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----Te· EL RENACl~!

ENTO EN EL ESTE 115

,¡_/ comercio a gran escala, ya sensible antes, y aunque suponga, tras las dificultades
lJ y ..A "-·~"~" del siglo VIII, un saldo demográfico restablecido, o al menos un equilibrio demo-
gráfico renovado.

El despertar de las ciudades

La documentación del problema está aún incompleta, faltan numerosos datos


para dar cuenta de la variedad de emplazamientos urbanos en el Imperio en los
siglos rx y x, razón por la que la última palabra sobre la materia ha de proceder
de la arqueología. Además, la absoluta prioridad otorgada, desde el siglo XIX, a
Capítulo 4 tos niveles antiguos ha dañado irremediablemente diversos emplazamientos urba•
nos, fundamentalmente en Grecia, y en Atenas en primer lugar: Las indicaciones
EL RENACIMIENTO EN EL ESTE que siguen son, pues, parciales y sin duda provisionales, pero, no obstante, suges-
tivas. Corinto cayó en el siglo vm, a t:..l punto que las tumbas invadían la antigua
( mediados del siglo IX - mediados del siglo X) ágora: en el siglo IX se vuelve a encontrar alfarería !ocal, monedas e incluso sellos
de funcionarios, que prueban que la ciudad recuperó cierta actividad en la orga-
nización administrativa del Imperio: en el siglo x se construyó una costosa iglesia.
Con la toma del poder por Basilio I en 867, tras la muerte de Miguel III, así como otra capilla. En Atenas aparecieron, sin embargo, monedas de los emi-
conviene comenzar un nuevo capítulo. En efecto, hoy en día sabemos que este res árabes de Creta, un lugar de culto musulmán levantado sobre el ágora en el
cambio i.:::..::'...!;:_:1!"aba una época de apogeo del Imperio o, mejor dicho, daba el úl- siglo x o a principios del xr, .'.!SÍ CO!"!l.C i:::!e::!~ cuva decor:i.ción, abas:; 0-: már!!!::-!
timo toque a! modelo que debía quedar en la historia general como el ejemplo y \ocal, utiliza caracteres cúficos entre !os siglos X y XII. lo que supone la presencia
la herencia de Bizancio. De hecho, Basilio (867-886), su hijo León Vl (886-912) de artesanos árabes. Sardes resucita igualmente en el siglo 1x, pero no se parece
y su nieto Constantino VII (913-957) tienen que justificar a la vez el homicidio ya a lo que era: a partir de ahora será una ciudad medieval, si se quiere, pe.co
inicial, la ruptura así introducida y su propia continuidad dinástica. Resuelven desde luego no antigua; posee una fortaleza refugio con un hábitat en terreno
tan bien este problema que la dinastía resiste las conmociones del siglo x. a saber, llano. En el siglo x. la antigua acrópolis es vuelta a ocupar y el hábitat se extiende
la minoría de edad de Constantino VII, que introduce el reinado de su suegro por el antiguo territorio, pero a través de islotes independientes entre· los que se
Romano I Lecapenos (920..944), y más tarde la minoría de edad de sus nietos, a encuentran cultivos. Éfeso también renace en el mismo momento, pero de la gran
la muerte de su hijo Romano II en 963. Y lo resuelven como herederos no sola- y agitada ciudad que fue, se convierte en una ciudad provincia! fortificada, cuyo
mente de la tradición imperial anterior, desde Constantino, sino, más directamen- movimiento hacia la acrópolis, se explica sin duda, e! menos en parte, por .el ena-
te. del auge ideológico y cultural de la primera mitad del siglo IX. Tal es, en efec- renamiento del puerto. Se ha intentado también considerar los hallazgos rle mo-
to, el sentido político profundo de lo que se ha llamado el renacimiento macedó- nedas aisladas sobre el emplazamiento como un indicador de la actividad huma-
nico, de este clasicismo que viene a coronar la empresa cultural de las generacio- na: se piensa, en efecto, que la proporción de monedas perdidas por los particu-
nes precedentes. De modo que los textos e imágenes que constituyen nuestra do- lares es más o menos constante en todo momento, y que !a variación de su can•
cumentación sobre la historia de estos tres reinados y del de Romano I son en tidad de un nivel a otro del emplazamiento excavado expresa, en consecuencia,
gran parte el producto de una elaboración deliberada, en la que los emperadores la de la propia circulación monetaria. El método es por supuesto imperfecto. Tro-
tomaron parte personalmente. Esta elaboración, evidente aunque todavía no en- pieza en particular con el hecho de que las piezas de un emperador continúan en
teramente elucidada, es el primer objetivo que se impone al historiador del pe- circulación durante mucho tiempo, al menos medio siglo, después de su muerte.
ríodo. Sin embargo, es sorprendente encontrar un mismo vacío en el diagrama en el
caso de Atenas. Corinto, Antioquía y Sardes, un vacío que abarca et siglo vu, el
vm y una parte del IX, mientras que, de manera evidentemente variable, los cua-
RESTAURACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS ECONÓMICAS Y SOCIALES tro emplazamientos acusan una recuperación que empieza, en lineas generales,
con Basilio I.
Pero veamos en primer lugar el contexto de la empresa política, la evolución Por último, la función productiva de las ciudades de provincia no se percibe
económica y social del siglo, en !a que la fecha de 867 no impone un corte. Un claramente. Además de las construcciones públicas, iglesias, murallas y otras. la
primer dato importante es la reactivación urbana, acentuada precisamente a par- arqueología revela, como se espera, un tejido urbano salpicado de cultivos y, por
tir de Basilio I y a lo largo del siglo x, aunque provenga en parte del auge del tanto, una división todavía incompleta del trabajo y una produccíón al modesto

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EL RENAOM IENTO EN EL ESTE 117
116 H!STOR!A DE B!ZANCJ O

los cueros o Jos Segunda juventud de Bizancio


nível de las necesidades locales, pesas, alfarería, en tanto que
s no se han conserva do. No obstante , constitu ye una produccción ción: no ha
tejidos corriente
relación a la época, como lo muestra n las excava- Constantinopla es un caso aparte. En prímer lugar por la informa
digna de tenerse en cuenta en si~o posible ningun.a i~vesti~ ción arqueoló gica, salvo en relación al emplaza-
ciones americanas de los nivéles bizantinos de Corinto. de sus viviendas
y sugiere la inter- miento de los palacios 1mpenales (autoritariamente desprovisto
Lo escrito añade informa ción _a_!¡,¡ pur8.lJ}en!e arqueoló gica existe un incom~
primer lugar, deja constanc ia de las funciones que a principíos del siglo xx) y ello solamente en parte. En cambio,
pretación de esta última. En de textos: los relatos de la historiog rafía y la hagiogra fía; los pro-
competencia con parable caudal
recaen en este tiempo en las ciudades. :Éstas pierden su antigua ias de la corte, compila do por Constan tino VII;
últimos restos de tocolos del Libro de las ceremon
la organización de los themas: una ley de León VI abroga los el Libro del prefecto, reglamento de la actividad artesanal y comerci
al destinado
responsa bilidad de las curias. Pero la adminis tración del
thema, la sede de un capital, al que el
oficina de la aduana terrestre o marítim a conservan aquí por León VI a este funcionario, responsable de la gestión de la
obispo, un astillero , una
el código de 879, restituye su antiguo prestigio , situándo le inmediata-
actividad es ciudada nas, de las que, a decir verdad, es Epunago ge,
o allí. y a menudo juntas, mente después del emperad or y el patriarca ; los relatos, en número creciente, de
en numerosos
difícil concretar su alcance locaL El término kastron, que subsiste los viajeros y embajadores árabes; los tratados firmados en 907
y 911 con Rusia
stro), llega a reu-
toponímicos griegos terminados en castro (por ejemplo, Palaioca Y. Kiev Y cuyo texto, perdido en griego, se ha conservado en la
más antigua cró-
al', lo que sin
nir así los sentidos de 'plaza fuerte' y de 'pequeña ciudad provinci nica rusa, el Relato de los tiempos pasados , del siglo XI, y, por último, la literatura
o significa do. La actividad económ ica parece ser esen-
duda encierra un profund tra~icional de .las «maravil las». de la ciudad y de sus orígenes más o menos Iegen-
, aunque esto
cialmente el comercio,.de cuyo auge en el siglo JX ya se ha hablado danos. A partir de este matenal se cree adivinar, a pesar de todo,
una evolución
ica y Trebison-
sólo es cierto en situaciones favorables, como en Querson, Tesalón similar, salvando las distancias, a la de la provincia. Como se recordar
á, la ciudad
en la salida de las rutas del mundo eslavo y la tercera a la Teodosi o II.
da, las dos primeras estaba rodeada de dos murallas , la de Constan tino y la posterio r de
Oriente. Los panegyr eis, reunione s religibSas; co•
llegada de la ruta del Extremo ~l espac~o exterior a esta última tendió a despobl arse, mientras que el espacio
y muy apreciado
merciales y lúdicas a la vez, dan cuenta de un tipo muy antiguo, intermedio no estará verdaderamente ocupado antes del siglo
XII; comprende los
de san Demetrio
por los fieles, aunque no enteramente por la Iglesia. La fiesta rios y las grandes cisternas . En cambio, el espacio interior densificó su
san Juan en Éfeso son tradicion ales; en cambio, la de san monaste
más de dos
en Tesalónica y la de hábitat a partir del siglo V1, con sus casas de madera, rara vez con
I. Muchas de estas
Eugenio de Trebisonda es instituida bajo el reinado de Basilio pla~tas,. ocupadas p_or in~uílinos. Subsistía n, sin embargo , las calles, las plazas,
nuestros días. Si
fiestas permanecen durante siglos, y algunas han llegado hasta los Jardmes, las res1denc1as particulares, además del conjunto
central del Gran
no basta para conferir una verdade ra importa ncia comercial a una o que, en sus rne-
tal solemnidad ~alaci~, que doblaba en densidad todo lo demás. Se ha estimad
y la red de estas jornada s a través del Imperio el mandato de
ciudad. sí es a menudo su sigrio, Jores tiempos, en la víspera de la peste de 541-544 , o bien bajo
mismo ocurre con
conserva por su parte un papel específico en las ciudades. Lo los Comnenos, la ciudad no sobrepasó nunca los 400.000 habitant
es. Esta cifra
tráfico de viajeros
las oficinas del comercio marítimo, instaladas para controlar el fue, sin duda, alcanzada por la decadencia del siglo vm, ya que
la población no
con el extranje ro, y que depende n de la oficina del mar abierta en cisternas estaban
y product os
os, comand ante supremo de la flota, cuya nueva im+ era suficiente para cuidar las murallas, y un cierto número de
la capital, sede del drongari
Pero da, por el contrari o, una impresió n de recupera ción y de activi-
ia marítim a de Basilio I y de sus sucesore s. Los inutilizadas.
portancia caracteriza la estrateg dad tal vez desde 760. En 766, un equipo de obreros repara, durante una sequía,
manifiestan su
sellos de los «:jefes y condes» (archontes cometes) de estas oficinas un a~educ to dembad o tras el sitio de 626. Pero es Basilio I
quien hace revisar
en Tesalónica,
actividad, por ejemplo en Sinope y Querson, en Esmima y Éfeso, las cisternas colmadas desde Heraclio.
en Corinto y Patras, en Palermo y Cagliari , sin contar natural-
Tebas y Atenas,. el Libro del
ya un regla- Tal vez sea ya de por sí significativo que León VI promulgara
mente los estrechos, entre los que el puesto de Abidos había recibido prefecto, el primero desde las Novelas de Justinian o que reglame ntó sistemática•
tráfico comercial
mento aduanero bajo el mandato de Anastasia, a la medida del mente la actividad productiva de la capital a través de las asociaci
ones de oficios,
Constan tinopla. La hagiogra fía indica los ejes de las rutas, señala los a los mercaderes
asociado a de los chacineros a los notarios, y de los fabricantes de cirios
emplaza mientos excavad os prueban que no
desembarcos árabes, de los que los de seda. El texto ofrece el cuadro de an consumo urbano diversifi cado, y por
que estará aún
impideron la,reactivación urbana. La historiografía sugiere algo tanto d~ una activa demanda. El palacio desempeña por su
parte una función
en la segunda mitad del siglo, que la política de reconqu ista pudo ser, imperiales sa-
más claro ¡roducttva de lujo, vinculada a su función política. De los talleres
factor estimula nte para determin adas ciudade s, en tanto que esculpido
por el contrario, un en los tejidos de seda adamasc ada, y las placas y cofrecito s de marfil
de grano.
suponía una punción peligrosamente fuerte sobre la producción ql~e ;erví~n tradicionalmente p~a l?s regalos diplomá ticos, que llevaron en el si-
El palacio posee
g . . las imágenes del poder btzantmo a la corte de los Otones.
mente iluminados,
asimism~ sus copistas y pintores, que ejecutan libros suntuosa
a imperial. El tra-
b ~tros simplem ente destinad os a equipar de textos
actividad
la bibliotec
específic a de la capital: el pa-
aJo de la administración central es otra

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lacio adquiere, también en este terreno, una primordial importancia en los siglos unos y otros, cuando no era el caso de un cabeza de familia que se declaraba
rx y x, por las responsabilidades de dirección confiadas a su personal, por el tri- dependiente de unas tierras y propietario de otras. La época que se inicia en 867
bunal del emperador, a la vez tribunal supremo y jurisdicción de apelación, Pot proporciona al estudio histórico del campo documentos que invitan a detenerse
la cancillería y sus expediciones a la provincia. El patriarca dispone de una orga- en ella. Ante todo, las primeras escrituras de los archivos del Monte Atos, las
nización administrativa central. Por último, la propia capital se encuentra siempre más antiguas de las cuales datan del reinado de Basilio I, trasladadas al monaste-
bajo la autoridad del prefecto de la ciudad, fundamentalmente encargado de la rio de Lavra partir de 963, al mismo tiempo que los bienes otorgados y conserva-
policía, que dispone también de diversas oficinas .. dos por él hasta nuestros días. A continuación, una serie de leyes (novellae) del
Desde entonces, Constantinopla es un foco del comercio internacional, y ta! siglo x sobre las desavenencias entre los campesinos, el fisco y los dueños de la
vez también su centro de redistribución más importante .. Los dos célebres docu- tierra, difíciles a veces de fechar o de restablecer en su texto original a causa de
mentos que son los tratados pactados con los rusos en 907 y 911 muestran la sig- la multiplicación de copias en los libros destinados a la práctica de los juristas,
nificativa indistinción de la diplomacia y del comercio, así como el principio de provistos en cambio algunos de ellos de glosas marginales que aclaran su aplica-
asignar a los extranjeros lugares de residencia específicos, en este caso el barrio ción. También del siglo X es un curioso Tratado de percepción fiscal, conocido
de la iglesia de San Marcos. Los amalfitas son los primeros comerciantes de por un manuscrito de la biblioteca Marciana de Venecia, destinado a facilitar el
Oriente que se instalan en la capital: su colonia está presente en 944. Se dedica- trabajo de los funcionarios en visita de inspección.
ban a exportar a Italia mercancías prohibidas para la exportación, como la seda El autor explica en este texto que la aldea comporta normalmente un centro
púrpura. Tenemos pruebas de la existencia de una mezquita, a finales del siglo agrupado, pero que la unidad puede romperse en virtud de desacuerdos entre
x, pero los musulmanes emprenden antes el camino de la ciudad. Finalmente, los vecinos o de otras circunstancias, co_mo el exceso de población y la fragmentación
judíos constituyen desde siempre un grupo, al que se añaden, precisamente en de una familia convertida en demasiado numerosa. La comunidad aldeana, ci-
esta época, comerciantes llegados del extranjero. mentada en las relaciones de vecindad, que a menudo son también las de paren-
La tradición urbana de Constantinopla prosigue sin interrupción desde el siglo tesco, está gobernada por el consejo de «dueños de casa». Un gran propietario
IV, y en esta primera mitad del siglo x subsisten muchos rasgos antiguos tales puede estar presente en la comunidad de la aldea si posee una o varias parcelas
como los barrios, el hipódromo o las representaciones de las relaciones entre e! de la tierra de ésta. Por otra parte, el dominio bizantino está esencialmente cons-
emperador y su pueblo. Y, no obstante, es otra ciudad, del monasterio de Studa tituido en esta época, según parece, por un conjunto de rentas y de derechos
a la iglesia de Blaquemas, lugar predilecto de las oraciones dirigidas a la Virgen; como la montanera o el pastoreo sobre la tierra comunal. No existe la corvea de
del palacio a las casas aristocráticas, llenas de parientes, amigos, compañeros de explotación. La prestación personal, atestiguada en los documentos de inmuni-
fortuna, abiertas, como el propio palacio, al santo hombre que ve a distancia y dad, sigue siendo un requerimiento público, sobre todo para el mantenimiento
predice el futuro, y de los talleres de- los artesanos, a- los mercados de los comer- de los caminos y los puentes. La explotación directa dispone, cuando existe, de
ciantes extranjeros. Constantinopla no experimenta ya los sobresaltos del siglo esclavos capturados y de asalariac;los. De hecho, un cuadro fiel exigiría que se
vr, ní aun los del XI, que expresarán una etapa efervescente de su evolución. Tal estudiaran por separado las regiones y, por tanto, las producciones.
como es, sigue siendo única en la conciencia de los habitantes del Imperio y en Por otra parte, los campos soportan también, desde el comienzo de Bizancio,
el horizonte de todo el mundo medieval. La distinción entre la capital y las pro- lo esencial del impuesto. La comunidad aldeana independiente, y eventualmente
vincias reviste una significación tan grande como la de las ciudades y los campos, el dominio privado o monástico, se constituyen en motor fiscal. El campesino
a los que brevemente nos referiremos a continuación. independiente paga su impuesto en el primero y el dependiente en et segundo.
La dependencia campesina se define, pues, por sus pagos, no por su estatuto per-
sonal, aunque la obligación comunal y fiscal implica desde siempre una vincu!a-
Solidez de la aldea cíón con la tierra. La continuidad del Estado en Bizancio era, en efecto, incom-
patible con una mengua civil en la categoría de hombres libres, o sea, los no-es-
La historia del campo presenta dos aspectos que conviene asociar sin confun- clavos. Los historiadores rusos, y más tarde los soviéticos, pudieron, pues, soste-
dirlos: por un lado, ta vida y el trabajo de los campesinos, el hábitat, las técnicas ner con razón que la renta comunal y la renta fiscal de esta época tenían idéntica
agrarias y las producciones anexas; por otro, la deducción sobre la producción, naturaleza. Esta propuesta explica bastante bien las relaciones sociales en el cam-
la relación éntre los campesinos y los dueños de la tierra, allí donde estos últimos po bizantino de este tiempo y la posición del Estado en el seno de estas relacio-
son distintos, lo que implica el problema del estatuto de los campesinos y, sobre nes. Se comporta, en efecto, como un propietario eminente, haciendo perseguir
todo, de las formas de dependencia. Hemos visto que los campesinos de épocas a los contribuyentes refugiados en dominios privados, lo que sin duda es un anti-
anteriores habitaban en aldeas, agrupadas casi siempre, dotadas de una organiza- guo procedimiento, haciendo responsable a la aldea de las parcelas abandonadas
ción colectiva sin duda muy antigua, anterior en todo caso a la llegada de los por uno de sus habitantes, y disponiendo, con plenos derechos de propiedad, de
eslavos que, por lo demás, no podrían dar cuenta de los hechos orientales: aldeas las tierras abandonadas más de treinta años (klasmata), para enajenarlas por ven-
patrimoniales o formadas por propietarios, o incluso compuestas, reuniendo a ta, alquiler o donación. Esta confusión estructural implica también el germen de

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120 HISTORIA DE B!ZANC"JO
ción monástica del monte Atas, atestiguados en la larga Vida de Eutimio el Joven
la del dominio públic~ y el dominio imperial, que será flagrante en la época de (823/824-898) y los primeros documentos oficiales. ~} lugar está protegido por su
los Comnen~s.' postenor .etapa de la evolución social de Bizancio. En una pala• aislamiento peninsular, y dispone al mismo tiempo de aperturas favorables a las
bra, la ~nd1c1ón campesina no podía variar entonces más que en virtud de cir• rutas terrestres y marítimas. Tal vez la población eslava de Calcídica le confiera
cuns!ancia~ locales. La escala concreta de los recursos campesinos se mide, como una función regional de «desierto» desde el final del siglo vrn. Un oscuro asceta,
anta~o y s1em~, a través de esta clasificación de origen público, en términos de Pedro, es objeto de un canon (poema litúrgico) que se remonta al reinado de
med10s de trabaJo y ante todo de labranza. A partir del siglo XI la propia tenni• Teófilo. Pero el verdadero desarrollo se atribuye a Eutimio el Joven, que llega
nología fiscal distinguirá a los que poseen «un par de bueyes» o '«un buey» de Jos del Olimpo de Bitinia a Atas en busca de soledad hacia 859. En 871 funda el
q~e i,no posee~ nada:-, estando inscritos, no obstante, en los registros. Más abajo convento de Peristerai, en Calcídica, y su compañero Juan Colobo funda el de
a~n, el camp~smo «hbre» no es titular del estatuto de independencia, ni de nin- Colobu, primero en Siderocausia y luego, más en el interior, en Híerisco, en el
gun otro, esta ausente de los marcos fiscales del campo, es un individuo fluctuan- mismo estrecho de la península. Una resolución de Basilio I, fechada en 833, li-
t~. Los d;=>c~rnentos del siglo X autorizan su inscripción en el registro de tal domi- bra a ésta tanto de los funcionarios recaudadores de impuestos como del habitual
nio monastico, para provecho tanto del fisco como del propietario, siempre dis- pastoreo de los habitantes, pero la primera delimitación entre Hieriso y Atos no
puesto a aumentar su fuerza de trabajo. Finalmente, más abajo sólo se encuen- 1iene lugar hasta 942, en el mismo momento (941-942) en que esta última recibe
tran los esclavos, mano de obra de la familia campesina o de los dominios a su primera renta, deducida por Romano I de los ingresos de un convento que le
manera de asalariados de refuerzo. ' pertenecía. Una acta de 908 la hace independiente de Colobu, y menciona por
El principio de clasificación fiscal de los campesinos no tiene nada de sorpren- primera vez, a propósito del paso dado por los monjes atan.itas con este motivo,
d.ente, pues el campo es ante todo proveedor del grano, necesidad vital de las el envío a la capital de un protos (primero), dirigente de la colectividad. Un acta
cmdades y los ejércitos. Tanto los dueños de la tierra como los campesinos tienen de 958 habla del protos y de las tres asambleas anuales, es decir, la institución
~cceso al mercado, cosa que es ?1uy necesaria ya que estos últimos pagan sus convertida ya en tradicional. La montaña reúne entonces las formas de vida soli-
impuesto~ y sus cánones en especie en su mayor parte. Existe et mercado comu- taria o semi-solitaria y las comunidades del monaquismo griego. El convento de
nal, que mclus? parece ser una v~ntaja codiciada por los grandes propietarios. Xeropótamu es anterior a 956. Pero las grandes fundaciones no comienzan antes
Para el abastecimiento de Constantinopla se echa mano sin duda de las haciendas de 963.
d~ los alrededo:es de la ciudad, de Bitinia, de Tracia: por Tesalónica pasa una La justificación de las inmunidades que el emperador otorga a las fundaciones
via t~r:estre: mientras que el pue:to de Rodosto recibe el trigo por mar. Al este, monásticas, y de las donaciones de tierras o de rentas que reciben, hace hincapié
otro 1tmerano que pasa por Treb1sonda exporta hacia Querson el trigo de las ri- sobre el papel intercesor de los monjes, cuya función de «padre espiritual» que
?eras del mar Negro. Lo que no excluye, en ca:::bio, que el trigo búlgaro sea les corresponde siempre en la sociedad es una aplicación. Su labor asistencial ape-
importado a t~avés de Mesembrfa y Anquialo. Pero recuérdese la frecuencia de nas es invocada como lo era en el Oriente de los siglos IV-VI, o como lo será en
los ~espl~zam1entos de las poblaciones transplantadas a Tracia: la práctica sigue la capital en el xn. El cambio remite sin duda a la disminución de la población,
en v1~encia, y asegura sin duda no sólo una mejor cobertura de la frontera, sino sobre todo en las ciudades convertidas en bizantinas después del siglo VII. Por
también un refuerzo de la mano de obra, variable esencial de una productividad otro lado, el desarrollo patrimonial de los monasterios atonitas desde el siglo X
cuyas técnicas no cambian. no puede explicarse sin la renovación de la población aportada a la región por
los eslavos. Un célebre informe del monasterio de los Iberos (Iviron) nos da, en
el siglo x, un ejemplo referido a los alrededores de Tesalónica, y muchos otros
'------- - La expafisi6n de tas grandes fortunas- documentos lo atestiguan en los siglos x y XJ, a través de los nombres eslavos de
algunos campesinos y a veces de algún lugar.
El Estado, titular de la renta fiscal, se comporta, como hemos dicho como . Los bienes militares, soporte del servicio armado en los themas, constituyen
un propietario eminente. Dos importantes variables concurren en el orde~ social igualmente, como hemos visto, una categoría estatutariamente inmune. El siste-
d_e los campas.: la propia superficie de los propietarios y el reparto de las detrac- ~a está plenamente atestiguado, al menos en lo referente a la segunda genera-
c10nes so~re el producto ~e la tierra entre el Estado y los propietarios. Se puede, ción, por la Vida de Eutimio el Joven. Él mismo, y aún más otro héroe de la
p~es, clasificar a ~s~o~ últimos en vir~ud ?el viejo principio de la inmunidad, que hagiografía, Lucas el Estilita, en el siglo x, aparecen situados a un buen nivel de
dispensa al beneficiano de las contnbuc1ones extraordinarias, de hecho las más la escala de la propiedad territorial; son miembros de una «casa» propietaria de
pesa~a~, en compensación de una tarea particular de interés general. Los bienes un patrimonio inmune a cambio del servicio que presta uno de sus miembros. Tal
mon~sticos pertenecen a esta categoria, ya sean los conventos independientes patrimonio puede, por otra parte, ser fraccionado entre varios propietarios y el
propiedad de otros conventos o de particulares que a veces son sus fundadores: servicio personal puede ser conmutado en especie, según la antigua costumbre.
entre los que se cue~tan los propios emperadores. La época es testigo de un de- Una ley de Constantino Vll concreta la situación social de esta clase fiscal hacia
s~rrollo del mon~qmsmo en nuevos centros. La segunda mitad del siglo 1x presen- mediados del siglo x. El legislador prohíbe las enajenaciones que rebajen el valor
cia un hecho capital para la historia cultural de Bizancio: los inicios de la institu·
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122 HíST ORIA DE BrZA NCIO
EL REN AClM !ENT O EN EL 123
ESTE
glob al de dete rmin ado patr imo
nio por deba jo de 4 libras para , , ador es son conocidos com o los
el
de los themas y de sus flotas,
y de 2 libras para los mari nos de ejército de tierra LoS prop1eta70~ u:ur ~ r públ
ico lo que les prop orci ona capa
«pod eros os», dete nta~ o-
Respecto a las muy poco numeros la flota imperial cida d de pres ión
as cifras de los documentos de res de una P~:ce a e ~~m~ros
Jos siglos IX y x, el valo r míni los archivos d~ e protecc1on. Los mi
de la' jera rquí a episcopal o mon
ástic
de _la escala patr imon ial, y por
mo de 4 libra s apar ece ya aleja
do del nivel inferior o d il d . do cam pesi nado pui'ante. a µ_ueden con~
tant o social. Sin duda , la époc tarse ent~e e os, la ¡d1gt
· ual que eter nuna
cció n sobr e el prod ucto de la
Se msta ura as1
de la institución. Pero ésta no a seña la el apogeo tierr a entr e el ~sta do y I.º~
es en ningl1n mom ento el únic una riva!Jdad en a e ~a udo ser qué dud a cabe , el pres
rra, y men os aún del prop io reclu o sopo rte de la gue-
nios proporcíonan reclutas a man
tami ento . Las aldeas inde pend
era de impuestos, como se reco
ient es y los domi-
«Poderosos», cuyo m? vo P.
tanto como el be~efic10 pro ~a;n
t; dicho El envite está cons titui
tigio polít1co y socia
do por los pro-
todo. el reclutamiento de mercena rdará. Sobre t:s más ;ode stos de los bien es
rios entre las etnias de la frontera -pietarios, :spr o¡1s t~~ ~u:ºexep mili tares pued en
jero s es una vieja prác tica cuya impo rtan cia no cesa y los extnin- licá la insistencia deia ley sobr
e su carác~er i~alie-
de cre~er desd e el principio verse asi ecta osd, os anex iona n ante todo los bien
del siglo x, en las mismas fuer es de los cam pesm os mde -
zas them ática s, así com o en la nable. Pero los poi elro~ l d
cent rales (tagmata), de las que mar ina y las fuerzas designa con un térm ino tan
form an part e espe cialm ente los pe ndientes, que e e.gis a or significativo com ? los
prin cipio s del siglo X. Los cimi ruso s a part ir de , ·co que social de la pala bra.
ento s sociales de los gnutdes «pobres)), en un sent ido men os econ omi Bizanc10 da
en ~ muc ho más complejo jefes de guer ra son, cuenta, pues , de la mism a pare . oten slpa uper del Occ iden te caro¡·mg10 . L
s en relación a su prim ordi al .
por lo que trata rem os de ellos imp orta ncia política, pene tran com o
Ja bp de deci r en las com unid ades independ os
se ien~
más adel ante . «poderosos» ; fzar Elaca legis
a
lado r se

dedi . ·
tes que acab an por pnv a 1 • ca, en cons ecue ncia , en 1a pn-
fi l antig uo dere cho de «pre fere ncia de com -
mera mita d del siglo X, a re.a
Los «poderosos» y los «pobres» . reco noci do a los «pró xunonna r e . a . ente s aliad os y fiscalmente
pra» , s», vecmos,. p n ' soli-
darios, mien tras que Le ón b
VI lo habí a debt htad o.
En resu mida s cuen tas, a quie
nes distinguimos peor es a los En 927-928 una harn runa q:ro s· gue a un invierno rigu roso arru ina a muc hos
desp rovi stos de títulos esta tutar prop ietar ios laicos, 1 a or palía r las cata stróf icas
ios para la inmu nida d, pues desg «pobres»: ~na novella de 934 d!\4 enaj enac ione s
recemos aún de docu men tos racia dam ente ca- 7 dC::e ~o!ver a dicta r las mism
de archivos en relación a este que se hab1an hech o Y?tra . as disposiciones.
mos basa r prin cipa lmen te en perí odo, y nos debe- Esta luch a de la admm1itrac1ón tra las fuer zas loca les, llev ada por
texto s juríd icos y narr ativo s. Siem
pre existen propie- ~on . una novedad Ya la habíuna y otra
dade s del emp erad or, mal dife
renc iada s de las del Esta do, ya parte al cora z ón de¡ pode r púbh co no es nmg ·
amo s ob-
tos, inscritos en la insta ncia fisca sean bien es mOOes- ' p la fisio nom ía de los
l de una ciud ad o de una alde servado en el siglo VI, e inclu unos y los otro s.
cons ider able s, com o las de la a, ya prop ieda des so a~te s. ú;~~ o han cam biad
familia Maleinoi en la región así com o la misma ~eoría debll o. ¿Se está llegando a
so sefioríos arme nios fron teriz de Cars iano n; o inclu- una Bizancio feudal? El pro po er pe plan tear á verd ader ame nte hast a desp ués
os conv ertid os en man dos mili ema no s
En líneas gene rales , la matr iz tares en eJ siglo x. del 960.
de la arist ocra cia militar y polít
cara cteri za aJ siglo x, de Leó ica cuya expansión
n VI a Basilio II, es incu estio
y el este del Asia Men or, y sus prop nabl eme nte el centro
ieda des se encu entr an allí, cuan
La historia social de los cam pesi do las posee. Los «MACEDONIOS~ SE INSTALAN
nos y la de los dueñ os de la
pues , a la par por sus relac ione tierr a marchan,
s con el Esta do. Las conc esio
cons erva das en los archivos mon
ástic os de los que disp onem os,
nes de inmunidad, La figura imperial disfr uta, ª part . d B ilio [ de una elab orac ión teór ica
enum eran exacta- ir e as '• • • ¡ ue se afiade !a
men te los casos de exen ción de más rica al debe r la dina stía
imp uest os para sus beneficiarios, su existen~ia a u~:ó ofi~ ~~~ ~ºia 0
nal ofre ce el docu men to. El cuya lista nomi- brill~ntez ~eneral de l~ é~oc a \umb re de !aso cie-
Esta do renu ncia así a una part ~~: ~~\ :t~o ;esd e Biz~ncio,
Pero el repa rto más significa e de su rent a fücal. dad unp enal , en.e l cora zon de el sobe rano requ iere
tivo, y el más conflictivo tamb b·a cultu ra enri quec erá el disc
prác tico. Los funcionarios, que ién, es pura men te una ilustración sm prec eden te,
por los cont ribu yent es o los justí
com pran su carg o y que son
paga dos en el acto , fí cCuya ~a t bi"én p•estar una aten urso, y de la
I
ciab les, agra van desd e siem pre que la 1con ogra a se h ~ce eco · . onv1ene am ción part icula r
cal, tant o com o pued en, en su el desc uent o fis· a las devo cion es impe nale s: Cn st ima en ha• vuel to a ocup ar su
prop io prov echo , aunq ue, es o, cuya d galac lugar por
ciert o, han de sopor- . io con
tar la even tual resp onsa bilid ad
de un déficit en la perc epci ón. enci ma de ¡ so berano enla Sat ade 0
. l d sderoel esitio
IP Migue! III· !a madre del
tarios se esfu erza n a la vez por
prop io pago fiscal. Las nove llae
exte nder el cam po de depe nden
del siglo x desc ribe n, a fin de
Los gran des prop ie-
cia y redu cir su
cond enar los, los
Seño r, prot ecto ra de la capi
culto cono ce un gran ferv.or
ta
en
tt . de 62 6, com o se reco

~1:-rero· san Elías al que Basi


'
rdar
los lX y X y conc reta men te por á, cuyo
part e de
proc edim iento s ya dási cos: desp algunos sobe rano s; san ~igu el, lio prof esa un
laza mien tos frau dule ntos de los el g~souomia celeste ; sola r
nio reco noci dos por el regis tro límites del domi~ culto que se podr~a expli~ar que corr espo nde al
fiscal, entr ada en la com uñid ad
o dona cion es ficticias, com para alde ana por ventas prof eta en Bizanc10, en virtu podr a incluso tal vez, de su nom bre
(del
bles a la cesi ón de lo prec ario d e su carr o, e ,
incluso conv irtié ndos e en el hijo de Occ iden te, o . griego Heli os, 'el sol').
adop tivo de un cam pesi no miem
nida d. bro de la comu-

5/17
EL RENACJMJENTO EN EL ESTE 125
124 HJSTORJA DE BlZANCIO
Roma,
cristiano. Pero en una capital que no era sin embargo más que la Nueva
Basilio y Focio: un nuevo comienzo la segunda, mientras que el papado recogía sólo la eminente dignidad
histórica e
la diferente
pared de imperial de la primera, Esta fundamental diferencia puede explicar
Basilio se instala en e.1 palacio imperial. Se hace represen tar en la evolución del problema de los dos poderes, en Occident e y en Bizancío .
sus campos.
la ~ala de Oro con su esposa y sus hijos, donde se pintan también La solución bizantina no tiene nada que ver con el concepto confuso y sin
en 881 a Cris-
Edifica en el complejo palatino la iglesia Nueva (Nea), consagra da fundamento de «cesaropapismo», inventado por algunos historiadores
de Bizan-
a Miguel y Gabriel, al profeta Elías y a san Nicolás, Asimismo ades latina y
to, a la Virgen,
de verano de cio. Está, en cambio, en la base de la discordia entre las cristiand
hace construir una iglesia dedicada al profeta Elías en el palacio greco-esl ava. Desde este punto de vista, se concibe que se haya atribuido a Focio
hacer men-
Hieria, cerca de Calcedonia. Pero antes de se-guir adelante es preciso el Nomocan on en XIV títulos (883). El Nomocan on, concorda ncia entre las leyes
Focio.
ción de sus relaciones con la Iglesia, y más concretamente con el patriarca (nomo{) y los cánones, presentada metódica mente, esbozada ya en
el siglo vr, se
la sede patriarca l está ocupada produce a su
remonta en su primera forma al siglo v11. La redacción del siglo rx
En e_l momento e~ qu~ Basilio toma el poder,
r a Jg-
por, Facto y en un~ situación de ruptura con Roma. Basilio hace interveni vez el nacimiento de una posteridad que se prolonga hasta el siglo
xvr, bajo la
finalidad
nac10. buscanso as1 el apoyo de Roma y de los intransigentes; con esta dominación turca, y que vuelve a encontra rse, por otra parte, en la cristiandad
es contunden-
le envía a Roma las actas del concilio de 867. La reacción romana rusa. Por último, la biografía del patriarca Ignacio, que escribía entre
901 y 912,
Focio es condenad o, Ignacio rehabilita do y los hombres ordena- como falsa,
te. En 869-870,
an por escrito la suprema- afirma que Focio compuso para Basilio una genealogía tan brillante
menos que reconozc a imperial,
d:>5 a pa_rti~ de 85~ suspendi dos,.~
regresa a que escribió «en caracteres antiguos», y que la ocultó en la bibliotec
cm pontificia. Foc,o, aunque exiliado, conserva su influencia. Incluso de donde un cómplice la sacó ante el soberano . Más adelante trataremo s el tema
la Magnaura
Constantinopla en 873, vuelve, sin duda, a enseñar en el circulo de historiográfico de la dinastía, elemento esencial de su política. Señalemo
s sola-
el futuro
y dirige la educación de los hijos de Basilio I; entre lo~ que· se· cuenta· mente que Focio desempeña en esta malévola narración el papel que
fue efectiva-
de Roma
León VI. Se reconcilia con Ignacio. Por lo demás, este último disentía mente el suyo cerca de Basilio y que él represen ta ingeniosamente,
a todas luces,
de Constarrti•
en relación a la cristiandad búlgara en que tomaba partido a favor el papel de teórico del poder imperial.
eclesiástica
nopla: de este modo se interferían, en sentido contrario, la cuestión
A la muerte de Ignacio, en 877, Focio vuelve a la sede
Y la cuestión política.
acuden lega-
patriarcal y la ocupa hasta 886. En 879, convoca un concilio al que Unificación, legislación, enciclopedismo
Bulgaria. Tras
dos pontificios y que le rehabilita mediante concesiones de Roma a
destituid o y sustituido por Esteban, hermano del nuevo la defini-
la muerte de Basilio I, es La historia interna del reinado de Basilio I ilustra, en gran medida,
emperad or. Muere retirado hacia 893. ción que se le da a mitad de su trnyectoria. Su observancia ortodoxa
se traduce
Como
Focio es una figura primordial del siglo rx, determinante para el futuro. políticamente en el intento, en gran parte conseguido, de reducir
las disidencias
a la carrera
vimos más arriba, compuso la Biblioteca, al tiempo que se dedicaba culturales de todo tipo. Los eslavos de Macedon ia y de Grecia constituy en el ob-
de Iglesia,
pública bajo el reinado de Teófilo. Hizo además una labor de hombre jeto de un sistemático esfuerzo de integración, de helenización y
de cristianiza-
su primera deposició n, entre 868 y 872, sus respuestas , bajo el
cuando escribió durante
ita de Cízica, las Amphilo chia. ción que no se verá totalmente coronado por el éxito, como atestigua
sobre cuestiones difíciles a Anfiloqu io, metropol I todavía, la sublevaci ón que a finales de 921 o a principios
y de la roma• mandato de Romano
F~ndame ntalment e, hizo oír la voz patriarcal del Imperio Bizantino de 922 abre el Peloponeso a la invasión búlgara. En 873 o 874 está
atestiguado
s señalan
mdad cristiana. Predica en Santa Sofía, donde algunos de sus sermone un decreto de bautismo obligatorio de los judíos por una novella de
León VI, y
resonanci a:: et primer ataque de los rusos en 860, la honor de su
acontecimientos d'e profunda
manifiesta por un curioso testimonio judío, el Libro genealógico, compuesto en
colocación o reposición en la Iglesia de una imagen de la Virgen, que linaje, a mediado s del siglo XI, por un tal Ahima::>a z de Orla, cerca de Otranto,
inspirado r del
el lugar que ocupa en la devoción imperial de Basilio l. Será e) El autor ofrece en un hebreo versificad o historias de milagros y sortilegio s que
ge (Restaura ción de las leyes), que se sítúa des· indica-
el deben sin duda mucho al ambiente del sur de Italia de su época, preciosas
pr~logo que encabeza Epanago
de las relacione s entre las dos figuras, región en el
pues de 879,.. car:ta completa en lo sucesivo ciones sobre la situación, a menudo mediado ra, de los judíos de la
del Im-
la ~el emperad or y la del patriarca , el primero responsable del bienestar siglo IX, entre bizantino s, árabes y lombardo s, y un relato de este infortuni o, del
de la ortodoxia del dogma, intérpret e y responsa ble de las leye!'-; ión del rabino
peno, defensor
. Esto es una buena que, según él, se libró la comunidad de Oria gracias a la intervenc
el segundo, único intérpret e de los cánones y los concilios Chefatia, abuelo del narrador . Una vez en Constantinopla, convenci
ó al empera-
s entre el
muestra de la interpretación específicamente bizantina de las relacione dor, tanto por su talento polemista como por la curación de su hija endemoniada.
ades esla-
poder político y militar, y el poder religioso, modelo para las cristiand Si la medida de excepción es cierta, tal vez se explica en el contexto
de esta re•
del de•
vas, y sobre todo, más tarde, para la tercera Roma moscovita; y también gión de Italia, donde acababa de comenzar, como se verá, la reconqui
sta bizan-
de las _premisas constanti nianas, con la continuid ad de los dos po-
sarro\lo l_ineal tina.
e geográ·
~eres umdos en la misma capital, en el sentido simbólico y no solament La cruzada contra los paulicianos de la frontera oriental constituy
e un éxito
Romano
fico que hay que dar, como hemos dicho, a este término en el Imperio
6/17
126 HISTORIA DE BlZANClO EL RENACIMIENTO EN EL ESTE 127

completo del reinado de Basilio I, al menos en el plano más aparente de las ope- va. aunque marca una etapa importante en el compromiso clasicista que inaugura
raciones militares. La guerra empezada en tiempos de Miguel III prosigue con la ideología de los sucesores de Basilio I. Las novellae, dirigidas en su mayor par•
las incursiones que lleva a cabo ~risoqueir, yerno y sucesor de Carbeas, hasta re al favorito Estiliano Zautcés, muerto en 896, deben sin duda mucho, si no
Éfeso y Nicea en 869. Es entonces cuando se sitúa la embajada a la que Pedro todo. a este último, al que volveremos a encontrar más adelante, y manifiestan
de Sicilia se refiere en su informe sobre los paulicianos. En 872, Crisoqueir em- el deseo de este tipo de textos de poner al día, o de completar, el derecho vigen-
prende una campaña en Galatía, y resulta muerto por uno de los suyos en el te. En cambio, la gran obra de las Basilicas (Basilika, 'las Imperiales') emprendi-
curso de una batalla con los bizantinos. Basilio lanza otras ofensivas contra Me- da bajo el reinado de Basilio I, como hemos visto, ofrece un repertorio metódico
litene en 873 y en 876. Por último, en 872, la caída de Tefrik señala el final del del derecho clásico, o sea, del justiniano, que será a su vez objeto de scholies
paulicianismo militar y político, cuyo desarrollo favorecido por los emires de Me- ('comentarios') y, desde el siglo x sin duda, de un resumen (sinopsis) enriquecido
litene y Tarn.1 hemos visto ya, Esta victoria forma parte de la empresa de recon- por la continuación de las novellae imperiales a partir del siglo x, y diversos frag-
quista puesta en marcha por Basilio en Oriente. Entre 871 y 882, Bizancio vuelve mentos, para uso de los funcionarios que eran a menudo sus poseedores. Se han
a aduefiarse, en efecto, de los pasos del Tauro y del Antitauro, garantes de su conservado numerosos manuscritos a partir del siglo xr.
protección. Pero el problema religioso sigue abierto: los bogomilos a partir del Después de todo, era tradicional que el emperador distinguiera con su nombre
siglo x, err Biza.ocio y los Balcanes, y los tondraquitas en la Armenia del siglo x, y su voluntad, sino con su puño y letra, una obra jurídica. Sin embargo, se atri-
podrían ser a su vez los retoños de la vieja corriente que despreciaba la carne y buye también al propio León VI una producción que no tiene los mismos prece-
la jerarquía, el engendramiento y el mundo, que la cristiandad de Oriente conocía dentes. En primer lugar, un Tratado militar (Taktika), nutrido de referencias a
desde el siglo IV. Nos encontramos frente a un problema de continuidad que sigue los tácticos antiguos, pero, no obstante, de una inspiración teórica absolutamente
sin aclararse. contemporánea en la definición del emperador como responsable de la paz y, por
Basilio I es también, conforme al modelo, un emperador legislador, el prime- esta razón, obligado a hacer la guerra, y principalmente en la del general, cuyas
ro del siglo IX. Más arriba hemos hecho alusión al Epanagoge, de 879 como muy cualidades guerreras están fundadas en la nobleza de su origen. A continuación,
pronto, cuya aplicación no es, por otra parte, segura. A partir de 876, el Manual las homilías pronunciadas desde el púlpito de Santa Sofía, como el elogio fúnebre
de las leyes (Procheiron) vuelve a tomar la legislación privada y penal corriente de su padre: notable intrusión del soberano político en el terreno eclesiástico,
del Eklogé de los emperadores León Ill y Constantino V, al tiempo que utiliza que ofrece una prueba más, si es que era necesaria, de la unión de los dos pode-
las Jnstitutas de Justioiano. El Epanagoge afirma de manera patente la referencia res en el modelo bizantino, aunque estallasen los conflictos entre sus titulares o
clásica indispensable en lo sucesivo, no sólo en la apertura teórica ya evocada, en sus definiciones. Y, por último, la historiografía oficial subraya que León IV
sino en la misma ordenación de los capítulos, que empieza por las definiciones era un cualificado copista.
de derecho público· como-emperador;· patriarca· o prefectcr'de la ciudad, ausentes La competencia cultural del emperador culmina con Constantino Vll, aunque
del código del siglo VIII, y no por los esponsales y matrimonios como este último. sin duda es insuficiente su explicación no sólo por una inclinación personal, sino
Además, Basilio ordena una revisión general del cuerpo de las leyes (Anakathar- por la inacción en la que le deja, hasta 944, el gobierno de su suegro Romano I
sis), que no dará de hecho su fruto hasta la época del mandato de su sucesor. Se Lecapenos, convertido en emperador gracias a la corta edad del porfirogéneto.
hace leer «relatos históricos» y vidas de hombres ilustres, y se informa asimismo Por el contrario, cabe pensar que la responsabilidad ideológica del poder sobera•
sobre la disciplina y las acciones de los santos de su tiempo. Se conserva una no no estuvo nunca en manos de su legítimo heredero. it1cluso cuando Romano
colección de homilías de Gregario Nacianceno para el uso litúrgico, hecha por él I asumía la práctica. Dejando aquí de lado sus novellae, los discursos y el Libro
entre 880 y 886, y adornada con una serie de pinturas suntuosas, a cuya cabeza de las ceremonias, Constantino compuso dos tratados, De los themas y De la ad-
se encuentra su propio retrato y el de su esposa, entre sus hijos León y Alejan- ministración del Imperio (título dado a la primera edición en 1611). Este último,
dro, así como imágenes de la soberanía cristiana: el arcángel Gabriel coronando escrito entre 948 y 952, considera las relaciones con los pueblos bárbaros, sus
a Basilio bajo una gran cruz con la leyenda: «¡Jesucristo vencedor!», y Cristo do- principios y su práctica, que varían de uno a otro caso. Nos proporciona no sólo
minando la escena y bendiciendo con un libro en la mano. Este manuscrito, insig- una compleja teoría de las relaciones internacionales de Bizancío, sino también
ne producto del taller imperial, presenta la expresión iconográfica de la ideología un conjunto de valiosas noticias sobre el pasado y el presente de !os pueblos en
imperial que sigue siendo la del siglo x, la forma y el fondo del modelo en el que cuestión, rusos, pechenegos y turcos. Posteriormente, Constantino aparece como
el joven imperio otomano se inspirará tan acertadamente. A pesar de todo, Basi- el inspirador y organizador de un trabajo colectivo de gran envergadura, que se
lio no fue todavía en sí mismo un emperador docto, aunque conozcamos bajo su hace por medio de la biblioteca constituida en el palacio y del taller de copia del
nombre las instrucciones a su hijo, una especie de espejo del príncipe. La sabidu- que disponía esta última. El trabajo consiste, en primer lugar, en !a compilación
ría y la escritura de una obra propia como rasgos inherentes a la figura iitlperial de repertorios de textos antiguos sobre determinados temas, como las labores de
sólo se perfilaron firmemente en su hijo León VI, y sobre todo, en su nieto Cons- la tierra (Geoponika), las emboscadas o las embajadas; dan prueba, al igual que
tantino Vll. sus semejantes de Bagdad, de la afición de! siglo x por las enciclopedias, caracte-
La obra legislativa de León VI no es quizás a este respecto la más significati- rística de una época de equilibrio y clasicismo. Pero también constituye un traba-

7/17
128 HJSTORIA DE B17..ANClO EL RENACIMIENTO EN EL ESTE 129

jo hístoriográfico, el más importante para nosotros, que establece bajo su direc- en el texto el lugar de cada uno en función de su dignidad; por ejemplo, la del
ción la historia oficial no sólo de la dinastía, sino también la de los soberanos panid_o y de su cargo: sitúa así la jerarquía episcopal, militar, civil, los servicios
que le precedieron en los siglos vm y 1x: su objeto era mostrar la perfecta conti- y guardias del palacio, los «amigos búlgaros» y otros mandatarios. Para Piloteo,
nuidad del poder, constantemente en las manos de los hombres más dignos. En- el sistema de días festivos en el palacio no es más que el propio sistema imperíal,
carga a ua equipo anónimo, conocido como «los continuadores de Teófano», una por lo que este documento adquiere un relevante interés. Constantino VII, en su
serie de biografías imperiales, a partir de León V, que reflejan también el gusto Libro de las ceremonias, hace hincapié más en el desarrollo mismo de las ceremo-
de la época, lectora de Plutarco. El propio Constantino aparece, ccn cierta vero- nias que en las prelaciones, en relación a las fiestas del año cristiano o imperial,
similitud, como autor de la Vida de Basilio, importante narración donde se da las etapas de la vida en la familia imperial y las recepciones particulares. Tampo-
cuenta de los prodigios anunciadores de su grandeza futura, desde la antigua co faltan los relatos de los embajadores árabes referentes a todo este periodo.
águila que se cierne sobre su sueño de niño hasta las visiones piadosas, las virtu- Pero el palacio no es sólo el escenario de la pompa soberana, se convierte
des del buen soberano y, sobre todo, la misericordia fiscal, así como la genealogía también, a lo largo de diversas generaciones, en un organismo de gobierno y ad-
que hacía de Basilio un descendiente de los reyes arsácidas de Persia, la misma ministración cuyos documentos de archivos conservados o mencionados dan cuen-
de la que sin duda Fodo había hecho una primera redacción. El último libro al- 1,1 de su funcionamiento; tribunal de apelación, o jurisdicción directa para deter-
canza de hecho hasta 961. Constantino encargó también a José Genesio un Libro minudos monasterios, oficina fiscal donde se redactan los documentos de inmuni-
de los emperadores, de León V a Miguel III. dad o de donación, etc. Desde finales del siglo IX, la cancillería imperial expide
los chrysobulloi, los documentos sellados con el sello de oro imperial, que se dis-
linguían por una escritura especial, con palabras escritas con tinta roja, y una
El discurso del palacio firma autógrafa refrendada por el «encargado del tintero», Finalmente, de lo que
acabamos de decir, es fácil concluir que el palacio es un centro de decisión polí-
La historia más evidente de Bizancio entre 886 y 959 se nos presenta, una vez. tica de impulso ideológico. La celebración de la grandeza y de la victoria impe-
más, a pesar de todo, centrada en el palacio. El sentido del e~pacio palatíno y ríal, de los banquetes festivos y de los matrimonios es confiada a los discursos
de \as ceremonias que allí se desarrollan está ilustrado de manera fehaciente por del orador de palacio. Esta función la cumplió, en 901-902, Aretas de Patras,
el tratado de las prelaciones (taktikon), fundamentalmente para las comidas im- nacido hada la mitad del siglo rx y convertido después, hacia 902-903, en arzobis-
periales, compuesto por el maestro de ceremonias Piloteo en 899. El autor señala po de Cesarea de Capadocia. Aretas, partícipe en los manuscritos, sobre todo en
los de filósofos antiguos, entre los que se cuenta uno de Platón en dos volúmenes
revisado por su puño y letra, desarrolla la corresponde11cia estructural entre Cris-
10 y ei emperador en un lenguaje cuyo sabio virtuosismo, en el límite de lo inte-
ligible, no es, o al menos no exclusivamente, deleite de pedante o guiño sabihon-
do: el uso de las palabras y la retó1ica antigua significan que el presente es tan
grande como el pasado, ya que la grandeza imperial es inmóvil e inmutable. A
partir de aquí se comprende que la actividad cultural de León VI y de Constan-
tino VII no fuera tampoco un simple capricho de hombres de elevada dignidad,
smo una parte integrante de su obra de soberanos.
Las otras fuentes, aunque no emanen del palacio, no se comprenden más que
en función de él. Es por definición el punto de mira del relato historiográfico,
~ca cual sea. A las obras citadas más arriba se añade una crónica que continúa
la de Jorge el Monje, escrita bajo el mandato de Miguel III, e intenumpida el
año 842. Su tradición manuscrita, aón incompletamente analizada, está llena de
adiciones, variantes y continuaciones bajo nombres de autores de los que apenas
~abemos nada, como es el caso del continuador de Jorge el Monje, Simeón el
Magistros, o el Logoteta (funcionario de finanzas), y algunos otros, Y de hecho
poco importa, pues, al nivel de los rdatos en sí mismos, se distinguen perfecta-
mente las polémicas, sobre todo en tomo a Basilio y Focio, en cuyo tono y pro-
pósito los autores manifiestan su pertenencia a la alta funci611 pública, o a algún
ambiente aristocrático de la capital. El palacio como lugar político es también el
punto de mira de las biografías patriarcales. Dos de ellas revisten un particular
Los themas bizantinos en los siglos VIII-X Werés, la V'ida de Ignacio y la Vida de Eutimio, que aparecerán en el momento

8/17
E.L RENACIM IENTO EN EL ESTE 131
130 HISTORIA DE BlZANCIO
III y no de
y fue asociado al Imperio en 869. León era tal vez hijo de Miguel
Eudocia dio a luz también a Alejandr o y Esteban. Basilio asoció asimis.
OINAST!A MACEOÓNICA
Basilio.
Constantino
mo al trono a León, en 870, y a Alejandro poco después de 871.
""'• "" murió en 879, y León se convirtió desde entonces en el presunto
heredero . El
io, a1 que
&a,1110 l el Mac,,dcnio emperador lo casó con Teófano, descendiente del linaje de_ Martinac
uswpadot
ente pertenec iera también Eudocia Ingerina. León le era hostil, e inclu-
867•886 posiblem
él durante un tiempo. El autor contemp oráneo de la Vida
so llegó a apartarlo de
a las sospe-
de Teófano, un laico familiar de los Martinacios, atribuye esta actitud
Santabar e-
Alailndro chas despertadas en el ánimo de Basilio por el monje mago Teodoro
s11hermano
de san Elías tuvo lugar una solemne reconcilia ción. Y en 886, antes
912-!l13 nos. El día
su sucesor.
de morir a causa de un accidente de caza, Basilio designó a León
Esta
Alejandro quedó como ca-empe rador y León sustituyó a Focio por Esteban.

-~
~""'nol La<:apo¡no ----- --1 ~~noV!I Poriimger,e1a
920·9""" de las supremas funciones en la hermand ad imperial es significat iva. Ca·
reunión
cuando Bru•
racteriza un modelo que el imperio otoniano aplicará a su manera,
es una prime-
E~let,a,, y Constantino Leca¡,en,:,
sus hijos non, hermano de Otón I, sea arzobispo de Colonia. O, si se quiere,
traduce la es-
944-9,45 Romanoll
hl/o de C<lngtan(Ú'l(l VII
ra aplicación de la figura familiar, consanguínea o metafórica, que
959-963 tructura política de este tiempo.
ía más
León abandona a su esposa: la biografía de esta mujer, su hagiograf
relieve por
bien, la pintará como seguidora de una vocación ascética, puesta de
x, figura, en
los milagros operados posteriormente en su tumba. Desde el siglo
«se une amis·
De hecho, la efecto, en el calendario de los santos de la Iglesia bizantina. León
d~ la crisis de~enca ~na~ por el c~arto matrimon io de León VI. tosamente», según la expresión de su tiempo, con Zoe Zantcina,
cuyo marido
Vida de Ignc1cw es~a- escnta por Ntcetas, convertido en el monje
David, en el palacio. Era
ejemplo de la resistencia de había sido envenenado a raíz de esta relación, y la lleva a vivir al
es presenta do como la gestión de
context_o de esta cns1s. Ignacio
Es tam- hija de un armenio, P.stíliano Zautcés, a quien León le encomen dó
l~ Iglesla ~ la omnipotencia imperial, frente a los compromisos de Focio. sus asuntos y para quien creó el título de «suegro del emperad or» (basileop
ator),
oráneo del
bién_ un eJe~pl~ de la misma virtud que propone el monje contemp aunque el parentesc o fuera ilegítimo. Zautcés, convertid o en logotheto s tou dro-
io de Sama-
p_atnarca Eutim.to al compone r la Vida de este último, en el monaster mon, responsable del correo, del interior y de una parte de las relacione
s interna-
cta, fundado por él. constancia
cionales, desempeñó hasta su muerte, en 896, un papel del que quedó
dirigidas a
por et hecho de que la mayor parte de las novellae de León VI están
en noviemb re de 897, y León se casó con Zoe, que murió
él. Teóf~no murió
Implantar una dinastía asimismo en 899, dejando una hija. Los parientes de Zoe que, por
lo demás, ha-
se casó en
ar bían conspirado, debieron dejar el palacio. A falta de heredero , León
Los relatos relativos al palacio y al poder imperial están lejos de represent terceras nupcias con una jovencita originaria del thema de Opsiquio n, Eudocia
de 867 a 957.
todo lo que nos queda como fuentes referentes a los años que van Baiana, que murió en 901, con un hijo recién nacido. León había
alcanzado el
cuenta de los
Pero oc_ur.an, por así decirlo, el primer lugar en la escena y dan límite de la tolerancia canónica en materia de segundas nupcias sin h_aber
resuelto
medio restringid o pero abierto, determin ante ya que es antes la prohi·
acontec1m1entos en un
doble circulo: el problema de su sucesión: él mismo había renovado algunos años
el de. las decisiones políticas. El emperad or está rodeado por un bidón de terceras nupcias, lo que hacía que su descendencia fuera
ilegítima, y le
· a con.
en primer lugar, los grandes, sobre todo los jefes militares y sus parientes censuraba sus segundas nupcias. Vivió con una cuarta mujer, Zoe Carbono psina
famili;, como
tinuación, to~os los allegad~ al soberano más allá de su propia ('la de ojos ardientes') sin casarse. por tanto. Parece ser que esta
mujer era pa·
y los monjes
son los conse1eros, los favontos o eunucos a su servicio personal riente de Himerio, comanda nte supremo de la tlota (drongarios tou
ploimou) en
~us ~amiliare s: a .esta altura de la competic ión politic; heredero ,
tod<:>s ellos ~ambién con
caso omiso de los primeros años del siglo x. En 905 dio al emperad or el tan esperado
nadie está aislado. Los htstonad ores de Btzancio hicieron antaño el futuro Constant ino VIL A partir de entonces , se podía afiadir un nuevo capí·
o por la
estos .,~fncl!los, cuya importancia está sin embargo puesta de manifiest tu!o a! secular conflicto entre el bando integrista en el seno de la
Iglesia y los
consolidan, se
atencron que les otorga la historiografía. Las redes familiares se patriarcas políticos procedentes de la función pública.
, y así
rompen:. desapare7en ~ se mantiene n unidas en su más elevada expresión Esta serie de cuatro matrimonios sorprend e en primer lugar como ejemplo
de
alrede•
se va te31endo la h1stona de la clase dirigente en la medida en que gravita · una historia familiar catastrófi ca. Los motivos del emperad or pudieron ser: la ani-
dor del trono y del palacio. Zoe en todo
, nació de su primera mujer madversión, sin duda, frente a Teófano y el amor por la primera
Basilio tuvo CUatro hijos. Constant ino, el preferido

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132 HlSTORIA DE B!ZANC!O EL RENACIMJENTO El\ EL FSTE 13'.<

caso, pero rnmbién, incuestionablemente, la preocupación por la sucesión impe- antes de la muerte de éste en 917. En 920 un Tomo de Unión puso fin ofici:'tlmen-
rial_ puesta de manifiesto en él en vírtud de las dificultades que encontraba, y no te al contencioso, aunque no consiguió apaciguar los resentimientos. .
porque fuera un problema nuevo; asimismo, siguiendo el ejemplo de Teófilo, que El conflicto y su desenlace dan que pensar sobre ~l ~s~ado de. las relacmn~s
condenó a los cómplices de su padre, León hizo enterrar a la víctima del suyo, entre el emperador y la Iglesia de Bizancio en este pn~c1p10 del s1glo. X. La r~1-
M¡guel III, en la iglesia de los Santos Apóstoles, lugar de las sepulturas imperia- vindicación del poder monacal, aún presente en el conflicto 7ntre Ignacm Y Foc10,
les. Por úttimo, de las cuatro mujeres, la primera y, sin duda, la última, en menor no aparece aquí prácticamente. El propio pa~ar~ado político .es, a fin de cuen-
grado, pertenecen a familias ilustres, míentras que Zautcés aparece, por su mis- tas, subyugado por la voluntad imperial. La v1ctona de est~ última queda ?e ma-
mo nombre, como miembro de un linaje de corta tradición. Sus parientes están nifiesto no sólo por la legitimación de una unión contrana al derecho vigen~e,
bien situados hasta la muerte prematura de Zoe, que deshace una fortuna aún sino también por la amenza esgrimida como argumento por León VI. A~téntic_o
poco afianzada. Los demás personajes aún están en escena o acaban de salir en 0 no, es significativo que incluso un monje lo tuviera en cuenta en la bmgrafla
e! momento en que el nacimiento de Constantino reaviva un enfrentamiento ape- de otro monje, un monje puesto, además, como mod':~º·
nas aplacado. El patriarca Esteban, hermano de León IV, había muerto en 893. En mayo de 919, Constantino VII se casa con la h11a de Romano Lecapenos,
La sede ecuménica estaba ocupada desde 901 por el patriarca Nicolás l, un hom- que vuelve a tomar el título de «suegro imperial» (bt:sileopator), hacía poco o~-
bre. en la línea de Focio, pariente y tal vez ahijado de este último, en todo caso tentado por Zautcés; posteriormente recibe el de César, como Bardas, tío de Mi-
bastante próximo a él como para haber buscado refugio en un monasterio tras su guel III (septiembre 920}, para convertirse finalmente e_n :o-emperador de su yer-
destitución. Nicolás I, pariente del comandante de la guardia y «hermano adopti- no (diciembre de 920). Para comprender este acontec1m1ento, hay que volver. a
vo» del emperador, además de ser su secretario particular (mystíkos), tenía unas aludir a dos líneas directrices de los decenios precedentes, que corren paralela-
experiencias y unos contactos que le destinaban a mostrarse partidario de un mente: las relaciones internacionales de Bizancio y el movimiento de personas Y
compromiso favorable al palacio. León consigue, en primer lugar, que bautice a linajes en el círculo imperial.
su hijo en Santa Soffa en enero de 906; el monje Eutirnio actuó como padrino.
En la primavera siguiente, un sacerdote celebra el matrimonio y León corona a
Zoe. El conflicto queda abierto desde entonces entre el patriarca, que prohíbe LA FUERZA DE LAS FAMJLIAS, CULTIJRA DOMJNAr-;TE
al emperador avanzar más allá de la sacristía de Santa Sofía, pero que acepta y
prepara un proceso de penitencia, aunque el emperador lo rechaza y pide el ar-
bitrio de Roma, y un bando rigorista, a cuya cabeza se encuentra esta vez no el
'.ª
La espléndida apariencia de continuidad de ~ult~_ra bi.zan~ina y la ver~adera
continuidad de la teoría política, junto a la sof1sncac1on, sm nval en esta epoca,
higúmeno de Studa, como un siglo antes, sino Aretas, convertido en arzobispo de Ja maquinaria administrativa y de sus medios esc1itos, han disimulado fr~cuen-
,,-;.,, r\-~A:ea. temente ante los historiadores los verdaderos resortes uel pode1 de e1;.íe tiempo
Sin embargo, la relación de fuerzas y el envite del confücto han cambiado. en Bizancio. Un poder que pertenece incuestionablemente, por una parte, a los
Nicolás, preocupado por la unidad de la Iglesia, disgusta a León, que le conduce hombres cultos como prueba el hecho de que León VI y Constantino VII se
a la dimisión en 907, acusándole de complicídad en la reciente conspiración de cuenten entre eilos: pues les incumbe la justificación histórica, j~rídica Y ~istiana
Andrónico Ducas. El emperador lo sustituye por Eutimio, que no manífiesta la del poder soberano. Pero no hay que olvidar, sin embargo, la 1i:n,p?rtancm de la
intransigencia monástica que se esperaba de éL El autor de su Vida lo describe, guerra: de su infinita serie de episodios proceden entonces los prmc,pales papeles
sin embargo, como un notable «padre espiritual», uno de esos directores espiri- de la historia politica y de los linajes.
tuales cuya omnipotencia es uno de los factores de la práctica religiosa desde el
siglo IX: le atribuye cierta in:fluerrci,nobre el emperador. Peró, en realidad, Eu-
timio cede ante la apelación hecha por León a Roma y a los patriarcas orientales Los poderosos linajes
y, si hemos de creer a su biógrafo, ante su amenaza de promulgar una ley que
autorice las cuartas nupcias. El matrimonio es entonces legitimado. León se hace Hemos visto que en el siglo vm y después en el IX, se afirm~ba una concien~ia
representar en una placa de mosaico colocada en Santa Sofía sobre la Puerta Im- de linaje atestiguada por los nombres de familia, la preocupación P?r las rela~10-
perial: se le ve postrado en actitud de arrepentimiento a los pies de Cristo, que nes de parentesco y las palabras de elogio en r~Jac1ón a la notabthdad antenor.
domina la escena entre la Vírgen y un ángel, salvado ya que se encuentra a su El movimiento continúa de Basilio I a Constantmo VII, paralelamente a la doc~
derecha. Muere en 912 y Alejandro toma el poder. Vuelve a ofrecer a Nicolás el trina oficial del origen real en que se fundaba la legitimidad imperial. El proble-
trono patriarcal, lo que implica la destitución de los obispos nombrados por Eu- ma de un Bizancio «feudal», de un imperio «feudal», sólo s~ plantea verd.a.dera-
timio. Los partidarios de este último le perdonan la rehabilitación de Nicolás. mente con Basilio II. Pero el relato historiográfico de los remados de Bas1ho I Y
Alejandro muere en junio de 913, en medio de las dificultádes ocasionadas por de León VI, de Romano I y Constantino VH deja percibir, por una parte, la
los asuntos búlgaros. Nicolás forma entonces parte del consejo de regencia y el presencia y el papel de las familias, algunas de las cuales seguirán. en escena en
peso del Imperio reposa sobre él una vez apartada Zoe. Se reconcilia con Eutimio los siglos siguíentes y, por otra parte, la dinámica de un grupo social en que los

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134 HISTORIA DE BIZANCIO
EL RENACIMIENTO EN EL ESTE 135

valores guerreros, políticos y culturales tra~cionalme~te característicos ?e una oca la mayor constelación aristocrática de la época. La genealogía, presumible-
aristocracia se conjugan con una apertura social todavía mcompleta. Seleccionare- ~ente puesta en circulación por los propios Focas, se remonta hasta un tatara-
mos tres ejemplos. El primero es el de los Du~s, con su fulgu~nte desarr?l~o y buelo de Nicéforo II, un tal Focas, cuyo nombre corresponde al de un mártir
su rápida caída a principios del siglo rx .. ~ pnmer Du~s c<:'noc~do, Androni~o, venerado en la región de Sínope. Parece ser que el emperador (¿Teófilo?) se fijó
tiene un nombre propio que evoca «la vmhdad» y «la v1ctona», Junto a la desig- en él «por la fuerza de su cuerpo y la nobleza de su alma», y lo puso a la cabeza
nación de «Ducas», a la vez título y sobrenombre, que parece que se convirtió de una turma, división principal de un thema. Un comienzo verosímil y compara-
en un nombre de casta a partir de la siguiente generación. Se le encuentra, bajo ble al de Teofilacto Abastactos, acción ejemplar al menos, característica de una
el reinado de León VI, junto a Himerio en la guerra contra los árabes y desem- sociedad en que la fortuna obtenida con la guerra servía para inaugurar nuevas
peñando un importante papel de gobierno en Asia Menor, con un hijo ya adulto estirpes ilustres. EJ nombre de Focas se convierte en linaje: su hijo, Nicéforo Fo-
en 906, Constantino, casado con una hija de Gregario, llamado el Ibero, que era cas, es ya uno de los generales más brillantes de Basilio I y de León VI: ya vimos
a la sazón domestikos de los scholai. Este mismo año, comprometido, con razón cómo se destacó en la Italia meridional. Sus nietos, Bardas, cuyo nombre procede
0 sin ella, ante el emperador por su favorito, el eunuco árabe~cristiano Samonas. de algún tío o abuelo armenio, y León, se distinguen bajo la regencia de Zoe.
Andrónico se separa de «sus parientes, sus hijos y sus hombres», según un autor madre de Constantino VII. Romano Lecapenos encuentra en ellos unos rivales,
de ta época. Se encierra en primer lugar en la fortaleza de Cavalla, cerca de Co. respaldados por sus alianzas. Bardas se casa con una Maleina, de cuyo linaje dio
nia, y posteriormente se refugia en Bagdad, Sin embargo, su hijo Constantino cuenta ya !a historiografía bajo el mandato de Miguel III y Basilio l, y cuyo abue-
vuelve a Constantinopla y se deja tentar por el poder en 913, tras la muerte de lo fue patricio y general, mientras que una de sus abuelas estaba emparentada
León VI cuando era domestikos de los scholai. Su intento fracasa, pierde un hijo con Romano Lecapenos: los Maleinos eran oriundos del thema de Carsianon,
en la co~spiración y otro, aún niil.o, es castrado, una medida .excepcional que dn donde su pariente Eudocimo, tal vez estratega del thema, murió en olor de san-
cuenta de la importancia otorgada al asunto. Otro Ducas, Nicolás, muere en !a tidad hacia 840. León, hermano de Bardas, fue cuñado del parakoimomenos
guerra contra los búlgaros en 917. A pesar de todo, tras esta errad~cación, el linn• Constantino, eunuco favorito de León VI al final de su reinado. Uno de los hijos
je Ducas vuelve a salir a la luz en el siglo Xl, y esta vez por más tiempo, aunque de Bardas, Nicéforo, nacido hacia 912, será emperador, tras una carrera a la que
probablemente proviniera de otra rama. nos referiremos más adelante, cargo en el que posiblemente fue secundado por
El segundo caso que expondremos es el de Romano I Lecapeno. Basá~~ose su hermano León; una de sus hermanas se casó con un sobrino de Juan Curcuas,
en un célebre pasaje de Constantino VII, se suele señalar su.modesta cond1c1?n. el mismo del que Romano I deseaba una hija para el hijo de Constantino VII.
Aunque nadie discute su origen armenio, los hechos no son stn embargo tan sun- De esta unión nacerá otro emperador, sobrino y asesino de Nicéforo U, Juan l
ples. Es cierto que no nos remontamos más allá de su P~?re Teofila?1º• «el Insos- Zimisces, que se casará en primeras nupcias con una hija de los Escleros, otro
tenible» (Abastaktos), cuyo sobrenombre no se transnuhó, y de qmen sólo sabe- linaje dominante, atestiguado desde el principio del siglo 1x. Esta anticipación
mos que salvó la vida de Basilio len el curso de u.na desafortunada ca~paña en genealógica sólo pretende mostrar al lector que los Focas están emparentados a
Tefrik. Sea cual sea la verdad de la aventura, al menos se puede concluir que e!
!o largo de dos generaciones, la de Bardas y la siguiente, con algunas familias
servicio de guerra se remonta al padre de Ro~ano, aunque este último ~o hiciera que competían por obtener el poder supremo, nínguna de !as cuales, por otra
de ella una profesión. Sin embargo, una panente de Romano se babia casado parte. se remontaba más allá del siglo IX, por lo que hemos podido juzgar.
con Adralesto, estratega del thema de Oriente, hacia mediados del siglo 1x, pues
El acierto de Romano Lecapenos consistente en la elección de su hija para
fue abuela del monje Miguel Maleino, nacido en 894. Pero Romano I es el pnme- Constantino VII representa de hecho la eliminación de León Focas, que en 917
ro que se distingue en su actuación pública. Esto se tradu~, en prime~ término, estaba al mando de una expedición en Bulgaria, por el drongario de la flota, res-
en el rango de los suegros de sus hijos, sus consuegros: mientras su htJ.ª Helena paldado en el palacio, ante la emperatriz Zoe y el patriarca Nicolás I. Los espon-
se casa con el joven emperador, su hija Ágata se convierte en la muJer de un sales imperiales incitan a León Focas, destituido de su cargo de domestikos de
Argiro, León, cuyo linaje está en ese momento en plena ascensión, y se ~~mon_ta los scholai, o lo que es igual, apartado del palacio por Romano, a sublevar los
a Miguel III; su hijo Constantino s.e alía con el patric~o Panterio, y su h1Jo Cns- themas de Oriente. Su intento fracasa y es eliminado definitivamenbte dejándolo
tóforo con el patriarca Nicetas. Cnstóforo y Constantmo son asociados a~ Imr~- ciego. Su hermano Bardas conserva, en cambio, el mando e interviene en respues-
rio así como su hermano Esteban mientras que el menor, Teofilacto, es mvesu- ta a! ataque ruso de 941. Pero la impecable estrategia de Romano I, basada en
do 'del patriarcado, según el esqu;ma puesto en práctica por los hijos de Basilio una numerosa descendencia, no basta para garantizar el futuro de los Lecapenos.
?~
I, y el hijo bastardo, Basilio el Pájaro, desempeil.a el papel eu~uco en .e! pa!u- En 928 fracasa una conspiración en favor de Cristóforo urdida por su suegro. Tras
ció, y, ·posteriormente, ocúpa junto a Constantino VII la pnvtlegiada pos1cion de la muerte de Cristóforo en 938, sus hermanos Esteban y Constantino apa1tan a
guardián de la cámara (parakoimomenos). . Juan Curcuas, el general ya citado, que Romano I deseaba como suegro para su
Tras los Ducas y los Lecapenos, nuestro tercer ejemplo nos conduce a mecha•
nieto, et futuro Romano II. Por último, destituyen a su padre, pero son a su vez
dos del siglo x. Se trata de! linaje de los Focas, del que provendrá el emperador
destituidos por Constantino VII. que recobra así la realidad del poder en enero
Nicé.foro Il,. y a cuyo alrededor, por el juego de las alianzas, se organiza poco a
de 945, y les envía a reunirse con su padre en el monasterio. Aunque una hija

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EL RENAClM lENTO ~N EL ESTE
137
IJ6 HlSTQR! A DE B!ZANC\ O
el espíritu tota-
cía definitiva- desinteresada de tma cultura erudita, sino también , y sobre todo,
de Cristóforo se casó con Pedro, zar de Bulgaria, el linaje desapare n de efemérides
en cuenta. natural- litario de una cultura dominan te. Así, por ejemplo, la colecció
mente de la escena política, y Constan tino VII vuelve a tomar de !as Vidas de los santos según el orden de los días de cada
mes o menologio,
de los sch~lai y sus
11::me,. a,los Focas. Bardas Focas se convierte en domestikos consiste en una ordenac ión draconia na que afecta tanto a los personajes, entre
El hijo de Constan tino VII, Romano , asocia- a los relatos, so-
h11os Niceforo y León en estrateg as.
el gobierno de su los que los contemp oráneos están prácticamente ausentes, como
se había casado bajo fácilmente re-
do al trono desde.?45, siendo aú11 niño,
a. que murió metidos despiad adamen te a una reescritura (metaphrasis) retórica
abuelo con ~na h11a bastarda de corta edad de Hugo de Provenz conocibl e, cuya difusión masiva no hizo, por suerte, desapare cer las versiones an~
a una joven hermosa y misteriosa, se decía ejecutó una direc-
pronto. Hacia 956 toma por esposa
el matrimonio en teriores. El autor de este trabajo, Simeón el Metafra sto, tal vez
que camarera de mesón, llamada Anastaso. convertida tras triz de Constantino VIL Se sospecha que tras su obra podtia
estar el cronista
aristocráticos y am- el magistros Simeón,
~e?fano . Esta .elec~ión e~udía el inconveniente de los cuñados Simeón el Logoteta, del que sabernos muy poco, o incluso
teniendo a Romano
b1cmsos. La h1stonografia de la época la representa como del que se ban conservado sus cartas.
ndo en ]os relatos
hechiz~do. Volveremos a encontra rla má:; adelante, inaugura La cultura dominante supone también , como se recordar
á, el ininterrumpido
sidad impulsa da al crimen, inusitado a nivel el perfeccionamiento
?e su .tiempo el papel de la voluptuo ennoblecimiento del emperad or por el retórico del palacio,
ia. El palacio, el
1mpena l.
por Teó- administrativo imperial y patriarcal y la victoria de la ortodox
Constantino IJ.luere en 959, tal vez envenenado por su hijo, instigado monaste rio de Studa, el patriarc ado, la capital, e11 una palabra, son, al mismo
a la vista de su obra. que pero no loca-
fano. Se ~a quendo trazar de él un relato intelectual, iiempo, el caldo de cultivo de esta cultura dominan te, centraliz ada
hoy sus propías su- los que empezamos
coIT~ el nesgo, como tantos otros, de transmitir al lector de lizada. Los documentos administrativos de las provincias, de
se quiera o no, que no era sólo emperador. adas del siglo x
gest10nes. Pero no hay que olvidar,
muy bien ¡a· función, a disponer a partir de Basilio I, y sobre todo las cartas conserv
Romano I y algunos generales como Juan Curcuas asumían la prueba de lo contrari o. La carta, mensaje individu al, era también un
Constantino se aportan
guerrera de! poder imperial, como lo hicieron los Focas cuando género de la retórica tradicional, lo que motivó la composición
de algunas colec-
os. Constan tino, que no dejó de ser ran misivas de
apoyó en ellos tras la caída de los Lecapen
ya dijimos ..la ciones que han llegado hasta nuestros días, en las que se encuent
por su parte, como obispos, dirigidas a
emp~rad or h~sta el día. de su muerte, ejerció
de los descendien- hombres que partieron a las provincias como funcionarios u
función del discurso, onentad o a la justificación de la dinastía sus amigos de la capital, a sus protecto res, a veces al mismo
emperad or o al pa-
poder en el Libro
tes de Basilio en el trabajo historiográfico, al sifl1bolismo del tr!arca, e incluso cartas de estos últimos. Conocem os así cartas de Focio y de
a de las tradicion es y conocimientos tés, al igual que
de las ceremonias, y a la ubicació n definitiv
y la administra- Nicolás I, del secretario imperial de Romano I, Teodoro Dafnopa
necesarios para su ejercicio universal en los libros sobre }os temas un conjunto muy valioso para el estudio de la segunda mitad
del siglo. De estas
ción del Imperio. de las reflexion es anotada s por Aretas, converti do en obispo de
cartas, así como
hasta su muerte en 932, se despren de la nostal•
~csarea de Capadocia hacia 904,
de sus semejantes y
gm medio convencional, medio sincera, de letrados alejados
Los límires de una cultura dominante perdidos en medio de gentes sin instrucción.
La cultura dominan te es, en fin, el discurso figurativo
de las imágenes. Mu-
cierto que para
A m_ediados del _siglo X Bizancio goza de excelente salud, si es chas de ellas han desapare cido, como los mosaico s de la iglesia Nueva de Basilio
1000 la guerra y el comerci o a gran escala ción deliberada
una S_?ctedad que vive en tomo al año.
la una actividad cultural L hoy día destruida. Pero no nos faltan testimonios de la restaura
sociedad sana desarrol a sobre marfil,
son sintomas de salud. Como toda de los antiguos cánones a este nivel en el desarrollo de la escultur
a través de la que eJ1:presa su presente . q_ue servía para decorar cofrecill os y tapas de libros; en la producc ión de platería
s de la historia , religioso,
Hemos hecho alusión constan temente a los resortes culturale cincelada; en la pintura de manuscr itos de contenid o, sin etribargo
, y en último término hemos visto a Basilio, a través de Focio, principi os del siglo x. Ésta es la cultura
política de Bizancio
!a secular teoría del com? el admirable Salterio de París, de
r y llevar a la práctica a través de sus
a León VI y Constantino VII elabora dommante que Bizancio exporta a Preslav, y más tarde a Kiev,
la dinastía violenta-
poder imperial, y a Const,antino VIl, especialmente, asentar pro.ductos y sus artesanos. Pero, no obstante , cabe pregunt arse
sobre sus límites
Pero también hemos interior del inmen•
mente fundada por su abuelo sobre bases historiográficas. Soc~r.1\es, provinciales, incluso nacionales, se puede decir, en el
sus derechos
visto, a partir de Teófilo, cómo el propio poder imperial fundaba 'iO imperio.
clásica Iegadu
sobre la reivindicación de continui dad interrumpida de la cultura La Primera certidumbre es que su lengua está desde ahora,
y ya irreversible•
iconoclasia, a tra-
por la Antigüedad y acabada, de hecho, después de la segunda t~~e?te, alejada de la lengua hablada por todos, compren dida l¡¡ élite política. Fo-
la imagen. La exigenci a clásíca, focíli· actual del grie-
vés de una teoría complet a y definitiv a de
la se manifies ta en la ncticamente, las tendencias que han co11ducido a la pronunciación
de la minúscu hacia el sonido óni"
tada, como también hemos visto, por el uso
:rnestro Platón, por go eran ya seculares en el siglo x, especial mente la evolución
r~visión filológica de los textos antiguos, de manera que ;
0
i_ de Otras vocales y diptongos. Pero la misma configur
ación de la lengua, por
no hay que engañar-
eJemplo, es en ~na gran medida el de los siglos IX y x. Pero
dicho no tradUce solamen te, la búsqueda ª sunplificación de la flexión principalmente, anuncia desde esta época lo que
se, esta depurac ión no traduce, o mejor

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138 HISTORIA DE BIZANCIO
EL RENACIMI ENTO EN EL ESTE 139
conocemos hoy. Los errores de las copias de los manuscritos son esclareced
ores ue fuera, Romano I dio a su vez un decreto de conversió~ en 932, .qu~ p~rece
a este respecto. En cuanto al vocabulario del griego moderno, lo vemos aparecer 10 q
según los textos, en algunas Vidas de santos en particular, mucho antes del siglo haber prov ocado un éxodo , tal vez hacia Jazaria, y luego hacia la Rusia k1ev1ana,
. , . d'
x. El renacimiento clásico de los siglos rx y X, que vuelve a ensalzar los tratados b e cuya cultura la influencia judía fue directa e importante. La ro.mona
JU ia
de retórica antigua, acentúa el corte, tanto político como cultural, entre so ;ue pues aniquilada en Bizancio, ní entonces ni más tarde, aunque no encon-
los dos 00, el ;erren¿ adecuado para una floración comparable
niveles de la lengua, que desempeña en Bizancio el mismo papel que el' uso a la que se observa enton-
latín y de las lenguas vernáculas en la cristiandad- medieval de Occidente. La
del ~:~ en Italia, Renania O en tierras del Islam. Sin en1:barg~, se observa permea~le
len- a la cultura bizantina, la cultura judía erudita o cuas1erudita que pro~UJO la cuno-
gua vernácula hará su entrada en el terreno de la escritura en los siglos xn y
XII!. sa descripción del rey Salomón que estaba en el hipódromo en medio de los
En cambio, el principio de un doble lenguaje subsistió en Grecia basta .el ~ua-
siglo tro colores, cuyo hebreo integra palabras griegas y cuyo autor con~:>efa ~~ capital,
xx, con un significado ideológico, en resumidas cuentas, inalterado. En esta
pri- e incluso el palacio, tal vez en la primera mitad del siglo x. La s1tuac1on de
mera mitad del siglo X, pues, la lengua hablada no aparece a nuestra vista los
más ·uctíos en Bizancio cambió después de 960.
que en manifestaciones indirectas, como la Vida (mutilada) del patriarca Eutimio, .
compuesta por un monje de su monasterio de Samada, que al menos antes J Pero , qué sucedió con la cultura de la mayoría? Ante todo conv1e~e
que aclarar
el único manuscrito, escrito hacia 1080-1100 y hoy día perdido, fue corregido !a ambi~ü~dad que se desprende de este término. Refirá~on os, por eJemplo,
por a
SU' editor. Se encuentra también en algunas canciones la cultura material. Han llegado hasta nosot_r~ muchos. obJeto~ entn~ los
anatólicas de guerra y que_ al~
amor, algunas coplas cortesanas conservadas en el Libro de las ceremonia
s, y ounos, m arfiles , tej.idos de seda ' 1·oyas y ceran11ca de luJo, rem1ten, s, no al pala
también, aunque no se ha tenido muy en cuenta, en determinados nombres "· al menos a la élite. Pero también conservamos otros, procedentes de mve · ¡
es
linajes que surgen en la historiografía de los siglos IX y x: Garidas, 'el del cama-
de :~~ modestos de consumo, cruces y amuletos, iconos pot!átile~ de piedra dura,
rón', o Gonguilios, 'el del colinabo', formaciones cuyo significado social hemos cerámica ordinaria. Comprobamos, de todos modos, la umform1da_d del reperto-
señalado. rio iconográfico religioso y, por tanto, del sist~ma de repre.sent~c1ones Y creen-
Por otra parte, qué duda cabe que la propia cultura dominante no es imper- ·. s En cambio la hagiografía de finales del siglo IX y del siglo X está
a menu~o
meable y sufre influencias periféricas. Así, un Evangelio copiado en el siglo ~~~·s· cerrada socialmente que la de los ~ig.los val Yll, que pintaba un cuad~o soc1
x, y ~~
tal vez no ilustrado hasta el siglo XI, muestra una influencia islámica en los orna- muy diverso, incluso a través de sus top1cos. Los ~antos co~temporáneos de
Ba
mentos de los títulos hechos por el escriba, así como en las orlas arquitectónicas silio y de sus sucesores son monjes, padres espintuales e mterlocutores de
los
de las figuras de los evangelistas; este Evangelio procede de la frontera oriental. emperadores y Jos grandes personajes, como ya se ha dícho ..El _vulgo s_ólo ocu~~
En cambio, otro manuscrito, el tratado ascético de Juan de la Escala (klimakos) en 1os re 1a tos, e n el m e¡'or de !os casos ' un segundo lugar md1ferenc1ado.· Esla
copiado en Italia en eJ siglo IX, tiene-- una decoración similar a la occidental
. presente, sin embargo, cuando los aldeanos de la región de Latros se d.mgen ,
con- a
temporánea, La Italia meridional produce, por otra parte, manuscritos caracterís- Pablo el Joven (muerto en 955) para pedir la lluvia, o cuando las gentes de Tesa-
ticos por su escritura, ornamentación y pinturas. Igualmente, la arquitectura
menia, floreciente en la época del reinado de Ani, ejerce entonces en Bizando
ar-
lónica se concentran al paso de Eutimio el Joven (muerto.e n 898) para _tra:ar
t arlo los días que baja del monte Atos a la ciudad. El tnunfo del
d:
monJe .. 1mpli-
una influencia que se pondrá de manifiesto en la segunda mitad del siglo, con c~~o en' ta restauración de 843, envite de todos los conflictos, de Constan:m
la o Vl
a León VI, es definitivo a mediados del siglo x: Será a lo larg? de los siglos
llegada al poder de Juan Zimisces, en la época en que los georgianos desempeñ
a- voz común de la cultura bizantina a todos los ruveles de .la soc1ed~d. ~n monJe
'.ª
ron también un papel. Los caminos de Bizancio son, pues, el terreno de un
tra- que vive en un monasterio, sumiso al higúmeno, el reclutdo.' el sohtano, es
bajo de aculturación, sos-
Los judíos, que hemos vuelto a encontrar en la Italia meridional, nos propor- pechoso. Pero existe. Y la práctica religiosa, la representactón d~l otro mundo,
cionan otro ejemplo, situados como estaban, con una cultura propia y floreciente que serán los del helenismo moderno, afloran claramente en el siglo x.
,
en la intersección entre Bizancio, el Islam y la latinidad. No ocurre lo mismo
en
el caso de la minoría judía en el Imperio, arrinconada por el rigor de la identifi-
cación en curso entre la romanidad y la cristiandad ortodoxa, y por añadidura BIZANClO A LA BÚSQUEDA DE UN MURO PROTECfO lt
asociada, con o sin razón, como se recordará, a los movimientos iconoclastas,
La La guerra no ha estado nunca mucho tiempo ausente de nuestra exposició,n
conversión de los judíos aparece por este hecho como cada vez más necesaria. .
Basilio I la decreta, como vimos., en 873 o 874, y León VI recuerda esta medida Sus armas siguen siendo las mismas: los navíos de guerra, los dromones, atacan
en una npvella que ordena a los judíos a seguir en !o sucesivo la ley cristiana, por mar· por tierra el primer papel en las batallas campales corresponde
al a l~s
estar la suya caduca. Un relato hagiográfico compuesto tras la muerte de Basilio escuadr¿nes de cab~lleros que vemos aún galopar en algún que otro e':angeho
sitúa bajo su mandato la peripecia de Constantino de Sínnada, un judío que del siglo XI, con el torso protegido por una cota de mallas,_un ~asco d~ h1er:o
se en
sintió cristiano por haber trazado, siendo aún muy joven, una cruz en la la cabeza y una adarga triangular o redonda en el brazo 1zqu1erdo; mte!"'l!ene
boca n
después de un bostezo, según la costumbre, y que se hizo en seguida monje. también tropas más ligeras, sobre todo arqueros, mie~tras que la frontera onental
Sea es e! teatro de ta guerrilla de los akritai, sus guardias. Florecen ya !os valores,

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!40 1-IJSTORIA DE BlZANCJO EL RF.:NAC'JMJENTO EN EL ESTE 14!

que alcanzarán en su pleno desarrollo después de 960, de Nícéforo Focas, conver- tanlinopla. Boris, que consideraba insuficiente la reacción romana a su carta de
tido en el emperador Nicéforo II, hasta Alejo I Comneno, Los tratados tácticos, 866. se vuelve hacia Bizancio. En 870, un concilio celebrado en la capital del Im-
el más insigne de los cuales se debe al propio León VI, nos sirven de testimonio perio decidió la incorporación de Bulgaria a la jurisdicción del p~tri~rca ecuméni-
tanto como la historiografía. No porque esta última dé el protagonismo, como lo co, con una relativa autonomía. Y, muy rápidamente, la a!fabet1zac1ón eslava del
hará a partir de 960, a la victoria militar del emperador, y con razón. Más bien cristianismo bizantino ofrece la mejor solución, En 885, a la muerte de Metodio,
demuestra sin cesar a su lector que las promociones políticas proceden de la proe- sus principales discípulos son expulsados de Moravia por la influencia victoriosa
za guerrera, Así pues, los personajes que acceden al primer plano de la escena de la misión franca. Clemente y Naum llegan a Plisca, llevando consigo libros en
actúan en el marco de la instítución militar que conocemos. Las fuerzas centrales lengua eslava, lo que supone un decisivo desarrollo de la cristiandad locaL Cle-
(wgmata) están bajo !as órdenes del domestikos de los scholai, su cuerpo más mente evangeliza Macedonia, en torno a Prespa y Ohrid, anexionada a Bulgaria
f importante. Como siempre, hay también mercenarios extranjeros, y a principiüs en la primera mitad del siglo IX, y se convierte en obispo de Ohrid en 893, mien-
del siglo x, sobre todo, «rusos», los Rós (palabra que hacía referencia al elemento tras que Naum, antes de reunirse con él, actúa en los alrededores de Plise¡¡. y del
escandinavo del joven Estado de Kiev); asimismo, se encuentran hombres reclu- monasterio real, otorgado por Boris-Miguel sobre el modelo bizantino, San Pan•
tados en el Imperio. Las fuerzas themáticas se fundan en parte en el servicio de tcleimón de Preslav. En 889, BOl'is abdica y se hace monje. Le sucede su hijo
los poseedores de bíenes militares, pero también en el reclutamiento a título de mayor Vladimir, que se pone de parte de los boyardos y se enfrenta al clero y a
prestaciones fiscales. Por último, está atestiguada también la antigua costumbre la alianza franca. Boris-Miguel entra en Plisca en 893. Ciega y encarcela a Vladl~
de ímtalar bárba.os en los lotes de tierra a cambio de un servicio annado. mir, convoca una asamblea que proclama zar a su segundo hijo, Simeón, educado
Evidentemente, el emperador sigue siendo el jefe supremo de la guerra. He- en Constantinopla, y decreta el traslado de la capital a Preslav.
mos visto en el capitulo precedente dónde se libraba: Oriente y el Cáucaso; Bul• Se rompe así todo lazo con el pasado búlgaro, en el sentido turco de la pala-
garia, la costa norte del mar Negro, y Kiev; el Mediterráneo oriental y central, bra. para el mayor provecho tanto de la monan¡uía como de una unidad nacional
y el Adriático de Tarento a Venecia. Se combina constantemente con otras rela- ya fuertemente eslavizada. La decisión de 893 implica también la sustitución del
ciones, a menudo sobre los mismos ejes, como el comercio a gran escala, la mi~ eslavo por el griego como lengua oficial del Estado y la Iglesia. La escritura gla-
sión y las embajadas. Y todas juntas, como ya hemos visto, imprimen al mundo golítica es sustituida por la escritura «cin1ica». siempre en uso, mucho más flexi~
de este tiempo las divisiones qne se pueden aún reconocer en el nuestro: la cris• ble y próxima a la escritura griega. Bizancio mantiene una política que asegura
tiandad greco-eslava. la cristiandad latina, el Islam. También vimos cómo Bizan- la más eficaz aculturación. a través de las traducciones de su literatura religiosa
cio vuelve a encontrar, en la periferia que se afana en constituirse en país eslavo e incluso profana, y de la difusión de su iconografía. Simeón se convierte en el
desde el siglo xi, el doble poder cri:.tiano del papado y del Imperio Carolingio. «hijo» del emperador, el más cercano, pues, en la metáfora familiar, que Dl'ganiza
y posteriormente del Imperio Otomano, en tanto que el Islam le disputa en el el mundo en torno a él a los ojos de los bizantinos. El reinado de Simeón (893-
Este las viejas formaciones cristianas del Cáucaso y el camino mesopotámico. 927) supone para Bulgaria una edad de oro política, cultural y milital', en la que
:;e forma la coyuntura bizantino~búlgara del siglo x. Bulgaria se convierte enton•
ces en un segundo Bizancio, hasta el punto de que Sirneón reivindicará para sí
Bulgaria, espejo de Bizancio mismo el título de basileus; y arrostrará sobre su propia retaguardia las presiones
de los pueblos eslavos y turcos, cuyas peripecias se enfrentaron con las de la po•
A esto se añade, a partir de Basilio I, la convergencia y el choque de los tres lítica bizantina en el mismo terreno, las llanuras de Ucrania y del Danubio.
poderes e11 el Mediterráneo central: Siciüa y ht Italia meridional constituyen tal La crisis estalla en 894, cuando el monopolio del comercio búlgaro se otorga
vez el envite más significativo de las guerras de los siglos IX a XL Y, por otro a dos comerciantes de Grecia, Estaurico y Cosmas, «amigos» de Estiliano Zau-
lado, al este de la cristiandad los datos iniciales del período engendran su propio cés. Éstos trasladan la sede de Constantinopla a Tesalónica, medida perjudicial
cambio: la Bulgaria cristiana, nacida del modelo bizantino, evoluciona hasta con· para los búlgaros, en cuanto apartaba del tráfico la ruta Plisca-Constantinopla,
vert.ir~e en un doble, a pequelia escala, de Bizancio, su asociado y adversario al Además, las mercancías búlgaras se veían afectadas por elevados gravámenes. Si-
mismo tiempo, frente a los pueblos turcos aún no cristianos que se apiiían en las meón invade entonces Tracia. León VI hace intervenir en contra de él en 895 a
bocas del Danubio, y frente al nuevo protagonista, el Estado, pronto cristiano, los magiares de la región situada entre el Dniéster y el Prut, mientras que la fl~ta
de Kiev, bizantina bloquea las boe<1s del Danubio. Simeón replica empujando a los magia~
El Estado búlgaro cae definitivamente por el lado de Bizancio bajo el reinado res más allá del río y lanzando contra ellos a los pechenegos instalados en el
de Basilio I. El problema de Boris, convertido en Miguel, era, como vimos, en- Dniéper. Los magiares, quebrantados, se dirigen hacia el oe~te, y de su definitiva
contrar en la cristianización el armazón ideológico de la monarquía, frente a los instalación en la llanura danubiana surge Hungría, con el apoyo germánico, en
boyardos apegados al viejo politeísmo, pero también, y por la misma razón, ase- detrimento del Estado moravo, cuya destrucción consuman. Entran así en escena
gurarse una Iglesia que fuera el soporte del poder, y no el medio de una depen- otros dos pueblos turcos. Los magiares no son recién llegados, ya que h~bía11 .al•
dencia de cara a un poder externo. De aqui sus vacilaciones entre Roma y Cons- canzado el Danubio en 837. Los pechenegos siguen a su vez la trayectona clásica

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EL RENACIMIENTO EN EL ESTE 143
142 HISTORIA DE BIZANC10
enta un medio de u~ificación cultural y nacional. Una sociedad cada vez más
de los pueblos de la estepa, y los volvemos a encontrar como la gran fu :ompleja y al mismo tiempo cada vez más aculturada, como atestigua el desarro~
• al . eaa~
p Iementana norte del Danubio, durante todo el siglo x y la prim · m- !lo de \a herejía bogomila bajo el reinado de Pedro (927~969), La fecha de su
m· , sm que nunca su orgamzact · "6 n nómada
· se fije de forma estática.-~~~ aparicíón está señalada por el sacerdote búlgaro Cosmas, en su célebre Tratado
En 896 se restablece 1~ paz mediante un tributo anual pagado por Biza . contra !a secta, compuesto bajo el reinaüo del emperador Juan I Zimisces, y aún
Pero tras la muerte de Lean VI en 912, su hermano Alejandro suspe d 1 ncio. mejor por una respuesta del patriarca Teofilacto (933-956) a una consulta de Pe~
antes de morir, él también, en 913. Valiéndose de este motivo Simnóe e pago, dro sobre el problema. La enseñanza de la herejía, atribuida por el sacerdote
al · b di· - , enatacay
canza en sept1ern re e ~smo ano las murallas de la capital. Pero el f nd Cosmas a un pope llamado Bogomil ('que Dios compadezca' o 'que ruega a
del problema no era en realidad ése. La lección política de Bizando y la
de·· "dd ·
ºct º
graneza Dios·). cuyo nombre es demasiado elocuente para ser ficticio, recuerda de mane•
su prop10 remo, y sm u a también la minoría del porfirogeneta Const - ra insistente los temas dualistas de los paulicianos, su reprobación del mundo y
VII ', ha b"ian msp1ra· · do otro propósito · al bulgaro
, educado en Constantin ¡ antino .
ve t b ·¡ d · opa.con- sus poderes, comprendido el de la Iglesia, de la carne y de la procreación. Temas
r irse en as1 eus, es ecir, no sólo desmultiplicar el poder imperial seculares en Oriente, como se ha visto, pero cuya procedencia es lícito buscar en
·¡ d l b"l ·
Sl eus e os u garos, smo centrar en Bulgaria el poder del basileus d l
porunba-
no u di" li • eosroma- una cristiandad nueva de los Balcanes: recuérdese a este respecto las llegadas for-
s. na pro giosa ap cactón del modelo que muestra hasta qué punto · zadas de paulicianos a Tracia en el siglo IX, tras el desmantelamiento de su terri-
siendo único al este de la cristiandad del siglo x. El patriarca Nicolás • sigue torio, y posteriormente, cuando engrosan las filas de los ejércitos imperiales. Pero
por Ia mmona · • d d dd C , , situado
e e a e onstantmo a la cabeza de los asuntos , le e sen"be cartas e! Tratado de Cosmas muestra al mismo tiempo el terreno loe.al en que el movi-
b
so re este tema q_ue hemos conservado. El ataque de 913 le abre a Si.meón la~ miento adquiere un evidente e incuestionable aspecto de descontento social con-
puertas de la capital, donde se le promete que una de sus hijas se casa á tra ta [glesia integrada por obispos y monjes, y contra los ricos en general. Sin
Co°:stantino, y dond~ el patriarca coloca sobre su cabeza una corona que ~uec:~ embargo, se estaba lejos de limitar su alcance, puesto que volveremos a encontrar
realidad, según se dtce, acompafiada de la fórmula «basileus de los búl
P s· · ¡ ct· garos» a los bogomilas en el desasosiego religioso del siglo XI.
¡ero tmeond no o enten 16 así:. tenernos constancia al menos de un se¡¡o, de·
Porno y.º.º e oro, ~y~ texto gnego le da el título de «basileus de los romanos»
Las hostilidades pros1gu1e:on, y el matrimonio de Constantino VII con la hija d~ Cristianizar más lejos
Ro°:1ano Lecapenos no hizo más que avivarlas, pues fue una de sus causas. De
~e~tiembre de 914, y la apertura de las hostilidades por Simeón, hasta 924, su Por lo demás, Bizancio y Bulgaria no están ya solas cara a cara. Los rusos
ultimo ataque contra Constantinopla, tfonen lugar diez años de guerra en y , aparecieron ya en el capítulo precedente. Tras su ataque de 860, una carta envia-
curso las dos pot~ncias~ Biza~cio·y-Bu-tgaria'; intentan'por igual poner e~ jue~i;;~ da por Focio a los patriarcas orientales daba cuenta de su conversión. Pero, sin
pueblos ~cundanos, los servios eslavos y cristianos, y los pechenegos paganos y duda, no fue más que formal, puesto que en 874 un acuerdo preveía la cristiani-
turcos. Snneón muere en 927 y su hij? Pedro hace las paces, acepta el compromi- zación del Estado, para lo que el patriarca Ignacio designaba un arzobispo. El
so rech~ado por su padre, con un tnbuto anual bizantino, y recibe como esposa proyecto se ve comprometido por la llegada al poder de Oleg, hijo de Rurik: la
a _un_a meta_d~ ~amano I Lecapenos, María: una sutil solución, que otorga a un· historia del encuadramiento escandinavo de Kiev es comparable en este punto a
asociado
t f' pr1vtleg1ado
d • una. descendiente del emperador • pero no u•"'
, .... porf"1rogene- ta del encuadramiento proto-búlgaro en Bulgaria. La conversión real esperará la
a, a mnza a ~egun_ 1a formula _familiar que caracteriza el sistema internacional maduración política del Estado ruso, a finales del siglo x. A principios de ese
centrad~. en B1zanc10. Hemos visto que en el siglo vm Constantino V se casaba siglo, los navíos rusos amenazan a tos jazares y Constantinopla. Hemos mencio-
con la htJ.ª del kag~_n de los j32:ares, convertida con este fin en la cristiana Irene. nado más arriba los tratados firmados con los rusos en 907 y 911, que regulaban
~~mos ~1.sto tamb1e~ que Bons de Bulgaria se convertía tras su bautismo en el las disposiciones desde entonces en vigor para las embajadas y los intercambios
h1JO es?mtual d_e Miguel IIL·_El Jmperio, único por definición, considera, pues, en la capital. Los conocemos a través de la Crónica de los tiempos pt1St1dos, la
al creciente
· b'l conJunto d de ·u ¡
, soberanos como una familia · Y en esta fa mtaematn• · crónica kieviana cuya tradición textual y crítica provocan más de una dificultad.
~omo u g_aro e M~n.a abre con precaución la categoría de las alianzas matrimo- En cambio, e! ataque de 941 está atestiguado también por las fuentes bizantinas.
males propiamente dichas, a las que Constantino VII consagra una larga ret1exión La Crónica presenta además el texto de un tratado fechado en 944. Se encuentra
en su tratado sobre la Administración del Imperio. A excepción de los fr alH la tarifa de rescate de los prisioneros hechos por los rusos, el cupo de seda
1 ·ct h"b"d « ancas»,
as const .era pro 1 1 ~s para la ~escendencia porfirogeneta. La alianza de Basilio que éstos pueden comprar, así como datos sobre la protección de los pescadores
II .con ~VJ~t?slav de K1ev. a traves de la hermana del primero, Ana resquebra · - de Querson. La importancia de los rusos en el horizonte bizantino queda de ma-
este pnnc1p10. ' Jara
nifiesto en el capítulo que les dedica, a mediados del siglo. el tratado de Constan-
paz
La de .921 permi:e a Bizancio recuperar su autoridad sobre los servios. tino VII sobre la Administración del Imperio. Su evolución !es conduce al proble-
La _s~c,edad bulgara ~ros~gue por su parte una evolución cuyas principales carac- ma de la cristianización y, en 957, Olga, viuda de [gor, recibe e! bautismo en
tensttcas son la eslav1zac1ón, que absorberá en lo sucesivo a la vieja aristocracia Constantinopla con el nombre de Helena, el mismo, como se recordará, de la
de los boyardos, y !a cristianización, que progresa fuera de las ciudades y repre-

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144 HISTORIA DE 812'.A")C!O EL RENAC!MlENTO EN EL ESTE 145

esposa de Constan~o VIL Aq~_í también la historia búlgara parece repetirse. y gue. siendo a menudo la kleisoura ('desfiladero') una primera etapa antes de :a
en 959. en :fecto, intenta tamb1en la solución latina y solicita un obispo y sacer- constitución del thema. :Éste es el caso de Licando, mencionado en 908 Y despues
dotes a Oton l. hacia 916, y Sebasteia, mencionada antes de 908 y más tarde en 911. Igualmente
La cristianización de !os eslavos continúa siendo un envite de la rivalidad de son mencionados un thema de Carsianon desde 873, y entre 899 y 901 (lo más
poder con Roma y con el Imperio Carolingio. Al oeste, los servíos, antaño con- tarde en 911), un thema de Mesopotamia que no es más que un principad? arme~
vertidos bájo el reinado de Heraclio, y vueltos después al paganismo, piden mi- nio cedido a León VI y del que el príncipe armenio de Taran se convierte en
sioneros y reciben el bautismo en el curso de los años 867-874, lo que refuerza estratega entre 900 y 930. Todos estos hombres de la frontera van y viene~, pu~s,
la influencia bizantina en el nordeste del Adriático. Bizancio se enfrenta a Vene- de una fidelidad a otra, como siempre, sin alejarse después de todo. B1zanc10,
cia y al problema de la piratería eslava: los piratas narentani son cristianizados por su parte, utiliza deliberadamente la cristiandad regional. L<;>s armenios r~pue~
bajo el reinado de Basilio L Se enfrenta principalmente con Croacia, Roma y los hlan, desde el principio del siglo, las inmediaciones del em1rato de Mehtene,
francos. Pero las islas y las ciudades de Dalmacia siguen estando en la common• abandonadas por la derrota de los paulicianos. Ocupan el thema de Mesopota-
wealth bizantina hasta el siglo :x11. Por último, el Adriático constituirá también mia. Después de 950, e incluso bajo el mandato de Romano I, la migración arme-
un envite de la g'uerra con los ürabes. El avance bizantino se pone de relieve por nia hacia el oeste reviste un carácter más regional y más masivo que la de los
la creación del themu de Dalmacia entre 868 y 878, mientras que un estratega del guerreros en busca de fortuna que se alineaban ante el emperador en los siglos
Estrimón figura en la lista de las prelaciones de Filoteo en 900. v11 y IX. Los themas fronterizos posteriores a 950 se reducen a menudo a una
En el Cáucaso, el reconocimiento de una monarquía armenia se inscribe en plaza fortificada donde reside el estratega. Son, pues, más pequefios y, por otra
Ia Iucba secular entre Bizancio y los árabes en la región fronteriza del Tauro. en parte, calificados así frente a los «grandes>) themas del interior, o incluso, cosa
Armenia. La guerra pauliciana estaba allí a la orderr del día: en 867, como se que es significativa, de «armeniacos» frente a los themas «romaicos». En. e~ecto,
~cardará. Después de algunas tentativas infructuosas Basilio lleva a cabo, a pnr• sus fuerzas se componen de armenios, sirios jacobitas y también de paulicianos,
hr de 871 y hasta 882, una reconquista triunfal que proporciona a Bizancio los familiarizados con el terreno. e incapaces, en cambio, de constituir una amenaza
puntos claves de la frontera. el Tauro y el Antitauro, así como los pasos del Éu- para la capital. Finalmente, durante el mismo período, las guerras de los gra~d~s
frates. La posición territorial de los paulicianos es barrida, como ya vimos. En linajes armenios, de sus aliados georgianos y de los emires de Melitene, a .pnn':1-
885, Bagdad envía una corona al armenio Achot Bagratuni, como pago de un pios del siglo x, son objeto de una historia propia, en las fronteras de Btza~c10
tributo, y Basilio hace lo mismo. La capital deJ reino es la del linaje, Bagaran. y del califato, conocida, o más bien accesible, a través de las fuentes arme~1ias,
Achot, que muere en 891. y su hijo Smbat (892-914) combaten a los emires de sirias y árabes (cristianas y musulmanas) mejor que por las fuentes bizantmas,
Mesopotamia y de Accrbaidján y, tras ellos, consecuentemene, el linaje rival, los que no aportan aquí más que un complemento informativo, Es la historia de so-
Ardzrunis del Vaspuracán, encuentra la oportunidad de obtener un apoyo. El rei- ciedades nacionales, insuficientemente exploradas aún, a pesar de investigaciones
no bagratida experimenta, sin embargo, un apogeo a partir del primer tercio del filológicas y arqueológicas prometedoras y ya fecundas, pero de la que al menos
siglo X, con Ani como capital, un desarrollo intelectual y monumental, contempo• hay que subrayar su riqueza e importancia en el umbral oriental de la cristiandad.
ráneo, por lo demás, del primordial papel desempeñado por los generales arme- No obstante en los últimos años de Constantino VII, Saif al-Dawla vuelve a
nios en Bizancio. a cuya cabeza se encontraba Juan Curcuas. tomar la delant~ra. Nicéforo Focas sustituye en 954 a su padre a la cabeza del
ejército y consigue la victoria en el campo bizantino. En 958, el sobrino de Nic~-
foro, Juan Zimisces, entra en Samosata. Ambos están desde entonces en el cami-
....Inicio de.. la réplica
~ . -··
,,
contra el Islam
,,-
no que les conducirá al trono.

La gue1Ta mesopotámica prosigue. Romano I continúa la empresa de Basilio


I e inicia una verdadera reconquista hacia el este. Juan Curcuas toma Mefüene Progresos más inciertos en el Oeste
en 934, después de muchos intentos. Lleva a cabo campafias triunfales en Arme-
·Ria en 942 y en Mesopotamia en 943: este mismo año los bizantinos vuelven a En el Mediterráneo la situación es diferente a causa tanto de los aliados como
ap~de~arse de viejas plazas como Daras, Amida y Nísibe. Asedian Edesa y la de las posturas enfrentadas. En el mar, de Rodas y Creta a Sicilia y al Gargano,
v1e3a cmdad les entrega el mandylion, la imagen de sí mismo que Cristo, según la carrera árabe plantea a los ribereños y a los transportes maiitimos un proble.rna
se decía, había enviado en vida del rey Abgar. La reliquia es conducida triunfal- de seguridad. En Sicilia e Italia meridional, cualquíer maniobra bizantina reviste
mente a Constantinopla el 15 de agosto de 944. Bizancio se encuentra enfrentada necesariamente los contornos de la reconquista, del gran proyecto justinianeo,
a los emires de la región, y sobre todo al de Alepo y Mosul, Saif al-Dawla, de que renace periódicamente en la historia del Imperio para gloria de Basilio Y su
la dinastía local de los hamdanides, héroe legendario de la alta Siria árabe. Los dinastía en los siglos IX y x, y para la de los Comnenos en el xn. Y, sin emb'?'go,
cristianos son al mismo tiempo el envite y el medio de la lucha. Jefes y señores también allí el cuadro está dominado en 867 por los progresos árabes Y modifica-
armenios están integrados en el dispositivo fronterizo, cuya organización prosí· do, respecto al modelo justinianeo, por el hecho carolingio y por la existencia de

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146 HISTORIA DE BIZANCIO 147
EL RENACIMIENTO EN EL ESTE

los principados lombardos en el sur. Es evidente que las dos situaciones está gobardfa, uno de cuyos estrategas es mencionado por primera vez en 911, que se
relacionadas entre sí, cosa que salta a la vista leyendo, por ejemplo, las Vidas dn
dos monjes de la ép~a, uno .siciliano, Elías el Joven, nacido en Enna hacia s21 extiende, como su nombre indica, en detrimento de los príncipes lombardos de
la región, o mejor dicho, por encima de ellos, como un eminente poder. En 885~
Y_ muerto en !esalóruca en 903, y un calabrés, Eüas de la .Gruta (Speleotis), na. 886, una campaña victoriosa de Nicéforo Focas entrega a !os bizantinos Amantea,
c1do en Reggio entre 860 y 870, y muerto hacia 960 en su convento. Ambos so Trapea y Santa Severina, mientras que en 901 los árabes toman Reggio. Hasta
fundadores de monasterios al pie del Aspromont e, en la punta extrema de Cala~ la mitad del siglo, la denominación administrativa sigue siendo la del thema de
bria. Ambos mantie?en vínculos con Roma, puestos de manifiesto por el lugar Sidlia, aunque más tarde la terminología se hace eco de los hechos: el tratado
que ~cupa su es~cia r o ~ en su biografía. Y ambos navegan mucho y son sobre la Administración del Imperio (entre 948 y 952} menciona a un estratega
empUJ~dos en particular hacia el Peloponeso por las circunstancias. Elías el Joven de Calabria. De este modo, Bizancio es de nuevo un asociado político y un adver~
está, sin embargo, en contacto con el gobernador de Calabria y con León VI. sario militar en la Italia del sur a partir del reinado de Basilio I. Y esta historia
Dicho esto, la historia de las incursiones árabes en las costas griegas e italianas oficial se superpone a la de un helenismo provincial, cuya obediencia política se
y la de las campañas marítimas en la Italia meridional tienen un alcance diferente. debe a Constantinopla y la religiosa a Roma. La conocemos por la literatura mo-
El dominio ?1arftimo de i?s árabes se traduce en golpes de diversa magnitud. En nástica a la que ya hemos aludido, una de cuyas partes se perdió en accidentes
896-, los habitantes de Egma huyen al continente a raíz de un asalto, que conoce- posteriores, y cuyos vestigios dan ya cuenta holgada de la rica complejidad de
mos por la Vida de Lucas el Joven, cuya continuación tiene Grecia por escenario. una cultura de confines, que sólo declinará lentamente tras la conquista norman-
En 904, una expedición conducida por un renegado bizantino, León de Trípoli, da del siglo XI. Subsisten tambíén restos arqueológicos cuyo inventario no se ha
se ~ventura h?sta los Dardanelos para atacar Constantinopla y luego se desvía acabado de hacer, así como documentos de archivos muy excepcionales, cuyo nú-
hacia ~esalóruca. El relato de la toma de la ciudad, hecho por el clérigo Juan mero tal vez se acrecentará. Por último, el muy discutido problema de los dialec•
Camematés, muestra que el apresamiento de cautivos para vender era un motivo tos griegos de Calabria, aún hoy en día vivos, forma parte, en todo caso, de la
para_ tales_ exp~diciones. Ju~n Cameniatés presenta a los asaltantes según el este- historia.
reotipo bizantino del salvaJe, a través del que se distingue, a pesar de todo la La extensión de Bizancio en la Italia meridional no resuelve el problema ge-
consi~erable violencia del acontecimiento, cuya resonancia estuvo en proporción neral de las comunicaciones marítimas. A lo largo del siglo x los árabes acaban,
a la cmdad que afectaba. En 925, Oria sufrió un desembarco referido en una car- por el contrario, de cercar Sicilia, desde donde amenazan Calabria y donde, sin
ta (en he?reo) del médico~ filósofo judío Shabbetat Donnolo, que pertenecía a embargo, sobrevive el helenismo. Las claves del mar están de hecho en Creta y
la comumdad local ya mencionada aquí a propósito del decreto de conversión de Chipre, y Bizancio fracasa allí, en 904 en Tesalónica, como vimos. La flota bizan·
~asili~ l. Sin emb~g~. jun~o a los muertos y desaparecidos que producían estas tina está a! mando del logothetos tou dromou Himerio, que desembarca en Chipre
m~urstones, la prox1m1dad arabe ofrecía también aspectos cotidianos. Un manus• en 910, tras una victoria en el Egeo en 905 o 906. Pero en 911. a la vuelta de
cnto fechado en 916 contiene la historia de Atanasia de Egina, que hab,ía perdido una inútil expedición a Creta, su flota es destruida a !a altura de Qufo. Sin embar-
a su marido once días después de las bodas, durante una incursión árabe, y que go, la segunda mitad del siglo IX es testigo de una importante reorganización de
ob~dece luego un decreto imperial que ordenaba a todas las viudas y solteras de la marina bizantina. El drongario de la flota imperial se convierte en comandante
l_a !sla a to~~r un esp'?so «bár?aro». Sin duda, el caso es ejemplar ya que este supremo, apoyado por la oficina del mar. En 899 aparece la primera mención de
ultimo se deJO persuadrr postenorme nte para hacerse monje ... La circulación de un nuevo thema marítimo, el de Samos. Bizancio se apresta igualmente a un gran
monedas ~ra~es, sobre todo las de los emires en Atenas, ha sido ya señalada, y esfuerzo de construcción marítima, y fortifica algunos importantes puntos coste·
el descubnm1ento de un lugar de culto musulmán en la misma ciudad, mejor aún, ros como Tesalónica, tras el desastre de 904, y Atalia.
el u~o '?rnamental. de caracteres cúficos en la decoración de las iglesias de las in~ Alrededor ele 950, Bizancio es, pues, al este de la cristiandad, un modelo im·
mediaciones, mamfiesta, alrededor de! siglo x, una presencia árabe pacífica. En perial, una moneda, una cultura dominante, y su periferia, pero también una so-
una palabra, un Bizancio marítimo se extiende de Sicília a la Apulia y de Calabria ciedad de guerreros y clérigos, de ciudadanos y campesinos. que hay que compa-
a Te.salónica ~ el Egeo, donde la gama de contactos con el Islam es comparable rar con el Occidente contemporáneo. Pero, sin duda, no es una sociedad sin agi-
en cierta medida a la que mencionamos a propósito del Bizancio continental en taciones. Es preciso ir descifrándolas a través del descontento fiscal de Una pro-
el este. Por ello, ese Bizancio de las islas y las costas está en relación incluso con vincia, la disidencia de una herejía, la disconformidad de una cultura regional o
el Asia Menor, a decir verdad, por el envite chipriota, y por las ofensivas marfti• las empresas de un jefe militar. Todo esto compone la dinámica de una historia
mas de los emires de Tarso.
que prosigue su curso, tras la muerte de Constantino VII, hacia lo que hay que
La política imperial apunta, pues, a dos objetivos, la reconquista de las rutas llamar con justicia, a pesar de una contradicción en los términos que no es sólo
m~rítimas f la de ~talia. El primero apenas será cumplido antes de la segunda una en realidad, un Estado «feudal».
mitad del siglo x. Sm duda alguna, Basilio cosecha de entrada éxitos en el Adriá·
tico. Libera R_agusa en 868 y toma Bari en 876 al emperador Luis II, que la habfa
ganado a los arabes en 871. Esta victoria es el germen del futuro thema de Lo11-

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