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Tema 2: ¿Qué es el ser humano?

GÉNESIS Y DEFINICIÓN DE LA NATURALEZA HUMANA: NATURALEZA Y CULTURA

Los animales solucionan los problemas fundamentalmente mediante instintos,


comportamientos innatos, con una relación de inmediatez con el entorno. Por ello, su forma de
vida no evoluciona. El ser humano, por el contrario, tiene muy pocas conductas innatas y se
relaciona con el mundo con respuestas originales o culturales y desarrolladas a lo largo de la
historia. La cultura es la información transmitida socialmente que incluye la lengua, creencias,
formas de vida, desarrollo científico y técnico, etc.
El ser humano evoluciona de los primates, de donde surgen los hominoideos, rama que se
subdividirá (aprox. 5/6 millones de años) en los póngidos (orangután, gorila, chimpancé y bonobo)
y los homínidos, que concluye con el actual Homo sapiens (aprox. 150.000 años).

La evolución biológica del proceso de hominización supone:

- La posición erguida: el bipedismo provocó un mayor campo de visión y la liberación de las


manos.
- La liberación de las extremidades superiores: que diferencia manos y pies. Las manos, con el
pulgar oponible y la capacidad prensil, que permite la manipulación y fabricación de objetos.
- El desarrollo cerebral: el ser humano tiene el mayor índice de encefalización (relación entre el
peso del cerebro y el peso del cuerpo) y esto fundamenta la cultura.
- El desarrollo de la sociabilidad: el proceso de crecimiento y maduración (ontogénesis) del ser
humano es muy lento, y la cooperación es necesaria para su supervivencia.

La hominización dará paso al proceso de humanización, evolución cultural que se realizará


en sociedad, posibilitada por el lenguaje articulado y el pensamiento abstracto, desde la que el
ser humano transforma la naturaleza creando cultura. La evolución humana deja de ser biológica
y pasa a ser cultural.

CONCEPCIONES FILOSÓFICAS DEL SER HUMANO

La Filosofía ha presentado distintas concepciones antropológicas, los aspectos tratados


han sido fundamentalmente el sentido de la vida y la especificidad humana, tratando de esclarecer
la relación entre los procesos físicos y los mentales. Además, el problema cuerpo-mente
(alma) está relacionado con el problema de la muerte y el deseo de trascendencia.

Las actividades propiamente humanas se afirman como consecuencia de la existencia de


una sustancia espiritual (el alma), o bien, se consideran fruto del proceso evolutivo puramente
físico-biológico.

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DUALISMO ANTROPOLÓGICO: teoría que afirma que el ser humano se compone de cuerpo y
alma.

‒ Platón (s. IV a.C.) defenderá un dualismo radical en el que el alma, espiritual y que divide en
concupiscible, irascible y racional, es la esencia del ser humano y superior al cuerpo material. El
alma racional, que es inmortal, y lo que nos hace auténticamente humanos.
‒ Aristóteles (s. IV a.C.) afirma la teoría hilemórfica según la cual el ser humano se compone de
materia y forma (sustancia). Esta sustancia es el alma que es el principio vital del cuerpo (o
materia), que posibilita las facultades vegetativa, sensitiva e intelectiva (la específicamente
humana). Considera al ser humano mortal.
‒ La filosofía cristiana (s. IV –XV) defiende la existencia del alma individual y propia, creada por
Dios, es inmortal y será juzgada por Dios en la otra vida. El alma es lo que nos hace humanos.
‒ Descartes (s. XVII) considera que el cuerpo material y mortal, sustancia extensa, está sujeto a
las leyes físicas, por tanto, si solo tuviéramos cuerpo no seríamos libres. Es el alma inmaterial,
sustancia pensante y base del sujeto, la que posibilita la racionalidad y libertad.

MONISMO ANTROPOLÓGICO: teoría que afirma que el ser humano es un ser completamente
material.
‒ El Materialismo (fisicalismo) afirma que no existe nada espiritual, todo es físico. La mente es el
cerebro y sus funciones neuronales. La plasticidad cerebral, conformación y desarrollo del
cerebro según las condiciones externas o internas, posibilita la racionalidad, emotividad y la
autoconciencia humana.
‒ El Emergentismo sostiene que la mente humana no puede ser reducida al cerebro físico, sino
que a partir de éste surge un producto nuevo y distinto. La mente es diferente del órgano cerebral,
es una función real que resulta de éste, pero no puede independizarse de él.

LAS HUMILLACIONES DEL SER HUMANO

Hasta pasado el s. XV, el ser humano creyó que habitaba un planeta que ocupaba el centro del
universo (geocentrismo). Un día descubrimos que no ocupábamos un lugar tan privilegiado, sino
que estábamos sobre un planeta que, como tantos otros, gira en torno al Sol. Esta fue la primera
humillación al narcisismo humano. Se abandonó el sistema aristotélico-ptolemaico y se cambió al
sistema heliocéntrico defendido por Copérnico.
Del s. XIX provienen las siguientes humillaciones:
La segunda ofensa vino de la mano de la teoría de la evolución pues nos enseñó que nuestra
especie no era tan especial y diferente como se pensaba, ya que procede de los primates, así
como que las mutaciones y la selección natural (esto es, el azar) han sido el motor del proceso
histórico que explica las transformaciones que se han ido produciendo en las distintas especies
durante miles de años.

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De la misma época que el naturalista Darwin (1809-1882) es Karl Marx (1818-1883), quien
asestó otro ataque al orgullo humano en la medida en que insistió en que, si bien a menudo nos
creemos que es nuestra manera de pensar (superestructura) la que determina nuestra manera de
vivir (base económica), en realidad ocurre exactamente al revés: como señala en su libro La
ideología alemana, “es la vida la que determina la conciencia”, es decir, nuestras creencias,
deseos, inquietudes, etc., vendrían fuertemente condicionadas por lo que hacemos, lo cual, en
última instancia, sería consecuencia del lugar que ocupamos dentro del marco socioeconómico en
el que nos encontramos. Así, si cambia la estructura económica o modo de producción cambia el
ser humano y las relaciones sociales.

Una nueva afrenta vendría de la mano de la teoría psicoanalítica formulada por Freud
(1856-1939): según el fundador del psicoanálisis, habría sido un error histórico identificar la mente
con la conciencia, pues en realidad esta no recoge más que una pequeña parte del contenido de
nuestra mente, ya que la mayor parte de la misma tiene un carácter inconsciente, el cual nos
resulta inaccesible. De este modo, si hasta entonces era común pensar que uno mismo es quien
mejor sabe lo que piensa o siente, el psicoanálisis trata de hacernos ver que buena parte de
nuestros impulsos, motivaciones e incluso creencias se hallan en nuestro inconsciente, por lo que ni
siquiera somos conocedores de lo que hay en nuestra propia mente ni somos del todo “dueños de
nosotros mismos”. El viejo problema filosófico del dualismo (cuerpo/alma) se presenta en la edad
contemporánea como el problema mente/cuerpo. En Freud la vida mental tiene distintas dimensiones
o niveles de conciencia y es concebida como un campo de batalla entre tres instancias donde
aparecen el “ello” (instintos innatos de placer/eros/vida y thánatos/muerte/agresividad / “quiero eso”),
el “superyó” (la cultura y sus normas, conciencia moral / “no debo hacer eso”), y el “yo” o conciencia
que regula la conducta mediando entre los anteriores (“a ver como lo arreglo”).

Con la noción de inconsciente, Freud produjo una ruptura con la visión plana, racional,
luminosa y hasta cierto punto ingenua que predominaba en la época acerca del ser humano
heredera de la Ilustración del s. XVIII . Para Freud, el inconsciente, además, está poblado de fuerzas
instintivas, de impulsos atávicos y primitivos que son una amenaza para el entramado social y para
el frágil ego del ser humano, por eso deben ser reprimidos. Así, la represión de nuestros instintos,
según Freud, nos libra, al menos aparentemente, de nuestra animalidad, hasta que los instintos
buscan otra manera de expresarse, de manifestarse, de sublimarse, por ejemplo a través del arte.

El SIGLO XX

Durante el siglo XX el movimiento existencialista se caracterizará por subrayar que lo que


caracteriza fundamentalmente a los seres humanos no es el hecho de poseer una esencia común
o una naturaleza compartida por todos, sino el hecho de que cuando nacemos somos un ser
dotado de una gran indeterminación: en palabras del filósofo Jean-Paul Sartre (1905-1980), en el
ser humano “la existencia precede a la esencia”, por lo que es en nuestra particular manera de

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existir o actuar que vamos definiendo aquello que somos. El hecho de estar dotados de conciencia
y ser libres hace de cada uno de nosotros un ser abierto a múltiples posibilidades, de manera que
cada uno construye su propia identidad a medida que va tomando decisiones y llevando a cabo
acciones concretas en el día a día (proyecto). Sin embargo, el hecho de tener que elegir
constantemente qué hacemos con nuestra vida y asumir la responsabilidad de nuestros aciertos y
errores, sin que valgan excusas de ninguna clase, puede generar sentimientos de angustia ante la
sensación de inseguridad que uno puede albergar cuando no logra dotar de sentido a su
existencia.

La Teoría queer, dentro del campo de la teoría crítica (Escuela de Frankfurt), surgió a principios
de la década de 1990. La expresión «teoría queer» fue introducida por Teresa de Lauretis, ​y es
adoptada rápidamente por otros y otras referentes como Judith Butler o Paul B. Preciado entre otr*s.
Los precedentes intelectuales los podemos encontrar en la visión nietzscheana del concepto como
algo arbitrario que oculta el devenir de la realidad y que por ello se convierte en metáfora, dado que
del mundo “no hay hechos, sólo interpretaciones”. Por otro lado, de la idea posmoderna de episteme
como las ideas sociales dominantes que marcan una normatividad (Foucault).

Concretamente, Judith Butler ha sido la primera teórica queer en negar a partir de la teoría de la


performatividad la separación entre género y sexo realizada por el feminsimo clásico. La teoría de la
performatividad de Butler consiste en sostener que el género, el sexo, la sexualidad y la propia
identidad no son realidades sustantivas, sino constructos socioculturales inestables y
performativos, esto es, que la repetición de las actuaciones, discursos, gestos, etc. que
consideramos efectos de tales categorías, son en realidad lo que las constituye y las acaba
estabilizando en un proceso de naturalización. Esto nos ha llevado a afirmar que no hay ninguna
«esencia interna» o identidad de género previa a las «expresiones» de género, sino que esta se
construye performativamente mediante ellas.

Además, como respuesta a una posible objeción de determinismo cultural, Butler argumenta que
la capacidad de acción de los sujetos no se pierde, pero tampoco puede pensarse al margen del

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poder que los constituye: ha de replantearse como la capacidad subversiva de reformular y de


resignificar la normatividad. Esto es así pues en la sociedad el sexo es un producto sociocultural que
actúa como mecanismo de presión, estableciendo la exclusividad de un sexo binario que marca un
sistema de dominación a partir de la heteronormatividad. De este modo, niega la “realidad”
dinámica y el devenir de las personas y niega la libertad de un individuo dominado que sin una
autodeterminación del propio género no puede llegar a ser libre.

El pensamiento de Judith Butler ha supuesto una crítica al esencialismo implicito en muchos


ámbitos de la teoría feminista y se ha reconocido como una de las bases teóricas fundamentales
para el desarrollo posterior de todo un conjunto de estudios y activismos políticos feministas y
LGTBI+: la «teoría (o movimiento) queer»1.

“El lema del transhumanismo es alterar la naturaleza humana, mejorar, potenciar y alargar la


existencia con el fin de mejorar la calidad de vida, la existencia humana y en el fondo con el fin de
lograr una mayor felicidad”.

El transhumanismo procede de una concepción humanista, ya que su filosofía está centrada


en la importancia del ser humano y del individuo; y futurista por la gran importancia que otorga a las
nuevas tecnologías qué aplica a la humanidad. El transhumanismo busca utilizar las nuevas
tecnologías (fundamentalmente la cibernética y la biotecnología) para el mejoramiento humano y
la creación de una nueva especie.

Para los transhumanistas hay una obligación moral de ir más allá de lo humano (entendido
como homo sapiens) a través de la tecnología. De este modo, dirán, se favorece la libertad
individual. Esta nueva especie va a ser más libre porque va a ser más capaz que la especie anterior.
Esto se entiende así, porque para ellos el límite de lo humano no se corresponde con el límite
biológico. Lo humano puede trascender, puede ir más allá, y por ello se trata de superar ese límite
biológico.

Esta filosofía, cuyo ideal es la búsqueda de la felicidad, va ha poner el foco en tres aspectos
fundamentales del problema humano: la longevidad, esto es, eliminar la muerte obligatoria de tal
manera que no muramos (inmortalidad) o lo hagamos lo más tarde posible (aumentar la esperanza
1
Cf. PRECIADO, P. B., «Queer: historia de una palabra». La teoría y movimiento queer nace de los debates en torno a
la identidad y el sujeto de la transformación política, y sostiene, basándose en textos de autoras como Butler o Teresa de
Lauretis, que la identidad sexual, la identidad de género y la orientación sexual son resultados de una construcción
sociocultural y no categorías esenciales y naturalmente dadas. En ese mismo artículo, Preciado define la Teoría Queer
como un «proyecto crítico heredero de la tradición feminista y anticolonial que tiene por objetivo el análisis y la
deconstrucción de los procesos históricos y culturales que nos han conducido a la invención del cuerpo blanco
heterosexual como ficción dominante en Occidente y a la exclusión de las diferencias fuera del ámbito de la
representación política». «Queer» no es una identidad, sino una posición crítica ante los procesos de exclusión que
inevitablemente generan todas las ficciones identitarias.

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de vida) gracias a la biotecnología o la cibernética (metaverso). Aumentar la inteligencia y potenciar


las capacidades cognitivas, ya sea a través de nanoimplantes, manipulación genética o la utilización
de fármacos. Finalmente, aumentar el bienestar, esto es, llevar una vida alejada del dolor, del
mismo modo: con psicofármacos, ingeniería genética o implantes.

Un punto en el que insisten los transhumanistas es en la singularidad tecnológica qué será


el momento en el cual la inteligencia artificial alcance o supere a la inteligencia humana (hacia el
2050). Algunos autores transhumanistas son José Cordeiro, Nick Bosttom o Anders Sandberg.

En resumidas cuentas el transhumanismo postula acelerar la evolución humana a través de


medios tecnológicos con el fin de “mejorar de modo fundamental la condición humana en lo que
refiere a capacidades intelectuales, físicas y psicológicas”. La gran pregunta final sería: el
transhumanismo ¿es el futuro o es el fin de la humanidad?

LAS FUNCIONES PSICOLÓGICAS DEL SER HUMANO

La sensación es la captación de un estímulo por los sentidos y su procesamiento neuronal.


La percepción es el proceso organizador de los datos sensoriales en el cerebro dándoles
significado. No se percibe el mundo en sí mismo, sino una reconstrucción mental que tiene que ver
con nuestra fisiología y con factores culturales y subjetivos. Las ilusiones son una errónea
interpretación de sensaciones, y las alucinaciones suponen una percepción sin que haya estímulo
externo.
Las reacciones anímicas ante estímulos que alteran el equilibrio del organismo y generan la
acción, son las emociones, de gran intensidad y corta duración, y los sentimientos, menos
intensos y más duraderos. Ambas están relacionadas con los deseos y la motivación, aquello que
incita interiormente a actuar. Se distinguen los motivos primarios (biológicos) y los motivos
secundarios (socioculturales).
Las facultades cognitivas propias del ser humano son la memoria, el aprendizaje y la
inteligencia:
La memoria es la capacidad de codificar, almacenar y recuperar información del pasado. Se
distingue: Memoria a Corto Plazo, retiene temporalmente la información que se está usando y es
limitada; y Memoria a Largo Plazo, almacena la información de forma subjetiva, no objetiva, y es
ilimitada. El aprendizaje es la creación de una nueva conducta surgida por actividades y
experiencias anteriores. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas nuevos, de forma
concreta o abstracta. La inteligencia concreta utiliza representaciones simbólicas concretas y
elementos presentes. La inteligencia abstracta o pensamiento soluciona problemas utilizando
representaciones simbólicas abstractas o conceptos (lenguaje), sin estar presentes, y atendiendo
a sus características generales.

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CONCEPCIONES PSICOLÓGICAS DEL SER HUMANO

Desde la psicología la personalidad humana se comprende desde el temperamento,


disposiciones afectivas predominantes de origen genético difícilmente modificable, y el carácter,
hábitos de comportamiento adquiridos y modificables. La personalidad es la conjunción de
temperamento y carácter, en una organización psicofísica y dinámica, que determina la conducta y
pensamiento característico.

LAS TEORÍAS CONDUCTISTAS consideran que los rasgos de la personalidad son hábitos,
respuestas aprendidas por recompensa ante determinados estímulos, dándose la generalización
de la respuesta.

LA TEORÍA PSICOANALÍTICA (Freud) estudia la personalidad que se compone de consciente,


lo que conocemos que está en nuestra mente, e inconsciente, lo que está, pero no conocemos:
lapsus, sueños, gestos involuntarios. La psique humana está formada por tres instancias:
a) El Ello, parte inconsciente regida por el Principio del Placer, es la más primitiva y debe
reprimirse.
b) El Superyó, parte inconsciente que se rige por el Principio del Deber, representa la moral social
interiorizada que reprime al Ello y se forma tras superar el Complejo de Edipo.
c) El Yo, regido por el Principio de Realidad, en su mayor parte consciente, busca adecuar
nuestras acciones al mundo real.

LA TEORÍA HUMANISTA (Rogers o Maslow) defiende que la clave de la personalidad está en la


relación de congruencia que debe haber entre nuestro yo real, nuestra idea de nuestro yo y nuestro
yo ideal.

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