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ANTROPOLOGIA

UNIDAD 1
¿Qué es la antropología?: pretende aclarar el interrogante que el hombre se
plantea a si mismo ¿Qué significa ser hombre?

1) ACTUALIDAD Y URGENCIA DEL PROBLEMA: Urgencia a la conciencia de todo el que quiere vivir su
existencia de un modo verdaderamente humano.

Max Scheler “En la historia de más de 10.000 años somos nosotros la primera época en que el hombre se ha convertido
para sí mismo radical y universalmente en un ser “problemático”: el hombre ya no sabe lo que es y se da cuenta de que no
lo sabe.

En este contexto de pérdida de identidad, incertidumbre, desconcierto respecto a la imagen del hombre, la reflexión
filosófica, critica y sistemática, sobre el ser y sobre el significado se convierte en una de las tareas más urgentes->
elaboración de una nueva antropología filosófica. Recuperar la secular certeza del hombre, pensarla de nuevo hasta el
fondo y enriquecerla con todas las nuevas interpretaciones. Problema de la existencia.

2) GENESIS DEL PROBLEMA FILOSOFICO DEL HOMBRE.

 ADMIRACION Es una actitud contemplativa, profundamente mortificada en la civilización industrial.


Orientada al reconocimiento de la grandeza y al misterio que hay en el hombre independientemente de la obra
humana y anterior a ella.
 MARAVILLA Maravilla ante el valor y el misterio que se revela en la existencia humana y búsqueda del
centro misterioso de tamaña grandeza.
 FRUSTRACION Y DESILUSIÓN Experiencia de la frustración, el fracaso, la derrota.
 VACIO Y LA NADA La experiencia del vacío y de la nada no es más que un modo negativo de protesta y
de repulsa de una civilización que debería servir al hombre, pero que lo ahoga en sus aspiraciones más
profundas y más personales.

3) RAICES MAS PROFUNDAS DEL PROBLEMA ANTROPOLOGICO

a) Libertad que realizar: La antropología nace de una libertad inquieta y necesitada, necesariamente responsable de sí
misma y de su propia existencia, pero al mismo tiempo ansiosa y de comprenderse a si misma y de descubrir el
camino que tiene que recorrer. Libertad inevitable, incierta, amenazada en el mundo y expuesta a la tradición de sí
misma.

b) La convivencia con los demás: Nacen en el espacio de los vínculos que nos unen con los demás hombres en el
mundo. El mismo sentido de la existencia y la posibilidad de realizar una auténtica libertad parecen depender en
amplia medida de los demás. La frustración de estas relaciones parece conducir por tanto inevitablemente a suscitar el
problema del ser y del significado del hombre.

c) Necesidad de un significado global: Nace de la experiencia personal y comunitaria que se ve enfrentada con el límite
de la muerte. La angustia existencial busca una libertad definitiva, un fundamento eterno del amor, una razón
definitiva de esperar. La pregunta antropológica nace de la confrontación entre una vida humana infinitamente
preciosa y sagrada, y la muerte que parece destruir lo más hermoso del mundo. Pregunta por el significado ultimo del
hombre está vinculada a la intención metafísica general que se manifiesta como necesidad de aclarar y de comprender
el fundamento del ser y el puesto del hombre en el universo.
UNIDAD 2
INTERPRETACIONES MATERIALISTAS Y ATEAS DEL HOMBRE
MATERIALISMO SURGE DE LA CONSTATACION DE LA FINITUD HUMANA, LIGADA A LA CORPOREIDAD.
SOMOS SERES EN EL MUNDO, TENEMOS CUERPO Y SOMOS NUESTRO CUERPO. EL CUERPO NOS
PERTENECE DE MODO CONSTITUTIVO Y PARTICIPA DE LA REALIZACION DE LA PERSONA. POR EL CUERPO
LA PERSONA HUMANA PARTICIPA DE LA MATERIA, PERTENECE A UNA ESPECIE BIOLOGICA.

El materialismo de cualquier especie que se trate, aparece como una absolutización radical de este ser corpóreo, espíritu
en el mundo, o “espíritu encarnado”. Se pone la materia como sustrato, tejido y fundamento último de los seres y de todas
las manifestaciones de la existencia.
Materialismo conjunto de posiciones antropológicas que intentan explicar la vida humana excluyendo la referencia de
cualquier principio no materia.

-----FEUERBACH-----
- Paso del idealismo inicial, heredado de su maestro Hegel, a un materialismo radical, plasmado por la frase “el
hombre es lo que come”.
- Solo racional es real, todo lo que esta fuera de la visión de la razón y de la sensibilidad no es real. Dios es algo
puramente pensando por el hombre, no existente.
- La esencia del hombre está en el hombre mismo. El primer objeto del hombre es el hombre. Niego a dios para
afirmar al hombre. Verdad del hombre está en afirmar su materialidad, excluye existencia de dios.
- La dimensión espiritual del hombre y la creencia en dios hunde sus raíces en un engaño original sobre sí mismo y
sobre el mundo.
- Es un humanismo ateo y materialista: único dios del hombre es el hombre mismo. Para hacer grande al hombre es
necesario destruir a dios, existencia de dios empobrece al hombre. El hombre transformado en dios, es un solo dios
reducido a hombre.

------MARX-INMANENCIA ABSOLUTA DEL HOMBRE-----


 Binomio hombre-naturaleza: el trabajo como esencia del hombre: relación recíproca entre el hombre y la
naturaleza, absoluta. El hombre proviene de la naturaleza. La relación hombre-naturaleza se establece
mediante el trabajo del hombre. Se objetiviza.
El trabajo como factor transformante de la inteligencia humana, con sus capacidades modifica la naturaleza.
La esencia del hombre es su capacidad real de transformar el mundo.
Mediante el trabajo, el hombre se auto crea.
La pregunta crucial sobre el origen del hombre encuentra su respuesta: ¿Por qué buscarla en dios, ser ya físico
ilusorio según el análisis de Feuerbach cuando se encuentra en el hombre mismo?

 Alineación económica y religiosa: el hombre se encuentra en una situación de alineación económica que lo
conduce luego a la religiosa. La alineación económica es la perversión de las relaciones de producción,
división de trabajo y producto, en el sentido de que la clase trabajadora queda expropiada del fruto de su
trabajo. Esta expropiación se debe a la existencia de clases de hombres: el capitalista que detenta la propiedad
privada de los medios de producción y el obrero la fuerza de su trabajo.

En la situación originaria de auto creación, el trabajador, el trabajo y el producto del trabajo se encontraban en
armonía, y el producto del trabajo pertenecía al trabajador. Esto re rompe con la introducción en el sistema de
los medios de producción privada.
Había una expropiación del producto mismo debida a la propiedad privada de los medios de producción y el
enriquecimiento mayor del capital debido a la plusvalía y el empobrecimiento creciente del obrero sujeto al
mismo salario.
Empieza oposición de Marx contra la religión.
El paraíso será un cielo terreno donde el comunismo, superada la división de clases y eliminada toda
alineación, restablezca el equilibrio originario entre el hombre y la naturaleza.
-------MATERIALISMO PSICOANALITICO- FREUD------
Consiste en ver todo el proceso de la vida psíquica como el reflejo de los factores materiales ligado a la
corporeidad biológica y a la libido sexual. Toda la vida humana, miedos, complejos, motivaciones, impulsos
son manifestaciones de la libido sexual.
Fromm Habla ante el error que cometió Freud al ver en el amor la represión o una sublimación del instinto
sexual, en lugar de reconocer que el deseo sexual es una manifestación de la necesidad de amor y unión.
Freud ve en el instinto sexual el resultado de una tensión producida químicamente en el cuerpo.
Individuo: la idea religiosa aparece donde para el niño el padre es el “super yo”. El padre es el orden moral.
Desde el punto de vista colectivo: la religión aparece como un conjunto de prohibiciones y reglas sociales
que limitan las pulsaciones humanas.

Religión 3 funciones: 1) busca satisfacer la curiosidad humana sobre el origen y la formación del universo.2)
pretende consolar al hombre de sus frustraciones debidas a la represión de la libido ante la perspectiva de la
muerte. 3)regula conducta humana mediante reglas morales.
La inteligencia y libertad, religiosidad y moralidad del hombre son reconocidas a sus raíces: libido sexual y el
instinto de muerte.

------MATERIALISMO HUMANISTA-CAMUS------

Pretenden defender los valores humanos, como la libertad, justicia, igualdad, fraternidad. Los bienes materiales deben
servir para una mayor humanización del hombre. Se presenta como respuesta a los problemas del hombre.

 La felicidad sensible: el objeto de la búsqueda de Camus es la felicidad humana, son transcendencia. El


capítulo “verano en ángel” en nupcias, describe esta búsqueda de la felicidad sensible: bailes en las playas,
baños en el mar, juegos. La búsqueda de la felicidad sensible es ciertamente una característica del hombre
actual. Cuando la vida queda reducida a estímulos sensoriales, la interioridad lo paga.

 Búsqueda de sentido: lo absurdo, el suicidio, la rebelión: La búsqueda de la felicidad sensible lleva a


Camus al sentido último de la existencia humana. La cuestión más importante es el sentido de la vida: juzgar
si vale o no la pena vivir la vida. Por eso, el suicidio es el único problema decisivo. La vida tiene un sentido
que es la felicidad y la búsqueda de sentido se configura como búsqueda de la felicidad.
Por lo que toca a lo absurdo en el plano de la inteligencia, puede decir que lo absurdo no está en el hombre.
La otra posibilidad en el suicidio. Al decir que el mismo no es la solución a la búsqueda de sentido, Camus
describe dos tipos de suicidio: el físico del cuerpo, destruye la propia idea física; y el filosófico del espíritu,
que es el refugiarse en una fe religiosa, renunciando a la racionalidad. Quitarse la vida física es confesar que
la vida debería tener un sentido y no hay entonces de abandona.
Con la negación del suicidio filosófico como solución a la búsqueda de sentido queda afirmado el único valor
de la razón, el rechazo de la fe y la rebelión como exigencia de respuesta.

 La rebelión. Afirmación de la razón y el rechazo de la fe: La rebelión nace en un mundo fuera de lo


sagrado: “El hombre rebelde es el hombre situado antes o después de lo sagrado, y dedicado a reivindicar un
orden humano en el que todas las respuestas sean humanas, es decir, razonablemente formuladas”. El
problema de la rebelión, presupone la ausencia de fe, en cuanto el hombre que se rebela y pregunta el
“porqué” de la situación injusta, exige una explicación que lo satisfaga racionalmente. La pregunta misma
expresa una rebelión, e implica el rechazo de las explicaciones que, a través de los mitos o los dogmas caídos
de lo alto, se han dado a los problemas que angustian al hombre.
La fesupone aceptación del misterio y del mal, la resignación ante la oscuridad y la injustica. Y Camus
rechaza totalmente el silencio del hombre de fe y aquellas explicaciones que no son otra cosa que el paso y el
eco de un Verbo divino. El materialismo camusiano quiere colocarse sobre el plano de una razón que rechaza
aceptar cualquier explicación ante el mal. Es en este plano sin ninguna referencia a lo absoluto en el que el
hombre debe encontrar las ideas claras y una regla de conducta, donde la solución a los problemas humanos
venga sólo del hombre.
 La santidad sin Dios: la solidaridad y de compromiso temporal: de la felicidad sensible individual a la
felicidad de la solidaridad hasta el sacrificio de la propia felicidad por el bien de los demás. El interés se
concentra en la salud de los hombres en la pequeña felicidad de aquí abajo, en la honestidad, en el saber si “se
puede llegar a ser santo sin dios, ese es el único problema concreto.
La PESTE es una epidemia física, guerra de ocupación, sufrimiento del mundo en inocentes, mal moral.
Su materialismo humanista de Camus se funda sobre las necesidades humanas concretas y cotidianas, que él
ve, y, sobre todo, en la vida de su madre. Este humanismo también la terminología cristiana debe dejar de
paso a la meramente humana. La raíz del materialismo de Camus no hay que buscarla tanto en el sufrimiento
de los inocentes, cuanto a su racionalismo. El hombre rebelde es el hombre situado antes o después de lo
sagrado, y dedicado a revindicar un orden humano en el que todas las respuestas sean humanas. Su negativa a
creer en dios se funda en la convicción de que esa comportaría una devaluación de la vida terrena y una falta
de compromiso en el presente.

 El rechazo de Dios, la libertad humana y el problema del mal: el materialismo y ateísmo es humanista:
rechaza a dios para defender al hombre. Dios es inútil, contradictorio y nocivo para la existencia humana.
Camus cree que, si dios existe, todo depende de él y nosotros nada podemos contra su voluntad. Si no existe,
todo depende de nosotros. No hay posibilidad de conciliación entre Dios y la libertad humana. Di sios es
omnipotente, el hombre queda despojado de toda su responsabilidad y la libertad humana es aparente. No
puede aceptar un Dios omnipotente, injusto y cruel, pero tampoco quiere un dios impotente, distante y frio,
incapaz de intervenir en la historia u oponerse a la injusticia.
la problemática de Camus respecto al mal y a la omnipotencia, recuerda la de San Agustín ¿de dónde procede
este mal, puesto que dios, bueno, hizo todas las cosas buenas? ¿siendo omnipotente, era impotente? O la de
Santo Tomas “Si hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego dios no
existe”.

La única verdad real es la tangible, corporal y racional.


Todo esto afirma la búsqueda de los transcendente. Camus no logro encontrar una salida positiva a su
búsqueda, pero permaneció un hombre coherente. Despierta el anhelo de transcendencia que existe en
nosotros.

------MATERIALISMO EXISTENCIALISTA- SARTRE-------


Sartre mismo aclara que “el existencialismo no es nada más que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una
posición atea coherente”. 2 características fundamentales de su filosofía: una de método, otra de contenido. Por lo que
atañe el método, es evidente que Sartre identifica el existencialismo con el ateísmo. La segunda característica, que atañe al
contenido, es su filosofía atea y materialista. Sartre no es un ignorante o un buscador de buena fe que no alcanza a
encontrar la verdad. El reniega abiertamente de lo que se le manifiesta con evidencia. La tarea del materialismo ateo
sartriano no se limita a demostrar que la existencia de Dios es contradictoria, sino que insiste continuamente en el hecho
de que, incluso si Dios existiera, nada cambiaría. El problema decisivo en el materialismo ateo de Sartre es la relación
entre la libertad humana y la existencia de Dios.

 EL HOMBRE ES EL SER SUPREMO Y LA EXISTENCIA DE DIOS ES CONTRADICTORIA


El ser y la nada hace una distinción: el ser en sí, el objeto, la cosa; el ser para sí, el sujeto, el hombre, la conciencia, la
libertad. El ser-en-sí es un puro ser de hecho, un dato en bruto, empastado en sí mismo, perfectamente idéntico a sí
mismo, sin agujeros ni hendiduras, “macizo”, es “una síntesis de sí consigo mismo”. El ser-en-si son las cosas, los
objetos, el mundo, la pura res.
El ser-para-sí es el hombre, la existencia humana, la libertad, el no ser un ser cerrado. “El ser del para-sí se define, al
contrario, como el que es lo que no es y el que no es lo que es”. A diferencia del ser en-sí que es lo que es, el ser-para-sí
“tiene que ser lo que es”, debe ser. En este ser para-sí Sartre descubre dos aspectos fundamentales: su negatividad y su
libertad. La negatividad en cuanto que el ser-para-sí es una mezcla de ser y no-ser, es ser en cuanto que es conciencia,
pero es no-ser en cuanto que la conciencia no tiene nada de sustancial, es pura “apariencia”, en el sentido de que no existe
son en la medida en que aparece”. En oposición permanente al ser-en-sí, tranquilo y sin preguntas, el ser-para-sí es la
conciencia de sí mismo y tiene inseguridad respecto a su propio ser; hay relación con otros seres, se da la alteridad, que es
siempre apertura al no-yo, es decir, negatividad.
La descripción del hombre como negatividad, unidad de ser y no-ser, queda confirmada por el análisis de la libertad como
manantial de la nada. El hombre proyecta ser en-sí. Sin embargo, un proyecto así es imposible y contradictorio, porque el
en-sí y el para-sí se anulan recíprocamente, y esto sólo sirve para evidenciar el absurdo: el ser que fija su ser en un objeto
contradictorio es un ser absurdo, “una pasión inútil”. El hombre aspira a ser perfecto, a ejercitar la propia libertad como
objeto. Pero es una aspiración imposible porque llegaría ser un en-sí y perdería la propia identidad del para-sí. El hombre
es siempre “lo que no es y el que no es lo que es”.
Ser hombre es tender a ser Dios; o si se prefiere, el hombre es fundamentalmente deseo de ser Dios. “Pero la idea de Dios
es contradictoria, y nos perdemos en vano: el hombre es una pasión inútil”, porque el en-sí / para-sí / en-sí es
contradictorio. Dios, de hecho, sería un ser que es aquello que es, en cuanto es todo positividad y perfección, y al mismo
tempo un ser que no es aquello que es, en cuanto conciencia de sí y libertad.
 LA LIBERTAD HUMANA ES ABSOLUTA, CREADORA DE SI MISMA Y DE SUS VALORES.
El hombre es libertad y que esta libertad humana contrasta y contradice la libertad divina (incondicionada y absoluta).
Para Sartre no existe una esencia humana que precede a la existencia del hombre individual; es la existencia la que
precede a la esencia en el hombre. La razón del ateísmo de él es reconocer la existencia de dios significaría admitir que
nuestra libertad no es absoluta y que depende de él. Si dios no existiera, todo estaría permitido. Libertad relacionada
con moralidad subjetiva de la persona. 3 factores de la moralidad (objeto, circunstancia e intención). Se toma el ultimo.
La libertad sartriana es axiopoieticacreadora de sus propios valores.

--------MATERIIALISMO PRACTICO O DEL BIENESTAR ECONOMICO (ETSI DEUS NON DARETUR)


-------
Es el comportamiento de los que viven como si dios no existiera. No consiste en negar a dios, sino el valor de su
eficiencia sobre la conducta humana. Se refiere al planteamiento de la vida. No se trata de la búsqueda de los bienes
necesarios para el sustento y en un nivel de vida digna, sino de un consumismo refinado, que la sociedad desarrollada
distribuye por los medios de comunicación, las diversiones de mas, el tiempo libre, etc. El materialismo comunista
induce al hombre a comprar no aquello de lo que tiene necesidad, sino lo que el mercado y la moda le propone.
En la sociedad comunista la verdad es relativa, se privilegia la verdad científico-técnica ignorando otras, los únicos
valores admitidos son el honor, la profesión, el trabajo, beneficio, etc. Valores como la donación generosa y sacrificada a
los demás, el sufrimiento ofrecido por amor, la esperanza y demás quedan olvidado o son debilidad. La razón humana y
la ciencia se consideran como el único criterio de verdad, acepta la verdad y se niegan otras. La tierra es el lugar de
realización y total del hombre, porque él es materia y con muerte todo termina.

UNIDAD 3
MAS ALLA DEL MATERIALISMO
Las interpretaciones materialistas poseen un sentido de justicia, voluntad de humanización y un velo de mesianismo. El
hombre es espíritu encarado, contingente, finito y material, pertenece al mundo material.
La insuficiencia del materialismo presenta la unilateralidad de la interpretación y a la absolutización de la sola dimensión
material, con la consecuente negación de las demás dimensiones no menos reales.
Se introduce la mentira es haber sustituido intencionalmente la experiencia de lo absurdo.

 EL CIENTIFICISMO TECNICISTA Y EL TERRORISMO DE LOS LABORATORIOS

Más allá del reduccionismo cientificista.


La ciencia es la búsqueda de la verdad de lo real, el cientificismo es el modo de pensar según el cual lo real es
únicamente lo material. Afirmar que existe solo lo que es demostrable por la ciencia empírica; asumir un aspecto,
verdadero y real como el todo. La ciencia se prepara a dominar todos los aspectos de la existencia humana a través del
progreso tecnológico. Lo relativo a la cuestión sobre el sentido de la vida es considerado por el cientificismo como algo
que pertenece al campo de lo irracional o de lo imaginario.
Las ciencias no pueden pretender formular juicios metafísicos sobre la transcendencia y la espiritualidad del hombre,
como no pueden decir radicalmente nada sobre la existencia o la no existencia de dios, hacerlo es salir del ámbito
científico y entrar en el filosófico o ideológico.
Muchas realidades y las más importantes para el hombre y la vida, no podrán alcanzarse nunca con el método de la
ciencia. Requieren otras vías de acceso, como el arte, la filosofía, la teología. Más allá del conocimiento científico se
encuentra el conocimiento por contemplación donde entra el estupor, la maravilla, el amor, la intuición, la emoción. No
reconocerlos es encerrarse en el terrorismo de los laboratorios. Estas realidades espirituales pueden reducirse a
elementos verificables empíricamente o no son realidades. Las realidades espirituales son cognoscibles y son realidades,
poseen un modo de existencia y requieren un método de acceso diverso del de las realidades materiales.

Ciencia y fe: un falso dilema


El único pensamiento existente era teísta. Con el renacimiento, y sobre todo con el iluminismo, se abrieron las ciencias
humanas y naturalezas. La ciencia natural, el desarrollo técnico y el pensamiento filosófico provocaron ruptura con el
pensamiento teísta. Al principio esta separación no significo sino una divergencia de orientación intelectual en el interior
de una fe religiosa común; pero bien adquirió una orientación bélica, que condujo a los conflictos de los que parecía
deducirse que la religión frena o incluso bloquea la ciencia, creando así una nueva divergencia entre verdad científica
racional y la verdad de la fe. La separación de la racionalidad de la fe es más significativa cuando esta fe es la cristiana.
Pascal, al inicio de los Pensamientos, hablando del Diseño y orden de la apologética intenta mostrar cómo la religión no
es contraria a las exigencias de la razón: “Los hombres sienten desprecio por la religión. Le tienen odio y temen que sea
verdadera. Para corar esto es necesario comenzar por mostrar que la religión no es contraria a la razón. No pretendo
hacer una demostración detallada; sólo sugiero tres indicaciones -Einstein, Galileo y Pasteur- que pueden iluminarnos.
Estos grandes científicos han considerado que no existe verdaderamente un “incurable contraste”, y que el problema en
realidad es un falso problema.
En un dilema, los términos se oponen el uno al otro y obligan a elegir entre ellos. En un contraste, en cabio, se implican
recíprocamente y son complementarios. Esta transformación de los dilemas en contrastes nos concede gran libertad
para articular entre ellos los diversos ámbitos de la vida humana. Así, la relación ciencia / fe podrá mostrar aspectos
contrastantes debido a la diversa metodología y finalidad de cada ámbito, pero nunca un verdadero dilema que nos
obligue a elegir entre una y otra.
Será por tanto imposible que una vedad científicamente demostrada contradiga el verdadero y cierto sentido de la
Sagrada Escritura. La fe no se opone a la razón, una está dentro de la otra, y cada una tiene su propio espacio de
realización. Más aún, el cristiano sabe que la fe no mortifica la razón, antes bien, la perfecciona y la eleva. La fe es la que
permite a cada uno expresar mejor la propia libertad. Dicho con otras palabras, la libertad no se realiza en las opciones
contra Dios.

 EL ATEISMO Y EL INMANENTISMO ANTROPOLOGICO


Negar a dios es negar al hombre
Punto central de la antropología inmanentista: el hombre es el ser supremo para el hombre, dentro del mundo material
sin posibilidad de transcendencia. Dios queda reducido a lo inmanente—esto no es dios, es un ídolo. Parra hacer grande
al hombre hay que destruir a Dios. El hombre transformado en dios es solo un dios reducido al hombre.
La visión materialista se presenta como alternativa verdadera a la falsa existencia de dios. El materialismo surge como
defensor del hombre frente a la tiranía de dios. Hay una ley trascedente que es el hombre abierto a lo absoluto, la
persona humana en todas sus dimensiones. Con el materialismo, el hombre ha perdido su identidad y se ha convertido
en algo abstracto, en un fantasma privado de su realidad objetiva.
El hombre, privado de su identidad y unicidad, se ha transformado en una víctima de sacrificio anónima, que se inmola
sobre el altar de la ideología. Todo es ilícito cuando la persona se disuelve en una entidad abstracta y se reduce a pura
materia. Cuando la libertad individual pierde su vínculo con la verdad de la persona, se autodestruye y la sociedad
misma se corroe: cada vez que la libertad, queriendo emanciparse cualquier tradición y autoridad, se cierra a las
evidencias primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de la vida personal y social, la persona acaba de
presumir como única e indiscutible referencia para sus propias decisiones no ya la verdad sobre el bien o el mal, sino
solo su opinión subjetiva y mudable, o incluso, su interés egoísta y su capricho.
El hombre es un sujeto personal y no un objeto de consumo
El permisivismo consumista es un verdadero absolutismo del libertinaje. Significa que la sociedad no respeta las leyes de
un desarrollo armonioso y por esto las partes actúan sin respeto a los derechos de los demás. Es una sociedad que
multiplica los males por 2 razones: la concepción individualista de la libertad y el olvido de dios. La sociedad permisiva es
el materialismo absolutizado y degradado a consumismo. Afirmar la propia libertad individual conlleva a una mayor
autonomía e independencia de los otros; al contrario, hay una homologación y gregarismo, imitación acrítica de los
ídolos de turno.
El totalitarismo nace de la negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente, con cuya
obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ninguno principio seguro que garantice relaciones
justas entre los hombres. Se no se reconoce la verdad trascendente, triunfa la fuerza del poder y cada uno tiende a
utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los
derechos de los demás.
La alternativa será el retorno del hombre sobre si mismo y la autoafirmación de su dignidad personal.
El materialismo ateo se funda sobre dos presupuestos afirmados pero no probados: solo lo sensible es real y todo lo que
se coloca más allá de la relación del mundo-hombre es una quimera un espejismo, en ambos quedan excluidos el valor
trascendente de la vida humana, de la existencia de dios y la inmortalidad personal del hombre y no ofrecen explicación
a la radical insatisfacción del corazón humano y al siempre presente anhelo de trascendencia. La debilidad del
materialismo ateo ha sido la de fijar al hombre una meta demasiada baja, la sola vida terrena, y pensar que la existencia
de dios disminuye la autonomía del hombre.

 ¿AUTONOMIA DEL HOMBRE O DEPENDENCIA DE DIOS?

La libertad humana como participación de la libertad divina


Feurbach: lo que le da a dios se le quita al hombre. En Sartre la negación de dios se convierte en postulado: si dios existe
el hombre no es libre.
La libertad humana es finita. Tanto más perfecto es el ser finito cuanto más participa del ser y cuanto más depende de
él. Los hombres prefieren depender del determinismo del universo antes que de una libertad suprema, concebida sobre
la falsa consideración de que sería como una libertad humana. Así, la libertad humana es participación de la libertad
divina y en tanto más perfecta cuando más depende de ella. Lo que define al hombre no es su libertad, sino su
dependencia a la libertad absoluta—libertad absoluta (causa del ser). La raíz de la autonomía humana es la teonomia.
Desde el punto de vista metafísico, el concepto de participación implica 3 significados:
Imitación: el ser creado participa del ser absoluto por imitación de su perfección. Lo absoluto es causa ejemplar de las
creaturas. Dios actúa como causa ejemplar en la creación del mundo y el mundo participa de el en cuanto su perfección
es una imitación del ser absoluto, según un grado determinado.
Dependencia: el ser creado depende no solo como causa ejemplar sino también de la causa eficiente. El ser absoluto es
un ser libre y ser libre del hombre es una participación de la libertad divina y cuando más grande es la dependencia
(participación), tanto más perfecto es el ser. Dios es la causa eficiente del ser creado; sin el cual no existiría.
Finalidad: el ser creado está orientado teológicamente hacia el ser absoluto y tiene en el la causa final de su ser y de su
actuar.
Dios crea, no hace. Un dios que tiene necesidad de las creaturas no es un dios. En la creación el ser viene a la existencia
POR SI, pero en dependencia de dios que da EL SER. Para el hombre ser creado significa que no ha sido hecho por dios,
sino que depende de el en el ser.
La autonomía teonoma
La pura heteronomia de la libertad humana entendida como dependencia de alguien totalmente externo a uno mismo,
no tiene sentido porque en ese modo de ser no seria sino pasividad, sumisión, pura objetivación de nuestra libertad. El
hombre libre no es un objeto instrumental para los demás, ni para dios; con su libertad el fija de ante manos fines,
valores, etc. Nuestra autonomía es la expresión de una ontonomia que es una reflexión metafísica reconocerá como
teonomia.
Concepto de autonomía dos aspectos: 1) condición de individuo. 2) no depende de nadie en ciertos conceptos. Tiene
una independencia parcial y relativa, no total y absoluta.
Al ser dios lo más íntimo de nosotros y el fundamento mismo de nuestro ser, nuestro autentico autos es el theos. La
teonomia es su condición misma de posibilidad. Nosotros no somos nunca tan libres cuanto a nuestra imitación,
dependencia y adhesión a esta libertad liberadora de la cual participamos.
La cosa más grande que un ser puede hacer que lo que un hombre puede hacer por ella, es hacerla libre. Para poder
hacerlo es necesaria la OMNIPOTENCIA que crea dependencia, esta comporta la determinación de poder retomarse a sí
misma en la manifestación de la omnipotencia, de manera que por esto la cosa creada pueda ser independiente. La
omnipotencia de dios es idéntica a su bondad se da completamente pero de modo que, retomarse a sí mismo de
manera omnipotente, hace independiente a todo el que le recibe.
La negación de dios por parte de los materialismos recibe el impulso de una absolutización del hombre, creador de si
mismo y de los propios valores. Pero el estatuto del hombre no es el absoluto sino la contingencia. Por eso, Dios no es el
rival o antagonista del hombre, sino que está siempre implicado en nuestra existencia, incluso cuando se lo niega.

UNIDAD 4
LOS RELATOS DE LA CREACION DEL
HOMBRE EN EL LIBRO DE GENESIS

1 RELATO DE YAHVISTA
4. Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los
cielos,
5. no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh
Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo.
6. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo.
7. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el
hombre un ser viviente.
8. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.
9. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del
jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
10. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.
11. El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro.
12. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Éufrates.
15. Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.
16. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer,
17. más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»
18. Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»
19. Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para
ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.
20. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, más para el
hombre no encontró una ayuda adecuada.
21. Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas,
rellenando el vacío con carne.
22. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.
23. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque
del varón ha sido tomada.»
24. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
25. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.

Contiene un relato de creación del hombre. El interés del yahvista no versa tanto sobre el origen del mundo cuanto
sobre el origen del mal: ¿cómo explicar la existencia del mal en una realidad procedente y dependiente de un Dios
bueno? Para responder a esta cuestión, el autor va a articular su relato en dos partes bien diferenciadas; la primera nos
presenta a los protagonistas del drama que se desarrollará en la segunda , y los sitúa en un mundo conscientemente
idealizado, en el que todo está en orden y las relaciones reciprocas de sus habitantes discurren en un clima de pacífica
familiaridad. El «hombre»- «el ser humano», la humanidad.

El hombre —piensa el yahvista— es hombre cabal en cuanto ser dotado de vida propia, enraizado en la tierra que debe
trabajar y cuidar y de la que obtendrá sus medios de subsistencia, abierto obedientemente a la relación de dependencia
de Dios, situado ante el resto de los seres vivos como superior y, por último, completado por la relación de igualdad y
amor con esa mitad de su yo que es la mujer. En este horizonte de comprensión de lo humano, el paraíso juega un papel
esencial: va a ser el quicio sobre el que gire toda la gama de las relaciones interpersonales Dios-hombre, hombre-mujer.
El origen del mal tiene que ver con la responsabilidad personal del ser humano creado por Dios, que, a la vez que
procede y depende de su creador, tiene capacidad para afirmarse autónomamente frente a él.

El hagiógrafo no está motivado por una curiosidad de orden profano o «científico», sino por una finalidad estrictamente
religiosa; al servicio de tal objetivo echa mano de los materiales que le ofrece la cultura de su medio ambiente. Su
pretensión no es en absoluto entrar en concurrencia con esa cultura ambiente, elaborando explicaciones alternativas.
Quiere, más bien, tender un puente entre la vieja sabiduría popular y su propia visión, que es la visión de un creyente.
Por tanto, no es licito recabar de su texto una información sobre los orígenes de la humanidad como la que elaboran las
ciencias de la naturaleza.

Podemos ahora analizar sus momentos más importantes.

• («no había hombre que labrara el suelo») hace de la tierra algo que sólo con el trabajo humano empieza a cobrar
sentido.

• «formó Yahvé Dios al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser
viviente». La primera reflexión que nos dicta la lectura del verso —un lugar clásico de la antropología
veterotestamentaria», al decir de von Rad— es que con él se confirma netamente el carácter unitario de la comprensión
hebrea del ser humano. Lo que Dios «forma» del polvo no es el cuerpo, sino «el hombre».
Este modo de describir la acción creadora de Dios viene sugerido por un hecho de experiencia: al término de su vida, el
hombre exhala el aliento y se convierte en polvo; luego, en cuanto ser vivo, consta de estos dos elementos, polvo y
aliento. La popularidad de esta representación está atestiguada por varios pasajes escriturísticos: «todos han salido del
polvo y todos vuelven al polvo.

yahvista enfatiza deliberadamente la relación nativa que liga al hombre con la tierra: adam es de la adamah (el mismo
parentesco etimológico se recoge en latín: homo-humus). Tal relación de origen se trocará, al final de la existencia
humana, en una relación de destino: adam torna a la adamah de la que procedía. Y entre esta doble relación, de origen
y de destino, la vida del hombre se desplegará en la relación dinámica de su trabajo sobre la adamah. Para el yahvista,
por tanto, no ofrece la menor duda el carácter terreno del hombre; éste no está en el mundo como en un medio hostil o
extraño a su naturaleza; bien al contrario, está ligado a él por una suerte de parentesco, por una afinidad estrecha y
permanente, predicable del comienzo, del desarrollo y del término de su existencia.

esta condición terrena del hombre ilustra su nativa e irreparable caducidad. El hombre está en las manos de Dios como
el barro en las manos del alfarero; la idea es frecuente en la Biblia, del Antiguo al Nuevo Testamento
la imagen del Dios alfarero sintetiza felizmente las dos primeras relaciones constitutivas del ser humano: el abajo de la
tierra y el arriba de Dios. Situado entre estos dos polos, el hombre no puede renegar de ninguno de ellos; en cuanto
adam de la adamah, debe fidelidad a la condición mundana en la que está arraigado y, a la vez, debe acatamiento al
Dios de quien depende absolutamente.

• («Tomó Yahvé Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivase y cuidase») cultivar-cuidar», «han
de entenderse complementariamente.
Habla de un mundo aún estéril y desnudo, al no contar todavía con el hombre. Al concepto helenista de jardín
paradisíaco como lugar de ocio contemplativo (de no-trabajo) sucede el de un «paraíso» que lo es en cuanto espacio de
la laboriosidad humana; para el adam de la adamah nada es más natural que una presencia activa en el mundo.
Tras la diversa valoración del trabajo en la tradición griega y en la bíblica laten dos modelos antropológicos bien
distintos: el que secciona al hombre en dos mitades, la corporal (inferior e inauténtica) y la espiritual (superior,
propiamente humana), y el que, no dividiendo al hombre en dos mitades, no tiene motivos para estimar con prevención
su contacto directo con la materia.
Si el trabajo humano no es cuidado de lo que se trabaja, tampoco será cumplimiento, sino traición, de la orden divina.
El mandato toma la forma de una prohibición. A decir verdad, es una prohibición bien modesta: el hombre puede usar
de todos los árboles del jardín excepto uno. Dios le descubre al hombre su carácter de ser libre, ratifica su índole
personal y responsable; Adán está frente a Dios como un sujeto, un dador de respuesta, no como un simple objeto de su
voluntad. El hombre es estructuralmente capaz de desobediencia; luego su obediencia es una manifestación de libertad.
La omnipotencia de Dios llega aquí a su culmen; no en el hecho de producir el mundo de la nada, sino en el hecho de
crear un ser capaz de negar libremente a su creador.

Que sólo el hombre reciba un precepto de Dios significa que: a) es inferior a Dios; b) que es sólo inferior a Dios y superior
a todo lo demás. Su superioridad respecto a la tierra estaba ya reconocida en la consigna del trabajo.

Adán está ya constituido en su radical ser persona por esta relación primera y fundante, y que, por tanto, cuando se
dirija al resto de las criaturas lo hará ya como tal persona, desde la superioridad de su subjetividad responsable que le ha
sido conferida junto con el ser, desde el primer momento de su existencia, por la relación originaria a su creador

• «No es bueno que el hombre esté solo»; Para ser efectivamente el tú de Dios, Adán necesita un tú humano, un ser
que le sea a la vez semejante y diferente;
El yahvista quiere dejar claro que el hombre no puede encontrar en ellos su complemento, porque los trasciende. La
imposición de nombres es en el antiguo Oriente un acto de dominio; nombrando a los animales, el ser humano
manifiesta su superioridad cualitativa respecto del resto de los seres vivos. Es esta ruptura de nivel lo que Adán debe
constatar por sí mismo para adquirir así conciencia de su singularidad; los animales no acompañan al hombre, lo sirven;
él sigue estando solo e incompleto. Ahora queda ya el terreno despejado para que destaque, por un efecto de contraste,
la singularidad de la mujer, su no pertenencia al reino animal, constatación insultante en nuestros días, mas no superflua
en la cultura donde se emplaza nuestro texto. La mujer, como el hombre, dista cualitativamente de la condición animal.

• Dios infunde en el hombre «un profundo sopor». No se trata de una suerte de anestesia con vistas a la operación que
tendrá lugar a continuación; en la tradición bíblica, el sueño es espacio de revelación; es también el expediente con él. El
hombre no participa activamente en la creación de la mujer, no puede darse a sí mismo lo que le falta; debe recibirlo
como ha recibido su propia existencia, como un puro regalo divino.

El texto prosigue; Yahvé extrae una costilla del hombre, pero, antes de cerrar ese costado abierto, «lo rellena con
carne». La acción divina no deja herida ni debe producir sensación de vacío; su lógica apunta a todo lo contrario. Pero de
nuevo hay que preguntarse por qué describe J de este modo la creación de la mujer, cuál es la clave significativa que se
esconde tras esta descripción, ostensiblemente simbólica. El ser humano logra su consumación en la medida en que se
abre y se entrega; alcanza su identidad no cerrándose sobre si, sino dándose. Para que Adán esté finalmente completo,
es preciso este abrirse de su ser propio al otro. Y del mismo modo que del costado abierto de Cristo brotó la nueva
humanidad (nacida del agua y la sangre, del bautismo y la eucaristía), del costado abierto del primer hombre surgirá «la
madre de la humanidad».
El hombre tiende hacia la mujer porque percibe en ella algo suyo, porque se sabe y se siente incompleto sin su «mitad».

• Dios «lleva a la mujer ante el hombre»; tiene que descubrirla, reconocerla y aceptarla libremente como su tú. Con los
animales se ha limitado a nombrarlos, es decir, a comprobar su existencia y a tomar posesión de ellos como su señor,
pero no los ha acogido en su ser; más bien ha percibido la distancia que le separaba de ellos, resonando
psicológicamente en la persistente sensación de soledad. A la mujer, en cambio, la saludará con un himno de júbilo y
acción de gracias: «esta vez sí...» (La decepción no se repite ahora); «...hueso de mis huesos y carne de mi carne».

A la vez que aprobación de la mujer, es aprobación de la propia humanidad. Reconociendo a ese tú humano, el yo de
Adán tiene por primera vez la oportunidad de autoconocerse, acogerse y aprobarse a sí mismo. La única forma recta de
autoafirmación la efectúa el ser humano cuando afirma a su semejante; no puede ser él mismo o, mejor, no puede ser
yo, sin asentir al tú. El varón es «la tierra» de la mujer. Acogiendo a la mujer, el hombre acoge y asume su propia
humanidad, distinguiéndola de la animalidad. Ahora está finalmente completo; es humano en la comunidad
interpersonal, no en la soledad existencial. «Con la creación de la mujer llega a su término la creación del hombre».

• «una sola carne», comunión de ser en dos personas distintas. Tal complementariedad recíproca es tan importante
según J que basta para justificar la relación hombre-mujer sin necesidad de apelar a otra finalidad, como podría ser la
procreación.

• «Estaban desnudos sin avergonzarse».

2 RELATO SACERDOTAL
26. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en
las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
28. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces
del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29. Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol
que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba
verde les doy de alimento.» Y así fue.
31. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
2,1. Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2. y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que
hiciera.
3. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.
4. Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados.

• Se trata del inesperado «hagamos». Dos cosas nos sorprenden aquí: ante todo, mientras en el resto del relato (y no
menos de siete veces) al «dijo Dios» sucede una orden («haya», «hágase») y la constatación de su cumplimiento («así
fue»), lo que se formula ahora no es una orden, sino el anuncio de un propósito, cuya realización se difiere hasta el verso
siguiente. La forma plural del verbo. La patrística vio en este plural una alusión al misterio de la Trinidad.
El «hagamos» sería un residuo de la tradición mítica, vestigio del antiguo politeísmo, que P conserva como plural
deliberativo, toda vez que le sirve para resaltar la importancia de la obra que Dios va a acometer ahora.

«...a nuestra imagen, según nuestra semejanza». Las interpretaciones han oscilado tradicionalmente entre dos extremos:
a) o se localiza el ser imagen en cualidades espirituales tales como la racionalidad, la capacidad para lo sobrenatural (el
hombre sería «imagen» de Dios en cuanto puede serle «semejante» por la gracia; así ya Ireneo); b) o se remite a
cualidades físico-somáticas (la «imagen» divina consiste en el rostro, la figura erguida...).Ninguna de estas dos
interpretaciones unilaterales son admitida; ante todo porque la antropología no conoce una dicotomía entre lo anímico y lo
somático; «El homo, no el ánima o el animus hominis, es imagen de Dios».

Más concretamente, atribuir al ser imagen/semejanza una relación con la situación de agraciamiento sobrenatural se revela
inexacto si se considera y esta cualidad no se pierde por el pecado
La función de la imagen es re-presentar (hacer presente) lo imaginado. En cuanto imagen de Dios, el hombre ostenta una
función representativa: es el visir de Dios en la creación, su alter ego; como tal, le compete una potestad regia sobre el
resto de los seres creados, a los que preside y gobierna en nombre y por delegación del creador. Esta interpretación se
confirma en «...y dominen en los peces del mar —no es casual que se nombre a éstos en primer lugar; tras ellos están los
monstruos marinos, encarnación del caos—, en las aves del cielo...»,
En fin, el Salmo 8 sanciona definitivamente esta interpretación; aunque es cierto que en él no aparece la expresión
«imagen de Dios», si se usa un giro equivalente: «apenas inferior a Elohim lo hiciste».
Elohim puede entenderse de dos maneras : a) ser divino, dios de segundo rango; b) el Dios único del monoteísmo. Es
esta segunda interpretación la preferible: la lógica del salmo no da pie a intercalar entre Dios y el hombre unos seres
intermedios; más bien se está afirmando que sólo a Dios debe el hombre sumisión, toda vez que el resto de las criaturas le
están sometidas por voluntad de Dios. El salmo dramatiza además la grandeza del hombre al contraponer la pequeñez
humana y la magnitud del cielo y de los astros; se expresa así el sobrecogimiento humano ante la majestad del cosmos,
para destacar por contraste la paradójica superioridad del hombre frente a todo lo demás.

Dios: su sujeto no es un ser humano singular, sino «adam», la humanidad: todos y cada uno de los hombres, por el hecho
de serlo, son «imagen de Dios». Al hombre se le hace responsable de la buena marcha de la creación, a la que sirve
gobernándola, y a sabiendas de que el verdadero señor es Dios, no él.
«imagen-semejanza». «Imagen» (tselem) denota una representación plástica; el término suele aplicarse a las imágenes
talladas de los dioses. «Semejanza» (demut) designa una imagen abstracta.«El hombre, como Dios, no es solitario... La
criatura humana no puede ser verdaderamente humana ante Dios y entre sus semejantes sino siendo hombre con relación a
la mujer y mujer con relación al hombre». «El hombre es para el hombre lo que Dios es para él», a saber, un tú. «La
esencia del ser humano... repite en un ser creado... lo que el Dios único es; no sólo un yo, sino también un tú, y
viceversa».
No ofrece definición del hombre; el ser humano es, primaria y constitutivamente, relación a Dios, «imagen de Dios».
Como ya había ocurrido en el texto yahvista, esta relación de dependencia absoluta no degrada al hombre; todo lo
contrario: constituye el fundamento de su dignidad. Pero además la categoría imagen de Dios incluye una relación
reciproca: no es sólo el hombre el que con ella queda referido a Dios; es el propio Dios quien, de esta suerte, se
autorremite al hombre. (Que el hombre pueda ser el rostro desvelado de la gloria de Dios) es la encarnación de Dios en el
hombre.
En suma: situado en la intersección del «arriba» del creador y el «abajo» de la creación, Adán participa, paradójicamente,
de la doble condición inferior-superior; siendo «casi como Dios», su tú, es a la vez solidario de las criaturas, que en él
obtienen su capitalidad. Fuera de la Biblia, el hombre hace dioses a su imagen; en la Biblia Dios hace al hombre a su
imagen. Los demás seres vivos son creados «según su especie»; únicamente el hombre es creado «según la imagen de
Dios».

• El sacerdotal abandona el seco prosaísmo de su escritura para redactar un breve poema. En este verso llama la
atención, amén de su Índole ritmada, la triple repetición del verbo bara.
Tercera relación constitutiva del ser humano: la relación al tú. El hombre se realiza como tal en la bipolaridad sexual de
varón y mujer, que el autor ve ordenada a la procreación, mientras que el yahvista la había visto ordenada a la mutua
complementariedad. Pero aquí esta índole social del ser humano no se restring a la relación hombre-mujer; ya el carácter
colectivo del adam sugería esa socialidad, pues sólo la comunidad humana, la humanidad en cuanto tal, y no el individuo
aislado, puede ejecutar el encargo divino de llenar la tierra y someterla; sólo como ser comunitario realiza Adán su
carácter de imagen de Dios.

• La bendición divina es la condición de posibilidad de la fecundidad (Se revalida el encargo de «someter la tierra» y
«dominar» a los seres vivos (no se olvide al res-pecto cuanto se ha dicho más arriba sobre el modo de ejercer este
dominio).

•El régimen vegetariano que Dios instaura para todos los vivientes es símbolo de la paz universal, y volverá a regir
en la edad escatológica; el régimen carnívoro entrará en la creación no por una ordenación divina, sino de la mano de la
humanidad pecadora.

Un comentario al resto del poema pertenece a la teología de la creación. la fórmula de aprobación que ha ido rubricando
cada una de las obras creada, sólo con el hombre cobra el obrar de Dios su «récord» de bondad; ahora todo está
excelentemente hecho. Señalemos que el último día de la semana creadora, el sábado, es el primer día de la existencia
humana". Recién venido al ser, Adán se encuentra no con el agobio del trabajo y la obligación, sino con el gozo del
descanso, en el ámbito de la celebración festiva de su relación con Dios.

Síntesis teológica de los dos relatos


A) El hombre es criatura de Dios; dependedel creador, como el barro depende del alfarero (J) o como la imagen depende
de lo imaginado (P). No se trata, pues, de un ser que primero existe-en-sí y en un segundo momento empieza a
relacionarse con Dios; el comienzo mismo del ser no se da sino como relación a Dios. De otro lado, la creación del
hombre es efecto de una peculiar acción divina que termina en el hombre entero, no en una de sus partes o
dimensiones.
B) Esta relación de dependencia se resuelve en el fundamento mismo de la superioridad humana sobre el resto de la
creación. Adán es la coronación de la obra creativa divina; las demás criaturas son para él, con la misma verdad con que
él es para Dios. Con todo, tal superioridad no significa una supremacía caprichosa o una licencia para abusar
arbitrariamente de lo creado. El hombre debe gobernarlo en nombre de su auténtico Señor, ante el que es responsable
de su gestión.

C) Junto a la relación a Dios y la relación al mundo, de inferioridad y superioridad respectivamente, el hombre es


relación al tú; socialidad como relación de igualdad. Esta tercera relación es descrita antológicamente por J: el propio
Dios (el Tú fundante del hombre, su relación primera) reconoce que al ser humano no le basta la referencia a él y que,
para estar completo, precisa de la referencia intersubjetiva a un tú creado. La unidad generada por dicha relación creada
(no borra la respectiva singularidad, la posibilita; cada uno llega a ser él mismo en la fusión con el otro. El tú no está ahí
para limitar, sino para cumplir al yo: eso es lo que el hombre tiene que aprender en su relación interhumana, para poder
luego comprender análogamente su relación al tú divino.
Es la polaridad varón-mujer lo que realiza acabadamente la esencia hombre-imagen de Dios. Es la comunidad humana la
que recibe corporativamente el encargo de regentar la tierra, el sujeto responsable solidariamente de la buena marcha
de la creación.

D) El hombre aparece en los dos relatos como realidad unitaria. Frente a las antropologías dualistas, cuyo ideal consiste
en dividir al hombre para liberarlo del peso de la materia, esta antropología propone una visión integradora de las
múltiples dimensiones de lo humano en la unidad de su ser. En tal ser se reconoce, de un lado, el carácter mundanal,
terreno, y de otro, la índole subjetiva, personal, capaz de libertad y responsabilidad. Sólo al hombre se dirige Dios como
a un tú; sólo de él espera respuesta; sólo a él se le encomienda el cuidado del mundo. En lugar de una estructura
dualista del tipo alma-cuerpo, espíritu-materia, lo que aquí se muestra es una estructura dialógica del tipo yo-tú.

E) Ninguno de los dos relatos de creación pretende informar sobre los aspectos científicos del origen del hombre; tanto
P como J emplean los esquemas representativos y los materiales culturales que el momento les ofrece, remodelándolos
en función de sus respectivos intereses.

F) Dichos relatos tampoco se proponen responder a la pregunta ontológica (la que versa sobre la esencia del hombre)
con una definición. La misma ecuación hombre-imagen de Dios, como vimos, no aspira a ser un aserto metafísico acerca
de su naturaleza; es más bien una descripción funcional; en vez de un discurso sobre el quid del ser-en-sí, lo que se nos
ofrece es una reflexión sobre el ser-para. Lo que en estos textos se aproxima más a un planteamiento ontológico es
llamativamente modesto: a) el hombre es unidad; b) el hombre, criatura de Dios, es un ser contingente; c) el hombre es
un ser relacional.

G) Sorprende el escaso y tardío eco que los dos relatos han suscitado en el resto del Antiguo Testamento.

Otro rasgo original se encuentra en Dios «presta» su propia mirada al hombre para que éste «vea» la creación con los
ojos de aquél, y así perciba en ella «la grandeza de la gloria» divina.
En todo el texto se está sobreentendiendo por hombre la humanidad, el género humano. No se historiza a «Adán» como
sujeto singular, sino que se retiene el sentido colectivo del término, tal y como se propone en el relato sacerdotal.

El relato del pecado: Génesis 3


"La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo
es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» 2Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos
comer del fruto de los árboles del jardín .Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis
de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»
4
Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis . 5Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de
él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» 6.Y como viese la mujer que el árbol era
bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su
marido, que igualmente comió. 7. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. 8.Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios
que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por
entre los árboles del jardín.Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» 10 Este contestó: «Te oí andar por el
jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.» 11El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas
desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» 12Dijo el hombre: «La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol y comí.» 13Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer:
«La serpiente me sedujo, y comí.» 14Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre
todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu
vida. 15Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su
calcañar.» 16A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu
marido irá tu apetencia, y él te dominará. 17Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol
del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días
de tu vida. 18Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. 19Con el sudor de tu rostro comerás el pan,
hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.» 20El hombre llamó a su mujer
«Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes. 21Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los
vistió. 22Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y
el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para
siempre.» 23Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. 24Y habiendo
expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino
del árbol de la vida."

CRISTO, IMAGEN DE DIOS; EL CRISTIANO IMAGEN DE CRISTO

La caracterización del hombre como imagen de Dios es conocida por Pablo: «el hombre no debe cubrirse la cabeza,
porque es imagen (eikóri) y gloria (dóxa) de Dios» («pero la mujer es la gloria del hombre»). Adán, que definía para el
Antiguo Testamento la idea de hombre y, por ende, la de imagen de Dios, no era sino «figura» (typos) del que había de
venir» Adán claudicó en su vocación, deformando la imagen por el pecado. Era preciso un «Adán» verdadero, un
hombre cabal en quien la imagen de Dios se reflejase con toda su autenticidad. Ese hombre es Cristo, «quien es imagen
de Dios» «la gloria (dóxa) de Cristo». «Imagen» y «gloria» se quiere indicar que la «imagen» no se limita a ser una simple
copia; es además una especie de reproducción que irradia esplendor, que no puede no ser perceptible para quien la
contempla. Cristo resucitado lleva impresa la huella de la majestad y santidad divinas, es decir, de «la gloria de Dios que
está en la faz de Cristo» Siendo una persona viviente, esa «imagen de Dios» no es una imitación artificial e inerte, sino
una presencia animada de lo en ella reproducido.

A partir de aquí, el destino del hombre no es ya ser imagen de Dios, sino imagen de Cristo. O mejor, el único modo como
el hombre puede llegar a ser imagen de Dios es reproduciendo en sí mismo la imagen de Cristo, «que es imagen de
Dios»: «nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos
transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos»
La imagen de Dios en el hombre es una realidad dinámica, cuya acuñación paulatina va teniendo lugar en la relación
interpersonal del cristiano con Cristo.

Lo que Pablo hace en la teología de la imagen es testificar que la promesa veterotestamentaria se ha cumplido en
Jesucristo. El anuncio revolucionario del Nuevo Testamento es que ha sido Dios, no el hombre, quien ha tomado sobre sí
la carga de la; ser imagen de Dios y ser, pura y simplemente, hombre es uno y lo mismo en Cristo.
En la imagen de Dios humanada se nos da, además, toda la realidad de lo imaginado; a diferencia del paganismo,
cualquiera otra imagen queda abolida, porque es innecesaria. Y lo mismo que Dios se reconoce a sí mismo en Cristo, su
icono fiel, reencuentra en nosotros su imagen en la medida en que vamos reproduciendo la de Cristo. La gloria de Dios
deviene la nuestra por participación de la de Cristo ; de ahí que no debamos cubrirnos el rostro, sino desvelarlo, es decir,
mostrarnos sin temor como somos.
Doctrina paulina de la imagen se desarrolla según este orden de ideas: Cristo, imagen de Dios; el hombre, imagen de
Cristo; el hombre, imagen de Dios. La imagen tiene que ser una participación real de lo imaginado, porque sólo así será
verdadera imagen.
El Antiguo Testamento: no hay vida verdadera fuera de la relación con Dios, Pablo piensa que no hay vida humana cabal
fuera de la conformación con Cristo. O en Cristo o en Adán; he ahí las dos únicas posibilidades que se ofrecen a la opción
humana. Ser en Adán es pertenecer al «hombre viejo», a la condición efímera y ya caducada; por el contrario, quien es
en Cristo es «nueva creación». Los que son en Adán portan sobre si los estigmas del pecado y de la muerte; los que son
en Cristo están conectados a la fuente de la verdadera vida. Cristo, en efecto, es llamado por Pablo «vida nuestra» es él
quien vive en nosotros.

En la teología de la imagen estaba presente la idea de que la dependencia de Dios, lejos de ser una forma de
esclavitud, liberaba al hombre de la servidumbre del mundo. En Pablo la dependencia vital de Cristo infiere la
libertad: «para ser libres nos liberó Cristo... Hermanos, habéis sido llamados a la libertad» Junto a la libertad está el
señorío que el hombre ejerce sobre el resto de la realidad: «todo es vuestro; y vosotros, de Cristo; y Cristo, de Dios». De
ahí las exhortaciones a no recaer de nuevo en la esclavitud.

Antiguo Testamento el concepto de vida (hayyim, plural intensivo) sugería la idea de la plenitud existencial; Pablo
asocia análogamente la vida en Cristo con el gozo: «hermanos, alegraos»; «hermanos míos, alegraos en el Señor... Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres» «estad siempre alegres»

UNIDAD 5
LA PERSONA HUMANA
1. NOTAS QUE DEFINEN A LA PERSONA
a. La intimidad: el yo y el mundo interior.
Intimidad significa un ámbito interior a cubierto de extraños. Lo íntimo es lo que sólo conoce uno mismo: lo más propio.
Lo íntimo es «lo personal» (como cuando se dice: esto es algo «muy personal»). Intimidad significa mundo interior, el
«santuario» de lo humano, un «lugar» donde sólo puede entrar uno mismo, del que uno es dueño.
La vergüenza o pudor, que es, por así decir, la protección natural de la intimidad, el cubrir u ocultar espontáneamente lo
íntimo frente a las miradas extrañas. Existe el derecho a la intimidad, que asiste a la gente que es espiada sin que lo
sepan, o que es preguntada públicamente por desgracias o asuntos muy personales. Quién significa: intimidad única, un
yo interior irrepetible, consciente de sí. La persona es un absoluto, en el sentido de algo único, irreductible a cualquier
cosa.
b. La manifestación: el cuerpo.
1) Somos nuestro cuerpo, y al mismo tiempo lo tenemos, podemos usarlo como instrumento, porque tenemos un
dentro, una conciencia desde la que gobernarlo. La persona expresa y manifiesta su intimidad precisamente a través del
cuerpo. Por eso tenemos un cuerpo configurado de tal modo que puede expresarla, como ya se explicó.
2) «La persona está presente en su cara, está viviendo en ella… La cara es la persona misma, vista». «En la cara,
abreviatura y resumida en los ojos, es donde sorprendemos a la persona, donde la descubrimos y hallamos por primera
vez», porque en ella se expresa el propio ser personal.
3) La expresión de la intimidad se realiza también mediante un conjunto de acciones que se llaman expresivas,
comunicativas o relacionales
4) hablar.
5) el cuerpo forma parte de la intimidad, porque la persona es también cuerpo. El hombre se viste para protegerse su
indigencia corporal del medio exterior. Su cuerpo forma parte de su intimidad, y no está disponible para cualquiera, así
como así. En primer lugar, el vestido protege la intimidad del anonimato: yo, al vestirme, me distingo de los otros, dejo
claro quién soy, incluso en su función social o «rol» El vestido también me identifica como persona. La personalidad se
refleja también en el modo de vestir: es el «estilo». El nudismo no es natural, porque no es natural renunciar a la
intimidad. Cuando el ejercicio de la sexualidad queda reservado a la intimidad familiar, entonces es «pudorosa», no se
muestra fácilmente.
c. El diálogo: la intersubjetividad.
La necesidad de diálogo es una de las cosas de las que más se habla hoy en día. Tenemos necesidad de explicarnos, de
que alguien nos comprenda. Las personas hablan para que alguien las escuche; no se dirigen al vacío. La necesidad de
desahogar la intimidad y compartir el mundo interior con alguien que nos comprenda es muy fuerte en los hombres y las
mujeres. Se puede uno pasar sin ello, pero la inclinación a abrirse es natural y radical, siempre que ese alguien nos
escuche (si nos comprende o no, sólo lo sabremos al terminar de hablar). Todo esto se puede decir de un modo más
profundo: no hay yo sin tú. Una persona sola no existe como persona, porque ni siquiera llegaría a reconocerse a sí
misma como tal. El conocimiento de la propia identidad, la conciencia de uno mismo, sólo se alcanza mediante la
intersubjetividad, es decir, gracias al concurso de los otros.
d. El dar y la libertad.
Que el hombre es un ser capaz de dar, quiere decir que se realiza como persona cuando extrae algo de su intimidad y lo
entrega a otra persona como valioso, y ésta lo recibe como suyo. En esto consiste el uso de la voluntad que llamaremos
amor. Tal es el caso, por ejemplo, de los sentimientos de gratitud hacia los padres: uno es consciente que le han dado la
vida, la nutrición, la educación y muchas otras cosas más. Y uno queda, por así decir, en deuda: ha de dar algo a cambio.
La intimidad se constituye y se nutre con aquello que los demás nos dan, con la que recibimos como regalo (13.6), como
sucede en la formación de la personalidad humana. Por eso nos sentimos obligados a corresponder a lo recibido (7.4.5).
e. Un problema.
¿Para ser persona es preciso ejercer actualmente o haber ejercido las capacidades o dimensiones recién mencionadas?
¿Es persona el hombre dormido, o el que está en coma profundo, el niño no nacido, o discapacitado, incapaz de hablar?
En pocas palabras ¿quién no tiene conciencia de sí es ya o todavía no persona? La eutanasia y el aborto voluntario son
respuestas negativas a esta pregunta: si abortar o matar a un anciano o a un enfermo no tiene ningún mal, o incluso es
una conquista de la libertad (¿?), entonces es que o bien la vida de la persona no es sagrada o los fetos, embriones,
dementes, enfermos y ancianos no son personas. No se trata de discutir si es persona a efectos jurídicos, sino si es sí
mismo es o no es persona quien no ejerce las capacidades propias de ella. ¿Un feto de tres semanas es una mera vida
humana, pero no una persona? La respuesta más sencilla dice que el hecho de no ejercer, o no haber ejercido aún, las
capacidades propias de la persona no conlleva que ésta deje de serlo, puesto que quien no es persona nunca podrá
actuar como tal, y quien sí puede llegar en el futuro a actuar como tal tiene esa capacidad porque es ya persona.
Quienes dicen que sólo se es persona una vez que se ha actuado como tal, reducen al hombre a sus acciones, y no
explican de dónde procede esa capacidad: es la explicación materialista, que ya vimos que no puede justificar su
presupuesto. (Cf. Unidad II y III).
2. LA PERSONA COMO FIN EN SÍ MISMA.
«El hombre existe como un fin en sí mismo y no simplemente como un medio para ser usado por esta o aquella
voluntad». Según nos dice aquí Kant, usara las personases instrumentalizarlas, es decir:
a) tratarlas como seres no libres, mediante el empleo de la fuerza o de la violencia, que no son legítimas en cuanto las
rebajan a la calidad de esclavas. Nunca es lícito negarse a reconocer y aceptar la condición personal, libre y plenamente
humana de los demás.
b) servirse de ellas para conseguir nuestros propios fines. Esto es manipulación, y consiste en dirigir las personas como si
fueran autómatas o instrumentos, procurando que no sean conscientes de que están sirviendo a nuestros intereses, y
no a los suyos propios, libremente elegidos. La persona es un absoluto relativo, pero el absoluto relativo sólo lo es en
tanto depende de un Absoluto radical, que está por encima y respecto del cual todos dependemos. Por aquí podemos
plantear una justificación ética y antropológica de una de las tendencias humanas más importantes: el reconocimiento
de Dios, la religión.
3. LA PERSONA EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO.
Lo primero que conviene advertir es que el hombre, gracias a su inteligencia, tiene la singular capacidad y la constante
tendencia a situarse por encima del tiempo, y desde luego por encima del espacio. El hombre lucha contra el tiempo,
trata de dejarlo atrás, de estar por encima de él. Esa lucha no sería posible si no existiera en el hombre algo
efectivamente intemporal, y en consecuencia inmaterial e inmortal, puesto que la materia es lo espacio–temporal: se
trata del núcleo espiritual de la persona, dotado de pensamiento y libertad. Lo temporal y lo intemporal viven juntos en
el hombre: no se oponen, sino que se complementan y le dan su perfil característico.
- El primer modo de superar el tiempo es guardar memoria del pasado.
- La segunda manera es desear convertir el presente, y todas las realidades que en él se contiene, en algo que
permanezca, que no pase, que quede, por decirlo así, a salvo del transcurso inexorable del tiempo, que todo se lo
lleva.
- La tercera manera anticipar el futuro, proyectarse con la inteligencia y la imaginación hacia él, para decidir lo que
vamos a ser y hacer.
El transcurso temporal de la vida humana puede ser contemplado como una unidad gracias a la memoria, que forma con
los acontecimientos sucesivos una serie que se presenta como historia, narración o biografía (bio–grafía significa
escritura de la vida, es decir, relato). El modo humano de dar cuenta de lo ocurrido a lo largo del tiempo es la narración,
una forma especial de saber diferente al conocimiento propio de la ciencia y cercano al arte pues la narración es una
historia contada, es decir, recreada, más tarde escrita y depositada como objeto cultural transmisible. El sentido de la
vida humana y de las cosas en general, y la propia identidad personal, sólo aparecen cuando se relaciona con un
principio y un final temporal, es decir con sus orígenes y su destino. Y los orígenes sólo se pueden conocer de forma
narrativa, ya se trate del mundo, de un pueblo, de una familia o de una persona. Por tanto, la memoria es la que hace
posible la identidad de las personas e instituciones: nos dice quiénes somos, de dónde venimos, dónde estamos, etc. Sin
embargo, el hombre no depende del todo del pasado, porque tiene capacidad creadora.
Los ritmos son algo ligado al tiempo, son sucesión cíclica de formas, las cuales pueden ser naturales (el ritmo de las olas,
que van y vienen), acústicas (los sonidos naturales o musicales), cronológicas (el día y la noche), biológicas (las funciones
intestinales o el sueño), corporales (movimiento de un ave al volar, el caminar del hombre).
El conjunto de todos los ritmos naturales forma «la música del universo», que el hombre es capaz de oír e «interpretar»
(es decir, conocerla y expresarla). Esta «razón musical» del universo se basa en algo muy sencillo: los ritmos significan
repetición y regularidad, y por tanto semejanza de los ciclos, de las situaciones y de los seres entre sí «el mundo ya no es
un teatro regido por el azar y el capricho, las fuerzas ciegas de lo imprevisible: lo gobiernan el ritmo y sus repeticiones y
conjunciones». Ese ritmo y medida constituye la ley de las cosas humanas y naturales.
4. LA PERSONA COMO SER CAPAZ DE TENER.
La capacidad humana de tener se puede desplegar a través del cuerpo y de la inteligencia. Ambas maneras culminan
en una tercera, que es una posesión más permanente y estable: los hábitos.
El primer es el tener físico.
El segundo nivel de tener es la aprehensión cognoscitiva de objetos. Si el hombre no conociera, no sería capaz de
fabricar instrumentos. Por tanto, el primer nivel del tener depende del segundo.
El tercer nivel del tener es el hábito. Un hábito se puede definir como una disposición estable que inclina a
determinadas acciones, haciéndolas más fáciles. Un hábito sólo se adquiere por repetición de actos, porque produce un
acostumbramiento y un fortalecimiento que da la facilidad para su acción propia. Las observaciones que hay que hacer
aquí son principalmente tres:
a) Hábitos técnicos, manuales, que consisten en ciertas destrezas en el manejo de instrumentos o en la producción de
determinadas cosas.
b) Hábitos intelectuales
c) Hábitos del carácter. Son los que se refieren a la acción, a la conducta: inclinan a comportarse de una determinada
manera porque nos hacen ser de un determinado modo.
La ética trata sobre ellos, y los divide en positivos y negativos. A los primeros los llama virtudes a los segundos vicios.
Cuando tratemos del crecimiento de la libertad, precisaremos su concepto y lugar en la vida humana, aunque por lo ya
tratado se puede concluir que proporcionan armonía o disarmonía del carácter y de la conducta.
¿Cómo se adquieren los hábitos? se adquieren con la práctica. Y la repetición de actos se convierte en costumbre y la
costumbre es como una segunda naturaleza, según reza el dicho.
los hábitos son importantes porque modifican al sujeto que los adquiere, modulando su naturaleza de una determinada
manera, haciéndole ser de un determinado modo.
«El hombre no hace nada sin que al hacerlo no se produzca alguna modificación de su propia realidad». Esto quiere decir
que las acciones que el hombre lleva a cabo repercuten siempre sobre él mismo, aunque sea en pequeña escala: «nada
funciona sin que al funcionar no se modifique: la máquina, el animal, el ser humano, en tanto que la acción repercute en
él». Por ejemplo: un coche, cuando hace un viaje, se desgasta, aunque sea un poco. Del mismo modo, el ser humano
resulta afectado por sus propias acciones: lo que hace no es un producto que él arroje de sí de modo indiferente, sino
que le afecta. «El hombre es aquel ser que no puede actuar sin mejorar o empeorar».
5. LA NATURALEZA HUMANA
¿Qué es el hombre? Se plantea su naturaleza o esencia, aquello que todos tenemos en común.
a. La teleología natural.
La naturaleza del hombre es el despliegue de su ser hasta alcanzar ese bien final que constituye su perfección. Todos los
seres alcanzan su verdadero ser cuando culmina el proceso de su desarrollo, pero este se da especialmente en el
hombre. La interpretación correcta de la teleología es simplemente ésta: despliegue, desarrollo de las propias
tendencias hasta perfeccionarla. La teleología de un ser es su dirección hacia la plenitud de la que es capaz. La teleología
parte del hecho de que existe un orden en el universo, en los seres vivos. El orden significa armonía y belleza, plenitud y
perfección de las cosas. Aquí estamos tratando de mostrar desde el principio que lo más importante en el hombre son
los fines, es decir, aquellos objetivos o estados plenamente desarrollados hacia los cuales el hombre tiene y se inclina.
Esos estados «finales» o teleológicos son bellos, hermosos, como se dijo al hablar de la armonía del alma, porque
constituyen la perfección humana.
c. Dificultades del concepto “naturaleza humana”.
Sería dualismo pensar que en el hombre hay una naturaleza abstracta, intemporal, definible mediante unos axiomas
científicos o unas leyes generales, como las matemáticas. Hoy se tiende a contraponer ese modelo al modelo historicista
o relativista, según el cual lo que el hombre es no lo vamos a encontraren una teoría general, abstracta, intemporal,
sino, por el contrario, en cada situación histórica concreta, y sólo ahí: la verdad del hombre sería relativa a cada época, a
cada cultura, etc.
Para unos, la naturaleza está por encima del tiempo y del espacio, impertérrita. Para otros, no existe sino en los
individuos concretos: lo que es verdadero y bueno para unos, no lo es para otros; la naturaleza sería distinta en cada
caso, todo es relativo, porque el hombre es relativo a su propia situación. En un caso, racionalismo; en el otro,
relativismo. Ambas posturas comparten una visión dualista, según la cual la naturaleza (vida) y libertad (razón) son dos
esferas separadas cuya relación es problemática: cuando se afirma la una, la otra se nos escapa. La pregunta ¿qué es el
hombre? Se contesta entonces diciendo: su historia. Lo universal pierde entonces la mayor parte de su valor. El hombre
tiene una dimensión intemporal y otra temporal, y no podemos prescindir de ninguna de las dos.
d. Los fines de la naturaleza humana.
¿Qué es lo natural en él? Lo que le es propio, lo propio del ser humano es ejercer sus facultades o capacidades. Lo
natural en el hombre es, por tanto, el desarrollo de sus capacidades. Ese desarrollo se dirige a un fin: conseguir lo que es
objeto de esas facultades. Lo natural y propio del hombre es alcanzar su fin. Y el fin del hombre es perfeccionar al
máximo sus capacidades, en especial las superiores: la inteligencia y la voluntad. Lo que corresponde a ambas es la
verdad (para la razón), y el bien (para la voluntad). Lo natural en el hombre es alcanzar la verdad y el bien, a los cuales le
inclina su naturaleza. Cuando decimos alcanzar, estamos indicando un largo camino, un proceso trabajoso: «lo natural
en el hombre no se alcanza al principio, sino al final».
Por tanto la pregunta ¿qué es el hombre? Se transforma más bien en esta obra: ¿qué es capaz de llegar a ser? « ¿Qué
hace el hombre a partir de sí mismo, como ser actúa libremente, o qué puede y debe hacer?”. Descubrimos que la «la
naturaleza se trasciende a sí misma en el hombre», «el hombre supera infinitamente al hombre». La naturaleza humana
auto trascendencia, que es otro modo de decir apertura, actividad y posesión de aquellos fines que le son propios: el
hombre se define más por sus necesidades, aspiraciones y requisitos que por lo que de ellos posee efectivamente: «la
realidad humana sólo está incoativamente dada».
e. La naturaleza humana y la ética.
La naturaleza humana radica en alcanzar el fin que le es más propio. En esta definición se ha introducido la palabra
«libremente». ¿Por qué? Porque el hombre es libre: Esto quiere decir varias cosas:
Conclusiones:
1) la naturaleza humana radica en un desarrollo de la persona, tal que permita alcanzar los fines de nuestras facultades
inteligentes o superiores.
2) Ese desarrollo es libre, no está asegurado: uno colabora con las tendencias de su naturaleza sólo si quiere; de hecho
puede rechazar los fines naturales, elegir otros en su lugar, etc.
3) Es necesario que existan unas normas morales que recuerden a la libertad el camino hacia los fines naturales.
4) Aunque esas normas tienen carácter perceptivo, esas normas tampoco se cumplen necesariamente: solamente si uno
quiere. Pero están ahí porque la realidad humana está ahí, y «tienen sus leyes», es decir, sus caminos.
La ley de la libertad humana es la ética, puesto que es el criterio de uso de esa libertad. La ética ayuda a elegir aquellas
acciones que contribuyen a nuestro desarrollo natural. La naturaleza humana se realiza y perfecciona mediante
decisiones libres, que nos hacen mejores porque desarrollan nuestras capacidades, como se vio en el caso de los
sentimientos y la armonía del alma.
HOMBRE: ser intrínsecamente perfectible. En esta definición el término «intrínsecamente» alude a que el hombre se
perfecciona a sí mismo desde dentro, desde la libertad: o se perfecciona él mismo, o no se puede perfeccionar de
ninguna manera. Por tanto, es de la libertad de quien depende alcanzar la plenitud humana que se llama felicidad.

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