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ANALISIS FILOSOFICO DEL CONCEPTO DE

VALORES.
El concepto de valor ha sido comparado con un poliedro, que tiene múltiples caras, que
puede analizarse desde ángulos o visiones diferentes. Es objeto de estudio de diferentes
ciencias, tales como la Filosofía, en sus ramas de la Ética, (de la cual forma parte la
Axiología) y la Estética, la Sociología, Psicología, y la Pedagogía. El valor se refiere a
aquellos objetos y fenómenos que tienen una significación social positiva y juegan una
doble función: como instrumento cognoscitivo y como medios de regulación y orientación
de la actividad humana. A estas funciones se les ha llamado: función cognoscitiva y
función pragmática.

Análisis del concepto general de valor


Cuando se habla de valores se hace referencia de manera explícita o implícita a los
siguientes elementos:
1. Objetos, procesos o fenómenos.
2. Propiedades de objetos, procesos o fenómenos.
3. Criterio axiológico general.
4. Significación de las propiedades de objetos, procesos o fenómenos.

Los objetos procesos o fenómenos.


Objetos, procesos o fenómenos son los elementos de la realidad dentro de los que
también se encuentra el propio ser humano o determinados elementos de él como su
cuerpo o su psiquis y espiritualidad.
Los valores no son los objetos, procesos o fenómenos, y esta idea aparece desde el
comienzo mismo de la axiología en el seno del neokantismo, y ha sido aceptada por otras
corrientes de pensamiento.
Los valores necesitan de un portador; existen porque un objeto, proceso o fenómeno
los porta a través de sus propiedades, por eso se dice que tienen una existencia
parásita, pero el objeto proceso o fenómeno portador o depositario del valor no es el valor
mismo.

Las propiedades de objetos, procesos o fenómenos.


Propiedades son las características que posee los objetos, procesos o fenómenos, dígase
dureza, suavidad,  impermeabilidad, permeabilidad, flexibilidad, rigidez, transparencia,
opacidad, conductividad térmica o eléctrica, rapidez, lentitud, etc. Gracias a las cualidades
de los objetos es que podemos servirnos de ellos y satisfacer nuestras necesidades. Pero
aunque las propiedades de los objetos procesos o fenómenos tienen una gran
importancia en el análisis de los valores, no son el valor mismo.
El valor presupone además la existencia actual o potencial de valoración, y para que
exista esta última tiene que haber un ser capaz de valorar las significaciones de las
propiedades de las cosas para él.  
Las propiedades de los objetos, procesos o fenómenos son significativas, importantes o
valiosas con relación  a otro objeto, proceso o fenómeno que se toma como criterio
axiológico o punto de referencia a partir del cual es que se puede evaluar tal significación
o importancia.

El criterio axiológico general.


El criterio axiológico general o universal es considerado como un elemento con una
importancia máxima invariable por lo que las propiedades de las cosas son significativas,
importantes o valiosas, y varían su significación  en relación a él  y no a la inversa.  Por lo
anterior puede decirse que funciona como punto de referencia y piedra angular en el
análisis del universo de valores y antivalores.
Desde el punto de vista práctico se trata de aquello que es considerado como lo más
importante a alcanzar y defender, y en cada sistema ético filosófico existen
planteamientos con relación al mismo.

La significación de las propiedades.


Significación es la forma en que un objeto, proceso o fenómeno afecta a otro objeto,
proceso o fenómeno. Esta afectación puede ser positiva, negativa o nula.
Para que exista el valor tienen que estar presentes los cuatro elementos ya enunciados:
objeto, propiedad, significación y criterio axiológico, y ellos existen en estrecha
interacción. La significación constituye un nexo entre las propiedades de las cosas y el
criterio axiológico. Ella existe con relación a un criterio axiológico y porque existe alguna
propiedad de algún objeto proceso o fenómeno.
a) Significación positiva o negativa de las propiedades de las cosas.
Positiva – Valores, Negativa -Antivalores
Una de las cualidades básicas del valor es su polaridad, existe el valor porque existe el
antivalor formando entre ellos una unidad de contrarios.
b) Significación nula de esas propiedades.
Esta concepción contrapone a los valores positivos, los negativos y se pudiera
plantear con ella la existencia de propiedades que carecen de significación y por lo
tanto de valor.
Una característica básica de los valores que favorece la idea de la existencia de
propiedades que carecen de significación y por lo tanto de valor, es el carácter
jerárquico de los mismos.
Las jerarquías de valores según la «altura» y la «fuerza»
Partiendo de las clasificaciones de valores de Scheler y Hartmann, y combinado los
parámetros de fuerza y altura, es posible construir una escala desde los valores más
bajos hasta los más altos. En esta escala, cuanto más bajo es un valor, tanto más grave
es su violación, más obligatoria su realización y menos meritoria su vivencia. Y a la
inversa, cuanto más alto es un valor, menos grave es su violación y obligación, y más
meritoria su vivencia.
Es muy poco probable que exista una propiedad que carezca de significación para todas
las zonas axiológicas. La propiedad que desde la óptica de una determinada zona
axiológica carece de significación, lo más probable es que la tenga desde la óptica de otra
zona axiológica.
La jerarquía de valores no es estática, sino que varía según el momento histórico (época y
lugar). Propiedades que en un determinado momento y lugar tienen una significación muy
positiva, en otro momento y lugar pueden tener una significación menos positiva,
negativa, e incluso pudiera carecer de significación desde la perspectiva de una
determinada zona axiológica.

Estudio de los valores desde la óptica filosófica.


El tema de los valores ha estado permanentemente presente en el pensamiento filosófico
tradicional. Desde los tiempos antiguos los filósofos se interesaron por la problemática de
los valores, dentro de la llamada “filosofía práctica “. Filósofos griegos como Sócrates,
Platón y Aristóteles identificaron la sabiduría, la verdad, la justicia y el amor como valores
necesarios para vivir honestamente como personas y para el buen funcionamiento de la
sociedad.
A pesar de esta larga historia, no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que el estudio
de los valores pasa a ocupar un lugar propio e independiente dentro de la filosofía
burguesa.
La Axiología como rama del saber que aborda el estudio de los valores solo aparece a
inicios del siglo XX.
El filósofo que más utilizó la terminología con la que acabaría de instrumentarse la
teoría de los valores fue Friedrich Nietzsche (1844-1900). Para esta pensador los valores
tienen su origen en la voluntad de poder y son falsos, puesto que son solo
convenciones admitidas para la supervivencia de los débiles.
En el análisis filosófico del concepto de valor se han distinguido dos posiciones
contrapuestas: la de la filosofía burguesa y la de la filosofía marxista.

Los valores en la filosofía Burguesa:


La axiología burguesa surge y se desarrolla en oposición a la concepción materialista de
la historia, ignorando la naturaleza objetiva del desarrollo social. Aunque su carácter es
irracional y anticientífico, aporta elementos positivos aislados, al profundizar en
determinados aspectos poco tratados por la filosofía marxista.
En este sentido se abordan por algunas corrientes filosóficas burguesas interesantes
reflexiones acerca del papel de los aspectos más subjetivos del valor, como su
emocionalidad, la trascendental función que se le atribuye al lenguaje en la construcción
de la subjetividad, al interpretar al hombre como un “ser lingüístico” , que observa e
interpreta su mundo según el espacio emocional que encuentra y en función de su
lenguaje, el dialogo como necesidad ontológica del ser humano y fundamento de la ética,
entre otras.
Zaira Rodríguez ha caracterizado del siguiente modo esta posición:
Para la axiología burguesa contemporánea, el valor constituye un aspecto particular
de la realidad, incompatible con las ciencias naturales y que, por ende, no es
susceptible de un análisis científico racional.
El desarrollo de la axiología contemporánea comienza en la segunda mitad del siglo XIX
en el seno del neokantismo con Rudolf Hermann Lotze (1817-1881). Según Lotze los
valores se manifiestan en la no indiferencia y en la no independencia ante los objetos y
entre ellos existe un orden jerárquico y esa jerarquía permite clasificarlos. Para este
pensador a los valores se le contraponen los contravalores.
Las distintas interpretaciones del valor para la filosofía burguesa contemporánea pueden
agruparse en dos vertientes, las cuales, a pesar de su aparente diferencia, tienen un
rasgo en común: niegan la subordinación del valor a las leyes objetivas del desarrollo.
Estas vertientes son:
 Idealismo objetivo, lo cual implica la absolutización de los valores como entes o
esencias inmutables, invariables a través de los tiempos, que existen como
realidades ideales independientes de la subjetividad.
 Idealismo subjetivo, se caracterizan por la relativización de los valores, los
cuales solo dependen de la subjetividad del que valora.
Desde las posiciones del idealismo objetivo encontramos las siguientes variantes:
 Neokantismo (Escuela de Baden) que asume el concepto de valor como objeto
fundamental de la filosofía. Sus principales representantes son Wilhelm
Windelband (1848-1915), fundador de esta escuela y a Heinrich Riskert (1863-
1936). El neokantismo aborda el análisis de las condiciones del ser humano como
fuente de la cultura. Le interesa especialmente los ámbitos de lo verdadero, lo
bueno y lo bello.
Para Windelband valor es todo aquello que suscita interés en el plano afectivo
estético, moral, social o religioso y que hacen al mundo posible. Para él los
valores figuran como el fundamento del ser y son independientes de la razón y de
la conciencia: se imponen. Por eso, los valores no son relativos, puesto que su
validez es absoluta.

 Corriente fenomenologista con Max Scheler y N. Hartmann como principales


teóricos. Al igual que el neokantismo, esta corriente también absolutiza el
concepto de valor como categoría central.

Para Max Scheler los valores son objetivos y


universales, y son los fundamentos del aprecio o de la
desaprobación que producen en nosotros. Según Máx.
Scheler la tabla de valores que él propone es
inmutable y absoluta por lo que no puede ser alterada
por la experiencia. A todo valor acompaña un
contravalor (polaridad de los valores) y su objetividad
no depende de las preferencias del individuo.

Nicolai Hartmann, bajo la influencia de Scheler


desarrolla en su Ética (1926) una reflexión ética
encaminada a la crítica de toda forma de subjetivismo
moral, y defiende una ética material de los valores, a
los que considera plenamente objetivos.

Ambas posiciones tienen mucho en común con la tendencia teológica en Axiología: se


destaca el carácter ideal del valor, más allá de las preferencias subjetivas y de las
realizaciones concretas. Max Scheler enfatizó el aspecto emocional del valor, identificándolo con una “intuición emocional
“irreductible al intelecto, sobre la base del concepto de “logique du coeur “ de Pascal, que no viene dado por el pensamiento y es
independiente de la lógica.

 Tendencia teológica en Axiología. La concepción teocéntrica de los valores


sostiene que los imperativos de la conducta moral provienen directamente de Dios,
a partir de lo cual se establece un orden, un sistema de valores y leyes morales.
Esta tendencia involucra la razón y la historia en su interpretación, rechaza la neutralidad
axiológica de la ciencia y la técnica, planteando que los valores se configuran por el
hombre en su existencia histórica, no obstante, reafirma el carácter absoluto y
trascendente del valor. Los valores son el camino para la conquista de lo trascendente, de
la plenitud existencial, que encuentra su culminación en Dios. Dios es el fundamento
último de toda valerosidad objetiva.
Para el objetivismo tradicional los valores dependen por completo del objeto y existen
independientemente de la voluntad y la conciencia valorativa del sujeto. Consideran que
la fuente de los mismos se encuentra en un mundo trascendental (mas allá de lo
perceptible), suprahumano, eterno e invariable, por lo que consideran a los valores como
inmutables a pesar de los cambios evolutivos de la sociedad. Desde estas posiciones
resulta imposible explicar de manera convincente las diferencias culturales que existen
entre distintos pueblos.
Interpretaciones de los valores del idealismo subjetivo:
 Neopositivismo: Los valores son factores de orden subjetivo, que sirven solo
como medios de influencia emocional-volitiva, pero que no tienen ninguna relación
con los hechos. Podemos citar al filósofo alemán Rudolf Carnap (1891-1970), el cual
fue uno de los líderes del neopositivismo, al filósofo inglés Alfred J. Ayer (1910- ), a
Charles L. Stevenson, al filósofo y lógico Inglés Bertrand Russel (1872-1970), el cual es
uno de los representantes más notables de neopositivismo.

 Variante instrumentalista del pragmatismo. Su representante fundamental es J.


Dewey. Esta posición pudiera aparecer como una excepción en relación con las
anteriores, ya que se manifiesta contra la exclusión mutua entre ciencia y valor.
En esta variante prácticamente se identifican ambas categorías destacando su
valor utilitario e instrumental, mientras se desconoce su especificidad. Dewey
subraya la potencialidad y capacidad de la ciencia para resolver cualquier tarea,
incluido el análisis de los valores.

Los valores deben ser estudiados como hechos de naturaleza y a su vez, los
hechos deben ser sometidos a valoraciones. Sin embargo, para este autor, la
ciencia es un instrumento para obtener beneficios, independientemente de su
contenido objetivo.

Se niega la especificidad de las valoraciones, y las normas de conducta social se


disuelven en las ciencias sociales concebidas como “tecnologías para la
tecnología.”
Para las concepciones subjetivistas los valores dependen por completo de la subjetividad,
individual o colectiva, independientemente de las características del objeto. La debilidad
de estas concepciones estriba en que la subjetividad individual o colectiva puede estar
errada.

Interpretación marxista de los valores


El desarrollo de una axiología marxista adquiere carácter independiente a mediados de la
década del 50, sobre la base de postulados esenciales en los trabajos de Marx y Engels.
La filosofía marxista establece la necesidad del análisis objetivo de los valores a partir del
principio del determinismo aplicado a la vida social, del criterio diferenciador entre ciencia
y valor, de su nexo interno y de los tránsitos recíprocos y las interacciones entre las dos
esferas. De esta forma es posible, afirma la autora, desmitificar los valores, eliminando su
ropaje trascendente e intuitivo y hallar, tras las formas externas de su manifestación, su
verdadero contenido, su “sustancia” en la actividad práctico-social de los hombres a lo
largo de la historia.
Los valores existen como tales porque son producto de la actividad práctica de los
hombres, son la expresión concentrada de las relaciones sociales. Los valores son
objetivos porque objetiva es la actividad práctico material en la cual surgen, porque
expresan las necesidades de la sociedad, las tendencias reales del desarrollo social. Su
origen no puede buscarse más allá de la realidad histórica y social, en un ser ideal que la
trascienda.
El doble carácter objetivo y subjetivo del valor se manifiesta también en el hecho de que
los valores están estrechamente vinculados a las necesidades humanas y deben a estas
su surgimiento y desarrollo, tal como se vio antes.
Mientras que las corrientes axiológicas basadas en el idealismo objetivo enfatizan el
carácter inmutable y eterno de los valores, desde la filosofía marxista se analiza esta
cuestión a partir de la dialéctica de lo universal y lo particular. Lo universal no puede
entenderse como supranacional, supraclasista o suprahumano, sino que existe a través
de lo particular y lo singular. Los valores universales no son inmutables, sino cambiantes
históricamente, para cada momento histórico y para cada sociedad concreta existe
también un sistema de valores objetivamente conformado, resultado en última instancia,
de la propia estructura de las relaciones económico-sociales que caracterizan a esa
sociedad. Este sistema se define no sobre la base de los intereses de uno u otro individuo
o grupo social en particular, sino basado en los intereses de todo el universo social.
Estos intereses son el resultado objetivo de la relación entre la posición histórica que
ocupa una sociedad dada y las tendencias progresivas de su evolución, constituyéndose
en fuerzas que presionan hacia el avance de la sociedad y el hombre. De aquí que el
sistema objetivo de valores abarque todo el conjunto de resultados materiales y
espirituales de la actividad humana que poseen significación positiva para el desarrollo de
la sociedad.
Es preciso tener en cuenta que cualquier enfoque relativo a los valores toma al hombre
como referencia obligada, en este punto hay acuerdo entre las distintas posiciones
filosóficas. Ahora bien, el concepto de hombre responde a distintas épocas y sociedades,
en función de factores económicos, sociales, históricos y culturales. Ante los complejos
problemas que vive la Humanidad de nuestros tiempos, se hace imprescindible el
reconocimiento universal del hombre como valor supremo, pero entendido en el contexto
histórico actual y no de modo abstracto e intemporal.
En los años 90 se desarrolla el vínculo de los valores con otras disciplinas, como la
Pedagogía, la Psicología Social y la Comunicación Social, se trabajan las relaciones de la
moral con la política, con la ideología, la ciencia y el humanismo, el profesionalismo, la
educación. Cobran fuerza las llamadas corrientes dialógicas en ética, los estudios de los
vínculos entre ética y sociedad civil, valores y cultura, así como brindarle atención
especial a la crisis de valores como problema global contemporáneo
En la actualidad el estudio filosófico de los valores presenta características específicas,
derivadas del progreso de la lógica misma de la ciencia, de la filosofía, de la cultura actual
e incluso de toda nuestra especie.
La polémica entre las interpretaciones materialistas e idealistas pierde espacio al
reconocerse por la generalidad de la comunidad científica el doble carácter objetivo y
subjetivo de los valores.
El subjetivismo nos ha mostrado la conveniencia de no olvidar la valoración, es decir, la
actividad del sujeto que valora, una actividad marcada por condicionamientos
psicológicos, sociológicos y culturales. Los valores son valores de una sociedad y los
individuos, en su proceso de socialización, los aprenden (o los rechazan). El objetivismo
nos ha mostrado la conveniencia de analizar las características de la cosa que
consideremos un valor, que los valores no son arbitrarios ni gratuitos, que los valores
siempre son valores compartidos.

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