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Mujeres en la independencia

El papel de las mujeres dentro de los periodos de la independencia es uno de los factores
que pasan por alto a la hora de recordar la historia de nuestra propia independencia. Sin
embargo, ellas también fueron partícipes de ese proceso emancipatorio que nos llevó a la
formación de un gobierno autónomo. También, puede pensarse que el papel de la mujer fue
subalterno, en donde ellas solo se dejaron llevar sin tener un papel protagónico.

Empero esto es falso. Rausch en una de sus publicaciones pone de manifiesta que el género
femenino tuvo cabida de liderazgo durante la insurrección de los comuneros, pues “En cada
pueblo, los indígenas escogieron capitanes y oficiales del común, nombrando mujeres en
aquellos lugares donde los hombres estaban criando ganado.”(citado en Himelda Ramírez,
2010, p. 5)

La importancia que tuvieron las mujeres durante la independencia a nivel general, se puede
dar gracias a que muchas sirvieron como espías, organizadoras logísticas, preparadoras de
las tertulias sobre la emancipación, reclutadoras, donadoras de soldados, soldadas,
manufactureras y apoyando la adquisición de provisiones o armamento.

También podemos destacar su papel en el 20 de Julio, en donde la revuelta por el incidente


de Llorente llevó al pueblo y muchas mujeres a generar el Grito de Independencia, estás
participaron en la emancipación, presentando un comportamiento singular en un
conglomerado liderado por mujeres pues como manifiesta Caballero:

Las mujeres daban ejemplo a los soldados; un valiente patriota que avanzaba con espada en
mano, le pidió á una mujer se apartase para ocupar el lugar; ésta se injuria y le dice: ¿La
piedra que yo lancé no hará tanto efecto como sus golpes? y se mantuvo firme en el puesto.

Lo que más inquietaba al pueblo era el parque de artillería y sobre lo que ponía todo el
cuidado y energía una mujer, grande heroína, que le dijo a su hijo: “Ve tu a morir con los
hombres mientras que nosotras (hablando con las demás mujeres) avanzamos a la Artillería
y recibimos la primera descarga, y entonces vosotros los hombres pasareis por encima de
nuestros cadáveres, cogeréis la artillería y salvaréis la Patria” ¡Que valor de heroína! Se
arman y en masa ocupan las entradas de la ciudad. ¡Qué valor, que intrepidez manifiesta
este pueblo! (citado en Galvis et al., n.d., p. 109)
humillaron desproporcionadamente a la virreina y la llevaron a la cárcel del Divorcio,
aunque posteriormente fue liberada gracias a la acción de algunas mujeres ilustradas y de
élite.

Algunas de las mujeres que aportaron muchos a la independencia fueron:

Simona Amaya

Originaria de Paya (Boyacá) decidió seguir al ejército republicano en su lucha contra los
realistas por la causa independentista; para ello se disfrazó de hombre y pasó desapercibida
por las tropas republicanas. Participó en las batallas del Trincherón (donde logró el rango
de Sargenta), el Páramo de Pisba, Socotá, Gameza, Socha y finalmente en el Pantano de
Vargas donde finalmente murió y fue la única forma en que descubrieron que era una
mujer.

Águeda Gallardo Guerrero

Nacida el 5 de febrero de 1751, fue esposa del comandante del ejercito comunero Juan
Antonio Villamizar y pasó a la historia gracias a permitir en su residencia las tertulias sobre
revolución, servir de refugio para los combatientes independentistas y facilitar documentos
ilustrados dejados por Nariño en casa de uno de sus hermanos.

Pero el evento que le dio el título de heroína regional fue su liderazgo en la organización de
las fiestas de San Pedro y San Pablo, las cuales el Corregidor Juan Bastús mandó a cancelar
y ordenó la detención de Águeda, por lo cual fue apoyada pera refugiarse en otra hacienda.
4 días después del incidente, se encontraron el Corregidor y la Heroína quienes después de
una acalorada conversación, la mujer quitó el bastón de mando a Bastús, el cual rompió en
pedazos. A partir de ahí empezó el Grito de Independencia de San Pamplona que al final
logró la independencia de Pamplona, firmando su Acta de Independencia el 31 de julio.

María de la Concepción Loperana

Nació en Valle de Upar, hija de una familia adinerada y quien gozó de gran educación y
estima, lideró la revolución de su región en 1812, reunió el cabildo que redactó el Acta de
Independencia el 4 de febrero de 1813 la cual firmó ella misma fue la que firmó ella misma.
Debido a esto fue perseguida, aunque nunca la atraparon y apoyó mucho la causa patriótica
brindando bienes y equipo. Posteriormente, fue parte de la creación del Colegio de
Primeras Letras Lancasteriano Nacional gracias a su gran ímpetu por la defensa de una
educación pública.

María Estefanía Parra Chinchilla

Fue una niña esencial en las batallas más importantes de la independencia


hispanoamericana, debido a que con solo 12 años guio al ejército libertador entre Bonza y
Tunja para que lograran llegar primero y prepararse para el combate, también los alarmó
“cuando la caballería española se desplegó al norte del puente, y les señaló a los patriotas
un vado del río Teatinos varias cuadras arriba, por donde parte de la división Santander
pudo cruzar”(Subgerencia Cultural del Banco de la República, n.d.-d), siendo decisiva para
la orientación del ejército y ponerlo al tanto de los movimientos realistas.

Juana Béjar

Fue la primera mujer Sargento Mayor de la Caballería Colombiana. “aquella guerrera fue
de hecho la única mujer a la que oficialmente se le permitió combatir en la campaña
libertadora” (Subgerencia Cultural del Banco de la República, n.d.-b), ingresó al ejercito el
12 de junio de 1819, pero se ocultó bajo el nombre de Fray Ignacio Mariño quien “se
destacó como excelente jinete y por su arrollante destreza en el manejo de la lanza,
cualidades por las cuales fue aceptada en el Ejército Patriota para participar en los
combates” (Subgerencia Cultural del Banco de la República, n.d.-b).

María Mercedes Reyes Ábrego

Fue una Artesana y bordadora que sirvió al ejército libertador, nacida en Socorro, “le regaló
al libertador una casaca bordada en oro por ella misma como símbolo de su admiración y
aprecio” (Subgerencia Cultural del Banco de la República, n.d.-e). Lo conoció en sus
campañas de 1813-14 en Cúcuta y también además de la vestimenta, apoyó al ejército
brindando información de inteligencia sobre los movimientos realistas gracias a los
contactos con los que contaba.

Carlota Armero
Joven Mariquiteña de élite destacada por su sencillez y carisma, educada el lectura, música
sacra, virtudes católicas y administración doméstica, se introduce en el mundo de la
independencia instruyendose en los ideales revolucionarios muy característicos de 1810 y
participó en la Junta de Santa fe defendiendo la libertad y la soberanía, ensamblando a la
República de Mariquita en las Provincias Unidas después de independizarse del gobierno
español. Perseguida por el régimen del terror y asesinada por este, aunque sus causas son
desconocidas, dejando la huella:

Para levantar la indignación de sus coterráneos y para sacarles el ánimo y el deseo de lucha.
De todos modos, la conseja siguió su rumbo y se le tiene como heroína, hasta el punto de
existir establecimientos educativos con su nombre (Subgerencia Cultural del Banco de la
República, n.d.-a)

Manuelita Sáenz

Conocida como La libertadora del Libertador fue una quiteña muy poco común gracias a
que su niñez no fue común. Hija bastarda de un concejal, capitán y recaudador de origen
español quien la dejó en un convento del cual se escapó posteriormente para aprender a leer
y escribir. Descrita por Palma que:

Era una señora abundante de carnes, ojos negros y animadísimos, [...] mano aristocrática
[…] En el acento de la señora había algo de mujer superior acostumbrada al mando y a
hacer imperar su voluntad. Era un perfecto tipo de la mujer altiva. Su palabra era fácil,
correcta y nada presuntuosa, dominando en ella la ironía . (citado en Grillo et al., 2010, p.
70)

Dentro de lo que fue su formación autónoma,

¡Que contraste con las aficiones de Doña Manuela! Esta leía a Tácito y a Plutarco;
estudiaba la historia de la Península en el padre Mariana y la de América en Solís y
Garcilaso; era apasionada de Cervantes y para ella no había poetas más allá de Cienfuegos,
Quintana y Olmedo. Se sabía de coro el Canto a Junín y parlamentos enteros del Pelayo, y
sus ojos, un tanto abotagados ya por el peso de los años, chispeaban de entusiasmo al
declamar los versos de sus vates predilectos. (Campusano, citado en Grillo et al., 2015, p.
71)
Fue crítica de la vida doméstica gracias a su pasado desgraciado debido a que la obligaron a
casarse muy joven, aunque jamás aceptó dicho matrimonio y muy abierta en cuanto a sus
placeres sexuales y su enamoramiento, aunque este la llevó a ser una dama en las ocasiones
en que podía complacer a su enamorado Bolívar.

Conoció a Bolívar en un baile de gala tras la liberación de Quito en 1822. se enamoraron de


manera inmediata y su amor se basaba, como lo manifiesta Vilalta en su trabajo, como un
decálogo manuelino:

primero, la naturaleza y el paisaje exuberantes como escenarios del amor; segundo, el


destino incontestable como imposición inapelable para la materialización de los
sentimientos; tercero, la distancia como origen de la incapacitación para la acción cotidiana,
como renuncia a los intereses mundanos y como causa de tormento, sufrimiento y soledad;
cuarto, la espera, la ausencia y el vacío inherente como fermentos de la pasión; quinto, los
sentimientos en lucha contra la razón y, por ello, fuentes de toda forma conocida de
ansiedad, delirio, desvarío, locura y desesperación extremos; sexto, la expresión del amor
como experiencia similar a la religiosa que provoca adoración, fervor, idolatría, veneración;
séptimo, la negación del yo y la aceptación de cualquier forma de humillación, agravio,
amargura, tristeza y dolor; octavo, la consecución de la felicidad como un camino sin
reposo, descanso o sosiego; noveno, la comunión espiritual y física completa entre los
amantes, y, décimo, el sentido de la vida resumido en la continuidad del amor a través de su
expresión literaria, ‘…cartas de amor, que son el pretexto de seguir con vida…’, de manera
tal que la muerte del amante y la conclusión definitiva de la correspondencia llevan a la
vehemente enamorada a padecer el ‘mal du siècle’, esto es a intentar imitar al joven
Werther (1774), el más famoso de los suicidas de ficción que escribían cartas. (Vilalta,
2012, p. 71)

Sin embargo, Manuelita Sáenz no solo fue el amor de Bolívar, ni la mujer detrás del poder, lucho
con el ejercito libertador en varias batallas tales como la Batalla de Ayacucho que la hizo
merecedora del título de Caballeresa del sol al recibir la condecoración de la Orden del Sol por
parte del General José de San Martín debido a su desarrollo en batalla. También ayudó en el
desarrollo de idearios políticos, apoyó a su amado en la administración, asistió a heridos y sirvió
como espía; pero el epíteto por el que es más conocida es el de La libertadora, esto debido a que
por lo menos en 2 ocasiones le salvó la vida a Simón Bolívar, incluyendo la del 25 de septiembre de
1828 por parte de una conspiración fruto del poder dictatorial que se había autoproclamado.
Después de la muerte de Bolívar fue desterrada de Colombia por Santander y de Ecuador por
Rocafuerte, por lo cual tuvo que exiliarse a Perú donde pasaría sus últimos días en la pobreza,
acompañada de Simón Rodríguez. Finalmente murió el 23 de noviembre de 1856 víctima de una
epidemia.

Policarpa Salavarrieta

La Pola es un ícono e la emancipación y la independencia colombiana, nacida en Guaduas,


su infancia estuvo marcada por una vida muy humilde y la tragedia de la muerte de 2 de sus
hermanos a causa de la Viruela. sirvió como reclutadora y espía muy importante para el
ejército libertador, ayudó a los hermanos Vicente y Ambrosio Almeyda con la creación de
un movimiento anti-español, reclutando tropas y consiguiendo armas para una guerrilla en
los llanos, ayudando en el escape de los Almeyda, conseguir información, contrabandear
aguardiente, infiltrarse como costurera y espiar a los realistas, lo cual resultó indispensable
en la causa independentista.

La Pola pasó completamente desapercibida durante mucho tiempo en su trabajo, gracias a


que era desconocida en la ciudad, pero cuando los hermanos Almeyda trataron de escapar,
pero fueron capturados por los realistas y los documentos que portaban terminaron
comprometiendo la identidad de la Pola, por lo cual fue perseguida y capturada junto con
un aliado muy confiable de ella, Aléjo Sabaraín.

Fue apresada en una calabozo de en el Colegio del Rosario y condenada a muerte, pero dejó
huella en el ideario del pueblo y en la historia al pronunciar sus ultimas palabras con las
cuales concientizó a su pueblo de lo que significaba la libertad:

¿Pueblo de Santafé? ¿Cómo permitís que muera una paisana vuestra e inocente? Muero por
defender los derechos de mi Patria. ¡Dios Eterno, ved esta injusticia! (…)

(…) no lloréis por mí; llorad por la esclavitud y prisión de vuestros abatidos compatriotas;
sirvaos de ejemplo mi destino. ¡Levantaos y resistid los ultrajes que sufrís con tanta injusticia!
(…)

Asesinos, sois capaces de matar a una mujer. Temblad; coronad vuestro atentado. Pronto vendrá
quien vengará mi muerte.
En vano se molestan, padres míos: si la salvación de mi alma consiste en perdonar a los
verdugos míos y de mis compatriotas, no hay remedio, ella será perdida, porque no puedo
perdonarlos, ni quiero consentir en semejante idea. Déjame ustedes desahogar de palabra mi
furia contra estos tigres, ya que estoy en la impotencia de hacerlo de otro modo. Con qué gusto
viera yo correr la sangre de estos monstruos de iniquidad. Pero ya llegará del polvo este pueblo
esclavizado, y arrancare del polvo este pueblo esclavizado, y arrancare las entrañas de sus
crueles señores. No está muy distante la hora en que esto suceda, y se engañan mucho los godos
si creen que su dominación pueda perpetuarse. Todavía Bolívar, Santander, Páez, Monagas,
Nonato, Pérez, Gala y otros fuertes caudillos de la libertad; a ellos está reservada la gloria de
rescatar la patria y despedazar a sus opresores …

¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad!
Pero no es tarde. Ved que, aunque mujer y joven, me sobra el valor para sufrir la muerte y mil
muertes más, y no olvidéis este ejemplo (…) ¡Viva la Patria! (Echandía-suárez, 2011, pp. 149–
151).

Finalmente fue fusilada el 10 de noviembre de 1817 en la plaza central de Bogotá,


sembrando una semilla de rebelión y resistencia al régimen.

Berletta, R. (2011). Breve Historia de Simón Bolívar. Nowtilus.

Echandía-suárez, R. H. (2011). Kolumbiens vergessene Heroinnen: Frauen im Widerstand


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Grillo, R. M., Dujovne, A., & Anita, O. (2015). MANUELA SÁENZ ANTES Y DESPUÉS
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Himelda Ramírez, M. (2010). Las mujeres en la Independencia de la Nueva Granada.


Entre líneas 1.

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