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Bergmann
Introducción
Capítulo 1: Dejando el cielo
Capítulo 2: Concepción
Capítulo 3: Embarazo
Capítulo 4: Nacimiento
Capítulo 5: Niñez
Capítulo 6: Vida Cotidiana
Capítulo 7: Afirmación
Capítulo 8: Desierto
Capítulo 9: Declaración
Capítulo 10: Bienestar
Capítulo 11: Enseñanza
Capítulo 12: Discipulado
Capítulo 13: Sufrimiento
Capítulo 14: Cruz
Capítulo 15: Tumba
Capítulo 16: Resurrección
Capítulo 17: Comisión
Capítulo 18: Ascensión
Capítulo 19: Intercesión
Capítulo 20: Avivamiento
Acerca del Autor / Derechos de Autor (Copyright)
Juan 10,10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 7,37-38 —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en
mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.
Jesus es la vida. Eso es una declaración exclusiva. Cristo es el único dueño de vida. La vida se
encuentra solo en Èl. Si Jesús es la vida una otra cosa o persona no lo es. Su persona misma
es vida. Por eso Cristo es la fuente de vida. Si tenemos a Cristo tenemos su vida también.
Nuestra vida puede entronizar la persona de Cristo. Nuestra vida puede ser el anfitrión de su
vida. Si nuestra vida tiene vida o no depende solo de Jesús y no de nuestros circunstancias.
1. Juan 5,12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no
tiene la vida.
Cristo puede ser nuestra fuente de vida. Podemos vivir a Cristo mismo. Podemos vivir su vida.
Gal. 2,20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive
en mí.
La cruz ofrece un intercambio de vida. Podemos intercambiar nuestra vida por la vida de
Cristo. Recibimos su vida al entregar la nuestra. Si vamos a una tienda podemos intercambiar
un producto por dinero. Antes del intercambio estamos con nuestro dinero y el dueño de la
tienda con su producto. Después del intercambio tenemos el producto y el dueño de la
tienda tiene nuestro dinero. La unión con Cristo en la cruz libera un intercambio. Antes de la
cruz nosotros estábamos en nosotros y Cristo en Cristo. Después del intercambio nosotros
estamos en Cristo y Cristo esta en nosotros. Cristo, “la vida” vive su vida en nosotros ahora.
Gal. 4,19 Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta
que Cristo sea formado en ustedes,
Col. 1,27 A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de
este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.
2. Cor. 13,5 Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No
se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes?
1. Juan 4,4 porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en
el mundo.
Efes. 3,16-17 Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de
sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que
por fe Cristo habite en sus corazones.
Eso es la segunda encarnación. 2000 años atrás el verbo se hizo carne y vivió 33 años aquí es
esta tierra. Esta vez el verbo se hace carne en nosotros: Su persona en nuestra persona y su
corazón en nuestro corazón. Su compasión esta adentro de nuestros emociones y su mente
adentro de nuestros pensamientos. Su historia se escribe en nuestra historia. Podemos
experimentar la vida de Jesús a nivel de nuestros corazones. Èl esta adentro - ahora mismo.
Proceso creativo:
Dibuja la realidad de tu corazón con palabras y símbolos,
escribe el nombre de Jesús en el centro, conecta el nombre con
los diferentes aspectos de tu corazón, anota tu primera reacción
El nuevo pacto combina la revelación de Cristo con la revelación de nuestro corazón. Los dos
van mano en mano. Cada encuentro con Cristo desvela el estado de nuestro corazón. En el
proceso de conocer más de Cristo llegamos a conocer más de nosotros mismos en paralelo.
Nuestro corazón siempre tiene un tesoro o un objeto de deseo y deleite. En algo o alguien
colocamos valor y prioridad. Cada corazón tiene su objeto de adoración y atención. Nuestro
corazón puede ser localizado. Siempre se va a encontrar cerca de su tesoro. Cada uno tiene
la dignidad de elegir su tesoro. Cristo puede llegar a ser el tesoro de nuestro corazón.
Lucas 12,34 Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su
corazón.
Dios nos eligió a nosotros como tesoro de su corazón primero. Para Èl somos como una perla
de gran valor. Para tener a nosotros Èl estaba dispuesto a dar o “vender” a Cristo mismo.
Entendiendo cómo Dios dio su “todo” podemos vender nuestro “todo” para tener a Cristo.
Cuando abrimos y entregamos nuestro corazón a Cristo empieza un proceso de restauración.
Isa. 61,1-3 El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
y el día de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas,
aceite de alegría en vez de luto,
traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.
El corazón de Dios es sano, libre, consolado, hermoso, alegre, justo y glorioso y ungido.
Nuestro corazón puede ser pobre, herido, cautivo, encadenado, oscuro, triste, de luto,
con cenizas y desesperanza.
Proceso creativo:
Dibuja tu Corazon según tus malas noticias actuales.
Dibuja tu corazón según las buenas noticias que quieres recibir.
Proceso creativo:
Elige un objeto físico que representa el estado de tu corazón.
Jesús no solo tiene palabras de vida eterna sino Èl mismo es la vida eterna en su persona.
La vida eterna no es un ticket para asegurarnos nuestro lugar en el cielo más tarde sino una
persona que vive su vida en nosotros ahora. Cristo es la vida. Cristo es una persona viva. Una
persona viva vive su vida. Cristo vive en nuestro corazón. Su vida es la vida eterna y
abundante. Cristo esta en nuestro corazón. Podemos experimentar su vida eterna ya.
Juan 10,10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
“Haz tuya” o “echa mano” tiene que ver con una iniciativa propia. Desde el griego es una
palabra intensa que contiene un elemento de violencia y agresión. Nos adueñamos de la
vida de Jesús. Lo bajamos hacia nuestra cotidianidad. Lo agarramos en medio de nuestros
desafíos. Lo renovamos cada día de nuevo. Vivir esta vida es nuestro enfoque y resolución.
Así peleamos la buena batalla. Así ganamos la victoria al creer que Cristo vive en nosotros.
Juan 4,14 pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed
jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que
brotará vida eterna.
Hay una conversión y transformación adentro de nosotros. Cuando bebemos el agua viva
esta agua se convierte en un manantial. Cuando elegimos a Jesús como nuestra fuente de
vida su vida fluye desde nosotros hacia otros. Su vida es como un liquido invisible que
desborda desde adentro hacia afuera. Este manantial brota con vida eterna. Este manantial
nunca se va a secar o agotar. El origen de esta bendición esta en Cristo y no en nosotros.
Juan 7,37-38 —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en
mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. (de su vientre fluirán ríos de
agua viva)
Los ríos de agua viva fluyen desde nuestro vientre. Otras traducciones usan el estomago, el
corazón o las entrañas. La idea aquí no es un órgano biológico pero lo más profundo o
intimo de nuestro ser interior. Este agua quiere tocar nuestros anhelos y deseos, traumas y
tragedias, dolores y deficiencias, vacíos y voluntades. El vientre es el lugar de donde vivimos
y adoramos de verdad. La vida de Cristo en nosotros toca todos rincones de nuestro corazón.
Podemos vivir desde nuestro corazón. Hay un fluir de Dios hacia y desde nuestro centro
interior. Cristo mismo quiero pastorear nuestro corazón y guiarnos a las fuentes de esta vida.
Apoc. 7,17 el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.
Cuando fluyen los aguas de vida en nuestra interior van a fluir nuestras lágrimas también. Su
vida redima y restaura. Su agua fluye a los rincones de nuestra alma que son secos, tristes y
de luto. Hay un cordero de Dios que puede entendernos. Hay una cruz para comunicar
empatía e identificación. Hay un toque del buen pastor que ministra consuelo y sanidad.
Cristo es el cordero y el buen pastor al mismo tiempo. Èl ministra a nuestro corazón desde su
obra en la cruz. Èl nos guía hacia la vida. Su cuidado nos anima a cuidar a nosotros mismos
también. Podemos aprender a tratar a nuestro corazón tal cual cómo nos trató el buen pastor.
Prov. 4,23 Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.
Cuidar nuestro corazón es un asunto de máxima prioridad para Jesús y por eso para nosotros
también. Nuestro corazón contiene un manantial de vida. Lo mejor el cuidado de nuestros
corazones, lo mejor pueden entrar y salir los ríos de esta agua viva desde nuestro interior.
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Los ríos son llenos de deleite y delicias
Salmo 36,7-9 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla
refugio a la sombra de tus alas. Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a
beber de tu río de deleites. Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz
podemos ver la luz.
El rio esta lleno del amor de Dios que es ambos precioso y grande. Este rio tiene delicias y
deleites celestiales. Estamos hablando del sabor de Edén y del ambiente del paraíso.
Estamos hablando de un lujo fino, elegante, exquisito, refinado y delicado. Beber de este rio
es un privilegio extravagante y extraordinario. Beber de este rio produce una satisfacción
abundante en nuestro corazón. Jesús es y da lo que nos puede saciar y saturar por completo.
Job 28,11 Anda en busca de las fuentes de los ríos, y trae a la luz cosas
ocultas.
Cada río tiene su origen y punto de partida. ¿Donde comienzan los ríos de agua viva?
Este rio sale desde la cruz y el cordero, desde el trono de la gracia y desde el templo que
representa la presencia de Dios y la iglesia. Cristo es la fuente de estos ríos de agua viva. Los
ríos representan su vida. Cristo dio su vida en la cruz. Fuimos unidos con Cristo en la cruz.
Hemos intercambiado nuestra vida con Cristo. Vivimos en Cristo y Cristo vive en nosotros.
Ahora vamos a ver la gloria del nuevo pacto: Los ríos también salen desde nuestro interior.
Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Cristo en nosotros es la boca y el inicio de los
ríos de agua viva. Los ríos tienen su origen en nuestro interior. De nuestro corazón mana la
vida porque “la vida” mora en nosotros. Cristo es la fuente de vida y la fuente de los ríos.
Juan 7,38 El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de
agua viva.
Cristo como fuente de vida en nosotros cubre, toca y transforma cada área de nuestra vida.
Podemos elegir a Jesús como la fuente de nuestro ministerio, de nuestras finanzas, de
nuestro trabajo, de nuestro matrimonio, de nuestra familia, de nuestra casa, de nuestras
amistades, de nuestras posesiones, de nuestra reputación, de nuestro tiempo libre, etc. Por
cada aspecto de nuestra vida donde dependemos de y confiamos en Cristo se amplia el río.
Hay ríos llenos de buenas nuevas. Nuestro corazón puede recibir estos ríos de sanidad,
libertad, favor, consuelo, gozo, alabanza, justicia y gloria. Lo mas que fluyen estos ríos hacia
nosotros, lo más van a fluir desde nosotros. No podemos dar lo que no hemos recibido.
Podemos abrir nuestros corazones. Esta Escritura se siga cumpliendo hoy y en nosotros.
Apoc. 22,17 El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!»
El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.
Si no tenemos sed no vamos a beber. Así es en lo físico y así es en lo espiritual. Hay una
circulación de agua en nuestro cuerpo. Cuando se aumenta el ingreso del liquido también se
aumenta la salida del agua. Así es con la circulación de la vida de Jesús en nosotros también.
Juan 7,37-38 —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en
mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.
Con más sed bebemos más. Los ríos se van a aumentar cuando se aumenta el ingreso del
liquido espiritual de las aguas vivas. Lo más que recibimos de la vida de Jesús, lo más va a
fluir hacia afuera. Hay 4 actividades que liberan este fluir: tener sed, venir a Jesús, beber y
creer en Jesús. Podemos tener sed sin venir a Jesús. Podemos venir a Jesús sin beber de
Jesús. Beber de Jesús es igual a creer en Jesús. Ahí se pone nuestra fe en la practica. Y la fe
viene por el oír de la palabra de Dios. En la cruz Cristo tenía sed. Podemos unirnos a Cristo
en su sed en la cruz. Nuestra sed se va a aumentar cuando abrazamos la obra de la cruz.
Juan 19,28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y
para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed.
El Espíritu Santo nos guía a entrar en este rio más y más profundo. Èl mide los próximos
“quinientos metros” para nosotros. Èl nos enseña las lecciones de cada profundidad. El sabe
cuando es tiempo para ir “más allá”. Estamos recibiendo clases de natación espirituales.
¿Cuales son tus próximos quinientos metros? ¿Cuál es tu “más allá” con el Espíritu Santo?
Israel necesitaba cruzar el rio del Jordán para entrar en su tierra prometida. Nosotros
también necesitamos pasar por un ríos espiritual para entrar en nuestra tierra prometida.
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Los ríos fluyen para transformar el mundo
Ezek. 47,9 Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá.
Habrá peces en abundancia porque el agua de este río transformará el agua
salada en agua dulce, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá. …
El rio trae vida porque Jesús es vida. Su fluir libera una resurrección y una transformación.
Ezek. 47,12 Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales; sus
hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos. Cada mes darán frutos nuevos,
porque el agua que los riega sale del templo. Sus frutos servirán de alimento y
sus hojas serán medicinales.
Alado del rio hay crecimiento. Hay frutos constantes que son ambos nutritivo y sanador.
Apoc. 22,1-2 un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de
Dios y del Cordero, y corría por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada
lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por
mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones.
Este rio merece la calle principal de nuestra alma y de nuestras ciudades. El rio tiene y trae
luz, claridad y transparencia. El rio esta rodeado por el árbol de la vida. Gracias a Cristo
podemos comer de este árbol una vez mas. Gracias a la cruz podemos conocer a Jesús como
nuestra fuente de vida. Este árbol produce cosechas constantes. Si comemos de este árbol
vamos a ver cosechas constantes en nuestras vidas también. Si comemos de este árbol
vamos a ver salud y sanidad en los corazones, relaciones, sociedades, culturas y naciones.
Podemos tomar el desafío de nombrar 20 ríos que fluyen en nuestra región o en nuestro país.
En este retiro vamos a nombrar 20 etapas de la vida de Jesús. Cada aspecto de su vida es
como un rio de agua viva que fluye hacia nosotros y desde nosotros. Podemos “mojarnos” y
saturarnos con la revelación de Jesús. Cada aspecto de su vida es como un pozo de
salvación. Cada aplicación a nuestra vida nos hace vibrar con la vida de Cristo y libera alegría.
Isa 12,3 Con alegría sacarán ustedes agua de las fuentes de la salvación.
CHILE
Gerardo & Rosi Bergmann
graciachile@gmail.com
WhatsApp: +56 9 4408 2924 (Rosi)