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Cuento de hadas

Ilustración de Carl Offterdinger del cuento


de hadas europeo Caperucita Roja.
Un cuento de hadas, cuento mágico o cuento maravilloso es una historia
ficticia que puede contener personajes folclóricos —tales
como hadas, duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, ogros, gigantes, gnomos y
animales parlantes— e incluir encantamientos, normalmente representados
como una secuencia inverosímil de eventos. En el lenguaje contemporáneo, así
como fuera del contexto literario, el término es utilizado para describir algo que
está vinculado con princesas. Por ello, existen expresiones tales como «un final
de cuento de hadas» —un final feliz—1 o «un romance de cuento de hadas»,
aunque no todas las narraciones de esta clase terminan con un final feliz. De
igual manera, en el aspecto coloquial un «cuento de hadas» puede ser
asociado con cualquier historia rocambolesca y extraordinaria. Por lo general,
este tipo de relatos suele atraer a los niños pequeños, al compenetrar estos de
forma fácil y rápida con los personajes arquetípicos de cada historia.
En las culturas donde los demonios y las brujas son percibidos como seres
reales, los cuentos de hadas pueden mimetizarse con el género de
las leyendas, en el que el contexto es percibido, tanto por el narrador como por
los oyentes, como si se tratara de una realidad histórica. Sin embargo, a
diferencia de las leyendas y epopeyas, que tienden a tener referencias
superficiales a la religión y a lugares, personas y sucesos reales, este tipo de
historias tiene lugar en un período indefinido («Érase una vez», «Había una
vez») más que en un instante preciso.2
Los cuentos de hadas se encuentran ya sea en forma oral o literaria. Intentar
detallar con exactitud su desarrollo histórico resulta una labor difícil, puesto que
solo las formas escritas han sido capaces de sobrevivir con el paso del tiempo.
No obstante, la evidencia escrita al menos da una indicación de que los
cuentos de hadas han existido durante miles de años, aunque tal vez no
reconocidos desde un principio como un género propiamente dicho; el término
«cuento de hadas» se les aplicó a partir de la obra de Madame d'Aulnoy, quien
propuso la denominación francófona «Contes des Fées». Muchos de estos
relatos han evolucionado hasta la forma en que se conocen hoy en día a partir
de historias con cientos de años de antigüedad, aparecidas con múltiples
variantes y recogidas por los folcloristas.3 Incluso, se siguen redactando
cuentos de hadas y obras derivadas del mismo género. Los folcloristas han
clasificado los cuentos de hadas de diversas formas; entre las más notables
agrupaciones están el sistema de Aarne-Thompson y el análisis morfológico
del erudito Vladímir Propp. Por otro lado, otros folcloristas han interpretado el
significado de los cuentos, pero no existe ningún movimiento intelectual que
haya abordado el significado de este tipo de relatos.
Aun cuando los primeros cuentos de hadas estaban destinados principalmente
a las audiencias adultas, y en menor grado a los niños, estos comenzaron a
asociarse con los infantes desde los escritos de los preciosistas. Desde que
los hermanos Grimm titularan su colección como Kinder- und
Hausmärchen (trad. literal: «Cuentos de los niños y el hogar»), el vínculo con
los niños ha ido fortaleciéndose con el transcurso de los años.

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