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Meditaciones temáticas:
Sábado 24 de julio (pág. 4)
- ¿Qué nos dicen los evangelios sobre San José?
- Figuras bíblicas de San José.
- San José, el más santo de los Santos, patrono de la Iglesia Universal.
- El beato Pío IX y su devoción a San José.
De esta manera se conmemoran los 150 años de la Declaración de San José como
Patrono de la Iglesia Universal por el Beato Papa Pio IX en 1870.
Con este motivo, se concede indulgencia plenaria en las condiciones habituales (con-
fesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo
Padre) a los fieles que, con espíritu desprendido de cualquier pecado, participen
en el Año de San José en las ocasiones y en el modo indicado por la Penitenciaría
Apostólica que se detalla a continuación:
a) San José, auténtico hombre de fe, nos invita a redescubrir nuestra relación filial
con el Padre, a renovar nuestra fidelidad a la oración, a escuchar y responder con
profundo discernimiento a la voluntad de Dios. La Indulgencia plenaria se concede
a aquellos que mediten durante al menos 30 minutos en el rezo del Padre Nuestro, o
que participen en un retiro espiritual de al menos un día que incluya una meditación
sobre San José;
b) El Evangelio atribuye a San José el título de «hombre justo»; (cf. Mt 1,19): él,
guardián del «íntimo secreto que se halla en el fondo del corazón y del alma», depo-
sitario delmisterio de Dios y, por tanto, patrono ideal del foro interior, nos impulsa
a redescubrir el valor del silencio, de la prudencia y de la lealtad en el cumplimiento
de nuestros deberes. La virtud de la justicia practicada de manera ejemplar por José
es la plena adhesión a la ley divina, que es la ley de la misericordia, «porque es preci-
samente la misericordia de Dios que lleva a cumplimiento la verdadera justicia». Por
lo tanto, aquellos que, siguiendo el ejemplo de San José, realicen una obra de miseri-
cordia corporal o espiritual, también podrán lograr el don de la Indulgencia plenaria;
1.
FRANCISCO P.P. Carta Apóstolica Patris Corde.
2.
PÍO IX. Decreto Quaemadmodum Deus.
2
d) El 1 de mayo de 1955, el Siervo de Dios Pío XII instituyó la fiesta de San José
obrero, «con la intención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella
inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa repartición de derechos
y de deberes». Podrá, por lo tanto, conseguir la indulgencia plenaria todo aquel que
confíe diariamente su trabajo a la protección de San José y a todo creyente que invo-
que con sus oraciones la intercesión del obrero de Nazaret, para que los que buscan
trabajo lo encuentren y el trabajo de todos sea más digno.
e) La huida de la Sagrada Familia a Egipto «nos muestra que Dios está allí donde el
hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experi-
menta el rechazo y el abandono». Se concede la indulgencia plenaria a los fieles que
recen la letanía de San José (para la tradición latina), o el Akathistos a San José, en
su totalidad o al menos una parte de ella (para la tradición bizantina), o alguna otra
oración a San José, propia de las otras tradiciones litúrgicas, en favor de la Iglesia
perseguida ad intra y ad extra y para el alivio de todos los cristianos que sufren toda
forma de persecución.
Por tanto, nuestra peregrinación también es una oportunidad para celebrar el año de
San José y obtener la Indulgencia plenaria.
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MEDITACIONES TEMÁTICAS
Los Evangelios nos dicen de san José: que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55),
desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre
dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su Ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a
través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo
y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro
sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores
(cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el
pueblo de Israel y los pueblos paganos.
Asumió la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel:
«Tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados»
(Mt 1,21).
En el templo, cuarenta días después del nacimiento, José, junto a la Madre, presentó
el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre
Jesús y María (cf. Lc 2,22-35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en
Egipto como extranjero (cf. Mt 2,13-18). De regreso en su tierra, vivió de manera
oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret, en Galilea —de donde, se
decía: “No sale ningún profeta” y “no puede salir nada bueno” (cf. Jn 7,52; 1,46)—,
lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando,
durante una peregrinación a Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y
María lo buscaron angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con
los doctores de la Ley (cf. Lc 2,41-50).
Las presentes meditaciones están inspiradas en el Libro del Peregrino de la 36ª Peregrinación
de Pentecostés París-Chartres, traducidas por D. Daniel Martínez, y adaptadas para la presente
peregrinación por D. José Manuel González.
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Su vida transcurre en obediencia a la voluntad de Dios.
Pidamos como fruto de esta primera meditación: poner nuestra vida bajo la voluntad
de Dios, con la ayuda de san José.
Al repasar las páginas de la Sagrada Escritura, nos encontramos con varias figuras,
también llamados “tipos”, que anuncian la misión de san José y su papel único en el
misterio de la Encarnación y de la Redención.
Otra figura en el Antiguo Testamento que nos refiere a san José es Mardoqueo en el
libro de Ester. Mardoqueo recibió un sueño de Dios en el que veía una fuentecilla,
que se convertía en río de muchas aguas, y apareció una lucecita que se convirtió en
sol (Est 11, 9). Esta fuentecilla, convertida en río caudaloso, y la luz convertida en sol
era Ester, a quien el rey tomó por esposa, haciéndola reina (Est 10, 6). Ester había
sido criada por Mardoqueo, que fue a pedirle que intercediese ante el rey, cuando
Amán había decidido asesinar a todos los judíos del reino. Por su intercesión, el rey
impidió el cumplimiento del decreto de destrucción. Amán fue ejecutado y Mar-
doqueo, por su fidelidad, fue nombrado el primero después del rey Asuero, muy
considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos, pues
buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza (Est 10, 3-4).
La reina Ester es figura de la Virgen María, que ha sido ensalzada por Dios como
Reina del universo y que como Corredentora ha colaborado en la obra de la salva-
ción. Mardoqueo es figura de san José, que llega a ser el primero después del rey,
es decir el virrey; el más importante después de Jesús, rey de reyes, y después de
María, la reina.
Otra figura de san José, es el hijo de Jacob, vendido por sus hermanos, que llega a ser
administrador de todo Egipto, y salvador suyo en medio de la carestía de trigo. Con
razón se aplican a la devoción de san José las palabras del libro del Génesis 41, 55:
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El Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, al nombrar a san José patrono de la
Iglesia universal, dijo: “Del mismo modo a como Dios puso al frente de toda la tierra
de Egipto a aquel José, hijo del patriarca Jacob, a fin de que guardase trigo para el
pueblo, así, al venir la plenitud de los tiempos, cuando iba a enviar a la tierra a su
Hijo unigénito Salvador del mundo, escogió a otro José, del cual el primero fue tipo
o figura, a quien hizo amo y cabeza de su casa y de su posesión, y lo eligió como
custodio de sus tesoros principales.
Pidamos como fruto de esta segunda meditación una verdadera devoción al Glorioso
Patriarca san José para que también nosotros acojamos a Jesús y a María; y excite-
mos en nosotros una profunda confianza en su intercesión en medio de nuestras
necesidades y problemas.
Después de la Virgen María, nadie ha habido ni habrá más santo que José. Su cerca-
nía a la Virgen María y al niño Jesús le hizo alcanzar el más alto grado de santidad.
He aquí la razón altísima de la santidad de san José, y así lo confirma la Iglesia,
rindiéndole el culto especial de protodulía.
San José fue verdaderamente el padre virginal del Verbo encarnado y por ello san
Bernardo le llama “Padre de Dios.” Los evangelios lo nombran varias veces como
padre de Jesús. ¿Puede decirse algo más grande de algún santo que ser padre de
Jesús y, a la vez, ser esposo de María, la persona humana más santa que ha existido,
existe y existirá?
Algunos autores llaman a san José “la sombra del Padre”, porque Dios Padre lo es-
cogió para hacer sus veces en la tierra; como su representante, para cuidar a su Hijo
y ayudarlo en todo como buen padre.
San José fue verdadero esposo virginal de la María Santísima.: “Nada mayor puede
decirse de él”, exclamaba san Juan Damasceno.
Ubertino de Casales, un italiano gran devoto de san José de fines del siglo XIII, en su
obra “Arbor vitae crucifixae”, dice: “En todo matrimonio, la unión de corazones se
realiza hasta el punto de que el esposo y la esposa se consideran como una sola per-
sona o, como dice la Biblia, como una sola carne, como una sola realidad en dos per-
sonas. Así san José se asemejó a su esposa. ¿Cómo podía el Espíritu Santo unir tan
estrechamente el alma de María Virgen a otra alma, si ésta no hubiera sido semejante
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a Ella en la práctica de la virtud? Se puede suponer que san José fue el hombre más
puro en virginidad, más profundo en humildad y más elevado en contemplación”.
Por el grado de sus virtudes y por su poder ante el mismo Dios hecho hombre que le
fue confiado como hijo y su potestad sobre su Esposa la Virgen María, san José es el
mejor y más poderoso intercesor nuestro en el cielo.
Su patronazgo sobre toda la Iglesia es explicado así por el Papa León XIII: “Así como
Dios dio a san José como esposo de la Virgen, se lo dio no sólo como compañero
de su vida, testigo de su virginidad, custodio del honor de María, sino para que par-
ticipara, por el pacto conyugal, de su excelsa grandeza. (…) por lo que san José fue,
al mismo tiempo, legítimo y natural custodio, jefe y defensor de la Divina Familia.
(…) Así, también conviene reconocer que san José protege y defiende a la Iglesia de
Cristo, como un tiempo cuidaba en todo momento a la Sagrada Familia de Nazaret.
Todos los cristianos de cualquier condición o estado, tienen motivo para abandonar-
se y confiarse a la amorosa custodia de san José.”
Pidamos como fruto de esta tercera meditación imitar a san José en el amor a Jesús y
a la Virgen María, pidiendo al mismo tiempo su intercesión por la Iglesia Universal.
Juan María Mastai Ferretti –así se llamaba Pío IX– nació en Senigallia, Ancona (Ita-
lia), en el seno de una noble familia. Estudió en Volterra con los escolapios. Ordena-
do sacerdote en 1819, se dedicó a la dirección de un asilo y a varias obras de caridad.
En 1823, estuvo en Chile como auditor del delegado apostólico durante dos años.
En 1825 de regreso a Italia, se ocupó de un hospicio enseñando un oficio a los niños
abandonados. Consagrado en 1827 arzobispo de Spoleto, mejoró la formación del
clero, reformó los monasterios y elevó la moralidad pública. Trasladado a Ímola en
1832, reformó el seminario, fundó un asilo para sacerdotes ancianos y fomentó la
apertura de escuelas, incluso en el propio palacio arzobispal. En 1840 fue creado
cardenal.
Elegido Papa en 1846, tuvo que sufrir el destierro en Gaeta. Su larguísimo pontifica-
do de 32 años, estuvo caracterizado por la pérdida del poder temporal de los Papas,
la definición dogmática de la Inmaculada Concepción (1854) y la celebración del
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Concilio Vaticano I (1869-1870), el dogma de la infalibilidad del Papa y la publica
ción del “Syllabus” condenando el modernismo. Entregó su alma a Dios en 1878.
En su Decreto, el Papa enumera los motivos que lo han llevado a tomar esta deci-
sión. En primer lugar, la misma elección de Dios, que hizo de José su hombre de
confianza, entre cuyas manos puso lo que Él tenía de más precioso; después, porque
es un hecho que la Iglesia siempre ha honrado a san José con la Virgen María y que,
en circunstancias inquietantes, siempre la Iglesia ha recurrido con éxito a su protec-
ción. Una vez más –como había sucedido en tiempos del Cisma de Occidente y más
recientemente con Pío VII– ante los innumerables males que agobian actualmente
a la Iglesia, el Papa se pone personalmente, y pone a todos los fieles con él, bajo la
protección de san José.
Como fruto de esta meditación pidamos la intercesión de san José y del beato Pío
IX pidiendo por toda la Iglesia y sus necesidades; e imitémosles en su generosidad y
trabajo por establecer y extender el Reino de Dios.
A pesar de que existen fuentes apócrifas –textos no canónicos– que afirman que san
José era un hombre viudo de avanzada edad, esto no tiene mucho fundamento si
seguimos la lectura del Evangelio.
San José tuvo que hacer frente a la lucha interior de tener que tomar una decisión
ante el estado de la Virgen María encinta. Si él hubiese sido escogido para esposo por
ser anciano y proteger así la fama de la Virgen, no hubiese tenido esa lucha interior.
Al leer los evangelios y ver los trabajos que tuvo que pasar desde la ida a Belén, la
huida a Egipto, la vuelta, el establecimiento en Nazaret, el trabajo que realizó de
artesano por el que era conocido Jesús como su hijo; es bastante improbable que lo
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pudiera realizar una persona de edad avanzada como presentan esos libros apócrifos.
El padre Tomás Morales SJ, fundador de los Cruzados de Santa María, nos ofrece
este retrato del santo Patriarca: “Aquí está San José: anchas espaldas para el traba-
jo, no pierde ni un segundo, está siempre adorando, está siempre trabajando, está
siempre solícito, cuidando de la Virgen y, sobre todo, de Jesús niño. No tiene un
instante libre, no piensa más que en amar, adorar y en trabajar para ellos. Aquí está
san José. Es el ministro de relaciones exteriores de la Sagrada Familia. Él es el que se
tiene que preocupar de todo en Nazaret, en los cuatro o cinco días de camino hacia
Belén, en la gruta de Belén, en Egipto después, en Nazaret y siempre relacionándose
con todos.”
San José fue joven y esposo virginal. San Jerónimo defiende su virginidad en su es-
crito contra Helvidio: “Tú dices que María no fue virgen; yo reivindico para mí aún
más, a saber, que también el mismo José fue virgen por María, para que del consorcio
virginal naciese el Hijo virgen. En el santo varón no hubo fornicación y no se ha
escrito que haya tenido otra mujer. De María fue más bien custodio que marido;
de donde se sigue haber permanecido virgen con María, quien mereció ser llamado
padre del Señor”.
San Pedro Damián (1007-1072) escribió: “No parece que fuese suficiente que sólo la
Madre fuese virgen; es de fe de la Iglesia que también aquel que hizo las veces de pa-
dre ha sido virgen. Nuestro Redentor ama tanto la integridad del pudor florido, que
no sólo nació de seno virginal, sino también quiso ser tocado por un padre virgen”.
Santo Tomás de Aquino dice: “Se debe creer que José permaneció virgen, porque
no está escrito que haya tenido otra mujer y la infidelidad no la podemos atribuir a
tan santo personaje.”
Dice San Francisco de Sales (1567-1622): “María y José habían hecho voto de virgi-
nidad para todo el tiempo de su vida y he aquí que Dios quiso que se uniesen por el
vínculo del santo matrimonio, no para que se desdijeran y se arrepintieran de su voto,
sino para que se confirmasen más y más y se animasen mutuamente juntos durante
toda su vida. Muchos santos de peso creen que José había hecho voto de virginidad
antes de casarse con María, pero lo que sí es cierto es que, a partir de su matrimonio
con María, lo hizo para aceptar así la voluntad de Dios.”
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En san José contemplamos la belleza siempre atractiva de la virginidad, la pureza, la
castidad y la modestia vivida en las diferentes edades y estados de vida.
Como fruto de esta meditación pidamos a san José que nos guarde de toda impureza
y resolvámonos a desterrar de nuestra vida todo aquello que desdore nuestra digni-
dad de hijos de Dios.
Al hablar del matrimonio de san José y la Virgen María, hemos de afirmar que fue un
verdadero matrimonio. El Espíritu Santo lo dice expresamente en el Evangelio: José,
esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16). José era verdadero
esposo de María y entre ellos había un verdadero matrimonio.
Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto San Agustín como Santo Tomás de
Aquino, la ponen siempre en la indivisible unión espiritual y en el consentimiento
mutuo. Ambos elementos se han manifestado de modo ejemplar en el matrimonio
de san José y de la Virgen.
Dice San Agustín: María pertenece a José y José a María, de modo que su matrimo-
nio fue verdadero matrimonio, porque se han entregado el uno al otro. Pero ¿en
qué sentido se han entregado? Ellos se han entregado mutuamente su virginidad y
el derecho de conservársela el uno al otro. María tenía el derecho de conservar la
virginidad de José y José tenía el derecho de custodiar la virginidad de María. Nin-
guno de los dos puede disponer y toda la fidelidad de este matrimonio consiste en
conservar la virginidad.
San Agustín, considerando que San Mateo escribe la genealogía de los antepasados
de Jesús a partir de José, descendiente de David, dice que Dios reconoce que fue un
verdadero matrimonio; pues, de otra manera, nunca hubiera sido posible llamar a
Jesús, hijo de José. Y dice: Jesús fue considerado en la genealogía de José para que
los fieles no considerasen tan importante en el matrimonio la unión de los cuerpos,
como para no creerse esposos sin esa unión corporal.
Con este ejemplo, aparece claro que practicando la continencia de común acuerdo,
el matrimonio puede permanecer como tal si se conserva la unión espiritual y el
consentimiento, aunque no haya unión corporal.
El Papa León XIII dijo en la encíclica Quamquam pluries de agosto de 1889: “El
matrimonio es la máxima sociedad y amistad, a la que por su naturaleza va unida la
comunidad de bienes. Dios ha entregado a José a María, no sólo como compañero
de vida sino también como testigo de su virginidad.”
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Como fruto de esta meditación acudamos a san José ante el drama de los matrimo-
nios y de las familias, y aprendamos de él y de la Virgen el verdadero amor que hace
fecundas nuestras vidas: Amar a Jesús con todo el corazón, y con toda el alma, y con
toda la mente y con todas las fuerzas.
San José fue en verdad padre de Jesús, aunque no lo fuera de sangre. Su título de
padre le es reconocido por el Espíritu Santo mediante la autoridad de la Palabra de
Dios, y Jesús lo reconocía, obedeciéndole en todo. Dice el Evangelio que les estaba
sujeto (Lc 2, 51), es decir, que obedecía a María y a José.
La Virgen María reconoce también a san José José como padre de Jesús. Cuando lo
encuentran en el templo, después de estar tres días buscándolo, María le dice: “Mira,
tu padre y yo, apenados, estábamos buscándote” (Lc 2, 48). La Virgen María antepo-
ne la autoridad de san José a la suya, diciendo: Tu padre y yo.
La gente del pueblo consideraba a Jesús como el hijo de José. “Jesús, al empezar su
ministerio, tenía unos treinta años y era, según se creía, hijo de José” (Lc 3, 23). “Y
todos estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca y decían:
¿No es éste el hijo de José?” (Lc 4, 22). “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre
y madre nosotros conocemos?” (Jn 6, 42).
El hijo de María es también hijo de José en virtud del vínculo matrimonial que los
une. Ambos merecieron ser llamados padres de Cristo.
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registros del imperio romano. Era indispensable en Jerusalén para presentar al pri-
mogénito en el templo. Y también era indispensable la presencia de José para el
crecimiento de Jesús en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2, 52).
San José, obedeciendo a Dios, custodiando a María y siendo padre de Jesús, tomó
parte activa en los misterios de la Encarnación y Redención.
Dice san Efrén: “Quien es Hijo del Padre, se llama hijo de David e hijo de José.”
Como fruto de la meditación, pide a san José por los padres y madres de familia, y
decídete a imitarlo tu vida librándote del egoísmo. Ya como padres de familia, ya
como sacerdote o consagrado, estamos llamados a imitar la paternidad de san José y
la solicitud por todos aquellos que son nuestros prójimos.
Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila, en el seno de una familia hidalga con
ascendencia judía. Con tan solo siete años, intentó huir a tierra de moros con su
hermano Rodrigo buscando ser “descabezada por Cristo”. Con trece años, quedó
huérfana de madre, y tomó a la Virgen por “Madre para siempre”. Muy aficionada
a los libros de caballerías, coqueta, según nos dice, y “enemiga de ser monja”. Ya
con 21 años decidió hacerse religiosa y en 1536, recibió el hábito en el carmelo de
la Encarnación de Ávila. Cayó muy enferma y se quedó paralítica durante tres años y
después de sanar, gracias a la intercesión de san José, prosiguió un penoso camino de
arideces, tentaciones e incomprensiones que fueron edificando su alma, pero hasta
los 40 años, su vida fue bastante mediocre. En 1557, después de un encuentro con
una “imagen de un Cristo muy llagado” llegó su conversión.
Nadie contribuyó tanto en la devoción a san José como santa Teresa. Su vida –dice
san Enrique de Ossó– “es una invocación y obsequio continuo al Santo. Si hace
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san Enrique de Ossó– “es una invocación y obsequio continuo al Santo. Si hace
alguna fiesta con inusitada pompa, es la fiesta del glorioso san José. Si va a fundar,
siempre lleva consigo una imagen de san José. Si emprende un negocio, no lo hace
sin encomendarlo antes a san José. El primer convento, la primera Iglesia que hizo
fue bajo la advocación de san José. A trece de sus monasterios les puso el nombre
de san José, y a todos los colocó bajo su protección. Si se hallaba enferma, en apuros
y necesidades y peligros, el socorredor y provisor en todas ellas era san José. Si es
madre espiritual de innumerables hijos e hijas, los cría con la leche de la devoción a
san José. Si recorre todos los grados de la oración y contemplación la más altísima,
lo hace guiada y amaestrada por el glorioso san José. Si recibe en vida gracias espe-
cialísimas de Jesús y María, casi siempre interviene san José. Si vive, trabaja, padece
por Jesús, y muere en sus brazos, y su alma penetra en forma de cándida paloma en
el pecho de Cristo al expirar, es asistida del glorioso san José.
Entre otras muchas citas de sus escritos, dice la Santa en el libro de su Vida: “Tomé
por abogado y señor al glorioso san José, y encomendeme mucho a él: vi claro que
ansí desta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre
y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora
haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes
mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los
peligros que me ha librado, ansí de cuerpo como de alma: que a otros santos parece
les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso Santo tengo
experiencia que socorre en todas; y que quiere el Señor darnos a entender, que ansí
como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía
mandar, ansí en el cielo hace cuanto le pide.”
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duda ninguna en cuerpo y alma en el cielo, dice san Francisco de Sales. ¿Quién
podrá con esto no ya comprender sino ni siquiera vislumbrar la gloria del cuerpo
glorificado del santo patriarca?
Vela por los cristianos de toda condición, de todos los países, sobre los padres de
familia y sobre los esposos, lo mismo que sobre las vírgenes consagradas a Dios; vela
por los ricos, para inspirarles una caritativa distribución de sus bienes, lo mismo que
sobre los pobres para socorrerles.
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La gloria de Dios estuvo y permanece eternamente en él; la gracia no cesa de fructi-
ficar en él y quiere hacer partícipes de ella a todos los que aspiran verdaderamente
«a la vida oculta en Dios con Jesucristo» (Col 3, 3).
Brillan en san José, sobre todo, las virtudes de la vida oculta, en un grado proporcio-
nado al de la gracia santificante: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia,
la prudencia, la fidelidad, que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sen-
cillez, la fe esclarecida por los dones del Espíritu Santo, la confianza en Dios, y la
más perfecta caridad.
Sobre estas virtudes de la vida oculta, hace Bossuet estas consideraciones generales:
“Es un vicio, común en los hombres, entregarse por completo a las cosas exteriores
y despreciar lo interior; trabajar y preocuparse por las apariencias y oropeles, y me-
nospreciar lo efectivo y sólido; preocuparse por aparentar, y no por lo que debe ser.
Por eso se estiman las virtudes que involucran negocios y ocupaciones y requieren el
trato con la sociedad; a las virtudes ocultas e interiores, que no las tiene en cuenta el
público, o sólo se practican entre Dios y el alma, no solamente no se practican, pero
ni siquiera se comprenden. Y, sin embargo, en este secreto radica todo el misterio
de la verdadera virtud... Es preciso formar un hombre en su verdadero sentido, antes
que pensar qué rango se le dará entre los hombres; si no se edifica sobre esta base,
todas las demás virtudes, por más brillantes que sean, no serán más que virtudes de
vana ostentación... no forman al hombre según el corazón de Dios. José, por el con-
trario, hombre sencillo, buscó a Dios; José, hombre desprendido, encontró a Dios;
José, hombre retraído, gozó de Dios.”
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El conocimiento del valor de esta gracia y de su gratuidad absoluta, lejos de perjudicar
a la humildad de José, la confirmó.
José aparece como el más humilde de todos los santos después de la Virgen María,
más humilde que ninguno de los ángeles; y si es el más humilde, es por lo mismo el
mayor de todos, porque todas las virtudes están concatenadas, y la profundidad de la
humildad está en proporción con la elevación de su caridad, como la raíz del árbol
es tanto más profunda cuanto mayor es éste: “El que es menor entre todos vosotros,
éste es el mayor, dice Jesús” (Lc 9, 48).
Como lo hace notar también Bossuet: «Poseyendo José el mayor de los tesoros, por
una gracia especial del Padre Eterno, lejos de enorgullecerse de estos dones o de dar
a conocer sus prerrogativas, se oculta cuanto puede a las miradas de los hombres,
gozando apaciblemente con Dios del misterio que se le ha revelado y de las riquezas
infinitas que ha puesto a su cargo» «José tiene en su casa motivos para atraer todas
las miradas de la tierra, y el mundo lo desconoce; posee un Dios Hombre, y no dice
ni palabra; es testigo de un misterio tan extraordinario, y lo paladea en secreto sin
divulgarlo».
La oscuridad no tarda en aparecer: José era pobre antes de haber recibido el secreto
del Altísimo, pero se quedó todavía más pobre —nota Bossuet— cuando Jesús vino al
mundo, porque viene con su abnegación y desprendimiento de todo para unirse con
Dios. No existe lugar para el Salvador en el último de los albergues de Belén. José
debe sufrir al ver que no tiene nada que ofrecer a María y a su Hijo.
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no, en donde nadie le conoce y en donde no sabe cómo se ganará lo necesario para
vivir. Se pone en camino, poniendo toda su confianza en la Providencia.
Su amor a Dios y a las almas no cesa de crecer en la vida oculta de Nazaret, por
la influencia constante del Verbo hecho carne, foco de nuevas y cada vez mayores
gracias para las almas dóciles que ponen toda su confianza en Dios y no ponen
ningún obstáculo a las que les quiere dar.
Con las virtudes teologales crecían también incesantemente en él los siete dones
del Espíritu Santo, que están unidos con la caridad. Los dones de inteligencia y de
sabiduría hacían que su viva fe fuese cada vez más aguda y penetrante. Con fórmu-
las sumamente sencillas se dirigía hacia la infinita bondad del Altísimo por medio
de la contemplación; contemplación sobrenatural, que, en medio de su sencillez,
fue la más sublime después de la de la Virgen María.
Esta amorosa contemplación le era muy dulce, pero le exigía la más perfecta ab-
negación y el más doloroso de los sacrificios, cuando recordaba las palabras del
anciano Simeón: «Este niño será un signo de contradicción», y las dirigidas a la
Virgen María: «Y una espada traspasará tu alma». La aceptación del misterio de
la Redención por medio del sufrimiento aparecía ante José como la consumación
gloriosa del misterio de la Encarnación, y tenía necesidad de toda la generosidad
de su amor para ofrecer a Dios, en sacrificio supremo, al Niño Jesús y a su santa
Madre, a los que amaba incomparablemente más que a su propia vida.
La muerte de san José fue una muerte privilegiada; lo mismo que la muerte de
la Virgen María fue —dice san Francisco de Sales— una muerte de amor. Admi-
te también el santo, con Suárez, que san José estuvo entre los santos que, según
san Mateo (27, 52 y ss.), resucitaron después de la Resurrección del Señor y se
aparecieron en la ciudad de Jerusalén; sostiene que estas resurrecciones fueron
definitivas, y que José entró en el cielo en cuerpo y alma.
Como fruto de esta meditación, haz un profundo acto de fe, esperanza y caridad en
Dios unido a la Virgen y a san José. Señor, creo, pero aumenta mi fe. Señor, espe-
ro, pero asegura mi confianza en ti. Señor, te amo, enséñame a amarte de verdad.
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12.- SAN ENRIQUE DE OSSÓ Y SU DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
Soportó las adversidades con gran fortaleza. Jamás se le oyó ningún lamento. Lo
que hizo fue entregarse denodadamente a las obras del apostolado. Su ejemplar ac-
titud sorprendió y convenció a sus mismos enemigos. Desde 1879 se vio envuelto
en un delicado y doloroso pleito que, involuntariamente por su parte, lo enfrentó
a las autoridades eclesiásticas. Varias décadas más tarde, ya después de su muerte,
salió a la luz la verdad de tan complicado proceso y se puso de manifiesto su fideli-
dad inquebrantable a la Iglesia, su honradez, caridad, y espíritu de fe.
18
San Enrique veía en san José un modelo cercano, que le llenaba de confianza y ánimo
en medio del cumplimiento de sus deberes. Pero sobre todo, lo tenía –como santa
Teresa– como maestro de oración, como maestro de vida escondida con Cristo en
Dios.
A todos quiso infundir este amor y devoción al santo; para ello, entre otras muchas
cosas escribió “El Devoto Josefino”.
Como fruto de esta meditación, a imitación de san Enrique de Ossó, pide a san José
que te enseñe oración y en todo momento ser un apóstol de la devoción al Santo
Patriarca.
MEDITACIONES GENÉRICAS
Dice la Sagrada Escritura: “Mucho vale a los ojos de Dios la muerte de los que le
aman” (Sal 116, 15). “Bienaventurados los que mueren en el Señor. Sí, dice el Es-
píritu, para que descansen de sus trabajos, pues sus obras los acompañan” (Ap 14,
13). La muerte es una de las realidades más ciertas y más trágicas de la existencia
humana. Todos, tarde o temprano, debemos morir. ¡Pero qué diferencia entre morir
desesperados o morir en paz con Dios! San José tuvo la suerte de morir entre los
brazos de Jesús y de María.
19
Vivamos el momento presente como queramos encontrarnos en el momento de la
muerte y para ello, pidamos la intercesión de san José e imitemos su ejemplo.
Busquemos estar siempre en gracia de Dios y en amistad con Él. Si tenemos la des-
gracia de caer en el pecado, acudamos lo antes posible al sacramento de la confesión.
Meditemos frecuentemente las verdades acerca del sentido de nuestra vida, la breve-
dad del tiempo, las realidades últimas de la muerte, del juicio, del infierno y del cielo.
Entonces como san José, tendremos una muerte santa. En nuestros labios, tendre-
mos los nombres de Jesús y de María y compartiremos con ellos, los ángeles y los
santos la gloria del cielo.
Hoy día, en que se legaliza en nuestros países el terrible asesinato de la eutanasia con
el eufemismo de muerte digna, demos testimonio del sentido cristiano de la vida y
de la muerte.
20
LA VOCACIÓN
“La voluntad de Dios es vuestra santificación”, dice San Pablo. Deberíamos escribir
esta pequeña frase en letras doradas en un lugar donde pudiéramos leerla todos los
días. Dios nos llama a ser santos. Esta es la condición para verle en el cielo. En el
cielo, ¡sólo hay santos! Para convertirse en un santo, la mejor manera es seguir la vo-
luntad de Dios. Y aquí interviene lo que comúnmente se llama vocación: el estado de
vida en el que Dios quiere que realicemos nuestra peregrinación en la tierra, nuestra
vocación personal, es decir, aquello a lo que Dios nos llama. De hecho, la palabra
vocación proviene del latín “vocare” que significa llamar.
Al crear al hombre y a la mujer en el comienzo del mundo, Dios les dio el man-
damiento de unirse para dar a luz a niños que llenaran la tierra. Jesús santificó esta
vocación por el sacramento del matrimonio: fuente de santidad, grandeza, fecundi-
dad religiosa para los cónyuges y un medio de dar a Dios almas que lo glorificarán
en la eternidad.
21
La vocación, nuestra vocación personal es uno de los mayores asuntos de nuestra
vida.
San José Benito Cottolengo dice: «Hemos sido creados para amar a Dios y llegar a
ser santos. Nos horroriza esta palabra de santo y creemos que es algo extraordinario
e imposible. Pero pensad esto: los santos ordinarios no se convirtieron en santos
de repente. No, lo han logrado poco a poco mediante el ejercicio de las virtudes: la
paciencia, el amor de Jesús, de la Virgen María. Tenían defectos, pero los erradica-
ron; tenían pasiones, pero los domesticaron; vivieron en un mundo perverso, pero
triunfaron sobre él. La gracia de Dios no le falta a nadie. Lo que hicieron los santos,
intentemos hacerlo y nos convertiremos en santos.»
EL PLAN DE VIDA
Todo plan de vida ha de tener estos cuatro puntos: la vida espiritual, la guerra espiri-
tual, la formación personal y los deberes de tu estado.
La vida espiritual. La unión personal con Nuestro Señor Jesús es el núcleo de la vida
cristiana. Cultivar esta unión será, por lo tanto, la principal prioridad. Para hacer esto,
tendrás que cultivar cuidadosamente tres medios principales:
• Una vida de oración diaria que ninguna circunstancia pueda cambiar: la ora-
ción de la mañana y de la noche, un tiempo de oración mental, el rosario...
depende de ti elegir lo que razonablemente puedas hacer.
22
• Una vida sacramental regular: confesión (una vez al mes es una buena fre-
cuencia); comuniones bien preparadas, seguidas de una verdadera acción de
gracias.
• La dirección espiritual te será de gran ayuda. Te ayudará a profundizar una
vida real de oración, así como a conducir efectivamente la lucha espiritual sin
la cual no puede haber vida cristiana.
El combate espiritual. Nadie puede escapar debido a nuestra herida por el pecado
original. Aquí hay cuatro puntos donde puedes enfocar tus esfuerzos:
Deberes del estado. No olvides que la santidad que Dios quiere para ti no es etérea,
sino que pasa por un cumplimiento muy fiel de los deberes de tu estado, en un
espíritu sobrenatural.
Que el estudiante tome en serio sus estudios; el padre y la madre cuiden de la familia
como verdaderos cristianos, cultivando el amor entre ellos como esposos, buscando
el bien de sus hijos y procurando el sustento necesario a través del trabajo. Además,
recordaremos que Dios está esperando de ti, que habiendo recibido todo de manera
gratuita, te des de manera gratuita mediante el apostolado: hay muchas personas a tu
alrededor que te necesitan.
Para mejor establecer esta regla, poderla seguir más fielmente y comprobar con cierta
frecuencia si la ponemos en práctica, ponla por escrito y tenla siempre a mano.
23
SANTA MISA
La santa misa será celebrada según el misal de San Juan XXIII, llamada actualmente
“forma extraordinaria del Rito Romano”, según las disposiciones de S.S. Benedicto
XVI en el Motu Proprio Summorum Pontificum publicado el 7 de julio de 2007.
24
¿Pero quién entiende el latín hoy? Bueno... ¡primeramente Dios! ¿No es esto lo
esencial, ya que es a él a quien se dirige? Y para ti, en tu libro de peregrinos, tienes la
traducción de todas las oraciones de la Misa.
Ya has notado que el sacerdote está mirando hacia la cruz del altar; no a la cara de los
fieles, sino en el mismo sentido que ellos. ¿Cuál es el motivo?
Es simple y muy hermoso: desde el principio, los cristianos se han vuelto hacia el
oriente para orar. Vieron, de hecho, en el sol naciente, el símbolo de Cristo Resu-
citado y su regreso al final de los tiempos. Así, naturalmente, hemos construido las
iglesias de tal manera que los fieles y el sacerdote en el altar se vuelvan a Dios.
Guiados por el sacerdote, queremos dejarnos llevar a la Cruz donde se realiza el
sacrificio que nos salva. Queremos volvernos al Señor.
Queridos peregrinos, todos habéis recibido, al principio, este Libro del Peregrino,
que os invitamos a guardar. Para ayudaros a recordar lo que acabamos de mencionar,
aseguraos de leer detenidamente los comentarios que encontraréis en el texto del or-
dinario de la Misa. Aquellos que no estáis acostumbrados no dudéis en pedir ayuda.
Y sabed que lo esencial no es entender todo sino dejarnos seducir por la realidad
que está más allá de nosotros. Tomemos un momento de silencio, abramos nuestros
corazones y volvamos ahora a la Cruz, al Corazón abierto de Jesús.
25
Misalito
Sábado 24 de julio.
Misa votiva de san José (II clase, blanco)
Domingo 25 de julio.
Solemnidad del Apóstol Santiago (I clase, rojo) Propia de España con Conmemora-
ción del IX domingo después de Pentecostés
Lunes 26 de julio.
Misa votiva de Nuestra Señora de Covadonga (II clase, blanco)
27
Propio y ordinario de la Santa Misa
Preparación
La Señal de la Cruz
DE PIE
Parado al pie del altar, el sacerdote comienza las Oraciones (en secreto):
V/. In nómine Patris, ( ) et Fílii, et Spí- V/. En el nombre del Padre ( ) y del
ritus Sancti. Amen. Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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V/. JÚDICA me, Deus, et discérne V/. JÚZGAME, oh Dios, y defiende
causam meam de gente non sancta: ab mi causa contra la gente malvada: del
hómine iníquo et dolóso érue me. hombre inicuo y mentiroso líbrame.
R/. Quia tu es, Deus, fortitúdo mea: R/. Pues Tú eres, oh Dios, mi fortaleza
quare me repulísti, et quare tristis incé- ¿por qué me rechazas, y por qué ando
do, dum afflígit me inimícus? triste, mientras me aflige el enemigo?
V/. Emítte lucem tuam et veritátem V/. Envía tu luz y tu verdad: ellas me
tuam: ipsa me dedúxerunt et adduxé- han de guiar y conducir a tu monte
runt in montem sanctum tuum, et in santo, y a tus moradas.
tabernácula tua. R/. Y entraré al altar de Dios: hasta Dios
R/. Et introíbo ad altáre Dei: ad Deum que alegra mi juventud.
qui laetíficat juventútem meam.
V/. Y te alabaré con la cítara, oh Dios,
V/. Confitébor tibi in cíthara, Deus, Dios mío: ¿por qué estás triste, alma
Deus meus: quare tristis es ánima mea, mía, y por qué me turbas?
et quare contúrbas me? R/. Espera en Dios, que aún lo alabaré:
R/. Spera in Deo, quoniam adhuc salvación de mi rostro, Dios mío.
confitébor illi: salutáre vultus mei, et
Deus meus. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espí-
ritu Santo.
V/. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui R/. Como era en el principio, ahora y
Sancto. siempre y por los siglos de los siglos.
R/. Sicut erat in principio, et nunc, et Amén.
semper et in saécula saeculórum. Amen.
V/. Entraré al altar de Dios.
V/. Introíbo ad altáre Dei. R/. Hasta Dios, que alegra mi juventud.
R/. Ad Deum qui laetíficat juventútem
meam. V/. Nuestro auxilio ( ) está en el
nombre del Señor.
V/. Adjutórium nostrum ( ) in nómine R/. Que hizo el cielo y la tierra.
Dómini.
R/. Qui fecit coelum et terram.
29
Confesión pública
V/. CONFÍTEOR Deo omnipo- V/. Yo, pecador, me confieso a Dios to-
ténti, beátae Maríae semper Vír- dopoderoso, a la bienaventurada siempre
gini, beáto Michaéli Archángelo, Virgen María, al bienaventurado San
beáto Joánni Baptístae, sanctis Miguel Arcángel, al bienaventurado San
apóstolis Petro et Paulo, ómni- Juan Bautista, a los santos Apóstoles San
bus Sanctis, et vobis fratres, quia Pedro y San Pablo, a todos los Santos y a
peccávi nimis cogitatióne, verbo, vosotros hermanos, que pequé gravemente
et ópere: (Percutit sibi pectus ter, con el pensamiento, palabra, y obra: (dán-
dicens) mea culpa, mea culpa, mea dose tres golpes de pecho) por mi culpa,
máxima culpa. Ídeo precor beátam por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por
Maríam semper Vírginem, beátum tanto, ruego a la bienaventurada siempre
Michaélem Archángelum, beátum Virgen María, al bienaventurado San Mi-
Joánnem Baptístam, sanctos após- guel arcángel, al bienaventurado San Juan
tolos Petrum et Paulum, omnes Bautista, a los Santos Apóstoles San Pedro
Sanctos, et vos fratres, oráre pro y San Pablo, a todos los Santos, y a voso-
me ad Dóminum Deum nostrum. tros, hermanos, que rogueis por mí a Dios
nuestro Señor.
R/. Misereátur tui omnípotens
Deus, et dimíssis peccátis tuis, per- R/. Dios todopoderoso tenga misericordia
dúcat te ad vitam aetérnam. de ti, y, perdonados tus pecados, te lleve a
la vida eterna.
V/. Amen.
V/. Amén.
30
V/. CONFÍTEOR Deo omnipo- V/. Yo, pecador, me confieso a Dios to-
ténti, beátae Maríae semper Vír- dopoderoso, a la bienaventurada siempre
gini, beáto Michaéli Archángelo, Virgen María, al bienaventurado San
beáto Joánni Baptístae, sanctis Miguel Arcángel, al bienaventurado San
apóstolis Petro et Paulo, ómni- Juan Bautista, a los santos Apóstoles San
bus Sanctis, et vobis fratres, quia Pedro y San Pablo, a todos los Santos y a
peccávi nimis cogitatióne, verbo, vosotros hermanos, que pequé gravemente
et ópere: (Percutit sibi pectus ter, con el pensamiento, palabra, y obra: (dán-
dicens) mea culpa, mea culpa, mea dose tres golpes de pecho) por mi culpa,
máxima culpa. Ídeo precor beátam por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por
Maríam semper Vírginem, beátum tanto, ruego a la bienaventurada siempre
Michaélem Archángelum, beátum Virgen María, al bienaventurado San Mi-
Joánnem Baptístam, sanctos após- guel arcángel, al bienaventurado San Juan
tolos Petrum et Paulum, omnes Bautista, a los Santos Apóstoles San Pedro
Sanctos, et vos fratres, oráre pro y San Pablo, a todos los Santos, y a voso-
me ad Dóminum Deum nostrum. tros, hermanos, que rogueis por mí a Dios
nuestro Señor.
R/. Misereátur tui omnípotens
Deus, et dimíssis peccátis tuis, per- R/. Dios todopoderoso tenga misericordia
dúcat te ad vitam aetérnam. de ti, y, perdonados tus pecados, te lleve a
la vida eterna.
V/. Amen.
V/. Amén.
El sacerdote da la absolución
V/. INDULGÉNTIAM, ( ) absolu- V/. El Señor omnipotente y misericordio-
tiónem, et remissiónem peccatórum so nos conceda el perdón, ( ) la absolu-
nostrórum, tríbuat nobis omnípotens et ción y la remisión de nuestros pecados.
miséricors Dóminus. R/. Amén.
R/. Amen.
V/. Dios, volviéndote a nosotros, nos da-
V/. Deus, tu convérsus vivificábis nos. rás vida.
R/. Et plebs tua laetábitur in te. R/. Y tu pueblo se alegrará en Ti
31
R/. Et salutáre tuum da nobis. R/. Y danos tu salvación.
El sacerdote extiende y después junta sus manos mientras dice “Oremus” y después,
asciende al altar rezando la siguiente oración en silencio:
ORAMUS te, Domine, per merita Te rogamos, Señor, que por los méritos
Sanctorum tuorum, (Osculatur Altare de tus Santos, cuyas reliquias están aquí
in medio) quorum reliquiae hic sunt et (y besa el Altar) y de todos los Santos,
ómnium Sanctorum: ut indulgere digne- te dignes perdonar todos mis pecados.
ris omnia peccata mea. Amen. Amén.
Introito
32
MISA VOTIVA DE SAN JOSÉ (24 JULIO)
Salmo 32, 20-21. 79,2
PONAM IN EIS signum, dicit Dó- LEVANTARÉ en medio de ellos una señal,
minus: et mittam ex eis ad eos qui dice el Señor; y de ellos enviaré a las gentes
non audiérunt de me: et annuntiá- que jamás han oído hablar de mí y predi-
bunt glóriam meam géntibus V/. carán mi gloria a los gentiles. V/. Los cielos
Cæli enárrant glóriam Dei: et ópera pregonan la gloria de Dios, y el firmamento
mánuum ejus annúntiat firmamén- anuncia las obras de su poder. V/. Gloria al
tum. V/. Glória Patri et Filio et Spi- Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como
ritui Sancto. Sicut erat in principio et era en el principio, ahora y siempre, por los
nunc et semper, et in saecula saecu- siglos de los siglos. Amén.
Benedicta tu a Domino in omni taber- Bendita de Dios eres tú entre todas las
naculo Iacob, quoniam in omni gente tiendas de Jacob, porque toda nación
quæ audierit nomen tuum, magnifica- que oyere tu nombre, engrandecerá por
bitur super te Deus Israel.V/. Cantate ti al Dios de Israel. V/. Cantad al Señor
Domino, quoniam magnifice fecit: an- porque hizo maravillas, anunciadlo a
nuntiate hoc in universa terra. V/. Gló- toda la tierra. V/. Gloria al Padre, y al
ria Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut Hijo y al Espíritu Santo. Como era en
erat in principio et nunc et semper, et el principio, ahora y siempre, por los
in saecula saeculorum. Amén siglos de los siglos. Amén.
33
Kyrie Eleison
Cuando termina, juntando las manos, dice –alternadamente– con sus ministros:
El Glória in excélsis
Estando en medio del altar, el Sacerdote extiende, eleva y junta las manos, se inclina
y dice el Glória in excélsis. Cuando termina va con los ministros a sentarse. Todos
pueden SENTARSE, mientras el coro termina cantando el Gloria. DE PIE cuando
el sacerdote y los ministros se levanten para subir al Altar.
34
El sacerdote besa la piedra del ara del altar en el centro y volviéndose hacia los
fieles, dice:
La Colecta
Pateant aures misericórdiæ tuæ, Dómi- Ábranse, Señor, los oídos de tu mise-
ne, précibus supplicántium: et, ut pe- ricordia a las súplicas de los que te im-
téntibus desidérata concédas; fac eos, ploran; y, para que les concedas lo que
35
quæ tibi sunt plácita, postuláre. Per desean, haz que pidan que pidan lo que te
Dominum nostrum Jesum Chris- es grato conceder. Por nuestro Señor Jesu-
tum, Filium Tuum, qui tecum vivit cristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en
et regnat in unitate Spiritus Sancti, la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
Deus, per omnia saecula saeculorum. los siglos de los siglos. Amén.
Amen.
La siguiente colecta “Et famulos tuos” se puede añadir a las oraciones propias de
cada Misa en los reinos de las Españas por concesión de S. Pío V y Gregorio XIII, tal
y como fue publicado por la Sagrada Congregación de Ritos en 1675.
Et fámulos tuos Papam nostrum Fran- Guarda, Señor, de toda adversidad a tus
ciscum, Antístitem nostrum Iesum, siervos, nuestro Papa Francisco, nues-
Regem nostrum, cum pópulo sibi com- tro Obispo Jesús, nuestro Rey, con el
mísso et exércitu suo ab omni adversi- pueblo a él encomendado y su ejército:
táte custódi: pacem et salútem nostris concede a nuestros tiempos la paz y la
concéde tempóribus: et ab Ecclésia tua salvación, y aparta de tu Iglesia toda
cunctam repélle nequítiam: et omnes maldad; dígnate devolver a la unidad de
errántes ad unitátem Ecclésiae revocá- la Iglesia a todos los que vagan fuera de
re et infidéles univérsos ad Evangélii ella, y traer a la luz del Evangelio a to-
lumen perdúcere: et fructus terrae dare dos los infieles y dar y conservarnos los
et conservare dignáeris. Per Domi- frutos de la tierra. Por nuestro Señor Je-
num nostrum Iesum Christum, Filium sucristo, tu Hijo, que contigo vive y rei-
Tuum, qui tecum vivit et regnat in uni- na en la unidad del Espíritu Santo y es
tate Spiritus Sancti, Deus, per omnia Dios por los siglos de los siglos. Amén.
saecula saeculorum. Amen.
36
La Epístola, Gradual, Aleluya y Evangelio
SENTADOS
37
ALELUYA
Allelúia, alleluia.- V/. Fac nos innocuam, Aleluya. Aleluya. V/. Haced, oh José, que
Ioseph, decurrere vitam: sitque tuo sem- llevemos una vida impecable, siempre se-
per tuta patrocino. Allelúia. guros bajo tu patrocinio. Aleluya.
DE PIE
In illo témpore: Factum est autem cum En aquel tiempo, cuando todo el pue-
baptizarétur ómnis pópulus, et Jesu ba- blo se bautizaba, que, bautizado Jesús
tizáto, et oránte, apértum est cælum: y orando, se abrió el cielo y descendió
et descéndit Spíritus Sanctus corporáli el Espíritu Santo en forma corporal,
spécie sicut colúmba in ipsum: et vox de como paloma, sobre Él, y se dejó oír
cælo facta est: «Tu es Fílius meus diléc- del cielo una voz: “Tú eres mi Hijo
tus, in te complácui mihi.» Et ipse Jesus amado, en ti me complazco.” Jesús, al
erat incípiens quasi annórum trigínta, ut empezar, tenía unos treinta años, y era,
putabátur, fílius Joseph. según se creía, hijo de José.
38
MISA DEL APÓSTOL SANTIAGO (25 DE JULIO)
39
El coro canta el Gradual y el Aleluya
LEX DÓMINI semper fuit in ore ejus; LA LEY DEL SEÑOR estuvo siempre
et iníquitas non est invénta in lábiis suis. en su boca y no se encontró maldad al-
V/. In pace et in æquitáte ambulávit, et guna en sus labios. V/. Anduvo siempre
ímpios convérti ab aniquitáte. por el sendero de la paz y de la justicia, y
apartó a los impíos de su maldad.
ALLELÚIA, ALLELUIA. V/.O si-
dus refúlgens Hispániæ, sancte Jacóbe ALELUYA. ALELUYA. V/. Oh Estre-
Apóstole!: Intercede pro nobis ad Dó- lla refulgente de España, Apóstol Santia-
minum. Allelúia. go, intercede por nosotros ante el Señor.
Aleluya
DE PIE
Sequéntia sancti Evangélii se- Lectura del Santo Evangelio según san
cúndum Mattaeum. Lucas.
40
Ait illis: «Cálicem quidem meum biréis el bautismo con que yo voy a ser
bibétis: sedére autem ad déxteram bautizado; pero el sentaros a mi derecha
meam, vel sinístram, non est meum y a mi izquierda, no me toca a mí dispo-
dare vobis, sed quibus parátum est a nerlo, sino a aquellos para quienes está
Patre meo». preparado por mi Padre.
41
El coro canta el Gradual y el Aleluya
Ego feci in cœlis ut oriretur lumen in- Yo hice nacer en los cielos la luz inde-
deficiens, et sicut nebula texi omnem ficiente y como una niebla cubrí toda la
terram. V/. Beatus homo qui audit tierra. V/. Dichoso el hombre que me
me, et qui vigilat ad fores meas quo- oye y madruga a la puerta de mi casa y
tidie, et observat ad postes ostii mei. está en acecho a los umbrales de ella.
ALELUYA Proverbios 8, 35
Alleluia, alleluia. V/. Qui me invenerit, Aleluya, aleluya. V/. Quien me ha-
inveniet vitam, et hauriet salutem a Do- llare, hallará la vida y alcanzará del
mino. Alleluia. Señor la salvación. Aleluya.
DE PIE
42
In illo témpore: Loquente Iesu ad En aquel tiempo, mientras hablaba Jesús
turbas, extollens vocem quædam a las turbas, una mujer, levantando la voz
múlier de turba, dixit illi: Beatus en medio del pueblo exclamó: Dichoso
venter, qui te portavit, et ubera, quæ el vientre que te llevó, y los pechos que te
suxísti. At ille dixit: Quinimmo beati, amamantaron. Mas Jesús respondió: Di-
qui audiunt verbum Dei, et custo- chosos más bien los que oyen la palabra
diunt illud. de Dios y la guardan.
***
Al final del Evangelio, el Sacerdote dice en secreto:
Per evangelica dicta, deleantur nostra Por las palabras del Evangelio, sean borra-
delicta. dos nuestros delitos.
Sermón
SENTADOS
43
El Credo
(en las fiestas de I clase, y en las de II clase del Señor o de la Virgen)
DE PIE
Credo in unum Deum, patrem om- Creo en un solo Dios, Padre todopode-
nipoténtem, factórem coeli et térræ, roso, Creador del cielo y de la tierra, de
visibílium ómnium et invisibílium. Et todas las cosas visibles e invisibles. Y en
in unum Dóminum Jesum Christum, un solo Señor, Jesucristo. Hijo unigéni-
Fílium Dei unigénitum. Et ex Patre to de Dios, y nacido del Padre antes de
natum ante ómnia saécula. Deum de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de
Deo, lumen de lúmine, Deum verum Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
de Deo vero. Génitum, non factum, Engendrado, no hecho; consubstancial al
consubstantiálem Patri: per quem Padre: por quien todas las cosas fueron
omnia facta sunt. Qui propter nos hechas. Quien por nosotros los hombres
hómines et propter nostram salútem y por nuestra salvación bajó de los cielos.
descéndit de coelis. (Hic genuflecti- (Dobla la rodilla) Y SE ENCARNÓ,
tur) ET INCARNATUS EST DE POR OBRA DEL ESPÍRITU SANTO,
SPIRITU SANCTO EX MARIA DE MARÍA VIRGEN: Y SE HIZO
VIRGINE: ET HOMO FACTUS HOMBRE. Crucificado también por no-
EST. Crucifíxus etiam pro nobis: sub sotros, padeció bajo el poder de Poncio
Pontio Pilato passus, et sepúltus est. Pilato, y fue sepultado. Y resucitó al ter-
Et resurréxit tertia die, secundum cer día, según las Escrituras. Y subió al
Scriptúras. Et ascéndit in coelum: cielo, y está sentado a la diestra del Padre.
sedet ad déxteram Patris. Et íterum Y otra vez ha de venir con gloria para juz-
ventúrus est cum gloria judicáre vivos gar a los vivos y a los muertos; y su reino
et mórtuos: cujus regni non erit finis. no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo,
Et in Spíritum Sanctum, Dóminum Señor y vivificador. Que del Padre y del
et vivificántem: qui ex Patre Filióque Hijo procede. Que con el Padre y el Hijo
procédit. Qui cum Patre et Fílio si- juntamente es adorado y glorificado. Que
mul adorátur et conglorificátur: qui habló por los profetas. Creo en la Iglesia
locútus est per Prophétas. Et unam que es una, santa, católica y apostólica.
sanctam cathólicam et apostólicam Confieso que hay un solo bautismo para
Ecclésiam. Confíteor unum baptísma el perdón de los pecados. Y espero la re-
in remissiónem peccatórum. Et exs- surrección de los muertos. Y la vida
pécto resurrectiónem mortuórum. del siglo venidero. Amén.
Et vitam ventúri saéculi. Amen.
44
II. Misa de los fieles
El ofertorio
V/. Dominus vobíscum V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Et cum spíritu tuo R/. Y con tu espíritu.
V/. Oremos
V/. Oremus
SENTADOS
MISA VOTIVA DE SAN JOSÉ (24 DE JULIO)
Salmo 147, 12-13
Deus fortis super omnes, exaudi vo- Dios de los fuertes, escucha la las sú-
cem auxilium Genitricis tuæ imploran- plicas de los que imploran el auxilio
tium, qui nullam aliam spem habent, de tu Madre, los cuales no tiene otra
et libera nos de manu iniquorum. esperanza, y líbranos de las manos de
Alleluia los inicuos. Aleluya.
45
El ofrecimiento de la Hostia y del Cáliz
El Sacerdote ofrece el pan y el vino, los cuales serán convertidos en el Cuerpo y San-
gre de Cristo, como oblación a Dios. De aquí en adelante, el sacerdote dirá la mayoría
de las oraciones en voz baja. Descubre el Cáliz, toma la patena con la Hostia y dice:
46
Ofrecimiento del Sacerdote y los fieles
Incensación
El celebrante bendice el incienso.
47
Inciensa la cruz y todo el altar mientras recita tres veces el salmo 140
Dirigátur, Dómine, orátio mea, sicut in- Ascienda, Señor, mi oración ante
cénsum, in conspéctu tuo: elevátio má- tu presencia como el incienso, sea
nuum meárum sacrifícium vespertínum. la elevación de mis manos como
Pone, Dómine, custódiam ori meo, et la ofrenda de la tarde. Pon, Señor,
óstium circumstántiae lábiis meis: ut non guarda a mi boca y un candado a mis
declínet cor meum in verba malítiae, ad labios; para que no se deslice mi cora-
excusándas excusatiónes in peccátis. zón a palabras maliciosas, que sirven
A continuación, el Sacerdote vuelve a la derecha del altar y se lava las manos mien-
tras reza:
Salmo 25 (v. 6-12)
LAVABO inter inocentes manus LAVARÉ mis manos entre los inocentes;
meas: et circumdabo altare tuum, y me pondré oh Señor, al servicio de tu
Domine: altar.
48
Ego autem in innocentia mea ingressus Yo, en cambio, he procedido con
sum: redime me, et miserere mei. inocencia; líbrame y ten misericordia
de mí.
Pes meus stetit in directo: in ecclesiis
benedicam te, Domine. Mi pie ha permanecido firme en el
camino recto: yo te bendeciré, Señor,
Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. en las asambleas de los fieles.
Sicut erat in principio, et nunc, et sem- Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
per et in saecula saeculorum. Amen. Santo. Como era en el principio aho-
ra y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
SUSCIPE sancta Trinitas, hanc obla- RECIBE, oh Trinidad Santa, esta obla-
tionem, quam tibi offerimus ob me- ción que te ofrecemos en memoria de
moriam passionis, resurrectionis, et la Pasión, Resurrección y Ascensión de
ascensionis Jesu Christi Domini nostri: Nuestro Señor Jesucristo y en honor
et in honorem beatae Mariae semper de la bienaventurada siempre Virgen
Virginis, et beati Joannis Baptistae, et María, del bienaventurado San Juan
sanctorum Apostolorum Petri et Pauli, Bautista y de los Santos Apóstoles San
et N. (*nombres de los santos cuyas Pedro y San Pablo, y de éstos y de to-
reliquias están en esta ara), et omnium dos los Santos; para que a ellos les sirva
Sanctorum: ut illis proficiat ad hono- de honor y a nosotros nos aproveche
rem, nobis autem ad salutem: et illi pro para la salvación, y se dignen interce-
nobis intercedere e dignentur in coelis, der por nosotros en el cielo aquellos
quorum memoriam agimus in terris. de quienes hacemos memoria en la
Per eundem Christum Dominum nos- tierra. Por el mismo Jesucristo Nuestro
trum. Amen. Señor. Amén.
El Orate fratres
V/. ORATE fratres, ut meum ac ves- V/. ORAD, hermanos, para que este
trum sacrificium acceptabile fiat apud sacrificio mío y vuestro, sea agradable
Deum Patrem omnipotentem. a Dios Padre Todopoderoso.
R/. Suscípiat, Dóminus sacrifícium R/. El Señor reciba de tus manos este
de mánibus tuis ad laudem et glóriam sacrificio en alabanza y gloria de su
nóminis sui, ad utilitátem quóque nos- nombre y también para la utilidad
tram, totiúsque Ecclésiae suae sanctae. nuestra y de toda su Santa Iglesia.
49
La Secreta
50
MISA DE NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA (26 DE JULIO)
DE PIE
El Prefacio
V/. Per omnia saecula saeculorum. V/. Por todos los siglos de los siglos.
R/. Amen. R/. Amén.
V/. Gratis agamus Domino Deo V/. Demos gracias al Señor Dios
nostro. nuestro.
R/. Dignum et justum est. R/. Digno y justo es.
51
EN LA MISA VOTIVA DE SAN JOSÉ (24 DE JULIO)
52
carios eidem contulisti præésse pastores. suyos. Por eso, con los ángeles y ar-
Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum cángeles, con los Tronos y Domina-
Thronis et Dominationibus, cumque ciones y con todos los coros celestia-
omni militia caelestis exercitus, hymnum les, cantamos sin cesar el himno de
gloriae tuae canimus, sine fine dicentes: tu gloria:
PREFACIO DE LA VIRGEN
VERE DIGNUM et iustum est,
æquum et salutáre, nos tibi semper EN VERDAD es digno y justo, equita-
et ubíque grátias ágere: Dómine, tivo y saludable que en todo tiempo y
sancte Pater, omnípotens ætérne lugar demos gracias, Señor Santo, Padre
Deus: Et te in veneratióne beátæ omnipotente, Dios eterno y alabarte y
Maríæ semper Vírginis collaudáre, bendecirte y glorificarte en la veneración
benedícere, et predicáre. Quæ et de la bienaventurada siempre Virgen
Unigénitum tuum Sancti Spíritus María que concibió a tu Unigénito Hijo
obumbratióne concépit: et virgini- por obra del Espíritu Santo y permane-
tátis glória permanénte lumen ætér- ciendo intacta la gloria de su virginidad
num mundo effúdit, Jesum Chris- dio al mundo la luz eterna, Jesucristo
tum Dóminum nostrum. Per quem Nuestro Señor. Por quien los Ángeles
majestátem tuam laudant Angeli, alaban a tu majestad, las dominaciones
adórant Dominatiónes, tremunt Po- la adoran, tiemblan las potestades, los
testátes. Cæli cælorúmque Virtútes, cielos y las virtudes de los cielos, y los
ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne bienaventurados serafines la celebran
concélebrant. Cum quibus et nostras con igual júbilo. Te rogamos que con sus
voces, ut admítti júbeas deprecámur, alabanzas recibas también las nuestras
súpplici confessióne dicéntes: cuando te decimos con humilde confe-
sión.
El Sanctus
53
DE RODILLAS
EL CANON DE LA MISA
54
Conmemoración de los Vivos
55
La Consagración
Oblación de la Víctima
56
Consagración de la Hostia
57
Las Oraciones posteriores a la Consagración
58
Conmemoración de los Muertos
MEMENTO, Domine, famulorum ACUÉRDATE también, Señor, de tus
famularumque tuarum N. et N., qui siervos y siervas N... N..., que nos han
nos praecesserunt cum signo fidei, et precedido con la señal de la fe y duer-
dormiunt in somno pacis. Ipsis, Domi- men el sueño de la paz. A ellos, oh Se-
ne, et omnibus in Christo quiescenti- ñor, y a todos los que descansan en Cris-
bus, locum refrigerii, lucis et pacis, ut to, rogámoste los coloques en el lugar del
indulgeas, deprecamur. Per eumdem refrigerio, de la luz y de la paz. Por el
Christum Dominum nostrum. Amen. mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
… Per omnia saecula saeculorum. … Por todos los siglos de los siglos.
59
C. Participación de la víctima (Comunión)
DE PIE
El Pater Noster
Oremus Oremos
PATER noster, qui es in coelis: PADRE nuestro, que estás en los cie-
sanctificetur nomen tuum: adveniat los, santificado sea tu nombre. Venga
regnum tuum: fiat voluntas tua, sicut a nosotros tu reino. Hágase tu volun-
in coelo, et in terra. Panem nostrum tad así en la tierra como en el cielo. El
quotidianum da nobis hodie, et dimi- pan nuestro de cada día dánosle hoy, y
tte nobis debita nostra, sicut et nos di- perdónanos nuestras deudas así como
mittimus debitoribus nostris. Et ne nos nosotros perdonamos a nuestros deudo-
inducas in tentationem: res. Y no nos dejes caer en la tentación.
R/. Sed líbera nos a malo R/. Mas líbranos del mal.
60
R/. Amen. R/. Amén.
V/. PAX ( ) Domine sit ( ) semper V/. La paz ( ) del Señor ( ) sea siem-
( ) vobiscum. pre con ( ) vosotros.
HAEC commixtio et consecratio Cor- Que esta mezcla de los elementos con-
poris et Sanguinis Domini nostri Jesu sagrados del Cuerpo y Sangre de nues-
Christi, fiat accipientibus nobis in vi- tro Señor Jesucristo, nos aproveche a
tam aeternam. Amen. quienes la recibimos, para la vida eterna.
Amén.
El Agnus Dei
AGNUS Dei, qui tollis peccata mundi: AGNUS Dei, qui tollis peccata mundi:
miserere nobis. miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: mi-
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: serere nobis.
miserere nobis. Agnus Dei, qui tollis peccata mundi:
dona nobis pacem.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: CORDERO de Dios que quitas los pe-
dona nobis pacem. cados del mundo ¡ten misericordia de
nosotros!
61
DE RODILLAS
DOMINE Jesu Christe, qui dixisti SEÑOR Jesucristo, que dijiste a tus
Apostolis tuis: Pacem relinquo vobis, Apóstoles: Mi paz os dejo, mi paz os
pacem meam do vobis: ne respicias doy; no te fijes en mis pecados, sino
peccata mea, sed fidem Ecclesiae tuae: en la fe de tu Iglesia, a la cual dígnate
eamque secundum voluntatem tuam pacificarla y unirla conforme a tu volun-
pacificare et coadunare digneris: qui tad. Tú que vives y reinas por todos los
vivis et regnas Deus, per omnia saecula siglos de los siglos. Amén.
saeculorum. Amen.
SEÑOR Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
DOMINE Jesu Christe, Fili Dei vivi, que, por voluntad del Padre y con la
qui ex voluntate Patris, cooperante cooperación del Espíritu Santo, diste la
Spiritu Sancto, per mortem tuam vida al mundo por tu muerte: líbrame,
mundum vivificasti: libera me per hoc por tu sagrado Cuerpo y Sangre de to-
sacrosanctum Corpus et Sanguinem das mis iniquidades y de todos los de-
tuum ab ómnibus iniquitatibus meis, et más males, y haz que cumpla siempre
universis malis: et fac me tuis semper tus mandamientos y no permitas que
inhaerere mandatis, et a te numquam jamás me aparte de Ti, quien siendo
separari permittas. Qui cum eodem Dios, vives y reinas con el mismo Dios
Deo Patre et Spiritu Sancto vivis et Padre y con el Espíritu Santo, Por los
regnas Deus in saecula saeculorum. siglos de los siglos. Amén.
Amen.
La comunión de tu Cuerpo, Señor
PERCEPTIO Corporis tui, Domine Jesucristo, que yo indigno me atrevo
Jesu Christe, quod ego indignus su- a recibir ahora, no se me convierta en
mere praesumo, non mihi proveniat motivo de juicio y condenación; sino
in judicium et condemnationen; sed que, por tu misericordia, me sirva de
pro tua pietate prosit mihi ad tutamen- protección para alma y para cuerpo y
tum mentis et corporis, et ad medelam de medicina saludable. Tú, que siendo
percipiendam. Qui vivis et regnas cum Dios, vives y reinas con Dios Padre en
Deo Patre in unitate Spiritus Sancti unidad del Espíritu Santo, por los siglos
Deus, per omnia saecula saeculorum. de los siglos. Amén.
Amen.
62
Las Oraciones de la Comunión
Comunión del sacerdote
DOMINE, non sum dignus, ut intres SEÑOR, yo no soy digno de que en-
sub tectum meum: sed tantum dic verbo, tres en mi morada, mas di una sola
et sanabitur anima mea. (x3) palabra y quedará sana mi alma. (x3)
EL CUERPO de Nuestro Señor ( )
CORPUS Domini nostri ( ) Jesu Chris- Jesucristo guarde mi alma para la vida
ti custodiat animam meam in vitam ae- eterna. Amén.
ternam. Amen. ¿Con qué compensaré yo al Señor a
cambio de todos los beneficios que
Quid retribuam Domino pro omnibus, me ha concedido? Tomaré el cáliz de
quae retribuit mihi? Calicem salutaris la salvación, e invocaré el nombre del
accipiam, et nomen Domini invocabo. Señor. Con alabanzas invocaré al Se-
Laudans invocabo Dominum, et ab ini- ñor, y quedaré libre de mis enemigos.
micis meis salvus ero. La Sangre de Nuestro Señor Jesu
( )cristo guarde mi alma para la vida
Sanguis Domini nostri Jesu ( ) Christi eterna. Amén.
custodiat animam meam in vitam ae-
ternam. Amen.
Comunión de los fieles
Preparación de los fieles para la comunión
V/. CONFÍTEOR Deo omnipo- V/. Yo, pecador, me confieso a Dios to-
ténti, beátae Maríae semper Vír- dopoderoso, a la bienaventurada siempre
gini, beáto Michaéli Archángelo, Virgen María, al bienaventurado San Mi-
beáto Joánni Baptístae, sanctis guel Arcángel, al bienaventurado San Juan
apóstolis Petro et Paulo, ómni- Bautista, a los santos Apóstoles San Pedro
bus Sanctis, et vobis fratres, quia y San Pablo, a todos los Santos y a voso-
peccávi nimis cogitatióne, verbo, tros hermanos, que pequé gravemente con
et ópere: (Percutit sibi pectus ter, el pensamiento, palabra, y obra: (dándose
dicens) mea culpa, mea culpa, mea tres golpes de pecho) por mi culpa, por mi
máxima culpa. Ídeo precor beátam culpa, por mi grandísima culpa. Por tanto
63
Maríam semper Vírginem, beátum ruego a la bienaventurada siempre Virgen
Michaélem Archángelum, beátum María, al bienaventurado San Miguel ar-
Joánnem Baptístam, sanctos após- cángel, al bienaventurado San Juan Bau-
tolos Petrum et Paulum, omnes tista, a los Santos Apóstoles San Pedro y
Sanctos, et vos fratres, oráre pro San Pablo, a todos los Santos, y a vosotros,
me ad Dóminum Deum nostrum. hermanos, que rogueis por mí a Dios nues-
tro Señor.
R/. Misereátur tui omnípotens
Deus, et dimíssis peccátis tuis, per- R/. Dios todopoderoso tenga misericordia
dúcat te ad vitam aetérnam. de ti, y, perdonados tus pecados, te lleve a
la vida eterna.
V/. Amen.
V/. Amén.
El sacerdote da la absolución
Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata He aquí el Cordero de Dios, he aquí
mundi. el que quita los pecados del mundo.
Luego los que van a comulgar repiten tres veces, golpeándose el pecho:
Dómine, non sum dígnus, ut íntres sub Señor, yo no soy digno de que entres
téctum meum, sed tántum dic verbo, et en mi casa; mas di una sola palabra y mi
sanábitur ánima mea. (se repite 3 veces) alma quedará sana. (se repite 3 veces)
64
El coro entona la Antífona de Comunión
El Sacerdote va hacia los comulgantes y, trazando una cruz con la Hostia por encima
del copón, le da la Comunión a cada fiel diciendo, con el Amén incluido:
Después regresarán a sus sitios y permanecerán DE RODILLAS para dar gracias por
el Sumo Bien recibido
65
Las Oraciones durante las abluciones
Al purificar la patena:
Al purificar el cáliz
Corpus tuum, Domine, quod sumpsi, Tu Cuerpo, Señor, que he sumido, y
et Sanguis, quem potavi, adhaereat vis- tu Sangre, que he bebido, se adhieran
ceribus meis: et praesta; ut in me non a mis entrañas, y concédeme que no
remaneat scelerum macula, quem pura quede mancha alguna de pecado en mí,
et sancta refecerunt sacramenta: Qui a quien han alimentado estos puros y
vivis et regnas in saecula saeculorum. santos sacramentos: Tú que vives y rei-
Amen. nas por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Comunión
En silencio.
Jacob autem génuit Joseph virum Ma- Jacob engendró a José, el esposo de
ríæ, de qua natus est Jesus, qui vocátur María, de la cual nació Jesús, llamado
Christus. Cristo.
66
MISA DE NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA (26 DE JULIO)
Salmo 147, 20
Non fecit taliter omni nationi, et iudicia Con ningún pueblo hizo igual ni le dio
sua non manifestavit eis. a conocer sus juicios.
DE PIE
La Oración de Poscomunión
67
MISA DEL APÓSTOL SANTIAGO (25 DE JULIO)
Adesto, Domine, populo, qui participa- Asistid, Señor, a los pueblos que se
tione Corporis et Sanguinis tui reficien- alimentan con la participación de tu
tur ut sanctissima tua Genitrice auxilian- Cuerpo y Sangre, para que auxiliados
te, ab omni malo et periculo liberetur, por tu santísima Madre, sean liberados
et in omni opere bono custodiatur. Qui de todo mal y peligro, y guardados en
vivis et regnas cum Deo Patre in unitate toda obra buena. Que vives y reinas
Spiritus Sancti Deus, per omnia sæcula con Dios Padre, en la unidad del Espí-
sæculorum. Amen ritu Santo, y eres Dios por los siglos de
los siglos. Amén.
68
III. Conclusión de la Misa
La Bendición
Placeat tibi, sancta Trinitas, obsequium Séate agradable, ¡oh Santa Trinidad!,
servitutis meae: et praesta; ut sacrifi- el obsequio de mi servidumbre; y haz
cium, quod oculis tuae majestatis indig- que el Sacrificio que yo, indigno, he
nus obtuli, tibi sit acceptabile, mihique ofrecido a los ojos de tu Majestad, te
et omnibus, pro quibus illud obtuli, sit, sea aceptable, y a mí, y a todos aquellos
te miserante, propitiabile. Per Christum por quienes lo he ofrecido sea, por tu
Dominum nostrum. Amen. piedad, propiciatorio. Por Cristo Nues-
tro Señor. Amén.
DE RODILLAS
69
DE PIE
El coro entona un canto final
El último Evangelio
70
nobis; et vidimus gloriam ejus gloriam en medio de nosotros: y nosotros he
quasi Unigenti a Patre, plenum gratiae mos visto su gloria, gloria como del
et veritatis. Unigénito del Padre, lleno de gracia y
de verdad.
R/. Deo gratias.
R/. A Dios gracias.
Al finalizar la Santa Misa, nos quedamos un rato en silencio agradeciendo a Dios por
los dones recibidos. Pueden hacerse oraciones de acción de gracias, etc.
1. Oración a Jesús
¡Qué suave es la dulzura de vuestro Pan celestial! ¡Qué tranquilidad tan admirable y
qué paz tan completa experimenta aquel que os recibe, después de haber detestado y
confesado sinceramente las propias culpas!
Oh Jesús mío; seáis mil veces bendito. Cuando yo estaba en pecado, era, en verdad,
infeliz: ahora siento no solamente la tranquilidad de mi alma, sino que me parece
gustar por anticipado la paz del Paraíso. ¡Ah, cuán cierto es que nuestro corazón
ha sido hecho para Vos, oh mi amado Señor, y que tan sólo tiene verdadero gozo
cuando en Vos descansa!
Por esto, pues, os doy gracias, y propongo firmemente huir de todo pecado y de toda
ocasión de pecar, y propongo también fijar mi morada en vuestro Divino Corazón,
del cual espero el necesario auxilio para amaros hasta la muerte.
Gracias de doy, Señor Santo, Padre todopoderoso, Dios eterno, porque a mí, peca-
dor, indigno siervo tuyo, sin mérito alguno de mi parte, sino por pura concesión de
tu misericordia, te has dignado alimentarme con el precioso Cuerpo y Sangre de tu
Unigénito Hijo mi Señor Jesucristo. Suplícote, que esta Sagrada Comunión no me
sea ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de
mi fe, escudo de mi voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis
carnales apetitos, y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad, y de todas
las virtudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra
todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y verdadero
Dios, y sello de mi muerte dichosa. Ruégote, que tengas por bien llevar a este peca-
dor a aquel convite inefable, donde Tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para
tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada y
felicidad perfecta. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
71
3. Invocaciones
72
EL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ
Esta devoción debe su origen a la Madre María de Jesús, una religiosa terciaria fran-
ciscana, Superiora general de su congregación, que fue ayudada en su obra por un
religioso de santa memoria, Fray Pedro-Bautista, capuchino. Este escapulario fue
aprobado el 23 de enero de 1893, en la fiesta de los Desposorios de la Santísima
Virgen y San José por el papa León XIII, que encargó su difusión a los Frailes Me-
nores Capuchinos.
Sobre los dos cuadrados de tela amarilla del escapulario se cosen dos estampas. La
primera nos recuerda el papel de san José como protector del Hijo de Dios durante
su infancia sobre la tierra, y de todos los fieles de la Iglesia de Jesucristo. Es una
estampa de san José teniendo al Niño Jesús en el brazo derecho y una azucena en la
mano izquierda. Bajo la imagen se lee: “Sanctae Ioseph, Protector Ecclesiae, ora pro
nobis” (San José, protector de la Iglesia, ruega por nosotros).
Al otro lado hay una estampa que recuerda el papel de San José, salvaguarda del
Papado y protector de la Iglesia. Es la imagen de la Paloma que vuela sobre la tiara y
las llaves de San Pedro. Abajo está escrito:
1) Nos alcanza la ayuda necesaria en nuestras luchas de cada día recordándonos las
tres principales virtudes de san José: la humildad, la modestia y la pureza. El color
amarillo representa la justicia y la santidad de san José, el violeta su modestia y humil-
dad, y el blanco su perfecta pureza.
2) Se invoca a san José como Protector de la Iglesia para que la fortifique y la proteja.
3) Es también una gran ayuda para el fiel en el momento de la última agonía, puesto
que san José es el Patrón de la buena muerte.
Para conseguir las gracias de esta devoción es necesario que un Sacerdote bendiga
e imponga el escapulario según el Ritual, que se los lleve día y noche –salvo caso de
necesidad– y que se diga cada día la invocación: San José, Protector nuestro, rogad
por nosotros.
73
Si ya se utiliza el escapulario de alguna Cofradía (como el del Carmelo), no hay que
coser los dos juntos como si fueran un solo escapulario. Para guardar sus privilegios
se los podría unir cosiendo ligeramente los extremos de las cintas.
Si por una causa razonable no se pudiera llevar más consigo este escapulario, podría
reemplazarse por una medalla bendita de San José.
V. Orémus. V. Oremos:
Dominé Jesu Christe, qui custodiæ Señor Jesucristo, que habéis querido
sancti Joseph, Sponsi immaculatæ Ge- estar bajo la custodia de San José, es-
nitrícis tuæ Mariæ, commitítti volusísti: poso de María, vuestra Madre Inma-
hoc vestiménti genus ad Ecclesiæ tuæ culada, dignaos bende†cir este vestido
fidélium tutámen institútum benedíce- instituido para proteger a los fieles de
re † dignéris; ut hic fámulus tuus (hæc vuestra Iglesia, a fin de que vuestro/a
fámula tua) sub ejúsdem sancti Joseph siervo/a pueda serviros piadosamente
protectióne pie et tute tibi servíre vá- y en seguridad bajo la protección del
leat: Qui vivis et regnas in sæcula sæ- mismo San José; Vos que vivís y reináis
culórum. por los siglos de los siglos.
R. Amén
R. Amen
74
Luego, el Sacerdote rocía el escapulario con agua bendita y lo impone mientras dice:
Se puede ganar una indulgencia plenaria (con las condiciones habituales: confesión dentro de los
ocho días; comunión el mismo día; oraciones por las intenciones del Sumo Pontífice: exaltación de
la Iglesia, propagación de la Fe, extirpación de la herejía, conversión de los pecadores, concordia
entre los príncipes cristianos y los otros bienes del pueblo cristiano): el día de la recepción, la fiesta
de Navidad, de la Sagrada Familia, de la Purificación y de San José (19 de marzo y 1 de mayo),
siempre y cuando se lleve habitualmente el escapulario y se renueve en dichos días el compromiso
a la asociación.
75
SANTO ROSARIO
Estimado peregrino,
Sin embargo, como nos recuerda san Juan Pablo Il en la Carta Apostólica Rosarium
Virginis Mariae, a la que a menudo nos vamos a referir: «... aunque tiene una caracte-
rística mariana, el Rosario es una oración cuyo centro es cristológico... Cristo concen-
tra en él la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es casi un resumen».
A estos quince misterios, que constituyen el marco tradicional del Rosario, el Papa
Juan Pablo II, retomando un uso que se remonta a la Edad Media, propuso (sin
imponerlo) agregar cinco «misterios luminosos» correspondientes a los hechos más
llamativos de la vida pública de Jesús, de modo que, de acuerdo con su expresión, el
Rosario constituye un verdadero «resumen del Evangelio».
Dejemos hablar a Juan Pablo II: «El Rosario es a la vez meditación y súplica ... Tam-
bién es un viaje de proclamación y profundización».
El rezo de cada Rosario comienza con un acto de contrición y el Credo, «para incluir
la profesión de fe al principio del camino de contemplación que comenzamos» –in-
dica el Santo Padre–. Luego recitamos (o cantamos) un ‘Padre Nuestro’, seguido por
tres ‘Avemarías’ y un Gloria.
76
Para la declamación del primer misterio, que se utilizará como marco para la primera
meditación, el Papa observa que «para dar una base bíblica y una mayor profundidad
a la meditación, es útil para el anuncio del misterio que le siga una proclamación de
un pasaje bíblico correspondiente». Además, después de esta lectura «es apropiado
detenerse durante un tiempo significativo para fijar la vista en el misterio a meditar
antes de comenzar la oración vocal».
Con respecto a la recitación de estas diferentes oraciones, el Papa hace algunas reco-
mendaciones: «El centro del Ave María... es el nombre de Jesús. Es precisamente a
través del énfasis dado al nombre de Jesús y a su misterio que distinguimos un signifi-
cativo y fructífero rezo del Rosario». Por lo tanto, podemos «dar alivio al nombre de
Cristo, agregando una ‘cláusula’ que evoque el misterio que estamos meditando. Es
una práctica loable, especialmente en el rezo público». Por otro lado, nos dice, «es
importante que el Gloria, la cumbre de la contemplación, se destaque en el Rosario».
Finalmente, debemos «asegurar que cada misterio termine con una oración destinada
a obtener los frutos específicos de la meditación de este misterio»... para «imitar lo
que contiene y obtener lo que promete».
Por lo tanto, cada meditación abordará un momento en la vida de Cristo, pero para
sacar conclusiones para nuestra vida presente y en relación con el tema que se nos
propone cada día durante la peregrinación: habrá que añadir el fruto del misterio y
las gracias a pedir.
Esto es lo que el Papa Juan Pablo II expresó con esta fórmula: «Cada misterio del
Rosario, bien meditado, ilumina el misterio del hombre... Meditar el Rosario consiste
en confiar nuestras cargas a los Corazones Misericordiosos de Cristo y de su Madre».
77
IV. Los beneficios del rosario
Del Rosario, el Papa Juan Pablo II exaltó así sus méritos: «El Rosario, gracias a María,
envía, por así decirlo, la luz salvífica de todos los misterios de Cristo a las circuns-
tancias y dificultades de la vida cotidiana normal, de trabajo, de fatiga, de duda, de
sufrimiento, de vida social y familiar, y transfigura todo, eleva todo, purifica todo».
Esto es lo que el Papa Pío XII dijo al respecto: «Al recitar el Rosario, la familia reza
unida... Si la familia reza, de hecho, vive; y si ora, ella vive unida. Pocos medios
nos parecen tan efectivos, para promover y preservar la unión de espíritus, como la
oración común recitada en familia, bajo la mirada afectuosa y sonriente de María».
Y otra vez: «Es especialmente entre las familias que deseamos que la práctica del
Rosario se extienda, se preserve religiosamente y se desarrolle constantemente. Es en
vano que tratemos de detener el declive de la civilización si no sometemos de nuevo
la familia a la ley del Evangelio, el principio y el fundamento de la sociedad».
En cuanto al Papa Juan Pablo II, nos exhortó en estos términos: «Repito hoy a todos,
lo que les he dicho a las familias: Urge una gran oración por la vida, que recorra
todo el mundo».
El Papa Pablo VI en octubre de 1969 dijo: «Instamos al clero y a los fieles a pedir
a Dios, por intercesión de la Virgen María, la paz y la reconciliación entre todos los
pueblos. La paz es ciertamente el negocio de los hombres..., pero la paz también es
asunto de Dios. La oración (el rezo del Rosario), por la cual pedimos el don de la
paz, es, por lo tanto, una contribución irremplazable al establecimiento de la paz».
Mientras que Juan Pablo II afirmó: «El Rosario es una oración orientada por natura-
leza hacia la paz. De hecho, cuando nos guía a fijar nuestros ojos en Cristo, el Rosario
también nos hace constructores de paz en el mundo».
78
2. El Rosario: la oración recomendada por la Santísima Virgen
Cada vez que la Virgen aparece en Fátima en 1917 lleva un Rosario y no deja de
recomendar el rezo del Rosario:
• «Recitad el Rosario todos los días, para obtener la paz para el mundo y el final
de la guerra»
• «Quiero que ... recéis el rosario todos los días»
• «Soy Nuestra Señora del Rosario. Que se continúe recitando el Rosario todos
los días...»
79
Confíteor (Acto de contrición)
Pater Noster
Pater noster, qui es in Caelis, sancti- Padre Nuestro que estás en los cielos,
ficétur nomen tuum. Advéniat Reg- santificado sea tu Nombre. Venga a noso-
num tuum. Fiat voluntas tua, sicut tros tu Reino. Hágase tu voluntad, así en
in Caelo et in terra. Panem nostrum la tierra como en el cielo. El pan nuestro
quotidiánum da nobis hódie. Et di- de cada día dánosle hoy. Y perdónanos
mitte nobis débita nostra, sicut et nos nuestras deudas, así como nosotros per-
dimittimus debitóribus nostris. Et ne donamos a nuestros deudores. Y no nos
nos indúcas in tentatiónem, sed libera dejes caer en la tentación: mas líbranos del
nos a malo. Amen. mal. Amén.
Ave María
Ave María, gratia plena; Dóminus Dios de salve, María, llena eres de gracia,
tecum: benedícta tu in muliéribus, et el Señor es contigo; bendita Tú eres entre
benedíctus fructus ventris tui Jesus. todas las mujeres, y bendito es el fruto de
Sancta María, Mater Dei, ora pro tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
nobis peccatóribus, nunc et in hóra Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora
mortis nostrae. Amen. y en el hora de nuestra muerte. Amén.
80
Gloria
Oratio Fátima
O mi Jesu, dimítte nobis débita nos- ¡Oh Jesús mío! Perdonadnos. Libradnos
tra, líbera nos ab ígne Inférni, conduc del fuego eterno del infierno. Llevad al
in Caelum omnes ánimas, praesértim Cielo a todas las almas, y socorred espe-
illas quae maxíme indígent misericór- cialmente a las más necesitadas.
dia tua.
81
Meditatiónes Rosárii (Meditaciones del Santo Rosario)
Tras el anuncio de cada misterio: Pater Noster, 10 Ave María, Gloria y Oración de
Fátima.
82
II. Misterios dolorosos (martes y viernes)
83
Mysteria lúcis
Misterios luminosos
Memoráre Acordaos
84
Sub tuum praesídium Bajo tu amparo
Sub tuum praesídium confígimus, sanc- Bajo tu amparo nos acogemos, santa
ta Dei Génetrix; nostras deprecatiónes Madre de Dios. No deseches las ora-
ne despícias in necessitátibus; sed a pe- ciones que te dirigimos en nuestras ne-
rículis cunctis líbera nos semper, Virgo cesidades; antes bien, líbranos de todo
gloriósa et benedícta. Amen peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Amén.
85
Litaniae lauretanae Letanías Lauretanas
Pater de caelis Deus. Miserére nobis. Dios, Padre celestial, ten piedad de no-
Fílii Redémptor mundi Deus. Ut supra sotros.
Spíritus Sancte Deus. Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Sancta Trínitas, unus Deus. Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Sancta María. Ora pro nobis.
Sancta Dei Genétrix. Ut supra Santa María,
Sancta Virgo vírginum ruega por nosotros.
Mater Christi Santa Madre de Dios,
Mater Ecclésiae Santa Virgen de las Vírgenes,
Mater Divínae grátiae Madre de Cristo,
Mater puríssima Madre de la Iglesia,
Mater castíssima Madre de la divina gracia,
Mater invioláta Madre purísima,
Mater intemeráta Madre castísima,
Mater amábilis Madre siempre virgen,
Mater admirábilis Madre inmaculada,
Mater boni Consílii Madre amable,
Mater Creatóris Madre admirable,
Mater Salvatóris Madre del buen consejo,
Virgo prudentíssima Madre del Creador,
Virgo veneránda Madre del Salvador,
Virgo praedicánda Virgen prudentísima,
Virgo pótens Virgen digna de veneración,
Virgo clémens Virgen digna de alabanza,
86
Virgo fidélis Virgen poderosa,
Spéculum justítiae Virgen clemente,
Sédes sapiéntiae Virgen fiel,
Causa nostrae laetítiae Espejo de justicia,
Vas spirituále Trono de la sabiduría,
Vas honorábile Causa de nuestra alegría,
Vas insígne devotiónis Vaso espiritual,
Rosa mýstica Vaso digno de honor,
Túrris Davídica Vaso de insigne devoción,
Túrris ebúrnea Rosa mística,
Domus áurea Torre de David,
Foedéris arca Torre de marfil,
Jánua Caeli Casa de oro,
Stella matutína Arca de la Alianza,
Sálus infirmórum Puerta del cielo,
Refúgium peccatórum Estrella de la mañana,
Consolátrix afflictórum Salud de los enfermos,
Auxílium Christianórum Refugio de los pecadores,
Regina Angelórum Consoladora de los afligidos,
Regína Patriarchárum Auxilio de los cristianos,
Regína Prophetárum Reina de los Ángeles,
Regína Apostolórum Reina de los Patriarcas,
Regína Mártyrum Reina de los Profetas,
Regína Confessórum Reina de los Apóstoles,
Regína Vírginum Reina de los Mártires,
Regína Sanctorum omnium Reina de los Confesores,
Regína sine labe origináli concépta Reina de las Vírgenes,
Regína in Caelum assúmpta Reina de todos los Santos,
Regína Sanctíssimi Rosárii Reina concebida sin pecado original,
Regína famíliae Reina asunta a los Cielos,
Regína pacis Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
Parce nobis, Dómine. mundo,
perdónanos, Señor.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi.
Exáudi nos, Dómine, Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo,
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi. escúchanos, Señor.
Miserere nobis.
87
V. Ora pro nobis, sancta Dei Gene- Cordero de Dios, que quitas el pecado del
trix. mundo,
Oremus Oremos
Concéde nos fámulos tuos, quaésu- Concede, Señor y Dios nuestro, a tus
mus, Dómine Deus, perpétua mentis siervos, gozar de perpetua salud de alma y
et córporis sanitáte gaudére: et, glo- cuerpo; y por la gloriosa intercesión de la
riósa beátae Maríae semper Vírginis bienaventurada siempre Virgen María, lí-
intercessióne, a praesénti liberári branos de las tristezas presentes y llévanos
tristítia, et aetérna pérfrui laetítia. a gozar de las eternas alegrías. Por Jesucris-
Per Christum Dóminum nostrum. to Nuestro Señor. Amén.
Amen.
In nómine Patris, ♰et Fílii, et Spíritus En el nombre del Padre, del Hijo, y del
Sancti. Amen. Espíritu Santo. Amén.
88
CONSAGRACIÓN A NUESTRA SEÑORA
Porque rara vez somos fieles a las promesas de nuestro bautismo. Caemos fácilmente
en las trampas del demonio. Las tentaciones ejercen una atracción cierta sobre noso-
tros. No huimos de las oportunidades, los lugares, las personas que conocemos aún
que nos llevan al mal. Toleramos fácilmente críticas al prójimo, tenemos miradas
impuras. Descuidamos nuestros deberes de oración, etc.
Nuestros pecados después del bautismo nos enseñan a desconfiar de nosotros mis-
mos. Somos débiles. Hemos pecado tan a menudo que no nos atrevemos a pre-
sentarnos directamente a nuestro Padre celestial. Entonces, hacemos como el niño
pequeño que se acurruca en las faldas de su madre.
89
Porque la Santísima Virgen María es nuestra Madre y una muy buena madre.
De hecho, al morir, “Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba,
dice a su madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «He ahí a tu Ma-
dre». Desde esa hora, el discípulo la recibió consigo”. (Jn XIX, 26-27).
Entonces, ¿por qué consagrarnos a Nuestra Señora? Bueno, simplemente, para per-
tenecer mejor a Dios.
• Tomar a la Santísima Virgen como modelo y preguntarse, cada vez que tienes
que elegir: “¿Qué hubiera hecho Ella en mi lugar? “
• Si encuentras pruebas en la vida demasiado difíciles, ofrecerle a Ella estas
pruebas. Presentadas a su Hijo por sus manos, estas pruebas cobrarán valor, y
verás cómo Ella hará las cruces más ligeras de llevar.
• Finalmente, dale a menudo tus alegrías y tristezas en un gran abandono. El fa-
moso lema no miente: “Un siervo de María nunca perece. Su Madre lo cuida”.
«Oh Inmaculada, Reina del Cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y Madre
nuestra amorosísima, a quien Dios confió la economía de la misericordia. Yo.......
pecador indigno, me postro ante ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y
posesión tuya. A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo,
toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin
ninguna reserva, para cumplir lo que de ti ha sido dicho: “Ella te aplastará la cabeza”,
y también: “Tú has derrotado todas las herejías en el mundo”. Haz que en tus ma-
nos purísimas y misericordiosas me convierta en instrumento útil para introducir y
aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumente en
90
cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús. Donde
Tú entras, oh Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya
que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros nos llega a través de tus
manos”. Ayúdame a alabarte, Oh Virgen Santa, y dame fuerza contra tus enemigos.
Es necesario acusar en confesión al menos todos los pecados mortales que se re-
cuerden desde la última confesión bien hecha. Se debe indicar también su especie y
su número. Para ello hay que pedir a Dios la gracia de conocer bien nuestras faltas
y examinarlas atentamente. Para una confesión general (de toda la vida o de años),
se puede usar el examen detallado que sigue, enumerando los pecados según las
diferentes épocas de la vida.
91
Segundo Mandamiento: No tomar su santo Nombre en vano.
Hijos: Desobedecer a los padres. Tratarlos con dureza y sin respeto. Causarles pena
y disgusto. No asistirlos durante su vida y en el momento de su muerte. No rezar por
ellos. No tomar en cuenta sus sabios consejos. Tratar mal a sus hermanos, reñir con
ellos. Desobedecer a los superiores civiles o religiosos. Juzgarlos y criticarlos injusta-
mente. Fomentar el mal espíritu.
Padres: No hacer rezar en familia. Mal uso de la autoridad y/o de los bienes, contra
el bien común de la familia. Descuidar la educación de sus hijos, catecismo, primera
comunión, etc... Mandarlos a escuelas malas. No vigilarlos, corregirlos y castigarlos
cuando hace falta. No acostumbrarlos a renunciarse, sacrificarse, vencer sus capri-
chos. Tratarlos con demasiada aspereza y sin paciencia. Permitirles frecuentaciones,
diversiones y películas peligrosas para la fe, la castidad, etc... Darles mal ejemplo,
mentir o discutir en su presencia, etc...
Matar, golpear, herir, injuriar. Causar algún daño. Enojarse, desear vengarse, desear
el mal. Odio, rencores. Negarse a perdonar. Impaciencia. Dureza para con los po-
bres y los que sufren. Malos consejos. Escandalizar a otros e inducirlos a pecar con
ejemplos, conversaciones, modos de vestir, libros malos, etc... Aborto (que la Iglesia
castiga con excomunión). Eutanasia. Imprudencias en la carretera.
92
Sexto y Noveno Mandamientos: No fornicar. No desear la mujer del pró-
jimo.
Nota: Se deben precisar las circunstancias que cambian la especie del pecado (adul-
terio, incesto, homosexualidad, entre otras...). La persona que no quiere renunciar a
la ocasión próxima del pecado no puede recibir la absolución ni seguir comulgando.
Cometer o ayudar a cometer injusticias, fraudes, robos. Causar daño a otro en sus
bienes. No restituir. No pagar sus deudas. Engañar en las ventas, contratos, tran-
sacciones. Sobornos y ganancias injustas, usura. Precios injustos. Juegos por dinero.
93
LOS PRECEPTOS DE LA IGLESIA
¿Me he confesado al menos una vez desde hace un año? ¿He recibido la Sagrada
Comunión durante el Tiempo Pascual? ¿He violado los ayunos prescritos por la
Iglesia, o he comido carne en los días prohibidos?
PECADOS CAPITALES
Avaricia: Apego excesivo al dinero o a otras cosas. No hacer limosnas con lo que
se tiene de superfluo.
Envidia: Tristeza por el bien de los demás. Alegría por el mal que les ocurre. Senti-
mientos de envidia, celos.
Fe. Debemos: Creer todo lo que Dios nos ha revelado y nos enseña por medio de su
Santa Iglesia. Amar la Tradición y desconfiar de las novedades. Estudiar el catecismo
y la doctrina cristiana. Acostumbrarnos a la lectura espiritual. Hacer frecuentes actos
de fe, especialmente al recibir los sacramentos, al rezar, etc... Conformar nuestra
conducta a los principios de la fe. Profesar con valor nuestra fe y saber defenderla.
Ser apóstoles. Luchar contra el error.
94
Esperanza. Debemos: Pensar con frecuencia en el Cielo y en los bienes eternos.
Desearlos ardientemente. Despreciar los bienes y placeres de esta vida. Vivir en un
santo temor de ofender a Dios.
Caridad. Debemos: Amar a Dios más que a todo, y al prójimo por amor de Dios.
Hacer frecuentes actos de amor de Dios. Vivir en su presencia. Buscar agradarlo en
todo. Desear la perfección. Servirlo con alegría. Procurar que Jesús reine. Examinar
diariamente la conciencia. Confesarse frecuentemente. Visitar al Santísimo Sacra-
mento. Estimar y honrar a nuestros hermanos. Asistirlos y ayudarles. Soportar sus
defectos. Tener delicadeza en el trato con los demás. Guardarse de la murmuración.
Dar limosnas. Buscar con celo el bien de las almas.
95
Es pecado: Prometer mucho y no cumplir nada, No devolver lo prestado. Ser avaro.
Llegar siempre tarde al trabajo, a las citas, ¡a Misa! Descuidar las obligaciones del
propio estado. No pedir perdón por las faltas o errores.
Religión. Debemos: Entregarnos a Dios con fervor, para cumplir su voluntad. Rezar
con atención y perseverancia. Tener tierna y sólida devoción a la Santísima Virgen, a
los Ángeles y a todos los Santos. Reparar por los pecados y consolar al Corazón In-
maculado de María. Imitar sus virtudes. Acostumbrarnos a la meditación y al rezo del
Rosario solo o en familia. Adorar a Dios y ofrecerle sacrificios. Asistir con frecuencia
a la Santa Misa. Santificar el domingo.
Es pecado: Confesarse sin contrición, comulgar o hacer acción de gracias sin devo-
ción, o rezar sin atención. No cumplir los votos.
Fortaleza. Debemos, para salvarnos, estar dispuestos a morir o sufrir cualquier cosa
antes que pecar gravemente. Sufrir con paciencia. Atacar con valor y audacia los
obstáculos puestos al bien. Desear hacer cosas grandes. Preparar nuestra alma para
el martirio si Dios se dignara llamarnos a él. Perseverar en el bien toda nuestra vida,
a pesar de las dificultades,
Es pecado: Temer más los males temporales que el infierno. Apartarse del bien por
temor o debilidad. Exponerse al peligro con temeridad, confiando demasiado en las
propias fuerzas. Alimentar ambición, vanagloria, jactancia, hipocresía (fingiendo una
virtud que no se tiene). Caer en la molicie (huir de todo esfuerzo, y rendirse a la
primera dificultad). Ser perezoso, ocioso y entregarse al desaliento.
Templanza. Debemos usar de los bienes sensibles según las necesidades de la vida
prese te. Huir de las cosas torpes, amar la belleza de la virtud. Observar los ayunos
y las abstinencias mandados, Ser sobrios en las comidas. Sabernos privar, a veces,
aún de lo lícito. Ser castos y pudorosos. Evitar todo contacto sensual. Huir de las
ocasiones. Mortificar la imaginación, pensamientos de vanidad, envidias, etc... Mor-
tificar sobre todo la voluntad propia con la obediencia. Reconocer fácilmente las
faltas o errores y pedir perdón. No singularizarse en nada. No buscar el éxito sino
el servicio de Dios. Aceptar y amar las humillaciones, que son lo que nos santifica.
Ser mansos, modestos, amar la pobreza, la moderación, la simplicidad, el silencio y
el recogimiento.
96
Es pecado: La gula. Comer fuera de tiempo o con exceso. Hablar demasiado y con
burla. Entregarse a la lujuria, ir a los bailes. Tener miradas malas. Ver y dejar ver
programas malos en la televisión o en Internet. Probar o entregarse a las drogas, etc.
Ser insensibles, crueles, soberbios, susceptibles, tener respeto humano y miedo del
“qué dirán”. No aceptar ninguna observación. Poseer amor desordenado de la propia
libertad e independencia. Ser curiosos en cosas ajenas, malas o inútiles. Excederse en
el juego y las diversiones. No tomar nada en serio.
DEBERES DE ESTADO
97
PUNTOS DE NUESTRA RUTA
OVIEDO
98
SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CUEVA
Situado a orillas del río La Marea en un abrigo rocoso frente al conocido como Cam-
po de los Romeros. El primer dato histórico que existe sobre el santuario se remonta
al siglo XVI, aunque hay leyendas que establecen su origen algunos siglos antes, du-
rante los comienzos del período de la Reconquista, siglos X-XI. La leyenda refiere la
conversión en cenobita de un caballero portugués que había acudido a luchar contra
los moros junto a las tropas castellanas.
A finales del XVIII, el recinto estaba formado por dos grupos de capillas: la de Nues-
tra Señora del Carmen y la del Cristo junto a la pequeña capilla de la Virgen de la
Cueva. En el siglo XIX (año 1858) existe constancia de la visita realizada por la Reina
Isabel II y el Príncipe de Asturias acompañados por San Antonio María Claret. El día
8 de septiembre se celebra la fiesta de la Virgen de la Cueva.
COVADONGA
El lugar más destacado del santuario es la Santa Cueva, donde se halla una capilla
con la imagen de la Virgen de Covadonga, conocida por los asturianos cariñosamente
como La Santina, y la tumba de Pelayo, el primer monarca asturiano y cuyos restos
descansan allí desde que fueran trasladados en tiempos de Alfonso X «el Sa bio», en
el siglo XIII, provenientes de la cercana iglesia de Santa Eulalia de Abamia, donde
originalmente fue enterrado.
99
Las crónicas cristianas narran cómo la intervención milagrosa de la Santísima Virgen
fue decisiva en la victoria, repeliendo los ataques que las tropas mahometanas lanza-
ban contra la cueva. Por su parte, las crónicas musulmanas explican que refugiadas
allí, las fuerzas de Don Pelayo se alimentaron durante el asedio de la miel que las
abejas dejaban en las hendiduras de la roca.
Junto a la cueva se alza la Basílica, también de estilo neorrománico, que fue cons-
truida entre los años 1877 y 1901, y además el complejo contiene una colegiata, el
albergue, el mesón de peregrinos, una casa de ejercicios y un comedor.
Como tantas generaciones antes que nosotros han hecho, acudimos a Covadonga a
ponernos a los pies de la Santísima Virgen para pedirle que cuide de España y por la
restauración de la Cristiandad, para que, Dios mediante, todas las realidades huma-
nas, también las temporales, sean ordenadas en Cristo Nuestro Señor.
100
BENDICIÓN DE PEREGRINOS
El que emprende solo el viaje, dirá lo que sigue en singular. Si viaja con otra persona
en plural.
Ant- In viam pacis et prosperitátis dírigat Ant.- Por sendas de paz * y prosperi-
vos omnípotens et miséricors Dóminus, dad nos dirija el Señor omnipotente
et Ángelus Ráphael comitétur vobíscum y misericordioso: y el arcángel Rafael
in vía, ut cum pace, salúte et gáudio re- nos acompañe en el camino, para
vertámini ad própria. que, con paz, salud y alegría, volva-
mos a nuestros hogares.
Benedíctus Dóminus, Deus Israel, quia
visitávit, et fecit redemptiónem plebis Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
suae: porque ha visitado y redimido a su
pueblo:
Et eréxit cornu salútis nobis; * in domo
David púeri sui. suscitándonos una fuerza de salva-
ción; en la casa de David, su siervo.
Sicut locútus est per os sanctórum, * qui
a saéculo sunt, prophetárum ejus. Según lo había predicho desde anti-
guo, por boca de sus santos profetas.
Salútem ex inimícis nostris, * et de manu
ómnium qui odérunt nos. Es la salvación que nos libra de nues-
tros enemigos y de la mano de todos
Ad faciéndam misericórdiam cum pá- los que nos odian;
tribus nostris; * et memorári testaménti
sui sancti. realizando la misericordia que tuvo
con nuestros padres.
Jusjurándum quod jurávit ad Abraham
patrem nostrum; * datúrum se nobis, recordando su santa alianza y el ju-
ramento que juró a nuestro padre
Ut sine timóre de manu inimicórum nos- Abraham.
trórum liberáti; *serviámus illi,
Para concedernos que, libres de te-
in sanctitáte, et justítia coram ipso; * óm- mor, arrancados de la mano de los
nibus diébus nostris. enemigos, le sirvamos con santidad
y justicia en su presencia, todos nues-
Et tu, puer, Prophéta Altíssimi vocáberis; tros días.
* præíbis enim ante fáciem Dómini, pa-
ráre vias ejus.
101
Ad dandam sciéntiam salútis plebi Y a ti, niño, te llamarán profeta del Al-
ejus; * in remissiónem peccatórum tísimo, porque irás delante del Señor a
eórum. preparar sus caminos.
Y se repite la antífona.
Kýrie, éleison. Christe, éleison. Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Se-
Kýrie, éleison. ñor, ten piedad.
102
V/. Mítte eis, Dómine, auxílium de R/. Y sé nuestro firme apoyo desde Sión.
sancto.
R/. Et de Sion tuére eos. V/. Sé para nosotros, Señor, baluarte
fortísimo.
V/. Esto eis, Dómine, turris fortitú- R/. Contra el enemigo.
dinis.
R/. A fácie inimíci. V/. Nada pueda adelantar el enemigo
contra nosotros.
V/. Nihil profíciat inimícus in eis. R/. Ni pueda ofendernos más el hijo de
R/. Et fílius iniquitátis non appónat la iniquidad.
nocére eis.
V/. Bendito sea el Señor en toda la serie
V/. Benedíctus Dóminus die quo- de los días.
tídie. R/. Concédanos próspero viaje el Dios
R/. Prósperum iter fáciat nobis Deus de nuestra salud.
salutárium nostrórum
V/. Muéstranos, Señor, tus caminos.
V/. Vias tuas, Dómine, demónstra R/. Y enséñanos tus senderos.
nobis.
R/. Et sémitas tuas édoce nos. V/. Ojalá que sean enderezados nuestros
pasos.
V/. Utinam dirigántur viæ nostræ. R/. A la observancia de tus justísimas
R/. Ad custodiéndas justificatiónes leyes.
tuas.
V/. Los caminos torcidos se harán rectos.
V/. Erunt prava in dirécta. R/. Y los ásperos, llanos.
R/. Et áspera in vias planas.
V/. Dios ordenó a sus Ángeles.
V/. Angelis suis Deus mandávit de R/. Que te guardasen en todos tus cami-
te. nos.
R/. Ut custódiant te in ómnibus viis
tuis. V/. Señor, oíd mi plegaria.
R/. Y mi plegaria llegue a Vos.
V/. Dómine, exáudi oratiónem
meam.
R/. Et clamor meus ad te véniat.
103
Oración
Oremus Oremos
Deus, qui fílios Israël per maris Oh Dios que, hiciste andar a los hijos de
médium sicco vestígio ire fecísti, Israel a pie enjuto por medio del mar,
quique tribus Magis iter ad te stella y que mostraste a los Magos el camino
duce pandísti: tríbue eis, quaesumus, para llegar hasta ti, dándoles por guía una
iter prósperum, tempúsque tranquí- estrella: te rogamos que nos concedas ca-
llum; ut Angelo tuo sancto cómite, mino próspero y tiempo apacible a fin de
ad eum, quo pergunt, locum, ac que, en la santa compañía de tu Ángel,
demum ad ætérnæ salutis portum podamos volver al hogar de donde par-
felíciter valeant perveníre. timos, y, finalmente, al puerto de eterna
salvación.
Deus, qui Abraham puerum tuum
de Ur Chaldæórum edúctum, per Oh Dios, que guardaste ileso a tu siervo
omnes suæ peregrinatiónis vias Abrahán por todos los caminos de su
illaésum custodósti: quaesumus, ut peregrinación después de haberle sacado
hos fámulos tuos custodíre digné- de Ur de los caldeos; te rogamos que te
ris; esto eis, Dómine, in procínctu dignes guardarnos a nosotros, tus siervos:
suffrágium, in via solátium, in æstu sé, Señor, auxilio en el combate, consue-
umbráculum, in pluvia et frígore lo en el camino, refrigerio en el calor,
teguméntum, in lassitúdine vehícu- abrigo en la lluvia y en el frío, sostén en
lum, in adversitáte præsídium, in el cansancio, defensa en la adversidad,
lúbrico báculus, in naufrágio portus: báculo en los pasos difíciles, puerto en el
ut te duce, quo tendunt, próspere naufragio; a fin de que, conducidos por
pervéniant, et demum incólumes ad ti, lleguemos felizmente al lugar a que nos
própria revertántur. dirigimos; y después volvamos incólumes
a nuestros hogares.
Adesto, quaesumus, Dómine, su-
pplicatiónibus nostris: et viam famu- Atiende, te rogamos, Señor, nuestras sú-
lórum tuórum in salútis tuæ prospe- plicas, y dispón el camino de tus siervos
ritáte dispóne; ut inter omnes viæ en la prosperidad de tu salvación; para
et vitæ hujus varietátes tuo semper que en todas las vicisitudes del camino y
protegántur auxílio. de la vida nos veamos siempre protegidos
con tu auxilio.
Præsta, quaesumus, omnípotens
Dei: ut família tua per viam salútis TE rogamos, omnipotente Dios, que ha-
incédat; et beáti Joánnis Præcursóris gas andar a esta tu familia por el camino
hortaménta sectándo, ad eum, quem de salvación, y que siguiendo las exhor-
prædíxit, secúra pervéniat, Dómi- taciones del santo precursor Juan, llegue
num nostrum Jesum Christum Fí- con toda seguridad a Aquel que él anun-
104
lium tuum, qui tecum vivit et regnat
ció, nuestro Señor Jesucristo, Hijo tuyo,
in unitate Spiritus Sancti, Deus, per
que contigo vive y reina en unidad del Es-
omnia saecula saeculorum. Amen.
píritu Santo, Dios, por todos los siglos de
los siglos. Amén.
R/. Procedamus in pace.
R/. Procedamos en paz.
V/. In nómine Christi. Amen.
V/. En el nombre del Señor. Amen.
105
CANTOS
ORDINARIO DE LA MISA
Missa VIII
(Sábado)
Q Ё 㰆 Q ᐁ
KYRIE
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GLORIA
106
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USJT " NFO
SANCTUS
108
AGNUS DEI
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ᐁ Ђ 㰆
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Ё Q Ђ (((㰆 Ё ᐁ Ё (((㰆 ᢂ
seré- re no- bis. Agnus De- i, * qui tol- lis peccáta
<
(((㰆
Ё Q Ђ (((㰆
mundi: mi-seré- re no- bis. A- gnus De- i, * qui tol-
ᐁ Ђ
lis peccáta mundi: dona no-bis pa- cem.
㰆
ITE MISSA EST
�
Q Ё Q ᐁ
I - te,
Q Ё 㰆 Q ᐁ
missa est.
r De- o grá-ti-as.
109
Missa IV
(Domingo)
ASPERGES
110
KYRIE
Є ! Є ! !
Ký-ri- e * ** e- lé- i-son.
GLORIA
111
112
CREDO
113
114
SANCTUS
AGNUS DEI
Ё Ё ҁ ! Q ҁ
! =
A -gnus De- ! i, * qui tollis pec! cá- ta mun
(XII) XIII. s.
ńĶ
㰋 ! Q Q Q ҁ
<
di: mi-se-
! 㰋 Ё Ё ҁ ! Q =
ré- re no- bis. Agnus De- i, * qui tollis peccá-ta mundi:
!
ҁ
! 㰋
mi-se-ré- re no- bis. Agnus De- i, * qui tollis pec cá-ta
mundi: dona no- bis pa- cem.
115
Ⰶ ! ᠄
ITE MISSA EST
! Ђ Ђ ! !
Ķ
I -te,
Ⰶ ! ! Ђ ᠄ Ђ ! !
missa est.
r De-o grá-ti- as.
116
SALVE REGINA
117
SALVE REGINA SOLEMNE
118
CANTOS EUCARÍSTICOS
1. ADOREMUS IN AETERNUM
119
2. ADOROTE DEVOTE
120
3. ANIMA CHRISTI
Ne permittas a te me separari.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meæ voca me.
121
4. AVE VERUM CORPUS
Amen Amén
5. O SACRUM CONVIVIUM
6. O SALUTARIS HOSTIA
122
7. CANTEMOS AL AMOR
123
2. Nobis datus, nobis natus 2. Nos fue dado, nacido
Ex intacta virgine, de una Virgen inmaculada,
Et in mundo conversatus, y, después de habitar en el mundo,
Sparso verbi semine, sembrada la semilla de su palabra,
Sui moras incolatus puso fin al tiempo de su residencia
Miro clausit ordine. de forma maravillosa.
124
9. BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Tras el Tantum ergo: V/. Les diste, Señor, el pan del cielo.
V/. Panem de cælo præstísti eis. R/. Que contiene en sí todo deleite.
R/. Omne delectaméntum in se habén-
tem.
Oremos. Oh Dios, que bajo un
Oremus: Deus, qui nobis sub Sacra- Sacramento admirable, nos dejaste el
mento mirabili Passionis tuae memo- recuerdo de tu Pasión: te pedimos,
riam reliquisti; tribue, quaesumus, ita Señor, nos concedas celebrar de tal
nos Corporis et Sanguinis tui sacra manera los sagrados misterios de
mysteria venerari, ut redemptionis tuae tu Cuerpo y Sangre, que sintamos
fructum in nobis iugiter sentiamus: Qui constantemente en nosotros el fruto de
vivis et regnas. Amen. tu Redención. Tú que vives y reinas.
Amén.
Alabanzas de desagravio (tras la bendi-
ción):
Bendito sea Dios.
Benedíctus Deus. Bendito sea su santo Nombre.
Benedíctum Nomen Sanctum eius. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios
Benedíctus Iesus Christus, verus Deus y verdadero Hombre.
et verus homo. Bendito sea el nombre de Jesús.
Benedíctum Nomen Iesu. Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Benedíctum Cor eius sacratíssimum. Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Benedíctus eius Sánguis pretiosíssimus. Bendito sea Jesús en el Santísimo
Benedíctus Iesus in sanctíssimo altáris Sacramento del Altar.
Sacraménto. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Benedíctus Sanctus Spíritus Paráclitus. Bendita sea la excelsa Madre de Dios,
Benedícta excélsa Mater Dei, María María Santísima.
sanctíssima. Bendita sea su Santa e Inmaculada
Benedícta sancta eius et immaculáta Concepción.
Concéptio. Bendita sea su gloriosa Asunción a
Benedícta eius Gloriósa Assúmptio. los cielos.
Benedíctum nomen Mariæ, Vírginis et Bendito sea el nombre de María
Matris. Virgen y Madre.
Benedíctus sanctus Ioseph, eius castís- Bendito sea San José, su castísimo
simus Sponsus. Esposo.
Benedíctus Deus in Angelis suis, et in Bendito sea Dios en sus Ángeles y en
Sanctis suis. sus Santos.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Virgen concebida sin pecado
original.
125
CANTOS ROSARIO
126
Q Ё
=
11. AVE MARIA I
(
A -ve Ma- rí-Є a, * grá-ti- a plena, Dómi-nus tecum.
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Benedícta tu in mu-li- é-ri-bus, et benedíctus fructus ventris
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᠁
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Ђ Ё Ё ᠁
tu- i, Jesus. Sancta Ma-rí- a, Ma-ter De- i, ora pro no-bis
127
13. AVE MARIA III
14 GLORIA PATRI I
128
15. GLORIA PATRI II
LETANÍAS
16. Letanías lauretanas página 86
17. LETANÍAS DE LOS SANTOS
Kýrie, eléison.
Christe, eléison. Sancte Gábriel, ora.
Kýrie, eléison. Sancte Ráphaël, ora.
Christe, audi nos. Omnes sancti Angeli et Archángeli,
Christe, exáudi nos. oráte pro nobis.
Omnes sancti beatórum Spírituum
Pater de caelis Deus. Miserére nobis. órdines, oráte.
Fili Dei, Redémptor mundi, Deus, Sancte Joánnes Baptísta, ora.
etc. Sancte Joseph, ora.
Spíritus Sancte, Deus, Omnes sancti Patriárchæ et Prophétæ,
Sancta Trínitas, unus Deus, oráte.
Sancte Petre, ora.
Sancta María, ora pro nobis. Sancte Paule, ora.
Sancta Dei Génetrix, ora. Sancte Andréa, ora.
Sancta Virgo vírginum, ora. Sancte Jacóbe, ora.
Sancte Gábriel, ora. Sancte Joánnes, ora.
Sancte Ráphaël, ora. Sancte Thoma, ora.
Omnes sancti Angeli et Archángeli, Sancte Jacóbe, ora.
oráte pro nobis. Sancte Philíppe, ora.
Omnes sancti beatórum Spírituum Sancte Bartolomáee, ora.
órdines, oráte. Sancte Mattháee, ora.
Sancte Simon, ora.
129
Sancte Thaddáee, ora. Sancta Anastasia, ora.
Sancte Matthía, ora. .Omnes sanctae Virgines et Viduae,
Sancte Bárnaba, ora. orate.
Sancte Luca, ora. Omnes Sancti et Sanctae Dei, interce-
Sancte Marce, ora. dite pro nobis
Omnes sancti Apóstoli et Evangelístæ, Propítus esto, parce nobis, Dómine.
oráte. Propítius esto, * exáudi nos, Domine.
Omnes sancti Discípuli Dómini, oráte. Ab omni malo, * líbera nos, Dómine.
Ab omni peccáto, etc.
Omnes sancti Innocéntes, oráte. Ab ira tua,
Sancte Stéphane, ora. A subitánea et improvísa morte,
Sancte Laurénti, ora. Ab insídiis diáboli,
Sancte Vincénti, ora. Ab ira, et ódio, et omni mala voluntáte,
Sancti Fabiáne et Sebastiáne, oráte. A peste, fame, et bello,
Sancti Joánnes et Paule, oráte.
A morte perpétua,
Sancti Cosma et Damiáne, oráte.
Per mystérium sanctæ Incarnatiónis
Sancte Silvéster, ora.
tuæ,
Sancte Gregóri, ora.
Per Advéntum tuum,
Sancte Ambrósi, ora.
Per Nativitátem tuam,
Sancte Augustíne, ora.
Per Baptísmum et sanctum Jejúnium
Sancte Hierónyme, ora.
tuum,
Sancte Martíne, ora.
Per Crucem et Passiónem tuam,
Sancte Nicoláe, ora.
Per Mortem et Sepultúram tuam,
Omnes sancti Pontífices et Confessó-
Per sanctam Resurrectiónem tuam,
res, oráte.
Per admirábilem Ascensiónem tuam,
Omnes sancti Doctóres, oráte.
Per advéntum Spíritus Sancti Parácliti,
Sancte Antóni, ora.
In die judícii,
Sancte Benedícte, ora.
Peccatóres te rogámus, audi nos.
Sancte Bernárde, * ora.
Sancte Bernárde, ora.
Ut nobis parcas, etc.
Sancte Domínice, ora.
Ut nobis indúlgeas,
Sancte Francísce, ora.
Ut ad veram pœniténtiam nos perdú-
Omnes sancti Sacerdotes et Levitae,
cere dignéris,
orate.
Ut Ecclésiam tuam sanctam | régere et
Omnes sancti Monachi et Eremitae,
conserváre dignéris,
orate.
Ut Domnum Apostólicum et omnes ec-
Sancta Maria Magdalena, ora.
clesiásticos órdines | in sancta religióne
Sancta Agatha, ora.
conserváre dignéris,
Sancta Lucia, ora.
Ut inimícos sanctæ Ecclésiæ | humi-
Sancta Anges, ora.
liáre dignéris,
Sancta Caecilia, ora.
Sancta Catharina, ora.
130
Ut omnes errántes ad unitátem Ecclé- Ut nos exaudíre dignéris,
siæ revocáre, | et infidéles univérsos ad Fili Dei,
Evangélii lumen perdúcere dignéris,
Ut nosmetípsos in tuo sancto servítio | Agnus Dei, qui tollis, peccáta mundi,
confortáre et conserváre dignéris, parce nobis, Dómine.
Ut mentes nostras | ad cæléstia desi-
déria érigas, Agnus Dei, qui tollis, peccáta mundi,
exáudi nos, Dómine.
Ut ómnibus benefactóribus nostris |
sempitérna bona retríbuas, Agnus Dei, qui tollis, peccáta mundi,
Ut ánimas nostras, | fratrum, propin- miserére nobis.
quórum et benefactórum nostrórum ab
ætérna damnatióne erípias, Christe, audi nos.
Ut fructus terræ | dare et conserváre Christe, exaudi nos.
dignéris, Kýrie, eléison.
Ut ómnibus fidélibus defúnctis | Chríste eléison.
réquiem ætérnam donáre dignéris, Kýrie, eléison.
Pater de caelis Deus. Miserére nobis Dios Padre celestial, ten piedad de no-
Fili Redémptor mundi Deus, miserére sotros,
nobis. Dios Hijo Redentor del mundo, ten pie-
Spíritus Sancte, Deus, miserére nobis. dad de nosotros,
Sancta Trínitas unus Deus, miserére Dios Espíritu Santo, ten piedad de no-
nobis. Cor Jesu, Filii Patris aeterni, * sotros,
miserere nobis. Trinidad santa un solo Dios, ten piedad
Cor Jesu, in sinu Vírginis Matris a de nosotros
Spíritu Sancto formátum, Corazón de Jesús, formado en el seno de
Cor Jesu, Verbo Dei substantiáliter la Virgen Madre por el Espíritu Santo,
unítum, Corazón de Jesús, al Verbo de Dios subs-
Cor Jesu, majestátis infinítæ, tancialmente unido,
Cor Jesu, templum Dei sanctum, Corazón de Jesús, de majestad infinita,
Cor Jesu, tabernaculum Altíssimi,
131
Cor Jesu, domus Dei et porta coeli, Corazón de Jesús, Templo santo de
Cor Jesu, fornax ardens caritátis, Dios,
Cor Jesu, justítiæ et amóris receptácu- Corazón de Jesús, Tabernáculo del Al-
lum, tísimo,
Cor Jesu, bonitáte et amóre plenum, Corazón de Jesús, Casa de Dios y puerta
Cor Jesu, virtutum omnium abýssus, del cielo,
Cor Jesu, omni laude digníssimum, Corazón de Jesús, Horno ardiente de
Cor Jesu, rex et centrum ómnium cór- caridad,
dium, Corazón de Jesús, Santuario de justicia
Cor Jesu, in quo sunt omnes thesáuri y de amor,
sapiéntiæ et sciéntiæ, C orazón de Jesús, propiciación por
Cor Jesu, in quo hábitat omnis plenitú- nuestros pecados,
do divinitátis, Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
Cor Jesu, in quo Pater sibi bene com- Corazón de Jesús, desgarrado por
plácuit, nuestros pecados,
Cor Jesu, de cujus plenitúdine omnes Corazón de Jesús, hecho obediente
nos accépimus, hasta la muerte,
Cor Jesu, desidérium cóllium æter- Corazón de Jesús, con lanza traspasado,
nórum, Corazón de Jesús, fuente de todo
Cor Jesu, pátiens et multæ misericór- consuelo,
diæ, Corazón de Jesús, vida y resurrección
Cor Jesu, dives in omnes qui ínvocant nuestra,
te, orazón de Jesús, lleno de bondad y de
Cor Jesu, fons vitæ et sanctitátis, amor,
Cor Jesu, propitiátio pro peccátis nos- Corazón de Jesús, Abismo de todas las
tris, virtudes,
Cor Jesu, saturátum oppróbriis, Corazón de Jesús, digno de toda
Cor Jesu, attrítum propter scélera nos- alabanza,
tra, Corazón de Jesús, Rey y centro de todos
Cor Jesu, usque ad mortem obédiens los corazones,
factum, Corazón de Jesús, en que están escon-
Cor Jesu, láncea perforátum, didos todos los tesoros de la sabiduría y
Cor Jesu, fons totíus consolatiónis, de la ciencia,
Cor Jesu, vita et resurréctio nostra, Corazón de Jesús, en que mora toda la
Cor Jesu, pax et reconciliátio nostra, plenitud de la divinidad,
Cor Jesu, víctima peccatórum, Corazón de Jesús, en que el Padre se
Cor Jesu, salus in te sperántium, agradó,
Cor Jesu, spes in te moriéntium, Corazón de Jesús, de cuya plenitud
Cor Jesu, delíciæ Sanctórum ómnium todos nosotros hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los eternos
collados,
Corazón de Jesús, paciente y muy
132
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, parce nobis, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, exáudi nos, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, miserére nobis.
V/. Jesu, mitis et húmilis Corde. V/. Jesús manso y humilde de corazón.
R/. Fac cor nostrum secúndum Cor R/. Haz nuestro corazón conforme al
tuum. tuyo.
Oremus. Omnipotens sempiterne De- Oremos: Oh Dios todopoderoso y
us, respice in Cor dilectissimi Filii tui, et eter-no: mira el Corazón de tu aman-
in laudes et satisfactiones, quas in nomi- tísimo Hijo y las alabanzas y satisfaccio-
ne peccatorum tibi persolvit, iis-que mi- nes que en nombre de los pecadores te
sericordiam tuam petentibus tu veniam tri-buta; y concede aplacado el perdón
concede placatus, in nomine ejusdem a estos que piden tu misericordia en el
Filii tui Jesu Christi: Qui te-cum vivit et nombre de tu mismo Hijo Jesucristo.
regnat in sæcula sæcu-lorum. Quien contigo vive y reina en los siglos
V/. Amen. de los siglos.
V/. Amén.
133
19. LETANIAS DE SAN JOSÉ
134
A SAN JOSÉ
135
22. DEL CIELO LAS HUESTES
1. Del cielo las huestes celebran tu 3. A Dios en tus brazos dichoso reclinas,
nombre, Lo que otros en muerte, Tú gozas en
te aclaman a coro los fieles del orbe. vida:
Esposo el más puro de más pura Espo- José, el más dichosom de todos los
sa, Padre y Custodio del mismo Dios. hombres,
Haz que también goce yo de Dios.
2. Resuenen las voces en himnos po-
tentes, 4. Oh Santo Patriarca, mi dulce Patro-
murmuren los labios plegarias fervien- no,
tes, La muerte del justo corone mis días;
que canten las glorias del Santo Pa- Que muera en los brazos dee Cristo
triarca, amorosos,
Padre y Custodio del Redentor. Para reinar siempre junto a Vos.
136
A CRISTO REY
137
II. Por el obispo o arzobispo Cantor: Sancte Michaël.
Todos: Tu illos ádjuva.
Cantor: Exáudi, Christe. Cantor: Sancte N. (patrón).
Todos: Exáudi, Christe. Todos: Tu illos ádjuva.
Cantor: N., (archi)episcopo et omni clero
sibi commísso: pax et virtus, plúrima Todos: Christus vincit, Christus
merces. regnat, Christus ímperat.
Cantor: Sancte N. (patrón del obispo u
obispos santos de la diócesis). Cantor: Auxílium nostrum!
Todos: Tu illum adjuva. Todos: Fortitúdo nostra!
Cantor: Arma nostra invictíssima!
Todos: Christus vincit, Christus regnat, Todos: Murus noster inexpugnábilis!
Christus ímperat. Todos: Lux, via, et vita nostra!
138
26. VIVA CRISTO REY
2. Sabemos que esta batalla no es fácil 5. Viva Cristo Rey, viva Cristo Rey
y muchos se acobardarán El grito de guerra que enciende la
Y bajo los dardos de nuestro enemigo, tierra
sin duda perecerán Viva Cristo Rey
Yo tendré mi espada en alto como la Nuestro soberano Señor
usa mi Señor Nuestro capitán y campeón
A Él nada lo ha derrotado, Su fuerza Pelear por Él es todo un honor (x2)
es la de Dios
139
27. TÚ REINARÁS
¡Tú reinarás! Este es el grito que ¡Tú reinarás! Dichosa era, dichoso
ardiente exala nuestra fe pueblo con tal Rey
¡Tú reinarás, oh Rey bendito! Pues tú Será tu Cruz nuestra bandera, tu amor
dijiste: “reinaré” será, ya, nuestra ley
1. Reine Jesús por siempre, reine su 3. Reine Jesús por siempre, reine su
corazón corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación Que es de María la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación Que es de María la nación
¡Tú reinarás! Dulce esperanza, que al ¡Tú reinarás! En este suelo, te prome-
alma llena de placer temos nuestro amor
Habrá por fin paz y bonanza, felicidad Oh buen Jesús, danos consuelo en
habrá doquier este valle de dolor
Reine Jesús por siempre, reine su
2. Reine Jesús por siempre, reine su corazón
corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo 4. En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación Que es de María la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación Que es de María la nación
140
AL SAGRADO CORAZÓN
2. Corazón divino,
dulce cual la miel,
Tú eres el camino
para el alma fiel.
141
30. VEN, SAGRADO CORAZÓN
142
A LA VIRGEN EN LATIN
31. ÁNGELUS
143
32. SUM TUUM PRAESIDIUM
33. O SANCTÍSIMA
1. Sanctísima, O piísima,
Dulcis Virgo María!
5. In miséria, in angústia,
Mater amáta, intemeráta,
Ora, Virgo, pro nobis;
Ora, ora pro nobis.
6. Ecce débiles, perquam flébiles,
2. Tu, solátium et refúgium,
Salva nos, O María!
Virgo Mater María!
Tolle languóres, sana dolóres, Ora…
Quidquid optámus, per te sperámus;
Ora, ora pro nobis!
7. Virgo, réspice, Mater, áspice,
Audi nos, O María!
3. Tota pulchra es, O María,
Tu, medicínam, portas divínam,
Et mácula non est in te;
Ora…
Mater amáta, intemeráta, Ora…
8. Tua gáudia, et suspíria
4. Sicut lílium inter spinas,
Juvent nos, o María!
Sic MaríaIinter fílias.
In te sperámus, ad te clamámus,
Mater amáta, intemeráta, Ora…
144
34. SALVE MATER
1. Sálve, décus humáni géneris, 1. Salve, María, honor del género hu-
Sálve Vírgo dígnior céteris, mano;
Quæ vírgines ómnes transgréderis, salve, Virgen más digna que nadie
et áltius sédes in súperis, que sobrepasas a todos
O María! y estás en lo más alto del cielo.
145
5. Te beátam laudáre cúpiunt 5. Eres digna de toda alabanza
Omnes jústi, sed non suffíciunt; Entre todos los santos Tú eres excelsa
Múltas láudes de te concípiunt, Todos te veneran y te exaltan
Sed in íllis prórsus defíciunt, por los portentos que se dieron en Ti.
O Mária!
6. Que seas Tú, Madre, nuestro con-
6. Esto, Máter, nóstrum solátium; suelo;
Nóstrum ésto, tu Vírgo, gáudium; que seas nuestra alegría y nuestro gozo;
Et nos tándem post hoc exsílium, Y después de este destierro,
Laétos júnge chóris cæléstium, que cantemos contigo en el coro ce-
O Mária! lestial
Oh, María!
146
36 AVE MARIS STELLA
A LA VIRGEN EN ESPAÑOL
37. HUMILDE NAZARENA
147
38. SALVE MARINERA
148
41. AVE MARÍA DE FÁTIMA
2. Del Santo Rosario la Reina soy Yo; 8. Rezad por el Papa, rezad por la
cambiad ya de vida, no ofendáis a Dios. Iglesia,
por los pecadores haced penitencia.
3. Haced penitencia, haced oración;
por los pecadores implorad perdón. 9. La Virgen de Fátima viene en proce-
sión a dar su mensaje a nuestra nación.
4. ¡Cuántos al infierno van sin remisión!
Se salvará el mundo por mi Corazón. 10. De vuestros hijitos oh Madre escu-
chad la tierna plegaria y dadnos la paz.
5. El Santo Rosario constantes rezad
y la Paz al mundo el Señor dará. 11. ¡Qué llena de encantos se ofrece
Ma-ría! ¡Qué bella y qué pura en Cova
6. Quiere Dios que cunda esta devoción de Iría!
en el individuo, familia y nación.
2. Acuérdate de la hora
¡Sálvame, Virgen María!, en que Te nombró Jesús
¡óyeme, Te imploro con fe! nuestra Madre y protectora
mi corazón en Ti confía, desde el árbol de la Cruz.
Virgen María, sálvame,
¡Virgen María, sálvame! Sálvame...
Sálvame... Sálvame...
149
43. AVE MARÍA DE LOURDES
150
46. OH MARÍA, MADRE MÍA
1. La Virgen María es nuestra protectora, Nuestra gran Señora; no hay nada que
temer.
Vence al mundo, demonio y carne; guerra, guerra contra Lucifer (x2).
3. Por miles sus hijos cayeron destrozados; eran los soldados de Cristo nuestro Rey.
Pero las balas les dieron vida y alas, y volaron y están a sus pies (x2).
151
48. TOMAD VIRGEN PURA
Salve, Madre...
152
50. VIRGEN SANTA, DIOS TE ESCOGIÓ
153
52. AL CIELO
AL CIELO, AL CIELO SÍ
UN DÍA A VERLA IRÉ. (x2)
154
OTROS CANTOS
155
56. HIMNO DE COVADONGA
156
57. HIMNO DEL APÓSTOL SANTIAGO
157
58. HIMNO DE LA PEREGRINACIÓN
158
NORMATIVA DEL PEREGRINO
• Se debe respetar la regla del silencio cuando lo indique el jefe del capítulo.
• Todas las pertenencias deben estar señalizadas con las cintas de color que iden-
tifican a cada capítulo y con el nombre y apellidos del dueño.
159
• Por la mañana cada peregrino deberá dejar su mochila grande en el lugar
señalado para su capítulo y la recogerá a la llegada al campamento por la tarde.
160
Agradecimientos por las ilustraciones a: @auctorsalutis y @teresarosell_estudio
161
Agradecemos la impresión
del Libro del Peregrino a:
www.noko360.es