Los hermanos Grimm se convirtieron, junto a su contemporáneo Franz Xaver Schönwerth,
que conservó unos quinientos cuentos de hadas, en los primeros recopiladores en intentar preservar no solo la trama y los personajes de los cuentos, sino también su estilo, al compilar cuentos de hadas alemanes. Irónicamente, aunque su primera edición (1812 y 1815)34 prevalece como un tesoro para los folcloristas, ambos se vieron en la necesidad de reescribir los cuentos en ediciones posteriores para volverlos más aceptables, algo que les aseguró buenas ventas y la consecutiva popularidad de sus trabajos.43
El Gato con Botas, grabado de Gustave Doré.
Tales formas escritas, además de extraer rasgos de los cuentos populares antiguos, influyeron en los relatos del folclore de dicha época. Los hermanos Grimm rechazaron varios cuentos para su colección, aunque muchos otros los escucharon de los alemanes, debido a que los cuentos eran derivados de Perrault. Al final, estos concluyeron que eran cuentos franceses y no alemanes. Ante esto, rechazaron una versión oral de Barba Azul, y decidieron incorporar en cambio al cuento Briar Rose, claramente relacionado con La bella durmiente de Perrault, dado que Jakob Grimm convenció a su hermano de que la figura de Brunilda probaba que la historia de la princesa durmiente pertenecía al folclore alemán.44 Esta cuestión relacionada con el origen de La bella durmiente reflejó una creencia común entre los folcloristas del siglo XIX: que en la tradición popular se preservaban cuentos de hadas en formas antiguas, excepto cuando estos habían sido «contaminados» por las formas escritas, hecho que llevó a la gente a relatar cuentos no auténticos o «contaminados».45 Dado que se concebía al pueblo como el «ermitaño analfabeto y convenientemente aislado», los folcloristas alemanes les contaron cuentos populares puros, entre los que se incluyen los cuentos de hadas.46 A veces, llegaron a considerar a los cuentos de hadas como una forma de «fósil»; para ellos, cada relato del género era el residuo de lo que alguna vez había sido un cuento perfecto.47 No obstante, investigaciones posteriores han concluido que los cuentos de hadas nunca tuvieron una forma fija, e independientemente de la influencia literaria, los narradores orales constantemente los alteraban para sus propios propósitos.48