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El Complejo Agroindustrial Oleaginoso Argentino.

1880/1970

Ana María Friedheim


Programa Interdisciplinario de Estudios Agrarios. Facultad de Ciencias Económicas. UBA
Cassaqui @ arnet.com.ar

Introducción

La producción de alimentos tiene una larga tradición en nuestro país y ocupó siempre un

lugar destacado en su economía. A partir de la segunda mitad del siglo XIX la demanda

de carnes y cereales por parte de los países industrializados determinó la formación de

un sistema agroalimentario internacional al cual se incorporó la Argentina

aprovechando las ventajas que ofrecía su ubicación geográfica. Dentro de este modelo

de especialización agropecuaria creció la producción y exportación de cereales y

oleaginosos sobre el trabajo de inmigrantes, colonos y arrendatarios. Los cambios en el

comercio internacional que acompañaron la crisis de los años ´30 volvieron la mirada

hacia el mercado interno. Se promovió la formación de complejos agroindustriales que

integraron la producción agrícola y manufacturera en una misma cadena con la

intención de compensar la pérdida de dinamismo del sector externo y de ofrecer nuevos

productos. La elaboración de aceites vegetales industriales y coproductos surgió

entonces como una posibilidad de exportación en tanto los aceites comestibles

orientados al mercado interno se beneficiaron con políticas proteccionistas que evitaron

la competencia del producto extranjero. La región pampeana obtuvo del lino el principal

insumo para la elaboración de aceites industriales y del girasol la materia prima para los

aceites comestibles. Otras regiones del país encontraron en el cultivo de oleaginosos

alternativas a su producción tradicional. El tung, por ej., se incorporó en Misiones como

opción ante la crisis yerbatera. Así, el análisis del ciclo de cada cultivo nos remite a

distintas formas de relación con el mercado externo y de articulación agroindustrial a la

1
vez que implica cambios en la estructura social del agro. A fines de la década de 1960 el

complejo llega a un punto de estancamiento que comienza a resolverse en los primeros

años de los ´70 con la introducción de nuevos cultivos (soja) y el mejoramiento de otros

(girasol) así como la mecanización de las labores agrícolas y la incorporación de

tecnología en las plantas procesadoras de semillas. La progresiva apertura de los

mercados internacionales y la integración regional en el MERCOSUR ya en los ´80

promovieron la modernización por parte de las empresas para lograr mayor

productividad y dotar al complejo de capacidad competitiva. Por esta razón aumentó la

escala de producción y se instalaron nuevas plantas especializadas en el tipo de

producto que el mercado internacional demandaba. Las particularidades de este proceso

afectaron todas las instancias productivas y de comercialización del complejo y a los

actores sociales involucrados en ellas. Las reformas operadas a partir de 1991

tendieron a reducir los costos de comercialización de los granos y derivados y

aceleraron el proceso de expansión y concentración de la producción agrícola e

industrial. El objetivo de este trabajo consiste por lo tanto en avanzar en la

reconstrucción del complejo agroindustrial oleaginoso argentino desde una perspectiva

histórica que incluya los cambios productivos y las transformaciones sociales que los

acompañan en todas las instancias de la cadena. Otros elementos a considerar dentro de

la dinámica del complejo son el Estado y el contexto internacional. El Estado resulta un

actor de gran trascendencia ya que a través de medidas de política económica determina

en cada etapa distintas modalidades de integración agroindustrial y de comercialización

de la producción hacia los mercados interno y externo. Debido a la estructura

económica de nuestro país las demandas del comercio internacional y sus

2
condicionamientos constituyen elementos insoslayables para comprender los procesos

de cambio y adecuación de la producción verificados a lo largo del tiempo.

2 Criterios metodológicos

Consideramos la producción de aceites vegetales y subproductos como un complejo

agroindustrial, esto es, un conjunto de actividades que se inician en la producción de

insumos agroindustriales, pasan por la producción agrícola, el procesamiento de los

productos y culminan en la distribución y el consumo. Algunos autores 1 consideran que

la integración de las cadenas productivas no se agota en la producción y circulación

social y material sino que también abarca la instancia de reproducción de la fuerza de

trabajo y de medios de producción como la tierra que sirve de base al proceso

productivo. Dentro del complejo se puede distinguir agentes clave o núcleos 2 que

constituyen etapas productivas que coordinan y orientan los procesos de transformación

en cada una de las instancias y su interdependencia. Por la misma razón tienen un alto

grado de incidencia en la reproducción del complejo. Representan polos integradores

con gran poder de determinación sobre el conjunto de las actividades productivas e

imponen su estrategia de acumulación.3 Las relaciones de poder y la estructura social en

cada etapa histórica del desarrollo económico de la Argentina determinaron las

modalidades que adoptó el complejo oleaginoso y el grado de integración de la industria

y el agro ya se trate de la transformación de productos primarios como de la fabricación

1
Colman, O.. Enfoques sistémicos en el campo de la problemática agroalimentaria. En Martínez de
Ibarreta, ob. Cit., p.110
2
Pastore, R.E..Subcontratación e integración productiva. Breves referencias a las actividades
agroalimentarias. Realidad Económica 138. 1996
3
Raúl Vigorito identifica los núcleos con las empresas transnacionales. Colman, en cambio, relativiza el
accionar de las E.T. en el caso de la Argentina. Ver Martínez de Ibarreta, ob.cit.

3
de insumos4. El presente trabajo por lo tanto se enmarcará dentro de estos enfoques

interpretativos.

3 Etapas en la evolución del complejo oleaginoso

El análisis de la producción y el procesamiento de semillas oleaginosas permite distinguir tres fases o

etapas en su evolución histórica. La primera se desarrolla a partir del último cuarto del siglo XIX y se

extiende hasta los años ´30 en el marco del modelo agrario exportador. La estructura económica del país,

abierta al comercio internacional y ligada al ciclo económico de Gran Bretaña, caracteriza esta etapa que

privilegia ciertas producciones agrícolas (cereales y lino) requeridas por los países industrializados

europeos y por los EUA. La política arancelaria por su parte favorecía la exportación de granos y la

importación de productos derivados de su industrialización, como el aceite. La crisis de 1929/30 establece

el inicio de la segunda etapa que se prolonga hasta fines de la década de 1960. La nueva política

económica orientada a la sustitución de importaciones promovió la formación de este complejo

agroindustrial sobre la base del lino para los aceites industriales y subproductos y de otros cultivos para

los aceites comestibles. Los primeros representaron un rubro de importancia en el total de nuestras

exportaciones hasta mediados de la década de 1940 y los segundos se orientaron con exclusividad al

consumo interno. El Estado articuló la producción agrícola con la actividad industrial por medio de

sucesivos organismos y estableció aranceles diferenciados que beneficiaron particularmente al sector

industrial. La última fase se inicia a comienzos de los años ´70 y continúa hasta la actualidad. La

incorporación de nuevos cultivos y los cambios tecnológicos en todas las instancias productivas del

complejo diferencian a esta etapa de expansión de la producción aunque también de reducción del número

de productores agrícolas, de plantas y de empresas industriales así como de puestos de trabajo. En esta

etapa la progresiva liberalización del comercio agrícola mundial y la integración argentina en el

MERCOSUR estimularon las exportaciones de oleaginosas en grano y como aceites y subproductos para

alimentación animal. La incorporación de empresas transnacionales a partir de la década de 1990 como

productoras y exportadoras de aceites y harinas y/o granos resulta el hecho más significativo de los

últimos años de esta fase. Dado el grado de avance en nuestro proyecto en las páginas siguientes se

abordará el análisis de la dinámica de las dos primeras etapas.

4
La histórica desarticulación que hubo entre la industria de insumos y la agricultura es analizada por
Jacobs, E. en La articulación agricultura-industria: reflexiones para un debate. Centro de Investigaciones
Sociales sobre el Estado y la Administración. Bs.As. , 1986

4
4 Primera etapa. 1880/1930

4.1 La producción de semillas oleaginosas

En esta fase la producción primaria gira en torno del lino que, introducido por

inmigrantes del sur de Europa, comenzó a expandirse a partir de 1880. Ocho años más

tarde alcanzó una superficie sembrada de 121.067 ha, en 1900 llegó a 607.352 y en

1902, 1.307.196 ha (JNG, 1957). El cultivo se extendió en principio por la provincia de

Buenos Aires y luego en las de Sta. Fe, Entre Ríos y Córdoba. En 1888 la superficie

cultivada con lino representaba el 5% de la superficie total ocupada con cereales y otras

plantas industriales y frutales. En 1895 llegó al 13% y se mantuvo en niveles similares

hasta la década de 1920.El volumen de las exportaciones también creció rápidamente y

en ciertos años representó más de la mitad de la producción. Así, en la campaña agrícola

de 1907/8 se produjeron 1.140.000 tn de las cuales se exportaron 763.736. La rápida

expansión del cultivo obedeció a varias causas: condiciones naturales favorables en

amplias áreas de la región pampeana; maquinarias y técnicas de cultivo y recolección

similares con las del trigo; época de siembra que se prolonga más que la de ese cereal y

de los principales cultivos de invierno por lo que los productores recurrían al lino como

cultivo de alternativa cuando por razones de precio, climáticas, etc. no convenía o se

estaba fuera de época para los otros granos. Incluso la rotación lino/maíz era muy

frecuente. Por otra parte, por su precocidad el lino solía quedar a salvo de los perjuicios

de la langosta en especial en las provincias de Sta. Fe y Entre Ríos. En los suelos

fértiles se solía sembrar lino durante tres años consecutivos. A éste le sucedía el trigo

y después el lino si el precio era favorable. Se continuaba con una rotación bienal de

trigo y lino en la cual se intercalaba maíz y a veces avena. Después se dejaba descansar

el suelo con alfalfa durante tres o cuatro años. Desde el comienzo la producción de

lino para semilla se orientó al mercado externo. Gran Bretaña y Alemania fueron hasta

5
la Primera Guerra Mundial los principales importadores de lino argentino. Bélgica,

Holanda, Francia e incluso los EUA constituían otros mercados de importancia. En

1913 el Reino Unido adquirió 240.551 tn de lino de la Rep. Argentina; Alemania,

191.508; Bélgica, 130.725. Los EUA, que aún no se autoabastecían, importaron 4.512

tn de semilla de origen argentino. En los mercados internacionales ese país junto a la

India, Rusia y más tarde Canadá competían con la producción local. Hacia 1900 la

producción argentina era similar a la de esas naciones pero a medida que avanzaba el

siglo las exportaciones estadounidenses tendieron a disminuir debido a una mayor

demanda interna y a la merma de la superficie sembrada. De esta forma la semilla de

lino argentina representó entre el 50 y el 75% del total comercializado en los mercados

internacionales hasta 1914/1915.

Superficies sembradas con lino en los principales países productores (has)

Países 1908- 1909- 1910- 1911- 1912-


1909 1910 1911 1912 1913

Argentina 1.534.3 1.455.6 1.503.8 1.630.8 1.733.33


00 00 20 20 0
Canadá 56. 56. 235. 276. 678.9
372 036 675 243 72
Estados Unidos 1.034.1 843. 998. 1.115.7 1.153.77
65 027 370 30 1
Rusia Europea 1.376.6 1.324.9 1.301.3 1.387.5 1.397.83
55 26 65 24 3

_____________
Fuente: Inst. Internacional de Agricultura de Roma. Citado por Girola

La demanda externa y los precios elevados favorecieron la producción. En 1910/11

éstos alcanzaron a $8,07 oro por 100 kg. En vísperas de la Gran Guerra los precios

bajaron y se mantuvieron en un valor medio de $5 oro. Alrededor de 1915 los aumentos

de los arrendamientos y de los jornales de los trabajadores rurales redujeron los

beneficios de este cultivo. La superficie sembrada se retrajo y en razón de las

6
variaciones en los rendimientos Argentina debió importar semilla entre 1911 y 1915.

Los agricultores de la época no siempre consideraban las necesidades de labranza y de

preparación del terreno que exige este cultivo que agota rápidamente los nutrientes del

suelo y requiere la práctica de la rotación con alfalfa u otra leguminosa o el uso de

fertilizantes. Estos problemas técnicos fueron de difícil solución y afectaron

especialmente la orientación de la producción hacia la industria local de elaboración de

aceite. Durante la Primera Guerra Mundial las exportaciones descendieron por las

dificultades de transporte pero aumentaron nuevamente al finalizar el conflicto. En

1921/22 se exportó un total de 1.357.363 tn. Para entonces el principal mercado

consumidor eran los EUA donde se procesaba la semilla para la fabricación de aceite

industrial. Otros cultivos oleaginosos se concentraron en regiones extrapampeanas. El

tártago, el maní y el algodón se localizaron en la provincia de Corrientes y en los

entonces Territorios Nacionales de Chaco y Misiones. El olivo comenzó a desarrollarse

en Mendoza, San Juan y La Rioja. El girasol, en cambio, abarcaba el sector central de la

prov. de Buenos Aires siguiendo una dirección NO/SE coincidiendo así con la zona

cerealera. La introducción del girasol en la Argentina data de fines del siglo XIX cuando

los agricultores de las colonias judías lo sembraban en huertas para consumo familiar y

su cultivo tuvo escasa importancia económica hasta después de la Primera Guerra

Mundial cuando se conocieron las primeras cifras de exportación de semilla. En 1924

aparecieron por primera vez datos sobre su empleo en la industria. 5

4.2 La tenencia de la tierra

La inmigración y el sistema de colonias contribuyeron a difundir la práctica de la agricultura. En 1872 se

creó el Departamento de Agricultura que contribuyó con esta tarea como centro de información sobre

técnicas y uso de maquinaria agrícola y de intercambio de semillas. Sin embargo el sistema de colonias

5
Parodi, L.. Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería. ACME. Bs.As. , 1964

7
no tuvo el mismo éxito en todas las provincias. En algunos casos el régimen de tenencia de la tierra

desalentó el establecimiento definitivo del colono. Buenos Aires desarrolló a partir de 1890 el cultivo

extensivo del trigo utilizando la figura jurídica del arrendamiento dado el carácter subordinado que tuvo

aquí la agricultura respecto de la ganadería y la tendencia de los grandes propietarios a retener la tierra

especulando con su posterior valorización. Los dueños de grandes extensiones solían ceder en

arrendamiento o aparcería una fracción para dedicarla a la agricultura. Los contratos se realizaban por un

plazo de tres años con el compromiso de entregarla al propietario con una pastura implantada. Una vez

mejorada y valorizada la tierra, volvía la producción ganadera y el agricultor se veía obligado a dirigirse

gradualmente hacia el oeste para trabajar predios de menor calidad y afrontar mayores costos de

transporte. Esta forma de relación entre arrendatario y terrateniente es la que predominó entre 1880 y

1910 y determinó cierta estructura social: los arrendatarios, inmigrantes dedicados a la agricultura y los

terratenientes, argentinos dedicados a la ganadería. En Sta. Fe, en cambio, el estado provincial logró

controlar la distribución de tierras por lo que las colonias agrícolas prosperaron. Un buen sistema de

comunicaciones fluvial y ferroviario potenció la rentabilidad de la producción y favoreció la permanencia

del colono. En 1884 las colonias en esa provincia representaban el 84% del área total bajo cultivo. En

todo el país el área sembrada llegaba en 1872 a 380.000 ha; en 1895, 4.892.000 y al finalizar la primera

década del siglo XX, 16.690.000 ha. Entre 1914 y 1920 la superficie sembrada osciló alrededor de

22.000.000 de has y a partir de entonces aumentó en forma lenta hasta llegar al límite de la expansión

agraria en la década de 1930. Con la expansión agrícola creció el número de chacareros, arrendatarios a

la vez pequeños capitalistas rurales que poseían animales de trabajo y algunos implementos como arados,

rastra y carros a los que sumaban su capacidad de trabajo familiar. En 1909/10 los arrendatarios de la

provincia de Bs.As. constituían el 71,09% de los productores; en Santa Fe 64,36; en Córdoba, 71,34;

Entre Ríos, 57,53 y en La Pampa, 74,56%.6

4.3 El sistema de comercialización de los granos

A fines de la década de 1880 los ferrocarriles ingleses comenzaron a ocuparse del

comercio de granos de manera tal que la red ferroviaria creció aceleradamente

comunicando las zonas productoras con los puertos. Para agilizar las tareas las

6
Nemirovsky, L.. Estructura económica y orientación política de la agricultura en la Rep. Argentina.
Bs.As. 1933, p. 94

8
compañías dispusieron de elevadores en los puntos de embarque y de sistemas de

inspección y clasificación similares a los que se aplicaban en los EUA. Estas medidas

mejoraron la calidad de los lotes aunque no solucionaron totalmente los problemas de

almacenamiento y transporte que siempre resultaron costosos para el productor. Este

debía agregar a sus gastos de siembra y cosecha los generados por el traslado al puerto.

En 1896 se dictaron las primeras leyes sobre elevadores. 7 En ellas se autorizaba al PEN

a contratar con empresas privadas su edificación y explotación en los puertos y en las

estaciones de ferrocarril. Los elevadores de granos comprenden un conjunto de silos que

permiten la entrada y salida del cereal a granel, un galpón para el almacenaje de la

mercadería y otro para el mejoramiento del producto. Las concesiones para su

construcción se otorgaron por plazos de hasta cuarenta años e incluían la libre

importación de maquinarias y materiales e instalación de rieles. Este régimen legal se

mantuvo en vigencia hasta 1933. A fines de la década de 1920 existían en el país 28

elevadores de campaña y 22 terminales. El 82 % del tonelaje que movían aquellos se

destinaba al servicio de los molinos y un tercio pertenecía a la empresa Molinos

Harineros y Elevadores de Granos S.A. del grupo Bunge & Born. Entre 1929 y 1931 la

Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) llevó a cabo el intento de construir

elevadores. La ACA reunía cerca de 51 agrupaciones de agricultores especialmente de la

zona maicera que en un principio contaron con el apoyo estatal y la promesa de una

adecuada línea de créditos. El proyecto se frustró porque a la competencia con empresas

extranjeras se sumaron las dificultades financieras de los productores sujetos al sistema

de arrendamiento que les dejaba poco margen de ahorro como para considerar otras

7
Sobre los aspectos jurídicos del tema se puede consultar Pérez Llana, E.. Derecho Agrario. Ed. Abad y
Beigbeder. Sta. Fe, 1958

9
inversiones más allá de las indispensables que aseguraran la producción 8. En esta etapa

se establecieron cuatro firmas exportadoras que monopolizaron el mercado de cereales y

lino y el crédito. Dreyfus, Bunge y Born, Weil Brothers , Huni & Wormser y Hardy y

Mulenkamp controlaron el sistema desde los puertos y crearon una red de agentes en

cada uno de los distritos cerealeros que incluía molinos, comerciantes locales y

elevadores. En 1854 se fundó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Bolsa de

Comercio de Rosario comenzó a operar en 1884.También operaron con cereales las

Bolsas de Comercio de Tucumán y de Bahía Blanca fundadas en 1908; las de Córdoba,

Sta. Fe y Pergamino en 1912 y la de Mendoza fundada en 1913. Las Bolsas

proporcionaron a vendedores y compradores un recinto físico para realizar transacciones

y un conjunto de reglamentos y normativas que regularon la actividad. En ellas estaban

representados entonces como en la actualidad todos los sectores relacionados con el

comercio de granos por lo que constituyeron elementos medulares de la cadena de

comercialización. La incorporación de los Mercados a Término de Buenos Aires y

Rosario a la actividad de las Bolsas de Comercio en ambas ciudades a partir de 1910

otorgó mayor dinamismo al sector.

4.4 La industria de aceites vegetales

A. Dorfman identifica los primeros fabricantes de aceites vegetales alrededor del año 1876. En los

establecimientos se elaboraba aceite de nabo, maní y lino. La producción se complementaba con la

fabricación de quesos, manteca y margarina. Según el mismo autor las máquinas utilizadas provenían de

talleres nacionales como las que construía la herrería mecánica de Schwartz establecida en 1863. 9 El

aceite de lino presentaba dificultades para su comercialización interna ya que si bien es comestible recién

extraído y en frío, después de cierto tiempo adquiere gusto desagradable por lo cual las mayores

aplicaciones del producto son de tipo industrial. Constituyó insumo indispensable en la fabricación de
8
Malgesini,G.. Pautas de inversión en la pampa cerealera. El problema histórico del almacenamiento de
las cosechas hasta la intervención del Estado. p 245
9
Dorfman, ob.cit. ,pp 121-127

10
tintas para imprimir y para litografía, pinturas, barnices y jabones y para el tratamiento de cueros. Se lo

empleó también como combustible para el alumbrado y para recuperar los desperdicios del caucho. En

1915 las fábricas nacionales no procesaban más de 30.000 tn de semilla y se recurría a menudo a la

importación de aceite de lino. Este provenía generalmente de Inglaterra y, en menor medida, de Francia.

En 1911 se importaron 212.187 kg; al año siguiente, 435.228 y en 1913, 516.752 kilos. C. Girola

menciona la existencia de algunas fábricas que en el año 1915 complementaban su producción con la

elaboración de pinturas, barnices y masilla. Las tortas de lino en cambio eran requeridas para

alimentación del ganado y como fertilizante por países como Alemania, Reino Unido, Holanda y Bélgica.

Con ese destino se exportaron 20.228 tn de tortas de semillas oleaginosas en 1911, en su mayor parte de

lino pero también de maní y de nabo. Alemania, como principal comprador de este producto, redujo la

importación a partir de 1914 a causa de la guerra. No obstante en este año se exportó un total de 17.000 tn

de tortas de lino. La reducción de las importaciones de alguna manera favoreció el desarrollo de la

industria. De las 22 fábricas existentes en ese año, 12 estaban instaladas en Cap. Federal y representaban

el 56% del capital invertido. 10 Otros establecimientos se distribuían en las prov. de Buenos Aires (3); Sta.

Fe (3); Entre Ríos (2); Córdoba(1) y Chaco(1). El capital invertido y el número de obreros empleados aún

no representaban un rubro significativo. Hasta 1915 la producción de aceites vegetales se mantuvo

alrededor de las 5.000 tn anuales. En el quinquenio 1925/29 la producción nacional contribuyó con un

32,7% sobre el total de aceites comestibles comercializado en el país (58.000 tn). A pesar del incremento

en la producción el aceite importado abastecía al 70 % del mercado interno. Por otra parte el uso de la

grasa, ampliamente difundido entre la población por su abundancia y bajo costo, desalentaba la expansión

de la industria. En el transcurso de esta etapa se registraron numerosas solicitudes para modificar la tarifa

aduanera y lograr la exención de los derechos que gravaban el ingreso de las máquinas necesarias para

el procesamiento de la semilla. Sin embargo las tarifas resultaban arbitrarias y se modificaban

periódicamente respondiendo a objetivos fiscales antes que a una política de proyección industrial.

Cuando Hermenegildo Pini presidió la UIA (1920/24) ingresó en la institución el gremio de Fabricantes y

Refinadores de Aceites Vegetales. El sector lograba así diferenciar su problemática de la de otras

producciones y canalizar sus reclamos. Estos se elevaron ante la Cámara de Diputados de la Nación entre

1922 y 1929 sin obtener resultados favorables.

10
Ortiz,R.M.. Historia económica de la Argentina., p 486

11
5 La ISI y el complejo oleaginoso
5.1 Los oleaginosos como alternativa
Hacia fines de la década de 1920 se había llegado a los límites de la frontera agropecuaria. Ya no era

posible considerar el aumento de la producción sobre la base de la ocupación de nuevas tierras por lo que

los saldos exportables pasaron a depender de los cambios tecnológicos y de la mecanización de las

labores, es decir, de los rendimientos por ha. El sistema de tenencia de la tierra conspiraba contra una

transformación profunda en ese sentido. Junto a minifundios familiares y arrendamientos en condiciones

precarias donde se sobreexplotaba la tierra, existían grandes propiedades trabajadas en forma deficiente.

En 1930/31 el área sembrada total del país llegaba a 27.295.855 ha; al finalizar la década se registró una

superficie levemente inferior, 27.263.700 ha. 11 El estancamiento afectaba a todos los cultivos

tradicionales. Los cereales y el lino ocupaban el 73,5% del área sembrada en 1930/31; en 1939/40

mantenían la misma proporción y no se advertía mejoras en la productividad. La reducción de la

demanda externa de cereales generó cambios en la estructura de la producción agraria que se modificó

progresivamente. En este proceso los oleaginosos tuvieron un papel destacado y entre ellos el lino en

particular. En la década del ´30 Argentina ocupó una posición de predominio absoluto en el mercado

internacional de esta oleaginosa. En esos años nuestras exportaciones representaron alrededor del 80% del

volumen total de lino que se comercializó en el mundo. Su cultivo se extendió por las prov. de Córdoba,

Entre Ríos, Sta. Fe y norte, centro y sudeste de Buenos Aires. En 1936 se alcanzó el máximo de superficie

sembrada con 3.499.157 ha. El área de cultivo se superpuso a la de la región triguera e incluso se extendió

más al norte ya que es una planta menos exigente en frío y resiste mayores precipitaciones. El lino textil,

en cambio, no alcanzó mayor difusión. 12 Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial la mitad del

consumo de aceite de lino en los Estados Unidos era abastecido con semilla argentina pero este mercado

se perdió a causa del estímulo que el gobierno norteamericano otorgó a su producción local durante y

después del conflicto. En la campaña 1936/37 la producción de lino en nuestro país llegó a 1.977.862 tn

de las que se exportó 1.487.926.En los años 1946/47 la producción descendió a 1.034.342 tn de las

cuales, ya perdido el mercado norteamericano, se vendieron al exterior sólo 37.500. La evolución de este

cultivo siguió una tendencia decreciente, desapareció de las estadísticas de exportación a partir de los

años 1954/55 y pasó a ser consumido totalmente por la industria local. La producción de girasol, en

11
Comité nacional de Geografía. Anuario... pp 204-210
12
Coscia, A.. El lino en su aspecto económico. INTA Pergamino. Informe técnico n* 130.1975

12
cambio, creció a partir de 1927.En la cosecha de 1936/37 se logró 103.441 tn sobre una superficie

sembrada de 206.762 ha. El incremento de la producción no logró una salida vía exportación y sobrepasó

la capacidad de absorción que en ese momento tenía la industria. Por esta razón la JRG dictó una serie de

medidas orientadas a desalentar el cultivo. Los productores debían reducir en un 30% el área sembrada,

superficie que tampoco podía destinarse a la producción de lino, trigo o maíz. Al iniciarse la década de

1940 la situación se modificó. La superficie sembrada se recuperó de tal manera que en 1948 llegó a

1.806.300 has. A partir de 1947 dejó de exportarse y su producción se destinó a la industria. El cultivo se

extendió a través de la región centro/oeste de la prov. de Buenos Aires, sur de Sta. Fe, centro y sur de

Córdoba y Entre Ríos. La prov. de Buenos Aires fue la principal productora de girasol. Entre 1942 y 1951

concentró el 53,5% de la superficie sembrada. Le siguió Córdoba con 26% y 13% Sta. Fe. Estas tres

provincias lograron obtener en ese período el 95% de la producción total del país. En principio se le

asignaron campos que no ofrecían posibilidades de rendimiento económico con trigo o maíz por

considerarlo más resistente a la falta de humedad. Esto afectó su rendimiento y poco a poco se avanzó

hacia tierras de mejor calidad. En Córdoba se lo solía alternar con el maíz y en Sta. Fe y Entre Ríos llegó

a reemplazar a este cereal por ofrecer mayor seguridad de cosecha y requerir una reducida inversión para

su siembra. A partir de 1939 se introdujeron nuevas variedades en la búsqueda de mayor rendimiento en

pepita y contenido de aceite. En los años ´50 su producción se redujo a tal punto que en las cosechas de

los años 1952/53 a 1954/55 el área sembrada se retrajo en un 65%. La sequía que afectó al país entonces,

los bajos precios internacionales y el alza en los costos de producción contribuyeron a provocar esa caída.

Por otra parte surgieron enfermedades nuevas para las cuales el productor carecía de medios o de

información para combatirlas. En 1956 se creó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)

que comenzó a trabajar en la investigación de ese tipo de problemas e introdujo de nuevas variedades que

lograron la recuperación del cultivo en la segunda mitad de la década del´60.La producción de nabo, otro

insumo para la elaboración de aceites comestibles, alcanzó una superficie máxima entre 1941 y 1945. Su

aporte a la industria fue por entonces de alrededor de 30.000 tn anuales. Sin embargo los productores lo

abandonaron porque el nabo prácticamente invade los cultivos de lino y cereales de invierno, persiste en

el rastrojo y rebrota con facilidad. La tecnificación de las tareas agrícolas impulsó cierto grado de

especialización por lo que su cultivo fue reemplazado por otros más beneficiosos. Hacia fines de la

década de 1920 se introdujo el tung en las prov. de Corrientes y Misiones. Esta especie necesita un

13
período de implantación relativamente prolongado, técnicas de elaboración avanzadas y la incorporación

de mayores volúmenes de capital. No obstante resultó una opción atractiva para los productores

perjudicados por la crisis yerbatera de la primera mitad de los años ´40 por los altos precios que el

producto tenía en los mercados internacionales. En Misiones el tung se desarrolló en pequeñas

superficies trabajadas por colonos europeos. La extensión reducida de la zona y los hábitos culturales de

los productores facilitaron la creación de cooperativas que lograron afianzar el cultivo y concentrar en

esa provincia el 99% de la producción. En 1970 la Argentina ocupó el tercer lugar en el mundo como

productora de nueces de tung y el aceite que se elaboraba se exportaba prácticamente en su totalidad. El

maní se industrializó parcialmente en esta etapa y también se exportó en grano. El algodón, en cambio,

vinculó su evolución con el auge de la industria textil. Entre 1936/40 Argentina registró un promedio de

exportación de granos oleaginosos de 1.328.794 tn, cifra inferior a los volúmenes de principios de siglo.

De ese total, 1.298.104 correspondieron al lino, en tanto el resto comprendía nabo, girasol, maní, algodón

y tártago.13

5.2 Cambios sociales en el agro

El descenso de los precios internacionales de los cereales aumentó la demanda de financiación por parte

de los agricultores. El principal banco oficial, el Banco de la Nación Argentina, no resultó, sin embargo,

un instrumento eficaz en los años de crisis que siguieron al crack de 1929. El banco prefería orientar sus

créditos hacia la actividad ganadera y comercial. En esto influyó la mejora de los precios relativos de la

ganadería hasta mediados de los´50. El pasaje de la agricultura a la ganadería se vio reforzado por los

cambios demográficos y la política de tierras que se desarrolló a partir de 1943. La menor rentabilidad de

la actividad agrícola y la demanda de mano de obra en la industria y los servicios urbanos impulsaron la

emigración de trabajadores de la región pampeana. Los grandes propietarios optaron entonces por la

ganadería que requería menor número de asalariados. Las tradicionales firmas de exportación de cereales

como Bunge & Born o de Ridder lograron mantener sus márgenes de ganancias trasladando el descenso

de los precios externos hacia los productores agravando la carga que ya soportaba el sector rural. Medidas

posteriores contribuyeron a desalentar la producción agrícola. La decisión en 1948 de congelar los

arrendamientos y prorrogar indefinidamente los contratos no resultó favorable para los pequeños y

13
Martínez de Billard, J.E. Granos oleaginosos y sus aceites. Estadísticas de producción, industrialización
y exportación.1936-1970, p 77

14
medianos arrendatarios ni para la expansión de la agricultura. 14 Incluso los grandes propietarios

tendieron a arrendar tierras para dedicarlas a la ganadería extensiva, beneficiándose con el nuevo sistema

legal. Analizando el período que media entre los Censos de 1914 y 1947 se observa un aumento en el

número de explotaciones menores de 500 ha. y mayores de 5.000. Unas y otras se especializaron en cierto

tipo de producción. En las primeras predominaron las actividades agrícolas y en las segundas casi

exclusivamente la ganadería. Entre 1937 y 1947 esta tendencia redujo el porcentaje de unidades

arrendadas en la región pampeana del 58,6% al 49%. La técnica tradicional de rotación granos/alfalfa,

característica del régimen anterior de arrendamiento, se sustituyó por el monocultivo con los perjuicios

que esta modalidad implica para la conservación de los suelos. Los pequeños agricultores vieron

aumentar sus costos de producción en parte debido a los aumentos salariales por lo que trataron de

reemplazar el trabajo asalariado por el del propio grupo familiar. En consecuencia, se redujo la superficie

trabajada. La zona cerealera mostraba índices de trabajo familiar más elevados que otras regiones. En la

prov. de Bs.As. 57% de los trabajadores rurales integraba esa categoría y en Entre Ríos, el 73%. En las

zonas de cultivos industriales los índices eran más bajos: 32% en San Juan, 47% en Mendoza. 15Se puede

afirmar que hacia 1937 culmina la etapa de expansión del arrendamiento. Las medidas posteriores

desalentaron ese régimen de tenencia pero no aseguraron el acceso a la propiedad de la tierra. Entre 1947

y 1960 crecieron otras formas combinadas o mixtas donde al frente de las explotaciones agropecuarias

encontramos propietarios que a la vez son arrendatarios, medieros u ocupantes de tierras. Por otra

parte, ex - arrendatarios que lograron capitalizarse optaron por invertir en maquinarias y prestar servicios

como contratistas. Como se verá esta figura se consolida en el ámbito rural a lo largo de la década de

1960.

5.3 El rol del Estado en la formación del complejo

En 1931 los precios de los principales granos exportables habían descendido un 40% respecto a 1928.

En el mercado interno los precios agrícolas también bajaron. El proteccionismo aplicado por los países

consumidores de productos primarios obligó a los gobiernos conservadores de entonces a reemplazar la

demanda externa por el mercado interno. Entre las medidas que se aplicaron se dispuso una devaluación

del peso que se temía impulsara a los productores a vender apresuradamente en el mercado externo y

14
Sobre la Ley N* 13246 de arrendamientos y sus consecuencias, Lazzaro, Silvia B. Estado y
arrendamientos rurales en los años ´50. Ciclos N* 12.1997
15
Censo Agropecuario 1937

15
con ello bajar aún más los precios. Para evitarlo se decidió la creación, el 28/11/1933, de la Junta

Reguladora de Granos. La Junta debía comprar cereales y lino a los productores al precio mínimo y

vender a los exportadores al precio de mercado. La diferencia surgida entre las compras y ventas en los

mercados cambiarios serviría para cubrir las posibles pérdidas del sistema. El Banco de la Nación otorgó

ayuda financiera y técnica, parte del personal de la Junta se integró con empleados del Banco y sus

sucursales formaron la base de las subcomisiones de compra a través de todo el país. La misma no

funcionaba como único comprador y tampoco se encargaba de vender al exterior; la entidad adquiría los

granos y los vendía a los exportadores ya existentes al precio del mercado internacional, es decir, era un

nuevo intermediario entre productores y exportadores que aseguraba a los primeros un margen de

rentabilidad. Si los agricultores lograban ubicar su producción a mejor precio, podían hacerlo en el ámbito

privado de tal manera que la Junta no se constituyó como un intermediario obligatorio. Por otra parte, no

funcionaba con un esquema de valorización reteniendo los productos fuera del mercado como ya había

hecho Brasil con el café y Canadá y los Estados Unidos con los cereales. Esto se debía, en parte, a la falta

de un sistema adecuado de almacenaje similar al de los países mencionados que obligaba a la Argentina a

vender sus cosechas dentro del año de su recolección. La acción de la Junta resultó efectiva en 1935

cuando la sequía y la langosta provocaron enormes pérdida de trigo y lino y el organismo intervino

elevando los precios básicos. El paquete de medidas se completó en 1934 con la creación de la

Comisión Nacional de Granos y Elevadores que garantizaría el depósito de los cereales y su

clasificación.16Como resultado de la doble acción, disminución de la demanda externa y estímulo de las

llamadas “industrias naturales” por parte de los gobiernos nacionales, las actividades rurales

“tradicionales”, que comprendían los productos de exportación, crecieron entre 1935/39 sólo un 5%. Las

“nuevas actividades”, entre las que se contaban el arroz, el algodón y los aceites comestibles aumentaron

30%. En 1939 se creó el Tribunal de Fiscalización de Semillas dependiente del Ministerio de Agricultura

y Ganadería. Este organismo debía autorizar la introducción de nuevas variedades de cereales y

oleaginosas y hacer un seguimiento de sus resultados. El objetivo era diversificar los cultivos y proveer

las materias primas necesarias a las nuevas agroindustrias. Con la intención de promover su exportación y

de liberar algunas importaciones se creó la Corporación para la Promoción del Intercambio S.A..
16
Después de 1943 el organismo dejó de ser una entidad autárquica integrada por representantes de
cooperativas agrícolas y asociaciones de productores agrarios y de molineros nombrados por el P.E. con el
acuerdo del Senado, para convertirse en una dependencia del Ministerio de Economía administrada por un
Director y un Consejo Consultivo de cuatro miembros.

16
Representantes de empresas y bancos norteamericanos formaron parte de la CPI junto a figuras

nacionales relacionadas con la actividad agropecuaria como Bemberg, Tornquist, Bunge y Born. La

entidad no logró cumplir con los objetivos en parte por la escasez de transporte durante la Segunda

Guerra Mundial y en parte por la política norteamericana discriminatoria hacia la Argentina. En 1944 se

creó el Banco de Crédito Industrial. Su asistencia financiera estuvo especialmente orientada hacia las

industrias consideradas de interés nacional, es decir, aquellas que emplearan materias primas nacionales y

destinaran su producción al mercado interno. En el mismo año la JRG fue sustituida por la Junta

Reguladora de la Producción Agrícola y el PEN decidió la expropiación de los elevadores cuya

explotación puso a cargo de la Comisión Nacional de Granos y Elevadores. 17Durante el gobierno de

Farrell (1944/46) se reemplazó a la CPI por un nuevo organismo, el IAPI (Instituto Argentino para la

Promoción del Intercambio) que debía comercializar en el exterior las cosechas. El Instituto absorbió a la

Junta Reguladora y asumió las funciones exportadoras que realizaban compañías privadas. El IAPI se

convirtió en comprador único de cereales y oleaginosos a precios fijados por el Estado, los distribuía en el

mercado interno y exportaba los excedentes o los retenía hasta el momento oportuno. Este mecanismo

tuvo efectos positivos entre 1946 y 1948 pero causó grandes pérdidas en los años siguientes. Después del

derrocamiento de Perón se desmanteló el IAPI y se creó la JNG (1956). El organismo sólo debía

comerciar cuando el PEN lo considerara necesario y únicamente podía hacerlo con cereales y oleaginosos

y subproductos. En lo que respecta a elevadores y silos, la Junta debía administrarlos, proyectar su

ubicación y características, conservarlos y eliminar aquellas instalaciones que resultaran innecesarias. 18En

la campaña de 1956/57 la producción agrícola logró cierta recuperación. Sobre un total de 16 millones de

has sembradas con cereales y oleaginosos, se obtuvieron 15 millones de tn de las cuales se exportaron 7

millones. Ese mismo año la Junta adquirió a los precios mínimos vigentes la cosecha de avena, cebada,

centeno y lino que se le ofreció dejando abierta la posibilidad de comerciar libremente esos granos a las

cooperativas, acopiadores, corredores, industriales y exportadores siempre que pagaran por encima de los

precios mínimos. El mismo criterio se siguió para girasol, maní y maíz. En lo sucesivo el Ministerio

17
Sobre los decretos de expropiación, uso y dominio de los elevadores de granos entre 1944 y 1946,
Pérez Llana, ob.cit. , p431
18
Sobre la sucesiva dependencia de la Junta de diversos organismos estatales, Pérez Llana, E., ob.cit. ,pp
399 y sgtes.

17
de Comercio e Industria se encargó de fijar cupos de exportación cuando se corrió el riesgo de

desabastecimiento del mercado interno.

5.4 La etapa industrial del complejo

La década de 1930 marca el comienzo del desarrollo de la industria nacional de aceites vegetales

comestibles e industriales. Entre los primeros se incluye el procesamiento de semillas de girasol, maní,

nabo y, en menor proporción, olivo, cartamo, maíz, uva y recientemente soja. El segundo grupo

comprende lino y tung. El Censo de 1935 registró 6l establecimientos que elaboraban y fraccionaban

aceites comestibles y 5 que producían aceites industriales. Los primeros se distribuían así: 24 en Cap.

Fed. ; 9 en Chaco; 6 en provincia de Buenos Aires; 6 en Sta. Fe y otros 6 en Córdoba; 4 en Mendoza y 6

en Corrientes, Tucumán, Entre Ríos y La Rioja. El 45% de la producción se concentraba en los

establecimientos de Capital, seguidos por los de Chaco y provincia de Bs.As. que aportaban 19 y 18%

respectivamente. La misma fuente contabilizó 2.587 personas empleadas. Las fábricas de aceites

industriales se radicaban en Cap. Fed. (3 plantas) y prov. de Buenos Aires. Este grupo empleaba menos de

200 personas. Todavía no se abastecía la totalidad del mercado por lo que la importación alcanzó un

promedio anual de 13.000 tn de aceite comestible en el quinquenio 1936/1940. El mayor porcentaje

correspondía al aceite de oliva proveniente de Italia, Francia, España y Grecia. La guerra civil española y

la segunda Guerra Mundial redujeron esa oferta que se cubrió con mayor producción nacional. Dentro del

conjunto formado por las industrias de la Alimentación, la fabricación de aceites no ocupaba un lugar

destacado si se compara con otras industrias procesadoras de granos. La industria harinera, por ej.,

contaba en 1935 con 233 plantas y empleaba 5.400 personas y el valor de su producción superaba tres

veces al de la industria oleaginosa. Entre 1936/40 la industria produjo un promedio anual de 91.204 tn.

De este total 84.041 correspondieron a los aceites comestibles y 7.163 a los industriales. El Censo de

1947 contabilizó 90 plantas para el primer rubro y 73 de aceites para uso industrial. Prácticamente la

mitad de los establecimientos se situaba en Capital y prov. de Buenos Aires. En el quinquenio 1946/50 la

industria procesó semillas a un promedio anual de 756.000 toneladas. Siete años después el Ministerio de

Comercio e Industria dictó una resolución por la que prohibió la exportación de semillas de girasol. Este

se convirtió así en el insumo por excelencia de la industria aceitera. A medida que se cubría la demanda

interna, se abrían mercados externos. Las exportaciones argentinas de aceite crudo de girasol

representaban, a fines de los ´60, entre el 7 y el 10 % de la demanda mundial y los subproductos de

18
girasol cubrían el 60%. A pesar de su trascendencia económica (en esa época el girasol cubría el millón

de hectáreas), los rendimientos eran deficientes al igual que la calidad de la semilla que se industrializaba.

A principios de los ´70 peligraban los mercados consumidores de aceite argentino. Alemania, Japón o los

Países Bajos preferían comprar la semilla y transformarla en sus propias plantas. El maní, constituyó otro

insumo de gran importancia durante la década del´30. En 1935 se produjeron cerca de 19 mill. de kg. de

aceite. La harina y las tortas de este grano eran algunos de los principales subproductos industriales pero

su posición respecto de otros oleaginosos fue descendiendo y en la actualidad prácticamente no se

industrializa y se exporta como grano. El aceite y las tortas de las semillas de algodón tuvieron

considerable participación. El Censo de 1935 registró una producción de 13.693.243 kg. de aceite y

aproximadamente 30 mill. de kg. de tortas. Las plantas se ubicaban cerca de las desmotadoras. Como

la evolución del cultivo está ligada a la industria textil, la producción de aceite representó en sí misma un

subproducto que fue perdiendo importancia relativa en el conjunto de aceites comestible.

El nabo produjo una cantidad de semilla para la industria cercana a las 30.000 tn anuales entre 1941/45.

El aceite de nabo o colza tiene también usos industriales como lubricante en la manufactura del acero y

como ingrediente de jabones. Sin embargo fue perdiendo superficie cultivada por problemas inherentes a

la especialización agrícola y en la industria retrocedió ante el avance de productos sintéticos. El olivo se

desarrolló tradicionalmente en las prov. de San Juan, Mendoza y La Rioja. En ellas también se

establecieron las plantas industriales, al menos las que realizaban el primer prensado de la aceituna. En

algunos casos los propietarios de los olivares y los industriales constituían una sola entidad,

especialmente en San Juan y Mendoza, lo que pone de manifiesto cierto grado de integración vertical. En

La Rioja, al menos hasta los años ´70, los empresarios de las plantas elaboradoras compraban la materia

prima a numerosos pequeños productores. El precio elevado del producto en relación con otros aceites

limitó su consumo en el mercado interno. La exportación resultó difícil debido a la competencia de

España y otros países mediterráneos. En América, Brasil fue el mercado más importante y hasta 1967 la

totalidad del aceite de oliva que se consumía en ese país era de origen argentino. A partir de esa fecha la

competencia con el aceite proveniente de la Península Ibérica produjo la caída de nuestras ventas. Los

aceites industriales tuvieron en el lino y el tung sus principales insumos. En 1946 se exportó 1.857.674 kg

de aceite de tung. Diez años después la exportación alcanzó alrededor de 16.300.000 tn (INDEC). A partir

de entonces los volúmenes se mantuvieron sin grandes cambios hasta alcanzar el máximo en el año 1967

19
con un total exportado de 25.384.124 kg. En 1972 había 7 fábricas en Misiones que exportaban la

producción casi en su totalidad a los Estados Unidos y a Europa, especialmente a los Países Bajos, Reino

Unido y la URSS. Cuando se redujo la exportación de aceite de lino aumentó la de expellers o tortas,

subproductos de la semilla destinado a la alimentación del ganado vacuno y lanar. Como el consumo en el

país era muy bajo se favoreció su exportación. Entre 1941/46 el Estado se hizo cargo de la compra de

aceite y subproductos de lino a los industriales. Esta medida causó el aumento del número de plantas cuyo

producto quedaba fuera de las reglas del mercado. Argentina pasó de ser exportadora de semilla a ocupar

un lugar destacado en la exportación del producto industrializado. Los principales compradores, a

mediados de los ´50, eran la URSS, el Reino Unido y los Países Bajos. Francia era nuestro principal

importador de expellers. A fines de 1956 se liberó la comercialización de los granos. Los exportadores

podían concertar directamente negocios de lino con el exterior respetando los cupos dispuestos por el

Ministerio de Comercio e Industria. De acuerdo con ese criterio, en el año 1959 se dispuso que la semilla

de lino se reservara preferentemente para abastecer a la industria local y el excedente podría ser exportado

siempre que fuera acompañado por un volumen considerable de aceite. Así sucedió al año siguiente con

130.000 tn de semilla y otro tanto de aceite. Este sistema de exportaciones encadenadas se llamó

“convoyage” y se prolongó en los primeros años de la década del´60. Entre 1964/67 se decretaron

gravámenes diferenciales. En 1973 la semilla de lino tenía un derecho a la exportación del 55%; el

aceite crudo, 41% y el expeller, 40%. Argentina fue el exportador más importante en el quinquenio

1966/70 durante el cual participó en el mercado mundial con 3.200.000 tn de semilla y 1.053.800 de

aceite.

El Censo Industrial de 1954 contabilizó 173 fábricas y refinerías de aceites comestibles. El sector

empleaba 8.500 personas. Los aceites industriales se elaboraban en 55 plantas y empleaban 2.100

personas. El número de establecimientos de aceites industriales se había reducido (73 en 1947) en tanto

aumentaron las plantas productoras y refinadoras de aceites comestibles (90 en 1947).

Conclusiones

En la primera etapa analizada el cultivo oleaginoso más difundido es el lino. La producción se exporta

prácticamente en su totalidad y las pocas fábricas de aceite existentes no logran obtener materia prima

en cantidades adecuadas y no cuentan con otras semillas alternativas. La articulación entre las sucesivas

instancias productivas es dificultosa y las plantas suelen tener capacidad ociosa o se ven en la necesidad

20
de importar semilla. Su producción por lo demás no es especializada ya que combinan la elaboración de

aceite con otros productos (barnices, etc.). Si por una parte los actores sociales relacionados con la

producción agraria se ven condicionados a vender el lino en los circuitos establecidos por las grandes

compañías nacionales y extranjeras y sólo en pequeñas cantidades proveen a la industria local, los

propietarios inmigrantes o nativos ligados a la manufactura carecen de la representación política necesaria

para lograr cambios para el sector. Por otra parte la importación de aceite de oliva a bajo precio y el uso

de la grasa limitan el crecimiento del consumo de aceites comestibles mientras que las necesidades de

aceite industrial se cubren mediante la importación. Por todo esto creemos que en esta etapa no se puede

considerar esta producción como integrada en un complejo al modo de otras agroindustrias (azúcar,

vitivinicultura, harina). En la segunda etapa la intervención del Estado articula la producción agrícola e

industrial por el sistema de cuotas e incluso en algunos períodos asume su comercialización formando un

complejo que intenta satisfacer la demanda externa e interna. El aceite de lino se transforma en uno de los

más importantes productos de exportación de la Argentina pero también se introducen otros oleaginosos

para elaborar aceites comestibles e industriales que representan alternativas productivas para regiones

extrapampeanas. Las plantas tienden a especializarse en uno u otro producto y aunque están distribuidas

espacialmente en diversas provincias, el mayor número se concentra en el litoral portuario. Al promediar

la etapa el complejo todavía tiene una participación en el producto industrial y en el empleo menor a los

de otras agroindustrias. Hacia el final de este período se observa estancamiento en la agricultura y

retraso tecnológico en la industria que limitan la inserción de la producción en el mercado internacional.

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