Está en la página 1de 4

Dos buenos artículos sobre la tragedia

de la fertilización asistida en nuestro


país
Dos buenos artículos aparecieron en estos días sobre la defensa de los concebidos frente a las
técnicas ni supervisadas, ni normadas y abortivas de las “clínicas” de fertilización que operan en el
Perú. Todo ello surgió curiosamente gracias a la demanda de una pareja a la “Clínica
Concebir” del grupo PRANOR que dirige el Dr. Luis Noriega. Los padres alegaban que se
sentían como si le “hubieran entregado entregado un producto fallado” (se referían a su hija
Marianita) porque ésta sufre del síndrome de Down y esperan que este Concebir le ayude con los
gastos por un millón de soles.

El caso dio más luz a este tipo de negocio cuando señalaron que, si se hubiera realizado el
Diagnóstico Génético Preimplantacional (DGP) se hubiera evitado el problema, es decir, se hubiera
“descartado” a Marianita.

Así se ha expuesto a la luz pública cómo se viene eliminando seres humanos en nuestro país, ante la
indiferencia de las autoridades, detrás de “batas blancas” que explotan la ansiedad de futuros
padres, y que rinde muy buenos ingresos.

El primer artículo apareció el día de hoy 04 de noviembre en el diario El Comercio y es del Dr. Renzo
Paccini y que lleva el sugerente título de “Un lobo con piel de cordero”. El segundo, “La
tragedia de Mariana de los Ángeles” apareció el 13 de noviembre también en el diario El
Comercio y es de Martha Meier Miro Quesada, periodista que ya se ha distinguido por su defensa de
la vida. Aquí los artículos:

Un lobo con piel de cordero


Por: Renzo Paccini*

Se solía pensar que la fertilización in vitro (FIV)


es algo bueno porque permite tener hijos a esposos que sufren esterilidad. Pero la verdad es que
esta simplemente llegó y se estableció sin que medie un debate ético al respecto.

Una bebe de nueve meses, con síndrome de Down, ha venido a descubrirnos que estamos ante un
lobo con piel de cordero: tras el disfraz de la “compasión por quien no puede tener hijos”, en el que
se envuelven las clínicas que ofertan esta técnica, se esconden una cruel realidad y otros intereses.

Es inhumano e insensible negar a una pareja el derecho a tener un hijo mediante la fertilización in
vitro, dicen. ¿Cuánto cuesta una FIV? ¿Quince mil dólares? No. Cuesta la vida de muchos seres
humanos que, en silencio y ocultamente, mueren.

Los padres afirman que el padecimiento de Marianita “se pudo evitar con el examen genético antes
de implantar el embrión [Marianita]”.
Aclaremos: dicho examen es diagnóstico, no terapéutico; es decir, no cura, solo indica presencia de
enfermedad. Entonces, pensemos: ¿Cómo podría haber “evitado” el sufrimiento de la niña? No
transfiriéndola al útero de la madre para que prosiga su desarrollo.

Ello significa que: o habría sido eliminada inmediatamente por las personas que realizan el
procedimiento, porque no alcanzó los “estándares de calidad”; o quizá habría sido destinada
(“donada”) para ser usada en investigación (lo cual significa inevitablemente su destrucción); o
habría sido confinada a un congelador por tiempo indefinido.

¿Les parece a estos padres que alguna de esas alternativas es mejor para su hija?

Por lo demás, ese es procedimiento de rutina en una FIV, ese es el destino de los varios seres
humanos que –sin haberles preguntado y sin que hayan dado su consentimiento libre– son puestos
en la injusta carrera por llegar a nacer.

La FIV no es “unir un espermatozoide con un óvulo para obtener un embrión que se le coloca a la
mujer y nace en 9 meses”. Varios de los embriones generados en el laboratorio morirán para que
nazca uno y haga feliz a una pareja que cree que tiene el derecho a tener un hijo.

Porque la FIV es un experimento: su efectividad es tan baja que prácticamente es una ruleta rusa
cuya posibilidad de “éxito” no supera el 35%.

¿La felicidad de esa pareja vale la vida de todos aquellos seres humanos que en estado de embrión
mueren para que esta pueda ver cumplido su sueño?

Detengámonos y pensemos. ¿Qué es “inhumano e insensible”: permitirles que recurran a la FIV o


negárselo? Si queremos ser justos, a la mesa de discusión deben sentarse todos los implicados, no
solo la pareja que reclama el derecho a tener un hijo, sino también sus hijos, generados en un plato
de vidrio en el laboratorio.

Pensemos: ¿Existe el derecho a tener un hijo? ¿Existe el derecho a “tener” un ser humano? No. Un
ser humano no puede ser propiedad de otro. La historia de la humanidad enseña cuántos atropellos
se pueden cometer contra la vida y dignidad humanas, usualmente de los más débiles, si aceptamos
eso.

¿Se puede legislar para validar este “derecho al hijo” mediante la FIV? ¿Se puede legislar para
decidir cuáles de esos seres humanos en estado embrionario se descartan, o se donan a la
investigación, o a otra pareja? No.

La Constitución peruana protege al concebido siempre. La FIV es un procedimiento insalvable. Si con


todo esto los peruanos reaccionamos y tomamos las medidas necesarias, entonces puede ser que –
en medio de todo– la vida de Marianita cobre un nuevo sentido y nosotros progresemos como
nación.

Estamos a tiempo.

(*) Médico y doctor en bioética

La tragedia de Mariana de los Ángeles


Por: Martha Meier M Q
Tiene apenas nueve meses y como millones de seres
humanos en el mundo nació con síndrome de Down (SD), un trastorno genético que se da hasta en
31 de cada diez mil nacimientos. Se equivoca quien crea que esa es la tragedia de María de los
Ángeles, así se llama la pequeña. Su desgracia, su inmensa mala suerte, es haber nacido de quienes
son incapaces de amarla sanamente, de quienes con aterradora frialdad la exhiben como si de un
boleto a la prosperidad se tratara solicitando ayuda (económica, por supuesto).

Walter González (40) y Ana María Rodríguez (26), pareja afincada en Chiclayo, recurrieron a la
fertilización in vitro ante la imposibilidad de concebir de modo natural. Así, el 24 de enero la joven
mujer dio a luz a las gemelas Silvana y Mariana de los Ángeles. Hasta allí todo bien, pero resultó que
una de las gemelas presentaba el trastorno genético.

No está escrito que sea tarea fácil eso de traer nuevos seres humanos al mundo y menos aún
criarlos para que se conviertan en gente de bien. Todo lo contrario. Tamaña responsabilidad
demanda estar preparado para asumirla con todos sus dolores, contradicciones y problemas. Quien
no lo esté, mejor adopte un gato callejero que solitario por los techos buscará sus ratones.

La maternidad y la paternidad resultan, sin duda, más ardua cuando el hijo o la hija presentan algún
trastorno que –como en el caso del síndrome de Down– lleva a un grado variable de atraso mental.

¿Qué hace una madre y un padre –normales se entiende– ante una situación tan dura? Pues dar
amor, atención y energía para que el niño o la niña desarrolle su potencial al máximo. En más de un
caso, madres de personitas con algún tipo de discapacidad o síndrome son motores de sus
comunidades, logran cambios significativos en las escuelas, crean institutos especializados para
enfrentar estas problemáticas, abogan por los derechos de un importante sector de la población, es
decir se convierten en ejemplo y en medio de la adversidad sacan fuerzas para ayudar a sus hijos e
hijas y a los de otros. Las propias empresas han dado pasos notables para la inclusión en el mercado
laboral de estos muchachos y muchachas con habilidades especiales. Caso emblemático es el
implementado por la familia Wong en su cadena de supermercados, un proyecto laboral e integrador
de jóvenes especiales que sigue vigente pese al cambio en la administración.

Pues bien, ¿qué han hecho el ‘padre’ y la ‘madre’ de la gemela Mariana de los Ángeles? Han dicho,
por ejemplo, refiriéndose a su propia hija: “Es como si nos hubieran dado un producto fallado”. ¿Qué
antivalores les enseñaron en su hogar, para que puedan percibir a su hija como si fuera algo así
como una licuadora defectuosa por la que deben reembolsarles su dinero?

Según estos tortolitos, los médicos debieron detectar las anomalías genéticas de Mariana de los
Ángeles –en estado embrionario– antes de su implantación. ¿Pretendían acaso tirar a la basura a su
hija ya concebida? Bajo la monstruosa lógica del “producto fallado”, piden ahora una millonaria
indemnización. Dicen amar a su hija y quieren el dinero para “darle una mejor vida”. Ajá, ¿“mejor
vida” para el “producto fallado” al que estaban dispuestos a descartar? Esa niña es su estirpe, su
linaje, heredera de los genes de ambos y de sus ancestros. Aquí no hay culpables y sí una indefensa
y pequeña víctima con la que pretenden lucrar.
En la Alemania nazi, Ernst Rüdin incorporó el discurso eugenésico a las políticas sanitarias de
entonces. La idea de la eugenesia viene de muy antiguo y defiende la “mejora” de los rasgos
hereditarios mediante intervenciones, manipulaciones y selección. Esa corriente racista,
discriminadora y genocida está encarnada en este par de compatriotas. A lo largo de la historia la
eugenesia justificó la segregación, la marginación, las violaciones de los derechos humanos y el
genocidio de razas consideradas inferiores, para el caso también el descarte de un embrión –un ser
humano concebido– que presentara un síndrome genético, como Mariana de los Ángeles. Vergüenza
de peruanos ese parcito.

También podría gustarte