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LA EMPRESA COMERCIALIZADORA DE INSUMOS

AGROPECUARIOS COMO UN NUEVO ACTOR EN LA

PRODUCCIÓN AGRÍCOLA LOCAL

Graciela María Preda

Dpto. Socioeconómico de la Facultad de Ciencias Agrarias. UNR


E-mail: gpreda@coyspu.com.ar
Abstract

En el actual proceso de globalización económica, el sector agropecuario

-igual que los demás sectores productivos- necesito modernizarse, adaptando

su estructura al nuevo paradigma tecnológico para llegar a ser competitivo

internacionalmente. La aceleración de los cambios organizacionales en un

escenario concentrador de recursos, con estabilidad y alza en los precios

internacionales de los cereales -en el período 1995/96-, encontró un espacio

importante para que el capital extra-agrario incursionara en la producción

mediante el desarrollo de diferentes formas organizativas.

En la pedanía Espinillos, depto. Marcos Juárez -Pcia. de Córdoba- las

empresas comerciales de venta de agroquímicos y/o acopiadores privados

-moviéndose en una dimensión zonal o regional- ocupan un espacio

significativo en la producción agrícola, con la característica común de la toma

de tierras mediante diferentes formas de arrendamiento.

El desarrollo de relaciones flexibles de tenencia, que responde al

contexto de competitividad que caracteriza al mercado de tierra de la región,

viabilizó la inserción de estos sujetos en la cuestión agrícola a mediados de la

presente década. Su presencia se consolidó dentro del sector en un breve

período de tiempo, aumentando progresivamente el volumen de superficie

operada.

Este trabajo se plantea conocer la racionalidad económica y las

estrategias de estos agentes productivos en sus relaciones de producción,

analizando la lógica que los diferencia de los productores tradicionales como

también de los fondos de inversión agrícola.

2
Introducción

Ciertas condiciones externas que escapan al propio proceso productivo

y al control de los productores, como la situación de precios de los productos

agropecuarios, actuaron en la modificación de la estructura social agraria. El

alza de precios en los productos agrícolas provocó movimientos significativos

tanto de evasión como de incursión de diferentes sujetos en la cuestión

agropecuaria, y las razones de esta movilidad no deben buscarse únicamente

en torno a perspectivas ligadas con lo productivo ya que el deseo de ejercer el

control absoluto de la tierra garantizado por la tenencia en propiedad fue un

factor que atrajo capitales que estaban fuera del sector agropecuario

propiamente dicho.

El arrendatario caracterizado como un sujeto orientado básicamente a la

producción agrícola estableció, a través de diferentes tipos de organizaciones

laborales, formas productivas acordes a las necesidades del contexto histórico,

generando una trama social sólida y flexible a la vez que logró consolidarse en

la organización agraria argentina como un modelo social y productivo

perdurable. Es así que la configuración del arrendamiento como sistema

productivo dentro del régimen de tenencia precaria de tierra, fue adoptando

diversas modalidades en su esquema organizacional: inmigrantes

arrendatarios de principios de siglo, pequeños y medianos propietarios

capitalizados que tratando de aumentar su escala operada anexan predios en

tenencia precaria -son propietarios y tomadores de tierra a la vez-,

trabajadores independientes que provistos de un capital inicial pasaron de la

prestación de servicios a terceros a la intervención directa en el proceso

productivo agrícola y finalmente, grupos inversores que en los últimos años y

3
motivados por un considerable incremento en la rentabilidad, se insertaron en

el sector productivo agrícola utilizando estrategias innovadoras.

Fue la especialización productiva ligada a un creciente proceso de

incorporación de capital, la génesis de este proceso de incorporación de

nuevos actores que a través de la inversión en maquinarias en un sistema

productivo homogéneo tecnológicamente profundizaron aún más la brecha

entre la “inversión de capital productivo y la propiedad de tierra”(Murmis,

1988). La complementación de ambos factores en el moderno escenario

productivo estableció relaciones diferentes en lo que respecta a la tenencia de

la tierra.

Este proceso permite inferir que la tenencia precaria de la tierra a través

de diferentes sujetos -pequeños y medianos propietarios, contratistas de

producción sin tierra en propiedad y acopiadores o comercializadores de

insumos agropecuarios-, afirman al arrendamiento como un sistema productivo

vigente y generador de nuevos actores que van modificando las relaciones

sociales establecidas en el contexto agrario argentino.

Precisamente, el trabajo se propone indagar las razones que motivan la

incursión de los comercializadores de insumos agropecuarios en la actividad

productiva agrícola, como así también intentar comprender el grado de

homogeneidad en la organización de los recursos de estos sujetos y si las

estrategias resultantes de dicha organización se diferencian de las

establecidas por los productores locales.

Para ello, se realizaron entrevistas a comercializadores de insumos de

la ciudad de Marcos Juárez. La elección de la misma obedece al hecho que allí

se concentra la comercialización de la pedanía Espinillos.

4
Caracterización del área de estudio

La pedanía1 Espinillos pertenece al Área IV denominada Agrícola del

Sudeste, que es una de las cinco áreas ecológicamente homogéneas en que

se divide la provincia de Córdoba de acuerdo a un proceso de regionalización

del INTA realizado en 1987 en base a tipos de suelo y clima. El Área IV ocupa

el 8% de la superficie total de la provincia y posee las tierras con mayor aptitud

para desarrollar la actividad agrícola.

La pedanía se encuentra ubicada en el Sudeste de la Pcia. de Córdoba

y forma parte del Departamento Marcos Juárez. Comprende una superficie de

168.865 has. e incluye las localidades de General Roca, Marcos Juárez y

Leones. Posee un total de 574 establecimientos agropecuarios y la superficie

media por establecimiento es de 294 ha. (CNA, 1988).

De acuerdo a datos del Censo Nacional Agropecuario de 1988 el 63 %

de la superficie de las explotaciones que componen el departamento Marcos

Juárez se encuentran bajo el régimen de tenencia en propiedad,

desagregándose de la siguiente manera: el 50 % en propiedad personal y el

13 % en propiedad familiar o sucesión indivisa. El 37 % restante se encuentra

en diferentes formas de no propiedad: arrendamiento, aparcería, contrato

accidental y otros tipos de ocupaciones. El contrato accidental es el de mayor

relevancia con un porcentaje del 15 %, superando incluso al arrendamiento

tradicional.

En el sistema de producción agrícola puro se ubica el mayor porcentaje

de explotaciones en tenencia precaria, el 59 % de las mismas pertenecen al


1
Denominación que se da a los distritos que componen los departamentos de la provincia de Córdoba.
El departamento Marcos Juárez se subdivide en siete pedanías: Colonias, Espinillos, Saladillo, Cruz
Alta, Liniers, Calderas y Tunas.
5
rango de 350-800 ha. y ocupan -en su totalidad- el 40 % de la superficie de

este sistema productivo (CNA 1988 ). Las explotaciones que combinan tierras

propias y de terceros, mediante diferentes formas de arreglo, tienen una

importante presencia en los cuatro sistemas productivos que caracterizan la

región - agrícola, agrícola-ganadero, agrícola-porcino y agrícola-bovino-

porcino- y ocupan entre el 35 y el 65 % de la superficie total, según los

sistemas productivos.

Perfil de la producción agrícola regional

La creciente y sostenida penetración de la soja y la implementación del

doble cultivo trigo-soja, determinantes en la especialización productiva,

generaron profundas transformaciones en la organización interna de las

explotaciones, estableciendo cada vez más dependencia con paquetes

tecnológicos específicos y la necesidad de vincularse al circuito de capital

requerido en este nuevo sistema de producción. Este proceso de

agriculturización creciente fue desplazando paulatinamente la producción

ganadera hacia tierras de inferior calidad.

Los parámetros del nuevo escenario productivo agrícola, en un sistema

de producción extensivo como el que caracteriza a la región en estudio,

requieren disposición de maquinarias y equipos acordes a la especialización

productiva simultáneamente al incremento de superficie explotada, como

alternativas excluyentes para la continuación del propio proceso de

reproducción. Es por ello que la imposibilidad de acomodarse al proceso de

modernización productivo fue un factor determinante en el retiro de gran

cantidad de pequeños y medianos productores de la producción y la vida rural.

6
Además, la obsolescencia en el parque de maquinarias, el

sobredimensionamiento de mano de obra en las explotaciones, la presión

tributaria, la escasez de créditos accesibles y el endeudamiento -acrecentado

por las elevadas tasas de interés imperantes en el circuito financiero oficial y

extraoficial (planes canje, cuenta corriente en cooperativas, etc.)-, actuaron en

forma concomitante para la expulsión de numerosos productores de la

cuestión productiva a través de la pérdida de la propiedad de sus tierras o, en

el mejor de los casos, cediéndolas en arrendamiento.

A esta problemática productiva que afecta a los pequeños y medianos

productores agropecuarios se agrega el contexto macroeconómico con su

estructura de precios relativos internos surgida en la implementación del Plan

de Convertibilidad de 1991, que generó tendencias antagónicas entre precios y

costos derivados de la especialización agrícola, exigiendo escalas de

explotación mayores con la consecuente marginalización de las unidades

menores de 100 ha. (INTA, 1992).

Un estudio que analiza el efecto que tuvo en la empresa agrícola el

cambio en los precios relativos (mayorista/minorista) a partir de la

Convertibilidad (Peretti, 1998), expone el relevante deterioro en la capacidad

de compra minorista de la empresa agrícola durante la década del ‘90. Dicho

análisis transforma los Ingresos Netos de la empresa agrícola (expresados en

pesos mayorista) en capacidad de compra minorista 2, demostrando que los

ingresos reales promedio por hectárea agrícola del período postconvertibilidad

1992/98 son un 49,1 % menores que el promedio del período 1982/88. 3


2
La serie de índices de precios mayorista y minorista a los fines de este análisis se actualizó a pesos de
mayo de 1998.
3
Ver “Competitividad de la empresa agropecuaria en la década de los ‘90”. Lic. Miguel Peretti en
Revista Argentina de Economía Agraria. Nueva Serie Vol. II. N° 1. Otoño 1999. Asociación Argentina
de Economía Agraria (AAEA).
7
Las consecuencias de la implementación de estas medidas

macroeconómicas no hicieron más que acelerar el ya sostenido éxodo de

pequeños productores de la explotación directa de sus unidades de producción

que se venía manifestando en los últimos 10 o 15 años. El alejamiento de la

cuestión productiva se debe a la imposibilidad de generar niveles adecuados

de rentabilidad, ya que “la aplicación de toda la tecnología disponible (en

labranzas, genética, agroquímicos, etc.), intensificación del uso del suelo y

cambio en la combinación de productos, sin variar el tamaño de la explotación,

no alcanzó en la postconvertibilidad para sostener el ingreso real de una

empresa agrícola” (Peretti, 1998).

El abandono de la explotación agrícola directa vía cesión de las tierras

en alquiler fue la estrategia microeconómica que adoptaron aquellos pequeños

y algunos medianos productores de la región pampeana, quienes ante la

imposibilidad de permanecer en la actividad productiva, se adecuaron a un

nuevo tipo de vida urbana acorde a la apropiación de la renta obtenida.

Un caso ejemplificador es Noetinger, pueblo situado al este cordobés y

cercano a la pedanía Espinillos, cuya zona rural ocupa más de 80.000

hectáreas de campos agrícolas y en menor medida ganaderos, donde el 60 %

de los productores son chacareros de 100 a 120 hectáreas. De acuerdo a

relatos locales muchos han vendido su propiedad, convirtiéndose en

contratistas de maquinarias o en pequeños comerciantes urbanos, a la vez que

se manifiesta un proceso de concentración productiva. 4

Ante el creciente fenómeno de despoblación rural nos cabe

preguntarnos si el Estado no debiera estar presente a través de políticas que

4
“En el interior la crisis agropecuaria provoca la otra desertización” Suplemento El Campo del diario
La Nación. 26 de junio de 1999.
8
tiendan a la contención de los pequeños productores en su reconversión

productiva. Ya que como manifestó Diego Estévez, economista y ex secretario

de empleo, “el costo fiscal de una persona que deja una zona rural para

asentarse en el conurbano de cualquier gran ciudad es 5 o 6 veces más caro

que si se queda en el campo”.5

Incursión del capital extra-agrario en la producción agrícola

La política económica diseñada que introdujo al país la tendencia

mundial “a la concentración de los factores productivos y a un modelo

económico encaminado a fomentar la competitividad internacional y la

eficiencia económica interna” (Tort y Lombardo, 1996), produjo importantes

transformaciones que afectaron al sector productivo primario.

En este proceso de globalización económica, el sector agropecuario -al

igual que los demás sectores productivos- necesitó modernizarse para adaptar

su estructura al nuevo paradigma tecnológico y llegar a ser competitivo

internacionalmente. La aceleración de los cambios organizacionales en un

escenario concentrador de recursos, con estabilidad y alza en los precios

internacionales de los cereales -en el período 1995/96-, encontró un espacio

importante para que el capital extra-agrario incursionara en la producción

mediante el desarrollo de diferentes formas organizativas.

En efecto, los fondos de inversión agrícola y los pools de siembra, se

constituyen como grupos inversores que operan a gran escala en la

producción agrícola basando su estrategia en el aprovechamiento de

oportunidades del mercado; por ser grandes consorcios disponen del capital

5
Suplemento El Campo del diario La Nación. 26 de junio de 1999.

9
necesario, se permiten pagar por adelantado a los propietarios cededores y

lograr buenos precios por la compra de insumos en forma directa, lo que les

garantiza una relación costo-beneficio favorable. 6

No únicamente estos mega-inversores irrumpieron en la producción,

también las empresas comerciales de venta de agroquímicos y/o acopiadores

privados -moviéndose en una dimensión zonal o regional- incursionaron en la

producción agrícola tomando tierras bajo diferentes formas de arrendamiento.

Estos sujetos denominados también capitalistas urbanos, con relativa

presencia en el área de estudio, cuentan con menores escalas de explotación

que los grupos mencionados anteriormente debido a la subdivisión de la tierra

en la región y a las diferentes características en cuanto al manejo de la

cuestión productiva.

La demanda de tierras en la zona de estudio se encuentra en

permanente crecimiento lo que conlleva a un aumento sostenido en los

cánones de renta. Dicho incremento no guarda relación alguna con el nivel de

precios de los cereales: mientras que éstos no mantuvieron la estabilidad

pronosticada para el corto y mediano plazo, los arrendamientos igualmente

continuaron su carrera alcista. Es por ello que estos nuevos actores

productivos se insertan en áreas de inferior calidad productiva, como la zona

norte de la pedanía y otras regiones de la provincia en las que anteriormente

predominaba la actividad ganadera y tambera.

Coincide en el año 1994 la génesis de este proceso, que en un breve

período de tiempo se consolidó en el sector para ocupar progresivamente

mayores espacios de superficie operada.

6
“La Voz del Interior”, 12 de enero de 1997.
10
Dicho proceso se desarrolló en un contexto de precios favorables en los

principales cultivos producidos en la región con el consiguiente incremento en

los porcentajes de rentabilidad del sector y en un entorno macroeconómico de

estabilidad que permite la planificación a mediano plazo. Ambos factores

establecieron las condiciones suficientes para que nuevos actores se

introduzcan en la producción agrícola en total concordancia con las normativas

del mercado.

Si bien originariamente esos fueron los factores que propiciaron ciertas

modificaciones en la trama social de los sujetos involucrados en la producción

agrícola local, en los últimos dos años se agrega la situación en que quedó

inserta la actividad comercial del sector. La extrema competencia manifestada

en la agresividad de las políticas de venta tendiente a la ocupación de un

espacio en el mercado, disminuyeron notablemente los márgenes de la

rentabilidad comercial, induciendo a las empresas a plantearse una

transformación. Además, la adopción masiva de soja transgénica relegó del

mercado de agroquímicos a aquellas empresas que no comercializan glifosato.

A la disminución en la rentabilidad de la comercialización de

agroinsumos, se le suman los riesgos de cobrabilidad. En un contexto sectorial

de fuerte endeudamiento y con bajos precios en los productos agrícolas, las

empresas comercializadoras realizan la mayoría de sus ventas financiadas a

cosecha7.

La situación de riesgo que atraviesa la actividad actúa en favor de un

cambio en la posicionalidad que los comercializadores mantenían hasta este

momento en el sector. La mutación de roles queda explícita en una de las

7
Las entrevistas realizadas demuestran que en la actualidad el 90 % de las ventas de agroinsumos son
financiadas a cosecha.
11
entrevistas realizadas: “...financiar a un productor, es como ser socio

únicamente en las malas, porque si le va mal no me paga y si le va bien no voy

en nada. Es por ello que si puedo alquilar un campo yo, lo hago, ya que el

riesgo es el mismo: si no llueve no cobro, ya sea si lo siembra él o si lo siembro

yo. Vemos que el riesgo es menor encarándolo uno que dando los vidones

para que lo haga otro”.

La implementación de estrategias diseñadas por estas empresas no

difieren sustancialmente entre sí. Optan por conformar unidades productivas

no menores de 1.500 hectáreas -con deseos de ampliar la escala en años

próximos- en diferentes zonas, ya que la subdivisión de los predios en la

región imposibilitan encontrar esa superficie unificada. Además el traslado a

zonas con suelos de inferior calidad responde a la búsqueda de menores

cánones de arrendamiento respecto al área núcleo de la pedanía.

Con respecto a los acuerdos contractuales hubo un cambio significativo

en los últimos dos años. La preferencia de los propietarios por acordar arreglos

mediante la forma del contrato accidental fue cediendo ante la presión de los

tomadores por obtener contratos más prolongados, de tres años de duración

como mínimo, que les garanticen cierta continuidad en predios que muchas

veces deben desmalezar o resignar rendimientos debido al deterioro del suelo.

Este logro puede acreditarse únicamente en áreas ubicadas en el noroeste del

dpto. Marcos Juárez, en las regiones de Alto Alegre, Cintra, Bell Ville,

Noetinger (pertenecientes al dpto. Unión) y en otras zonas de la provincia

consideradas marginales, ya que en la zona núcleo de la pedanía continúa

imperando el contrato accidental, con elevados cánones que se establecen en

quintales fijos. El mantenimiento de este tipo de arreglos, aún en situaciones

12
desfavorables como la que atraviesa el sector en la actualidad, se vincula a la

estabilidad en la demanda de tierras debido a la homogeneidad y calidad de su

suelo.

La posibilidad de acceder a la tenencia de grandes extensiones con

cánones de arrendamiento inferiores, son las razones que estos nuevos

actores encuentran en la radicación en regiones que anteriormente estaban

ocupadas por la ganadería y la actividad tambera. Son áreas de pequeñas y

medianas explotaciones (entre 70 y 300 hectáreas) que se encuentran

rezagadas en tecnología, tanto en producción de carne como en producción

láctea; generalmente campos con lotes de potrero naturales con 8 o 10 años

de actividad ganadera y con alambrados sin ningún tipo de mantenimiento.

Inmersos en una situación de escasa o nula rentabilidad en su actividad

productiva durante los últimos años, los pequeños y medianos propietarios

encuentran a través de la cesión de sus predios en arrendamiento, la

posibilidad de percibir una renta segura en forma mensual o trimestral.

Acostumbrados a sus actividades anteriores, es común que opten por fijar los

cánones de arrendamiento en kg. de grasa o de carne.

El conocimiento que estos innovadores en la cuestión productiva tienen

del área y la relación establecida con los productores a través del

asesoramiento profesional, todos ellos son ingenieros agrónomos, son

herramientas que los posicionan favorablemente facilitándoles el acceso a la

tierra.

Una característica que identifica a estos sujetos en su organización

empresaria es la conformación de tantas sociedades como predios tienen

tomados, estableciendo acuerdos con los propietarios de la tierra, con socios

13
capitalistas -que aporten dinero o capital fijo- que en muchas ocasiones

coincide con la empresa comercializadora de semillas o agroquímicos que

ellos representan en la región y con otros profesionales del medio. La

estrategia es compartir riesgos y dividir el trabajo ya que cada uno continúa

con sus actividades propias.

El esquema de producción se basa exclusivamente en la adopción de

siembra directa y aquellos que operan en predios ubicados en zonas con

inferior promedio de lluvia anual destinan la superficie a un solo cultivo en el

año, para conservar la humedad que compense el faltante de agua recibida. La

adopción de sistemas de labranza de tipo conservacionista se debe

fundamentalmente a que tienen las características de ser: ahorradores de

mano de obra, de combustible y facilitadores del manejo de agua de lluvia -

recurso escaso y principal factor de incertidumbre-, protegiendo el recurso

suelo, estabilizando y logrando incrementos de rendimientos en los cultivos.

La organización del trabajo responde a una racionalidad económica que

prioriza la minimización en el costo de mano de obra. Contratan personal

transitorio en época de siembra o fumigación -si disponen de maquinaria

propia- aunque en la mayoría de los casos se procede a la contratación de

equipos, bajo la coordinación de alguno de los socios, para la realización de

las labores de siembra, pulverización y cosecha. Este esquema de producción

les permite no disponer de personal permanente.

En todos los casos e independientemente de la zona en que se ubiquen

las unidades productivas, la soja es el cultivo que ocupa el mayor porcentaje

de la superficie sembrada. Aunque en regiones cercanas a la pedanía hay

mayor diversificación de cultivos: se siembra además, maíz, sorgo y girasol.

14
Los sujetos a cargo de este moderno sistema de producción se

reconocen defensores de la sostenibilidad del recurso, por una cuestión de

racionalidad económica en pos de rendimientos futuros crecientes y además

por un sentido de “pertenencia” a la región.

Si bien la región en que se realizó el estudio se caracteriza por contar

con productores vanguardistas en la adopción de tecnologías productivas y de

gestión, podrían identificarse ciertas diferencias en la implementación de

estrategias como en el manejo de la cuestión productiva y comercial con estos

nuevos actores con los que, en definitiva, compiten por la ocupación de un

espacio.

Algunas de las variables que podríamos considerar son las siguientes:

- comercialización: poseen una dinámica diferente en las operaciones de

venta a futuro como también en el acceso a otros tipos de mercado.

- estructura operativa ágil: la operatoria anteriormente descripta genera

dinamismo y rapidez en las tareas a desarrollar.

- información: tienen acceso a un importante caudal informativo, tanto en

materia de comercialización como en lo referente a la incursión en el mercado

de las permanentes innovaciones en tecnologías productivas y de gestión.

- costos reducidos: los gastos en insumos, servicios y comercialización son

aproximadamente un 10 % inferiores a los de plaza.

- ventajas financieras: el origen del dinero invertido es extra-agrario.

Aunque reconocen que se encuentran posicionados de manera

diferente a los productores locales, ya que ingresan a la producción con

capitales provenientes de otras actividades, formados profesionalmente en la

cuestión productiva y con una lógica de tipo empresarial, asumen plenamente

15
su pertenencia al ambiente garantizada por un profundo conocimiento del

medio y niegan estar en la producción de manera coyuntural.

En un discurso unívoco se diferencian sustancialmente de la operatoria

llevada a cabo por los fondos de inversión agrícola o los pool de siembra,

rescatándose a sí mismos como operadores de un sistema de producción en el

que se involucran directamente a través de un control personalizado de las

tareas agrícolas y asumiendo la responsabilidad plena de la organización

productiva. Pero la disparidad mayor con esos megaproductores, a los que

consideran responsables de deteriorar el suelo, es su compromiso con la

conservación del recurso.

16
Algunas reflexiones finales

La producción agrícola se desarrolla en un contexto en permanente

transformación, donde la viabilidad de las unidades productivas se vincula al

nuevo paradigma tecnológico que fija escalas de explotación ampliadas -con la

finalidad de reducir costos- y al circuito de capital acorde con el nuevo proceso

de especialización productiva. En este escenario de mayor concentración

productiva se encuentran mejor posicionados aquellos sujetos que establecen

organizaciones productivas con una lógica tipo empresarial.

Es por ello que las empresas comercializadoras de agroinsumos se

insertaron en la actividad productiva agrícola local ocupando un espacio en

creciente importancia. La diagramación de su estructura se asienta en

tecnologías tendientes a la estabilización del ingreso en la empresa, ya que

cimientan su operatoria en un controlado y eficiente manejo del capital

operativo, limitado empleo de mano de obra, implementación de labores de

tipo conservacionista y escaso capital fijo. La adopción de las estrategias

mencionadas tienden al logro de un aumento en la productividad por unidad de

hectárea y en escalas de explotación que compensen las importantes

erogaciones en concepto de canon de arrendamiento. Sustentar este sistema

productivo en predios cuya tenencia es precaria genera la necesidad de

implementar específicos controles en la disposición de gastos y prácticas

productivas, permitiéndoles articularse más rápidamente al modelo imperante.

Estos nuevos actores que modificaron el escenario productivo y social

de la región y que, a través de un profundo conocimiento del medio y del

aprovechamiento de ciertas ventajas provenientes de sus actividades urbanas,

17
lograron ejercer un control operativo de la tierra, dejan explícito sus deseos de

gozar en un futuro incierto los beneficios que la propiedad de la misma otorga.

Una cuestión a tener en cuenta es si en el actual contexto de producción

orientado casi unilateralmente a lo agrario y con fuerte ligazón al capital, donde

quedan excluidas las explotaciones con desventajas tecnológicas, no serán

estos sujetos quienes inicien un proceso concentrador en la producción local.

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