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Fig. 6 .- As Emporia
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Escasos vestigios nos han llegado de la ciudad sedetana de Salduie, epígrafe ibérico que
aparece en sus monedas. Algunos tratadistas la sitúan bajo la actual Zaragoza y otros en
el castillo de Miranda, lugar cercano aguas arriba del río Ebro. En general se acepta
como antecesora de la Colonia que se fundó hacia el año 20 a.C. bajo Augusto para
alojar a los veteranos de las legiones que lucharon en las Guerras Cántabras (IV
Macedónica, VI Victrix y X Gémina).
Del desarrollo de la Colonia como ciudad, planteada en un lugar estratégico, y que iba a
ser importante nudo de comunicaciones nos hablan, como documentos inapreciables,
las abundantes emisiones de moneda que en el periodo de dominación romana se
realizaron en Cesaraugusta, que llegó a ser cabeza del Convento Jurídico
Cesaraugustano. Así mismo los importantes restos arqueológicos que han sido
descubiertos nos hablan de una ciudad levantada según el modelo tradicional romano y
que disponía de teatro, foro, puerto fluvial y perímetro amurallado –todos ellos hoy
visitables-.
La amonedación de época ibérica obedece en todo a la tipología común. Cabeza viril
con tres delfines en el anverso y jinete con palma en el reverso, amén del epígrafe en
alfabeto ibérico (fig. 1). Solo se conocen monedas de bronce (ases y semises). Parecen
ser emisiones de final del siglo II a.C. y principios del s. I a.C.
Después de un largo periodo sin acuñaciones, aparecen las primeras monedas de la
Colonia bajo modelo romano imperial. La cabeza de Augusto –primero desnuda y
luego laureada- con las leyendas tradicionales en el anverso y la yunta guiada por el
sacerdote en el acto religioso fundacional de marcar el perímetro de la ciudad, en el
reverso (fig. 2).
Es muy interesante la emisión de dupondios (2 ases) en la que aparece el emperador
entre Cayo y Lucio y los estandartes correspondientes a las legiones con cuyos
veteranos se pobló la ciudad inicialmente (fig. 3).
Bajo la administración de Tiberio (14-37) las emisiones de Cesaraugusta nos ofrecen,
entre otras, una visión de los monumentos de la ciudad o de los personajes de la familia
imperial. Caso del templo hexástilo (fig. 4) o de las imágenes de Nerón y Druso (fig. 5).
Durante los casi cuatro años que duró Calígula como emperador, hasta su violenta
muerte, prosiguen las emisiones en la Colonia Cesaraugusta con variada tipología. El
emperador y enseñas militares (fig. 6) o imágenes de familiares, como el caso de
Agripina (fig. 7).
Bajo la administración de Claudio se cerraron todas las cecas de la Península,
cubriendo las necesidades monetarias con la producción metropolitana. En
Cesaraugusta se volverán a reiniciar bajo dominio visigodo.
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La actual Huesca es la sucesora de la ciudad ibérica que, por los hallazgos habidos –
anteriores al siglo VI a.C.- lo era, a su vez, de un poblamiento de la Edad de Hierro.
Según Plinio pertenecía a la etnia suessetana y es innegable la importancia que este
pueblo tuvo en todos los acontecimientos históricos que se desarrollaron durante los
siglos II y I anteriores a Cristo. Durante las guerras que Roma mantuvo para someter a
los indígenas de la zona, los suessetanos, unas veces como aliados y otras como
enemigos, participaron activamente en los enfrentamientos, acabando sometidos hacia
el 179 a.C. con la victoria de Graco. El inmenso botín que los generales romanos se
llevaron a la metrópoli lo cita Tito Livio como argentum oscense que, aunque no fuera
en plata de Osca porque la ciudad aun no había acuñado moneda, prueba la relevancia
de la misma en aquel momento histórico.
Bajo dominación romana, en la segunda mitad del siglo II a.C., comienzan las
emisiones oscenses. Son denarios de plata (de unos 4 gramos de peso) y ases de bronce
(de unos 10 gramos de promedio) y sus divisores. Presentan en el anverso una cabeza
viril, con barba hirsuta, que quizás represente a un dios local o al tipo racial de la zona.
En el reverso un jinete lancero y la leyenda BOLSCAN, en caracteres ibéricos (Figs. 1 y
2).
Sertorio, durante el periodo que mantiene su sublevación frente a Roma (80-72 a.C)
hizo de Osca la capital de su territorio, que llegó a cubrir una buena parte de la
Península. En su intento de alcanzar el poder en la Metrópoli necesitó de ingentes
cantidades de numerario, que se materializaron en numerosas emisiones de denarios
bajo el epígrafe oscense. Estas piezas –a las que hay que añadir los numerosos denarios
“forrados”, es decir, con el alma de cobre cubierta con un baño de plata- aparecen con
una notable dispersión y son, quizás, las acuñaciones más numerosas efectuadas en una
sola ceca en la Hispania romana. En su tipología no presentan sensibles variaciones con
la de los denarios acuñados en el siglo anterior.
Muerto Sertorio, se recrudecen las Guerras Civiles en el enfrentamiento entre César y
Pompeyo y es, al final, Octavio el que se alza con el poder, iniciando el periodo
imperial. Después de una emisión de transición en la que la figura de Octavio aparece
sin nombre (fig. 3), en las siguientes la efigie imperial aparece ya laureada y con su
titulación. Es de hacer notar que en las acuñaciones imperiales -ya totalmente
romanizadas- se mantiene la figura ancestral del jinete ibérico, al igual que en las de la
Bilbilis romana, algo que no ocurre en otras cecas de la zona. Se incluyen los nombres
de los magistrados monetarios en cada momento.
Tiberio y Calígula mantienen esta línea de acuñaciones, añadiendo en algunas emisiones
tipologías de tradición romana.(figs. 5 y 6). Osca cesó sus emisiones con la
administración de Claudio, al igual que sucedió con el resto de las cecas de Hispania,
siendo sustituido el circulante, de manera paulatina, por el emitido en la capital del
imperio.
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En la isla de Ibiza, según Diódoro de Sicilia, los cartagineses fundaron una colonia a
mitad del siglo VII antes de Cristo, aunque algunos tratadistas creen que fueron los
fenicios de Gades (Cádiz) los que fundaron el establecimiento comercial. Lo innegable
es la antigüedad de Ibusim, como se llamaba en idioma púnico, o de Ebusus como la
denominaron los romanos cuando se hicieron con la isla, después de varios siglos de
dominación cartaginesa, en cuyo periodo fue el núcleo de su asentamiento en el
archipiélago balear.
Durante la Segunda Guerra Púnica, Escipìón desembarcó en la isla en el 217 a.C. en
un intento de conquistar la importante base cartaginesa, pero fracasó y hubo de regresar
a Emporion. No obstante, el éxito de las armas romanas en la guerra, obligó a abandonar
la Península al ejército cartaginés que, bajo mando de Magón, se refugió en Ibusim en el
206 a.C. El final de la guerra significó para la colonia cartaginesa pasar a la órbita de la
República romana, al igual que todo el Mediterráneo occidental.
Las acuñaciones en Ibusim se inician en el siglo III a.C. con unas pequeñas monedas
de bronce, que oscilan entre los 3 y los 1,5 gramos de peso, y que debieron ser para uso
de carácter local. Son anepígrafas (sin leyendas) y en ellas aparece la imagen del dios
Bes y de un toro (fig. 1).
Con el inicio de la Segunda Guerra Púnica y el dominio cartaginés de la Península, a
fines del siglo III a.C., Ibusim inicia las acuñaciones en plata. Son piezas bajo patrón
teórico de la dracma, con una corta emisión de didracmas ( de unos 10 gramos) y varias
series de hemidracmas (de unos 2,5 gramos) que en su tipología repiten las imágenes
del dios Bes y del toro (fig. 2)
Durante este periodo, en paralelo a las acuñaciones argénteas, la ceca sigue
produciendo moneda de bronce de baja denominación, que se prolongará durante todo
el siglo II a.C., y cuyos tipos en nada se diferencian de los anteriores. Son pequeñas
piezas que oscilan alrededor de los dos gramos y medio de peso. Estas moneditas se han
encontrado en muy distintos yacimientos arqueológicos de la Península, lo que prueba
la intensidad comercial de Ibusim durante el periodo cartaginés.
A fines del siglo II a.C. y durante el principio del siglo I a.C. se producen
abundantes emisiones de unas monedas en las que, por primera vez, aparece el nombre
de la ciudad en su reverso. En bronce, de alrededor de 6 gramos de peso, presentan en el
anverso al ya tradicional dios Bes pero en su reverso, en caracteres neopúnicos, puede
leerse “A-I-Bu-Si-M” y el numeral cincuenta (fig. 3).
Habrá que esperar al reinado de Tiberio para volver a encontrar acuñaciones
ibicencas. Son unas monedas de bronce en las que aparece la efigie del emperador y que
presentan la particularidad de ser bilingües, pues junto a las leyendas latinas aparece el
nombre de la ciudad en alfabeto púnico (fig. 4).
Después de una corta emisión del emperador Calígula (37-41), las últimas
acuñaciones de Ebusus, bajo el emperador Claudio (41-54) son, curiosamente, las
postreras labras de todas las cecas hispánicas, que bajo esta administración ya no
emitieron, siendo sustituido su numerario, a partir de este periodo, por el producido en
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En las proximidades de Calatayud, sobre el cerro de Bámbola, podemos visitar hoy los
restos arqueológicos de lo que fue el municipum romano de Bilbilis, levantado a
principios del siglo I. A cierta distancia, donde confluyen los ríos Jiloca y Jalón, en el
paraje de Valdeherrera, tuvo su asiento la ciudad celtibérica del mismo nombre, cuya
historia va en paralelo con la próxima Segeda, también perteneciente a la tribu de los
belos. Estas ciudades se vieron implicadas en las guerras celtibéricas frente a Roma de
mediados del siglo II antes de Cristo.
En época sertoriana, la guerra llegó con toda su virulencia al valle del Jalón. Las tropas
de Pompeyo arrasaron muchas poblaciones de la zona y quizás ésta sea la causa del
traslado de los pobladores bilbilitanos a un lugar más defendible, conformando lo que,
con la pacificación bajo el dominio romano, será un municipio con todo sus derechos.
A partir de ese periodo Bilbilis es uno de los centros de romanidad, llegando a ser el
emperador Tiberio, a título honorífico, uno de sus magistrados municipales y como tal
aparece en una serie monetal (fig. 6).
Las acuñaciones de Bilbilis se inician a partir de mediados del siglo II antes de Cristo.
Obedecen a la tipología general de la zona. Siendo exclusivamente en bronce, sus ases y
semises presentan en el anverso una cabeza viril. En una primera emisión aparece el
símbolo “S” detrás de la cabeza y un delfín delante. En otra posterior y de arte menos
cuidado es el símbolo “BI” –quizás la inicial del nombre de la ciudad- el que se incluye
(Figs. 1 y 2). En los reversos de los ases el jinete lancero propio de estas acuñaciones
aparece sobre la leyenda en caracteres ibéricos. En los divisores es un caballo al galope
la imagen del reverso (Fig. 3).
En el último tercio del siglo I a.C. aparece en Bilbilis una emisión de transición en la
que aparece el retrato de Augusto pero sin titulación. La leyenda en anverso, ya en
caracteres latinos, y el jinete lancero tradicional sobre la leyenda ITALICA (fig.4).
Quizás se deba a la política de introducción en el medio local de la lengua e imágenes
itálicos en un evidente proceso de romanización que alcanzará su plenitud bajo el
periodo imperial. Esta emisión tendrá continuidad en otra similar en la que la efigie de
Augusto se presenta con su titulación oficial.
Las emisiones durante el periodo imperial en poco se diferencian de las producidas en
las otras cecas de la zona. La cabeza laureada del emperador con todos sus títulos en la
leyenda y los motivos tradicionales (láurea, haz de rayos, etc.) en anverso y reverso (fig.
5).
Merece ser resaltada la emisión en la que aparecen como magistrados nada menos que
el emperador Tiberio y su favorito Aelio Sejano (fig.6). Una vez caído en desgracia
éste, se aplicó también a las monedas la damnatio memoriae, es decir la desaparición
física de toda imagen y leyenda que recordara al odiado Sejano. Así aparecen algunos
ejemplares de esta emisión.
Con Calígula se terminan las acuñaciones bilbilitanas, al igual que en el resto de las
cecas peninsulares.
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