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DERECHOS REALES
Pero el concepto de cosa u objeto de derecho no coincide con el de “porción” o “parte” del
mundo material. Hay cosas u objetos de derecho que no tienen la existencia material, que
son una creación de la mente humana; así, son cosas distintas el derecho del dueño de un
fundo y el derecho del arrendatario del mismo fundo. De esta idea nacerá el concepto de
cosas incorporales o derechos.
1.- Cosas de derecho divino: eran las cosas sagradas, esto es, las consagradas al culto por
ley especial; las cosas religiosas, lugar donde se había sepultado a un muerto, y las cosas
“sanctae” (inviolables) que eran los muros y las puertas de la ciudad. Estas cosas no
estaban en el patrimonio de nadie.
b) Las privadas, que pueden pertenecer a los particulares. Las cosas privadas eran las
únicas susceptibles de propiedad privada, que se pueden adquirir.
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Son corporales las que se pueden percibir por los sentidos; tienen un corpus. Cosas
incorporales son las que consisten en derechos; son “aquellas que no existen, sino que se
entienden”.
a) Cosas inmuebles: las que no se pueden trasladar de un lugar a otro. Incluyen tres
grupos:
2. Inmuebles por adherencia: son muebles por naturaleza, que pasan a formar
parte de un inmueble al adherirse a él sin que puedan separarse sin detrimento
de ella, como los ladrillos de un edificio.
b) Cosas muebles son las que se pueden trasladar de un lugar a otro sin que pierdan su
individualidad, como un esclavo, una mesa. Comprende las semovientes, que se
pueden mover por sí mismas, y las inanimadas, que necesitan de una fuerza extraña
para ser trasladadas, como una silla, un libro.
Las cosas mancipi eran la que solo podían adquirirse por los modos solemnes
establecidos en el derecho civil romano, en especial la mancipatio y la in iure cessio.
Las demás cosas eran nec mancipi y su dominio se transfería por traditio (entrega de la
cosa).
Cosas fungibles: las que pueden sustituirse unas por otras de acuerdo a su cantidad, peso
o medida; como el vino, el dinero, el aceite. Se las llama también genéricas o de género.
Cosas no fungibles son las que se identifican por su individualidad y no pueden ser
reemplazadas por otras. Se las llama especies o cuerpos ciertos. Ejemplos, una moneda de
colección, el esclavo Estico.
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Cosa principal es la que tiene existencia independiente y sin relación a otra, como un
fundo, un caballo, una mesa.
Cosa accesoria es la que requiere de una principal para existir. Cosas corporales
accesorias son las frutas de un árbol, las crías de un animal. Cosas incorporales accesorias
son la prenda y la hipoteca, para cuya existencia se requiere de una obligación principal a la
que sirven de garantía.
Productos y frutos. Dentro de las cosas accesorias es necesario referirse a los productos
y los frutos.
Son productos todos los rendimientos que da una cosa, todo lo que de ella se deriva.
Y dentro de los productos hay que distinguir los frutos que son “los rendimientos
periódicos de una cosa, sin detrimento de su sustancia, según su naturaleza y el destino
natural de la cosa”.
El término “frutos” incluye tanto los frutos naturales, que la cosa produce por un proceso
natural, con o sin la intervención del hombre; y los frutos civiles, rendimientos que se
derivan de actos jurídicos realizados en relación con la cosa, como las rentas de
arrendamiento, los intereses en el mutuo.
Patrimoniales Extrapatrimoniales
Derechos Derechos
Derechos de Familia
Reales Personales
Caracteristicas:
c) No se conoce por anticipado quien puede llegar a ser el hipotético violador del
derecho; por eso, la acción es erga omnes, puede dirigirse contra cualquiera, y en
ella se demanda la afirmación del derecho del demandante.
Caracteristicas:
a) Existe una persona concretamente señalada (el deudor) quien, para que el titular
del derecho (el acreedor) pueda disfrutar del mismo, debe realizar un determinado
acto o, a veces, una abstención.
a) Propiedad o dominio;
b) Servidumbres;
c) Prenda y la hipoteca;
d) Superficie y
e) la enfiteusis.
Los dos primeros son los más antiguos, del ius civile. La prenda y la hipoteca fueron obra
del pretor, y los dos últimos son de la época tardía del derecho. Estos dos, la superficie y la
enfiteusis no existen en la actualidad. Los demás mantienen su carácter de derecho real
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1. EL DOMINIO O PROPIEDAD
Concepto y facultades o atributos del dominio.
La palabra dominio viene de dominus, el jefe de la casa (domus). Los juristas romanos
no elaboraron un concepto del dominio. Ni siquiera lo mencionaban como un derecho
abstracto, sino que afirmaban que la cosa era del propietario, limitándose a estudiar los
beneficios o atributos que se obtienen de la propiedad. En definitiva, tales atributos son
todos los que se pueden obtener de una cosa, lo que nos da una clara idea de la extensión del
derecho.
Las facultades o atributos que da el dominio se agrupan en tres: ius utendi, ius fruendi y
ius abutendi, que corresponden a las facultades de usar, apropiarse de los frutos y disponer
de la cosa. La descripción de estas facultades aparece ya en la República, en un plebiscito
agrario propuesto por los Graco.
1. Ius utendi o usus: Es la facultad de usar de la cosa de acuerdo a su naturaleza, sin que se
destruya. Por ello es que el atributo solo se concibe sobre cosas no consumibles.1
3. Ius abutendi, abusus o habere: Es la facultad de disposición, la cual puede ser material
o jurídica.
4. Y disposición jurídica parcial, cuando sobre ella se constituye otro derecho real,
como si el bien se hipoteca o se grava con una servidumbre.
El dominio otorga a su titular todas estas facultades. Sin embargo, si sobre una misma
cosa se han constituido otros derechos reales, estas facultades se pueden ver limitadas. Por
ejemplo, si sobre la cosa se constituye un usufructo, el dueño se verá privado del ius utendi
y del ius utendi.
1.- La propiedad civil o quiritaria. Era la única verdadera propiedad, protegida por la
acción reivindicatoria o acción de dominio. Solo podía tenerla el ciudadano romano y el
latino. Si la cosa era mancipi debían adquirirla de acuerdo con los modos de adquirir
contemplados en el derecho civil romano.
2.- La propiedad bonitaria o pretoriana, denominación dada por los juristas bizantinos a
aquellos casos en que no se trata de una propiedad quiritaria pero las cosas “están entre los
bienes de una persona” (in bonis).
a) La persona que recibía una cosa mancipi por un modo no contemplado en el derecho
civil romano, normalmente por una “traditio” (simple entrega), derivada de una
venta, donación, etc.
3.- La propiedad peregrina, de quien no gozaba del ius commercium. Protegida por el ius
gentium.
La copropiedad o condominio.
Si alguno de los comuneros quisiera terminar con la copropiedad, tenía acción para
exigir la división, aunque los demás se opusieran. El juez podía dividir la cosa o atribuir la
propiedad a uno de los copropietarios, compensando a los otros.
LA POSESION.
Todas las actividades que realice el propietario están respaldadas por su derecho de
dominio; el uso, goce y disposición le corresponde porque tiene el derecho.
Por tanto, la relación del sujeto con la cosa puede ser de:
c) Mero tenedor: el mero tenedor no tiene una protección especial sino la que deriva
de la causa de su tenencia: si es arrendatario, gozará de los derechos de arrendatario;
si es usufructuario, de los que derivan de su condición. Al mero tenedor se llamó en
Roma “poseedor natural”.
Como la posesión es una situación de hecho, para adquirirla basta con reunir estos
elementos; y se deja de poseer cuando se pierde alguno de ellos.
Ventajas de la posesión.
Aunque el poseedor está en una mera situación de hecho, se le reconoce diversas ventajas
algunas de las cuales solo las tiene el poseedor de buena fe:3
b) El poseedor estaba protegido por los interdictos posesorios, medios creados por los
pretores para ordenar que el poseedor no fuera perturbado, ni siquiera a pretexto del
tercero de ser dueño de la cosa.4
d) Por último, el poseedor de buena fe tiene otra ventaja: es dueño de los frutos que
haya producido la cosa mientras dure su buena fe. Por lo tanto, si tiene que restituir
la cosa, no paga los frutos consumidos.
Hubo también otros hechos y actos que podían acarrear la adquisición del dominio, pero
en ellos no es ése su objetivo único; puede o no producirse una adquisición de dominio, por
tanto, no son propiamente modos de adquirir. Así ocurre, por ejemplo, en la conventio in
manus y en la adrogación.
Clasificaciones.
El estudio de los modos de adquirir se limita a estudiar los modos entre vivos a título
singular; los modos de adquirir mortis causa se estudia en el capítulo de derecho sucesorio
o hereditario.
Título y modo.
La compraventa es el título y
Esta nítida separación entre título y modo no se observa en los modos originarios: así, en la
ocupación y la accesión, el título se confunde con el modo.
1.- La Mancipatio.
3.- La Usucapio.
Evolución
Existía ya en la época de las XII Tablas para corregir las consecuencias de una
defectuosa adquisición del dominio, principalmente en dos casos:
b) el segundo, a favor de quien recibió una cosa por mancipatio, pero de quien no era el
dueño del bien transferido.
Requisitos de la usucapión:
Durante el período clásico, la usucapión se fue extendiendo a otros casos y los juristas
señalaron los requisitos para adquirir por usucapión.
Estos se refieren a tres aspectos: unos al objeto, otros a la posesión y otros al tiempo.
No eran usucapibles en el derecho romano las res furtivae, esto es, las cosas
hurtadas, y los fundos poseídos con violencia.
Y todas aquellas cosas cuya enajenación está prohibida: como la res mancipi
de la mujer, enajenada sin la auctoritas de su tutor, y el fundo que integraba
la dote.
b) Respecto de la posesión. Debía tratarse de una posesión civil, basada en una justa
causa, que diera al poseedor una apariencia justificada de dominio. Los juristas no
definieron el concepto de justa causa, sino que enumeraron cuales habilitaban para
usucapir. Entre otras:
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En el derecho postclásico, el requisito de la justa causa para usucapir fue separado en dos:
La ley de las XII Tablas exigía la posesión ininterrumpida de un año para cosa mueble y
de dos años para inmuebles.
Quedaba interrumpida.
4.- La Adiudicatio.
5.- La Ley.
1.- La Ocupación.
Los corales, perlas, conchas, etc, que arroja al mar y que pertenecen a quien
se apodera de ellas.
e) Las islas formadas en el mar: eran res nullius y por tanto, susceptibles de
ocupación.
2.- La Accesión
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1.- Accesión de frutos. Por accesión, el dueño de la cosa principal se hace dueño de los
frutos que ella produce, salvo excepciones: como: el tercero poseedor de buena fe, el
arrendatario o el usufructuario.
Avulsión, por la avenida repentina que arranca una extensión del suelo desde una de
sus riberas y la transporta a otro sitio inferior o a la ribera opuesta. Si el suelo era
identificable, su propietario podía retirarlo. Así lo confirmó Justiniano agregando
que si por el trascurso del tiempo el suelo se une al fundo que lo recibió y los árboles
que trajo echaron raíces, se considera adherido al predio vecino.
Formación de isla: los propietarios ribereños se hacían dueños de las islas que se
formaren en ríos y lagos. Si la isla estaba más cerca de una de las riberas, pertenecía
a los propietarios de esa ribera.
Adjunción: unión, por un hecho del hombre, de dos especies muebles de distinto
dueño, como si una tela se borda o entreteje con hilos de otro dueño, o si se escribe o
pinta sobre tela, pergamino o madera ajena. Se concluyó que es accesoria la cosa
que sirve de ornato o complemento a la otra.
Especificación o nova especie, producida cuando una persona realizaba una obra
con material ajeno sin mediar acuerdo con el propietario, como si se talla una estatua
en mármol ajeno. Se resolvió que, si el material puede volver a su estado original, la
obra es del dueño del material (estatuta de bronce); si no se puede, es del artífice
(estatua de mármol).
Para efectos del dominio es indiferente ver quien realizó la edificación, plantación o
siembra: el suelo es siempre lo principal y, por tanto, su propietario pasa a adquirir lo que
se ha adherido.
3.- La Tradición.
Es evidente que el tradens debe ser dueño de la cosa o su representante, ya que nadie
puede transferir más derechos de los que tiene. Si no lo fuera, el accipiens solo se
convertiría en poseedor.
Además, el tradens debe estar facultado para transferir el dominio: esto implica que sea
plenamente capaz y que no esté afecto a alguna prohibición especial (como la prohibición
del marido de enajenar el fundo dotal que, aunque es suyo, podrá estar obligado a restituir a
la mujer al término del matrimonio).
Las causas que justifican la tradición fueron llamadas iusta causa traditionis (hoy,
títulos traslaticios de dominio). Eran ellas, entre otras, la compraventa, la donación, la
permuta, la dote, el mutuo, el pago.
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La traditio brevi mans, en que no hay traslado material de la cosa porque ya está en
poder del adquirente, aunque no como propietario. De mero tenedor se convierte en
dueño, por ejemplo, el arrendatario que compra la cosa: se entiende que hubo
tradición al celebrar la compraventa;
En cuanto a las formas de efectuar la tradición, nuestro Código Civil mantiene las
mismas señaladas anteriormente, pero solo para los bienes muebles. Respecto del dominio
de los inmuebles, no basta con la entrega material de la cosa; la forma de realizar la
tradición es mediante la inscripción en el Registro de Propiedad que lleva el Conservador de
Bienes Raíces con jurisdicción sobre el lugar donde se ubica el inmueble. De manera
similar, mediante una inscripción, se efectúa la tradición de otros derechos reales
constituidos sobre inmuebles (usufructo, hipoteca, etc.)
Junto al dominio, sobre las cosas pueden coexistir otros derechos reales, también
amparados por acciones in rem.
Estos derechos reales distintos del dominio fueron denominados “ius in re aliena” y
de alguna forma implican una carga, un gravamen, una disminución de las facultades que
tiene el propietario. Si sobre una cosa existe el dominio como único derecho real, las
facultades del dueño serán las de gozar ampliamente de ella, sin limitación alguna; pero si
además existen otros derechos reales, el propietario tendrá las limitaciones necesarias para
respetar los derechos de los demás titulares.
Los derechos en cosa ajena no impiden al dueño enajenarla. Como son derechos reales,
deben ser respetados por toda la comunidad. En consecuencia, si el dueño de la cosa
gravada la enajena, el adquirente deberá respetar el derecho aunque él no lo haya
constituido.
La forma de constituir los derechos reales en cosa ajena es la misma del dominio:
b) la enfiteusis; y
c) la superficie
Derechos de garantía:
a) la prenda y
b) la hipoteca.
Uno, el fundo dominante, que obtiene la ventaja que presta otro predio;
El fundo sirviente, que es el que está gravado. Siempre el predio sirviente presta
alguna utilidad al predio dominante.
Existían desde muy antiguo con el nombre de servidumbres y Justiniano las denominó
servidumbres reales o prediales para diferenciarlas del usufructo, uso y habitación a los que
genéricamente llamó servidumbres personales. Actualmente no se utiliza la denominación
de servidumbres personales, por lo que el término servidumbre, debe entenderse referido a
las reales o prediales.
Clases de servidumbres:
Servidumbres urbanas:
a) Para verter las aguas lluvias del tejado sobre el predio vecino, libremente o por
canaletas.
b) La servidumbre de cloaca para conducir de aguas servidas.
c) La facultad de introducir vigas en la pared vecina.
d) Derecho a apoyar una construcción en un muro o columna del fundo vecino.
e) Derecho de avanzar balcones y terrazas sobre el fundo sirviente, o el ala del tejado.
f) Prohibición al predio sirviente de levantar construcciones sobre cierta altura.
g) Prohibición de privar de luz natural al predio dominante.
h) Prohibición de privar de visibilidad.
i) Poder abrir ventanas sobre el predio vecino.
1. EL USUFRUCTO.
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El titular del derecho se denomina usufructuario. La cosa gravada pasa a llamarse cosa
fructuaria.
Como todo derecho real en cosa ajena, supone la existencia de al menos dos derechos
reales:
Pero al propietario ni aún le corresponde todo el ius abutendi, ya que no puede destruir la
cosa ni transformarla en forma tal que perjudique el goce del usufructuario; tampoco podrá
constituir otras servidumbres sobre ella a menos que cuente con la autorización del
usufructuario.
Por eso es que, existiendo un usufructo sobre la cosa, la propiedad queda tan limitada que
recibe la denominación de “nuda propiedad” y su titular es el “nudo propietario”.
Una consecuencia de lo anterior es que el usufructo duraba como máximo la vida del
usufructuario iba unido a su persona y nunca se transmitía a los herederos.
Se permitió una duración menor, ya sea fijando su término a una condición o plazo,
pero en cualquier caso se extinguiría a la muerte del usufructuario. Cuando el usufructo
pertenecía a una persona moral o jurídica, por ejemplo, un municipio o una corporación, no
podía durar más de cien años (actualmente, no más de treinta años).
Pero, en vez de ejercerlo él mismo, podía ceder gratuitamente, vender o arrendar las
ventajas que obtiene, su goce; en tal caso, el tercero solo es acreedor y el derecho real sigue
siendo del usufructuario.
Las formas de adquirirlo eran a través de los modos de adquirir, existiendo incluso un
usufructo adquirido por disposición de la ley (el usufructo del pater sobre el peculio
adventicio del hijo de familia).
El beneficiario obtenía sobre las cosas consumibles una ventaja similar a las del
usufructuario, de ahí su nombre de cuasi-usufructo. Las cosas objeto de cuasi-usufructo
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2. EL USO Y LA HABITACION.
Constituyen otras variantes de las servidumbres personales y seguían las mismas reglas
del usufructo.
1.- El usus, no obstante su nombre, contenía no solo la facultad de usar una cosa ajena sino
también, al menos en el derecho justinianeo, la facultad de adquirir los frutos necesarios
para sus necesidades y las de su familia. El usuario de una casa podía habitarla o cederla
gratuitamente, y arrendarla en parte.
2.- La habitación, como modalidad especial del usus, consistía en el derecho de habitar una
casa. Podía usarla el mismo habitador o arrendarla.
C) SUPERFICIE Y ENFITEUSIS
La enfiteusis, por su parte, también era un derecho que recaía sobre un fundo ajeno, en
este caso destinado al cultivo. Al igual que al superficiario, el pretor concedió al enfiteuta
una acción in rem para mantener la tenencia del fundo.
Históricamente, antes de existir la prenda los romanos contaban ya con una garantía real,
la fiducia, pero ella no daba lugar a un derecho real especial, sino que transfería el dominio
de la cosa.
Para el acreedor era una efectiva seguridad ya que se convertía en dueño de la cosa dada
en garantía, pero para el deudor tenía varios inconvenientes.
Entre ellos:
a) que solo contaba con una acción personal (derivada del pacto de fiducia) para
reclamar la cosa del acreedor una vez cumplida la obligación; por lo que, si el
acreedor la había enajenado, no tenía derecho a perseguirla en manos de quien se
había convertido en propietario.
b) Por otra parte, con seguridad el acreedor solo había aceptado como garantía una cosa
de mayor valor que la obligación, produciéndose un enriquecimiento si el deudor no
podía cumplir con la obligación.
El pignus o prenda.
acreedor pignoraticio era un mero tenedor, pero con una ventaja: la podía perseguir en
manos de quien la tuviera, incluso del dueño.
En cuanto al ius distrahendi, que antes había que pactarlo en forma expresa, el mismo
emperador estableció que se entendía incorporado tácitamente en la garantía, a menos que
las partes acordaran eliminarlo. Por último, Justiniano dispuso que el acreedor siempre tenia
el ius distrahendi, aun cuando se pactara lo contrario.
La hipoteca.
Incumplida la deuda el acreedor hace efectivo el ius possidendi que le permite perseguir la
cosa en manos de quien esté, y luego el ius distrahendi para hacerla vender en juicio y
pagar su crédito en forma preferente.
Siendo derechos reales, la prenda y la hipoteca dan acción para perseguir la cosa en
manos de quien esté, no solo del constituyente sino también de terceros; si el dueño de la
cosa pignorada o hipotecada la enajena, el adquirente la recibirá con la carga de la garantía
y estará obligado a entregarla cuando sea requerido por el acreedor que no ha visto
satisfecho el crédito garantizado.
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Los elementos accidentales o “modalidades de un contrato los agregan las partes. Los de la naturaleza, el
derecho los entiende incorporados, aunque las partes nada acuerden, pero estas pueden eliminarlos. Por
último, los elementos esenciales deben estar necesariamente en el contrato.
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En cambio, en el derecho romano tanto los muebles como los inmuebles podían darse en
prenda o hipoteca. Lo que diferenciaba al pignus de la hipoteca romanos era únicamente
que, en la primera, la tenencia de la cosa pasaba al acreedor, razón por la cual no podía
existir más de una prenda sobre una misma cosa.
En cuanto a sus efectos, en nuestro Código Civil la diferencia entre prenda e hipoteca
es la misma señalada: por el contrato de prenda se entrega la cosa al acreedor; y por la
hipoteca, aun constituida la garantía, la cosa permanece en poder de su propietario.
Sin embargo, hay prendas sin desplazamiento regidas por una ley especial, en que el
constituyente conserva la tenencia de la cosa pignorada; esta no se entrega al acreedor al
momento de constituirla. En definitiva los derechos son los mismos que en las instituciones
romanas: si el deudor no cumple con la obligación principal, el acreedor tiene el derecho de
hacerla vender en juicio pagando su crédito con el precio obtenido, con preferencia a los
demás acreedores. Y, previo a ello, si la cosa prendada o hipotecada no se encuentra en su
poder, tiene derecho a perseguirla en manos de quien esté para ponerse en posesión de ella;
y proceder a su realización.