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Sulca, Elisa (2019) “Jóvenes indígenas, escuela y subjetividad. Estudio socioeducativo sobre las
experiencias de estudiantes de la Comunidad Las Cuevas, Pueblo Tastil en una escuela
secundaria rural albergue de la provincia de Salta, Argentina” Tesis de Doctorado, Directora: Dra.
Carina Viviana Kaplan La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata

Discriminación

En el cuestionario los y las estudiantes señalaron que discriminar es poner sobrenombres


ofensivos, burlarse de alguien, mirar de reojo, rebajar. Los motivos que indican son: por el aspecto
físico, el color de piel, las bajas notas y el mal comportamiento. Siete estudiantes señalan que la
discriminación es un tipo de violencia. Nueve estudiantes indican que la discriminación es “algo
que pasa todo el tiempo” pero que no es un tipo de violencia, no obstante, señalan que tuvieron
sobrenombres negativos o le hicieron chistes y bromas que generaron malestar y disgusto.
Los apodos siempre son por el cuerpo. A mi compañera le dicen ropero porque dicen que no tiene
forma, que es cuadrada. Ella se siente mal, siempre se pone camperas sueltas para que no se le
marque el cuerpo

¿Quiénes le dicen eso?


Una chica que todos dicen que es la más linda, porque es más blanca, alta y medio flaca. Como
todos le tiran onda, ella se la cree, se sube al poni y pone esos apodos a las otras.
¿Quién le dice apodos a otras compañeras?
Una chica que ingresó este año. Una peticita, morochita que es medio creída le dijo cara de india.

¿Qué hizo tu compañera?


No, no dice nada. Ella es la más calladita, pero un día me preguntó cómo le quedaba una campera
que le regaló su mamá y era re grande, entonces le digo usá algo más al cuerpo, más chico, me
dí cuenta que se puso mal porque me dijo que no le gusta su cuerpo.
(Entrevista a estudiante mujer, 2do año)

“Ser más linda”, “más blanca”, “alta y medio flaca” constituyen signos de distinción respecto a las
que no se ajustan es estereotipos estandarizados de belleza. Las taxonomías producidas generan
sentimientos de superioridad, “se la cree”, “se sube al poni”, que se fortalecen a partir de que se
logra que las otras experimenten subjetivamente su inferioridad (Elias, 2003). El poder simbólico de
las palabras hiere la subjetividad y crea identidades devaluadas. La estudiante comenta (sobre su
compañera) que “siempre se pone camperas sueltas para que no se le marque el cuerpo”, “no le
gusta su cuerpo”. También la piel, y sus tonalidades juegan un papel central en las distinciones
entre sujetos y grupos.
No me gusta que me digan negro, porque yo soy morocho y ya sé eso, pero todo el tiempo me
llaman así. El otro día me dijeron un apodo que no me gustó, yo creo que no tenemos que
decirnos esas cosas porque lastiman y aunque sea una broma es malo […] Ellos también sos
morochos, no tanto como yo, pero igual, dicen cualquier cosa para molestar

¿Qué apodos te dicen?


Me da vergüenza repetir, pero lo más tranqui fue llamero (cuidador de llamas).
¿Qué es lo que te genera vergüenza?
Lo que dicen los esos chicos, pero bueno, trato de no llevarles el apunte para no tener problemas
¿Quiénes te dicen esos apodos?
Unos chicos que son más grandes, van a otros cursos, son molestos con todos.
(Entrevista a estudiante varón, 2do año)
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Carina Kaplan sostiene que, “no todos los colores ni las tonalidades comparten idénticas
valoraciones en las jerarquías sociales. La piel, en muchas ocasiones, se utiliza como eufemismo
de origen de clase: a tales pieles, tales destinos” (2016a, p, 212). El discurso del estudiante da
cuenta del sentido de esta asociación, morocho/negro al destino que podría tener, cuidador de
llamas. A su vez, cuidar las llamas es una tarea considerada inferir, negativa. Siguiendo con los
argumentos de Carina Kaplan, el cuerpo, y más particularmente el rostro, al estar tratados
socialmente a través de sus marcas, más o menos visibles, más o menos invisibles, producen
subjetividad, por lo que la mirada de los otros, en determinadas instancias, dan valor o lo quitan.
El mal comportamiento también da lugar a nombramientos que generan ciertas disposiciones en
los sujetos.
Me tachan de terrible, de problemático y nada que ver, exageran
¿Quiénes te tachan?
Los profesores, los preceptores y algunos chicos también
¿Por qué?
Y por nada, un par de veces le contesté a una profe pero de mala manera, solo que me parecía
injusto que me llame la atención porque creía que yo tiré los aviones en su escritorio y no fue así,
yo estaba en el baño, pero como entraba justo y ella llegaba me culpó […] ¿sabes quién fue? la
mejor alumna, pero nunca iba a pensar eso, jamás […] y como todos dicen que soy terrible y no
sé qué más, ella cree de eso y me trata como terrible.

¿Y vos cómo te considerás?


De tanto que lo dicen ya me porto mal, total nadie se va a sorprender. Les doy la razón, y listo.

¿Por qué creés que no atribuyen ese comportamiento a la mejor alumna?


Por eso, porque es buena alumna y creen que se porta mejor que todos, que nunca va a hacer
algo mal

¿Y vos te consideras buen alumno?


No, yo soy el duro […] porro y terrible. Combo completo (risas)
(Entrevista a estudiante varón, 3er año)
Las adjetivaciones de “problemático”, “terrible”, “porro”, “duro” forman el “combo” de atributos que
se asigna a un estudiante. Carina Kaplan (2006) sostiene que los actos de nombramientos y las
clasificaciones expresan valoraciones sobre un sujeto e instituyen subjetividades. Argumenta que,
“…es preciso correlacionar significativamente a las violencias en la escuela con la construcción de
la autoestima de los estudiantes” (p. 19). Aquello que es percibido como posible o imposible forma
parte de un conocimiento práctico que opera a modo cálculo simbólico (Kaplan, 2008).
(…) los principios ocultos de percepción, clasificación y nombramiento que se abre una puerta de
entrada al orden simbólico que contribuye a delinear las expectativas y predicciones sobre el éxito
o fracaso escolar de los diversos individuos y grupos. Éstos hacen más o menos suyos dichos
veredictos como producto de la experiencia escolar en tanto que experiencia social singularizada,
realizando un cálculo simbólico, en parte inconsciente desde un punto de vista sociológico, sobre
su propia valía escolar y oportunidad a futuro. (p. 70)
Los actos y enunciaciones discriminatorias se asientan sobre atributos de la persona que conllevan
sentidos subjetivos. Es decir, la distancia no solo está dada por la diferencia que se reconoce en el
otro, sino que acompaña una carga afectiva que lo somete al ostracismo e interpela la condición
su valía social.

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