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DOMINGO V CUARESMA, B CATEQUESIS

Espíritu Santo,
Amor del Padre y del Hijo,
visítanos hoy con tu sabiduría e inteligencia espiritual,
ilumina los ojos de nuestro corazón para que podamos
comprender el sentido de las Escrituras, el mensaje
que Jesús Maestro y Verdad nos quiere comunicar en este día.

Haz que la Palabra que escuchamos resuene en nuestro corazón


y pase del corazón a la vida.
Que no seamos sólo “oyentes” de la buena Noticia,
sino que, con tu gracia, la llevemos a la práctica.

¡Ven, Espíritu Santo! Abre nuestra mente, voluntad, corazón


y haznos alojamiento de la Palabra de la Verdad y de la Vida.

A la espera de la Palabra
Al texto le precede el relato de la resurrección de Lázaro (11,1-44)), la unción de María a
Jesús para el día de mi sepultura (12,1-8), el episodio de los Ramos (12,12-19). Muchos de
los judíos iban y creían en Jesús… El mundo se va tras él. Esto desespera a los judíos y
traman matarlo (11,45-54; 12,9-11). Los judíos, para Juan, dan muerte.

Pocos días faltan para la celebración de la Pascua, en donde la iglesia recuerda la entrega
más grande de amor que Dios ha hecho por la humanidad, entrega que nos liberó de los
pecados que nos oprimían. Jesús, anunció su muerte a sus amigos y les abre los ojos al
trance doloroso que vivirían. Les anunció su PASIÓN y su indigna muerte en Cruz.
Estamos casi al final de la vida pública de Jesús; el evangelio nos presenta a unos peregrinos
que vienen a celebrar la Pascua, y le dicen a Felipe: «Queremos ver a Jesús».
Ojalá que este 5º domingo nosotros queramos ver a Jesús; que lo busquemos no por
curiosidad, sino porque hemos descubierto en Él algo que nos ayuda a vivir nuestra vida de
forma totalmente diferente a como lo hemos vivido.
TEXTO BÍBLICO PARA MEDITAR Y ORAR: Juan 12, 20-33

LO QUÉ DICE EL TEXTO

El presente texto se ubica después de la resucitación de Lázaro y de la conspiración judía


para matar a Jesús, y antes del inicio de su pasión comenzada con la última cena.
Jesús está en Jerusalén en la fiesta de la Pascua judía y es normal que haya gente de todas
partes del mundo conocido, incluidos los prosélitos griegos que se acercan a Felipe porque
quieren ver a Jesús.
Al requerimiento, Jesús responde de un modo extraño: primero dice que ha llegado la hora
en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado, aludiendo con esto a su propia muerte, no
tanto como un fracaso y un fin, sino como un hecho de victoria.

Para ayudar a entender el valor salvador de su muerte, habla del grano de trigo que tiene
que morir para dar fruto abundante, de ese modo Él ha de morir para dar la vida a todos,
por eso invita a sus discípulos a hacer lo mismo en favor de los demás.
En segundo lugar Jesús muestra sus más hondos sentimientos ante la muerte que se
avecina: por una parte angustia terrible y, por otra, la más grande confianza en su Padre, y
que hace oír su voz, como un trueno o un ángel, para corroborar la glorificación de su Hijo
al ser levantado en la cruz, pues desde allí atraerá a todos hacia sí para formar el único
Pueblo de Dios.

LO QUE TE/NOS DICE DIOS DESDE EL TEXTO


En este Quinto domingo de cuaresma la muerte y resurrección de Jesús reclaman
directamente nuestra atención y nuestra postura personal. La actitud de los griegos, gente
extranjera, que busca a Jesús, gente intelectual basada en el conocimiento, ya nos da una
pauta como para cuestionarnos qué tanto hemos buscado a Jesús en esta cuaresma, qué
tanto nos hemos convertido a Él.
Por otra parte en el evangelio Jesús, que no duda en dar su vida por la salvación de los
demás y asume la voluntad del Padre libremente, es directo al momento de invitar a todo
discípulo a hacer lo mismo que Él, porque “el que se ama a sí mismo, se pierde; pero el que
se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna”.
Por tanto la felicidad, fecundidad y sentido de nuestra vida no se podrá medir, según Jesús,
por el cuidado intensivo de uno mismo que excluye la donación para prolongar la vida más
años, ni por el simple conocimiento intelectual, sino por la calidad y cantidad de entrega
diaria y a todos, porque ese modo de morir a diario es como enterrar el propio grano de
trigo para producir mucho fruto.
¿Nos decimos cristianos, creyentes en Jesús? Él nos dice: “el que quiera servirme, que me
siga, para que donde yo esté también esté mi servidor. El que me sirva será honrado por
mi Padre”. De ese modo la muerte en cruz, que pudiera parecer un fracaso y el fin de todo,
es el triunfo del amor y de la vida sobre el mal, sobre el egoísmo, el odio y la muerte de este
mundo.
La vida y muerte de Jesús, su modo de ver la realidad, va contra toda postura egoísta que
invita a reservar la vida en lugar de entregarla, a cerrar el corazón, de manera egoísta, en
lugar de abrirlo a muchos, a buscar sólo mis intereses en lugar de buscar el bien de todos,
siendo ese el mejor modo de perderla. Jesús en su oración, al Padre, no pide ser librado de
la muerte, más bien allí confirma su disponibilidad y libertad para cumplir la voluntad del
Padre, pues para eso ha venido.
Y el Padre nos lo hace saber mediante su voz y nos lo entrega para que comprendamos que
siguiendo a su Hijo es la manera de glorificarlo.
Mucho podríamos aprender de la oración de Jesús, de tal manera que al buscarlo, al
seguirlo y al servirlo, busquemos no nuestros gustos y deseos, sino la voluntad del Padre,
pues a eso hemos venido y allí encontraremos lo que tanto anhelamos y desesperadamente
buscamos, el sentido de nuestra vida y nuestra felicidad, ofreciéndosela a los otros. El
Señor nos ha dado la vida para entregarla a los demás.

CONTEMPLACIÓN- ACCIÓN
Haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a
Dios….. y ve lo que es necesario cambiar y agregar a tu vida en esta cuaresma, que ya va
muy adelantada y con ello alcanzar la Pascua.

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