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El segundo documento trata del discurso de inauguración del Valle de Cuelgamuros por parte
del mismo dictador, Francisco Franco en el año 1959. Este documento comienza de la misma
manera que el primero, con una alabanza a los actos heroicos que hicieron que el bando
nacional ganase la guerra. Franco compara esta “cruzada” con las de los romanos frente a los
cirstianos. Con todas estas condecoraciones propias, el dictador pretende fortalecer el
sentimiento nacional, principal base ideológica de su movimiento al igual que el odio a la
“anti-españa”, es decir, los republicanos que menciona más adelante en el discurso. Al
mencionar al bando contrario, Franco hace hincapié en la educación ya que ve en ella una vía
por la cual los republicanos pueden adoctrinar a los jóvenes y desviarlos por el camino
erróneo.
Ambos textos se crearon cuando la contienda ya había acabado (a partir de 1939) y Francisco
Franco ya había admitido el poder de forma personal y absoluta, y había sido mitificado por
los medios bajo como el gran caudillo. La guerra civil había dejado consecuencias humanas,
económicas y culturales. El número de víctimas se acercaba al medio millón y la represión y
el exilio fueron la vía de escape para más de medio millón de republicanos. En economía, el
país también sufrió una crisis, debida a la falta de inversión, la disminución del comercio
exterior y el consumo privado. El franquismo fue el sistema político que se implantó en 1939
y que perduraría hasta 1975. En política internacional, en el año 1939 se produjo la invasión
alemana de Polonia dando lugar a la Segunda Guerra Mundial. En este conflicto que se
extendió hasta 1945, España adoptó una postura neutra, aunque Franco se reuniese con los
líderes fascistas (Hitler y Mussolini) de manera cordial durante el conflicto internacional.
Durante el periodo del primer franquismo en España, que abarca desde el fin de la guerra
civil en 1939 hasta la década de 1950, el país experimentó la consolidación del régimen
dictatorial encabezado por Francisco Franco. Esta consolidación se llevó acabado a través de
medidas políticas, sociales y económicas que buscaban establecer un control totalitario sobre
la sociedad española.
Para llevar a cabo la consolidación de su poder Franco contó con importantes apoyos, entre
ellos: el ejército, la Falange, la iglesia y el apoyo económico y social. Además de estos
apoyos, el dictador contaba con las llamadas “familias”, fuerzas políticas que tenían como
característica común el rechazo al reformismo de la Segunda República. Otro método para
implantar el sistema totalitario fue la propaganda y el control social que ejercía el régimen
sirviéndose de la FET y de las JONS para inculcar los valores propios de la tradición
española. La Sección Femenina ejerció un papel crucial en el control y la educación de las
mujeres, modelando nuevos tipos de mujer que necesitaba la España nacionalcatólica
reducida al cumplimiento de los deberes de madre, educadora y esposa. Por otra parte, la
educación nacional católica comenzó a educar a los niños bajo los principios del Movimiento
Nacional a través de la Formación del Espíritu Nacional impartidos por los miembros de la
Falange.
Cualquier tipo de oposición o intento de revolución serie reprimido con dureza. En este
panorama político totalitario, la represión, el exilio y la oposición aumentaron en gran
medida. Al acabar la guerra se produjo un exilio republicano masivo en el cual más de
500.000 personas abandonaron el país huyendo de las represalias del régimen. Los destinos
más frecuentados fueron Francia, el norte de África y México. En este último país se
implantaron instituciones republicanas en el exilio, que posteriormente se trasladaron a París ,
y que fracasaron en su objetivo. La represión del régimen franquista fue tambieḿ muy dura
durante toda su vigencia promulgando leyes específicas para el detenimiento,
emprisionamiento y ejecución de sus enemigos políticos, tales como: Ley de
responsabilidades políticas (1939), Ley de Represión de la masonería y del comunismo
(1940) y la Ley de Seguridad del Estado (1941).
Para regir este sistema político, se promulgaron una serie de leyes fundamentales hasta 1967,
cuyo objetivo era conseguir la institucionalización del Estado. La primera fue el Fuero del
trabajo (1938) a la cual le siguieron la Constitutiva de las Cortes (1942), el Fuero de los
españoles (1945), el Referéndum Nacional (1945), la de Sucesión (1947), la de Principios del
Movimiento Nacional (1958) y la Orgánica del Estado (1967). Con estas leyes y la
ilegalización de las demás fuerzas políticas, Franco obtenía el control absoluto y autoritario
sobre la política española. En 1942 con la apertura de las Cortes, el sistema político pasó a
recibir el nombre de democracia orgánica en oposición a la democracia liberal. A pesar de
esto, las Cortes estaban completamente controladas por Franco y sus intereses políticos.