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Progresión 2.

Pasiones y vicios contemporáneos

Actividad de aprendizaje 2.2


Vicios

Propósito: Realizar la contextualización de los vicios contextualizados en la


contemporaneidad a partir de tu experiencia en tu comunidad donde vives. Esta actividad
se trabajará desde la dimensión “diferencia y relaciones entre la filosofía, mito y ciencia”.

Fecha de inicio: miércoles 13 de septiembre 2023.

Fecha de término: domingo 17 de septiembre.


Instrucciones:
1. Leer el documento de la Actividad de aprendizaje 2.2 “Vicios” para entender la
conceptualización de esta distinción que tenemos los seres humanos en la convivencia social.
2. Para contextualizar la idea de vicio en la actualidad y en tu comunidad, es indispensable que
pregunten a familiares, amigos o vecinos lo que entienden por vicios (10 opiniones de
personas diferentes).
3. El trabajo lo pueden entregar en su libreta de apuntes en borrador para cumplir con la clase
en físico.
4. Posteriormente cuando hayan pasado a revisión lo investigado y le hayan realizado la
retroalimentación, pueden pasarlo a una hoja de Word o de Google Docs. y subirlo a Google
Classroom para su evaluación.
5. La entrega es a más tardar el domingo 17 de septiembre de 2023 y a las 23:59 tiempo límite.
6. Checar los rasgos a evaluar antes de realizar la entrega.

ACH PROGRESIÓN 2 Actividad 2.2 Vicios


Descripción: revisa los indicadores para poder realizar tu actividad y llevarla a cabo correctamente.

Ortografía Sin errores ortográficos Presenta menos de 3 Presenta 3 o más


errores errores.
3 2 1 30%
Redacción y Redacta de manera excelente los Redacta bastante bien los Redacta de
organización de conceptos de vicio y anota datos conceptos de vicio y anota manera deficiente
la información personales de quien le brindó la datos personales de quien y no aplica la
información, como: edad, género, nivel le brindó la información, información del
de estudio. como: edad, género, nivel informante.
de estudio.
7 5 3 70%
Total: 100%

SEP-SEMS. (2023). Programa de estudios del Área de Conocimiento Humanidades I. Contenidos de recursos
sociocognitivos, áreas de conocimiento y recursos socioemocionales.

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DR. FRANCISCO JAVIER CIGARROA ARIAS
Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

Esta progresión, problematiza la experiencia humana desde discursos humanísticos que


postulan que lo propio de lo humano son aspectos negativos. En la tradición humanística
existen textos que plantean que lo propio del ser humano es la crueldad con los otros seres,
las formas de vida injustas o viciosas, las maneras de vivir corruptas e imposibles de
cambiar o que el ser humano degrada o destruye lo que toca. Se busca que el estudiante
se acerque a discursos humanísticos para los que la característica esencial de los seres
humanos está constituida de aspectos negativos (degradación, maldad, violencia,
corrupción, vicios o crueldad). Hacer que una persona conozca y valore estos discursos
promueve sus habilidades y le aporta técnicas para cuestionar y evaluar la experiencia
humana.

Pasiones y vicios
Gómez, R. (2023). Humanidades I (1a ed.). México: Delta Learning. Pág. 21-27

Las pasiones y los vicios son parte de la experiencia humana y a menudo las pasiones se
convierten o derivan en vicios. De las pasiones puede decirse que si la persona que las
siente es capaz de restringirse en cierta medida o de canalizarla en algo productivo
entonces dicha pasión puede convertirse en el motor de su vida. En cambio, de los vicios
difícilmente puede existir siquiera la posibilidad de que se conviertan en algo positivo. Los
vicios llevan inevitablemente a una confrontación contra el mundo que nos rodea.

Las pasiones y vicios se caracterizan por su carácter extremo. Aunque como se ha dicho,
ciertas pasiones pueden tener alguna que otra buena repercusión, lo cierto es que las
personas no podemos estar saludablemente viviendo en el extremo constante al que nos
lleva una prisión o vicio.

Hay que saber que el bienestar psicológico de una persona depende de que exista un
considerable equilibrio mental en su psique. Es decir, una persona sometida a demasiadas
turbaciones psicológicas se encontrará atormentada indudablemente. Sufrirá como
consecuencia de tan constantes turbaciones y pondrá en riesgo su salud mental. El
equilibrio psicológico de una persona no es algo que debe arriesgarse a la ligera pues las
consecuencias pueden ser serias y de consideración. Pueden perturbar significativamente
el curso de una vida.

Seguramente has visto o conoces a alguna de las muchas personas a las que les resulta
gracioso tener una relación de las llamadas “tóxicas”. Postean en redes sociales las
actitudes enfermizas con que se relacionan. Sin embargo, en estas relaciones la “toxicidad”
de la relación se incrementa con el tiempo y se torna más amenazante para el equilibrio

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mental de los involucrados y en muchas ocasiones incluso para su bienestar físico. Esto es
particularmente delicado en personas jóvenes pues sus primeras experiencias
sentimentales tenderán a moldear su percepción futura de las relaciones amorosas.

Cuando una pasión o un vicio se apoderan del equilibrio mental de una persona ésta termina
por encontrarse en un callejón sin salida, se sienten atrapados en la dinámica de dicha
pasión o vicio.

En el capítulo XII del libro “El principito” se encuentra el siguiente pasaje sobre el
alcoholismo que, como sabes, es una adicción:

Este pequeño extracto del libro ejemplifica muy bien lo que es un círculo vicioso. Una
persona puede hacer lo mismo que le genera culpa o vergüenza, o que la lastima una y otra
vez porque en hacerlo encuentra cierta recompensa o alivio. Sin embargo, se encuentra
como encerrado, por eso se le dice círculo vicioso. Quien se encuentra ahí, no puede más
que andar en círculos, repite su conducta compulsiva y debe enfrentarse nuevamente a las
consecuencias de haber actuado sin control.

¿Te ha pasado que conoces a alguien que constantemente está fúrico y esto lo lleva a
enfrentarse una y otra vez con todos a su alrededor? ¿Qué crees que les sucede a las
relaciones sociales de una persona así?

¿Has conocido a alguien patológicamente celoso, que todo el tiempo está como poseído
de la sospecha de que su pareja le ha traicionado y que hace de esta sospecha el eje de
su vida emocional? ¿Crees que una persona así sufre y hace sufrir a su pareja o crees que
esto es un signo de verdadero amor?

¿Entre tus conocidos hay alguno que padezca de una ansiedad que constantemente le
haga pensar lo peor, anticipar desgracias y que viva en un estado de permanente
preocupación? ¿Crees que vivir preocupado siempre es algo deseable?

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Las personas que padecen estos trastornos pasionales en general tienden a pensar que
esto es algo que involuntariamente se apodera de ellos, pero ¿será así, o es que las
personas podemos actuar sobre nosotros mismos y tomar las riendas de nuestra voluntad?
¿Tú qué opinas?

Vicios
Gómez, R. (2023). Humanidades I (1a ed.). México: Delta Learning. Pág. 21-27

Antes de definir lo que es un vició, es necesario que comprendamos que el vicio es un


concepto diferente al de adicción. Cuando se habla de vicios es común pensar en
adicciones, pero se refieren a cosas distintas.
La adicción se refiere a los trastornos mentales, comportamientos compulsivos y a las
dependencias fisiológicas que pueden desarrollar las personas al consumo de sustancias
que crean farmacodependencia. Las adicciones se pueden referir tanto a sustancias como
a comportamientos o actividades. Observa el siguiente diagrama que describe algunas
adicciones. Así comprenderás mejor la diferencia.

Ahora que ya se explicó lo que es una adicción puede establecerse qué es un vicio.

Aristóteles servirá como punto de partida para hablar del vicio. De acuerdo con la noción
de este filósofo el vicio se opone a la virtud. Mientras que la virtud es el correcto grado de
una actitud. Es decir, el vicio es el defecto o exceso de algo.

Aristóteles llamó a esto Ley del punto medio, un ejemplo al que acude a menudo es el de
la valentía que es una virtud, pero ¿qué se diría de una persona que toma riesgos constante
e innecesariamente? ¿se diría qué es valiente?

R.- No, se diría que es una persona temeraria. Es decir, quien enfrenta el peligro en la
medida correcta es valiente, pero quien se arriesga innecesariamente y se lanza a correr
riesgos a la ligera es temerario. En este caso ser temerario podría decirse es el exceso de
ser valiente.

¿Y cómo se le llama a quien se niega rotundamente a afrontar los peligros o las situaciones
complicadas de la vida?

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En este sentido la cobardía es el defecto o la inexistencia de valentía en una persona. Fíjate


cómo la cobardía se opone a la valentía “por defecto”, es decir no hay valentía, mientras
que la temeridad se opone a la valentía “por exceso” de arrojo. Por eso la virtud es, en
opinión de Aristóteles el punto medio entre extremos.

En este caso la valentía es el equilibrio entre una actitud cobarde y una temeraria, siendo
ambos extremos vicios del carácter.

Los vicios se caracterizan por ser contrarios a una moral establecida. Es decir, que el vicio
contraviene la moral de una sociedad. Por ejemplo, la moral aconseja la educación, pero
alerta contra la ignorancia y la presunción o pomposidad de quien sabe.

La palabra vicio proviene de la etimología latina “vitium”, cuyo significado es falla o defecto.
Es decir, el vicio es una falla de carácter. Pero ¿cómo saber qué es lo correcto y qué es lo
incorrecto respecto al carácter? ¿qué es una falla de carácter? Y ¿qué es ser virtuoso?

Aquí el vicio es algo que es hasta cierto punto relativo. Lo que se considera un vicio depende
de la moral establecida en una determinada sociedad. lo que una sociedad celebra en el
carácter otra lo puede encontrar reprensible. Por ejemplo, sociedades más conservadoras
pueden encontrar la independencia de las mujeres reprensible, mientras que las sociedades
más liberales celebran y propician su independencia.

Mientras que una sociedad puede considerar como una buena característica del carácter el
ser extrovertido, en otra puede considerarse imprudencia. La religiosidad extrema puede
ser bien vista en una sociedad y considerar a las personas que se atienen a los principios
religiosos estrictamente como piadosas, mientras que otras sociedades podrían señalarles
como fanáticos.

En conclusión, depende de la moral del lugar donde te encuentres lo que se considerará un


vicio y lo que se considerará una virtud. Para tener un propio criterio sobre este asunto no
hay nada mejor que el estudio de la ética. Así podemos formarnos un juicio personal sobre
cómo debemos ser y hacernos conscientes de nuestros vicios.

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De esta manera, los vicios pueden ser relativos hasta cierto punto. Sin embargo, a manera
de ejemplo pueden enlistarse algunos que son reconocidos como tales:

• La arrogancia • La egolatría
• La crueldad • La avaricia
• La cobardía • La pereza
• La ignorancia • La indiferencia
• La intolerancia • La mediocridad

La palabra vicio tiende a tener una carga demasiado negativa. Todos tenemos vicios y
defectos. Sería mejor ver en ellos algo normal y no algo por lo cual reprendernos. En todo
caso tienes la oportunidad de mejorar en aquello que consideres necesario.

Si un vicio te impide vivir con plenitud, puedes buscar la manera de superarlo. Nuestro
carácter y personalidad no son algo estático. El tiempo, las experiencias y nuestra voluntad,
moldean quienes somos.

Los filósofos estoicos aconsejaban implementar la templanza en nuestras vidas. La


templanza es el ejercicio del autocontrol y de la moderación. Sí, por ejemplo, sientes odio,
la templanza serviría para detenerte por un momento a reflexionar sobre eso que sientes y
llamarte a la moderación.

Templar un metal consiste en someterlo alternativamente a procesos de calor y


enfriamiento. Del mismo modo la filosofía estoica sugiere cultivar aquello que es contrario
a nuestras inclinaciones. Sí por ejemplo eres arrogante y te has percatado de ello, el
estoicismo aconsejaría que cultives la humildad y la modestia, que aprendas de ellas lo que
tu arrogancia no te permite ver. Si eres vengativo el estoicismo aconsejaría que practiques
el perdón. Si eres débil, que te hagas fuerte. Si eres agresivo, que practiques la
mansedumbre. Si eres intolerante que practiques la tolerancia.

Por supuesto esto es más fácil decir que hacer. Pero operar un cambio en ti mismo nunca
será fácil. Así como trabajamos y nos esforzamos en las actividades que se nos presentan,
del mismo modo debes esforzarte en ti mismo. Insistir en hallar la moderación y en aplicar
tu voluntad para cambiar aquello que te hace perder el control de ti mismo.

Bibliografía
Gómez, R. (2023). Humanidades I (1a ed.). México: Delta Learning.

SEP-SEMS. (2023). Programa de estudios del Área de Conocimiento Humanidades I. CDMX, México.

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Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

HÁBITOS Y VICIOS
García, M., Delgado, I., & Hernández, A. (2023). Humanidades I. CDMX, México: Mcmillan Educación. pp. 22-24

Aristóteles fue el pensador griego que desarrolló la propuesta filosófica más completa de la
antigüedad. Investigó de modo importante todas las partes de la filosofía antigua: ética,
metafísica, lógica, política y filosofía de la naturaleza.

Consideraba que todos los seres humanos tienen en común una misma esencia, lo que
significa que todos poseen las mismas potencialidades básicas para desarrollarse. Sin
embargo, es claro que las personas también son muy diferentes entre sí. Para Aristóteles,
lo que nos hace iguales a todos es la esencia, mientras que lo que nos hace diferentes son
las características secundarias, que él llamaba accidentes, como el color del pelo o la piel,
ser alto o delgado, o zurdo, rico, pobre, mexicano o africano.

Lo que constituye la antropología de Aristóteles afirma que los seres humanos somos
animales dotados de una facultad racional, propia y distintiva de nuestra especie: todo ser
humano es un animal dotado de razón. Lo anterior es lo esencial en cada persona. A partir
de esto cada una pasa por diferentes experiencias a lo largo de la vida; algunas tienen la
fortuna de contar desde su nacimiento con oportunidades de crecer y progresar, con una
familia que las apoya, bienes económicos suficientes, buena salud, acceso a la educación
y otras condiciones favorables. Pero otras personas no disfrutan de esas condiciones, sino
que enfrentan alguna carencia. Como resultado, la esencia humana que está en cada
individuo se desarrolla bien en algunos, mientras que en otros puede ser incompleta.

Entonces, ¿cómo saber que se logró un buen desarrollo?

Según Aristóteles, la naturaleza humana, es decir, la esencia implícita en cada en cada


persona, está orientada hacia el cumplimiento de finalidades específicas, que los individuos
no pueden cambiar de manera arbitraria. Por ejemplo: si siembras una semilla de frijol, si la
cuidas adecuadamente, en poco tiempo germinará una planta a la que le saldrán hojas,
luego flores y, eventualmente, si hay condiciones ambientales propicias, obtendrás unas
vainas en las que madurarán semillas de frijol. Sólo frijol. No sacarás de la vaina un grano
de arroz ni de trigo. Cada especie natural, según este filósofo, sólo produce lo que es por
su propia esencia, no puede producir algo distinto.

Claro está que la naturaleza de los seres humanos es mucho más compleja que la de los
frijoles, pero hay algo parecido, ya que (si todo sale bien) se convierten en seres logrados
o plenos, no se convierten en ranas ni en árboles (excepto en los cuentos). De acuerdo con
esta propuesta, la finalidad de la vida es lograr la realización de las potencialidades de cada
persona, las cuales son las facultades naturales que vienen unidas a la esencia humana.
La más sobresaliente es la razón, pero hay otras que derivan de la misma esencia. Por
ejemplo, los sentidos externos (vista, oído, gusto, olfato y tacto) también son facultades

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humanas, aunque no son exclusivas, pues otros animales no humanos igual las tienen, y
en ellos a veces son incluso más eficientes que las nuestras.

“Aristóteles entendía al ser humano como un ser racional, pero con algunas características
excluyentes, como varón y no mujer; como adulto y no infante; y como hombre libre y no
esclavo.”

Lo que podemos hacer las personas, y no otros animales, es usar nuestras facultades bajo
la guía de la razón. Utilizamos la vista al pintar, pero no lo hacemos sólo mirando mientras
movemos las manos, sino imaginando, fantaseando, componiendo, experimentando,
corrigiendo y juzgando.

Si nos ponemos a tomar clases de este arte, añadimos otra clase de conocimientos que
modifica el modo en que creamos una obra. Algo similar ocurre en los deportes. Los
movimientos del cuerpo se modifican cuando entramos a una disciplina deportiva, ya que
aprendemos la manera de hacer ciertas acciones de manera más eficaz, con técnica. Los
ejemplos anteriores muestran la idea aristotélica de hábito, el cual es una manera de actuar
que se adquirió como resultado de la práctica. Y, cuando mejoran la capacidad de acción,
los hábitos pueden convertirse en virtudes; pero, si se debilitan las facultades, se les
denomina vicios.

Si has empezado a practicar un deporte, tocar un instrumento musical o aprender un oficio,


recordarás que al principio es difícil. Quizá experimentarse desánimo, cansancio,
aburrimiento, pereza, incomodidad o dolor. Si consigues volver a sentirte motivado, podrás
sobreponerte a estas dificultades, pero a veces no lo lograrás.

En la antigüedad, a unas dificultades de este tipo se les llamó pasiones, las cuales pueden
impedir que actuemos bajo la guía racional; algunas son enojo, el miedo, la tristeza
(mencionadas anteriormente como emociones), el deseo sexual, el cansancio, el hambre y
el placer, entre otras.

Conforme a la teoría de Aristóteles, los vicios son hábitos que alejan a la persona del
cumplimiento de su fin natural. Por ejemplo, en cuanto al cuerpo, la falta de ejercicio lleva
a la persona al sedentarismo, que puede ser perjudicial para la salud; en los deportistas,
las fallas en la técnica los llevan a ser menos eficientes en su desempeño; en la música
(una de las bellas artes) se dice que un ejecutante tiene vicios cuando su técnica es
deficiente.

Para los estoicos, los vicios morales se relacionan con la incapacidad de conducirse
según los dictados de la razón, es decir, surgen por dejarse llevarse por las pasiones: el
colérico es dominado por la ira y el cobarde lo es por el miedo, por mencionar sólo un par
de casos. Sobre esta base, los pensadores medievales hicieron una lista de vicios
principales que llamaron pecados capitales, a saber; la lujuria, que se relaciona con la
pasión del deseo sexual; la gula que se vincula con el hambre; la codicia, que tiene que ver
con el deseo de poseer; la ira, que lleva a la violencia y al homicidio, y la pereza. Dante
Alighieri (1265-1321) utilizó esa lista para componer su Divina comedia (figura 3).
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Figura 1. El infierno de Dante Alighieri (1265-1321) está organizado en círculos, según los vicios o pecados más graves de
la visión medieval.

Los siete pecados capitales


Savater, F. (2016). Los diete pecados capitales (3a ed.). CDMX, México: Debolsillo.

Fernando Savater (2016, p. 8), menciona que, lo diabólico es crear discordia, que en el
fondo es lo que hacen los vicios. Porque el que quiere tener todo no deja para los demás.
Los que quieren acaparar a las mujeres no dejan para los otros, los que mienten, los que
envidian, los que se enfadan, son personas que crean discordias entre los seres humanos.
Los viciosos son aquellos que crean desorden social. Haciendo reflexión sobre la avaricia,
la gula, la envidia, y la ira, en el marco de nuestra civilización actual como referente de la
moral contemporánea.

Es mucho más fácil crear un infierno que un cielo. Porque si bien los seres humanos
deseamos cosas diferentes, les tememos a las mismas. De hecho, los gobernantes
confían más en el terror que en el premio. Porque cuando se amenaza a una sociedad
con cortarle la cabeza a todo aquel que se oponga, produce un miedo generalizado,
aunque haya todo tipo de reacciones, desde enfrentar la situación, hasta acatarla. Es
evidente que las promesas de infiernos son más convincentes.

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Hay actitudes que pueden considerarse como nuevas formas de pecar. Son las que se
basan en la desconsideración por el otro. Por ejemplo, no son pocas las veces que le digo
a un amigo: “Quedemos en comer a las dos, porque tengo que salir a las tres y media
para otro lado.” Todos te dicen que allí estarán puntuales. La verdad suele ser otra, llegan
veinte minutos o media hora tarde, y se las arreglan para reprocharte: “Bueno hombre...
tú siempre tan puntual”.

Además de la desconsideración, rozan la soberbia y la avaricia, porque llegan a la hora


que quieren, porque se consideran por encima del otro, y además acaparan el tiempo de
los demás.

Tal vez, el principal pecado de la humanidad, en la actualidad sea la crueldad, palabra


que viene de cruor, que significa la sangre se derrama. Una persona cruel no es buena.
Pero todo tiene que ver con la profesión de cada uno y las obligaciones. Llevado al
absurdo, un cirujano no puede desmayarse cada vez que ve una gota de sangre, porque
no es lo que se espera de él. Hay virtudes y vicios que dependen del papel que tengas en
la sociedad.

A algunos intelectuales y artistas se les reprocha su vanidad, pero si no tuvieran cierto


deseo de exhibición o de alcanzar prestigio, no pintarían ningún cuadro ni escribirían
ninguna novela. Muchos grandes concertistas necesitan tener cierto carácter
exhibicionista para sentarse al piano.

El egoísmo es para muchos el gran mal de estos días. Pero no hay que olvidar que el
egoísmo racional está en la base de la ética clásica. Aristóteles habla de la filautía, que
es el amor a sí mismo. Se trata de un amor a uno mismo bien informado. Esto quiere decir
que hay que saber muy bien qué es lo que le conviene a uno. Y esto no es tan fácil porque
solemos tener imágenes de nosotros o de nuestros deseos que pueden estar suscitadas
por la presión del medio, por la fascinación, por la influencia de los demagogos, etcétera.
Por lo tanto, no creo que exista ninguna contraposición entre el egoísmo y las actitudes
éticas, que lo único que reclaman es que realice una verdadera reflexión sobre lo que
realmente me conviene. Pero también es real que el amor no tiene por qué ser informado
y ese es el esfuerzo que hay que hacer: informarse.

Es curioso que en los pecados tradicionales la mentira no esté consignada y tampoco la


sinceridad o la veracidad aparecen como virtud. Por lo que creo que un vicio a señalar en
la actualidad es la falsedad, el ocultamiento de la realidad. La gravedad de este tema está
dada porque los ciudadanos tienen que tomar decisiones para lo que necesitan
información veraz.

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Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

Las virtudes y los vicios de Aristóteles


Naranjo, N. (junio de 2004). Sobre las virtudes y los vicios de Aristóteles. Revista Lasallista de Investigación, 1(1),
110-117. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/695/69511020.pdf

La relevancia de este escrito es considerar que en el pensamiento de Aristóteles está el


origen de algunas ideas que la Iglesia se apropió (es sabido, por ejemplo, que pensadores
tan ilustres como Santo Tomás de Aquino estudiaron, interpretaron y reelaboraron las ideas
aristotélicas en sus obras). Y aunque la Iglesia dejara de lado muchas de ellas, en algunos
momentos de su vasta historia, en otros casos las adoptó.

Una de las ideas acogidas es la de las virtudes continencia y temperancia (ésta última se
conoce en el ámbito cristiano actual más como templanza), que son llevadas al grupo de lo
“bueno” en el comportamiento de los hombres para la Iglesia; y los vicios incontinencia e
intemperancia (opuestos directamente a las virtudes citadas) que son llevados al grupo de
lo “pecaminoso” para ella. La posibilidad de ver la fuente de las normas que marcan
nuestros pasos, al entender el modo como se adaptaron al catolicismo, es importante. Con
ello se prueba que el código ético que nos rige surge de otras fuentes y que es, entre otras
cosas, susceptible de cambio e inacabado.

Al inicio de la edición consultada, una “Nota para el lector” informa que el texto hace parte
del corpus aristotelicum, aunque “los estudiosos afirman que no se ha podido rebatir de un
modo satisfactorio que [“Sobre las virtudes y los vicios”] sea espurio”. Ésta no es una razón
para descartarlo, dado que la autenticidad de diversos componentes del corpus se ha
puesto en duda con frecuencia. No se niega la autoría de la “Ética” y de “Ética a Nicómaco”,
libros de Aristóteles que se ocupan en profundidad del mismo asunto. Pero como exceden
los límites de esta revista, el catálogo resulta útil, por su brevedad, para arrojar luz sobre el
problema que nos atañe.

La impresión inicial es que se trata de un texto ordenado y sistematizado. Kant y Platón


afirman que para construir filosóficamente hay que aplicar dos leyes, la de la homogeneidad
y la de la especificación. En la introducción a su tesis doctoral, el pensador alemán Arturo
Schopenhauer explica cómo funcionan: “(...) la ley de la homogeneidad implica que
tomamos nota de todas las similitudes y conformidades, que a la luz de esto agrupamos las
cosas bajo especies y las especies bajo los géneros, que ubicamos los géneros menores
bajo los géneros mayores y que continuamos así hasta que llegamos a la unidad de un tipo
mayor, que lo cobija todo”.

Y el mismo pensador define así la ley de la especificación: “El número de las variaciones
de las cosas no debe reducirse sin una consideración seria.”2, gracias a ella se logra que
las distinciones entre los géneros mayores y los géneros menores, las especies mayores y
las especies menores sean justas y precisas. En el texto del estagirita, la ley de la
homogeneización permite determinar dos tipos de géneros mayores (por un lado, las tres
partes del alma - lo racional, lo pasional, lo apetecible – y, por el otro el alma total); también

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dos géneros menores (“excelencias” y “vicios”). Y así mismo determina las especies
mayores (la definición de cada una de las ocho excelencias y la definición de cada uno de
los ocho vicios) y las especies menores (lo que acompaña a cada excelencia y lo que resulta
de ella o lo que acompaña a cada vicio y lo que resulta de él). Las dos unidades totales a
las que permite llegar la ley de la homogenización son las que titulan el texto: Las “virtudes”
y los “vicios”.

Y la ley de la especificación permite tener claro cada género mayor, cada género menor,
cada especie mayor y menor. Tal ley asegura que no hay errores en esa suerte de “árbol”
conceptual que se crea a partir de la ley de la homogeneidad. Con la ley de la especificación
cada “hoja” se estudia en cada “rama” y se corrobora que está en el sitio que le corresponde.

La aplicación de ambas leyes brinda al texto la claridad de un catálogo. Al estudiar el cuadro


conceptual, armado con ambas leyes, se distinguen varias características. Hay dos géneros
mayores y dos géneros menores. Los dos géneros mayores contienen los dos géneros
menores. Cada género menor contiene ocho especies mayores. Las ocho especies
mayores de cada uno de los dos géneros menores son opuestas entre sí y cada una
contiene una especie menor.

Del primer género menor (excelencias) unas especies mayores se ubican en un género
mayor, o sea una parte del alma (sabiduría, delicadeza, coraje, continencia, temperancia) y
otras especies mayores de ese género menor se ubican en otro género mayor, o sea el
alma como un todo (justicia, liberalidad y magnanimidad). Del segundo género menor
(vicios) hay especies mayores que hacen parte de las tres partes del alma (insensatez,
irascibilidad, cobardía, intemperancia, incontinencia) y otras que hacen parte del alma como
un todo (injusticia, miseria y estrechez de mente). Las ocho especies menores acompañan
a las especies mayores de las que provienen y se ubican donde éstas lo hacen.

Se pueden sacar unas leyes generales con una suerte de teoría de conjuntos aritmética
aunque expresada en palabras. Estas leyes se aplican en el caso presente:

Ley 1) Hay dos conjuntos “excelencias” (E) y “vicios” (V) y cada uno tiene ocho elementos.
Ley 2) E o V pueden tener elementos en común en el conjunto “partes del alma” (PA) o en
el conjunto “el alma total” (AT) pero ni E ni V pueden tener un mismo elemento suyo tanto
en PA como en AT. Por eso hay cinco excelencias y cinco vicios en PA o tres excelencias y
tres vicios en AT.

Ley 3) La cantidad de elementos que el conjunto E tenga en PA y la cantidad de elementos


que el conjunto V tenga en PA será igual, o sea cinco. Ley 4) La cantidad de elementos que
el conjunto E tenga en AT y la cantidad de elementos que el conjunto V tenga en AT será
también igual, o sea tres. La teoría de conjuntos permite discernir una rigidez impuesta a
los diez y seis elementos, que restringe enormemente las posibilidades de conjunción entre
ellos. Si se considera que los elementos son maneras de ver y ordenar los comportamientos
humanos, se observa que hay pocas opciones, pues en total se definen dieciséis. Esto
dificulta cómo se piensan los comportamientos, porque el alma humana, desde el siglo IV

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a. C. ha percibido muchos más matices en sus comportamientos que los dieciséis del texto.
Hoy en día, tal rigidez desconocería al hombre mismo. Si se hiciera hoy el ejercicio de
delimitar los comportamientos al modo del texto, y se fuera justo con la diversidad de
comportamientos conocidos y posibles, el trabajo sería inacabable. El mayor problema es
que sólo ocho maneras de comportarse, de las dieciséis que propone el texto, son
escogidas como dignas de elogio.

Hay otro aspecto del escrito, no menos importante, que la Iglesia se apropió. Característico
del texto es, por un lado, una claridad absoluta en sus conceptos (hay un verdadero acto
de la definición en él) y, por el otro, un rígido orden expositivo del contenido, que lo hacen,
en buena medida, tajante. Hay una delimitación “absoluta” entre las excelencias del alma y
sus vicios, tanto más cuanto que no se nombra ningún término medio entre ellos, y ambos
quedan establecidos como dos polos que no se tocan. Esta división binaria marca una pauta
que está en la base del escrito: o hay excelencias o hay vicios. Las primeras son dignas de
elogio y los segundos de reproche. Y esta manera de ver los comportamientos del hombre
la adoptó la Iglesia, al pensar los comportamientos en función de dos únicos resultados
posibles, también excluyentes recíprocamente: o llevan a la salvación eterna (y son
elogiables) o conducen a la condena eterna (y son reprochables).

En el orden del texto se vislumbra esta estricta manera de pensar. El escrito avanza, para
usar una imagen sencilla, como avanza el pensamiento si se lo toma como una suerte de
caminar que va creando camino. El texto evoluciona por pasos pareados. Cada paso del
primer pie es seguido por un nuevo paso del pie contrario, hasta donde ha avanzado el
primero y con los resultados muy similares.

Ambos pies siguen reglas precisas. Al ejemplificar con el texto se comprende mejor la
analogía:

En el escrito, el primer paso del primer pie (que es el primer párrafo del numeral 1)
establece la cualidad de las excelencias, lo que las acompaña y sus resultados. A renglón
seguido (segunda parte del primer párrafo del numeral 1), el primer paso del segundo pie
establece la cualidad de los vicios, lo que los acompaña y sus resultados.

El segundo paso del primer pie (segundo párrafo del numeral 1) lista ocho excelencias y
ubica cinco de ellas en una parte del alma y tres de ellas en el alma total. Y, a continuación,
el segundo paso del segundo pie (segunda parte del

segundo párrafo del numeral 1) hace lo mismo con los vicios: hace un listado de ocho y
ubica cinco en partes del alma y tres en el alma como un todo.

El tercer paso del primer pie (numeral 2) define cada una de las ocho excelencias listadas.
Y el tercer paso del segundo pie (numeral 3) hace lo propio con los vicios.

El cuarto paso del primer pie (numerales 4 y 5) lista lo que acompaña a cada excelencia y
lo que resulta de ella. Y el cuarto paso del segundo pie (numeral 6 y 7) lista lo que acompaña
a cada vicio o lo que resulta de él. Por último, el quinto paso del primer pie (numeral 8)

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Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

habla en general de lo que acompaña a las excelencias y lo que resulta de ellas. Dado que
se han dado cuatro pasos del primer pie seguidos de cuatro pasos del segundo pie, el lector,
tras el quinto paso del primer pie espera el paso quinto del segundo pie para que siga la
pauta (aunque en relación con los vicios) pero el texto no da ese paso.

El caminar queda trunco, y en lugar de la pisada que se esperaba, se establece que lo


relativo a los vicios se puede colegir por referencia a lo que se ha dicho de las excelencias
(última parte del numeral 8). Con tal “paso trunco” y con la indicación de cómo construir el
paso no dado, se realza el papel del pisar del primer pie por encima del segundo pie. “De
paso” realza las excelencias por encima de los vicios como las que es necesario nombrar
explícitamente, mientras que los vicios y lo relativo a ellos resulta prescindible (se puede
colegir por simple referencias a ellas).

A lo largo del texto, cada pisada, a partir de la segunda que da el primer pie, conserva el
orden en que se listaron las excelencias para hablar sobre ellas. Este orden determina
también el orden de la lista de los vicios. De modo que la enumeración de las excelencias
se vuelve como el molde a partir del cual crecerá el texto. Es una manera de realzarlas
además de decir que son “elogiables”. Y la oposición entre excelencias y vicios se vuelve
una constante para construir el texto, en cada paso sucesivo. Es tan claro que, al final, ya
se supone que el lector ha comprendido el modelo y se le dice que complete lo que falta,
dada la pauta señalada. De este modo de dieciséis comportamientos sólo ocho resultan
resaltados. No cabe duda que el orden escogido, en que las excelencias marcan la pauta,
debía facilitar la comprensión y la retención en la mente del contenido del texto, al tiempo
que orientaba en un sentido particular: buscar las excelencias. Es un recurso didáctico.

Luego de su elaboración, esas “excelencias” pasaron a ser virtudes, ya que en el texto no


aparece la palabra “virtud”, excepto en el título. Parece haber llegado después de la
redacción del texto mismo. Es, posiblemente, una adición posterior. Y tal término abre el
camino para acercar las ideas del griego Aristóteles a las de la Iglesia romana, ya que son
las virtudes las que se busca exaltar en su ética. En la “Nota para el lector”, ya citada, se
explica que los números en el margen exterior indican la distribución del texto en la edición
de las obras completas (en griego) realizada por Immanuel Bekker, de 1831.

Tal distribución está en la mayoría de las ediciones de las obras de Aristóteles y la utilizan
los grandes estudiosos. Por ejemplo, la inicial 1249ª25, debe entenderse así:

1- El primer número (“1249”) es el número de la página de la edición de Bekker.

2 -La letra, si es una a, indica la primera columna de la edición de Bekker. Si es una b,


indica la segunda columna. En el ejemplo, “a” indica la primera columna.

3 -El tercer número indica el número de la línea. En este caso es la línea “25

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“Sobre las virtudes y los vicios” de Aristóteles


1249a 25 1 - Lo noble es objeto de elogio, y lo bajo objeto de reproche: encabezando lo que es noble está
lo excelente, encabezando lo bajo están los vicios; no sólo es lo excelente objeto de elogio sino
también las causas de lo excelente y aquello que las acompaña y lo que resulta de ellas. Lo que
se opone a las cosas excelentes, lo que acompaña a esto y sus resultados son objeto de
30
censura.
1249b 25 Si, en concordancia con Platón, afirmamos que el alma tenga tres partes 3, entonces la sabiduría
es la excelencia de lo racional, la delicadeza y el coraje lo son de lo pasional, la temperancia y
la continencia de lo apetecible, y del alma en su totalidad, la justicia, la liberalidad y la
1250b 1 magnanimidad. La insensatez es el vicio de lo racional, la irascibilidad y la cobardía lo son de lo
apasionado; la intemperancia y la incontinencia de lo apetecible y del alma toda, la injusticia, la
avaricia y la estrechez de mente.
5 2) La sabiduría es una excelencia de aquella parte racional capaz de procurar todo lo que tienda
a la felicidad. La delicadeza es una excelencia de la parte apasionada, por la cual los hombres
difícilmente se dejan enfurecer. El coraje es una excelencia de la parte pasional, por lo cual es
difícil tornar a un hombre en medroso por aprehensión4 a la muerte. La temperancia es una
10 excelencia de la parte apetitiva, por lo cual los hombres dejan de desear los malos placeres
sensuales. La continencia es una excelencia de la parte deseante, por la cual los hombres
moderan mediante el pensamiento el apetito que se apresta hacia los malos placeres. La justicia
es una excelencia del alma5 que distribuye a cada cual según sus merecimientos. La liberalidad
15 es una excelencia del alma que se dispone a invertir en objetos nobles. La magnanimidad es
una excelencia del alma, por la cual los hombres pueden soportar la buena o la mala fortuna, el
honor y el deshonor.
3) La insensatez es un vicio de la parte racional, que causa mal vivir. La irascibilidad es un vicio
de la parte apasionada, por la cual los hombres enfurecen con facilidad. La cobardía es un vicio
20 de la parte apasionada, mediante la cual la aprehensión los vuelve temerosos, especialmente
la relacionada con la muerte. La intemperancia es un vicio de la parte deseante, por la cual los
hombres llegan a apetecer los malos placeres sensuales. La incontinencia es un vicio de la parte
deseante, a través de la cual se escogen los malos placeres, aunque la razón se oponga. La
injusticia es un vicio del alma, a través de la cual los hombres codician más de lo que merecen.
La avaricia es un vicio del alma, por medio de la cual los hombres buscan obtener una ganancia
de todas partes. La estrechez de mente es un vicio del alma, que hace a los hombres incapaces
25 de sobrellevar tanto la mala como la buena suerte, así como el honor y el deshonor.
30 4) A la sabiduría pertenecen la deliberación correcta, el juicio correcto respecto de lo que es
bueno y malo y todo lo que en la vida deba escogerse o evitarse, el uso noble de todos los
bienes que nos pertenecen, el modo correcto de conducirse en las relaciones sociales, el
aprovechar la oportunidad, el uso sagaz de la palabra y del acto, la posesión de la experiencia
35 de todo lo que es útil. La memoria, la experiencia, el tacto, el buen juicio, la sagacidad – cada
uno de estos o nace de la sabiduría o la acompaña. O posiblemente algunos de ellos son, por
decirlo así, causas subsidiarias de la sabiduría (tales como la experiencia y la memoria) u otros
son, como si dijéramos, partes de ella, por ejemplo, el buen juicio y la sagacidad.
40 A la gentileza pertenece el poder de soportar con moderación las acusaciones y6 los desaires,
el no apresurarse a la venganza, que no se sea llevado fácilmente a enfurecer, que el carácter
de uno no sea amargo ni conflictivo, que haya en el alma quietud y resolución.
1250b 1 Al coraje pertenece la lentitud para asustarse con la aprehensión a la muerte, muerte, el tener
buen coraje ante los peligros y arrojo frente a los riesgos, y el escoger una muerte noble en vez
de una salvación que sea baja de algún modo, y el ser la causa de la victoria. También le
pertenecen el trabajo, la resistencia, y el ser hombre. Y la acompaña la disposición para el
5
riesgo, los buenos ánimos y la confianza; y más aún, el aprecio por el esfuerzo y la resistencia.

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“Sobre las virtudes y los vicios” de Aristóteles


A la temperancia pertenece la ausencia de admiración por el disfrute de los placeres corporales,
10 la ausencia del deseo de todo disfrute sensual bajo, el temor a la mala fama, y un curso de vida
ordenado, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Y la temperancia está
acompañada por la disciplina, el orden, la vergüenza y la cautela.
5) A la continencia pertenecen el poder de refrenarse con la razón el apetito cuando éste se
15 apresta al disfrute de los placeres, y la perseverancia y la resolución cuando hay dolor o un
deseo natural.
A la justicia pertenecen la capacidad de distribuir a cada uno su merecimiento, preservar las
costumbres ancestrales y las leyes, y también la ley escrita, el ser veraz en cuestiones de
20 importancia, el cumplir los acuerdos que uno hace. Primeros entre los actos de justicia son los
que van dirigidos a los dioses, luego los que se destinan a los espíritus deificados, luego los que
van dirigidos al propio país y a los padres, después los que van dirigidos a los ausentes: entre
estos viene la piedad, que es, o bien una parte de la justicia, o bien un acompañante de ella.
También la justicia está acompañada por la pureza, la verdad, la confianza, y el odio a la maldad.
25 A la liberalidad pertenecen el ser profuso con el dinero en los objetos dignos de elogio, el ser
generoso en gastar en un propósito apropiado, el ser servicial y amable en cuestiones 7 que son
disputadas, y el no tomar dinero de fuentes indebidas. El hombre liberal es también pulcro en
su vestido y en su casa, dispuesto a procurase aquello que no sea estrictamente necesario pero
que sea hermoso y disfrutable sin ganancia, proclive a mantener todo animal que posea alguna
30 característica peculiar o maravillosa. La liberalidad está acompañada por una flexibilidad y
ductilidad en la disposición, por la amabilidad, la compasión, el amor por los amigos, extranjeros
y cuanto sea noble.
35 Pertenecen a la magnanimidad el soportar noblemente tanto la buena como la mala suerte, o el
honor o el deshonor; no admirar el lujo ni la atención ni el poder ni la victoria en las contiendas,
sino poseer más bien una suerte de profundidad o grandeza de alma. El magnánimo es aquel
40 que no valora demasiado el vivir ni es afecto a la vida, sino que es de disposición sencilla y
noble, que puede ser agraviado sin aprestarse a la venganza. Acompañan a la magnanimidad
la sencillez, la nobleza y la verdad.
1251a1 6) A la insensatez le va el mal juicio, la mala deliberación, las malas relaciones sociales, el mal
uso de los bienes actuales, el pensar erróneamente acerca de lo que es bueno y noble respecto
a la vida. La insensatez va acompañada de la ignorancia, la inexperiencia, la incontinencia, de
la falta de tacto, de la cortedad de memoria.
5 Hay tres especies de irascibilidad – la propensión a la ira, al mal humor, el ser huraño. Signo del
hombre irascible es su incapacidad para soportar pequeños desaires o fracasos, que está presto
a castigar, listo a vengarse, que es fácilmente movido a la ira por cualquier palabra o acto
fortuitos. Acompañan a la irascibilidad una disposición propensa a la excitación, los cambios
repentinos del sentimiento, la atención a las cuestiones triviales, la contrariedad frente a lo nimio,
10
todo ello de un modo rápido y por cualquier motivo aún leve.
A la cobardía pertenecen el dejarse llevar rápidamente por aprehensiones repentinas,
especialmente respecto a la muerte o a la mutilación del cuerpo y el suponer que cualquier
15 salvación sea mejor que una muerte noble. La acompañan la laxitud, el afeminamiento, la
desesperación, el amor por la vida. En el fondo, sin embargo, existe una especie de cautela en
la disposición y una demora para la confrontación.
A la intemperancia le va el escoger el disfrute de los placeres bajos y dañinos, el suponer que
20 aquellos que viven en tales placeres sean felices en grado sumo, el amar la risa, la burla, la
agudeza, y la levedad de palabra y acción. La acompañan la indisciplina, la desvergüenza, el
desorden, el lujo, la facilidad, la negligencia, el desprecio y la disipación.

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“Sobre las virtudes y los vicios” de Aristóteles


A la incontinencia pertenecen el escoger el disfrute de los placeres, aunque la razón lo prohíba,
25 entregarse a ellos a pesar de la convicción de que sería mejor no hacerlo, y aun sabiendo que
se debería hacer lo noble y útil, abstenerse de ello para entregarse a los placeres. Acompañan
a la incontinencia el afeminamiento, la negligencia y, en general, aquello que acompaña a la
intemperancia.
7) Hay tres tipos de injusticia – la impiedad, la avaricia y el maltrato. La impiedad es el ultraje a
30 los dioses, a los espíritus deificados, a los muertos, a los propios padres y al propio país. La
avaricia es el falsear los acuerdos, el reclamo de una parte del objeto en disputa más allá de lo
35 pactado. La injuria ocurre al prodigarse uno un placer que trae a otra vergüenza, por lo cual
Eveno dice de ella: “Aquello que sin aportar nada daña sin embargo a otro.” Pertenecen a la
1251b1 injusticia violar las costumbres ancestrales y las leyes, el desobedecer los estatutos y a los
gobernantes, el mentir, el cometer perjurio, el violar los acuerdos y los compromisos. Acompaña
a la injusticia el subterfugio, la arrogancia, la pretensión, la malignidad y la falta de escrúpulos.
De la avaricia hay tres especies. Son la búsqueda de la ganancia deshonrosa, la parsimonia y
la mezquindad: la búsqueda de la ganancia deshonrosa, en tanto que tales hombres buscan la
5 ganancia de todas las fuentes posibles y que piensan más en la ganancia que en la vergüenza;
la parsimonia, en cuanto no están dispuestos a gastar dinero en un propósito apropiado; la
tacañería en tanto que, al gastar, lo hacen mal y en poca cantidad, y resultan más lesionados
10 que beneficiados por no gastar a tiempo. Pertenecen a la avaricia valorar el dinero más que
todo lo demás, y pensar que ninguna cosa que traiga una ganancia sea irreprochable. La vida
del hombre avaro es servil, apta para el esclavo y sórdida, ajena a la ambición y a la liberalidad.
15 Acompañan a la avaricia la mezquindad, la contrariedad, la estrechez de mente, la humillación
de sí mismo, la falta de mesura, la ausencia de nobleza y la misantropía.
Pertenecen a la estrechez de mente no ser capaz de soportar ni el honor ni el deshonor, ni la
20 buena o mala fortuna, y a cambio vanagloriarse cuando se es honrado, el engreírse ante las
pequeñas prosperidades, el ser incapaz de soportar aún la menor privación de honor, el tomar
por gran infortunio cualquier pequeña contrariedad, quejarse y ser impaciente con todo. Más
aún, el hombre de mente estrecha es el que considera cada desaire un ultraje y un deshonor,
inclusive aquellos que le infligen por ignorancia u olvido. Acompaña a la estrechez de mente la
25 mezquindad, el refunfuñar, la desesperanza y la humillación de sí mismo.
8) En general pertenece a la excelencia el hacer que la condición del alma sea buena, usando
movimientos callados y ordenados y que concuerden con ella en todas sus partes 8 : de aquí que
la condición de una alma buena parezca ser la pauta para una buena constitución política.
También pertenecen a la excelencia el hacer el bien a quienes valen la pena, el amar lo bueno;
30 no apresurarse ni a castigar ni a vengarse, sino ser complaciente, amable y misericordioso. La
acompaña el valor, la equidad, la indulgencia, la buena esperanza y, más aún, todas las
35 cualidades como el amor al hogar, el amor por los amigos, el amor por los camaradas, el amor
por los extranjeros, el amor por los hombres, el amor de lo noble: todas estas cualidades están
entre las loables. Los signos de los vicios son los opuestos a éstos, y los acompañantes de los
vicios son lo contrario de los acompañantes de las excelencias: y todos estos signos y
acompañantes del vicio pertenecen a la clase de lo condenable.

Bibliografía
“On Virtues and Vices” en “The Complete Works of Aristotle, [The Revised Oxford Translation]” Edited by
Jonathan Barnes, 2 Vols., Bolligen Series LXXI, Princeton University Press, New Jersey, p. 1982-1985.

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NOTAS

1) Agradezco a mi madre, Mónica Boza Salcedo, su valiosa revisión de la traducción. Ésta


cambió substancialmente después de sus correcciones y precisiones. Agradezco también al
Dr. Vicente Albéniz Laclaustra por convertirse en el corrector de pruebas del artículo
completo.
2) Traducción del latín: Entium varietates non temere esse minuendas. Véase la Introducción
de Schopenhauer en la edición inglesa “The Early Fourfold Root of the Principle of Sufficient
Reason” [Versión temprana de “De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente” [Tesis
doctoral]” de Arturo Schopenhauer, Traducción y estudio de F. C. White, Editorial Avebury,
Inglaterra, 1997.
3) El alma, para Platón, se dividía en tres partes: 1 – lo racional, 2 – lo apasionado 3 – lo
apetitivo.
4) En el hermosísimo “Diccionario de le lengua castellana por la Academia Española” (6ta
edición), Madrid en la Imprenta Nacional, año de 1822 (que se encuentra en la biblioteca de
la Corporación Universitaria Lasallista) la palabra “aprehensión” tiene bajo una de sus
acepciones: El falso concepto que acerca de alguna cosa hace a uno formar la imaginación.
A pesar de que “aprehensión” significa actualmente comprensión, le doy el uso que tuvo
antes.
5) Entiéndase “del alma como un todo” en este punto del texto.
6) Se omite aquí ìåôñßáò (Nota al pie de la edición inglesa).
7) Se omite el êáß ÖéëÜíèñùðïí (Nota al pie de la edición inglesa).
8) Entiéndase como “en todas las partes del alma”.

¿DE DÓNDE VIENE LO QUE SIENTES Y DESEAS?


García, M., Delgado, I., & Hernández, A. (2023). Humanidades I. CDMX, México: Mcmillan Educación. pp. 24-25.

¿Alguna vez te has preguntado por qué te sientes de tal o cual manera, o si los demás
sientes o desean lo mismo que tú? ¿Lo que experimentamos y queremos viene sólo de
nosotros mismos o nos es impuesto de fuera?

Si hacemos estas preguntas a los demás, seguramente obtendremos una gran diversidad
de opiniones que algunos considerarán ciertas y otros poco acertadas. Buscar una
respuesta certera a estas interrogantes ha ocupado a la filosofía, la ciencia y la psicología
durante siglos.

Freud los deseos vienen del inconsciente


Sigmund Freud (1859-1939), uno de los autores más trascendentes en la historia del
pensamiento occidental, dividía a la mente humana en tres partes:

• El consciente
• El preconsciente
• El subconsciente

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Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

El consciente. Abarca básicamente lo que percibimos en el momento. Ver figura 4.


El preconsciente. Engloba los contenidos que han logrado traspasar la censura del
inconsciente disfrazándose en sueños o en algunos recuerdos a los que podemos acceder
con cierta facilidad cuando lo requerimos.

El inconsciente. Consiste en todos aquellos contenidos obtenidos de nuestra


experiencia en el mundo que no son accesibles a la memoria, pero que afectan de manera
indirecta la consciencia. Por ejemplo, de una o varias experiencias pudimos haber
aprendido a ver el mundo como un lugar peligroso al que hay que temer; no recordamos
cómo obtuvimos esa lección, pero ciertas vivencias determinan la manera en que ahora
vemos las cosas. Esas experiencias están en el inconsciente, pero tienen un gran impacto
en nuestra concepción del mundo.

Como se puede apreciar en la metáfora del iceberg de Freud. Ver figura 4.

Figura 2. En la metáfora del iceberg, la punta representa al consciente. La parte que se encuentra debajo del agua, pero
que aún es visible, sería el preconsciente y la parte más profunda que ya no es visible, el inconsciente.

Los aprendizajes guardados en el incosciente dan origen a lo Freud llamó pulsiones,


las cuales son presiones o motivaciones inconscientes para actuar (figura 5). Si tienen que
ver con aspectos físicos, las llama necesidades, y si están relacionadas con aspectos
mentales, las denomina deseos. Dichas pulsiones están detrás de todas nuestras acciones
y con estas últimas buscamos reducir la tensión a través de la satisfacción, con lo que se
genera un estado de relajación del cuerpo o la mente. Tal estado permanece hasta que
surge nuevamente la pulsión.

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La base biológica del deseo


García, M., Delgado, I., & Hernández, A. (2023). Humanidades I. CDMX, México: Mcmillan Educación. pp. 24-26.

Otra respuesta a la pregunta: ¿de dónde vienen nuestros sentimientos y deseos?, se


obtiene de la neurociencia, la cual estudia el sistema nervioso central y periférico. El primero
se compone del cerebro y la médula espinal, mientras que los nervios constituyen el
segundo.

Una parte importante de nuestro cerebro está compuesta por el sistema límbico que está
formado por las estructuras que dirigen nuestras emociones y comportamiento. Por otro
lado, las neuronas producen neurotransmisores, los cuales están fuertemente vinculados
con las emociones y los estados de ánimo.

Un neurotransmisor importante para explicar los deseos es la dopamina. Niveles altos de


este bioquímico explican la aparición de un deseo intenso y generan la motivación
necesaria para perseverar en éste alcanzarlo. Otra sustancia que ayuda a explicar lo que
sentimos es la serotonina, asociada con la sensación de bienestar; las personas que
presentan bajos niveles de este compuesto en el cerebro pueden sufrir depresión.

El sistema cortical se encarga de las funciones superiores, como la memoria y el lenguaje,


ubicado en el sistema de la corteza prefrontal, el cual no forma parte del límbico, pero es
fundamental en nuestro actuar, podría decirse que es el centro de la racionalidad humana.
Entre sus funciones más importantes está la toma de decisiones con base en razones y no
en impulsos guiados por el sistema límbico.

La corteza prefrontal forma el pensamiento por la experiencia, es decir, a partir de lo que


aprendemos del mundo y de las personas que nos rodean. Con el reforzamiento adecuado,
es capaz de controlar al sistema límbico, incluso enseñarle a reaccionar de determinada
manera, conforme a sus razones; por ejemplo, puede regular el deseo de consumir algo
que sabemos que es dañino para nuestra salud.

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Progresión 2. Pasiones y vicios contemporáneos

“La función principal de la corteza prefrontal es el control cognitivo,


que ayuda a tomar decisiones”.
Desde el punto de vista biológico, podemos explicar de formas muy sofisticadas los
mecanismos cerebrales y hormonales que nos llevan a sentir o desear algo, pero esto no
nos hace esclavos de nuestros deseos y emociones hay que recordar que, además de un
sistema límbico que genera el primer impulso ante un objeto o situación, también tenemos
una corteza prefrontal que es capaz de someter dichos impulsos a un análisis racional e,
incluso, de enseñar a las estructuras del sistema límbico a reaccionar de una manera más
funcional.

Recomendable leer:

Libro las penas del joven Werther de Goethe

Bibliografía
García, M., Delgado, I., & Hernández, A. (2023). Humanidades I. CDMX, México: Mcmillan Educación.

Gómez, R. (2023). Humanidades I (1a ed.). México: Delta Learning.

Naranjo, N. (junio de 2004). Sobre las virtudes y los vicios de Aristóteles. Revista Lasallista de Investigación,
1(1), 110-117. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/695/69511020.pdf

Savater, F. (2016). Los diete pecados capitales (3a ed.). CDMX, México: Debolsillo.

SEP-SEMS. (2023). Programa de estudios del Área de Conocimiento Humanidades I. CDMX, México.

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