturdida. Mis entrañas se tensaron cuando contempló mi sala. Sacudiendo un
poco la cabeza, admitió de manera vacía—: No tengo idea de dónde estoy ni de
cómo llegué aquí.
—¡Oh! Puedo responder eso —dijo Izzy, agitando la mano para llamarle
la atención—. Te trajimos aquí. Y este es el apartamento de Wick.
—¿Wick? —Haven la miró con el ceño fruncido, como si tratara de
averiguar quién era ella antes de enfocarse en mí. El reconocimiento iluminó su
mirada de inmediato y sus ojos se ensancharon—. Oh. —Sacudió la cabeza, como
si intentara aclararla.
Reconocí el momento exacto en que recordó todo lo que pasó, porque sus
mejillas palidecieron de todo color.
Volviéndose a su padre, inmediatamente dijo: —Dios, lo siento mucho. No
tenías que venir hasta aquí solo por esto. Es un viaje como de hora y media, papá.
Y con mamá... —Se detuvo de repente y entrecerró los ojos para mirar alrededor
de la habitación una vez más—. ¿Dónde está mamá?
—Está... ah, mierda. —Se levantó de un salto—. Seguro ya está a mitad de
camino hacia la puerta. Le dije que volvería tan pronto como me asegurara de
que todo fuera seguro aquí. Pero la conoces. ¿Por qué me escucharía?
Haven se levantó del sofá y lo siguió mientras corría hacia la salida. —¿Por
qué no sería seguro aquí? ¿De qué hablas? ¡Papá! ¿Qué está pasando? —preguntó
justo antes de que abriera la puerta y soltara un suspiro agravado.
—Te dije que volvería por ti —comenzó irritado, dirigiéndose a quien
fuera que estuviera del otro lado—. ¿Cómo diablos subiste los escalones?
Haciéndose a un lado, dejó entrar al recién llegado y mis ojos se
agrandaron de sorpresa cuando una mujer en silla de ruedas entró en el
apartamento.
Su mirada enfurecida estaba dirigida hacia el hombre mientras respondía:
—Te sorprenderían las cosas que una madre hace para llegar a su hija. —Luego
se deslizo rápidamente sobre su pie.
A propósito.
Tirando su zapato hacia atrás, el padre de Haven gritó: —¡Ouch! Mierda
—y saltó de dolor—. ¿Qué demonios, nena?
Su esposa simplemente resopló. —Supongo que no deberías haberme
dejado en la furgoneta. —Luego, ignorándolo por completo, se volvió para
centrarse en su hija y su ceño fruncido se convirtió en simpatía—. Oh, cariño —
susurró.
—Mamá. —Su labio inferior temblaba cuando avanzó y se subió a la silla
de ruedas, directamente en el regazo de su madre, quien la envolvió con brazos
temblorosos y la acercó—. Topher me engañó —sollozó Haven, enterrando la
cara en el cuello de su madre.
—Qué hijo de puta —siseó su padre, arrodillándose para poder ponerle la
mano en su espalda. Cuando se encontró con la mirada preocupada de su esposa
por encima del hombro de Haven, su disputa conyugal pareció disolverse para
que la miseria de su hija pudiera ocupar un lugar central.
—En mi dormitorio —continuó, su voz amortiguada contra el hombro de
su madre—. Con mi compañera de cuarto. Llegué a casa, y estaban allí, desnudos
en el sofá, aún... ya sabes... en medio de todo. Y... y... tuvo que retirarse de ella
para... —Las palabras le fallaron mientras respiraba entrecortado—. Fue horrible.
Fue tan horrible.
—Joder —dije en voz baja, mis manos apretadas fuertemente en puños a
mis costados mientras la observaba tratar de recuperarse. A mi lado, Izzy agarró
mi brazo como si tratara de consolarme.
—Pensé que estaba viendo cosas —se atragantó—. Parecía tan imposible
e increíble, y sin embargo... —Se cubrió la cara con las manos mientras negaba
con la cabeza y miraba entre sus padres—. Todo lo que sé es que no puedo volver
allí. No volveré a ese apartamento.
—Por supuesto que no lo harás —le aseguró su madre, acariciándole el
cabello—. Iremos a buscar tus cosas y no regresarás al edificio.
Comenzó a asentir hasta que se detuvo. —Sin embargo, no traigan el sofá
—ordenó—. Ya no lo quiero.
—Podría prenderle fuego —anunció su padre, muy serio.
Haven le sonrió temblorosamente hasta que más lágrimas cayeron por sus
mejillas. —Oh, papá. Me siento tan estúpida. —Se levantó del regazo de su madre
para abrazarlo.
La atrajo hacia él y la meció hacia adelante y hacia atrás mientras le
acariciaba el pelo. —No eres estúpida —ordenó con dureza—. Nunca pienses
eso.
—Pero, ¿cómo no lo supe ni lo vi venir, o incluso lo sentí un poco? Quiero
decir, sabía que él era... ya sabes. Era Topher, pero esto... esto me cegó. Y... y... y
luego creo que reaccioné exageradamente. O sea completa, desmesurada y
exageradamente loca. Las personas se separan y son engañadas todo el tiempo,
¿verdad? Pero llevé mi reacción al extremo. Estaba tan molesta que me desmayé,
y ni siquiera recuerdo cómo llegué aquí. No puedo creer que fuera tan débil y
patética, o que...
—Oye, shh —regañó su padre con una voz suave pero severa—. No eres
débil ni patética. Todos nos desmoronamos a veces. Especialmente cuando nos
arrancan nuestro cimiento. Diablos, sostuve a tu madre mientras se desmoronaba
en mis brazos, y tú y yo sabemos que es la persona más fuerte que existe.
—Eso es verdad —murmuró, mirando a su madre mientras se limpiaba la
nariz con el dorso de la mano—. Realmente lo es.
—Y he hecho lo mismo por tu padre —agregó su madre con una suave
sonrisa—. El punto es que encontramos una manera de levantarnos después de
que nos caímos.
Haven asintió como si intentara reforzar su resolución, solo para que su
cara se desmoronara cuando admitió: —No puedo creer que me haya derribado
en primer lugar. No literalmente, por supuesto —se apresuró a agregar cuando
su papá se tensó y curvó su boca en un gruñido—. Ya saben, metafóricamente.
No puedo creer que me hiciera esto. Pensé... —Sacudió la cabeza sin poder hacer
nada. Entonces su barbilla tembló—. Pensé que nos amábamos.
Algo ácido se agitó en mi estómago mientras esas palabras resonaban en
mi cabeza. Apartando la mirada, porque de repente sentí como si estuviera
entrometiéndome en un momento privado, toqué el brazo de Izzy para llamar su
atención.
Cuando levantó la vista, sacudí la cabeza hacia un lado, silenciosamente
diciéndole que teníamos que ir a otro lugar. Pero tan pronto como dimos un paso
hacia el pasillo, la mamá de Haven nos vio.
—Tú debes ser Wick —dijo antes de que su mirada se moviera hacia mi
hermana y se suavizara—. E... Izzy, ¿correcto?
—Sí, señora. —Izzy asintió con la cabeza como un cachorro ansioso—. Es
un placer conocerla, señora Gamble. Lo lamento, eh... —Hizo una mueca cuando
me miró, y luego regresó su atención a la madre de Haven—. Lo lamento por
haberle hecho pasar tantos obstáculos antes de decirles dónde estaba Haven.
—¿Obstáculos? —repitió Haven con confusión cuando se soltó del abrazo
de su padre y se puso de pie, mirando a Izzy y luego a mí.
—Sí, tu amigo es un verdadero encanto —respondió el señor Gamble con
amargura, frunciéndome el ceño mientras se ponía de pie también—. Después de
que Topher nos llamó buscándote y dándonos un susto de muerte, tratamos de
comunicarnos contigo en tu celular, pero estos dos respondieron. Y se negaron a
decirnos dónde estabas, o tal vez debería decir que él se negó, hasta que le
demostramos que éramos buenos padres y que te cuidaríamos.
—¿En serio? —Al parecer divertida por eso, soltó una carcajada y se volvió
hacia mí—. Lamento haberme perdido esa conversación.
Cuando hizo contacto visual conmigo, me sentí atrapado y diseccionado.
Casi me hizo ansiar y extrañar esos pocos momentos en que perdió la cabeza y
me necesitó con tanta fuerza, porque la chica que me estaba mirando ahora nunca
necesitaría nada de mí. A pesar de estar tan angustiada era capaz, compuesta y
completamente independiente. Y vio demasiado. Me vio... a mí, como si me
hubiera desnudado hasta convertirme en un hueso crudo y desnudo, exponiendo
cada defecto y deficiencia que alguna vez tuve o podría tener.
Mi noble y heroico momento definitivamente había acabado.
De repente, su padre se interpuso entre nosotros, como si tratara de cortar
la fuerza de nuestra mirada. —Sí, en serio. Y como quiera que sea, parece que al
menos cumplió con su palabra y te vigiló hasta que llegamos.
—Sí —murmuró Haven vagamente, mirándose para asegurarse de que
realmente estaba bien—. Supongo que lo hizo. —Entonces frunció el ceño y
levantó el pie—. Excepto que perdí mi sandalia.
—¡Oh! —Izzy se lanzó hacia adelante con un movimiento rápido mientras
corría hacia la pila de bolsas en la silla en la esquina—. La metí en una bolsa para
ti. Como Wick te llevó, realmente no la necesitabas y, además, no tuvimos mucho
tiempo para ponértelas. Tuvimos que movernos rápido y sacarte del edificio sin
ser detectados, porque tu novio, quiero decir, Topher, y algunos de sus amigos
estaban vigilando Dandridge Hall, buscándote por todas partes.
—Espera. ¿Topher hizo que sus amigos me buscaran? —Se estremeció
alarmada por la noticia mientras Izzy le devolvía el zapato. Cuando lo tomó, la
miró aturdida durante un momento antes de levantar la vista hacia mi hermana
y abrazar el zapato contra su pecho—. Tuvieron muchos problemas para
ayudarme a alejarme de él, ¿verdad?
—Bueno... —Izzy se encogió de hombros, como si de repente se sintiera
tímida—. Dijiste que no querías hablar con él.
Haven asintió. —No quería hacerlo. Gracias.
Izzy me miró. —En realidad, fue Wick quien hizo la mayor parte del
trabajo para sacarte de allí.
—Oh. —Haven me miró de nuevo. Sin embargo, no me agradeció. Solo me
miró como si tratara de descifrarme. No sabía cómo carajo responder, o incluso
si se suponía que debía hacerlo, así que solo le devolví la mirada.
Lo que parecía asustar a su papá. Una vez más se colocó entre nosotros
antes de agarrarle el brazo. —Bueno, gracias por mantenerla a salvo hasta que
pudiéramos llegar. —La giró hacia la puerta—. Pero lo haremos desde aquí.
Haven se detuvo, frunciéndole el ceño. —No, vaya. ¿A dónde van a
llevarme? No regresaré a allí.
—Lo sé. Así que vienes a casa con nosotros. —El señor Gamble abrió la
puerta y luego tomó una de las agarraderas de la silla de su esposa.
Excepto que Haven se apartó de su alcance, sacudiendo la cabeza. —No.
Lo siento, pero tampoco puedo ir a casa esta noche. Tengo clases mañana. Estoy
a la mitad de un semestre. Papá, yo... no puedo.
Asintió como si estuviera de acuerdo, incluso mientras se estiraba para
volver a agarrarle el brazo. —No te preocupes. Solo te quedan dos días esta
semana. Dos días no cambiarán nada. Podemos hablar sobre el resto de tu
semestre este fin de semana. En casa.
—Pero no me voy a casa —insistió en voz baja, su mirada pedía disculpas
mientras lo estudiaba—. ¿No lo entiendes? No puedo —repitió con más fuerza—.
Me niego a dejar que él me envíe corriendo a la seguridad de mis padres con la
cola entre las piernas. No hará que me desmorone y no me quitará mi educación.
Tengo que quedarme aquí, en la ciudad, e ir a clase mañana.
—Dios —murmuró su padre con los ojos llorosos mientras apretaba el
puño contra su boca—. Siempre tienes que ser mi niña valiente y obstinada,
¿verdad? —Luego se volvió hacia su esposa—. Sarah, hazla entrar en razón, ¿sí?
No tiene que recuperarse de esto en una jodida noche.
—Y estoy segura de que no lo hará —respondió la señora Gamble,
sonriéndole a su hija como si estuviera orgullosa de ella antes de estirar una mano
para felicitarla por su audacia.
Haven tomó los dedos de su madre y apretó. —Mamá.
—¿Dónde exactamente te vas a quedar? —le preguntó—. Dado que no
regresarás a tu dormitorio.
—Yo... —Pareció repentinamente perdida y su pecho se agitó como si
pudiera comenzar a hiperventilar—. No sé —casi susurró. Sus dedos temblaban
mientras se tomaba los lados de su garganta—. Puedo llamar... a alguien. Una de
mis amigas. Excepto…
—¿Excepto qué? —animó su papá.
Negó con la cabeza y se encogió. —Todos mis amigos en estos días son
parte del grupo de Topher. Y si los llamo, podrían llamarlo. Pero yo solo... —
Levantó las manos y dio un paso atrás—. No quiero tratar con él esta noche.
—Podría llamar a Mason —sugirió su madre—. Es la familia más cercana,
está a solo media hora. Él y Reese te acogerán por la noche y aún podrás llegar a
clase por la mañana, no hay problema.
Pero Haven siguió sacudiendo la cabeza de un lado a otro, rechazando esa
idea también. —Simplemente... siento que no debería ir con mi familia en este
momento.
—¿Qué? —Sus padres explotaron juntos.
—¿Por qué carajos no? —exigió su papá.
—Eso es ridículo —agregó su madre—. La familia es el primer lugar al que
recurres en una situación como esta.
—Sí, pero... —Sus ojos se volvieron enormes, suplicantes y miserables—.
Tengo que hacerlo de esta manera. Tengo que hacerlo por mi cuenta, o yo... —Su
voz se quebró cuando se dirigió a ambos—, o sé que voy a depender demasiado
de ustedes. Se convertirán en mis muletas y nunca volveré a recomponerme. Pero
no quiero hacerles eso. No quiero hacerme eso. Entonces... tengo que quedarme
en la ciudad esta noche o me derrumbaré por completo. Esta es la decisión
correcta. Lo siento en mis huesos.
—Valentía estúpida y obstinada —murmuró su padre por lo bajo mientras
se pasaba la mano por el pelo. Luego se volvió hacia su esposa, frunciendo el
ceño.
Simultáneamente dijeron: —Lo heredó de ti.
Haven soltó una carcajada acuosa. —Ustedes dos —comenzó, sacudiendo
la cabeza con afecto, solo para que las lágrimas brillaran en sus ojos—. Los amo
tanto. Y, por supuesto, mi primer impulso es ir con ustedes y dejar que me
cuiden. Pero esto es como una prueba para ver si tengo lo necesario para manejar
mis propios problemas.
—Pero, ¿dónde te quedarás? —repitió su madre.
—Todavía no lo sé. —Parecía una niña indefensa cuando se abrazó a sí
misma con los hombros encorvados—. Solo denme un segundo para pensar.
No podía soportar verla derrumbarse de nuevo, así que me volví hacia
Izzy suplicantemente. Ella no tenía una compañera en su dormitorio. Por lo
general, simplemente tiraba su ropa en la cama de repuesto. Aún estaba en el
mismo edificio que su último apartamento, por lo que apostaba que Haven
podría ser transferida a su habitación sin ningún problema.
Excepto que cuando Izzy levantó la mano para llamar la atención de todos,
lo que dijo fue: —Wick ha estado buscando un compañero de cuarto.
Esperen, ¿qué?
Mi boca se abrió. —¡Izzy! —jadeé con incredulidad. ¿Qué demonios estaba
haciendo? Eso no era lo que se suponía que debía decir.
—¿Qué? —preguntó a la defensiva—. Es verdad. Me lo estabas diciendo
esta noche, lo ajustado que sería tu presupuesto hasta que encontraras a alguien
más a quien subarrendarle la habitación extra.
—Sí, pero…
—¿Hay una habitación extra aquí? —preguntó Haven, y la esperanza
curiosa en su tono me hizo mirarla como si estuviera tan loca como mi hermana.
—Claro que sí. Y también es de un tamaño bastante decente —respondió
Izzy, rebotando como lo hacía cuando se emocionaba—. ¿Quieres verla? No hay
baño privado, pero la habitación de Wick tiene uno que él usa, así que estoy
segura de que puedes usar el baño de invitados en el pasillo y tenerlo solo para
ti, tiene una ducha y bañera completa, así que no tendrían que compartir baño.
Haven parpadeó antes de murmurar con asombro: —¿Podría tener mi
propio baño?
—¡Sí! Totalmente. —Izzy asintió con una sonrisa ansiosa—. Ven. Te
mostraré los alrededores.
—Um... —Levanté la mano para entrometerme.
Pero Izzy ya la llevaba por el pasillo y explicaba: —Yo misma me mudaría
si no fuera obligatorio para los estudiantes de primer año quedarse en los
dormitorios si no viven en casa.
Cuando desaparecieron de mi vista, me giré hacia los padres de Haven,
pensando que respaldarían mi reticencia a un plan tan ridículo, porque no era
posible que Haven viviera aquí. De ninguna manera. Jugar al héroe y abrazarla
mientras se derrumbaba era una cosa, ¿pero vivir con ella? Eso era lo más loco
que había escuchado. Simplemente... no podría suceder.
Pero, por extraño que parezca, sus padres no parecían tan horrorizados
como pensaba que lo estarían, lo que me asustó mucho.
—Um... —repetí, sin estar seguro de qué decir, pero sintiendo la necesidad
de expresar mi renuencia en voz alta. E insistentemente.
—No habías considerado la idea de tener una compañera de cuarto, ¿no?
—adivinó su madre, aparentemente más divertida que alarmada.
—No —respondí, sacudiendo la cabeza lentamente—. No lo había hecho.
En absoluto.
Su padre asintió, mirando alrededor como si estuviera reflexionando la
idea en su cabeza. —¿Haces muchas fiestas aquí?
—No. Nunca.
Esperen. ¿Por qué le respondía? Demonios, ¿por qué le estaba contestando
honestamente? Debería estar asustándolo.
Pero, ¿por qué demonios no estaba ya asustado? ¿Nicholl no les había
dicho suficiente mierda desagradable cuando me estuvo criticando?
Así que pregunté sin rodeos: —¿Por qué parecen que estar considerando
la idea? ¿No me odian?
Sí, recuerden el odio. Por favor, recuerden que me odian
El señor Gamble se rió como si estuviera sorprendido. —Oh, no estamos
considerando nada, ya que no somos los que nos mudaremos. Haven sí, y ella
toma sus propias decisiones, nos guste o no. Además, ¿cómo podríamos odiarte?
Ni siquiera te conocemos.
—Pero ayudaste a nuestra hija en su momento de necesidad —agregó su
esposa—. Y eso significa mucho para nosotros.
—¿Qué hay con las drogas? —continuó su marido, todavía raramente
considerando la idea—. ¿Alcohol? —Terminó de examinar la habitación y asintió
como si estuviera satisfecho con lo bien que se había construido, luego volvió a
mirarme con una expresión de intenso análisis—. ¿Mujeres?
—Papá, por favor —gimió Haven cuando regresó a la sala de estar con
Izzy caminando detrás suyo—. A todos los miembros del equipo les hacen el
examen para detectar drogas cada dos semanas. Y, honestamente, nunca he visto
a Wick en una fiesta con el resto de los chicos. Así que probablemente beba menos
que yo. Y las mujeres... —Con un encogimiento de hombros, agregó—: Eso
tampoco debería ser un problema. Escuché que era gay. —Entonces me señaló y
entrecerró los ojos—. Solo no te acuestes con ninguno de mis novios y serás mejor
compañero de cuarto que la última que tuve.
Mi boca y mandíbula se abrieron, pero no hubo palabras.
A mi lado, Izzy soltó una risita antes de anunciar: —Wick no es gay. ¿Qué
rayos te dio esa idea?
—Yo... —Parecía momentáneamente desconcertada antes de sonrojarse—
. Oh, Dios mío, lo siento mucho. Juro que Topher dijo que eras...
—¿Topher? —La interrumpí con un resoplido mientras sacudía la cabeza.
Sí, el bueno de Topher—. Estoy seguro de que lo hizo —murmuré con amargura,
solo para encontrarme con su mirada—. Pero... no, lo siento. No soy gay.
Salvo que no lo lamentaba en lo absoluto, porque sinceramente esperaba
que mi nueva condición revelada de heterosexual pudiera descarrilarla de esta
loca idea en la que estaba montada.
Pero todo lo que hizo fue inclinar la cabeza, estudiándome. —Entonces,
probablemente jamás me llamaste troll con cara de caballo, ¿verdad? —murmuró
pensativamente.
Inhalé. —¿También te dijo eso? —Cuando asintió, sacudí la cabeza
lentamente, incapaz de comprender lo que escuchaba—. ¿Y en serio le creíste?
—Bueno. —Se encogió de hombros—. No tenía ninguna razón para no
hacerlo.
—Pero tienes un espejo, ¿verdad? —respondí secamente. Tenía que saber
que era lo suficiente hermosa como para robarle el aliento a un chico—. Cómo
puedes honestamente no saber que eres hermo...
Interrumpiéndome bruscamente, cerré la boca para evitar elogiar a la
novia de mi archienemigo, eh, perdón, ex novia, y dirigí mi atención a sus padres,
donde su padre arqueaba las cejas como si me desafiara a terminar la frase y su
madre se veía como si pudiera estallar de risa en cualquier momento.
Con los dientes apretados, regresé mi atención a Haven, cuya boca se
había abierto mientras me miraba boquiabierta.
—El punto es —gruñí, intentando volver a encarrilarme e ignorar cómo
todos esperaban que terminara de decirle a Haven Gamble lo exquisita que creía
que se veía—. No soy gay. Ni ciego.
Puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiro. —Y no me importa;
simplemente no tengas relaciones sexuales en la sala cuando estoy en la casa y
deberíamos estar bien. ¡Oh! —Chasqueó los dedos, luego me señaló—. Y trata de
no comer la comida que específicamente marco como mía. Mi última compañera
tenía la mala costumbre de hacer eso también. La perra —gruñó en voz baja—.
Nunca podía quitar sus sucias manos de mis cosas.
Negué con la cabeza. Maldita sea. Había estado contando con mi condición
de heterosexual para asustarla.
—Sí, no creo que tengas que preocuparte por Wick —anunció Izzy
lentamente—. Es muy reservado. Ensimismado. Y tiene tres hermanas, ningún
hermano, por lo que personalmente puedo asegurar que es muy respetuoso con
las cosas de las chicas. No es ajeno a los sostenes o los tampones que están por
ahí, aunque ustedes ni siquiera compartirán un baño o una habitación, de manera
que eso no será un problema. Y siempre ha sido respetuoso con la comida de los
otros. —Poniendo los ojos en blanco dramáticamente, terminó con—: Charlie es la
gran ladrona de comidas en nuestra familia. Es tan molesta.
Haven parpadeó, obviamente jamás había interactuado con Izzy. Entonces
dijo: —Está bien, gracias. Eso suena bien. —Se dio la vuelta hacia mí—. Entonces,
¿cuánto es el alquiler?
—Pero... —comencé, solo para apartar la mirada porque con la suya
enfocada en mí y sus ojos tan grandes, hermosos y suplicantes, era difícil
concentrarse, lo cual me hizo recordar la razón número ocho mil seiscientos
noventa y tres de por qué no podía ser mi compañera de cuarto.
No podía vivir con alguien que me atraía tanto; jamás sería capaz de
relajarme... o concentrarme... o de respirar correctamente. Esta era mi casa; el
único lugar donde podía alejarme del resto del mundo y… no preocuparme por
nada. Si estuviera constantemente en guardia, ¿en qué diablos se convertiría mi
vida? La mera perspectiva envió una descarga de pánico directamente a través
de mi pecho.
Pero, ¿cómo en nombre de Dios se lo expresaba a la chica, especialmente
con sus padres parados allí mirándome? Deseaba poder simplemente sacar la
guía del introvertido y señalar el mandamiento número uno: no invadirás el
espacio privado de los afligidos.
Entonces su madre fue y dijo sin rodeos: —Nos damos cuenta de que estás
renuente a esto, Wick. ¿Cuál es exactamente tu principal problema en contra de
la idea?
La miré con una expresión de incredulidad por ponerme aún más en
evidencia, y no pude evitar preguntarme por qué estaban tan de acuerdo con la
idea.
Había cientos de razones que podría haber señalado, siendo la número
uno el hecho de que al mudarse conmigo cuando su ex era mi archienemigo
prácticamente colocaría un objetivo justo en mi pecho. Pero al ser un fracaso
épico al hablar y explicarme, agité una mano ciegamente y solté: —No la quiero
aquí porque, ya saben... pechos.
Ahí. Lo dije. Me obligaron a decir lo que estaba en mi maldita mente.
Esperaba que estuvieran felices.
Excepto que Haven arrugó la frente y entrecerró los ojos, confundida.
—¿Porque... pechos? —repitió lentamente, claramente sin entender.
Rechiné los dientes. Genial. No solo iban a obligarme a ser honesto, sino
que ahora querían que también me explicara. Lo juro, toda la familia me sacaba
de quicio.
—¡Sí! —dije bruscamente de mal humor—. Pechos. Senos. Tetas. Como sea
que quieras llamarlas. —Señalé vagamente hacia su pecho—. Las tienes. Voy a
querer verlas. Cada vez que entre en una habitación me pondré muy tenso,
pensando en ellas, preguntándome... ¿es este el momento en que finalmente la
voy a atrapar por sorpresa sin una camiseta y vislumbrar accidentalmente el
pezón? Y eso está mal, muy, terriblemente mal. Pero no quiero estar mal si busco
tetas constantemente, de manera que me voy a asustar, preocuparme y siempre
estaré nervioso, intentando ser respetuoso y no mirar las cosas que quiero ver. Y
me volverá loco perpetuamente. ¿Cómo diablos puedes esperar que un chico
viva así? Esta es mi casa, quiero poder relajarme aquí.
Soltando un suspiro de disgusto, sobre todo conmigo mismo porque,
diablos, ¿por qué admití todo eso en voz alta? Me pasé una mano estresada a
través del cabello y le fruncí el ceño por reducirme a esto.
Desde su silla de ruedas, la mamá de Haven se echó a reír. —Me gusta —
anunció, sonriéndome y asintiendo con aprobación—. Él es divertido.
Bueno, me alegraba que a alguien le divirtiera esto, porque ciertamente a
mí no.
Junto a ella, Haven resopló con impaciencia y abrió los brazos como para
exponer sus pechos completamente. —¿Te ayudaría si te mostrara mis tetas
ahora? —preguntó secamente.
—Sí —respondí con sinceridad, optando por escandalizarla—. Pero
entonces simplemente querría ver el resto.
—Está bien, guau. —Riéndose nerviosamente, el señor Gamble se paró
frente a su hija para bloquearla, como si pensara que comenzaría a desnudarse
en ese momento. Levantando las manos, se volvió hacia ella—. Creo que Webster
ha demostrado exitosamente el hecho de que no se siente cómodo viviendo con
una mujer, y deberíamos respetarlo. Entonces, lo mejor que puedes hacer ahora
es venir a casa con nosotros esta noche y...
—No —gruñó con determinación—. Quiero quedarme aquí. —Caminando
alrededor de su papá para enfrentarme de nuevo, sus ojos se estrecharon,
brillando con una resolución feroz mientras tensaba la mandíbula firmemente y
apretaba los puños contra sus caderas.
Caderas exuberantes y con muchas curvas, podría añadir.
Sí, también quería verlas sin la ropa obstruyendo mi visión.
—¿Alguna vez me harías algo contra mi voluntad? —preguntó.
—¿Qué? —grité, retrocediendo horrorizado—. ¡No!
Con un gesto de asentimiento, acusó con dureza: —Exactamente. Así que
solo me estás dando una excusa de mierda. Conozco a todo tipo de personas que
comparten apartamentos mixtos y se llevan bien. No hay razón por la que no
podríamos. Y te prometo que nunca tropezaras conmigo accidentalmente en
ningún estado de desnudez. ¿De acuerdo? Demonios, la mitad del tiempo dudo
que siquiera sepas que estoy cerca. Ahora dime el maldito precio por el maldito
alquiler antes de que te estrangule.
—¿Por qué? —le gruñí en respuesta—. ¿Por qué quieres quedarte aquí de
todos los lugares? No es un apartamento tan glamoroso. La basura nunca se
recoge a tiempo. El tanque de agua caliente tiene que ser el más pequeño que se
haya fabricado. Lo juro, el Wi-Fi es lento y se congela más a menudo de lo que
no, y el tráfico es un dolor en el culo durante ciertas horas del día. Por lo que
buena suerte encontrando un lugar para estacionar. —Extendiendo mis brazos,
exigí—: Ahora dime, ¿qué diablos es tan atractivo sobre todo esto?
Me miró fijamente por un momento, observando mi respiración áspera y
mirada malhumorada. Luego respondió en voz baja: —Quiero quedarme aquí
porque... —Haciendo una pausa, se lamió los labios nerviosamente.
—¿Por qué? —presioné, utilizando un tono de voz fuerte para que
retrocediera.
Pero sucedió lo contrario. Acorralada por mi tono, enderezó la columna
rígidamente y respondió con la misma severidad: —Porque me siento segura aquí
contigo.
Segunda edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por MadHatter


Corregido por Beatrix

La universidad era diferente de lo que pensé que sería. Más difícil de


alguna manera; más fácil en las demás. Una cosa que necesitaba aprender era la
administración del tiempo.
Mientras salía del edificio del departamento de historia, mi cabeza giraba
con todo lo que necesitaba hacer. Mi profesor nos acababa de recordar los
próximos exámenes intermedios y un ensayo que debía presentarse la próxima
semana. Luego tenía que terminar otro trabajo en mi clase de inglés, un proyecto
grupal para trabajar en sociología y una gran tarea de laboratorio para comenzar
en química, sin mencionar que teníamos un desfile para practicar en la banda y
otro juego en casa en donde nos presentaríamos este fin de semana, y…
Bueno, solo digamos que no tenía idea de cuándo iba a hacer todo. Eso
prácticamente lo resumía.
Bajando por una acera que conducía hacia la cafetería, colgué mi mochila
sobre un hombro justo cuando Rush apareció a mi lado.
—Henry, amigo mío —saludó, golpeando mi hombro de manera amistosa
con el suyo—. Así que, he estado pensando. ¿Llevar un traje a la cena de Acción
de Gracias de tu familia sería demasiado, u obtendría grandes puntos de brownie
con tu madre y me haría ver como un buen niño para ella?
Lo miré y fruncí el ceño antes de responder: —Falta un mes para el Día de
Acción de Gracias.
—Lo sé. Pero quiero estar preparado para esto. Nunca he pasado unas
vacaciones con una familia verdadera. Quiero hacerlo bien.
Suspiré, tratando de no dejar que eso me afectara, pero demonios, Rush
tenía una manera de hacerme sentir mal por él. Al crecer en hogares de acogida,
nunca había experimentado una mierda lo que la mayoría de los niños daban por
sentado. Como las vacaciones. Entonces, ya le había dicho que de ahora en
adelante pasaría todas las vacaciones con mi familia.
Sin embargo, no tenía idea de que la mera invitación lo poseería tan a
fondo. —Solo ponte lo que usas normalmente —aconsejé con un encogimiento
de hombros—. Como lo que tienes ahora estaría bien.
—Pero…
Levanté una mano. —En serio, hombre. Mi madre sabrá que eres un buen
chico solo por tu personalidad cuando te conozca, y nada de lo que uses lo va a
sesgar. Además, no somos el tipo de familia de punta en blanco. Solo resaltarás
como un pulgar adolorido si te vistes bien.
—Oh —dijo, asintiendo y absorbiendo mi respuesta—. Bien entonces.
Genial. ¿Qué pasa con las flores? ¿Y coquetear con ella? ¿Tu mamá pensaría que
es lindo o espeluznante si coqueteo?
—Por favor Dios. No coquetees conmigo.
Rush resopló y empujó mi brazo. —Ja, ja, eres tan gracioso. Pero no estoy
hablando de ti, imbécil. Estoy hablando de tu madre ¿Debería coquetear con ella?
Lo vi en una película una vez y funcionó de maravilla.
—Bueno, yo lo encontraría espeluznante —le dije.
Puso los ojos en blanco. —Como si me importara lo que pienses. ¿Qué le
parecería a ella?
—No lo sé —murmuré—. Posiblemente se reiría, se sonrojaría y diría que
eres dulce, supongo.
—Genial. Voy a coquetear totalmente con ella, entonces.
Meneé la cabeza. —Eres un bicho raro.
Rush me devolvió un comentario cortante, pero de repente no lo escuché.
Deteniéndome cuando la vi por delante, sentada en un banco y hablando
con una chica que nunca había visto, me quedé asombrado.
La chica de mis sueños. Ella estaba allí.
Y así, todo por lo que me estuve estresando se quedó en silencio en mi
cabeza, toda la ansiedad desapareció de mis extremidades y el aire que entró en
mis pulmones parecía fresco y renovado con el aroma de la promesa y el otoño
que se acercaba.
Dios, ella era bonita.
—Oye, conozco a esa chica —dijo Rush. O al menos, creo que eso es lo que
dijo.
Realmente no me estaba enfocando en él, hasta que agregó: —La que está
hablando con tu chica.
Mi chica. Lo miré, parpadeando. —¿Qué?
—Sí. —Asintiendo, sacó su teléfono de su bolsillo y abrió una aplicación
de redes sociales—. Blair Rodgers. Está en mi clase de lengua; somos amigos en
Facebook. Apuesto a que si la buscamos, también estará conectada con tu chica,
y finalmente podremos saber el nombre de la niña misteriosa. ¿Eh?
Pero tan pronto como empezó a escribir, levanté la mano. —¡No! No lo
hagas.
—¿Qué? —Arrugando la nariz, me frunció el ceño—. ¿Por qué no? ¿No
quieres saber su nombre?
Más que nada en el mundo. —De esta manera no —dije—. Esto se siente...
acosador.
—Oh, ¿y mirarla fijamente todo el tiempo desde el otro lado de la
habitación, no? —Puso los ojos en blanco y volvió a buscar.
—Lo es —coindicí, haciendo una mueca—. Pero si no puedo tener las bolas
para caminar hacia ella y hablarle, entonces no merezco saber nada sobre ella. ¿No
te parece? Me niego a ser más acosador de lo que ya soy, hablando de esto.
—Está bien, entonces —dijo Rush, asintiendo en aprobación—. Genial.
Entonces ve y habla con ella y descubre su maldito nombre ya.
Cuando me empujó hacia delante, me detuve y me volví hacia él.
—Excepto que no puedo. —Meneando mi cabeza, busqué firmemente su
mirada para que me comprendiera.
Lo cual él no poseía.
Echando la cabeza hacia atrás, gimió largo y fuerte: —Oh Dios mío. Me
estás volviendo loco con esta mierda. Bien. —Tomando el aire con las manos
como si pretendiera estrangularme, murmuró—: Me rindo. No tienes esperanza.
Estás absolutamente jodido, Henry. Habla con ella, no hables con ella, ya no me
importa una mierda. Estoy fuera.
Y se marchó, solo para levantar su teléfono y llamar por encima de su
hombro. —Y para tu información, acabo de enterarme de su nombre.
Oh, mierda. ¿Sabía su nombre?
Reprimiendo las ganas de perseguirlo y suplicarle, lo observé irse y luego
suspiré por mi propia ineptitud. Maldita sea, yo era un fracaso. Él había estado
tratando de entrenarme para que me acercara durante semanas, desde el primer
desastre en donde ella tropezó conmigo y casi me desmayé por eso. Pero me
resistí a todos los esfuerzos de su parte para volver a intentarlo.
Aunque seguía soñando despierto con ella. Y mis amigos en la banda se
estaban cansando de escucharme hablar como si ella fuera el centro del universo.
Pero mantuve mi distancia, incluso cuando a veces me levantaba tarde, pensando
en maneras de simplemente saludarla. Estaba demasiado asustado de tener más
fracasos. Rush tenía razón; no tenía esperanzas.
Mi mirada se arrastró hacia ella, y mi pecho se llenó de arrepentimiento.
Sabía que era un desastre. Pero no me importaba. Me sentía casi tan contento de
adorarla desde lejos, sin saber nada de ella, como deseaba poder acercarme a ella
y aprender todo, porque de esta manera... de esta manera era seguro. Además,
ella podría seguir siendo mi sueño perfecto si nunca me acercaba.
E impecable era ella como una bella desconocida. Podría inventarle
cualquier vida perfecta que quisiera. Lo cual hacía. Con mucha frecuencia.
Era un regalo extra poder verla fuera del aula. Esto me daría más para
soñar despierto. Se veía diferente aquí, al aire libre, sentada entre las hojas caídas
de color naranja y rojo que salpicaban el suelo alrededor del banco donde se
hallaba sentada.
La naturaleza le sentaba bien. La luz del sol caía sobre ella como si
estuviera orgullosa de servir a una mortal tan bendecida. Los cálidos colores
otoñales complementaban su cabello rubio. Y la brisa jugaba con esos mechones
que se enroscaban como un amante que se deleita en su conquista.
Oh, ser el viento o el sol justo ahora. Los bastardos afortunados la
acosaban con toda su atención, abierta y audazmente, sin trabas, inseguridades
o miedos que los detuvieran.
Los celos me arañaron el abdomen cuando deseé no ser tan constreñido.
Entonces mi corazón saltó a mi garganta cuando las dos señoritas en el
banco se pararon con la aproximación de otro, un tipo que sonrió como si las
conociera, como si perteneciera.
Mierda, ella estaba con alguien, ¿verdad? Ella ya tenía un…
Pero el hombre la esquivó y fue hacia su amiga, donde se abrazaron y
besaron. Con su brazo alrededor de la amiga, se volvió hacia la chica de mis
sueños y dijo algo para hacerla sonreír y reír. Su amiga inclinó la cabeza hacia un
lado para que pudiera descansar su mejilla en el hombro del chico, y él la apartó
para que pudieran irse juntos, abandonando a la chica de mis sueños en frente
del banco sola.
Ella los vio partir, y juro que su sonrisa se volvió triste, o tal vez
contemplativa, antes de que se diera la vuelta y recogiera sus cosas.
Me hizo preguntarme por qué los había mirado así. ¿Se sentía resentida
con el chico por robarle a su amiga? O tal vez ella misma estaba enamorada de
él.
Dios, esperaba que no.
Luego se apartó de ellos y miró a su alrededor como si tratara de decidir
a dónde ir a continuación. Pero su mirada se fijó en otra pareja acurrucada en una
manta en la hierba antes de que se desviara a otro par de enamorados mientras
pasaban agarrados de la mano.
Sus hombros se desplomaron y su expresión se volvió melancólica hasta
que de repente comprendí. Ella se encontraba sola. Solo quería lo que tenían ellos,
a su propia persona, un compañero con quien compartir todo.
Yo podía ser esa persona, aulló un lugar profundamente enterrado y lleno de
esperanza dentro de mí. Podría caminar con ella por el patio y escuchar los
detalles de su día. Podría sentarme con ella en la hierba y batallar con la brisa por
el derecho de tocar su cabello.
Podría amarla como parecía querer que hiciera. Simplemente sabía que
podía hacerlo.
Y, sin embargo, acercarme para averiguar si éramos compatibles o si
estaría dispuesta a aceptar mi adoración, era imposible. Era un cobarde. Nada
parecía más fatal que recibir un rechazo de la chica que poseía muchos de mis
pensamientos. Así que no me atreví a darle siquiera la oportunidad de
rechazarme.
Al darme cuenta de que había estado de pie en medio de la acera, mirando
fijamente demasiado tiempo, incliné la cabeza, me aclaré la garganta y giré en
una dirección diferente. Pero ni un momento después, escuché una llamada.
—¡Henry! Oye, Henry. Espera.
Eché un vistazo para encontrar a Reuben, un compañero trompetista en la
banda, corriendo hacia mí.
Levantando mi barbilla para saludar, me detuve y esperé. —Hola. ¿Qué
pasa?
—Nada. —Se encontraba sin aliento cuando me alcanzó, reajustó las
correas de su mochila y me mostró una amplia sonrisa—. ¿Te enteraste sobre las
pruebas?
Asentí. —Sí. —Rush había tenido razón; el director estaba buscando a
alguien para ocupar el puesto de Baxter como líder de la sección de trompeta. Él
había pegado un póster, anunciando las pruebas de esta mañana. Tres personas
ya me enviaron mensajes de texto para asegurarse de que lo supiera.
Reuben frunció el ceño con impaciencia. —Y bueno —exigió saber,
agitando una mano como si quisiera apurarme—. ¿Vas a intentarlo o no?
Me encogí de hombros. —Sí. Supongo. De todas formas, intentarlo no hace
daño, ¿no?
Con sus hombros cayendo por la decepción, Reuben se tomó un momento
para parecer desolado antes de que asintiera y murmurara: —Claro.
—¿Qué hay de ti? —Lo golpeé en el hombro en un esfuerzo por animarlo
por lo que fuera que lo había desanimado—. ¿Vas a intentarlo también?
—Estaba pensando en eso —dijo, enfocándose en la punta de su zapato
mientras pateaba una hoja en el suelo.
—Deberías hacerlo —le dije.
Levantó la vista y parpadeó, como sorprendido por mi aliento. —¿De
verdad? ¿Crees que tengo una oportunidad?
—Bueno, sí —le dije—. Todos la tenemos. Y además, no lo sabrás a menos
que lo intentes. Así que ambos podríamos intentarlo, ¿eh?
—Eh, supongo —murmuró, su optimismo apareciendo de nuevo.
Estaba a punto de decirle cuánto me gustó la canción que tocó en la
práctica de ayer, durante el ejercicio de improvisación, solo para ayudarlo a
aumentar su confianza.
Pero pasaron un par de chicas y se olvidó de mí, concentrándose en ellas,
mientras silbaba y gritaba: —Oigan, señoritas. Ustedes dos se ven fantásticas hoy.
Ambas sonrieron y le devolvieron el saludo, saludándolo por su nombre,
lo que me permitió darme cuenta de que todos se conocían.
Abandonándome, saltó tras ellas, sonriendo cuando se detuvieron para
dejar que las alcanzara. Luego, enganchó un brazo alrededor de cada una de sus
cinturas y les dijo algo que les hizo reír.
Él debe haberse dado cuenta de que continué observándolo porque me
miró y sonrió antes de saludarme con la cabeza.
Saludé con la mano hasta que se dio la vuelta, solo para suspirar
tristemente, deseando poder tener su encanto con el sexo opuesto. Sería capaz de
acercarme a la chica de mis sueños entonces, sin problemas.
De hecho, con mucho gusto cambiaría su confianza en sí mismo en ese
departamento por el que tenía al tocar la trompeta, ya que parecía no tenerla allí.
Honestamente, me parecía un excelente trueque.
Lástima que esas cosas no fueran posibles, de lo contrario, habría estado
muy tentado de ofrecerle el trato de toda una vida.
Habría dado cualquier cosa solo para tener las agallas para acercarme a mi
diosa rubia y simplemente preguntar por su nombre.
Sí, si tan solo...
Porque si Reuben y yo simplemente intercambiáramos nuestros talentos,
tal vez lo que sucedió después nunca hubiera pasado.
Traducido por Clara Markov
Corregido por Beatrix

Seis palabras. Es todo lo que costó para poner a Wick Webster de rodillas.
Anzuelo, cuerda y plomo. Podía decir por la expresión aturdida en su rostro que
lo tenía justo donde lo quería.
Sinceramente no fue mi intención admitir semejantes sentimientos
mortificantes en voz alta. Digo, cuán vergonzoso era soltar un pensamiento tan
privado como ese, incluso aunque lo sentía en verdad con cada fibra de mí ser.
Me sentía a salvo por instinto parada ahí, mirándolo. El aura entera que lo
rodeaba gritaba “protector”. Además, sabía que Topher nunca me volvería a
molestar con un opositor como su némesis.
Pero ahora que lo dije, terminó exponiendo su debilidad, no la mía. El
chico debe tener la compulsión de mantener a la gente a salvo. Y yo, sin saberlo,
dije las palabras mágicas para obtener cualquier cosa que quisiera de él.
Silencio llenó la sala de estar de su apartamento al tiempo que me miraba
fijamente como si acabara de golpearlo hasta dejarlo sin aire en el diafragma.
Luego fui por todo, y suavemente añadí: —¿Cuánto por la renta?
Agarrándose el cabello por la derrota, se dio la vuelta y bajó la cabeza,
murmurando: —Trescientos noventa y cinco al mes.
—Bien —respondí en calma, asintiendo en acuerdo—. Puedo manejarlo.
Te conseguiré la mitad del depósito, más mi primer mes de renta esta noche.
Me miró, su expresión rogándome que cambiara de idea. Pero no podía
tener compasión por él. Tenía que mostrarle a Topher que no me rompería, lo
cual significaba que necesitaba encontrar un lugar para quedarme en la ciudad
esta noche.
Bueno, tal vez esta noche no, supongo, pero ahora mismo, la necesidad de
seguir adelante y levantarme se sentía malditamente urgente. Así que Wick
Webster se iba a tener que aguantar y vivir con una chica que tenía tetas.
Recordando cómo casi me dijo hermosa, me aclaré la garganta mientras
un sonrojo se apoderó de mí. Las tantas veces que Topher me llamó bonita, se
sintieron falsas o me hicieron sentir incómoda, dando la impresión de un halago
vacío para obtener algo a cambio. Nunca podía decir si era así de paranoica o si
siempre existió un motivo oculto con él. Pero la forma en que Wick dejó escapar
su percepción de mí de mala gana y lo expresó como si fuera un hecho universal,
no una frase estúpida, hizo que su opinión pareciera más y sincera que cualquier
elogio que alguna vez recibiera de Topher.
Me giré ciegamente hacia mis padres, sin saber con seguridad cómo lidiar
con esa revelación sorprendente. —Me quedo aquí —anuncié.
—Sí —dijo mi papá secamente—. Eso escuchamos.
Una repentina oleada de nervios causó que mi visión se nublara porque
no sabía con completa seguridad si hacía lo correcto. En algún lugar de mi cabeza,
sabía que esta era una reacción apresurada, desesperada y por reflejo a los
eventos de la noche, pero no podía calmarme, relajarme y solo pensar en ello
lógicamente. Todo lo demás en mi interior gritaba demasiado alto, forzándome
a continuar con este camino.
Mamá se acercó y se detuvo frente a mí. —¿Estás segura sobre esto,
HayHay? No tienes que decidir nada o encontrar un nuevo lugar esta noche. Y
tus clases no van a sufrir si te pierdes un par de días en la escuela. Puedes ir a
casa con nosotros y revaluar tu vida antes de saltar a cualquier cosa. No te hará
una persona débil.
—Yo… —Deteniéndome, consideré las palabras de mamá. Hizo un punto
excelente. Pero…
Miré alrededor de la sala. Para un chico universitario viviendo solo, Wick
mantenía el lugar bastante limpio. No tendría un cerdo por compañero de piso.
Tendría mi propio baño. La renta era razonable al estar tan cerca del campus, y…
esperen.
—¿Qué tan cerca del campus estamos? —pregunté, de repente dándome
cuenta que no tenía ni idea de dónde me encontraba.
—El estadio de futbol está tres cuadras en esa dirección —respondió Izzy,
apuntando.
Casi se me salen los ojos. Maldita sea. De ninguna manera encontraría un
lugar tan cerca del campus a este buen precio en medio del maldito semestre.
Estaría loca al dejar que esta oportunidad se me vaya.
—Me quedo aquí —repetí, girándome hacia mis padres.
Mamá sonrió de modo alentador. Papá suspiró con derrota. Sabía que
quería protestar, pero ambos sabíamos que mamá volvería a atropellar su pie si
hacía un escándalo. Él prometió respetar mis decisiones cuando me fui a la
universidad, y aunque seguido daba su opinión, se aseguraba de no intervenir y
tomar el control de cualquier cosa en la que no concordáramos. —Pero nos harás
saber si cambias de opinión —instruyó papá, apuntando severamente.
Rodé los ojos. —Por supuesto. —Una cosa era segura; sabía que siempre
podía regresar a casa.
Papá asintió y miró a Wick, sus ojos mostrando cuánto quería amenazar y
advertir a mi nuevo compañero de piso de que se comportara. Pero no dijo ni
una palabra.
Izzy fue la que rompió el silencio. —Así que, ¿qué hacemos ahora?
Qué excelente pregunta.
Todos intercambiamos una mirada silenciosa, sin hablar hasta que papá
soltó el aire. —Bueno, yo bien podría ir a empacar tus cosas de tu apartamento y
traerlas aquí esta noche, mientras sigo en la ciudad para ayudar.
Asentí hacia él en agradecimiento. —De acuerdo. Gracias, papá. Iré
contigo.
Alzó una ceja. —¿En serio? ¿Pensé que dijiste que nunca volverías a poner
un pie dentro de ese apartamento?
—Papá —gruñí, poniendo los ojos en blanco—. Cielos. Nunca dejas
escapar mis anuncios llamativos y dramáticos, ¿cierto? Sabes que no puedes ir
sin mí. Nunca sabrás qué cosas son mías o… de ella.
—Ah. Buen punto. Entonces, supongo que tendrás que aguantarte durante
otro viaje.
—Sí —murmuré, preguntándome cómo miraría ese sillón… o a mi
compañera otra vez—. Supongo que sí.
Con un gruñido enojado, Wick dio un paso adelante. —Puedo ayudar.
Pero sacudí la cabeza. —No. No creo que eso sea buena idea. —Cuando
me disparó un ceño fruncido confundido, expliqué—: Si Topher sigue por el
Dandridge Hall y te ve conmigo, puede que piense… —Negué con la cabeza—.
Bueno, puede que se dé cuenta dónde me quedo, y no quiero que sepa eso. E
incluso si no está ahí, estoy segura de que alguien de su gente lo estará, y le irán
con el reporte.
Parecía como si quisiera discutir conmigo, pero no podía encontrar un
argumento decente, así que dejó caer sus hombros y se rindió con un murmullo:
—Como sea.
Papá, por otro lado, resopló. —Oh, espero que ese cabrón siga por
Dandridge cuando lleguemos.
Mamá chocó su pierna con su silla de ruedas. —Cuidado, cariño. No me
obligues a sacarte de la cárcel antes de que la noche termine.
Sonrió maliciosamente y le guiñó el ojo. —¿Qué? Tal vez pueda conseguir
un par de esposas si termino tras las rejas.
—¡Oh, Dios mío! ¡Papá! —grité, cubriéndome las orejas con ambas
manos—. Ya hablamos sobre esto. Nada de esa charla frente a mí, ¿recuerdas?
—Cierto —dijo asintiendo, solo para rodar sus ojos hacia mamá y
murmurar de forma petulante—: ¿Cómo terminamos con una hija tan casta y
puritana?
—Probablemente porque le dijiste que no podía tener sexo hasta que
tuviera treinta y cinco.
Resopló, degradante. —Como si me escuchara. —Luego su mirada se
disparó esperanzada en mi dirección—. Espera. ¿Sí me escuchaste?
Con un murmuro depresivo, admití: —Ojalá lo hubiera hecho.
—Maldita sea —gruñó antes de asentir determinadamente—. Bien. Vamos
a matar a ese hijo de puta infiel que arruinó a mi niñita. Quiero decir… —Sacudió
la cabeza aclarándola—. Vamos a recoger tus cosas de tu antiguo dormitorio.
—Puedo llamar a Mason para venir a ayudar —añadió mamá, hablando
con papá.
Él asintió. —Bien. Bueno. Él puede sostener al idiota mientras lo golpeo en
las…
—En serio, papá. —Rodé los ojos—. Sabes que no vas a herir físicamente a
Topher. —Luego me giré hacia mamá—. Y por favor, no molestes al tío Mason.
—Oye, un chico puede soñar, ¿no es así?
Papá me frunció el ceño al tiempo que mamá parpadeó y preguntó: —¿Por
qué no puedo llamar a mi propio hermano?
Suspiré.
Ignorando las incansables bromas de papá, le respondí a mamá. —Ya es
demasiado tarde. Además, para cuando lleguen aquí, probablemente papá y yo
habremos terminado de empacar y mover mis cosas.
Sin mencionar el hecho de que no quería que nadie más me arrullara o se
preocupara por cosas insignificantes o tuviera ganas de hablar sobre Topher y lo
que ocurrió esta noche, como sabía que haría la tía Reese, porque ella aparecería
junto con el tío Mason si le llamaran, y tendría mucho que decir. Además, seguía
balanceándome en la vibra terca, independiente de “lo haré por mí misma”. Entre
menos ayuda recibiera, mejor me sentiría.
Mamá abrió la boca para discutir, pero el celular de papá sonando la cortó.
—Bueno, hablando del diablo —murmuró papá, haciéndome pensar que era el
tío Mason o la tía Reese al otro lado de la línea, excepto que había demasiada
maldad en su voz. Sonriendo mucho, respondió con un alegre—: Hola, amigo.
Me alegra mucho que llamaras. —Con una pausa, alzó sus cejas—. ¿Qué es eso?
Oh. Sí, de hecho, finalmente sí localizamos a Haven. Sí. Y escuchamos todo lo que
le hiciste, mentirosa bolsa de mierda infiel. Pero ¿sabes qué? En realidad, me
siento aliviado sobre esto. Me siento aliviado de que finalmente puedo decirte lo
que en verdad pienso de ti, porque nunca me caíste bien, inútil hijo de puta.
Mientras la hermana de Wick dejó escapar una risa y se cubrió la boca con
las manos, yo me quedé sin aliento, mirando boquiabierta a mi padre.
—Desde el momento que nos conocimos —continuó papá felizmente—,
me pareciste un engreído, lameculos, falso, presumido don nadie. Y estoy tan
feliz de que mi hija al fin haya terminado contigo. Estoy tan feliz, de hecho, que
tal vez no te persiga y mate por herirla después de todo. Quiero decir, a menos
de que sigas en Dandridge Hall cuando aparezca ahí en unos cinco minutos.
Porque si te veo esta noche… no lo sé, amigo. Sigo un poco emocional y molesto,
verás, puede que no sea capaz de evitarlo. Tal vez tenga que matarte después de
todo. Así que no dejes que te atrape a una cuadra del edificio. ¿De acuerdo? Eh…
—Papá frunció el ceño y alejó el celular de su oreja para parpadear hacia él—. Me
colgó. —Encogiéndose de hombro, miró en mi dirección—. Oh, bueno. Tengo el
presentimiento de que no estará en tu dormitorio cuando vayamos por tus cosas.
Negué con la cabeza sorprendida. —No puedo creer que nunca te cayó
bien Topher. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Oh, mierda —pronunció papá, su rostro congelándose por la culpa.
Luego se giró hacia mamá—. No debí hacerle saber que lo odiábamos, ¿eh?
—¿Odiábamos? —grité, girándome hacia ella también—. ¿Mamá?
—Oh, cariño. —Me miró con simpatía—. Sabes que siempre pensé que
Topher era perfectamente agradable… —Incapaz de terminar la idea, hizo una
mueca y tragó antes de volver a intentarlo—. Él… —Pero sí, no podía pensar en
ningún cumplido que decir, así que suspiró y se rindió—. Sí, a mí tampoco me
importaba mucho. Pero ahora realmente me cae mal.
—Vaya —murmuré. ¿Cómo nunca supe sobre esto? ¿En serio fui tan ciega
e ingenua, no solo a la verdadera naturaleza de Topher, sino también a lo que mi
familia pensaba sobre él? De repente me sentí malditamente estúpida y crédula.
—Él era tu elección, querida. No queríamos poner estrés innecesario en tu
relación solo porque no nos…
—No, está bien —interrumpí, aunque para nada se sentía bien. Si hubiera
sabido que no les caía bien, tal vez lo hubiera visto en una luz diferente. Tal vez
me habría dado cuenta de cosas sobre él que debía haber notado hace mucho
tiempo. Tal vez podría haberme evitado encontrarlo en medio de follar a mi
compañera de cuarto—. Lo entiendo —murmuré, alejando la mirada, solo para
hacer contacto visual con Wick.
No sé por qué me detuve para enfocarme en él. Tal vez solo necesitaba
algo que se sintiera estable y real para ayudarme a centrarme en mí misma. O tal
vez esos ojos pálidos suyos solo sabían cómo mantenerme cautivada.
No lo sé, pero me quedé mirándole demasiado hasta que dijo: —Oye, no
me mires. Yo nunca oculté el hecho de que lo odiaba.
Resoplé una risa, y la fiesta de compasión que estaba a punto de hacerme
quedó olvidada.
Desviándome con éxito de caer en cualquier pesadez, miré a papá y asentí
con determinación decidida. —De acuerdo —dije—, vamos a buscar mis cosas.
Traducido por Julie
Corregido por Beatrix

Agradecida de que mi antigua compañera de cuarto y Topher no


estuvieran en ninguna parte cuando papá y yo llegamos a Dandridge Hall,
empacamos mis pertenencias en su camioneta y la de mamá, luego en mi auto,
por más de una hora hasta que todas mis posesiones de la universidad fueron
limpiadas completamente del apartamento de Annabeth, solo para regresar a mi
nueva casa y darme cuenta de que las sábanas no encajarían con las que yo tenía
para la cama de una plaza que había usado en mi apartamento de la residencia.
Wick se ofreció a prestarme un segundo juego que tenía a mano, pero la
testaruda en mí, que quería ser independiente, se resistió. Afortunadamente, el
mercado de veinticuatro horas más cercano se hallaba a solo unas pocas cuadras,
así que después de que eché a mis padres por la puerta y de camino a casa para
evitar que estuvieran en la carretera más tarde de lo necesario, salí corriendo y
me encontré unas sábanas del tamaño apropiado, tratando de ver las cosas por
el lado bueno: ¡iba a tener una cama más grande!
Cuando regresé, Wick me acompañó al sótano del edificio para mostrarme
dónde se encontraba la lavandería para que no tuviera que dormir con sábanas
nuevas que causaran comezón. Pero tan pronto como metí la ropa de cama
crujiente en una de las lavadoras, me di cuenta de que no tenía detergente.
—Déjame adivinar —dijo la voz profunda de Wick desde detrás de mí
mientras yo miraba desalentada hacia el pozo de metal con mis sábanas secas y
sin lavar mezcladas en el fondo, todavía llenas de exceso de tinte y almidón
rasposo—. Si te ofrezco prestarte mi detergente, te vas a negar. ¿Verdad?
Con un suspiro, me volví hacia él. —El destino está decidido a
mantenerme necesitada y dependiente esta noche, ¿no?
Wick se encogió de hombros. —No se puede ser una isla todos los días.
—Por supuesto. —Tiré mis manos al aire, derrotada mientras miraba los
tubos desnudos y manchados de agua que cubrían el techo—. El hombre cita a
Donne.
A lo que dicho hombre parpadeó. —¿Es el primero que dijo eso?
Sonreí ante la expresión desconcertada de su cara antes de asentir con la
cabeza. —John Donne. Sí. —Con tristeza, le expliqué—: Tomé poesía británica el
semestre pasado. Tuvimos que memorizar y recitar un verso de cada uno de los
poetas que estudiamos. Mi frase para Donne fue: “Ningún hombre es una isla
entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del
todo”.
Cuando le eché un vistazo para ver su reacción, me di cuenta de que había
levantado las manos dramáticamente mientras hablaba, y me sonrojé, tirándolas
rápidamente hacia los costados.
La profesora Morales me habría bajado la nota por eso, seguro. Siempre
había dicho que actuar y acentuar cada palabra de un poema al recitar le restaba
valor a la voz. Maldita sea. Ahí se fue mi sobresaliente de Wick Webster. Pero de
nuevo, inconscientemente enderecé mi columna vertebral mientras hablaba.
Morales habría estado orgullosa de que su énfasis en la postura se me hubiera
quedado grabado, al menos.
No es que nada de eso importara aquí y ahora, lo que el tipo silencioso que
me miraba desde el otro lado de la habitación como si hubiera perdido la cabeza
lo hizo muy obvio.
Aclarándome mi garganta, rápidamente metí un mechón de pelo detrás
de mi oreja e ignoré el calor que se reflejaba en mi cara. —Lo siento. Apuesto a
que escuchar a una chica loca que acaba de ser engañada por su novio recitar
poesía británica del siglo XVII en un sótano espeluznante un miércoles por la
noche después de las once no es la forma en que planeabas pasar la noche.
—No se puede decir que lo fuera —convino solemnemente.
Maldición, este tipo era imposible de leer. No parecía enojado o irritado o
incluso encantado y entretenido por mí. Estaba serio, impenetrable como una
tumba. Hice una nota mental para no jugar nunca al póquer contra él.
Aclarándome de nuevo la garganta y frotando el frío de mis brazos porque
este sótano de paredes de concreto no era exactamente cálido, dije: —Así que,
um, sí. Te agradecería mucho que me prestaras tu detergente para la ropa, por
favor.
—O... —contestó—, puedes tomar prestadas las sábanas que ya están
limpias y listas, para que no tengas que esperar una hora y media a que estas se
laven y se sequen.
—Hmm, decisiones —murmuré, golpeando mi barbilla pensativamente,
antes de suspirar y decir—: No, gracias. Solo tomaré el detergente. Eso será más
fácil de devolver.
Su frente se arrugó por la confusión. —No tienes que devolvérmelo. —
Abriendo un armario alto cerca de él, sacó un recipiente de detergente con un
grueso trozo de cinta adhesiva en el frente con la palabra WEBSTER escrita en un
marcador negro, y sin entusiasmo me lo tendió—. Es como una pizca de
detergente. No lo voy a echar en falta.
—Gracias, pero quiero hacerlo de todos modos —dije, apresurándome a
añadir una pizca a la colada y volver a taparlo para poder devolverlo, dándole
otra vez las gracias.
Se encogió de hombros. —Lo que sea.
Cuando él devolvió el detergente al armario, empecé a lavar mi ropa. El
sonido del agua llenando la máquina resonó siniestramente por toda la
habitación. Preguntándome si Wick planeaba abandonarme aquí abajo, me di la
vuelta, aliviada de encontrarlo todavía allí.
—¿Crees que está bien dejar a este chico malo solo mientras hace lo suyo,
o tengo que quedarme a cuidarlo? —Me mordí el labio, esperando no tener que
esperar sola en un sótano extraño y espeluznante durante más de una hora—.
Nunca nadie te ha robado la ropa sucia, ¿verdad?
Si sentía la necesidad de etiquetar su detergente de la forma en que lo hizo,
todo era posible.
Pero él dijo: —No. Todo irá bien —lo que me hizo exhalar un grato
aliento—. No tenemos que quedarnos aquí abajo.
Su uso en plural me calentó hasta los huesos porque me hizo creer que se
habría quedado conmigo si hubiera decidido no irme.
Lo cual fue... dulce.
Oh. Era raro pensar en él como dulce cuando siempre creí que era el mayor
imbécil del universo. Pero todo lo que había hecho esta noche fue increíblemente
agradable y útil.
Incluso cuando me gritaba por tener tetas e intentaba convencerme de que
no alquilara su segunda habitación, había algo respetuosamente considerado en
él. Gruñón y malhumorado, pero considerado y protector. Sin duda alguna, sabía
que era seguro. Y eso significaba mucho, sobre todo ahora mismo, justo después
de que mi cimiento había sido sacudido y todo se sentía tembloroso e incierto.
Sentí que era como saltar de un crucero que se hundía y meterse en una
balsa salvavidas, solo para sorprenderme de que un par de pies de plástico llenos
de aire era más seguro para mí que millones de dólares de una mentira enorme
y llamativa.
Él guió el camino desde la lavandería y bajó por un pasillo frío y oscuro
sobre el que puedo tener pesadillas, luego salió a la noche fresca y subió un
conjunto de escaleras hasta que volvimos al césped de enfrente y al borde de
nuestro porche.
Nuestro porche. Dios, esto era increíblemente extraño. Ahora compartía un
porche con Wick Webster.
El mismo Wick Webster que Topher odiaba.
Topher, a quien ayer había amado, pero hoy... no. Al menos, creo que no.
Me sentía enferma, con pánico, y perdida cada vez que él aparecía en mi cabeza.
Me sentí herida, enojada y traicionada. Me sentí amargada y vengativa. Pero el
amor no parecía llenar ninguno de los huecos entre esas emociones.
Honestamente creo que había matado mi amor por él en un instante. Así
de fácil.
¿Pero cómo podría ser posible? ¿No se suponía que el amor duraría para
siempre?
¿Soportaría cualquier tormenta? ¿Cómo pudo morir tan fácilmente?
A menos que...
¿Lo había amado de verdad alguna vez?
Oh Dios. Mi corazón empezó a latir con fuerza, porque ese pensamiento
era más traumatizante que pensar que había matado a mi amor en un instante,
como pisar un bicho y aplastarlo. Podría hacer frente a un amor que él había
destruido, pero pensar en una posibilidad en la que ni siquiera supe lo que
realmente era el amor... eso sería cosa mía. Eso probaría que me equivoqué sobre
mi propio corazón.
No quería pensar en un mundo en el que ni siquiera podía entender cómo
funcionaba el amor, así que me concentré en la espalda de Wick mientras lo
seguía, y eso pareció centrarme de nuevo.
El pobre chico se había convertido en mi balsa salvavidas esta noche.
Una vez dentro, me desplomé en el sofá y me pasé las manos por la cara.
Mi cerebro zumbaba cuando los recuerdos pasaban por mi cabeza: Topher y
Annabeth juntos en el sofá, yo escondida en el dormitorio de Izzy Webster, mis
padres apareciendo de la nada, Wick-no-tan-imbécil-después-de-todo-Webster
siendo simpático, sótanos espeluznantes susurrando mi nombre, y luego yo
mirando alrededor de mi dormitorio desnudo después de que lo había limpiado,
dándome cuenta de que una era de mi vida se terminó. Para siempre.
Se fue, así de fácil.
Me estremecí, tratando de disipar los pensamientos, pero solo lucharon
más fuerte, viniendo hacia mí más rápido hasta que quería gritarles y golpear
mis puños contra una pared cercana en represalia. Pero Wick estaba aquí, y no
podía perder el control delante de él. Probablemente no debería dejar que el
nuevo compañero de cuarto se diera cuenta de que estaba loca hasta la tercera o
cuarta noche, ¿verdad?
Bajando las manos, lo estudié mientras se acomodaba en una silla en el
lado opuesto de la habitación y bostezaba. Luego sacó un teléfono de su bolsillo
y empezó a mirar como un tipo sentado en una sala de recepción, esperando que
le llamaran para una cita... o para que se terminara de lavar mi ropa.
Sonreí por su consideración. Pero... —No tienes que esperar despierto
conmigo —le dije mientras movía la mano hacia el pasillo que llevaba de vuelta
a las habitaciones—. Vete a la cama; estaré bien.
Me miró, solo para volver a prestar atención a la pantalla de su teléfono.
Luego murmuró: —No puedo. Mi cama está ocupada.
Oh mierda. Cierto. Su hermana había desaparecido en su habitación hace
un tiempo para dormir allí, por lo que en realidad fue desplazado de su propia
cama, lo que significaba...
—¡Oh, Dios mío! —Salté del sofá donde me había acostado y relajado
como si fuera la dueña del mueble—. Estoy sentada en tu cama. —Eso pudo haber
sido lo que quiso decir cuando dijo que su cama estaba ocupada—. Lo siento
mucho. Ni siquiera lo pensé. Iré y esperaré a que se termine de lavar la ropa en
otro lado.
Necesitaba empezar a desempacar y organizar mis cosas en mi nueva
habitación, de todos modos, aunque la mera idea me dejó sin aliento.
—No tienes que irte. —Me echó otra mirada breve—. Incluso si me dejas
solo ahora y me quedo dormido, me despertarás cada vez que tengas que pasar
por aquí y abrir la puerta, dejando entrar una tonelada de aire exterior congelado
cada vez que bajes a revisar tus sábanas. Además. —Se encogió de hombros y
volvió a jugar con su teléfono, moviendo los pulgares junto con los objetos de
colores en la pantalla—. No creo que pueda dormir, aunque lo intente.
Con eso estaba completamente de acuerdo.
Respiré hondo y me senté en el sofá, sintiéndome derrotada. —Entonces,
¿estás diciendo que debería haber tomado prestadas tus sábanas de repuesto?
Otro encogimiento de hombros. —Ahora es demasiado tarde.
Dios, juro que se encogía de hombros hasta convertirse en una obra de
arte. Era como su propio lenguaje personal, excepto que yo ya hablaba con
fluidez y entendía lo que significaba cada movimiento único de sus hombros.
Viéndolo jugar, di golpecitos con las uñas sin descanso contra la parte
superior de las uñas de mi mano opuesta. Mi propio teléfono estaba actualmente
en mi habitación, cargándose, lo que era bueno. No tenía ganas de hablar de lo
que había pasado esta noche, así que evitaba todos los mensajes que inundaban
mis bandejas de entrada.
Pero supongo que tampoco me apetecía callarme, porque era incapaz de
manejar el silencio en la habitación mientras veía a Wick ignorarme después de
que me dijera que podía quedarme.
—¿Qué estás jugando? —pregunté mientras cruzaba las piernas para
poder mover un pie y tener algo que hacer.
Wick levantó la vista, aparentemente sorprendido, como si no pudiera
creer que quisiera conversar con él. Luego vaciló al mirar su pantalla, lo que me
hizo pensar que no tenía ni idea de lo que jugaba.
—Uh... —Sacudiendo la cabeza, volvió a levantar la vista—. Se llama
Gardenscapes.
Me iluminé. —¿En serio? Ooh, yo también juego a eso. —Pausando, fruncí
el ceño—. O sea, jugaba. Pero luego llegué al nivel con esta cosa amarillenta y
naranja que se extendió por toda la pantalla y lo destruyó todo. Y nunca pude
vencerlo, así que me molestó lo suficiente como para borrar toda la aplicación de
mi teléfono.
Sus labios se movieron hacia la derecha. —La miel —dijo y levantó su
teléfono para mostrarme que estaba al mismo nivel del que yo hablaba—. La cosa
amarillenta y naranja es miel, y yo tampoco tengo suerte para superarlo.
—Así es. Era miel. —Le fruncí el ceño a su pantalla—. Dios, odiaba esa
miel. —Y típicamente amaba la miel. Raro.
—Sí —estuvo de acuerdo, solo para suspirar y apagar su teléfono antes de
tirarlo a una mesa auxiliar. Bostezó una vez más, se frotó con una mano la cara y
luego estiró sus largas piernas frente a él.
Mi mirada lo recorrió, asimilando sus zapatillas de deporte, pantalones
vaqueros gastados y una cómoda camiseta negra. Antes de esta noche, solo pensé
en cosas amargas y negativas sobre él cada vez que lo veía, principalmente en
lealtad a los sentimientos de Topher y a causa de lo que me había dicho que Wick
comentó sobre mí.
Pero ahora que finalmente me había quitado las gafas condenatorias, se
veía diferente. Sus movimientos no parecían tan arrogantes como yo los había
encontrado, sino quizás más... orientados, como si estuviera centrado y decidido
a llegar a su destino. Y su expresión perpetuamente dura no parecía tan crítica
como antes, sino más contemplativa y reflexiva, como si estuviera siendo
cauteloso y vigilado para protegerse a sí mismo en lugar de condenar a los
demás. Todo eso lo hacía aún más atractivo de lo que ya era.
Avergonzada de valorarlo como siempre lo he hecho, me aclaré la
garganta y murmuré: —Oye.
Bajó las manos y se concentró en mí, sus ojos súper pálidos sondeando y
en alerta, aunque parecía muy cansado.
—Gracias —le dije—. Por todo lo que hiciste esta noche. No sé qué habría
hecho sin ti... e Izzy. Yo, uh, realmente lo aprecio.
Asintiendo, permaneció en silencio.
El silencio me molestaba un poco. Permitía que mi cerebro deambulara, y
cuando mi cerebro deambulaba, empezaba a pensar en antes, o lo que iba a
suceder después, que era lo último en lo que quería pensar.
Cuando mi garganta empezó a dolerme y el indicio de lágrimas me picó
los ojos, tragué antes de agarrar el borde del sofá debajo de mí. —Se me cayeron
los comestibles —dije.
Las cejas de Wick se unieron. —¿Qué?
—Salí a comprar comida —le dije—. Esta noche. Tenía dos bolsas llenas.
Tuve que hacer malabares con una en la cadera para abrir la puerta de mi
apartamento, y luego... cuando lo hice, los vi allí. Y se me cayeron las dos bolsas.
—Sacudiendo la cabeza, fruncí el ceño—. Mis compras ya no estaban cuando
papá y yo volvimos a buscar mis cosas. No pensé en buscarlas hasta ahora. —
Mirando a Wick, le dije—: Creo que esa perra se llevó mis comestibles.
Al principio, Wick no actuó como si fuera a responder. Entonces se mojó
los labios y dijo: —¿Se llevó algo bueno?
—Por supuesto —siseé—. Tenía una caja entera del tamaño familiar llena
de paquetes de bocadillos ahí. Tazas de pudín de chocolate y vainilla, sabes.
Asintió, haciéndome saber que lo sabía. —Y una barra de mi pan de trigo
con miel favorito. Y un poco de mantequilla de maní, y un poco de jalea de uva
en una de esas botellas. Tenía una caja de galletas y un paquete de queso cheddar
pre-cortado. Y, oh maldición. —Presioné mi mano contra mi corazón—. Lo
olvidé. Una bolsa llena de copitas de chocolate Reese’s. Se llevó mis copitas de
chocolate.
¡Esa puta!
Al carajo con acostarse con mi novio; ¿qué clase de monstruo sin corazón
se llevaba tu reserva de chocolate sin abrir?
—Eso es bastante malo —coincidió Wick en voz baja.
Diablos, sí, lo fue.
Me volví hacia él y asentí, solo para decir: —¿Cómo te comes las copitas
de chocolate Reese’s?
Frunciendo el ceño por la confusión, parpadeó. —¿Qué?
—Lo siento. —Cerrando los ojos, me puse una mano en la frente—. Sé que
estoy divagando y que lo que digo no tiene sentido. Mi mente; parece que no
puede calmarse. Sigue movediza como una rana saltando de un lirio a otro, y no
puedo concentrarme por mucho que lo intente. Lo que es peor, se siente como si
fuera a llorar cada vez que dejo de hablar, así que es casi como si me viera forzada
a derramar todos estos pensamientos esporádicos que siguen apareciendo en mi
cerebro para evitar volverme loca, lo que significa... solo prepárense para que
pase de una pregunta u observación inesperada y loca a la siguiente, ¿vale?
Asintió seriamente. —De acuerdo. —Luego frunció el ceño, se aclaró la
garganta y dijo—: Primero me como todo el chocolate por los bordes, luego la
parte central de la mantequilla de maní.
Asintiendo, le contesté: —Genial. Primero me como el centro de
mantequilla de maní.
Inclinando la cabeza hacia un lado, frunció el ceño. —Entonces... Espera,
¿qué? ¿Rompes los bordes de chocolate y los dejas a un lado?
—No. —Agité la cabeza—. Saco el centro con los pulgares, y dejo intacto
el anillo de chocolate intacto para comérmelo último.
—De ninguna manera —dijo, agitando la cabeza con estupefacto temor—
. Eso ni siquiera es posible. ¿Cómo dejas intacto el anillo de chocolate? ¿No se
desmoronaría?
—Oh, no es fácil de hacer —concordé, asintiendo astutamente—. Pero si
tienes el talento adecuado, que yo tengo, es totalmente posible.
—Ah. Ahora desearía que esa perra no te hubiera robado las copitas de
chocolate Reese’s para poder probarlo.
Solté una risa, solo para volver a ponerme seria tan rápido que las lágrimas
vacilaron en mis ojos. Sacudiendo la cabeza para quitarme la sensación, volví a
prestar atención a Wick, que me miraba fijamente, como si estuviera dispuesto a
saltar en cualquier momento y evitar que me ahogara en mi propia miseria. Lo
juro, parecía dispuesto a hacerme una maniobra emocional de Heimlich.
—¿Qué significa Wick? —le pregunté—. Quiero decir, es diminutivo de
algo, o es tu nombre de pila...
—Wickham —respondió en voz baja, interrumpiéndome—. Wick es el
diminutivo de Wickham. A mi madre le gusta el libro de Jane Austen, Orgullo y
Prejuicio, así que le puso a todos sus hijos el nombre de un personaje. Izzy es el
diminutivo de Elizabeth. Luego está mi hermana Darcy por, por supuesto, el
señor Darcy. Y Charlie...
—Es el diminutivo de Charlotte —adiviné con una sonrisa suave—. Quién
es la mejor amiga de Elizabeth Bennet en el libro.
Wick inclinó la cabeza hacia mí en acuerdo. —Correcto.
—Bueno, esa es una buena idea —comencé, solo para detenerme a fruncir
el ceño—. Espera. Pero no es George Wickham el...
—¿El malo? —respondió secamente—. Sí. Lo es.
—Entonces, por qué.... —Agité la cabeza y de repente sentí pena por él. La
verdad, me gustaba el nombre Wickham, pero saber que intencionalmente le
pusieron el nombre del villano de una novela debe ser un asco.
—A ella le gustaba cómo sonaba —contestó Wick con la boca fruncida
como si quisiera añadir lo mucho que le molestaba.
—¿Y no le preocupaba que te convirtieras en tu tocayo?
Hizo uno de sus famosos encogimientos de hombros. —Aparentemente
no.
Cuando no dijo nada más y no se me ocurrió una respuesta adecuada, un
poco del siguiente silencio me empapó de fatalidad. Así que dije a borbotones:
—¿Quieres saber de dónde viene mi nombre?
La expresión que Wick me envió parecía preguntarme por qué en el
mundo asumiría que le importaría de dónde venía mi nombre, pero lo que dijo
fue: —Claro.
—Bueno, mi segundo nombre es Dawn —comencé—. Por mi abuela. La
madre de mi madre, no la de mi padre. Murió cuando mi madre era solo una
adolescente, así que nunca la conocí. Y la mamá de mi papá, bueno, nunca la
conocí. Supongo que no era una buena madre, así que papá no quiere ningún
contacto con ella. No sabemos dónde está o qué hace, o si está viva. Pero la parte
de Haven de mi nombre era porque mis padres eran, como, mejores amigos al
crecer. Me dijeron que no importaba lo que pasara en sus vidas o lo que pasara
en el mundo que los rodeaba, siempre tenían un lugar seguro entre ellos, que es
lo que, ya sabes, significa Haven. —Con un encogimiento de hombros, sonreí con
tristeza y puse los ojos en blanco—. Además, mamá dice que le gustó cómo
sonaba Haven.
Un lado de la boca de Wick se levantó. Con su expresión siempre seria y
sus enormes brazos cruzados sobre su pecho definido, ese pequeño signo de
diversión hizo que algo en mi pecho se hinchara de orgullo.
Hice que el hombre de piedra casi sonriera. Podría lograr grandes hazañas.
—Me hace preguntarme si las mamás simplemente escogen nombres al
azar que les suenen bien y luego inventan un significado más profundo para ellos
—murmuró.
Sonreí mucho porque: —Eso es exactamente lo que estaba pensando. —
No lo fue, pero me gustó el sentimiento, así que, oye, eludí un poco.
Me miró. Algo en su expresión era cautelosa y desconfiada, y sin embargo
triste y dolorida, como si quisiera que yo le caiga bien, pero tenía demasiado
miedo como para darle una oportunidad. Me hizo sentir un poco incómoda, no
de una manera espeluznante, sino de una manera demasiado intensa, así que me
estremecí y me froté los brazos, a pesar de que ya no tenía tanto frío como había
tenido en el sótano.
Preguntándome cuánto tiempo faltaba para limpiar mis sábanas, fruncí el
ceño pensativamente ante Wick. —Oye, nunca preguntaste por mi madre.
También me frunció el ceño, la confusión de su mirada profundizándose
mientras agitaba un poco la cabeza. —Uh. Vale. ¿Qué se supone que tenía que
preguntar sobre ella?
Ruborizada, me metí un mechón de mi cabello detrás de una oreja. —Oh,
ya sabes. Lo de siempre. ¿Qué le pasa? ¿Por qué no puede caminar? ¿Qué pasa
con el constante temblor y el impedimento del habla? —Poniendo los ojos en
blanco, murmuré amargamente—: Todo el mundo siempre pregunta.
Fue refrescante y asombroso que Wick no lo hubiera hecho; no tuve que
sacar mi discurso de “no le pasa nada malo”.
Levantó un hombro. —Pensé que estaba en una silla de ruedas porque no
podía caminar. Y ni siquiera se me ocurrió preguntar qué le pasaba porque no
creía que le pasara nada malo. Por lo que vi, parecía perfectamente capaz de
abordar cualquier problema que se le ocurriera.
Brillando de orgullo, asentí. —Sí puede. Claro que puede.
—Me di cuenta —dijo secamente—. Estaba listo para confesar cada pecado
que cometí cuando tus padres te llamaron antes, buscándote, y tu papá la puso
al teléfono. Ella fue amable, cortés y no levantó la voz ni una sola vez, pero aun
así se las arregló para aterrorizarme. Entonces, cuando ella pasó por encima del
pie de tu padre a propósito tan pronto como entró en el apartamento, supe que
no era una mujer a la que uno enfadaría. Y todavía estoy tratando de averiguar
cómo logró subir esos escalones y llegar a la puerta principal sin ayuda.
Brillando de orgullo, llevé mis manos cerradas a mi pecho y me pavoneé.
—Es porque es un milagro —le dije—. Ella es un regalo del cielo mismo.
Asintió como si estuviera de acuerdo, y luego me envió una mirada
interrogativa. —Entonces, ¿por qué se suponía que tenía que preguntar qué le
pasaba?
—Bueno. —Me encogí de hombros—. La gente siempre lo hace por... ya
sabes.
Asintió y adivinó: —¿Parkinson?
—Parálisis cerebral —corregí.
—Ah. —Después de otro asentimiento, frunció el ceño—. Yo no... Lo
siento, no sé nada de parálisis cerebral.
—Es un trastorno de los músculos y de la función motora —expliqué—.
Su cerebro le dice a su cuerpo cómo moverse, pero éste no siempre recibe el
mensaje. Y te sorprendería saber cuántas cosas dependen del movimiento, como
masticar y tragar e incluso parpadear los ojos. Si no está prestando atención,
puede ahogarse con su propia saliva.
—Maldita sea. —Agitó la cabeza lentamente—. Eso suena agotador,
siempre tratando de concentrarte y pensar en cada pequeño movimiento que
haces.
Su reacción empática me hizo sonreír. —Lo maneja con tanto aplomo y
gracia que es fácil olvidar el trabajo extra que hace para las tareas más simples.
—Sacudiendo la cabeza, admití suavemente—: La doy por sentado mucho más
de lo que debería.
Cuando Wick murmuró: —Dudo que le importe. —Incliné mi cabeza en
pregunta. Se encontró con mi mirada—. Parece una cosa de mamás. Yo también
subestimo a la mía todo el tiempo, y ella tampoco lo menciona.
No contesté, solo lo estudié cuidadosamente. Debo haber mirado
demasiado tiempo, porque de repente se movió como si se sintiera incómodo
antes de preguntar: —¿Qué?
—Nada. —Sacudiendo la cabeza, me disculpé—. Lo siento, solo... —Agité
la cabeza un poco más, aún entrecerrando los ojos con curiosidad hacia él—. Eres
muy diferente de lo que pensé que serías.
—Oh. —Se echó para atrás y parecía perturbado por eso—. Bueno, seguro
solo me viste a través de los ojos de tu novio, y como él y yo nunca nos llevamos
bien... —Dejó que el sentimiento se desvanezca como si me diera mis propias
excusas.
—Pero eso me hace sentir asquerosa —me lamenté—. Debería formar una
opinión por mí misma sobre una persona.
—No necesariamente —argumentó Wick con una voz racional y
uniforme—. Hay un montón de gente que nunca he conocido sobre la que me he
formado opiniones porque alguien en quien confío y a quien soy leal se siente de
cierta manera hacia ellos.
—Bueno, entonces me avergüenzo de haber puesto toda mi confianza y
lealtad en una fuente tan poco fiable, mentirosa y tramposa —murmuré
amargamente.
—No lo sabías —dijo en voz baja.
—Debí saberlo —espeté, haciendo que sus cejas se elevaran con mi tono.
Inmediatamente relajando mis músculos tensos, me encogí—. Lo siento. Lo
siento mucho.
Me juré a mí misma que no iba a pensar en eso esta noche.
Suspirando largamente, vi a Wick mirándome. Parecía culpable como si
pensara que había hecho que mis emociones se desplomaran, a pesar de que todo
lo que sentía en ese momento era culpa mía.
Pensando que debía dejarle salir del apuro para que no tuviera que
experimentar cada cambio de humor conmigo, acaricié los cojines del sofá a cada
lado de mí antes de ponerme de pie. —Bueno, voy a revisar esas sábanas.
Sus ojos parpadearon como si quisiera decir algo, pero al final se quedó
mudo y simplemente asintió para hacerme saber que me había oído.
Traducido por Julie
Corregido por Tolola

En el momento en que salí, me pareció más oscuro y espeluznante sin


Wick conmigo. Contuve la respiración mientras me acercaba a los escalones que
conducían al sótano, pensando que este sería un lugar ideal para que un acosador
pasara el rato mientras esperaba a que cruzara su próxima víctima.
Genial. Esa visión me tranquilizó mucho.
Me asomé a la escalera iluminada y respiré cuando solo encontré un gato
en la parte inferior, bebiendo de su cuenco. Así que bajé por las escaleras, lo que
asustó al pobre señor Bigotes, y regresó corriendo al sótano a través de su puerta
para gatos.
Cuando llegué a la puerta y la abrí, el gato ya se había ido. Pero me sentí
un poco mejor entrando al sótano y sabiendo que el animal estaba ahí conmigo.
En algún lugar. A veces, el hecho de tener a otra alma cerca, interactúen contigo
o no, marca toda la diferencia en el mundo.
Por suerte, el ciclo de centrifugado de mis sábanas se ralentizaba hasta el
final cuando entré en la lavandería. Así que me apresuré a transferirlas a la
secadora, y me enorgulleció anunciar que solo revisé por encima de mi hombro
seis veces para asegurarme de que un hombre con un cuchillo ensangrentado
levantado no se acercaba por detrás.
Luego volví corriendo al apartamento, respirando con fuerza al entrar por
la puerta principal. Un poco agradecida de que Wick no estuviera por aquí para
ver lo asustada que había estado para correr a través de la noche oscura así, me
tomé un momento para dejar que mi pulso se calmara antes de buscarlo.
Cuando lo encontré, se encontraba de pie en la cocina, de espaldas a mí
mientras bebía de una taza.
—Buenas noticias —anuncié—. El lavado ha terminado, y el secado de la
sábana ha comenzado.
Wick puso la taza sobre la encimera y se volvió hacia mí. Apoyando la
cadera contra la encimera, asintió sin decir nada, lo que me llevó a hacer gestos
nerviosos e incómodos con las manos mientras balbuceaba: —No me di cuenta
antes de la mascota del edificio cuando estábamos en el sótano, pero creo que le
quité una de sus nueve vidas de un susto cuando aparecí de repente en el hueco
de la escalera. Salió corriendo por la puerta del gato antes de que pudiera
presentarme.
—Debe haber sido Princesa —dijo Wick, asintiendo—. La gata del dueño
del edificio.
—Oh. —Sonreí y asentí, corrigiéndome en silencio. Así que, el señor
Bigotes era en realidad una señora Bigotes. Entendido—. Eso es genial.
—No eres alérgica, ¿verdad?
—¿Yo? —Le hice un gesto con la mano—. De ninguna manera. Mi madre
sí, pero yo no. La verdad es que me encantan los gatos. ¿Es Princesa amigable?
—En absoluto. Muerde. Sisea. Y araña.
Mis hombros se desplomaron. —Oh. —Bueno, maldita sea. Tenía la
esperanza de hacer un amigo peludo. Nunca tuve una mascota al crecer. Había
sido estimulante pensar que por fin podría tener la oportunidad de conectarme
con un animal—. Es una pena —murmuré entre dientes, más desanimada de lo
que creía.
Cuando vi a Wick mirar incómodo alrededor de la cocina como si se
sintiera atrapado conmigo, me encogí de hombros.
—Lo siento, ¿quieres que te deje solo? —le dije, mordiéndome el labio con
la esperanza de que dijera que no, que simplemente le encantaba estar en mi
esporádica e incómoda presencia. Pero sabiendo que ni en un millón de años
querría algo tan loco, me eché atrás, despidiéndome—. Te dejaré en paz.
—No... —Se cortó abruptamente e hizo una mueca de dolor como si no
quisiera decir nada.
Me detuve y le eché un vistazo, esperando que pudiera decir lo que
pensaba. Pero se le endureció mandíbula como si la estuviera apretando para
permanecer mudo. Así que le dije en voz baja: —¿No qué?
Su expresión cambió con una rápida irritación, como si no apreciara cómo
lo obligué a terminar de decir lo que había empezado. Luego respiró hondo y
dijo en un reacio murmullo: —Si quieres compañía, no me importa. No se me dan
super bien, ya sabes. —Estiró una mano—. Las conversaciones. Pero no tienes que
estar sola si no quieres estarlo.
—No quiero —dije rápidamente, más rápido de lo que sabía que debía
haber respondido. Con una expresión de disculpa vergonzosa, agregué—: Lo
siento. Sé que debería aguantarme y seguir adelante, pero siento el cerebro como
si estuviera acelerada. Así que, ahora, aceptaré cualquier tipo de distracción solo
para... no pensar. Y, además, tus habilidades de conversación no son malas en
absoluto.
Puede que se necesite una palanca para arrancarle las palabras, pero una
vez que hablaba, me gustaba lo que tenía que decir.
Levantó una ceja como si dudara del cumplido que le había hecho. Luego
agitó la cabeza y suspiró. —Sí, debes estar desesperada por una distracción si
dices eso.
Riendo, le extendí una mano. —Tonterías. Me gusta hablar contigo. Dijiste
que mi madre es increíble. Ese es, como, el punto a favor más grande para mí.
Pero creo que ya no me escuchaba. Estaba demasiado ocupado mirando
fijamente a mi mano como si no tuviera idea de por qué la había levantado en su
dirección. Luego me miró incrédulo la cara antes de volver a mirarme la mano.
Vale, así que el tipo no debe dar muchas manos. Anotado.
Con un largo suspiro, me acerqué aún más para poder rodear mis dedos
con los suyos, y luego lo saqué de la habitación a propósito. Vino tropezando
detrás de mí.
Miré hacia atrás tan pronto como llegamos a la habitación principal.
—No te importa si nos sentamos aquí para hablar, ¿verdad? —evadí,
sonriendo un poco ante su expresión, aunque estaba bastante segura de que no
debería estar tan entretenida por el obvio malestar de alguien más.
Sacudió la cabeza. —Como sea.
—Bien. —Sonriendo aún más, casi me río en voz alta cuando me lanzó una
mirada sospechosa. No estaba totalmente segura de por qué su incomodidad era
tan entretenida para mí, pero me divertía llevarlo al límite y ver cuán lejos me
dejaba ir o, tal vez debería decir, cuán cerca me dejaba llegar. Era mejor que
pensar en cosas que me harían llorar, así que supongo que mi cerebro se aferraba
a cualquier forma de diversión que pudiera encontrar.
Arrodillándome en el sofá, lo mantuve agarrado de la mano todo el
camino hacia abajo para que se viera obligado a sentarse conmigo o a hacer una
exhibición de soltarme con el fin de ganar algo de distancia.
Se sentó conmigo, con los muslos apretados. Era cálido y sólido, y la
sensación aliviaba ese lugar inquieto dentro de mí que no podía quedarse quieto
antes. Mi cabeza se calmó tan repentinamente, de hecho, que cerré los ojos y
exhalé con bendito alivio.
Dios, eso era agradable. Mis pensamientos se ralentizaron como si
acabaran de encontrar una tina de melaza. Pero, en vez de hundirme en la oscura
viscosidad y ahogarme, juro que mi cerebro se relajó como si estuviera
cabalgando en una cámara de aire a través de la suciedad, cruzando los pies por
los tobillos con perezosa felicidad mientras se ponía un par de gafas de sol, bebía
profundamente de un cóctel con uno de sus paraguas y... flotaba alegremente por
el agua.
El repentino silencio de mis pensamientos fue tan agradable, de hecho,
que casi me quedé dormida así, hasta que Wick dijo: —Bueno... ¿de qué quieres
hablar?
Oh, sí. Él seguía por aquí. Debería haber recordado que su presencia a mi
lado fue literalmente lo que causó toda esta satisfacción.
Abriendo las pestañas, incliné la cabeza hacia arriba y me puse a un lado
en una especie de diagonal para verlo. Parecía tan sólido y real allí, que sonreí.
—Sabes —balbuceé—, de repente no puedo pensar en un solo tema.
Su frente se arrugó. —Entonces, los pensamientos locos y confusos...
—Desaparecieron —contesté, y sonreí aún más al chasquear los dedos—.
Puf.
—Desaparecieron —repitió lentamente, mirando por la habitación como
si no estuviera seguro de qué hacer al respecto. Luego murmuró un confuso—:
Está bien.
Se puso las manos sobre los muslos como la gente justo antes de ponerse
de pie. Excepto que ese pensamiento me asustó. Mi cerebro se había calmado en
el momento en que nos sentamos uno al lado del otro, tocándonos. ¿Qué pasaría
si se parara y pusiera distancia entre nosotros, y volviera la discordia dispersa e
incoherente? No creía que pudiera manejar eso de nuevo, al menos esta noche.
Ya me sentía demasiado vulnerable y cruda. Y su muslo era tan cálido, cómodo
y relajante presionado contra el mío. Diablos, su olor incluso alivió algo dentro
de mí. Era natural, como ese olor a tierra justo antes de una lluvia cálida. No
quería que ya se terminara.
Lo juro, este pequeño contacto físico con él era como un alimento de
consuelo para el alma. Me trajo un recuerdo que me tuvo parpadeando de
sorpresa, hasta que solté: —¿Me abrazaste?
—Uh... —Se alejó un poco, claramente incómodo por la pregunta—. ¿Qué?
Agité la cabeza tratando de entender el recuerdo completamente, excepto
que se me escapaba de las manos como si estuvieran manchadas de grasa. Pero
entonces, ¡ahí! Otro recuerdo rápido pasó por mis sinapsis. Lo agarré bien y me
concentré en él, hasta que...
—Antes... —Entrecerré los ojos mientras pensaba más—. ¿Cuándo me
desmayé? En el dormitorio de tu hermana...
Había dedos en mi pelo, aliento cálido en mi sien, una voz en mi oído,
haciendo que todo fuera mejor. Su voz, creo.
Cuando lo miré, parecía congelado de culpa, y supe que era verdad. Sí me
había abrazado cuando me desmoroné.
Por supuesto que sí. Izzy dijo que me cargó esta noche para traerme aquí.
Pero, en el proceso de llevarme, su toque también me había consolado.
Algo dentro de mí lo recordaba.
—Está bien si lo hiciste —me apresuré a añadir, en caso de que pensara
que estaba en problemas porque parecía como si pensara eso—. Solo... Parece que
recuerdo, ya sabes, el contacto humano, o calor o algo así. Alguien que me abraza.
Una voz grave. Y esta sensación segura y flotante.
Asintió lentamente, solo para detenerse y levantar una ceja. —¿Una
sensación flotante?
Sonreí. —Sí, ya sabes, es como estar flotando, pero tiene un poco más de
seguridad.
Agitó la cabeza lentamente. —No. No creo que lo sepa.
—Bueno, flotar sugiere agua, ¿verdad? Estar en un bote y moverse sin
rumbo y sin destino en mente. O estar en el aire, sin nada bajo tus pies. Pero esto
era más sólido y asentado. Tenía la misma libertad que una flotación normal,
excepto que era seguro y protegido. Tenía un propósito. Era...
Cuando giré mi mano, tratando de encontrar la descripción perfecta de lo
que había experimentado, me sugirió: —¿Flotante?
Le señalé con el dedo. —Exactamente. Entonces... ¿fuiste la voz que
escuché? ¿El calor que sentí? ¿Lo... lo flotante?
Por un momento, no estuve segura de si iba a responder. Entonces respiró
y dijo: —Sí... lo fui.
Cuando su mirada se encontró con la mía, se volvió cauteloso como si
esperara que lo amedrentaran por atreverse a ayudarme —a tocarme— en mis
momentos de necesidad. Pero quejarme de él era lo último que quería hacer.
—Yo... Bueno, gracias —dije, mientras tanto, mi pecho lleno de presión
porque la necesidad de pedir más flotante me llenó hasta el borde.
Sus cejas bajaron sospechosamente. Cuando todavía no le eché la bronca
en unos segundos, parpadeó y agitó la cabeza, murmurando con recelo: —De
nada.
Empezó a levantarse porque tal vez el momento se volvía demasiado
grande, o íntimo, o intenso para él. No estoy segura, pero no podía dejar que se
fuera, así que estiré la mano para cogerle la muñeca, haciéndole quedarse.
—¿Wick?
Haciendo una pausa, miró hacia atrás. —¿Sí?
El latido de mi corazón me retumbaba a través del pecho. Sabía que no
debía preguntar, justo antes de decir: —¿Lo harías de nuevo?
Sus labios se abrieron. El asombro surgió en sus pálidos ojos. Luego agitó
un poco la cabeza. —¿Si haría... qué otra vez, exactamente?
—No me estoy insinuando, lo juro —me apresuré a tranquilizarlo—. Esto
no tiene nada que ver con el sexo ni con ningún tipo de juego. Quiero decir, sé
que somos básicamente extraños, lo que hace que mi petición sea muy atrevida
y súper extraña, pero lo que sea que hayas hecho antes, me arregló algo dentro. Y,
al sentarme a tu lado, lo volvió a hacer. Lo necesito esta noche. Sé lo loca que sueno
pero, si pudieras hacer esto por mí ahora, no te lo pediría nunca más.
Estuvo callado tanto tiempo que pensé que trataba de encontrar una forma
de rechazarme. Pero entonces sacudió la cabeza y dijo: —Yo no... quiero decir, no
creo que lo entienda. Realmente no hice nada antes. Solo...
—Me abrazaste —terminé por él—. Me abrazaste. Y eso es todo lo que
pido. Solo que me dejes descansar un poco contra ti. Como si estuviera recostada
sobre ti. Por favor.
Una vez más, no dio su consentimiento, pero algo que parecía
sospechosamente una tentación le surgió en la cara, así que me moví lentamente,
deslizando una de mis manos detrás de su espalda y la otra sobre su pecho hasta
que lo abracé de lado. Luego puse mi mejilla sobre su hombro y me acurruqué
con él desde un costado.
—Así —ofrecí, esperando a que se relajara en el abrazo o protestara y me
alejara.
Un momento después, respiró. —En realidad, era más bien así.
Curvando un brazo alrededor de mi cintura, se movió de un lado a otro
hasta que estuvo acostado de espaldas con los pies en el sofá y yo encima de él
con la mitad de mi cuerpo a un lado.
Al principio, estuve demasiado aturdida para reaccionar. Después de la
forma resistente en que me dejó acercarme, no esperaba que iniciara futuros
contactos. Mucho menos contactos que era tan... ya saben, de cuerpo entero.
Pero entonces la sorpresa pasó y me di cuenta de que no estaba tan mal
aquí arriba. En realidad era bastante cómodo, o sea, completamente cómodo. Mi
hombro encontró un lugar justo debajo de su brazo como si encajaran dos piezas
de un rompecabezas, y una de mis piernas se enganchó sobre las suyas como
raíces de un árbol que se enroscaban juntas para crear más estabilidad. Y mi
mejilla descansaba contra su pecho, donde podía oír el aire llenando sus
pulmones cada vez que respiraba.
—Muy bien, así está bien —dije, mientras mis párpados se volvían
pesados con lo cómodo y relajante que se sentía. Luego puse una mano en el
centro de su pecho para llamar su atención—. ¿Estás bien?
Si no le parecía bien, lo dejaría. Quiero decir, puede que se necesitaran
tenazas para sacarme, pero lo haría de alguna manera. Por él.
Excepto que alisó su mano sobre mi cabello y murmuró: —Sí, estoy bien.
—Y yo me derretí de alivio, contenta de no tener que moverme porque lo más
extraño era que no había otro lugar en el que quisiera estar en ese momento.
Cuando sus dedos dejaron mi cabello, se sintió extrañamente ausente allá
arriba sin su toque. Puede que hubiera estado quitándose mis rizos de su cara
porque lo irritaban, realmente no lo sé, pero se había sentido cálido y compasivo,
y lo había disfrutado mucho.
Cerrando los ojos, suspiré, agradecida por este momento.
—Gracias, Wick —dije.
Pero nunca oí su respuesta.
Lo siguiente que supe fue que abría los ojos, y mi mejilla se encontraba
aplastada contra una almohada, no contra un pecho.
—¿Qué...? —murmuré entre dientes, tratando de recordar lo que había
pasado porque esta no era la normal funda de mi almohada.
Levantando la cabeza, miré a mi alrededor, con una tenue luz matutina
que apenas entraba por las persianas cerradas de las ventanas, solo para
encontrarme en mi nueva habitación, en mi nueva cama, y metida entre mis
nuevas sábanas.
No tenía ni idea de cuándo lo había hecho pero, en algún momento de la
noche, Wick me sacó las sábanas limpias del sótano, me hizo la cama y luego me
trajo de vuelta a dormir aquí.
Mierda, pero era realmente amable, ¿no?
Traducido por johanamancilla
Corregido por Tolola

Mi horario estaba completamente descontrolado.


En vez de despertarme a las cinco para mi carrera diaria, desperté a las
cinco, presionado contra el sofá con un peso cálido sobre mí, un montón del
cabello de otra persona desparramado en mi rostro, y muy probablemente el peor
caso de erección matutina que he tenido en mi vida.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi cerebro lo hiciera, y arqueé las caderas
hacia arriba, buscando esa pesada calidez, necesitando presionar mi dolor contra
ella. Girando el rostro hacia el cabello, encontré el rincón de un cuello femenino,
y envolví los brazos alrededor de ella hasta que agarré en un puño su trasero y
la rocé contra mí mientras me levantaba, conectándonos justo donde necesitaba
fricción
Un gemido me retumbó en la garganta. Cohetes explosivos chispearon
detrás de mis párpados. Inhalé su aroma divino y comencé a besar el cálido trozo
de piel a lo largo de su cuello cuando me di cuenta de qué sucedía y quién dormía
encima de mí.
—¡Mierda! —Salté tan fuerte que la tiré de encima de mí.
Se deslizó por el lado del sofá, y me tomó un esfuerzo extremo luchar para
atraparla antes de que cayera al suelo.
—Lo siento, lo siento —susurré, tratando de reducir mis respiraciones
mientras la depositaba de nuevo encima de mí.
Pero Haven no despertó ni una vez durante la experiencia.
Frunciendo el ceño, eché la cabeza hacia atrás para verla mejor.
Muerta para el mundo, debe estar en fase cuatro, el sueño más profundo
posible.
Dándome cuenta de lo agotada que estaba, le quité tiernamente el pelo del
rostro con los dedos y exhalé mientras la estudiaba.
Luchó hasta que logró quedarse en la ciudad anoche para poder llegar a
sus clases hoy, así que sabía que debería despertarla y preguntarle cuándo era la
primera, ver cuándo necesitaba despertarse. Pero simplemente no tuve el valor
de hacerlo.
Pobre chica. Había tenido una larga e inquietante noche.
Así me encontré rodándola hacia el respaldo del sofá para salir de debajo
de ella, donde la dejé allí, flácida y agotada. Entonces me apresuré a salir, donde
el frío aire de la mañana ayudó a matar casi toda mi erección, y bajé trotando las
escaleras del sótano para recuperar sus sábanas limpias.
Después de llevarlas al apartamento y hacerle la cama, doblé las sábanas
y volví al sofá. Ella seguía fuera de combate, así que no se despertó cuando la
levanté y cargué a su nueva habitación, donde la metí en su nueva cama. Dejó
salir un pequeño suspiro, y entonces rodó sobre su estómago y volvió al más
profundo de los sueños.
Dormía boca abajo. Eh. Con razón ninguno de los dos había vuelto a
despertar durante la noche en el sofá. Yo siempre dormía boca arriba, así que
ambos habíamos estado en nuestro estado natural y cómodo apilados encima del
otro. Lo cual… ayudó a despertarme la erección matutina otra vez.
Me retiré a mi habitación solo para recordar que, mierda, mi hermana la
había invadido. No sería capaz de ducharme con la puerta del baño abierta como
me gustaba. Desde que me mudé a mi propio apartamento con un baño unido a
mi habitación, había descubierto que odiaba ducharme con la puerta cerrada. Me
hacía sentir claustrofóbico, así que casi nunca la cerraba.
Apretando los dientes sobre el hecho intolerable de tener que cerrar la
puerta esta mañana, traté de andar de puntillas de camino al baño para no
despertar a Izzy, porque ya sabía que querría abordarme y hablar o algo así, pero
con el estado en el que me encontraba, no era una gran idea.
Excepto que tropecé con algo en la oscuridad y me estrellé de cara contra
el suelo.
—¿Qué mierda?
Esto no iba bien. Conocía mi habitación en la oscuridad perfectamente.
Preguntándome que se había puesto en mi camino, di palmaditas con la mano
hasta que descubrí que Izzy había dejado sus numerosas pilas de bolsas justo en
medio del maldito suelo.
Dios, era un dolor en el trasero.
E Izzy no continuó dormida. —¿Wick? —balbuceó en un bostezo
soñoliento—. ¿Qué haces?
—Estoy tratando de ir al baño para darme una maldita ducha —murmuré,
desenredándome una correa de una bolsa que me había atacado como una boa
constrictora de alrededor de mi pierna—. ¿Tenías que dejar todas tus cosas en
medio del suelo?
—Estaba cansada. —Bostezó—. ¿Qué hora es?
—Alrededor de las cinco y media. ¿A qué hora tienes que levantarte?
Con un gemido, se tumbó de costado, apartando el rostro de mí justo
cuando llegué al baño. —¿Qué día es? ¿Jueves? Despiértame a las nueve y cuarto.
Guau, para mí eso era desperdiciar el día durmiendo. Secamente,
respondí: —Tengo clase a las ocho.
—Oh, Dios mío —se quejó—. Das asco. Bien. Despiértame a las siete
cincuenta y ocho. —Y, con eso, agarró una almohada y se la puso sobre la cabeza
para bloquearme.
Sacudí la cabeza y me encerré en mi baño, donde di una ducha extralarga.
Para las doce y media aún me arrastraba y sentía como si todo estuviera
fuera de lugar, aunque técnicamente me encontraba de vuelta en la marcha de
mi rutina habitual. Solo sabía que cuando volviera a casa esta noche, ella estaría
allí. Siempre iba a estar allí, de ahora en adelante.
No tenía ni idea de cómo iba a adaptarme a eso.
Caminando por el patio principal del edificio de historia hacia el
departamento de negocios, sacudí la cabeza, tratando de convencerme de que era
realmente compañero de habitación de Haven Gamble. No parecía real.
—Oye, ¿me estás ignorando, amigo?
Salté cuando la voz de Cannon vino directamente de detrás de mí.
Dándome la vuelta, me presioné con una mano el pecho y siseé: —Mierda,
¿de dónde sales?
No me ofreció una respuesta. Entrecerrando sus ojos oscuros, sacó pecho.
—Traté de llamarte anoche. Aproximadamente una vez por hora hasta la
medianoche.
Con los hombros relajados, suspiré y me pasé una mano por el pelo. Me
imaginé que me bombardearía el teléfono, razón por la cual había bloqueado su
número temporalmente en la parte trasera de mi camioneta anoche, dejando atrás
Dandridge Hall. Lo cual me recordó que necesitaba desbloquearlo ahora.
Pero no iba a decirle eso a Cannon. Frunciendo el ceño, dije: —¿En serio?
Lo siento. Apagué el teléfono.
—Mm-hm —murmuró, su tono delator. Estaba enojado—. Entonces, ¿qué
hiciste anoche al final con la chica de Nicholl?
Mi mandíbula se flexionó y apreté los dientes porque, Dios, odiaba ese
término. La chica de Nicholl. Ni siquiera era fácil de pronunciar. Además, ella no
era nada de Nicholl. Ya no.
—Ya sabes lo que hicimos —dije, apartando la mirada—. Nadie sabía
adónde llevarla, así que Izzy nos llevó a mi casa.
—¿Contactaste con su familia o amigos? —incitó.
No sé por qué era tan reacio a contarle que sucedió. Probablemente porque
ya sabía que se volvería criticón y me regañaría si supiera la historia completa.
Así que seguí dejándolo sacármelo todo pregunta a pregunta.
—Sip —contesté, girándome para empezar a caminar hacia el edificio de
negocios—. Sus padres fueron a buscarla.
—Oh, ya conociste a los padres, ¿eh? —se burló, acercándose furtivamente
a mi lado para chocar su hombro contra el mío, aunque el ácido bajo su tono me
decía que la broma no era muy alegre—. Guau, vas un poco rápido, ¿no?
Harto del hielo que exudaba, me detuve de golpe y me di vuelta para
fulminarlo con la mirada. —¿Hay algo que quieras decirme?
—Sí —gruñó, destellando calor con sus ojos marrones mientras se detenía
y se giró rápidamente para enfrentarse a mí—. ¿Qué mierda te pasa al enredarte
en su pelea de enamorados? ¿Es en serio? ¿De verdad quieres que tu vida se
convierta en una puta tormenta, porque sabes que eso es lo que va a salir de esto,
no? Nada bueno puede salir de meterse con esa chica.
—Jesús —me quejé, devolviéndole el ceño fruncido—. Suenas como si
hubiera planeado esto y de verdad hubiéramos hecho algo de mal gusto y malo
juntos. No tuve opción, hombre. Ella se encontró conmigo, no al revés. Y todo lo
que hice fue ayudarla a escapar de él.
—Claro —dijo despacio, obviamente sin creerme—. Se encontró contigo,
de toda la gente en el maldito mundo entero, tenías que ser tú quien la ayudara.
—¿Qué demonios estás insinuando, Jamaal?
—Nada, nada —comenzó, levantando las manos en señal de rendición y
dando un intimidante paso hacia atrás, aunque en serio dudaba que el tono de
mi voz o el hecho de que hubiera usado su nombre de pila como una madre
regañona lo hubiera intimidado en lo más mínimo. Y claramente no lo había
hecho porque, un segundo después, sus ojos destellaron y me apuntó—. Solo creo
que es demasiada coincidencia, sabes, que fueras el que estuvo ahí en el momento
exacto en que las cosas entre Nicholl y ella salieron mal.
Sacudí la cabeza y apreté los dientes, apartando la mirada, antes de volver
y decir: —Bueno, no sé qué más decirte, porque esa es la pura verdad. Deja de
molestarme con tus acusaciones. Salí de la habitación de Izzy y allí estaba ella,
estrellándose contra mí. La chica necesitaba ayuda. ¿Qué más esperabas que
hiciera, echarla? ¿Que abriera la puerta y dejara que Nicholl la atacara? Era un
desastre emocional; la habría hecho pedazos.
Cannon apenas sacudió la cabeza, con su mandíbula dura. —No es tu
problema, hombre. No era tu problema. Acabas de desencadenar un problema
con él que sé que no serás capaz de manejar.
—Guau. —Retrocedí un paso y le sacudí la cabeza—. ¿Sabes qué? Vete a
la mierda por no tener fe en mí. Vi a alguien necesitado, así que lo ayudé. Fin de
la historia. Yo no soy el malo aquí. Y no me voy a sentir mal por lo que hice.
—¿Y estás seguro de que ella necesitaba ayuda?
—Ni siquiera sé que mierda significa eso. Tú mismo la viste. Necesitaba
ayuda.
Cannon sacudió la cabeza como si estuviera decepcionado. —Excepto que
ni siquiera se trata de eso —dijo en voz baja—. Es sobre el hecho de que metiste
la nariz donde no te llaman, justo en el medio de los asuntos de Nicholl y su mujer.
Demonios, apuesto que seguro lo atrapó engañándola, eso es todo. Pero ahora es
difícil y complicado porque tú tuviste que meterte.
Sacudí la cabeza. —No viste la mirada en sus ojos. También la habrías
ayudado.
—A la mierda que lo habría hecho yo. No mearía sobre esa mujer aunque
estallara en llamas.
Retrocedí, sorprendido por el veneno y odio en su voz. —No seas así —
advertí suavemente—. No actúes como si ella fuera la mala aquí. Nunca hizo
nada malo.
—Lo que sea —resopló, y apartó la mirada—. Esa perra estúpida abrió las
piernas…
—Oye —gruñí, empujándolo en el pecho—. No lo hagas.
Esta vez, Cannon parecía arrepentido cuando levantó las manos como
disculpa. —Lo siento, lo siento —dijo, suspirando con disgusto y se corrigió—:
Esa jovencita agradable abrió las piernas para el mal encarnado durante tres años
seguidos. Si me preguntas, ella tampoco hizo nunca nada bien.
Simplemente sacudí la cabeza, tan enojado que ni siquiera podía ver bien.
Mi mejor amigo era un imbécil. Era un terco imbécil de mente cerrada. Podía
soportar un montón de su mierda, pero al parecer su falta de respeto por Haven
no era algo de ello.
—Vete a la mierda —dije—. Solo… vete a la mierda. —Dándome la vuelta,
me fui enojado.
Pero ni siquiera anduve tres metros antes que me agarrara el brazo y me
jalara hasta detenerme.
—Oye. —Sonaba arrepentido, toda la ira disuelta de su voz—. Web…
hermano…
Con un gruñido impaciente, me detuve y me giré hacia él. —¿Qué?
Se encogió ante mi tono, pero entonces sacudió la cabeza. —Hombre,
sabes que solo me preocupo por ti, ¿no? Estaba molesto porque me mantuviste
desinformado, pero principalmente me preocupa lo que va a pasar ahora. Ya
puedo ver cómo va a acabar esto y Wick, amigo mío… esa chica no es más que
problemas. Solo hará que te lastimen. Lo sabes, ¿verdad?
Resoplé, pasándome las manos cansadas por el rostro, y asentí. —Sí —
mascullé—. Probablemente.
Cannon me miró boquiabierto un momento antes de sacudir la cabeza.
—Bueno, al menos eres consciente, supongo.
Puse los ojos en blanco. —Eres un idiota.
Devolviéndome la sonrisa, me pegó en el hombro con el dorso de la mano.
—Sí, yo también te odio.
Al mismo tiempo, nos dimos vuelta y comenzamos a caminar hacia el
edificio juntos. —Ni siquiera sé porque me he puesto así —murmuró Cannon—.
Quiero decir, la dejaste en paz y con sus padres. Problema solucionado. Nunca
tendremos que lidiar con ella de nuevo.
Cuando no respondí, simplemente me pasé una mano por la cara, Cannon
me miró, frunciendo el ceño. Cuando se dio cuenta de que había más historia, se
detuvo, quejándose. —Oh, joder. ¿Qué hiciste, Web?
Abrí la boca, pero no salió ninguna palabra. Aún no podía creer este nuevo
acontecimiento, y era más difícil de admitir en voz alta que darle sentido en mi
cerebro.
—Lo atrapó follándose a su compañera de cuarto —comencé, tratando de
hacer que sonara mucho más razonable y lógico de lo que incluso se sentía para
mí—. Su compañera de cuarto. Así que claramente ya no quería vivir allí, ¿no?
Pero tampoco podía ir a casa con sus padres. Viven a más de una hora, supongo.
Necesitaba un lugar para quedarse en la ciudad y poder llegar a sus clases todos
los días.
—Oh, demonios, no. No lo hiciste.
—Ni siquiera sugerí la idea —seguí—. Izzy fue quien abrió su bocaza y
mencionó el hecho que tenía una habitación extra en alquiler.
—Mierda, hombre. Sí lo hiciste. Oh, Dios mío.
—Expresé mis preocupaciones sobre la idea.
Sus cejas se dispararon hacia arriba. —¿Expresaste tus preocupaciones? ¿Es
una puta broma? ¿Qué hay de malo con un simple imposible? Definitivamente no
tuviste un problema en decirme eso cuando te pedí subarrendar esa maldita
segunda habitación de tu casa.
—Bueno, eres un cerdo, y quiero ser tu amigo después de la universidad.
Te odiaría en menos de un mes si viviéramos juntos.
—Oh, así que ese es el plan final con ella, ¿no? ¿Dejarla mudarse con la
esperanza de terminar odiándola pronto?
—Hombre. —Sacudí la cabeza y suspiré—. No supe como detenerlo.
Simplemente… no pude decir que no.
Cuando encontré su mirada para dejarle ver cuánta confusión me hizo
pasar todo esto, gimió con un sonido de molestia frustrado. —Guau, debe de ser
genial tener tetas. Esas cosas te reducen a un maldito malvavisco, lo juro.
No respondí porque, tristemente, era verdad. Era casi imposible decirle
que no a una chica.
Quejándose en voz baja, Cannon se pasó la mano por su oscura cabeza
rapada, y entonces me miró. Simplemente me miró con decepción, como si
supiera que no había forma de cambiarme.
Le di una patada a una hoja en el suelo. —Venga, dilo —provoque—. Sé
que quieres hacerlo.
—Acabas de empezar una guerra —anunció él, sacudiendo la cabeza—.
Solo nos quedaban unas pocas semanas de aguantar a este hijo de puta hasta el
final de la temporada. Eso es todo. Semanas. Y acabas de empezar una maldita
guerra contra él.
Traté de negarlo. —Ni siquiera tiene por qué saberlo.
—Oh, lo descubrirá —dijo Cannon con más seguridad de la que ponía en
la mayoría de las cosas—. Nicholl está empeñado en encontrar a su chica. Y,
cuando descubra que está conviviendo contigo, ya está. Todos vamos a tener que
escoger un bando. Va a ser una guerra, además, nadie en el equipo saldrá ileso.
—No. —Seguro de que lo podía contener, le aseguré—: Tengo esto bajo
control, todo estará bien.
Con un resoplido, puso los ojos en blanco. —Bueno, eso ya lo veremos.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Tolola

Me perdí las dos primeras clases del día. Pero llegué a la tercera.
El mundo se veía diferente ahora. Tan pronto como pisé el campus y miré
a mi alrededor, vi a extraños en una tierra extraña, caminando, como si tuvieran
un propósito. Como si tuvieran valor. Seguí esperando a que me miraran de
forma peculiar y me preguntaran qué hacía allí. Todo parecía tan nuevo y extraño
de repente.
Colocándome la mochila con más seguridad en la espalda, bajé la vista y
me dirigí hacia el edificio de ciencias de la familia y el consumidor. Como
estudiante de educación preescolar, pasaba la mitad de mi día en el laboratorio
preescolar de la universidad, donde obtenía mi experiencia práctica. El próximo
semestre pasaría a la enseñanza de los alumnos y, de hecho, asistiría a algunas
clases en lugar de lo que hacía ahora, que era básicamente llevar a los niños al
baño, ayudar a repartir bocadillos, organizar actividades y limpiar los líos.
Pero eso era por la tarde. Así que, mientras me apresuraba hacia mi clase
de alfabetización temprana y desarrollo del lenguaje, les envié un mensaje a los
profesores de las dos asignaturas a las que falté esta mañana para asegurarme de
no haberme perdido de nada en métodos y currículo o psicología educativa.
Como este era mi último año, las cosas se ponían más intensas. No lo lograría si
tenía un tropezón ahora. Solo necesitaba aguantar un poco más.
Excepto que mi paso vaciló por completo cuando me acerqué a la entrada,
solo para encontrar a Marcus DeShone esperando junto a la puerta, con la espalda
apoyada contra el exterior del edificio y los tobillos cruzados mientras miraba a
su alrededor como si me estuviera buscando… a mí.
Tan pronto como nuestras miradas se encontraron, se apartó de la pared.
Desaceleré el paso, mirándole boquiabierta, preguntándome por qué estaría la
mano derecha de Topher en el edificio de ciencias de la familia y el consumidor.
Fue entonces que me saludó nerviosamente. —Hola, Haven. ¿Tienes un
minuto? —Gimoteé.
Oh, diablos, no. Topher lo había enviado aquí para hablar conmigo en su
nombre, ¿no es así? Era simplemente lamentable.
Resoplé y negué, pasándolo bruscamente mientras murmuraba: —No.
El idiota me siguió adentro. —Pero él se ha estado volviendo loco,
buscándote. Deberías responder a alguna de sus llamadas.
—Excepto que no quiero hablar con él —siseé, continuando por el pasillo
con la esperanza de que dejara de seguirme.
No tuve tal suerte. —Está preocupadísimo.
Hice una mueca. —¿Por qué? —Levanté las manos—. Como puedes ver,
estoy bien. Ahora vuelve a informar y dile que me deje en paz. No quiero tener
nada que ver con él.
—Jesús, eres imposible. Lo siente, Haven. Él nunca quiso...
—¿Qué? —espeté, girándome para enfrentarlo causando que retrocediera;
sus ojos se abrieron con sorpresa—. ¿Que lo atrapara? Bueno, lo hice. ¿Y, adivina
qué? Yo tampoco quise involucrarme con un imbécil infiel, pero lo hice, así que
supongo que ambos tendremos que aprender a lidiar con la decepción, ¿no es así?
—Deberías hablar con él.
—No quiero hablar con él. Aléjate de mí antes de que transmita el mensaje
que realmente quiero que le sea entregado, que es mi rodilla en su entrepierna,
tan fuerte como pueda hacerlo.
Cuando eché la pierna hacia atrás como si me estuviera preparando para
patear a Marcus en su entrepierna, levantó las manos y saltó hacia atrás aún más.
—Mierda. Eres una perra loca.
—Y tú apestas en elegir amigos —le respondí con un gruñido—. Ahora,
aléjate de mí.
—Con mucho gusto —jadeó antes de girarse irse con prisa.
No me di cuenta de que me temblaban las manos o de que mi respiración
se había acelerado hasta que se fue. Cuando un par de chicas de mi clase de
alfabetización temprana y desarrollo del lenguaje doblaron la esquina hablando,
respiré hondo para calmarme y luego les ofrecí una sonrisa cuando me saludaron
al pasar. Alisándome la ropa como si me limpiara el encuentro con Marcus, me
puse un mechón de pelo detrás de la oreja, me aclaré la garganta y también
comencé a ir a clase.
Pero, aunque físicamente me encontraba presente, probablemente aprendí
menos en literatura y desarrollo del lenguaje que en las dos primeras clases del
día.
Dios, esto daba asco.
Afortunadamente, almorcé temprano y tuve media hora para matar antes
de que el resto de mi día se llenara de enérgicos niñitos de preescolar.
Me dirigí hacia la cafetería, cruzando el patio principal, justo para ver a
Wick delante de mí, con su gorra y su mochila mientras se alejaba del edificio de
historia y se dirigía al departamento de negocios. Me detuve, parpadeando con
asombro porque no recordaba haberlo visto en el campus antes, al menos no
fuera del estadio de fútbol o esa zona. O tal vez lo hice y simplemente no lo había
notado.
De cualquier manera, fue una sorpresa verlo ahora. Me llenó un poco de
esa paz y seguridad que me proporcionó anoche. Inhalé profundo, asintiendo
cuando me di cuenta de que estaba bien. No me iba a desmoronar. No estaba
completamente perdida. Podría manejar esto. Podría superar a Topher y lo que
me había hecho. Solo tenía que seguir adelante.
Cuando otro tipo corrió junto a Wick y le dijo algo, se detuvo sobresaltado
y lo enfrentó. Pero cuando su amigo dijo algo que no pareció gustarle, Wick
volvió a caminar. El amigo lo siguió. Debió haber dicho algo más para enojarlo,
porque Wick se detuvo de nuevo y se giró hacia él salvajemente, y parecieron
tener una discusión allí mismo en el patio.
Observé a la otra persona un momento antes de reconocerlo como J.J.
McCannon, otro jugador defensivo en el equipo de fútbol, creo que un corredor
de pases, pero no alguien del grupo de amigos de Topher. En realidad, creo que
la única vez que hablé con J.J. se encontraba sentado junto a Wick.
Hacía un año, si lo recordaba correctamente. Tenía planes con Topher
temprano una noche, así que fui al estadio de fútbol donde practicaba para
esperar a que terminara y poder irnos juntos. Cuando empecé a trotar por las
gradas para encontrar un lugar para sentarme y esperar, un par de otros
jugadores, todos sudados y con aspecto agotado, ya estaban sentados allí, tal vez
descansando o simplemente esperando su turno para practicar de nuevo. Me
senté una fila debajo y un poco a la izquierda de Wick y su amigo J.J.
J.J. habló todo el tiempo, señalando a la gente en el campo y mencionando
lo que hacían bien o mal. Wick simplemente observaba en silencio. Ambos me
miraron cuando me senté.
Ofreciéndoles una sonrisa incómoda, ya que sabía que Topher no se
llevaba bien con ninguno de los dos, me di la vuelta con la misma rapidez y me
saqué el teléfono del bolso para poder fingir que revisaba mis mensajes. Pero, un
segundo después, un pie golpeó el bolso que puse a mi lado, empujándolo contra
mi muslo. Levanté la vista justo para encontrar a J.J. riéndose
—Bonito pollo —dijo.
Me quedé boquiabierta en absoluta confusión hasta que él señaló hacia mi
bolso con su barbilla, así que miré el enorme pollo cosido a un lado de la tela.
—¡Oh! —Sabía que J.J. se estaba burlando de él, pero le sonreí de todos
modos—. Gracias. Es Heihei de la película Moana —le expliqué.
—Vale —dijo lentamente, pareciendo confundido—. Entonces, ¿por qué
está en tu bolso?
—Porque mi familia me llama HayHay. —Cuando parpadeó, despistado,
continué—: Debido a que Heihei y HayHay suenan igual, y HayHay es, ya sabes,
derivado de Haven. —Cuando continuaba mirándome estúpidamente, sentí la
necesidad de agregar—: ¿El que es mi nombre? —En caso de que no lo supiera.
Resopló. —Me sé tu maldito nombre.
—Oh —dije sin convicción, sin saber qué responder a eso. Echando un
vistazo a mi bolso, comencé a trazar el contorno del pollo con mi dedo—. Bueno,
mi primo me hizo el bolso por mi cumpleaños el año pasado —le dije—, como
una especie de broma, creo, excepto que me encantó, así que… —Me encogí de
hombros, sin saber por qué seguía hablando con él, ya que me miraba como si
fuera un caso de institución mental. Lamentablemente, terminé con—: Supongo
que el chiste se cuenta solo, ¿eh? —Le ofrecí una de mis lindas sonrisas que
siempre usaba cuando me sentía cohibida y quería agradar a alguien.
Pero J.J. McCannon solo parpadeó como si fuera un extraterrestre. Junto a
él, Wick se puso de pie bruscamente sin mirarnos a ninguno de los dos y corrió
por los bancos de las gradas, abandonándonos.
J.J. llevó su atención hacia ahí y frunció el ceño, confundido. —Oye,
¿adónde vas? —Poniéndose de pie, corrió tras Wick, abandonándome allí como
si no hubiéramos estado en medio de una conversación muy peculiar y extraña.
Y ese fue el alcance del encuentro que tuve con el amigo de Wick, J.J.
Me pregunté si Wick le estaba contando todo sobre la noche que había
pasado conmigo.
Esperen, ¿en qué pensaba? Por supuesto que sí. ¿Por qué no lo haría? Yo
ciertamente le habría contado todos los detalles a mi mejor amiga si, ya saben,
tuviera una.
Pero estos días era como que flotaba. Era cercana a mi familia, claro. Pero
todos vivían muy lejos de la universidad; no me mantenía en contacto como antes
de irme a la universidad. Y creía haber establecido buenas relaciones cuando
llegué por primera vez al campus. Pero luego conocí a Topher y me dejé atrapar
por su grupito, que no se mezclaba muy bien con mis amistades.
Por un tiempo, traté de ser parte de ambos mundos. Pero, cada vez que
Topher quería hacer algo conmigo, mis amigos cancelaban. Y, cada vez que ellos
querían salir, Topher no quería. Sentía que tiraban de mí en dos direcciones y,
cuando escuché a mis amigos hablar de una fiesta a la que habían ido juntos sin
siquiera invitarme, dejé que Topher ganara el tira y afloja. Finalmente, me hice
amiga de las chicas de su grupo, pero nunca me sentí cercana a ninguna de ellas.
Estos últimos años, Topher probablemente fue mi mejor amigo; no es que
le hubiera abierto todos mis pensamientos más profundos y oscuros, porque creo
que una parte de mí siempre supo que me rechazaría si lo veía todo. Lo que ahora
me decía que no éramos mejores amigos en absoluto… Y probablemente nunca
deberíamos haber salido por tanto tiempo, ya que ni siquiera sentía que pudiera
mostrarle quién era realmente.
Hm. Ese pensamiento fue una especie de revelación. Una triste y
deprimente, pero aun así…
Centrándome otra vez en Wick y J.J. mientras entraban juntos al edificio
de negocios, pareciendo haber resuelto cualquier discusión que hubieran tenido,
solté un largo suspiro, deseando tener a alguien cerca para desahogarme en este
momento.
Me di la vuelta, agarrando las correas de mi mochila, solo para pararme
abruptamente cuando vi a Topher en el otro lado del campus, mirándome.
Parecía rabioso y, cuando giró lentamente su atención hacia el edificio de
negocios donde Wick acababa de desaparecer, supe por qué.
Genial. ¿Quién sabía lo que pensaba de Wick en este momento?
Me giré y salí corriendo, esperando que no me siguiera, porque no tenía
ganas de hablar con él, de responder preguntas, de escuchar acusaciones o de
lidiar con la horrible confrontación que seguramente quería tener.
Y, gracias a Dios, no me siguió. Me dio un poco de libertad para respirar
durante el resto del día.
Tercera edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por Gesi


Corregido por Tolola

—¡Bebidas gratis para Henry! Toda la noche —gritó Rush, colocándome


un brazo sobre los hombros y lanzando su otra mano al aire victoriosamente
mientras una multitud de compañeros de la banda nos animaba.
Mi rostro se calentó de tímido placer mientras miraba a todos los que
habían aparecido en el bar para celebrarme. Luego bajé la vista a la identificación
falsa con la que Rush me había tendido la trampa. Lo planeó todo.
Tan pronto como el director me anunció como el nuevo líder de la sección
de trompeta que tomaría el lugar de Baxter, Rush se volvió una bola de emoción,
asegurándose de que esta noche fuera épica.
—Vamos a emborracharte y hacerte muy feliz —dijo, sacudiéndome los
hombros con entusiasmo—. Habrás estado con cada mujer de este sitio antes de
que termine la noche.
—¡Oh, no! —rogué, riendo sin poder imaginarme tal resultado—. Me
gustaría verlo.
—Lo harás, amigo. Es una promesa. Porque, mira, la primera ronda de
tragos está aquí. —Gritó de alegría cuando una camarera llegó con una bandeja
llena de diminutos vasos de vidrios rebosantes de tequila—. Aquí tienes —dijo,
pasándome el primero. Luego se aseguró pacientemente de que todos los demás
bebieran—. ¿Y, Reuben? —dijo, poniéndose de puntillas para echarle un vistazo
a la parte posterior de nuestro grupo—. ¿Tú también quieres uno?
Miré en esa dirección y vi a mi compañero trompetista. Me felicitó después
del anuncio del director, pero estuvo extrañamente tranquilo desde entonces. Lo
que era inusual. No era del tipo tranquilo.
Lo que me hizo preguntarme si tenía el deseo de ocupar el puesto de
Baxter y le era difícil aceptar mi victoria, ergo, su pérdida.
—Claro —respondió un tanto estoicamente mientras pasaba entre las
personas para alcanzar a Rush y tomar su bebida. Se me apretó el estómago con
simpatía.
No me habría roto el corazón no haber sido elegido. Tenía tres años y
medio más; me parecía bien subir lentamente hasta la cima. Sabía que Reuben
era un estudiante de primer año al igual que yo, pero ¿y si realmente esperaba
conseguir el puesto? Me sentí un poco mal, preguntándome si era culpa mía que
pareciera tan deprimido.
Pero tan pronto como tomó la bebida, encontró mi mirada y me sonrió
ampliamente, haciéndome pensar que me había equivocado con mi teoría.
—Por Henry —gritó, levantando el vaso, y luego echándolo hacia atrás y
tragando todo el contenido.
Todos los demás repitieron la acción después de él, bebiendo.
Se me hinchó el pecho de orgullo y aprecio por todos los increíbles
compañeros de banda que me apoyaban. —Gracias, chicos —dije, sintiéndome
sofocado.
—Oh, maldición. No te atrevas a llorar —ordenó Rush, señalándome—.
Bebe y ya.
Así que lo hice, tosiendo y jadeando tan pronto como me tragué el mini
vaso de fuego líquido. Mis amigos se rieron y me golpearon la espalda mientras
se me humedecían los ojos, por la bebida, no por mis sentimientos.
—Eso es. Necesitas otro —decidió Rush cuando sacudí la cabeza,
intentando alejar el ardor del alcohol.
Así que me consiguieron otro. Esta vez, me tapé la nariz cuando incliné la
cabeza hacia atrás porque pensé que me ayudaría con la quemadura. Y,
curiosamente, lo hizo.
Todos se burlaron de mí por eso, pero no me importó. Me tapé la nariz en
el siguiente trago y el siguiente a ese, mientras una nueva persona pagaba cada
nueva ronda. Y las fosas nasales parecían ayudar con cada trago.
Mis amigos también se aseguraron de que bebiera el doble que ellos.
Mientras tanto, el mundo se volvía encantador y brumoso. Y
extremadamente gracioso. Me reía de casi todo de lo que todos decían, y ellos se
reían de lo que yo decía.
Era un buen momento para todos.
Hasta que un mechón de cabello claro en la mesa de un grupo al otro lado
del bar me llamó la atención. Eché un vistazo porque cualquier rubia me hacía
mirar dos veces en esos días. Cuando la vi, mi mandíbula casi golpeó el piso.
Dios, era hermosa.
—Santa mierda —dije articulando mal, agarrando a Rush y parpadeando
porque tenía que ser un espejismo.
—¿Qué? —preguntó, apartándose del tipo con el que estaba hablando
para prestarme atención.
—Es ella. —Señalé—. Quiero decir, ¿no es ella?
Miró a su alrededor con confusión. —¿Quién? ¿Qué? ¿Dónde?
—Ella —insistí; mi dedo apuntó con más insistencia en su dirección.
¿De quién más podría estar hablando?
¡Ella!
Finalmente pareciendo comprender la fuente de mi atención, entrecerró
los ojos por un momento antes de sacudir la cabeza y murmurar: —Bueno, que
me condenen. Creo que sí es ella.
—No me digas, es ella —respondí. La reconocería en cualquier lugar.
—Santo jodido infierno, hombre —vitoreó, sacudiéndome el hombro
agresivamente—. ¿Cuáles son las malditas probabilidades? ¿Cuáles son las
malditas probabilidades? Sabes lo que significa esto, ¿verdad? Esta es tu noche.
Eres imparable. Tienes que hablarle. Ahora mismo.
Cuando me empujó hacia ella, me tropecé hacia adelante, solo para
detenerme y retroceder, regresando a su lado.
—¿Estás bromeando? —grité, mirándolo como si estuviera loco—. No
puedo hablarle ahora. Estoy tan ebrio que nadie puede entender ni una palabra
de lo que digo.
—Amigo. —Sacudió la cabeza en desacuerdo—. No estás tan mal; yo te
entiendo bien. Solo has tomado la bebida suficiente para estar preparado y lleno
de coraje líquido. Además, acabas de tomar el lugar de Baxter. ¡Estás increíble esta
noche! No puedes perder. ¿Qué mejor momento puede haber para hablarle?
Tenía razón. Básicamente, era ahora o nunca. Pero, cuando la miré, las
cosas se hincharon y crecieron dentro de mí hasta que, joder, me asusté.
—Aún no estoy lo suficientemente ebrio —dije, sacudiendo la cabeza
insistentemente.
—Solo unos cuantos más, entonces. Vamos, hijo. ¡Bebe! —Haciéndole una
seña a los demás para llamarles la atención, susurró—: Oigan, chicos, Henry
necesita más alcohol. Acaba de ver a la chica de sus sueños al otro lado de la
habitación.
—¿Chica de sus sueños? —preguntó una clarinetista arqueando las cejas—
. ¿Te refieres a la chica de la que ha estado hablando desde el comienzo de la
escuela?
—Sí —anuncié, sonriendo tontamente—. Ella.
—¡Oh, Dios mío! —gritó la clarinetista, saltando—. Yo pago esta ronda.
No puedo creer que vayamos a ser testigos de cuando finalmente te presentes. Es
muy emocionante.
—Yo pago la siguiente ronda después de esa, si aún necesitas más alcohol
—ofreció una flautista—. También quiero verte hablar con ella.
Y así de fácil, todos a mi alrededor se volvieron tan ansiosos y expectantes
que no había forma de que se me fuera a permitir salir del bar hasta que me
acercara a la chica de mis sueños.
Mi estómago gorgoteaba. No estaba seguro de si eran nervios o todo el
alcohol agitándose en mis entrañas; solo esperaba que todo se quedara allí hasta
que hiciera mi gran caminata de coraje.
Pero sería mejor que lo hiciera pronto, o me arrastraría en vez de caminar.
Guau, mareo. Ahora veía a dos chicas de ensueño.
—Vale, vale, vale —dije, sacudiendo la cabeza y levantando una mano
para detener a mis amigos cuando intentaron servirme otra copa—. Creo que
estoy listo.
—¡Está listo! —anunció Rush, causando que los otros rugieran en
aprobación.
Me giré hacia él. —¿Cómo me veo? —Me pasé las manos por la cara, luego
me froté las palmas en las caderas de mis vaqueros.
—Te ves bien, hombre. Con los ojos un poco vidriosos, pero bien.
—Oh, espera —dijo la clarinetista, deteniéndome cuando comencé a
moverme en dirección a la chica de mis sueños—. Me gusta cuando ese mechón
de tu cabello salta justamente… así. —Tiró de un mechón de mi cabello antes de
sonreír y dar un paso hacia atrás con un asentimiento de aprobación—. Ahí.
Perfecto.
—Simplemente sé tú, Henry —animó la flautista—. Eres un encanto total.
Le encantará.
—Yo… —Abrumado por el cumplido, me sonrojé y asentí—. De acuerdo.
Gracias. ¿Algo más?
Unas personas más me lanzaron sugerencias, algunas instantáneamente
derribadas por todas las mujeres del grupo. Y luego Reuben dio un paso
adelante, preguntando: —Espera. Otra vez, ¿cuál es ella?
—Aquella —le dije, señalándola—. La rubia con la blusa de lunares azul
y blanca.
Hizo una mueca y apartó el rostro antes de mirarme como su estuviera
loco. —¿Estás seguro? Porque esa pelirroja a su lado con el trajecito negro es
mucho más sexy.
—Oye, cuidado, hombre —le advirtió Rush con una carcajada—. Esas son
palabras para iniciar una pelea con Henry.
—Sí, estoy seguro de que esa es la que me gusta —gruñí entre dientes—.
Es hermosa. Y la próxima persona que intente estar en desacuerdo conmigo va a
acabar con un labio hinchado.
—Eh, cuidado —dijo Reuben, levantando las manos en señal de rendición.
Luego se echó a reír y sacudió la cabeza—. Guau, realmente te gusta.
—Por supuesto que me gusta —murmuré—. Hace dos meses que vengo
diciéndolo, ¿no es así?
—Sí. Sí, lo has hecho —murmuró antes de mirar en su dirección y estudiar
la chica contemplativamente—. Te diré qué —dijo, volviéndose hacia mí. Luego
me dio una palmada en el pecho con el dorso de la mano y sonrió—. Espera aquí.
Yo me encargo.
—¿Tú… te encargas de qué? —pregunté, sacudiendo la cabeza mientras
caminaba en dirección a la chica de mis sueños.
—¿Qué diablos está haciendo? —preguntó la clarinetista, sacudiendo la
cabeza con la misma confusión.
—No me jodas —respondió Rush, rascándose la mandíbula.
—Está… santa mierda. Va a ser mi casamentero —anuncié con asombro.
Reuben, quien era el epítome de la confianza y el encanto cuando se
trataba de las mujeres, iba a allanarme el camino para presentarme a la chica de
mis sueños.
Guau. No tenía idea de que alguna vez me apoyaría de esa forma. De
repente lo amaba. Qué asombroso, increíble…
¡Idiota!
Mi mandíbula cayó cuando Reuben besó a mi chica.
Tan pronto como la alcanzó, dijo algo para llamar su atención. Ella se giró
hacia él, desconcertada, y bum. Se abalanzó, colocando su boca sobre la de ella.
Justo así.
La robó.
—¿Qué… qué acaba de suceder? —preguntó la clarinetista con voz
aturdida.
Nadie respondió; todos demasiado ocupados mirando boquiabiertos con
conmoción cuando Reuben se apartó y dijo algo que la hizo sonreír, a la chica de
mis sueños. A él.
Entonces le pasó un brazo por encima de los hombros y me miró para
guiñarme un ojo, dejándome saber que tomó a propósito algo que yo quería con
todo mi corazón para pagarme por haber tomado el lugar en la banda que él
quería.
Acababa de ganar la ronda. Y yo ni siquiera sabía que competíamos.
Traducido por florbarbero
Corregido por Tolola

Cannon había dado en el clavo.


Esa mierda no era buena.
Y no tenía nada bajo control.
Nicholl estaba empeñado en encontrar a Haven, y no iba a dejar de buscar
hasta que descubriera dónde se hallaba, comenzando su búsqueda conmigo.
Él y sus matones me atraparon justo antes de la práctica.
Después de la noche que tuve, todavía no funcionaba completamente e iba
atrasado. Casi todos los demás ya habían salido del vestuario y se encontraban
en el campo calentando mientras yo me apresuraba a ponerme mi equipo.
Así que sí, me encontraba solo colocándome las hombreras y sentado en
un banco para atarme los zapatos. Me levanté y me dirigí hacia la salida cuando
los dos primeros idiotas me agarraron por la espalda, agarrándome los brazos y
tirándome hacia atrás hasta que mi columna vertebral se estrelló contra un
casillero cerrado. Las hombreras absorbieron la mayor parte del impacto, pero
aun así...
—Ay. ¿Qué demonios? —Luché para liberarme—. Déjenme ir.
Otros dos aparecieron junto al primer par, y luego Nicholl dio un paso
adelante. Cuando se detuvo a centímetros de mi cara, eché la cabeza hacia atrás
y me reí con ganas.
—Guau, esto es tan típico de ti. Sigues sin poder enfrentarte a una persona
a menos que tengas toda tu pandilla sosteniéndotelo, ¿verdad, amigo? ¿Tienes
que hacer que sea cinco contra uno?
Entrecerró los ojos. —¿Dónde está?
—¿Quién? —pregunté de forma inocente antes de que una sonrisa de
complicidad apareciera en mi cara—. Oh, ¿tu chica sigue perdida? Vaya, qué
pena. Sabes, deberías hacer un mejor seguimiento de tu mierda, así tal vez no se
perdería. Quiero decir, si no tienes cuidado, alguien más podría simplemente...
robártela en la cara.
No tenía la intención de que pareciera que yo había robado a Haven, pero
me di cuenta de que era exactamente como sonaba cuando Nicholl gruñó y me
empujó tan fuerte como pudo. Con los dos agarrándome, mis brazos se estiraron
dolorosamente.
Apreté los dientes y respiré por la nariz, tratando de calmarme mientras
Nicholl exigía: —¿Dónde diablos está? No bromeo, Webster.
—Oh. —Levanté las cejas como si estuviera sorprendido—. ¿No es una
broma? Bueno, guau, eso lo cambia todo. —Mirando a uno de los chicos que me
sostenía, le pregunté—: ¿Sabías que no está de broma?
Nicholl gruñó y me dio un puñetazo en el estómago, donde no tenía
ningún protector para absorber el impacto. Gruñí mientras me doblaba y el aire
se me salía de los pulmones.
—Maldita sea —gruñí, apoyando el pie contra el suelo para ayudar a
aliviar el dolor. Luego, sacudí la cabeza y levanté la cara, gritándole—: Sabes que
no pueden detenerme para siempre, ¿verdad?
Tan pronto como me liberara, Topher Nicholl iba a pasar por un mundo
de dolor.
El miedo pasó por su mirada, pero hinchó el pecho, todavía convencido
de que estaba a salvo. —¿Dónde está mi novia?
Lo miré directamente a los ojos. —No tengo ni idea. Y no me importa.
—La llevaste —insistió—. Sé que te la llevaste. ¿Dónde está?
Resoplando, negué con la cabeza. —¿Por qué querría tus sobras? ¿En
serio? ¿Quién sabe con qué tipo de mierda la infectaste? Hombre, consigue un
cerebro. No tengo a tu novia.
Apuntándome con el dedo a la cara, Nicholl negó con la cabeza. —Pero
sabes dónde está, ¿verdad?
Sonreí. —Si lo supiera, no te lo diría.
—Maldito idiota.
Me golpeó de nuevo. Esta vez, en la cara. Sentí el impacto completo de eso
también.
Rompiendo en rabia, lo pateé. Justo en la espinilla.
Gritando, tropezó hacia atrás, lejos de mí, sosteniéndose la pierna y
siseando a sus amigos: —Les dije que lo sostuvieran.
—Lo hacemos —se quejó uno de ellos, sonando molesto—. Es más fuerte
de lo que pensamos.
El cumplido me estimuló. Aproveché la oportunidad para agarrar a los
dos imbéciles que me agarraban antes de moverlos con todas mis fuerzas con la
esperanza de golpearlos entre sí. Pero se dieron cuenta de mis intenciones y
pudieron frenarse antes de chocar.
Siguieron muchos gritos y maldiciones, instante en el que pude liberarme
de un hombre y darme vuelta hacia el otro. Mi puño lo encontró y, de repente, el
idiota número dos me soltó también. Antes de que los dos pudieran abordarme,
salté hacia Nicholl.
—Esa fue la última vez que me pegas.
Mi primer golpe lo atrapó en el estómago, doblándolo. Recordando lo
fuertemente que Haven se aferró a mí anoche, cómo no paraba de llorar, cuán
perdida y rota se veía, le golpeé la mandíbula tan fuerte como pude con los
nudillos. El sonido satisfactorio que hizo el golpe podría haber sido lo mejor que
había escuchado en mi vida. La furia por todo lo que alguna vez me hizo rugió
por mis venas, y mi puño se apretó aún más. Sin embargo, antes de que pudiera
dar otro golpe, me agarraron por detrás.
Grité, golpeando hacia atrás con la cabeza, pero quien me sostenía era más
grande y fuerte. Cuando un puño conectó con mi cara, vi estrellas. Un par más
de esos y estaría inconsciente.
—Hijos de puta —grité. La ira me alimentó, agarré los antebrazos del tipo
que se encontraba detrás de mí ahogándome, y me incliné por la cintura, tan
rápido que lo tiré sobre mi hombro.
Tan pronto como aterrizó de espaldas con un gemido de dolor, la puerta
del vestuario se abrió de golpe y la voz del entrenador gritó: —¡Oigan! ¡Oigan!
¡Paren! Es suficiente.
Levanté la vista y encontré su mirada, sabiendo que lo único que acababa
de ver era a mi cuerpo golpeando a uno de sus preciosos jugadores ofensivos.
Mierda.
Levantando las manos, di un paso atrás, rindiéndome, mientras todos los
demás miembros del equipo entraban corriendo detrás de él: jugadores,
entrenadores y aguateros. Los muchachos de Nicholl ayudaron a su amigo
herido a ponerse de pie, y juntos cojearon hacia el lado opuesto del vestuario para
alejarse lo más posible de mí.
Una mano me agarró el brazo. Sabiendo que era Cannon, lo miré y me di
cuenta de que estaba jodido en el momento en que sacudió la cabeza para
advertirme que la escena se veía tan mal como temía.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó el entrenador.
Cuando nadie habló, me señaló. —Tú —acusó—. Estás fuera del próximo
partido.
Cerré los ojos. Maldita sea.
Mientras mi corazón se desplomaba, Cannon, junto con algunos otros
jugadores defensivos, gritó indignado: —¿Qué?
Dejándome ir, mi mejor amigo se quedó boquiabierto ante el entrenador.
—Dios, entrenador. Eran cinco contra uno. —Su voz sonaba incrédula cuando
agregó—: ¿Qué cree que pasó? ¿Que Webster saltó contra cinco hombres solo?
Por favor.
—No sé lo que pasó. Ni siquiera voy a pretender adivinarlo. Pero sí sé lo
que vi cuando entré. Y sé que él tiene un historial de arrebatos violentos. Dado
que nadie me dice nada, esta es mi decisión final. —Me miró con expresión
sombría—. Estás suspendido del partido del sábado. Y, si esto vuelve a pasar,
estás completamente fuera de mi equipo. Aprende a controlar tu temperamento,
Webster.
Salió de la habitación con un sonriente Nicholl y sus secuaces detrás.
Jodidos aduladores. Era bueno saber que besarle el trasero al entrenador te
sacaba de los problemas, sin importar qué, mientras que ser un jugador honesto
y trabajador te dejaba al margen.
Tan pronto como se fueron, dejando atrás solo a Cannon, Bear, José, Roark
y Polansky, un silencio llenó el vestuario. Mis amigos lucían conmocionados
antes de comenzar.
—¿Historia de arrebatos violentos? —repitió José en absoluta confusión—
. ¿Webster? ¿Estamos seguros de que habla del chico correcto?
—Amigo, ¿no te has enterado de lo que hizo en su primer año? —dijo
Polansky—. Rompió todo el maldito vestuario en un ataque de rabia. La gente
seguía hablando de eso dos años después, cuando yo era un estudiante de primer
año.
Mientras tanto, Roark gritó: —Mierda, no puedo creer que estés fuera del
próximo partido. Ahora vamos a perder contra Northwest. ¡Vamos a perder
contra el puto Northwest! ¿Cómo está pasando esto?
Bear, que nunca decía mucho, simplemente sacudió la cabeza con tristeza
y se cruzó los brazos sobre el pecho, mirándome con simpatía, mientras Cannon
se ponía directamente en mi cara y me preguntaba: —¿Qué demonios, hombre?
¿Por qué no le dijiste al entrenador lo que pasó? Yo ni siquiera estaba aquí y sé
que no empezaste eso. Todos sabemos que no lo hiciste, así que, ¿por qué no dijiste
algo?
—Ahí se va nuestra oportunidad de llegar a los playoffs. —Roark seguía
llorando—. Toda la puta temporada va a terminarse. Jodida mierda, hombre.
—¿Quieres callarte ya? —siseó Cannon—. No vamos a perder contra
Northwest. Porque no van a suspender a Webster. —Volviéndose hacia mí y
mirándome directamente a los ojos, siguió hablando con Roark—. Porque va a ir
con el entrenador ahora mismo y le dirá lo que sucedió. ¿Entendido?
—¿Y qué crees que va a resolver? —pregunté—. Le pedirá a Nicholl que
confirme mi historia, pero no lo hará. Por lo tanto, todo se reducirá a quién está
más dispuesto a creerle el entrenador, y ese no soy yo. E, incluso si creyera mi
historia, en el peor de los casos, nos suspenderá a los seis y, entonces, ¿dónde
estaremos contra Northwest?
—Mierda, hombre. Vamos a perder. Perderemos seguro. Por favor, que no
suceda —rogó Roark.
—¿Esto es porque te ayudamos a llevarte a la chica de Nicholl anoche? —
preguntó finalmente José.
—No me llevé a su chica —le grité, mirándolo y causando que el estudiante
de primer año se alejara de mí con los ojos muy abiertos y preocupados. Forzando
mis hombros a relajarse, negué con la cabeza—. Ella quería alejarse de él, así que
mi hermana y yo la ayudamos a hacerlo. Eso es todo.
—¿Qué hiciste con ella después de que se fueron? —preguntó Polansky.
Me encogí de hombros. —Nada. Izzy nos llevó a mi casa. Y luego sus
padres vinieron por ella. —Mirando hacia Cannon, observé que se le tensaba la
mandíbula mientras escuchaba mi mentira. Pero no me delató, así que me volví
hacia los demás—. No la llevé a ninguna parte en contra de su voluntad. No se
la robé a Nicholl. No hice nada malo, joder.
Nadie respondió durante un momento, y entonces Bear finalmente habló.
—¿Supiste que le hizo?
Miré hacia otro lado. —Sí. Lo atrapó engañándola con su compañera de
cuarto. Eso la sacudió un poco. Es todo.
—¿La sacudió un poco? —gritó José con incredulidad. Luego resopló—.
Esa es una forma de decirlo, supongo.
—Entonces, Nicholl y su grupo de tontos te atacaron porque... ¿por qué? —
insistió Polansky.
—Porque son idiotas —murmuré. Con un suspiro, me pasé una mano por
la cara, solo para notar sangre en la palma. Mierda. No me había dado cuenta de
que sangraba—. Supongo que estaba convencido de que sabía más sobre su…
sobre ella de lo que realmente sabía.
Parecieron creerse eso, a pesar de que Cannon seguía estrechando los ojos
con desaprobación.
—Amigo. —José silbó en voz baja y sacudió la cabeza—. Nunca supe que
tenías problemas de ira. Eres tan... tranquilo, ¿sabes?
—Eso es porque no tiene problemas de ira —dijo Cannon a mi lado—. Dos
incidentes aislados no lo convierten en una especie de monstruo violento. Y las
dos veces fueron originadas por Nicholl, por lo que no puedes culpar a Webster
por liberar un poco de furia cuando fue incitado a pelear contra su puta voluntad.
Es decir ¡joder! Conocemos a Wick. Es tranquilo. Esto es todo culpa de esos
cabrones.
Me agarró la muñeca y me levantó el brazo para que los demás lo vieran.
—Miren. Tiene marcas rojas en todos sus jodidos brazos. —Mirándome, levantó
las cejas—. Te detuvieron mientras Nicholl te golpeaba, ¿verdad?
Mientras los otros jadeaban ante las nuevas marcas en mi piel con
incredulidad, alejé la muñeca del agarre de Cannon y lo fulminé con la mirada,
murmurando: —Me liberé.
—Jesús —dijo Roark, que ya no estaba tan preocupado por el juego contra
Northwest—. Eso es sucio.
—Es por eso que estás en defensa con nosotros. —Cannon lo señaló—. No
recurrimos a esa mierda. Jugamos bien porque somos impresionantes. Ahora,
todos, volvamos a salir antes de que nos suspendan a nosotros también. Y tú... —
Agitó una mano hacia mi cara—. Ve a lavarte, hombre. Estás fatal.
Salieron del vestuario, dándome todos una palmadita de consuelo y apoyo
en el brazo mientras se iban. Cannon, el último, me miró fijamente un momento
antes de desaparecer también del vestuario.
Una vez estuve solo me arrastré hacia los lavabos, agarrándome a los
bordes, y me incliné para examinarme en el espejo de la pared. Rastros de sangre
me habían manchado mi mandíbula y mi labio comenzaba a hincharse en una
esquina. Aparte de una mejilla roja y dolor en las costillas, todo bien.
Abriendo el agua, me enjuagué la cara.
Después de escupir sangre en el lavamanos, mantuve la cabeza inclinada,
con los ojos cerrados, y traté de terminar de tranquilizarme después de la pelea
en la que acababa de estar.
Conseguí darle suficientes golpes como para sentirme satisfecho. Lo
lastimé y le hice sangrar pero, sin embargo, todavía no parecía lo suficiente.
La imagen de Haven seguía destellando en mi mente, sus lágrimas, su
dolor, y la absoluta pérdida de confianza en sí misma. Quería lastimarlo tanto
como él lo hizo con ella. Pero sentía como si ni siquiera hubiera arañado la
superficie.
Así que fue difícil calmarme, respirar y simplemente olvidarlo. Todavía
quería venganza. Quería su miseria. Su miedo. Sus fracasos. Creo que siempre
me sentiría inquieto e insatisfecho hasta que los consiguiera.
Detrás de mí, Cannon dijo: —Bueno, eso fue bien.
Lo miré secamente.
Me entregó una bolsa de hielo que debía haber ido a buscar. La acepté y
la apreté contra mi labio hinchado.
Cruzándose los brazos sobre el pecho, se apoyó en el lavamanos a mi lado.
—¿Qué te dije, hombre? ¡Guerra total!
—No hice nada malo —repetí.
Levantó las manos. —Oye, lo sé.
—Y tampoco empecé esto —gruñí, mi ira comenzando a burbujear de
nuevo.
—También lo sé. Lo sé mejor que nadie. —Me puso una mano en el
hombro, cerré los ojos y luego dejé escapar un suspiro para detener el burbujeo—
. Solo digo…
—Que debería haberme sentado sin hacer nada. Lo sé. Eso es lo que me has
dicho durante tres malditos años. Y te he escuchado. No he hecho nada contra él.
Pero cruzó la línea, y no he hecho nada. Si ese hijo de puta quiere guerra, la
tendrá.
—¿Sabes qué? Si me hubieras escuchado la primera vez que te dije que
hicieras algo, esto no estaría sucediendo. Y nunca habría tenido que decirte que te
detuvieras durante todos estos años. ¿Qué tal si piensas en eso, eh?
Como tenía razón, no podía responderle. Tenía tanta razón, de hecho, que
mis tripas ardían de arrepentimiento. Inclinando la cabeza, apreté los dientes y
cerré los ojos.
Lo había estropeado hace tres años. Mi pequeña incapacidad para actuar
había arruinado todo, y el error me seguía hasta hoy.
Sin embargo, Cannon no había terminado de aplastarme las bolas contra
el suelo. Señalándome, se apartó de los lavamanos.
—Algo más en lo que pensar: ¿qué va a hacer cuando se entere de que ella
está viviendo contigo?
Con eso, salió del vestuario, dejándome solo.
Solté un suspiro, sabiendo que tenía razón. Pero cuando me encontré con
mis propios ojos en el espejo, también me di cuenta de que no importaba; habría
ayudado a Haven sin importar las consecuencias. Todavía planeaba ayudarla,
siempre y cuando me lo permitiera. Porque, en algún momento de la noche
anterior, cuando había estado en mis brazos, confiando en que la mantendría a
salvo, se convirtió en la prioridad número uno.
Traducido por Julie
Corregido por Tolola

Vale, así que puede que me hubiera paseado implacablemente por el suelo
junto a la puerta, esperando a que Wick llegara a casa esa noche, porque la
mirada que Topher me envió al otro lado del campus me había perseguido
durante todo el día.
Cuando no me pidió que hablara con él, me hizo pensar... no sé. Pero
sentía como si las cosas fueran peor porque me dejó ir, así que ahora... Ahora me
preguntaba qué había pasado entre él y Wick en el entrenamiento.
Finalmente, me senté en una silla en la sala de estar con un libro de texto
abierto en el regazo, fingiendo que estudiaba, pero terminé mirando fijamente a
la puerta principal y mordiéndome las uñas todo el tiempo hasta que por fin se
abrió a las siete menos cuarto.
Cuando Wick entró, con una enorme bolsa deportiva colgando sobre su
hombro y la cabeza inclinada como si estuviera pensando profundamente, me
puse de pie, instantáneamente nerviosa. Instantáneamente expectante.
—Oye, eh, hola —saludé rápidamente, y le ofrecí una sonrisa tensa
mientras me miraba sorprendido y luego con recelo. Me metí un mechón de pelo
detrás de la oreja—. Parece que acabas de salir de la práctica. ¿Acabas de salir de
la práctica?
Cerrando la puerta tras él, respondió con un breve y estoico: —Sí.
—¿Lo hiciste? Oh. Uh, ¿lo...? Quiero decir, ¿lo viste allí? A Topher, me
refiero. —Me entrecerró los ojos. Me sonrojé, sintiéndome como una tonta—. Lo
siento. Claro que lo viste. Solo... —Riéndome incómodamente de mí misma por
actuar como un bicho raro, me froté la nuca y pregunté—: Solo... quiero decir...
¿te dijo algo? ¿Sobre mí?
Como el hecho de que te miré hoy al otro lado del campus como si te deseara, a
pesar de que en serio solo te miraba porque, bueno... mirarte me ayuda con los nervios por
alguna razón. El hecho de que seas guapo es una coincidencia.
—Ajá —murmuró, bajando la mirada.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. —¿Sí?
Oh, Dios. ¿Le había dicho a Wick que lo estuve mirando? ¿Wick le dijo
dónde encontrarme? Mierda. ¿Topher sabía dónde vivía ahora?
—Seguía convencido de que entraste en la habitación de Izzy anoche —
explicó—. Le dije que se equivocaba, y luego no le dije nada más.
—Oh. —Respiré profundamente y titubeé un poco por el alivio que se
apoderó de mí—. Entonces, ¿no le dijiste dónde estaba? ¿Dónde vivo ahora?
Agitó la cabeza.
Me agarré el abdomen, agradecida. —Gracias —dije con entusiasmo—.
Dios mío, gracias.
Asintió. —No quiero que aparezca en nuestra puerta más de lo que lo
quieres tú.
—Claro —murmuré—. Quiero decir, por supuesto. Tiene sentido.
—Sí.
Sus respuestas cortas empezaban a volverme loca. Quería saber más, todo:
qué pensaba de todo esto, qué pensaba de mí, cada detalle de lo que había pasado
entre él y Topher.
Me sentía tan perdida e insegura.
Cuando Wick salió de la habitación sin decir una palabra más, me
marchité, porque obviamente no me iba a calmar la curiosidad.
Pero entonces, se detuvo en la puerta. Alzó la mano hacia el marco de la
puerta y, dándome la espalda, dijo: —Te insulté.
Parpadeando, porque estaba segura de haberle escuchado mal, dije: —Lo
siento, ¿qué?
Miró hacia atrás, sus pálidos ojos preocupados. —En el entrenamiento de
hoy, cuando se enfrentó a mí. Parecía tan seguro de que te había escondido en
alguna parte que quería convencerlo de que no sabía dónde te encontrabas, así
que le mentí y le dije...
Se calló abruptamente.
Haciendo una mueca de dolor por lo que debía haber dicho sobre mí, lo
interrogué con cautela. —¿Dijiste qué?
—Dije... —Su garganta se movió al tragar—. ¿Por qué querría tus sobras?
¿Quién sabe con qué clase de mierda la infectaste?
Luego se quedó allí, rígido como una tabla, mirándome y esperando mi
reacción. Me di cuenta por la cautela en sus ojos que esperaba meterse en grandes
problemas por su confesión. Pero, extrañamente, no quería insultarlo.
Quiero decir, sí, me dolió, sobre todo porque había más verdad en lo que
dijo de lo que me sentía cómoda admitiendo. Era las sobras de Topher Nicholl,
¿no? No era exactamente un pensamiento lindo. Pero simplemente enderecé mi
columna vertebral, inhalé y le envié a Wick un pequeño asentimiento formal.
—Muy bien —le dije—. Gracias por decírmelo. Ni siquiera tenías que
confesarlo. Pero... aprecio tu honestidad.
—No quería que pensaras que creía esa mierda, por si te enterabas.
—Por supuesto. —Le envié una sonrisa temblorosa, pensando que debía
creerlo en algún aspecto para que se le ocurriera la idea.
Debió darse cuenta de cómo me sentía realmente, a pesar de lo que había
dicho, y no sabía cómo responder. Sus labios se movieron como si quisiera decir
más pero luego cambió de opinión para solo asentir y abandonar la habitación.
Inmediatamente caí en la silla más cercana y me abracé a mí misma, como
las sobras usadas e infectadas que era.
Espera. ¿Infectada?
Oh, mierda. Me volví a poner de pie y entré en pánico al instante.
—Wick —grité, casi histérica, sin saber por qué lo llamaba a él. Nada de
esto era su problema, pero era la única persona en el apartamento, y solo... De
repente necesitaba un poco de apoyo emocional; dispuesta a tomarlo de
cualquier lugar que pudiera conseguirlo.
Apareció de nuevo en la entrada, con el pelo flotando como si se hubiera
apresurado a volver a mí, y la brisa de su carrera había hecho que se elevara.
—¿Qué pasa? —exigió, con preocupación en su mirada.
—¿Y si tienes razón? —solté, presionándome las manos contra el
estómago—. ¿Y si... me infectó?
Su mirada cayó hacia donde presionaba las manos, y se volvió blanco
como una sábana. —¿Crees que estás embarazada?
—¿Qué? ¡No! —Me arranqué las manos del vientre—. Tomo la píldora,
pero esa fue la única prevención que usamos, y la píldora no impide que alguien
transmita una... una... una enfermedad venérea. Y ahora que sé que me fue
infiel... Dios mío. —Volví a retorcerme las manos en la cintura y a caminar por la
habitación—. Quiero decir, estoy segura de que mi compañera de cuarto estaba
limpia, pero... ¿y si... y si estuvo con... ya sabes, y si hubo otras?
Sintiendo náuseas por la idea y sin saber a qué me había expuesto el tipo
al que creía que amaba, me volví suplicantemente hacia Wick, quien se encogió
de hombros antes de decir con voz ronca: —Las hubo.
Parpadeé. —¿Qué? —Entonces me di cuenta de lo que decía. Hubo... otras.
Otras mujeres. Más mujeres. Oh, Dios. Topher había estado con alguien más que
Annabeth.
Empecé a sacudir la cabeza, queriendo negarlo. Necesitando que no fuera
verdad.
—¿Qué te hace pensar eso? —pregunté, totalmente preparada para dejar
de lado toda la sugerencia. Pero luego me concentré en la arrepentida disculpa
en su mirada y me di cuenta—. Espera, no lo piensas, ¿verdad? Lo sabes. Y…
siempre lo supiste, incluso antes que yo, ¿verdad?, porque... Mierda, estás en el
equipo con él, y por supuesto que lo sabrías si hubiera estado... —Débil en las
rodillas, me senté—. Oh, Dios mío. —Enterrando la cara en las manos, traté de
lidiar con esta nueva revelación—. Oh, Dios mío —me hice eco antes de
levantarme de repente, necesitando saber más.
—¿Cuántas? —le pregunté—. ¿Cuánto tiempo? —Cuando Wick sacudió
la cabeza, bajé las manos a los costados y me acerqué amenazadoramente—.
Dímelo.
Se puso tan firme conmigo como yo lo había sido con él, y me respondió:
—No.
—¿Por qué no? —exploté, acercándome lo suficiente como para empujarle
el pecho. No es que se moviera—. ¿Por qué carajo lo proteges? Pensaba que lo
odiabas.
—¡¿Qué demonios?! Lo odio. Y protegerlo es lo último que hago —insistió,
acercándose a mí, con los ojos brillando de irritación.
Ignorando eso, me enfurecí. —Porque todos los chicos tienen que subsistir
juntos, ¿es eso? ¿Es por eso que nunca me lo dijiste? ¿Va en contra del código de
su sociedad secreta de penes? ¿No pueden delatar a uno de los suyos?
—¿Míos? —repitió horrorizado—. Al carajo si me parezco en algo a él.
Nunca te lo dije porque nunca había hablado contigo antes de anoche. En serio,
¿te acercarías a un completo extraño y le dirías que lo engañan?
—Yo… —Bueno, no, probablemente no. No sería asunto mío. Me sentiría
rara metiéndome en problemas tan personales con alguien e involucrándome en
su drama si no los conociera, y probablemente solo causaría dolor, de todos
modos, dolor que yo empezaría, así que supongo que no podría estar enojada con
Wick por no hacer algo que yo tampoco haría.
A pesar de que todavía estaba muy enojada con él.
—Y, demonios, por lo que sabía, tú ya eras consciente y eras una de esas
que miran hacia otro lado. ¿Por qué debería haber metido la nariz donde no
debía? Y después... Anoche —continuó—, ya sabías lo suficiente. No podría
añadir a tu...
—Bueno, ahora quiero saberlo todo —gruñí sin dudarlo—. Así que dímelo.
—¿Por qué? —contestó—. ¿Porque solo quieres herirte más? ¿Es eso?
Bueno, mala suerte. No quiero verte sufrir de nuevo.
—Maldito seas —gruñí, empujándolo esta vez, no solo pinchándole con el
dedo, sino presionando las manos contra su pecho y jadeando con toda mi fuerza,
causando que la masa sólida tropezara unos pocos pasos hacia atrás—. Yo me
encargo de mi reacción. Ahora, dime lo que sabes. Necesito oírlo.
Cuando me miró fijamente, negándose obstinadamente a hablar, me
tembló la barbilla. —¿Tú no querrías saberlo? —susurré, porque mi voz se había
roto y vuelto ronca.
—Joder, Haven —murmuró en agonía, agarrándose el pelo con un
tormentoso gesto de dolor. Todavía no quería decírmelo, pero creo que lo iba
agotando—. Honestamente, no sé mucho. No puedo decirte con seguridad
cuándo empezó. Y no tengo ni idea de cuántas. —Sacudiendo la cabeza, hizo un
último esfuerzo inútil para salir de la conversación—. Me he mantenido lo más
lejos posible de él. No sé...
—Dime lo que sí sabes —pedí en voz baja, suplicando con mis ojos—.
¿Cuándo te diste cuenta por primera vez?
Agitó la cabeza.
Le toqué el brazo. —Por favor.
Cerrando los ojos, soltó una suave maldición y luego admitió: —Al
comienzo del segundo año, después del primer partido fuera de casa.
A pesar de que me había preparado para la noticia y sabía que no iba a ser
buena, todavía jadeé de angustia y me alejé de él porque... ¿el comienzo del
segundo año? ¿Había empezado hace tanto tiempo, ni siquiera un año después de
nuestra relación? Mierda, ¿cómo es que no lo sabía? ¿No lo sentí? No...
—Pero mi amigo no se sorprendió en absoluto —continuó, apuñalándome
en el corazón con más información—. Y ya parecía estar acostumbrado a verlo,
así que Nicholl debía haber empezado antes.
Un sonido de negación salió de mis labios. Me agarré el pecho.
—¿Haven? —Wick se adelantó, extendiendo la mano. Pero agité la cabeza
y levanté las manos, ahuyentándolo.
—¿Cuántas? —pregunté, decidida a seguir adelante y a saberlo todo, sin
importar lo que me hiciera.
Wick volvió a sacudir la cabeza, y sus ojos me suplicaban que lo dejara
pasar.
Pero no podía. Tenía que saberlo. —¿Cuántas?
—No lo sé, carajo —enfatizó—. Muchas, vale. En cada partido fuera de
casa, parecía que iba a perseguir a una chica nueva. Y por lo que puedo asumir,
normalmente la atrapaba.
—Oh, Dios —gemí, la verdad desgarrándome y dejándome el corazón
destrozado en plena exhibición.
Las náuseas aumentaron y, de repente, me puse la mano sobre la boca
mientras corría desde la habitación, por el pasillo y hacia el baño. Apenas había
llegado y caí de rodillas frente al inodoro cuando mi estómago se rebeló y el
vómito se apoderó de mí.
Me aferré al dios de la porcelana y renuncié a mi bendición, vaciando todo
lo que había dentro de mí. Una vez que terminé, apoyé la sien contra el costado
del tocador a mi lado y lloré.
Cuando me calmé lo suficiente como para darme cuenta de que Wick me
había seguido, le eché un vistazo y parpadeé para encontrarlo sentado no muy
lejos en la entrada del baño, con la espalda hacia el marco de la puerta y los codos
apoyados en sus rodillas dobladas, mientras enterraba la cara entre las manos y
esperaba a que me calmara.
Alerta ante mi cambio de humor, levantó la cara y echó un vistazo. Por su
expresión me di cuenta de que se arrepentía de haberme dicho algo.
Ofreciéndole una sonrisa débil, hice un gesto hacia el inodoro. —Lo siento
por eso. Los estómagos débiles son cosa de familia.
Se puso de pie mientras hablaba y se dirigió hacia el fregadero para
agarrar mi vaso de enjuague, y lo llenó con agua del grifo.
—Mi mamá me contó que su hermano mayor vomitaba cada vez que algo
le molestaba —seguí divagando—. Mi tío Mason. Mis padres lo mencionaron
anoche cuando...
—Lo recuerdo —dijo Wick simplemente mientras sostenía la taza de agua.
—Cierto. —Tomando el agua, le dije—: Gracias. —Entonces me levanté
con él en la mano y tomé un trago para agitármelo en la boca y escupirlo antes
del siguiente trago.
Wick se paró a mi lado en silencio, una fuerza sólida que me estabilizaba
tanto como despertaba ansiedad. Sin saber cómo tratar con él, me cepillé los
dientes, concentrándome en eso. Cuando todavía seguía ahí después, con los
brazos cruzados formidablemente sobre el pecho y el hombro apoyado en la
entrada del baño, decidí ocuparme de su presencia.
—Mira, sé lo que estás pensando. —Cuando levanté la vista para
encontrarle la mirada, nos paramos cerca, lo suficiente como para que me diera
cuenta—: Tienes un corte en el labio.
Sus ojos pálidos parpadearon de sorpresa antes de meterse el labio inferior
entre los dientes como para ocultarme el corte, aunque ya lo había visto.
Agité la cabeza, confundida. —Anoche no tenías ese corte. —Me acerqué,
entrecerrando los ojos—. ¿Y eso es un moretón en la mejilla? Oh, Dios mío, ¿qué
pasó?
Se encogió de hombros —su respuesta para no hablar de ello—, y luego se
alejó de mí.
—La práctica —fue todo lo que murmuró.
—Oh —dije lentamente antes de encogerme—. Vaya, práctica dura. ¿No
deberían tomárselo con más calma, tan cerca de un día de partido? —Sin darme
cuenta, extendí la mano para examinar el corte con los dedos, pero inclinó la cara
hacia un lado, esquivando mi toque, así que moví la mano hacia atrás—. Lo
siento. —Estremeciéndome, me apreté las manos contra el pecho—. Examinarlo
ahora probablemente sea malo. Estoy segura de que duele.
—Está bien —dijo.
Excepto que no sabía con seguridad a qué parte se refería: a mi intento de
tocarlo o a lo del dolor. Si el dolor iba bien, entonces había admitido que se movió
solo porque no quería que lo tocara. Pero si me decía que estaba bien que hubiera
intentado tocarlo, ¿por qué se había movido para empezar? Dios, era imposible
entender a este tipo.
Tratando de no dejar que las preguntas me volvieran loca, me aclaré la
garganta y volví a la normalidad. —De todos modos, sé lo que estás pensando.
Que ojalá no me hubieras contado lo de las otras chicas, pero me alegro de que
lo hicieras. Yo... me alegro de saberlo. Y ahora sé que tengo que hacerme un
chequeo, lo que puede ayudarme a evitar, ya sabes, problemas médicos o algo
parecido. Así que, por favor, solo... —Miré hacia otro lado, incapaz de manejar
todo el arrepentimiento que veía en él—. Deja de mirarme como si fuera a
desmoronarme. No hiciste nada malo. Te lo pregunté yo. Puedo lidiar con la
respuesta. Aprecio que me lo dijeras.
Wick dio un paso atrás, lejos de mí. Por un momento, pensé que se iba a
ir, pero entonces dijo: —Mi hermana... —Levanté la vista cuando se detuvo.
Haciendo una mueca de dolor, continuó—: Mi hermana mayor, Darcy, trabaja en
el centro de salud estudiantil. Puedo conseguirte una cita allí si quieres. Ya sabes,
para que te revisen.
El solo hecho de pensar en la posibilidad de tener una ETS me revolvió el
estómago de nuevo, pero esta vez me las arreglé para tragarme la bilis.
Respirando profundo por la nariz, asentí y dije: —Me gustaría mucho. Gracias.
—Está bien. Te conseguiré una a primera hora de la mañana. —Y con un
solo movimiento de cabeza, se dio la vuelta y me dejó sola.
Traducido por Jadasa
Corregido por Tolola

El viernes temprano por la mañana, Wick hizo que me encontrara con él


en el centro de salud estudiantil para mi revisión. Se sentía mal que incluso
tuviera que hacer esto; siempre me había tomado en serio el sexo seguro. ¿Por
qué había sido tan estúpida como para pensar que el único novio que había
tenido se sentiría de la misma manera? Ahora, aquí me encontraba, pagando por
mi propia ingenuidad.
El viento parecía pensar que también debía abofetearme personalmente
por mi idiotez. Me puso el cabello fuera de lugar, obstruyéndome la vista y la
boca, así que todavía luchaba para apartarlo a su lugar y aferrarme a mi mochila,
que enganché sobre un hombro, mientras empujaba la puerta principal.
A pesar del desastre que era, aparentemente lo era en silencio. Nadie me
oyó entrar.
Una mujer se hallaba sentada en la sala de espera, hojeando una revista.
Una recepcionista se sentaba detrás de un mostrador alto. Y Wick Webster se
apoyaba contra el mismo mostrador en el otro extremo, donde conversaba con
una joven enfermera que se movía por el otro lado, organizando archivos.
Me detuve bruscamente, boquiabierta, en tanto mis hormonas tardaban
un momento en simplemente temblar y luego suspirar con anhelo. Juraría que se
había vuelto cinco veces más atractivo desde ayer. La camisa abotonada de
manga larga que se aferraba a él parecía demasiado pequeña cuando se tensaba
sobre su pecho. Con un par de simples pantalones vaqueros negros y un cinturón
oscuro, la tela se veía extra crujiente y extra blanca, casi virginal, lo cual era
irónico en comparación con los pensamientos que me producía ver esa camisa. Y
creo que los tres botones superiores de dicha camisa estarían de acuerdo, porque
parecían haberse desvanecido tras presionar tan firmemente contra ese cuerpo
masculino tan exquisito. Ciertamente no se encontraban en ninguna parte para
mantener la camisa cerrada, eso era seguro.
Pero el atuendo quedó en segundo lugar ante la manera absolutamente
relajada en la que se encontraba de pie, con los codos apoyados sobre el
mostrador mientras jugaba con un bolígrafo y hablaba con una vitalidad que
nunca había visto antes.
Nunca era tan abierto y tranquilo a mi alrededor. Hizo que los celos
pasaran por mi torrente sanguíneo cuando dirigí mi atención a la bonita y joven
enfermera que aparentemente podía sacar el lado cómodo de Wick Webster.
Pero la verdad es que me dijo directamente que nunca sería capaz de
relajarse conmigo como compañera de cuarto, ¿verdad? Simplemente ignoré su
advertencia. Pero ahora me daba cuenta de cuán grande era el asunto.
La enfermera se acercó al mostrador donde él se apoyaba con una carpeta
que bajó y abrió. Cuando extendió la mano para agarrar un bolígrafo del soporte
cercano, él debió haber dicho algo para irritarla porque le lanzó el bolígrafo
amenazadoramente tan pronto como lo agarró; solo para que él levantara
juguetonamente su propio bolígrafo, con el que había estado jugando, y la
bloqueara como en una pelea de espadas.
La envidia rugió aún más a través de mí, porque quería conocer a este
Wick, juguetón y despreocupado. La comprensión fue inmensa y un poco
aterradora.
La enfermera se fijó en mí primero, mirando por encima de su hombro,
solo para hacer una pausa y luego murmurar algo que hizo que Wick volviera su
atención hacia mí también.
Tan pronto como nuestras miradas se encontraron, mis entrañas se
llenaron de pánico, nervios y conciencia. Bajó los ojos y luego volvió a levantarlos
mientras me revisaba. Debajo de mi blusa, mis pezones se tensaron y los nudos
que se formaron en mi estómago tenían mis muslos hormigueando.
Se enderezó y me señaló con la mano para que me acercara.
Comencé a avanzar, sintiéndome más consciente de mi propio cuerpo de
lo que podía recordar haber sentido nunca. Volviéndome consciente de mi
cabello, me estremecí cuando encontré más mechones totalmente fuera de lugar.
Dios mío, menudo desastre.
Sonriendo nerviosamente cuando lo alcancé, le dije: —Hola. Lo siento.
¿Llego tarde?
No tenía idea de por qué me disculpé o pregunté eso. Sabía que no llegaba
tarde. Simplemente… necesitaba algo no estúpido que decir.
—No, para nada —respondió mientras se daba la vuelta para mirar a la
enfermera—. Esta es mi hermana, Darcy.
Oh, Dios mío. Bien. Darcy. La hermana. No tengo idea de lo que había
pensado cuando entré, los vi juntos y al instante me sentí posesiva. Por supuesto
que estaría hablando con su hermana, no... con alguien más. Y, además, los celos
codiciosos no eran un sentimiento que debiera tener por mi completamente
platónico compañero de habitación.
Wick dio un paso atrás y extendió una mano para permitirme tener mejor
acceso a su hermana para nuestra introducción. —Darcy, Haven —terminó.
—Hola, Haven. —Darcy sonrió alegremente. Pude ver un poco de Izzy en
ella, pero parecía más sutil, más madura, tal vez con un brillo aún más radiante
en su mirada. Extendiendo una mano, agregó—: Es muy lindo conocer a una
amiga de Wick que no juega fútbol. —Luego se detuvo e inclinó la cabeza—.
Espera. No juegas fútbol, ¿verdad?
Me reí mientras le estrechaba la mano. —No. Ni siquiera un poco.
—Guau. Sí que se está expandiendo. —Soltando mi mano, le pellizcó la
mejilla a Wick—. Qué sorprendente. Mi bebito está creciendo.
—Fenomenal —respondió secamente, apartando su mano.
Darcy puso los ojos en blanco y se dio la vuelta hacia mí. —Bien, entonces.
Estoy lista si tú lo estás.
—¡Oh! —dije—. ¿Ahora mismo? —Miré a la otra mujer que aún esperaba
con su revista y tuve la esperanza de no estar interrumpiendo la fila antes de
echar un vistazo hacia la recepcionista, para quien no había completado ningún
papeleo. Luego volví a mirar a Darcy, que me observaba expectante—. Está bien.
Por supuesto.
Me hizo un gesto hacia adelante, incluyendo a Wick en la convocatoria.
—En esta dirección, chicos. Síganme.
—¿Yo? —vaciló Wick, y se señaló el pecho—. Oh, puedo sentarme aquí en
el... —Señaló las sillas que esperaban.
Pero su hermana le dio una mirada severa. —Apúrate, perezoso. No tengo
todo el día.
Se volvió con una expresión de interrogación hacia mí, probablemente
esperando que le exigiera que se quedara atrás. Excepto que me sentía bastante
nerviosa por tener que hacerme las pruebas. Una cara familiar sonaba bien justo
ahora. De manera que le agarré de la mano y tiré de él para que viniera conmigo.
—Eh. Está bien —respondió nerviosamente, dejándome liderar el camino.
Tan pronto como entramos en la habitación a la que nos llevó Darcy, me
soltó para poder colocarse ante una pared, con la espalda apoyada contra el cartel
del cuerpo de una mujer en todas las etapas del embarazo y con los brazos
cruzados de mal humor sobre el pecho.
—Entonces, niños, ¿para qué nos hacemos la prueba hoy? —preguntó
Darcy mientras se sentaba sobre un taburete con rueditas y abría un archivo que
debía ser mío. Luego levantó la mirada—. ¿VIH? ¿Virus del papiloma humano?
¿Infección por virus del herpes simple? ¿Enfermedad pélvica inflamatoria?
¿Verrugas? ¿Sífilis? ¿Clamidia? ¿Verrugas? ¿Hepatitis B? ¿Gonorrea?
Con los ojos muy abiertos, simplemente parpadeé hacia ella. Los nervios
se agitaron en mi estómago, haciendo que me mareara de preocupación.
Pero, en serio, ¿realmente había tantas enfermedades de transmisión
sexual? Maldita sea. No tenía idea. Lo que era peor, creo que solo reconocí a VIH,
y...
Mirando con inquietud hacia Wick, susurré: —¿Qué es verrugas?
Él se encogió de hombros, tampoco tenía ni idea.
Genial. Gran cantidad de apoyo que era.
Pero su hermana obviamente me escuchó, y respondió: —Lesiones en la
piel. Protuberancias redondeadas que son blancas, rosadas o de color piel. Sobre
todo inofensivo, pero puede doler.
Oh. Está bien, entonces. —Yo... uh, no creo que tenga esa —dije en voz
baja a medida que miraba hacia Wick otra vez. No estoy segura de por qué seguía
mirándolo, pero él fue quien me trajo aquí, y ella era su hermana. Por lo que…
Con un suspiro, se inclinó hacia Darcy mientras ella tachaba las verrugas
de la lista. —¿No puede hacerse la prueba para todas?
Haciendo una pausa, Darcy levantó la mirada y le miró con una expresión
seca. —Por supuesto. Pero cada prueba cuesta dinero. Algunos implican una
muestra de sangre simple, algo de orina. Para una se necesita un hemocultivo
completo. Luego, algunas más necesitan un examen pélvico y físico, y...
—Está bien, está bien. —Wick levantó las manos para detenerla. Luego se
volvió hacia mí. Sus extraños ojos azul pálido parecían tener una expresión
interrogativa mientras murmuraba—: ¿Estás dispuesta a pasar por todo eso?
Asentí, diciendo: —Quiero decir, sí. ¿Por qué no? Prefiero saberlo con
seguridad, ¿verdad? Y no tengo idea de a qué se expuso Topher, de manera que
no puedo saber a qué me expuse yo, lo que significa que... Es mejor prevenir que
lamentar, ¿no crees?
—Sí —respondió en voz baja con un gesto de dolor—. También creo que
es una buena idea.
—Totalmente —habló Darcy mientras hacía un par de marcas más—.
Entonces, perfecto. Voy a preparártelo todo. Pero, primero. —Levantó dos vasos,
una para mí que tenía mi nombre, y otra hacia Wick con su nombre—. Necesito
que orinen en estos vasos.
Cuando estiré mi mano hacia la mía, Wick parpadeó. —Espera, ¿qué? —
dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué me das un vaso a mí? No lo necesito.
Su hermana le sonrió. —Vamos. Ya estás aquí y, oye, ¿no preferirías estar
seguro que lamentarlo, y saberlo con seguridad? ¿Como Haven?
Me miró de reojo, solo para volverse hacia ella. —Pero yo jamás he tenido
relaciones sexuales sin protección.
—Guau, gracias. —Con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados,
contesté—: Para tu información, pensaba que estaba protegida por la píldora y lo
que asumí que era una relación monógama. ¿Pero, adivina qué? Me equivoqué.
—No quería decir eso —comenzó, solo para hacer una pausa y poner los
ojos en blanco—. Es solo que... —Se volvió suplicante de nuevo a Darcy. Siseando
por lo bajo, como si no pensara que podría escucharlo, murmuró—: Tienes que
tener relaciones sexuales para preocuparte por una ETS, ¿no?
—Oh, por favor —se rio Darcy, poniendo los ojos en blanco—. No puedes
decirme que eres virgen. Quiero decir, claro, eres un completo idiota, pero aun
así... ¿Chicos guapos que son estrellas de fútbol como tú? No me lo creo.
El término idiota me tomó por sorpresa. Nunca había pensado en Wick
Webster como un idiota. Pero, si él era un idiota, entonces era uno dulce, leal y de
fiar atrapado en el cuerpo de un chico atractivo, eso era seguro.
—No he dicho que lo sea —le murmuró a la defensiva a su hermana—.
Solo digo que ha pasado el tiempo suficiente como para saber a estas alturas en
caso de que tuviera algo. ¿De acuerdo?
Cruzándose de brazos sobre el pecho, Darcy entrecerró los ojos. —¿En
serio? —Obviamente no impresionada, preguntó—: ¿Ha pasado más de un año?
Wick hizo una pausa. Miró discretamente en mi dirección, antes de
volverse hacia su hermana y gruñir en voz baja: —No —entre dientes
apretados—. Pero casi.
Me pareció interesante lo modesto que era, y no pude dejar de
preguntarme por qué había pasado tanto tiempo.
Darcy empujó el vaso en su dirección. —Simplemente orina en el maldito
vaso.
—Bien. —Se rindió con impaciencia, agarrando el vaso solo para
replicar—: ¿También me hago un examen pélvico?
—Claro —respondió su hermana con una sonrisa ácida—. Te pondremos
en un juego de estribos tan pronto como el próximo doctor esté libre.
Suspiró. —Dios, eres un dolor en el culo.
—Oh, yo también te quiero, bebé. Ahora, ve a orinar en el vaso. —Dándole
una palmada en el culo, lo empujó desde la habitación y hacia el pasillo, solo para
volverse hacia mí y volver a ser agradable de nuevo—. Haven, el baño de mujeres
está en este pasillo y tres puertas a la derecha.
Y esa fue la última vez que vi a Wick durante el resto de mi chequeo.
Darcy me llevó a una nueva habitación cuando terminé con mi vaso, y allí
se puso manos a la obra, obteniendo toda mi información personal y de seguros.
Cuando terminó con ello, me entregó un vestido de tela floreado y me dijo que
me lo pusiera con la abertura en la parte delantera.
Aj. Había hecho esto desde que tenía diecinueve y fui a por un método
anticonceptivo para Topher, pero estos exámenes nunca se hacían más fáciles, lo
juro.
La doctora era una mujer que parecía amable cuando entró, sonrió y se
presentó con un apretón de manos. Pero, tan pronto como se puso manos a la
obra, fue solo eso. Negocios. No más sonrisas. No más charlas. Y muchas pláticas
sobre enfermedades de transmisión sexual y sobre cómo debía cuidarme mejor
para protegerme. Durante todo el tiempo que me separó las rodillas y me
examinó, pude escuchar todo sobre los efectos secundarios desagradables, a
veces mortales, de la mayoría de las enfermedades por las que me evaluaba.
En respuesta, me quedé mirando fijamente el techo y me mordí el labio,
asintiendo de acuerdo mientras esperaba ansiosamente a que terminara. En un
momento, me encontré inadvertidamente con la mirada de Darcy. Me envió una
sonrisa arrepentida y luego levantó la mano para darme la señal universal de
hablar mucho, haciéndome saber que incluso ella pensaba que la doctora
divagaba de más sobre los efectos secundarios negativos.
Logré sonreír y fui capaz de relajarme un poco más hasta que la doctora
terminó, levantó la cabeza y anunció que todo se veía bien por ahora, pero lo
sabrían con seguridad después de que regresaran los informes de laboratorio.
Aliviada por eso, al menos, me cambié en un tiempo récord, solo para
tener que esperar a que Darcy reapareciera con otra enfermera para que me
realizaran el análisis de sangre.
—Fue un placer conocerte, Haven —me dijo con una especie de brillo
considerado en los ojos una vez que todo terminó—. Conseguiré los resultados
de las pruebas lo antes posible.
Sonreí y le di las gracias, luego me apresuré a salir de allí, aliviada de estar
de vuelta con mi ropa y acabando esta misión. Odiaba los consultorios y los
exámenes médicos. Si Topher realmente me contagió algo y tenía que pasar por
más de esto, iba a asesinarlo.
Prácticamente corrí cuando volví a la zona de recepción, lista para irme de
allí, pero disminuí la velocidad cuando vi a Wick esperando, sentado en una silla
con los codos apoyados en las rodillas mientras jugaba a Gardenscapes en su
teléfono.
Levantó la vista cuando entré, se puso de pie y preguntó: —¿Terminaste?
Asentí, entrecerrando los ojos. —Sí. ¿Me estabas esperando?
Apartó la mirada, y juré que la parte superior de sus mejillas se sonrojaron.
Pero, cuando se dio la vuelta, se encogió de hombros descuidadamente. —Solo
quería asegurarme de que te fuera bien.
—Bien. —Dejé escapar un gran suspiro—. Parece estar todo bien hasta
ahora. Sabremos más cuando me entreguen los resultados.
—Genial. Bien. —Me miró un segundo más como si se asegurara de que
me hallaba realmente bien, luego miró hacia abajo y frunció el ceño—. Debería ir
a clase. —Me dio una sonrisa tensa, o lo que pensé que era un intento de una
sonrisa—. Nos vemos más tarde.
—Sí —contesté, caminando hacia la salida con él—. Gracias por
esperarme.
Fue amable de su parte. Más de lo innecesario, pero increíblemente
considerado.
Volviendo a ser distante, asintió y mantuvo la puerta abierta para que yo
saliera primero. Luego se alejó en una dirección diferente a la que yo me dirigía.
Revisé la hora. Si realmente tenía clase, ya llevaba diez minutos de retraso.
Lo miré, tratando de entenderlo. Se encontraba listo para faltar a una clase
solo para esperar a que terminara y, sin embargo, tan pronto como lo hice, se fue
como si tuviera miedo de siquiera hablar conmigo.
Lo juro, era un chico desconcertante.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Tolola

El sábado por la mañana salí de mi habitación poco después de las cinco


con una camisa de algodón, pantalones cortos y zapatillas deportivas. Intenté no
mirar la puerta cerrada que conducía a la habitación de Haven, pero casi atravesé
la pared solo de mirarla con tanta atención.
El apartamento estaba tranquilo; sin duda seguía dormida, lo que hizo que
mi mente diera vueltas. ¿Con qué dormía? Pantalones largos con una camiseta
conservadora a juego, shorts con una de esas blusas ajustadas y ceñidas, un
camisón sedoso, ¿nada de nada?
Comencé a sudar.
Esto era irreal. Haven Gamble dormía en mi apartamento, diablos, vivía
en mi apartamento. Todavía no podía asimilarlo.
Tan silenciosamente como pude, cerré la puerta con llave detrás de mí,
mirándola por última vez, preguntándome si seguiría aquí cuando volviera, y
luego me obligué a alejarme y a dirigirme hacia mi carrera matutina. El gimnasio
del campus se encontraba a un kilómetro y medio, lo que me daba el momento
perfecto para relajarme con mi carrera para comenzar mi entrenamiento cuando
llegara.
El lugar era bastante tranquilo, como solía ser así de temprano, pero
probablemente aún más hoy debido al partido de esta noche. En el que yo no
jugaría.
Los chicos todavía tenían dificultades para manejar ese hecho; me seguían
enviando mensajes de texto con ideas sobre cómo podría convencer al entrenador
para que cambiara de opinión y me permitiera jugar. Excepto que me había hecho
a mi suerte. Era mi último año, y la temporada se hallaba a solo un mes o menos
de terminar. Una vez que concluyera, sabía que podría alejarme, sin problemas.
Así que perderme un partido no era el fin del mundo, pero me habría gustado
poder jugar todos mientras pudiera. El fútbol era algo en lo que sabía que era
bueno sin reservas, y mis compañeros contaban conmigo. Odiaba defraudarlos
y, además, tenía este impulso vigorizante cada vez que hacía una buena jugada.
Por lo tanto, también me irritaba muchísimo que me dejaran en el banquillo.
Todavía tenía que decirles a mis padres que tampoco estaría en el juego
de esta noche. Iba a dar asco. Querrían saber por qué y, conociéndome, seguro
les contaría todo.
Una hora más tarde, estaba de vuelta en la puerta de mi apartamento, mi
piel crujía con una energía incómoda, no tenía idea de si Haven estaría despierta,
dormida o incluso aquí.
Maldita sea, ¿cómo iba a acostumbrarme a esto?
El apartamento seguía tan tranquilo y oscuro como lo había estado cuando
me fui. Después de una rápida mirada a la cocina, descubrí que su jarra de
cerámica aún colgaba del gancho de su máquina Keurig, y sí, era muy extraño
ver sus cosas en mi cocina; decidí que seguramente seguía dormida. Contento de
tener mi propio baño personal para no molestarla, me di una ducha rápida y me
puse otra camisa y pantalones cortos, algo casual porque no tenía planes de ir a
ninguna parte hoy, y entonces regresé a la cocina porque, en ese momento, me
moría de hambre.
Demasiado perezoso para cocinar algo lujoso y con la esperanza de no
despertar a mi nueva compañera de cuarto con una tonelada de sonidos de
cocina, me serví un tazón de cereal —uno infestado con toneladas de azúcar, que
normalmente no comía, pero demonios, no jugaría hoy, así que pensé que
merecía un poco de consuelo de comida chatarra en señal de autocompasión— y
me dirigí hacia la sala de estar para sentarme en el sofá y ponerme al día con
algunos de los partidos que había grabado a lo largo de la semana, pero no había
tenido tiempo para mirar entre clases, trabajo y fútbol.
Acababa de bajar el volumen lo suficiente para quedarme en la sala de
estar, pero lo suficientemente alto como para que apenas se escuchara cuando
alguien golpeó la puerta principal.
Maldición, cuando me acababa de poner cómodo.
Los golpes continuaron, lo que me hizo fruncir el ceño y preguntarme si
era Nicholl y finalmente había descubierto dónde se encontraba Haven.
El imbécil simplemente no se daba por vencido, ¿verdad?
Gruñendo, pausé mi programa, me levanté del sofá y me dirigí a la
entrada, todavía con mi cuenco de Cocoa Pebbles conmigo.
Sin embargo, cuando abrí la puerta de un tirón, fui yo el sorprendido,
porque no era Nicholl.
Tres extraños se hallaban parados frente a mí.
Mientras arqueaba una ceja en confusión, sin reconocer a ninguno, ellos
también me observaban, hasta que el de en medio dijo: —Mierda, nadie dijo que
era tan guapo.
Parpadeé, sin esperar escuchar eso de otro chico. —¿Perdón?
El de la derecha dio un paso adelante. —Estamos aquí para recoger a
Haven.
—Oh. —Miré por encima del hombro—. Creo que todavía está dormi... —
Cuando me volví hacia ellos, entraron, haciéndome levantar la mano en
advertencia—. Oigan. Vaya, ¿quién demonios son ustedes?
El de la izquierda, que era físicamente el más grande de los tres, entrecerró
los ojos y chasqueó los nudillos. —Somos sus primos.
Pero detrás de mí, alguien resopló: —Mentira, Fox. Ni siquiera estamos
emparentados.
Me di la vuelta para encontrar a Haven tropezando en la sala de estar,
bostezando y frotándose la cara. Su cabello oscuro era un desastre y sus piernas
lucían extralargas en los shorts que llevaba. Su camisa no era demasiado ajustada,
pero tampoco era tan floja. Era el tamaño perfecto para decir lo obvio: que no
llevaba sujetador y, maldita sea, sus tetas se balanceaban hipnóticamente bajo ese
material oscuro en tanto se acercaba.
El chico al que Haven había llamado Fox le respondió: —Sí, bueno, nos
criaron como primos. Además, mi hermana está casada con este, y él es tu primo
de sangre, así que… casi. Además, no quería perderme toda la diversión cuando
supe que estos dos se dirigían a la ciudad. —Luego me sonrió con amabilidad y
extendió una mano—. Fox Parker. Un placer conocerte. Estamos aquí para
amenazarte.
—Eh… —comencé, solo para que el que estaba en el medio empujara a
Fox a un lado para captar mi atención.
—Y yo soy Colton Cress Gamble, Jr. —Me tomó de la mano como si fuera
a besarme los nudillos en lugar de simplemente estrecharla—. Pero puedes
llamarme Cress. —Luego apretó su agarre para acercarme más mientras guiñaba
un ojo—. O en cualquier momento.
Cuando retrocedí un poco bruscamente, el chico de la derecha, cuyo
nombre aún no sabía, golpeó a Cress en el brazo.
—Oye, ya hablamos de esto. Veníamos aquí para intimidar al bastardo. No
debías coquetear con él. ¿Recuerdas?
—Oh, cierto —murmuró Cress en un gesto de asentimiento, antes de
mirarme y suspirar—. Pero eso fue antes de que supiera lo sabroso que está. En
serio, porque —le dijo a Haven, dándole un codazo en el hombro cuando se
detuvo a mi lado—, vamos. Por favor, no me digas que es deprimentemente
hetero.
Haven murmuró con simpatía antes de responder: —Me temo que sí.
—Maldita sea. —Cress me lanzó una mirada de pena justo cuando Fox
juntó las manos y anunció—: Y… creo que Cress lo ha asustado lo suficiente por
los tres. Nuestro trabajo aquí está hecho. Vamos a buscar algo para comer.
—No tengo miedo —murmuré, frunciendo el ceño.
Lo que hizo que Cress se iluminara y diera un paso hacia mí. —¿En serio?
Entonces, ¿considerarías ser un pasatiempo y cambiar de equipo lo suficiente
para que yo tenga pruebe un poco?
—Uh… —Inconscientemente me acerqué a Haven, buscando protección—
. No —le respondí y luego me estremecí—. Lo siento.
Él se encogió de hombros, como si no fuera su pérdida, pero Haven
frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Por qué quieren intimidar a Wick? No ha sido más que amable y
servicial conmigo desde que lo conocí.
—Sí, pero desde que descubrimos que no tienes ningún gusto con los
hombres, tenemos que sentirnos culpables por no haber intimidado al último
antes de que te jodiera y te hiciera daño. Pero no te preocupes, chica, planeamos
encontrar a ese pendejo luego. Pensamos que, ya que estábamos en la ciudad,
saltaríamos sobre este y le haríamos saber que tampoco debería joderte. Nunca.
—Cuando levantó las cejas de manera significativa como para asegurarse de que
recibí el mensaje, yo también levanté las cejas en respuesta.
Todo el tiempo, un extraño calor se extendió a través de mí. Hablaba como
si Haven y yo en realidad estuviéramos saliendo, lo cual era…
Haven puso los ojos en blanco. —Pero Wick y yo ni siquiera estamos
saliendo, idiotas.
—No, es peor; con este estás viviendo—insistió el chico de la derecha.
—Como compañeros de apartamento —replicó Haven—. Vivir con
alguien no significa automáticamente que estemos teniendo sexo, ya saben.
Tenemos habitaciones completamente separadas.
—Pero me parece que debería significar que tienes algunos derechos —
murmuró Cress, mirándome de nuevo. Luego levantó una mano como si fuera
voluntario—. Oigan, ¿puedo mudarme con ustedes? —Luego susurró a Haven—
: ¿Ya lo has visto desnudo? Por favor di que sí.
Ignorándolo, ella siguió mirando al otro tipo al que se había estado
dirigiendo. —En serio, Beau. Honestamente, ¿crees que he perdido mi capacidad
para juzgar a las personas solo por lo de Topher? —Sus ojos comenzaron a
humedecerse cuando resopló—. Vaya. Muchísimas gracias.
Cruzando los brazos sobre su pecho, se dio la vuelta y se fue, dejándome
solo en la sala de estar con sus tres primos… o lo que sea que fueran.
—Ooh, ay —dijo Fox—. Será mejor que vayas a hablar con ella.
Comencé a asentir, pensando que deberían disculparse por herir sus
sentimientos, especialmente cuando ya era vulnerable y había tenido un colapso
antes tras lo que Topher le había hecho pasar.
Pero cuando me volví hacia ellos, me di cuenta de que los tres chicos me
miraban.
—¿Qué… yo? —grité—. ¿Creen que yo debería hablar con ella? No soy el
que irrumpió aquí y la molestó para empezar.
—Bueno, eso es lo que obtienes por tener una chica como compañera de
apartamento —dijo Beau, y me dio una palmada en la espalda—. Te quedas
atascado hablando de sentimientos y mierda. Ahora lleva el culo allí y haz que
todo se relaje. Decidiremos si eres bueno dependiendo de cuánto la animes.
—Sí, simplemente estaremos en la cocina, viendo si tienes más comida allí
—agregó Fox—. Porque ahora me apetecen Cocoa Pebbles.
Cress siguió a Fox. —Oh. Espero que haya café.
El último a la izquierda, Beau, me señaló amenazadoramente. —El reloj
no se detiene, amigo. —Luego siguió a los demás para atacar mi cocina.
Pero, qué demonios. Yo no era el tipo de persona con la que hablas de
sentimientos. ¿Por qué me pasaba esto?
Miré alrededor de la sala de estar vacía, preguntándome qué demonios
había pasado justo antes de mirar el tazón de cereal en mis manos. Mis Cocoa
Pebbles estaban empapados.
—Hijo de puta.
Traducido por Lauu LR. & Gesi
Corregido por Tolola

El suave golpe en mi puerta me dijo que no podía ser nadie más que Wick.
Beau la habría aporreado, Cress habría entrado sin siquiera tocar, y de ninguna
forma se acercaría Fox después de verme llorar. Nada lo asustaba más que las
chicas llorosas.
Suspiré, porque me parecía demasiado grosero decirle a Wick que se
fuera, ya que no había hecho nada malo, incluso aunque solo quisiera que me
dejaran sola.
Bien jugado, primos. Bien jugado.
Secándome los ojos, murmuré: —Está abierto.
La puerta se abrió suavemente, pero no entró. Recostándose contra del
marco de la puerta, cruzó los brazos sobre su pecho y me miró con ojos
preocupados. —Siguen aquí, robándonos comida de nuestra cocina, ¿quieres que
los eche?
Sonreí a través de mis lágrimas y negué con la cabeza. La forma en que
dijo nuestra cocina iluminó algo en mi interior. Ni siquiera había vivido aquí tres
días completos, pero ya estaba dispuesto a compartir el lugar conmigo, pese a su
resistencia inicial a la idea.
—No —le dije—. Son familia. No puedo echar a la familia. —Entonces se
me ocurrió que tal vez Wick quería que se fueran, y, ya que este lugar se sentía
más suyo que mío, se me abrieron los ojos con preocupación. Aún no habíamos
hablado sobre los visitantes—. Quiero decir, ¿si no tienes un problema con eso?
Se encogió de hombros. —No tengo problema con ellos si tú tampoco. Mis
hermanas harán lo mismo, sin duda, si a ti no te importa. Tratan este apartamento
como su segunda casa, invadiendo siempre que quieren.
Sonreí de nuevo, con afecto esta vez. —Es genial. —La idea de unos
hermanos tratando mi casa como su segundo hogar era linda.
Asintió, pero no dijo nada más.
Hacía eso mucho. Simplemente quedarse callado. Pero parecía cómodo
con ello. Había visto a muchas personas balbucear y discutir asuntos realmente
sin importancia solo para llenar el silencio; de hecho yo era una de esas personas,
pero Wick parecía regocijarse en él.
Justo ahora, sin embargo, juro que me esperaba. Lo que funcionó.
—Tiene razón, sabes. —Moví la mano antes de secar más lagrimas—. Lo
que dijo Beau. Tiene razón. Creo que he perdido la habilidad de juzgar a las
personas. Quiero decir, ¿cuánto asco tienes que dar para salir con alguien durante
tres años y no saber que te fue infiel todo el tiempo? Pensé que era una novia
relajada dándole todo el espacio que quería, pero solo se aprovechó de eso.
Apreté los dientes y negué con la cabeza, más decepcionada conmigo
misma que con nadie más.
Wick se movió para acomodarse contra la puerta. Entonces levantó la
mirada al techo. —¿Quieres escuchar algo loco?
—¿Es malo sobre mí? —pregunté, mordiéndome el labio—. Porque, si es
algo malo sobre mí, no estoy segura. —Era un poco demasiado susceptible por el
momento como para saber más problemas sobre mí. Era uno de esos momentos
en los que necesitaba escuchar algo bueno, palabras de aliento que me animaran.
Con los labios torciéndose en una sonrisa, Wick negó con la cabeza. —No
—prometió—. Es malo sobre mí. —El arrepentimiento le llenó los ojos mientras
yo encontré su mirada y fruncía el ceño, confundida—. La cosa es —comenzó—
que a mí también me caía bien Nicholl cuando lo conocí. Pensé que éramos
amigos. Y, cuando me mostró sus verdaderos colores, fue completamente
inesperado. Como contigo.
Poniéndome la mano en la base de la garganta, susurré: —¿En serio? —
Eh, no podía imaginármelo. Wick y Topher, amigos. Habían sido enemigos
durante todo el tiempo que los había conocido.
Cuando asintió, tuve que saberlo. —¿Qué te hizo?
Wick alejó la mirada de nuevo y se encogió de hombros, como si no fuera
gran cosa, pero sabía por la repentina tensión que en realidad era algo enorme.
—Ahora no importa —dijo desdeñosamente—. La cuestión es que mi
situación me hizo preguntarme las mismas cosas que te preguntas ahora. ¿Cómo
pude ser tan estúpido? ¿Por qué no lo vi antes? ¿Qué me pasa? Pero esa es la cosa:
el problema no éramos nosotros, en lo absoluto. Era él. Es así de engañoso,
manipulador y bueno. Te puede hacer sentir especial, como si estuvieras en su
estúpido circulo interno, como si estuvieras en la cima del mundo cuando
enciende su chispeante y magnética personalidad, para acercarse más y clavarte
el cuchillo más profundamente en tu maldita espalda. Y nunca lo ves venir.
—Guau —dije suavemente, negando con la cabeza mientras la condena
me caía pesada en el estómago—. Realmente te traicionó.
Otro profundo suspiro se le escapo. —Vamos a decir solo que fue una
experiencia de aprendizaje.
—¿Qué aprendiste? —Tenía que saberlo.
Encontró mi mirada. —Vigila a quien te abres. Nunca les dejes saber lo
que es importante para ti.
Me estremecí. Dolía escuchar su respuesta. Un pequeño dolor me
atravesó, porque sabía que Topher me había enseñado una lección similarmente
dolorosa.
Abrazándome, me mecí en la cama gentilmente. —Pero, ¿y si me excedo y
ahora mantengo a todos tan alejados que me pierdo algo que podría ser
sorprendente y real porque estoy demasiado asustada para confiar en nadie otra
vez?
Wick hizo una mueca simpática. —Podría pasar.
Lo apunté con seriedad. —Bueno, no dejes que eso me pase a mí.
—Veré que puedo hacer —prometió, solo para levantar la nariz y oler el
aire—. Huele a que uno de tus primos encontró las tazas de café. —Entonces
levantó una mano hacia mí—. ¿Quieres volver ahí y mostrarles que no estás
derrotada?
Suspiré, no del todo lista, pero entonces asentí y me puse de pie. —Claro,
podría querer algunos de esos cereales que comías, de todos modos.
—Esperemos que Fox no se los haya comido todos. —Wick me miró—.
Era Fox ¿correcto? El no-primo.
—Correcto —dije—. El nombre de su madre es Felicity y su papá es
Knox… así que juntaron sus nombres y resultó Fox. Su mamá y la de Beau son
mejores amigas. Y Beau terminó casándose con la hermana de Fox, Bentley,
entonces… sí. Era lo casi correcto cuando dijo que era mi primo.
—¿Beau y Cress sí son primos de sangre, correcto?
—Si, Beau es el hijo de mi tío Noel, y Cress es hijo del tío Colton. Noel y
Colton son los hermanos de mi papá.
Cuando le tomé de la mano, miró nuestros dedos entrelazados antes de
decir: —Cress viene con fuerza.
Sonreí y puse los ojos en blanco. —Normalmente no. Creo que te estaba
probando. Viendo lo tolerante que eres.
—Oh. —Asintió una vez, entonces frunció el ceño antes de preguntar—.
¿Pasé la prueba?
Sonreí. —Bueno, te disculpaste con él por no ser gay, entonces… diría que
sí. Creo.
—Eh. Genial.
—Además —seguí—, estoy segura de que era muy consciente de que eres
hetero. Conociendo a mis padres, le han contado a toda la maldita familia todo
lo que dijimos la otra noche, cuando estuvimos ahí.
Cuando Wick gruñó con mortificación, murmurando: —Señor, espero que
no —le envié un guiño cómplice, haciéndole saber que lo entendía totalmente,
justo al entrar juntos a la cocina.
De cara a mis primos, estreché los ojos mientras mi mirada caía sobre Fox,
que vaciaba los últimos cereales en un tazón. —Eso es todo —anuncié—. Me
deben un asombroso desayuno por despertarme tan temprano un sábado,
invadir mi departamento y acosar a mi compañero de cuarto. —Soltando la mano
de Wick, me crucé los brazos sobre el pecho—. Así que pónganse a cocinar.
Fox, Cress y Beau intercambiaron una mirada antes de que éste último se
encogiera de hombros. —Al menos ha dejado de llorar. —Señaló con la barbilla
hacia Wick como dejándole saber a mi compañero de cuarto que acababa de pasar
algún tipo de examen—. Me vale.

Los chicos se quedaron probablemente una o dos horas después de eso.


De hecho, se llevaron muy bien con Wick, hablando de fútbol y automóviles.
Incluso aprendí que mi compañero de casa se especializaba en finanzas. Eh. No
lo sabía. Pero escucharlos comenzó a ponerme triste también. No podía recordar
a ningún miembro de mi familia teniendo una conversación remotamente
comprometida con Topher.
¿A ninguno de mis parientes les gustaba? Sabía que tenía sus momentos
arrogantes; me incomodaba cuando despreciaba a la gente, casi siempre a sus
espaldas, pero había sido capaz de ignorar los pequeños defectos porque nadie
era perfecto, y él podía ser tan… encantador. Cuando se enfocaba en ti, podía
hacerte sentir que el mundo giraba a tu alrededor.
¿Había sido solo una gran distracción falsa para evitar que viera las cosas
que todos mis seres queridos habían sabido todo el tiempo?
Diciéndole a los chicos que tenía tarea, me encerré en mi cuarto solo para
desempacar unas cuantas cosas antes de volver a la cama y dormir el resto de la
mañana.
Acababa de despertarme cuando Darcy, la hermana de Wick, me
sorprendió llamándome por teléfono.
—Buenas noticias —respondió alegremente—. Llegaron tus resultados.
Estás limpia y lista para seguir.
—¿Qué? —pregunté, parpadeando con sorpresa, saliendo de la cama para
caminar por mi cuarto—. ¿Ya los tienes?
—Síp. —Sonaba orgullosa—. Puede que haya tirado de algunos hilos para
apresurar el proceso, pero, oye, acabo de darle a algún friqui de laboratorio paga
de horas extras por trabajar en fin de semana, así que… ¿genial, eh?
Me reí. —Bueno, gracias. No tenías que apresurarte tanto, pero no tienes
idea de cuanto me tranquiliza.
—Me lo imaginé. Eres amiga de Wick, además, y nunca me había pedido
ayuda antes, así que me sentía secretamente emocionada de sentirme importante
para él. Tristemente, sin embargo, voy a tener que darle sus malas noticias
después.
—Sus… —Con la sonrisa decayendo, parpadeé, abriendo y cerrando la
boca mientras sus palabras me hacían eco en los oídos—. Quieres decir que…
¿sus resultados no fueron tan positivos?
Sabía que probablemente no era legal preguntar por los asuntos médicos
privados de otra persona, pero las palabras simplemente salieron de mí sin filtro.
De repente me sentí temblorosa, preocupada por él pero también algo herida y
traicionada. Lo había hecho sonar como si fuera seguro y protegido, ni siquiera
promiscuo, ¿era todo una mentira?
Sentada en la esquina de mi cama, me presioné la mano contra el
estómago, con la cabeza dándome vueltas. No quería saber que había sido
engañada por otro mentiroso.
En el teléfono, su hermana chasqueó la lengua. —Sí —reportó de forma
solemne—. Su examen de embarazo resultó negativo, y me emocionaba tanto
convertirme en tía.
Parpadeé. Entonces fruncí el ceño.
Espera. ¿Qué?
Entonces dejé salir una risotada. —¿De verdad le hiciste una prueba de
embarazo?
—Sip. —Con la voz llena de alegría, me explicó—: Siempre he querido
hacérsela a un chico, sabes, solo porque sí. Así que aproveché la oportunidad con
Wick. Pero fue negativa y aburrida, y ahora mi curiosidad de hacerle una prueba
de embarazo a un chico ha muerto. Así que sí, mi estúpido hermano ha matado
uno de mis sueños.
—¿De verdad esperabas que fuera positivo? —pregunté, aún riéndome
mientras me daba cuenta de que todos sus otros exámenes debían haber salido
bien si bromeaba sobre el embarazo masculino.
—Bueno, habría sido mucho más emocionante si hubiera sido positivo —
murmuro Darcy.
—Si —concordé—. Definitivamente hubiera sido interesante.
Hablamos unos minutos más antes de colgar. Fue una conversación
amable y, de hecho, me animó para dejar de esconderme en mi cuarto, así que fui
a la sala y vi algo la televisión mientras comía un tazón de macarrones con queso
de microondas. Cada poco tiempo, escuchaba a Wick moviéndose en la parte
trasera del departamento, pero nunca apareció en la parte delantera, donde yo
me hallaba.
Cuando llegó la tarde, apagué la televisión y suspiré. Tenía tarea, pero no
podía motivarme a comenzarla. Mi estomago gruñó. Debía ir a comprar algunos
comestibles para dejar de robarle a Wick. No parecía importarle, pero la verdad
es que llenaba la casa con algunas comidas realmente aburridas y nutritivas. Los
cereales de chocolate y los macarrones con queso eran la comida más chatarra
que conseguía.
Cuando me levanté del sofá para dirigirme a la cocina, tal vez a por una
manzana o un vaso de leche fría, un sonido distante, como un trueno, pero más
condensado, estremeció los marcos de las ventanas. Frunciendo el ceño, crucé la
habitación hacia la ventana y miré hacia la calle. Sabía que venía de más lejos,
pero tal vez podría ver algo en la distancia, como una nube en forma de hongo o,
mierda… las luces del estadio de fútbol a tres cuadras.
Cuando me acerqué a la ventana, finalmente pude escuchar los gritos y
ver el brillante movimiento de la enorme pantalla mientras reproducía un video
de celebración, felicitando al equipo por anotar.
El trueno debía haber sido un cañón, que encendían cada vez que
marcaban un touchdown.
Supongo que Topher no estaba demasiado triste por nuestra ruptura.
Sonaba a que acababa de dar un pase de seis puntos. Resoplé amargamente, solo
para morderme el labio y darme cuenta de que este era el primer juego en casa
que me había perdido desde que mi primer año de universidad. A Topher
siempre le importaba mucho asegurarse de que fuera a tantos de sus partidos
como fuera posible. Me pregunté si sabía que no se encontraba ahí esta noche.
La curiosidad me pudo, así que encendí la televisión y pasé por los canales
hasta que encontré el juego.
—Bueno, gracias a Dios que la defensa se hizo cargo del touchdown —
decía un anunciador—. Porque la ofensiva de seguro no está manteniéndose
firme esta noche.
La cámara enfocó los laterales, donde mostraron a Topher arrancándose
el casco para gritarle a uno de sus alas receptoras, porque, ups, supongo que no
lo hacía muy bien en este partido después de todo, no es que me estuviera
burlando… mucho.
Cuando se acercaron lo suficiente para mostrar su expresión, sin embargo,
jadee por un enorme moretón que le adornaba el ojo izquierdo.
—Bueno, tal vez por eso Nicholl no está lanzando bien hoy —murmuró
en voz alta uno de los comentaristas—. Con ese golpe, su ojo debe estar hinchado
y cerrado, ni siquiera puede ver.
Oh, Dios, no. ¿Qué demonios le habían hecho Cress, Beau y Fox? No pensé
que mis primos de verdad fueran a ir a por él cuándo anunciaron que era
exactamente la razón por la que se hallaban en la ciudad. Pero, guau. Alguien
definitivamente le había puesto las manos encima a Topher.
¿Quién más podría haber sido?
Obviamente, los comentaristas tenían su propia teoría. —Te hace
preguntarte si esa es la razón por la que Wick Webster fuera suspendido del
partido de hoy —dijo uno de ellos.
—¿Qué? —escupí, negando con la cabeza en confusión absoluta—.
¿Suspendido?
—He oído que el mariscal y el receptor tienen una severa rivalidad desde
su año de novatos, cuando Webster era el mariscal principal al comienzo de la
temporada.
—¿Mariscal? —repetí, negando con la cabeza. ¿De qué diablos hablaban?
Parpadeé a la pantalla en shock mientras los dos chismosos detallaban
cómo Topher de repente había tomado la posición de Wick como mariscal
después de que Wick desapareciera del equipo un tiempo, hasta que volvió como
receptor del equipo.
Mierda, no sabía que Wick había jugado de mariscal. Topher ciertamente
nunca lo mencionó.
¿Por qué de repente sentía que todos me ocultaban cosas? Apagando la
televisión, dejé el control remoto de golpe y caminé por el pasillo. Nunca me
había aventurado en el dormitorio de Wick, e Izzy no me lo había mostrado en
su recorrido del lugar, pero sabía exactamente dónde estaba.
Sin siquiera pensar en tocar, abrí completamente la puerta entornada y
abrí la boca con sorpresa cuando lo encontré ahí, sentado en la cama con un
computador en el regazo y audífonos en las orejas.
Levantó la mirada, sorprendido por mi intrusión. Cuando noté que
llevaba gafas, se me debilitaron las rodillas. Oh, Dios, ¿por qué tenía que usar
gafas? Los chicos con gafas eran sexis. Hacían que el estómago me diera vueltas
con un pequeño hipo erótico.
—¿Sí? —preguntó, levantando las cejas por encima del marco.
—¡Estás aquí! —acusé, poniéndome las manos en la cadera y forzándome
a ignorar las gafas—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Se quitó suavemente los audífonos tirando del cable, confundido mientras
respondía: —Vivo aquí.
Apunté en dirección al estadio. —Pero hay un partido de fútbol en este
momento. Y tú estás en el maldito equipo de fútbol.
Suspiró.
—Los comentaristas en la televisión dijeron que estás suspendido —
agregué.
Frunciendo el ceño, negó con la cabeza. —Si ya sabías por qué no estaba
jugando, ¿por qué preguntas?
—¡Porque quiero saber el motivo! —Dejando la puerta, me acerqué para
cernirme amenazantemente sobre él.
—¿Qué? —murmuró petulante—. ¿Los comentaristas no te dijeron eso
también?
—Dijeron algo sobre el manejo de la ira.
Me senté en la cama al lado de su cadera y cerré su computadora para
tener toda su atención. Alguien con problemas de ira me habría gritado por eso.
Me habría atacado, o al menos gritado. Pero Wick apenas bufó y puso los ojos en
blanco hacia el techo mientras se sentaba, derrotado.
—Problemas de manejo de ira, y una mierda —gruñí—. Tenías un labio
cortado y un moretón cuando volviste de la práctica el jueves, y mostraron un
primer plano de Topher sin su casco. Él también tiene un ojo negro. ¿Se pelearon,
no? Incluso los comentaristas especulaban que estuviste involucrado. Y guau,
mira esto. —Le tomé la mano para levantarla, mostrando su puño—. Un corte en
tus nudillos, también. Qué sorpresa.
Alejó la mano y me fulminó con la mirada. —De nuevo, si ya lo sabías
todo, ¿por qué estás aquí, preguntándome al respecto?
—Porque quiero que me mires a los ojos y admitas en voz alta que fuiste
suspendido del juego de esta noche por mí.
Gruñó un suspiro disgustado. —Excepto que no lo fui. Fui suspendido
porque me metí en una pelea con un compañero de equipo.
—Un compañero de equipo que era Topher, y la pelea fue sobre mí —
presioné—, ¿no es así? Yo causé esto.
—No —gruñó más rudamente—. No lo hiciste.
—¿Entonces tu pelea no tuvo nada que ver conmigo? ¿O Topher? —
Cuando no respondió, enloquecí—. Oh, por Dios. —Levantándome de la cama,
me sujeté la cabeza con ambas manos y comencé a pasear por la habitación—.
¿Qué viva aquí te causa problemas, no?
Suspiro. —No veo cómo. Ni siquiera sabe que estás aquí.
—¿Entonces por qué fue a por ti?
—¿Qué te hace pensar que él fue por mí? ¿Tal vez yo fui por él?
—¿Por qué irías detrás de él?
—¿Por qué iría él detrás de mí? —retó.
—Wickham no-sé-tu-segundo-nombre Webster —gruñí, apuntándole con
el dedo de forma amenazante—. Deja de evadir el tema. ¿Qué demonios pasó
entre Topher y tú en la práctica del jueves?
—Te lo dije el jueves en la noche. Preguntó dónde estabas. Me rehusé a
decirle.
—Y aun así evitaste totalmente mencionar la parte donde los puños
volaron mientras preguntaba, o por qué tenías el labio abierto y cómo la mitad
de su cara terminó morada, joder.
—¿La mitad? —preguntó con interés, levantando las cejas como si
estuviera impresionado—. Bien.
—Wick —comencé, apretando los dientes y fulminándolo con la mirada.
—Vale, puede que excluyera algunos detalles de nuestra conversación —
concedió.
—¡Detalles importantes! —discutí, incrédula.
—Meh. —Arrugó la nariz sin estar de acuerdo—. Te dije lo principal. El
resto me imaginé que te molestaría o tratarías de culparte por ello, lo que,
sorprendentemente, has hecho. Así que simplemente omití los detalles.
—Sí lo encontré molesto —concordé—. Pero, una vez más me estás
ocultando cosas para no herir mis sentimientos. Excepto que ya te he dicho que
no lo hagas. Yo me encargaré de mis reacciones. Ahora deja de ocultarme cosas.
—Lo siento —respondió entre dientes—. Pero si creo que saber cierta
información podría lastimarte, no puedo decírtelo. ¿De acuerdo? Yo solo… no
puedo.
Lo miré por un momento antes de decir: —Hay más que podrías decirme,
¿verdad?
Resopló antes de apartar la mirada y murmurar un reacio: —Tal vez.
—Guau —dije, sacudiendo la cabeza y mirándolo.
Frunciéndome el ceño, recogió los auriculares y se los colocó en los oídos.
—Oh, demonios, no —anuncié—. Esta conversación no ha terminado. —
Me estiré y le quité uno de un tirón, solo para oír los vítores a través de los
minúsculos parlantes y luego personas que parecían comentaristas deportivos
hablando.
Frunciendo el ceño, me llevé el auricular al oído.
Estaba escuchando el partido. Mis labios se separaron y una simpatía
instantánea me llenó. Olvidándome de lo que estábamos discutiendo, estiré la
mano y levanté la tapa de la computadora portátil. Cuando la pantalla se
encendió, también mostró el juego reproduciéndose.
Con el corazón saliéndoseme del pecho por él, me encontré con su mirada
y me derretí. El pobre chico se veía derrotado.
—¿Ni siquiera te permitieron quedarte en el banquillo y ver al resto del
equipo?
Se encogió de hombros y cambió la mirada hacia la pantalla. —Estoy
seguro de que podría haberlo hecho. Simplemente… no pude.
—Maldición —murmuré, sentándome a su lado en la cama para que
ambos pudiéramos ver la pantalla—. Lo siento mucho, Wick.
Sacudiendo la cabeza, se cruzó de brazos y siguió mirando el partido
mientras respondía: —No es tu culpa.
Inclinándome más cerca de él para poder apoyar la mejilla en su hombro,
envolví los brazos a su alrededor y abracé su bíceps.
—Debería haber seguido bajando esas escaleras —ofrecí, solo para recibir
una mirada extraña por mi comentario. Así que me expliqué—: Esa noche.
Cuando huía de él. Venía del tercer piso y escapaba por las escaleras del lado
este. Podría haberme quedado en esos escalones y nunca cruzarme en tu camino.
Nunca te habría involucrado en mi desastre en absoluto. Pero pensé que tendría
una oportunidad mejor de perderlo si cruzaba el pasillo del dormitorio del
segundo piso y bajaba las escaleras del lado oeste. Y mira lo que sucedió. —Señalé
el juego con la mano—. Te suspendieron de un partido y ahora estás atrapado
con una compañera de cuarto con tetas.
—Todavía estamos ganando —ofreció, inclinándose hacia mí como si
quisiera darme un toque con el codo antes de retirarse nuevamente—. Y no me
importan las tetas. Mucho menos ahora mismo.
Cuando me di cuenta de que había estado presionando una contra su
brazo, me aparté y lo miré boquiabierta. —Wick —regañé, aunque no estaba tan
segura de por qué lo regañaba. Por mencionarlo, supongo.
Me lanzó una mirada inocente. —¿Qué? No dije que tuvieras que dejar de
aplastarlas contra mí.
—Bien —murmuré—. Porque era realmente cómodo. —Nuevamente me
acomodé en su contra, relajándome más en su brazo.
Durante un minuto vimos el juego en silencio mientras nuestros jugadores
defensivos evitaban que el equipo rival hiciera un primer intento. Entonces
murmuró: —Ves, ni siquiera me necesitan. Mis muchachos tienen todo bajo
control.
Sonreí tristemente. Topher nunca habría dicho eso. No creía que ninguno
de sus jugadores ofensivos pudiera sobrevivir si él no se encontraba allí para
dirigir cada respiración. También se habría estado quejando cada minuto por
haberse perdido el partido.
—Apuesto a que todavía deseas estar allí —le dije.
Se encogió de hombros. —Incluso si llegamos a los playoffs, me queda
menos de un mes para jugar al fútbol… para siempre. Perderme un partido no es
tan importante.
Sí, este tipo definitivamente era un amor detrás de todo su mal humor.
Aquí estaba, sintiéndose miserable por su suspensión, pero aun así tratando de
hacerme sentir mejor a mí, cuando yo era la razón principal de sus problemas.
Simplemente ya no hacían tipos como Wick Webster.
En mi oído, donde aún tenía uno de sus auriculares, mencionaron lo bien
que lo hacía José Rivera en el puesto de Wick.
—Me gustan más estos comentaristas que los de la televisión —decidí—.
No están hablando mal de ti.
—Solo para ser claros —intervino como si no me hubiera escuchado—,
todavía se supone que debo estar ignorando las tetas, ¿verdad? O, ahora que
nuevamente las has presionado en mi contra después de que las mencionara, ¿eso
significa que tengo permitido…?
—Las vas a ignorar —dije.
Resopló. —Maldita sea.
Le envié una mirada sucia. —¿Quieres que las aleje?
—Demonios, no. —Me miró completamente ofendido—. Son como mi
premio de consolación por perderme el partido. Ya que, sabes, eso fue todo culpa
tuya.
El sarcasmo en su voz me hizo poner los ojos en blanco. —Eres tan
gracioso.
—Claro —respondió con la misma sequedad—. Lo llamaremos así.
—Oh, oye —dije, recordando mi conversación con Darcy de antes, ya que
estábamos hablando de tetas, lo que me hizo pensar en el sexo, y ergo, los
resultados de mis pruebas de enfermedades sexuales—. Escuché sobre tu prueba
de embarazo negativa. Mis condolencias. Qué tengas suerte la próxima vez.
Me miró con tal ceño fruncido que tuve que reír.
Sacudiendo la cabeza, murmuró: —Te lo contó, ¿eh? Solo Darcy.
—Creo que es genial —dije—. Es muy graciosa.
—Definitivamente es algo —concordó, de mal humor.
Sonriendo, levanté el puño. —Bueno, todas mis pruebas salieron
excelentes, así que estoy aliviada.
Su mirada se deslizó hacia mí en alerta. —¿Sí? Eso es genial. —Suavemente
golpeó su puño contra el mío—. Me preocupaba por ti.
—Honestamente, yo también. —Después de dejar escapar un suspiro
agradecido, le sonreí—. Lo que significa que en este momento estoy un poco
enamorada de tu hermana por conseguirme los resultados casi inmediatos.
Una sonrisa orgullosa le iluminó el rostro. —Sí —murmuró—. Tiene sus
buenos momentos, supongo.
—Debe ser de familia. —Sonriendo, apoyé la mejilla contra su hombro
nuevamente. Inclinó el rostro hacia abajo para presionar sus labios contra mi
cabello.
Y juntos vimos a mi ex lanzar un pase horrible que causó una intercepción.
—Me alegro de no haber bajado del todo esas escaleras —decidí de
repente, de la nada—. Me alegro de haber girado hacia el pasillo de Izzy y
haberme chocado contigo.
Inhaló el aroma de mi cabello. —Sí —dijo—. Yo también.
Traducido por Gesi & Umiangel
Corregido por Tolola

Me desperté con Haven encima de mí. De nuevo.


La noche anterior vimos juntos el resto del juego en mi portátil. O, mejor
dicho, yo lo vi. Ella se quedó dormida, solo para perderse a su novio —perdón,
exnovio— lanzar dos pases más, que fueron interceptados.
Sin embargo, ganamos gracias al pateador, a la defensa y a un corredor
que anotó el único touchdown ofensivo. Le di un codazo y dije su nombre para
hacerle saber que el partido había terminado, pero no se despertó, así que solo
cerré la computadora y luego me deslicé para acostarme a su lado. Y, en algún
momento de la noche, terminó encima de mí.
Esto hizo que ya hubiera dormido sobre mí dos de las cuatro noches que
había vivido aquí. Comenzábamos a convertirlo en un hábito. Esperaba que se
convirtiera en un acontecimiento regular.
Mierda. Esperen. No, se suponía que no quería eso, ¿verdad? Era la novia
de Nicholl. Exnovia. Lo que sea. Debería pensar en ella como sobras. Pero eso era
francamente imposible. Era demasiado intrigante y me gustaba despertarme
debajo de ella. Estar a su alrededor me llevaba a un lugar diferente.
Me dijo que yo no era lo que esperaba que fuera. Bueno, me sentía
exactamente igual respecto a ella.
Pensaba que sería una persona engreída y arrogante, tal vez incluso
sobrada y demasiado elegante y hermosa que miraba despectivamente a seres
menos dignos. Digo, salió con Topher durante tres años; estaba seguro de que de
alguna forma algo de él se le habría pegado.
Excepto que no era así en absoluto. Era sencilla, una cualidad que nunca
habría imaginado que tenía, y ni siquiera fingía ser mejor. Simplemente era…
Haven, dura pero frágil, obstinada, aunque también extrañamente adaptable. No
intentaba ser perfecta ni esperaba la perfección de los demás; solo luchaba por
resolver las cosas, exactamente como el resto de nosotros. Debajo de su impecable
belleza, era meramente humana.
Creo que eso me sorprendía y me encantaba más que nada.
Cerrando los ojos, enterré la nariz en su cabello y la respiré. —Estoy tan
contento de que no te haya moldeado para ser algo más de lo que eres ahora
mismo —susurré. Porque me gustaba esta chica. Mi nariz le rozó el lóbulo de la
oreja. Me gustaba mucho.
Sabiendo que probablemente debería hacer algo respecto a la erección que
tenía antes de que se despertara y la notara, me la quité de encima, la cubrí con
mi manta y me metí en el baño.
Me duché de nuevo —apretando los dientes cuando tuve que cerrar otra
vez la maldita puerta del baño— y luego me dirigí a la cocina para preparar unos
huevos y tostadas.
Entró tropezando justo cuando los estaba sirviendo en un tazón.
—Me dormí en tu cama.
La miré y, maldición… ¿por qué solo el mirarla me revolvía cosas en el
interior? Estaba despeinada y tenía los ojos brumosos, aún llevaba los vaqueros
y la camisa del día anterior. Un pliegue de sueño le recorría una de sus mejillas.
Su cabello era una obra maestra del desorden artístico. Y aun así, me dejaba sin
aliento.
Se veía tan delicada y accesible que tuve que reprimir el impulso de soltar
la espátula para poder acercarme y meter mi rostro en el pliegue de su cuello
mientras la tomaba entre mis brazos y simplemente la sostenía antes de subirla al
mostrador más cercano, me colocaba entre sus muslos separados y la follaba
hasta dejarla sin sentido.
Apretando fuertemente la espátula, me giré otra vez hacia a los huevos.
—Sí, me di cuenta.
—Fue sin querer, de verdad. Lo siento mucho. Normalmente no caigo
rendida de esa forma.
—Está bien. —Agarrando los huevos y la tostada, me di la vuelta. Y,
mierda, aún tenía ese fuerte, magnético y punzante efecto en mí, incluso cuando
esta vez estaba totalmente listo y preparado. Aclarándome la garganta, asentí
hacia la comida, concentrándome en eso—. ¿Quieres unos huevos y tostadas?
Tengo suficientes.
Y los tenía, porque me había asegurado de cocinar lo suficiente también
para ella, aunque no tenía idea de si se despertaría lo bastante temprano como
para comer, o si le gustaban los huevos y las tostadas siquiera. Esta compulsión
de protegerla y proveerle estaba creciendo y no parecía poder detenerlo.
—Santo guau —murmuró, levantando las cejas mientras estudiaba la
comida—. En serio tienes suficiente, probablemente para alimentar a un pequeño
ejército.
Asentí. —Sí, incluso después de vivir lejos de casa durante tres años
todavía me es difícil cocinar para uno solo, lo que es extraño, ya que solo cocinaba
para mi familia una vez al mes cuando vivía en casa.
—Bueno, estás de suerte —anunció alegremente mientras se daba
palmaditas en el vientre—. Porque me gusta comer. —Se movió para reunirse
conmigo en la mesa, donde echó un vistazo a las alacenas antes de rebuscar en
los armarios y automáticamente sacar platos y cubiertos para ambos—. Con
mucho gusto te ayudaré con tu problema de exceso de comida. —Sin embargo,
cuando comenzó a poner la mesa, se detuvo y arrugó la frente como si estuviera
confundida—. Espera. ¿Sin panceta?
—Uh, no. Lo siento, no tengo. No como muchas grasas o comida chatarra
durante la temporada.
Parpadeó. —¿La temporada?
—La temporada de fútbol —le recordé.
—¡Oh! Correcto. Eso tiene sentido. —Mientras nos sentábamos juntos y
nos turnábamos para llenarnos los platos, agregó—: Sí, me di cuenta de que no
tenías mucha comida chatarra por aquí.
Ocupado intentando no pensar en lo hogareño y natural que se sentía
compartir una comida con ella, la miré. —Intento mantener baja mi ingesta de
calorías durante la…
—La temporada —terminó por mí, asintiendo pensativamente mientras
me observaba—. Y corres y te ejercitas, también fuera de la práctica.
Fruncí el ceño. —¿Cómo supiste…?
—Tengo mis fuentes —me interrumpió, todavía estudiándome con una
mirada crítica—. Entonces, haces ese ejercicio extra para el fútbol, asegurándote
de estar en la mejor condición física para jugar, probablemente esforzándote más
que la mayoría de los otros jugadores del equipo, controlando lo que comes, y
aun así… cuando eres suspendido de un partido, simplemente… meh, no te
molestas.
Mi corazón comenzó a latir un poco más rápido cuando me encontré con
su mirada. Me sentí como si estuviera a punto de ser atrapado en una trampa que
revelaba todos mis secretos más profundos y oscuros y, aun así, no tenía idea
racional de cómo darme cuenta de que eso era algo importante en primer lugar.
Así que respondí: —¿Había una pregunta en alguna parte?
Sacudió la cabeza, pero dijo: —Sí. ¿Por qué minimizaste por completo lo
molesto que estabas por no haber estado en ese juego anoche?
—¿Qué querías que hiciera? ¿Tirarme al piso y darle puñetazos al suelo
mientras gritaba sobre lo injusta que era la vida?
—Habría tenido sentido que lo hicieras —dijo—. ¿Al menos ganamos
anoche?
—Por supuesto que ganamos.
A lo cual levantó la mano en mi dirección y dijo: —Ves. Ahí. Ni siquiera
pareces molesto de que lo hayan hecho bien sin ti. Yo totalmente habría estado
alentándolos secretamente para que perdieran si fuera tú. Es como, Dios mío, ¿no
tienes ni un solo hueso mezquino, pasivo-agresivo en tu cuerpo?
—Pues —dije despacio, sorprendido por la pregunta, porque siempre me
sentía como si estuviera luchando contra pensamientos bastante mezquinos—, sí
pensé que habríamos ganado por más si hubiera estado allí. Y… —Levanté un
dedo antes de hacer una mueca—. Disfruté mucho el hecho de que anoche
Nicholl lanzara más pases que fueron interceptados de lo que nunca lo había
hecho.
Haven levantó las cejas. —¿De verdad? —resoplando, se tapó la boca—.
Probablemente esté de mal humor hoy. —Cuando dejó caer la mano, una sonrisa
se le extendió por el rostro—. Genial.
Me recosté en mi asiento y asentí con la cabeza. —Oh, sí.
—Está bien —respondió con un asentimiento decisivo—. Estoy satisfecha.
Tienes la suficiente indignación vengativa e insignificante para demostrar que
eres humano, después de todo.
—¿Se hallaba eso en cuestión? —Tuve que preguntar mientras tomaba una
tostada y me la metía en la boca.
Se encogió de hombros. —Un poco. —Luego me guiñó un ojo, sonriendo
maliciosamente—. Lucías demasiado perfecto, durante un tiempo.
Me atraganté con la tostada que acababa de tragar. ¿Pero, qué?
¿Demasiado perfecto? ¿Yo?
Golpeándome el pecho con un puño, tosí la comida para que el resto bajara
hacia mi estómago, y mis ojos picaban con lágrimas mientras jadeaba. —Estás
bromeando, ¿verdad? ¿En qué universo estoy cerca de ser perfecto?
—Tienes que admitirlo —dijo, sonando razonable—. Estos últimos días,
has sido demasiado irreal.
—¿Irreal? ¿Cómo es eso? —pregunté, sintiéndome increíblemente
confundido.
—Bueno, para empezar, en el preciso momento en que necesitaba que
alguien me ofreciera ayuda cuando intentaba escapar de Topher, bam, ahí
estabas.
Me aparté, frunciendo el ceño. —Eso fue solo una coincidencia.
—Una extraña coincidencia —concordó—. Pero no fue una coincidencia
que lo ahuyentaras por mí o que me ayudaras a salir de ese edificio. No fue de
ninguna forma una coincidencia que estuvieras despierto conmigo esa noche
mientras mi cerebro se aceleraba o me obligabas a calmarme para poder pasar la
noche. O que te levantaras mientras dormía para hacerme la cama y luego
meterme en ella. O que te quedaras cuando tuve un momento de locura el jueves
por la noche, o cómo te ofreciste a contactar con tu hermana para que me revisara
el viernes por la mañana, o que minimizaras por completo lo molesto que estabas
por perderte el partido anoche. Y ahora... ahora me haces el desayuno.
—Está bien —dije lentamente, frunciendo el ceño un poco cuando me miró
expectante después de enumerar toda esa mierda—. ¿Había alguna pregunta, en
alguna parte?
—No —contestó—. Para nada. Todo te hizo parecer demasiado agradable,
o sea, sospechosamente agradable. Con algún motivo oculto. Hiciste más de lo
que haría cualquier compañero de apartamento. Demonios, es probable que
incluso hayas superado el estatus de mejor amigo en el departamento de ayuda,
y aun así no tienes ningún interés personal en mí, nada que ganar con toda esta
amabilidad. No hay un plan secreto que pueda ver. No, espera. —Sus ojos se
estrecharon de repente—. ¿Tienes un plan secreto?
Me aparté, sorprendido por la pregunta increíblemente directa. —¿Un
plan secreto? —repetí tontamente antes de sacudir la cabeza—. No.
Pero debí parecer culpable, porque Haven hizo eso que parecía ver dentro
de mí. —Entonces, ¿no quieres nada a cambio de todas las cosas increíbles que has
hecho?
Arrugué la nariz. Pero, incapaz de mentir, me equivoqué: —Quiero decir,
estoy seguro de que quiero cosas. Soy un chico; no puedo evitar que mi cerebro
vaya ahí. Pero no quiero nada a cambio de lo que he hecho. No es en absoluto la
razón por la que hice nada de eso: no espero nada de ti, ni necesito ningún tipo
de reembolso, excepto, ya sabes, el alquiler todos los meses y tal vez tu parte justa
de limpieza, cocina y comida.
Me miró durante tanto tiempo después de que respondiera que comencé
a retorcerme por dentro, preguntándome qué pensaba, cómo me juzgaba. Pero
luego asintió lentamente y dijo: —Esa es una respuesta maravillosa y creíble.
Gracias. —Solté un suspiro de alivio demasiado pronto porque, en el siguiente
segundo, ella preguntó—: Entonces, ¿por qué me ayudas tanto?
—Yo... —Se me quedó el aliento atrapado en los pulmones. Sinceramente,
no sabía cómo responder. Así que finalmente, solo dije—: No lo sé. Parece que
no puedo evitarlo.
—Entonces, solo eres una persona servicial.
Me encogí. —La verdad es que no.
Cuando eso la hizo fruncir el ceño, mi cerebro se apresuró a pensar en
algo, cualquier cosa, para explicar lo que pasaba cada vez que hacía algo por ella.
—No sé cómo describirlo. Yo solo... Desde ese momento en la habitación de Izzy
cuando te volviste hacia mí y necesitabas a alguien que te ayudara, no lo sé. Yo...
yo... me hizo algo. Fue como si me hubieras dado esta enorme y monumental
responsabilidad de cuidarte, y yo... metí la pata.
—Dios mío, Wick. Lo siento mucho. Nunca quise ser una carga y una
responsabilidad tan grande para ti.
—No lo hiciste. Yo solo... me lo tomé como tal, imagino.
—Y, además —continuó—, no metiste la pata. ¿Estás loco? Eres el único
que me ha ayudado a superarlo desde entonces.
¿Lo era?
—Pero sentí que me equivoqué —insistí—. No viste lo destrozada que te
encontrabas. Te derrumbaste en mis brazos y, después de un rato, nada de lo que
dijimos Izzy o yo te ayudó. No pude... —Sacudiendo la cabeza, dejé escapar un
suspiro—. Simplemente no pude detenerlo. No pude ayudarte. Y creo que he
estado tratando de compensar eso desde entonces.
—Jesús, Wick. ¿Es eso lo que piensas, honestamente? ¿Que me has fallado?
—Bueno. —Me encogí de hombros—. Sí. Porque lo hice.
—No —gruñó—. Ciertamente no lo hiciste. No habría importado lo que tú
o cualquier otra persona hubiera hecho esa noche; iba a desmoronarme. Sin
importar qué. Nada podría haberlo detenido. Fue lo que tú y tu hermana hicieron
después para ayudarme a levantarme lo que necesitaba. Hiciste absolutamente
todo bien. —Inclinándose hacia adelante en su asiento, me tomó la mano y la
apretó—. Nunca pienses que me fallaste.
Pero sí lo hice, quise discutir. En tantos sentidos que era patético.
Su pulgar me rozó los nudillos magullados, y un escalofrío me consumió.
La necesidad me palpitaba por las venas con un fuerte anhelo que hacía que se
me hiciera la boca agua y me hormigueara la piel.
Me liberé de su agarre para detenerlo.
—Voy a empezar con los platos —le dije, poniéndome de pie y recogiendo
mi plato.
—Oh, no, no lo harás —discutió Haven, apareciendo a mi lado—. Tú
cocinas. Yo limpio.
Sacudí la cabeza, necesitando mantenerme ocupado para poder ignorar el
ansioso pulso de deseo que me atravesaba. —Está bien. De verdad. Puedo…
—Wickham Webster —dijo con severidad, y señaló hacia la salida—. Sal
de aquí ahora mismo. Yo tengo deberes de cocina esta mañana.
Dejando escapar un suspiro, arrugué la nariz y me rendí. —Está bien, está
bien. —Levantando las manos, retrocedí—. Tú ganas.
Asintió con gratitud. —Gracias. Solo, por favor, no te enojes si guardo algo
en el lugar equivocado.
—Puedo mostrarte... —comencé, hasta que me señaló y frunció el ceño, lo
que me calló a mitad de la oración.
Luego, con un guiño, sonrió. —No te preocupes. Lo resolveré.
Traducido por Julie
Corregido por Tolola

Me retiré a la sala de estar, donde paseé unos cinco minutos, escuchándola


en la cocina, haciendo correr el agua y haciendo sonar las ollas, y no porque
estuviera obsesiva compulsivamente preocupado de que guardara las ollas en el
armario equivocado.
Me sentía expuesto. Me había expuesto. Pero, ¿qué demonios pensaba al
admitirle lo responsable que me sentía por ella? Sonó espeluznante incluso a mis
oídos.
No quería ser espeluznante. Solo... quería que dejara de cuestionar mis
motivos y de desnudarme emocionalmente. Me esforcé mucho estos últimos
años para cerrarme y no dejar que ninguno de mis estúpidos pensamientos o
sentimientos se manifestaran. ¿Por qué necesitaba abrirme de golpe? ¿Y por qué
demonios se lo permitía? Ya no quería abrirme nunca más. Quería...
Mierda.
Ni siquiera quería admitir lo que realmente quería.
Cuando un golpe sonó en la puerta de mi apartamento, dejé de enloquecer
y de pasarme la mano por el cabello para fruncir el ceño.
Esta vez, ni siquiera esperaba que fuera para mí. Caminé y abrí la puerta
para encontrar a cuatro mujeres a las que no había conocido —una de ellas muy
embarazada—, junto con un niño de cinco o seis años de edad, de pie en mi
puerta.
Charlaban libremente entre ellas hasta que me vieron, y luego todas se
quedaron mudas.
Y me miraron fijamente.
Pasó un momento antes de que la rubia embarazada soltara un silbido
bajo. —Maldita sea. Cress tenía razón. Es casi demasiado guapo para su propio
bien.
Las otras tres asintieron en silencio.
El comentario me sorprendió con la guardia baja, especialmente viniendo
de cuatro mujeres que eran todas supremamente atractivas. Pero, entonces, el
nombre Cress se filtró a través de mi memoria, y suspiré. —Están aquí para ver
a Haven, ¿verdad? ¿Más primos? —adiviné.
—Oh, es inteligente —murmuró la rubia—. Ya me gusta. —Entrando, me
dio una palmadita en la mejilla seductoramente—. Teagan Hamilton —saludó—
. Tú debes ser Wick.
Asintiendo, acepté: —Debo serlo.
—Ay, también es un poco sarcástico —dijo a las demás—. Igual que JB.
Está confirmado; me gusta.
—Sí, sí, deja de acapararlo ya —murmuró otra chica, con el pelo tan oscuro
como el de Haven y los ojos tan azules y grises como los suyos mientras
empujaba a Teagan para poder detenerse frente a mí y sonreír con un brillo que
me recordaba la energía de Izzy.
—Hola. Soy Bella. —Me agarró la mano y la sacudió—. La tía Sarah dijo
que no le dijiste dónde estaba Haven hasta que pasó algún tipo de prueba contigo
primero.
—Uh. —Me encogí, mi cara se calentó de vergüenza—. Bueno, solo quería
asegurarme de que...
Sin darme la oportunidad de encontrar la palabra correcta para usar a
continuación, otra chica apartó a Bella de un empujón. —Amigo, eso es genial.
La tía Sarah me da un susto de muerte cuando entra en modo de interrogatorio.
—¿De verdad le dijiste a Haven que no querías que viviera aquí por sus
tetas? —preguntó la pelirroja con el niño.
Les eché un vistazo a las cuatro y tragué saliva. —Solo... um...
Mierda. Esto era mortificante. No esperaba que ese estúpido comentario se
convirtiera en un chisme familiar.
—No te preocupes —aseguró la segunda morena que no se presentó ante
mí mientras entraba por detrás de Bella—. No estamos aquí para amenazarte
como nuestros estúpidos hermanos ayer. Aj. —Puso los ojos en blanco—. Esos
patanes ni siquiera pudieron encontrar a Topher Nicholl y patearle el trasero, que
fue la única razón por la que vinieron a la ciudad. O eso dijeron. Honestamente,
creo que estaban secretamente preocupados por HayHay y solo querían saber
cómo estaba.
—Quieres decir, tu estúpido hermano —respondió Bella con una mirada
degradante—. El mío ni siquiera estuvo aquí ayer. —Se volvió hacia mí—. Estoy
segura de que Gray habría podido encontrar a Topher y darle una buena paliza
si hubiera estado con el grupo de ayer.
—Eso es porque tu estúpido hermano tenía que trabajar, así que nosotras
nos quedamos con él hoy. Dudo seriamente que vaya a buscar a Topher.
Fruncí el ceño, confundido, antes de mirar al niño, que era el único hombre
presente. —No están hablando de ti, ¿verdad?
El niño parpadeó hacia mí con grandes ojos azules y luego sacudió la
cabeza. —No trabajé ayer —respondió finalmente—. Ni siquiera tengo trabajo.
Las mujeres se rieron.
Un momento después, Haven apareció en la entrada del vestíbulo.
—Pensé que reconocía esa risa —anunció, limpiándose las manos con un
paño de cocina mientras meneaba la cabeza ante sus invitados.
—HayHay —gritaron a su vez, descendiendo sobre ella con abrazos y
besos—. Nuestra prima bebé. No puedo creer que ese bastardo despreciable te
engañara.
Haven se retiró con un suspiro tenso, y me di cuenta de que no quería
hablar de ello. Para distraerlas del tema, puso los ojos en blanco. —No soy la
prima bebé. Cress es dos años más joven que yo.
—Bueno, eres más joven que todas nosotras —respondió la morena.
Todavía de pie en la puerta abierta, empecé a cerrarla, tratando de
encontrar una manera de excusarme de la habitación sin que nadie se diera
cuenta de mi salida cuando una voz de afuera me dijo: —Oye, espera. Yo también
voy a entrar.
Me detuve para fruncir el ceño al tipo que corrió hacia adelante y saltó por
los escalones de mi porche delantero, mientras me mostraba una sonrisa
brillante. —Hola, lo siento —saludó—. Estoy con ellos. Pero, mierda, estacionar
en esta calle es un dolor de cabeza. Tuve que encontrar un lugar a dos cuadras
después de dejar a todos. —Hizo un gesto hacia las mujeres antes de volverse
hacia mí y tenderme una mano—. Soy Gracen, por cierto.
—Ah —respondí—. Tú debes ser el estúpido hermano que tuvo que
trabajar ayer.
Su boca se abrió. —¡Bella! —gritó—. ¿Me has llamado estúpido?
—No —respondió—. Lucy lo hizo.
Le dio a la otra morena una mirada seca. —¿En serio, Luce? ¿Y tu hermano
es Beau? No creo que tengas mucho margen para hablar.
—Disculpa —cantó la pelirroja mientras empujaba al niño contra su
pierna—. No insultes a mi marido, por favor, mucho menos delante de su hijo.
El hijo se volvió para mirarme. —¿Puedo ver tu habitación?
Fruncí el ceño. —¿Mi habitación? —Cuando asintió muy seriamente, miré
a su madre y a sus tías que se detuvieron para escuchar mi respuesta—. Uh...
supongo —dije—. Si tu madre está de acuerdo.
La pelirroja agitó los dedos. —Adelante.
El niño me sorprendió aún más al tomarme de la mano y esperar
expectante a que liderara el camino. Miré a los otros, casi con la esperanza de que
alguien intercediera, pero nadie lo hizo, así que llevé al niño a mi habitación.
Permaneciendo en la puerta, mayormente en el pasillo, observé cómo entraba y
deambulaba por ahí, estudiándolo todo.
Se detuvo junto a mi estantería de trofeos de fútbol. —Vaya. Tienes
muchos premios.
Moví mi peso incómodamente de un pie al otro. —Unos pocos —respondí.
Se dio la vuelta, los descartó y se dirigió a mi cama, que aún no estaba
hecha de cuando Haven salió esta mañana. Después de mirarla fijamente durante
cinco segundos, se volvió hacia mí y me dijo: —Está bien.
—¿Está bien? —repetí, sin estar seguro de lo que estaba aprobando.
Asintió. —Está bien.
Así que estuve de acuerdo. —Está bien.
Apartándome del camino para que pudiera salir de la habitación, le
pregunté: —¿Cómo te llamas?
—Braiden —contestó, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarme—.
Tengo cinco años. ¿Cuántos años tienes tú?
—Veintiuno.
Sus ojos se abrieron de par en par. —Vaya. Eres tan viejo como Haven. Es
mi prima hermana favorita.
Cuando empezó a caminar por el pasillo, caminé con él. —¿Lo es?
—Sí. Me cuidó en el verano del año pasado cuando volvió a casa de la
universidad, y jugamos a los mejores juegos. Como Toadstool. ¿Juegas a
Toadstool?
—No puedo decir que lo haga. —Frunciendo el ceño, me pregunté qué
implicaba el juego.
—Oh —dijo—. Bueno, está bien. —Acabábamos de llegar a la cocina y nos
dijo—: Tengo hambre. ¿Tienes algo de comer?
—Um... seguro. —Miré a su madre, pidiéndole permiso en silencio—.
¿Quieres un poco de...? —Después de darle vueltas en la mente en busca de
comida para niños que podría tener a mano, le dije—: ¿Cereales de chocolate?
—¡Sí! —Braiden aplaudió, solo para que Haven se estremeciese.
—Oh, lo siento —dijo ella—. Tu tío Fox se comió los últimos ayer.
Cuando el hombro de Braiden se desplomó, le ofrecí: —¿Macarrones con
queso?
—Y... yo me comí lo último de eso anoche —admitió Haven antes de
cubrirse los ojos con sus manos con arrepentimiento—. Lo siento.
—¿Manzanas? —le pregunté al chico.
Se iluminó. —¿Con mantequilla de maní?
Me encogí de hombros. —Uh, no. No tengo mantequilla de maní.
—¿En serio? —preguntó secamente Bella—. ¿Las manzanas son la comida
más apropiada para niños que tienes en tu apartamento? ¿Y vives con Haven?
Mientras todos se reían, haciéndome saber que mi nueva compañera de
cuarto era muy golosa, Haven frunció el ceño. —Oigan. Todavía no he tenido
tiempo de ir de compras por mi cuenta. —Agarrando una manzana de la canasta
de la encimera, encontró un cuchillo en el cajón y comenzó a cortarla para
Braiden.
—¿Cariño? —le preguntó la pelirroja a su hijo—. ¿Por qué querías ver la
habitación de Wick?
—Porque papá dijo que si alguien era realmente tu enemigo, tienes que
averiguar dónde duerme.
Mis cejas se levantaron con sorpresa, y todos retrocedieron con la misma
conmoción.
Gracen fue el primero en hablar. —¿Por qué diablos quieres a Wick como
enemigo? —preguntó mientras robaba una rebanada de la manzana que Haven
acababa de cortar.
Braiden parpadeó con grandes ojos azules mientras miraba la habitación.
—Porque lastimó a Haven —contestó lógicamente—. ¿Verdad?
—Oh, cariño —dijo Haven, yendo hacia él para ponerle la cara en sus
manos y besarle la mejilla—. Muchas gracias por apoyarme, pero Wick no fue
quien me lastimó. Él me ayudó. Topher es el que me lastimó. ¿No recuerdas a
Topher?
Braiden entrecerró los ojos como si tratara de recordar a Topher antes de
decir: —¿El tipo del pelo brillante y esponjoso?
Haven soltó una risa y luego asintió. —Sí, él.
—Oh —dijo el chico. Entonces me miró—. Lo siento. Culpa mía.
Levanté una mano, perdonándole. —Está bien.
—Topher olía raro —me dijo—. Me alegro de que tú no huelas raro.
Sabía exactamente de qué hablaba. A Nicholl le gustaba pasarse con la
colonia. A mí también me parecía que la mierda que se ponía olía raro.
Asintiendo hacia el niño, estuve totalmente de acuerdo. —Yo también.
Inclinó la cabeza hacia atrás como si estuviera agradecido de que
estuviéramos en la misma página y mordió una rebanada de manzana que Haven
le dio. —¿Tienes Fortnite aquí? —preguntó.
—Sí. —Era uno de los favoritos de Cannon—. ¿Quieres jugar?
—Sí. —Empezó a salir de la cocina como si fuera a guiar el camino, solo
para decir—: ¿Quieres jugar tú también, Mason?
Gracen corrió detrás de nosotros. —Claro que sí, quiero jugar. No se
atrevan a dejarme solo en la cocina con todas las mujeres. Y yo soy Gracen, por
cierto. Mason es mi padre.
—Oh —contestó Braiden—. Lo siento. —Luego me envió una mirada y me
dijo—: Como si pudiera recordar todos sus nombres.
Traducido por Jeenn 05
Corregido por Anna Karol

¿Saben lo que nunca entendía? Nunca entendí cómo alguien podía seguir
adelante después de haberla cagado tanto que no solo sabía lo que había hecho
mal sino que todo el maldito universo en el que vivía también lo sabía.
Como ahora, por ejemplo. No quería estar aquí, exponiendo mi estupidez
a estas cuatro increíbles mujeres con las que he crecido admirando y deseando
poder ser como ellas. No quería que vieran lo horrible que era para elegir a los
hombres. Diablos, quería terminar con todo este asunto de estar viva. Porque
fracasé en la vida.
O sea, un fracaso total.
Honestamente, así es como se sentía en ese momento, que nada de lo que
había intentado en toda mi vida había valido la pena. Tenía que ser la idiota más
despistada del planeta por no darme cuenta de lo que Topher había estado
haciendo durante toda nuestra relación.
Eché un vistazo a la cocina, dándome cuenta de que todas mis primas
sabían exactamente cuán patética era.
Me hacía sentir asquerosa, avergonzada. Estúpida.
Porqué en serio, ¿cómo pude no saberlo? Todas las pistas se encontraban
ahí. Era un tipo extrovertido, arrogante y adorado. Se creía superior a lo demás.
Pensaba que otros le debían respeto. Y siempre había sido demasiado amable con
otras chicas. Chicas atractivas. Pero simplemente lo descarté, perdonándolo por
no ser perfecto, sin darme cuenta que flirteaba con otras mujeres justo frente a
mí. ¿Cómo pude no haberme dado cuenta? ¿Cómo pude confiar tan ciegamente
y nunca cuestioné nada?
Lo dejé encantarme y distraerme con bonitas y falsas palabras, bonitas y
falsas sonrisas, y bonitas y falsas atenciones. Había estado tan desesperada por
encontrar lo que tenían mis padres, una combinación de compañerismo, amistad
y amor, que realmente no me detuve a mirar objetivamente a Topher para ver si
siquiera llenaba los requisitos. Y no lo hacía. Para nada.
Dios. Lo que todos deben pensar de mí. Probablemente lucía tan patética
como era. Era tan mortificante.
—¿Sabes lo que tienes que hacer, Haven? —preguntó Bentley desde la
izquierda mientras arrojaba un brazo alrededor de mis hombros—. Necesitas un
plan de revancha para hacer sufrir a ese imbécil. Eso es lo que necesitas.
—Sí —dijo Teagan, levantando su vaso de vidrio lleno de jugo de naranja,
y después tomó un trago.
—Predica, hermana. Tienes que darle justo en el orgullo, HayHay. Hazlo
sangrar de celos.
—Sí, por supuesto —concordó Lucy—. Deberíamos encontrar a alguien
sexy para restregárselo en la cara y decir Ja, mírame ahora, perra. Alguien increíble
y sexy, ingenioso y sexy, y... —Sobre la mesa, frunció el ceño con confusión—.
¿He dicho sexy?
—Más de una vez —contesté con un bufido y volteé al otro lado, riendo,
cuando Bella casi metió tequila por mi nariz en su intento por hacerme beber.
Riendo, se disculpó y apuntó a mi boca, para que terminara derramándolo
por mi barbilla.
—Deja. Yo lo hago. —Sostuve la bebida y me tapé la nariz (ya que leí que
alguien lo hizo en una historia y pensé que era genial, por lo que lo intenté, lo
amé, y ahora era como siempre me tomaba los chupitos) tomándomelo después,
puesto que creía que era mejor tragarlo que mantenerlo en la boca—. ¿En serio?
¿No se les ocurre una mejor idea que no involucre hacerlo con un desconocido?
—pregunté—. Algo vengativo y doloroso a su orgullo, como rayarle el auto con
la palabra infiel. Sí, hagamos eso.
Topher amaba su carro. Y me encantaría dañarlo tanto como me gustaría
hacerle daño.
—Chica —dijo Bentley haciendo caras.
Teagan asintió en acuerdo. —Sí, muy cliché.
—Mucho tiempo en la cárcel —comentó Lucy, girando sus pulgares hacia
abajo.
Pero Bella simplemente se encogió de hombros. —O también podemos
hacer eso.
Fruncí en ceño por su rechazo inmediato. —¿Pero restregarle a alguien en
la cara no es cliché también?
—Claro que no —insistió Bently—. Hacerlo por venganza es inolvidable.
Las otras tres asintieron. —Clásico.
Bella se levantó, haciendo que su silla se estrellara detrás de ella. Alzando
un dedo al aire para aclarar algo, proclamó: —Si el maldito Topher Pene Pequeño
Nicholl piensa que puede engañar a mi dulce primita y romperle el corazón,
entonces va a pagar. Punto.
—Y pagará a lo grande —dijo Teagan, haciendo girar su gran estomago de
embarazada, levantándose sombríamente junto a Bella como un frente unido—.
Aniquilaremos su culo.
Lucy les guiñó antes de mirar hacia Bently sentada a su lado. — ¿Tenemos
que levantarnos para concordar con ellas?
Cuando Bently comenzó a tener hipo y sacudió su cabeza salvajemente de
atrás hacia adelante, Lucy sonrió y lanzó un puño al aire. — Sí, sí, sí.
—Lo mataremos.
—Lo haremos caer de rodillas —dijo Bently—. Uniéndote con el más sexy,
listo y más asombroso chico que haya existido.
—Oye, ¿qué diablos están gritando ustedes cinco? —preguntó Gracen al
entrar a la cocina—. Están asustando a Braiden. —Deteniéndose, nos observó—.
Todas están ebrias.
—Yo no —dijo Teagan, sosteniendo su jugo de naranja y abrazando su
barriga.
Cuando Wick apareció en la entrada de la cocina a su lado con un curioso
Braiden junto a él, Lucy lo señaló. —Él. ¡Sí! Wick sería un candidato perfecto para
tu plan, HayHay.
Casi me atraganté con mi lengua, rogando a Dios que Wick no tuviera idea
de lo que hablaba. —Vaya. Oigan. No metan a mi pobre e inocente compañero
en esto. Y es tu estúpido plan, no mío.
—Oye, el plan no es estúpido —dijo Teagan.
—El plan es perfecto —coreó Bently.
—Y sería un candidato perfecto —añadió Lucy, mirando a Wick de arriba
abajo.
—¿El candidato perfecto para qué? —preguntó Gracen inocentemente.
—Oh, Dios. —Puse los ojos en blanco, deseando poder escapar de su buen
intencionado pero alocado plan—. Esta no es una conversación que deberíamos
estar teniendo frente a Braiden.
—Ah —respondió Gracen, habiendo escuchado lo suficiente—. Mensaje
recibido. —Girándose, se llevó a Braiden—. Vamos, niño. Tu madre y las demás
están teniendo una conversación de mujeres.
—¿Entonces la tía Flo viene de visita? —preguntó Braiden al tiempo que
desaparecían de la vista—. Pero siempre quise conocerla.
Wick permaneció en la puerta un momento más, preguntándome con los
ojos si debería preocuparse. Con la mirada, intenté asegurarle que me encontraba
bien. Asintió una vez y después también se fue.
Tan pronto como todos con un pene se fueron, les dije: —Están locas. No
tendré sexo con nadie solo para molestar a Topher. Para mí, eso sería como beber
veneno y esperar que él muera.
Bently carraspeó y presionó una mano en su pecho. —El sexo no es
veneno.
Puse los ojos en blanco porque, obviamente, a ella no la engañaron
recientemente.
—En serio —dijo Teagan—. El sexo es bueno para ti. De hecho, es el
número uno en aliviar una vagina estropeada.
Parpadeé. —Eh… ¿qué?
—Inflamación, sequedad, delgadez de las paredes vaginales.
—¿Qué? —Fruncí el ceño y me pregunté internamente cómo llegué a una
clase de educación sexual.
—Debes masajear ahí abajo, ejercitarlo regularmente y mantener la sangre
fluyendo para mantenerlo sano y elástico. De otra manera se secaría como una
banda inutilizada y se desmoronaría. —Cerró su mano en un puño como si
estuviera pensando en algo—. Solo un pedacito de desesperanza.
Auch.
¿Por qué de repente quise hacer una mueca y proteger mi cosita con ambas
manos? En serio, acababa de hallar una vieja banda de goma la semana pasada.
Se había secado y se hizo pedazos tan pronto como la estiré.
Dios, no quisiera que mi vagina se desmoronara de esa manera.
Pero entonces Bella, bendita sea su alma, puso los ojos en blanco y
murmuró: —Como sea. No necesita un hombre para que la sangre fluya allí. Mi
fiel BOB me ha mantenido más satisfecha y elástica de lo que jamás podría haber
hecho cualquier humano.
Teagan simplemente se encogió de hombros. —Es más divertido con un
pene real. Solo digo.
—Guau —murmuró Lucy, sacudiendo la cabeza—. JB debe tener algún
tipo de pene mágico para hacerte hablar de esta manera porque, antes de él, solo
decías: eh, los hombres están tan sobrevalorados. El sexo es asqueroso. Mantenlo lejos de
mí.
Levantando la barbilla, Teagan resopló con orgullo y se frotó la barriga
hinchada. —Lo tiene. Incluso brilla a la luz del sol.
—Puaj —me quejé, cubriéndome las orejas con las manos—. Es imposible
pensar en JB de esa manera. Es como un primo para mí, T.
—Sabes, en realidad no tienes que tener relaciones sexuales con nadie —
añadió Bentley, haciéndome mirarla con confusión—. Solo tienes que hacer creer
a Topher que lo hiciste.
—O... —respondió Bella—. Por mucho que Topher sea un fanfarrón, la
mejor manera de responderle sería seguir adelante y ser feliz. Tengo la sensación
de que verte seguir adelante sin él podría volverlo más loco que nunca.
—Eso. —Hice un gesto hacia ella mientras miraba a los otras tres—. Me
gusta esa idea. ¿Por qué no puedo simplemente hacer eso?
—Sí, tal vez —concordó Lucy en voz baja—. Tal vez solo necesitas un buen
cierre. Quiero decir, has hablado con él, ¿cierto?
—¿Hablar? —repetí, sin tener idea de lo que quiso decir.
Se centró en mí y levantó las cejas, expectante. —Para hacerlo oficial.
Le fruncí el ceño, confundida. —¿Para hacer qué oficial?
—La ruptura. Oh, Dios, HayHay. ¿Ya le has dicho las palabras se acabó?
—¿Por qué debería? —contesté, horrorizada. No quería hablar con Topher
nunca más—. Entré a mi dormitorio para verlo meter su pene en mi compañera
de cuarto. Creo que debería ser obvio que se terminó todo entre nosotros.
Teagan resopló. —¿Con un ego tan grande como el suyo? Sí, claro.
La miré con recelo. —¿Qué quieres decir?
Se encogió de hombros. —Parece que es el tipo de persona que cree que
puede engatusar para librarse de cualquier cosa. Te garantizo que se siente cien
por ciento seguro de que puede arreglar las cosas.
—Bueno, ciento por ciento no puede.
—Entonces, Lucy tiene razón. —Bentley se encogió de hombros cuando
puso su mano encima de la mía—. Tienes que decírselo en la cara.
Me mordí el labio inferior antes de murmurar: —Pero no quiero hablar
con él.
Lucy suspiró. —¡Entonces voto por el sexo de despecho con el nuevo
compañero de casa!
La miré y fruncí el ceño. —¡Excepto que vivo con Wick! Tendría que estar
loca si nosotros… ya saben…
—Podría valer la pena. —Bentley se tocó la barbilla pensativamente,
mirando el lugar donde Wick estuvo de pie—. Solo digo que… está buenísimo.
—Tengo que admitirlo —concordó Bella con un serio asentimiento—.
Incluso podría engañar a BOB con alguien así. Es que tiene esta energía calma,
intensa… y tan deliciosa.
—Me recuerda a JB —murmuró Teagan en un suspiro feliz—. Todo serio
y melancólico. Como una olla a presión, contiene todo dentro, lo que significa
que es probable que sea igual de explosivo en la cama cuando, ya sabes, lo
desestabilices. —Me miró—. Sí, deberías probar eso.
Oh, Dios. Mis partes femeninas sintieron un temblor de expectación. Sin
duda estaban a bordo con la idea. Solo con mirar a Wick las cosas dentro de mí
se agitaron. Pero para mis primas, negué con la cabeza y dije: —Por favor, no
digan eso.
—¿Qué? —preguntó Lucy, frunciendo el ceño con confusión antes de bajar
la voz y preguntar—: Mierda, ¿no te gusta?
—¡Por supuesto que sí! —susurré, bajando la voz y mirando hacia la
entrada de la cocina, esperando que no estuviera a la vuelta de la esquina,
escuchándonos—. Pero es mi compañero de cuarto. —¿Por qué tenía que repetir
eso?—. Y me agrada. No ha sido nada más que amable y servicial conmigo. No
quiero usarlo así.
—La mayoría de los hombres apreciarían que los usen así —comenzó
Bentley—. Quiero decir, sexo sin compromiso, sin ataduras, donde no tienen que
perseguir a alguien ni abandonar su propio hogar para obtenerlo. ¿Por qué le
importaría?
—Cierto —concordó Teagan—. No sería una mala idea preguntarle qué
piensa al respecto.
Negué con la cabeza porque, en teoría, todo sonaba bien. Genial. Avanzar
y sacar todo este dolor grave y vergonzoso de mi sistema al follar al archienemigo
de mi ex. Eso me sonó increíble. Pero la ejecución real de la misma parecía mucho
más desalentadora. —Ni siquiera sabría cómo preguntarle.
—Oh, cariño. Ni siquiera tienes que decirlo. —Bentley agitó una mano
como algún tipo de juez sobre el tema—. Simplemente corre a su alrededor con
algo delicado y seductor, y será él el que ruegue.
—No lo sé —respondió Teagan pensativamente—. Si se parece en algo a
JB, y parece ser exactamente igual a mi hombre, tienes que ser un poco más audaz
que eso. Tuve que arrastrarme sobre JB, desnuda, antes de que finalmente me
notara.
—O eso también funcionaría —dijo Bentley, señalando a Teagan—. No
puedo ver que ese plan falle. Especialmente porque todos sabemos que quiere ver
tus tetas.
Mientras todas a mi alrededor se rieron, yo me encogí. —Dios, mis padres
son tan chismosos.
Justo como sospechaba que lo serían.
—Hombre, desearía haber visto la expresión de tío Brandt cuando él te
dijo que no quería ser tu compañero de cuarto porque quería verte desnuda —
gritó Lucy.
—Están locas —les dije—. No he conocido a este chico más que un total de
cinco días. No puedo seducirlo como si nada.
—Hermana —murmuró Bella en un gesto de aprobación antes de que
levantara un puño para que lo golpeara—. Lo entiendo totalmente. Tampoco
puedo hacer eso del sexo casual.
—Al menos debería intentarlo, para ver si prefiere lo casual, después de
todo —argumentó Lucy—. Tiene veintiún años, acaba de salir de su primera y
única relación seria. Este es francamente el mejor momento para que explore y
descubra qué le conviene.
—Tengo la sensación de que me gusta el compromiso en las relaciones —
admití tímidamente—. Además, ¿qué pasa si intento algo casual...? —Miré hacia
la puerta otra vez—. Con Wick, y luego quiero más, ¿pero para él solo fue cosa
de una vez? Luego tendremos que vivir juntos y veré a una gran cantidad de
mujeres entrar y salir de su habitación, mientras estoy aquí, todavía con ganas de
más. No sé si podría soportar eso.
—No vivirás con él para siempre —dijo Bentley con lógica—. Solo te
quedan... ¿cuántos meses de universidad? El compañero de cuarto es temporal y
además, no tienes que elegirlo para tu experimentación si no quieres.
—Solo lo aprobamos si lo quieres —agregó Teagan con un guiño.
Levanté mi dedo severamente. —Dejemos claro algo. Si hago esto… Si…
entonces tiene que ser Wick. Es la única persona en la que confío lo suficiente
como para… experimentar.
—Bueno… —Bella dejó escapar un suspiro y levantó las cejas—. Creo que
tenemos nuestra respuesta, señoritas.
Excepto que no, durante el resto de su visita, todavía estaba absolutamente
segura de que nunca iría tras un plan tan atrevido.
Traducido por Umiangel
Corregido por Anna Karol

Creo que odiaba a mis primas.


Era gracioso cómo en unas pocas horas podían cambiar las cosas. Me
hallaba segura de que el sexo de venganza no era para mí. Pero la maldita semilla
que Bentley, Bella, Lucy y Teagan plantaron en mi cabeza echó raíces. Pensé,
deliberé y decidí: diablos, ¿por qué no intentarlo?
Seduciría a mi compañero de cuarto.
Ay, Dios. Mi corazón comenzó a latir como loco y mis nervios se sentían
como cables de alta tensión. Seduciría a mi compañero de cuarto.
Después de que todos se fueron poco después de mediodía, me retiré a mi
habitación e intenté hacer la tarea, pero no podía dejar de pensar en Wick y en la
conversación que tuve con las chicas.
Por la noche, me volví lo suficientemente seria como para darme cuenta
de que el plan era una locura y todavía quería intentarlo, de todos modos. Así
que tomé una ducha, me preparé y finalmente salí al acecho en busca de mi presa.
Lo encontré en la cocina, sentado en la mesa de espaldas a mí mientras
escribía en su computadora portátil.
—Hola, ahí estás —murmuré, lanzando mi voz baja y sexy. Dios, al menos
esperaba que sonara sexy y no como un ternero enfermo—. ¿Qué haces?
—Trabajo —dijo distraídamente, todavía estudiando su pantalla—. Soy
tutor en línea para el departamento de matemáticas de la universidad. Los
domingos son los mejores días que tengo para hacer eso.
Maldita sea. Se encontraba trabajando. No podía molestarlo mientras
trataba de ganar dinero. Y su explicación sonaba como una forma educada de
decirme que lo dejara solo, ya que los domingos eran básicamente el único día
que tenía libre para ganarse el pan.
Con los pies cada vez más fríos, comencé a retroceder desde la cocina.
Hasta que dijo: —¿Por qué? ¿Necesitas al...? —Se interrumpió por completo al
levantar la vista y verme inmóvil en la puerta.
Mi estómago se volcó. Usaba sus lentes otra vez. Dios, se veía tan sexy en
lentes.
—No, en absoluto —le dije, mordiéndome el labio y retrocediendo otro
centímetro—. Solo quería disculparme por la invasión de mi familia este fin de
semana. Son un poco abrumadores, lo sé. Pero todos son buenas personas.
No respondió, solo me miró como si estuviera congelado. El calor se
acumuló en mi estómago. Mi acicalamiento definitivamente funcionó. Después
de ducharme y depilarme las piernas, me puse loción, maquillaje y productos
para el cabello, luego usé los shorts más cortos que tenía y me quedé sin sostén,
ya que parecía darse cuenta de inmediato cuando no lo usaba.
Sus labios se separaron y el pecho se alzó mientras su mirada vagaba hacia
abajo y luego volvía a subir.
La sangre comenzó a correr por mis venas más rápido. Está bien, haría
esto. Realmente lo haría. Poniendo un balanceo extra en mis caderas para
asegurarme de que mis senos se movieran notablemente debajo de mi camisa,
me dirigí hacia él.
—¿Wick? —pregunté inocentemente—. ¿Estás bien?
Pareció caer en trance, solo mirándome.
Cuando lo alcancé, puse una mano en su hombro. Se estremeció bajo mi
toque y respiró hondo.
—¿Qué? —parpadeó confundido.
Sonreí, sintiéndome un poco poderosa sobre lo bien que funcionaba esto.
—Mi familia —le dije—. Me disculpaba por la forma en que vinieron a visitarme
este fin de semana.
—Oh. —Sonó sin aliento mientras tragaba saliva y asintió—. No, está bien.
Me recuerdan mucho a mi familia.
—¿De verdad? —Sonreí y salté sobre la mesa para poder sentarme al lado
de su computadora portátil. Cruzando mis piernas por los tobillos antes de
dejarlos girar lenta e hipnóticamente, dije—: Eso es genial.
—¿Lo es? —murmuró distraídamente mientras seguía los movimientos en
forma de péndulo de mis tobillos oscilantes.
—Ajá. —Dios, necesitaba desarrollar mejores habilidades de conversación
que esto. Pero mi cerebro se quedaba en blanco. Este asunto de la seducción era
más estresante de lo que pensé.
Levantó la mirada de mis rodillas a la zona de mi regazo. Era totalmente
posible que viera un vistazo de mi ropa interior roja, pero estaba demasiado
nerviosa para mirar hacia abajo y comprobar si se veía algún atisbo.
Sin embargo, sospeché que podía hacerlo cuando levantó los ojos de
repente. Parecía muy alarmado cuando soltó: —Lo siento, ¿qué?
Miré a mi alrededor. —Uh... no dije nada.
Se sonrojó. —Oh.
Parecía tan aturdido que comencé a preocuparme por él. —¿Wick? —dije
suavemente, inclinándome para poder tocar su hombro de nuevo, pero esta vez
con preocupación—. ¿Estás bien?
—¿Qué? —volvió a decir, solo para perderse en mi cuello donde me
inclinaba hacia él y probablemente dándole un vistazo de mi escote.
Diciendo mierda, en voz baja, se puso de pie tan rápido que retrocedí con
sorpresa.
—Yo, uh, voy a ir al supermercado —anunció de forma inesperada, su voz
se aceleró y su mirada se desvió por todas partes, excepto en mí—. Necesitamos
comestibles.
—Um... está bien —dije lentamente, sintiéndome como una imbécil. Salté
de la mesa y crucé los brazos sobre mi pecho, como si tuviera frío, tratando de
cubrirme.
Aún no me miraba cuando se despidió murmurando un adiós apresurado.
Y luego salió de la cocina a toda velocidad.
Esperé hasta que escuché que la puerta delantera del apartamento se abría
y cerraba, me retiré a mi habitación y envié un mensaje de texto al grupo de mis
primas, las mujeres con la estúpida idea de sexo de despecho.
HAYHAY: Gran consejo, genios. Traté de ponerme algo que sabía que
le gustaría y me comporté seductora. Pero salió tan rápido del apartamento que
creo que dejó un rastro de vapor detrás de él. Y entiendan esto: se fue porque
dijo que necesitaba comprar COMESTIBLES, de todas las cosas.
LUCY: Muy bien, describe la escena completa de principio a fin.
Así que lo hice.
BENTLEY: Oh, HayHay. Nuestra pobre primita. Tienes mucho que
aprender. Estabas cerca, muy cerca de llevarlo justo a donde lo querías. Irse fue
claramente su última opción para evitar atacarte como un animal justo allí en
la mesa. Ese chico quería follarte como un loco.
Me mordí el labio pensativamente.
HAYHAY: ¿De verdad?
LUCY: Oh, sí.
TEAGAN: ¡Diablos, sí!
BELLA: Definitivamente.
BENTLEY: Si hubieras impedido que se fuera, no habría durado ni un
minuto. Habría estado contigo como un perro hambriento.
HAYHAY: ¿Pero por qué quería irse? Ustedes me aseguraron que todos
los hombres están de acuerdo con ser usados para el sexo de rebote.
TEAGAN: Probablemente porque es un buen tipo. Como JB. Todavía te
estás recuperando de una ruptura. Un buen chico no podría aprovecharse de eso.
En cuyo caso, es probable que tengas que decir las palabras: QUIERO UTILIZAR
TU CUERPO PARA SEXO POR DESPECHO, POR FAVOR Y GRACIAS.
BELLA: Lamentablemente, creo que T tiene razón. Es posible que tengas
que decir las palabras claramente.
Gemí en voz alta, segura de que nunca sería capaz de decir esas palabras
a nadie.
HAYHAY: ¿Saben lo difícil que será para mí?
LUCY: Obtén un poco de ayuda de tu amigo, Jack Daniel's, tal vez.
TEAGAN: ¡¡NO!! Un buen tipo como él nunca se aprovecharía de ella
mientras está borracha.
HAYHAY: Entonces, ¿qué se supone que debo hacer?
BENTLEY: Cuando regrese del supermercado, inténtalo de nuevo. Y si te
acercas tanto que intenta escapar...
LUCY: No lo dejes.
BELLA: ¡¡No lo dejes!!
TEAGAN: Chica, no te atrevas a dejarlo.
—Está bien —dije, asintiendo—. Bueno. Puedo hacer esto. —Le envié a
mis chicas una señal de aprobación, solo para saltar y gritar cuando escuché que
se abría la puerta principal. Ya estaba en casa otra vez.
Genial. Era ahora o nunca. Era hora de no aceptar “voy a ir de compras al
supermercado” como respuesta. Haciendo una pausa en el espejo de cuerpo
entero, me peiné el cabello, me pellizqué las mejillas y encontré el reflejo de mis
propios ojos.
—Sabes que le gusta lo que ve. Eso es más de la mitad de la batalla. Ahora
haz que actúe en consecuencia.
Echando mis hombros hacia atrás, salí de mi habitación y me dirigí a la
cocina, solo para congelarme en la puerta cuando lo vi sacando un paquete de
tocino de su bolsa de comestibles y abriendo el refrigerador para deslizarlo
dentro.
Mierda. Compró tocino.
Para mí.
Mi corazón se hundió. Después de guardar el tocino, regresó a la bolsa de
la tienda y extrajo una hogaza de pan de trigo y miel, mi favorito, luego un poco
de queso cheddar previamente cortado, un paquete de tazas de mantequilla de
maní, jalea de uva, chocolate y tazas de pudín de vainilla, una caja de galletas, y
un tarro de mantequilla de maní. De espaldas a mí, nunca supo que estaba allí,
mirándolo con las manos sobre la boca.
Pero, qué demonios. Se fue a comprar cada cosa que le dije que perdí en
mi antiguo apartamento. ¿Por qué sería tan dulce, considerado y...?
Sí, era oficial. No podía tener sexo casual. No con Wick, de todos modos.
Hacerlo y sacarlo de mi sistema no era una opción. Ya sentía demasiado. Si lo
dejara entrar en mi cuerpo esta noche, no habría vuelta atrás. Lo sabía.
Así que me di la vuelta.
Iba a tener que intentar algo diferente para seguir adelante y ser feliz…
para poder enfrentar a Topher.
Cuarta edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por Joselin


Corregido por Anna Karol

—Su nombre es Avery.


Saltando cuando esas palabras sonando detrás de mí, me giré lentamente,
reconociendo la voz.
Reuben sonrió mientras se encogía de hombros.
—Pensé que te gustaría saber.
Lo fulminé con la mirada. Y el imbécil tuvo el descaro de reírse.
—¿Qué? —se burló—. Oye, no puedo evitarlo, la chica me quiso a mí en
lugar de a ti.
La ira burbujeaba. Mis puños se apretaron a mis costados. Y por un
momento, lo único que pude ver fue a él al otro lado del bar, acercando a la chica
de mis sueños a sus brazos y besándola.
Y ahora sabía su nombre. Avery. Mierda. Su nombre era Avery. Ni
siquiera había podido descubrir su nombre por mi cuenta.
Mi visión se tornó roja.
—Aléjate de mí —gruñí, mostrando mis dientes.
Reuben tuvo el descaro de hacerse el ofendido. —Vaya, vaya. —Levantó
las manos y retrocedió, pero ese destello en sus ojos, ese brillo arrogante de
“tengo lo mejor de ti”, me mantuvo enfurecido y rabioso—. Tienes que relajarte.
La chica me quiso a mí, no a ti. Supéralo ya.
Oh, lo superaría. Lo superaría en todo su rostro. Con mis putos puños.
Antes de que me diera cuenta, mi brazo retrocedía. Todos a mi alrededor
se quedaron sin aliento. Los ojos de Reuben se abrieron con sorpresa y miedo.
Entonces una mano agarró mi brazo, deteniéndome.
—Vamos, amigo —murmuró Rush en mi oído—. Salgamos de aquí.
Dejé que me alejara. Mis músculos se sentían tan tensos con la tracción y
la ferocidad que temblaba físicamente.
—Lo odio —jadeé, sacudiendo la cabeza—. Joder, odio tanto a ese imbécil.
—Lo sé —dijo Rush, palmeando mi espalda—. Lo sé.
—Lo presumía. Tuvo que echármelo en cara, joder. ¿Por qué demonios lo
hizo?
—Porque es un matón. Ignóralo, se calmará y te dejará en paz.
Asentí, a pesar de que no me sentía muy bien en este momento. Me sentía
violento e insatisfecho. Necesitaba herir algo. Hacerlo sangrar. Y ese algo era
Reuben.
Puse mis esperanzas en esta chica. En Avery. Y él las robó todas.
Nunca se rindió, no como Rush dijo que haría. En todo caso, cuanto más
ignoraba a Reuben, más insistía, diciéndome lo dulce que ella sabía, lo suave que
se sentía en sus brazos, lo mágicamente que se reía en su oído.
Dios, sabía de la risa. Me había acercado lo suficiente como para oírla
antes. Era un sonido distinto, original, que nadie podría olvidar fácilmente. Tenía
una risa mágica. Y Reuben pudo escucharla todo el maldito tiempo.
En serio odiaba todo sobre él.
Y todo el tiempo que lo maldije en voz alta, secretamente me odiaba más.
Porque fui demasiado cobarde para siquiera acercármele.
Los días se convirtieron en semanas, llenos de agonía y arrepentimiento,
y la ira me arañaba la garganta constantemente, luchando por ser desatada.
Reuben no paraba de molestar, hablando de ella casi tanto como antes,
asegurándose de hacerme saber todo lo que hacían juntos. Incluso la llevó a la
práctica de la banda y la presentó a todos. Nuestros compañeros de la banda no
estaban muy seguros de cómo responder al principio. Pensaron que lo que había
hecho era un golpe bajo, pero luego pasó el tiempo suficiente para que finalmente
fuera conocida por ellos como suya.
Siempre me las arreglé para escabullirme y escapar antes de que pudiera
presentármela. Los otros miembros de la banda ayudaron; al menos tuvieron
algo de compasión por mí.
Traté de concentrarme en mis nuevas tareas como líder de la sección de
trompeta, pero mi corazón simplemente no se involucró en eso. Ya nada se sentía
bien. Comencé a desear no haberla visto, ni haber conocido a Reuben.
No tenía idea de cómo lidiar con el picor constante debajo de mi piel, la
necesidad de escapar, el dolor que sentí cuando lo vi poner su mano en la base
de la columna vertebral de ella, o cuando se inclinó para besarla, o cuando ella le
sonrió.
Mierda, esto era malo. No tenía ni idea de por qué me importaba tanto.
Me parecía linda. Quería conocerla. Todavía no sabía absolutamente nada de
ella... excepto su nombre. No era como si realmente hubiera perdido algo. Nunca
la tuve. Y, sin embargo, parecía incapaz de parar.
Operaba en modo de supervivencia, terminé cada día; de alguna manera
entregué mis tareas para las clases a tiempo y logré todo lo que tenía que hacer.
Incluso toqué bien la trompeta.
Pero por dentro, me sentía vacío. Mi musa se había ido.
Un lunes, me preguntaba qué podría hacer para cambiar eso al mismo
tiempo que metía la trompeta protectoramente bajo el brazo y entraba a la sala
de videoconferencias. No es que supiera lo que haríamos aquí un lunes. Por lo
general, mirábamos videos y discutíamos diferentes rutinas de marcha cada
viernes por la tarde.
Pero por más nuevo que fuera como líder de la trompeta, no iba a
cuestionarlo. Tal vez esta era una reunión especial que había sido convocada para
roles avanzados.
Sin embargo, aún me parecía extraño pensar en mí como avanzado. No
me sentía mejor que nadie. Acababa de llegar y hacía lo que tenía que hacer. Pero
Rush parecía pensar que ser líder de una sección era genial, así que me encogí de
hombros y lo acepté.
Vacilando cuando miré a mi alrededor y vi que no había llegado nadie
más, saqué del bolsillo la nota que encontré debajo del limpiaparabrisas de mi
auto. La hora y el lugar eran correctos, así que encendí una luz y encontré un
asiento en la parte posterior de la habitación; coloqué la trompeta campana sobre
el escritorio mientras me preguntaba dónde se encontraban los demás.
No era tan temprano. Al menos el director debía estar aquí, configurando
el video para lo que quisiera que viéramos hoy. O el capitán de la banda,
haciéndolo por él.
Frunciendo el ceño cuando nadie apareció en unos pocos minutos, fui al
contacto de Rush en mi teléfono para enviarle un mensaje de texto y preguntarle
si sabía algo sobre la reunión de hoy.
Él no tenía idea, pero se apresuró a agregar que tal vez era solo para los
líderes de la sección, en cuyo caso, no habría sido invitado. Justo cuando escribí
que no había llegado nadie más, la puerta se cerró de golpe detrás de mí.
Me giré, parpadeando en tanto sonaba el clic de un candado.
—Uh... —Miré a mi alrededor, preguntándome qué demonios era eso.
Así que me puse de pie y caminé hacia la puerta, alcanzando la manija.
Bloqueada.
Lo intenté de nuevo, moviendo un poco más fuerte esta vez y tirando con
más vigor, seguro de que no lo había hecho bien la primera vez.
Todavía bloqueada.
¿Qué demonios? ¿Un portero o alguien cerró la puerta con llave, sin darse
cuenta de que se suponía que habría una reunión aquí y se olvidó de revisar la
habitación primero para ver si había alguien dentro? Era poco probable, pero
posible, supongo.
Golpeé y grité: —¡Hola! Alguien está aquí. ¡Oigan!
Quienquiera que haya accedido a la cerradura no podría haberse alejado
tanto por el pasillo, así que grité un poco más fuerte.
Nadie me escuchó.
Bueno, mierda. Me giré, buscando otra salida. Había dos puertas cerradas
al otro lado de la habitación. Corrí hacia ellas y probé las dos. También estaban
bloqueados, la otra conducía a un armario, un callejón sin salida.
Mirando hacia la otra puerta, mordí el interior de mi labio antes de agarrar
mi teléfono y enviarle mensajes de texto a Rush.
HENRY: No vas a creer esto. Alguien me acaba de encerrar dentro de la
habitación.
RUSH: ¿Eh?
HENRY: Estaba sentado aquí esperando que todos los demás llegaran
cuando la puerta se cerró de golpe detrás de mí, y alguien la bloqueó
RUSH: Sí, claro.
HENRY: Hablo en serio, hombre ¡Alguien me encerró aquí!
Rush me envió un emoji riendo y luego añadió más.
RUSH: Amigo, alguien te está haciendo una broma.
HENRY: Bueno, jaja, muy gracioso, caraculo. Ahora ven, sácame.
RUSH: No soy yo, lo juro.
HENRY: Claro que no, ¿quién más se metería conmigo, si no tú?
RUSH: No lo sé. Oye, espera. ¿Y si se trata de algún tipo de rito de
iniciación para ser un líder de sección? ¡Amigo! Estás dentro, ¡¡ahora mismo!!
Eres TAN uno de ellos.
Miré a mi alrededor. Y negué con la cabeza.
HENRY: No lo sé. Esto es un poco patético para una iniciación. Digo,
¿cómo es esto muy embarazoso? ¿O público? ¿No se supone que una iniciación
es humillante y en algún lugar donde todos puedan verte?
RUSH: No tengo idea. Tal vez sus iniciadores son poco imaginativos.
—Claro —dije en voz alta mientras ponía los ojos en blanco. Me hallaba a
punto de decirle que no me importaba lo que fuera esto, y exigirle que trajese su
culo aquí y me dejara salir, pero uno de los televisores en la parte delantera de la
habitación se encendió de repente.
Miré hacia arriba, frunciendo el ceño. —¿Qué demonios?
De pie, lentamente caminé hacia la pantalla mientras nada más que la
estática me silbaba. Al darme cuenta de que todos los cables de la televisión se
dirigirían hacia debajo de la puerta cerrada, fruncí el ceño e incliné la cabeza
hacia un lado, dándome cuenta de que alguien debía estar detrás de esa puerta
cerrada y actualmente tenía la caja que controlaba la alimentación del televisor.
Probablemente lo encendieron por control remoto.
Me encontraba a solo un paso de la televisión cuando la estática se detuvo
y se reemplazó con un video, algo casero y probablemente hecho desde un
teléfono con cámara. La persona frente a la pantalla estaba tan cerca que solo
pude ver negro por un momento cuando una voz dijo: —Está encendido. Ya
podemos comenzar.
—Bien —respondió otra voz desde más lejos—. Salgamos de aquí. Creo
que ya vienen.
La persona frente a la cámara se movió y apareció un dormitorio. Parecía
un dormitorio. Definitivamente la habitación de un hombre por la decoración
con objetos deportivos y mujeres medio vestidas colocadas en las paredes. Fruncí
el ceño ante la pantalla y escuché que una puerta se cerraba en el fondo del video,
como si la persona que instaló la cámara se hubiera ido.
Negué con la cabeza ¿Por qué demonios veía esto?
Mi teléfono me avisó de un nuevo mensaje. Bajé la vista para encontrar a
Rush preguntando qué pasaba. Así que le respondí.
HENRY: No estoy seguro. Alguien comenzó un video. Pero no pasa
nada. Es solo una habitación vacía.
RUSH: Qué raro.
Eso mismo pensé. Abandonando la televisión, volví a la puerta principal
de la habitación e intenté abrirla de nuevo. Sin suerte.
Entonces, detrás de mí, la oí. Una risa. Pero no cualquier risa. Su risa.
Con el estómago dándome vueltas, me giré lentamente cuando Avery
apareció en el dormitorio en la pantalla, mano a mano con Reuben, quien reía
mientras la besaba y la atraía hacia la cama, que era donde la cámara enfocaba
toda su atención.
Dios, ella era bonita.
Me concentré tanto mirándola que tardé un segundo más en darme cuenta
exactamente de lo que sucedía cuando Reuben persuadió a Avery para que se
sentara en la cama con él y deslizó una mano por su brazo a la vez que presionaba
su boca contra su garganta.
—Mierda. —Me di la vuelta y tiré de la jodida manija de la puerta con
todas mis fuerzas.
Los gemidos llenaron la habitación a medida que aumentaba el volumen.
Hijo de puta.
No haría esto. Reuben no me haría esto.
Le di una patada a la puerta. La golpeé. Cerré los ojos con fuerza y
presioné mi frente contra ella.
¿Por qué haría esto? ¿Por qué iría tan lejos? Nunca le hice nada a ese
bastardo. Pero la buscó a propósito para molestarme. Constantemente hacía alarde
de su relación en mi cara para molestarme. Y ahora esto...
Esto era inaceptable.
Esto era totalmente erróneo.
Y ni siquiera entendí por qué.
—Imbécil, hijo de puta —grité, con la esperanza de bloquear todos los
sonidos—. Voy a matarte. Voy a matarte por esto, imbécil inútil. Tu mamá ni
siquiera te reconocerá cuando termine contigo.
Mi teléfono me avisó de un mensaje entrante. Recordando a Rush, me
lancé hacia él. Con pánico, dejé caer el teléfono dos veces antes de enviar mi SOS.
HENRY: ¡¡¡¡Ven a buscarme!!!!
RUSH: ¿Qué está pasando?
HENRY: ¡VEN A BUSCARME AHORA, CARAJO!
Miré hacia la pantalla el tiempo suficiente para darme cuenta de que
Reuben le había quitado la camisa a Avery.
—¡Cristo! —Me giré, cerrando los ojos.
¿Hasta dónde llegarían? ¿Cómo, en nombre de Dios, podía hacerle esto?
¡Era su novia! ¿No era su trabajo proteger su castidad? ¿No desmantelar sus
momentos íntimos a su puto némesis? ¿Respetar su privacidad?
Incapaz de creer que esto realmente estaba sucediendo, miré a ciegas por
la habitación, buscando algo que hacer para detenerlo.
Desde la televisión, Reuben le decía a Avery que se relajara.
—Soy tu novio —le regañó ligeramente—. ¿Qué crees que voy a hacer?
Confía en mí, ¿quieres?
—Lo siento —comenzó ella—. Sabes que esta es mi primera vez. Estoy
nerviosa. Solo... Háblame en todo momento, ¿sí? Por favor.
Cerrando los ojos, incliné la cabeza y apreté los dientes.
¿Su primera vez? Oh, Jesús. No. No iban a… ¿o sí?
Santa mierda, lo iban a hacer.
—Bueno, estoy a punto de meter mi pene en tu vagina, aquí mismo —lo
dijo en un tono burlón y sarcástico.
Lo miré, frunciendo el ceño, solo para verlos juntos en la cama. Desnudos.
Justo cuando Avery lo abofeteó burlonamente en el brazo por su estúpida mala
broma, volví a mirarla, respirando con dificultad y tratando de no enloquecer.
Incapaz de soportar esto, cargué hacia la televisión y estudié el marco,
presionando cada botón que encontré hasta que finalmente descubrí el encendido
y apagué la maldita cosa.
Listo. Gracias a Dios. Se terminó.
Pero tan pronto como el silencio llenó la habitación y respiré profundo, la
televisión volvió a encenderse, justo en el momento en que él entró en su interior.
Aspiró sobresaltada y se aferró a su hombro, sus ojos abiertos con un poco
de conmoción y dolor. Reuben hizo una pausa, preguntando si estaba bien, y ella
asintió con valentía, diciéndole que no se detuviera.
Las cosas dentro de mí se deshicieron. Me imaginé teniendo este mismo
momento con ella. Debí ser a quien le dijera que no parara.
Yo debería haber sido el primero.
El trauma me dejó momentáneamente inmóvil, obligándome a verlos unos
segundos más.
No sabía cómo lidiar con eso. Frenético, con mi mente gritándome para
que parara, finalmente me liberé de mi aturdimiento y busqué el enchufe para
arrancar el cable de la pared. Pero por supuesto, todos los cables pasaron por
debajo de la puerta. Los agarré de todos modos, tirando con todas mis fuerzas.
Desde detrás de la puerta, alguien maldijo, y de repente encontré resistencia en
los cables mientras el cabrón del otro lado trataba de evitar que desenchufara el
televisor.
Puntos negros bailaban en mi visión. Por encima de mí, Reuben gimió por
su liberación. Me estremecí, mis manos literalmente temblaban cuando me hundí
en el suelo y enterré la cara en mis palmas.
Había robado a la chica que quería. Se la llevó, justo delante de mí, y había
tomado su virginidad. Luego me obligó a mirarlo.
Por encima de mí, Avery parecía insegura cuando preguntó: —¿Estuvo...
estuvo bien?
—Sí, nena —respondió Reuben con brusquedad—. Lo hiciste bien, pero
no te preocupes. Lo harás mejor.
Hice una cara. ¿Lo harás mejor? Qué puto cretino.
Frunciéndole el ceño sin querer, la vi sentada sobre la cama, abrazándose,
luciendo pequeña y asustada. Observó a Reuben mientras se hallaba de pie junto
a la cama y se quitaba el condón.
Todo lo que necesitaba en ese momento era un poco de tranquilidad,
alguien que la abrazara y le dijera lo especial que había sido, lo especial que era.
Rechinando los dientes, gruñí en silencio: Vamos, Reuben. Siéntate de nuevo
a su lado. Abrázala. No la dejes seguir sintiéndose mal después de su primera vez.
Lo odiaba con cada gramo de aire en mis pulmones, pero en ese momento,
necesitaba que estuviera allí para ella. Lucía preocupada e insegura. Alguien tenía
que consolarla. Y él era el único bastardo allí.
Excepto que Reuben no escuchó mi súplica silenciosa. Y Avery tuvo que
contener una respiración profunda de refuerzo por sí misma. Enderezando los
hombros, metió un mechón de pelo detrás de una oreja y se aclaró la garganta.
—Oye, uh... —Le sonrió forzadamente—. ¿Crees que podríamos mantener
esto en silencio por un tiempo? No, uh, no quiero que todos ya lo sepan.
—Claro, nena —respondió Reuben, su voz distraída mientras se dirigía
directamente hacia la cámara hasta que solo su rostro se mostraba. Luego sonrió
y me guiñó un ojo, dejando claro que sabía que lo grababan y que le mentía a
Avery; era el mismo Satanás. Luego miró por encima del hombro para tapar su
falta de honradez diciendo—: Nunca sería de los que besan y cuentan.
Y la pantalla se quedó en blanco.
Me quedé mirando fijamente, incapaz de creer lo que acababa de ver.
Cuando comenzó, me enfureció que Reuben me hiciera pasar por esto. Pero eso
no era nada en comparación con la rabia que me consumía ahora, porque ahora...
ahora estaba furioso por lo que acababa de hacerle.
Ella no tenía idea de que había filmado su primera vez. No tenía idea de
que él se acostó con ella para molestarme. No tenía idea de que la usaba solo para
volverme loco.
Pensó que todo había sido real. Se encontraba nerviosa pero un poco
emocionada, con ganas de complacerlo y expresar físicamente lo que sentía por
él. Y, sinceramente, no creía que el imbécil le correspondiera.
Si no hubiera hecho esto solo por molestarme, entonces la engañó con la
verdadera experiencia que debería haber tenido. Y todo fue mi culpa.
Él no habría sabido que ella existía si no fuera por mí. No habría ido tras
ella si no fuera por mí. No habría ido tras ella si no fuera por mí. No la habría
engañado y llevado a esto si yo no me hubiera fijado en ella primero.
Todo esto fue por mí. Ella acababa de perder algo enorme por mi culpa.
Ahí fue cuando me desmoroné.
Si quería lastimarme por alguna estúpida razón que creía que merecía,
bien. Adelante, imbécil. Pero lastimarla por esa causa era inaceptable.
Ni siquiera recuerdo lo que pasó después. Mi cerebro se apagó cuando la
furia se hizo cargo. Perdí el control hasta el punto de que lo siguiente que supe
fue que Rush estaba abriendo la puerta y entrando en la habitación, solo para
detenerse en shock y quedarse boquiabierto, murmurando: —¿Qué demonios?
Levanté la vista desde donde yacía en el suelo, apoyado contra la pared,
con los codos sobre mis rodillas y mi cabeza entre mis manos.
La habitación entera se encontraba destruida. Los escritorios volteados y
destrozados, dispersos como si un tornado hubiera golpeado. La televisión —
una pantalla grande que estuvo atornillada a la pared— arrancada en una bisagra
y colgando de un tornillo con la pantalla rallada. Y mi trompeta... Querido, Dios.
Mi trompeta no era más que una pieza de latón destrozada, arrugada en el suelo
a mi lado, que de ninguna manera se parecía a ningún tipo de instrumento.
Mirando el dorso de mis manos, hallé mis nudillos abiertos e hinchados,
la sangre manchaba mi piel.
—¿Henry? —La voz cautelosa de Rush me hizo mirarlo. Sus ojos muy
abiertos me seguían mientras caminaba más cerca, su expresión desconfiada
como si se estuviera acercando a un pitbull acorralado—. ¿Amigo? ¿Estás bien?
¿Qué pasó?
Mi cara estaba mojada. No sabía si tenía sangre en las mejillas también, o
si solo había estado llorando. De cualquier manera, no importaba.
Ya nada importaba.
Sin decir una palabra, me puse de pie, pasé junto a Rush y salí de la
habitación, sintiéndome muerto por dentro.
Traducido por Ivana
Corregido por Anna Karol

Mis primas me dejaron pensando. No sobre el sexo por despecho con


Wick, sino sobre el cierre que necesitaba con Topher.
A pesar de que mi chequeo en el centro de salud el viernes no fue, ya
saben, divertido, sentí cierto alivio después de eso, un peso que se levantó de mis
hombros. Creo que fue porque fui proactiva y en realidad hice algo en respuesta
a mi ruptura.
Entonces, queriendo hacer más y comenzar de cero para poder seguir
adelante, decidí visitar a mi ex esa noche y devolverle todo lo que le pertenecía,
junto con las cosas que me dio a lo largo de los años que pudiera o no querer de
regreso.
Caminé por la sala de estar de mi nuevo apartamento hasta que Wick llegó
a casa, abrió la puerta y se detuvo cuando me vio merodeando.
—Estás en casa —anuncié lo obvio—. Genial. Entonces, ¿la práctica ha
terminado?
Frunció el ceño con suspicacia. —Eh, ajá.
—Genial —contesté. Esto significaba que Topher también salió de la
práctica y probablemente también iría a casa—. Y no parece que tengas más
labios cortados o evidencia de pelea. Eso es bueno.
Muy bueno.
Asintió. —Hoy no peleé con tu ex, lo juro.
Sonreí cuando levantó una mano como si hiciera un juramento.
—Impresionante. —Recogí la caja desbordada que dejé en el sofá y me
volví hacia la puerta abierta donde aún se encontraba de pie en la entrada—. En
ese caso, creo que será mejor que vaya a lo de Topher y… —Haciendo una pausa
para poner los ojos en blanco, murmuré—: Devuelva estas cosas, lo haga oficial,
encuentre mi conclusión y haga todo lo que se supone que debo hacer en el fin
de una relación.
Me estudió un momento antes de decir: —¿Segura que estás bien con eso?
—No —murmuré, adelantándome cuando se hizo a un lado para dejarme
salir—. Pero como dicen mis primas, tiene que suceder para que él sepa con
seguridad que hemos terminado, y también para que por fin yo pueda ponerle
punto final, o lo que sea, y seguir adelante.
Wick asintió lentamente. —¿Necesitas que alguien vaya contigo?
Me reí un poco. —Por alguna razón, no creo que seas la mejor persona
para ese trabajo.
—No tengo que ser yo. Conocí a muchos de tu familia este fin de semana
que parecen apoyarte. Estoy seguro de que cualquiera de ellos...
—Tienes razón —interrumpí, asintiendo—. Lo son. Y cualquiera de ellos
se acercaría y me ayudaría en un instante, pero este... este es mi desastre. Tengo
que ser yo quien lo arregle.
Nos quedamos a unos centímetros de distancia, uno frente al otro, yo en
la puerta para irme y él dentro, listo para acomodarse para pasar la noche.
Asintiendo, murmuró: —De acuerdo. Llama si necesitas algo.
La preocupación en su mirada me hizo tragar con fuerza. —Gracias —casi
susurré.
Luego me di la vuelta y salí del apartamento.
Quince minutos después, me hallaba de pie frente a la puerta de Topher y
toqué. Vivía en un edificio que veía mucha acción y fiestas. Cada vez que venía
de visita, por lo general había puertas que se cerraban de golpe, gente que corría
por los pasillos, música ruidosa a través de las paredes, pero esta noche se
encontraba bastante tranquilo. Fruncí el ceño al no encontrar a ninguno sus
vecinos de salida.
Hmm. Todos debían estar estudiando, para variar. O teniendo siestas
antes de despertarse para la fiesta de medianoche. Puse los ojos en blanco. Este
lugar era definitivamente el lugar de Topher. Nunca fue mío. Entonces, ¿por qué
me permití tolerarlo?
Delante de mí, la puerta se abrió y Topher llenó la entrada.
Chico rubio dorado y ojos marrón chocolate, siempre fue atractivo. Podría
ser increíblemente encantador y complaciente, también. Me hizo pensar que todo
lo que yo hacía era adorable y fascinante para él.
Hubo algunos buenos tiempos. Algunos tiempos muy buenos.
Pero ahora, tenía que preguntarme cuántas de esas veces fueron una
mentira. ¿En cuántas ocasiones estuvo de acuerdo conmigo, me felicitó o me
contó historias graciosas en las que realmente pensaba todo lo contrario?
No lo sabía. Honestamente no tenía idea. Y eso amargó todo.
Cuando se apoyó contra el marco de la puerta de su cuarto, mirándome
con decepción, le tendí la caja.
—Aquí tienes —dije—. Todas tus cosas regresaron sanas y salvas.
Fui una buena exnovia. No rompí, arañé, ni abollé una sola cosa, que en
mi opinión era mucho más de lo que merecía.
Lentamente miró el contenido, luego volvió a levantar la vista sin agarrar
la caja.
—Entonces, ¿estuviste follándolo todo el tiempo? —preguntó.
—Eh... —Sorprendentemente miré hacia atrás, segura de que hablaba con
alguien más. Cuando volví a verlo, todavía me observaba como si yo hubiera sido
la que lo traicionó.
Aumentando mi inquietud por su actitud debido a que no hice nada malo,
dije: —¿De qué diablos hablas?
—Webster —se burló, enderezándose para inclinarse sobre mí—. Corriste
directo a ese maldito imbécil después de... —Cuando dejó de hablar, incapaz de
terminar su oración sin quedar como el tipo malo, inhalé amargamente y negué
con la cabeza.
—¿Después de qué? —me burlé—. ¿Después de que te atrapé haciéndolo
con mi compañera de habitación al estilo perrito en mi apartamento?
Estrechando los ojos, señaló y se acercó casi amenazadoramente. —Pero
corriste hacia él. Te vi entrar en esa habitación, y fue quien abrió la puerta.
Sacudiendo la cabeza, suspiré dramáticamente. —Estás loco, Topher. No
fui con...
—No me mientas —dijo tan fuerte que salté y luego parpadeé por la forma
en que me miraba—. Te buscó, ¿verdad? ¿Cuánto tiempo llevas follándolo?
Mi boca se abrió. —¿Perdón?
—Pensaron que eran muy inteligentes, ¿no? Probablemente te reíste a mis
espaldas todo el tiempo que estuviste engañándome con Wick jodido Webster.
—Necesitas que te examinen la cabeza —dije, sinceramente confundida
por sus insistentes acusaciones. Estaba completamente preparada para mentir y
decir que no entré en esa habitación con Wick la noche que encontré a Topher
engañándome, pero esto… esto iba mucho más allá de lo que pensé que
supondría—. Nunca hablé con Wick Webster antes de esa noche. ¿Por qué
hablamos de él, de todos modos? Estoy aquí para hablar sobre lo que tú hiciste.
—Lo digo en serio, Haven. —Tomando mi brazo con fuerza, me acercó y
me miró profundamente a los ojos—. No confíes en él. El idiota me odia con una
pasión que no puedes creer. Nada le encantaría más que conseguir la venganza
definitiva contra mí. Como follarte a mis espaldas.
—¿Venganza? —repetí suavemente en tanto los pelos en mi nuca se
levantaban. Era curioso cómo usó esa palabra. Luego, negué con la cabeza—.
¿Venganza por qué? ¿Qué le hiciste que fue lo suficientemente malo como para
merecer su venganza?
Ignorando mi pregunta, Topher insistió: —Solo te persigue por mí. Quiere
usarte. No lo dejes. No le importas una mierda. Saldrás herida si...
—¿Estás drogado? —interrumpí—. Porque no he entendido una palabra
de lo que dijiste desde que abriste la puerta. No estoy con Wick Webster. Nunca
lo estuve, y yo...
—Te vi, ¿de acuerdo? Otras personas te vieron.
Hice una pausa, confundida. —¿Me viste haciendo qué?
—El jueves. Entre clases. Te vi mirándolo fijamente... durante mucho
tiempo.
Oh, mierda. Me había olvidado de eso.
—Y luego el viernes por la mañana —continuó Topher, levantando las
cejas como si estuviera seguro de que me atrapó mintiendo—. Fueron vistos
saliendo del centro de salud estudiantil juntos.
Vacilé, insegura de cómo enjuiciar al principio, porque mierda, me había
atrapado allí. Entonces fruncí el ceño porque no era la principal mentirosa aquí.
No era la infiel. Él lo era.
—¿Así que tienes gente espiándome? —acusé.
Su mano apretó mi brazo. —¿Qué diablos estás haciendo con él, Haven?
Él, de todas las personas.
Me aparté de su agarre. —Está bien, en primer lugar, no vuelvas a tocarme
así. En segundo lugar, no vine aquí para ser interrogada por ti. Tú eres el que fue
atrapado con tus pantalones abajo, maldito imbécil. Nunca he dormido con nadie
más que tú. Solo porque me encontré en algún lugar al mismo tiempo que alguien
más no quiere decir que estuve con él, y ciertamente no significa que haya follado
a esa persona. Tal vez sea así en tu pequeño universo infiel, pero no en el mío. ¿Y
sabes qué? Bien. El jueves entre clases lo estuve mirando desde el otro lado del
patio porque Wick Webster me ayudó el miércoles pasado por la noche.
—Zorra —susurró—. ¡Lo sabía! —Señalándome como si descubriera que
era una asesina, explotó—. Lo sabía.
—No sabes una mierda —gruñí—. Porque allí me hallaba, corriendo por
el pasillo para alejarme de ti, y la primera persona que vi abriendo una puerta y
saliendo de una habitación es la primera persona a la que pedí ayuda. Resultó
que fue él. Lo empujé de nuevo a la habitación de la que se estaba yendo, y por
alguna razón, no me delató contigo. No sé por qué, probablemente porque no se
agradan y le dio placer fastidiarte. Pero significó mucho para mí. Luego, en cuanto
te fuiste, me fui también. No he visto a Wick Webster desde entonces —declaré
con calma, sin preocuparme por mi mentira porque ya no era asunto suyo lo que
hacía, no desde el momento en que lo atrapé con Annabeth—. Excepto el jueves
entre clases en el patio y luego la mañana del viernes cuando abrió la puerta para
dejarme salir del centro de salud estudiantil, donde podría agregar, tuve que
chequearme porque no me encontraba segura de cuántas ETS podrías haberme
contagiado, hijo de puta. —Respiró profundo para decir algo, pero continué
hablando—: No vine aquí para que me acusaran de traición por nada de lo que
hice después del miércoles por la noche, porque a partir de entonces, ya no soy
tu problema. Ya podría haberme follado a la mitad del equipo de fútbol, y no
tendrías nada que decir al respecto porque lo nuestro se terminó. ¿Entiendes? ¡Se
acabó! Lo que significa que quiero que dejes de llamarme, de enviarme mensajes,
que tus amigos espeluznantes dejen de vigilarme, que no me acuses de tener sexo
con tus enemigos y me dejes en paz.
Soltando la caja que sostenía, la dejé caer al suelo a sus pies. Cuando se
rompió algo de cristal, sonreí y me di la vuelta para alejarme.
En silencio, Topher dijo: —¿Haven?
Estaba tan tranquilo y lo suficientemente modesto como para que me
detuviera y mirara hacia atrás. —¿Qué?
—Lo digo en serio. No le creas nada. Vendrá por ti. Por mí. Y no estoy
adivinando aquí. Lo sé. No se detendrá hasta follarte. Quiere perjudicarme así.
Por un momento, me pregunté si Wick solo fue tan amable y servicial
conmigo estos últimos días debido al resentimiento que había entre él y Topher.
Pero entonces, ¿por qué iría tan lejos? Me dejó mudarme a su apartamento. Se
enfrentó a mi padre para mantenerme a salvo. Terminó lavando mis sábanas,
hizo mi cama y programó citas médicas especiales para mí. Podría ser un tipo
brusco y serio que no sabía sonreír, pero era amable. Podía sentir eso desde lo más
profundo de mis huesos, mis entrañas y cualquier otra parte del cuerpo que
tuviera. Mis instintos decían que era una buena persona.
Además, anoche le di todas las oportunidades para hacer exactamente lo
que Topher decía que quería hacer, excepto que salió huyendo para comprarme
víveres.
Entonces, arqueé mis cejas a Topher. —Oh, ¿sí? —Murmuré con aire de
suficiencia, poniendo mis manos en mis caderas y estrechando los ojos—. Pero
¿cómo lo haría si es gay? ¿No, Topher? —Extendiendo mis brazos a mis costados,
dije—: Quiero decir, no me mentiste diciéndome que era gay, ¿verdad?
—Haven. —Su voz se quebró y su mirada se llenó de desdicha cuando se
acercó a mí—. Nena, solo...
—¿Sabes qué? —gruñí—. Si quiere follarme para molestarte, de hecho,
apruebo la idea. —Agitando mis pestañas, moví los dedos para saludarlo—.
Gracias por la sugerencia, cariño.
Y me di la vuelta, sintiéndome grande, poderosa y asombrosa.
—Lo follas y te haré pagar, estúpida perra.
Mmm, ¿disculpa? ¿Cómo me acababa de llamar? Mirando hacia atrás,
respondí: —¿Ahora qué harás?
Sonrió con suficiencia. —¿Quieres saber por qué tuve que recurrir a otras
mujeres, no, Haven? Porque follarte es como follar un frío tubo de plástico.
Mi estómago cayó a medida que se reía. A mi alrededor, un par de puertas
se abrieron y salieron cabezas para ver el espectáculo que iniciamos.
Así que todos escucharon a Topher cuando anunció: —Contigo es como
meter mi polla en un maniquí. Recostada, preguntando cuánto tiempo falta para
que acabe, negándote a darme una mamada, sin intentar nada nuevo. Y todavía
te sorprende que necesitara ir a otro parte para eso. Quieres saber por qué,
bueno... tú eres el porqué. Eres el peor polvo que he tenido.
El vértigo me asaltó cuando las risitas y las carcajadas vinieron de todos
los espectadores boquiabiertos. Pero puse la cabeza bien en alto y me encontré
de frente con la mirada de Topher al tiempo que asentía. —Bueno, gracias por
iluminarme —dije—. Por suerte, nunca más tendrás que tolerarme.
Sin sentirme tan grande, ni tan poderosa, ni tan asombrosa como hace un
minuto, salí del edificio, tratando de mantener la calma.
Una entumecida frialdad se extendió sobre mis extremidades y también
congeló parcialmente mi cerebro, porque tardé hasta que estuve a medio camino
de casa para darme cuenta, oigan, no podía recordar haberlo rechazado una vez
cuando me pidió una mamada. Hubo ocasiones en las que fui vacilante e
insegura sobre diferentes posiciones, pero por lo general lo dejé probar algo al
menos una vez. Y no me limité a acostarme allí. Además, nunca le pregunté cuándo
iba a acabar. Jesús.
Qué jodido mentiroso.
Para cuando abrí la puerta de mi apartamento, me hallaba enfurecida.
—Es un... —Incapaz de inventar una descripción lo suficiente horrible
como para describir su despreciabilidad, cerré la puerta detrás de mí e hice un
sonido que era mitad gruñido, mitad grito de indignación, frustración e ira.
Dejando mi bolso en la silla más cercana, me quité la chaqueta, con torpeza
y maldiciendo hasta que me liberé del material antes de golpearlo sobre el bolso
tan fuerte como pude para poder pasear por la habitación y murmurar epitafios
anatómicamente imposibles para Topher.
—Entonces... ¿entiendo que las cosas fueron bien? —adivinó Wick
secamente desde el sofá donde se encontraba extendido, sus pies con calcetines
cruzados en los tobillos en el otro extremo y su computadora portátil en su regazo
mientras sacaba un par de auriculares de sus oídos.
Le lancé una mirada asesina. —Oh, fue maravilloso —gruñí—. De lo único
que podía hablar era de ti.
Me miró confundido, la sorpresa salpicó sus rasgos. —¿De mí?
—¡Sí! De ti. ¿Por qué te odia tanto?
Wick negó con cansancio. —Buena pregunta, pero lo lamento, no tengo
idea de lo que pasa por el cerebro de ese idiota.
—Bueno, ¿sabes por qué lo odias? ¿Al menos sabes eso? —lo desafié
acaloradamente.
Su mirada se estrechó y miró fijamente un momento antes de decir
suavemente: —Oh, sé exactamente porqué lo odio.
—Bueno, ¿él lo sabe? —pregunté.
—Sería incluso más idiota de lo que le di crédito si no lo supiera.
—Dijo que querías vengarte —murmuré, recordando esa parte—. Dijo que
solo estás conmigo por él... porque solo quieres usarme para perjudicarlo.
Con un suspiro aburrido, Wick se limitó a sacudir la cabeza. —Guau. El
imbécil sabe cómo inventar una historia interesante, ¿verdad? —Cuando no dije
nada, entrecerró los ojos—. Lo siento —murmuró con voz suave y seria—.
¿Intentabas preguntar si lo que dijo era cierto?
Al principio, no respondí. Entonces lentamente sacudí mi cabeza de un
lado a otro. —No —le respondí, aunque algo en mí quería saber más sobre la
historia entre él y Topher—. No veo cómo podría ser, ya que tú y yo nunca nos
hablamos hasta que me encontré contigo, y literalmente me abrí paso en la
habitación de tu hermana, luego prácticamente te acosé para convertirme en tu
compañera de cuarto. Dejaste muy claro que no te gustaba la idea de que yo
viviera contigo. No creo que un chico ansioso por provecharse de mí para usarme
sea tan... resistente a esas cosas.
Con la mirada entornada y pensativa, Wick me estudió durante un largo
momento. Luego apartó la vista. —Es difícil no pensar en él cuando te miro —
admitió finalmente, con voz baja, casi ronca—. Pero estoy tratando de no poner
eso en tu contra.
Tragué saliva y miré hacia abajo, preguntándome qué pasaba por su
cabeza cuando estaba a mi alrededor, qué pensaba realmente de mí.
—¿Crees que lo lastimaría si pensara que estamos... ya sabes?
Me miró, con los ojos brillantes. —¿Follando? —preguntó, terminando la
pregunta por mí.
Cuando su mirada se deslizó sobre mí, el calor marcó mi piel. Si una
persona podía sentir físicamente una mirada, entonces lo juro, sentí que se
hallaba justo entre mis piernas. Tomó todo de mí no retorcerme y sonrojarme
cuando me aclaré la garganta y aparté la vista, moviéndome nerviosa de un pie
al otro. —Sí —dije, girando mi mano en un vago movimiento de acuerdo—. Eso.
Wick se encogió de hombros. —No es seguro. Pero sé que sería bastante
difícil afectar un ego auto inflado como el suyo.
Probablemente tenía razón.
Mis hombros se desplomaron.
—Bueno, si le hiciera daño, entonces estaría de acuerdo en dejarlo pensar
eso.
Con una divertida media sonrisa, asintió una vez, como si concordara con
mi pensamiento vengativo. Excepto que no expresó su propia opinión sobre el
asunto. Simplemente se volvió a poner los auriculares y regresó a escribir algo en
su computadora portátil.
No sabía si hacía su tarea, su trabajo de tutoría de nuevo, o algo
completamente distinto. Pero definitivamente dejó claro que acabó de hablar
conmigo
Dejándolo en paz, volví a mi habitación y me encerré dentro... sola, donde
todas las palabras de Topher resonaron en mi cabeza.
No sé cuánto tiempo estuve acostada en la cama con las sábanas sobre la
cabeza, probablemente horas.
Aunque sabía que Topher había mentido descaradamente, una parte de
mí todavía lo creía. Una parte de mí se desanimó porque, ¿y si apestaba en el sexo?
Nunca me divertí tanto con eso, rara vez llegaba al orgasmo, y generalmente
todas las cosas diferentes que él quería probar o los lugares en los que quería
hacerlo simplemente no me atraían. Una parte de mí siempre supo que no era
una persona muy apasionada.
Pero Oh, Dios ¿fui un polvo realmente horrible?
Debo serlo.
Y ahora... Ahora todos sus vecinos, amigos y compañeros de clase también
sabían que era muy mala en el sexo.
Comencé a encogerme dentro de mí misma, humillada y avergonzada,
hasta… un segundo.
Las palabras de Wick de este fin de semana se filtraron en mi cabeza.
Cuando termina de destrozarte, te hace sentir como si fueras la que lo arruinó.
Guau. Eso es exactamente lo que sucedió. Topher había sido el que fue
infiel. Era el mentiroso e impostor. Sin embargo, se las arregló para cambiarlo
hasta que incluso yo empezaba a creer que todo era mi culpa.
¡Santa mierda!
Ese imbécil.
Esta noche me manipuló justo como quería.
Quitándome las sábanas, salí de la cama y caminé, con furia saliendo de
mis poros.
Como meter su polla en un maniquí de plástico, ¿eh? ¿Como follar un frío
tubo de plástico? Bien, le mostraría cómo era el buen sexo. Tendría el mejor sexo
de mi vida en este mismo momento.
Con el único chico del que me advirtió que me mantuviera alejada.
Dime que soy mala en el sexo.
Solo mira esto, amigo.
Traducido por Julie
Corregido por Anna Karol

Apenas me había dormido cuando alguien me tocó el hombro. Con un


grito ahogado, me desperté, levantándome de un salto.
Y entonces, al darme cuenta de que solo una persona podía lógicamente
estar despertándome, me senté y parpadeé en la habitación oscura; mi cerebro
seguía borroso y medio fuera de sí, hasta que finalmente se concentró.
—¿Haven? ¿Qué es...?
—Shhh. —Presionó los dedos contra mi boca—. No digas ni una palabra.
Esto no es real. ¿De acuerdo? Solo... Por favor. No lo hagas real. Necesito esto.
Solo necesito...
Agarró las sábanas y me las arrancó antes de subirse encima y sentarse a
horcajadas sobre mi cintura, donde se ubicó directamente sobre mi pene.
¡Santa mierda!
—Pero...
No tenía ni idea de lo que quería decir, pero no había absolutamente nada
que ella hubiera hecho hasta ahora a lo que me opusiera.
Sin embargo, debió haber pensado que sí. Su mano chocó contra mi pecho
mientras me empujaba de vuelta al colchón. —Hablo en serio. Una palabra y me
voy. Si quieres que me vaya, entonces habla. Si quieres que me quede, entonces
cállate. Esto no es real. En realidad no está sucediendo. Por favor. Solo... no
hables.
Como de ninguna manera quería que dejara de hacer lo que hacía, me callé
la boca.
Después de esperar un segundo para asegurarse de que no iba a hablar, se
movió, deslizándose hacia abajo hasta que volvió a subir, lenta y eróticamente
moliéndose contra mi erección que inmediatamente se endureció en mis
calzoncillos. Se presionó contra mí con fuerza, y el calor entre sus piernas hizo
que se me cruzaran los ojos. Me tragué un gemido de necesidad.
Matándome aún más, agarró el dobladillo de su camisón y se lo quitó.
Olvidé cómo respirar.
En la oscuridad, no pude ver los detalles, pero me los podía imaginar. Y
sentirlos. Especialmente cuando encontró mi mano y la llevó a uno de sus pechos
desnudos.
Mierda, eran suaves. Y calientes.
Ella tenía razón; esto no podía ser real. Nada real sería tan asombroso, tan
correcto.
Al principio, tenía demasiado miedo de reaccionar, seguro que toda la
carne blanda y caliente se disolvería en el aire y desaparecería si tratara de
aferrarme a ella, demostrando que esto era un sueño. Pero entonces mi palma ya
no pudo soportar el contacto y se hundió alrededor de las pendientes perfectas,
forzando a mis dedos a contraerse, agarrándose ligeramente. Antes de saber lo
que hacía, levanté mi otra mano y encontré el segundo seno.
Encima de mí, Haven jadeaba y se arqueaba en mis palmas, ondulando
más sus caderas, haciendo que su calor presionara más fuerte contra mi pene.
—Oh, Dios —respiró, moliéndose con una pasión que me hizo rechinar los
dientes.
Después de amasar sus pechos unas cuantas veces más, pasé mis pulgares
por los pezones, contento de hallarlos duros y erguidos, listos para amamantar.
Levanté mi cara, preparado para hacer precisamente eso. Pero confundió
el movimiento y se inclinó para encontrar mis labios con los suyos.
Mientras chocábamos incómodamente, me puse tenso, sin saber si esa
había sido su intención. Pero luego tomó mi cara entre sus manos y nos guío de
vuelta a otro beso, mucho más elegante esta vez.
Mis labios tocaron los suyos, y la electricidad corrió por mis venas. Con
un jadeo, se echó hacia atrás como si también hubiera estado chisporroteando.
Pero la seguí, ya adicto, necesitando más.
Temblando cuando llevé mi boca de vuelta a la suya, me agarró del
hombro y se arqueó, abriéndose como una flor brotando mientras yo buscaba
más. Mi lengua saqueó y la suya correspondió.
Pronto, todo eran respiraciones calientes y lamidas en búsqueda. Entonces
algo explotó en mi cerebro. Creo que fue la lógica. Me podía imaginar una
nubecita en forma de hongo flotando dentro de mi cabeza mientras mis
pensamientos racionales se detonaban y se rompían en la nada. Lo único que
resonaba en mí era que besaba a Haven.
Mierda, estaba besando a Haven Gamble.
Un gemido me atravesó el pecho. La necesidad frenética rugió a la vida.
Hambriento de más, me la quité de encima, y tan pronto como su espalda golpeó
el colchón y fue envuelta en un montón de sábanas y mantas, me acerqué a ella,
cerrando mi boca sobre la suya, y tomando codiciosamente toda la dulzura, el
calor y la pasión de sus labios que podía robar.
Y Dios, se encontraba llena de dulzura, calor y pasión.
Me agarró, sus manos exigentes y desesperadas mientras sus uñas se
clavaban en mi trasero a través de mis calzoncillos y me atraía hacia ella,
forzando mi erección a empujar más fuerte entre sus piernas. Mi pecho desnudo
se aplastó contra el suyo, el calor y las chispas casi visibles se encendieron entre
nosotros.
Le sostuve la cara con ambas manos, mis pulgares acariciando su línea de
la mandíbula mientras mis labios bebían de los suyos. Sabía bien, al calor, el sol
y el toque de pasta de dientes de menta. Y su lengua... Maldición, se envolvió
perfectamente con la mía. Ni siquiera estoy seguro de cómo la contorsionó de la
forma en que lo hizo, pero hizo que mi pene palpitara, deseando poder sentir la
magia de su lengua también.
Presioné mis caderas con más fuerza contra el calor entre sus piernas y ella
se levantó para encontrarse con cada zambullida. Justo cuando pensé que
realmente necesitábamos quitarnos la ropa interior, metió la mano en la parte
trasera de mis calzoncillos, agarrándome por el trasero antes de que sus dedos se
movieran hacia adelante. Me levanté para ella, y metió su mano entre nuestros
cuerpos para poner sus dedos alrededor de mi pene.
Oh... Guau.
Cuando me agarró más fuerte y bombeó una vez, me liberé de nuestro
beso, jadeando y silbando una maldición antes de enterrar mi cara en el rincón
de su cuello. Entonces mis propias manos viajaron hacia abajo, buscando quitarle
sus bragas.
Excepto que no pude encontrar ninguna.
Porque no las llevaba puestas.
—Jesús —dije con voz ronca, temor e incredulidad nadando a través de
mis sentidos.
Mi palma se detuvo en la curva de su cadera mientras mi cerebro se
agitaba para seguir el ritmo de lo que sucedía.
Haven había venido aquí con el único propósito de follarme.
El mero pensamiento hizo que mi piel se sobrecalentara y mi pene se
moviera con avidez.
Anoche, parecía que se me había estado insinuando. Cuando se sentó en
la mesa a mi lado, vistiendo muy poco —no se veían sostenes ni bragas rojas— y
me tocó y me miró como si quisiera más, pero apestaba al leer las señales. Me
sentía demasiado receloso para intentar algo en caso de que no fuera lo que ella
quería después de todo. Así que salí de allí antes de hacer el ridículo.
Todo el día, sin embargo, me pregunté... ¿Había o no había estado
buscando sexo?
Pero ahora. Ahora mismo, no quedaban dudas. Haven me deseaba.
Me deseaba.
Empujando mi lengua contra la suya y metiendo mi pene en su palma,
alisé mis manos hacia abajo. Curioso de saber si se encontraba tan preparada para
esto como yo, mis dedos se movieron sobre su trasero y luego hacia abajo entre
sus piernas por detrás.
Apenas había rozado el calor húmedo en su núcleo cuando se sacudió, y
se estremeció, gritando la palabra no, o al menos el sonido de la N inicial, lo que
me hizo pensar que quiso decir que no, pero no pudo sacarlo todo. Cada músculo
de su cuerpo se puso tenso mientras se hundía más profundamente en el colchón,
tratando de escapar de mí.
Me levanté, ya diciendo: —Lo siento. Lo siento mucho. ¿Estás bien?
También se puso en posición erguida, buscando a tientas mantas como si
estuviese buscando refugio. Así que extendí la mano, agarré algunas sábanas y
las tiré entre nosotros, ayudándola a seguir adelante. Y aunque apenas podía
distinguir nada en la oscuridad de la habitación, pude darme cuenta de que me
las quitó para envolverse como un burrito de los hombros desnudos hacia abajo.
—Haven —comencé, sin saber qué decir, pero necesitando saber si estaba
bien, mientras me preguntaba qué demonios había hecho mal.
Pero respondió: —No. Nada de hablar, ¿recuerdas? Esto no es real. Eso no
está sucediendo. No puede ser...
Excepto: —Sí, lo es —insistí—. Es real. Y realmente enloqueciste. ¿Estás
bien? ¿Te he hecho daño?
—No, por supuesto que no —se apresuró a asegurarme—. Estoy bien.
Solo... yo... yo... lo siento mucho. No lo sé... solo... lo siento. Se volvió demasiado.
Demasiado real. ¿Está... está bien si paramos?
Levanté las cejas y abrí la boca. Entonces respondí secamente: —No. Creo
que voy a hacer que sigamos, quieras o no. —Su cabeza se levantó y pude sentir
su mirada incrédula. Hice una mueca de dolor en la oscuridad, decidiendo que
probablemente este no era el mejor momento para volverse sarcástico—. Por
supuesto que puedes parar —espeté—. Ni siquiera tienes que preguntarlo. Dices
que pare, y paramos. ¿De acuerdo?
—Oh. Está bien.
Su voz sonaba pequeña, incierta. Parpadeé, preguntándome qué diablos
pasaba. Esta no sonaba como la chica decidida a tomar las riendas que se había
convertido en mi compañera de cuarto, quien acababa de llegar aquí sin bragas
puestas.
—Lo siento —continuó—. Solo... pensé que había un punto en el que los
chicos no podían parar, y tenían que... ya sabes, tenían que...
—¿Tenemos que qué? —pregunté—. ¿Recurrir a la violación? Sí, no. No
tiene sentido.
—Oh —dijo de nuevo, su voz llena de esa misma inocente y tímida
cualidad—. Es solo que… Topher siempre decía…
Por alguna razón, al escuchar ese nombre estando en la cama totalmente
excitado con Haven y ella casi llorando de miedo, perdí el control.
—¿Decía qué? —espeté, haciéndola saltar y soltar un gritito asustado—.
¿Que tenías que follártelo sin importar qué?
—¡No! —se lamentó, alejándose de mí y agarrando mis sábanas con más
fuerza contra ella. Sus hombros temblaban, y sollozó, haciéndome saber que
había empezado a llorar—. Por supuesto que no. No lo haría.
Respirando para calmarme, asentí y me obligué a relajarme, sobre todo
para dejar de asustarla aún más de lo que ya estaba. Pero luego tuve que
preguntarle: —¿Así que nunca te obligó?
—No, no. Nunca. Él solo... ya sabes... me hizo sentir culpable... a veces.
Pero solo cuando yo no estaba de humor.
Mi frente se arrugó mientras repetía lentamente: —¿Culpable?
—Sí. Ya sabes... Si quería parar, me decía que era una provocadora, o que
era cruel y que le hacía daño por haberle llevado tan lejos. O que debería querer
estar con él porque estábamos enamorados y… bueno, ya sabes…
En realidad, no, no lo sabía. Nada de lo que describió sonaba como algo
que yo le hubiera hecho o dicho a una chica.
Porque en serio, ¿qué clase de imbécil perdedor recurriría a la culpa y
forzaría a alguien a sentirse como si tuviera que acostarse contigo?
—Le voy a partir el puto cuello —dije, sin poder creer lo que escuchaba.
El bastardo la había condicionado a pensar que no podía parar una vez que
había ido tan lejos con un chico.
Joder, iba a hacer que le doliera cuando le rompiera todos los huesos del
cuerpo.
—¡No! Espera. —Saltó hacia adelante y me agarró del brazo como si
temiera que me fuera a levantar de la cama en ese mismo momento y fuera a
buscar a su ex—. No... por favor, no. No le digas nada a nadie sobre esto. Es culpa
mía. No debí haber...
—¿Quieres dejar de disculparte conmigo? —exploté—. Por supuesto que
no lo divulgaré. Y además, no hiciste nada malo. Absolutamente nada.
—Pero sí lo hice. Vine aquí en primer lugar. Y no debería haber hecho eso.
Yo… él… Topher me dijo algunas cosas esta noche. Cosas que no te dije antes.
Y… me afectó, eso es todo.
—¿Cosas como qué?
Volteó la cabeza hacia un lado. Prácticamente podía sentir su rubor. —Oh,
ya sabes, cosas vergonzosas, humillantes, íntimas, como que la razón por la que
tuvo que recurrir a otras mujeres fue porque yo... yo era muy mala en eso.
—Dios, me pregunto por qué no estarías llena de pasión y anhelándolo
constantemente si siempre te hacía sentir culpable para que te acostaras con él.
Qué imbécil.
—No. Él... Quiero decir, tenía razón. Rara vez lo buscaba, y...
—De nuevo, eso es probablemente porque te hizo sentir como una mierda
para meterte en la cama, para empezar. ¿Cómo puede eso excitar a una chica?
Parpadeé y esperé a que viera mi punto de vista y estuviera de acuerdo
conmigo. Cuando no dijo nada, solo parecía que se acurrucaba en mis mantas,
resoplé.
—Esto es ridículo. No dejes que se te meta en la cabeza así. No te traicionó
porque eras mala en eso. Me despertaste de un sueño muerto y aun así te las
arreglaste para ponerme más caliente y más rápido de lo que nadie lo ha hecho
nunca. Si dice que eres mala, es un maldito mentiroso, lo cual ya sabemos que es.
La única razón por la que fue a ver a otras mujeres fue por su ego. Ser infiel es un
viaje de poder para él, y tristemente, no tiene nada que ver contigo ni con nada
que hayas hecho mal en el dormitorio. Podría haber tenido un sexo maravilloso
contigo si se hubiera molestado en esforzarse, si hubiera pensado en lo que tú
querías. Dios, no puedo creerlo. Ese patético imbécil te culpó de todo. Solo
quiero… Mierda. Odio a ese tipo. Lo odio tanto.
Me pasé una mano por el pelo y luego agarré los mechones en un esfuerzo
por aliviar algo de la rabia que fluía a través de mí.
Al otro lado del colchón, Haven se encogió de hombros. —No importa si
mentía o no. Aun así, no debería haber venido aquí. Lo hice por todas las razones
equivocadas, para demostrarle que no era horrible, para demostrarle que estaba
equivocado, para convencerme a mí misma de que no era tan patética como me
hizo sentir, para herirlo acostándome con su enemigo.
—Haven —empecé con un suspiro paciente—. Está bien. No tienes por
qué...
—No —interrumpió con dureza—. No está bien. ¿No te das cuenta? No
vine aquí por ti en absoluto. Podrías haber sido cualquiera para mí. Te hice una...
una herramienta. Para la venganza. Todo esto fue por él. Iba a usarte mientras
pensaba en él. Y eso... eso no está bien para mí.
Auch.
De acuerdo, incluso yo tuve que estar de acuerdo en que tenía razón. Lo
último que querría de una mujer es que pensara en Topher Nicholl mientras
estaba dentro de ella.
—No te mereces eso —continuó enfáticamente—. No has sido más que
amable conmigo. Te mereces… Te mereces a alguien a quien le gustes tanto que
nada ni nadie más se registre en su cabeza, que en lo único en lo que se pueda
concentrar es en lo increíble que eres. Porque lo eres. Eres como una
personificación asombrosa, y no deberías ser usado.
Aclarando mi garganta, miré hacia otro lado, pensando en tal posibilidad,
donde una chica —bien, no cualquier chica, sino Haven— estuviera tan
interesada en mí que todo lo que quería era a mí.
Me ardió el estómago. Suspirando, me limpié la cara con una mano.
—Bueno… supongo… Gracias por decidir no usarme así mientras piensas
en él. Pero… —Agité la cabeza y me estremecí—. Debería cargar con parte de la
culpa aquí. Sabía que no estabas en un buen lugar para hacer lo que hacías.
Nunca debí dejarte ir tan lejos. Debí haberte detenido mucho antes de que te
detuvieras tú misma. Lo siento mucho. Solo... bueno, fuiste muy persuasiva,
sobre todo con tu mano alrededor de mi pene.
Maldita sea. El solo hecho de pensar en esos suaves y cálidos dedos en mi
cuerpo causó una punzada de puro placer que rebotó a través de mis pelotas. Me
estremecí y agité la cabeza, tratando de ignorar lo excitado que me encontraba de
nuevo.
Al otro lado de la cama, sin embargo, Haven soltó una carcajada, más allá
de toda la pasión que había sentido, solo para taparse la boca. —Lo siento, sé que
no debería reírme de eso.
Extendí una mano. —Adelante. Ríete. Solo no te rías del hecho de que
estaba tan oscuro aquí que aún no te he visto las tetas. Porque esa mierda es
trágica.
—Oh, hombre, pobre de ti —dijo, sonando honestamente comprensiva.
Incluso chasqueó la lengua antes de añadir—: Pero las tocaste, así que eso tiene
que ser una ventaja, ¿no?
—No. —Agité la cabeza—. En realidad, eso solo empeoró el deseo.
Honestamente, estoy pensando que tocarlas me da derecho a echar un vistazo
rápido. —Me encogí de hombros—. Solo digo.
Como planeaba, mi comentario la hizo reír de nuevo. Luego suspiró.
—Guau. —Agitó lentamente la cabeza de un lado a otro—. Es increíble,
pero creo que todo lo que Topher me dijo de ti fue una mentira. Completa y
totalmente equivocado.
Gruñí amargamente. —Y eso te sorprende... ¿por qué? ¿Especialmente
después de todo lo que has sabido sobre él últimamente?
—Yo… —Lo pensó durante otro momento, luego asintió—. En realidad,
sí. Porque, ¿cuál era el punto? Nunca me dijo tantas tonterías sobre nadie más.
Solo sobre ti. ¿Por qué estaba tan decidido a hacer que tú, y no otro compañero
de equipo, fueras tan mal tipo?
Extrañamente perturbado por su pregunta perspicaz, solo pude agitar la
cabeza, sin saber cómo responder. —Yo… no lo sé —dije con voz ronca—. Tal
vez porque me odia.
—Sí, pero tampoco le gusta ese amigo tuyo. J.J. McCannon, o como se
llame.
—¿Cannon?
—¿Así es como lo llamas?
Asentí. —Sí. Odia el nombre J.J. y Jamaal. Solo los trabajadores sociales y
los presentadores deportivos, que según él nunca lo conocieron, lo llaman así, así
que me aseguré de referirme a él como McCannon cuando lo conocí, hasta que
Izzy lo conoció y arruinó su nombre, olvidando el Mc al principio. Desde
entonces, ha sido Cannon.
—Bueno, como quiera que se llame —continuó—. Topher nunca difundió
mentiras tan horribles sobre él.
—Tal vez lo hizo, y aún no lo sabes.
—Tal vez —murmuró, aunque su tono decía que no estaba de acuerdo.
Luego olfateó y se limpió con el dorso de la mano la nariz—. Supongo que ya no
importa. Siento haber intentado usarte esta noche, y siento haber creído todas las
cosas horribles que dijo de ti. Creo que volveré a mi habitación.
Empezó a correrse hacia el borde de la cama, pero me adelanté, levantando
una mano. —Espera. Espera. Solo... espera.
Se detuvo. —¿Por qué?
—Porque... —Agité la cabeza—. A nadie se le permite salir de mi cama
llorando.
—Pero yo no… —Cortándose con una risa acuosa, sacudió la cabeza y
preguntó—: ¿Cómo lo sabes?
—Te delató el olfatear y limpiarte la nariz.
—Oh. Bueno, no te preocupes. No estoy llorando por nada de lo que
hiciste. Has sido increíble y comprensivo, en realidad. Gracias por eso, pero me
voy a ir de todos modos.
—No. —Le cogí el brazo—. No te vayas. Me importa un bledo lo que lo
causó. Si crees que soy el tipo de persona que puede sentarse aquí plácidamente
y no hacer nada mientras sé que estás en tu propia habitación, llorando hasta que
te duermes, te espera otra cosa. No te irás de aquí llorando. Fin de la historia.
—Pero... —Con una risa incrédula, respondió—: No puedes obligarme a
quedarme.
Tenía razón; yo acababa de hacer un gran asunto sobre cómo las mujeres
no deberían ser forzadas en ninguna capacidad, ni siquiera con culpabilidad. Con
un aliento de disgusto, porque me descubrió tan claramente, le dije: —Está bien,
sí. No puedo obligarte, pero tal vez pueda tentarte a que te quedes.
Su cabeza se inclinó hacia un lado, como intrigada. —¿Tentarme? ¿Cómo?
Mierda, ahora tenía que inventar algo atractivo para que se quedara hasta
que dejara de llorar. Excepto que a mi cabeza solo se le ocurrían ideas que me
tentarían.
—Yo… —Ahogándome, le respondí débilmente—: No lo sé. Podríamos
hablar… o quedarnos despiertos hasta tarde y ver Night Court.
—¿Qué es Night Court?
Al darme cuenta de lo que acababa de decir, me reí un poco.
—Sinceramente, no estoy muy seguro. Creo que es un viejo programa de
televisión. "Nos quedaremos despiertos hasta tarde y veremos Night Court" es algo
que mi mamá siempre dice. Supongo que cuando era más joven, su mamá, mi
abuela, trabajaba en los turnos de noche, y mi mamá la esperaba despierta viendo
ese programa. Aunque nunca vimos nada juntos cuando ella lo decía, se convirtió
en el lema de nuestra familia.
—¿Y nunca has visto el programa?
Haven parecía intrigada por la idea. Sonreí, encantado por su curiosidad,
y admití: —No. Nunca.
—Bueno, eso no está bien. Tienes que mirarlo. Ahora mismo —dijo con
decisión—. ¿Dónde está tu portátil?
—Uh… —Recordando que lo puse en el suelo, apoyado en mi mesita de
noche, antes de acostarme, me estiré y lo levanté, tendiéndoselo.
Volteó la pantalla hacia arriba y empezó a escribir con locura.
Mirando por encima de su hombro, fruncí el ceño mientras se conectaba a
Internet. —¿Qué estás haciendo?
—Voy a ver si hay algún episodio de este Night Court en YouTube.
—Mierda —dije asombrado mientras la veía entrar en la red—. Eso es
genial. ¿Por qué diablos nunca se me ocurrió hacer eso? —Me acerqué a mi mesita
de noche y agarré mis gafas para poder ver la pantalla con ella.
Me envió una sonrisa complacida mientras se movía para meter la manta
más firmemente bajo sus axilas, solo para hacer una pausa. Desde el brillo de la
pantalla de la computadora, pude ver sus ojos abiertos cuando me vio con mis
anteojos, y de repente, pareció darse cuenta de que no llevaba ropa.
—¿Sabes qué? —empezó a pasarme el portátil—. ¿Qué tal si encuentras el
programa? Iré a cambiarme.
Me encogí de hombros mientras tomaba el control del portátil. —Vale.
Pero honestamente, no me importa lo que llevas puesto ahora.
Con un resoplido, murmuró: —Excepto que no llevo nada puesto.
La miré fijamente. —Como dije, realmente no me importa.
—Encuentra el programa, pervertido. —Me empujó el brazo de forma
juguetona antes de agarrar la camiseta grande que llevaba puesta. Después de
deslizarla sobre su cabeza, dejó caer la manta y comenzó a gatear fuera de la
cama—. Enseguida vuelvo.
Le agarré el tobillo.
Me miró con las cejas levantadas.
Levanté la mía en respuesta. —¿Juras que vas a volver?
—Sí. —Poniendo los ojos en blanco, añadió—: Además, mira. No más
lágrimas.
Estudié su rostro un momento antes de murmurar: —Ya no hay más. —
Entonces mis ojos se encontraron con los suyos y le dije—: Así que vas a volver,
¿no?
Con una sonrisa divertida, se arrastró hacia mí y me pasó los dedos por
encima de la frente para quitarme el pelo de los ojos. Entonces dijo: —Sí. Voy a
volver. —Y me besó en la frente.
Saltando del colchón, me guiñó un ojo antes de salir corriendo de la
habitación. La vi irse y apreté mi mano contra mi frente, exactamente donde me
había besado.
Maldición, estaba jodido.
Esta chica me poseía.
Traducido por MadHatter & Anna Karol
Corregido por Tolola

Me desperté encima de Wick.


—Otra vez no —gemí, incluso mientras me acurrucaba más contra él
porque se sentía realmente cálido y cómodo.
Después de haber regresado a su habitación la noche anterior con el
pantalón de pijama, la ropa interior y una gruesa camisa de algodón, nos
quedamos despiertos hasta tarde viendo Night Court. Y, en medio de adorar a los
personajes: Harry T. Stone, Bull, Mac, Roz, Christine e incluso Dan, me quedé
dormida con la cabeza apoyada en el hombro de Wick, solo para terminar encima
de él por la mañana.
Esto se estaba convirtiendo en una rutina. En serio, Wick iba a echarme si
seguía durmiéndome así.
O tal vez no.
Me quedé helada cuando comencé a bajarme de él, solo para darme cuenta
de que tenía una pequeña erección mañanera, así que fijé la mirada en su rostro,
preocupada de haberlo despertado moviéndome tanto.
Pero seguía durmiendo, con la boca parcialmente abierta y la cara
inclinada hacia un lado lejos de mí.
Con prisa, comencé a cubrirlo con las mantas cuando, por casualidad, le
eché un vistazo por encima del área de su regazo y mis ojos se posaron en el bulto.
Congelada, me quedé boquiabierta, incapaz de apartar la mirada. Pero,
Dios mío. Eso era a lo que se le llama un bulto.
Lógicamente, ya lo sabía. Quiero decir, lo envolví con la mano anoche, ¿no
es así?
Oh, Señor, de verdad vine hasta aquí y agarré el pene del pobre hombre.
Parecía demasiado surrealista para ser posible.
Pero había estado actuando con pura rabia y adrenalina, demasiado
empeñada en vengarme de Topher para concentrarme en Wick. No había tenido
el estado de ánimo adecuado para darme cuenta de qué diablos estaba haciendo,
o para darme cuenta de cuán enorme era su musculatura.
—Dios mío —respiré, parpadeando ante eso, incapaz de notar nada más.
Quería acercarme y envolver mi mano alrededor de él, justo a través de la
tela de sus calzoncillos. Pero, esta vez, me tomaría el tiempo para apreciar lo que
estaba tocando, lo cual era extraño para mí. Nunca había sido una gran fanática
de los penes. Después de ver a Topher por primera vez, mi curiosidad había sido
apaciguada, y eso había sido más o menos todo para mí.
Pero el de Wick me fascinaba.
Quería ver el suyo. Tocarlo. Tal vez incluso…
Cuando me di cuenta de adónde se dirigía mi cerebro, me puse de pie,
mortificada, y salí apresuradamente de su habitación. Mi respiración se había
acelerado, y mi piel se sentía sensible. Incluso mis pechos estaban más tensos.
Al darme cuenta de que me había excitado, sacudí la cabeza con asombro.
Después de las cosas que Topher me había dicho la noche anterior, estaba casi
segura de que querría marchitarme dentro de mí misma y alejarme de la
intimidad durante un buen rato. Había hecho un trabajo estelar al hacerme sentir
mal conmigo misma.
Pero Wick había hecho un mejor trabajo al reconstruirme. En algún
momento entre cuando lo dejé y cuando me quedé dormida contra él, todo el
trauma por el que me había hecho pasar Topher parecía ser... bueno, pero ya no
tan significativo.
Respiré profundamente y sonreí.
Yo podía hacer esto. Podía seguir adelante y vencer. Incluso podría querer
tener sexo de nuevo algún día.

Estaba lidiando tan bien con las cosas que, de hecho, le respondí a mi
amiga Sloan cuando llamó para preguntarme si nuestro grupo podría reunirse
esa noche. No había hablado con las chicas todavía porque no estaba segura de
en qué dirección soplaría el viento, ya que solo nos convertimos en amigas a
través de Topher. Pero pensé que las había evitado el tiempo suficiente. Era hora
de hablar de sentimientos.
Al terminar las clases y mi práctica del día, me puse al día con una tarea y
luego me metí en la ducha antes de arreglarme para reunirme con ellas para
tomar algo a las siete.
Esta iba a ser mi primera aparición pública en la escena social desde la
ruptura. Nerviosa, hice todo lo posible, me puse unos tacones y un vestido corto
y azul de cuello alto, con una falda acampanada y hombros descubiertos.
Acentuándolo con una tonelada de pulseras y pendientes de aro, fui dramática
con el maquillaje antes de aplicar mi perfume favorito, que a Topher nunca le
había gustado, pero yo adoraba. Retrocediendo para examinar el resultado en mi
espejo, asentí hacia mi reflejo.
Oh, sí. Incluso yo tenía que admitir que estaba en la cima.
Desde el frente del apartamento, escuché que la puerta principal se abría
y se cerraba. Wick debía haber llegado a casa después de la práctica.
Sin ser invitada, una imagen de él durmiendo y despertándose esta
mañana se me filtró en la cabeza, y un escalofrío me consumió. Me pregunté
cuándo tendría la oportunidad de dormirme accidentalmente con él otra vez.
Quería sentir ese bulto una vez más, junto con su peso sólido, cálido y que olía
bien. Tal vez pasara las manos por sus musculosos brazos, por las laderas de sus
hombros, por su espalda. Oh, sí. Debería haber una forma de arte creada
únicamente para poder tocar a un hombre tan rutilante.
Pero, ¿en qué diablos estaba pensando? Dudaba que alguna vez volviera
a estar tan cerca de él.
—Tranquila, chica —me advertí. Nada de fantasear con tu compañero de
departamento.
Literalmente quitándome el deseo de encima moviendo los dedos a mis
costados, dejé escapar un suspiro y salí del baño para atacar la cocina.
Las chicas nunca salían a comer ni pedían comida cuando nos juntábamos.
Como fanática de la comida, esto me volvía loca. Así que, esta noche, sabía que
no debía salir de casa con hambre. Después de revisar los gabinetes, me decidí
por un frasco de mantequilla de maní. Al encontrar algunos tallos de apio pre
cortados en el refrigerador, me apoyé en los mostradores, desenrosqué la tapa de
mantequilla de maní y saqué una cantidad razonable con mi apio.
Estaba a punto de terminar de comer cuando Wick entró.
—¿Hay algo aquí para comer? Tengo ham... —comenzó, para detenerse de
golpe cuando me vio.
—¿Apio y mantequilla de maní? —ofrecí, levantando el tallo.
Parpadeó, su cuerpo se congeló, pero sus ojos viajaban mientras se
posaban sobre mí.
—Tú... —fue todo lo que pudo decir.
—¿Eh? —Bajé la vista hacia donde estaba mirando y recordé el vestido y
los tacones—. Oh. Sí. Voy a salir con las chicas esta noche.
—Sí —hizo eco antes de levantar las cejas y aclarar su garganta, incluso
mientras su mirada permanecía pegada a mi atuendo.
Puse los ojos en blanco, tratando de desestimarlo cuando, honestamente,
su mirada realmente aumentaba mi confianza.
Gracias, Wick.
Quería que todos me vieran saliendo de forma próspera de esta ruptura.
A nadie se le permitía saber que me había derribado, ni en lo más mínimo. Y, por
su expresión, supe que me veía bien.
Con él, sin embargo, me encogí de hombros. —No paran de llamarme,
preocupadas, y creo que las he evitado el tiempo suficiente, así que...
Asintió como si hubiera entendido. Luego repitió: —Sí —haciendo que me
preguntara si había escuchado una sola palabra de lo que había dicho, después
de todo.
Luego se dio la vuelta apresuradamente y corrió a la nevera para ver qué
había dentro. Mientras se inclinaba un poco, examinando el contenido, no pude
evitar notar la forma en que los pantalones se le tensaban sobre el trasero.
Maldita sea, tenía un buen culo.
Aclarándome la garganta, me centré en la mantequilla de maní en mis
brazos cuando me di cuenta de que no le había dado las gracias por la mantequilla
de maní.
—Oh, oye, gracias por toda la comida nueva, por cierto. —No tuve el valor
de mencionar que era consciente de cómo se había asegurado de comprar toda la
comida que había perdido en Dandridge Hall. Parecía algo demasiado íntimo
para airear en voz alta.
—Mm —respondió, cerrando la nevera y girando hacia el armario para
abrir las puertas. Cuando las cerró sin sacar un solo artículo, se quedó allí un
momento, con la mano aún en el pomo. Luego me miró por encima del hombro,
su mirada posándose en mi atuendo una vez más.
Levanté el frasco en mi mano y ofrecí: —¿Mantequilla de maní?
—No —dijo cuando su mirada finalmente encontró la mía. No podía leer
nada de lo que estaba pensando antes de añadir—: Creo que voy a comer fuera.
—Y salió de la cocina tan rápido como entró.
—Está bien —le dije lentamente a la habitación vacía. Eso definitivamente
había sido extraño. Pero me encogí de hombros y guardé la mantequilla de maní.
Llegué al club donde acordé reunirme con las chicas unos veinte minutos
después. Tan pronto como entré, me sentí instantáneamente expuesta y sola. E
inquieta.
Dios, era tan incómodo. ¿Cuándo fue la última vez que salí sola a mierdas
sociales?
Sintiéndome como si todos me estuvieran mirando y juzgando, me las
arreglé para enderezar los hombros audazmente y luego reposicionarme el bolso
que me colgaba en el costado mientras exploraba la habitación en busca de
Manda, Viv y Sloan.
Fíngelo hasta que sea cierto, ¿verdad?
Me saludaron, ayudándome a detectarlas, así que sonreí y me dirigí hacia
ellas.
—Ya pedimos por ti, cariño —anunció Sloan, levantando un vaso con fruta
en mi dirección.
—Oh, Dios mío, eres una salvavidas. —Dándole una mirada apreciativa,
tomé el vaso y bebí, tratando de no atragantarme pero fracasando un poco en el
intento.
Las otras tres me miraron con simpatía, inclinando las cabezas mientras
me observaban. Así que me sonrojé, dejé la bebida y me senté en el último
taburete disponible en la mesa.
Manda inmediatamente deslizó sus dedos sobre la mesa hacia mí como si
fuera a envolver mis manos con las suyas, aunque en realidad nunca me había
tocado. —Oye, ¿cómo estás? —Su voz, y sus ojos, y toda su maldita actitud
gritaban lástima.
Lo odié un poco.
Entonces, le mostré al grupo una gran sonrisa para mostrarles que me
sentía genial. —Estoy... —Pero eso es todo lo que pude decir. Cayendo un poco,
rompí el acto de valentía y admití—: He estado mejor.
—Oh, cariño —empezaron todas—. Está bien.
—Estamos aquí para ti.
—Debe haber sido simplemente horrible.
—Sí, todavía estoy tratando de procesar todo esto. —Esta vez, cuando
sonreí, fue genuina—. Pero gracias —le dije, aliviada de recibir tanto apoyo—.
Estoy superándolo.
—Escuchamos que te mudaste, como, esa noche —dijo Viv, sacudiendo la
cabeza con asombro—. ¿Adónde fuiste?
Se me arrugó la frente por la confusión, preguntándome cómo sabían eso.
Annabeth no se mezclaba con esta multitud, así que definitivamente no les había
dicho... No lo creo.
—Oh... —Dejando escapar un suspiro al sentirme exhausta solo de pensar
en esa noche, de alguna manera lo evadí, porque mis entrañas me susurraban
que fuera cautelosa—. Encontré una habitación extra para alquilar en un
apartamento cerca del campus, y mi papá vino a ayudarme a mudar todo.
—Vaya, eso es tener suerte.
—Totalmente —acepté antes de tomar otro sorbo de licor, solo para vaciar
el vaso accidentalmente.
—¿En dónde demonios encontraste un lugar tan afortunado? —preguntó
Sloan, sonando como si estuviera presionando un poco demasiado en busca de
información.
Lo evadí aún más, agitando una mano. —Sabes, ni siquiera recuerdo la
dirección. —Lo que, sinceramente, era cierto—. Estaba caminando y vi el letrero
de se alquila, y lo arrendé. —De acuerdo, eso no era tan cierto. Pero, lo que sea.
Las otras tres intercambiaron una mirada que me puso en alerta
inmediata, preguntándome por qué estaban tan preocupadas por dónde me
alojaba.
Sin embargo, Manda fue la primera en ocultarlo. —Toma, cariño —ofreció,
fingiendo una gran sonrisa—. Déjame traerte otro. Definitivamente lo necesitas.
Me relajé, el pecho llenándoseme de calor. —Son muy buenas conmigo.

Media hora después, estaba lista para irme. Las chicas no se centraron en
nada más que la ruptura, preguntando por cada detallito sobre lo que había
sucedido. Fue agotador. Y cualquier intento que hice de cambiar el tema siempre
acababa volviendo a mí… y a Topher.
—Bueno —anuncié, vaciando mi último vaso y decidiendo que ya había
terminado. Más, y no podría conducir yo misma a casa—. Gracias, chicas, por
sacarme de mi cueva. Realmente necesitaba esto. Pero… creo que daré esta noche
por terminada.
—¿Qué? —gritaron al unísono, tratando todas de detenerme—. Todavía
no te puedes ir. Acabas de llegar.
—Y te ves tan linda así. Debes mostrar ese cuerpo sexy, que más gente lo
vea.
Levanté una ceja. —¿Más gente? —pregunté secamente, mirando todo el
club. Para ser un martes por la noche, estaba básicamente muerto. Solo otras dos
mesas tenían gente, y estaban llenas de parejas que no nos prestaban atención.
—Solo una hora más —suplicó Sloan, agarrando mis manos—. Por favor.
Solté un suspiro, solo quería irme a casa. Una visión de abrazar a Wick en
su cama y ver compilaciones de Night Court en su computadora portátil me llenó
la cabeza.
Eso sí sonaba bien.
Pero, renuentemente, me senté de nuevo.
Manda, Sloan y Viv aplaudieron. Me sonrojé y les regalé una sonrisa
avergonzada.
—¡Otra ronda! —gritó Viv desde mi derecha, empujándome el hombro y
haciéndome estremecerme.
Mientras las otros dos gritaban de acuerdo, dibujé un diseño sobre una
pila de sal derramada sobre la mesa con la uña, esperando que el tiempo se
pusiera en marcha y siguiera avanzando.
—Entonces… Haven —comenzó Sloan—. ¿Crees que le darás a Topher
otra oportunidad? —Enfocándose en algo por encima de mi hombro, agregó—:
Porque, maldita sea, está guapo esta noche.
¿Qué?
Oh, Dios, por favor, no me digas que Topher está aquí.
—Santo infierno —murmuró Viv, parpadeando mientras miraba hacia la
entrada también—. Luce muy bien.
Mierda. Lentamente, me di la vuelta.
Y allí estaba, en la entrada, todavía cerrando la puerta detrás de él, con su
dorado cabello rubio flotando artísticamente alrededor de su cara mientras una
brisa flotaba en el interior.
—Jódeme —murmuró Sloan, abanicándose—. ¿Se arregló diferente el
pelo?
—En serio, Haven. —Manda me puso una mano en el hombro, la otra en
el corazón—. Porque, si tú no lo quieres, me lo quedo yo.
Puse los ojos en blanco. —Recuerdan que es un infiel, ¿verdad? —A pesar
de que, bueno, Topher se había arreglado esta noche.
—¿Eh? —dijo Sloan distraídamente, todavía mirando a Topher mientras
echaba un vistazo alrededor de la barra antes de vernos.
Cuando su mirada se encontró con la mía, retrocedí, sin saber cómo
sentirme al respecto. Se dirigió hacia nosotras, y mis tripas se apretaron con
temor.
Me levanté de la silla, me tambaleé, inestable, me pregunté por qué me
había puesto tacones para ir a beber, y luego me arreglé y me alisé la falda.
—¿Haven? —preguntó Manda, pareciendo confundida—. ¿Adónde vas?
—A cualquier lugar que no sea este —anuncié—. No vine para esto.
Mis amigas parecían sorprendidas, pero no respondieron porque Topher
acababa de llegar a la mesa. Ni siquiera tuve que levantar la mirada para saber
que estaba allí; podía oler su estúpida colonia cuando se detuvo detrás de mí.
—Haven —dijo, su voz modulada en un tono humilde, tentativo. Tan
diferente del tono mordaz y amargo que había usado la noche anterior… cuando
me dijo que fui un polvo malo—. ¿Puedo hablar contigo?
—No. —Ni siquiera me molesté en mirarlo; simplemente me alejé.
Hasta que escuché a Sloan llamarme: —¡Haven! Espera.
Haciendo una pausa, miré a las tres que seguían sentadas a la mesa,
porque tenía que saberlo. —¿Sabían que vendría?
No respondieron. Finalmente, Viv miró hacia él antes de encogerse de
hombros. —Vamos, cariño. ¿Por qué no le das otra oportunidad? O al menos lo
dejas explicarse.
Oh, se había explicado claramente la noche anterior.
Pero luego Viv agregó—: Eso es lo que quiere.
—¿Lo que quiere? —repetí con sorpresa—. ¿Y por qué demonios debería
importarme lo que él quiere?
—Haven —comenzó, moviéndose hacia mí. Pero levanté la palma de la
mano hacia su cara y me dirigí hacia la mesa, mirando a mis supuestas amigas.
—No puedo creerlo. Me tendieron una trampa. —Las miré boquiabierta y
luego dije—: ¿Ni siquiera les importa lo que me hizo?
—Bueno, tal vez si no fueras tan frígida —escupió Manda, de repente
sonaba sarcástica—, no habría tenido que…
—Disculpa, ¿qué? —exigí, levantando las cejas, incapaz de creer lo que
escuchaba.
—Solo digo…
—Estás diciendo que escuchaste sus chismes, y se están poniendo de su
parte, eso es lo que estás diciendo. Me traicionó. Se acostó con otras mujeres. Él…
—Hay cosas peores que un hombre descarriado. —Esto venía de Viv—.
Vamos, Haven. Topher es el mejor de la camada. ¿Cómo es posible que no quieras
eso? Está aquí de pie, rogando que vuelvas, y tú lo estás rechazando. ¿Qué
demonios te pasa?
Se me abrió la boca. —¿Qué diablos me pasa? —repetí sin comprender.
Entonces negué—. Supongo que yo sí tengo estándares y respeto propio; eso es
lo que me pasa, joder. Porque él era un novio horrible. Y no me lo merezco. Si
ustedes tres están tan enamoradas de él, tal vez deberían probarlo y descubrir
por ustedes mismas cuánto asco da. Porque yo he terminado.
La mirada en los ojos de Sloan era tan extraña que la miré con los ojos
entrecerrados, tratando de averiguar qué significaba antes de que se me ocurriera
un pensamiento repentino. —A menos que… —dije lentamente—. Ya lo hayan
hecho.
Cuando Sloan apartó la mirada y se frotó el codo con timidez, mi boca se
abrió. —Oh, Dios mío. Es así. —Miré a las otras dos. A Manda le pareció que el
piso era repentinamente interesante, y Viv inspeccionaba el techo. Nadie podía
hacer contacto visual conmigo—. ¿Qué mierda? —Qué malditas traicioneras. Las
tres se habían acostado con Topher.
—¿Mientras estaba saliendo con él? —exigí.
Ninguna respondió.
—Mierda —grité, incapaz de creerlo. Negué con la cabeza, confundida—.
Esperen. Si todas lo adoran tanto, ¿por qué demonios lo ayudan a que vuelva
conmigo?
Manda se encontró con mi mirada. Parecía ser la menos culpable y la más
maliciosa en todo esto. —Porque Topher consigue lo que Topher quiere. Y, por
alguna razón inexplicable, te quiere a ti.
¿Qué?
¿Les había lavado el cerebro? Esto era espeluznante. Estaba oficialmente
asustada. Necesitando escapar antes de que de alguna manera me dejara atrapar
por su espeluznante culto a Topher, comencé a retroceder lentamente.
No quería asustar a los robots de Topher; podrían atacarme e implantarme
algo en mi cerebro que me hiciera como ellas. Esperen. Oh, mierda. ¿Había bebido
ya de su Kool-Aid? Pensaba que era una de ellas. Salía con su líder. Me reía con
ellas, salía con ellas y hacía un par de cosas menores que probablemente no
tendría que hacer solo para agradarles. ¿Estaba tan mal como ellas?
Temblando hasta la médula, negué con la cabeza. Porque no, simplemente
no. Tenía mi propia mente. No caería en un grupo idiota que piensa así. Yo no…
—Haven —murmuró Topher, tocándome el brazo.
Me aparté bruscamente y me giré para mirarlo. —Muchas gracias, imbécil
—murmuré, sacudiendo la cabeza con disgusto—. Acabo de perder a mis
“amigas”.
No es que quisiera seguir siendo amiga de los miembros de una secta tan
espeluznantes y sin cerebro pero, aun así, era el principio del asunto. Además,
estaba enojada conmigo misma por no haberme dado cuenta de todo esto antes,
así que culparlo de algo me quitó un poco de la presión.
—Ven y hablemos unos minutos en el pasillo de allí —persuadió, y aj,
incluso su tono de engatusamiento parecía espeluznante y siniestro. ¿Siempre
había usado ese tono conmigo?
Negué con la cabeza. —No quiero hablar contigo. —Solo quería escapar.
—Estarías cometiendo un gran error si terminas lo nuestro de esta manera.
—¿De verdad? —contesté, con una risa incrédula—. ¿Estás diciendo que
yo eché esto a perder? Oh, Dios mío. Eres increíble.
Me di la vuelta para alejarme, pero se puso delante de mí. —Oye —dijo en
voz baja, tratando de volverse personal agachando la cara para mirarme directo
a los ojos—. Estamos bien juntos, Haven. Intentémoslo de nuevo.
—¿Por qué? —repliqué—. ¿Qué podrías querer de mí? Ya que soy tan
horrible en el sexo.
—Vamos. —Me lanzó una mirada seca—. Sabes que te dije esas tonterías
porque estaba molesto. Siempre me has dado lo que quería en la cama.
Negué. —Excepto que eso es algo de lo que no hablas una mierda, Topher.
Insinuando una sonrisa mientras intentaba ganarse con bromas mi buena
voluntad, levantó las manos en un gesto de tristeza como un tipo al que acaban
de atrapar con la mano en el tarro de las galletas, pero que confiaba en que podría
conseguir que le dieran la galleta de todos modos. —Cometí un error. Sabes que
no soy perfecto, nena. Siempre me has perdonado por eso.
Negué con la cabeza, sin estar impresionada. —Ser humano es una cosa.
Ser un mentiroso, un tramposo y un infiel es otra. Sé que no te acostaste solo con
Annabeth. Sé de todas las demás. Tantas otras.
—¿Por quién lo supiste? —exigió, indignado de que alguien se atreviera a
delatarlo.
Puse los ojos en blanco, cada vez más enojada porque parecía más
decidido a descubrir quién era su chivato que a disculparse por lo que había
hecho.
—Bueno, para empezar, hay una mesa llena de sobras allí mismo que acaba
de admitir que ha tenido relaciones sexuales contigo. Dime, ¿alguna vez fuiste
fiel?
En lugar de responder, entrecerró los ojos con desconfianza y murmuró:
—¿Sobras? —mientras inclinaba la cabeza hacia un lado antes de preguntar—:
¿Por qué usaste ese término?
Oh, mierda.
Al darme cuenta de que le había robado inconscientemente la palabra a
Wick cuando mencionó que me había llamado exactamente así frente a Topher,
vi cómo se oscurecía la cara de mi ex.
Pero me las arreglé para actuar completamente confundida cuando dije:
—¿Qué término?
—Sobras —gruñó, acercándose siniestramente—. Maldita puta. Acudiste
a él, ¿verdad?
Mis labios se separaron en shock. Mis ojos se ensancharon cuando
extendió la mano y me agarró el brazo con fuerza, y solo pude mirar con horror
mientras se enfurecía. —Lo juro por Dios, si te estás acostando con ese imbécil
voy a arrancarte el corazón. Te arrepentirás de haber nacido. Estoy hablando en
serio, Haven. Webster está fuera de los límites.
El corazón me latía con un terror que nunca había experimentado por él,
pero levanté la barbilla con una bravata que no sentía. —Quítame… las manos…
de encima.
—¡Oye! —dijo el camarero desde el otro lado de la habitación—. ¿Ese tipo
te está molestando?
Topher inmediatamente me soltó y retrocedió un paso, incluso cuando le
lanzó una mueca al camarero. —Cállate, imbécil. Es mi novia.
—No, no lo soy —espeté, solo para asentirle al hombre que estaba detrás
de la barra y decir de todo corazón—: Y sí, me está molestando. Gracias.
Asintió, haciéndome saber que contaba con él mientras permaneciera
aquí. Girando, comencé a irme, pero por supuesto, Topher me siguió.
—No haría eso si fuera tú, amigo —le advirtió el camarero—. Deja que la
señorita se vaya sola.
—Y yo no interferiría si fuera tú —respondió Topher—. No tienes ni una
puta idea de qué estás hablando. Solo mírala, vestida así; sabes que salió en busca
de un pene. Simplemente estoy aquí para complacerla.
—Oh, Dios mío —gritó horrorizada una chica en otra mesa, habiéndole
escuchado. Se encontraba sentada con su propia multitud en otra mesa, pero se
giró hacia mí y me dijo—: Cariño, mi novio y yo podemos acompañarte a tu auto
si quieres.
Miré a Topher y asentí. —Está bien —le dije—. Lo apreciaría. Gracias.
Cuando instantáneamente se levantó e hizo un gesto al chico que estaba
sentado a su lado también, Topher se echó a reír con dureza y lanzó sus manos
al aire. —¿En serio? Jesús, Haven. Esto es una mierda. Ni siquiera conoces a esa
gente.
La chica se acercó. —¿Te sentirías más cómoda si una de tus amigas de allí
te acompañara?
Miré hacia las chicas que se habían acostado con mi novio a mis espaldas.
Se quedaron boquiabiertas entre Topher y yo, como si hubiéramos perdido la
cabeza. Los drones sin mente no habían intercedido una sola vez en mi nombre
y, como habían sido las que me habían engañado para que saliera esta noche y
me cruzara con Topher, simplemente sacudí la cabeza, sin querer a esas perras
cerca de mí.
—Claro que no —le respondí a la señorita cuyo nombre no sabía—. No
son mis amigas.
Traducido por Auris
Corregido por Julie

—Entonces, ¿dónde está la compañera de cuarto esta noche?


Concentrándome en la pantalla frente a mí y las palancas que movía en la
unidad de control que sostenía, esperé un momento para responder hasta que
pude eliminar al enemigo en el juego con el que me estaba enfrentando. Entonces
le lancé a Cannon una dura mirada. —¿En serio tienes que decirlo así?
Se encogió de hombros. —Entonces, ¿dónde está?
También me encogí de hombros mientras su personaje y el mío se
acercaban a otro edificio, lado a lado con nuestras armas desenfundadas. —No
soy su guardián.
Con un resoplido, dio una patada en la puerta de metal del almacén
abandonado que acabábamos de alcanzar y desapareció en el interior. —¿En
serio tratas de decirme que no tienes idea de dónde se encuentra?
Entré tras él, tentado de dispararle a su personaje en la cabeza porque
empezaba a molestarme. —Dijo que iba a tomar algo con unas amigas.
Cannon me envió una mirada que decía: ¡no seas ingenuo! —¿Y te lo creíste?
Negué con la cabeza porque se encontraba distraído mirándome fijamente
como para darse cuenta de que alguien lo había apuntado cuando aparecieron
desde detrás de una pila de cajas. Les disparé y le dije: —¿Podrías meterte en el
juego, imbécil? Jugar esto fue tu estúpida idea. ¿Y por qué no le creería? ¿Para
qué mentiría?
Hizo estallar a tres oponentes que salieron corriendo por una puerta
lateral. —No lo sé. Tal vez se iba a encontrar con Nicholl.
Le envié una mirada fulminante porque la sola idea envió un picahielos a
través del centro de mi pecho. Entonces volví mi atención al juego con la misma
rapidez. —Si fuera el caso, no sería de mi incumbencia —respondí, minimizando
mis sentimientos lo mejor que pude.
Mi mejor amigo me dio una mirada incrédula. —¿Me estás jodiendo? —
me acusó—. No puedo decidir si te ha cegado con su sonrisa de “soy tan
inocente” o si solo eres genuinamente estúpido.
—¿Qué diablos se supone que significa eso? —espeté.
—¡Amigo! ¿Ni siquiera se te ha ocurrido que tal vez estén jugando
contigo?
Olvidando el juego, lo miré en absoluta confusión. —Honestamente no
tengo idea de lo que hablas.
—Suma todas las coincidencias. Ella se topó contigo, contigo de todas las
personas, en el momento exacto en que lo sorprendió engañándola. —Sacudiendo
la cabeza, arrojó su control con disgusto porque los dos acabábamos de morir en
la pantalla—. Y entonces, por casualidad, tenías una habitación libre para alquilar
en el momento en que supuestamente necesitaba un lugar para quedarse —
continuó con sarcasmo—. Bueno, no me lo trago. Creo que toda su pelea, o lo que
sea, fue una puesta en escena preparada. Estuviste muy bien este año. Estabas
espectacular, y los ojos de todos se hallaban sobre ti, hablando de lo increíble que
eras como futbolista. Nada de él. Nicholl no pudo manejar eso. Nunca ha podido
soportar lo bien que juegas. Así que inventó toda esta pelea para desequilibrar tu
juego.
Parpadeé antes de suspirar. —Amigo. Ni siquiera tú puedes negar que eso
es demasiado complicado para su cerebro.
Gruñó algo en voz baja que no pude entender y devolvió su atención a la
pantalla, registrándonos de nuevo en otra ronda. —Tal vez no fue su idea. Tal
vez fue de ella.
—Oh, Dios mío. —Puse los ojos en blanco hacia el techo—. Oficialmente
te voy a alejar de todas las novelas de crímenes de verdad que lees. Se han ido
directamente a tu cerebro.
—Solo admite que es posible —presionó.
Negué con la cabeza —Lo único que admito es que fue un gran error
llamarte esta noche para ver si querías comer conmigo. Jesús. ¿Dejarás de lado
las teorías de conspiración? Por favor. Ni siquiera veo cómo montar una ruptura
para que pudiera vivir conmigo podría desequilibrar mi juego.
Me envió una mirada seca. —Te echaron del juego del sábado, ¿verdad?
Abrí la boca, aunque no tenía una refutación lista. Gracias a Dios, la puerta
abriéndose me salvó de tener que responder porque no tenía idea de qué decir.
—No creerás lo que pasó —comenzó Haven, abriéndose paso y cerrando
de golpe la puerta detrás de ella; la furia prácticamente hervía en sus oídos
mientras se detenía abrupta y majestuosamente en el interior de la puerta de
entrada como una especie de guerrera amazona en tacones altos, una falda corta,
y pequeños puños apretados a sus costados.
—Mierda —dijo Cannon con gran asombro desde la silla donde se hallaba
acostado con las piernas arrojadas descuidadamente sobre el apoyabrazos.
Mientras Haven saltaba y se giraba hacia él, le pregunté: —¿Qué pasó?
—Yo... —La postura dominante se disolvió, se encogió en sí misma y se
metió conscientemente un mechón de cabello detrás de la oreja. Mirando entre él
en la silla y yo tendido en el sofá, contestó—: Lo siento mucho. No me di cuenta
de que tenías compañía.
—No te preocupes. Es solo Cannon —dije, tratando de aliviar sus
preocupaciones.
Cannon me lanzó una mirada fulminante. —Guau, gracias. Me siento tan
importante. —Entonces su atención se movió hacia ella—. Así que eso es lo que
usas para tomar algo con las chicas, ¿eh?
—Oye —gruñí, lanzándole una almohada desde el sofá—. No seas
imbécil.
Pero la voz tranquila de Haven dijo: —No, tiene razón. —Volví mi
atención a ella, solo para encontrarla abrazándose y encogiéndose de hombros
como un niño friolento y perdido—. Pensé que usar esto me haría sentir poderosa
y fuerte para mi primera noche sin él, pero me veo como una puta, ¿no?
—No, tú no...
Excepto que me interrumpió, murmurando: —Disculpen. —Las lágrimas
llenaron sus ojos mientras corría por el sofá, tambaleándose sobre sus tacones y
desapareciendo por el pasillo.
El silencio llenó la sala después de que huyó.
Lentamente, me volví hacia Cannon, quien se encogió. —Ups.
—Así se hace, idiota —gruñí—. ¿Todavía crees que finge?
Cuando me puse de pie para ir a verla, Cannon también se apresuró a
hacerlo.
—Probablemente debería irme—respondió, señalando hacia la puerta.
—Sí, creo que es una buena idea —concordé con firmeza.
Movió los pies con inquietud. —¿Así que nos vemos mañana?
Le lancé una mirada furiosa. Sabía que tendría que verlo mañana, en la
práctica o en otra parte. Sin ganas de darle ni un poco de tranquilidad, lo dejé en
la sala para que salga por su cuenta, y giré por el pasillo.
Haven se retiró a la cocina, no a su habitación, lo que me hizo pensar que
era seguro acercármele. Si hubiera ido a su habitación, habría enviado una vibra
de: No pases, quiero que me dejen en paz. Pero ya que había ido a la cocina... Meh,
era difícil saberlo.
Así que me detuve cautelosamente en la puerta y apoyé un hombro contra
la jamba en tanto observaba cómo le temblaban las manos mientras desenroscaba
una botella de tequila y la vertía en un vaso vacío.
Sin levantar la vista, preguntó: —¿Dónde está tu amigo?
—Se tuvo que ir —contesté.
Levantó el rostro, viéndose derrotada y pesarosa. —Lo siento. No
pretendía ahuyentarlo.
—No lo hiciste. Yo quería que se fuera.
Las lágrimas brillaron en sus ojos mientras soltó un resoplido molesto y
levantó el vaso, antes de pellizcar su nariz y beber efusivamente. —Genial —dijo
con voz ronca después de terminar la mitad del vaso; más humedad se acumuló
en sus pestañas—. Que viva aquí también hará que pierdas a tus amigos. Eso es
simplemente... encantador.
—No voy a perder a ningún amigo —dije firmemente mientras la
observaba beber el resto del tequila.
—Bueno, por lo menos uno de los dos —murmuró, tratando de verter más
tequila en su vaso alto—. Porque perdí a todos los míos. —Excepto que falló y
salpicó toda la encimera—. Mierda.
Avancé y atrapé su mano que se hallaba envuelta alrededor de la botella.
Entonces la ayudé a estabilizarla y atiné al vaso la próxima vez que sirvió. Una
vez que estuvo medio lleno, la ayudé a bajar la botella a la encimera, donde
finalmente la solté.
Haven me miró, con sus ojos azul grisáceos llenos de agonía.
—¿Qué pasó con tus amigas esta noche? —pregunté en voz baja.
Sacudió la cabeza. —Ya no tengo amigas.
La angustia la inundó en oleadas dolorosas. Levanté mi mano y la extendí
antes de que pudiera detenerme. Pero cuanto más me acercaba a su rostro, más
lento me movía. Haven no se apartó; solo cerró los ojos como si esperara la
comodidad. Así que acuné su mejilla suavemente.
Se estremeció e inclinó la cabeza, acercándose más a mí. Levanté mi otra
mano para acariciarle el pelo. Me dejó, plácidamente de pie allí, sumergiéndome
en cada toque como una esponja deshidratada, sedienta de más.
—¿Qué pasó? —pregunté de nuevo, susurrando esta vez mientras ponía
mi boca contra su frente.
Sacudiendo la cabeza, apretó sus manos y las golpeó ligeramente contra
mi clavícula. —Se las folló —dijo con voz hueca—. Todas las amigas que pensé
que tenía en el campus, y resulta que todas se han acostado con Topher en algún
momento a mis espaldas mientras yo estaba con él.
Mis cejas se alzaron. —Guau. —Eso era jodido.
—Sí —concordó en una risa amarga mientras me miraba, exponiendo un
rastro de rímel negro deslizándose por cada mejilla—. Y se pone mejor. Esta
noche fue una trampa.
—¿Una trampa? —Fruncí el ceño, pensando en la forma en que Cannon
usó ese término.
Haven asintió. —No me invitaron a salir para consolarme y ayudarme a
superar la ruptura. Él hizo que me llevaran allí para que pudiera aparecer y tratar
de recuperarme. —Con una risa áspera, sacudió la cabeza—. ¿Puedes creerlo?
Les ha lavado el cerebro a todas para que piensen que es algún tipo de dios o algo
así. Harán cualquier cosa por él, no importa lo jodido que sea. Realmente pensó
que también podría recuperarme. Fue tan loco; no quería tener nada que ver con
eso, así que traté de irme, excepto que no me dejaba irme, y Jesús... —Se secó las
mejillas mientras caían más lágrimas—. Necesité que extraños intervinieran y me
ayudaran a salir de allí. No esas traidoras llamadas amigas. Una chica y su novio
me acompañaron hasta mi auto porque Topher no aceptaba un no por respuesta,
y yo... yo...
Negó con la cabeza, repentinamente sin palabras.
—Mierda —murmuré con simpatía, deseando saber qué decir o hacer para
ayudarla a superar esto, mientras que en su mayoría, solo quería rastrear a
Topher y golpearle el culo, excepto que golpearlo nunca había resuelto nada para
mí antes. Odiaba no saber cómo simplemente... poner a ese cabrón en su lugar.
Me miró y suspiró. —Lo siento. No sé por qué estoy descargando todo
esto contigo. No es tu problema. —Soltándome, levantó el vaso del mostrador y
tiró el contenido por el desagüe.
—Está bien —le aseguré—. Si necesitas sacarlo de tu pecho, simplemente
déjalo salir.
Pero negó con la cabeza. —No. Estoy cansada de hablar de eso. —
Tomando una toalla de papel, limpió el charco que había hecho con el tequila—.
Solo estoy... cansada. —Después de tirar la toalla de papel usada, se volvió hacia
la puerta para salir de la cocina.
Más lágrimas corrían por su rostro, pero las ignoró hasta que se tambaleó
inestable sobre sus tacones y se torció el tobillo.
—Guau.
La atrapé por el antebrazo cuando comenzó a caer, estabilizándola. Agarró
dos puñados de mi camisa, aferrándose agradecida mientras se inclinaba para
ocultar su rostro en mi pecho como si estuviera avergonzada.
—Lo siento —sollozó, empapando mi cuello con lágrimas—. Soy un
desastre. Lo siento mucho. No sé por qué lloro. ¿Por qué sigo llorando? Pensé
que había terminado con esa mierda. Nunca solía llorar así, menos delante de la
gente. Y ahora, es todo lo que parece que hago.
—Está bien. No te disculpes —murmuré, presionando mi mejilla contra su
cabello—. No eres un desastre.
—Soy un jodido desastre —argumentó con voz quebrada—. Yo... yo... no
entiendo cómo las cosas se sienten cada vez peor. ¿Cuándo volverá a mejorar?
Negué con la cabeza. —A veces, tienes que hundirte hasta el fondo de la
piscina antes de poder alcanzar una base lo suficientemente resistente como para
que puedas volver a la superficie.
—Pero se siente como si me hubiera estado hundiendo por siempre —
sollozó, agarrando mi camisa—. Se siente como si me estuviera ahogando.
Wick…
—Shuuu. No te estás ahogando —le aseguré—. No voy a dejar que te
ahogues.
—¿Lo prometes?
Besé su cabello. —Por supuesto.
Asintiendo como si la consolara, mantuvo su rostro hundido en mi camisa
y murmuró: —Bien. Gracias. Bueno. Pero, ¿puedo... puedo sostenerme de ti un
minuto más, hasta que recupere el equilibrio?
—Puedes aferrarme a mí todo el tiempo que necesites.
Tomó el mensaje en serio y se relajó completamente contra mí, dejándome
cargar con su peso durante unos cinco minutos mientras se quedaba allí,
recobrándose.
Finalmente, me miró, arrastrando las palabras. —¿Wick?
Parecía asustada con su nariz roja, ojos llorosos y rímel negro manchado
por todas partes, sin embargo, era lo más hermoso que jamás había visto.
—¿Sí? —dije, sonriendo suavemente mientras pasaba los pulgares debajo
de cada uno de sus ojos.
Simplemente negó con la cabeza. —¿Por qué eres tan amable conmigo?
Me encogí de hombros. —No me di cuenta de que se suponía que debía
maldecirte.
—Sabes a lo que me refiero. ¿Por qué soportas estos arranques locos por
los que paso? ¿Cómo puedes ser tan paciente, amable y comprensivo? Demonios,
incluso yo me estoy hartando de mí misma, pero tú... eres muy sólido. Eres
confiable, real y simplemente... simplemente paciente. ¿Por qué diablos eres tan
paciente?
Mi corazón comenzó a latir un poco más rápido, tamborileando de forma
insistente a través de mis oídos. Pero me encogí de hombros y dije: —Solo sé que
cuando te veo herida de esta manera, mi garganta comienza a arder y mi pecho
se comprime alrededor de mis pulmones, luego mis manos se ponen nerviosas e
inquietas, y yo... —Solté un largo y estabilizante respiro—. No puedo manejarlo.
Esta necesidad de hacer que todo sea mejor para ti me supera y... —Mierda,
estaba diciendo demasiado. Tragué saliva—. Haré cualquier cosa para ayudarte
a arreglarlo. Para…
—Pero no puedes arreglar esto. —Sacudió la cabeza como si no tuviera
sentido—. No me puedes arreglar. Nadie puede. Solo yo puedo encontrar mi
camino de regreso a la luz.
—Bueno... —Miré alrededor de la cocina antes de volver a encogerme de
hombros—. Entonces me quedaré contigo en la oscuridad y te haré compañía
hasta que lo hagas.
Parpadeó. —¿En realidad quieres hacerlo?
Asentí. —Sí. Demonios sí. Me gusta ver historias donde el desvalido sale
adelante. Tengo que ver esto y asegurarme de que superes tu dolor porque la
historia simplemente no está terminada hasta que lo hagas.
Con una sonrisita, puso los ojos en blanco. —Esa es una razón cursi y floja.
Y no la creo totalmente. Pero... aprecio la compañía, de todos modos. —Su mirada
se posó en las subidas y bajadas en mi pecho—. Gracias.
Antes de que lo supiera, sus dedos comenzaron a trazar las líneas de mis
pectorales, justo a través de mi camisa. Se sentía muy, muy bien.
—Muchísimas gracias. No tienes idea de cuánto lo aprecio —agregó,
dejando que su mano se deslizara eróticamente hacia abajo, cada vez más abajo
hasta que...
Cogí su muñeca justo cuando alcanzó la cintura de mis pantalones
deportivos y los agarraba como si fuera a apartarlos de su camino. Debajo de la
tela, mi pene saltó a la vida, preguntándose qué demonios pensaba que hacía mi
mano, deteniéndola así.
—Haven —advertí suavemente; la bocanada de mi aliento agitó el cabello
alrededor de su oreja—. Ya pasamos por esto, ¿recuerdas?
—No —respondió, inclinando su cabeza en una forma borracha para
fruncir el ceño en confusión hacia mí—. No recuerdo.
Suspiré y llevé su mano suavemente hacia su propio pecho. —Decidiste
que no querías acostarte conmigo debido a él —aclaré, levantando las cejas
mientras hablaba, a pesar de que mi cuerpo estaba despierto con veinte tipos de
excitación y solo quería que siguiera tratando de seducirme para poder terminar
follándola aquí mismo en la cocina.
Frunció el ceño. —Sí, pero ahora no te tocaba debido a él. Solo... ni siquiera
pensaba en él en absoluto. Lo juro. Esto es todo sobre tú y yo.
Tragué audiblemente, y el aliento salió un poco más fuerte de mis
pulmones. —Bueno —empecé, con voz temblorosa—. Entonces te encuentras
demasiado borracha, así que aún no vamos a hacer nada.
Ahora parecía francamente insultada. —No estoy tan borracha.
—Lo suficiente —dije con severidad.
—Dios. —Gimiendo, echó la cabeza hacia atrás y miró el techo—. Esto hace
tres jodidas noches seguidas que me lanzo a ti y nada ha salido de eso. ¿Soy
realmente tan patética?
—No eres… espera. —Me enderecé—. ¿Tres noches? —Entonces, había
estado intentando algo el domingo. Santa mierda. Negué con la cabeza, aturdido.
—¿Y mañana? —Presionó, mirándome con expectación.
Sacudí mi cabeza un poco más, aún sin ver el hecho de que me deseaba...
tres noches seguidas. —¿Qué hay con eso?
Suspiró con impaciencia. —Cuando me despierte de una buena noche de
sueño y ya no esté borracha, como dices que estoy, ¿me rechazarías si intentara...
ya sabes?
Inclinándose, se puso de puntillas para encontrarse con mi boca, pero, en
lugar de eso, se tropezó con sus tacones altos y comenzó a caer. Tuve que apretar
mi agarre para evitar que cayera.
No hace falta decir, un beso nunca siguió.
—Te diré qué —dije, levantándola por completo hasta que estuvo en mis
brazos. Instantáneamente abrazó mi cuello y apoyó la mejilla en mi hombro—. Si
te despiertas por la mañana, fresca y sin resaca, y todavía te sientes de esta
manera… —Llevándola desde la cocina hacia su habitación, la miré directamente
a los ojos—. Voy a dejar que me folles hasta el cansancio, cien por ciento.
—¿Incluso si solo es sexo por despecho, que no significa nada y solo dura
una ronda? —preguntó solemnemente.
—Puede ser cualquier tipo de sexo —prometí—. Puedes tener lo que
quieras. Solo tienes que estar sobria primero.
—De acuerdo. —Descansando su mejilla sobre mi hombro, bostezó—.
Trato hecho.
Sonreí suavemente mientras la bajaba a su cama donde la metí,
ayudándola a quitarse los zapatos y joyas. Cerrando los ojos, rodó sobre su
estómago y suspiró, ya quedándose dormida.
Sentado a su lado, puse la mano en su espalda y dejé que mis dedos
absorbieran cada respiración. Justo cuando pensé que se había quedado dormida,
se estiró y agarró mi antebrazo.
—Quédate —murmuró suplicante.
Incapaz de resistirme, me arrastré debajo de las mantas con ella y la dejé
arrastrarse encima de mí, donde hundió su rostro en mi cuello y casi al instante
se quedó dormida. Pasó un tiempo antes de que la siguiera a los sueños, pero
eran sueños buenos y esperanzadores, llenos de la dulce promesa de lo que
vendría.
Quinta edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por Umiangel


Corregido por Julie

Golpeé la puerta de Reuben con odio en mi corazón y rabia asesina


corriendo por mis venas. Nadie me hizo lo que había hecho y se salió con la suya.
Él iba a morir. Hoy.
Iba a patearle el culo en este siglo al siguiente.
Y nada me impediría que cumpliera con su castigo y lograra algo de
justicia.
Su puerta se abrió.
Lo agarré por la camisa y lo arrastré de su habitación, hacia el pasillo antes
de que se diera cuenta de que era yo.
—Estás muerto —gruñí, arrojándolo contra la pared.
—Jesús, hombre. ¿Qué demonios? —gritó, levantando sus brazos para
protegerse mientras se encogía hacia atrás alejándose de mí.
—No hagas que me enoje más. Ya sabes lo que hiciste.
Apretando mi mano, impulsé mi brazo hacia atrás, preparado para darle
un golpe que aún sentiría hasta cuando tuviera ochenta años. Pero antes de que
pudiera estrellar mi puño en su cara, aplastando huesos, partiendo carne,
derramando sangre y causando estragos, una voz temerosa detrás de mí
murmuró: —¿Reuben?
Eso fue todo lo que dijo la voz: su nombre.
Sin embargo, tenía el poder de detenerme en mis planes. Porque era su
voz.
Oh Jesús, ella se encontraba aquí con él. Ahora mismo.
Por alguna razón, ni siquiera imaginé la posibilidad de que aún estuvieran
juntos, y mucho menos que ella estuviera aquí cuando toqué la puerta. Después
de lo que le había hecho, estaba seguro de que habían terminado, que consiguió
lo que quería y lo superó. Excepto que allí estaba ella, todavía despistada e
inocente.
—¿Está todo bien? —preguntó, sonando preocupada.
Con mi mano todavía en un puño y el brazo hacia atrás, preparado para
golpear, resoplé, mirando a Reuben, esperando que él respondiera.
Cuando no le di un puñetazo, se recuperó lo suficiente como para dejar de
encogerse y mirar más allá de mí. —Sí, nena —le dijo—. Por supuesto. Todo está
bien.
Finalmente, miré por encima de mi hombro para mirarla también.
Dios, era bonita.
Escondiéndose parcialmente detrás de la puerta de su habitación, ella
parecía estar usando su camiseta y nada más. La parte superior caía hasta la
mitad del muslo, donde sus piernas y pies estaban descalzos, y su cabello estaba
desordenado como si lo hubieran hecho otra vez.
Pero eso no fue lo peor de todo. La mirada en sus ojos cuando se encontró
con los míos fue pura precaución. Desconfianza. Miedo. Podría decir sin lugar a
dudas que vio a un hombre loco, un monstruo, cuando me miró.
Para ella, yo era el chico malo.
Soltando un suspiro de dolor, dejé caer mi mano y me alejé de Reuben,
mareado y perdido.
—¿Necesitas que busque ayuda? —le preguntó a su novio, con ganas de
protegerlo, el tipo que se propuso en secreto poner una cámara para grabar su
primera vez con el fin de provocar a su enemigo con ella.
Ella no tenía ni idea de qué era él, qué había hecho.
Por una fracción de segundo, sentí un hormigueo en la lengua, queriendo
decirles a todos, deseando que ella supiera, para que transfiriera la mirada que
me daba a él. Así sabría que él era el verdadero monstruo.
¿Pero qué lograría con eso? Ella estaría destruida. Devastada. No podía
arruinarle así su primera vez. No sería yo quien la lastimara.
Hijo de puta.
Había perdido. Perdí de tantas maneras que aún descubría todo con cada
respiración que tomaba.
A ciegas, me dirigí a Reuben; ni siquiera sabía cómo lidiar con este tipo de
derrota sin fondo que me dio.
Se enderezó más audazmente, se apartó de la pared y me ofreció una
sonrisa victoriosa. Debe haberse dado cuenta de que no iba a tomar represalias.
No con ella de pie allí. Tal vez nunca, no mientras estuvieran juntos.
Herirlo significaba también herirla. No podía hacer eso.
Ella era su gracia protectora, y el hijo de puta lo sabía.
No me importaba si todavía era una extraña para mí. Podría ser la perra
más grande del planeta y no merecer un solo momento de mi consideración. Pero
ella seguía siendo el barco que albergaba algunas de mis mayores esperanzas y
sueños. Ella fue mi “y si” que me inspiró a querer algo asombroso y hermoso.
Solo por eso, la honraría y dejaría a Reuben ileso.
—Ah, debes haberte enterado que el director me eligió como el nuevo líder
de la trompeta —dijo burlón—. Pero hombre, es una pena lo que le pasó a tu
instrumento. Escuché que quedó totalmente destrozado.
Solo lo miré fijamente, sin hablar.
No sabía que él tomó mi lugar como líder de trompeta. Pero tenía sentido.
El universo me odiaba; ¿por qué no daría mi posición sagrada en la banda a la
única persona que odiaba más que a nadie?
Sin decir una palabra, me di la vuelta y me marché.
Desde detrás de mí, escuché su voz de nuevo sobre la risa de Reuben.
—¿Quién era ese? —preguntó ella.
—Nadie, nena —respondió Reuben, con voz despectiva—. Solo un chico
que está en la banda conmigo.
Solo un chico en la banda, ¿eh? Más bien, solo un tipo que lo perdió todo.
Solo un chico sin esperanza en el mundo.
Solo un perdedor.
Volví a mi dormitorio y me rendí. En la banda. En la escuela. En la vida.
Los días pasaron mientras acampaba en mi cama, no dejaba mi habitación,
no asistía a clases, me importaban una mierda. A veces, me quedaba recostado y
pensaba en lo que ocurrió, en cómo me arruinó tanto para llegar a este punto.
Pero, sobre todo, solo dormí y bloqueé el mundo.
Hasta que el mundo llegó tocando.
—¿Henry?
Entrecerré los ojos cuando la puerta de mi habitación se abrió y la luz se
encendió.
—Jesús. —Entonces Rush se inclinó sobre mí—. Hombre. ¿Qué demonios?
¿Estás enfermo?
Sentí una mano fría y seca presionada contra mi frente. Parpadeé hacia él,
sin estar seguro de cómo lo veía aquí.
—¿Cómo entraste a mi habitación?
—Hice que el consejero abriera tu puerta. No has salido de tu habitación
en días y no respondiste cuando llamé o envié un mensaje, ni siquiera cuando
golpeé. Me asustaste muchísimo, hombre.
—Bueno, estoy bien —me quejé, saludándolo con la mano—. Ahora
déjame en paz.
Rush regresó a la puerta momentáneamente para decirle a quien esperaba
en la puerta, probablemente mi consejero traidor, que todo estaba bien y que no
necesitaba llamar a nadie. Luego volvió con una silla y se acomodó a mi lado.
Cruzando los brazos sobre el pecho, sacudió la cabeza con tristeza.
—Supongo que estás faltando a tu palabra, ¿no? Dijiste que podía pasar
todas las vacaciones de aquí en adelante contigo y tu familia. Y a la primera
oportunidad, ya estás arrepentido. Muchas gracias, idiota.
Le fruncí el ceño. —¿De qué diablos estás hablando? Acción de gracias no
es hasta...
—Mañana —me interrumpió mirándome—. Es mañana.
—¿Qué? —Frunciendo el ceño, tiré las sábanas y me incorporé para revisar
en mi calendario, solo... No me hallaba seguro de qué día de la semana era para
saber qué día del mes mirar—. ¿Estás seguro? —le pregunté, entrecerrando los
ojos a Rush.
—Jesucristo. —Lanzó sus manos al aire—. Sí. Es mañana y tu familia se
estará preguntando por qué no has vuelto a casa. Yo me lo he preguntado.
—Mierda —murmuré, pasándome una mano por el pelo, solo para hacer
una mueca porque... Maldición. ¿Cuándo fue la última vez que me lavé el cabello?
Mi palma se sentía como si hubiera sido engrasada en una tina entera de manteca.
Toqué mi mandíbula. ¿Y cuándo fue la última vez que me afeité?
—Estoy despierto —anuncié—. Solo... Déjame ducharme rápido, y
podemos...
Estiró la mano y tocó mi antebrazo, haciéndome callar. La preocupación
en su mirada en realidad me hizo sentir culpable.
—La banda no es lo mismo sin ti —dijo, mencionando el tema del que
definitivamente no quería hablar... es decir, uno de los dos temas de los que no
quería hablar—. Tienes que volver.
Suspiré y me puse de pie, recogiendo ropa para mi ducha. —¿Podemos
hablar de eso más tarde? Estoy…
—No. —Rush se puso de pie también, y maldita sea, el bastardo era unos
centímetros más alto que yo. Odiaba que él pudiera mirarme como un padre
decepcionado—. Esta fiesta de depresión ha sido suficiente. Tienes que levantarte
de nuevo y...
—No quiero volver a la banda —gruñí—. Él está en la banda. No quiero
ser parte de nada en lo que esté involucrado.
—¿Sabes qué? A la mierda con él. No dejes que ese imbécil controle tus
decisiones de esta manera. No dejes que te quite nada de lo que amas.
Lo miré con amargura, tentado de decirle que Reuben ya me había quitado
algo, pero no. No la amaba. Yo solo... Jesús. Me dolía siquiera pensar en ella.
Avery.
Incluso su nombre en mi cabeza hacía que mi corazón se estremeciera y se
quebrara. ¿Por qué debía doler pensar en un nombre simple?
Murmurando por lo bajo, Rush dijo: —No dejes que te quite todo lo que
amas. Este es el momento de regresar más fuerte que nunca, para demostrarle
que no estás derrotado.
Excepto que sí me sentía derrotado. Roto. Reuben logró arruinarme.
Él había ganado
Perdí todo.
Sacudiendo mi cabeza con cansancio hacia Rush, pregunté: —¿Cómo?
Rompí mi puta trompeta en pedazos. Y no tengo el dinero para reemplazarla...
Levantó un dedo, cortándome. —Sobre eso —comenzó. Con una sonrisa,
se rascó la barbilla como si tuviera una gran noticia que anunciar y necesitaba un
momento para saborear la anticipación de decirme antes de agregar—: Pregunté
por ahí. No tenían una trompeta extra a la mano en la sala de música para que te
prestaran, pero pude encontrar uno de... estos.
Fruncí el ceño cuando se inclinó y recogió una caja de instrumentos negra,
una enorme caja de instrumentos negra, no me di cuenta de que traía una hasta
ahora.
Cuando la colocó sobre mi escritorio y abrió los pestillos, me adelanté para
ver lo que traía.
Y entonces…
—¿Una tuba? —dije secamente, lanzándole una mirada incrédula—. ¿Es
broma?
—Oh, vamos —gritó Rush, dándome una palmada en el brazo con el dorso
de la mano—. Las tubas son rudas.
¿Desde cuándo?
—Entonces, ¿por qué no estás tocando una? —exigí con firmeza.
—Porque soy baterista, idiota. Toco el tambor. No sé nada sobre válvulas,
boquillas y toda esa mierda. Eres el hombre de bronce. Y las tubas son, con
mucho, el instrumento de bronce más impresionante de todos los tiempos.
—¿Según quién?
—¡Pues yo! Ahora cállate. Tocarás la jodida tuba.
—Sabes que las tubas y las trompetas son completamente diferentes,
¿verdad? Básicamente, todavía tendría que volver a aprender a tocar todo.
—Entonces vuelve a aprender a tocar todo. Simplemente no te rindas. No
dejes que el idiota de Reuben te detenga. Ya se llevó a Avery. No dejes que se
lleve esto también.
Lo miré bruscamente, incluso por mencionarme ese nombre.
—Hablo en serio —dijo en voz baja; sus ojos se llenaron de disculpas por
haberla mencionado—. Si no pruebas la tuba, si abandonas completamente la
banda, él obtendrá exactamente lo que quería todo el tiempo. Sabes por qué te
jodió, ¿verdad?
—No —dije—. No tengo ni puta idea. ¿Porque es Satanás?
—Amigo. —Rush puso los ojos en blanco—. Es tan simple como el por qué
amanece. Tenías celos de tu mierda. Eras mejor que él. Eras el mejor trompetista
de toda la banda, y él lo sabía. Pero no lo soportaba, así que hizo lo que pudo para
derribarte y así poder elevarse.
Negué con la cabeza —No. Eso es estúpido. —Excepto que, en el fondo,
sabía que tenía razón.
—No dije que era inteligente. Digo que es verdad. Estaba molesto por ser
desplazado, así que se vengó de ti por ser mejor que él.
—No —empecé de nuevo.
Pero Rush me miró directamente a los ojos. —Sí.
Aunque no podía aceptarlo en voz alta. Solo de pensarlo me hizo sentir
mal del estómago. Así que seguí negándolo.
Ser bueno en algo no debía dejarme en este tipo de angustia. Reuben
arruinó tanto dentro de mí. Él tomó mi amor por la música, la banda y mi
enamoramiento por una chica bonita, y lo distorsionó todo en algo feo y
despreciable. Si me hubiera mirado en el espejo en ese momento, no me
encontraba seguro de haberme reconocido.
Me cambió mucho.
No estaba bien. No podía dejar que se saliera con la suya haciéndome eso.
—Levántate de nuevo —animó Rush, levantando la tuba de la caja—. Sé
mejor en esto de lo que nunca fuiste con la trompeta.
Miré con inquietud el gran y corpulento instrumento que me tendió y
arrugando la nariz con disgusto. En serio, ¿por qué tenía que ser una tuba? Llevar
esta monstruosidad a todas partes sería un dolor en el culo. Era probable que
incluso fuera así literalmente.
Pero... Con un suspiro, lo acepté.
Deslizándolo sobre mi cabeza para probar el tamaño, me estremecí con un
extraño cosquilleo de conciencia cuando un tubo de latón me envolvió como un
gran y torpe abrazo. Miré con cansancio la enorme campana que sonaba justo al
lado de mi oído. Pero luego puse mis dedos sobre las válvulas como si siempre
hubieran sabido dónde ir.
Y me convertí en un tubista.
Traducido por johanamancilla & Jeenn 05
Corregido por Julie

No voy a mentir; me desperté muy temprano a la mañana siguiente, tenso


debajo de Haven y más que listo para que abriera los ojos, me sonriera, y
comenzara a follarme de cualquier manera que ella quisiera. Incluso arqueé las
caderas, presionándole mi erección matutina con insistencia, tratando de
recordarle que, oye, aquí estaba, listo y esperando para la acción.
Pero todo lo que hizo fue gruñir, salir rodando de mí, y volverse hacia su
lado, mirando hacia otro lado.
Rechazado.
Basta decir que no se despertó refrescada y sin resaca, buscándome para
tener ese sexo loco e increíble que tanto se había empeñado en tener la noche
anterior.
Ignorando la decepción, suspiré, porque qué demonios más había estado
esperando, y salí de su cama, dejando un poco de agua e ibuprofeno en su mesita
de noche para ella antes de ocuparme de mí mismo con una ducha caliente, muy
jabonosa y solitaria de treinta minutos.
Antes de salir del apartamento, fui a verla para encontrarla todavía
durmiendo, pero le habían quitado la tapa a la botella de ibuprofeno, y la mitad
del agua del vaso había desaparecido. Contento de que se estuviera cuidando,
comí algo para desayunar; la mitad de un pomelo y pan tostado, y me fui.
Cuando volví a casa esa tarde después de la práctica, ella estaba tirada en
el sofá y mirando Night Court en la televisión en la sala de estar. Tenía el cabello
recogido en una cola de caballo descuidada y llevaba una camiseta grande y
holgada y pantalones de franela igualmente sueltos. Por la comida dispersa en la
mesa de café frente a ella, parecía como si hubiera faltado a clase y quedado en
casa todo el día para hacer una maratón del programa.
Me detuve, inclinando la cabeza hacia un lado mientras le echaba un
vistazo. —¿Cómo encontraste esto en la televisión?
—Amazon Premium —fue su única respuesta.
—Mmm. —Asentí antes de dirigir la atención de nuevo a ella.
Cuando no dijo nada más, solo miró fijamente sin emoción la pantalla,
supuse que no tenía ganas de hablar. Este era obviamente un día libre para ella.
Así que la dejé. Me retiré a mi habitación y trabajé en los deberes. Luego ayudé a
unos pupilos con clases particulares de matemáticas. Cuando dejé la habitación
para prepararme la cena, asomé la cabeza en la sala de estar para preguntar si
ella también quería algo de comida.
Su respuesta fue: —No, gracias —mientras seguía mirando fijamente la
televisión.
La miré un minuto más, preguntándome si estaba siendo tan cortante
conmigo debido a la noche anterior. ¿Le avergonzaba arrojarse sobre mí cuando
estaba borracha? ¿Le preocupaba que ahora yo esperara algo de ella?
Debí haberme quedado allí lo suficiente para que ella se diera cuenta de
mi preocupación. Miró en mi dirección.
—De verdad, de verdad no quiero hablar de lo que me hicieron —dijo.
Me hicieron. Dándome cuenta que su estado de ánimo no tenía nada que
ver con lo que pasó entre nosotros, asentí y la dejé sola. Demonios, tal vez ella ni
siquiera recordaba nuestra conversación mientras yo la llevaba a la cama anoche.
Dolió un poco que nuestro coqueteo no le hubiese causado nada, pero también,
ella tenía una montaña de otra mierda con la que lidiar en este momento, así que
me forcé a sacarla de mi mente.
Aún se oía Night Court cuando me fui a dormir, el volumen bajo a un nivel
respetable para no molestarme, pero de todas formas me molestó y me preocupé
por ella. Había estado tan molesta anoche. ¿Lo manejé bien? ¿Y si algo de lo que
hice causó que se descontrolara así? ¿Debí haber hecho algo diferente, algo más?
Odiaba no saber qué era lo mejor para ayudarla.
Ella era infeliz, y yo sabía cómo se sentía ser infeliz. No quise que pasara
por eso, pero no intervine; no parecía mi lugar.
Cuando desperté al día siguiente, todo estaba en silencio. Así que estuve
sorprendido de encontrarla acampando y dormida bajo una manta en el sofá en
la sala de estar oscura cuando pasé para ir a la escuela.
Ella seguía ahí en el sofá cuando regresé esa tarde como si no hubiera
dejado los cojines todo el día. Despierta y viendo más Night Court, llevaba la
misma ropa del día anterior, con el cabello solo un poco más maltratado. La pila
de envoltorios de comida y vasos en la mesa de café frente a ella parecía haber
aumentado potencialmente.
La dejé en paz y me retiré a mi habitación para no molestarla.
Al día siguiente, el mismo patrón.
El viernes por la tarde, me senté en el sofá y en silencio miré dos o tres
episodios de Night Court con ella. No me ignoró, pero tampoco habló conmigo.
En algún momento, me ofreció un poco de las palomitas de maíz del gran tubo
donde estaba comiendo. Decliné. Ella se encogió de hombros y siguió masticando
ruidosamente y mirando fijamente.
Un rato más tarde, me paré, estiré, y fui a dormir.
A la mañana siguiente, tuve que despertar temprano y tomar el bus para
nuestro último partido de visitante de la temporada regular. Todos parecían
contentos de tenerme de vuelta en el equipo. Incluso el entrenador jefe me golpeó
en el hombro y dijo que era bueno verme en el campo.
Intercepté dos bolas e incluso fui capaz de correr una para una anotación.
Ganamos por tres puntos en el tiempo extra. Cuando sonó el último timbre, mis
jugadores defensivos vitorearon, gritaron y me levantaron en sus hombros,
celebrando. Desde seis metros, Topher Nicholl miró con desdén y puso los ojos
en blanco. Él no había sido capaz de conectar un pase en todo el partido con
ninguno de sus receptores, pobre chico.
Cuando volví tarde esa noche, Haven estaba inconsciente en el sofá. Lo
primero que noté cuando abrí la puerta del apartamento fue el olor. Su
acumulación de cajas para llevar, envoltorios de dulces y vasos desechables
comenzaba a hacer que toda la habitación delantera apestara.
Sin despertarla, fui a buscar una bolsa de basura grande y comencé a
llenarla. Cuando terminé, estaba llena hasta el tope, así que la até y la llevé afuera,
directamente al contenedor del complejo.
Haven no despertó en todo el tiempo que trabajé, así que me detuve a su
lado para colocar la mano a unos pocos centímetros frente a su boca hasta que
sentí su aliento cálido en la palma de mi mano.
—Maldición —murmuré, sacudiendo la cabeza mientras volvía a mi
habitación.
Ahora estaba reducido a preocuparme de que ella estuviera viva. Esto no
podía ser bueno. ¿Cuánto más iba a descontrolarse? Sabía que ella había perdido
a sus amigos de la universidad, pero seguramente uno de los miembros de su
familia intervendría pronto. No sabía cuánto tiempo más podría soportar verla
hacerse esto.
Cuando entré por la puerta el lunes después de las clases, el trabajo y la
práctica, muy exhausto, me sorprendió darme cuenta de que estaba viendo Bob
Esponja en vez de Night Court. Deteniéndome, miré una estrella persiguiendo una
medusa con una red para mariposas.
—¿Te cansaste de Night Court? —pregunté, dándole una mirada divertida.
Ella apenas sacudió la cabeza. —Los vi todos.
Mis cejas de alzaron. —¿Todos?
Asintió y abrió un paquete de queso en tiras con los dientes. Un poco
escapó del resto y cayó en el frente de su camiseta, la misma camiseta que llevaba
puesta durante una semana entera.
Ni siquiera se dio cuenta.
Suspirando, deslicé una mano por mi cabello y me retiré a mi habitación
para inmediatamente agarrar mi computadora portátil. Después de buscar Night
Court, supe que se miró un total de nueve temporadas con cada una teniendo
típicamente entre veintidós y veinticuatro capítulos. Al ser un genio matemático,
hice los números, y aproximadamente a veinticuatro minutos un capítulo, calculé
que ella había visto cuatro mil quinientos minutos de Night Court en los últimos
seis días.
—Mierda —respiré, mirando la suma. Indudablemente no podría haber
ido a clase en ningún momento durante todos esos capítulos.
Comencé a sudar con preocupación. ¿Cuánto tiempo podría faltar a clases
antes de que comenzara a herir su posibilidad de graduación? Solo le quedaban
meses antes de que terminara. Ahora no era el momento de retirarse.
Volví a la sala de estar y la miré desde la puerta sin que ella siquiera notara
mi presencia. Mordiéndome la uña del pulgar, traté de pensar en la forma más
segura de preguntarle sobre la universidad sin molestarla.
Una idea me vino a la mente. —Oye, ¿necesitas que recoja alguna tarea
asignada de algunos de tus profesores, o algo, por ti?
—Nop —respondió, tirando el envoltorio de queso en tiras a la mesa de
café para recoger un vaso de granizado con un logo de la tienda al final de la
cuadra y tomó un largo trago por la bombilla—. Llamé y les dije que mi abuela
murió y no estaba segura de cuando regresaría.
Fruncí el ceño, recordando lo que me había dicho la primera noche que se
mudó. —¿Tu abuela no murió antes que incluso nacieras?
Finalmente mirándome, me envió un ceño enfadado. —Bueno, entonces
no mentí, ¿verdad? Ella está definitivamente muerta.
Cuando siguió viendo Bob Esponja, me pasé la mano por la boca y apreté
los labios, conteniendo todo lo que quería responderle.
Para el miércoles, estaba desesperado. Sabía que una depresión de una
semana era increíblemente menor en el gran esquema de las cosas, pero estaba a
punto de trepar las paredes. No podía seguir viendo esto por mucho tiempo más.
Algo tenía que cambiar, o iba a explotar.
Peor aún, Nicholl estuvo extra malicioso en el entrenamiento esa tarde,
tirando comentarios crueles cada vez que hablaba.
—¿Cuál es su maldito problema? —pregunté a Cannon, listo para golpear
al bastardo en la boca la próxima vez que incluso me mirara.
—El rumor es que su papá le dio una paliza por lo mal que jugó el sábado.
Hice una mueca. —¿En serio? ¿Cuál es el problema? Ganamos. Aún vamos
a las eliminatorias. No es como si él tratara de entrar a los profesionales o algo y
tuviera que impresionar algún reclutador —Cuando Cannon levantó las cejas de
forma significativa, resoplé—. Espera, ¿quiere eso?
—Eso es lo que he escuchado.
Sacudí la cabeza. —Guau, buena suerte para él —ofrecí amargamente,
sabiendo que nunca sucedería. Topher Nicholl no era digno de la NFL.
Después del entrenamiento, pasé por la residencia de estudiantes de mi
hermana en Dandrigde para mi chequeo semanal.
—¿Cómo está Haven? —preguntó tan pronto como me abrió la puerta.
Le envié una sonrisa alegre mientras entraba. —Estoy genial —respondí
sarcásticamente—. Gracias por preguntar.
Puso los ojos en blanco y me golpeó el brazo mientras cerraba la puerta
detrás de mí. —Sé que estás bien, tonto. De lo contrario, ya me habría enterado.
La semana pasada cuando te vi mencionaste que ella no iba a clases, así que me
preguntaba si ya estaba mejor.
Me mordí el labio por un momento, queriendo mantener los problemas de
Haven en privado. Pero entonces, no podía soportarlo más, así que prácticamente
solté todo.
—No sé qué hacer, Iz. —Paseándome por su habitación, arrastré la mano
por mi cabello y la miré en busca de consejo—. Esto tiene que parar. Pero no es
como si estuviera conduciendo y drogándose. No hay consumo de sustancias, ni
intentos de autolesionarse ni de suicidio. Solo… mira la televisión. Relajada.
¿Qué tiene de malo? Necesita algo de tiempo para superar todo. Para procesar y
recuperarse. ¿Por qué debería interferir con eso? ¿Cómo me corresponde hacerlo?
Sabía que estaba discutiendo contra mediar en la vida de Haven mientras
hacer nada de verdad era lo último que quería, pero esperaba que mi hermana
(que le encantaba contradecirme) interviniera ahora mismo y me contradijera.
—Bueno, ¿Quién más va a cuidar de ella? —razonó. ¡Sí! Sabía que podía
contar con Izzy para abogar por el caso contra el que yo argumentaba—. ¿Como
su compañero de piso, puedes ser la única persona que de verdad sabe que está
pasando con ella?
Sacudí la cabeza. —Su teléfono suena bastante. Y la veo responder. No soy
la única persona. Su familia chequea y está pendiente. No me corresponde decir
algo.
—No lo sé, Wick. Una semana parece mucho tiempo.
No me jodas.
—Quizás esto es lo que ella necesita —mascullé tristemente—. No lo sé.
En vez de explicarme porque debería hacer algo, sin embargo, Izzy solo se
encogió de hombros y estuvo de acuerdo, maldición. —Sí, quizás —dijo.
Joder.
Ahora no sabía qué hacer.
¿Por cuánto tiempo estaba bien que Haven hiciera esto? ¿Por cuánto
tiempo debería continuar dejándola hacerlo?

Cuando llegué a casa me paré en la entrada de la habitación con mis brazos


sobre el pecho observándola sin que notara que estaba ahí.
Su teléfono vibró. Lo agarró, leyó el mensaje, respondió y luego lo aventó
sobre el sofá para continuar viendo su programa.
Frunciendo el ceño, di un paso al frente para husmear. No pude evitarlo.
Antes de que la pantalla se oscureciera pude ver que era su madre. Y la
respuesta había sido que fue a clases ese día y que estaba bien.
—Le mentiste —dije, parpadeando en sorpresa, e incapaz de creerle a mis
ojos.
Heaven saltó antes de mirarme. —¿Qué?
Señalé su teléfono. —Esa era tu madre —la acusé—. Y le mentiste, carajo.
No fuiste a la escuela hoy. No has ido a una sola clase desde el último puto martes.
Me lanzó una mirada sucia y resopló. —Como si fuera de tu incumbencia.
—Luego volvió su atención a la televisión.
—Eso es todo —le dije. Listo. Límite alcanzado.
Avancé y agarré el control remoto de la mesa de café. Cuando apagué la
maldita cosa, se enderezó y gritó: —¡Oye! Estaba viendo eso.
—Bueno, ya no —le respondí—. Así que levántate del sofá, ve a bañarte y
ponte algo de ropa fresca.
—¿Perdón? —Su espalda se enderezó y las cejas se le dispararon hasta el
cielo—. ¿Acabas de decirme que me vaya a bañar?
—Sí —le respondí—. Porque apestas, carajo. —Jadeó, con los ojos muy
abiertos. El dolor nubló su expresión, pero no pude evitar el estallido—. Todo el
puto apartamento apesta —seguí, señalando la mesa de café desbordante—. No
has dejado este sofá durante toda una semana, y ya me cansé de permitir que
destruyas el lugar. Esta fiesta de pena, sesión de abatimiento, o como se llame, se
acabó. ¿Lo entiendes? No más.
Por un momento, solo me miró fijamente, con la boca abierta.
Tuve que admitir que también me alarmó lo que había dicho. Incluso yo
sabía que crucé una línea. Pero se sentía como si algo me hubiera sobrepasado.
Simplemente no podía verla haciéndose esto un minuto más.
—¡Qué mierda! —gritó finalmente, mirándome—. No puedes decirme qué
hacer. No tienes nada que decir en mi vida.
—Pues acabo de hacerlo. —Acercándome, señalé el piso entre nosotros—
. ¡Porque sobre mi puto cadáver dejaré que Topher Nicholl te reduzca a esto! ¿Me
escuchas? Él no va a ganar. Eres mucho más que esto, Haven. Eres una chica
brillante, hermosa, encantadora e inteligente, y vas a superar esta ruptura. No me
importa si tengo que arrastrarte hasta allí por el pelo. Vas a superarlo. Y él deja
de controlarte ahora mismo.
Haven me miró un momento más antes de que la desafiante chispa en sus
ojos se atenuara y su barbilla temblara. Un momento después, las lágrimas
inundaron sus pestañas y estaba a punto de llorar. Enterrando su rostro en sus
manos, se enroscó alrededor de sí misma y tembló con enormes y abrumadores
sollozos.
—Jodido infierno —siseé, sintiéndome como el imbécil que sabía que
era—. HayHay.
Se me rompió la voz mientras me acercaba. Pero tan pronto como mi mano
tocó su brazo, ella entró en acción, abofeteándome. —No te atrevas a tocarme.
Levanté las manos y di un paso atrás.
Luego agarré mi cabeza, sintiendo como si fuera a romperme. La lastimé.
Realmente la lastimé.
Fue lo último que quise hacer. ¿Por qué demonios hice eso? ¿Por qué…?
Un estremecimiento de arrepentimiento atravesó mi pecho. Dejando caer
mis manos, traté de llamar su atención. —Haven, yo…
Con una expresión dura, no me permitió disculparme. —Disculpa —me
susurró y pasó rozándome—. Tengo que darme una ducha.
Caminando por el pasillo y entrando al baño, cerró la puerta con un suave
clic. Un minuto después, escuché correr el agua de la ducha. Suspiré, cansado y
derrotado, diciéndome que definitivamente no debería haber intercedido.
Luego me puse a trabajar, llenando otra bolsa de basura con recipientes de
comida, envoltorios y vasos desechables. Lo juro, pasó cuarenta y cinco minutos
en la ducha.
Para cuando ella abrió la puerta y salió, yo ya tenía todo limpio en la sala
y comida preparada en la cocina.
Con los pies descalzos y el cabello mojado, con una camiseta que no era
tan grande y ancha como la que llevó toda la semana más un par de jeans, entró
tímidamente a la cocina.
Asentí con la cabeza hacia la mesa. —Te hice la cena. —Mi voz era baja,
con disculpa.
Se acercó más para estudiar la propagación de galletas saladas y sopa de
verduras casera. Cuando alzó la vista de nuevo, todo lo que dijo fue: —Comida
de consuelo.
Me encogí de hombros. —Será bueno para ti. Mejor que… —Me detuve,
sin estar seguro de cómo seguir.
—¿La mierda que he estado comiendo durante toda la semana? —dijo por
mí.
Me froté la cara, inclinándome pesadamente contra la encimera mientras
ella se sentaba a la mesa. —Haven, lo siento mucho por la forma en que me
comporté. No sé por qué…
—Está bien —murmuró plácidamente, sin mirarme mientras tomaba un
sorbo tentativo de su cuchara.
—No. —Negué con la cabeza—. No está bien. Fui un imbécil.
Levantó la vista y dijo con suavidad: —Sí
—Y tenía miedo —añadí.
Su frente se frunció. —¿Miedo?
—Joder, sí, miedo —susurré—. Estuviste así durante una semana. Una
puta semana. Y yo soy la única persona que lo supo, que realmente lo sabía. Le
estabas diciendo a tu familia que todo estaba bien, haciéndoles creer que estabas
bien y que ibas a clases todos los días. Tus profesores creen que estás con la
familia. Pero no pasó nada de eso. Y no estaba seguro de lo que pasaba por tu
cabeza. Jesús, qué pasaría si fueras suicida, y volvía a casa uno de estos días para
encontrarte… o no encontrarte. Eso habría sido mi culpa.
Frunció el ceño, pensando en eso. Entonces sacudió la cabeza. —No soy
suicida.
—Bueno, ¿cómo diablos se suponía que supiera eso? —Exploté.
—No soy tu problema, Wick.
—No me importa —gruñí—. Me duele verte lastimada, ¿vale? No podía
hacer nada.
Cuando tragó saliva y me miró con tristeza, apreté su mano y la coloqué
contra mi corazón. —Te hice una promesa de que no te dejaría ahogarte, excepto
que eso fue exactamente lo que hice.
Sacudiendo la cabeza, dijo: —No. Solo necesitaba algo de tiempo para
procesarlo todo.
Respiré hondo y asentí. —Bien entonces. Yo… lo siento por meterme en el
lugar donde no correspondía. —Me pasé una mano por la cara—. Es muy difícil
verte pasar por esto.
Finalmente, por primera vez en ocho días, su boca se curvó en una sonrisa.
Una sonrisa triste, arrepentida, pero una sonrisa. —Aunque no tenías que hacer
nada, gracias por interceder. —Asintiendo con la cabeza, dejó escapar un largo
suspiro—. Creo que era exactamente lo que necesitaba. No estoy segura de haber
podido salir de esa depresión.
—Podría haberlo hecho con un poco más de tacto al menos —murmuré
con pesar.
—Bueno, sí —asintió Haven—. Me hiciste llorar.
Me estremecí. —Gah, no me lo recuerdes.
Levantó un dedo. —Pero… —continuó—. Creo que era exactamente lo
que necesitaba. Las palabras amables no me habrían sacado de mi trance como
lo hiciste tú. Así que… gracias.
Gemí y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás. —Por favor, no me
agradezcas por hacerte llorar.
Con un encogimiento de hombros, ella rompió el paquete de salinas.
—Bueno, te estoy agradeciendo de todos modos. A veces, la verdad brutal
es lo que más necesita una persona para empujarlos a que vean lo que realmente
está pasando.
Suspiré sin responder; solo me alegraba que saliera de la sala de estar y no
estuviera viendo la televisión. Creo que la voz de Bob Esponja podría acosarme
por siempre. Al verla comer, asentí y decidí arriesgarme.
—Yo, uh… —Aclarándome la garganta mientras ella me miraba y me
golpeaba con toda su fuerza en el pecho con esos perspicaces ojos azul grisáceos,
empecé de nuevo—. Hace un par de años, también alcancé un punto bajo. Me
perdí un poco por unos días.
—¿Cuándo te rompiste la mano? —preguntó.
Fruncí el ceño. —¿Qué?
Se sonrojó y agachó la cabeza. —Lo siento, acabo de recordar eso. Primer
año, un par de meses después de que empecé a salir con Topher, creo. Recordé
haberte visto por primera vez. Tenías tu mano vendada, y te veías muy…
enojado.
Queriendo olvidar esa etapa de mi vida por completo, me tensé y contuve
la respiración.
—Enojado —murmuré—. Sí, esa es una forma de decirlo.
—Topher dijo que golpeaste un casillero y te rompiste la mano. Un par de
casilleros, en realidad.
Cinco casilleros.
—¿Fue porque obtuvo el puesto de mariscal de campo titular?
Incliné la cabeza, confundido. —¿Qué?
—¿Es por eso que golpeaste los casilleros? —insistió.
—Los comentaristas deportivos que hablaban durante el juego la noche en
que te suspendieron, dijeron que eras el mariscal de campo inicial del equipo
antes de que Topher lo fuera.
Asentí, odiando totalmente la dirección a la que iban estas preguntas. Pero
respondí honestamente. —No. No golpeé un casillero y me rompí la mano
porque se convirtió en el mariscal de campo titular. Se convirtió en el mariscal de
campo porque golpeé un casillero y me rompí la mano.
—Oh —dijo, levantando las cejas pensativamente solo para hacer una
pausa y fruncir el ceño de nuevo—. Entonces, ¿por qué golpeaste el casillero?
Suspiré y miré al techo. Al darse cuenta de que había sobrepasado sus
límites conmigo, Haven agitó las manos. —Lo siento. No importa. Me entrometí
demasiado. Adelante, di lo que fuera que ibas a decir.
Parpadeé, habiendo olvidado por completo lo que iba a decir, por lo que
Haven me lo recordó amablemente. —Esa depresión de hace un par de años.
—Correcto —asentí—. De todos modos, después, cuando mi amigo me
ayudó a ponerme en forma, algo que me sirvió para no volver a meterme en ese
hoyo fue el fútbol. Había una posición defensiva abierta, y la tomé sin cuestionar.
Era algo en lo que enfocarse. Algo para animarme a seguir. Así que me exigí con
todas mis fuerzas y puse todo lo que tenía en ello. Hice más ejercicio. Comencé a
comer mejor. Viví y respiré el deporte. Y parecía ayudar. Fue entonces cuando
empecé a correr casi todas las mañanas también. Entonces, sí… no estoy seguro
de que sirva para ti, pero si quieres, puedes correr conmigo por las mañanas.
Podemos ir a cualquier ritmo que quieras. Es solo que… pensé que sería algo por
lo que trabajar y ayudar a distraerte de… cosas. De todos modos, siempre me ha
ayudado a aclarar mi cabeza.
Me miró tan pensativamente que comencé a retorcerme por dentro,
sintiéndome como un idiota por siquiera ofrecerme. Pero luego ella asintió
lentamente e incluso me regaló una media sonrisa.
—Está bien —dijo—. Lo probaré. Gracias por la oferta.
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

No. Dios mío, no. ¡Nunca más! Correr no era lo mío.


—Descanso —jadeé, agarrándome mi costado con calambres—. Tomemos
otro descanso.
A pesar de que me estaba congelando en el frío de la mañana, el sudor me
caía por la cara, al mismo tiempo que mi garganta se sentía tan seca como el
Sahara.
Esto no era natural. Era inhumano. ¿Por qué la gente hacía esto
voluntariamente?
—Solo dos cuadras más y estaremos en casa de nuevo —alentó Wick desde
mi lado—. Lo tienes controlado.
Le envié una mirada. No lo tenía para nada. No tenía una mierda.
Y fue su culpa. Me convenció de esta maldita idea loca.
Oye, levantémonos al amanecer y sometámonos a continuas torturas físicas
durante la próxima media hora consecutiva. Sí, será divertido, dijo el lunático sexy.
Y por eso, acababa de ponerse en lo más alto de mi lista negra, lo juro.
Pero seguí corriendo porque, demonios... no sé. Cuanto antes llegáramos
a casa, antes terminaría, supongo.
Excepto que, a media cuadra de nuestro apartamento, él nos hizo dejar de
correr para una caminata de enfriamiento, lo que alargó la tortura por más tiempo.
Y lo que es peor, no pude entrar corriendo una vez que llegamos a casa. Me hizo
estirarme en la acera para que mis músculos no se acalambraran, el sádico
bastardo. Era como si el tormento no fuera a terminar nunca.
En el momento en que abrió la puerta y la mantuvo abierta para mí, me
apresuré a entrar con un gemido y me desmayé en el sofá.
—Dios mío, esto es el cielo. —Mi voz apagada vibró contra los cojines del
sofá donde había aterrizado mi cara, y no tuve el valor para girarla hacia un lado.
Pero este sofá nunca antes se había sentido tan bien. Después de que solté un
gemido de deleite y me acurruqué en él, Wick se inclinó a mi lado.
—Oye —dijo, sonando a partes iguales divertido y preocupado—. ¿Vas a
sobrevivir?
—Mmph. —Me volví para apoyar mi mejilla en los almohadones y así
poder sonreírle con tristeza—. Me encanta este sofá.
Levantando una ceja, se enderezó y dio un paso atrás. —Probablemente
debería darles un tiempo a solas, ¿eh?
Cerrando los ojos, asentí. —Sí. Te invitaremos a la boda.
—Parece correcto —estuvo de acuerdo—, ya que fui yo quien los presentó.
Mientras tanto, ¿qué quieres para desayunar? Yo invito, ya que hiciste tan bien
tu primer trote.
Mis ojos se abrieron sorprendidos. ¿Comida? ¿Invitación? ¿Lo hice bien?
—¿En serio? —Sentí como si hubiera hecho algo increíblemente horrible
mi primera vez trotando. Resulté lastimada, me dolía y me quejé. Mucho.
Pero su boca hizo esa cosa extraña, esa media sonrisa antes de decirme que
lo había hecho bien. —No te rendiste. Ese es casi el único objetivo.
—Oh. —Me iluminé considerablemente. Quizá no era una cobarde
después de todo—. En ese caso, quiero tocino, huevos y panqueques, y todo
cubierto de jarabe de arce.
—Sí, señora.
Cuando se dio la vuelta, agregué: —No olvides el tocino. Mucho tocino.
—No me atrevería —contestó.
En el sofá, sonreí. Por mucho que haya sido un asco la parte de correr,
ahora me sentía sorprendentemente increíble. Agotada pero con energía. Era
difícil de explicar. Pero el hecho de que había logrado algo que no creía que podía
hacer hizo que esta exuberante burbuja creciera en mí y de repente pensé que tal
vez iría a correr de nuevo la próxima vez que Wick fuera, después de todo.
Luego de una semana de hacer novillos, me sentí rara al volver al campus,
incluso más que el día después de mi ruptura. Pero estaba decidida a esforzarme.
Así que cuando sentía que la gente se detenía a mirar e inmediatamente se volvía
a chismorrear conspirando con amigos cada vez que yo pasaba, levantaba un
poco más la barbilla y seguía adelante.
No me di cuenta de que la gente hablaba de mí hasta esa tarde cuando me
presenté a trabajar en el preescolar. Jaymi, la directora supervisora, nos pidió a
Tabby, a otro practicante y a mí que preparáramos las mesas antes de que
llegaran los niños para el arte de pintura que se suponía que teníamos que hacer.
Y tan pronto como las dos empezamos, Tabby me miró desde el otro lado de la
mesa y me dijo que iba a poner los pinceles junto a las acuarelas que ya había
preparado.
—¿Y? —empezó a conversar, con un aspecto muy curioso—. Estuviste
ausente un buen rato.
Me estremecí. —Sí, eh... —Aclarándome la garganta, no pude mirarla a los
ojos mientras seguía con la mentira que había empezado—. Mi abuela murió.
Mordiéndome el interior del labio, de repente deseé no habérselo dicho a
todo el mundo después de todo. Estaba tan preocupada de que el rompí con mi
novio fuera una excusa pésima de por qué había estado ausente una semana
entera.
—Oh —contestó Tabby, sonando extrañamente decepcionada—. Pensé
que tal vez todos los rumores te habían afectado o algo así. Quiero decir, sería
difícil para mí mostrar mi cara por el campus después de...
—¿Qué rumores? —le pregunté, entrecerrando los ojos.
Se detuvo, sus ojos se abrieron de par en par y su boca se abrió. —Oh... ya
sabes, no importa. Pensé que... lo sabías.
—¿Sabía qué?
—Nada. —Ahora se aclaró la garganta y miraba a todas partes menos a
mí.
Dejé de poner acuarelas y le di toda mi atención. —Tabby —dije con toda
seriedad—. ¿Qué rumores?
—Ni siquiera los creí —empezó, apresurando sus palabras—. Quiero
decir, incluso si son ciertos, ¿y qué, verdad? No es asunto de nadie más por lo
que estás pasando. —Sonando como si creyera lo que sea que estuviera pasando
conmigo, se apresuró a seguir adelante—: Y estoy segura de que te estás
encargando de todo, así que...
—¿Qué... rumores? —solté duramente.
Tabby se estremeció. —Es solo que... ya sabes. La gente dice que Topher
Nicholl rompió contigo porque tú...tú...
¿La gente decía que Topher había roto conmigo? Oh, eso era genial.
Necesitando escuchar el resto, levanté una ceja. —¿Porque yo qué?
Mirando discretamente a todos los que estaban al otro lado de la sala y se
encontraban ocupados con sus propias preparaciones en el aula, Tabby se volvió
hacia mí, con la voz baja. —Porque tienes una ETS... de otra persona.
Se me cayó la mandíbula. —¿Qué?
Tabby saltó porque no había hecho la pregunta en voz baja.
Entonces hizo una mueca de dolor. —Supongo que uno de los amigos de
Topher te vio salir del centro de salud estudiantil, y fueron capaces de juntar
todas las piezas.
—¿Que había visitado el centro de salud estudiantil, así que debo tener
una ETS? —Grazné incrédula—. Guau. Eso es un poco de imaginación. —Tabby
abrió la boca para decir quién sabía qué, pero me estaba alterando—. Y para tu
información, rompí con él porque me engañó. No al revés.
—Oh, pero no creí que...
Por supuesto que sí.
—¿Con qué derecho la gente me hace la mala? Solo porque él sea el
mariscal de campo de fútbol dorado no lo hace perfecto. No tengo una ETS. Y si
la tuviera, él me la habría contagiado. Es un maldito mentiroso.
—¡Haven! —siseó entre dientes apretados, sus ojos brillantes con
advertencias—. La gente está mirando.
Me detuve para echar un vistazo y ver a otros estudiantes de profesorado
y prácticas que miraban con curiosidad en nuestra dirección. Volviéndome hacia
Tabby, debí parecer tan salvaje como me sentía porque ella se encogió de
inmediato.
—No se va a salir con la suya esparciendo esa mierda sobre mí.
Parpadeó antes de que una lenta sonrisa se extendiese por su cara. —Bien
—dijo, asintiendo—. Tuve un ex en la secundaria que empezó a mentir sobre mí
después de que rompimos. Me llevó un año recuperarme. No dejes que tu imbécil
se salga con la suya como yo dejé al mío.
Asentí con emoción. De repente, no me sentí como si tuviera que darle una
lección a Topher por mi propio bien. Tenía que hacer esto por todos los ex que se
habían encontrado con un contragolpe injusto.
Era una misión de justicia.
Se me ocurrió un plan. Me llevó hasta el viernes por la noche tramar y
pensarlo. Pero entonces, a eso de las tres de la madrugada, la brillantez por fin
golpeó.
Una sonrisa se apoderó de mi cara. Dejé de dar vueltas y aterricé de
espaldas para sonreír tontamente hacia el techo.
Sí, el plan era perfecto.
El plan era increíble.
Atacaría tanto al lado celoso de Topher y a su capacidad para jugar al
fútbol, que era lo más importante de su vida.
Lo difícil sería excluir a Wick del juego. Si él tuviera alguna indicación de
lo que pasaba, arruinaría todo el montaje. Tenía que sorprenderse legítimamente
cuando todo se llevara a cabo.
Por eso me encontré entrando a hurtadillas en su habitación casi a las seis
de la mañana, justo después de escuchar que la ducha se abría en su cuarto de
baño, lo cual fue fácil de oír, ya que las tuberías de agua se hallaban justo al otro
lado de mi pared.
Con el corazón palpitando, me levanté de la cama y corrí por el suelo. Una
vez que llegué al pasillo, mis palmas comenzaron a sudar. Pero esta cosa taimada,
traviesa y maliciosa definitivamente hacía que los jugos fluyeran, ¿verdad?
En su habitación, contuve la respiración cuando bajé la mano y agarré el
pomo de la puerta. Después de un giro silencioso, abrí y me detuve.
Mierda.
Se duchaba con la puerta del baño abierta de par en par. Esto complicaba
las cosas. Congelada en la entrada de su dormitorio, debatí si abortar o no la
misión o continuar con el riesgo añadido.
La voz de Tabby flotaba en mi cabeza, junto con todos los rumores y
mentiras que Topher había empezado a decir sobre mí. Él fue el que me engañó,
pero yo había tratado de terminar amigablemente. ¿Por qué se encontraba tan
decidido a jugar sucio?
Tenía que hacer esto para que se echara atrás.
Maldita sea, de acuerdo. Esperando que Wick se tomara su tiempo en la
ducha, entré corriendo y cerré la puerta detrás de mí.
Como era sábado, hoy al mediodía tenía el primer partido de playoff para
llegar hacia los campeonatos de división. Probablemente tendría que estar en el
estadio a las siete u ocho.
Buscando en el suelo sus cosas de fútbol, finalmente vi su bolsa de
gimnasia junto a su armario. Así que me apresuré y me arrodillé, bajando la
cremallera. Después de excavar un momento, saqué un par de calcetines limpios
enrollados. Después de separarlos, metí mi sostén en uno y volví a enrollar el par
alrededor de él hasta que el sostén quedó completamente oculto a la vista.
Acababa de meter los calcetines de nuevo en su bolso y los cerré con
cremallera cuando miré por encima de mi hombro hacia la entrada del baño para
comprobar el estado de Wick, solo para congelarme una vez más.
Oh, santo cielo. No solo dejó la puerta de su baño abierta de par en par
mientras se bañaba, sino que también había una grieta en la cortina de la ducha,
donde podía ver su reflejo perfectamente en el espejo sobre el lavabo mientras se
encontraba de pie bajo el rocío del agua... todo desnudo. Y mojado.
Y complaciéndose a sí mismo.
Se me abrió la boca. Lo vi inclinar la cabeza contra el chorro de agua
humeante. Apoyando una mano contra la pared, movió la otra entre sus piernas,
moviendo su muñeca de manera hipnotizante y rítmica. Ya que él me daba la
espalda, no pude ver el acto, pero la forma en que sus nalgas se flexionaron y sus
músculos de la espalda se tensaron me dijo que estaba haciendo un esfuerzo,
acercándose, a punto de llegar a...
Jadeó y echó la cabeza hacia atrás, dejando que el agua golpeara su cara
en tanto el movimiento de su muñeca se ralentizaba hasta convertirse en largos
y duros jalones.
El calor me empapó. Mis pechos hormigueaban y mis muslos temblaban
mientras lo veía correrse. Solo pude arrodillarme junto a la bolsa del gimnasio en
un estado de shock abrumador, mis respiraciones se aceleraron y mi cuerpo se
tensó.
Totalmente inconsciente de que había compartido ese momento erótico e
íntimo con él, Wick de repente cortó el agua y abrió la cortina de la ducha por
completo antes de alcanzar una toalla.
Oh, joder.
Entrando en el modo de híper aterrada, casi me perdí toda la parte frontal
de él que recibí en el espejo cuando salió, secándose el pelo mojado, en tanto que
su pene aún alargado se balanceaba perezosamente entre sus piernas. Levanté
las cejas y se me hizo agua la boca, antes de agitar la cabeza, dándome cuenta de
que tenía que salir de allí. Rápido. Antes de que mirara hacia arriba y se
encontrara con mi mirada en el espejo.
Las razones por las que no quería que me atrapara en su habitación se
multiplicaban, y unos veinte centímetros de ellas quedarían impresas de forma
permanente en mi cerebro para siempre.
Quiero decir, guau. Solo, guau. El tipo era tan impresionante desnudo
como lo era vestido.
Pero concéntrate, Haven. Concéntrate. Realmente necesitas escapar ahora.
Me dirigí hacia la puerta, solo para darme cuenta de que no tenía suficiente
tiempo para eso. Además, los pasos me dijeron que él venía hacia aquí. Me
zambullí detrás de la cama, solo para darme cuenta, aleluya, que tenía las patas
extra altas y no tenía nada guardado debajo del colchón. Rodé, inmediatamente
escondiendo mi cuerpo debajo de ella en tanto él rodeaba el suelo hacia su
armario.
Fuera de la vista, presioné mi estómago contra la alfombra y miré
incómodamente una cama entera encima de mí. Haciendo una mueca de dolor,
me mordí el labio y vi pasar sus pies descalzos, a solo unos centímetros de mi
cara.
Maldición, el tipo incluso tenía buenos pies. No era justo.
Silbando en voz baja, desapareció momentáneamente en el armario.
Debatí sobre si hacer una carrera loca pero decidí en contra, lo cual fue una
elección inteligente ya que reapareció un segundo después y definitivamente me
habría atrapado.
Le escuché vestirse. Se sentó en la cama en un momento dado, lo que hizo
que los resortes sobre mí se tensaran y enredaran con mi cabello. Cerré los ojos,
esperando que todo se mantuviera firme para que no me aplastaran hasta la
muerte. Luego tomó su bolsa de gimnasia y la puso en el colchón. El sonido de
una cremallera abriéndose tuvo mis ojos abiertos en alarma.
Oh Señor, que no encuentre el sujetador. Por favor, que no encuentre el
sostén.
Cuando no pareció haber encontrado el sostén y volvió a cerrar la
cremallera un momento después, mis hombros se relajaron con alivio. Gracias a
Dios. Aún no me pillaron.
Excepto que mi cerebro empezó a girar cuando comencé a pensar en mi
plan... y cómo afectaría a Wick.
Había estado tan concentrada en lastimar a Topher, que no consideré la
posición de Wick en todo esto. Iba a tener que pasar por un partido de playoff
después, y todos sus compañeros pensarían que se metió con la ex de Topher
Nicholl. Y Topher probablemente iría tras él por esto.
Recordando su labio cortado y cómo había sido suspendido de un partido
después de la última vez que Topher lo atacó por mi culpa, de repente me
acobardé. O tal vez debería decir, que finalmente entré en razón.
Wick caminaba hacia la puerta. La abrió con fuerza. Un segundo después,
se habría ido y sería demasiado tarde para detener esto.
Maldita sea.
—¡Espera! —lloré, haciendo una mueca de dolor mientras lo decía—. No
te vayas.
Los pies de Wick se detuvieron inmediatamente. Se volvieron hacia la
cama. Entonces su voz, llena de confusión, dijo: —¿Haven?
Su rodilla apareció frente a mí. Luego sus manos. Le siguieron sus
peculiares ojos azul pálido.
Mirándome debajo de su cama, parpadeó.
—Hola —dije tímidamente.
Levantó las cejas. —¿Acaso quiero preguntar?
—No —murmuré miserablemente, luego suspiré y me arrastré desde
debajo de su cama. Una vez que me senté derecha en el suelo y sacudí el polvo
de mis piernas, Wick se quedó arrodillado frente a mí, mirando con asombro.
Agitó lentamente la cabeza al tiempo que la inquietud entraba en su
expresión. —Um, ¿cuánto tiempo has estado aquí?
El calor nubló mi cara. Estoy segura de que mis mejillas eran de color
escarlata puro. Con dificultad, indiqué: —No te preocupes. No vi lo que hiciste
en la ducha.
Sus ojos se ampliaron.
Gimiendo un grito de desesperación, me cubrí el rostro con las dos manos
y confesé: —En realidad sí. Absolutamente. Lo siento mucho. No tenía ni idea de
que te ducharías con la maldita puerta del baño abierta. O que la cortina de la
ducha se correría unos centímetros. Ni siquiera quise mirar. Solo eché un breve
vistazo, y bam. Sé que estuvo mal mirar. No debí haber invadido tu privacidad
así. Te lo compensaré, lo juro. Lo que quieras que haga, lo haré.
Cuando bajé las manos lo suficiente como para hacerle una mueca de
dolor, Wick me miró fijamente, con la vista congelada.
Me mordí el labio. —¿Me odias?
—Yo… —Le costó un esfuerzo extremo tragar saliva—. Por supuesto que
no. Pero ¿qué hacías aquí, escondida bajo mi cama, para empezar?
—No te creerías la excusa de que estaba jugando al escondite conmigo
misma, ¿verdad? —pregunté, con esperanza.
—Probablemente no —concordó lentamente, pareciendo totalmente
perdido—. Podrías apegarte a la verdad.
—De acuerdo, bien entonces. —Respiré profundo—. La verdad es que...
estaba poniendo un sostén en tu calcetín.
Lo que no pareció aclararle las cosas en absoluto. Entrecerró los ojos.
—Hiciste... ¿qué?
—En tu bolsa de gimnasia —le aclaré, haciendo un gesto hacia ella—. Me
colé aquí mientras te duchabas para poder esconder un sostén ahí.
Su cara se arrugó con tanta confusión, que no me encontraba segura si
alguna vez podría explicárselo todo. —¿Pero por qué me pondrías un sujetador
en el calcetín? ¿Es algún tipo de ritual de la buena suerte?
Oh, Dios, apestaba. Apestaba tanto. —Si mis motivos fueran tan puros —
murmuré vergonzosamente—. Pero no. Solo quería que Topher te viera con él.
Para que pensara que nosotros... tú y yo... ya sabes.
Me miró fijamente, moviendo la cabeza como si estuviera totalmente
confundido.
—Verás —comencé—. Así es como se suponía que iba a pasar. Sacabas los
calcetines de tu bolso y te los ponías... en el vestuario, antes del partido, ¿no?
—Sí —dijo lentamente.
—Bueno, me imaginé toda la escena. Estarías allí, en el vestuario, con
todos tus compañeros de equipo, hablando y bromeando, y haciendo lo que sea
que hagan mientras se visten. Y Topher. Estaría... bueno, donde sea que esté su
casillero al otro lado de la habitación. Y luego, bum, desenvolvías los calcetines
para ponértelos, y ya sabes, el sujetador se caía, tomándote por sorpresa. Así que
lo recogías y lo mirabas un momento, totalmente desconcertado, preguntándote
de dónde venía. Entonces, al darte cuenta de que tenía que ser de tu compañera
de cuarto, rápidamente empezarías a esconderlo, totalmente respetuoso de mi
privacidad, porque eres así de increíble, pero entonces... entonces tal vez uno de
tus amigos lo vería, tal vez ese J.J. McCannon. Te lo sacaba de la mano y lo agitaba
por la habitación, mostrándolo, para que finalmente llamara la atención de
Topher. Él lo reconocería, y pensaría que tú y yo habíamos... ya sabes, hecho
cosas juntos, lo que se le metería en la cabeza, hasta que bam, arruinaría su juego
por completo y le enseñaría a no volver a meterse conmigo.
Wick se tomó un momento para asimilar mi historia antes de fruncir el
ceño y agitar la cabeza. —¿Pero por qué crees que lo reconocería como tuyo?
Respiré hondo y confesé: —Porque él me lo dio. Ese sostén específico. Sé
que lo recordaría.
Los ojos de Wick brillaron con furia, y la piel se tensó sobre su mandíbula,
diciéndome cuán fuerte estaba apretando sus dientes. Alargando la mano, agarró
la bolsa del gimnasio y la empujó hacia mí. —Sácalo.
Salté ante su tono severo, pero luego me apresuré a obedecer. —Está bien.
Lo siento. De acuerdo.
Sintiéndome un poco mareada, fallé con la cremallera, diciendo: —Lo
siento mucho, Wick. No sé en qué pensaba. Solo… estaba tan desesperada.
Quería hacerlo pagar. Quería hacerle daño tanto como él a mí. No se merece
salirse con la suya con lo que hizo. Solo... no podía pensar en otra cosa. Ni en
cómo te afectaría a ti o… o cómo causaría drama en el equipo de fútbol. Solo...
tenía que vengarme de él. Y sabía que esto funcionaría.
No dijo nada. Ni siquiera se alteró ni me gritó, aunque me di cuenta de
que se hallaba enojado. Solo asintió y me miró con una especie de disgusto
traicionado. —Bueno... Gracias por cambiar de opinión —contestó.
Tragando, incliné la cabeza y me concentré en el suelo mientras sostenía
el estúpido sostén al pecho.
El silencio se extendió entre nosotros. Cerré los ojos y traté de no llorar.
Pero sabía que lo había estropeado todo. Las lágrimas realmente querían caer.
Tras un minuto de no decir nada, Wick soltó el aliento. —Hace un par de
semanas —empezó—, hiciste algún tipo de comentario sobre estar de acuerdo
con la idea de dejarle pensar que tú y yo habíamos estado juntos para vengarnos
de él.
Levanté la vista, sin saber a dónde iba con esto. Así que asentí suavemente,
recordando de lo que hablaba.
—Nunca respondí —continuó—. Pero creo que debería haberlo hecho. —
Después de pasarse la mano por la boca, añadió—: No soy tu plan de venganza,
Haven. No me vuelvas a usar así.
Inmediatamente asentí y dije con voz ronca: —Está bien. Lo siento. Yo...
Levantó una mano, pareciendo arrepentido. —No tienes que disculparte.
Entiendo tus motivos. De hecho, si pensara que tu plan haría por ti lo que
realmente quieres, lo haría todo. Me arriesgaría a tener problemas con mi equipo
de fútbol y con todo lo que Nicholl me causara después. No me cae bien. Y
aplaudiría a cualquiera que por fin pudiera ponerlo en su lugar, pero ese cabrón
no juega limpio. Él irá a cualquier distancia y cruzará cualquier línea, líneas que
ni siquiera te atreverías a considerar. No le teme a los daños colaterales ni a herir
a gente inocente, siempre y cuando consiga lo que quiere. Enfrentarse a él es
peligroso. Y si estás decidida a enfrentarlo, a pesar de todo eso, lo siento. —Agitó
la cabeza—. No quiero involucrarme. Sexo por despecho, me parecería bien, para
ayudarte a seguir adelante, pero cualquier tipo de sexo con incluso la ilusión de
que gira en torno a él... me excluyo. Creo que solo te haría daño a ti.
Moví la cabeza, sintiéndome como una estúpida e inmadura idiota. —De
acuerdo —me apresuré a decir, luchando contra más lágrimas—. Lo entiendo
perfectamente. Y yo... no debería haber tratado de hacerte parte de esto en contra
de tu voluntad. Yo... no volverá a pasar. Lo juro.
Cuando lo miré, me envió una sonrisa de pesar como si en realidad
estuviera tratando de disculparse por no apoyar mi idea y seguir adelante con
ella.
—Mejor me voy —murmuró con un fuerte suspiro en tanto se ponía en
pie.
No dije nada mientras él recogía su bolso y se lo ponía sobre el hombro.
Sin embargo, cuando llegó a la puerta, me enderecé.
—Oye.
Miró hacia atrás, arqueando una sola ceja.
Le ofrecí una sonrisa tentativa. —Buena suerte en tu partido de hoy.
Traducido por Dakya
Corregido por Pame .R.

Wick ganó su partido. Lo vi en la televisión, ya que no me encontraba de


humor para ir al estadio en persona y con todos los rumores sobre mí y toda la
historia que tenía de asistir a ellos para apoyar a Topher.
Pero verlo sola fue un poco deprimente. A pesar de que era agradable ver
qué tan bien jugaba mi compañero de cuarto, simplemente no tenía a nadie con
quien presumir, porque Wick les pateó el trasero. En serio. Me dolieron las manos
por la cantidad de veces que aplaudí después de que interceptó el balón, rompió
un pase o hizo un tacle impresionante. Hubiera sido bueno compartir eso con
alguien. Pero, por desgracia, lo hice sola.
Lamentablemente, Topher también tuvo un buen juego. Los comentaristas
deportivos lo mencionaron tan a menudo como a Wick. Bleh.
Para superar ese poco de repugnancia, le preparé a Wick unos espaguetis
para celebrar en la cena, aunque si quería ser honesta conmigo misma, era más
que nada una comida de disculpa por lo que le había hecho con el sostén, el
calcetín y todo. Excepto que Wick se quedó hasta tarde, seguramente celebrando
con sus amigos, ojalá no solo para evitarme, o tal vez incluso follando con una
hermosa y exótica fanática de fútbol —Dios, realmente esperaba que no—, así
que serví la comida en un recipiente sobrante y fui a la cama sola.
Decidí no mencionar todo lo de cocinarle la cena, pero al día siguiente,
parecía que no podía evitarlo. Llamé a su puerta abierta cuando no lo vi fuera de
su habitación antes del mediodía. Mirando adentro, lo encontré sentado en su
cama, de espaldas contra la cabecera y los pies estirados frente a él con los
auriculares puestos mientras trabajaba en su computadora portátil. Seguro algo
de la tutoría. Esperaba que no se mandara mensajes sexuales con un ligue de la
noche anterior.
—Hola —saludé, lo suficientemente fuerte como para que me escuchara
por encima de los audífonos—. Voy a bajar a lavar algo de ropa. ¿Tienes algo que
necesites que lave?
Sí, me ofrecí a lavar la ropa del chico; estaba seriamente tan desesperada
por hacer las paces.
Ni siquiera levantó la vista de donde escribía mientras negaba con la
cabeza. —No, gracias.
—Prometo que esta vez no voy a esconder ninguno de mis sostenes en tu
ropa —le dije, sacando mi adorable sonrisa por-favor-ámame.
Su atención se dirigió a mí brevemente, ni siquiera el tiempo suficiente
para notar la sonrisa, solo para que volviera a su computadora portátil. —Ni
siquiera estaba preocupado por eso.
Me demoré, mordiéndome el labio y observándolo. ¿Ahora me odiaba?
¿Estaba ocupado trabajando? ¿Qué demonios pasaba por su cabeza? ¿Y por qué
me preocupaba tanto lo que pensaba?
Se dio cuenta de mi inquietud y finalmente me prestó toda su atención,
incluso levantando las cejas inquisitivamente.
Me aclaré la garganta, sintiéndome incómoda e insegura. —Yo, eh, te hice
la cena anoche, espagueti, para ayudar a restaurar tus carbohidratos o lo que tu
cuerpo necesita después de un partido así que, ya sabes, si tienes hambre, hay
algunas sobras en el refrigerador.
—¿De verdad?
Asintiendo ansiosamente, esperé a que me confesara que no había salido a
tener sexo de celebración con una chica cualquiera mientras mi pasta se enfriaba.
—Oh —dijo, parpadeando con sorpresa antes de hacer una mueca—. Lo
siento. Los muchachos quisieron salir después del partido. —Puso los ojos en
blanco dramáticamente—. Por alguna razón, siempre acabo siendo su conductor
designado. Y es tan emocionante llevar todos sus culos molestos y borrachos a
casa, simplemente no podía negarme.
Sonreí ante su sarcasmo al mismo tiempo que, por dentro, vitoreaba
estruendosamente porque, aleluya, había estado demasiado ocupado cuidando
a sus amigos borrachos como para anotar con una chica mediocre y cualquiera
que luego tendría que odiar y considerar injustamente una zorra sucia y podrida.
A sus espaldas por atreverse a tocarlo. Pero, bueno, gracias a Dios no tenía que
recurrir a eso.
Así que saqué un encogimiento que no sentía en lo más profundo de mi
alma para compadecerme de Wick. —Suena divertido.
Suspiró. —Créeme. Hubiera preferido haber estado aquí a que dos tipos
diferentes me vomitaran los zapatos.
Eso me calentó de adentro hacia afuera. No la parte del vómito (puaj), sino
al enterarme de que preferiría haber estado aquí. Conmigo. Así que contuve mi
placer y le asentí con satisfacción antes de dejarlo.

Sin embargo, el resto de la semana, todavía intenté compensarlo por mi


fracaso del calcetín/sujetador. Limpié la casa. Fui de compras al supermercado.
Cociné casi todas las noches. Me dije que era mi turno. Wick se había ocupado
de todo eso desde que me mudé; era hora de que yo diera un paso adelante y
también hiciera mi parte. Pero, de nuevo, en su mayoría solo quería ayudar para
que ya no me odiara tanto, en caso de que, ya saben, realmente me odiara.
A pesar de todo, se mantuvo en su habitación. No sabía si era solamente
su comportamiento habitual o si me evitaba. Traté de convencer a mi cerebro de
que no leyera demasiado, pero lo hacía. ¿Qué pasaría si, por dentro, nunca me
perdonara por tratar de usarlo como lo hice? ¿Y si arruiné todo?
Para el viernes, toda mi preocupación y ansiedad me dejaron agotada. Esa
mañana, durante el desayuno, le dije a Wick que iría a casa el fin de semana y lo
pasaría con mis padres. Necesitaba un tiempo de calidad con mamá/papá. No me
estaba yendo tan bien en estas cosas de adultos. Sentía que me equivocaba más
que no. Así que ir a casa para que me mimen mis padres sonaba como el cielo.
Excepto que cuando llamé a mamá en mi hora del almuerzo, me dijo que
había sorprendido a papá por su próximo cumpleaños con una escapada de fin
de semana, solo ellos dos, y que ya se iban de la ciudad.
Desconcertada porque mis propios padres habían avanzado sin mí y
tenían más vida que yo, me dejé caer en el apartamento el viernes después de
clases y el trabajo, preparada para estar sola y deprimida todo el fin de semana.
Para consolarme, hice algunas galletas sin hornear.
Acababa de sacar la última pila de avena bañada en chocolate de mi
cuchara y la lamía cuando oí que se abría la puerta principal.
Esperando que fuera Wick, llegando de la práctica, parpadeé cuando
escuché una voz femenina; una que parloteaba a un kilómetro por minuto.
Oh no, de repente me di cuenta, con mi corazón cayendo en mi estómago.
Wick no esperaba que estuviera aquí. Qué pasaba si había traído a una chica a
casa y ellos iban a…
Mi pulso tartamudeó y se aceleró, e intenté calmarme, incluso mientras
miraba alrededor de la cocina, buscando un lugar para esconderme.
Era un hombre libre, intenté razonar en mi mente. No estaba apegado a
mí de ninguna manera. Si quería tener sexo en su propio departamento, esa era
su prerrogativa. A pesar de ello, todo el tiempo que metí esos pensamientos en
mi cerebro, algo más primordial dentro de mí gritaba: Noooo. Él es mío. Nadie más
puede tenerlo.
Guau.
Sin saber de dónde venía ese pensamiento, me quedé allí en shock hasta
que aparecieron un par de chicas en la entrada de la cocina. Una que reconocí de
inmediato como Darcy, la hermana mayor de Wick. A la otra no la conocía, pero
solo tuve que mirarla para ver los familiares ojos azul pálido.
—Ooh —gritó la segunda chica, que parecía ser una adolescente, con los
ojos muy abiertos—. Galletas sin hornear. ¡Genial!
Corrió directamente hacia mí y ya estaba alcanzando el papel de cera lleno
de montículos aún calientes sin hornear cuando Darcy gritó: —¡Charlie!
Frunciendo el ceño, la adolescente se detuvo en seco y la miró. —¿Qué?
Darcy levantó las manos, sorprendida. —Esas no son tuyas.
—Está bien —me apresuré a tranquilizarla—. Puedes agarrar una. Sin
embargo, acabo de hacerlas, así que están...
Charlie ya se estaba metiendo una en la boca y gimiendo de alegría.
—Calientes —terminé sin convicción.
—Oh, Dios. Muy buena —dijo, levantando un pulgar en agradecimiento
al mismo tiempo que su mejilla se abultaba con lo que acababa de meterse en la
boca.
—Señor, ¿por qué te llevo a algún lado? —preguntó Darcy al techo justo
cuando se abrió la puerta principal y otra voz femenina habló.
—¿Ho-la? ¿Alguien en casa?
—Por aquí —anunció Darcy mientras Charlie apilaba en sus manos otras
dos galletas sin hornear.
—Entonces, ¿llegamos antes que Wick a casa? —preguntó Izzy, entrando
rápidamente a la cocina, solo para vacilar y sonreír cuando me vio—. ¡Oh! Hola,
Haven. Pensé que ibas a casa este fin de semana. —Sin embargo, antes de que
pudiera responder, se dio cuenta de lo que su hermana gruñía—. ¡Galletas sin
hornear!
Se apresuró hacia adelante y comenzó a estirarse, solo para detenerse y
mirarme con curiosidad. —Estas son…
Me reí y sacudí una mano. —Sírvete.
—Oh, vaya, gracias. ¡Oh! Mmm. Están muy buenas. —Se limpió la barbilla
cuando algo de avena cubierta de chocolate se derramó.
Me alegré al ver a las dos hermanas devorarlas como si se estuvieran
muriendo de hambre. —Gracias. Me gusta más con vainilla y mantequilla de
maní, y menos leche.
—Genio —dijo Izzy, asintiendo, mientras Charlie cerraba los ojos y gemía.
Miré hacia Darcy. —Quieres…
—Diablos, sí —respondió, lanzándose hacia adelante.
A medida que los bizcochos desaparecían rápidamente, me di cuenta de
que era mejor comer también antes de perder la oportunidad de probar algo yo
misma.
Acunando nuestras manos bajo nuestras barbillas para atrapar cualquier
caída, las cuatro nos quedamos junto al mostrador como lobos hambrientos en
un círculo, solo comiendo y asintiendo con la cabeza a sabiendas, como si todas
ahora entendiéramos el significado de la vida.
Era agradable.
Charlie tuvo un descanso lo suficientemente largo entre bocados para
preguntar: —Entonces, ¿qué haces aquí si se supone que te ibas?
—Por cierto, esta es Charlie —presentó Darcy—. La más joven, y la más
molesta de los Webster.
Charlie le puso los ojos en blanco a la hermana mayor Webster y luego se
volvió hacia mí. —¿Entonces?
Me reí un poco, amando su juego. —Resulta que mis padres se iban para
una escapada romántica de fin de semana, así que... no están en casa.
—Decepcionante —comentó Charlie.
Darcy dejó escapar un largo suspiro. —¿No es deprimente saber que tus
padres están teniendo más acción que tú?
Asentí, acordando totalmente con la sensación. Definitivamente hacía que
una chica recién soltera se sintiera como una perdedora solitaria.
—Oye, deberías venir con nosotros esta noche —anunció de repente Izzy.
Cuando Darcy y Charlie la miraron sorprendidas, fui cautelosa y pregunté
con recelo: —¿A dónde van?
—Oh, Dios mío. Va a ser genial —comenzó Izzy—. Todos los años, los
cuatro hermanos vamos juntos a casas embrujadas. Luego tenemos una fiesta de
pijamas y jugamos juegos de mesa, hablamos y todo tipo de cosas. Como este es
el único fin de semana que Wick no tiene un partido antes de Halloween,
decidimos hacerlo esta noche en su casa. —Sus ojos se llenaron de frustración—.
Quiero decir, siempre y cuando estés de acuerdo con eso y no te importe si todos
invadimos la sala cuando volvamos de las casas de espantos y nos quedemos
aquí por la noche.
—De ninguna manera —respondí al instante—. Suena divertido. Pero…
—Me avergoncé, sintiendo como si fuera a imponerme—. Si es solo una cosa de
hermanos, entonces tal vez no debería…
—Deberías —discutió Izzy, agarrando mi brazo alentadoramente—. Claro
que deberías.
Charlie hizo una mueca. —Pero pensé que hicimos un pacto para que solo
los hermanos pudieran participar en la fiesta de pijamas anual de la casa del
terror.
Izzy frunció el ceño. —Eso fue solo porque no queríamos que el novio
perdedor de Darcy en ese momento nos acompañara.
Pero Darcy se encogió de hombros. —Oye, un pacto es un pacto.
Acercándose a mi lado, Izzy enganchó su brazo intensamente con el mío.
—Entonces adopto oficialmente a Haven como una hermana sustituta. —Cuando
ni Darcy ni Charlie respondieron, los hombros de Izzy cayeron—. Vamos, chicas
—imploró—. Tengan corazón. Está pasando por una ruptura y sus padres la
abandonaron. Además, nos está permitiendo quedarnos en su apartamento. Es
justo.
—También es el apartamento de Wick —comenzó Charlie, solo para que
Izzy la congele con una mirada de muerte.
—Y ella nos dejó comer todas sus galletas —agregó Izzy severamente.
Echamos un vistazo al papel encerado, que se encontraba completamente
limpio de restos sin hornear. Incluso habíamos limpiado las gotas de chocolate y
las migas.
Darcy suspiró y se rindió. —Lo que sea —dijo—. Si tanto la quieres cerca,
no me importa.
Izzy se volvió hacia Charlie. No estaba segura de por qué solicitaba tanto
que me incluyeran, pero se sentía bien que lo quisiera con tanta intensidad.
Cuando Charlie tampoco tuvo objeciones a la idea, Izzy se volvió hacia mí,
sus ojos iluminados de alegría.
—Te va a encantar esto. Lo juro, Wick es la mejor persona del mundo para
ir a casas embrujadas. Te permite aferrarte a él cuando te asustas. No se molesta
cuando le gritas al oído. Y justo cuando crees que vas a orinar tus pantalones por
estar tan asustada, él se reirá de uno de los demonios y hará que no sientas nada
de miedo.
—Sí, claro. Wick te enoja cuando vas a casas de espantos con él —
contradijo Darcy—. Nada le asusta jamás. No es divertido. O sea, no puedes
asustar al chico ni un poco.
—Tenemos competiciones de saltar en lugares y tratar de pillarlo con la
guardia baja —me explicó Izzy, antes de poner los ojos en blanco hacia Darcy—.
Darcy está molesta porque nunca gana.
—Claro que sí, estoy molesta —gruñó Darcy—. Esa vez que salté en el
estacionamiento oscuro y espeluznante del centro comercial cuando fuimos de
compras de Navidad el año pasado fue algo clásico. Pero, ¿qué hizo él? Solo
parpadeó y dijo: buen intento. En serio, qué imbécil.
Sonreí mientras las hermanas continuaban, comparando las veces que
habían tratado de asustar a su hermano. Hizo crecer un dolor en la boca de mi
estómago, deseando tener hermanos con los que compartir esas historias. Tenía
la suerte de ser muy unida a mis primos, pero esto, tener un hermano o una
hermana, hubiera sido agradable.
Desde el frente del apartamento, la puerta se abrió.
Las hermanas de inmediato dejaron de hablar y Charlie gritó exuberante:
—¡Wick está en casa!
Corrió desde la cocina con Izzy pisándole los talones. Incluso Darcy se fue
para encontrarse con él en la puerta principal.
Curiosa por verlos a los cuatro juntos, deambulé hacia esa dirección,
deteniéndome en la entrada de la sala mientras Charlie saltaba y se aferraba a él
como un mono araña. Wick dejó escapar un suspiro de sorpresa y tuvo que dejar
caer su enorme y torpe bolsa de deporte para atraparla, al mismo tiempo que
Izzy lo rodeó desde atrás, envolviendo sus brazos alrededor de sus hombros, y
la hermana mayor murmuró: —Y Darcy da el toque final —antes de que ella le
hiciera cosquillas sin piedad en el estómago.
Wick soltó una carcajada solo para seguirlo con una maldición. —Así que
así será, ¿eh? —advirtió—. ¿Tres contra uno? Bueno, miren esto, perdedoras.
Girando inesperadamente, hizo que Izzy, que se aferraba a su espalda,
chocara con Darcy, desequilibrándolas y cayendo al suelo. Mientras tanto, se
centró en hacerle cosquillas a Charlie y la hizo gritar entre risas mientras la dejaba
caer encima de las otras dos.
Pero Darcy lo atrapó alrededor de las piernas, lo que lo desequilibró lo
suficiente como para que cayera sobre Izzy, y los cuatro acabaron en la alfombra.
Comencé a avanzar, jadeando, segura de que alguien se había lastimado
en la maraña. Pero luego empezaron a reírse en tándem, rodando uno sobre el
otro y sobre sus espaldas, sosteniendo sus estómagos en tanto se reían hacia el
techo.
Ralentizando hasta detenerme, los miré boquiabierta, asombrada. Debe
ser algún tipo de talento de hermanos; ser capaz de burlarse sin hacerse daño.
Sacudí la cabeza y sonreí. Se veía divertido. Wick se reía con tanta fuerza y
sonreía más que…
Oigan, un segundo.
Wick estaba sonriendo.
Joder, Wick se estaba riendo.
Lo miré, aturdida, tratando de recordar si alguna vez lo había visto con
una sonrisa sincera. O riendo.
Y lo más sorprendente de todo, no creo que lo haya hecho.
Qué raro.
Era hermoso cuando sonreía. Parecía feliz y relajado; casi me preguntaba
si era la misma persona con la que había estado viviendo durante las últimas
semanas.
—Oye, bubby —saludó Charlie finalmente, rodando para colocar un beso
fuerte y contundente en su mejilla—. Te he extrañado.
Sonriendo con genuina calidez, extendió la mano y pasó los nudillos sobre
su cabello, dándole un coscorrón afectuoso en respuesta. —Sí, yo también, niña.
¿Estás lista para la noche de fantasmas?
—Oh, Dios mío, estoy tan lista —gritó—. Llevo meses esperando esto.
Espero que este año sea tan impresionante como el año pasado.
—Espero que otro fantasma en la casa de espanto agarre el trasero de Wick
de nuevo —dijo Darcy—. La expresión de su rostro cuando saltó como si hubiera
sido asustado fue clásica.
—Sí. —Charlie resopló—. Ese fantasma debe haber estado desesperado
por algo si se redujo a ligar con Wick.
Mientras las hermanas se reían, Wick frunció el ceño. —Oye, deja en paz
al pobre fantasma cachondo. Esa fue la mayor acción que había visto en mucho
tiempo.
Sonriendo cuando hizo que sus hermanas se rieran aún más, él comenzó
a desenredarse de la pila de hermanos. —Voy a llevar mis cosas a mi habitación
y a cambiarme muy rápido, entonces…
En el momento en que me vio allí, mirándolos, se detuvo bruscamente,
como si acabara de tragarse la lengua.
—Oh —anunció Izzy, notándome a mí también—. Nombramos a Haven
hermana sustituta por esta noche, por lo que ella también viene.
—Eh… —Cuando él continuó mirándome en estado de shock, con la boca
abierta, Darcy se aclaró la garganta.
—¿Te parece bien, bubs?
—¿Qué? —Se volvió a su hermana mayor aturdido, solo para sacudir la
cabeza de repente—. Quiero decir, sí. Bien. Está totalmente bien. Lo que sea. Yo
solo… —Se volvió hacia mí—. Pensé que irías a casa este fin de semana.
—Sí, sobre eso. —Sonrojándome con un triste pesar, me encogí de
hombros—. Llamé a mi mamá al mediodía para hacerle saber que iba a ir, solo
para saber que ella y papá ya se habían ido para un viaje de escapada sorpresa,
solo ellos dos, así que… ¡Sorpresa! Me voy a quedar en la ciudad este fin de
semana después de todo.
—Oh —dijo, todavía solo mirándome.
—Oye. —Charlie lo golpeó en el trasero, lo que lo hizo saltar y girar hacia
ella, frunciendo el ceño.
—¿Qué? —murmuró.
—Bueno, ya ve a cambiarte. —Le indicó que se fuera—. Estoy lista para
comenzar esta noche.
Traducido por Val_17
Corregido por Pame .R.

No sé por qué de repente me sentía tan nervioso. Haven había estado


viviendo conmigo por semanas. Me acostumbré a entrar en una habitación y
encontrarla allí. La sorpresa de verla en mi casa y entre mis cosas definitivamente
debería haber desaparecido para ahora.
Pero desde que me atrapó masturbándome en la ducha, me era difícil
hacer contacto visual directo con ella. La evité casi la mayor parte de la semana,
preocupado por lo que pensaba de mí ahora.
Saber que vendría a la noche de terror de mis hermanas, por encima de
todo eso, simplemente… no lo sé. No sabía cómo se relacionaría con ellas. No
sabía si me encontraba listo para que me viera en un entorno diferente. No
sabía… demonios, no sabía si realmente quería que fuera. Se sentía como si tantas
cosas pudieran salir mal. Y no quería que nada saliera mal.
Apresurando mi preparación, comencé a ponerme la camiseta en tanto
corría de regreso a la sala de estar, casi asustado de dejarla sola con mis hermanas
durante demasiado tiempo.
¿Y si hacían algo para molestarla? Joder, ¿y si ella hacía algo para
molestarlas? Honestamente no me hallaba seguro de qué lado tomaría si se
desataba una pelea entre ellas.
Pero nadie se peleaba. Y Darcy ya se había hecho cargo de los eventos de
la noche, al igual que siempre.
—Muy bien, es hora de sacar las pajitas —anunció tan pronto como me
vio—. Vamos, no seas tímido. Escoge una pajita, cualquiera.
Izzy y Charlie gimieron al unísono. —¿No podemos saltarnos esa
tradición este año? —suplicó Izzy.
—Oh, demonios no —negó Darcy—. Conseguí uno bueno esta vez.
—No lo sé. ¿Hay algo que pueda superar el mameluco para adultos que
Iz tuvo que usar el año pasado? —declaré, sonriendo al tiempo que me acercaba.
Izzy frunció el ceño y golpeó su brazo petulantemente contra el mío.
—Me gustó el mameluco —interrumpió Charlie, frunciendo el ceño como
si estuviera confundida—. Todavía lo uso como pijama. —Miró hacia Haven,
incluyéndola en la discusión, lo cual me encantó y me hizo sentir orgulloso de mi
hermanita por aceptarla tan abiertamente—. Eran temáticos de la Mujer
Maravilla.
Haven sacudió la cabeza y admitió: —Estoy tan confundida en este
momento. ¿Qué está pasando?
—Está bien, es así —explicó Izzy—. Cada año para nuestra noche de
terror, Darcy escoge algo completamente ridículo que uno de nosotros tiene que
usar toda la noche.
—El año antepasado —intervino Charlie—, tuve que usar alas de hada con
una diadema de unicornio.
Haven se rió. —Eso suena increíble.
—Oh, es gracioso —concordé con sequedad—. Siempre y cuando tú no
saques la pajita corta.
—Sin embargo, todavía no entiendo por qué Darcy siempre tiene que ser
quien escoge el atuendo —se quejó Izzy.
—Porque soy la mayor —respondió Darcy—. ¿Y por qué importa quién
escoge la ropa? Todos tenemos la misma posibilidad de ser elegidos.
—Excepto que parece que nunca sacas la pajita corta —acusó Charlie—.
Tú y Wick, ambos, siempre se salvan de usar algo loco.
Cuando Darcy y yo nos sonreímos entre sí, confidentemente, Izzy jadeó y
señaló. —¿Qué fue eso? —exigió—. Acaban de mirarse como si tuvieran un
secreto. ¿Viste eso? —le preguntó a Charlie.
—Sí —contestó Charlie, colocando las manos en sus caderas antes de
espetar—: Ustedes dos hacen trampa, ¿no?
—No —dijimos Darcy y yo.
Izzy y Charlie intercambiaron miradas incrédulas. —Hacen trampa —
gruñó Izzy.
Cuando Charlie inclinó su cabeza en acuerdo, rodé los ojos.
—No hacemos trampa. Vamos. Terminemos con esto así podemos
ponernos en marcha.
—Dijo el chico que no tendrá que usar nada estúpido —murmuró Izzy de
mal humor.
—Muy bien, basta de pelear. Es hora de las pajitas. —Darcy extendió su
mano, abanicando los palillos como una persona sosteniendo una baraja de
cartas—. Todo el mundo, tomen una maldita pajita.
—Espera —interrumpí, frunciendo el ceño ante las pajitas—. Tienes cinco.
—Sí —dijo Darcy lentamente, como si yo fuera demasiado tonto para
entender palabras rápidas—. Porque somos cinco aquí.
Parpadeé ante ella antes de sacudir la cabeza. —No. —De ninguna manera
en el infierno—. No vas a hacer que Haven saque una.
—¿Por qué no? —preguntó Haven, frunciendo la boca como si se sintiera
herida por ser excluida.
—Sí, ¿por qué no? —repitió Charlie.
Le disparé un ceño fruncido a Charlie antes de voltearme hacia las otras
dos. —Es nuestra invitada. No debería ser obligada a hacer esto si no quiere.
—No me importa —habló Haven con esperanza, como si en realidad
estuviera un poco emocionada por ser incluida en el festival anual de
humillación.
Pero ella era demasiado inocente para entenderlo.
Tenía que protegerla.
—Ves, a ella no le importa —dijo Izzy, apuntando a una Haven que asentía
insistentemente.
Suspiré y acusé a Izzy: —Solo quieres que saque una porque eso te da
menos posibilidades de perder.
—Exactamente —respondió Izzy con total honestidad, parpadeando hacia
mí como si estuviera loco—. Así que, déjala sacar una pajita.
Girándome hacia mi compañera de cuarto, reclamé: —No tienes idea en lo
que te estás metiendo. Podrías terminar siendo obligada a usar ropa interior en
tu cabeza como un sombrero toda la noche.
Levantando la nariz, replicó: —Me arriesgaré.
—Ese es el espíritu —animó Darcy—. Ten. Tú eliges primero, Haven.
Haven levantó su barbilla desafiante en mi dirección y extendió la mano.
Darcy me sonrió, asintiendo con aprobación. —Me gusta esta chica.
La fulminé con la mirada. Una vez que Haven tuvo su pajita en la mano,
Izzy y Charlie se turnaron, luego fue mi turno. Tan pronto como todos teníamos
una, retrocedí, mirando la palma de Haven cuando abrió la mano para
compararla con la de todos los demás.
Maldita sea, me di cuenta que era la pajita corta de inmediato. No iba a
dejarla pasar por una noche de completa degradación, por lo que la empujé,
tratando de que pareciera un accidente cuando dejó caer su pajita.
—Mierda, lo siento —ofrecí y me agaché para recogerla.
Tan pronto como le entregué la más larga, me lanzó una mirada divertida
y sospechosa, sabiendo muy bien que las había cambiado.
Pero la ignoré cuidadosamente y me volteé para comparar mi nueva pajita
con la de mis hermanas.
—¡Sí! —gritaron Izzy y Charlie al unísono mientras se daban los cinco.
—Wick —dijo Darcy con las cejas levantadas por la sorpresa—. Parece que
eres el afortunado ganador. —Me entregó una bolsa de papel marrón—. Vístete.
Mierda. Sintiéndome vagamente enfermo cuando la acepté, canté: —Por
favor, no seas otro mameluco, por favor, Dios, no seas otro mameluco.
Respirando profundo para estimularme, rebusqué en la bolsa y saqué…
Una camiseta negra.
—Una camiseta —chilló Charlie con indignación—. He tenido que usar alas
de hada, un traje de plátano humano, y cuernos en la cabeza con una cola blanca
en mi trasero. ¿Pero a Wick le toca una maldita remera? ¿Cómo es eso justo?
—Solo espera hasta que veas lo que dice —comentó Darcy con un
entusiasmo malvado.
—Oh, Dios —gemí, sacudiendo la cabeza y seguro de que estaba
condenado—. Ni siquiera quiero saber.
Comencé a girarme y dirigirme a mi habitación, pero Charlie gritó: —Oye.
¿A dónde vas?
La miré con el ceño fruncido. —Voy a mi habitación para ponerme esta
maldita prenda. ¿A dónde crees que voy?
—Vaya. —Izzy rodó los ojos con ironía—. ¿Tienes que ir a tu habitación
para cambiarte de ropa? Qué modestia más tímida e inocente, hermano. Y yo
todavía recuerdo haber tomado un baño contigo cuando éramos pequeños.
Levanté las cejas de manera significativa, tratando de hacer que se callara,
solo para que Darcy se burlara: —Espera. No estás demasiado nervioso para
cambiarte en frente de Haven, ¿verdad?
Eso era todo; iba a estrangularlas a las tres.
—Ustedes son un completo dolor en el culo. —Gruñendo, me quité la
camiseta desafiantemente, solo para que Charlie comenzara a chillar.
—¡Oh, Dios mío! No puedo creer que te estés desvistiendo en frente de
Haven.
Hice una pausa, cortándola con una mirada de muerte, en tanto todas las
demás se reían a carcajadas, divirtiéndose demasiado burlándose de mí. Haven
también parecía pensar que era gracioso, aunque me di cuenta que me miraba
con curiosidad. El calor recorrió mi piel ante su interés, lo cual se sentía muy mal
al experimentarlo frente a Darcy, Iz y Charlie.
Sacudiendo la cabeza, murmuré: —Dolores en el puto culo. —Pero cuando
intenté ponérmela, quedó atrapada en mis hombros, casi estrangulándome—.
Mierda, ¿no pudiste conseguir una más pequeña? Vaya, Darce, ¿en serio?
—No sabía quién terminaría con ella —discutió Darcy, frunciendo el ceño
de vuelta—. No quería que fuera demasiado grande si Iz, Charlie, o yo teníamos
que usarla. Y además, ¿por qué estás lloriqueando, bebote? De todos modos, usas
tus camisetas como una segunda piel.
Cuando Izzy y Charlie se rieron, fruncí el ceño aún más fuerte y tiré de la
prenda para ponerla en su lugar, escuchando un trozo de tela desgarrarse en el
proceso. —No molestes. No puedo evitar el hecho de que he aumentado de peso
desde el primer año. —Era todo músculo porque me lancé al ejercicio para
ponerme en forma, pero aun así… ya nada de mi vieja ropa me quedaba bien
debido a eso.
Lo cual era humillante admitir delante de Haven.
Verán, justo esta era la razón principal por la que me preocupaba que ella
viniera. Mis hermanas no tenían ningún reparo en humillarme.
—Y qué… ¿nunca se te ocurrió ir a comprar más ropa? —fastidió Darcy
secamente.
—Odio ir de compras —gruñí al mismo tiempo que bajaba la camiseta una
vez más cuando intentó volver a subir por mi estómago, solo para que todas las
demás leyeran lo que decía y comenzaran a reír.
Con un suspiro, miré a Haven porque no tenía ganas de dirigirme a
ninguna de mis hermanas en este momento. —¿Siquiera quiero saber lo que dice?
Tratando de contener su risa, se cubrió la boca con las manos y respondió:
—Dice “Soltero y listo para ponerme nervioso cerca de cualquier persona a quien
encuentre atractiva”.
Le disparé una mirada a Darcy.
Ella sonrió. —Todavía hay más en la bolsa, bubby.
Negué con la cabeza. —No, no lo hay —discutí incluso mientras metía mi
mano en la bolsa y sentía pequeñas bolitas de algo parecido a la tela. Las saqué,
solo para mirar a las mujeres. —¿Qué diablos son estas cosas?
—Ligas para el cabello —anunció Charlie—. Ooh, ¿puedo ponerlas en tu
pelo?
Me dirigí a mi hermana mayor. —No tengo suficiente cabello para
malditas coletas.
—Sí, lo tienes —discutió Charlie, agarrando las ligas de mi mano—. Ven
aquí. Siéntate. Te mostraré.
Me senté, frunciendo el ceño todo el tiempo que Izzy y Charlie se
agruparon a mí alrededor, peinando y tirando mi pelo alegremente hasta que me
hicieron coletas.
Malditas coletas.
—Esto no es tan divertido —anuncié, levantándome y mirando a cada
persona en la sala porque todas se sacudían con una risa incontrolable.
—El mejor año hasta ahora —decidió Darcy antes de aplaudir—. Está bien,
entonces. ¿Quién va a conducir?
—Wick —corearon Izzy y Charlie.
—¡Oigan! —Darcy frunció el ceño, claramente insultada—. ¿Qué hay de
malo con mi forma de conducir?
—Nada, pero Wick nos permite comer en su camioneta.
Luego salieron corriendo hacia la puerta, solo para que Darcy les gritara:
—Bueno, entonces me pido el asiento del copiloto.
Haven se quedó a mi lado, sus ojos brillaban con diversión, incluso
mientras sacudía la cabeza con simpatía. —¿Seguro que no quieres volver a
cambiar nuestras pajitas? —preguntó amablemente—. No me vería tan… fuera
de lugar en coletas.
Suspiré. Era increíblemente dulce que estuviera dispuesta a intercambiar
mi miseria, pero… —Es demasiado tarde. No hay manera de que me dejen salir
de esto ahora.
Se acercó, dejando escapar una risa encantada pero ronca al mismo tiempo
que se estiraba para jugar con una de mis cortas y alborotadas coletas. —Si te
sirve de consuelo, te ves absolutamente adorable con ellas.
Asentí. —Impresionante. Entonces finalmente he alcanzado la meta
deseada. Adorable.
Se rio de nuevo, acercándose aún más mientras jugaba con la segunda
coleta. El calor recorrió mi espalda. —Son adictivamente divertidas al tacto.
Entonces no te detengas nunca, quería rogar porque estaba adictivamente
obsesionado con su atención en este momento. Podía hacer lo que quisiera
conmigo.
Dios, ella olía bien. Bajé la cabeza sin darme cuenta, dejándola jugar para
mantenerla contenta mientras la respiraba tan profundamente como pude.
—Oye, gracias por dejarme acompañarlos esta noche —murmuró, su voz
incendiando mi sistema con un escalofrío de placer.
Manteniendo la cabeza inclinada, levanté mis ojos en su dirección. —Sin
embargo, no estoy seguro de cómo va a funcionar esta cosa de hermana sustituta
—tuve que admitir antes de poder detenerme—. Porque no me siento muy
fraternal hacia ti, mucho menos en este momento.
Sus labios se separaron a medida que su mirada encontraba la mía. Con
los ojos llenos de curiosidad, respiró hondo mientras sus dedos en mi cabello se
suavizaban. El aire entre nosotros se volvió cargado y eléctrico. Haven se acercó
más y abrió la boca para decir algo, justo cuando Charlie nos gritó desde afuera,
su voz insistente entrando por la puerta abierta.
—Oigan, tortugas. Apresuren sus culos. Me estoy volviendo vieja y gris
aquí afuera.
Con un jadeo, Haven soltó mi pelo y dio un paso atrás. De repente, incapaz
de mirarme a los ojos, se aclaró la garganta y dijo: —Será mejor que nos vayamos
—antes de voltearse y salir corriendo.
Solté un suspiro inestable.
Mierda. Eso fue…
Ni siquiera sabía cómo describir adecuadamente lo intenso que eso había
sido.
Deteniéndome un momento para enfriarme, reajusté mis vaqueros antes
de seguirla hacia afuera.
Esta podría resultar ser una noche muy larga y dolorosa si ella mantenía
esa conducta tan dulce y suave. Dios, esperaba que sí. Sería la mejor tortura de la
historia.
Todas las chicas ya se encontraban en el vehículo esperándome cuando
subí detrás del volante. Notando la disposición de los asientos, les fruncí el ceño
a mis dos hermanas menores.
—¿En serio? —pregunté, sacudiendo la cabeza con decepción—. ¿Ustedes
dos van a dejarle a Haven el peor asiento de toda la camioneta en su primer viaje
con nosotros? Eso es agradable. Muy hospitalario.
Charlie me envió un ceño fruncido. —Oye, debió hablar antes si quería un
lugar en la ventana o el asiento del copiloto.
—Es hija única —discutí—. Dudo que tuviera alguna idea de que incluso
tuviera que luchar por un buen lugar.
—Está bien —dijo Haven, encogiéndose de hombros como si quisiera
evitar causar una discusión—. En realidad no me importa sentarme aquí.
Lo cual provocó que solo quisiera discutir su caso aún más.
Charlie me sacó la lengua. —Ves. A ella no le importa.
Ante lo que Haven repitió: —No me importa en absoluto.
Suspiré y encendí el vehículo. —Bien. Entonces me voy a callar. ¿A dónde
nos dirigimos?
—Estoy en ello —anunció Charlie, levantando su teléfono.
Darcy solía decidir nuestro destino, pero una vez llegamos a una casa
mala, y todos se quejaron hasta el punto en que se negaba a escoger las casas
embrujadas en estos días. Así que ahora, escogíamos un lugar durante la marcha.
—Oh, ¿te compraste una nueva carcasa para el teléfono? —señaló Izzy,
inclinándose a través de Haven para comprobar la carcasa negra con espirales
dorados brillantes—. Es tan linda.
Miré a Haven con una expresión de “ya ves a qué me refiero”. Era el peor
y más incómodo lugar en todo el automóvil.
Pero solo me sonrió y se encogió de hombros con tristeza, como si
disfrutara ser invadida en su espacio.
—Lo es, ¿cierto? Papá me la regaló por aprobar mi examen de historia —
explicó Charlie—. Echa un vistazo. —Olvidando su misión de buscar casas de
espantos, volteó el celular para mostrar la parte trasera—. Los espirales cambian
de dorado a plateado bajo una luz diferente.
—Qué lindo. —Izzy la animó para que girara el móvil en distintas
direcciones—. Bien hecho, papá. Su gusto va mejorando con la vejez. ¿Recuerdas
cuando nos compró esas fundas de bolsillo cuando tuvimos nuestro primer
recital de baile en la primaria?
Cuando las dos comenzaron a reír, Darcy gruñó con impaciencia. —Niñas
—cantó, aplaudiendo—. ¡Enfóquense!
—Oh, cierto. —Charlie tomó el teléfono y comenzó a tocar la pantalla—.
Casas embrujadas. —Un segundo después, sus cejas se alzaron—. Oh, vaya.
Acabo de descubrir la definición del diccionario urbano para “casa embrujada”.
—¿En serio? —Izzy volvió a invadir el espacio de Haven, tratando de ver
la pantalla por sí misma—. ¿Cuál es?
—No la leas… —empecé, levantando la mano para interceder, pero
Charlie ya estaba citando el texto.
—“… el acto de arrodillarse frente a una mujer de pie y comer su coño
mientras frota sus tetas simultáneamente. Si se hace correctamente, es una escena
macabra”.
—Guau —dijo Darcy, parpadeando rápidamente antes de girarse en mi
dirección con los ojos entrecerrados—. ¿Y en serio sabías lo que eso significaba?
Le envié un ceño fruncido. —Estoy atrapado en un vestuario con
cincuenta chicos cachondos cinco días a la semana. ¿Tú qué crees?
Asintió. —Buen punto.
—Oye, vamos a ir a la Mansión —anunció Charlie desde la parte
posterior—. Esa parece una buena casa del terror.
Y así comenzó nuestra noche.
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Mientras Charlie leía las instrucciones para llegar a la casa de espanto a la


que íbamos, Darcy conectó su teléfono a la consola y escribió la dirección,
haciendo que apareciera un mapa en la pantalla de navegación de Wick.
Mientras tanto, Izzy se inclinó hacia mí y comentó.
—Mira esto —murmuró discretamente—. A continuación, Darcy sacará
toda una lista de canciones que eligió para este viaje.
Un segundo después, Darcy anunció: —Y... ahora, la lista de reproducción
—a la vez que tocaba los botones de la pantalla de su móvil—. Exactamente dos
horas de ecléctica maravilla.
Izzy y yo intercambiamos sonrisas secretas antes de que empezara a sonar
la canción “Shotgun”. Al otro lado de mí, Charlie asentía con la cabeza al ritmo,
daba golpecitos con los dedos contra la rodilla y cantaba junto con George Ezra.
En tanto Wick se concentraba en salir de la ciudad y entrar en un tramo de
la carretera, Darcy se retorció en su asiento para hablar conmigo. —Así que saliste
con Topher Nicholl, ¿eh? ¿Cómo fue eso?
—Darce —advirtió Wick, mirándola fijamente.
—¿Qué? —preguntó su hermana—. Solo tengo curiosidad.
—Espera. —Charlie me miró, con la boca abierta, en un estado de shock
absoluto—. ¿Saliste con Pan integral? ¿El enemigo mortal de Wick? ¿Por qué no
lo sabía ya?
Arrugué la nariz, confundida. —¿Pan integral?
—Ya sabes... —Agitó una mano distraída—. Topher Nicholl. Pan integral.
Izzy puso los ojos en blanco y explicó: —Ella siempre lo ha llamado así,
porque piensa que su nombre suena a pan de centeno.
—Ah. —Después de asentir, lo pensé bien y resoplé—. De verdad que sí,
¿verdad?
—¿Cierto? —dijo Charlie, extendiendo una mano como para agradecerme
por estar de acuerdo.
Darcy me miró secamente. —Con Charlie, todo gira en torno a la comida.
—En serio, cada vez que lo escucho, empiezo a tener antojo de un
sándwich Reuben —continuó Charlie—. Dios mío, por favor, díganme que tienen
pan integral en su apartamento. ¿Y algo de carne encurtida, queso suizo, chucrut
y aderezo de Thousand Island? ¡Por favor!
—No. —Wick parecía encantado de responder—. Ni siquiera una de esas
cosas.
La adolescente se desinfló de decepción y murmuró: —Imagínate. —Solo
para chocar su brazo contra el mío—. ¿Cómo es salir con Pan integral?
—Eh... —Al sentir que me ponían en aprietos, me rasqué el cuello de
repente—. No sé. Estaba bien al principio. Supongo que sí. Fue amable conmigo.
Halagador, sabes. Me hacía sonreír y reír. Eso estuvo genial. Pero luego hacía
cosas, pequeñas e irritantes, que eran simplemente... malas para la gente. Y me
enojaba tanto con él, que me hacía sentir mal por juzgarlo como lo hice y dejar
que esas cositas me molestaran. Al final, sentía una gran bola de culpa por no ser
una novia leal y lo suficientemente buena para él, porque constantemente quería
que cambiara y mejorara. Quería que dejara de ser tan... él, lo que me hacía sentir
mal, sabes. Se suponía que tenía que aceptarlo por lo que era, ¿verdad? Quiero
decir, no soy perfecta de ninguna manera; ¿por qué esperaba que él lo fuera? —
Me encogí de hombros—. No lo sé. Supongo que ya no importa. Después de
atraparlo engañando, todo eso desapareció. Así que ahora me siento como una
estúpida idiota y completamente enferma del estómago por el hecho de que
alguna vez permití que un imbécil así me tocara. Y lo que es peor, es un ex
horrible.
Les conté sobre el rumor de las ETS que Topher estaba circulando por el
campus sobre mí.
Wick me miró sorprendido. —¿En serio? No había oído hablar de eso.
Maldita sea, pero nunca deja de ser un imbécil, ¿verdad?
Me encogí de hombros. —Sí. Apesta.
—Yo le rayaría su auto por una jugada tan idiota como esa —decidió
Darcy.
—He intentado pensar en algún tipo de represalia —coincidí—. Pero... —
Inconscientemente me encontré con la mirada de Wick en el espejo retrovisor
cuando levantó la vista y la culpa me atacó—. Nada ha salido bien todavía.
—Oh, oye. Acabo de ver una película donde la chica dejó un condón usado
lleno de semen falso y una prenda de ropa en la cama de su ex para que pareciera
que se había acostado con otro tipo en su colchón. Fue impresionante. Él se cabreó
tanto.
—Maldita sea. Yo también lo estaría —estuvo de acuerdo Darcy antes de
asentir—. Ésa sería buena para ti, justo ahí.
No dije nada. Wick se quedó mudo, lo que me hizo sentir peor.
Gracias a Dios, Izzy habló y cambió el tema, preguntando a los demás algo
sobre sus padres, porque podría haber empezado a llorar si hubiéramos seguido
con esta línea de conversación.
Como mi relación con Topher fue olvidada, me concentré en la parte
posterior de la cabeza de Wick, o más bien en el lado de su cara cuando miraba
al asiento del pasajero cada vez que Darcy hablaba. Cada rastrojo de vello en su
mandíbula parecía tener una silueta en el resplandor del tablero de instrumentos
de la camioneta.
Verlo una vez más me envió a mi lugar tranquilo, tanto es así que cuando
“Good Feeling”, de Flo Rida, sonó, y tanto Charlie como Izzy detuvieron lo que
sea que estuvieran discutiendo para animar a ambos lados, gritando el nombre
de Wick, me sorprendí al darme cuenta de que sus hermanas continuaban por
ahí.
Wick agitó la cabeza y le envió a Darcy una mirada seca. —Tenías que
añadir esto a tu lista de reproducción, ¿no?
—Ya sabes. —Se rio mientras Izzy y Charlie cantaban—: Wickham,
Wickham, Wickham.
—Nop —les dijo—. No lo voy a hacer.
Charlie empujó su asiento por detrás. —Sí, lo harás.
—Vamos, Wick. Hazlo. Hazlo —le rogó Izzy.
Miré a todos los que lo incitaban y agité la cabeza. —¿Es esta tu canción o
algo así? —Tuve que preguntar.
Me miró por encima del hombro y agitó la cabeza. —Una vez la canté.
—Es la canción que siempre se pone en los auriculares y que escucha
cuando se prepara para un partido de fútbol —añadió Izzy.
Wick la cortó con un extraño ceño fruncido. —¿Cómo sabes eso?
Darcy resopló y alcanzó el volumen. —Si yo fuera tú, me sorprendería más
si la estudiante de periodismo Nancy Drew no supiera algo. Ahora, dale,
hermano. Haz trabajar esas tuberías.
Riéndose entre dientes, Wick agitó la cabeza mientras Darcy aumentaba el
volumen.
De los altavoces, Flo Rida cantó: —Tengo una sensación que nunca, nunca,
nunca, nunca, nunca he tenido antes...
Izzy y Charlie se inclinaron hacia mí simultáneamente y se unieron. —No,
no.
—Tengo un buen presentimiento —agregó Flo Rida.
Y justo a tiempo, Wick tampoco pudo contenerse. Señaló a Darcy,
gritando: —Sí.
Mi mandíbula se abrió porque, Oh... Dios mío, Wick estaba cantando una
canción en la radio.
Todas las hermanas gritaron de alegría, Darcy subió el volumen al
máximo, y así, todos en el vehículo empezaron a cantar, yo incluida. Rebotamos
en nuestros asientos y sacudimos la cabeza al ritmo de la música. No nos
importaba que ninguno de nosotros pudiera llevar una melodía; además, apenas
nos oíamos por encima de la música.
Cuando llegó la última línea, Izzy y yo nos apoyamos de espalda la una
en la otra para hacer una pose, y luego nos reímos juntas por nuestra estupidez.
—Guau —empecé, incapaz de dejar de reír—. Eso fue...
Pero la palabra “increíble” fue ahogada por el grito de entusiasmo de
Charlie cuando llegó la siguiente canción.
Así que todos cantamos “Thunder” de Imagine Dragon, luego “It's the End
of the World as We Know It” de R.E.M., “Save a Horse (Ride a Cowboy)” de Big
& Rich, “You Shook Me All Night Long” de AC/DC, “You Shook Me All Night
Long” de Lil Nas X con un poco de “Old Town Road”, y “Jump Around” de House
of Pain.
Me recosté en el asiento, exhausta cuando una canción lenta finalmente
comenzó después de eso.
—Esta canción apesta —anunció Izzy, arrugando la nariz—. ¿Qué sigue?
—Déjame ver. —Mientras Darcy agarraba su teléfono de la consola central
y empezaba a desplazarse, me quedé un poco fascinada al ver cómo los dedos de
Wick tocaban la batería al ritmo de la melodía. Tenía unas manos muy bonitas,
fuertes, capaces y masculinas. Verlas hacer algo casi suave como eso las hacía
parecer increíblemente eróticas.
Me obsesioné demasiado con verlas y casi salté cuando Charlie de repente
gritó a mi lado, golpeando en el respaldo de su asiento. —¡Ooh, ooh! —gritó—.
Gasolinera. Hagamos una pausa para comer.
—¿Qué tal si esperamos hasta que estemos más cerca de la casa
embrujada? —sugirió Darcy.
Pero entonces Izzy dijo: —Excepto que tengo que orinar.
—Oh, Jesús —refunfuñó Wick, disminuyendo la velocidad y encendiendo
su señal antes de entrar al estacionamiento de la tienda de conveniencia.
Tan pronto como se estacionó, se retorció en su asiento para señalar a
Charlie. —Nada de burritos.
—Lo que sea. —Charlie puso los ojos en blanco—. Relájate. Estaré bien.
Pero Izzy y Darcy respondieron: —Nada de burritos.
La Webster más joven me miró secamente como si estuviera
compadeciéndose. —Son tan paranoicos.
Me encogí de hombros, sin tener ni idea de por qué no se le permitía comer
un burrito y le hice una mueca de dolor compasiva. Luego me deslicé del coche
por el costado de Izzy porque había dejado la puerta abierta para entrar
corriendo a la estación de servicio en busca de un baño.
Charlie me siguió ya que Wick se estaba tomando su tiempo, recogiendo
su billetera, teléfono y llaves.
—Entonces, ¿te asustas fácilmente? —preguntó haciendo conversación en
tanto nos dirigíamos a la entrada principal iluminada.
—No veo muchas películas de miedo, así que sí, probablemente —
coincidí.
La adolescente asintió. —Genial. Esta debería ser una noche genial,
entonces. —Y pasó delante de mí para entrar corriendo. Cuando abrí la puerta y
eché un vistazo, Charlie ya estaba en la pizzería y Darcy miraba el segundo
pasillo de comida con sus brazos llenos de patatas fritas, barras de caramelo y
bolsas de comida chatarra.
Miré hacia Wick. Casi nos alcanzaba, así que esperé, sujetándole la puerta.
Cuando se dio cuenta de lo que hacía, parpadeó y titubeó un paso.
—Gracias. —Agarró la puerta justo encima de mí para que yo pudiera
soltarla y continuar delante de él.
Charlie se tocaba la barbilla y estudiaba la selección de pizza mientras
Darcy se detenía en la máquina de dulces, así que fui a las neveras, abrí una
puerta y saqué un Dr. Pepper de cereza. Después de encontrar algunos caramelos,
una barra de chocolate, y un bocadillo de maíz, vi a Wick en los refrigeradores
también, eligiendo una bebida saludable baja en carbohidratos.
Agitando la cabeza con tristeza, tiré mi comida sobre el mostrador para
pagarla en un momento y me dirigí hacia él, suspirando. Siempre comía cosas
saludables, nunca se desviaba.
Simplemente no estaba bien.
—¿Qué? —preguntó, notando mi expresión de desilusión.
—¿Eso es lo que vas a comprar? —Puse las manos en mis caderas—. ¿De
verdad?
Miró a la bebida, frunciendo el ceño, confundido. —¿Qué tiene de malo?
—Nada. Si es lo que realmente quieres. —Tomándolo de su mano, me
acerqué, hasta llegar a su espacio personal, lo que le hizo aspirar y concentrarse
en mí intensamente.
—Así que... —Levanté la botella, agitándola lentamente de un lado a otro
de una manera casi seductora—. ¿Es esto lo que realmente quieres, Wickham?
Ignorando la bebida, su mirada se posó sobre mí cálidamente antes de
concentrarse en mi labio inferior que inconscientemente había chupado entre mis
dientes.
Con voz baja y áspera, dijo: —Lo siento, creo que olvidé la pregunta.
Disfrutando un poco demasiado, me acerqué aún más y pasé mi dedo
sobre la letra V de la palabra nervioso que estaba estirada sobre su pecho. —La
bebida —repetí suavemente—. ¿Quieres la bebida?
—No —respiró, pareciendo fascinado con mi boca—. Esa maldita bebida
puede ser lo último que quiero.
Sonreí. —Entonces no la tendrás. —Retrocediendo para poner más espacio
entre nosotros, volví al asunto y abrí la puerta para poner la botella en su sitio.
Agitó la cabeza lentamente. —Pero sabes que normalmente trato de vigilar
lo que tomo durante la temporada.
Asentí. —Sí, excepto que esta noche es especial para ti y tus hermanas.
—Lo es —admitió.
—Así que, derrocha. Solamente esta noche. —Me incliné y le susurré
escandalosamente—: Sé un poco malo.
Tembló y respiró hondo antes de echarse hacia atrás para mirarme a la
cara. Luego una sonrisa curvó sus labios. —Maldición, eres buena en eso. —Y
abrió otra puerta para sacar un Mountain Dew.
Asentí. —Mucho mejor.
Terminó con una barra de Snickers, un paquete de Slim Jims y una caja de
Mike e Ikes para acompañar su bebida de mala reputación.
Mientras nos acercábamos juntos al mostrador para pagar, desde el otro
lado de la tienda, Izzy gritó: —¡Charlie! ¡No lo hiciste!
Echamos un vistazo justo a tiempo para ver a la adolescente haciendo una
pausa con un burrito medio comido en la boca. A mi lado, Wick gimió y cerró los
ojos brevemente.
—¿Qué? —murmuró Charlie entre mordiscos—. Ya lo pagué.
—No más —exigió Darcy, saltando para arrancarlo de su mano y tirar la
porción restante en un cubo de basura cercano—. En serio, no puedo contigo. Si
no fuera demasiado tarde para dar la vuelta y llevarte a casa, te haría quedarte
en lo de Wick mientras el resto nos vamos a la casa encantada.
—Oh, vamos. No es para tanto.
—¿Cuál es el problema? —le pregunté a Wick.
Él solo suspiró sin contestar y le dio al empleado algo de dinero para pagar
por sus bocadillos y los míos.
—Oh, no tenías que... —Empecé, solo para que la chica detrás del
mostrador me cortara al mostrarle una sonrisa atractiva.
—Me gustan las trenzas, por cierto. Son tan lindas.
—Y aquí pretendía que sean adorables —respondió Wick, mirándome
fijamente, con los ojos brillantes de diversión.
Pero la empleada se rió en respuesta, haciendo que le lanzara una mirada
de sorpresa, como si no pudiera entender por qué ella lo encontraría divertido.
Me mordí el labio, pensando que eso tenía que ser lo más atractivo de Wick; no
tenía ni idea de que era guapo, que las chicas no podían evitar adularlo y
parlotear sobre él.
—Aquí está tu cambio. Que pases una buena noche con tus hermanas —
dijo, pestañeando mientras devolvía un montón de monedas.
—Gracias.
Sin embargo, antes de que Wick pudiera alcanzarlas, extendí mi mano
para tomar el cambio para que él y la cajera no pudieran tocarse.
Mezquina, lo sé. Pero no pude evitarlo.
—Sí, gracias —agregué, agarrando también nuestra bolsa de comida antes
de enganchar mi brazo al de Wick y sacarlo de la tienda. Lejos de ella.
Él miró hacia atrás con curiosidad antes de mirarme. —Um... ¿Qué fue
eso?
De ninguna manera me encontraba dispuesta a admitir que había estado
celosa de la empleada de la tienda que había estado coqueteando con él. De
ninguna manera. Así que le dije: —¿Qué? Solo estoy emocionada por comenzar
esta noche de terror.
Entrecerró los ojos, haciéndome saber que sospechaba la verdad. Pero lo
ignoré y empecé a escarbar en nuestro paquete de golosinas.
Las hermanas de Wick habían estado justo detrás de nosotros en la fila, así
que para cuando él y yo ordenamos nuestras cosas, todas las demás estaban
subiendo y listas para volver a la carretera.
Excepto que nadie dijo una palabra. Nadie se zambulló en sus bolsas de
bocadillos. Darcy incluso se olvidó de volver a poner la banda sonora de su viaje
por carretera. Cuando la tensión pareció aumentar lo suficiente como para
hacerme sentir muy incómoda, me incliné hacia Izzy y le susurré: —¿Me estoy
perdiendo algo? ¿Qué ha pasado?
Izzy se inclinó hacia atrás y murmuró: —Espéralo.
Un minuto más tarde, pasó. Al principio, mis fosas nasales simplemente
se agitaron, reconociendo el hedor que ya había pasado. Pero entonces mis ojos
comenzaron a lagrimear, y oh, Dios... realmente apestaba.
Tosí un poco, incapaz de contenerme. No quería ofender a quien se haya
tirado un gas, pero guau. Oh guau, era difícil respirar.
Darcy me miró y, de repente, ella también lo olió. —¡Oh, Dios! ¡Charlie!
Entonces Wick estaba gritando: —Mierda, eso es nauseabundo —al mismo
tiempo que bajaba la ventanilla para ventilar el lugar.
Izzy hizo lo mismo. —Sí, ahí está —anunció, empujando el pestillo de la
ventana lateral para abrirla.
La adolescente se encogió de hombros. —Honestamente, no es tan malo.
—¿No es tan malo? —chilló Darcy, tratando de atraer el aire fresco de la
noche a través de su ventana—. ¿Estás loca? Es lo peor que he olido en toda mi
vida, y estoy en la profesión médica.
—Me quedo atrapado en un autobús con otros cincuenta tipos durante
horas —añadió Wick—, y nunca he olido nada tan malo.
—Oh, lo que sea. No crees que sea tan malo, ¿verdad, Haven?
—Oh, Dios —jadeé, levantando el escote de mi camisa para cubrirme la
nariz—. ¿Cómo pudieron atraparme en el asiento del medio de esta manera?
Apártate —le pedí a Izzy, apiñándola en su espacio—. Necesito aire.
Treinta y cinco insoportablemente largos y apestosos minutos después,
finalmente llegamos a la casa de espantos.
Me pegué a Wick tan pronto como bajamos de la camioneta, y de un lado
de mi boca, le dije: —La próxima vez que intentes advertirme donde está el peor
lugar para sentarme, voy a creerte.
Riendo entre dientes, tomó mi mano y apretó brevemente antes de
soltarla. —Deberías hacer una nota para creer siempre a un tipo con coletas.
Eché la cabeza hacia atrás y me reí, lo que hizo que sus hermanas nos
miraran con curiosidad.
Cuando llegamos a la puerta, pagué la cuota de entrada para los cinco, que
tuvo a la mitad de los hermanos protestando y la otra mitad agradeciéndome
profusamente.
Sintiéndome bien conmigo misma, entré primero, solo para gritar y
volverme a la persona que entró detrás de mí cuando un loco con un cuchillo
ensangrentado vino corriendo hacia mí a través de la niebla.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué demonios?
Un cálido brazo de apoyo se envolvió alrededor de mi cintura. Contenta
de que fuera Wick, me puse de su lado y me aferré a él. —Eso no estuvo nada
bien.
—Casi me meo en los pantalones —se lamentó Izzy desde el otro lado de
él.
—Ni siquiera vi lo que pasó —se quejó Darcy detrás de nosotros—. ¿Qué
demonios ha pasado?
—¿Por qué no traes tu trasero hasta aquí y nos llevas por ese camino? —le
ofrecí—. Verás mejor entonces.
Lo hizo, solo para volver a nosotros en la siguiente habitación en la que
entramos. —No. No voy a guiar.
Una manada de vampiros se deleitaba con el cuello de un muerto en el
suelo, donde el pie del cadáver temblaba con cada golpe. Cuando nos miraron,
un vampiro se limpió la boca ensangrentada con el dorso de la mano y sonrió,
revelando unos colmillos que parecían reales.
—Miren aquí. El postre —dijo, y todo el grupo se levantó para descender
sobre nosotros.
Me acerqué aún más a Wick, casi trepando su camiseta ajustada con él.
—Oh, Dios. Se supone que no deben tocarnos, ¿verdad?
Cuando los actores se acercaron, Wick los miró. —No la toquen —aconsejó
en un tono que los hizo detenerse y abandonar su deber para asustarnos.
—Eso fue increíble —dije en la remera de Wick, abrazándolo con gratitud
y dándole palmaditas en el brazo por un trabajo bien hecho—. Eres increíble.
Ni siquiera sé cuántas habitaciones siguieron, pero cada una parecía más
aterradora que la anterior. En un momento dado, Charlie me tiró del pelo,
suplicando: —Deja de acaparar a Wick, maldita sea. Es mi hermano.
Al parecer quería esconder su cara en el lugar que yo había reclamado
como mío. Ni cerca de renunciar a mi espacio seguro, le dije: —Que te jodan. No
debiste comerte ese burrito y luego atraparme en medio del asiento trasero.
Wick rugió de risa y me abrazó más cerca de él para besarme el pelo. Debí
sentir lástima por Charlie; ella tuvo que correr a su otro lado y pelear con Darcy
e Izzy por los derechos de la multitud en su contra. Pero, no, realmente no lo hice.
Se lo merecía completamente. Para cuando encontramos el camino de regreso del
edificio sinuoso y espeluznante, me sentí muy aliviada. Me recordó a correr. Fue
un asco todo el camino, pero una vez que se acababa... Oh Dios mío, esta
adrenalina consumió mi cuerpo, haciendo que me emocionara de haber
sobrevivido.
—Eso fue increíble —anuncié.
Mientras Darcy examinaba la sangre falsa que había sido salpicada en su
camiseta e Izzy ayudaba a limpiar las tripas de imitación de la espalda de Charlie,
me volví hacia Wick. —¿Vamos a otra esta noche?
Se rió y sacó algo de mi pelo. —¿Quieres otra? ¿Abriste los ojos para ver
algo en ésta?
Me encogí de hombros. —Tal vez por un minuto o dos. ¡Oh! Tienes... un
ojo. —Se lo quité del hombro con una mueca.
—Ni siquiera sé qué es lo que tienes en el pelo —replicó, trabajando aún
para liberarlo de mis mechones oscuros.
Me reí. —Parece que nos quedamos atrapados en el set de un episodio de
The Walking Dead.
—Cierto. —Con una sonrisa, me quitó algo de la mejilla—. Hombre, te
atraparon bien.
Simplemente mirándolo mientras su pulgar se deslizaba sobre mi pómulo
una vez más, parpadeé, dándome cuenta de lo mucho que me gustaba. Quiero
decir, me gustaba mucho solo... estar con él. Era un tipo increíble.
Notando que mi humor se había asentado a medida que mis sentimientos
se volvían serios, los dedos de Wick ralentizaron su progreso en mi piel.
—¿Qué? —preguntó, preocupándose.
—Nada. —Agité la cabeza y lo miré a los ojos—. Me estoy divirtiendo
mucho esta noche. Eso es todo.
—¿Sí? —Su voz se hizo más baja mientras sus pálidos ojos se oscurecían
con satisfacción—. Bien. Necesitabas un poco de diversión.
Abrí la boca para agradecerle por dejarme acompañarlos y conocer a sus
hermanas, por hacerme sentir incluida, y simplemente por ser quien era.
Pero Darcy gritó: —Oigan, tortolitos —interrumpiendo completamente
nuestro momento—. ¿Vamos a ir a más casas de terror esta noche, o solo quieren
quedarse parados y hacerse ojitos el uno al otro?
Wick se alejó de mí antes de fruncirle el ceño a su hermana. —Jesús, Darcy
—regañó.
Pero ella tenía razón. Esta noche no era en la que me ponía sentimental.
Así que grité “Copiloto” y salí corriendo hacia el vehículo de Wick, riendo
cuando oí a las hermanas maldecir detrás de mí cuando se dieron cuenta de que
las tres tenían que compartir el asiento trasero juntas.
Sexta edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por amaria.viana


Corregido por Pame .R.

Mi primer año se movió a segundo año. Con el comienzo de un nuevo


semestre, estaba decidido a poner mi vida en orden.
Así que seguí el consejo de Rush: Puse todo de mí para aprender la tuba.
Mi talento creció hasta el punto de que cuando gané suficiente dinero para
comprar un nuevo instrumento, me encontré vagando hacia la sección de tubas
en lugar de las trompetas cuando entré en la tienda de música.
Perdí mi gusto por las trompetas, supongo. Desde el calvario con Reuben,
no quería tocar nada de lo que él tocaba. Demonios, ni siquiera quería estar en la
misma banda de música que él, mucho menos en la misma sección de vientos.
Pero me encariñé con mi tuba, así que decidí soportar ese poco de distancia.
También me propuse el objetivo de dejar de pensar en Avery. Continuó
saliendo con Reuben, de todos modos, lo que me ayudó a perder algo de gusto
por ella. No del todo, pero lo suficiente para ayudarme a dirigir mi atención a
Kerri.
Kerri también tocaba la tuba. Era divertida, dulce y conversábamos de
todo. El hecho de que pudiera hablar con ella sin tartamudear o sentir que me iba
a desmayar fue una razón enorme por la que finalmente la invité a salir. Eso, y
que nunca tuve la sensación de dolor y falta de aliento por ella que siempre había
sentido por Avery.
Aprendí que no podía confiar en la sensación de dolor y dificultad para
respirar. Solo me volvía estúpido y cobarde, y me dejaba aplastado. Si nunca
volvía a sentirme así, sería feliz.
Pero, Kerri era segura. No removía cosas locas, salvajes, incontrolables y
obsesivas dentro de mí. Solo hacía las cosas… tranquilas. Cuando me hizo reír en
nuestra cita, me sentí en la cima del mundo. Había pasado tanto tiempo desde la
última vez que me reí de verdad. La risa era agradable. Comencé a sentir como si
realmente pudiera hacer esto. Podría seguir adelante y olvidarme por completo
de Reuben, el imbécil y su novia, como se llamara.
Eso fue hasta la semana siguiente, cuando me encontraba calentando en el
campo de práctica, esperando que llegaran los otros tubistas cuando Reuben pasó
silbando, solo para hacer una pausa y decir: —Hola, Henry.
Debería haberlo ignorado.
¿Por qué diablos no lo ignoré?
Enderezándome de la boquilla de mi instrumento, le lancé una mirada
fulminante incluso por hablarme.
—Escuché que saliste con Kerri Tuba. ¿Ya lo han concretado?
Poniendo los ojos en blanco, levanté la boquilla de nuevo a mis labios, con
la intención de seguir adelante como si él no estuviera allí. Pero antes de que
pudiera tocar una nota para ahogarlo, se rio. —Solo tengo curiosidad por saber
si crees que ella también sonaba como un gato moribundo cuando se vino. Oh,
bueno. —Luego se encogió de hombros y se alejó, silbando de nuevo—. Dudo
que la hagas correrse, de todos modos.
El calor bajó por mi cuero cabelludo, después a lo largo de mi columna
vertebral hasta que me convertí en una temblorosa bola de rabia.
—Él no lo hizo —dije en voz alta después de que se fue—. No lo haría. —
Excepto que sabía que por supuesto que lo haría. Se acostaría con Kerri solo
porque yo había salido con ella.
Hijo de puta.
—Hola, Henry. —La voz de Kerri sonó de repente, haciéndome saltar y
girarme para mirarla, donde el latón de su tuba brillaba a la luz del sol. Con sus
mejillas sonrojadas por apresurarse cuando me alcanzó, se apartó el cabello de la
cara, colocó su tuba a su alrededor y dijo—: La pasé muy bien la semana pasada.
Y estoy muy ansiosa por este fin de semana.
—Eso es genial —dije sonriendo, aunque no tenía ganas de sonreír en
absoluto. Sin saber lo que me sobrevino, agregué conversacionalmente—: Yo
también. Pero, um, oye, aunque, tengo una pregunta extraña, al azar. ¿Tuviste
sexo con Reuben?
—Yo… —Sus ojos se abrieron con culpa. Se lamió los labios y se recogió
todo el pelo en la mano para evitar que el viento volviera a volarlo a su cara.
Entonces se estremeció—. O sea, ¿es un problema para ti? No pensé que fuéramos
exclusivos ni nada, y él fue tan…
¿Exclusivos? Eso significaba que ella se acostó con él recientemente, es decir,
desde nuestra cita recientemente.
Maldita sea.
Sin querer escuchar en lo que Reuben era tan bueno, agité una mano para
cortarla. —No. Quiero decir, sí, no hay problema. Está bien. —Como el infierno,
estaba bien—. No lo éramos… es decir, tienes razón. Tú y yo no éramos exclusivos.
De ningún modo.
Solo salimos y lo pasamos bien juntos, planeábamos salir de nuevo, y
asumí que no se iría a acostar con nadie más, menos con mi archienemigo, hasta
que tal vez lo hiciéramos primero.
—Entonces, ¿fue reciente? —Insistí para saber, aunque ya lo sabía—. ¿Que
salieron? —No sé por qué necesitaba escucharla decir las palabras en voz alta.
Tal vez era un fanático de la auto-tortura—. ¿Más recientemente que nuestra cita?
—Fue anoche —respondió con inquietud.
Asentí y exhalé un largo suspiro.
Leyendo mi expresión, Kerri se encogió. —Es un problema para ti, ¿no es
así?
Cien por ciento sí, lo era. Pero tenía que admitirlo, me alegraba que ella
fuera sincera conmigo al respecto. Si hubiera sido cualquier otro tipo además de
Reuben, podría haber podido lidiar con eso, porque ella tenía razón, no éramos
exclusivos y una cita no significaba que tuviera que comprometerse conmigo en
cualquier manera.
—Es solo que… —Me cubrí, tratando de decírselo fácilmente—. Pensé que
Reuben tenía novia. Ya sabes, una con la que era exclusivo.
Sus ojos se ensancharon. —Oh, Dios. No vas a contarle a Avery sobre
nosotros, ¿verdad?
Um, vaya.
—Entonces, ¿todavía está con ella? —pregunté, sacudiendo la cabeza y
tratando de entender cómo a Kerri le gustaba tanto Reuben que aún se hallaba
dispuesta a acostarse con él, a pesar de que estaba saliendo con alguien más.
—Sí, pero… —comenzó, haciéndome perder todo el respeto por ella—.
Fue un error. No quise hacerlo. Fue tan encantador y divertido, y una cosa llevó
a la otra. Aunque no soy así. Ya sabes… la otra chica. Lo juro. Solo fue una vez.
No soy infiel.
Ella era la definición de una infiel. Y también Reuben.
Santa mierda. Reuben era un tramposo. Había engañado a Avery. ¿Por qué
demonios alguien engañaría a Avery?
—Espero que aún quieras salir otra vez —decía Kerri.
Mi frente se frunció cuando le lancé una mirada incrédula. —Sí, en esta
vida no —respondí antes de alejarme. Acababa de eliminarla de mi consideración
por completo.
Olvidándome de ella, corrí directamente hacia Rush, donde se encontraba
tocando con el resto de la línea del tambor.
—Él la engañó —solté, sin aliento y frenético tan pronto como lo alcancé.
Mi corazón latía con fuerza y mis pensamientos se aceleraban—. La engañó, joder.
Dejó de tocar para parpadear como si estuviera loco. —Jesús, despacio.
¿Quién está engañando a quién?
—¡Reuben! —gruñí como si no pudiera referirme a nadie más—. A, ya
sabes, ella.
—En serio. —Levantó las cejas—. Guau. ¿Recién acabas de descubrir que
él no es fiel?
—¿Qué quieres decir con que no es fiel? —grité con horror—. ¿Estás
diciendo que la ha engañado más de una vez?
Pero… ¿Cómo, en nombre de Dios, alguien podría engañarla? ¿Sobre todo
varias veces?
Rush se encogió de hombros como si no fuera gran cosa. —He oído hablar
de algunas chicas diferentes. ¿Por qué? ¿A quién te enteraste que estaba follando?
—A Kerri —murmuré amargamente.
Sus ojos se ensancharon. —¿Te refieres a tu Kerri? ¿Se folló a Kerri Tuba?
Resoplé. —Confía en mí, no es nada mío.
—¿Qué carajo? Pero ella estaba muy interesada en ti, y tuvieron una gran
cita. ¿Cómo podría…?
—Enfócate —gruñí—. ¿Por qué Reuben todavía está con… con ella? Si él
sale con otras chicas, ¿por qué no la deja?
—Maldición, hombre. —Rush sacudió la cabeza lentamente—. Aún no
puedes decir su nombre, ¿verdad?
—¿Responderás a mis malditas preguntas?
—Amigo, no sé por qué me preguntas. ¿Por qué no has descubierto todo
esto tú mismo? Es claro como el día para mí. Sigue con ella porque sabe que la
quieres.
—¿Qué? —Arrugué la cara con incredulidad. Luego negué con la cabeza
insistentemente—. Imposible. No se quedaría con ella tanto tiempo solo por mi
culpa. Además, ¿por qué se molestaría? Sé que nunca podré tenerla. Ahora no. Ni
siquiera… ya sabes, contemplaría la idea. Me he rendido con eso.
Resopló. —Pero, ¿es verdad? —Golpeando su brazo contra el mío como
para llamar mi atención, hizo un gesto con la cabeza hacia algo detrás de mí antes
de señalarlo también.
Me volví para encontrar lo que quería que viera, y allí se encontraba ella,
corriendo por el césped abierto del campo de práctica para ir detrás de Reuben y
reír mientras le cubría los ojos con sus manos, sorprendiéndolo con su aparición.
Dios, era bonita.
El anhelo rebanaba en mis entrañas.
Se hallaban lo suficientemente lejos como para que no pudiera oír lo que
decían, pero lo que él respondió la hizo reír y le quitó los dedos de los ojos para
poder girar y besarla.
Y un nuevo golpe de dolor siguió al anhelo.
Cuando Reuben se fijó en nosotros y me sorprendió mirando fijamente,
me sonrió y deslizó un brazo alrededor de los hombros de Avery, burlándose de
mí.
—Ves —dijo Rush—. Eso. Te miró directamente después de besarla, para
asegurarse de que estabas mirando. Te está carcomiendo por dentro, y él lo sabe.
Es por eso que sigue con ella.
—Mierda. —Tenía razón. Inmediatamente me di la vuelta cuando el deseo
doloroso y sin aliento regresó. Mis hombros se desplomaron cuando admití la
verdad—. Todavía la quiero.
—Nunca lo entenderé —dijo Rush, sacudiendo la cabeza a mi lado—.
Nunca has hablado con ella.
—Lo sé. Es por eso que estoy tratando de detenerlo. Toda esta obsesión es
muy estúpida. No tiene sentido. Y eso me molesta mucho. Justo cuando creo que
puedo liberarme de eso, alguien dice su nombre o… —La señalé—. La veo, y
simplemente… vuelve a resurgir, tan intenso como siempre. ¿Por qué demonios
no puedo detenerlo?
Rush me dio unas palmaditas en el hombro antes de agarrarlo. —Porque
tienes demasiadas esperanzas en tu corazón, amigo.
—Bueno, quiero que desaparezca —gruñí y apreté mis manos a los
costados—. Ya no quiero soñar con lo qué pasaría. Quiero… solo quiero no tener
esperanzas. —Miré a Rush con tristeza—. Tengo que mejorar mi juego, ¿no?
Escondérselo con más tacto.
—Si pudieras dejar de suspirar por ella, eso sería lo mejor. Pero sí, debes
dejar de hacerlo tan obvio. —Luego inclinó la barbilla, haciendo un gesto—. Se
está yendo, por cierto, así que puedes dejar de mirar en todas partes, menos allá.
Inmediatamente miré para verla alejarse con la luz del sol brillando en su
melena dorada mientras se movía alegremente detrás de ella. Se veía tan feliz.
Contenta.
La simpatía creció en mí. —Ni siquiera lo sabe, ¿verdad? —murmuré—.
No tiene ni idea que sale con un infiel.
—Es difícil de decir, pero sí, probablemente no.
—Alguien debería decirle.
Rush soltó una carcajada y extendió la mano. —Adelante.
Negué de inmediato con la cabeza. —No. Yo no. No puedo ser yo.
—¿Por qué no?
—Porque si yo fuera quien le dijera, todos dirían que fue solo porque la
quería para mí.
—Bien, ¿no es así?
—No —gruñí. Luego hice una mueca—. Quiero decir, no completamente.
También estoy preocupado por ella. No debería quedarse inconsciente. Digo, si
me estuvieran engañando, me gustaría saberlo.
—Bien. —Rush se metió las baquetas en su bolsillo trasero—. No quiero
acostarme con ella, así que iré a decirle. —Me lanzó una mirada—. ¿Qué tipo de
persona crees que es? ¿La caja de pañuelos de papel, alcohol, helado y chocolate,
o la del tipo que destrozaría su coche?
—Mierda, tienes razón. —Agarré su camiseta para evitar que se fuera a
ningún lado—. No puedes decirle. Ha estado con él durante un año. Esto la
destruiría.
Rush se encogió de hombros como si no le importara. —Probablemente.
Suspiré. —Entonces tal vez sea mejor si no lo sabe. No pueden durar para
siempre. Tal vez algo más, algo menos doloroso, los separará.
Y así, volví a tener esperanzas. Mi cerebro se agitó a la vida con más “qué
pasaría si”.
¿Y si ella y Reuben se separaran?
¿Y si pudiera hablar con ella ahora?
¿Y si todavía tuviera una oportunidad?
Y si…
Lo juro, esas dos palabras eran más adictivas que el crack. Me aferré a ellas
neuróticamente, imaginando todo lo que podría ser mientras que ignoraba por
completo cómo era realmente. Era gracioso, pero creo que tener demasiadas
esperanzas hizo que una persona fuera aún más un caso perdido. Porque eso es
lo que yo era: absolutamente desesperado.
Traducido por Tolola & MadHatter
Corregido por Pame .R.

Fuimos a dos casas de fantasmas más antes de que terminara la noche. En


el viaje de regreso al apartamento, el interior de la camioneta de Wick se volvió
silencioso, haciéndome pensar que todos se encontraban cansados y listos para
irse a casa.
Pero, tan pronto como encontró un lugar para estacionar a una cuadra de
nuestro hogar, las hermanas volvieron a la vida.
—¿Podemos beber? —le rogó Charlie a Darcy mientras salíamos de la
camioneta—. Por favor, por favor, por favor. Nos dejaste el año pasado.
—El año pasado —empezó Darcy con una mueca de dolor—. Fue un error.
—Oh, vamos. —Izzy también se metió—. Esta es la única vez que Charlie
y yo tomamos un poco de alcohol.
Su hermana mayor les envió una sonrisa agradable. —No es verdad.
Pueden tomar todo lo que quieran cuando las dos cumplan veintiún años.
Abandonándola, se volvieron hacia su hermano. —Wick —suplicaron,
tirando de su brazo mientras nos acercábamos al complejo.
Levantó un dedo. —Un trago.
—Wick —se quejó Darcy en tanto las otras dos vitoreaban y corrían delante
de nosotros.
Se encogió de hombros. —¿Cuál es el daño? Van a estar dentro el resto de
la noche, y un vaso no las matará. Además, esto tiene que ser mejor que ir a la
fiesta de un compañero loco por el alcohol y meterse en problemas.
—Vaya, vas a ser un padre tan estricto algún día.
Sacudiendo la cabeza como si estuviera decepcionada, Darcy se apresuró
a seguir a las otras dos hermanas adentro.
—Así que.... ¿De verdad se van a quedar a dormir? —pregunté cuando
Wick se quedó atrás como si hubiera hecho algo malo.
Me miró. Las luces de las calles hacían que los ángulos de su rostro se
vieran más severos y sorprendentemente oscuros de esta manera. —Ese era el
plan —empezó—, pero si tienes algún problema con ello...
—No, no, está bien —le aseguré—. Además, no quería que la noche ya se
acabara. —Asintió, pero no respondió. Preocupada por él, lo agarré del brazo—.
Oye, me pareció increíble que dijeras que podían tomar un trago.
Me miró, solo para suspirar. —Aunque sí debería poner más límites con la
gente.
Se me abrió la boca. —¿De qué estás hablando? Sí pones límites. Dejaste
explícitamente claro que no querías involucrarte en mis planes con Topher. No
me dejaste revolcarme en mi autocompasión más de una semana. Y, esta noche,
te negaste a dejar que ninguno de esos fantasmas de la casa del terror me tocara.
No dejas que la gente te pisotee. Solo tienes un umbral más alto que la mayoría.
—Alcanzando su cara, murmuré—: Nunca te sientas mal por ser más tolerante
que otra persona. Creo que eso es lo que te hace tan increíble y especial.
Me miró asombrado y murmuró: —¿En serio?
—Claro. —Entonces me detuve e incliné la cabeza pensativamente—:
Aunque se siente extraño decir que eres despreocupado, porque la impresión
inicial que das es cualquier cosa menos eso. Lo que solo le muestras a una persona
que de verdad te importa una vez que te conoce y descubre cómo eres realmente.
—Con una sonrisa, me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla—. Nunca
cambies; me gustas tal como eres. —Entonces lo agarré de la mano y tiré de él
hacia la puerta principal—. Ahora, date prisa. Nunca he estado en una fiesta de
pijamas. Estoy un poco emocionada.
Wick se rio y me siguió adentro. Pero, tan pronto como entramos en el
apartamento, nos paramos sorprendidos en la puerta. Darcy, Izzy y Charlie se
habían hecho cargo. Habían empujado la mesa de centro a una pared lateral para
hacer un espacio grande y abierto en el medio de la sala de adelante, y luego
habían quitado todas las mantas y almohadas de la cama de Wick antes de
tirarlas al suelo entre un montón de sacos de dormir y otras almohadas que
debían haber traído de casa.
—Bienvenidos a la pila humana —anunció Izzy, extendiendo las manos
sobre el área donde planeaban dormir—. Donde nunca se sabe qué rodilla va a
terminar en tu cara por la mañana. Es totalmente increíble.
Me reí. —Espera, iré a buscar más mantas y almohadas a mi habitación.
—Eso es —exclamó Darcy, dándome un pulgar hacia arriba mientras ella
y Charlie trabajaban para reordenar el montón.
Wick me encontró en el pasillo justo afuera de mi cuarto cuando salía con
los brazos llenos. —Sabes, no tienes que dormir en el suelo con los demás si no
quieres.
—¿Estás loco? —Le puse la mitad de mi carga en sus brazos para que la
llevara—. Soy hija única. Esto es como un sueño hecho realidad para mí.
—Muy bien, entonces. Supongo que puedo entenderlo —murmuró al
tiempo que caminábamos por el pasillo uno al lado del otro—. Incluso siendo
introvertido, me gusta ser de una familia grande. Quiero decir, no les digas esto,
pero, si pudiera elegir, probablemente mantendría a todas mis hermanas tal y
como son.
Golpeé mi hombro contra el suyo y le sonreí. —Ahh, mírate. Eres un gran
blandengue, ¿no?
Frunció el ceño. —Aunque el noventa por ciento de las veces son un real
dolor de cabeza —anunció cuando entramos en la sala de estar, solo para que una
almohada le diera una bofetada en la cara.
—Oh, eso es todo —dijo serio, soltando toda mi ropa de cama hasta que
solo sostenía una almohada—. Una de ustedes va a ser asfixiada esta noche.
Y, con eso, se abalanzó, golpeando primero a Darcy y luego a Izzy. Charlie
trató de acercarse sigilosamente detrás de él, pero también la pegó con mi
almohada. Sonreí, abrazando mi ropa de cama contra mi pecho, y los vi jugar.
Oh, sí, decidí que definitivamente aceptaría a un par de hermanos antes
que ninguno si se me diera la oportunidad.
Darcy finalmente se fijó en mí, flotando sobre ellos, y sonriendo. —¿Qué?
Crees que te vas a librar de esto, chica. Esto es por robarme el sitio del copiloto
de camino a casa. —Y me dio un golpe en el estómago. Luego se rio alegremente
antes de inclinar la cabeza hacia los demás e invitarme a unirme.
Charlie me persiguió, alegando que era por robarle el lugar junto a Wick
en las casas encantadas. E Izzy me pegó en la espalda. Cuando me giré hacia ella,
se encogió de hombros y dijo que no quería que la dejaran fuera.
No sabía cómo, pero terminé con mi columna vertebral presionada contra
la de Wick mientras luchábamos juntos contra sus hermanas.
Para cuando todos nos derrumbamos en el suelo, jadeando y agotados,
creo que cada centímetro de mi cuerpo había sido golpeado con almohadas. Me
reí, lo disfruté todo, me sentía joven, libre y contenta.
—Bien, ahora me muero de hambre —anunció Izzy.
—Sin duda. Tengo antojo de esas galletas sin hornear que Haven hizo
antes —dijo Charlie—. Y, ¿dónde está el alcohol que nos prometiste, Wickham?
—Podría hacer más de esas galletas —les ofrecí mientras Wick les decía
dónde se almacenaba el licor fuerte.
—A la cocina, entonces —declaró Darcy.
Así que la fiesta se trasladó al final del pasillo, donde Wick repartió
obedientemente su prometido vaso de ron mezclado con refresco a las dos
menores. Darcy hizo su propia bebida alcohólica, y yo empecé a hacer las
galletas.
—Bueno, Izzy dice que tu mamá está en una silla de ruedas —anunció
Charlie, apoyándose en el mostrador a mi lado mientras yo removía los
ingredientes en la estufa—. ¿Qué le pasa?
—¡Charlie! —regañaron Izzy, Wick y Darcy juntos.
Simplemente sonreí. Después de pasar la noche con Charlie, sabía que no
tenía ni una pizca de maldad en el cuerpo. No había querido decir nada grosero
con la pregunta. Además, si me ofendieran todos los que me preguntaban eso
mismo, tal vez no tendría la oportunidad de volver a ser feliz, así que respondí
con mi típica frase—: No le pasa nada. Solo tiene parálisis cerebral.
Todos me escucharon mientras les explicaba lo que eso implicaba. Luego
Izzy dijo: —No sabía que la gente con parálisis cerebral podía tener hijos.
—No hay ninguna razón médica por la que no puedan —respondí—. Ha
tenido algunos problemas con derrames cerebrales y convulsiones, así que tuvo
un par de inconvenientes para llevarme por eso. Pero no por la parálisis cerebral.
En realidad, yo fui el cuarto intento de mis padres de tener un bebé. Después de
tres abortos, fui como su hija milagro. Lo cual es abrumador a veces. Lo juro, me
habrían envuelto en papel de burbujas y me habrían puesto en un estante si
hubieran podido. Tuve que volverme testaruda y cabezota para poder hacer algo
por mi cuenta.
—Guau, así que probablemente fuiste malcriada de pequeña —adivinó
Charlie con envidia en tanto sorbía de su vaso—. ¿Tenías todo lo que querías?
Puse los ojos en blanco, pero luego tuve que sonreír y admitir: —Más o
menos, sí. Tenía mucho. —Le apunté con mi cuchara para remover—. Excepto
gatos. Siempre quise un gatito, anhelaba desesperadamente uno, pero mamá es
alérgica. Así que nada de gatos.
—Maldición. —Darcy se rio un poco desde la mesa, donde se servía más
alcohol en su vaso—. Ni siquiera puedo recordar cuántos gatos, perros y malditos
hámsteres hemos tenido a lo largo de los años.
Izzy se rio. —¿Recuerdas esos dos supuestos hámsteres que Wick tenía
que llamamos Ben y Jerry antes de que tuvieran bebés juntos?
Wick se rio desde su silla, que había inclinado sobre las dos patas traseras
y se había apoyado su propia bebida sobre el pecho. En algún momento después
de que llegáramos a casa había cambiado de lentes de contacto a sus gafas, y se
veía increíblemente delicioso con ellas.
—Papá trató de devolverlos —recordó—. Pero la tienda de mascotas se
negó. Así que llevé a los bebés a la escuela y se los regalé a todos mis amigos. Oh,
hombre, estuve castigado mucho tiempo por eso, porque mamá recibió una
llamada de casi todas las madres, quejándose de los hámsteres que sus hijos
llevaron a casa.
Lo observé un segundo más, relajado y echado para atrás como estaba. Era
un lado de Wick que era abierto y libre, y me encantaba tanto como el intenso y
malhumorado Wick cerrado que estaba acostumbrada a ver. Era un hombre muy
polifacético. Lo extraño era que, hasta ahora, me habían gustado todas sus
personalidades.
Cuando echó un vistazo y me pilló mirándolo fijamente, volví a la estufa
y terminé de preparar las galletas.
Todos se reunieron y recogieron un puñado, y regresamos a la sala de
estar. Darcy llevaba consigo la botella de ron y, aunque ya no dejaba beber a
nadie más, seguía sirviéndose vaso tras vaso.
—Dios —gimió Wick al tiempo que se arrodillaba en el sofá—. Es bueno
sentarse después de un día tan largo. —Luego dio un mordisco a su galleta y
volvió a gemir—. Mierda. —Su mirada se disparó hacia mí—. Son increíbles. Me
has estado ocultando algo, mujer.
Puse los ojos en blanco. —Están bien, supongo.
Resopló ante mi modestia y sacudió la cabeza. —Están bien increíbles.
Charlie asintió. —Tengo que decir que me gustan más que los brownies
de caramelo de nuestra madre. —Luego señaló a toda la habitación—. Pero
ninguno de ustedes me oyó decir eso.
—Um —cantó Izzy—. Voy a llamar a mamá ya mismo y delatarte.
Charlie le tiró una almohada a la cara. —No te atrevas.
Izzy resopló una carcajada. —Eres una imbécil.
La conversación continuó sobre sus comidas favoritas hasta que Charlie
de repente se acercó y me agarró del brazo como si necesitara atención inmediata.
—Y... Wick está dormido —anunció, frotándose las manos con intención
diabólica.
Eché un vistazo e inmediatamente sonreí con asombro. Todavía llevaba la
temida camiseta y tenía el cabello recogido en dos coletas. Desplomado de lado
en el sofá con los zapatos puestos, parecía una versión demasiado grande de un
niño que se había dormido después de una sobredosis de azúcar.
—Metámosle la mano en agua tibia y veamos si le hace orinarse en los
pantalones.
Me quedé sin aliento. —Imposible. —Arrastrándome hacia el sofá para
protegerlo físicamente de sus hermanas si tenía que hacerlo, sacudí la cabeza.
Toda la noche había sido mi protector; era hora de que se lo devolviera.
Frunciéndole el ceño a Charlie por sugerir tal maldad, le dije—: Ha estado
trabajando en todas partes durante toda la semana, concentrándose en nada más
que en el fútbol, las clases y la tutoría. El pobre está agotado.
Volviéndome para mirar su rostro dormido, le quité las gafas y luego me
quedé un poco fascinada al ver sus pestañas descansando contra sus mejillas y
sus labios separándose ligeramente con cada respiración. Dios, era un hombre
tan hermoso. Sintiéndome suave y emocional, extendí la mano y le quité los dos
zapatos antes de poner suavemente sus piernas en el sofá para que estuviera
completamente acostado. Luego extendí una de mis mantas sobre él.
Cuando fui a quitarle las coletas, Charlie siseó: —¡No, no lo hagas!
Le fruncí el ceño. —Oh, vamos. Las ha usado lo suficiente. Le dolerá el
cuero cabelludo si se las dejamos toda la noche.
—Vivirá. —Levantó las manos como si estuviera convenciéndome de no
saltar de la cornisa—. Ahora, ya deja de tocarlo. No quiero despertarlo.
Al darme cuenta de que estuve poniendo mis manos sobre su hermano
dormido, las aparté rápidamente, sonrojándome muchísimo. Cuando eché un
vistazo a las otras dos hermanas que me miraban preocupándome por él,
levantaron las cejas como para decir: Bueno, bueno, mira quién está enamorada de
Wick.
—Bien. —Charlie asintió con aprobación justo antes de que sus ojos se
iluminaran—. Ahora hablemos de sexo.
—¿Qué? —gritó Darcy desde la silla donde había echado las piernas sobre
el reposabrazos estando borracha—. ¿Qué demonios sabes sobre el sexo?
—Nada —dijo Charlie, arrugando la nariz—. Por eso quiero hablar de eso.
—Bueno, no me mires a mí —se lamentó Izzy, comiendo su última galleta
sin hornear y lamiéndose los dedos—. Yo también soy virgen.
—¿En serio? —preguntó Charlie, de repente deprimida—. Y yo que estaba
tan segura de que tendrías algo de experiencia tan pronto como te fueras a la
universidad.
—No —murmuró Izzy secamente—. Lamento decepcionarte, pero no sé
nada.
Cuando Charlie se volvió esperanzada en mi dirección, me reí y levanté
las manos. —Tampoco me mires a mí. Solo he estado con un chico, y eso terminó
en un desastre. Estoy bastante segura de que solo puedo decirte qué no hacer.
—Entonces, Pan integral tampoco es bueno en el sexo, ¿eh? —se lamentó
Charlie con simpatía—. Vaya. —Se volvió hacia su hermana mayor—. ¿Y tú,
Darce? ¿Con cuántos tipos has estado?
Darcy se burló con una risa. —¿Qué te hace pensar que alguna vez te diría
eso?
—¿Quince? —adivinó Charlie—. ¿Veinte? Dios mío, ¿más?
—¡Seis! —gritó Darcy horrorizada—. Santa mierda, solo seis. A pesar de
que probablemente todavía sea más que todas ustedes juntas, incluido Wick.
Todas miramos al chico desmayado en el sofá.
—No lo sé —murmuró Charlie pensativamente, estudiándolo—. El hecho
de que nunca haya traído a casa una chica para conocer a mamá y papá no
significa que no se acueste con nadie. Es una gran estrella del fútbol y no es feo.
Apuesto a que ha tenido muchas oportunidades para tener sexo.
Algo extrañamente doloroso y agudo me atravesó el estómago al pensarlo.
No me gustó la idea de Wick con otras mujeres. Especialmente con muchas otras
mujeres.
A mi lado, Darcy dijo: —Bueno, solo Izzy puede responder eso con
seguridad.
Todas miramos a Izzy, que se sonrojó y se alejó de nosotras, con los ojos
muy abiertos como un animal asustado y acorralado. —No me miren así —rogó.
Meneé la cabeza, confundida. —¿Por qué solo Izzy conocería la historia de
Wick con las chicas?
—¿Quieres decírselo, o debería hacerlo yo? —le preguntó Darcy a su
hermana del medio con aridez.
—Izzy lee todos sus correos electrónicos y mensajes de texto —anunció
Charlie alegremente.
—Shh —siseó Izzy, golpeando a Charlie en el estómago para callarla—.
¿Qué pasa si se está haciendo el dormido?
Todas miramos a Wick. No había movido ni un músculo.
—No creo que esté fingiendo —susurró Charlie.
Me volví hacia Izzy, mi curiosidad tomando el control. —¿Cómo lees
todos sus mensajes?
Se sonrojó, luciendo culpable. —Cuando se fue a la universidad, mamá y
papá le compraron una tablet nueva, así que me dio la vieja, pero nunca borró su
correo electrónico ni mensajes, así que... —Se sonrojó con culpa—. Parece que no
puedo evitarlo. Simplemente aparecen en mis notificaciones.
—Vaya —murmuré, meneando la cabeza con asombro—. ¿Y nunca los
quitaste?
Darcy resopló. —¿Por qué haría eso cuando puede obtener toda la
información interna jugosa sobre lo que ha estado haciendo? El único problema
es que Izzy es muy protectora y respetuosa con su privacidad. Puede que no
tenga problemas para espiarlo, pero nunca nos cuenta nada de lo bueno. Y, oh,
sé que ella debe saber mucho.
—Porque me siento muy mal —comenzó Izzy, retorciéndose las manos.
—¿Y él nunca lo ha descubierto? —pregunté horrorizada.
—Nop. Nunca.
—Entonces, ¿sabes con cuántas chicas ha tenido relaciones sexuales o no?
—acusó Charlie.
Cuando Izzy le envió una mirada que parecía decir no me preguntes eso, su
hermana adolescente chilló indignada.
—¡Dios mío, lo sabes! ¿Y nos lo ocultas? ¿Qué demonios? Entré en detalles
contigo acerca de la época en la que Scott McCall y yo nos besamos en la
biblioteca. ¿Cómo puedes quedarte callada?
—De acuerdo, bien —murmuró Izzy, poniendo los ojos en blanco. Me
miró rápidamente y luego se volvió hacia Darcy y Charlie—. Perdió la virginidad
en su segundo año.
—¿De la secundaria? —preguntaron Darcy y Charlie juntas, con los ojos
muy abiertos por la curiosidad.
—No. —Izzy frunció el ceño—. De la universidad.
—¿En serio? —Darcy retrocedió sorprendida y miró al dormido Wick—.
Vaya. No hubiera pensado que aguantaría tanto tiempo.
Sí, yo tampoco lo habría pensado. También lo miré con una nueva luz,
sintiéndome extraña de haber perdido mi virginidad antes que él.
Aunque era muy extraño escuchar sobre su vida sexual, y aún más
inquietante pensar en él con otra persona, me encontraba en el mismo bote que
Charlie y Darcy. Quería saberlo todo.
—¿Y desde entonces? —insistió Charlie.
Izzy suspiró cuando cedió y soltó todo: —Honestamente, solo sé de una
otra. O es que ni siquiera se besa y le cuenta cosas a su mejor amigo, o esa es la
única otra mujer con la que ha estado. Duró un par de meses el año pasado. Se
reunía con ella de vez en cuando. Creo que era mayor, fuera de la universidad.
Sus mensajes fueron bastante breves, pero directos al grano. —Levantó las cejas
reveladoramente—. Si saben a lo que me refiero.
—Oh, Dios mío —jadeó Charlie, horrorizada pero ansiosa por más—.
¿Wick tenía una amiga para follar?
—Guau. —Incluso Darcy parecía sorprendida por eso.
Simplemente me encogí, tratando de no pensar en sus manos inmóviles
sobre las de otra persona...
Pero Izzy respondió lentamente: —No. No creo que ella fuera su llamada
para follar, de todos modos. Creo que él podría haber sido el de ella. Lo llamaba,
y generalmente aceptaba ir. Tal vez no se trataba de sexo. Pero creo que era así.
Después de que ella le dijo que había conocido a otra persona con la que quería
salir en serio, los dos nunca... se enviaron mensajes de nuevo.
—Oh, maldición. —Charlie hizo un gesto de simpatía—. ¿Le rompió el
corazón?
—Eh. —Izzy hizo una mueca y se encogió de hombros—. No lo creo. No
parecía molesto por eso. Le deseó buena suerte y, bueno, le agradeció todo lo que
ella le enseñó.
Darcy soltó una carcajada. —¿Le dio las gracias? Oh, Dios mío. Wick, eres
un idiota.
—Wick tuvo a su propia señora Robinson —murmuró Charlie al mismo
tiempo que sacudía la cabeza y parpadeaba asombrada ante su hermano
dormido—. Eso es tan bizarro.
Darcy dejó escapar un sollozo repentino y se cubrió la boca. —Es mi culpa,
¿no?
Eché un vistazo para ver las lágrimas que brotaban de sus ojos.
—¿Que Wick tuviera una señora Robinson? —le preguntó Charlie,
confundida—. ¿Por qué diablos sería culpa tuya?
—No. Que le faltaran, ya saben, novias. Compañerismo femenino. Amigas
para follar. Como quieran llamarles.
Meneé la cabeza lentamente. —Estoy confundida.
—Sí —repitió Charlie—. Yo también.
Darcy se secó los ojos y se centró en nosotras. —Oh, cierto, ustedes dos no
lo sabrían. Charlie, eras demasiado joven cuando pasó, así que no lo recordarías,
pero fui abusada por el tercer marido de tía Rose cuando era pequeña.
—Oh, Dios mío —chilló Charlie—. ¿Por el tío Miles?
—No, no. Dios, no. Miles es su cuarto esposo. Este tipo... Ella se deshizo
de él después de... después de que todo salió a la luz.
—Mierda —murmuró Charlie, con los ojos muy abiertos—. ¿Por qué
nunca supe de esto?
Darcy se encogió de hombros. —No lo sé. No he tratado de mantenerlo en
secreto. Supongo que nunca antes había surgido.
—Vaya.
Darcy volvió su atención hacia mí y me explicó: —Wick es quien entró
cuando estaba ocurriendo y corrió a buscar ayuda.
Asentí, cubriéndome la boca con las manos, tratando de imaginarme a un
joven Wick, desesperado por salvar a su hermana mayor.
—Por supuesto, todos se preocuparon por mí y se aseguraron de que
recibiera asesoramiento, terapeutas, grupos de apoyo, y toda esa mierda después
—continuó Darcy—. Hoy me encuentro bien. Puedo hablar abiertamente sobre
ello y dirigir clases en el centro de salud, ayudando a otros a trabajar en pasados
similares. De hecho, la experiencia me apasionó más para querer ser enfermera,
específicamente para trabajar con personas más jóvenes. Mi único inconveniente
puede ser que tengo problemas con el compromiso, pero... Nadie pensó en lo que
le provocó a Wick cuando vio lo que vio.
Negó con la cabeza y observó a su hermano dormir como si lo hubiera
arruinado. —Siempre ha estado extremadamente incómodo con las chicas que le
atraían. Es como si se sintiera culpable por desearlas y no sabe cómo lidiar con
dos reacciones opuestas que luchan dentro de él. Esa camisa que usa... La compré
porque es totalmente él. Dios, tiene problemas por mi culpa, ¿no?
—Creo que has bebido suficiente —anunció Izzy, quitando la botella de
ron de la mano de Darcy. Luego apretó el hombro de su hermana y se inclinó
para besarle la mejilla—. Y nada es tu culpa. Además, Wick no tiene problemas.
Míralo. Él está bien.
Todas miramos y tuvimos que reírnos porque parecía ridículo con sus
coletas, usando una camiseta demasiado apretada y sus piernas cubiertas con mi
manta de unicornio favorita de la infancia.
—Sí, es totalmente normal —estuvo de acuerdo Charlie, arrastrándose
hacia Darcy para agarrar la mano de su hermana mayor—. No te preocupes,
sissy. Todo está bien.
Verlas consolarse entre sí hizo que mi corazón se apretara de anhelo.
Deseaba tener hermanas.
Luego, Charlie agregó: —Además, él y Haven estaban vibrando como
locos esta noche, y él no se sintió para nada incómodo.
¡Un segundo!
—¿Nosotros qué? —grité mientras Darcy se secaba los ojos y me lanzaba
una mirada considerada.
—Eso es cierto —admitió—. Si mi pasado lo arruinó, ella es la chica
perfecta para ayudarlo a superarlo.
Agité mis manos tratando de hacer que dejaran de decir esas cosas. —Pero
no estamos…
—Está bien. No tienes que fingir con nosotras —aseguró Izzy de forma
amable, con los ojos llenos de comprensión como si supiera exactamente por lo
que estaba pasando mi corazón—. Definitivamente aprobamos el hecho de que
tienes sentimientos hacia él.
Cuando las otras dos asintieron, me quedé sin aliento y todo el aire en mi
pecho dejó mis pulmones. Miré a Wick.
El anhelo llenó el vacío en mí, de forma dura y rápida.
Oh, Dios. ¿Qué demonios pasaba aquí?
—Oye, incluso te dejaría seguir acaparando la mayor parte del espacio
junto a él en las casas de espantos si sigues haciéndolo tan feliz como lo fue esta
noche —anunció Charlie.
Me reí, solo para ponerme seria y... y asustarme. Sus palabras me hicieron
anhelar. Después de todo lo que había pasado con Topher, debería haber muerto
a la idea de los hombres, el sexo y las relaciones. Debería sentirme demasiado
recelosa como para volver a confiar. Pero desde la primera noche que Wick me
sostuvo en sus brazos y me quitó el dolor con su mera presencia, siempre había
confiado instintivamente en él.
¿Qué pasaba con eso?
Mirando hacia sus hermanas y sabiendo con todo lo que había dentro de
mí que estaba bien darle mi confianza a él, admití en voz baja: —El momento no
es el correcto. Es demasiado pronto después de... —Meneé la cabeza de forma
desesperada—. Wick no merece una chica con el equipaje que tengo. Hasta que
resuelva esta ruptura con Topher en mi cabeza y pueda hacer algo para mostrarle
cuánto lo desprecio para que sepa sin ninguna duda que hemos terminado, no
puedo seguir adelante. Él solo... Ese hijo de puta necesita saber que se equivocó.
Tiene que pagar.
—Te lo estoy diciendo —dijo Charlie—. Finge que usaste un condón en su
cama. Eso le mostrará que estás enojada y que quieres que sufra.
—O le demostrará que todavía piensas en él y que no puedes seguir
adelante y que no lo superas, lo que puede alimentar su ego aún más —respondió
Izzy con frialdad.
Hice una mueca ante esa idea. Ciertamente no quería que la gente pensara
que todavía estaba enamorada de Topher porque no era así. Le eché un vistazo a
Darcy para obtener una opinión de desempate, y suspiré cuando ella solo se
encogió de hombros, sin ofrecer ningún consejo.
—Hagas lo que hagas, asegúrate de que mi hermano pequeño no salga
lastimado en el proceso —pidió.
Asentí porque eso era una cosa que yo también quería. No más dolor para
mí o para Wick.
Traducido por Jeenn 05 & Jadasa
Corregido por Pame .R.

Me desperté con Wick estirándose y gruñendo debajo de mí.


Acurrucándome profundamente en su pecho, murmuré: —Buenos días —
antes de levantar mi cabeza y mirarlo.
Su vello facial se veía más denso y áspero esta mañana, y sus ojos lucían
rojos, indicando lo cansado que se encontraba.
—Buenos días —me contestó, parpadeando soñolientamente y seguro
preguntándose como terminé encima de él. De nuevo.
—Espero que no te importe —añadí—, después de que me echaran no sé
cuántas veces de la montaña de personas, me arrastré hasta aquí donde era más
seguro.
—Está bien —respondió agarrando mi cabello afectuosamente al tiempo
que levantaba la cara para ver alrededor de la habitación y orientarse. Cuando
vio la pila de cobijas vacías a un lado, frunció el ceño y miró alrededor de nuevo
hasta que escuchamos a sus hermanas hablando en la cocina, con el ruido de
cacerolas y sartenes de fondo—. ¿Qué hora es? —me preguntó, dejando caer su
cabeza en el reposabrazos del sofá y enfocándose en mí.
—Ni idea —contesté levantándome para quitarle las coletas—. Asumo que
ya es seguro quitarte esto.
—Sí —comenzó a decir cuando hizo un gesto de dolor después de que se
las quité de un tirón—. Auch. Eso sí que te deja adolorido, ¿no?
—Lo sé —murmuré con simpatía, enterrando mis dedos en su cabello para
masajear su cuero cabelludo por él—. Las hubiera quitado al momento en que te
dormiste anoche pero Charlie no me dejó.
Sus labios se levantaron con asombro. —Es una mierdita.
Asentí. —Y de nada, por cierto. Ella hubiera metido tu mano en agua tibia
si no la hubiera detenido.
Riéndose entre dientes, asintió agradecido. —Mi heroína.
—Lo soy —concordé.
Mis dedos ralentizaron su progreso en sus mechones, deleitándome en lo
suave y sedoso que eran. Había tenido tanta razón sobre ellos; su pelo sería
perfecto para agarrarse mientras se empujaba dentro de mí.
—¿Qué? —preguntó notando mi comportamiento.
Sacudí la cabeza, sin saber cómo decir lo que sentía. —¿Las cosas parecen...
diferentes para ti esta mañana?
—Um… —Una expresión incomoda cruzó su cara, y se movió debajo de
mí.
No me había dado cuenta de su erección hasta que trató de apartarla.
Riéndome, tomé su cara con ambas manos. —Oh, no, cariño. Lo siento. No
hablaba de eso. —Incapaz de contener mi risa, enterré mi cara en su cuello—. Oh
Dios, eres tan malditamente dulce. —Empujé mi cadera intencionalmente contra
su pene abultado—. Porque eso no es para nada diferente; en realidad es muy
típico de ti cada mañana.
—O-oh —dijo, sus ojos azul pálido se oscurecieron un poco más de lo
normal. Se sonrojó—. Lo siento.
Mis dedos recorrieron sin rumbo sus mejillas sonrojadas. —No, está
totalmente bien. En realidad quise decir... bueno... no estoy segura. —Jugué con
su pelo mientras trataba de explicarme—. Se siente como si anoche hubiera sido
un despertar. O algo así. Parece ser que no puedo describirlo exactamente cómo
quiero, pero no solo descubrí más de ti, sino que creo… —Haciendo una pausa
para deliberar lo que iba a decir, asentí, llegando a una conclusión—. Sí. Creo que
también redescubrí quién era yo, o al menos quién quiero ser. Y me gustó.
Su expresión revelaba cuán encantado estaba con mis palabras. Con los
labios separados y los ojos llenos de adoración, murmuró: —¿De verdad?
Tomando su mejilla en mi mano, asentí. —Sí. De verdad.
—Bien. —Levantando el brazo, gentilmente alcanzó un mechón de mi
cabello—. También me gustó quienes fuimos anoche.
—Y también me gustó como estuvimos juntos —continúe–. Parecíamos...
más fáciles, como si tuviera la sensación de que podría contarte cualquier cosa, y
que no me rechazarías.
Sus dedos se detuvieron justo cuando comenzaron a hundirse más en mi
cabello, luego su mirada capturó la mía. —Creo que tendrías que decir algo
bastante atroz para que te rechace.
Acercándome hasta que nuestros rostros solo estuvieron alejados un
centímetro, le dije: —¿Sabes que anoche fue la primera vez que te oí reír
legítimamente? —Moví mis labios cerca de su oído—. Tienes una risa asombrosa,
Wickham Webster.
Conteniendo la respiración, se estremeció debajo de mí. —Eso no está
ayudando a que mi erección muera.
Sonreí, retrocediendo mi cara lo suficiente para poder mirarle a los ojos de
nuevo. —¿Por qué tiene que morir? Realmente no me importa. —Aún mirándolo,
presioné intencionalmente mis caderas sobre él—. De hecho, me gusta. Me hace
sentir... deseada.
Sus ojos se ensancharon. —Jesús, Heaven. Por supuesto que eres….
Cuando bajé un solo dedo de su cabello y de su mandíbula hacia el lado
de su garganta, cortó las palabras para tragar ruidosamente. Mirando hacia la
apertura de la sala de estar, habló con voz ronca: —Mierda. ¿Y si entra una de
mis hermanas?
—Entonces... ¿fingimos que dormimos? —sugerí.
—¿Aún estamos durmiendo? —preguntó casi tocando mi mejilla con una
reverencia que me cortó la respiración—. Estoy empezando a preguntármelo.
—Sí —le seguí la corriente—. Aún estamos dormidos. Nada de esto es real.
Entonces, dime, mi guapo hombre de ensueños. ¿Qué es lo que harías ahora en
las más profundas de tus fantasías?
Su mirada fue directamente a mi boca.
—Yo también. —Me acerqué más, amando la forma en que él pensaba.
Sin embargo, justo antes de que nuestros labios se encontraran, la voz de
Charlie gritó: —¡Wick! ¡Heaven! Despierten, dormilones. Es hora de desayunar.
Al instante, Wick y yo cerramos los ojos, y dejé caer mi mejilla sobre su
pecho, fingiendo estar dormida. Pero tan pronto escuché a su hermana entrar en
la habitación, empecé a reírme, incapaz de fingir.
Wick no se quedó atrás, riéndose en cuanto empecé. No sé por qué esa
tontería infantil se apoderó de nosotros, pero se sintió refrescantemente
liberador. Así que me reí más fuerte, incluso cuando abrí los ojos para mirar a su
hermana.
—Ustedes dos son tan raros. —Charlie sacudió la cabeza y se volteó para
regresar al corredor—. Ahora muevan con rapidez sus traseros. Tengo hambre.
—¿Alguna vez esa chica no tiene hambre? —pregunté.
Wick suspiró. —Rara vez.
Dios, me gustaba. Con una sonrisa incontrolable, le di un beso rápido en
la mejilla y me aparté de él. —Entonces, mejor vamos para allá antes de que se
coma todo.
Pero Wick ensanchó los ojos y dobló su rodilla poniendo mi manta de
unicornio sobre su regazo. —Um, estaré ahí en un minuto.
—Pobrecito —dije, ofreciéndole una cara compasiva. Descubrir cómo
ocultar una erección a sus hermanas debe ser una mierda. Pero como fui yo quien
la causó, sabía que quedarme a su lado no le ayudaría a deshacerse de ella, así
que le aventé un beso, deseándole suerte–. Nos vemos en un rato. —Y me fui con
prisa hacia la cocina.
Darcy, Izzy y Charlie ya estaban comiendo. Dado que la mesita se hallaba
con uno de sus lados contra la pared, solo había tres asientos, por lo que no había
espacio para mí o para Wick.
Las hermanas miraron hacia arriba e inmediatamente levantaron las cejas
mientras yo disminuía a un ritmo más respetable cuando entré.
—Buenos días. ¿Dormiste bien? —preguntó Darcy con una sonrisa de
conocimiento.
Izzy y Charlie se rieron al unísono.
—Muy bien, gracias —respondí con tanta dignidad como pude. Alzando
mi barbilla, me moví hacia el mostrador donde había una pila de waffles para mí
y para Wick. Llené mi plato, les puse mantequilla antes de llenarlos de miel.
Como nadie se ofreció a hacerme sitio en la mesa, salté a un espacio abierto
de la encimera a lo largo de los armarios, puse mi plato en mi regazo y empecé a
comer tan a gusto como el resto.
Estaba meciendo alegremente mis pies y a mitad de mi desayuno cuando
Wick finalmente entró; se había cambiado de ropa y no usaba más la camiseta de
anoche. Pero, mmm, tenía esos anteojos de nuevo.
Tan sexy.
Deteniéndose en la entrada, frunció el ceño a la comida.
—¿Hiciste mis waffles especiales? —Fulminó con la mirada a su
hermana—. Se supone que solo yo sé cómo hacerlos.
—Oh, por favor —dijo Darcy—. Usas una mezcla.
—Sí, pero...
—No quisimos despertarte —comentó Izzy antes de mirarme—. Ustedes
dos se veían tan lindos acurrucados en el sillón, durmiendo juntos.
Wick se encontró con mi mirada y se encogió, luciendo culpable.
Sonreí y palmeé el espacio que había en la encimera a mi lado. —Te guardé
un lugar —le ofrecí.
Asintió con una sonrisa y se acomodó a mi lado después de tomar algunos
gofres. Nos acomodamos cadera con cadera y no paramos de mirarnos el uno al
otro cada pocos segundos, ignorando completamente cualquier conversación
que sus hermanas estuvieran teniendo en la mesa.
—Entonces, tu siguiente partido es la siguiente semana, ¿cierto? —le
pregunté.
Asintió y tragó un bocado antes de responder. —Sí, será el campeonato
regional. Después, las semifinales. Y el gran campeonato nacional es después de
eso... Si llegamos tan lejos.
—¿Crees que tienen una oportunidad?
Se encogió de hombros. —Sí. Seguro.
—Pero solo si Wick puede evitar que lo suspendan de todos los partidos
—interrumpió Darcy.
Wick no contestó. Me miró, solo para sonreír. —Aún tienes algo de la casa
del terror en tu pelo.
Mientras lo alcanzaba para sacarlo, puse los ojos en blanco. —Oye, trataba
de guardarlo como recuerdo.
—¿Como recuerdo? —Alzó una ceja cuestionable mientras levantaba una
palma llena de pasta roja seca.
—Sí. —La tomé de su mano hasta que estuvo en la mía—. Para recordar la
mejor noche de mi vida.
Su expresión se llenó con una mezcla de esperanza, adoración e
incredulidad.
En el otro lado de la habitación, sus hermanas de repente se levantaron de
la mesa.
—Bueno, debo irme —anunció Darcy bastante alto, rompiendo nuestro
festival de miradas.
—Sí, yo también —añadió Izzy en tanto ayudaba a Charlie a llevar los
platos de la mesa hacia el lavabo.
—Eh, está bien —respondió Wick bajándose de la encimera para fruncir el
ceño mientras se escabullían para hacer un medio trabajo de limpieza de su
desorden.
Cada hermana se detuvo para darle un abrazo o besar su mejilla, o ambos,
y luego las tres me abrazaron. Cuando se fueron de la cocina después de eso, su
hermano me miró, levantando una ceja.
—¿Soy solo yo o esa fue una salida muy extraña y rápida?
Me encogí de hombros, preguntándome si las chicas trataban de darnos
algo de tiempo a solas.
—Estoy empezando a esperar lo inesperado de tus hermanas —contesté.
Con un asentimiento, dijo: —Buen punto.
Riéndome entre dientes, miré al estado en que dejaron la cocina. —Parece
que hoy será un día de limpieza.
A mi lado, Wick suspiró. —Sip.
Era hora de regresar al mundo real.

Dividimos los deberes, una persona se encargó de acomodar la sala


mientras otra la cocina. Al mediodía, teníamos el apartamento en orden. Excepto
que entonces, ambos teníamos que encargarnos de tareas y de la lavandería, y
Wick necesitaba darle clases a alguien.
Me hallaba en mi habitación, planificando mis lecciones para mi clase de
desarrollo del lenguaje cuando llamaron a mi puerta, abriéndola.
Al momento que levanté la vista, encontré a Wick en la puerta, rascándose
la nuca, inquieto y haciendo una mueca.
—¿Qué pasa? —pregunté, instantáneamente alerta ante su preocupación.
—Eh... —Carraspeó antes de admitir—: Acabo de hacer algo.
—Está bien. —No sabía con certeza si parecía apenado, culpable o
avergonzado, dejé todos mis libros y cuadernos a un lado para levantarme de la
cama—. ¿Qué cosa acabas de hacer exactamente?
—Bueno. —Soltó un largo suspiro—. Princesa, ya sabes, el gato del dueño
del edificio, tuvo bebés hace un mes o dos, y Trisha, nuestra casera, me dijo que
por fin fueron destetados y entrenados para hacer sus necesidades en la arena, y
necesitan hogares, de manera que... —Con el labio entre los dientes, confesó—:
Adopté uno.
Me detuve en seco. —Espera. ¿Hiciste qué?
Se encogió preocupadamente. —Ahora tenemos un gatito.
—¡Oh, Dios mío! —grité—. ¿De verdad? ¿Dónde?
Pasando junto a él, me apresuré hacia el pasillo, lista para correr hacia la
sala delantera. Pero Wick se dio la vuelta, levantando algo entre sus brazos, algo
pequeño y suave, con un increíblemente esponjoso pelaje gris, marrón y negro
lleno de rayas atigradas más oscuras.
—Oh, Dios mío. ¡Míralo! Oh... —Corriendo hacia él, instantáneamente
extendí la mano para acariciar el bulto—. Es tan lindo. Y suave. Oh... ¿Sentiste lo
suave que es?
—No pude evitar darme cuenta —respondió, con los labios fruncidos por
la diversión antes de soltar una risita cuando me entregó el gatito en tanto
chillaba de emoción.
—Guau. —Acurruqué la bolita peluda en mi cara, y una pequeña lengua
lamió mi mejilla—. Este es el mejor gatito de todos. ¿Cuál es su nombre? —Miré
a Wick—. ¿De él? ¿O de ella?
—Ella según lo que me dijo Trisha. Y... —Se encogió de hombros—. Su
nombre es cualquiera que quieras que sea.
Fue entonces cuando me di cuenta de que la adoptó solo para mí. Por lo
que dije anoche de que siempre quise un gato.
—Wick —susurré, con mi corazón abierto—. No deberías haberlo hecho.
Esto es... Esto es solo... —Negué con la cabeza, abrumada y sin saber qué decir,
excepto—: Gracias.
—Ha tenido su primera ronda de vacunas y un tratamiento reciente contra
las pulgas, por lo que estamos bien allí durante un par de meses. Pero tengo que
ir corriendo a buscarle algo de comida, cuencos, arena, una caja, y ni siquiera sé
qué más.
—Iré contigo —comencé ansiosamente, solo para hacer una pausa, reacia
a dejar a mi nueva gatita—. Pero no quiero dejarla sola en casa en su primer día.
—Podríamos ir a esa tienda de mascotas en Rogers —sugirió Wick—.
Permiten llevar contigo a tus mascotas.
—¿En serio? —Solté un suspiro de alivio—. Hagámoslo entonces porque
quiero ayudar a elegir su tazón, su tipo de comida y simplemente… todo. —
Burbujeando de emoción, presioné mi mejilla contra mi nuevo bebé una vez más.
Dios mío, esto era tan genial
—Lo que quieras. —Me observó acariciar al gatito un momento más antes
de sacudir la cabeza lentamente—. Entonces… ¿no te enojaste? No me encontraba
seguro de cómo reaccionarías.
—¿Enojarme? ¿Por qué en nombre de Dios estaría enojada? Esto es lo más
dulce. —Me puse de puntillas y besé su mejilla—. Gracias.
Asintió, se puso tenso, luego carraspeó y me echó un rápido vistazo.
—¿Ya se te ocurrió un nombre?
—Hmm. —Chupando mi labio inferior entre los dientes, pensé un instante
antes de que una gran sonrisa se apoderara de mi rostro—. Sí. Bingley. Para
seguir el esquema de nombres de Orgullo y Prejuicio de los Websters.
—¿Bingley? —preguntó, asintiendo lentamente mientras consideraba el
nombre—. ¿Para una hembra?
Me encogí de hombros. —¿Por qué no? Me gusta.
Su mirada cayó sobre Bingley. —Sí —estuvo finalmente de acuerdo—. A
mí también.
—¿Escuchaste eso, Bing? ¡Te acaban de nombrar! Feliz Día del nombre.
Oh. Eres la más linda. —Tras besarla, miré a Wick—. Bien. Vamos a comprarle a
nuestro bebé Bing algo nuevo y ostentoso.

—También deberíamos conseguir un transportador de mascotas —dije tan


pronto como nos sentamos y nos colocamos el cinturón de seguridad en la
camioneta de Wick y nos dirigimos hacia la tienda—. Tengo la sensación de que
voy a querer llevarla a todas partes.
Su voz sonó divertida cuando respondió: —Y tengo la sensación de que
no quedará mucho en la tienda de mascotas después de que hayamos terminado
allí.
—Eso es porque nuestra Bingley merece lo mejor. ¿No es así, nena? —
Acaricié con la nariz al gatito de nuevo, probablemente por quincuagésima vez
en los últimos quince minutos. Bingley golpeó mi nariz juguetonamente con su
pata, haciéndome reír—. Impresionante, es una gatita juguetona. Tenemos una
gatita juguetona, Wick.
Me miró con una expresión extraña, sin decir nada.
Me mordí el labio. —Me volveré loca hablando como madre gatuna,
hablando de bebés, ¿no?
—Quizás una pizca —admitió con una sonrisa, pareciendo más divertido
que molesto—. Pero es lindo. La felicidad te sienta bien.
Sonreí y rodé los ojos. —Muy bien. Porque no puedo evitarlo, de todos
modos. Nunca he tenido un gatito antes. Esto es muy emocionante.
Se rio entre dientes en tanto estacionaba frente a la tienda de mascotas. Al
estudiar su perfil lateral, me di cuenta de que realmente se sentía satisfecho con
lo tonto que yo actuaba. Era sutil al respecto, pero me di cuenta de que le gustaba
mi deleite por Bingley.
Lo cual significó que se encontraba totalmente dispuesto a seguirme por
la tienda, meter todos los suministros que quería en el carrito y empujarlo detrás
de mí mientras yo sostenía a Bingley, y cambié de opinión unas diez veces antes
de que finalmente decidiera cada artículo que quería.
En la caja, puse a Bingley sobre el mostrador para poder sacar mi billetera
de mi bolso, solo para que el gatito hiciera pis por todo el lugar.
—Oh, mierda. Lo siento —dije efusivamente—. Lo lamento mucho.
Se produjo el caos cuando tratamos de pagar nuestra compra, limpiar el
desorden y evitar que Bingley saltara del mostrador y se lastimara al mismo
tiempo.
No hacía falta decir que cuando regresamos al vehículo de Wick para
irnos, estuve dispuesta a admitir: —Está bien, tal vez traer a Bingley no fue la
mejor idea.
—Sin embargo, no puedo decir que fue un viaje aburrido —argumentó
Wick al tiempo que arrancaba el coche. Dirigió su mirada a Bingley, que golpeaba
un trozo de papel doblado desde la abertura superior de mi bolso. Cuando él
extendió la mano para rascarle la cabeza cariñosamente, ella logró soltar el papel.
—Ups. —Wick enganchó la hoja y la atrapó antes de que cayera al suelo—
. Aquí tienes.
Me lo devolvió, solo para que pudiera echar un vistazo al dibujo y me
iluminase. —Oh, oye. Mira esto. —Desplegué la nota para mostrarle el dibujo—.
Olvidé que tenía esto. Iba a ponerlo en el refrigerador. ¿Ves? Es mi primera
propuesta.
Arqueando una ceja, analizó la página un momento antes de preguntar:
—¿Quién es Cason?
—Es un niño en preescolar —expliqué—. Uno de mis alumnos favoritos,
en realidad. Él más dulce. Me lo entregó sin decir una palabra, luego se sonrojó
y salió corriendo.
—Propuesta interesante —reflexionó Wick a medida que volvía la cara
hacia un lado, entrecerrando los ojos al dibujo—. Sin embargo, ¿por qué están
parados en un perro?
Giré la hoja para mirarla de nuevo. Las palabras: Te amo, señorita Haven.
¿Te casarías conmigo? De Cason, todavía me hacían sonreír. Luego me concentré
en el verdadero dibujo.
—Eso es un caballo —chillé—. Se supone que cabalgaremos juntos hacia
el atardecer.
—Ahh —murmuró Wick, asintiendo—. Caballo pequeño, pero sí, eso tiene
más sentido.
Cuando Bingley saltó hacia el dibujo y trató de atacarlo nuevamente con
sus garras, me reí y rebusqué en mi bolsa de compras para encontrar un juguete
para gatos con una campana para que jugara en vez de eso.
Wick esperó a que volviéramos a la carretera antes de preguntar: —Y...
¿qué le respondiste a Cason?
—Oh, le dije que sí, por supuesto.
—¿En serio? —Giró la cara para mirarme, la palidez de sus ojos hizo que
un lugar en la boca de mi estómago se agitara como loco.
Puse los ojos en blanco. —Sí, no. Le dije que esperara veinte años y luego
volviera a preguntar. Pero cuento con la posibilidad de que perderá interés para
entonces. Porque, sinceramente —Puse mi mano contra mi corazón y pestañeé
varias veces—, no estoy segura de cómo podría casarme con Cason cuando estoy
esperando a “Henry Sin Esperanza”.
Wick frunció la frente en absoluta confusión. —¿Sin Esperanza quién?
Mi boca se abrió. —No. ¡Imposible! ¿No has oído hablar de “Henry Sin
Esperanza”? ¿Cómo es eso posible?
—Um... lo siento. ¿Debería haber oído hablar de él?
—¡Sí! Es el personaje más asombroso de la historia en un libro. O sea, no
es un libro, libro, aunque espero que algún día salga como libro. Eso sería súper
asombroso. Lo compraría en ebook, libro de tapa blanda, tapa dura, audiolibro y
en cualquier otra versión en la que se publicara. Pero en este momento, la Gaceta
Universitaria solo publica un capítulo a la vez, y solo en su edición en línea.
—Ah. Probablemente por eso nunca he oído hablar de eso. Solo leo libros
en papel.
—Eh. Sabes, apuesto a que mucha gente se lo pierde por esa misma razón,
lo cual es una pena. Amo a Henry. Sé que solo es una persona ficticia, pero juro
que el pobre hombre perdido es mi alma gemela.
—¿Y su nombre es “Henry Sin Esperanza”? —Al acercarnos a nuestro
apartamento, Wick comenzó a buscar un lugar para estacionar.
—“Henry Sin Esperanza” es el nombre de toda la historia —expliqué—.
Su nombre es solo Henry. —Cuando Wick halló un lugar a media cuadra de
nuestro edificio, colgué el juguete frente a Bingley, haciendo que saltara por él—
. Toca la tuba en la banda de música de su universidad.
Wick soltó una carcajada. —Toca la tuba. ¿En serio? ¿Estás enamorada de
alguien que toca la tuba? Ni siquiera sé qué instrumento es la tuba. Es el largo
que se desliza, ¿verdad?
Lo miré con incredulidad. —Ese es el trombón.
—Oh. —Hizo una mueca por su error—. Entonces, ¿es el redondo?
Guau, no conocía los instrumentos de metal. —¿Quieres decir, la trompa?
—pregunté—. No. La tuba es la más grande con forma ovalada, como...
Cuando sacudió la cabeza como si tratara de seguirlo pero todavía se
hallaba perdido, dejé de hablar y suspiré. —Mira. —Sacando mi teléfono de mi
bolso, que Bingley también pensó que era un juguete, busqué tuba y luego lo di
vuelta para mostrarle la pantalla tan pronto como encontré una foto—. Esto es
una tuba. Excepto que, sí, supongo que algunas usadas en bandas de música son
más circulares como una trompa... como esta. Apuesto a que este es el tipo que
toca Henry.
Cuando suspiré soñadoramente, tratando de imaginarme a mi Henry
sosteniendo un instrumento así, Wick se inclinó sobre el asiento, estudió la
pantalla y su aroma pasó flotando. Maldición, olía bien.
—Está bien —murmuró, entrecerrando los ojos ante mi celular—. Ahora
lo entiendo. Son los de tono realmente bajo. Me encanta cómo suenan esas cosas.
Incliné mi cabeza hacia un lado, estudiándolo desde un nuevo ángulo e
inhalando su perfume tan profundamente como pude.
—Eres tan refrescante —murmuré sin querer.
Luego me congelé porque, oh mierda, ¿qué pasaría si se diera cuenta de
que lo había estado oliendo y pensara que hablaba de eso, aunque, está bien, olía
refrescante.
Me miró y abrió la boca antes de congelarse como si no tuviera idea de
cómo recibir esa evaluación. Luego, lentamente, preguntó: —¿Porque no sabía
qué era una tuba?
—No. —Me reí, aliviada de que pareciera completamente inconsciente de
mi costumbre de olisquear—. Porque estabas dispuesto a admitir que no sabías
qué era. Lo has hecho antes. Nunca finges saber algo que no sabes. Me gusta eso.
Eres tan diferente de... —En el momento que me di cuenta de qué nombre iba a
decir, me quedé en silencio y la sonrisa cayó de mi cara—. Lo siento —dije—.
Comparaba. No sé por qué hice eso. No quise hacerlo.
La piel alrededor de sus ojos se arrugó en simpatía. Tenía la extraña
sensación de que quería decirme que estaba bien, pero se contuvo. Luego se
encogió de hombros e intentó hacer una broma. —Oye, mientras sea el mejor,
estoy de acuerdo con eso.
Sonreí agradecida, contenta de que no se hubiera enojado, pero fue una
sonrisa triste. —Ojalá dejara de pensar en él por completo —me lamenté—. Ni
siquiera quiero recordar las cosas que me molestan de él. Simplemente quiero
olvidar toda su existencia.
—Lo harás —dijo Wick suavemente—. Con el tiempo. Pero estuviste con
él durante tres años. Va a llevar mucho más tiempo que unas pocas semanas
superar eso.
—Oh, Dios mío —gemí—. Solo han pasado semanas, ¿no? —¿Qué
demonios?—. Se siente como si hubiera pasado una eternidad desde que todo se
vino abajo.
Wick abrió su puerta y comenzó a sacar la arena para gatos y el nuevo
porta mascotas. Luego miró en el interior hacia mí. —Llegarás allí —aseguró.
Mirando hacia mi nuevo bebé peludo para amar, tenía que admitir que
quizás tenía razón. Mis momentos de felicidad últimamente sí que superaban los
momentos de tristeza. Eso era progreso.
—Tienes razón —dije—. Llegaré ahí.
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Pame .R.

—Entonces, déjame ver si entiendo —dijo Cannon a mi lado, cambiando


su elongación, intercambiando su pierna doblada a recta, luego alcanzando el pie
opuesto—. La chica ni siquiera te besa, sino que casi te besa, ¿y sales a comprarle
un maldito gatito?
Le fruncí el ceño. La práctica comenzaría en cualquier minuto, y nos
encontrábamos realizando ejercicios de calentamiento en los márgenes de la
cancha de futbol antes que iniciara.
—No lo compré —murmuré—. Los regalaban. Siempre ha querido un
gatito, y, honestamente, es el primer lugar donde ha vivido que puede tener uno.
Su mamá es alérgica, así que nunca tuvo uno en su infancia, luego cuando se
mudó a la universidad no habría forma de que le permitieran uno. Así que… —
Me encogí de hombros—, simplemente tenía sentido.
—Simplemente tenía sentido —repitió, asintiendo como si concordase por
completo solo para resoplar unos segundos después, y decir—: Mierda. ¿Qué vas
a regalarle cuando en realidad te bese? ¿Un maldito auto?
Dios. Iba a estrangularlo. Y de ninguna manera iba a contarle sobre la
compra de setenta y cinco dólares en comida luego de un vistazo de sus bragas
rojas; aprovecharía el máximo para criticarme con eso.
—¿Podrías parar? —pedí—. Esa no es la razón. Debiste haberla visto.
Estaba tan emocionada, que pasó todo el fin de semana jugando con el animalito.
Casi creí que faltaría a clases solo para hacerle compañía.
—Demonios, hijo. Estás enamorado —acusó—. Y ni siquiera recibes nada.
Es patético.
—El gatito está ayudándole a curarse —discutí, poniéndome de pie así
podría hacer curvaturas de un lado a otro—. Es como un gato de servicio animal
de terapia. Nunca la había visto tan feliz.
—Pues, gracias a Dios que la mujer está feliz. —Rodó los ojos—. Todo
vuelve a estar bien en el mundo. Sostén mis tobillos, ¿quieres?
Ignorando su sarcasmo, me arrodillé para afirmar sus pies mientras hacía
una serie de abdominales. —Búrlate todo lo que quieras. Hice algo bueno.
—Nunca dije lo contrario —contestó al tiempo que se alzaba y encontraba
mi mirada. Luego bajó, solo para volver a alzar su torso y agregar—: Tan solo
creo que estás poniendo mucho esfuerzo en esto. —Bajó y volvió a subir—. ¿Te
importaría tanto ayudar a cualquier otro compañero de cuarto que tuvieras?
Suspiré. —¿Cuál es tu punto?
—Estás destinándote a que te rompan el corazón, hermano. Es todo lo que
digo. Estás dando, dando y dando, y ella tan solo recibirá todo hasta que no
tengas nada más que dar. Luego se pondrá de pie y te abandonará, dejándote
varado porque, joder, eres completamente patético.
No respondí, pero resoplé en mi interior. Incluso si tenía razón, era mi
corazón el que iba a romperse. Me encargaría de cualquier repercusión dolorosa
que viniera a mí, aunque dudaba seriamente que hubiera alguna. No era como si
esperara algo a cambio del gato.
Excepto que una partecita en mi interior lo esperaba. Hubo algo extra entre
nosotros el fin de semana. A veces, se sintió como si estuviera coqueteándome
sin frenos. Y sin contar el incidente cuando casi me besó, donde no le importó el
hecho de estar sentada directamente sobre mi erección. Una parte mía bullía de
anticipación, esperando más momentos así. Por lo tanto, mantenerla feliz era más
que importante para mí.
Soltando los tobillos de Cannon al momento en que terminó sus
abdominales, alejé la vista incluso aunque permanecía hincado frente a él, sin
querer poner credibilidad en sus palabras. Fue un gato; no se trató de ninguna
declaración de amor. El mundo no colapsaría porque le di un regalito. Iba a dejar
de preocuparme, y sin duda no iba a entregarle más malditos detalles a mi amigo
la próxima vez que me preguntara cómo estaba mi compañera de piso.
—Hola, colegas —saludó Nicholl cuando se detuvo frente a Cannon y a
mí al pasar con una de sus encantadoras y amigables sonrisas—. La fiesta de
Halloween es en mi casa esta noche. Vengan disfrazados y traigan sus propios…
oh, esperen. —Deteniéndose, alzó un dedo—. Los detesto a los dos. Olvídenlo.
No están invitados. —Mientras reía de su estúpido chiste y se alejaba, con
Cannon nos quedamos mirándolo sin responder.
—Y hay gente que cree que es genial —murmuró mi amigo, sacudiendo la
cabeza, asombrado.
Entrecerré los ojos, observando a Nicholl detenerse para hablar con
algunos de sus jugadores de línea ofensiva. —¿No te parece inusualmente alegre
hoy?
Cannon se encogió de hombros. —No sé. No me importa. ¿Por qué?
Imité su gesto, mi vista fija con sospecha en nuestro enemigo. —Es como
si siempre estuviera de muy buen humor luego de hacerle algo terrible a alguien
más.
—Entonces agradece que no fue en contra de ninguno de nosotros —
respondió, poniéndose de pie de un salto antes de estirar el brazo para chocar
puños.
Sacudí la cabeza y me puse de pie también, pues no sentía tanta seguridad
como él que Nicholl no hizo una dolorosa ofensa en contra de ninguno de
nosotros. A veces tomaba un poco de tiempo darnos cuenta que había atacado.
Durante la práctica, seguí vigilándolo, esperando a que saliera a la luz su
nueva hazaña. Pero me ignoró como si no existiera.
Hmm, quizás estaba entusiasmado con su estúpida fiesta. Sería una
primera vez. Mis propios planes de Halloween involucraban irme a casa y
conectarme online para jugar Fortnite con Cannon y algunos chicos, porque
supongo que tenían algunos interesantes desafíos de Halloween preparados en
el juego esta noche.
No tenía idea de que mis planes cambiarían en el momento que entrara al
departamento. Pero escuchar a Haven gritar: —Hijo de puta —desde la cocina
justo antes que una sartén se estrellara con fuerza despertó mi curiosidad y selló
mi destino.
Me dirigí hacia allá para ver que cocinaba, o intentaba cocinar, solo para
maldecir sorprendido, y agacharme en el momento que un plátano pasó volando
sobre mi cabeza cuando llegué a la entrada.
—Demonios —gruñó Haven desde la mesa donde había arrojado la fruta
con frustración sin siquiera ser consiente que me encontraba allí. Limpiando un
poco de líquido con un paño que se derramó de un tazón, agregó—: ¿Por qué
nada me funciona?
Parpadeando, consternado, eché un vistazo a la habitación, necesitando
más de un segundo para procesar lo que veía.
Numerosos tazones de sustancias cremosas y pálidas, un envase de leche
abierto, una botella de pegamento, detergente para la ropa, y una botella de agua
ocupaban la encimera frente a ella, junto con una caja de condones, donde la
mitad se encontraban abiertos y tirados en la superficie de madera como
banderitas marchitas de derrota.
En el piso junto a ella, Bingley ignoraba su juguete y golpeaba felizmente
otro condón desenrollado.
—Eh… —Alejándome un paso, eché un vistazo para ver si alguien más se
hallaba allí, pero parecía estar totalmente sola con sus condones—. Ni siquiera
voy a preguntar.
Alzó la vista y sopló un mechón de su cabello de su rostro, y lo apartó de
sus ojos. —No puedo hacer semen que parezca autentico —se quejó.
Está… bien.
¿Qué se supone debía responder un chico a eso?
—Bueno —dije con lentitud—. Pues… suena como un problema personal,
así que solo… voy a irme.
—Topher hará una fiesta esta noche —compartió, deteniéndome en
cuanto giré para intentar escapar.
Miré por sobre mi hombro, noté la devastación en su rostro, y me detuve
por completo, preguntándome por qué la vida social de su ex debería molestarle
mucho. A no ser que aún no lo superase.
Ah, demonios.
Luego de soltar un suspiro, asentí. —Sí. Me enteré sobre eso.
Sus ojos brillaron con ira cuando me devolvió la mirada. —Pues, ¿te
enteraste sobre lo que me hizo hoy?
Mierda. Sabía que parecía muy satisfecho en la práctica como para no
haber hecho algo terrible. Viendo a Haven prácticamente vibrar de furia, contesté
lentamente: —No. No me enteré. ¿Qué hizo?
—Casi me despiden de mi posición en el preescolar —comenzó.
Agrandé los ojos, impresionado. —¿Qué?
Asintió, sus labios temblando al mismo tiempo que intentaba controlar su
temperamento. —Al parecer, el rumor que está difundiendo de mí sobre ser una
puta asquerosa e infiel con una enfermedad sexual está expandiéndose, y la gente
está creyéndolo. Cason no fue a clases hoy, y más tarde, Jaymi, mi supervisora, me
llevó a su oficina para informarme que a un padre le preocupaba tanto la
reputación de la estudiante que había debido al mismísimo rumor, que sacó a su
hijo del preescolar.
—¿Qué demonios? —exclamé, agrandando los ojos e incapaz de creer lo
que escuchaba—. Es una locura. Y Cason es el niño que te propuso matrimonio,
¿verdad?
Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Sí —se lamentó—. Tuve que ir al
departamento de salud, pedir una copia impresa con Darcy de los resultados de
mis exámenes, y dárselos a Jaymi para demostrar que me encontraba limpia, y,
por ende, segura para estar cerca de los niños. Ay, Dios mío, Wick, fue tan
humillante.
—Sí —dije, adentrándome más a la cocina—, ya lo imagino. ¿Estás bi…?
—Luego —continuó, interrumpiéndome—, fui al Registro Civil porque
sabía que la mamá de Cason trabajaba allí.
—Oh, mierda. —Mi estómago dio un vuelco, ya temiendo lo peor por
cómo iba la historia—. No lo hiciste.
—Sí —respondió con una sonrisa amarga—. Oh, sí. La confronté, sin duda.
Presioné mi mano empuñada contra mi boca, un poco impresionado que
tuviera las agallas de hacer algo así, pero también demasiado preocupado por
cómo resultó todo. Preparándome para lo peor, pregunté: —¿Qué pasó?
Haven soltó un suspiro, provocando que sus hombros subieran y cayeran
antes de declarar: —Sorpresivamente, me mantuve calmada durante el encuentro
completo, pese a que ella podía notar cuán molesta estaba. Le conté lo que Jaymi
me dijo, y que su nombre nunca fue mencionado, pero no fue difícil para mí
descubrir de quién hablaba ya que Cason fue el único niño que faltó hoy. Luego
le mostré los resultados de mis exámenes, explicándole que solamente los hice
porque Topher fue el infiel, y luego sutilmente la sermoneé sobre los problemas
destructivos de las noticias falsas y escucharlos, además de creer chismes sin antes
descubrir los hechos.
—Vaya —dije, boquiabierto en lo que sacudía la cabeza, lentamente—. Eso
fue… guau. Eres fantástica. ¿Qué respondió?
Alzó un hombro. —Se disculpó y dijo que Cason podía volver.
Repitiendo mi asombro, continué sacudiendo la cabeza antes de agregar:
—¿Puedo ser tú cuando sea mayor?
Soltando una risa llorosa, secó bajo sus ojos con el dorso de la mano y negó.
—Juro que mis manos siguen temblando por todo. Joder, estaba tan enfadada.
Pero me alegra haberlo hecho. Estoy feliz de hablar con ella.
—Sí —asentí; mi culto al héroe por esta chica estaba saliéndose de control.
—Todo pudo haber estado completamente bien y feliz luego de eso —
continuó, apretando los dientes cuando una abundancia de lágrimas llenó sus
ojos. Presionando los labios, negó obstinadamente—. Pero luego me enteré de la
gran y estúpida fiesta de Halloween de Topher. Y simplemente… enloquecí. Me
pilló desprevenida. No porque me sintiera apartada o tuviera ganas de ir o algo;
pero no, no podía aceptarlo. De ninguna puta manera voy a permitirle seguir
adelante, lanzando fiestas y pasándosela de maravilla después de lo que me hizo.
Puso el futuro de mi carrera en riesgo, Wick. El maldito no merece un final feliz,
así que… Así que iré allá esta noche, y dejaré el estúpido brasier que él me regaló
junto con un condón falso usado en su cuarto, de esa manera creerá que seguí
adelante y tuve sexo con alguien más en su cama. Y va a sentir mi maldita ira. Va
a darse cuenta lo mucho que lo detesto, cuánto él lo jodió.
Había estado siguiendo su lógica justo hasta que llegó a la parte del
condón, y el sostén y la cama de Nicholl. —Espera. —Alcé una mano y sacudí la
cabeza—. ¿Vas a hacer qué?
—Llevaré a cabo el plan que Charlie mencionó el fin de semana, y voy a
vengarme dulcemente de ese puto bastardo inútil.
—Pero Charlie tiene dieciséis años —discutí—. Ella no tiene buenos planes.
De verdad no creo que deberías seguir esta ruta, Haven. Yo…
Pero ella ya hablaba por encima de mí al tiempo que metía una cuchara en
uno de sus tazones para probar la consistencia del líquido.
—Pues, es el único plan que tengo ahora, y estoy muy enfadada como para
pensar en otro, por lo que tendrá que funcionar. La única vez que Topher perdió
los estribos luego de terminar fue cuando creyó que seguí adelante y me acosté
con alguien más. Por supuesto, dio por hecho que ese alguien fuiste tú, pero como
sea, el quién no debería importar en esta situación cuando vea lo que le dejo. —
Frunciéndole el ceño a sus experimentos, negó y resopló decepcionada—. Si tan
solo pudiera hacer semen que de verdad luzca como maldito semen.
Cuando Bingley se abalanzó hacia mí para atacar mis cordones, la alcé y
acaricié su pelaje con simpatía, ya que claramente su madre humana había
perdido la maldita cabeza.
—Entonces, has pensado esto completamente, ¿no? —me las arreglé para
preguntarle.
—¿De qué hablas? —Sacudió la cabeza distraída y murmuró entre dientes
sobre agregar detergente a la mezcla de agua y pegamento—. Tal vez una baba
líquida hará que parezca más como semen.
Suspiré. Parecía determinada al extremo en seguir con su misión.
—Es solo que… ¿Qué planeas lograr con todo esto?
Al fin alzó la vista, otorgándome toda su atención, solo para repetir: —¿De
qué hablas?
—Hablo de que… digamos que logras entrar a su cuarto sin que te atrapen,
lo que ya es improbable, luego te escapas, también sin ser detectada, y encuentra
tu sorpresita justo como lo planeaste. ¿Y luego qué? ¿Crees que de la nada verá
que se equivocó y se dará cuenta que todo lo que te hizo fue incorrecto, y va a
disculparse o algo así? Piénsalo, Haven. Esta forma no es una solución pacífica. Va
a devolverte el golpe.
—No me importa —gruñó, sus ojos ardiendo con furia—. Y no quiero paz.
Simplemente quiero herirlo.
—Excepto que a Topher Nicholl no lo hieren —la contradije—. Él se
desquita. Y va a creer que tiene todo el derecho del mundo en devolver la jugada
incluso con más fuerza si haces esto. Vas a comenzar una guerra.
—No comencé nada —dijo de mala gana—. Él empezó. No debería salirse
con la suya pisoteando a cualquiera que se interponga en su camino cuando le
plazca. No está bien. Debería tener consecuencias por sus acciones, maldita sea.
Suspiré, sintiéndome derrotado porque tenía toda la razón. Alguien tenía
que enseñarle una lección al imbécil. Ponerlo en su lugar, así pensaría dos veces
en ser un idiota otra vez. Pero no quería que esa persona fuera Haven. Era muy
peligroso, y, además, me encontraba casi seguro de que su plan era el peor que
cualquiera pudiera inventar. No le enseñaría a Nicholl una mierda.
Acercándome, le entregué a Bingley para que la sostuviera. Aceptó al
gatito de inmediato, y llevó a la bola de pelo a su rostro. Cuando Bingley lamió
una lágrima que caía por su rostro, ella cerró los ojos y resopló.
—Sé que estás enfadada —hablé con suavidad—. Sé que estás perdida. Sé
que todo se siente oscuro. Pero combatirlo con más oscuridad, enojo y miedo no
va a derrotarlo. Solo el amor, luz y esperanza lo hará.
Haven soltó un suspiro y me frunció el ceño. —Se supone que debes estar
de mi lado, dispuesto a atacarlo en cada forma posible. También es tu enemigo.
¿Por qué tienes que ser razonable e irte por el buen camino, citando al jodido
Martin Luther King Jr., por el amor de Dios?
Sonreí con cariño. —¿Él fue quien lo dijo?
—Básicamente —murmuró con voz petulante, acariciando a Bingley con
su mejilla—, pero que me parta un rayo antes de demostrarle a ese bastardo
amor, luz o esperanza.
—Sí, no te culpo por eso.
—Entonces ¿por qué intentas ayudar a que él gane? —replicó.
Negando, respondí: —No es así. Estoy intentando ayudarte a ti. Pero eso
será sin siquiera tomarlo en cuenta. He sido su adversario mucho más tiempo
que tú. Sé de lo que hablo. Él solo se detiene cuando ya no es divertido jugar. La
mejor forma de lidiar con un brabucón es ignorándolo. Eventualmente perderá
el interés y seguirá adelante.
—Continuará con alguien más, querrás decir. Porque siempre y cuando no
sea nosotros a quienes molesta, todo está bien en el mundo otra vez, ¿cierto? —
Sacudió la cabeza—. No. Eso es una mierda. Aprecio tu postura de buscar la paz
e incluso la entiendo. Pero no estoy de acuerdo. Contéstame con honestidad,
Wick, ¿cuánto tiempo tardará en perder el interés en lastimarme? ¿Cuando por
fin tenga éxito en despedirme de mi práctica y yo pierda toda oportunidad de
convertirme en profesora? No. Me rehúso a quedarme de brazos cruzados y
aceptarlo. Además, ¿con qué pobre alma inocente continuará para torturarla?
Tiene que detenerse en algún momento. Tengo que hacer algo.
—Entonces haz algo diferente —discutí—. Sé inteligente. Deja que tu
temperamento se calme. Y piensa. Algo se te ocurrirá, lo prometo. Incluso te
ayudaré con eso. Cualquier cosa. Solo… no hagas esto. Es muy arriesgado. Tengo
un mal presentimiento. Vas a salir lastimada.
Cuando en realidad me sonrió a través de sus lágrimas, su expresión
suavizándome con afecto, creí que me las arreglé para hacerle entrar en razón.
Se alzó sobre las puntas de sus pies y besó mi mejilla. —En serio eres un
hombre unicornio, ¿no? Guapísimo, honesto, fiel, de confianza, genuinamente
bueno, y alguien divertido con quien pasar el rato. No hay un hueso malo ni
malicioso en tu cuerpo.
En el momento que me tendió a Bingley, acepté al animalito sin quejas,
pese a que fruncí el ceño mientras decía: —¿Por qué suena como algo malo
cuando dices eso?
—No lo es —me aseguró, a pesar que la expresión en su rostro era de todo
menos buena—. Solo que es triste para mí. Desearía haberte conocido tres años
atrás antes de que él llegara a mi vida, y terminara con todo este equipaje y enojo.
Y eso fue todo. El disparo mortal.
Mi pecho se sintió como si hubiese sido abierto por la mitad y sangraba
cada dolor y remordimiento que alguna vez sentí. Tres años atrás, no me habría
aceptado, porque no había nada unicornio sobre mí. No me había puesto de pie
por lo que quería ni defendido cuando debí. Era un puto fracaso.
Y ahora, aquí me encontraba, intentando convencerla de demitir también.
Era una completa mierda. ¿Quién era yo para aconsejar a cualquiera sobre la
mejor forme de reaccionar a la victimización? Nunca había hecho lo correcto en
ese aspecto.
Por eso fue que no me negué de inmediato cuando tomó un condón
cerrado y me lo tendió, diciendo: —Te daré cincuenta dólares para llenarlo con
semen de verdad.
Levanté las cejas. —Dime que no acabas de ofrecerme dinero para que me
masturbe en un condón para ti.
Asintió, completamente seria. —Acabo de hacerlo.
—Joder, increíble. —Resoplando, di media vuelta y dejé a Bingley en el
suelo, así podía perseguir uno de sus mullidos ratones de juguete. Luego me
enderecé para pasar las manos por mi cabello. Finalmente, me giré hacia
Haven—. Sabes, hay formas mucho más efectivas que pudiste haber usado para
conseguir un condón usado de mi parte.
Asintió otra vez, observándome con atención. —Lo sé. Pero te prometí que
no te usaría de esa forma. Cuando sea que estemos… digo… —Sus mejillas se
enrojecieron y alejó la vista antes de continuar—. Si alguna vez estamos juntos
de esa forma, no tendrá nada que ver con él. Solo seremos tú y yo. Pero esto…
esto es solamente negocios.
—Demonios —murmuré, negando—. Te dije que no sería tu plan de
venganza. Prometiste no pedírmelo.
Debió haber notado que me hallaba a punto de resquebrajarme porque
asintió. —Lo sé. Y lamento romper esa promesa. Pero las cosas cambiaron. Se
metió con lo que no debía. Atacó mi futuro.
Mierda. Cannon tenía razón. Estaba embobado. Apenas obtuve la
promesa de sexo de su parte, y me hizo incapaz de negarme. Pero de ninguna
manera quería aceptar tampoco.
Gruñendo y soltando un suspiro, apreté los dientes y dije: —Creo que es
la idea más estúpida que alguien pensó para vengarse. Lo sabes, ¿cierto?
Se acercó a mí, sus ojos brillando con triunfo porque sabía que acababa de
aceptar. Estirando el brazo para agarrar mi camiseta, me respondió: —Sí, sé
exactamente cómo te sientes al respecto.
—¿Y sigues segura de que traerá toda la venganza y satisfacción y finales
felices que quieres?
—Al menos sabré que hice algo —prometió.
Maldita sea. Cerré los ojos con fuerza. Sus dedos pasaron con suavidad
sobre mi mejilla, logrando que mi traicionera polla se endureciera como una
idiota, completamente a bordo en producirle semen.
—Wick —murmuró, diciendo mi nombre de un modo que solo provocó
que mi sangre bombeara con más fuerza—. Obviamente no tienes que ayudarme
con el plan. Pero te lo compensaré si lo haces.
Dios.
Lógicamente, sabía que no ofrecía sexo. Pero aun así imágenes eróticas tras
otra llenaron mi cabeza.
Abrí los ojos, y fruncí el ceño. —No quiero tu dinero.
Sonrió con simpatía. —Entonces, qué tal si prometo hacerme cargo de las
tareas respecto a la gata: alimentarla, limpiar su cajita de arena, costear
tratamientos, y llevarla al veterinario… ¿por toda la eternidad?
Habría preferido sexo. Pero…
Siseando mi derrota, dije: —Tan solo prométeme que no saldrás lastimada.
Traducido por Umiangel
Corregido por Pame .R.

Caminé por el pasillo fuera de la habitación de Wick, cargando a Bingley


contra mi pecho y mordiéndome las uñas mientras esperaba que terminara.
Esto era muy extraño. Se encontraba allí, ahora mismo, masturbándose.
Para mí. Nunca le pedí a un chico que hiciera eso antes.
Honestamente, tenía que preguntarme si alguien le había pedido a un chico
que hiciera eso antes.
Al imaginarle como había estado en la ducha, bombeándose con el agua
bajando por su musculosa espalda y nalgas, mi vientre se apretó y los muslos
hormiguearon. Quizás debería haber preguntado si podía mirar... esperen, no.
Eso sería cruzar totalmente la línea.
¿Y esto no era así?, gritó la parte lógica de mi cerebro. Todo el plan tenía un
nivel saludable de cruce de líneas, así como locura y estupidez absoluta. Pero
extrañamente, me sentí comprometida, como si ya fuera demasiado tarde para
echarme atrás.
Mi pulso se aceleró con ansiedad mientras yo…
La puerta de la habitación de Wick se abrió y él asomó la cabeza,
estremeciéndose cuando me encontró merodeando.
—Oh. —Se sonrojó—. Estás... justo ahí.
—¿Qué pasa? —pregunté—. ¿Tienes problemas para hacerlo? ¿Necesitas
algún tipo de inspiración?
—No. —Negó con la cabeza—. Ya terminé. Solo... espera.
—¿Ya terminaste? —Solté. Vaya. Eso fue más rápido de lo que pensé.
Pero pareció ponerle más atención a mis preguntas. —Inspiración —
repitió—. ¿Qué tipo de inspiración hubieras ofrecido?
Oh, Señor. Puse los ojos en blanco. Era esa clase de chicos; todavía
decidido a ver mis senos, sin duda. —Te hubiera encontrado algo de porno. Jesús.
Si ya terminaste, ¿cuál es exactamente el problema?
Frunciendo el ceño ante mi pregunta malhumorada, dijo: —¿Qué quieres
que haga con el condón?
—Oh. —Parpadeé—. Oh, mierda. No pensé mucho más allá de eso.
—Hmm —dijo secamente—. Será todo un espectáculo contigo esta noche.
—Qué divertido —respondí—. Solo... Espera ahí mismo. Traeré algo en lo
que puedas ponerlo.
—Eso sería una buena idea —me dijo antes de cerrar la puerta.
Mi cerebro zumbaba, quedando en blanco con ideas. Después de dejar a
Bingley para explorar el departamento por su cuenta, corrí a la cocina, ya que allí
era donde estuve experimentando, y me detuve en el medio del piso para girar
en círculos antes de saltar para revisar un cajón, donde hallé una caja de bolsas
de plástico para emparedados dentro.
—Perfecto.
Regresé corriendo al dormitorio y llamé a la puerta. La abrió lo suficiente
como para meter la mano y extender lo que tenía que darle. Después de dejarle
la bolsa en la palma de su mano, abrió un poco más solo para asomar la cabeza y
decir: —¿En serio?
—¿Vas a poner el condón en la maldita bolsa?
Dejó salir un suspiro sufrido. —Por supuesto. Lo que tú digas, jefe. Este es
tu circo.
La puerta se cerró de nuevo. Cuando se volvió a abrir un minuto después,
Wick salió al pasillo conmigo y levantó la bolsa, revelando todo lo que había
dentro. —Un condón genuinamente usado.
Me lo extendió.
Parpadeé, una vez más, incapaz de creer que realmente iba a hacer esto.
Entonces extendí la mano y lo acepté. —Gracias.
Me siguió por el pasillo cuando me di la vuelta y me alejé. —Entonces,
¿cuál es tu plan?
Revisé la hora. —La fiesta probablemente esté en su apogeo en este punto.
Me voy a meter con el resto de la multitud, sin ser detectada, y entraré a su
dormitorio cuando nadie esté mirando. Siempre la mantiene desbloqueada.
—Ajá —respondió Wick, secamente—. ¿Y si está allí, ya ocupándolo con
alguien? ¿O te detectan antes de llegar a su habitación? No tienes que evitarlo
solo a él, lo sabes. Si alguno de sus matones te detecta, correrán directamente hacia
Nicholl. Al menos te pondrás un disfraz, completamente encubierta, ¿verdad?
Deteniéndome, lo miré. —Un disfraz. Eso es brillante. Bien pensado. Es
una fiesta de Halloween, ¿no? Voy a pasar y comprar uno en el camino.
—Ay, Jesús. ¿Ni siquiera pensaste en ponerte un disfraz? Haven, espera.
Cuando me agarró del brazo, me detuve y giré.
—Maldición —murmuró cuando me miró a la cara, sus ojos pálidos muy
preocupados—. No puedo dejarte ir allí sola.
—Lo haré, Wick. Lo siento, pero no me convencerás de lo contrario.
—Lo sé. —Se acercó—. Así que iré contigo.
Aunque la idea misma tranquilizó la parte más ansiosa y asustada de mí,
sacudí la cabeza. —No. Si por casualidad me atrapa y te ve allí conmigo, pensará
que es tu condón.
—Bueno, es mi condón, así que... —Se encogió de hombros.
—Pero no quiero poner un blanco en tu espalda. Ya discutimos esto;
tampoco quieres involucrarte en mi plan de venganza. Estoy perfectamente bien
con eso.
—Heaven. Ya me has involucrado. —Hablando suavemente, extendió la
mano y tomó mi barbilla entre sus dedos para capturar mi atención. Al momento
en que lo miré a los ojos, dijo—: Si te atrapan allí, no te atraparán sola. Fin de la
historia. Ahora... vamos a comprar dos disfraces y organicemos esta jodida fiesta
antes de que se seque el esperma.
Miré con curiosidad la bolsa que tenía en la mano. Su semen ya corría
libremente desde el extremo abierto del condón y se enyesaba en el interior de la
bolsa. Hice una mueca. —En serio, esto tiene que ser lo más raro que he hecho.
—Definitivamente tampoco es habitual para mí. —Apoyando su mano en
la base de mi espalda, me guió por el pasillo—. Vamos. Terminemos con esto.
En el pasillo de Halloween en la tienda, Wick vio dos disfraces de Scream,
que eran más o menos los primeros atuendos de cobertura completa que halló, y
los levantó para mi aprobación.
Arrugué la nariz. —No es muy original.
Me lanzó una mirada incrédula. —No nos inscribiremos en un concurso
de disfraces.
—Tienes razón. Lo siento. —Asintiendo, solté un suspiro y le arrebaté los
paquetes de las manos—. Están bien para la ocasión.
En el mostrador, comencé a abrir mi bolso para pagar, solo para que Wick
se adelantara y me detuviera, agarrando mi mano, lo que me hizo recordar que
había puesto la bolsa allí antes de salir del apartamento.
—Yo pagaré —aclaró con fuerza.
Asentí. —De acuerdo.
Maldición, no estaba pensando bien esta noche. Lo sabía. Y, sin embargo,
todavía me encontraba decidida a terminar mi misión.
Wick también debió saberlo; dejó de discutir conmigo y rogarme que
desistiera y ahora trabajaba como mi cerebro, ya que obviamente olvidé cómo
usar el mío.
Nos vestimos para la fiesta afuera de la tienda y tiramos los paquetes
vacíos en el contenedor.
—Parecemos matones —le dije cuando lo miré y no vi a “Wick”, solo a un
extraño espeluznante con un disfraz extraño. Sentí un segundo de indecisión, y
me sorprendí a mí misma a un paso de él, aunque sabía que se encontraba junto
a mí en algún lado.
—Bueno, ciertamente no estamos de camino a la iglesia. —Levantando su
atuendo lo suficiente como para sacar su teléfono de su bolsillo, comenzó a enviar
mensajes de texto a alguien.
—¿A quién le escribes? —pregunté, mordiéndome el labio.
Genial, les contaba a todos sus amigos sobre la loca idea de su compañera
de cuarto, ¿no? Mi estómago se revolvió con inquietud.
—Tenía planes con Cannon y los muchachos —respondió de forma
distraída—. Estoy cancelando.
—Oh. —Hice una mueca—. Lo siento.
Me miró pero no dijo nada. Y me di cuenta de que si realmente lamentaba
arruinar sus planes con sus amigos, cancelaría todo esto y lo dejaría ir a casa
ahora. Pero no lo dejé ir. Tomé su mano y lo conduje al edificio de Topher.
Pudimos oír la fiesta tan pronto como entramos por la puerta principal, a
pesar de que el lugar de Topher estaba en el segundo nivel. Subimos las escaleras,
saludando a las personas que nos saludaron en el camino y hablaban de nuestros
disfraces. Algunos eran amigos de Topher, que habrían corrido directamente
hacia él si hubieran sabido que éramos nosotros debajo de las máscaras y el
atuendo.
La entrada a su departamento se encontraba abierta de par en par, pero se
hallaaba atascada con personas que intentaban entrar y más personas que
intentaban salir al mismo tiempo. La mayoría llevaban bebidas y ya parecían
estar muy borrachos. Cuando alguien me entregó una lata de cerveza abierta, la
acepté y continué, solo para alcanzar y agarrar la mano de Wick detrás de mí
para que no nos separáramos.
Nos llevó tres minutos llegar al apartamento de Topher.
—Jesús —murmuró Wick en mi oído mientras se acercaba detrás de mí,
su frente presionando directamente a mi espalda—. ¿Sus fiestas son siempre así?
—Ridículo, ¿no? —respondí. Esta era una cosa que no echaba de menos,
seguro. Prefería reuniones más íntimas y divertidas donde conocía a todos y
podía estar más relajada y ser yo misma.
Desde no muy lejos, oí la voz de Topher y luego su risa. Wick también lo
escuchó. Apretó su agarre sobre mis dedos y tocó mi cadera con su otra mano.
Apreté en respuesta y nos apresuramos, avanzando entre las personas hasta
llegar al pasillo que conducía a la habitación de Topher. Como acababa de oír a
mi ex cerca del frente del apartamento, sabía que no podía estar en su dormitorio,
pero contuve el aliento, de todos modos, al tiempo que apretaba el pomo de la
puerta, esperando que nadie más estuviera dentro. En su cama. Entonces abrí la
puerta.
La habitación se hallaba en penumbra, pero una lámpara de noche junto a
la cama estaba encendida, revelando que el lugar se encontraba desocupado.
Gracias a Dios. Arrastré a Wick adentro, haciéndolo tropezar conmigo, para
cerrar la puerta lo más rápido posible detrás de nosotros.
Solo para ser asaltados por el olor tan pronto como estuvimos atrapados
adentro.
—Oh, Dios —gemí, arrugando la nariz mientras dejaba mi cerveza en la
mesa justo al lado de la puerta—. Olvidé lo fuerte que olía a colonia su habitación.
—Jesucristo —tosió Wick, quitándose la máscara con capucha para
abanicar su rostro—. ¿El idiota pinta sus paredes con esa mierda o qué?
—Dijo que derramó una botella una vez, pero eso fue hace dos años, y creo
que ya debería haberse evaporado.
—Guau. —Wick sacudió la cabeza e hizo una mueca—. No es de extrañar
por qué no es normal. Todos esos humos sin duda se han ido directamente a su
cerebro.
Abrí la cremallera de mi bolso en tanto me apresuraba hacia la cama. Las
sábanas ya parecían bastante arrugadas (Topher nunca hacía su cama), así que
no me molesté en meterme con ellas para que pareciera que dos personas
recientemente habían estado rodando sobre ellas. Demonios, por lo que sabía,
Topher había estado rodando sobre ellas con alguien.
Sacando la bolsa, abrí la parte superior y saqué el condón, goteando semen
por todas partes sobre las sábanas.
Wick se detuvo junto a mí para mirar, arrugando la nariz con disgusto.
—Para futuras referencias —habló en voz baja—. Ningún hombre podría
deshacerse de su condón de esa manera.
—Bueno, el tipo que se vengaba de Topher conmigo simplemente lo hizo
—dije, solo para darme cuenta—. ¡Mierda!
—¿Qué? —Instantáneamente en alerta, me agarró del brazo, listo para
sacarme de allí a un lugar seguro.
—Olvidé el sostén que iba a dejar. —Me encontré con su mirada e hice una
mueca—. El que me regaló.
—¿Tienes que estar bromeando? —Cuando sacudí la cabeza, me envió una
mirada severa—. No volveremos aquí. Este fue un viaje de una sola vez, Haven.
Jesucristo. Sabes que…
—Lo sé, lo sé —espeté, agitando las manos para contener la ansiedad.
Luego me detuve, preguntándome si tal vez... hmm... sí. Valía la pena intentarlo.
Me quité la máscara y aparté la parte delantera de la camiseta para mirar
mi escote y ver el sujetador que llevaba puesto.
—Sí, este servirá —decidí. Puede que no sea el que originalmente quería
usar, el que Topher me regaló, pero también debería recordar este.
Envolviendo mi disfraz en una bola, lo empujé hacia Wick para su
custodia.
Lo aceptó fácilmente incluso al mismo tiempo que preguntaba: —¿Qué
estás haciendo?
—Voy a dejar el corpiño que llevo puesto —le expliqué mientras llevaba
mis manos detrás de mí, debajo de mi camiseta, y desabrochaba la parte trasera.
Cuando comencé a quitarlo por las mangas de mi blusa, la boca de Wick
se abrió.
—Eh... está bien. Vaya. Eso es impresionante.
Sonreí y le guiñé un ojo. —No te dan tu tarjeta de mujer hasta que puedas
quitarte el sostén con éxito sin quitarte tu camiseta primero —respondí, tirando
de la última prenda de ropa interior justo cuando la puerta de la habitación se
abrió.
Y Topher entró.
Ay, mierda.
De pie junto a Wick con mi ropa interior todavía colgando de mi mano,
me congelé como un ciervo a la luz de los faros.
Topher comenzó a jalar a una chica que se reía detrás de él, Sloan, me di
cuenta cuando me concentré en ella, solo para detenerse y parpadear atónito al
momento que nos encontró a Wick y a mí ocupando el espacio.
—Hijo de puta —siseó mientras su mirada se movía de mí a Wick, luego
al sujetador en mi mano, y finalmente a la cama donde vio el desastre del condón.
Con un gruñido, empujó a Sloan de la habitación detrás de él para poder
bloquear la puerta con su propio cuerpo, atrapándonos a Wick y a mí adentro.
Luego bramó: —¡Línea ofensiva! —tan fuerte como pudo hacia el pasillo.
Maldita sea, esa era su llamada de socorro a sus muchachos. La caballería
estaría aquí en segundos.
Miré hacia Wick, y él se encontró con mi mirada antes de engancharme
inmediatamente y tirarme hacia él hasta que estuve pegada a su costado. Cuando
vi gotas de sudor que goteaban por su sien, fue entonces que entré en pánico,
dándome cuenta de que se encontraba preocupado.
Mierda.
Esto no terminaría bien.
—Topher —llamé con calma, tratando de sonar razonable y esperando
salir de esto.
Pero me señaló. —Tú. Cierra la jodida boca.
—Oye. —Wick levantó la mano. Su voz era dura pero a la vez calmada—.
Hazte a un lado y déjanos salir. Nadie saldrá lastimado.
—Oh, pero alguien saldrá lastimado —respondió Topher con una risa
amarga, su mirada recorriendo significativamente a Wick, luego a mí—. Follaron
aquí expresamente para molestarme. Así que alguien verdaderamente saldrá
lastimado.
—No. —Me puse delante de Wick—. Todo esto fue mi culpa. Solo deja que
Wick...
—No te preocupes. Me ocuparé de ti después, maldita zorra.
—Eso es todo. —Agarrando mi mano con fuerza, Wick comenzó a caminar
hacia la salida, y le pidió a Topher que se moviera—. Nos vamos.
Una vez que llegó a la puerta, siguió avanzando, avanzando y empujando
el pecho de Topher, haciéndolo tropezar hacia atrás en el pasillo.
—Vete —me dijo, todavía sosteniendo el frente de la camisa de Topher
incluso mientras soltaba mi mano para que pudiera escapar.
Pero de ninguna manera lo dejaría atrás, no es que hubiera podido llegar
lejos por mi cuenta, de todos modos.
La caballería llegó, corriendo para ayudar al diablo y bloqueando mi
camino en el proceso.
—Aléjenlo de mí —ordenó Topher, y tres chicos de inmediato sujetaron a
Wick antes de arrastrarlo de regreso al dormitorio.
—¡No! Déjenlo ir —lloré, avanzando para ayudar, pero Topher sujetó mi
brazo, agarrándome tan fuerte que jadeé de dolor.
—Háganlo sangrar —les dijo a los demás—. Y no renuncien hasta que deje
de moverse.
Mientras los amigos de Topher seguían sus órdenes, luché por liberarme.
—¡No! Maldición. Déjenlo en paz. —Girando hacia Topher, golpeé su pecho—.
Haz que se detengan.
Cuando se negó a escuchar o reaccionar, agarré la cerveza que dejé en la
entrada y le eché el líquido a la cara.
—¡Jodida puta! —gritó y golpeó la lata de mi mano antes de agarrar mi
cabello en la base de mi cuello para poder controlar el movimiento de mi cabeza.
Luego me empujó hacia la cama como para frotarme la nariz con el condón y
decirme que había sido una niña mala—. Lo follaste en mi puta cama. ¿Cómo te
atreves? Qué jodida... —Con voz ronca, me soltó, empujándome mientras tanto,
de modo que tropecé hacia adelante y tuve que agarrarme del borde de su
colchón.
Al otro lado de la habitación, el sonido de puños golpeando, nudillos
contra carne, palabrotas y gruñidos se filtraron hacia mí.
—Wick —jadeé, girándome para mirarlo, pero Topher apareció en mi cara.
—¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo? —preguntó, sus ojos vidriosos
con una furia loca al tiempo que juntaba un puñado de su ropa de cama y me la
empujaba, refregándomela en la cara hasta que me sofoqué momentáneamente.
Insegura de cuán lejos iría ya que nunca lo había visto así antes, luché,
frenética, golpeando y sacudiéndome hasta que pude aspirar aire fresco.
—Topher —grité, tratando de que se detuviera.
Pero solo presionó su cara contra la mía, frente a frente, y gruñó.
—Responde la maldita pregunta. ¿Cuánto tiempo llevas follándolo? ¿Fue
todo el tiempo que estuvimos juntos? ¿Se reían a mis espaldas al mismo tiempo
que follábamos?
No sé por qué le respondí como lo hice. Pero no iba a ser la víctima
indefensa. No iba a rogar, ni a suplicar, ni a actuar bien para que se detuviera. A
estas alturas no.
Así que endurecí mi mandíbula y lo miré directamente a la cara cuando
dije: —Quizás.
Rápidamente, me abofeteó. Con fuerza.
Vi estrellas. El mundo se inclinó hacia un lado y un zumbido golpeó mis
oídos.
Lo siguiente que escuché fue un rugido animal que llenó la habitación.
Entonces Topher se alejó de mí cuando Wick lo derribó al suelo.
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Agarrando mis rodillas como si mi vida dependiera de ello, me senté en la


silla de la esquina en el cuarto delantero de nuestro apartamento con una Bingley
dormida en mi regazo —su calor empapaba mis vaqueros con una comodidad
que no merecía—, y vi la puerta abrirse de golpe, admitiendo a otro de los amigos
de Wick.
—Acabo de enterarme —anunció J.J. McCannon, yendo directamente a
Wick, que se paseaba por el piso frente a mí—. ¿Qué coño ha pasado? ¿Por qué
nadie me llamó antes?
Wick levantó una mano para que retrocediera. J.J. se detuvo, frunció el
ceño confundido y luego miró a sus otros amigos, pidiendo en silencio una
explicación. Pero ellos agitaron la cabeza, sin saber cómo empezar. Así que su
atención volvió a centrarse en Wick, que no había dejado de caminar por la
habitación desde que otro de sus amigos lo había arrastrado a casa.
Supongo que Zack Polansky, el otro amigo que lo arrastró a casa, había
estado en la fiesta de Topher cuando todo se fue a pique. Había sido la única
persona capaz de arrancar a Wick de Topher después de que lo atacara. Aunque
puede que le hayan puesto un ojo morado por sus esfuerzos. Actualmente se
hallaba sentado en una silla en el lado opuesto de la habitación como yo,
sosteniendo una bolsa de guisantes congelados en su cara.
Wick solo hizo una pausa en su paseo para mirarme y preguntar por la
centésima vez: —¿Segura que estás bien?
—Estoy bien —repetí por centésima vez.
—Tienes una marca roja —dijo—. ¿Por qué no tienes una bolsa de hielo
también?
—Yo le traeré una —ofreció José Rivera, saliendo del sofá donde había
estado sentado, apiñado entre otros dos jugadores de fútbol.
Cuando salió corriendo de la habitación, J.J. levantó las manos y preguntó:
—¿Alguien va a decirme qué carajo pasó?
Arlo Roark se aclaró la garganta. —Bueno, Web y la chica de Nicholl allí...
—No soy su chica —murmuré al mismo tiempo que Wick gruñó—: No es
su chica.
Arlo puso los ojos en blanco y agitó una mano desdeñosamente. —Wick y
como se llame se colaron en la fiesta de Nicholl y se follaron en su cama, solo
para ser atrapados por...
—¿Ellos qué? —J.J. se giró para mirar incrédulo a Wick—. ¿Desde cuándo
follan?
Cuando me di cuenta de que Wick no iba a responderle, suspiré y confesé:
—No lo hacemos.
—Eso no es lo que he oído —contestó Arlo—. Oí que ella todavía tenía el
sostén en la mano, había un condón usado en la cama, y...
—Es cierto —confirmó Zack—. Lo vi. El semen estaba esparcido por todas
partes.
—¿Qué carajo hacías allí? —J.J. cargó, girando hacia Zack con una mirada
acusadora.
Zack se sonrojó. Luego agachó la cabeza. —Yo, eh, estaba en la fiesta.
—¿Fuiste a una de las putas fiestas de Topher Nicholl? ¿Estás bromeando?
—¿Qué? Una chica a la que persigo quería ir.
—Oh, Jesús. Siempre es por una chica, ¿no? —Cuando me envió una
mirada condenatoria, Wick se interpuso entre nosotros y le envió una mirada de
advertencia.
—Cuidado.
Una expresión muy amarga y resentida cruzó la cara de J.J. antes de que
se volviera hacia los demás. —De acuerdo. Entonces tuvieron sexo en la cama de
Nicholl. ¿Y luego qué?
—Excepto que todo eso está mal —intervine.
—Muy bien. Adelante, cuenta la historia —refunfuñó Arlo.
—Sabes qué, lo haré —le contesté, frunciendo el ceño—. Ya que estuve allí.
—Cuando cerró la boca, le dije a J.J.—: Quería vengarme de Topher.
—Sí, así que te follaste a su archienemigo en su cama. Entendí esa parte.
—No —gruñí—. No lo hice. Wick y yo nunca hemos tenido sexo. ¡Nunca!
Todo fue una trampa.
J.J. entrecerró los ojos. —¿Qué mierda significa eso?
—Pero en realidad vi el condón —repitió Zach.
—Sí, está bien, sobre eso —empecé y me chupé el labio inferior entre los
dientes—. Retrocederé un poco más y contaré la historia desde el principio,
supongo.
José regresó a la sala de estar con una bolsa de maíz congelado, exigiendo:
—¿Qué me perdí?
Mientras Wick le quitaba la bolsa y la trajo arrodillándose frente a mí, J.J.
agitó una mano, irritado. —Todavía nada. Aún estamos tratando de determinar
si Web y la señorita “No me llames así” se acostaron en la cama de Nicholl o no.
Miré a Wick cuestionablemente en tanto me presionaba suavemente la
bolsa contra la mejilla. Cuando se encogió de hombros, dándome permiso para
contar lo que quisiera a sus amigos, levanté mi mano para cubrir la suya y tomar
el control de la bolsa de maíz. Nuestros dedos se rozaron suavemente entre sí
mientras retiraba lentamente sus dedos.
Luego me concentré en los otros. Nos miraban fijamente como si
estuviéramos haciendo un programa pornográfico o algo así.
Aclarándome la garganta, empecé: —¿Sabían que la harina y el agua
producen un semen falso espantoso? El pegamento y el agua no son mucho
mejores. El pegamento y el detergente para ropa, sin embargo, es probablemente
lo más parecido, pero aún no es lo suficientemente... auténtico.
Los otros cuatro intercambiaron miradas confusas. —¿De qué demonios
habla? —preguntó finalmente Arlo.
Fue entonces cuando el tipo grande; Bear es el único nombre que oí que lo
llaman, habló por primera vez. —Creo que intenta decir que el condón que todos
vieron en la cama de Nicholl no tenía semen real.
Lo señalé con el dedo. —Sí. Eso. Verán, quería herir a Topher —expliqué—
. Y devolverle todo lo que me ha hecho. Fue estúpido e inmaduro y... Lo siento,
bien, pero solo... Con cada soplo de aire en mis pulmones, quería que sintiera lo
mucho que lo odiaba. Y Wick ya había dejado claro que no quería ser parte de mi
plan, así que traté de excluirlo completamente y... ya saben... hacer que pareciera
como si me hubiera acostado con alguien, cualquiera, en la cama de Topher para
volverlo loco. Excepto que no podía producir suficiente semen falso, y Wick llegó
a casa en medio de mis frustraciones, y no sé, la idea más loca se me ocurrió.
Podía hacer las cosas de verdad. Así que le pedí que me diera un condón usado
legítimamente.
—Espera. ¿Qué? —soltó Zack—. Así que era semen de verdad.
—Sí —respondí—. Pero no vino de una relación sexual entre Wick y yo.
Todos los amigos de Wick se volvieron para mirarlo con una confusión
estupefacta.
—No lo entiendo —dijo José.
Al mismo tiempo, J.J. explotó: —Amigo. ¿Te masturbaste en un condón por
esta chica?
—Oh —jadeó José, solo para fruncir el ceño—. Espera. ¿Qué?
—Fui muy persuasiva al convencerlo de que lo hiciera —traté de explicar,
esperando que sus amigos dejaran de mirarlo como si hubiera perdido la cabeza.
Incluso les mostré mi sonrisa inocente de “por favor, no me odies” mientras le
acariciaba el brazo a Wick, con la esperanza de que se viera menos maniático—.
Lo convencí aceptando hacer todas las tareas de la gata; ya saben, alimentarla,
limpiar su caja de arena y asegurarme de que reciba su tratamiento mensual
contra las pulgas, por el resto de la eternidad.
Los chicos simplemente me parpadearon.
Entonces José se rascó la cabeza mientras le preguntó a Wick: —¿Cuándo
conseguiste un gato? —Señalé a Bingley, que seguía acurrucada y dormida en mi
regazo, y él gritó—: Santa mierda, hombre. Tienes un gato.
Volviéndose hacia Wick, J.J. agitó la cabeza como si estuviera muy
decepcionado. —¿Intercambiaste un condón usado por mierda de gato? Increíble.
Zack movió un dedo entre Wick y yo. —Así que, esperen. ¿Se han
mantenido en contacto desde la noche en que te salvamos de Dandridge?
—Oh, vivo aquí —aclaré—. Wick me alquiló su segunda habitación
porque necesitaba un lugar donde quedarme.
—¿Qué demonios? —Arlo balbuceó antes de mirar a Wick—. Me
rechazaste cuando intenté alquilarte esa habitación.
Zack agitó la cabeza. —No puedo creer que dejaras que la chica de Nicholl
se mudara contigo. Hombre, ¿estás loco de remate?
Incluso Bear tuvo que parecer decepcionado. —Tenías que saber que nada
bueno saldría de eso, Web.
Le envié a Wick una mirada de preocupación al mismo tiempo que la
culpa me consumía. Se había encontrado con un problema tras otro desde que
me mudé. La herida bajo su ojo derecho y los rasguños y moretones que corrían
por sus brazos eran solo la punta del iceberg en comparación con la magnitud de
los inconvenientes que le había causado.
Y ahora sus amigos también parecían estar en su contra.
—Por favor, no lo miren así —les rogué—. Esto no fue culpa de Wick. No
hizo nada malo. Todo lo que ha hecho es tratar de ayudarme. Y se opuso
rotundamente a mi idea esta noche. Intentó convencerme de que no lo hiciera
varias veces. Solo decidió ayudar cuando se dio cuenta de que yo iba a hacerlo,
sin importar lo que pasara, y no quería que fuera sola porque le preocupaba que
me atraparan y me lastimaran, lo cual fue exactamente lo que pasó. Así que, todo
esto es culpa mía. Mi estúpido plan. Mi culpa.
J.J. sonrió con suficiencia. —No te preocupes, cariño. Ya te culpaba
completamente.
—Oye, ya basta —le advirtió Wick antes de volverse hacia mí. Su mirada
perdió su frialdad y se mostró arrepentido al decir—: Esto no es todo tu culpa.
Podría haberte rechazado.
Pero agité la cabeza. —No, no podrías haberlo hecho —argumenté—.
Pregúntale a cualquiera de tus amigos. —Miré a su alrededor a los chicos—.
¿Dejaría a alguno de ustedes colgado para que se fueran a hacer algo estúpido y
loco por su cuenta si estuvieran decididos a llevar a cabo su misión?
Se quedaron callados por un momento antes de que Zack agitara la cabeza.
—No, probablemente no. Webster no.
—Es muy leal —estuvo de acuerdo Bear.
—¿Pero la chica de Nicholl? —se quejó Arlo, arrugando la nariz con asco—
. ¿Por qué tuvo que ser ella?
—Cállate —fue J.J. quien le siseó, dándole una bofetada en la nuca—. Si
Web cree que ella vale la pena, entonces vale la jodida pena. —Excepto que la
mirada oscura que me mandó dijo que no estaba de acuerdo—. Ahora... Todavía
estoy esperando escuchar lo que pasó después de que la escena del encuentro
sexual falso fuera creada en la cama de Nicholl.
—Oh. —Me encogí de hombros—. Cierto. Bueno, eso debería ser obvio.
Topher nos sorprendió antes de que pudiéramos escapar, y llamó a sus
muchachos para que sujetaran a Wick y le dieran una paliza mientras él me
golpeaba.
Levantando las cejas, J.J. repitió: —¿Te golpeó?
Señalé mi mejilla roja, ligeramente hinchada. —Me golpeó —repetí.
Trasladó una mirada a Wick, quien simplemente inclinó la cara y la
enterró en sus manos como si tratara de no pensar en esa parte de la noche.
—Eso no fue muy bien con Wick —continué, haciendo que J.J. resoplara
en acuerdo—. Así que de alguna manera se las arregló para liberarse de los tres
tipos que lo golpeaban, y él... bueno...
—Nicholl apenas estaba consciente cuando llegué —dijo Zack—. Web era
como un animal salvaje. No me encontraba seguro de si iba a parar, así que
físicamente intenté sacarlo.
—Y se llevó un pequeño codazo en la cara por sus esfuerzos —agregué
con un encogimiento.
Zack simplemente se encogió de hombros. —Pero al final conseguí que
parara.
—Lo siento, hombre —se disculpó Wick, en voz baja y temblando un poco.
—Oye, no hay problema. Yo también me pondría como loco si alguien le
hiciera daño a mi chica —respondió Zack mientras apoyaba la mano en el
hombro a Wick, con la esperanza de aliviar sus tensos músculos.
Me miró, y cuando nuestras miradas se encontraron, toda su preocupación
y arrepentimiento me llenaron hasta que me estremecí y mi pecho se agitó,
incapaz de contenerlo todo.
J.J. se aclaró la garganta, interrumpiendo nuestra mirada. —Y luego Zack
los trajo de vuelta a salvo aquí, donde nos llamó a todos, y aquí estamos ahora,
informados.
—Así es. —Cuando le asentí con la cabeza, suspiró y se pasó una mano
por encima de su oscura y afeitada cabeza.
—Así que... ¿arruinaste bastante bien a Nicholl? —preguntó finalmente.
Wick asintió en silencio.
J.J. lo estudió un momento más antes de responderle: —Bien. Supongo que
eso significa que no tenemos que ir allí y defender tu honor ni nada. Lo que
significa que no nos necesitan aquí, ¿verdad? —Después de mirar un momento
más entre Wick y yo, se volvió hacia los demás—. ¿Oyen eso, muchachos?
Vamos. Estamos saliendo. —Aplaudió e incluso agarró el brazo de Zack para
tirar de él desde su silla—. Démosles a estos dos un poco de paz y tranquilidad
para que se calmen y se recarguen. —Me miró severamente—. Llama si necesita
algo; ciertamente él sería demasiado orgulloso para hacerlo. Y asegúrate de que
se lave y se ocupe de esos cortes.
Asintiendo, prometí: —Lo haré. Gracias.
Séptima edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por Anna Karol


Corregido por Pame .R.

Entonces, finalmente perdí mi virginidad.


Cerca del final del segundo año, Beth Anne, una chica de mi clase de
oratoria, me invitó a salir, diciendo que le gustaban los chicos del tipo fuerte y
silencioso. No tenía idea de que esa era la impresión que daba. Después de que
Reuben me robara a Avery y folló a Kerri para molestarme, simplemente me cerré
y dejé de mostrar mis emociones.
Ser tan trasparente con ellas para que el mundo las viera no me ha hecho
ningún bien. Solo terminé con el corazón destrozado.
Así que, no más.
Como resultado, cerré la tienda, dejé de interactuar mucho con la gente,
por lo general me quedaba callado en una multitud a menos que me hablaran
directamente, y básicamente evité a las mujeres por completo.
Masturbarse era mucho más simple que anhelar y querer algo que no
podía tener, o hacer el intento, solo para que un escurridizo imbécil se acostara
con ella primero. Pero aparentemente, eso me hizo parecer difícil. Enloqueció a
las chicas más audaces y, como resultado, cada vez más y más comenzaron a
hablar conmigo.
No estoy muy seguro de por qué dejé entrar a Beth Anne y acepté su
solicitud de una cita y nadie más. Tal vez algo en mí sabía que no duraría. Dejó
en claro desde el principio que solo era una conquista para ella, alguien a quien
ganar y luego seguir adelante después de follar. Como la idea del amor y el
compromiso me ponían los pelos de punta, la costumbre temporal y fácil de Beth
Anne se sintió bien. Seguro.
O tal vez la dejé conquistarme porque Reuben no tenía idea de que existía
y, por lo tanto, nunca podría interferir.
En cualquier caso, salimos a cenar y al cine. Luego la llevé a su casa, donde
la dejé llevarme disolutamente a su dormitorio. Después, sin embargo, realmente
no me sentí tan increíble, y pensé que debería haberlo hecho. Quiero decir, ya no
era un patético virgen. ¡Por fin había tenido relaciones sexuales! La vida debería
ser genial.
Pero supongo que la primera vez de nadie puede ser tan perfecta. Desearía
no haberme sentido tan inepto y despistado en todo el camino. Ella casi tuvo que
liderar todo el tiempo porque no tenía idea de lo que estaba haciendo. Creo que
llegó al final, tal vez, a menos que fingiera su orgasmo. No estaba realmente
seguro. Y a mi cuerpo ciertamente le gustó derrumbarse. Era mi cabeza la que se
sentía vacía e insatisfecha, o tal vez mi corazón. No estaba seguro de cuál. Solo
sabía que algo en mí quería más.
Cuando Beth Anne no volvió a ponerse en contacto conmigo al final del
día siguiente, supuse que sentía el mismo elemento faltante. Y concluí que
simplemente apestaba en la cama.
Luego me pregunté y me preocupé si se suponía que debía ser yo quien la
contactara. Ella había hecho toda la persecución, lo que me hizo suponer que
sería ella la que mantuviera la comunicación si aún quisiera seguir en contacto.
Pero no quería joder nada en caso de estar equivocado. Entonces le envié un
mensaje de texto rápido, agradeciéndole la noche anterior y diciéndole cuánto lo
había disfrutado. Cuando respondió con solo un emoji de corazón, no tenía idea
de qué hacer con eso o qué hacer al respecto, así que lo dejé pasar. Si quisiera
volver a verme, estaría de acuerdo. Si no lo hacía, eso me parecía bien.
Para el lunes por la mañana, todavía me sentía extraño emocionalmente,
sintiéndome completamente alterado por dentro y, sin embargo, un poco
decepcionado porque básicamente nada había cambiado en absoluto. Ningún
significado súper esclarecedor de la vida me había sorprendido. No me sentía
como si estuviera en la cima del mundo. Seguía siendo tan patético como siempre
y tan poco dispuesto a pasar por eso como lo había estado antes.
Llevaba mi tuba al salón de práctica después de las clases cuando Rush
surgió de repente, interceptándome con la sonrisa más grande… La sonrisa que
debería haber tenido después de estar con Beth Anne.
—Henry, amigo mío —gritó, golpeando mi brazo en felicitaciones—.
Acabo de enterarme.
Lo miré con el ceño fruncido. —¿Qué te enteraste?
Se rio, sacudiendo mi codo. —Mírate, perro astuto, actuando como si no
fuera la gran cosa. Me enteré sobre ti y Beth Anne. ¿De qué crees que hablo? Digo,
mierda, no puedo creer que finalmente lo hayas hecho. Te reventaron tu preciosa
cereza. Era la puta hora. Empezaba a preocuparme por ti.
—Los hombres no tienen cerezas —comencé, solo para darme cuenta—:
Guau. Oye. Espera. ¿Cómo te enteraste de mí y de Beth Anne?
—De la propia Beth Anne —respondió, poniendo los ojos en blanco como
si eso fuera obvio—. ¿Quién crees? Amigo, les dijo a todos al final de la clase de
oratoria justo después de que te fueras.
Clase de oratoria. Había estado temiendo ir, no me hallaba seguro de cómo
me recibiría. Pero ella simplemente pasó mi silla con un guiño y una sonrisa de
complicidad y deslizó su dedo por mi brazo antes de encontrar su propio asiento
en la parte de atrás. Fue mucho mejor de lo que temía, porque, sinceramente, me
había convencido de que irrumpiría en clase, me gritaría por no haberle hablado
lo suficiente pronto después o porque fui muy malo en eso…
Parpadeando a Rush, sacudí la cabeza en estado de shock. —Ella… ella…
¿qué? Oh, santa mierda. No.
—¿No? —Frunció el ceño—. ¿Qué quieres decir con no?
—No, ¿por qué demonios les dijo a todos? —Jadeé, mirando alrededor
como si todas estas personas lo supieran y se rieran secretamente de mí—. No
quería que el mundo lo supiera.
Rush todavía parecía confundido. —¿Por qué no? Beth Anne está buena.
Esa es una mierda impresionante, hombre. Deberías presumir, porque esto te
convierte en la bomba, Henry.
—Pero… yo… —Me acerqué y bajé la voz mientras el calor me recorría la
cara—: Fui malo en eso. Fue tan, increíblemente malo. —Aunque Rush era
literalmente la única persona a la que admitiría eso, todavía era humillante
decirlo en voz alta.
Con un resoplido, me dio una palmada en el pecho con el dorso de la
mano. —Lo que sea, idiota. Vete a la mierda. Dijo que fuiste dulce.
—¡¿Dulce?! —gemí.
Joder, eso sonaba peor que malo.
—Oye, no. —Negó con la cabeza, tratando de tranquilizarme mientras
veía el pánico cruzar mis rasgos—. Créeme. Por primera vez, lo dulce es bueno.
Dulce es muy, muy bueno.
—¿Estás seguro? —exigí, mirando a mi alrededor otra vez—. Porque dulce
suena mucho peor que increíble.
Puso los ojos en blanco. —Increíble hubiera sido una mentira obvia. Nadie
hubiera creído que eras increíble tu primera vez desde la banca. Malo hubiera
sido malo. Pero dulce… Dulce es bueno.
—¿Dulce es bueno? —repetí, mirándolo, tratando de determinar si mentía.
Asintió, devolviéndome la mirada. —Créeme, dulce es muy, muy bueno.
—Está bien —dije, aliviado al escuchar eso, al menos—. Supongo que
aceptaré dulce, entonces.
—Joder sí, deberías aceptarlo. Dulce es algo de lo que estar orgulloso.
Entonces, ¿por qué parece que alguien pisó a tu maldito gatito? Supéralo.
Alégrate. Lo hiciste genial.
—Lo siento, es solo que… —Eché un vistazo alrededor, me detuve cuando
vi a Reuben más adelante, ya en el campo de práctica y tocando su trompeta,
como un gallo orgulloso mostrando sus llamativas plumas brillantes—. Él no lo
sabe, ¿verdad?
Rush también lo miró. —¿Reuben? Nah. ¿Por qué lo sabría? No está en
clase de oratoria con nosotros, y frecuenta un círculo completamente diferente al
de Beth Anne.
Asentí, aliviado al escuchar eso al menos. —Bien —murmuré—. Bueno.
Sin embargo, antes de que pudiera mirar hacia otro lado, ella apareció,
acercándose a Reuben y tendiéndole lo que parecía un libro de apuntes al
momento que lo alcanzó.
Cuando aceptó el cuaderno y se colgó la correa alrededor del cuello,
confirmando mis sospechas de que en realidad era un libro de puntos, resoplé.
Sostener las tablas de ejercicios de esa manera era muy de preparatoria. Pero
luego se inclinó hacia delante y besó a su novia en agradecimiento, y mi sonrisa
murió de plano. El ácido llenó mi estómago. Preparatoria o no, todavía tenía a
Avery. Y yo no.
Dios, ella era bonita.
Y era una novia tan amable y servicial, trayéndole cosas a la práctica que,
obviamente, él había olvidado.
Ahora, esa era la definición de dulce.
Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza en mi pecho que me dolió la
caja torácica. Y esa sensación que sabía que me había estado perdiendo con Beth
Anne después de que habíamos estado juntos descendió sobre mí en una ráfaga
de fragmentos calientes, apuñalándome en la piel hasta que se erizó físicamente.
Fue entonces cuando me di cuenta de que no había esperado tanto para
probar el sexo porque había estado esperando a alguien fácil y sin sentido como
Beth Anne. Tan solo aguanté porque secretamente quería encontrar a alguien que
me dejara sin aliento a primera vista, alguien que me hiciera lo que Avery hizo,
lo que todavía lograba hacer.
Quería ser completamente absorbido por una chica.
Pero mientras todavía me aferrase a ella, sabía que no iba a poder pasar a
otra. Y, por consiguiente, era mi círculo vicioso. Me encontraba atrapado en una
situación de no ganar, anhelando a alguien que nunca podría tener.
Traducido por IsCris
Corregido por Umiangel

Acababa de acostarme para irme a dormir, con Bingley acurrucada en mi


almohada y anidada en mi cabello cuando escuché pasos que se detuvieron junto
a mi habitación.
Wick.
Apenas podía distinguir su silueta cuando miró por la puerta abierta para
ver cómo me encontraba.
—Estoy despierta —dije y luego levanté mis mantas como invitación—.
Puedes pasar.
Sin decir una palabra, entró y cruzó la habitación, agarrando las sábanas
levantadas y arrastrándose debajo de ellas.
Bingley maulló a modo de saludo y tropezó con mi cara para poder ir con
su papi humano y darle la bienvenida con olfateos y lamidas.
—Oye, no sabía que estabas aquí también —dijo Wick suavemente,
acariciando a la gatita un momento antes de levantarla e inclinarse sobre el
colchón para dejarla sobre la alfombra.
Corriendo por el suelo, salió de mi habitación, probablemente en busca de
un bocadillo o un juguete.
Cuando se fue, Wick se volvió hacia mí e inmediatamente me tomó en sus
brazos. Agradecida por el contacto, me hundí en él, agarrando la manga de su
camisa mientras enterraba su rostro en mi cabello y ahuecaba la parte posterior
de mi cabeza, meciéndome suavemente.
Me sostuvo con fuerza así por otro minuto antes de preguntar: —¿Segura
que estás bien?
Acariciando su brazo, solté una risita. —Wick, estoy bien.
Temblando, se acurrucó más cerca, buscando tranquilidad y consuelo.
—Todavía no puedo creer que te haya pegado.
—Me abofeteó —le corregí, porque para mí, abofetear sonaba mejor que
golpear. Menos severo. Menos traumatizante. Todavía no me hallaba dispuesta a
enfrentar el hecho de que salí con un chico que podía golpear a las mujeres tan
brutalmente.
—Te levantó la mano —soltó Wick, quien quería seguir discutiendo el
tema—. Y yo... no lo detuve a tiempo. Jesús. —Su voz se quebró—. Lo siento. Lo
siento tan…
—No, shhh. —Presioné mis dedos en sus labios—. No hagas eso. Estabas
un poco ocupado mientras te golpeaban muchísimo más que a mí. Estabas... por
Dios. Todavía no tengo idea de cómo te liberaste de esos tipos para ayudarme.
—Con una sonrisita cariñosa, extendí la mano y tiré amorosamente un poco de
su cabello—. Eras muy rudo.
Pero Wick no se dejó influenciar por mi humor. —Si hubiera sido rudo, él
nunca te habría tocado.
—No. No...
Esta vez, él puso un dedo suavemente contra mis labios para callarme.
Luego dejó escapar un largo suspiro, presionó su frente contra la mía y guardó
silencio mientras continuaba abrazándome como si tuviera miedo de dejarme ir.
Todo el tiempo, me permitió jugar con su cabello todo lo que quisiera.
Mi intento de mantener las cosas ligeras y optimistas. Una pesadez se
apoderó de mí y me encontré susurrando: —Adelante, dilo.
Wick levantó su cara. —¿Que diga qué?
Tragué. —Que me lo dijiste. Que era una idea estúpida. Que no lograría
nada de lo que quería. Que me lastimaría. Que yo... Dios, lo siento mucho. No
tenía idea de que también saldrías lastimado. Estaba tan ciega por mi ira y...
—Shh. —Gentilmente acunó mi mejilla con su palma, tranquilizándome
mientras su pulgar masajeaba el músculo tenso a un lado de mi cuello—. Si no se
me permite expresar mis arrepentimientos, entonces tú tampoco.
Sorbí, y las lágrimas brotaron de mis ojos. —Pero no fue tu culpa. Empecé
esto. Yo…
—Y él pudo dejarnos ir en lugar de llamar a su equipo para que nos
mataran a golpes. Él pudo no golpearte, difundir rumores dañinos sobre ti o
engañarte en primer lugar. Hubo muchas cosas que pudimos hacer de manera
diferente, mejor, pero aún hay más que él debió hacer. —Deslizando su pulgar
hacia mi mejilla, limpió mi lágrima—. Ahora... ya pasó, y no podemos cambiar
lo que sucedió. Pero prometo eliminar la culpa que tengo si tú haces lo mismo.
Cuando cerré los ojos con fuerza, sin estar segura de poder cumplir, se
inclinó hasta que sus labios me susurraron al oído: —Vamos, Haven. Inténtalo.
Por mí.
Por él, cualquier cosa. Asentí y levanté la mirada. —Bien. Lo intentaré.
No podía verlo en la oscuridad, pero sentí su sonrisa sobre mí. —Esa es
mi chica —elogió, besando mi mejilla con ternura—. Nos vengaremos. —Luego
su boca encontró mi frente—. De alguna manera. —Y mi párpado—. De una
manera inteligente. —Finalmente, el otro párpado—. Lo juro.
Cuando su aliento bañó mi boca, una corriente eléctrica chisporroteó a
través de mí.
Ahuecando su rostro en mis manos, le dije: —Sé exactamente cómo.
Simplemente avanzando y siendo feliz. La felicidad será nuestra mayor
venganza. Lo odiará. Se lo comerá vivo. Y seguiremos juntos, olvidando que
alguna vez existió, viviendo felices para siempre. De hecho, creo que ya me estoy
olvidando de él.
Wick sonaba divertido cuando murmuró: —Espera. ¿De quién estábamos
hablando?
—Exactamente. —Sonreí y relajé mi boca contra la suya.
Se le escapó un siseo sorpresa. Sin embargo, no luchó, así que lo besé de
nuevo, tan ligero y rápido como el primer beso. Esta vez, me devolvió el beso,
sus labios se aferraron a los míos hasta que un sonidito de succión rebotó entre
nosotros cuando me aparté.
Su aliento se aceleró. Lo escuché tragar saliva.
Curiosa por lo que sucedería si fuera más lejos, puse mi boca de nuevo en
la suya y no me aparté....
Maldita sea. Sus labios eran tan suaves, como malvaviscos tibios que
comenzaban a disolverse en una taza de chocolate caliente.
Oh sí, definitivamente había algo derritiéndose aquí. De mi parte.
Me encontré sacando la lengua para saborearlo. Wick gimió y se movió
contra mí, profundizando las cosas al agarrarme el pelo y echar la cabeza hacia
atrás para un acceso más profundo. Cuando abrió la boca, hice lo mismo, sacando
la lengua, hambrienta por devorar a este hombre que me importaba más de lo
que creía posible. El contacto fue como un rayo líquido con una llamarada
instantánea de calor que se arqueó entre nosotros, haciéndome jadear y llevarme
hacia adelante, levantando mi dolorido pecho contra el suyo para buscar alivio.
Mis pies desnudos se enroscaron debajo de las sábanas. Froté arriba y
abajo de sus piernas con ellos, gimiendo de lo tensas que estaban sus musculosas
pantorrillas. Un intenso hormigueo se extendió por el interior de mis muslos.
Cuando se encendió entre mis piernas, me sacudí sorprendida, y mis uñas se
clavaron en la piel de sus hombros.
Gruñó de placer. Nuestras lenguas se fusionaron cuando nuestras manos
se volvieron codiciosas y urgentes. Cuando me agarró el culo y me llevó hacia su
erección, retrocedí audazmente y busqué debajo de su camisa para sentir las
suaves y cálidas ondulaciones de sus abdominales y pecho. Ronroneando cuando
obtuve mi deseo, rasqué suavemente con las uñas los músculos impresionantes
que encontré.
—Maldito infierno —respiró, rompiendo el beso para echar la cabeza hacia
atrás y silbar de placer antes de clavarse más fuerte contra mí—. Parece que no
puedo parar.
—Será mejor que no lo hagas —exigí, atrapando su rostro entre mis manos
y arrastrando su boca hacia la mía.
Volviéndose salvaje y primitivo, me besó con una insistencia que me dejó
sin aliento y aspirando aire.
—Demasiada ropa —jadeé, tirando de su camisa y forcejeando para
quitársela sobre la cabeza. Él se hizo cargo, desgarrando su camisa y luego se
quitó los pantalones hasta que se quedó en calzoncillos.
—Tú también —gruñó, alcanzando mi camisa. Una vez que desapareció y
se dio cuenta de que no llevaba sostén, se olvidó de mis pantalones y ahuecó mis
pechos con reverencia—. Tetas —murmuró; la diversión y el asombro en su voz
me hicieron reír.
—Por fin, puedes verlas —animé suavemente.
—Excepto que está demasiado oscuro aquí. Todavía no puedo verlas. —
Me abandonó un momento al girar para buscar mi mesa de noche. Me senté para
verlo tantear en la oscuridad—. ¿Dónde está la maldita lámpara? —murmuró
hasta que la encontró y encendió la luz con un suspiro de agradecimiento. Luego
se volvió, sonriendo grande y orgullosamente para informar—: Ahora… —Bajó
su mirada hacia mi pecho, solo para congelarse, boquiabierto—. Jesús —se
ahogó—. Eres tan…
Cuando las palabras le fallaron, no estaba segura de si quería agachar la
cara avergonzada o tirar los hombros hacia atrás y hacer alarde, mostrarle todo
lo que lo dejó sin palabras.
Bromeando, traté de terminar su oración por él, adivinando: —Horrible,
¿verdad?
Sacudió la cabeza lentamente de un lado a otro, solo para estar de acuerdo
juguetonamente. —Tan horrible. —Todo el tiempo, fue incapaz de apartar su
mirada de mí—. Es difícil incluso ver semejante horror. Probablemente tendré
que cubrirlas con mis manos para ocultar tanto horror repulsivo de mis pobres e
inocentes ojos.
Cuando comenzó a acercarse, me reí por su mal chiste.
Me devolvió la sonrisa, levantando su mirada hacia la mía, solo para
estremecerse antes de cambiar su trayectoria y desplazar sus dedos sobre mi
mejilla dolorida, donde probablemente se formaba un moretón.
—Maldición, Haven. ¿Estás segura sobre esto? Tuviste una noche difícil.
Tu cerebro está dando vueltas. Puede que no estés pensando con claridad.
Agarrando su muñeca para bajar sus dedos de mi moretón a mis labios,
besé sus nudillos cortados con ternura. —Mi cerebro puede estar dando vueltas
—acepté—, pero sé lo que quiero. Y te quiero a ti en este momento, más de lo que
he querido algo en mi vida.
—Guau. —Sus ojos se pusieron vidriosos cuando su cuerpo se estremeció
mientras asimilaba esas palabras, luciendo abrumado por mi admisión. Pero aun
así logró decir—: ¿Estás segura? —mientras una expresión dudosa cruzaba sus
facciones.
Bajé su mano aún más a uno de mis pechos. Sosteniendo sus dedos allí,
confesé: —El sexo nunca se ha sentido... correcto para mí. En el fondo siempre ha
sido como si estuviera haciendo algo que realmente no quería hacer, y no importa
cuánto traté de ignorar esa voz que decía que algo estaba mal, no pude hacer que
se callara. De todos modos, seguía haciéndolo, porque no quería admitir que
pude ser deficiente en la cama. Pero todo el tiempo, todavía me encontraba
convencida de que estaba rota, así que seguí adelante, fingiendo que todo estaba
bien.
—Jesús, mi amor. —Wick presionó su frente contra la mía y sacudió la
cabeza con insistencia—. No eres deficiente. De ninguna manera.
—Lo sé. —Mirándolo a los ojos, le sonreí con un brillo repentino de
lágrimas—. Ahora lo sé, porque Dios mío, Wick. Esto se siente bien. Por fin, se
siente muy bien. Así que, por favor. —Soltando mi agarre en su muñeca para que
sostuviera mi pecho solo, supliqué—: Por favor, por favor, por favor, muéstrame
la forma correcta.
—Cristo. —dijo con voz áspera, y de repente parecía aterrorizado—. Sin
presión ni nada, ¿eh?
Sonriendo, tomé su rostro entre mis manos. —Ninguna en absoluto. Tengo
absoluta fe en ti.
—Bueno, al menos uno de nosotros la tiene. —Inclinándose, me mordió el
labio inferior entre los dientes. Luego levantó su otra mano y masajeó mis dos
senos al mismo tiempo antes de acariciar mi boca con su lengua y pasar sus
pulgares sobre mis pezones.
Jadeé contra el rayo de deseo que me atravesó. —Sí. Lo estás haciendo bien
hasta ahora.
Dejando salir su placer, Wick comenzó a besar un lado de mi garganta,
mordisqueando cada pocos segundos. Después de instarme a recostarme sobre
mi espalda, me miró maravillado antes de sonreír con ternura.
—Amo tu sonrisa —dije, estirando la mano para tocarla.
Se ensanchó. Deslizando su lengua sobre su labio inferior para lamer mi
dedo, sus ojos se iluminaron con picardía antes de inclinarse para chupar uno de
mis senos con su boca.
Mientras tanto, sus manos vagaron hacia el sur, encontrando la cintura de
mi pijama. Enganchando sus pulgares dentro de ellos, los sacó de mis piernas.
Una vez que llegó a mis tobillos, se sentó en cuclillas para quitarme lo que
quedaba de los pantalones y se quedó así un momento más solo para mirarme.
Usando solo bragas, me moví bajo su atención, estirándome como un gato
contento y provocando que sus ojos se ensancharan cuando aparté mis hombros
para empujar mi pecho hacia adelante.
Sacudiendo la cabeza, dejó escapar un suspiro sibilante. —Dios, eres
hermosa.
Y él era magnífico. Su torso trabajado brillaba como latón pulido a la luz
de la lámpara. Pasé mis dedos sobre su rodilla y comencé a deslizar mi pie hacia
arriba, a lo largo de su muslo hacia la abultada tienda en sus calzoncillos.
Atrapó mi tobillo antes de que pudiera tocarlo allí. Con los ojos brillantes
de conocimiento, levantó mi pie y presionó su boca contra el arco. El uso de la
lengua y los dientes me hizo temblar.
Ascendiendo, él besó, lamió y mordisqueó mi tobillo, luego mi pantorrilla,
mi rodilla y mi muslo. Cuando llegó a la cúspide de mi pierna, se detuvo para
mirar mis bragas un momento, luego se inclinó y me besó a través del algodón.
—Ay, Dios. —Mis caderas se arquearon contra su boca.
El calor de su aliento empapando la ropa me hizo agarrarme de las sábanas
debajo de mí mientras él me besaba entre las piernas a través de mi ropa interior,
mordisqueando y lamiendo hasta que le agarré su cabello de seda y tironeé,
necesitando más.
Levantó la vista y sonrió cuando vio mi expresión aturdida. Luego agarró
la banda de mis bragas y lentamente las quitó. Pensé que se levantaría por encima
de mí y deslizaría sus caderas entre mis piernas, pero me tomó por sorpresa
poniendo su boca en mi coño, sacudiendo la carne con la lengua desnuda contra
el clítoris desnudo.
Solté otro grito, alzándome debajo de él, luchando contra el placer. Su boca
era despiadada, sacando cada grumo de deseo y extrayéndolo, haciendo que me
esfuerce por alcanzar nuevas alturas con cada lamida. Cuando empujó un dedo
dentro de mí, no pude más, ya demasiado cerca del borde para contenerlo.
Un orgasmo se estrelló sobre mí y me hizo caer bruscamente en el olvido.
Me aferré a su cabello como si mi vida dependiera de ello y clavé los talones en
el colchón debajo de mí para centrarme, y eso me ayudó a bajar cuando las
explosiones dentro de mí comenzaron a asentarse y cesar.
—Mierda —murmuré, abriendo los ojos para mirar al techo. Sabía qué se
necesitaba mucho para hacer que me corra, pero ahora tenía que preguntarme si
alguna vez realmente me había corrido, porque eso había sido muy intenso.
Giré mi cabeza hacia un lado para ver a Wick mientras se sentaba y me
sonreía, limpiándose la boca con el dorso de la mano. Fue, por mucho, el
movimiento más erótico que había visto hacer a un hombre.
Con una sonrisa, admití: —Guau.
Su rostro se iluminó con deleite casi tímido. —¿De verdad? Espera ahí,
entonces. Hay más. —Luego sonrió y movió las cejas—. Literalmente —agregó
antes de comenzar a salir de mi cama.
Tuve que alcanzarlo rápidamente para atrapar su mano antes de que se
fuera. —Espera. —Sentándome un poco, fruncí el ceño, luego me reí
confundida—. ¿A dónde vas?
—Condones —respondió frenéticamente, inclinando la cabeza hacia un
lado hacia la puerta—. Mi habitación. Ya vuelvo.
Comenzó a soltarse, así que apreté mi agarre. —Pero…
Congelándose, me miró con preocupación. —¿Qué pasa? ¿Estás bien?
¿Quieres parar aquí?
Me reí en voz alta. —Sí, yo solo... quiero decir... —Sacudí la cabeza para
comenzar de nuevo cuando la expresión más desgarradora y abatida comenzó a
contorsionar su rostro—. No, por supuesto que no quiero parar aquí, porque
estoy más que bien. Solo intentaba decirte que todavía estoy tomando la píldora.
Y dado que ambos acabamos de hacernos la prueba y sabemos que estamos
limpios... —Dejé que la sugerencia se desvaneciera para no tener que decir las
palabras mientras miraba significativamente entre nuestros cuerpos.
Él también bajó la mirada, y su boca se abrió mientras se enfocaba en el
delgado rastro de rizos entre mis piernas. —¿Quieres decir... que lo hagamos sin
barreras?
Me sonrojé. —No tienes que hacerlo —comencé—. Ciertamente, siempre
es mejor estar más seguro. No dejes que te detenga si quieres condones. Solo digo
que ya estamos protegidos, por lo que no son necesarios si no los quieres. Confío
mucho en ti.
—Mierda —respiró, antes de arrancar sus calzoncillos y volver totalmente
a la cama para treparse encima de mí y entre mis piernas. Mirándome fijamente
a los ojos todo el tiempo, finalmente preguntó—: ¿Estás segura?
Acuné su mejilla en mis manos. —Estoy absolutamente segura.
—Dios. —Mirando aturdido hacia abajo entre nosotros, envolvió su mano
alrededor de la base de su pene y lo atrajo hacia mi abertura.
Sintiendo la cálida y húmeda cabeza contra mí, respiré hondo y con
anticipación y separé las rodillas.
—Maldición. —Levantando la vista nuevamente para encontrarse con mi
mirada, Wick tragó—. ¿Es esto real?
Mordí mi labio, retorciéndome para sentir más de él, más profundo dentro
de mí, tan profundo que estaba llena y estirada al máximo.
—¿Por qué no continuas y lo averiguas? —ofrecí.
Sus ojos se oscurecieron cuando sus caderas empujaron profundamente.
Ahogué mi sorpresa.
Cuando alcanzó su límite y me llenó por completo, se detuvo a mirarme,
evaluando mi reacción. Gimoteé y me arqueé. Pero Dios. Mi cuerpo nunca se
había sentido tan lleno. En el buen sentido. Tan lleno y tan delicioso, que mis
músculos internos se tensaron alrededor de toda la plenitud dura y caliente,
buscando aún más fricción. Guau, era una gran diferencia cuando querías por
completo a un hombre allí y estabas lista para él que estar insegura y permitirlo,
de todos modos. Hacía toda la diferencia del mundo.
—Ah, demonios —siseó Wick; sus ojos brillaban y los músculos de su
cuello se tensaron cuando mis caderas rodaron, instándolo a seguir.
Cumpliendo, se retiró para volver a golpear.
—Sí —lloré, dándole la bienvenida a la enorme sacudida.
Y así, nos movimos en conjunto, subiendo y bajando, separándonos y
volviendo a estar juntos. Él tomó una de mis manos y entrelazó nuestros dedos
mientras me besaba cálida y profundamente, su lengua imitando el ritmo de su
pene, llegando a nuevas profundidades con cada zambullida. Cuando nuestras
bocas se separaron con un jadeo mientras nuestro placer se enroscaba y se
tensaba, encontrando el punto máximo de tensión, él sujetó mi mano contra la
cama sobre mi cabeza y puso su frente contra la mía para mirarme directamente
a los ojos.
Su mandíbula se endureció mientras apretaba los dientes, y los músculos
de su garganta se movieron antes de decir: —¿Estás lista?
Asentí justo cuando la cuerda invisible dentro de mí que mantenía todo
junto se despegó y las chispas salieron volando cuando me vine tan fuerte como
antes pero más tiempo. Más profundo. Mejor.
Gruñendo, Wick enterró su rostro en mi cuello y se empujó hasta el fondo
mientras su pene palpitaba dentro de mí. Ola tras ola de euforia se estrelló sobre
nosotros, solo yo y mi balsa salvavidas humana, resistiendo la tormenta juntos,
hasta que el huracán orgásmico dentro de nosotros comenzó a calmarse.
Y Wick y yo... nos tomamos de las manos hasta el final.
Traducido por Anna Karol & Gesi
Corregido por Umiangel

Me desperté sintiéndome bien. Digo, muy bien.


Suspirando de satisfacción, me estiré sobre mi amante y sonreí cuando mi
piel desnuda se movió contra la suya. Mmm, se sintió bien.
Descansada y más despierta de lo que nunca me había sentido antes al
despertar, revisé la hora, solo para que mis cejas se levantaran en estado de shock
cuando me di cuenta de que eran solo las cinco de la mañana.
—Oye… Wick —le dije, besándolo en la cara para despertarlo también.
Cuando gruñó, diciéndome que apenas se podía mover, sonreí y pasé mis uñas
a lo largo de su mandíbula—. Vamos a correr.
—¿Qué? —Abrió un ojo.
—Vamos a correr —repetí.
Con un gemido ahogado de rechazo, deslizó un brazo a mi alrededor para
atarme completamente a él como si temiera que fuera a saltar de la cama en ese
mismo momento y arrastrarlo conmigo.
—Sigamos durmiendo —respondió.
—A correr —discutí con una sonrisa, moviéndome sobre él.
Esta vez sus ojos se abrieron y se movió para dejarme sentir su erección
mañanera. —¿Quieres cardio? Puedo darte cardio.
Me mordí el labio cuando mi cuerpo reaccionó, mis muslos temblaron, mis
pechos se tensaron, mi coño ya humedeciéndose por el sabor de su pene. —¿Y
después tocino? —negocié.
Asintió. —Montones y montones de tocino.
—Trato. —Me senté, ya a horcajadas sobre su cintura y aferrándome a su
erección.
Justo cuando soltó una exhalación de sorpresa, me alineé y comencé a
hundirme.
—Joder —jadeó, tomándome de la cintura y parpadeando como si aún
estuviera tratando de despertar—. Eres tan caliente.
Tarareé. —Y tú te sientes tan bien dentro de mí.
Después de moverme arriba y abajo en pequeños incrementos hasta que
mi cuerpo estuvo dispuesto a aceptarlo por completo, finalmente me influí con
fuerza, tomándolo todo.
Se inclinó debajo de mí, gimiendo. Agarré su cabello y lo besé en la boca.
Decidida a hacer mi cardio, lo monté duro y rápido, jadeando y exhausta cuando
ambos nos corrimos.
Todavía trataba de recuperar el aliento cuando escuché un maullido desde
el suelo, al lado de la cama. —Ahh, Bingley también quiere jugar con mamá y
papá —dije.
Cuando me aparté de Wick para ir a buscar a mi bebé, él se sentó y
anunció: —Lo siento, Bing, pero no puedes entrar en la cama durante ese tipo de
juego.
Soltando una carcajada, acerqué al gatito al colchón con nosotros. —Eres
muy territorial —acusé alegremente mientras chocaba mi nariz con la de Bingley.
Wick cubrió su regazo con la manta para que el gatito no viera sus partes
masculinas e intentara atacarlo… con las garras.
—Solo digo que el tiempo de mamá y papá es el tiempo de mamá y papá
—respondió.
Dándole otra sonrisa, incliné mi cabeza hacia un lado, decidiendo que me
gustaba. Me gustaba Wick. Me gustaba vivir con él. Me encantaba el sexo con él.
Y me gustaba comer con él, compartir un gatito con él y pasar el rato con sus
hermanas. Era casi aterrador lo mucho que me gustaba simplemente estar con él.
Pero no lo cuestionaría, porque no estaba lista para que se detuviera, y
parecía que cuestionar cualquier cosa en este momento me diría que no era
inteligente que me gustara tanto.
Entonces, en su lugar, asentí y dije: —Estoy completamente de acuerdo. El
tiempo de mamá y papá definitivamente es solo para nosotros dos.
Después del desayuno y una ducha, ambos hechos con Wick, reuní todas
mis cosas para mis clases y salí de mi habitación. Wick se encontraba en la sala,
poniéndose los zapatos.
—Oye —dijo enderezándose. Su sonrisa ansiosa me hizo sentir cálida y
vertiginosa por dentro—. ¿Planeabas caminar o conducir hasta el campus?
—Caminar —respondí, enganchando mis pulgares en las correas de mi
mochila mientras lo veía arrojarse la suya sobre su hombro.
—Sí. Yo también —dijo, para morderse el labio antes de preguntar—:
Entonces… ¿quieres que caminemos juntos?
Di un paso hacia él sin dudarlo y le tendí la mano para que la tomara.
—Sí.
Su pecho se hinchó cuando inhaló. Con los ojos claros que brillaban con
aprobación, sonrió y tomó mi mano. Tan pronto como estuvimos tocándonos, me
levantó contra su pecho para poder inclinar la cabeza y besarme. Pensé que sería
un beso suave y rápido, pero no fue así. Agarré la parte delantera de su camisa y
le devolví el beso con todo lo que tenía.
—Maldita sea —murmuró, empujando su mochila de sus hombros para
que golpeara al suelo y pudiera llevarme hacia el sofá—. Necesito faltar más a
clases, de todos modos.
—Yo no —dije con voz áspera, arrojando mi propia mochila mientras
intentaba abrir el cinturón de sus pantalones—. Ya me he perdido demasiadas.
Ni siquiera hizo una pausa para arrancarme la camisa por la cabeza y me
preguntó: —¿Entonces quieres parar?
—Diablos no. Necesito esto.
—Sí —coincidió, colocándome en el sofá y luego cayendo de rodillas en el
suelo delante de mí, lo que alineó nuestros cuerpos perfectamente.
Una vez que estuve desnuda, abrí las piernas y me deslicé hasta el borde
de los cojines para encontrarme con él.
Wick sacudió la cabeza y dejó escapar un suspiro mientras me miraba.
—Dios, te ves bien haciendo eso. —Comenzó a entrar en mí lentamente,
mirándonos unirnos, solo para detenerse abruptamente—. Ah, mierda. —Elevó
la cara, haciendo una mueca—. No podemos hacer esto aquí.
—¿Qué? —lloré desesperada; solo la mitad de él me penetraba, lo que hizo
que mi cuerpo ansiara más, maldita sea—. ¿Por qué no?
Wick miró alrededor de la habitación como si buscara a otra persona antes
de explicar: —La primera noche que se mudó mi compañera de cuarto, me hizo
prometer que no tendría relaciones sexuales en la sala mientras estaba en casa.
Mi boca se abrió. Al darme cuenta de que bromeaba, grité: —¡Wick! —Y
lo golpeé en el pecho—. Oh, Dios mío. Pensé que hablabas en serio.
Sonriendo, empujó más y más, y luego aún más profundamente hasta que
estuvo completamente dentro. Luego guiñó un ojo. —Hablo en serio. Realmente
me hiciste prometer eso.
—Dios. Bueno. Oh, diablos, eso se siente bien. Estoy oficialmente…
mierda, no pares… liberándote de…. mmm, esa promesa. —Envolviendo mis
piernas alrededor de su cintura, clavé mis talones en su trasero—. Ahora fóllame
con todo lo que tengas.
—Sí, señora.
Y lo hizo.

Me dolió el resto del día. Fue el dolor más delicioso del mundo. Si me
movía bien, casi juraba que aún podía sentir a Wick allí, alojado profundamente
y acariciándome.
Maldición, creo que me había convertido en una ninfómana.
Más de una vez en mis clases matutinas, tuve que cruzar las piernas con
fuerza porque comenzaba a pensar en lo que hicimos juntos y mi cuerpo se
encendía, listo para más.
Así que le envié un mensaje de texto en mi hora de almuerzo, con la
esperanza de que quizás tuviéramos la misma hora libre para poder encontrarnos
en algún lugar del campus.
Para un rapidito.
HAVEN: ¿Qué demonios me hiciste? No puedo dejar de pensar en esta
mañana. Y anoche. Y luego esta mañana otra vez. Necesito más. ¿Cuándo será
la próxima vez que pueda tenerte?
Al ver aparecer los puntitos cuando de inmediato comenzó a responder,
salté con anticipación hasta que apareció su respuesta.
WICK: Y… me acabo de poner duro en mi clase de auditoría interna.
HAVEN: Ups. Lo siento. De hecho, esperaba que tuviéramos la misma
hora de almuerzo, para encontrarnos en algún lugar si quisieras, y ya sabes, no
hablar, sino hacer otras cosas. Pero supongo que no.
WICK: Jesús, ahora solo me estás torturando. Me hubiera encantado eso.
¿Puedes esperar hasta las seis y media cuando llegue a casa después de la
práctica?
¿Seis y media? Me estaba matando. ¿Me mostró lo increíble que podía ser
el sexo y ahora se resistía? Eso no funcionaría conmigo.
Entonces respondí con franca honestidad.
HAVEN: No hay trato. No puedes sacudir mi mundo como lo hiciste y
luego negarme tu cuerpo caliente cada vez que lo desee. Creaste este monstruo,
amigo. Ahora tienes que alimentarlo.
WICK: Confía en mí, me gusta ese monstruo. Quiero alimentarlo. ¿Qué tal
si te compenso cuando llegue a casa… a las seis y media? Un orgasmo cada hora
en punto hasta que te quedes dormida esta noche. ¿Trato?
Mis cejas se levantaron con interés.
HAVEN: ¿En serio puedes hacer eso?
WICK: Ni idea. Pero estoy dispuesto a intentarlo.
Eso fue lo suficientemente bueno para mí.
HAVEN: Trato.
No fue hasta que trabajaba en el preescolar, guiando a mi equipito de
niños en una canción y una rutina de baile sobre cinco monitos sentados en un
árbol y bromeando con el señor Cocodrilo que recordé a Izzy y su habilidad para
leer cada mensaje que Wick recibía.
—Oh, Dios mío. —Jadeando, me tapé la boca con una mano y cerré los
ojos. Oh, Dios. Bueno, supongo que su hermana ahora sabía que Wick y yo
éramos sexualmente activos. Eso no era vergonzoso en absoluto. No.
Mierda, era horrible.
—¿Qué pasa, señorita Haven? —Cason, que regresó a la escuela preescolar
hoy, al día siguiente de que lo sacaron, tiró de mi brazo para preguntar con
preocupación.
Sonrojándome intensamente, tragué antes de pensar rápidamente. —Yo…
oh, no. Creo que el señor Cocodrilo acaba de atraparme. —Entonces me agarré la
garganta y fingí estrangularme hasta morir.
Los niños se rieron y tuve que unirme, dándome cuenta de que no podía
hacer nada para evitar que Izzy viera cuán cachonda me ponía su hermano, sino
más bien esperar a que lo mantuviera discreto.
Cuando terminó el preescolar, ayudé a ordenar el aula antes de regresar a
casa. No había visto ni oído nada de Topher o sus amigos en todo el día. Y
tampoco había oído ningún nuevo rumor desagradable sobre mí.
No estaba segura de si eso era bueno o simplemente sospechoso, como la
calma que antecede al huracán. Si no fuera por la preocupación de lo que podría
hacer a continuación, casi podía fingir que esa parte de la noche anterior nunca
sucedió, excepto por el hecho de que mi mandíbula estaba un poco rígida y
adolorida donde me abofeteó.
Fui capaz de ocultar el moretón debajo del corrector por la mañana, a
pesar de que antes de eso Wick fue capaz de verlo claramente y siseó, viéndose
atormentado y arrepentido, mientras deslizaba los dedos sobre la piel oscurecida.
—Apuesto a que duele menos que la herida debajo de tu ojo —le dije.
Sacudió la cabeza. —No sé cómo voy a enfrentarlo a él o a cualquiera de
esos imbéciles en la práctica. Cruzó una línea con esto. Solo quiero lastimarlo, de
nuevo, una y otra vez, y otra vez.
Hice una mueca. —Solo quedan tres partidos más como máximo en esta
temporada, ¿verdad? —pregunté. Cuando asintió, le besé los labios—. Puedes
hacerlo. Sé que puedes. Solo sigue siendo Martin Luther King Jr. y enfócate en el
amor, la luz y la esperanza.
Excepto que ahora, mientras sabía que realmente estaba en la práctica con
todos los chicos con los que peleó la noche anterior, me mordí el labio y paseé
por la sala, esperando que llegara a casa. Solo podía imaginarme lo que Topher
le había dicho o llamado o convencido a sus compañeros para que pensaran en
él. Odiaba que tuviera que enfrentar todo eso sin mí.
—Tiene a sus amigos —me dije lógicamente—. Buenos amigos. No está
solo. Tiene gente que lo respalda.
Cuando la puerta principal se abrió, me di vuelta en esa dirección, casi
esperando verlo ensangrentado y más golpeado que la noche anterior.
Excepto que ni siquiera fue la persona que apareció por la puerta.
El refuerzo trasero, José Rivera, entró acarreando la bolsa de Wick sobre
su hombro.
—Hola, mamacita —murmuró con un suave y respetuoso asentimiento,
luciendo arrepentido mientras se apartaba para dejar que J.J y Bear entraran a
continuación, arrastrando a un blando Wick entre ellos con sus brazos alrededor
de sus hombros y su cabeza colgando hacia abajo hasta que la barbilla le golpeaba
el pecho como si estuviera inconsciente.
—¡Oh, Dios mío! —Salté hacia adelante, apresurándome hacia él—. ¿Qué
pasó? —Cuando comenzó a balancearse hacia adelante, coloqué mis manos sobre
su pecho para atraparlo y estabilizarlo—. ¿Wick?
Se las arregló para levantar la cabeza flojamente y luego sonreírme
tontamente antes de decir arrastrando las palabras: —Oye, oye, es mi HayHay.
Parpadeé y luego miré a J.J boquiabierta. —¿Está borracho?
Pero cuando me incliné para olerle el aliento, me di cuenta de que no
emitía ni una pizca de alcohol. Sin embargo, emitió un sonido de satisfacción y
me acarició el rostro con el suyo como si estuviera muy borracho.
—No —gruñó J.J, rodeándome para llevarlo hacia el sofá, donde él y Bear
lo dejaron caer suavemente sobre los cojines—. Tiene una maldita conmoción
cerebral.
Mi boca se abrió. —¿Una conmoción cerebral?
—Sí. —Con la mandíbula rígida, me heló con una mirada asesina—.
Gracias a ti y a tu tonto plan del condón lleno de semen, Nicholl hizo que todos
sus ofensas fueran en busca de la sangre de Webster en la práctica. Un imbécil lo
golpeó con tanta fuerza que le quitó el casco de la cabeza y lo dejó inconsciente.
Ha estado confundido, loco y tropezando de esta forma desde que se despertó.
—Oh, Dios mío. —Llevándome las manos a la boca, pregunté—: ¿El doctor
del equipo lo revisó?
—Nah. El entrenador dijo que estaba bien y lo envió a casa. —Cuando mis
ojos se abrieron con más sorpresa, aspiró y puso los ojos en blanco—. ¡Sí! Todos
lo miraron. Dijo que tiene una conmoción cerebral, como acabo de decirte, y que
necesita tomárselo con calma. Por eso estamos aquí, ayudándolo a llegar a casa
para que pueda tomárselo con jodida calma.
Junto a nosotros, Wick se inclinó hacia un lado del sofá y comenzó a
vomitar.
—Mierda.
Todos retrocedimos para evitar que nos salpique y luego nos adelantamos
para atraparlo antes de que cayera al suelo. Bear lo atrapó primero y lo levantó
en sus brazos fuertes antes de mirarme y decir: —¿Baño?
—Por aquí. —Me apresuré a llevarlos a mi baño, ya que estaba más cerca.
Pero él parecía ya haber terminado de vomitar para el momento en que lo
colocamos en posición vertical frente al inodoro. Rodeé incrédulamente a J.J—.
¿Tomárselo con calma? —grité—. ¿Eso es todo lo que dijeron sobre esto? Parece
un poco extremo para una simple conmoción cerebral.
—Bueno, tal vez no debiste arrastrarlo a esa mierda que hiciste anoche y
entonces él no estaría pasando por esto.
—Oh Dios mío —rezongué, siguiéndolos cuando Bear recogió a Wick y lo
llevó hasta su habitación—. Sí, anoche lo jodí. Si pudiera volver atrás, lo haría.
Nunca quise que Wick resultara herido, y eso me perseguirá para siempre. Pero
son cosas diferentes. Así que dime cómo lidiar con esto.
Frunciendo el ceño, se rascó la cabeza mientras observaba como Bear lo
metía suavemente en la cama.
—Que descanse —gruñó finalmente—. Solo asegúrate de despertarlo cada
pocas horas para que no caiga en un coma.
—¡¿Coma?! —grité—. ¿Esa es una posibilidad?
Se encogió de hombros. —No estoy seguro. Pero nunca he visto a nadie
manejar tan mal una conmoción como él.
—Eso no me tranquiliza —dije furiosamente.
Su mirada se oscureció cuando se encontró con la mía. —A mí tampoco.

Sus amigos me abandonaron poco después, J.J apenas diciendo: —Llama


si necesitas algo —mientras se iba.
Correcto. Gracias. Sacudí la cabeza, ignorando los brincos de dolor en mi
estómago mientras regresaba junto a Wick después de limpiar el piso en la sala.
Ya estaba dormido, así que le toqué el brazo para despertarlo y asegurarme de
que ningún coma haya comenzado.
—¿Wick? —dije suavemente.
—¿Mmm? —Abrió los ojos con cansancio, pero no parecía poder enfocarse
en mí.
—Solo quería asegurarme de que despertaras —murmuré, sintiéndome
tonta por admitirlo—. Ahora te dejaré volver a dormir.
—Vale. —Su mano extra caliente se deslizó y sus dedos se enroscaron
flojamente alrededor de mi muñeca—. Quédate.
No había ningún otro lugar en el que prefiriera estar, así que me metí
debajo de las mantas y dejé que apoyara su rostro en mi pecho mientras se volvía
a dormir inmediatamente.
Le acaricié el cabello y me acosté a su lado en la habitación oscura durante
la tarde, pensando en Topher y deseando haber sido capaz de hacer algo para
realmente —verdaderamente— lastimarlo y herirlo lo suficiente como para que
dejara a Wick tranquilo para siempre.
—Lo siento —susurré, acariciándole la cabeza—. Haré lo correcto por ti,
lo juro.
Siguió durmiendo mientras su cuerpo acumulaba tanto calor que me hizo
sudar.
Comencé a jugar con su cabello, disculpándome un poco más, diciéndole
que deseaba haberlo escuchado cuando intentó convencerme de que no fuera a
la fiesta.
Porque ahora él pagaba por mi pecado.
Resoplando, me levanté de la cama y salí al pasillo donde llamé a casa con
lágrimas en los ojos.
—Wick regresó a casa de la práctica con una conmoción cerebral —le dije
a mis padres cuando atendieron y me colocaron en manos libres—. No estoy
segura de qué tengo que hacer.
—Déjalo descansar —respondió papá con su usual tono de lógica.
Puse los ojos en blanco. —Su amigo dijo que lo despertara cada pocas
horas para asegurarme de que no cayera en coma.
—Eso es un poco extremo —murmuró mamá—, pero no estaría mal. Solo
para estar seguros.
Así que programé la alarma de mi teléfono para que sonara cada tres
horas. En el primer chequeo, lo desperté, haciéndolo gruñir malhumoradamente,
pero abrió los ojos desenfocados y me frunció el ceño antes de volverse a dormir.
Me recordó cómo él me prometió que me daría un orgasmo cada hora
cuando llegara a casa por la noche. Sacudiendo la cabeza, me cubrí la boca con la
mano e intenté respirar a través de la preocupación.
En el chequeo de medianoche, estaba tan agotada que simplemente me
acurruqué a su lado después de despertarlo y coloqué mi mano en su pecho,
sintiendo cada una de sus respiraciones para dormirme de esa manera.
A las tres de la madrugada sonó la alarma, gruñí y rodé hacia él.
—Wick. —Todo lo que necesitaba que hiciera era que se moviera un poco
y murmurara algo sobre estar bien.
Excepto que no lo hizo.
—¿Wick? —dije arrastrando las palabras nuevamente y tocándole el brazo
una vez más.
Ninguna respuesta.
Con el corazón acelerado, me senté y coloqué mi mano contra su frente.
Estaba ardiendo y aún respiraba, pero no se despertó. Lo sacudí un poco más,
esta vez con más fuerza. Llamé su nombre hasta estar gritando. Corrí en busca
de un vaso de agua y se lo tiré en la cara. Le arranqué la manta y literalmente lo
senté en la cama. Simplemente se dejó caer nuevamente sobre sus almohadas
como en un… mierda, estaba demasiado asustada como para siquiera pensar la
palabra.
Busqué mi teléfono y llamé a mis padres. Papá respondió al cuarto tono,
aún medio dormido.
—¡Papá! —grité, entrando en pánico—. Wick no se despierta.
Le llevó un momento orientarse y darse cuenta de quién lo llamaba y luego
deducir quién era Wick. Finalmente, lo suficiente consciente como para hablar,
dijo: —Bueno, intenta otra vez.
—¿Me estás escuchando? —gruñí—. No se despierta. Lo intenté todo.
—¿Sigue respirando?
—Sí. Pero su temperatura está muy alta.
—Entonces lleva al chico al hospital.
—¡¿Qué?! —chillé, enloqueciendo y pasándome las manos por el pelo—.
¿Crees que es tan malo?
—Cariño, no lo sé. No estoy allí. Pero si has probado todo y nada funciona,
consigue más ayuda. Si termina sucediendo que está bien y se despierta sano
como un caballo cinco minutos después, entonces no hay daño. Es mejor prevenir
que lamentar, ¿verdad?
—Correcto. De acuerdo. —Asentí, agradecida por el consejo—. Llamaré
pronto. Te amo.
Octava edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por Bells767 & Umiangel


Corregido por Umiangel & Julie

Conocí a Jocelyn en una tienda. Estaba a mitad de mi penúltimo año y


necesitaba jabón, leche y calcetines nuevos. La encontré en el estacionamiento
cuando aparqué a unos tres espacios de ella e intentaba meter un televisor grande
en el maletero de su Honda. Justo salí de mi camioneta y cerré la puerta cuando
la escuché maldecir. Me asomé para ver que el carro de compras del que acababa
de levantar el televisor se inclinó a un lado. Luego, perdió el agarre de la caja por
completo y cayó al pavimento. —¡Guau! —Corriendo, atrapé un borde de la caja
y la ayudé a estabilizarla—. Te ayudo. Yo sujeto este lado.
—Oh, Dios, gracias. —Una voz femenina salió del otro lado de la caja. Lo
único que podía ver de ella eran sus manos por mi lado sujetando el cartón como
si su vida dependiera de ello. Sus uñas estaban pintadas de café oscuro.
Juntos, intentamos meter el televisor en el maletero. Cuando el primer
intento no funcionó, sugirió: —Intentemos ponerla de lado.
—La mitad de la caja va a estar fuera del maletero si haces eso —le advertí.
—Tendrá que funcionar. Tengo que llevarla a casa de alguna forma. —
Parecía decidida a un destino con dificultades—. Ya compré la maldita cosa. No
la voy a devolver ahora.
Miré hacia mi camioneta, sin estar seguro de si debía ofrecerme. Esta mujer
se encontraba sola y yo era un completo extraño para ella. No quería asustarla
sugiriendo seguirla a su casa con su nueva compra costosa en el maletero de mi
camioneta.
Pero cuando el televisor no cupo en su maletero ni de lado, y maldijo un
poco más, murmurando algo de que tenía que volver a la tienda a comprar más
cuerda elástica o sogas para atarla al techo de su carro, me aclaré la garganta.
—Yo, uh… —Maldición, ¿cómo se hacía una sugerencia tan atrevida? Así
que solté penosamente—: Tengo una camioneta.
Dejó de luchar inmediatamente y miró por encima de la caja hacia mí. Ella
era atractiva, probablemente un par de años más que yo, con cabello café claro y
grandes ojos cafés.
—Oh —dijo con sorpresa cuando procesó lo que dije—. Estás… guau.
No tenía idea de qué significaba eso, pero cuando miró nerviosamente a
la camioneta que yo señalé, asumí que debía significar que no había forma en el
infierno de los desconocidos peligrosos que aceptaría mi oferta, así que añadí
inmediatamente: —¿O conoces a alguien con una camioneta? Eso probablemente
sería mejor.
—Solo a mi ex —murmuró con un sano nivel de resentimiento—. Pero voy
a recuperar mi virginidad antes de que llame a ese hijo de puta.
—Ah. —Sin estar seguro de cómo responder a eso, la ayudé a poner el
televisor en el suelo y apoyarlo contra el parachoques de su carro, mientras
pensábamos en qué hacer a continuación.
Retrocediendo un paso, me rasqué la cabeza, intentando ayudarla a pensar
la mejor solución para llevar su compra a casa. —Bueno… —Mierda—. Puedo ir
corriendo a comprar cuerdas, así no tienes que dejar esto aquí sin supervisión.
Suspiró y finalmente estiró su mano hacia mí. —Dame tu licencia de
conducir.
Parpadeé, confundido. —¿Qué?
—Antes de que te deje seguirme a casa con mi televisor en tu camioneta,
le voy a enviar un mensaje con tu nombre y dirección a mi amiga, así al menos
ella sabrá a quién perseguir si me matas y robas mis cosas.
—Uh… bien —dije, buscando en mi bolsillo trasero para sacar mi
billetera—. Pero te das cuenta de que, si te mato, no importaría si me atrapan o
no luego, porque seguirías, ya sabes, muerta.
—Sí, pero al menos tendré mi justicia desde la tumba —me respondió,
tomando mi licencia cuando se la pasé—. No quiero que mi alma se quede atada
a la tierra por culpa de tu maldito trasero asesino.
Solo me quedé mirándola, pensando en que su lógica era completamente
loca, pero… como sea. ¿Quién era yo para juzgar?
—Dios, ni siquiera tienes veintiuno —murmuró más para sí misma, solo
para levantar sus cejas y mirarme significativamente—, pero vas a cumplirlos en
una semana. Hmm. Feliz casi cumpleaños, guapo.
—Em, gracias —dije, sin saber qué más responder, porque de verdad no
me hallaba preparado para que me dijera guapo luego de que básicamente
declaró que podía ser un ladrón asesino.
—Muy bien, Henry —agregó luego de escribir todos mis detalles en su
teléfono y además pedirme mi número antes de enviarlos a una persona
desconocida—. Hagamos esto.
Comencé a sentirme intranquilo, preguntándome si ella llevaba menores
ignorantes a su casa y luego los mataba. Casi le pedí que me mostrara su licencia,
pero decidí que estaba siendo paranoico.
Su casa no estaba muy lejos. Luego de ayudarla a meter el televisor a un
salón muy vacío, lo dejamos en el piso frente al único mueble que tenía, que era
un sillón reclinable usado y viejo.
Cuando miré alrededor a las paredes vacías, ella frotó sus manos y miró
alrededor de la habitación también. —Bastante lúgubre, ¿no? —dijo—. Se llevó
casi todo en el divorcio. Pero, oye —Forzó una sonrisa— al menos me quedé con
la casa… y los ochenta y tres pagos de hipoteca que quedan. —Le envié una
mirada compasiva, pero ella ya desvió su atención al televisor—. Oye, no sabes,
de casualidad, cómo instalar esta cosa, ¿o sí?
Con una sacudida de hombros, le respondí: —Probablemente puedo
averiguarlo.
Así que, mientras ella hacía la cena para agradecerme por la ayuda, instalé
su nuevo sistema de entretenimiento, que consistía en, exacto, un televisor.
En la cena, descubrí que tenía ocho años más que yo, acababa de terminar
su divorcio esa semana —de ahí la compra del televisor, para celebrar— y
trabajaba como asistente personal para un “hijo de puta” independientemente
rico, como lo llamó.
Y aprendió que yo era un estudiante universitario que tocaba la tuba en la
banda de la universidad.
En vez de reírse de mi elección de instrumento, sin embargo, solo sonrió.
—No es de extrañar que tus brazos sean tan musculosos. —Estirándose para
apretar mi bíceps, tembló en deleite—. Sostener un objeto tan pesado debe
mantenerte en forma.
No voy a mentir; su respuesta fue directo a mi pene. Pero, maldición, pasó
demasiado tiempo para mí: demasiado tiempo desde Beth Anne, demasiado
tiempo desde que me tocaron de cualquier forma, diablos, demasiado tiempo
desde que alguien siquiera me dijo algo con un tono sexual. La siquiera idea de
la posibilidad de estar dentro de otra mujer era atractiva y entré en un estado de
hiper alerta, midiendo cada palabra que ella decía, cada mirada que me enviaba,
y cada sonrisa que daba, con la esperanza de que tal vez pudiera aceptar a un
chico como yo. Lo que era más increíble: nunca noté una sola bandera roja de
parte de ella, algo que me dijera que me mantuviera lejos.
Pero era un cobarde; no hice ningún movimiento. No intenté algo más. No
pedí su número. Apenas le asentí cuando me acompañó a la puerta luego de la
cena, le deseé una buena noche y seguí mi camino miserable y sin esperanza.
Una semana después, sin embargo, me escribió, ya que supongo que aún
tenía mi número, y me deseó un buen cumpleaños número veintiuno. Luego me
dijo que tenía una cerveza para mí si la quería.
No me interesaba una cerveza, pero fui de todas formas.
Y no me fui hasta la mañana siguiente.
Desde ese minuto, la visité cada vez que llamaba, invitándome a…
bueno… nunca vimos nada juntos en su televisor nuevo, eso seguro.
La aventura no llegó a durar siquiera un mes, eso sí. Más o menos cuando
comencé a preguntarme si teníamos el tipo de relación en el que debería darle
algo por San Valentín, me habló y me dijo que conoció a alguien, alguien con
quien, de hecho, quería salir en una cita.
Yo estaba… bien con eso. Supongo. O sea, me gustaba, mucho, pero no era
como si hubiésemos tenido algo profundo y significativo. Extrañaría el sexo —
más que seguro iba a extrañarlo—, pero nunca nos molestamos en intentar
conectar en ningún otro nivel, así que no podía extrañarla realmente.
Pero estar con ella me ayudó en muchas otras formas. Aprendí que podía
relajarme junto a una mujer a la que me sentía atraído. Podía hablar con una y,
aleluya, incluso satisfacer a una en la cama. Jocelyn me enseñó mucho y siempre
le agradecería por eso.
A cambio, creo que yo fui una recuperación saludable para ella, algo que
necesitaba al salir de su divorcio para ayudarla en el proceso de encontrar una
nueva vida y sacar todo lo malo de su sistema. Así que creo que ella también
estaba agradecida conmigo, porque me dio las gracias por lo que hice por ella y
luego me dijo que era dulce.
Dulce.
Ahí volvía a estar esa palabra.
Comencé a pensar que dulce no era algo bueno. Hacía falta un hijo de puta
para realmente tener a la chica y quedársela.
Pero tan pronto como mi mente fue a Reuben y Avery, cerré esa mierda.
Seguían juntos según sabía, pero él ya no me lo restregaba a la cara como solía
hacerlo. Había cosas más importantes en este mundo en las que pensar, de todas
formas.
Como el trofeo Sudler, que podía ganar una banda, dándoles el título de
la mejor banda del país. Trabajamos como locos y ganamos el trofeo. Reuben, por
supuesto, actuó como si se debiese todo gracias a su talento y liderazgo.
Como si fuera cierto.
Intenté celebrar con Rush, pero él tenía planes con una chica que estaba
viendo, alguien de quien no me quería contar mucho. Así que salí solo a un bar
donde hacían una de las mejores pizzas que había probado.
Me senté solo en el bar, no lejos de la caja, esperando por mi pizza taco,
una comida especial que me permitía solo en ocasiones especiales, como ganar el
máximo reconocimiento nacional para bandas.
Aunque, antes de que la trajeran, Rush me escribió preguntando dónde
me encontraba.
Luego de que le dije, apareció unos minutos más tarde, dejándose caer en
el taburete a mi lado y murmurando algo negativo sobre las mujeres en general.
—Tú y la chica misteriosa no funcionaron, ¿verdad? —pregunté, tomando
un sorbo de mi cerveza.
Se quejó un poco más antes de admitir que ella nunca quiso ser vista en
público con él y que quería mantener su relación en secreto, así que supongo que
se hartó de ser su secretito sucio.
Mi curiosidad se apoderó de mí, así que seguí haciendo preguntas hasta
que me explicó que venía de un país diferente con estrictas creencias religiosas,
y su familia la repudiaría si supieran de él.
—Maldición. —Le palmeé la espalda tristemente y suspiré, tentado de
contarle sobre Jocelyn. Nunca le conté sobre ella, pero tal vez escuchar sobre mi
experiencia de ser desechado, o lo que sea que haya sido, lo ayudaría a lidiar con
su propio letargo.
Excepto que el timbre sobre la puerta principal sonó antes de que pudiera
decir algo, y resonó a través de mí de tal manera que todo mi cuerpo sintió la
vibración.
Los pelos de mi nuca se erizaron y supe lo que vería incluso antes de mirar
por encima del hombro.
Avery
Dios, era bonita.
Nunca importaba lo que llevaba puesto, siempre me dejaba sin aliento. La
había visto en sudaderas holgadas y una camisa vieja en el campus con el pelo
recogido en una coleta descuidada como si se hubiera quedado despierta hasta
tarde estudiando solo para salir de la cama esa mañana y llegar directamente a
clase. La había visto vestida con grandes y elegantes vestidos con maquillaje
excesivo y joyas relucientes cuando acompañó a Reuben para otorgar banquetes
para los miembros de la banda. Pero mi look favorito era el que lucía ahora:
cabello atado en una coleta alta, un toque de brillo en los labios, pequeños aros
plateados en las orejas, jeans ajustados y modernos con una blusa suelta y botas
altas para completar la imagen.
Nunca más usó la camiseta, la que primero me llamó la atención. Me di
cuenta de que desapareció poco después de conocer a Reuben. Una parte de mí
extrañaba esa camisa más que nada. Me decía que mi gran enamoramiento por
ella fue una ilusión. Ella no era quien soñé que era. Era solo una niña. Una
extraña.
Pero aun así alguien que podría captar mi atención completa y hacerme
desear bellas posibilidades. Por eso odiaba seguir viéndola. La mitad de mí se
aferraba a los sueños mientras que mi lado práctico solo quería que olvidara y
siguiera adelante.
Con mi cuerpo en un estado de angustia congelada cuando ella cruzó
hacia la caja registradora, sola, sin amigos ni siquiera con Reuben a la vista, y
esperó a que alguien tomara su orden, me di la vuelta y miré hacia el frente donde
las botellas de alcohol cubrían la pared detrás de la barra. A mi lado, Rush estaba
sentado con la frente en el mostrador, todavía llorando por su amor perdido,
mientras que el mío se encontraba de pie directamente al otro lado de él, solo de
pie allí, sin más.
Me sentí como un idiota. No parecía importar que ya no fuera un virgen
despistado; todavía no sabía cómo comportarme con ella.
Así que, discretamente, deslicé mi codo y empujé a Rush para llamar su
atención. Levantó la vista, haciendo una mueca ante la tenue luz del bar. —¿Qué?
Discretamente incliné mi cabeza hacia su derecha. Echó un vistazo y luego
se volvió hacia mí, rodando los ojos como si no le importara.
Suspiré. Bien, entonces íbamos a ignorarla, después de todo. En realidad,
ese era probablemente el mejor plan. No era como si ella nos conociera o al revés.
¿Por qué tendríamos que reconocernos?
Pero entonces, el camarero se acercó a ella, y anunció que tenía una orden
de comida para llevar para una pizza de taco, y casi me derrito. A ella también le
gustaban las pizzas de taco. Era el jodido destino. Algo en mí sabía —siempre
supo— que ella era mi destino. Yo le pertenecía a ella.
Como si sintiera mis pensamientos en aumento, Rush suspiró con
cansancio y se volvió hacia ella. —Hola —dijo de una manera muy mediocre—.
Eres Avery, ¿verdad?
Ante su nombre, ella se giró hacia nosotros con sorpresa. Cuando se
enfocó primero en Rush, el reconocimiento iluminó su mirada. Luego volvió su
mirada hacia mí y sus ojos se abrieron aún más. Me di cuenta de que no recordaba
haber compartido una clase conmigo en nuestro primer año ni haberse topado
conmigo esa vez; ella solo me reconoció como ese tipo que casi se peleó con su
novio.
Yo era el enemigo de Reuben y, por lo tanto, su enemigo. Su mirada se
volvió cautelosa y desconfiada, y se alejó un centímetro antes de volver su
atención a Rush.
Algo en mí murió. Simplemente se marchitó y se convirtió en polvo. La vi
como este ser bendito e infalible, y ella me vio como... despiadado. Creo que eso
es lo que más me destripó. Ella salía con Reuben. Bien. Él fue el más valiente que
tuvo las bolas para hablarle primero. Eso tenía sentido. Pero la puso en mi contra
antes de que pudiera conocer un solo detalle sobre mí. Absolutamente odiaba
saber que siempre y para siempre sería cautelosa conmigo.
—Así es —le respondió a Rush—. Soy Avery. Ustedes están en la banda
con Reuben, ¿verdad?
Su mirada revoloteó incómoda en mi dirección como si quisiera ser cortés
e incluirme en la conversación, pero en realidad no quería hablar conmigo en
absoluto.
—Sí —respondió Rush sencillamente—. Tambores —agregó, señalándose
a sí mismo. Luego me hizo un gesto—. Tuba.
Avery rió como si estuviera encantada. —¿Siempre dicen los instrumentos
que tocan en lugar de sus nombres cuando se presentan?
Hice una mueca, porque Dios, esa risa. Esa risa era hermosa, musical y
encantadora. ¿Por qué me dolía tanto escucharla? También sentí que pasaron
muchos años desde la última vez que la escuché. No me di cuenta de cuánto la
eché de menos hasta que estuvo justo en mi oído y rebotando dentro de mí,
torturándome con todo lo que nunca podría tener.
—Por supuesto —respondió Rush cómodamente. El idiota nunca tuvo
problemas para hablar con nadie, hombre o mujer—. Los nombres son aburridos.
Los instrumentos son los que te dicen algo sobre una...
No podía soportar más esto. Ella se encontraba demasiado cerca. Su voz
era muy agradable. Y su risa... me encantaba esa jodida risa.
Levantándome de mi taburete lo suficiente brusco como para asustar a
Rush para que interrumpiera lo que decía, hice que tanto él como Avery me
miraran boquiabiertos mientras me alejaba de ellos.
Sintiéndome como un idiota, me alejé, escapando hacia el pasillo que
conducía a los baños.
Detrás de mí, Rush llamó: —¡Oye! ¿Henry? ¿Qué demonios te pasó? ¿A
dónde vas?
Lo ignoré por completo, maldiciendo por dentro. Una vez que llegué a la
puerta del baño de hombres, levanté la mano para entrar, solo para detenerme
y… quedarme allí. Inclinando la cabeza, apreté los dientes y cerré los ojos.
¿Qué demonios hacía? ¿Por qué todavía dejaba que ella me afectara tan
fuertemente?
Estuve manejando la vida muy bien. Ya casi nunca pensaba en ella. Y
mejoré al ignorar las esperanzas y los deseos que una vez fueron tan vibrantes y
vivos dentro de mí.
La había estado superando.
Y luego Rush tuvo que hablar con ella. En frente de mí. ¿En qué pensaba?
Cuando apareció en el pasillo y me vio, levantó las manos. —¿Estás
enfermo o algo parecido? ¿Por qué te fuiste así?
Me di vuelta y lo fulminé con la mirada. —¿Por qué le hablaste? —siseé,
hirviendo, dolido, enojado, sin estar seguro de cómo lidiar con todo esto.
Sacudió la cabeza como si estuviera confundido. —¿Qué quieres decir?
Porque ella se encontraba allí. Y honestamente, ¿pensé que eso era lo que querías
que hiciera?
De acuerdo, entonces tal vez había querido que lo hiciera. Al principio.
Pero eso fue antes de darme cuenta de cuánto dolía cuando realmente lo hizo.
Así que lo miré como si estuviera loco. —¿Por qué iba a querer eso?
—Amigo —comenzó, riendo con dureza—. ¿Hace cuánto que la quieres?
Y aún no has tenido una conversación única y honesta con ella. Eso es una locura.
Te di una oportunidad de oro. Finalmente habrías podido hablar con ella.
—Está con Reuben —murmuré—. No quiero hablar con ella.
—Claro que sí. Quieres hablarle tanto que te duele por dentro. Entonces,
¿por qué no lo hiciste? ¿Por qué no supiste cómo era? Sabes, tal vez si lo hubieras
hecho, te hubieses dado cuenta de que era una humana de carne y hueso como
el resto de nosotros. Demonios, es posible que hubieras descubierto que no es tan
buena como la imaginaste en tu cabeza. Y tal vez hubieras podido olvidar esa
enfermiza obsesión o lo que sea por ella.
Negué con la cabeza, haciendo caso omiso de todos los consejos lógicos y
sinceramente buenos que me dio. A mi corazón no le importaban los consejos
buenos y lógicos. Traté de alimentarlo durante más de dos años para que dejara
de revolotear cada vez que se encontraba cerca. Nunca escuché a mi cerebro, ¿por
qué escucharía a Rush ahora?
Así que solo repetí: —No quiero hablar con ella.
Rush sacudió la cabeza, haciendo una mueca. —¿Pero por qué?
—Porque... —Diablos. Mi respiración se volvió superficial y mi visión se
desenfocó—. ¡No quiero hablar con ella porque parecía amable! —grité—. Parecía
amable, y yo… —Me interrumpí cuando mi voz se quebró—. Parecía agradable.
¿Qué pasa si es como la he imaginado después de todo? ¿Qué coño crees que me
hará eso? Seguro que no hará que el deseo desaparezca. Solo me haría desearla
más. Entonces no. No quiero hablar con ella. No quiero saber si es agradable. No
quiero saber qué me estoy perdiendo, porque empeorará todo esto. Me matará,
hombre. Eso…
Cuando mi voz se quebró, gruñí por mis sentimientos, avergonzado de
dejar que me viera así y me molesté porque no podía dejar de sentirlo.
Pareciendo entender, Rush dijo suavemente: —Está bien, amigo. —Me dio
unas palmaditas en la espalda—. Te entiendo. No más exposición a ella, lo juro.
Porque sí, parecía agradable.
—Lo sé —coincidí tristemente. Lo miré y sacudí la cabeza—. No me hagas
pasar por eso otra vez. Ella está con Reuben. No hay nada que pueda pasar entre
nosotros. Solo quiero seguir adelante. Quiero olvidar e intentar… —Haciendo
una pausa para tragar, sacudí la cabeza—. No me empujes a ese mundo cuando
todo lo que quiero hacer es escapar de él.
—Claro, amigo —prometió Rush mientras tomaba mi brazo e intentaba
instarme a que regresara por el pasillo hacia el bar—. No más Avery de mi parte.
Lo juro.
Me resistí a su tirón, necesitando saber. —¿Todavía está ahí afuera?
—No —aseguró—. Recogió su pizza y ya se fue. Estamos a salvo.
Asentí y lo seguí a nuestros taburetes. Cuando anunció de la nada: —Creo
que la odio —me sobresalté sorprendido y le envié una mirada extraña.
—¿Qué? ¿Por qué? Nunca te hizo nada malo.
Se encogió de hombros. —No me importa. La odio, de todos modos. Tal
vez ayude a compensar cuánto te gusta.
Luego tomó una porción de mi pizza y dio un mordisco, decidido a odiar
a la chica que yo no podía.
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.

Tuve que sostener el teléfono de Wick frente a él y utilizar la función de


reconocimiento facial para entrar en su información de contacto.
Cuando fui a sus llamadas recientes y vi que Cannon fue la última persona
con la que habló, apreté enviar y llamé a su mejor amigo, pensando que sería
suficiente.
—Amigo —respondió J.J. con un ronco gemido—. Mejor que sea bueno.
Son más de las tres de la puta mañana.
—Soy Haven —dije; mi voz temblaba por la conmoción y miedo—. Wick
no se despierta. Ahora trae tu trasero aquí y ayúdame a llevarlo a un hospital.
—¿Qué? Oh, mierda. Estaré allí en diez. —Me colgó, dejándome mirando
a un Wick inconsciente y preguntándome si alguna vez volvería a verlo vivo.
—Dios, Wick. Por favor —supliqué—. Solo abre esas bellezas azul pálido
para mí una vez más.
No lo hizo.
Comenzando a llorar, corrí por el departamento, ignorando las lágrimas
en mis mejillas para poder ponerme algo de ropa y colocarme los zapatos, luego
agarré mi bolso y la billetera de Wick. Después de eso, abrí la puerta principal
para no tener que levantarme y dejar entrar a J.J. en cuanto llegara. Regresando
a la habitación, me senté en su cama a su lado y le tomé la mano.
No le llevó mucho tiempo a su amigo llegar allí, aunque pareció una
eternidad.
En el momento que entró en el dormitorio, me puse de pie, moviendo mi
bolso sobre mi hombro. —Estamos listos para irnos. Agarré su billetera. Eso
debería tener toda la información de su seguro y todo eso, ¿no crees?
J.J. me lanzó una mirada oscura y desdeñosa antes de dirigir su atención a
Wick. —¿Qué hiciste para intentar despertarlo?
—Le di empujones, le grité, le rocié agua en la cara y le arranqué las
mantas. Hice de todo.
Ignorándome como si ni siquiera hubiera hablado, se puso en el rostro de
Wick y gritó: —Oye, amigo. —Su voz era fuerte y resonante. Luego le sacudió el
brazo—. Ya despierta. No te atrevas a caer en coma, ¿me oyes?
Aunque quería reprocharlo y decirle que perdía el tiempo, porque ya
había intentado todo eso, seguí siendo paciente mientras J.J. intentaba todo de
nuevo. Después de abofetear a Wick con demasiada brusquedad para mi gusto,
justo en la cara, finalmente tuve suficiente.
—J.J. —gruñí—. Tenemos que llevarlo a un hospital. Ahora.
Me lanzó una mirada molesta. —No me llames así.
—Oh, Dios mío. —Lancé las manos en el aire, perdiendo la calma. Pero
estrangular al mejor amigo de Wick cuando lo necesitaba en este momento no
serviría de nada. Así que respiré hondo e intenté nuevamente—. Cannon —dije,
usando el nombre que Wick dijo que prefería—. Por favor, cárgalo ahora y
vámonos.
—Joder —murmuró como si se diera cuenta de que necesitaba escucharme
y obedecer. Sin embargo, cuando trató de llevar a Wick a sus brazos, no fue tan
fácil. Un segundo después, gruñó y tropezó hacia atrás, tirando del torso de Wick
de la cama con él mientras avanzaba, arrastrando sus piernas—. Mierda. Pesa
más de lo que parece. El niño come toda su comida.
—¿Debería llamar a Bear también? —pregunté, apresurándome a levantar
las piernas de Wick para que Cannon y yo pudiéramos soportar algo de su peso.
—No —jadeó; el sudor corría por su rostro—. No hay tiempo. Podemos
lograrlo.
Creo que la fuerza de voluntad nos ayudó a llevarlo a mi auto. Después
de abrir la puerta trasera y entrar, Cannon me ayudó a empujar el vulnerable
cuerpo de Wick hacia mí. Nos situé de modo que acunara su cabeza en mi regazo
antes de levantar la vista. —¿Puedes conducir?
Este tendió la mano. —¿Llaves?
Las saqué de mi bolso y se las tiré. Las atrapó y se subió detrás del volante.
Afortunadamente, llegamos al hospital en minutos. Cannon se acercó a las
puertas delanteras de la sala de emergencias y saltó del asiento del conductor de
mi coche que aún se hallaba encendido antes de desaparecer adentro.
Le llevó una eternidad volver. Al momento que lo hizo, una enfermera de
aspecto molesto lo seguía detrás con una camilla de hospital.
Los tres tuvimos que sacar a Wick del vehículo a la camilla. Mientras ella
nos escuchaba a Cannon y a mí explicar su conmoción cerebral, sacudió la cabeza
y murmuró algo sobre un hematoma.
Al escuchar una palabra atribuida a su incapacidad para despertarse,
comencé a llorar. Me temblaban las manos y me abracé, tratando de no
desmoronarme. Cuando la enfermera que se llevó a Wick nos dirigió a la
recepción para llenar algunos documentos, Cannon tuvo que empujar mi brazo
para llamar mi atención.
—¿Haven? —preguntó con una voz algo suave.
Me concentré en él y tragué saliva, volviendo a asentir. —Bien —dije,
sorbiendo las lágrimas y dirigiéndome al mostrador para hacer lo que tenía que
hacer mientras éste volvía a salir para estacionar el automóvil.
Mientras me sentaba y llenaba todo lo que podía en los formularios de
Wick, descubriendo por su licencia de conducir que cumplía años en enero,
Cannon caminó frente a mí, enviando mensajes de texto a Dios sabía quién.
Transcribía números de la tarjeta de seguro de Wick cuando sonó mi
teléfono celular.
Al ver los nombres de mis padres en la pantalla, respondí de inmediato.
—Estamos en el hospital —informé—. Aún no despierta. Y la única enfermera
con la que hablamos dijo algo acerca de que posiblemente sea un hematoma. —
Mi voz se quebró cuando dije esa palabra.
—Cariño —habló calmadamente mamá—, sabes que un hematoma es solo
un moretón, ¿verdad?
Parpadeé —¿Lo es?
—Sí. Un hematoma no significa necesariamente nada malo. Podría tener
un moretón en la cabeza.
—Oh. —Solté un suspiro de alivio y asentí—. De acuerdo. Bien.
—Sí. No te alteres demasiado todavía. Podría estar perfectamente bien.
—Eso espero —dije, comenzando a llorar de todos modos—. Desearía que
estuvieran aquí.
—¿Quieres que vayamos? —preguntó papá.
Sacudí la cabeza y me limpié los ojos. —No. Están muy lejos. Está bien.
Estoy bien. Ni siquiera estoy sola. Su amigo se encuentra aquí. Vino y ayudó a
traer a Wick al hospital.
—Muy bien, cariño. Pero si nos necesitas, estaremos allí.
Lo harían. Dejarían todo, a pesar de que ambos tenían trabajos en los que
deberían estar en tan solo unas horas, y vendrían por mí, aunque solo fuera para
sentarse en un hospital a mi lado y tomar mis manos.
En verdad tenía los mejores padres del mundo.
—Gracias —les dije, no solo por la oferta, sino también por ser ellos—. Les
avisaré cuando tenga más noticias.
—Muy bien. Te amamos —dijeron al unísono.
Sonreí. —Yo también los amo.
Cuando colgué, Cannon espetó: —¿Quién era? —con voz acusadora.
Lo miré, frunciendo el ceño ligeramente. Dios, este tipo era tan espinoso
como un puercoespín. Tentada a decir que no era asunto suyo, suspiré y lo dejé
pasar.
—Mis padres —respondí al tiempo que volvía a meter mi celular en mi
bolso.
Levantó una ceja incrédulamente. —¿En serio? ¿Tus padres?
—Sí —respondí bruscamente, mirándolo fijamente—. Mis padres. Los
llamé primero cuando no podía despertar a Wick, así que volvieron a llamar para
comprobar. Y sí, todavía soy una niña insegura que llama a su mami y a su papi
cuando no sabe qué hacer. ¡Lo sé! Así que no me jodas.
Me miró boquiabierto un momento antes de sacudir la cabeza en silencio
y sentarse en una silla a dos espacios de distancia. —No, es genial —murmuró,
mirándose las manos y luego volviendo a levantar la vista—. Debe ser lindo tener
buenos padres.
Parecía un tanto melancólico cuando lo dijo, y nada amargo, por lo que mi
mal humor hacia él disminuyó. —Lo es —le aseguré.
—Hablando de padres. —Echó un vistazo alrededor de la sala de espera—
. ¿Deberíamos llamar a los de Web?
—Puedes hacerlo si quieres —le dije—. Pero mi mamá dijo que un
hematoma era solo un moretón. Lo de Wick podría no ser tan malo como nos
preocupa que lo sea. No quisiera asustar innecesariamente a su familia todavía si
no es necesario.
Aún esperaba haber reaccionado exageradamente al traerlo aquí al
hospital.
Cannon asintió. —Esperaré hasta que escuchemos más.
Entonces, nos sentamos. Y esperamos. Terminé lo que pude del papeleo
de Wick y lo entregué. Pero cuando intenté preguntar si alguien tenía noticias
sobre él, nadie las tenía.
Regresé con Cannon y me senté en el asiento a dos espacios de él. Había
otras tres personas sentadas en la sala de espera: una que tosía y se acurrucaba
en su asiento, y luego una pareja. La parte masculina de la pareja parecía que
podría caerse y desmayarse en cualquier momento en tanto su esposa miraba
uno de los televisores en la pared y tejía lo que parecía una bufanda.
Me volví hacia Cannon quien jugaba Gardenscapes en su teléfono.
Sonriendo cariñosamente, dije: —Wick juega a eso.
Me lanzó una mirada seca. —Guau. Suenas como si supieras algo sobre él.
—Yo... —¿Cómo demonios respondía ante eso? Me encontraba segura de
que trataba de insultarme. Pero no podía entender por qué. El chico de verdad
parecía odiarme.
Miré hacia la televisión buscando algo que hacer mientras esperaba, solo
para parpadear en estado de conmoción. —Oh, Dios mío —espeté.
Cannon levantó la vista, dirigiendo su atención por la habitación como si
esperara ver una versión zombi de Wick tropezando hacia nosotros.
Señalé la televisión. —Es una repetición de Night Court. —Cuando solo me
frunció el ceño, traté de explicar—. Wick y yo vimos...
Pero mencionar a su mejor amigo parecía ponerlo nervioso. Su ceño se
oscureció.
—¿No se supone que te mencione su nombre o algo así? —pregunté por
fin.
Se encogió de hombros y volvió a jugar en su teléfono. —Di lo que quieras.
—Porque planeas fruncir el ceño ante todo lo que diga, no importa lo que
sea, ¿verdad? —adiviné en voz alta, enviándole una mirada dura.
Con un gruñido, dejó el teléfono en su regazo y se volvió hacia mí. —Mira.
Webster podría no tener problemas para pasar por alto el hecho de que te follaste
a Topher Nicholl durante tres putos años, pero tengo problemas con eso, ¿de
acuerdo? Cuando te acuestas con un perro como ese, tienes que tener pulgas en
alguna parte.
Lanzó una mirada degradante sobre mí antes de volver su atención a su
juego, y me abracé, sintiéndome como una forma de vida inferior.
Sin embargo, para no ser derrotada, repliqué en voz baja: —Sabes, estoy
al tanto de los rumores que circulan sobre mí. Pero para tu información, no tengo
una ETS.
Resopló una risa ronca. —Eso no es ni remotamente de lo que hablo,
cariño. ¿Crees que me importa una mierda lo que pasa en tu coño? Adivina de
nuevo. Mi mejor amigo está acostado en una puta cama de hospital y no se
despierta. —Lágrimas llenaron sus ojos, pero sacudió la cabeza como para
negarlas—. Y estoy atrapado aquí esperando con la chica de Nicholl, de entre
todas las personas, hasta que sepa qué le pasa. ¿Cómo diablos es eso correcto?
Web ni siquiera estaría aquí si no fuera por ti y ese cabrón que dejaste entre tus
piernas.
No respondí al instante, porque dos emociones luchaban dentro de mí
para liberarse de inmediato. El dolor y la culpa me atravesaron primero porque,
mierda, tenía razón. Wick no estaría aquí ahora mismo si no fuera por mí. Y
maldita sea, me sentía asquerosa por haber estado con Topher. Pero, demonios,
el bastardo también sabía cómo irritarme.
Sabía que se hallaba molesto y atacaba. Me encontraba aquí, así que, por
supuesto, iba a recibir la peor parte de su abuso. Pero maldita sea, no tomaba
bien el abuso. Realmente quería atacarlo en respuesta.
Pasó un minuto. Yo aún no decía nada. Parecía estar bien con ignorarme.
Pero yo no estaba bien con que me trataran como una mierda. O sentirme como
una.
Entonces dije: —Sé que todo es mi culpa, ¿de acuerdo? Wick no pasaría
por nada de esto si nunca lo hubiera conocido. —Genial, ahora yo era la que
lloraba—. Y si hubiera alguna forma de cambiar eso, lo haría en un instante.
Incluso me mudaría de mi departamento esta noche y nunca volvería a hablar
con él para evitar que sufriera más daños. Es la mejor persona que conozco. No
se merece nada de esto.
Cannon me miró bruscamente al momento que dije eso, y sus cejas se
fruncieron como si no estuviera seguro de si podía creer si lo que decía era en
serio o no.
—Así que adelante y ódiame todo lo que quieras por lastimar a Wick. Me
lo merezco. Pero nunca más me vuelvas a relacionar con Topher. Si entonces
hubiera sabido lo que sé ahora, nunca le habría dado a ese hijo de puta la hora
del día.
Me miró solemnemente un segundo más antes de resoplar y sacudir
lentamente la cabeza. —Eso es gracioso —murmuró, sin parecer divertido.
—¿Cómo es eso gracioso? —pregunté, frunciéndole el ceño.
—Porque todavía no sabes una mierda sobre él y todo lo que ha hecho.
Me abracé, me estremecí, un poco horrorizada al darme cuenta de que
había más, incluso peores partes de Topher que no conocía. Mi curiosidad quería
que preguntara y descubriera lo que Cannon sabía y yo no. Pero, de nuevo, si se
trataba de Topher, ya no me importaba. Superé al bastardo.
Sin importar cuales fueran sus secretos… Bueno, simplemente no me
interesaban.
Dejé a Cannon en paz después de eso y comencé a ignorarlo. Hablar con
él apestaba, de todos modos. No solo era malo y evasivo, sino que no ayudaba a
distraerme de toda la preocupación que me mordía el estómago. De hecho, solo
me hizo extrañar más a Wick y su notable capacidad para distraerme de cosas en
las que no quería pensar cuando me encontraba molesta.
Dios, es mejor que esté bien.
No estaba segura de lo que haría sin él.
—El sol está saliendo —señaló Cannon de la nada aproximadamente una
hora después.
Levanté el rostro y miré hacia las ventanas, donde la noche afuera
comenzaba a aclararse. Parpadeando, comprobé la hora para descubrir que eran
poco más de las cinco de la mañana.
Mi nariz comenzó a arder. —Wick debería estar dando su trote matutino
en este momento —comenté con voz áspera.
Cuando me cubrí la boca con la mano, Cannon me observó. Parecía
demasiado cansado para estar lleno de más amargura. Haciendo un puño, golpeó
suavemente mi pierna. —Estará bien —aseguró—. Web es fuerte. Puede manejar
esto.
Asentí mientras decía: —¿Por qué todavía no nos dicen nada?
Antes de que pudiera responder, una mujer con bata entró en la sala de
espera y dijo el nombre de Wick.
Cannon y yo nos pusimos de pie. La doctora asintió y nos llevó a una
pequeña habitación. Cuando me encontré con los ojos de Cannon, sacudió la
cabeza y frunció el ceño como si tampoco le gustara esta conversación privada.
—Acabamos de hacer una tomografía computarizada —informó la médica
después de presentarse—. Y hallamos un hematoma epidural que está creciendo.
Por eso recomendamos aspirar para aliviar la presión del cerebro y drenar el
coágulo de sangre que tiene.
—Bueno. De acuerdo. —Asentí, no muy segura de lo que decía. Solo sabía
que habían identificado un problema e iban a solucionarlo. Eso era lo suficiente
bueno para mí.
Cannon asintió también, luciendo tan desorientado como yo. La doctora
dijo un poco más, mencionando cirugía y términos que no entendí.
Tan pronto como se fue, llamé a mis padres.
—Dijeron que tiene un hematoma epidural —dije. Hematoma. Un moretón.
Solo un moretón—. ¿Así que van a aspirar para aliviar la presión?
—¿Aspirar? —repitió mi mamá, sonando alarmada. Un segundo. ¿Por qué
sonaba alarmada? ¿Qué demonios era la aspiración?
Asentí. —Sí. La doctora dijo algo más después de eso. Algo sobre trepar.
Aspiración por trepa algo… no lo sé. —Solo iban a hacer algo para ayudarlo y
sanarlo nuevamente, eso es todo lo que me importaba.
—¿Aspiración por trepanación?
—Sí. Eso. ¿Qué... qué es eso?
—Cariño —dijo papá con calma. Un poco demasiado tranquilo—, tienes
que llamar a la familia de ese chico. Ya mismo. Le harán un agujero en la cabeza.
—¡¿Qué?!
Traducido por Gesi
Corregido por Pame .R.

Podría haberme desmayado. De acuerdo, totalmente me desmayé.


Cuando regresé, Cannon me estaba abofeteando. Probablemente era un
sueño hecho realidad para él.
—Oye, cariño —gruñó de mal humor—. Despierta.
Mis ojos se abrieron rápidamente. Me hallaba tirada en el suelo de la sala
en donde nos habían dicho lo que le iban hacer a Wick y su mejor amigo se
encontraba arrodillado sobre mí con el ceño fruncido.
—Van a perforarle la cabeza —pronuncié con voz rasposa, hablando con
un tono demasiado agudo y demasiado rápido.
—Sí —murmuró, agarrándome por el antebrazo y obligándome a
sentarme—. Ya lo descubrí.
Abrazándome a mí misma, comencé a mecerme. —¿Llamaste a su familia?
Asintió. —Ya están en camino.
—¿Y al resto de sus amigos?
—He estado mensajeándome con ellos para mantenerlos informados toda
la noche. Vamos —instó, agitando la mano en mi dirección mientras se ponía de
pie—. Levántate. Vamos a ver si la cafetería ya está abierta.
Sacudí la cabeza sombríamente, incluso mientras lo arrastraba fuera de la
habitación. —No creo que pueda comer algo en este momento.
—Bueno, yo sí. Así que ven y siéntate conmigo mientras como.
—¿Por qué? —pregunté huecamente, siguiéndolo de todos modos—. ¿Por
qué te importa lo que haga? Ni siquiera te agrado.
—Sin embargo, a Wick sí —rezongó, disminuyendo un poco su ritmo para
que pudiera seguirlo—. Y me pateará el culo si dejo que te suceda algo. Además,
parece que a ti también te gusta, así que… ahí está.
—Sí —estuve de acuerdo—. Me gusta mucho. —Una sonrisa iluminó mi
rostro al tiempo que pensaba en todo lo que me gustaba de Wick. Cuando el
sentimiento creció y se infló en mi interior hasta que me di cuenta de lo que era,
me detuve abruptamente—. Oh, Dios mío.
De hecho, pude sentir como se desvaneció el color de mi rostro. Cuando
Cannon se detuvo y miró hacia atrás, preguntando qué pasaba, lo miré a la cara
y me di cuenta de que mi visión se fue, porque todo lo que vi fue una mancha
oscura.
—¿Haven? —Me agarró del brazo para poder sacudirme—. No te atrevas
a desmayarte de nuevo, joder.
—Creo que lo amo —respondí, justo cuando mis rodillas cedieron—. Oh,
mierda. Lo amo.
—¡Oye! —Apretó su agarre en mí y me enderezó—. No tienes permitido
enloquecer, ¿me oyes?
Respirando con dificultad, parpadeé hasta hacer foco en él. —¿Por qué no
puedo enloquecer?
Suspiró. —Porque si enloqueces, entonces enloqueceré yo. Y no quiero
enloquecer, carajo. Ahora camina. Meteremos algo en ambos estómagos, tengamos
hambre o no.
Lo dejé guiarme, pero al momento que llegamos al área de la cafetería, el
letrero decía que abriría en una hora.
—Jesús. Por supuesto. —Se giró y sacudió las manos en el aire.
Luego, maldiciendo, tomó mi brazo y me empujó hacia un banco al lado
de una máquina expendedora y nos trajo una botella de refresco. Cuando la
metió en mi rostro y ordenó: —Toma. Bebe —me concentré en la Mountain Dew
y comencé a llorar.
—Ese es el refresco que Wick compró cuando fuimos a las casas
embrujadas —intenté explicar a través de las lágrimas.
—Maldito Jesucristo. —Lanzó un chorro de improperios y se pasó la mano
por la cabeza oscura y afeitada en tanto caminaba de un lado al otro frente a mí—
. En serio lo amas, ¿verdad?
—Sí —berreé, meciéndome—. Es mi flotador. Mi salvavidas. ¿Qué vamos
a hacer si él…?
—No lo digas —advirtió, señalándome severamente—. No lo digas, joder.
—Después de un momento de verse como si también fuera a desmayarse, dejó
escapar un largo y constante suspiro, entonces me miró y gruñó—: Él va a estar
bien.
Asentí y me sequé los ojos, y así es como nos encontró la familia de Wick.
Izzy llegó primero, corriendo directamente a sentarse en el banco conmigo
y envolviéndome en sus brazos. Sabiendo que necesitaba reponerme porque no
tenía derecho a enloquecer más que su hermana, la estreché como si mi vida
dependiera de ello. Pero no parecía poder evitarlo. Apenas me mantenía cuerda.
Solo un minuto después, apareció Darcy, tirando a Cannon y luego a mí
en un abrazo reconfortante. Entonces Charlie corría delante de una pareja mayor
que la seguía no muy lejos. El papá de Wick se veía como una versión más vieja
y canosa de él, y su madre se parecía más a Darcy.
Después de saludar a sus dos hijas mayores y a Cannon como si fuera uno
de los suyos, la señora Webster se giró hacia mí. Probablemente había dormido
un total de dos horas en toda la noche, mis ojos aún se encontraban hinchados
por el llanto y, sin dudas, mi nariz se hallaba roja como una remolacha.
Pero ella me sonrió cariñosamente. —Así que, ¿tú eres Haven, la nueva
compañera de cuarto de Wick? Dios mío, qué cosita tan bonita.
Comencé a llorar de nuevo, esta vez más fuerte que antes. No parecía
poder evitarlo.
—Lo siento —sollocé, intentando controlarme—. Lo siento mucho. Yo…
yo debería haberlo traído aquí antes. Debería haber intentado despertarlo más a
menudo. Todo esto es mi culpa. Debería…
Cannon fue el que me agarró por los hombros mientras venía detrás de mí
y dijo: —No la escuches, Jane. Haven hizo todo bien. Solo está siendo dura
consigo misma.
Segura de haberlo oído mal, parpadeé hacia él, porque si alguien estaría
de acuerdo en que yo tenía la culpa de todo, sería él.
Pero entonces, me volví hacia su madre, repitiendo: —¿Jane? ¿Cómo Jane
Austen y Jane Bennet de Orgullo y Prejuicio?
Los ojos de la señora Webster brillaron cariñosamente. —Wick te contó
sobre mi combinación de nombres, ¿eh?
Moví la cabeza de arriba abajo. —Sin embargo, se olvidó mencionar que
su nombre es Jane.
—Imagino que también omitió que el nombre de su padre es Charles —
agregó, señalando a su esposo. Lo miré y vi a Wick en todas sus facciones antes
de que me impactara: Charles Bingley terminó con Jane Bennet en Orgullo y
Prejuicio.
—Ahh —murmuré, silenciando mi adoración—. Eso es tan fantástico.
Cuando las lágrimas llenaron mis ojos una vez más, Jane se rio con cariño
y me abrazó. —Pobrecita. Has tenido una noche larga y dura, ¿no?
Asentí y descansé mi cabeza sobre su hombro, diciendo: —Lamento haber
enloquecido.
Me acarició el cabello durante un momento y luego comenzó a hacer
preguntas. Le conté sobre los chicos trayendo a Wick a casa con una conmoción
y Cannon completó las partes sobre cómo obtuvo la lesión y qué dijeron los
entrenadores y el equipo médico al respecto.
—Es loco que practiquen tan duro como para causarse conmociones —
murmuró Darcy, sacudiendo la cabeza con desaprobación.
Hice una mueca y me encontré con la mirada de Cannon. En cuanto me di
cuenta de que no iba a exponer mi aporte en la causa, no puede tolerarlo y
terminé soltando: —Eso también fue mi culpa.
Cuando me gané una mirada graciosa por mi confesión, me quebré y le
conté todo a su familia. Sin embargo, tan pronto como llegué a la parte de la
historia sobre el condón en la cama, Charlie me animó.
—¡Oh, Dios mío, usaste mi idea! Eso es tan asombroso.
—Sí. —Me encogí—. Excepto que no lo fue en absoluto. Salió horrible y
nos lastimó a ambos, a Wick y a mí.
Les conté que Topher nos atrapó, que tres muchachos lo golpearon a Wick
y luego que mi ex novio me abofeteó.
—Oh, guau. ¿Pan integral te golpeó? —jadeó Darcy, y su mandíbula cayó
abierta mientras se acercaba para examinar mi moretón.
Asentí. —Me abofeteó.
—Guau. ¿Cómo manejó eso Wick? —quiso saber Izzy.
Miré a sus padres aún un poco aturdidos por todo lo que admití delante
de ellos. Aclarándome la garganta discretamente, dije: —Él, eh, le dio una paliza.
El señor Webster asintió solemnemente. —Ese es mi hijo —anunció como
si estuviera orgulloso, y eso fue lo primero que le escuché decir desde que lo
había conocido.
Les expliqué que el hecho de que haya golpeado a Topher fue lo que hizo
que sus amigos fueran mucho más duros con Wick en la práctica al día siguiente
y, por lo tanto, la razón por la que le iban a hacer un agujero en la cabeza.
—Oh, eso no quedará así —comentó la señora Webster, sacudiendo la
cabeza—. Digo, ¿por qué la administración de ese equipo de fútbol deja que sus
muchachos se salgan tanto con la suya? Creo que hablaré con el entrenador de
Wickham sobre esto. Tal vez le interese saber cómo a mi amigo, que es un
presentador de noticias locales, le encantaría saber sobre el acoso escolar que
ocurre en el vestuario de mi hijo.
—Ve por ellos, mamá —alentó Darcy, asintiendo con aprobación.
Charlie se giró hacia mí, ansiosa por saber. —Entonces, ¿cómo hiciste el
semen falso?
Mis ojos se abrieron ampliamente. Miré a Cannon que se estaba tapando
la boca con el puño mientras tosía hasta que le lloraron los ojos.
—Charlotte —la regañó Jane—. No es apropiado…
—Pegamento y jabón para la ropa —dije a borbotones, mintiendo entre
dientes.
—Oh, ¿de verdad? —preguntó Jane, asintiendo y viéndose pensativa—.
Hmm. Qué interesante. Nunca lo hubiera imaginado.
Izzy soltó una carcajada a la reacción de su madre y las otras dos hermanas
no estaban muy lejos. Pronto todos nos reíamos, aferrándonos al alivio de la
tensión que tanto necesitábamos, porque la situación apestaba.
Pero cuando se acercó la médica de Wick, Cannon se puso serio y se
levantó de la silla. El resto lo seguimos igual de sobrios.
Por favor, Dios, que no sean malas noticias, recé, apretando mis manos contra
mi pecho.
—Ha salido de la cirugía —anunció la doctora—. Y lo está llevando bien.
Todo salió estupendo y sin complicaciones. Probablemente lo mantendremos en
recuperación durante más o menos una hora y monitorearemos su estado, luego
alguien saldrá a buscarlos cuando lo traslademos a una habitación para que
puedan verlo.
—Oh, gracias a Dios.
Todos comenzamos a abrazarnos y reír. Incluso lo abracé a Cannon, y más
sorprendentemente, me devolvió el abrazo. Luego le hicimos más preguntas a la
doctora, en su mayor parte Darcy, ya que parecía entender más.
Pero después de que se fue, recién al mediodía fuimos conducidos hasta
la habitación de Wick.
En el momento que nos acercamos, le tomé la mano a Izzy e hice que se
detenga en tanto los demás avanzaban. —Oye, eh… —Me sonrojé y me mordí el
labio cuando se volvió hacia mí—. ¿Leíste ayer alguno de los mensajes entre Wick
y yo?
Arrugó la frente como si estuviera confundida. —Para nada —negó—.
Nunca me entrometería en la privacidad de ambos de esa forma. —Entonces me
lanzó una enorme sonrisa y chilló mientras me apretaba los dedos—. Pero tengo
que decir que estoy muy emocionada. —Me abrazó y susurró en mi oído—:
Quería que estuvieran juntos desde el principio.
De repente, escuchamos el grito de Charlie desde el final del pasillo. —Oh,
Dios mío. ¡El tubo sigue en su cabeza!
Nos separamos inmediatamente, mirándonos boquiabiertas antes de girar
al unísono y apresurarnos para alcanzar a los demás, deslizándonos por la puerta
de la habitación justo cuando la enfermera que le revisaba los signos vitales
respondía: —Probablemente se quedará en ese lugar durante unas veinticuatro
horas hasta que el hematoma se drene por completo.
Wick estaba tendido en la cama del hospital debajo de una sábana blanca
y despierto. Se veía extremadamente pálido y somnoliento, pero definitivamente
vivo.
Levantando lentamente la mano hacia su cabeza, dijo arrastrando las
palabras: —¿Se ve mal?
Su madre le tomó los dedos antes de que pudiera tocar las partes de su
hermoso y sedoso cabello que había sido afeitado para colocar el tubo. —No,
cariño. Estás tan guapo como siempre. —Luego le besó la frente.
Y lo estaba, estuve de acuerdo. Realmente era un hombre hermoso, por
dentro y por fuera.
Entré despacio en la habitación en tanto su familia y Cannon se turnaban
para saludarlo. Era tan agradable verlo despierto, incluso tan dopado como se
encontraba, hablando lánguidamente y esbozando esa media sonrisa suya que
solo me quedé de pie allí, llevándome las manos a la boca, empapándome ante
la vista y agradecida de que estuviera vivo y fuera a estar bien.
El alivio fue casi abrumador.
—En serio, todos me están tratando como si me estuviera muriendo o algo
así —bromeó.
Todos se rieron servicialmente, dejándolo pensar que nunca estuvo en
semejante peligro.
Su mirada recorrió la habitación, observándonos a todos hasta que me vio.
Deteniendo su escaneo, sonrió ampliamente.
—Oye —murmuró adormilado con los ojos entrecerrados como si le
costara mucho mantenerlos abiertos—. Estás aquí. —Extendió la mano en mi
dirección, queriéndome a su lado.
—Por supuesto que está aquí, tonto —le dijo Cannon, golpeándolo en el
brazo con reproche—. ¿Quién crees que te trajo al hospital? Probablemente
estarías muerto ahora mismo si no fuera por esta señorita.
Llegando hasta Wick, le tomé la mano y cuando se agarró a mis dedos con
fuerza, fue la mejor sensación del mundo.
—¿Hiciste todo eso por mí? —preguntó.
Miré a su amigo, quien parecía haber hecho las paces conmigo en algún
momento de la noche, y respondí: —Cannon estuvo allí conmigo.
Me apretó los dedos cálidamente y nos miró a ambos. —Mis héroes —
murmuró con placer antes de mirarme de reojo y preocuparse súbitamente—.
Espera. ¿Has estado llorando?
Fue entonces cuando supe que estaría bien. Volvía a preocuparse más por
mi seguridad, comodidad y bienestar que por el suyo. Eso me hizo comenzar a
llorar nuevamente, pero esta vez de agradecimiento.
Traducido por Jeenn 05
Corregido por Pame .R.

Me dieron de alta del hospital dos días después.


Después de quitar el tubo, cosieron el área cerrada y me programaron
quitarme los puntos en diez días.
Nunca había tenido tanto miedo de mirarme al espejo en mi vida, pero
una vez que lo hice, no fue tan horrible. Me habían afeitado una parte de la
cabeza, pero tenía suficiente cabello en todas partes, probablemente podría cubrir
la calva sin mucho trabajo. No era digno de Frankenstein, pero tampoco era
bonito.
Todos mis amigos me visitaron mientras estaba en el hospital, apareciendo
después de la práctica para ver cómo me encontraba. Se disculparon por no darse
cuenta de lo mal que había estado, pero les dije que no se preocuparan por eso.
¿Quién habría sabido que una pequeña conmoción cerebral se convertiría en un
hematoma epidural y un agujero en la cabeza?
Mi familia entraba y salía a todas horas del día, pero Haven y Cannon se
quedaron más tiempo. Izzy incluso tuvo que pasar por nuestro apartamento para
alimentar a Bingley porque Haven no quería dejarme. Tenía que admitir que me
gustaba tenerla allí.
Los dos visitantes que más me sorprendieron fueron mi entrenador y
Muldoon, quien afirmó que había sido él el que me abordó y causó la conmoción
cerebral en primer lugar. Ni siquiera podía recordar la práctica de ese día, así que
tuve que aceptar la palabra de Muldoon. Pero sí recordaba que fue uno de los
tontos que me había retenido y me había golpeado la noche en que el hijo de puta
de Nicholl abofeteó a Haven.
Fue difícil perdonarlo cuando se disculpó. Pero luego me dijo que el
entrenador había interrogado a todos acerca de mi conmoción cerebral, porque
aparentemente la madre de alguien se había quejado de mi tratamiento, e insistió
en que fue el único jugador de línea que se había delatado y admitió cada fechoría
que hicieron contra mí.
Cuatro jugadores ofensivos habían sido suspendidos inmediatamente del
siguiente partido, excluyendo a Muldoon. Como era imposible que yo fuera a
estar en el partido, eso significaba que el entrenador tendría que luchar para
reemplazar a cinco titulares el sábado.
El segundo visitante sorpresa, el propio entrenador, también vino con un
puñado de disculpas. Me dijo que no tenía ni idea (tuve que rodar los ojos ante
eso) sobre el tipo de acoso que había sufrido de parte de Topher Nicholl durante
las últimas cuatro temporadas de fútbol. Al momento que me preguntó por qué
nunca había acudido a él para contarle algo de esto antes, mentí y murmuré algo
como: “No sé. Pensé que podría manejarlo yo mismo, supongo”.
Y así, Haven y yo nos acurrucamos juntos en el sofá al día siguiente que
llegué a casa desde el hospital, y vimos perder a nuestro equipo, lo que terminó
oficialmente nuestra temporada de fútbol para el año. Apoyando su mejilla en
mi hombro y deslizando su mano sobre mi pecho, murmuró: —Apuesto a que
habrían ganado si hubieras estado allí.
Sonreí y atrapé su mano, llevándola a mi boca. —Diablos sí, lo habrían
hecho.

El lunes fui a la escuela, solo para saber que Haven ya había hablado con
mis profesores sobre mi visita al hospital. Parecían sorprendidos de que volvería
a clase tan pronto. Honestamente, no estaba seguro de por qué todos se hallaban
tan preocupados. Me sentía un poco cansado, me dolía la cabeza donde me
habían golpeado, pero aparte de eso, me encontraba bien. Para deleite de todos,
incluido yo, no parecía necesitar terapia de rehabilitación ni tenía problemas
cognitivos o de memoria. Supongo que era uno de los pacientes afortunados.
Mi médico me dijo que no manejara por un tiempo, y se me impuso la
restricción de que tendría que pasar un examen de manejo antes de que pudiera
volver a conducir, pero entre tanto prometiera tomarlo con calma, podría
reanudar mis actividades normales.
Así que lo hice.
Lo primero que quería reanudar era proporcionarle a mi chica todos esos
orgasmos que había prometido que le daría. Excepto que Haven entró en modo
madre-gallina. Le preocupaba mucho exigirme y que mi hematoma volviera a
sangrar. Así que nada de sexo para nosotros, aunque me dio una gran cantidad
de mamadas para compensarlo.
De ninguna forma iba a rechazarlas, por el contrario, las permití y bendecí
cada una de ellas. Y si pudiera lograr que se quedara quieta el tiempo suficiente
para acurrucarse un rato conmigo y no saliera corriendo a buscar mi medicación
antiinflamatoria, una bebida, comida o una maldita manta para el regazo, porque
siempre estaba corriendo para ir a buscarme algo, le pagaría con mis dedos. Su
exceso de preocupación era tan adorable y dulce como frustrante.
No importaba cuántas veces le dijera que me encontraba bien, siempre
hacía un escándalo. Constantemente. Pero sobre todo, me gustaba, porque aún
me estaba adaptando al hecho de que era mía y sinceramente se preocupaba por
mí. Me encantaba la forma en que siempre estaba allí, mimándome, así que nunca
me quejaba, simplemente lo aceptaba todo con calma y apreciaba lo que recibía.
Al abrir los ojos, giré la cabeza hacia un lado y allí se encontraba ella,
durmiendo boca abajo con la cabeza apoyada en la almohada junto a la mía. Me
tomé el momento para simplemente mirarla.
Estas últimas semanas desde mi estadía en el hospital habían sido como
un sueño. Íbamos a clases todos los días, como siempre. Veía a mis amigos y
familiares. Haven se acercó a Tabby, una chica en su programa de enseñanza, y
se estaban convirtiendo en buenas amigas. No había nada espectacular o
demasiado emocionante en nada de eso, pero era agradable. Muy lindo. Incluso
podría llegar a clasificar estas últimas semanas como espectaculares.
Porque Topher Nicholl no estuvo allí, interponiéndose entre nosotros.
Era como si su ex y mi archienemigo hubiera desaparecido totalmente.
Sabía que todavía estaba cerca; escuchaba de él por mis amigos, pero seguro que
se había ido a la clandestinidad. Supongo que su padre lo había repudiado
después de su suspensión en el último partido de los playoffs, y no se lo estaba
tomando bien, refugiándose en su apartamento y recurriendo a las drogas y al
alcohol para tratar con ello. Si no lo vigilaba, se encontraría con que lo echaron
de la escuela. Todo su futuro se hallaba en riesgo.
Sabía que debería haberme alegrado por sus problemas, me había hecho
tantas cosas imperdonables y se había echado encima toda esta mierda, pero la
situación parecía triste. Si no se hubiera convertido en odio y no me hubiera
golpeado para fortalecerse, muchas cosas podrían haber resultado diferentes.
Tanta gente habría evitado salir herida.
Levanté lentamente la mano para atrapar un mechón de cabello oscuro de
Haven entre mis dedos. Ella podría haber evitado salir lastimada. Me encantaba
el hecho de que estuviera aquí ahora, y se me permitiera tocarla y amarla, pero
odiaba lo que había tenido que pasar para llegar aquí.
Si tan solo hubiera podido...
Pero no, no iba a pensar en qué hubiese pasado. Nos encontrábamos aquí
juntos; eso es todo lo que importaba. Cuando suspiré, disfrutando de mi aquí y
ahora, sus ojos se abrieron.
—Oye —murmuró; la sonrisa en su rostro hizo que mi pecho se contrajera
por la emoción de estar tan agradecido de estar acostado a su lado.
—Oye —le respondí, abandonando su cabello para mover mis dedos
suavemente sobre su pómulo—. Lo siento. No quise despertarte. Disfrutaba de
la vista.
—Está bien. —Con un gemido, se estiró y se arrastró para enterrarse en
mí—. ¿Cómo dormiste?
—Bien —le dije, ahuecando la parte posterior de su cabeza mientras
descansaba su mejilla en mi pecho. La besé en el pelo—. Sin embargo, extraño
despertar contigo encima de mí.
—Llegaremos allí de nuevo —prometió, levantando su rostro para poder
presionar su boca contra la mía—. Siempre que estés mejor. —Luego vino la
siguiente pregunta que siempre hacía todas las mañanas—: ¿Cómo te sientes?
—Mi cabeza está un poco adolorida —admití—. Pero aparte de eso, estoy
genial.
—¿Tienes dolor de cabeza? —Con los ojos muy abiertos, inmediatamente
comenzó a sentarse—. Te traeré algo…
—No. —Agarré su muñeca para que se quedara—. No es un dolor de
cabeza. Es solo dolor. En la superficie. —Sonreí—. Se siente como si hubiera
estado usando coletas en mi cabello por una semana consecutiva y recién las
hubiese quitado.
También estaba empezando a picar mucho alrededor del área de puntos,
pero no le dije eso, preocupado de que literalmente me rascara para detener la
picazón por mí. Además, hoy era el día en que me los quitarían, así que pensaba
que podría lidiar con ellos un par de horas más.
Sonriendo ante la analogía de las coletas, Haven me besó de nuevo, me
acarició la mejilla y luego salió de la cama. —Voy a prepararte el desayuno.
¿Avena y fruta suenan bien?
Me incorporé bostezando. —¿Qué tal si yo te preparo el desayuno? Estoy
seguro de que ha pasado mi turno.
—No seas tonto. No nos estamos turnando. Además, quiero mimarte.
—Entonces, ven aquí y métete en la cama conmigo de nuevo —persuadí.
Lo hizo, volviendo a mí de inmediato. Pasando sus manos sobre mi pecho,
se arrastró hasta mi regazo y me abrazó, besándome suavemente.
—Estoy bien, ¿sabes? —le dije cuando presionó su mejilla en mi hombro.
Abrazándola, besé su cabello—. Ya no tienes que preocuparte tanto por mí.
—Lo sé —comenzó—. Solo... parece que no puedo evitarlo. Dependía de
mí asegurarme de que estabas bien esa noche, y desde entonces... no sé cómo
explicarlo. Me siento responsable de todo tu...
—En realidad, lo entiendo completamente. —Mis dedos rozaron su
brazo—. Me sentí igual por ti desde la noche en que me encontraste afuera de la
habitación de Izzy.
Haven se retiró para mirarme. —Somos un buen par, ¿no?
Le guiñé un ojo. —Un par increíble. —Tomando su mano, agregué—:
Vamos. Preparemos el desayuno juntos y cuidemos el uno del otro.
Sonrió complacida, y apretó mi mano. —Me encanta esa idea.

Mi cita en el consultorio del médico para que me quitaran los puntos había
sido programada para la tarde, así que Haven y yo no nos perderíamos ninguna
clase. Ella me llevó allí ya que todavía no habían eliminado la restricción de mi
licencia de conducir.
Después de esperar casi una hora para entrar, les tomó menos de cinco
minutos arrancar los puntos, y no fueron unos cinco minutos muy suaves. Creí
que Haven saldría de su silla y estrangularía a la enfermera cuando vio mi
expresión durante todo el proceso. Pero se las arregló para contenerse, y todo
terminó bien. Los puntos se habían ido.
Levanté mi mano hacia el área para tantear. La piel seguía tan arrugada y
con bultos como lo había estado con los puntos. Maldición. Esto apestaría si
alguna vez me quedara calvo. Cuando salíamos del edificio, miré a Haven.
—¿Cómo se ve?
Nos detuvimos en la acera e hizo un espectáculo sosteniendo mi cabeza
entre sus manos para que pudiera inclinar mi cara hacia abajo y estudiar el lugar
antes de dejarme ir y asentir con aprobación. —Bastante impresionante, en
realidad. Es una bonita herida de guerra.
Puse los ojos en blanco y la agarré de la cintura para acercarla. —Eres una
mentirosa.
Jadeó, ofendida. —No lo soy. Todavía eres demasiado guapo para tu
propio bien. Ni siquiera un agujerito en la cabeza podría restarle valor a eso.
Sonreí, amando cada vez que me decía guapo. Era tan irreal. Estar con
Haven Gamble, salir con ella. Nada se le comparaba.
La besé porque podía, y ella se rio contra mi boca y me devolvió el beso.
—Vamos, Casanova —dijo—. Hay mucho tiempo para eso en casa.
Vamos.
Boquiabierto, pregunté: —Así que finalmente estás dispuesta a…
Sonrojándose, puso su mano sobre mi boca antes de mirar alrededor para
asegurarse de que nadie nos hubiera escuchado. Luego me sonrió a los ojos y
susurró: —Tal vez.
—Tal vez —repetí con gusto. Eso era muchísimo mejor que el “no quiero
lastimarte” que había estado recibiendo durante los últimos diez días.
Cuando mi sonrisa creció a proporciones increíbles, le dije: —Vamos a
casa, entonces —a lo que ella lanzó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.
—¿Haven? —La voz femenina que nos llamó hizo que soltara la cintura
de Haven y ella retrocediera un paso para que ambos pudiéramos girar juntos
para ver quién había hablado.
Cuando reconocí a la chica, parpadeé, seguro de que estaba viendo cosas.
A mi lado, Haven se puso rígida.
—Annabeth —habló entre dientes, su expresión endureciéndose.
Miré entre las dos, notando de inmediato la tensión entre ellas. Annabeth
usaba ropa quirúrgica, lo cual tenía sentido. En el pasado, me había dicho que
era alumna de enfermería.
Cuando apartó su mirada intensa de Haven para mirarme, pareció
momentáneamente tan sorprendida como yo en el momento en que la vi por
primera vez. Pero luego sonrió cálidamente. —Oh, hola, Wick. No te he visto en
bastante tiempo. ¿Cómo has estado?
Miré con inquietud hacia Haven, luego me volví hacia Annabeth. —Hola
—la saludé—. Estoy bien. —Incapaz de contener mi curiosidad, me volví hacia
Haven—: ¿Conoces a Annabeth?
Haven me lanzó una mirada asesina como si no pudiera creer que me
atreviera a hacerle una pregunta tan atroz. Luego gruñó entre dientes: —Ella fue
mi última compañera de cuarto.
Parpadeé un momento antes de que eso se asentara. Entonces mi mundo
se derrumbó y mis ojos se ampliaron.
Me di la vuelta para enviar a Annabeth una mirada incrédula.
¿Pero qué mierda?
¿Estas dos? ¿Compañeras de cuarto?
¿Cómo era eso posible?
Me tomó un segundo más darme cuenta de que Annabeth debe haber sido
la chica que Haven había atrapado follando a Nicholl, la misma chica que la hizo
huir de su departamento y correr hacia mí, convirtiéndose en mi compañera de
habitación esa misma noche.
Vaya.
Haven miró lentamente entre Annabeth y yo. —¿Cómo se conocen ustedes
dos?
—Nosotros, eh... —Mi cerebro se quedó en blanco.
—Compartimos una clase juntos —explicó Annabeth—. ¿Cuál era...? —
Me miró como si tratara de recordar—. ¿Una clase de primer año?
—Una clase de segundo año —corregí en voz baja.
—Así es.
Dándose la vuelta y descartándome por completo, le envió a Haven una
expresión suplicante. —De todos modos, ¿puedo hablar contigo?
Haven levantó las cejas como sorprendida por la petición. Luego resopló.
—No.
Girando, se marchó, dejándonos a Annabeth y a mí. Annabeth me miró
impotente como si quisiera que intercediera y la respaldara. Sacudí la cabeza, sin
siquiera considerar la idea. Lo que le había hecho a Haven era imperdonable.
—Pero, Haven —gritó, corriendo tras mi chica—, quiero explicarlo.
Haven levantó una mano, cortándola en tanto seguía marchando. —No,
realmente. No necesito una explicación.
—Pero yo... no quise que sucediera —exclamó Annabeth—. No... Me
agradabas, Haven. Nunca quise lastimarte.
Deteniéndose bruscamente, Haven se giró para mirarla. —Bueno, lo
hiciste. Me lastimaste mucho.
—Lo sé —sollozó Annabeth, sus ojos llenos de lágrimas—. Y lo siento. Lo
siento mucho. Es solo que... Nunca me había prestado atención antes de esa noche,
y luego, de repente, me estaba halagando y sonriendo, y lo siguiente que supe...
—Mira, entiendo la imagen —gruñó Haven—. Vi exactamente cómo
terminó. Sinceramente, no me importa cómo comenzó.
—Pero…
—Te follaste a mi novio en mi sofá, Annabeth —respondió Haven—.
¿Cómo pensaste que iba a reaccionar?
—Ese es el problema. —Annabeth se limpió las mejillas—. No lo pensé. Yo
solo…
—¿Quieres mi perdón? Bien. Te perdono. Ahora sal de mi vista. —
Agarrando mi mano y tirando de mí detrás de ella, Haven se puso en marcha
otra vez.
—Al menos seguiste adelante —gritó Annabeth detrás de nosotros—.
Wick es un buen tipo. Puede que no hubieras dejado a Topher y lo hubieras
conocido si no fuera por lo que hice. Aún estarías con un imbécil.
Haven hizo una pausa y lanzó una última mirada detrás de ella. —Bueno,
gracias por eso —estuvo de acuerdo—. Solo trata de mantener tus sucias manos
lejos de este novio, ¿quieres?
Cuando partimos de nuevo, Annabeth finalmente nos dejó ir. La miré y
ella me saludó con tristeza. Me volví hacia adelante otra vez, con mi corazón
latiendo rápido y mi respiración acelerada.
—HayHay —dije con inquietud.
—Estoy bien —gruñó. Luego me miró y su expresión se suavizó—. No
quiero hablar de ello, si eso está bien.
Asentí.
No dijimos nada más el resto del camino a casa. Pero más temprano que
tarde, iba a tener que decírselo. Todo.
Traducido por amaria.viana
Corregido por Pame .R.

Wick no intentó seducirme al momento que llegamos al apartamento.


Debió haber sentido que ya no me encontraba de humor. Cuando murmuré algo
acerca de comenzar un guiso para la cena, me dejó retirarme sin seguirme.
Me llevó unos cinco minutos moverme alrededor de la cocina, sacar todos
los vegetales que pude encontrar sobre las encimeras y alinearlos por tamaño,
luego por color, antes de darme cuenta de que Wick me había dejado sola. No me
dejaba sola cuando me molestaba. Persistía a un costado, vigilándome como un
halcón, siempre alerta y listo para intervenir si era necesario.
¿Por qué demonios me había dejado sola?
Algo andaba mal. Oh, Señor, ¿y si quitarle los puntos de sutura lo dejó
dolorido? Dejé las zanahorias que intentaba meter entre el apio y los pimientos
rojos, me di la vuelta y salí corriendo de la cocina.
Al momento que llegué a su habitación, su puerta se hallaba abierta unos
centímetros. Levanté mi mano para golpear al acercarme, pero luego me detuve
cuando lo vi caminando y luciendo extremadamente agitado.
—Maldito hijo de puta —siseó en voz baja antes de agarrar su cabeza con
ambas manos como si estuviera en medio de un tormento.
Jadeé, segura de que le dolía mucho la cabeza. Esa maldita enfermera que
le quitó los puntos había hecho algo mal. ¿Y si volvía a sangrar por dentro?
Comencé a precipitarme hacia adelante, excepto que a continuación, él
dejó caer sus manos y apretó los dientes al tiempo que tomaba una camiseta de
su cama y la envolvía en su mano para poder curvar su brazo hacia atrás y tirarla
tan fuerte como pudo contra la pared.
Un segundo. No estaba adolorido.
Estaba enojado. O preocupado. Quizás preocupado-enojado.
Y trataba de ser silencioso y mantenérmelo oculto, de lo contrario tenía la
sensación de que habría recogido algo mucho más fuerte para tirar contra la
pared, y no estaría maldiciendo por lo bajo como lo hacía; estaría rugiendo las
palabras a todo pulmón.
Sacó el teléfono de su bolsillo y marcó un número antes de ponerlo en el
altavoz y volver a dejarlo en la cama para poder hablar con quien haya llamado
mientras caminaba por la habitación y se agarraba la cabeza un poco más.
Curiosa, preocupada y totalmente confundida, me quedé en el pasillo para
averiguar a quién llamaba.
—Hola —respondió una voz masculina unos tonos más tarde—. ¿Qué
pasa? Quieres jugar algunas rondas de...
—No —interrumpió Wick abruptamente—. Nunca adivinarás con quién
me encontré hoy.
—Ni idea. ¿Con quién?
—Annabeth Winslow.
Me eché atrás, sacudiendo la cabeza y tratando de averiguar por qué la
aparición de Annabeth lo molestaría.
—Vaya, eso debe haber sido una explosión del pasado —respondió su
amigo, que me di cuenta que sonaba como J.J… Cannon—. ¿Cuánto tiempo ha
pasado desde la última vez que supiste de ella?
—Oh, hace unos dos años —respondió Wick, asintiendo.
—¿De verdad? Guau, no te tomó mucho tiempo olvidarte de eso, ¿eh?
¿La olvidó? ¿No le tomó mucho? ¿Qué? Sacudí la cabeza, estúpidamente
sin comprender.
—No la olvidé —espetó Wick—. Ella me olvidó. ¿Y adivina qué? Haven
estaba allí.
—¿Y?
Cannon sonaba confundido. Bueno. Yo también.
—Y, me acabo de enterar de que Annabeth era la compañera de cuarto de
Haven antes de mudarse conmigo —siseó Wick.
—Vaya. Qué extraña coincidencia.
—Sí, seguro que sí, ¿no? —espetó Wick—. ¿Pero quieres saber qué es una
coincidencia aún más extraña?
—Tengo la sensación de que me vas a decir.
—Annabeth es la misma compañera de piso que Haven encontró mientras
se estaba tirando a Nicholl.
—Oh… mierda.
—¿Mierda? ¿Mierda? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
—¿Qué más quieres que diga, hombre?
—¿Cuándo me la nombraste en el vestuario?
—¿Qué? —Me imaginé que Cannon estaba sacudiendo la cabeza, tratando
de entender.
—Hace un mes más o menos —insistió Wick—. No recuerdo exactamente
cuándo. Mencionaste a Annabeth y dijiste algo acerca de que perdí mi virginidad
con ella en nuestro segundo año.
¿Que qué?
En el pasillo, tropecé con un paso atrás cuando el shock me atravesó. Me
agarré la cabeza, intentando que no temblara cuando empecé a sacudirla de un
lado a otro, queriendo negar sus palabras.
Me dolía el pecho. Mi estómago se agitó. Mi visión se volvió borrosa.
¿Pero cómo sucedió esto?
Ya había sido lo suficiente malo soportar lo de Topher y Annabeth. ¿Pero
Annabeth y Wick? ¡Wick!
Oh, Dios. No.
Ni siquiera me importaba que hubiera sucedido hace dos años antes de
que él me conociera. Dolía.
—Sí —murmuró Cannon con más confusión—. Recuerdo haberlo
mencionado. ¿Por qué?
—Entonces, estábamos en el vestuario antes de la práctica y él te escuchó.
¿Recuerdas eso? Recuerdas lo sorprendido que sonó al enterarse de esa noticia.
Cuando Nicholl te escuchó, estaba extremadamente interesado. No paraba de
decirnos: ¿Annabeth? ¿Annabeth Winslow? ¿Te follaste a Annabeth Winslow?
—Bien. De acuerdo, sí, lo recuerdo —coincidió Cannon—. Pero que…
—¿Cuándo sucedió eso? —exigió Wick—. ¿Cuándo se enteró? ¿Fue antes o
después de la noche en que él y Haven se separaron?
—Eh… creo que fue antes. O sea, claro… —Su voz se apagó en el momento
que finalmente entendió a qué se refería Wick—. Mierda. Fue justo antes de eso.
—Hijo de puta —murmuró Wick, pateando la cama—. Jodido hijo de puta.
¿Y si él…?
—Crees que Nicholl fue tras Annabeth y la folló porque se enteró de que
tú ya la tuviste —dedujo Cannon—. Sí, veo a dónde vas con esto. Probablemente
pensó que tenías lazos emocionales con ella o algo parecido, ya que había sido tu
primera, por lo que la folló con la esperanza de molestarte.
Wick hizo una pausa y extendió las manos, mirando el teléfono. —¿Y bien?
¿Crees que es una posibilidad?
—Demonios, sí, es posible. De hecho, casi te garantizo que es por eso que
la folló.
Oh… guau. En el pasillo, me incliné un poco por la cintura y presioné mis
manos contra mi corazón, tratando de aceptar lo que estaba escuchando. Cuando
algo peludo se abrió paso alrededor de mis tobillos, salté y miré hacia abajo para
encontrar a Bingley tratando de llamar mi atención.
Maldición, me hallaba tan molesta cuando llegué a casa que me olvidé de
comprobar a mi bebé. Necesitando su amor en este momento, la levanté y la
sostuve contra mi cara. Me lamió la nariz y cerré los ojos con fuerza mientras se
me secaba la garganta.
—Mierda. —Wick se estaba asfixiando en su habitación—. Mierda,
Cannon… Esto es mi culpa. Todo culpa mía. Fue tras Annabeth por mi culpa y
Haven lo atrapó con ella. Todo por lo que ha pasado estas últimas semanas es
por mi culpa. Porque él tenía una cuenta que saldar conmigo.
Negué con la cabeza en tanto Cannon respondía: —Qué carajo, hombre.
No forzaste a ese imbécil a meter su pene dentro de su compañera de cuarto. Eso
es cosa suya.
—¿Cómo diablos le voy a decir?
Cannon resopló. —¿Por qué tendrías que decirle algo?
La boca de Wick se abrió. —Por supuesto que tengo que decirle. Haven…
Ella... no puedo ocultarle algo así.
—Ni siquiera has visto a Annabeth en más de dos años. No hay…
—No me importa —gruñó Wick—. Si Haven se enterara y yo no se lo he
dicho, nunca me lo perdonaría. La conozco. Ella querría saberlo. Empecé esto.
Tengo que arreglarlo.
—No empezaste una mierda. Ese imbécil te tiene en la mira desde el
primer año. Cada chica en la que te has interesado, con la que has salido o has
mirado, él ha sentido la necesidad de follarla delante de tus narices, solo para
meterse contigo.
—Oh, créeme, lo sé. —Wick se sentó en el borde de la cama para acunar su
cabeza en las manos—. Simplemente nunca descubrí por qué.
—Vamos, ya sabes por qué —se burló Cannon con amargura—. Te lo he
dicho cientos de veces. Él… está… celoso. Quiere ser tú.
Wick levantó la cara, arrugó la nariz en desacuerdo y sacudió la cabeza
con insistencia. —¿Quién en su sano juicio querría ser yo? No soy el encantador.
Él sí. Me reprimo y me cierro a las mujeres. Puede conseguir a quien quiera. ¿De
qué hay que estar celoso?
—Juegas mejor que él —dijo Cannon simplemente.
—Pero consiguió el lugar que quería. Es el gran mariscal de campo. También
se ganó eso. Por qué…
—A la mierda si lo ganó. Renunciaste a eso después de lo que pasó. Siempre
podrías haberlo recuperado si lo quisieras. Y él lo sabía. Pero no, optaste por
mantenerte en una posición menos popular solo para evitar chocar con él, y aun
así terminaste siendo tan bueno que te convertiste en la estrella de fútbol que
siempre quiso ser, de la que hablaban los cazatalentos, del que los medios de
comunicación ponían fotos en sus periódicos. Eres el hombre. Y él quiere eso.
Poniéndose de pie, Wick comenzó a caminar de nuevo por el suelo, más
agitado que nunca. —Bueno, podría haber sido el hombre él mismo si hubiera
dejado de perder tanto tiempo en encontrar formas de joderme y se hubiera
esforzado tanto como yo. Quiero decir, ¿qué demonios, Cannon? No tiene ningún
maldito sentido. Y su estúpido y vengativo comportamiento no solo me ha herido
a mí, sino a todas esas mujeres. Hizo daño a Haven, joder.
Wick se apoyó contra la pared antes de agarrarse la cabeza y deslizarse
hacia abajo para sentarse en el suelo. —Hirió a Haven.
Cannon se lamentó tristemente: —Lo sé, hombre. Lo sé.
—Él la lastimó más. ¿Por qué tuvo que lastimarla más?
—Porque ella te gustaba más —contestó Cannon.
Se me cortó la respiración, dejé caer a Bingley en mi cintura y entrecerré
los ojos, sin comprender el sentimiento.
En el suelo, Wick cerró los ojos y presionó la cabeza contra la pared.
—Pero ¿cómo sabía eso? Lo entendí al principio. Hablaba constantemente
de ella. Era obvio. Pero después…
En el pasillo, sacudí la cabeza.
Wick hablaba de mí… ¿al principio?
¿Al principio de qué?
—Todavía era obvio —respondió Cannon suavemente—. No importaba
cuánto tiempo haya pasado, lo hacías tan obvio. Todo lo que tenía que hacer era
observar tu expresión cada vez que pasaba con ella. Te mataba. Cada vez.
Un segundo, entonces… ¿A Wick le había gustado yo antes de que nos
conociéramos esa noche afuera de la habitación de Izzy?
¿Antes de decirnos una sola palabra?
Mis labios se separaron.
¿Por qué nunca había sabido esto?
¿Cómo era posible?
En el dormitorio, Wick abrió los ojos y dejó escapar un fuerte suspiro. Su
cara se encontraba roja como la remolacha y sus ojos parecían sospechosamente
húmedos. —Pero traté de ocultarlo —admitió, con la voz quebrada—. Traté de
detenerlo.
¡Dios mío, a Wick le había gustado antes de haber hablado con él! ¿Qué
demonios estaba pasando?
—Sí, lo intestaste —coincidió Cannon—. Sin embargo, aun así yo lo sabía.
Así que estoy seguro de que él también. ¿Por qué crees que siguió saliendo con
ella durante tanto tiempo?
—¿Qué? No. Eso es una locura —gruñó Wick, sacudiendo la cabeza con
fuerza—. Eso es una locura. No puedes decirme que estuvo con ella durante tres
años solo para volverme loco. ¿Para que yo no pueda tenerla? No puedes… no.
Tenía que sentir algo por ella. Se merecía estar con alguien que la amara, que…
joder. Por favor, dime que esto no está sucediendo. —Se estremeció y comenzó a
mecerse, las lágrimas caían por sus mejillas—. Él nunca hubiera sabido que ella
existía si yo no hubiera…
—Web, en serio. No te hagas esto —advirtió Cannon suavemente—. Te
vas a lastimar la herida.
—¿Que no me haga qué? —gritó Wick, olvidando mantener la voz baja—.
¿Que no abra mis malditos ojos y me dé cuenta de que todo este desamor, miseria
y el infierno por el que ella ha estado pasando es mi culpa? Porque es así. Él no
se habría acercado a presentarse a ella esa noche si no fuera por mí. No habría
seguido con ella si no fuera por mí. Él no habría destruido por completo su vida
como lo hizo si no fuera por…
—Webster, maldita sea. Escúchame.
—No. Esto es mi culpa. Fui demasiado gallina para acercarme primero.
Joder, ni siquiera sabía su nombre. Si solo hubiera… debería haberte escuchado.
Debería haber tenido algo de agallas y hablado con ella. Incluso si me hubiera
rechazado por completo, nunca habría pasado por todo esto. Hubiera dejado de
hablar de ella después de eso y hubiera seguido adelante. Pero no pude, así que
la obsesión creció, y él… la destruyó por eso. Por mí. ¿Cómo se supone que voy
a vivir con eso?
Mi corazón se partió. Las lágrimas se derramaron por mis mejillas. Incapaz
de escucharlo culparse un segundo más, entré en la habitación.
Wick enfocó su atención en mí. —Oh, mierda.
—¿Qué? —preguntó Cannon a través del teléfono—. ¿Qué pasó?
—Me tengo que ir —gruñó Wick, con sus ojos pegados en mí.
—¿Por qué? —Cannon sonaba alarmado—. ¿Web? ¿Qué está pasando?
¿Te encuentras bien?
—Haven acaba de entrar en la habitación —respondí por Wick, hablando
para que Cannon pudiera oírme desde la puerta—. Así que Wick sabe que he
estado parada en el pasillo, escuchando toda su conversión. Escuché todo.
El silencio absoluto siguió por un momento antes de que Cannon dijera:
—Hablamos más tarde —y colgó.
Traducido por Beatrix
Corregido por Pame .R.

—HayHay —susurró Wick, con la voz quebrada y llena de dolor y miseria.


Comenzó a ponerse de pie, pero levanté una mano.
—No, no te levantes. Creo... creo que iré allí contigo. —Me puse de rodillas
justo donde me encontraba parada en la puerta. Bingley se movió en mis brazos.
La bajé, y una vez que cayó al suelo, se acercó a Wick, que la levantó y la abrazó
agradecido.
Agarrando la parte superior de mis muslos, me balanceé de un lado a otro
y vi a la gatita consolar al hombre.
—Entonces —comencé, tragando saliva antes de mirar alrededor de la
habitación para volver a mirarlo—. ¿Te gustaba hace tres años? ¿Cuando éramos
estudiantes de primero?
—Yo... —El dolor cortó sus rasgos antes de tragar y asentir—. Compartí
una clase contigo. La primera vez que te vi al otro lado de la habitación, pensé
que eras bonita. Así que se lo conté a algunos de mis amigos del equipo.
Por la expresión de su rostro, supe que lo estaba minimizando. A lo
grande.
—¿Por qué? —gruñí, limpiando la humedad de mis mejillas—. ¿Por qué
nunca me lo dijiste?
—¿Decirte qué? —preguntó miserablemente—. ¿Qué te vi primero? ¿O
cómo él te trataba a tus espaldas? ¿Que todo fue mi culpa que terminaras con él?
¿O que estoy bastante seguro de que he estado estúpida y desesperadamente
enamorado de ti durante los últimos tres años?
Cerré los ojos con fuerza, solo para volver a abrirlos.
—¿Desesperadamente? —repetí, levantando mi cara de nuevo. Mi boca se
abrió y comencé a sacudir la cabeza lentamente—. No. —Jadeé—. Eso ni siquiera
es posible.
Hizo una mueca de disculpa y tragó visiblemente. —Yo tampoco creía que
fuera posible. Ni siquiera te conocía. No entiendo por qué…
Pero alcé la mano. —No —le dije, solo para levantar la voz y repetir—. No.
No estoy hablando de eso.
Inclinando la cabeza hacia un lado confundido, me miró, esperando que
explicara.
—Dime —le dije—. La primera vez que me viste… ¿Fue… fue porque
notaste una... cierta camiseta que llevaba puesta que te gustó o algo así?
Wick se echó hacia atrás y parpadeó en estado de shock. —Sí —respondió
un poco sospechosamente—. Una camiseta de Stranger Things. Mostraba una foto
del chico que interpretaba a Steve y decía “La mejor niñera” debajo de eso. —Me
entrecerró los ojos y echó la cabeza hacia un lado—. ¿Cómo lo supiste?
Camiseta equivocada, pero la misma idea general.
Asentí. Era lo bastante parecido como para ser posible.
—Golpe de suerte —le respondí antes de agregar tristemente—: Topher
quemó esa camiseta, sabes. Pensé que fue un accidente en ese momento. Nos
encontrábamos en una hoguera, y derramé algo sobre ella, así que me dio otra
remera de su camioneta para que me la pusiera. Antes de que terminara la noche,
mi camiseta de Stranger Things terminó en el fuego. Fingió mucho, se disculpó
como un loco y juró que me conseguiría una nueva. Pero nunca lo hizo. Seguía
posponiéndolo y distrayéndome cada vez que lo mencionaba hasta que lo olvidé
por completo. —Negué con la cabeza y apreté los dientes—. Me encantaba esa
remera. La llevaba todo el tiempo.
—Sí —dijo Wick suavemente—. Lo sé. A mí también me encantaba.
—Apuesto a que la quemó porque sabía que te gustaba. Hijo de puta. —
Presioné mi mano contra la base de mi garganta e intenté tragar, solo para
encontrarlo imposible—. Entonces tú... ¿Estuviste allí esa noche? ¿La noche que
lo conocí?
—Yo… Sí. —Frunciendo el ceño, se concentró intensamente en mí—.
¿Cómo lo supiste?
—Porque lo leí —confesé—. En “Henry Sin Esperanza”.
Wick sacudió la cabeza, su expresión era de absoluta confusión. —¿Te
refieres a la historia de ficción en la Gaceta Universitaria que te gusta? ¿Sobre el
que tocaba la tuba?
—Sí —respondí, cada vez más segura de que tenía razón—. Excepto que
ya no creo que sea una historia ficticia. Creo que todo es cierto, y tú eres Henry,
y en lugar de la banda de música, te uniste al equipo de fútbol. Y en la vida real,
las trompetas y las tubas son en realidad mariscales de campo y defensas. Y
Reuben es Topher, y yo... Oh... Dios mío. Eso me hace Avery. Jesús. Oh, diablos.
¿Soy Avery? ¿Cómo puedo ser Avery? Ni siquiera me caía bien Avery. Es decir,
estaba bien. Pero pensé que era una idiota por nunca darse cuenta de lo horrible
que era realmente Reuben. Oh, Dios mío. —Presioné mis manos contra mi cabeza
y gemí—. Soy una idiota.
—No eres idiota —gruñó Wick, comenzando a arrastrarse hacia mí—.
Haven…
Levanté una mano, deteniéndolo. Me faltaba el aliento. Mi pulso daba
vueltas como loco en mis venas. Tratando de calmarme, exploté con fuerza.
—Así que la noche que conocí a Reuben, digo, Topher, quiero decir... —
Entrecerré los ojos pensativamente antes de que mis ojos se abrieran de par en
par—. Oh, Dios mío. Reuben. Pan integral. —Me volví hacia Wick con asombro
cuando me alcanzó y se detuvo a mi lado—. Me acabo de dar cuenta de quién es
Alice.
Sus cejas se fruncieron. —Estoy confundido. ¿Quién es Alice? —Cuando
solo lo miré fijamente, dijo—: Haven, no tiene ningún sentido.
Escaneé su habitación frenéticamente antes de hallar su computadora
portátil en el suelo, apoyada de lado contra su mesita de noche. Me lancé hacia
adelante, me arrastré hacia ella y la abrí de golpe en tanto la dejaba caer en mi
regazo. —Izzy es estudiante de periodismo, ¿verdad? —pregunté; mis dedos
temblaban como locos mientras me conectaba en línea y hacía una búsqueda para
encontrar la versión digital de la Gaceta Universitaria de la escuela.
—Sí —respondió, acercándose para sentarse directamente a mi lado—.
¿Por qué?
Hice una pausa escribiendo para mirarlo. —¿Trabaja en el personal del
periódico escolar? ¿Para la Gaceta Universitaria?
Apretó la mandíbula, pero dijo: —Sí.
Encontré la primera edición de “Henry Sin Esperanza” y exhalé un
gemido, cerrando los ojos. —Por supuesto —dije, sintiéndome una tonta—. Mira
cómo se deletrea Bennet.
Cuando giré la pantalla en mi regazo para que la mirara, dejó a Bingley a
un lado y se inclinó para enfocarse en la pantalla. —Con una T. —Levantó su
rostro hacia mí—. Como los Bennets en Orgullo y Prejuicio.
—Exactamente. Y Alice Bennet no es el nombre real de esta autora. Traté
de ponerme en contacto con ella una vez para decirle lo mucho que disfrutaba
leyendo “Henry Sin Esperanza” y, ya sabes, tal vez hacerle preguntas e intentar
averiguar cómo termina todo, pero… Es como si no existiera en ningún lado
excepto justo aquí en esta historia.
—Entonces crees… Crees que Izzy, mi hermana, Izzy, es esta persona Alice
Bennet, y ha estado, ¿qué, escribiendo mi historia? ¿Nuestra historia?
—Dímelo tú —dije seria, empujando la computadora en su dirección.
Parecía vacilante mientras lentamente acercaba la portátil a sus muslos.
Luego comenzó a leer.
—Mierda —murmuró no demasiado tiempo después, con los ojos muy
abiertos y moviendo la cabeza de un lado a otro en asombrada confusión.
Eché un vistazo sobre su hombro y leí por encima mientras él comenzaba
a desplazarse más rápido por la historia. —Rush debe ser Cannon —le dije,
señalando su nombre.
Wick asintió aturdido al tiempo que ponía el puño contra su boca.
—Mierda —repitió. Señaló la pantalla antes de mirarme—. En realidad...
Pero cómo iba a saber ella... Mierda.
Leyó un poco más hasta que de repente, resopló y citó un texto. —“Oh, ser
el viento o el sol en este momento”. ¿En serio? —Mirándome, rodó los ojos—. Sin
duda tiene el talento de Iz para el drama.
Volvió a leer hasta que llegó la noche en que Reuben le robó a Henry su
chica justo delante de él. Sacudiendo la cabeza, maldijo suavemente por lo bajo.
—Hijo de puta. ¿Cómo es esto posible? Todo está mal y, sin embargo... Es
extrañamente correcto. Pero Izzy ni siquiera sabría la mitad de esta mierda. Ella
no podría. Es imposible.
Me mordí el labio, dándome cuenta exactamente de cómo Izzy lo sabría
todo. —Nunca borraste tus cuentas de correo electrónico y mensajes de tu tablet
cuando fuiste a la universidad —confesé, sabiendo que Izzy se iba a meter en
tantos problemas por esto, pero luego pensé... Probablemente era necesario. Ella
había publicado su historia para que el mundo la viera.
Mi historia.
Oh, Dios. Mi historia, mi estupidez, ahora estaba expuesta para que todos
la vieran y la conocieran.
Mi estómago se revolvió y las náuseas aumentaron.
Wick me frunció el ceño. —¿Qué?
—Tu tablet —le recordé, respirando profundo por la nariz—. Cuando te
graduaste de la secundaria, te regalaron una nueva y le diste la vieja a Izzy, ¿no
es cierto?
—Sí. —Frunció el ceño—. ¿Cómo lo supiste?
—Ella me lo contó. O más bien Charlie reveló el secreto. La noche que
fuimos a las casas embrujadas. Después de que te quedaste dormido, las chicas
cotilleamos como locas. Todas tus hermanas lo sabían. Explicaron que nunca
borraste tus cosas viejas de esa tablet, por lo que Izzy aún puede ver cada mensaje
que recibes y envías. Hace mucho tiempo desde tu primer año de universidad.
Parpadeó hacia mí, miró alrededor de la habitación y luego volvió su
atención hacia mí antes de explotar: —¡Tiene que ser una puta broma!
Me mordí el labio. —Por favor, no te enojes con ella.
—¿Que no me enoje con ella? —gritó incrédulo—. Ha estado husmeando
en mi vida personal y publicando mis momentos privados, vergonzosos y terribles,
¿y no crees que debería estar enojado con ella? Voy a matar a esa mocosa. Mierda.
—Agarró su cabeza—. ¿Y las tres saben sobre esto?
Agarré su antebrazo. —Quiero saber qué partes de la historia son ciertas.
Su cara perdió el color. —Haven. Dios mío. No, no quieres.
—¿Era verdad que estabas a punto de acercarte a mí y por fin presentarte
esa noche, pero él te ganó y me habló primero? Me besó el primer momento que
nos conocimos, así que supongo que el resto también es cierto. Tú estabas ahí. Y
lo viste.
Wick abrió la boca, pero no salieron palabras.
—¿Entonces él se jactó constantemente de nosotros, contándote detalles
íntimos sobre nuestra relación?
Wick cerró los ojos y susurró mi nombre.
Pero sacudí la cabeza. —¿Y cuándo grabó nuestra primera vez juntos en
la historia y luego te encerró en una habitación, obligándote a mirarlo? Eso no
puede ser verdad.
Cuando me miró bruscamente y se puso blanco, mi estómago se revolvió.
—Lo lamento mucho —se disculpó—. Me encerraron en el vestuario y
dejaron un teléfono encendido, reproduciendo el video. Después golpeé tantos
casilleros que me rompí la mano y me suspendieron del equipo por un mes.
Cuando regresé, él era el mariscal de campo.
—Oh, Dios mío. —Me abracé y comencé a moverme—. Oh... Mierda. No.
No puedo creer que lo hiciera... ¿Pero por qué...? ¡Hijo de puta! —Me puse de pie,
sintiéndome aturdida y desequilibrada—. Voy a vomitar.
Wick estaba allí, esperando pacientemente.
Él siempre se encontraba allí, vigilando, protegiéndome, amándome. La
comprensión fue asombrosa. Lo miré y tragué saliva, abrumada.
Solo para recordar de nuevo por qué estábamos aquí en este baño.
La sangre se drenó de mi cara. —Así que hay un... Hay un video, un video
sexual de... Oh Dios.
Cerré los ojos con fuerza, bajé la cabeza sobre el inodoro y vomité un poco
más.
—Haven. —Dedos cálidos y firmes recogieron mi cabello hacia atrás y los
demás me acariciaron la espalda.
Mientras todo tipo de cosas desagradables goteaba por mi cara, sollocé.
—No puedo creer que haya un video sexual de mí allá afuera.
—No lo hay —me tranquilizó Wick, entregándome papel higiénico para
limpiarme la cara—. Ya no. Destruí su teléfono y me aseguré de ello.
Un vago recuerdo llenó mi cabeza del primer año, cerca del comienzo de
mi relación con Topher. Tuvo que comprar un teléfono nuevo porque el suyo fue
destrozado. Dijo que lo había atropellado accidentalmente con su automóvil. Y
también tenía un ojo morado en ese momento, por lo que me dijo que lo recibió
durante la práctica de fútbol. Pero ahora... Ahora sabía que todo había sido Wick.
Wick golpeó a Topher y le dejó un ojo morado por lo que me hizo. Wick destruyó
el teléfono de Topher porque me grabó.
Wick siempre había estado tratando de protegerme, desde el principio.
—Pero la nube... —comencé, sacudiendo mi cabeza mientras el pánico
llenaba mis venas. El hecho de que haya arruinado el teléfono no significaba que
el video haya sido destruido por completo.
—También hice que lo borrara de la nube —dijo Wick, extendiéndome una
taza de agua para que me enjuagara la boca—. Estuve a su lado y miré cómo lo
hacía. Luego amenacé con contarle todo al entrenador y sacarlo del equipo si de
alguna manera salía ese video.
—Así que por eso Topher nunca fue reprendido por nada de lo que te hizo
—me di cuenta—. ¿Prometiste tu silencio por mi privacidad? ¿Es por eso que
nunca peleaste para recuperar tu puesto de mariscal de campo una vez que
regresaste de tu suspensión?
Parecía triste y arrepentido al tiempo que asentía. Lágrimas llenaron mis
ojos. Cuando me giré agresivamente hacia el fregadero para concentrarme en
cepillarme los dientes y reponerme, él retrocedió para darme espacio.
Tan pronto como terminé, me volví hacia él, donde inclinó la cabeza y
cerró los ojos.
—Lo siento mucho —dijo.
Olvidando mi ira hacia Topher, suspiré en simpatía por Wick y extendí la
mano para deslizarla por su mejilla. —¿Por qué te disculpas? No tienes nada por
lo que lamentarte.
Levantó la vista. —Sí. Sí, empecé esto. Y luego no pude detenerlo. No
importa cuánto tiempo pasó o cuánto cambié, simplemente no podía dejar de
sentir lo que sentía por ti. Sabía que él te dejaría en paz tan pronto como yo te
superara, así que me esforcé tanto por sentir algo por alguien más. Pero no pude.
¿Por qué no pude simplemente seguir adelante? ¿Por qué siempre volvía a ti? Si
pudiera haberlo detenido, no te habría lastimado. Lo sé.
Me incliné para presionar mi frente contra la suya. —Tal vez fue el destino
—le dije—. Tal vez siempre estuvimos destinados a estar juntos, sin importar lo
que pasara o quién intentara interponerse entre nosotros.
Sus ojos pálidos se llenaron de anhelo. —Yo... ¿Esto significa que tú...?
No parecía poder expresar la pregunta.
—¿Esto significa que yo qué? —susurré.
Respiró profundo como si no pudiera creer que estuviera teniendo esta
conversación conmigo. Luego volvió a moverse para mirarme con cautela.
—¿Esto significa que no me odias? ¿Qué... que no te molesta? ¿El hecho de
que te he deseado durante tres años? ¿Que nunca tuve el coraje de acercarme a
ti? Que dejé que Nicholl interviniera y... —Se interrumpió bruscamente, todavía
no se encontraba listo para entrar en el tema de Topher.
Extendiendo el brazo, ahuequé su rostro en mi mano. —Estoy más que de
acuerdo con eso. Con todas las partes que te involucran. Estoy... Dios, Wick, mi
cabeza todavía está dando vueltas. Solo... no puedo creer que seas Henry, que él
es real. —Con una risa acuosa, le besé los labios—. Terminé con “Henry Sin
Esperanza”. El verdadero Henry de la vida real. Esto es genial ¿Por qué tendría
problemas con eso?
—Tampoco puedo creer que estoy contigo. —Trazó mi mejilla con la punta
de los dedos—. Siempre pensé que si te conocía, arruinaría todo. Descubriría que
eras algo que no me gustaba después de todo, y me destrozaría. Pero luego te
mudaste a mi departamento y te conocí, y Jesús, Haven. —Sacudió la cabeza
lentamente—. Tu personalidad, tu terquedad, tu ternura nerviosa, tu dulzura y
tu humor peculiar... Estoy completamente fascinado por cada faceta de ti, cada
defecto e imperfección. Cada punto brillante y oscuro. Lo eres todo para mí. Lo
que sentía por ti antes no es nada comparado con lo que siento ahora. Estás en
mi sangre. En mi alma. Eres solo... eres mi Refugio.
Lo miré a los ojos claros, más impresionada de lo que podía expresar.
Todo comenzó a tener sentido también. Cada vez que estuvo allí para mí,
ayudándome, guiándome durante mi miseria. No fue solo porque era un buen
tipo. Se preocupaba por mí. Le importé todo el tiempo.
Haciendo una mueca, me encontré con su mirada. —La primera noche que
entré en tu habitación, me subí a tu regazo y casi…
Cuando sus ojos parpadearon de emoción, tragué saliva y tuve que hacer
una pausa antes de preguntar: —Eso fue real para ti, ¿no? Estaba pensando en él
y tratando de recuperar mi sexualidad, buscando sexo de venganza sin sentido y
una conexión por despecho, algo que no fuera significativo, y todo el tiempo, por
fin estaba sucediendo para ti. Tu último sueño se hacía realidad.
Me sentí un poco mal porque arruiné nuestro primer beso, nuestro
primer…
Sin embargo, no parecía molesto por eso. Me puso un mechón de pelo
detrás de la oreja y sonrió suavemente. —Para mí, siempre ha sido real. Siempre
has sido tú.
—Oh, Dios, Wick. —Envolví mis brazos a su alrededor y enterré mi rostro
en su cuello—. No puedo creer que esto esté sucediendo. ¿Qué vamos a hacer al
respecto? ¿Sobre Izzy y “Henry Sin Esperanza”? ¿Y Topher? ¿Sobre todo?
Besó mi sien cariñosamente. —Creo que lo resolveremos a medida que
avancemos. Mientras puedas aceptar esto, aceptarme, lo resolveremos juntos y lo
lograremos.
Lágrimas de alegría cayeron por mis mejillas. —Está bien —le dije—. Me
gusta cómo suena eso.
Última edición de “HENRY SIN ESPERANZA”
Por Alice Bennet
Sacado de la Gaceta Universitaria

Traducido por florbarbero


Corregido por Pame .R.

El último año llegó por fin. Gracias a Dios. Estaba tan listo para salir de
esta universidad y alejarme de ciertos recuerdos. De algunas personas.
Siempre tendría un buen recuerdo de la banda de música y los amigos que
hice allí. Tenía la sensación de que permanecería en la mayoría de sus vidas
mucho después de graduarme. Pero había otras cosas de las no podía esperar
para escapar.
Solo faltaban unos meses y todo terminaría.
Tenía muchas ganas de empezar de nuevo. Podría hacer una pizarra
limpia. Podría dejar atrás todas las cosas que me perseguían y, con suerte,
encontrar un trabajo en la carrera de mis sueños, luego conocer a alguien con
quien congeniara y construir una vida con ella.
No tendría que ver a Avery o Reuben ni a ninguno de sus molestos amigos
nunca más. Sería bueno.
Mientras tanto, me encontraba concentrado, asegurándome de que todo
saliera bien, manteniéndome enfocado en la graduación.
Después de que me asignaran un compañero, Elliot, en mi clase de
orquesta, acepté reunirme con él en su dormitorio para repasar un proyecto de
composición musical que teníamos previsto.
Era increíblemente molesto, pero también brillante, así que solo tenía que
morderme la lengua y lidiar con algunas de sus ideas más locas para conseguir
algo genial.
Discutimos mucho, nuestras personalidades se enfrentaban de forma
constante, y él esperaba que supiera las cosas que yo no sabía (como qué estaba
pensando), por lo que me hallaba más que listo para escapar cuando finalmente
acordamos algunos detalles y terminamos las cosas por la noche.
Salí de su habitación, con el letrero de salida rojo brillante al final del
pasillo a la vista, solo para sentir como si el Demonio de Tasmania me agarrara
desde atrás.
—Qué…
Una chica me golpeó contra la pared (los pechos en mi espalda me dijeron
que era una mujer) y tuve que esforzarme para no golpear el concreto.
—Guau. ¿Estás bien? —Empecé a girarme para ver cómo estaba, pero ella
se encontraba demasiado ocupada empujándome de nuevo a la habitación de
Elliot.
—¡Vamos, vamos, vamos!
Tropecé hacia adelante y caí al suelo, aterrizando sobre mis rodillas y
codos con su cuerpo cayendo encima de mí. Las quemaduras de la alfombra
inmediatamente marcaron mis brazos.
Sobre mi hombro, una masa de cabello rubio se derramó, nublando mi
visión y una rodilla o un codo o algo me golpeó el riñón, haciéndome soltar la
única bocanada de aliento que aún me quedaba.
Y luego se fue, saltó de mí y cerró la puerta, encerrándonos a los tres juntos
en el dormitorio.
—¡Oye! —gritó Elliot con indignación—. ¿Qué significa esto? ¡No dije que
pudieras traer a una chica a mi habitación, Henry!
—¿Henry? —dijo la chica sorprendida.
Mientras gemía y me incorporaba, girándome para centrarme en ella,
también se volvió para mirarme. Y ambos nos congelamos cuando nos dimos
cuenta de que nos conocíamos.
Dios, era bonita.
Avery me señaló con la boca abierta. —Eres Henry —dijo—. El chico de la
banda.
—Culpable —murmuré, haciendo una mueca y agarrando mi costado en
el momento que un dolor agudo perforó mis costillas.
Ella se adelantó, con los ojos muy abiertos. —Oh, Dios mío. ¿Te lastimé?
¿Estás bien?
Momentáneamente olvidando el dolor, la miré boquiabierto cuando tocó
mi brazo.
Mierda. Avery estaba tocando mi brazo. Habían pasado tres años desde la
última vez que me tocó en esa clase cuando nos chocamos, tres años desde que
me miró a los ojos con la misma preocupación y me preguntó si me encontraba
bien.
Mucho cambió desde entonces. Tanto en mí había cambiado. Crecí,
maduré y aprendí una o dos cosas. Debería haber descubierto cómo hablar con
ella en todo ese tiempo. Pero cuando miré sus ojos marrones, mi mente se quedó
en blanco.
—Yo... estoy bien —aseguré con torpeza, acomodándome.
—Oh, gracias a Dios. —Apretó su agarre en mi brazo—. Déjame ayudar a
levantarte.
Mientras estábamos de pie, seguí mirando fijamente esa hermosa cara,
asombrado de volver a estar tan cerca de ella. Me tomó un momento darme
cuenta de que parecía estar en apuros.
—¿Estás bien? —pregunté finalmente.
Dejó escapar un suspiro inestable y su mano comenzó a temblar alrededor
de mi brazo. —No —comenzó—. No creo...
Cuando alguien golpeó la puerta del dormitorio de Elliot, Avery dejó
escapar un grito apagado y se llevó las manos al corazón. —Oh, Dios mío —
jadeó, comenzando a hiperventilar—. Ese probablemente es él.
—¡Avery! —gritó una voz familiar a través de la puerta—. ¡Sé que estás
ahí! Maldita sea. Abre esta puerta para que pueda explicarme.
Miré a la puerta, entrecerré los ojos y me volví hacia Avery. —¿Ese es
Reuben?
Meneó la cabeza, visiblemente conmocionada. —Sí. Por favor, no lo dejes
entrar. Lo atrapé engañándome con mi compañera de cuarto. No quiero hablar
con él. No quiero volverle a hablar nunca más.
Comencé a asentir, dispuesto a sacar mi propio corazón con mis dedos y
entregárselo si lo pedía. Pero Elliot ya estaba saliendo hacia la puerta.
—¿Qué tipo de desastre causaste, Henry? ¿Quién diablos está golpeando
mi puerta?
Se acercó y alcanzó la manija de la puerta.
—No —gritamos juntos Avery y yo.
Pero Reuben ya se abría camino hacia adentro, gritando: —¡Avery!
Salté hacia adelante para interceptarlo.
—Sal —gruñí, presionando contra su pecho y empujándolo de vuelta
fuera de la habitación—. Ella no quiere hablar contigo.
—Cállate, Henry. Es mi novia. Soy el que sabe lo que quiere.
—Ya no, idiota infiel —gritó Avery detrás de mí—. Se acabó.
—Eso es todo —gritó Elliot, llevando a Avery hacia la salida—. Todos
ustedes. Fuera de mi cuarto. No soy el anfitrión de una fiesta.
Avery se tambaleó hacia el pasillo con Reuben y conmigo, cuando Elliot
cerró la puerta de golpe en su cara.
Entonces, allí estábamos los tres: Reuben, Avery y yo.
—Cariño, por favor, trata de entender —suplicó Reuben, tratando de
acercarse a ella mientras se encogía a mi lado—. Un chico tiene necesidades.
—Atrás. —Lo empujé, haciéndolo alejarse de nosotros—. Creo que ella
preferiría que tú y tus necesidades se fueran directamente al infierno.
—Oh, vete a la mierda, Henry. No es asunto tuyo.
Me acerqué a él. —Entonces tal vez no deberías haberla molestado para
que corriera directamente hacia mí, porque acabo de hacerlo mi asunto. —
Haciendo sonar mis nudillos, sonreí amplio y fuerte—. ¿Y sabes qué? Solo una
cosa me ha impedido patearte el trasero todos estos años. Pero parece que esa
única cosa ya no es un problema. Así que…
Lo golpeé con todo lo que tenía. El chasquido de mi puño contra su
mandíbula fue el sonido más satisfactorio que había escuchado. La cara de
Reuben se sacudió hacia un lado por el impacto. También era la vista más
satisfactoria.
Sacudió la cabeza, aturdido, luego se llevó la mano a la boca. Cuando sus
dedos salieron rojos por la sangre, su mirada asesina se alzó hacia mí. —Estúpido
hijo de puta.
Curvé mis dedos hacia él, burlándome. —Acércate.
Lo hizo, golpeándome directamente en el estómago. Tan pronto como
hundió su hombro en mi abdomen, haciéndome tropezar hacia atrás, me dio un
puñetazo en el costado.
Gritando con ira, golpeé mi puño en su sien, y se tambaleó inestable.
Detrás de nosotros, Avery gritó, instándonos a detenernos.
Con un rugido, Reuben cargó de nuevo. Chocamos, el impacto furioso
haciendo que mis dientes se sacudan. Aunque no sentí el dolor; solo sentía rabia.
Lo golpeé repetidamente, poniéndome al frente de la pelea. Al momento que lo
puse de rodillas, unos suaves dedos se envolvieron alrededor de mi brazo.
—¡Basta! —suplicó Avery.
La miré, respirando con dificultad. Quería matarlo; por ella, por mí, por
Kerri, y por cada persona que alguna vez usó y lastimó en el camino. No quería
dejar de golpearlo.
Pero Avery estaba allí de pie, mirándome directamente a los ojos mientras
me tendía una mano. —Vamos, Henry —dijo con firmeza—. Vámonos.
Ni siquiera pregunté dónde. Simplemente tomé su mano, y ella ignoró a
su ex novio en tanto me conducía por el pasillo lejos de él. Salimos del edificio
juntos y nos hallábamos a mitad de la calle antes de que soltara mi mano y me
mirara.
—Gracias por ayudarme allá. No quería que te metieras en un combate de
golpes con él, pero... gracias por cuidar de mí.
Le envié una mirada. —Gracias por darme una razón para golpearlo.
Sus labios se curvaron en una media sonrisa, solo para ponerse seria.
—Pero en serio, déjame pagarte de alguna manera.
—No. —Agité una mano, sacudiendo mi cabeza—. Está bien. No lo hice
por ningún tipo de recompensa.
—Bueno, eso me da aún más ganas de hacer algo por ti —insistió antes de
indicarme—. Oye. Recuerdo que hace aproximadamente un año, te vi comiendo
una pizza de taco en Murphy’s. Me encantan sus pizzas de taco. ¿Qué tal si vamos
a buscar una ahora? Yo invito.
Sus ojos eran enormes y suplicantes. Me hizo arder el estómago la
necesidad de complacerla.
Las pizzas de taco eran algo que comía solo en ocasiones muy especiales.
Esta definitivamente era una.
—Me estarías haciendo un favor —agregó, pasando su brazo por el mío y
animándome a seguir—. Porque realmente necesito una distracción en este
momento.
Asentí. —En ese caso, me encantaría.
Y esa fue la noche en que mi historia con Avery realmente comenzó.
Despedida de Alice:

Me disculpo por el apresurado final. Esta será la última vez que escuchen
sobre Henry y Avery. El problema es que esta historia no era ficción. Se trataba
de personas reales que existen en el campus.
Claro, cambié algunos detalles, como nombres, líneas de tiempo, diálogos,
color de cabello. De hecho, Henry, o cualquiera que sea su nombre verdadero, ni
siquiera está en la banda de música. Si piensas en un equipo de fútbol y traduces
la posición de trompeta a mariscal de campo, estarás mucho más cerca de la
realidad.
Pero en el caso de “Henry Sin Esperanza”, modifiqué los detalles para
proteger a las partes inocentes involucradas. Excepto que algunas de esas partes
descubrieron la correlación de sus vidas reales con sus personajes en la historia
y, por lo tanto, me rastrearon, pidiendo persuasivamente que cese y desista de
escribir más temas de su historia.
Con respecto a ellos, les estoy concediendo amablemente su deseo, pero
no quise desaparecer para siempre antes de al menos darles a los demás lectores
un cierre para explicar por qué debemos separarnos ahora, pero también para
asegurarles que a Henry le está yendo bien. Él y Avery están finalmente juntos y
mejor que nunca. En cuanto a Reuben de la vida real... Bueno, digo que ya es hora
de que el karma gire y se dirija en su dirección. Espero que el resto de su último
año sea puro infierno.
Oh, y, Reuben, muchas gracias por hacernos perder en los playoffs,
imbécil.
Te deseo todo lo que mereces,
Esta persona que escribe como Alice Bennet.
Traducido por Miry
Corregido por Pame .R.

—Oye, mira —anunció Wick con orgullo cuando apareció en la entrada


del pasillo que conducía a la sala delantera donde me relajaba en el sofá,
revisando Netflix y buscando algo nuevo para ver—. Finalmente pude sacar los
centros sin romper los anillos de chocolate externos.
Elevó dos copitas de chocolate Reese’s hacia sus ojos para poder mirarme
a través de los agujeros donde solían ir los centros de mantequilla de maní.
—¡Genial! Buen trabajo. —Comencé a aplaudir, solo para entrecerrar los
ojos cuando se acercó lo suficiente como para que pudiera ver mejor las copitas
mientras se sentaba en el sofá a mi lado—. Espera. Los cortaste con un cuchillo,
¿no?
Se rio, alejando los dulces de sus ojos y confesó: —Sí. Pero era la única
forma en que podía hacerlo sin romper el anillo exterior.
—Dios, eres adorable —respondí, sacudiendo la cabeza y agarrando la
parte delantera de su camiseta para poder atraerlo y besarlo. —Se encontró con
mi boca ansiosamente, sabiendo a chocolate y mantequilla de maní, lo que me
hizo tararear de placer y lamer mis labios en el momento que me aparté—. Mmm.
Rico.
Elevó un anillo de chocolate y me lo ofreció en silencio. Con una sonrisa,
acepté y me lo metí en la boca. Mientras él se comía el segundo anillo, nos
miramos masticar, nuestros ojos brillaban de alegría mientras compartíamos un
momento tan simple pero significativo juntos.
Tragando mi bocadillo, me limpié una mancha de chocolate del labio
inferior y finalmente le dije: —¿Quieres saber un secreto? Usar un cuchillo es
exactamente cómo saco primero la mantequilla de maní, sin alterar el anillo
exterior.
La boca de Wick se abrió mientras jadeaba. —Pero dijiste que lo sacabas
con los pulgares.
—Sí. —Sonriendo maliciosamente, le guiñé un ojo—. Después de cortarlo
con un cuchillo.
—Pequeña tramposa —acusó, extendiéndose para hacerme cosquillas—.
Todo este tiempo pensé que eras una experta come copitas de chocolate.
—¿De qué hablas? Aún soy una experta comedora de copitas chocolate. —
Luego me reí al mismo tiempo que esquivaba sus codiciosas manos—. Cuidado,
amigo. Comenzarás una guerra.
El calor entró en sus ojos pálidos en tanto murmuraba: —Empiézala —
porque cada juego de cosquillas que comenzábamos terminaba en sexo increíble.
Y sí, de alguna manera aterricé en su regazo, después de que rodamos por
el sofá, a horcajadas sobre su cintura y cosquilleando su lengua con la mía,
mientras nuestras manos corrían una sobre la otra. Tirábamos de las camisetas
del otro cuando sonó mi teléfono, anunciando una alerta de notificación de
aplicación entrante.
Bajé la mirada por costumbre y revisé la línea de asunto antes de regresar
mi boca a la de Wick, solo para alejarme nuevamente, murmurando: —Espera,
¿qué? —mientras revisaba de nuevo y alcanzaba el teléfono.
Abriendo por completo la aplicación del periódico en línea de la
universidad para asegurarme de que veía cosas que realmente no se hallaban ahí,
solo pude mirar la pantalla con horror cuando comprendí que mis ojos una vez
más no me engañaban.
—Oh, Dios mío —pronuncié.
—¿Qué? —Wick dejó de besar mi cuello para mirar curiosamente sobre mi
hombro.
Señalé. —Hay otro tema de “Henry Sin Esperanza”.
Su boca se abrió. —¿Qué? No.
Entrecerró los ojos y centró su atención en el enlace que le indiqué que
decía que iba a la última edición de “Henry Sin Esperanza”.
—¿Qué demonios? —explotó—. Prometió que pararía.
—Dice que es la última edición —comencé con optimismo, solo para
suspirar tristemente—. Pero, no, definitivamente no se detuvo.
Bajé de su regazo para sentarme a su lado, hice clic en el artículo y Wick
se inclinó para poder leerlo juntos.
Pasaron aproximadamente dos semanas desde que nos dimos cuenta de
que éramos personajes desprevenidos en una historia. Wick habló durante
mucho tiempo con Izzy sobre todo el asunto. Y justo en el momento en que estaba
segura de que no podía pasearme junto a su dormitorio por un momento más,
esperando a que hablaran, él abrió la puerta y salió al pasillo conmigo, anunciando
que no habría más números publicados.
Excepto que se equivocó.
—Increíble, joder —gruñó, sin siquiera molestarse en terminar de leer
antes de sacar el teléfono de su bolsillo y comenzar a marcar. Tan pronto como
su interlocutor respondió, dijo—: Trae tu trasero aquí, a mi departamento, ahora.
Tenemos que tener otra charla.
—Wick —dije suavemente en cuanto colgó, pero solo sacudió la cabeza.
—No —negó antes de que pudiera defender a su hermana—. Me mintió.
Esto es…
—Oh, diablos —interrumpí, cubriéndome la boca con la mano cuando
llegué a la nota de autor al final.
—¿Qué? —Wick se acercó, sus ojos se ampliaron mientras también leía.
Luego su boca se abrió por completo—. Santo cielo.
—Ella nos expuso —dije con una voz hueca e incrédula—. No puedo creer
que básicamente nos sacó a la luz. También podría haber dicho nuestros nombres
reales. ¿Qué… por qué haría eso?
Wick simplemente negó con la cabeza, incapaz de dejar de mirar las
palabras que su hermana escribió. —Yo no... —Tragó saliva, luego sacudió la
cabeza un poco más—. No lo sé.
Cuando Izzy llamó tímidamente a nuestra puerta principal, Wick había
inclinado la cara y descansaba los codos sobre las rodillas extendidas mientras
entrelazaba los dedos en la parte posterior de la cabeza.
—No creo que pueda mirarla —pronunció, sonando enfermo.
Así que me puse de pie y abrí la puerta. Izzy me envió una mueca de
disculpa cuando mansamente cruzó el umbral. Cerré la puerta detrás de ella, y
se produjo un silencio mortal, al mismo tiempo que Izzy se retorcía las manos
con preocupación, sin saber qué decir, y Wick todavía intentaba procesar lo que
había sucedido.
Finalmente, Izzy comenzó. —Sé lo que prometí, pero…
—Solo quiero saber, ¿por qué? —Elevando la cara, Wick le permitió ver la
ira, la decepción y la traición total que enrojecían sus mejillas—. ¿Por qué, en
nombre de Dios, lo hi