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hombres. Sin embargo, miles de mujeres asumieron diferentes roles en la gesta libertadora. Fueron
espías, enfermeras, soldados, lavanderas. Desde el barro de los combates u otros espacios hicieron
propios los desafíos de su tiempo y contribuyeron de manera fundamental en la causa por la
independencia.
La mujer es y ha sido protagonista silenciada en la historia. Recordemos que son madres, esposas,
hermanas, maestras etc de los hombres que finalmente terminan siendo vistos como protagonista.
Gracias por destacar a las mujeres.
La mujer presente en las revoluciones, como protagonista esencial en la batalla, resulta un terreno
poco estudiado. Primero porque, más allá de las conocidas damas antiguas, no es algo de lo que se
cuente mucho en la escuela. Ni siquiera los manuales en los que se basan los programas de la
materia la mencionan en sus amarillentas páginas.
Ese orgullo tucumano de estar en el mismo suelo y de frente a las mismas paredes que
fueron testigos de la libertad, queda un poco sesgado frente a los cuadros que decoran la sala en
donde todos los rostros son de varones. “Se construyó un estereotipo: una mujer en su rol de madre,
de ama de casa; dócil, tierna pero sin participación en la vida pública”, explica Mitrovich.
A las mujeres se las mencionó como acompañantes de sus maridos en las batallas. Como dice la
historiadora, se obvió mucho el lugar que tuvieron Manuela Pedraza, Juana Azurduy, Macacha
Güemes o María Remedios del Valle, que aun siendo madres tuvieron un compromiso con la causa
revolucionaria y participaron activamente en el frente de batalla.
Juana Azurduy
Miles de mujeres asumieron diferentes roles en la gesta libertadora. Fueron espías, enfermeras,
soldados, lavanderas. Desde el barro de los combates u otros espacios hicieron propios los desafíos
de su tiempo y contribuyeron de manera fundamental en la causa por la independencia.
Cuando se recuerda la guerra por la independencia nos imaginamos campos de batalla poblados de
hombres. Sin embargo, miles de mujeres asumieron diferentes roles en la gesta libertadora. Fueron
espías, enfermeras, soldados, lavanderas. Desde el barro de los combates u otros espacios hicieron
propios los desafíos de su tiempo y contribuyeron de manera fundamental en la causa por la
independencia.
Juana Azurduy.
La pequeña Juana quedó huérfana a los 7 años, entonces, pasó al cuidado de sus tíos. Durante un
tiempo estuvo internada en un convento de monjas, pero por su carácter rebelde fue expulsada. En
1805 se casó con el hacendado Ascencio Padilla, vecino de las tierras de Juana. Eran tiempos
felices, pero los dos querían luchar por la libertad, por eso, sus vidas fueron tan turbulentas como
dramáticas. El matrimonio, muy pronto, se perfiló como revolucionario durante las rebeliones de
Chuquisaca y La Paz, actual Bolivia (en ese entonces territorio del Virreinato del Río de La Plata).
Mientras tanto, en 1810, en Buenos Aires, capital del virreinato, se concretaba la Revolución de
Mayo. Ese mismo año se inició la guerra por la independencia de las Provincias Unidas del Río de
La Plata. Fue así que, cuando las tropas de Balcarce llegaron al Alto Perú para combatir con los
realistas (españoles) en Suipacha, la pareja de caudillos Padilla Azurduy se sumó a la causa
independentista en esta batalla, que fue el primer triunfo de las fuerzas revolucionarias.
Mariquita Sánchez de Thompson: una mujer que peleó por sus derechos a los 14 años
No todas las mujeres destacadas de esta época lucharon en los campos de batalla. María Josefa
Sánchez ejerció su influencia desde la comodidad aristocrática de su casa. Mariquita es bien
conocida porque la tradición histórica atribuye que en su casa se cantó por primera vez, el 14 de
mayo de 1813, el Himno Nacional Argentino, con letra de Vicente López y Planes y música de Blas
Parera. Existen dudas al respecto, aunque el relato tradicional ha quedado en la memoria colectiva.