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CECAS DE LA ANTIGÜEDAD

SERIE DE ARTÍCULOS PUBLICADOS EN LA REVISTA EL ECO FILATÉLICO


Y NUMISMÁTICO ENTRE OCTUBRE DE 2003 Y DICIEMBRE DE 2004

Fuente imágenes: ALVAREZ BURGOS, F. Catálogo General de la Moneda


Hispánica. Editorial Jesús Vico. Madrid 1979

MARCO-LUIS ROYO ORTÍN

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1.- CELSA

Un palpable ejemplo del proceso de romanización a que fue sometida la península


ibérica puede comprobarse en la evolución numismática de Celsa, en sus poco más de
cien años de existencia como colonia, y de su predecesora, la ciudad ibérica de Celse.
En los alrededores de Velilla de Ebro, municipio de la provincia de Zaragoza, pueden
visitarse los restos arqueológicos de la que fue importante ciudad de la antigüedad.
Estrabón la cita situada junto a un puente de piedra sobre el río Ebro y Ptolomeo
incluye a Celse en la nómina de poblaciones ilergetes.
Ya bajo dominación de Roma, comienzan las acuñaciones que, al igual que las de otras
cecas de la zona, presentan cabeza viril y jinete en el caso de los ases. La leyenda del
epígrafe está escrita en caracteres del alfabeto ibérico (fig. 1). Esta amonedación, que
incluye divisores de bronce y un ejemplar conocido de denario de plata, a pesar de su
apariencia claramente indígena, se produce bajo metrología romana.
Celse vivió los enfrentamientos entre Roma y Sertorio cuando éste realizó, en el año 74
a.C., una campaña de conquista entre las ciudades del valle del Ebro que le presentaban
oposición. De este periodo pueden provenir las abundantes acuñaciones que han
aparecido en toda la Península y que Sertorio hubo de promover para atender a las
necesidades de la guerra.
Hacia el año 45 a.C. se produce una interesante acuñación, que los tratadistas atribuyen
a Pompeyo en el periodo de su enfrentamiento con César. Es un as, de un peso superior
al normal, que presenta en el reverso el habitual epígrafe en caracteres ibéricos pero que
en el anverso incluye la leyenda CEL, abreviatura de la paulatinamente latinizada
CELSA (fig. 2). Tal práctica es demostrativa del intento de ir familiarizando a los
usuarios de tal numerario con un idioma ajeno a ellos.
Después del periodo de las Guerras Civiles, Marco Lépido, como procónsul de la
provincia Citerior, realiza la fundación de la Colonia Vixtrix Ivlia Lepida en el año 44
a.C. a la que le da su cognomen. A este periodo corresponden unas acuñaciones de una
tipología netamente romana, con una victoria en el anverso –en clara alusión a los
triunfos cesarianos- y un toro en el reverso (fig. 3). Las leyendas aparecen en caracteres
latinos. La aparición de un toro en esta y en otras cecas de la zona parece estar
vinculada al culto a Venus, diosa protectora de César. En estas acuñaciones ya ha
desaparecido todo vestigio de indigenismo.
A partir del declive político de Lépido y de la posterior instauración de Octavio como
cabeza del Estado, en la amonedación de la colonia se vuelve al antiguo nombre, ya
latinizado, y se incluye el epígrafe Colonia Victrix Ivlia Celsa pero la imagen que
aparece es la de Octavio, primero con la cabeza desnuda y posteriormente laureada
(fig. 4). En estas emisiones se incluyen los nombres de los duumviros (magistrados
superiores de la colonia) o de sus sustitutos los prefectos.
Las últimas acuñaciones de Celsa se producen bajo la administración de Tiberio, que
mantiene la tipología augústea en sus dos emisiones (fig. 5).

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La decadencia y desaparición de la colonia Celsa está claramente relacionada con el
crecimiento de Cesaraugusta (la actual Zaragoza) otra colonia, fundada unos veinte
años más tarde, que por su situación estratégica y como cabeza de Convento Jurídico
alcanzó un rango superior.
En el periodo del emperador Claudio, entre los años 52-54 de la nueva era, se produce
el abandono de la colonia celsense de forma sistemática, interrumpiéndose la vida local,
según prueban las excavaciones en curso en las que no se han hallado objetos muebles
de valor.
Bajo administración de Claudio se cierran todas las cecas hispánicas, siendo sustituido
el numerario de carácter local por el producido en la metrópoli, en un nuevo paso de
romanización absoluta.

Fig. 1.- AS CELSE (S. I A.C.)

Fig. 2.- AS CELSE (circa 45 A.C)

Fig. 3.- AS COLONIA IULIA LÉPIDA (44-30 A.C.)

Fig, 4.- AS AUGUSTO. COL. CELSA (27 AC-14 DC)

Fig. 6.- AS TIBERIO. COL. CELSA (14- 36 D.C.)

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2.- EMPORIÓN

A pocos kilómetros de La Escala (Gerona) se encuentran los restos arqueológicos –que


bien merecen una visita- de lo que fue una de las primeras colonias griegas creadas en
la Península. Obra de los focenses, que ya habían levantado otras ciudades con fines
comerciales como Massalia (Marsella), Nikaia (Niza) o Rhode (Rosas), su fundación se
remonta a principios del siglo VI antes de Cristo.
Como herramienta básica en sus intercambios comerciales con los pueblos indígenas,
los focenses comenzaron a introducir la moneda metálica, un instrumento desconocido
hasta entonces entre las tribus ibéricas, que se habían limitado al trueque de mercancías.
En un principio debieron utilizar las monedas griegas y massaliotas que traían consigo
pero ya en el siglo IV comienzan las acuñaciones en la colonia con unas pequeñas
monedas de plata –imitación de las foceas- que son de las primeras monedas producidas
en la Península Ibérica.
En el siglo III a. C. se inicia una abundante producción de dracmas, piezas de plata de
unos 5 gramos de peso y de estilo artístico y metrología griegos, con una cabeza
femenina con espigas en el pelo y un caballo alado en el reverso, y la leyenda en
alfabeto griego EMPORITON (fig. 1). Tal difusión alcanzó este tipo de moneda que los
pueblos próximos a la ciudad llegaron a imitarlas, con un estilo más tosco y unos
epígrafes en caracteres ibéricos que, en ocasiones, no tienen significado alguno (Fig.
2).
El comienzo de la Segunda Guerra Púnica significó el desembarco de un ejército
romano, en el 218 a.C., al mando de Cneo Escipión, con lo que se inicia, después de
algunas alternativas bélicas, el sometimiento de las tribus ibéricas y de las colonias
griegas al poder de Roma. Las dracmas de Emporiton y sus imitaciones ibéricas son las
conocidas por argentum oscense, que citan Tito Livio y otros autores, como llevadas a
Roma en ingentes cantidades en pago de tributos de guerra.
Hacia principios del siglo II a.C. comienzan las acuñaciones en cobre, en que la
Perséfone de las dracmas ha sido sustituida por Palas con casco (fig. 3) y con la
particularidad reseñable de que los epígrafes en caracteres griegos aparecen ahora en
alfabeto ibérico (Untikesken). Los ases tienen sus correspondientes divisores (semis y
cuadrans) en los que el toro y el león ocupan como símbolos el reverso de estas
monedas (Figs. 4 y 5). Esta política de identificación con los pueblos ibéricos y
celtibéricos es seguida por Roma, en su etapa inicial de dominación, en las acuñaciones
producidas en este periodo, como puede comprobarse en las monedas de otras muchas
cecas de la Hispania Citerior.
En una tercera etapa, en un claro proceso de romanización, surgen las series en las que,
manteniendo la tipología característica de esta ceca, las leyendas en caracteres ibéricos
son sustituidas por epígrafes latinos en que aparece el nombre de la ciudad de Emporia,
ya romanizado. También se incluyen los nombres de los magistrados monetarios (en
este caso cuestores).

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Este periodo se extiende desde mediados del siglo I a.C., en el que la ciudad alcanza el
rango de municipium otorgado por César, hasta unas fechas indeterminadas del siglo I
d.C. en que van cesando las acuñaciones provinciales para ser sustituidas por las
realizadas en la metrópolis, en una definida maniobra de centralismo político. No
obstante su uso debió prolongarse ya que muchas monedas de esta serie aparecen
reselladas con un delfín y con las iniciales D.D. (por decreto de los decuriones).
Así, hemos podido comprobar cómo la evolución monetaria de esta ceca refleja
claramente los avatares políticos de una época pletórica de acontecimientos.

Fig 1.- Dracma Emporiton

Fig. 2. Dracma de imitación ibérica

Fig 3.- As Untikesken

Fig. 4.- Semis Untikesken

Fig. 5.- Cuadrans Untikesken

Fig. 6 .- As Emporia

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3.- SALDUIE. COLONIA CAESARAUGUSTA

Escasos vestigios nos han llegado de la ciudad sedetana de Salduie, epígrafe ibérico que
aparece en sus monedas. Algunos tratadistas la sitúan bajo la actual Zaragoza y otros en
el castillo de Miranda, lugar cercano aguas arriba del río Ebro. En general se acepta
como antecesora de la Colonia que se fundó hacia el año 20 a.C. bajo Augusto para
alojar a los veteranos de las legiones que lucharon en las Guerras Cántabras (IV
Macedónica, VI Victrix y X Gémina).
Del desarrollo de la Colonia como ciudad, planteada en un lugar estratégico, y que iba a
ser importante nudo de comunicaciones nos hablan, como documentos inapreciables,
las abundantes emisiones de moneda que en el periodo de dominación romana se
realizaron en Cesaraugusta, que llegó a ser cabeza del Convento Jurídico
Cesaraugustano. Así mismo los importantes restos arqueológicos que han sido
descubiertos nos hablan de una ciudad levantada según el modelo tradicional romano y
que disponía de teatro, foro, puerto fluvial y perímetro amurallado –todos ellos hoy
visitables-.
La amonedación de época ibérica obedece en todo a la tipología común. Cabeza viril
con tres delfines en el anverso y jinete con palma en el reverso, amén del epígrafe en
alfabeto ibérico (fig. 1). Solo se conocen monedas de bronce (ases y semises). Parecen
ser emisiones de final del siglo II a.C. y principios del s. I a.C.
Después de un largo periodo sin acuñaciones, aparecen las primeras monedas de la
Colonia bajo modelo romano imperial. La cabeza de Augusto –primero desnuda y
luego laureada- con las leyendas tradicionales en el anverso y la yunta guiada por el
sacerdote en el acto religioso fundacional de marcar el perímetro de la ciudad, en el
reverso (fig. 2).
Es muy interesante la emisión de dupondios (2 ases) en la que aparece el emperador
entre Cayo y Lucio y los estandartes correspondientes a las legiones con cuyos
veteranos se pobló la ciudad inicialmente (fig. 3).
Bajo la administración de Tiberio (14-37) las emisiones de Cesaraugusta nos ofrecen,
entre otras, una visión de los monumentos de la ciudad o de los personajes de la familia
imperial. Caso del templo hexástilo (fig. 4) o de las imágenes de Nerón y Druso (fig. 5).
Durante los casi cuatro años que duró Calígula como emperador, hasta su violenta
muerte, prosiguen las emisiones en la Colonia Cesaraugusta con variada tipología. El
emperador y enseñas militares (fig. 6) o imágenes de familiares, como el caso de
Agripina (fig. 7).
Bajo la administración de Claudio se cerraron todas las cecas de la Península,
cubriendo las necesidades monetarias con la producción metropolitana. En
Cesaraugusta se volverán a reiniciar bajo dominio visigodo.

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FIG. 1.- AS. SALDUIE (S. II-I a.C.)

FIG. 2 AS. AUGUSTO. CCA (s. I a.C.)

FIG. 3. DUPONDIO. AUGUSTO. CCA (S. I)

FIG. 4. DUPONDIO. TIBERIO. CCA (14-37)

FIG. 5. AS. TIBERIO. CCA (14-37)

FIG. 6. DUPONDIO. CALÍGULA. CCA (37-41)

FIG. 7 AS. CALÍGULA. CCA. (37-41)

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4.- CARTAGO NOVA

Bajo la actual Cartagena se levantó, quizás, la mayor ciudad de la Península en época


ibérica, a la que los tratadistas hacen llegar hasta las 100 hectáreas de extensión. Polibio
nos describe el palacio que Asdrúbal levantó en una de sus colinas y las magníficas
características de su puerto natural. Este general cartaginés fue el fundador de la ciudad
en el último tercio del siglo III a.C., llamándola Kart-Hadascht (Ciudad Nueva).
Escasos restos nos han llegado de su pasado esplendor.
Durante todo el periodo de la dominación cartaginesa, la Nueva Cartago fue la capital
administrativa y cuartel general de los bárquidas en la Península y desde aquí planificó
Aníbal la campaña que llegó a amenazar, durante el curso de la Segunda Guerra Púnica,
la existencia misma de la República Romana.
En el 210 a.C. Publio Cornelio Escipión, con el ejército desembarcado en la Península,
puso cerco a la ciudad, mal defendida por Magón, y consiguió su rendición, obteniendo
un enorme botín.
Bajo administración romana –durante la que no se le cambió el nombre- Cartago Nova
vivió todos los avatares de las guerras civiles, alcanzando el rango de colonia en el año
42 a.C. bajo el proconsulado de Lépido en la Hispania Citerior. Bajo Diocleciano fue
capital de la provincia de su nombre, que comprendía el centro-sudeste de la Península.
En la invasión bárbara fue destruida aunque, posteriormente, se reedificó manteniendo
la estructura anterior.
La amonedación cartaginesa tiene la característica de ser anepígrafa –no presenta
leyendas de identificación- con lo que durante mucho tiempo hubo dudas para
diferenciar las piezas acuñadas en Cartago nova y las producidas en la Metrópoli. Los
abundantes hallazgos habidos han ayudado a resolver esta cuestión.
Se acuñaron cantidades ingentes de moneda de plata y bronce y en menor cantidad de
oro, de una gran belleza fruto de la herencia helenística. Se labraron en Cartago nova
notables piezas de plata bajo la metrología del siclo –unidad de 7.20 gramos- (fig. 1 y
2). En estas monedas aparecen las imágenes de unos personajes en las que algunos
tratadistas han querido ver a los generales de la familia Barca, aunque parece más
lógico que sean la representación de dioses del panteón cartaginés (Ashmón, Heracles
con clava, Tanit, etc.). En los reversos, quizás por ser una amonedación con fines
militares, aparecen las armas características del ejército púnico: proa de nave, el
elefante y el caballo.
Así mismo se realiza abundante producción de moneda de cobre, teniendo como unidad
el calco. En los anversos aparecen las efigies de Tanit (fig. 3) y de una cabeza viril sin
identificar. En los reversos es el caballo el protagonista.
Todas estas emisiones terminan con la derrota de Cartago en la Segunda Guerra Púnica.
Hasta la mitad del siglo I a.C. no se vuelve a acuñar moneda en Cartagonova, ésta ya
con tipología romana y leyendas latinas. Son unas emisiones de transición hacia la
amonedación imperial (fig. 4) en la que aparecen los nombres de los magistrados
monetarios y la simbología propia de la República Romana.
En época imperial las acuñaciones se prolongan hasta la época de Calígula (37-41
d.C.). Bajo Augusto los ases y sus divisores presentan la cabeza del emperador y
símbolos militares y religiosos (fig. 5). Durante las administraciones de Tiberio y
Calígula en la amonedación de Cartagonova aparecen personajes de la familia imperial
tales como Nerón y Druso (fig. 6) o de Cesonia (fig. 7)

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FIG 1.- DOBLE SICLO. CARTAGONOVA. (S.III a.C.)

FIG. 2.- SICLO Y MEDIO. CARTAGONOVA. (S. III


a.C.)

FIG. 3.- CALCO. CARTAGONOVA (S.III a.C.)

FIG. 4.- SEMIS. CARTAGONOVA. (S. I a.C.)

FIG. 5.- AS AUGUSTO. CARTAGONOVA (S.I)

FIG. 6.- AS TIBERIO. CARTAGONOVA (14-36)

FIG. 7. AS CALÍGULA. CARTAGONOVA (37-41)

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5.- GADIR (GADES)

En el emplazamiento de la actual Cádiz se levantó en la antigüedad la ciudad


de Gadir, fundación de los tirios, que Estrabón fija hacia el año 1100 antes de
Cristo, aunque no se han encontrado restos arqueológicos que vayan mas allá del
siglo VII antes de Cristo. Lo que es una realidad es que la ciudad fue la colonia
fenicia fundada más a occidente, con un magnífico puerto, de una gran
importancia económica por su relación con Tartessos y con la creciente Cartago,
muy pujante a partir del siglo VI.
Gadir participa en todos los acontecimientos históricos de las Guerras Púnicas
entre Roma y Cartago a partir del siglo III antes de Cristo, época en la que se
inician las primeras acuñaciones de la ciudad. Son dracmas de plata de unos 4,5
gramos, de arte helénico en las que aparecen dos de los motivos, religioso y
económico, de la colonia: la cabeza de Hércules (en su versión fenicia Melqart)
cuyo templo en Gadir era muy visitado, y el atún, base de las factorías pesqueras,
cuyos productos se exportaban a todo el Mediterráneo (fig. 1). Llevan en el
reverso la leyenda en caracteres fenicios “AGDR” (Agadir). También se acuñan
divisores.
Después de la Primera Guerra Púnica, en el 237 a.C., desembarca en Gadir un
ejército cartaginés al mando de Amilcar Barca, iniciando así la ocupación de la
Península Ibérica que desembocará en el segundo conflicto armado entre las dos
potencias de la época y en el que llegará a peligrar la existencia misma de Roma.
La ciudad fenicia ocupará un importante lugar en la economía de guerra, aunque la
recién fundada Cartagonova –capital de la Hispania cartaginesa- la desbancará
como puerto exportador por su mejor situación en el Mediterráneo en relación a
Cartago. Con el desembarco y victorias de Publio Cornelio Escipión en la
Península, las últimas tropas cartaginesas se refugiaron en Gadir manteniendo una
resistencia que los gaditanos no quisieron sostener, pactando con Roma. Así, la
ciudad de origen fenicio pasaba a la órbita del poder hegemónico del momento.
En este periodo se acuñan en la ciudad ases de bronce, de 10-12 gramos de peso,
en las que vuelve a aparecer la tipología tradicional: el Hércules con clava en el
anverso y los atunes, con las leyendas fenicias “acuñación de Agadir” en distintas
versiones (fig. 2). También se labran divisores de las mismas características.
Gadir firmó un acuerdo con Roma pasando a ser ciudad federada lo que le
permitía ser gobernada por sus propios magistrados (sufetes). Su actividad
comercial se renovó u su templo siguió siendo polo de atracción religiosa en todo
el Mediterráneo.
En época de las Guerras Civiles romanas, la importante familia gaditana de los
Balbo se vinculó a César, alcanzando la ciudadanía romana y la ciudad, por su
importancia en la Península, volvió a tener protagonismo en este largo periodo de
enfrentamientos. Prueba de ello es la emisión en que aparece el nombre de esta
familia (fig. 3).

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Durante la administración de Augusto se producen en Gadir acuñaciones de
sestercios y dupondios de bronce (con valor respectivo de cuatro y dos ases) en
cuyos anversos se alternan la tradicional imagen de Hércules y la de los
emperadores y la familia imperial (Agripa, Tiberio Claudio, Cayo y Lucio) pero
en los reversos la temática es netamente romana. (figs. 4 y 5).
A partir del periodo augústeo las acuñaciones gaditanas cesan.

Fig. 1.-DRACMA GADIR (S. III A.C.)

Fig. 2.- AS GADIR (s. II A)C.)

Fig. 3.-SESTERCIO GADIR (S. I A.C.)

Fig. 4.- DUPONDIO. AUGUSTO. GADIR (S.I)

FIG. 5.- DUPONDIO. AUGUSTO. GADIR (S.I )

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6.- BOLSCAN (OSCA)

La actual Huesca es la sucesora de la ciudad ibérica que, por los hallazgos habidos –
anteriores al siglo VI a.C.- lo era, a su vez, de un poblamiento de la Edad de Hierro.
Según Plinio pertenecía a la etnia suessetana y es innegable la importancia que este
pueblo tuvo en todos los acontecimientos históricos que se desarrollaron durante los
siglos II y I anteriores a Cristo. Durante las guerras que Roma mantuvo para someter a
los indígenas de la zona, los suessetanos, unas veces como aliados y otras como
enemigos, participaron activamente en los enfrentamientos, acabando sometidos hacia
el 179 a.C. con la victoria de Graco. El inmenso botín que los generales romanos se
llevaron a la metrópoli lo cita Tito Livio como argentum oscense que, aunque no fuera
en plata de Osca porque la ciudad aun no había acuñado moneda, prueba la relevancia
de la misma en aquel momento histórico.
Bajo dominación romana, en la segunda mitad del siglo II a.C., comienzan las
emisiones oscenses. Son denarios de plata (de unos 4 gramos de peso) y ases de bronce
(de unos 10 gramos de promedio) y sus divisores. Presentan en el anverso una cabeza
viril, con barba hirsuta, que quizás represente a un dios local o al tipo racial de la zona.
En el reverso un jinete lancero y la leyenda BOLSCAN, en caracteres ibéricos (Figs. 1 y
2).
Sertorio, durante el periodo que mantiene su sublevación frente a Roma (80-72 a.C)
hizo de Osca la capital de su territorio, que llegó a cubrir una buena parte de la
Península. En su intento de alcanzar el poder en la Metrópoli necesitó de ingentes
cantidades de numerario, que se materializaron en numerosas emisiones de denarios
bajo el epígrafe oscense. Estas piezas –a las que hay que añadir los numerosos denarios
“forrados”, es decir, con el alma de cobre cubierta con un baño de plata- aparecen con
una notable dispersión y son, quizás, las acuñaciones más numerosas efectuadas en una
sola ceca en la Hispania romana. En su tipología no presentan sensibles variaciones con
la de los denarios acuñados en el siglo anterior.
Muerto Sertorio, se recrudecen las Guerras Civiles en el enfrentamiento entre César y
Pompeyo y es, al final, Octavio el que se alza con el poder, iniciando el periodo
imperial. Después de una emisión de transición en la que la figura de Octavio aparece
sin nombre (fig. 3), en las siguientes la efigie imperial aparece ya laureada y con su
titulación. Es de hacer notar que en las acuñaciones imperiales -ya totalmente
romanizadas- se mantiene la figura ancestral del jinete ibérico, al igual que en las de la
Bilbilis romana, algo que no ocurre en otras cecas de la zona. Se incluyen los nombres
de los magistrados monetarios en cada momento.
Tiberio y Calígula mantienen esta línea de acuñaciones, añadiendo en algunas emisiones
tipologías de tradición romana.(figs. 5 y 6). Osca cesó sus emisiones con la
administración de Claudio, al igual que sucedió con el resto de las cecas de Hispania,
siendo sustituido el circulante, de manera paulatina, por el emitido en la capital del
imperio.

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FIG. 1.-DENARIO DE BOLSKAN (S. II y I a.C.)

FIG. 2.- AS BOLSKAN (S.II y I A.C.)

FIG. 3.- AS OCTAVIO. OSCA (FIN S. I A.C.)

FIG. 4.- AS OCTAVIO. OSCA (S. I)

FIG. 5 AS TIBERIO. OSCA. (14-36)

FIG. 6. AS CALÍGULA. OSCA. (37-41)

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7.- EBUSUS (IBUSIM)

En la isla de Ibiza, según Diódoro de Sicilia, los cartagineses fundaron una colonia a
mitad del siglo VII antes de Cristo, aunque algunos tratadistas creen que fueron los
fenicios de Gades (Cádiz) los que fundaron el establecimiento comercial. Lo innegable
es la antigüedad de Ibusim, como se llamaba en idioma púnico, o de Ebusus como la
denominaron los romanos cuando se hicieron con la isla, después de varios siglos de
dominación cartaginesa, en cuyo periodo fue el núcleo de su asentamiento en el
archipiélago balear.
Durante la Segunda Guerra Púnica, Escipìón desembarcó en la isla en el 217 a.C. en
un intento de conquistar la importante base cartaginesa, pero fracasó y hubo de regresar
a Emporion. No obstante, el éxito de las armas romanas en la guerra, obligó a abandonar
la Península al ejército cartaginés que, bajo mando de Magón, se refugió en Ibusim en el
206 a.C. El final de la guerra significó para la colonia cartaginesa pasar a la órbita de la
República romana, al igual que todo el Mediterráneo occidental.
Las acuñaciones en Ibusim se inician en el siglo III a.C. con unas pequeñas monedas
de bronce, que oscilan entre los 3 y los 1,5 gramos de peso, y que debieron ser para uso
de carácter local. Son anepígrafas (sin leyendas) y en ellas aparece la imagen del dios
Bes y de un toro (fig. 1).
Con el inicio de la Segunda Guerra Púnica y el dominio cartaginés de la Península, a
fines del siglo III a.C., Ibusim inicia las acuñaciones en plata. Son piezas bajo patrón
teórico de la dracma, con una corta emisión de didracmas ( de unos 10 gramos) y varias
series de hemidracmas (de unos 2,5 gramos) que en su tipología repiten las imágenes
del dios Bes y del toro (fig. 2)
Durante este periodo, en paralelo a las acuñaciones argénteas, la ceca sigue
produciendo moneda de bronce de baja denominación, que se prolongará durante todo
el siglo II a.C., y cuyos tipos en nada se diferencian de los anteriores. Son pequeñas
piezas que oscilan alrededor de los dos gramos y medio de peso. Estas moneditas se han
encontrado en muy distintos yacimientos arqueológicos de la Península, lo que prueba
la intensidad comercial de Ibusim durante el periodo cartaginés.
A fines del siglo II a.C. y durante el principio del siglo I a.C. se producen
abundantes emisiones de unas monedas en las que, por primera vez, aparece el nombre
de la ciudad en su reverso. En bronce, de alrededor de 6 gramos de peso, presentan en el
anverso al ya tradicional dios Bes pero en su reverso, en caracteres neopúnicos, puede
leerse “A-I-Bu-Si-M” y el numeral cincuenta (fig. 3).
Habrá que esperar al reinado de Tiberio para volver a encontrar acuñaciones
ibicencas. Son unas monedas de bronce en las que aparece la efigie del emperador y que
presentan la particularidad de ser bilingües, pues junto a las leyendas latinas aparece el
nombre de la ciudad en alfabeto púnico (fig. 4).
Después de una corta emisión del emperador Calígula (37-41), las últimas
acuñaciones de Ebusus, bajo el emperador Claudio (41-54) son, curiosamente, las
postreras labras de todas las cecas hispánicas, que bajo esta administración ya no
emitieron, siendo sustituido su numerario, a partir de este periodo, por el producido en

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Roma. En estas labras aparece la imagen del emperador, sin ninguna leyenda
identificativa, y en el reverso el dios Bes y la letra “aleph”, quizás una marca de emisión
(fig. 5).

Fig. 1.- Cuarto de calco. Ibusim. Siglo III a.C.

Fig. 2 Didracma. Ibusim. Siglo III a.C.

Fig. 3 Semis. Ibusim. S. I a.C.

Fig. 4 Semis. Tiberio. Ebusus. (14-16)

Fig. 5 Semis. Claudio. Ebusus (41-54)

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8.- TURIASO

Donde hoy se encuentra la actual población de Tarazona, en la provincia de


Zaragoza, se alzó la vieja ciudad celtíbera de Turiasu que ya aparece en las fuentes con
su nombre. En el Itinerario de Antonio se cita a la “mansión Turassone” y Plinio nos
habla de los Turiasonenses. En realidad, esta ciudad, casi en las faldas del Moncayo,
formaba parte de la etnia de los Lusones, pueblo celtíbero que junto a los Belos y a los
Titos, a lo largo del siglo II antes de Cristo, fueron sometidos al poder de Roma,
llegando a colaborar con el invasor en su enfrentamiento con los Arévacos de
Numancia.
A tenor del nivel de sus emisiones de moneda, es innegable la importancia que tuvo
Turiasu en este momento histórico y su prolongación en el tiempo, como ciudad
autóctona primero, como urbe romana después que alcanzó el nivel de “Municipium”
y, posteriormente, uno de los contados obispados en época visigoda.
Nos resulta especialmente interesante el estudio de la evolución de sus acuñaciones.
En el periodo inicial, a partir de mediados del siglo II antes de Cristo, de la ceca
turiasonense salen copiosas emisiones de denarios de plata que, al estar bajo metrología
romana, no se separan mucho de los 4 gramos de peso, y de ases y sus divisores, de
unos 10 gramos de bronce en el caso de la unidad. Presentan los habituales tipos de la
moneda de la zona, la cabeza del tipo racial en el anverso y el jinete armado con lanza
(o con una hoz de guerra en una de las primeras emisiones de ases) y el epígrafe en
caracteres del alfabeto ibérico. (figs. 1 y 2). En el caso de los divisores el jinete es
sustituido por el caballo suelto o el pegaso. Las distintas emisiones van diferenciadas
por variados símbolos y letras. Este numerario serviría a las fuertes necesidades de
moneda que la guerra exigía en este periodo.
En esta ceca se da el caso, muy infrecuente, de esporádicas acuñaciones de quinarios
de plata (la mitad del valor del denario) y de un peso inferior a los 2 gramos.
Hay que esperar al último tercio del siglo I antes de Cristo para encontrar una
interesante emisión en la que aparece una efigie femenina con la leyenda SILBIS, en la
que se ha querido ver desde una diosa de la guerra a una deidad local vinculada a una
fuente salutífera (fig.3). En el reverso un jinete y la leyenda latina TURIASO que ha
permitido a los lingüistas penetrar en el estudio de los caracteres ibéricos
correspondientes a los latinos.
A partir del 27 antes de Cristo, en Turiaso se produce moneda de bronce
completamente adaptada a la tipología romana. En el periodo de Augusto aparece la
imagen del emperador y su titulación en ases y semises de bronce, (fig. 4) similares a
las que se producen bajo la administración de Tiberio, en la que también se labra un
interesante dupondio (valor de 2 ases) en cuyo reverso aparece la imagen divinizada de
su antecesor (fig. 5).
A partir de este momento se cierra la ceca, que ya no volverá a producir moneda
hasta la época visigoda, varios siglos después.

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Fig. 1.- Denario. Turiasu. Siglo II y I a.C.

Fig. 2.- As. Turiasu. Siglo II y I a.C.

Fig. 3.- As Turiaso. Hacia 27 a.C.

Fig. 4. As Augusto. Turiaso. 27 a.C./14 d.C.

Fig. 5.- Dupondio. Tiberio. 14-36

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9.- BILBILIS

En las proximidades de Calatayud, sobre el cerro de Bámbola, podemos visitar hoy los
restos arqueológicos de lo que fue el municipum romano de Bilbilis, levantado a
principios del siglo I. A cierta distancia, donde confluyen los ríos Jiloca y Jalón, en el
paraje de Valdeherrera, tuvo su asiento la ciudad celtibérica del mismo nombre, cuya
historia va en paralelo con la próxima Segeda, también perteneciente a la tribu de los
belos. Estas ciudades se vieron implicadas en las guerras celtibéricas frente a Roma de
mediados del siglo II antes de Cristo.
En época sertoriana, la guerra llegó con toda su virulencia al valle del Jalón. Las tropas
de Pompeyo arrasaron muchas poblaciones de la zona y quizás ésta sea la causa del
traslado de los pobladores bilbilitanos a un lugar más defendible, conformando lo que,
con la pacificación bajo el dominio romano, será un municipio con todo sus derechos.
A partir de ese periodo Bilbilis es uno de los centros de romanidad, llegando a ser el
emperador Tiberio, a título honorífico, uno de sus magistrados municipales y como tal
aparece en una serie monetal (fig. 6).
Las acuñaciones de Bilbilis se inician a partir de mediados del siglo II antes de Cristo.
Obedecen a la tipología general de la zona. Siendo exclusivamente en bronce, sus ases y
semises presentan en el anverso una cabeza viril. En una primera emisión aparece el
símbolo “S” detrás de la cabeza y un delfín delante. En otra posterior y de arte menos
cuidado es el símbolo “BI” –quizás la inicial del nombre de la ciudad- el que se incluye
(Figs. 1 y 2). En los reversos de los ases el jinete lancero propio de estas acuñaciones
aparece sobre la leyenda en caracteres ibéricos. En los divisores es un caballo al galope
la imagen del reverso (Fig. 3).
En el último tercio del siglo I a.C. aparece en Bilbilis una emisión de transición en la
que aparece el retrato de Augusto pero sin titulación. La leyenda en anverso, ya en
caracteres latinos, y el jinete lancero tradicional sobre la leyenda ITALICA (fig.4).
Quizás se deba a la política de introducción en el medio local de la lengua e imágenes
itálicos en un evidente proceso de romanización que alcanzará su plenitud bajo el
periodo imperial. Esta emisión tendrá continuidad en otra similar en la que la efigie de
Augusto se presenta con su titulación oficial.
Las emisiones durante el periodo imperial en poco se diferencian de las producidas en
las otras cecas de la zona. La cabeza laureada del emperador con todos sus títulos en la
leyenda y los motivos tradicionales (láurea, haz de rayos, etc.) en anverso y reverso (fig.
5).
Merece ser resaltada la emisión en la que aparecen como magistrados nada menos que
el emperador Tiberio y su favorito Aelio Sejano (fig.6). Una vez caído en desgracia
éste, se aplicó también a las monedas la damnatio memoriae, es decir la desaparición
física de toda imagen y leyenda que recordara al odiado Sejano. Así aparecen algunos
ejemplares de esta emisión.
Con Calígula se terminan las acuñaciones bilbilitanas, al igual que en el resto de las
cecas peninsulares.

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Fig. 1.- As Bilbilis. Siglo II a. C.

Fig. 2.- As Bilbilis S. II – I a.C.

Fig. 3.- Semis Bilbilis. S. II a.C.

Fig. 4.- As Bilbilis. S. I a.C

Fig. 5 .- As Bilbilis Augusto. 27 a.C.-14 d.C

Fig. 6.- As Bilbilis Tiberio. 14-36

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10.- EMERITA AUGUSTA (MÉRIDA)

Terminadas las guerras cántabras, Augusto decidió la fundación de varias colonias en


Hispania para asentamiento de los veteranos de las legiones (emeritos) que habían
combatido en este conflicto bélico. A una de ellas, cuyos notables restos emergen bajo
la actual ciudad extremeña de Mérida, le dio su propio nombre.
El impulso que recibió la ciudad como colonia romana la llevó a ser capital de la
provincia de Lusitania y cabeza del Convento Jurídico de su nombre. La
monumentalidad de sus edificios, que las excavaciones arqueológicas han sacado a la
luz, son buena prueba del esplendor que Emérita alcanzó a lo largo del Imperio.
Las acuñaciones emeritenses se inician con la emisión de denarios de plata del propretor
Carisio que con un anverso común, en el que aparece Octavio Augusto y su titulación
imperial, presentan varios reversos entre los que destaca, por su interés, el que tiene
representada una de las puertas de la ciudad ( fig. 1).
Una serie de acuñaciones en bronce del mismo periodo presentan la titulación de
Carisio como legado de Augusto (fig. 2).
Durante el periodo imperial augústeo se suceden las emisiones en bronce –pues
ya no se volverá a labrar en plata- con variedad de tipología. Sirvan de muestra el
dupondio (2 ases) en que aparece una figura femenina y la yunta fundacional (fig. 3) y
el as en que se representa una cabeza masculina (fig. 4).
Llegado Tiberio al trono imperial, en Emérita se acuñan unas emisiones en las que
aparece divinizado el fallecido Octavio (fig. 5). En este dupondio, que incluimos de
ejemplo, aparece la cabeza con corona radiada y la leyenda “DIVINO AUGUSTO
PADRE DE LA PATRIA”.
Posteriormente las emisiones monetarias que se producen en Emérita, bajo la
administración de Tiberio, adquieren carácter de normalidad, con la cabeza del
emperador y su titulación “TIBERIO CESAR AUGUSTO PONTÍFICE MÁXIMO
EMPERADOR” y variedad de reversos con una tipología de carácter netamente
romano, como en el as (fig. 6) en el que aparece la portada de uno de los templos de la
ciudad.
Bajo el imperio de Calígula ya no se produjeron acuñaciones en Emérita.

Fig.1.- Denario Augusto. Emérita Augusta. 25 a.C.

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Fig. 2. As Augusto. Emérita Augusta.

Fig. 3. Dup. Augusto. Emérita. 27 aC-14 d.C

Fig. 4. As Augusto. Emérita. 27 aC-14 d.C

Fig. 5. Dup. Tiberio. Emérita 14-36 d.C

Fig. 6. As Tiberio. Emérita 14-36 d.C

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11.- TARRACO (KESE)

A través de la red urbana de la actual Tarragona sobresalen unos magníficos restos


arqueológicos de lo que fue una de las principales ciudades de la Hispania romana. Lo
que nos ha llegado de sus edificios y los abundantísimos hallazgos de esculturas,
mosaicos, monedas, etc. hablan claramente del esplendor de la urbe que llegó a ser
capital de la provincia Citerior bajo la dominación romana con el nombre de Colonia
Vrbs Trivnfalis Tarraco. Tito Livio nos dice que fue fundación romana, después del
desembarco de Escipión al principio de la Segunda Guerra Púnica. Parece más
verosímil que los romanos, inicialmente, fortificaran y ampliaran la ya existente ciudad
ibérica de Kese, epígrafe que aparece en las acuñaciones que, casi de inmediato,
comenzaron a producirse.
Tarraco fue, desde el principio de la presencia romana en la Península, cabeza de puente
entre las provincias hispánicas y Roma. Aquí arribaban los cargos de la administración,
las tropas de refresco y aquí residía el Legado del emperador, máxima autoridad
provincial durante el periodo imperial.
La ciudad permaneció bajo tutela romana hasta casi el final del siglo V en que cayó en
manos de los bárbaros.
Son muy numerosas las series de acuñaciones producidas en la ceca tarraconense. Las
primeras –iniciadas durante la Segunda Guerra Púnica- son ases de bronce y sus
correspondientes divisores que presentan en el anverso una cabeza viril y en el reverso
un jinete portando una palma en el caso de los ases (fig. 1) y caballo suelto y delfín en
los semises y cuadrantes respectivamente. Los epígrafes aparecen en caracteres ibéricos.
A lo largo de los siglos II y I antes de Cristo se suceden las emisiones de moneda de
bronce que únicamente se diferencian en los variados símbolos que aparecen detrás de
la cabeza del anverso. Punta de lanza (fig. 2) caduceo, proa de nave, casco, etc. etc. que,
al final del periodo son sustituidos por letras del alfabeto ibérico (fig. 3). Produciéndose
una paulatina reducción en el peso de las monedas.
Solo existe una sola emisión de moneda de plata que se produce al principio del siglo
II a. C. Estos denarios, de unos 4 gramos de peso, presentan en el reverso a un jinete
con dos caballos al galope (fig. 4).
Durante el periodo augústeo se produce una emisión en la que aparece la cabeza del
emperador y en el reverso las de los que en aquel momento se presumía que iban a ser
sus herederos, Cayo y Lucio. (fig. 5). Las leyendas, como es lógico, aparecen ya en
caracteres latinos.
Entre las acuñaciones que se labran en Tarraco bajo la administración de Tiberio –que
serán las últimas que aquí se produzcan a lo largo del imperio-destacan unas magníficas
piezas de unos 25 gramos de bronce, que los tratadistas incluyen como dupondios (2
ases) pero que bien podrían ser sestercios (4 ases). En varias de ellas aparece la portada
del magnífico templo que en honor a Augusto se levantó en la ciudad (fig. 6) mientras
en el anverso vemos la cabeza coronada del emperador con toda su titulación.

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Fig. 1. As. Kese. c. 210 a.C.

Fig. 2. As. Kese. Siglo II a.C.

Fig. 3. As. Kese. Siglo I a.C.

Fig. 4.- Denario Kese. Principios Siglo II a.C.

Fig. 5 As. Augusto. Tarraco. 27 a.C.-14 d.C.

Fig. 6.Sestercio. Tiberio. Tarraco. 14-36

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11.- SAITI - SAETABI

Próxima a la actual ciudad de Játiva (Valencia), sobre el monte Bernisa, se


levantaron las fuertes murallas que defendían la acrópolis de la ciudad íbera de Saetabis
que ya cita Estrabón cuando describe la Vía Augústea.
Por su localización la ciudad edetana hubo de caer bajo influencia púnica cuando
Cartago llegó a dominar toda la franja mediterránea, aunque son muy escasos los datos
que de Saetabis aparecen en las fuentes. Sin duda aquí se vivieron los mismos avatares
bélicos que, durante la Segunda Guerra Púnica, ensangrentaron la zona. Parece evidente
que, a diferencia de la cercana Sagunto –aliada de Roma- Saetabi permaneció en la
órbita púnica hasta que la derrota de las armas cartaginesas impuso la dominación de
Roma en toda el área.
Las acuñaciones de la ciudad –muy tempranas en relación al resto de las cecas hispanas-
demuestran que la presencia romana se manifestó de forma inmediata. Las primeras
monedas que conocemos son didracmas (de unos 6,8 gramos de plata) que, acuñadas
durante la Segunda Guerra Púnica, por su metrología son anteriores a la aparición del
denario y contemporáneas del victoriato. Presentan en el anverso la cabeza de Hércules
y en el reverso un águila con las alas explayadas (fig. 1). En su reverso aparece la
leyenda SAITABIETAR en caracteres ibéricos.
Hacia mediados del siglo II a.C. aparece la moneda de bronce con una tipología similar
a la del resto de las cecas de la Hispania Citerior. Cabeza viril en el anverso y jinete
portando una palma en el reverso en el caso de los ases (fig. 2). Los divisores presentan
el caballo suelto al galope en el caso del semis (1/2 as) y la venera con medio pegaso en
el caso del cuadrante (1/4 de as). La leyenda ha quedado reducida a SAITI en alfabeto
ibérico (figs. 3 y 4). Las distintas emisiones vienen diferenciadas por variados los
variados símbolos que aparecen detrás de la cabeza viril (cetro, palma, etc.).
Al igual que sucede en el resto de las labras de este periodo, las emisiones de SAITI van
perdiendo peso paulatinamente, siguiendo los dictados de las acuñaciones romanas
contemporáneas.
Es de destacar por su importancia lingüística la emisión bilingüe que, hacia el año 45-44
a.C., aparece en la ceca levantina. Presenta en el anverso una cabeza viril, similar a las
acuñaciones anteriores, pero en esta ocasión es acompañada por el epígrafe SAETABI
en caracteres latinos. El reverso en poco se diferencia de las monedas producidas por la
ceca con anterioridad. Jinete con palma y la leyenda SAITI en caracteres ibéricos (fig.
5). Es éste uno de los contados casos que se dan de bilingüismo en las acuñaciones
peninsulares y que reflejan perfectamente el fenómeno de aculturación que se estaba
dando en esta época. El paso inevitable del mundo ibérico al modelo romano.
Esta ceca cesó en su producción en época de la guerra civil entre César y Pompeyo y no
se produjeron emisiones en época imperial.

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Fig. 1. Didracma. SAITI. Siglo III a. C.

Fig. 2. As. SAITI. Siglo II a.C.

Fig. 3. Semis SAITI. Siglo II a. C.

Fig. 4. Cuadrante. SAITI. Siglo II a.C.

Fig. 5. As. SAITI. Hacia 45-44 a. C.

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