Está en la página 1de 1

Un cuento de hadas, cuento mágico o cuento maravilloso es una historia ficticia que

puede contener personajes folclóricos —tales como hadas, duendes, elfos, brujas,
sirenas, troles, ogros, gigantes, gnomos y animales parlantes— e incluir
encantamientos, normalmente representados como una secuencia inverosímil de
eventos. En el lenguaje contemporáneo, así como fuera del contexto literario, el
término es utilizado para describir algo que está vinculado con princesas. Por
ello, existen expresiones tales como «un final de cuento de hadas» —un final feliz—
1 o «un romance de cuento de hadas», aunque no todas las narraciones de esta clase
terminan con un final feliz. De igual manera, en el aspecto coloquial un «cuento de
hadas» puede ser asociado con cualquier historia rocambolesca y extraordinaria. Por
lo general, este tipo de relatos suele atraer a los niños pequeños, al compenetrar
estos de forma fácil y rápida con los personajes arquetípicos de cada historia.

En las culturas donde los demonios y las brujas son percibidos como seres reales,
los cuentos de hadas pueden mimetizarse con el género de las leyendas, en el que el
contexto es percibido, tanto por el narrador como por los oyentes, como si se
tratara de una realidad histórica. Sin embargo, a diferencia de las leyendas y
epopeyas, que tienden a tener referencias superficiales a la religión y a lugares,
personas y sucesos reales, este tipo de historias tiene lugar en un período
indefinido («Érase una vez», «Había una vez») más que en un instante preciso.2

Los cuentos de hadas se encuentran ya sea en forma oral o literaria. Intentar


detallar con exactitud su desarrollo histórico resulta una labor difícil, puesto
que solo las formas escritas han sido capaces de sobrevivir con el paso del tiempo.
No obstante, la evidencia escrita al menos da una indicación de que los cuentos de
hadas han existido durante miles de años, aunque tal vez no reconocidos desde un
principio como un género propiamente dicho; el término «cuento de hadas» se les
aplicó a partir de la obra de Madame d'Aulnoy, quien propuso la denominación
francófona «Contes des Fées». Muchos de estos relatos han evolucionado hasta la
forma en que se conocen hoy en día a partir de historias con cientos de años de
antigüedad, aparecidas con múltiples variantes y recogidas por los folcloristas.3
Incluso, se siguen redactando cuentos de hadas y obras derivadas del mismo género.
Los folcloristas han clasificado los cuentos de hadas de diversas formas; entre las
más notables agrupaciones están el sistema de Aarne-Thompson y el análisis
morfológico del erudito Vladímir Propp. Por otro lado, otros folcloristas han
interpretado el significado de los cuentos, pero no existe ningún movimiento
intelectual que haya abordado el significado de este tipo de relatos.

Aun cuando los primeros cuentos de hadas estaban destinados principalmente a las
audiencias adultas, y en menor grado a los niños, estos comenzaron a asociarse con
los infantes desde los escritos de los preciosistas. Desde que los hermanos Grimm
titularan su colección como Kinder- und Hausmärchen (trad. literal: «Cuentos de los
niños y el hogar»), el vínculo con los niños ha ido fortaleciéndose con el
transcurso de los años.

También podría gustarte