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¡Es Mío!

» KOOKV

avamochi
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This story was first published on July 22nd, 2020, and was last
updated on April 11th, 2023.
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Title Page
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Summary
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4 (final)
Extra
Summary

title ¡Es Mío! » KOOKV


author avamochi
source https://www.wattpad.com/story/199465259
published July 22nd, 2020
updated April 11th, 2023
words 15,091
chapters 5
status Complete
rating Unknown
Alfa, Bts, Complete, Kooktae, Minific, Omega, Omegaverse,
tags
Taekookawards2023

Description:
TaeHyung es un omega. JungKook es su alfa mimado.
Omegaverse
Portada realizada por @koalateacher
Publicada: SEPT. 03, 2019 | NOV. 27, 2019
Capítulo 1

Disfruten ♡♡

TaeHyung tenía ocho años cuando el hyung bueno le


informó que otro cachorro llegaría a la manada. Le habían
dicho que estaba encargado de enseñarle al nuevo
miembro los lugares de la casa, además de ello, también
debían compartir habitación y aunque no le agradaba la
idea de darle parte de su espacio a alguien más, le aseguró
que no le fallaría.
Sentía mucho cariño por sus cuidadores, uno era el
hyung bueno que olía a frambuesas y le daba besitos en la
nariz para hacerlo reír, mientras que el otro era su pareja,
el hyung gruñón que olía a café con leche y le regalaba
galletas a escondidas. Sabía que no eran sus verdaderos
padres, pero los consideraba como tal, pues los niños de su
clase dijeron cosas que hacían con sus papis que era muy
similares a las que JiMin y YoonGi realizaban con él (como
llevarlo al parque a comer helado, ayudarlo con la tarea,
prepararle panqueques con mucha miel y cantarle
canciones cuando despertaba de un mal sueño).
A TaeHyung no le dieron detalles sobre el que sería su
nuevo compañero, simplemente le contaron que su nombre
era JungKook y que era más pequeño, por lo que tenía que
cuidarlo bien.
Estaba sentado en la banca bajo el frondoso árbol de
manzanas más cercano a la entrada, esperando la llegada
de JungKook con un malestar en su estómago. Según Hobi,
podría ser olvidado si toda la atención de sus hyungs era
tomada, ya no sería el menor y lo llevarían devuelta con el
señor feo, eso lo ponía nervioso, ¡no quería ser desplazado!
Pero tampoco podía ser malo con el cachorro cuando
prometió ser eficiente.
Poco tiempo después, el auto negro del hyung gruñón fue
visible ante los ojos del rubio, poniéndolo más ansioso al
divisar dos siluetas -una más pequeña que la otra— por el
vidrio polarizado. Una era claramente de YoonGi, años
viviendo con él lograron que lo reconociera sin problema
unos segundos antes de bajar del vehículo con su
impecable traje azul, sin embargo, la otra era desconocida
a sus ojitos.
—¡Tae, ven a conocer a alguien! -llamó YoonGi una vez
que salió del coche y abrió la puerta trasera del mismo.
TaeHyung estaba inquieto, pero la curiosidad parecía ser
más fuerte que su temor. Se acercó con pasos indecisos a
donde estaba el alfa mirando hacia el interior del auto.
—¿Estás listo? Te presento a
JungKook -seguida las palabras, ayudó a un pequeño de
seis años a bajar con cuidado, logrando captar toda la
atención del menor, el cual observó atentamente el rostro
del cachorro. Tenía grandes ojos negros, cabellos de color
azabache y sus diminutas manos apresaban un conejo
blanco de felpa— JungKook, TaeHyung estará aquí para
guiarte. Él jugará contigo y te acompañará a partir de
ahora.
El aludido miró a TaeHyung con la cabeza ligeramente
ladeada, como si estuviera analizando con seriedad las
palabras del alfa que lo trajo consigo.
—¿Es amigo? -preguntó el cachorrito, sus ojos delataban
la inocencia en ellos.
—Sí, Tae es tu amigo.
—Tae es amigo. ¡Tae es amigo! -JungKook saltó en su
sitio, una sonrisa formándose en su rostro mientras miraba
a TaeHyung. Era como si de pronto le hubiese salido una
cola.
Para ser mayor, el pequeño rubio estaba intimidado ante
la emoción del contrario. Aun se sentía en desconfianza, no
sabía si ese niño había llegado para robarle a sus
cuidadores.
JungKook era una amenaza. El enemigo. ¿Por qué ese
cachorro se veía tan feliz de estar a su lado?
De un segundo a otro, unos bracitos cortos rodearon el
torso de TaeHyung.
—H-hyung… -dijo tembloroso al alfa. Estaba abrazándolo.
El niño opacador estaba abrazándolo.
—Mira eso, al parecer no será difícil para JungKook
adaptarse a ti. JiMinnie se pondrá feliz de saberlo -YoonGi
sonrió, acariciando con las manos su cabello rubio.
—¿Iminnie? -inquirió curioso.
—Sí, ¿recuerdas que te hablé de JiMinnie? Él también te
acompañará aquí.
—¿Iminnie amigo? -repitió el menor, era gracioso para
YoonGi verlo intentar observarlo mientras seguía abrazado
a Tae.
Pese a que sabía que TaeHyung estaba asustado de ser
reemplazado -lo escuchó hablando con Effie El Tigre
noches atrás-, estaba seguro que en menos tiempo de lo
pensado ambos cachorros serían inseparables.
Nada más tenían que prestar atención a la clara euforia
del pelinegro por pasar tiempo con su compañero.
—JiMinnie no es tu amigo, es tu hyung. Será quien te
cuide.
—Iminnie hyung -JungKook pareció pensar en ello—
¡Quiero conocer a Iminnie hyung! ¡Vamos!
YoonGi aceptó, sacando de su bolsillo las llaves de su
auto para ponerle seguro. Luego de eso sonrió, haciendo un
gesto a los niños para que lo siguieran.
—Entonces andando.
TaeHyung esperaba que JungKook lo liberara para
empezar a ir tras el hyung gruñón, no le gustaba que
estuviera sobre él cuando no lo conocía en absoluto. No es
como creyó que sería, pero eso no significaba que le
agradaba. No. No no le agradaba, su vida ahora sería
diferente con otra persona viviendo allí.
Sus ojitos se abrieron con sorpresa por el menor cuando
este tomó su mano para llevarlo apresuradamente al
interior de la casa. Un gruñido escapó de sus labios a la par
que frunció el entrecejo, más se dejó guiar hasta la cocina
donde JiMin estaba preparando algo de espaldas a ellos.
—Estoy en casa, Minnie -anunció el alfa, una de sus
manos se posó en el hombro de Tae y otra en el de Kook,
acercándolos para que JiMin pudiese notarlos rápidamente.
El omega los miró, sonrió de oreja a oreja haciendo que
sus ojos parecieran una línea y sus mejillas se vieran
tiernas.
—¡JungKookie! -caminó a su dirección con los brazos
extendidos.
—¡Iminnie hyung! -exclamó el azabache, imitando la
acción que realizó cuando le presentaron a Tae, por
supuesto que sólo pudo abrazar la pierna de JiMin al ser
muy bajito.
El rubio se alivió cuando finalmente su mano fue soltada,
pero aquella molestia en su estómago volvió. JiMin sostenía
a JungKook en brazos, repartiéndole besitos en la cara
como hacía con él.
¿Ya estaba cambiándolo? ¿Tan pronto?
Sintió ganas de llorar.
—JiMin está contento porque tendrás a alguien que te
acompañe cuando él y yo estemos ocupados con el trabajo -
especuló repentinamente el mayor de cabellos grises.
TaeHyung bajó la cabeza, jugando con sus deditos— Nadie
está reemplazandote, te seguimos amando aunque
JungKook esté aquí.
—¿Hyung no me olvidará? -cuestionó, su voz tornándose
quebradiza.
—Por supuesto que no, Tae -YoonGi se agachó a su
altura, atrayendolo para que pudiera esconder el rostro en
su cuello (sabía que de esa forma relajaba). TaeHyung se
aferró a su saco— No hay nada de qué preocuparse,
cachorro.
El pequeño olió el rico aroma de YoonGi, salió de su
escondite y le regaló una suave sonrisa a pesar de que sus
ojos seguían empañados.
—Te creo, hyung.
El peligris asintió, tomándolo en brazos para acercarse a
los demás. JungKook estaba murmurando sin parar sobre
las deliciosas galletas que obtuvo de camino a casa.
En la cena de ese día, sus cuidadores le preguntaban
cosas al menor mientras que él oía atento. No es como si le
importara saber de su vida, pero descubrió que estaba en
un antiguo refugio porque sus papis se fueron hacía
muchísimos años al cielo en un feo accidente y su abuela no
podía mantenerlo como se debía.
JungKook no se veía afectado por eso, seguía siendo muy
pequeño, en realidad estaba más interesado en ofrecerle de
su pollo con forma de dinosaurio. De vez en cuando
nombraban algo que lo emocionaba y la cola imaginaria
parecía salir de nuevo.
Tan pronto como los meses pasaron, el cachorro de
hebras oscuras se encariñó con TaeHyung hasta el punto
de tener que esconderse a veces porque estaba cansado de
ser abrazado. Era como un patito bebé siguiéndolo a todos
lados, varias veces el menor lloraba cuando salía más
temprano que él en la escuela porque lo extrañaba y
aunque TaeHyung terminó siendo un gruñón como su
hyung porque no le agradaban los besos llenos de babas en
su nariz (JungKook encontró a JiMin dándole besos y lo
imitó pocas horas después), jamás decía una palabra para
que su compañero de juegos no hiciera berrinches ni lo
acusara con el hyung bueno.
Su temor por ser reemplazado se apaciguó en el
momento exacto en que comprendió que ese torpe lobito no
podría hacer daño a una mosca tan siquiera. Por otra parte,
era bueno que estuviera en casa, ya no habrían tardes
solitarias ni tendría que pedirle a sus hyungs que lo
llevaran al hogar de HoSeok cuando estuviese aburrido.
JiMin no pasaba tanto tiempo en casa como antes porque
tenía un nuevo trabajo en la misma empresa donde estaba
su pareja, los días que tenía libre los tomaba para pasar
tiempo de calidad con sus cachorros en lugar de ir a dormir
como YoonGi le pedía que hiciera.
—¡Ocho… Siete… Cuatro… Y diez! ¡Listos o no, allá voy! -
avisó JungKook.
TaeHyung rió por lo bajo desde su escondite, tendría que
acordarse después de enseñarle a contar correctamente,
mientras, esperaba paciente detrás del sillón no ser el
primero en ser contado para no tener que buscar a todos
en la próxima ronda.
Un grito emocionado resonó en la habitación.
—¡Uno, dos, tres! ¡Encontré a Iminnie hyung!
—¡Wah! Me atrapaste -exclamó JiMin— Eres muy rápido,
JungKookie.
—Uhm… Ahora TaeTae -mencionó el pelinegro,
provocando que el rubio se cubriese los ojos para no ser
visto.
Encogiéndose en su sitio, TaeHyung solamente
escuchaba pisadas leves que nada más podían ser de
JungKook, hasta que…
—¡Aquí está, TaeTae! ¡Tengo a TaeTae! -chilló Kook y un
peso se situó sobre su cuerpo.
Ni siquiera le había dado oportunidad de quitar las
manos de sus ojos, el menor reía y lo apretujaba entre sus
brazos.
—¿Cómo me encontraste? -preguntó Tae asombrado, sin
percatarse de la sonrisa cómplice en su cuidador.
JungKook se acomodó en su regazo, girando la cabeza a
un lado.
—Es que soy veloz -respondió el cachorro con suficiencia
— Por eso le toca a Iminnie hyung contar.
JiMin ayudó a JungKook a salir de las piernas de Tae para
que se preparasen cuando empezara a contar. “No les voy a
dar oportunidad de ganar”, les había dicho el hyung bueno.
JungKook jaló la mano de TaeHyung en dirección al
armario en el pasillo que dirigía a los cuartos, no obstante,
el mayor puso fuerzas en sus piernas para detenerse. En
palabras mudas le dijo que no se escondería con él, pues el
lobito tendía a reír muy fuerte por los nervios.
—¡Siete…!
—Por favor, TaeTae. El armario está oscuro -rogó
JungKook entre susurros.
Quería negarse, JiMin contaría hasta diez y los iba a
descubrir, pero no podía resistirse al pequeño si ponía ojos
de cachorrito herido y abultaba su labio inferior en un
adorable puchero.
—Bien -aceptó derrotado— Vamos, apresúrate para que
no nos encuentre.
La cola nuevamente hizo acto de presencia, TaeHyung
casi que podía verla moverse de un lado a otro mientras
abría la puerta blanca y ambos se metían entre los grandes
sacos de YoonGi.
JungKook tenía la manía de querer ser el ganador en
todo, incluso con seis años el cachorro era tan competitivo
como terco y estaba dispuesto a ganar ese juego de las
escondidas si eso implicaba meterse en un espacio pequeño
y oscuro, dejando de lado el detalle de que… bueno, le
temía a la oscuridad. A TaeHyung simplemente no le
gustaban los espacios cerrados, pero la voz en su interior le
exigía que intentara hacer feliz a JungKookie siempre.
Tenía que protegerlo, no le interesaba ser apresado en
abrazos de osos ni replicaba cuando Effie El Tigre era
obligado a ser el esposo de Yani El Conejo por petición de
JungKook. YoonGi le contó que eso se debía a que era
mayor y su instinto lo hacía amable por naturaleza.
No quería aceptar que se estaba encariñando con el niño
opacador roba hyungs, pero no podía permitir que fueran
malos con el menor. TaeHyung inclusive luchó con los
monstruos que atacaban los sueños de Kook una noche,
negándose a dejarlos molestarle como hacían con él
algunas veces.
Esa madrugada JungKook se levantó exaltado un poco
antes de que un feo villano saltara a robarlo. Sus ojitos
picaban, las lágrimas amenazaban con mojar sus mejillas y
un puchero estaba formado en sus labios.
Tenía miedo.
Quería llamar a Yoonie hyung para que espantara a los
monstruos pero temía que si gritaba muy fuerte esos bichos
saldrían del baño para comérselo.
Salió de la cama en un salto apresurado, después brincó
nuevamente a la que estaba junto a la suya, la cual tenía la
misma distancia de una mesita de noche. TaeHyung era un
ovillo dentro de las mantas, JungKook lo empujó con su
mínima fuerza para hacerse un lado en el colchón.
—TaeTae… -lo sacudió levemente. El aludido se removió,
murmurando disparates en sus sueños— TaeTae, estoy
asustado -intentó otra vez, ahora su voz era estrangulada
por el miedo.
Tae no parecía que iba a despertar pronto y los
monstruos se acercaban…
Entonces el primer sollozo se escuchó. Se aferró al
cuerpo de TaeHyung, escondiendo su rostro en el pecho del
mismo, su anatomía temblando con ligeros espasmos
sacudía la cama.
—Uh… ¿J-jungKookie? -balbuceó adormilado el rubio,
aun no estaba despierto del todo. Su llanto se intensificó—
JungKookie, ¿por qué lloras?
—Los… los mon-monstruos van a… a llevarme -hipó,
estaba hecho un mar de lágrimas que mojaban la camisa
del pijama de TaeHyung.
—¿Ellos te hicieron algo? ¿Estás lastimado, Kookie? -
inquirió preocupado. El infante negó con la cabeza, incapaz
de especular una palabra.
TaeHyung era un cachorro que se inquietaba a la hora de
compartir sus pertenencias, tuvo dificultades cuando
JungKook llegó a la casa y además de tener la misma
habitación, tendría que prestarle sus juguetes por el
momento, así que era duro tenerlo en su cómodo colchón
quitándole espacio. Pese a ello, lo ayudaría tal cual hacía el
hyung bueno para eliminar aquellas gotas saladas que
hacían carreras en su cara.
Liberó a su tigre de felpa que yacía bajo Kook, siendo esa
la única ocasión que lo dejaba de lado para tener más
espacio. Él hizo algo que nunca imaginó; envolvió al lobito
llorón en sus brazos.
—JiMin hyung me abraza cuando los monstruos me
quieren llevar -empezó el mayor— Me dice que sea
valiente, si no muestro que estoy asustado ellos no podrán
conmigo.
JungKook se recostó en su pecho, su cuerpo comenzaba a
relajarse medida que TaeHyung hablaba.
—¿L-los monstruos no p-pueden con Iminnie?
—No. Él y YoonGi hyung inventaron el arma que derrota
a los villanos -dijo el pequeño rubio en un susurro, como si
estuviera contando un super secreto.
La boca de JungKook se abrió en sorpresa.
—Dime cuál es.
—Esa arma, JungKookie… es el amor -respondió
quedamente, provocando un jadeo inesperado en el
mencionado.
“¿El amor?” Se preguntaba el pelinegro. ¡El conocía lo
que era el amor! Él lo veía. Él sentía lo que era. Todo el
tiempo miraba que Yoonie besaba los mofletes de Iminnie y
estos se colocaban colorados, el peligris decía que era
porque demostraba su amor. Y los días que Iminnie volvía
temprano del trabajo cocinaba panqueques con miel
porque amaba a TaeHyung y eran sus favoritos. ¡Oh!
También cuando abrazaba a TaeTae y le daba besitos era
porque lo quería, lo quería mucho y deseaba que sintiera
igual de bonito que él.
JungKook estaba lo suficientemente seguro que sabía lo
que era el amor.
—¿Iminnie protege?
—Sí, hyung es mi héroe -especuló sin pensarlo.
El cachorro analizó la respuesta, su ceño se frunció,
olvidando cualquier sensación de temor. Gruñó de manera
inevitable.
—No… no, Iminnie no es héroe de TaeTae -dicho esto sin
ningún atisbo de dudas, JungKook frotó su nariz en la unión
del hombro y el cuello del mayor como hacía YoonGi con
JiMin. No sabía qué significaba ese acto, pero quiso imitar
a los adultos. TaeHyung permaneció quieto— Yo tengo
amor para ti, te protejo. Soy tu héroe, TaeTae.
—Pero soy mayor que tú -replicó confundido.
—No importa. Cuando seamos grandes, voy… voy a
cuidar de TaeTae para que no lo lastimen y seré fuerte, muy
fuerte para que estés seguro -su tono de voz era decidido.
TaeHyung recordó a los alfas de las películas, sintiéndose
a salvo en los brazos de JungKook.
—¿Serás mi alfa? -la pregunta sonó inocente viniendo del
pequeño rubio.
—Sí, como Yoonie hyung.
Tae ronroneó feliz, apretando su agarre en su
compañero. Le agradaba la idea de que fuera su alfa.
—Entonces yo seré tu omega, Kookie. Lo prometo.
TaeHyung y JungKook no volvieron a dormir separados
después de esa noche.

Editado: DIC. 13, 2021


Next part ➜
Mucho amor para @/jjeonsfw, quien me reenvió la
historia luego de que mi primera cuenta fuese
eliminada.
Recuerden votar, comentar y darle en el botón de
seguir.
Gracias por leer, x
avamochi
Capítulo 2

Disfruten ♡♡

Justo en ese instante JungKook lamentaba que su cámara


estuviera en un lugar tan lejano como la habitación de sus
cuidadores. Adoraba tomar fotos de cosas (o en este caso,
personas) dignas de admirar como lo era cierto adolescente
con su concentración puesta en la película que pasaban.
Estaban sentados en el sofá de la sala de estar, con las
luces apagadas y Tae luciendo tan hermoso, sonriendole a
la pantalla, con el cabello rubio alborotado y los ojos
brillando por la escena cliché que conocía de memoria, ya
que un puchero era suficiente para convencerlo de ver el
mismo filme una y otra vez.
Sabía que debía ser más sutil a la hora de ocultar su
fascinación por él, pero la verdad es que no podía apartar
la mirada de su rostro, su belleza era exuberante al punto
de hacerlo parecer aterrador. JungKook no sabía en qué
momento sucedió, a medida que fue creciendo notó que su
amor por TaeHyung no era diferente al que YoonGi sentía
por el hyung con olor a frambuesas.
A pesar de que la película le había aburrido hace tiempo,
no le molestaba esperar a que la misma terminara,
entreteniéndose al detallar al adolescente a su lado, sin
embargo, su trasero entumecido pedía clemencia. Esta no
era la primera vez que realizaba algo que le disgustaba por
el mayor, de hecho, estaba acostumbrado a complacer sus
caprichos, ¡no era su culpa! Todos sabían que era su punto
débil.
Veinte minutos después, era imposible ocultar su
impaciencia, resoplando en múltiples ocasiones hasta que
no pudo mantenerse en un sólo sitio. Acabó recostandose
en el regazo del rubio, dejando escapar bufidos en forma de
queja.
—Estoy aburrido -dijo finalmente. Los orbes fulminantes
de TaeHyung se desviaron a su direccion para escanear su
rostro con indignación, esta no podía ser más que fingida—
En serio estoy muy aburrido. Tan… tan aburrido… podría
morir de aburrimiento.
—¿Qué?
—¡Por favor, TaeTae! Hemos visto esta película cientos de
veces. Hagamos una cosa divertida -JungKook rogó con un
puchero, su mano inquieta tirando hacia abajo la camisa
del aludido.
Realmente quería salir de casa, habían inaugurado un
nuevo Skatepark al que deseaba ir. Según las palabras de
Nam, el lugar estaba “super ultra mega genial”.
—Por esta vez dejaré que decidas lo que haremos, tómalo
como uno de tus regalos -lo señaló en sentencia, sus ojos
entrecerrandose. Tan pronto como habló, visualizó una
sonrisa gigante en los labios del menor.
“Está en modo bebé”, pensó TaeHyung.
—¡Gracias! ¡Eres el mejor! -dicho esto, corrió a la
habitación para colocarse sus zapatos deportivos.
JungKook no cabía en sí mismo de la felicidad, estar
encerrado en casa lo desanimaba, así que salir con
TaeHyung siempre era emocionante. En su cabeza
enamoradiza se grabó la palabra cita en ella. No debía
hacerse ilusiones. Pero eso no evitó que tomara la loción
nueva que YoonGi había puesto en su mesa de noche como
obsequio.
Sus ojitos se arrugaron cuando volvió a la sala y el mayor
le tendía su abrigo con una mirada cariñosa.
—¿Estás listo, JungKookie? -preguntó divertido al lobito.
Estaba sonriendole.
—¡Nací listo! -JungKook acortó la distancia en un salto
efusivo, poniéndose el abrigo que se le era extendido y
entrelazando sus dedos suavemente con los de Tae.
No estaban sorprendidos por el clima frío ni las oscuras
nubes en el cielo dado a que era el primer día de
septiembre, se acercaba el invierno. TaeHyung era uno de
los que disfrutaba de esa estación en general, le fascinaba
ir con JungKook a realizar muñecos de nieve y ponerse
grandes y calentitos suéteres de lana hechos por el hyung
bueno (sí, tenía quince años y seguía llamando a su
cuidador de esa forma, demandenlo). Además, era la época
donde podía acurrucarse con el menor con el pretexto de
que debían entrar en calor para no enfermarse.
A su lado, el susodicho dejaba caricias descuidadas en
sus dedos, ya no sonreía, pero en sus orbes aun se
apreciaba el brillo que brindaba calidez a su pecho.
—Nunca me dijiste a dónde vamos -dió un leve apretón a
su mano, llamando su atención.
JungKook lo miró travieso, con la cabeza ligeramente
ladeada, como si supiera de antemano su reacción.
—Iremos a un Skatepark.
—¿Un Skatepark? -repitió TaeHyung, sus cejas se
fruncieron en incredulidad. JungKook rió por lo bajo— ¿Qué
rayos haremos en un parque de Skates si ninguno de los
dos patina?
El menor rodó los ojos, tirando de su mano para retomar
la caminata que fue detenida innecesariamente. Un
resoplido salió de sus labios.
—No tenemos que saber patinar para ir a un Skatepark,
¿sabías? Además, venden helados y camisetas geniales -
JungKook pareció estar de acuerdo con sus propias
palabras, luego agregó— Me gustan los helados y las
camisetas geniales.
—Por supuesto que lo haces, Kookie -le dió la razón, no
tenía caso llevarle la contraria. El azabache era un
verdadero tonto.
Al final no tuvo más opción que aferrarse con la mano
disponible al brazo de JungKook, caminando lo más juntos
que podían. De vez en cuando admiraba sus manos
entrelazadas o su perfil distraído, aunque no lo pareciera,
el menor había crecido bastante, lo único que seguía ahí
eran sus ojos expresivos y aquel oscuro cabello rebelde, de
resto no quedaba nada -físicamente— del pequeño cachorro
llorón que llegó a su vida siete años atrás.
El Skatepark no era como lo pintó en su mente,
TaeHyung era conocido por sus allegados por ser una
persona imaginativa, así que sí, le sorprendió mucho que el
parque no estuviera repleto de alfas rebeldes fumando,
omegas fáciles buscando lanzarse al primer macho que se
les atravesara y betas en las mismas condiciones. Era más
bien… agradable, todos eran jóvenes, la mayoría en las
rampas portaba un skateboard (como era de esperarse) en
sus manos o bajo sus pies, de resto, los otros los adulaban,
comían algo o simplemente pasaban el rato charlando entre
ellos.
—¿Y bien? -habló JungKook a su lado, con un “te lo dije”
escondido en sus palabras burlonas. TaeHyung rodó los
ojos.
Odiaba que le dijeran “te lo dije”.
—No está mal -se encogió de hombros. El menor
ensanchó un poco más su sonrisa— Ugh, tú eres un
cachorro irritante cuando te lo propones.
—¡Esto es asombroso! Admitelo, TaeTae. Y no me llames
cachorro, deja de tratarme de esa forma -se quejó.
El rubio ignoró el berrinche, acostumbrado a su molestia
cada vez que lo nombraba así. Lo consideraba tonto porque
su cuidador alfa les llamaba de esa forma a ambos y le
parecía bastante tierno. No es como si considerase a
Jungkook un cachorro. Para nada. No podría verlo de esa
manera ni aunque pusiera todo de sí.
—Vamos por esas camisetas, alfa feroz -murmuró
sarcasticamente mientras tiraba de la mano contraria hacia
una de las tiendas. El gruñido del azabache le hizo reír.
Al final fue TaeHyung el único que se terminó comprando
una sudadera celeste con el logotipo del lugar, Jungkook
eligió nada más una nieve de piña, entregándole una
también al mayor. Ellos definitivamente comían algo frío
cuando el clima estaba helado, pero, ¿importaba acaso? No
podía estar más feliz, compartiendo su día especial con su
persona especial.
El adolescente rubio estaba satisfecho por ver en el
rostro del menor una sonrisa sincera, sus ojos rebosaban
de emoción, la cual, asumía, era por las personas geniales
usando sus skateboards y haciendo trucos que podría
realizar en sus sueños únicamente, pues de sus labios
salieron varios “¡TaeTae, mira eso! Oh, oh, ¡daebak!
¡daebak!”, sin saber que todo el afecto que demostraba el
lobito se debía a su compañía.
Todo estaba de maravilla, creyó que ni siquiera su nariz
congestionada por el frío podría arruinarlo.
Ah… como la gente se equivocaba…
Ocurrió muy rápido, JungKook le avisó que iría al baño
antes de continuar mirando. Estaba bien. Lo esperaba
sentado en una banca de dos puestos cuando alguien llegó
a su lado carraspeando; era un chico de su escuela llamado
MinJae, muy amigo de HoSeok. Un sentimiento de
incomodidad cruzó en él al sentirlo cerca, no quería que
fuese así porque TaeHyung no disfrutaba en absoluto
ignorar a una persona o tratarlo mal, pero no sabía
reaccionar si hablamos de un alfa recién presentado que
insistía diariamente para que le diera un beso. Su primer
beso, había que aclarar.
—MinJae hyung… hola -sonrió sin mostrar los dientes. El
susodicho sonrió también, alegre.
—TaeHyung, ¿qué tal? Estaba por allá con DongHae y de
pronto te vi aquí solo. No sabía que te gustaba este tipo de
lugares.
—De hecho no vine solo, estoy esperando aquí -
TaeHyung tuvo la necesidad de decir, no quería que MinJae
se quedase mucho tiempo. ¿Dónde estaba JungKook cuando
más lo necesitaba?— No te preocupes por mí, puedes ir con
DongHae, él debe sentirse abandonado.
El alfa rió divertido, dando un pequeño toque a su
hombro como si acabase de contarle un chiste. Alguien
ayúdelo. Por favor, quién sea.
—Está bien, prefiero estar con un chico lindo como tú a
pasarla con el tonto de mi hermanastro -dijo insinuante.
Las mejillas de TaeHyung se tiñeron de vergúenza
—Ya…
—¿Pensaste en mi propuesta?
Ahí estaba de nuevo, jamás faltaba esa pregunta de la
que tanto huía. No quería. No iba a besar a MinJae ni en un
millón de años porque no estaba atraído a él y su problema
era que no podía dar una respuesta negativa ya que
terminaba muriendo del remordimiento. Odiaba ser tan
blando, ¡ya se parecía a JiMin hyung!
—Verás, MinJae hyung, no creo que sea buena idea -
comenzó— No estoy listo para…
—Por favor, sólo será un pequeño roce de labios. Es
vergonzoso para mí ser un alfa y no haber dado mi primer
beso aun.
—Hyung…
—¡TaeHyung-ah! Un beso nada más, ¿sí? Al menos dime
que lo pensarás -rogó MinJae.
El aludido hizo silencio, sus dientes aprisionando su labio
inferior hasta ponerlo blanco, pensando en una respuesta
para sacarlo del apuro por los momentos. Abrió la boca
para hablar al atento pelirrojo, cuando un sonido se
escuchó a su espalda.
No sabe si fue por instinto, corazonada o porque quiso
voltear, pero lo hizo, entonces visualizó a JungKook darle
una dura mirada antes de girar en sus talones para caminar
hacia la salida.
El terror recorrió su cuerpo de la misma manera en la
que el viento frío lo hacia. JungKook escuchó a MinJae. Él
de verdad pensaba que iba a besarlo. Oh por Dios.
—¿TaeHyung? -llamó el alfa, más no pudo darse el
tiempo de alargar la conversación. Se levantó de un salto,
corriendo en dirección al pelinegro. Creyó murmurar una
despedida apurada, no estaba muy seguro.
Encontró al menor a unos metros del Skatepark,
dirigiéndose a su hogar. No dudó en echarse a correr a su
dirección (no estaba tan lejos, pero su paso apresurado
podría dejarlo del todo atrás).
—¡JungKookie! -vociferó en un intento fallido. Algo en su
pecho, una cosa molesta le exigía que fuera y le explicara
lo que sucedió dentro del parque sin razón aparente—
¡JungKook, detente!
No entendía la reacción del contrario, más cuando se
imaginó estando en su lugar, dolió. Si estaban juntos en una
fecha memorable no debían llegar terceros, mucho menos a
pedirle un beso. Sus virginales labios se negaban
rotundamente.
Llegaron a casa, recargó las manos en sus rodillas para
recuperar aire cinco segundos.
—JungKook, escúchame -TaeHyung pidió sin aliento. El
mencionado hizo oídos sordos a sus palabras, siguiendo a
su habitación compartida (cabía mencionar que dió un
portazo que resonó en toda la casa).
Fue tras él, indispuesto a que se enfadara por una
estupidez. El malestar estaba llegando a hacerse más
notorio en su cuerpo, si no arreglaban el problema
culminaría llorando y sus cuidadores lo encontrarían mal.
—Deja de ignorarme -dijo. La respiración de JungKook
enseguida tembló y gruñó, regalando una mirada pesada de
cejas fruncidas.
—No me hables ahora -sus palabras carecían de emoción,
mientras que a la vista de TaeHyung se alcanzaba a ver su
espalda tensa nada más.
—En el Skatepark simplemente huiste, me dejaste solo y
ya no quieres hablarme. ¿Cuál es tu problema?
Aquella pregunta pareció ser el detonante para que
JungKook explotase cual bomba de tiempo.
—¡Vas a besarlo! -exclamó en un grito, el color rojo en
sus orejas más la lengua presionandose en el interior de su
mejilla le indicaban al mayor lo enfurecido que estaba—
¡Ese es mi problema! ¡Vas a besar a ese chico!
—No besaré a nadie.
—¡Estabas pensándolo!
Tae contó hasta diez en su cabeza, respirando profundo
para deshacer el nudo en su garganta. Pedía que sus orbes
no se cristalizaran porque rompería a llorar y no iba a
permitirlo.
—Deja de gritarme, JungKook -murmuró, sus puños
apretándose alrededor de su sudadera— Yo no besaría a
MinJae ni aunque me pagasen.
—¡Entonces pruebalo! -volvió a alzar la voz, acercándose
rápidamente a su cuerpo.
—¡No tengo que probar nada! ¡¿Y por qué estás así de
todas maneras?! ¡No es como si tuvieras motivos!
Eso pareció afectar al chico menor de una manera
instantánea; sus ojos se pusieron oscuros y su mandíbula se
apretó. TaeHyung tragó pesado.
—Bien, tienes razón -asintió— Déjame en paz, TaeHyung
-habló lento, alejándose como si de repente su cercanía le
quemaba.
—No es… ¡JungKook! ¡Que no voy a besarlo! -suplicó con
voz quebradiza.
—Pruebalo.
—¡¿Cómo?!
—¡Bésame a mí! -gritó JungKook desde su lugar,
ocasionando que los ojos de TaeHyung se abrieran
desmesurados.
—¿Q-qué? -cuestionó en un hilo de voz.
El azabache luciendo débil, negó levemente con la
cabeza.
—Olvídalo… puedes besarte con quien quieras, pero
ahora debo estar a solas -fue lo último que dijo, después
intentó salir de la habitación, esa acción causó el desespero
en el pecho de TaeHyung.
JungKook marchándose.
JungKook marchándose y enojado con nosotros.
Aquella voz. Aquella fuerza en su interior. Aquél pesar en
él provocó que TaeHyung corriese hacia JungKook sin
pensar, girandolo de golpe y uniendo con torpeza sus
labios.
No hubo movimiento alguno, su respiración contenida
era lo que indicaba que era real. Los labios de JungKook
estaban suaves y cálidos, pese a que yacían estáticos en los
suyos, éstos encajaban a la perfección.
Unas manos ajenas se posaron en sus caderas, una serie
de preguntas llegaron de golpe a su mente; ¿Era normal
esa cosa en su pecho? ¿Las mariposas en su estómago? ¿El
tiempo detenido? Besar a JungKook… ¿Eso estaba bien?
Sí, lo estaba para él.
Primero de septiembre… le probó que no haría nada con
MinJae. Y estuvo aterrado, extrañado, un poco enamorado.
JungKook cumplía trece años, y TaeHyung estaba dándole
su primer beso.
Uno que aclaró varias dudas, bueno, al menos para
TaeHyung, porque JungKook sólo reafirmó por décima vez
lo que ya sabía; su enamoramiento por el mayor. Mientras
que este mismo sintió despertar del sueño en el que estaba
trapado. Le gustaba JungKook. Le gustaba el chico que una
vez quiso robarle a sus hyungs. Le gustaba el chico que
mordió al mismo alfa que los mantenía para defenderlo
cuando se escapó con HoSeok para jugar en la lluvia y
pescar un resfriado. A él… le gustaba su compañero.
Sus labios no volvieron a encontrarse, pero sus manos
decididas se entrelazaban de forma inconsciente, las
palabras que añoraban con salir de sus bocas donde
revelaban sus sentimientos quedaron atrapadas en sus
gargantas, más las caricias sutiles llenaban
momentáneamente ese gran espacio. No tenía idea.
TaeHyung siendo el mayor mantenía su cabeza vuelta un
nudo, incluyendo la voz que se tornaba más clara y
persistente en su pecho.
Voz que le exigía estar cerca de JungKook y le extrañaba,
la cual comprendió que era del lobo en su interior. Es algo
que jamás se atrevió a preguntar a JiMin, pero supo que el
revoltijo de emociones, sensaciones y confusiones en su
mente era gracias a su desarrollo adelantado.
Cuando presentó como omega habían pasado cinco
meses desde que aceptó su gusto-gusto por el menor de
cabellos azabache, recordaba estar llorando en sincronía
con su lobo, todo su cuerpo dolía, necesitaba una cosa. Una
cosa desconocida que lo haría sentir bien.
Le paralizaba del miedo, estaba mal que por primera vez
en sus quince años quería mandar lejos al omega que lo
rescató de ese hombre malvado, quería maldecir mientras
se retorcía de dolor en aquella cama.
—Kookie -lloriqueó en cuanto la puerta se abrió y mostró
al chico con una mueca de preocupación.
JungKook recién llegaba de la escuela, en la entrada lo
recibió un potente olor a gardenias frescas, provocando
una punzada trepandose a su pecho. Su mente se sacudió
al momento en que escuchó las palabras de JiMin:
“TaeHyung presentó como omega, la está pasando muy
mal.” Ignorando los llamados de este mismo cuando corrió
a su habitación de inmediato.
Las feromonas liberadas indicaban el sufrimiento que
estaba pasando su Tae, lo comprobó al analizar su rostro
sonrojado, su expresión de malestar y las lágrimas
corriendo por sus mejillas.
—TaeTae -se acercó en pasos rápidos, apresando el
cuerpo caliente del contrario— ¿Te sientes muy mal?
¿Necesitas que busque algo? ¿Vamos al doctor?
—N-no me g-gusta estar así -hipó, restregando su nariz
en el pecho de JungKook. El menor se mantuvo acariciando
su cuello suavemente— Me d-duele e-el vientre y… y-yo… -
los sollozos se pronunciaron, haciéndole imposible seguir
hablando.
—No llores, por favor. Te haré cariñitos, ¿sí? Y le diré a
JiMin hyung que traiga un poco de helado -propuso en voz
baja, ganas incontrolables de proteger a TaeHyung llegaron
a sí.
—¡No, no! N-no llames a-a hyung, nada más cariñitos -
pidió con el ceño fruncido y un puchero, aferrando sus
manos en la camisa del contrario.
—Está bien -JungKook aceptó sin complicaciones.
Sin separarse mucho se metió bajo las sábanas, una de
sus manos masajeado con cuidado la zona adolorida de Tae
mientras este se mantenía oculto en su cuello.
Los sollozos se calmaban a medida que corría el tiempo,
el nuevo aroma del rubio cambió a uno satisfecho y estaba
enloqueciendolo, era primera vez que un omega alteraba
sus sentidos de tal manera.
Lo cuidó como si fuera lo más preciado; cantó un par de
canciones, le arrulló cuando el malestar regresaba e
incluso se permitió ser posesivo con él. Porque TaeTae era
suyo y lo necesitaba.
—Es extraño que ya seas un omega -dijo el chico de
catorce años, pegando su nariz a la mejilla del mayor y
tomando una respiración profunda.
—¿Por qué lo dices? -TaeHyung sonrió al notar lo que
estaba tratando de hacer. Unos brazos se apretaron más a
su cintura— JungKookie, ¿me estás olfateando?
El cachorro se tensó, pero cuando una risa se hizo oír, su
cuerpo se relajó gradualmente.
—¿Y qué si lo hago? Me gusta como hueles -JungKook
admitió sin más.
—Ya, sinvergüenza -pellizcó su nariz— ¿Por qué es
extraño que sea omega?
JungKook se quedó en silencio, tal vez pensando
seriamente en la pregunta. No era malo, en absoluto, si
TaeHyung hubiese presentado como alfa o si era un simple
beta continuaría queriéndolo igual, lo difícil era aceptar
que el niño que le enseñó a contar, a alejar a los monstruos
y a ser valiente ya no era más eso, un niño, mientras él…
—No lo es, TaeTae -Kook suspiró, negando con la cabeza
— Te estás convirtiendo en un adulto, y eso me pone tonto,
porque tú… no por eso me vas dejar de lado, ¿cierto? No
me alejarías porque sigo siendo un niño…
—Yo… una vez hice una promesa a cierto lobito llorón
dos años menor -empezó TaeHyung— Yo no soy de romper
promesas, JungKook, así que no me puedo alejar porque
seré el omega de ese alfa cuando venga el momento.
Su corazón se agitó en su pecho, incrédulo. ¿TaeHyung
realmente recordaba eso? ¿Estaba aceptando ser su omega
en cuanto presentara?
—¿Cómo estás tan seguro de que será un alfa? -la
pregunta salió distorsionada por los nervios.
—Porque él me lo dijo -TaeHyung sonrió, luego añadió—
Y yo creo en ti.
Una promesa renovada.
Un beso renovado.
Un comienzo renovado.

Editado: DIC. 13, 2021


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avamochi
Capítulo 3

Disfruten ♡♡

TaeHyung no recordaba la última vez que había sentido


tal obstinación hacia el no-tan-pequeño JungKookie. Estaría
bastante satisfecho si en un descuido el castaño (porque el
tinte se convirtió en uno de sus más fieles amigos) caía al
suelo, pues quería dormir y le era imposible si el tonto con
el que compartía habitación se mantenía sobre él.
Estaba acostado sobre su estómago en la diminuta cama
que le perteneció en su niñez, era un sábado a las nueve de
la mañana y casi podía considerarse un delito el hecho de
que estaba despierto a esa hora. Pero es que JungKook
creyó que sería buena idea tomarlo como una almohada
gigante para abrazar sin pensar que podía quedarse sin
aire y morir.
Era consciente de que el alfa lo había extrañado, él
también lo hizo. En demasía. Hacía dos años atrás que
había ingresado a la universidad de Gangnam-gu, en un
parpadeo estuvo despidiéndose de su familia y del menor,
sintiendo por primera vez lo que era dejar a sus cuidadores
y un corazón roto cuando le escuchó suplicar que no lo
dejara. “Como cuando tenía siete…” pensó TaeHyung en
ese instante, con un nudo en la garganta.
Pero pese a que su lobo adoraba recibir los mimos de su
alfa, encontrándose a sí mismo sonriendo como idiota por
tener aquél adictivo olor a chocolate y nueces adherido a su
piel cual bandita, a veces solía ser asfixiante, literalmente
hablando, porque JungKook no era una pluma y su cuerpo
era más pesado que el de su hyung gruñón. No era la
primera vez que se encontraba en esta situación, al parecer
era una nueva manía adquirida.
Poco tiempo después, cuando la alarma de su celular
empezó a sonar de manera insistente, su irritación crecía
de manera gradual, haciéndolo removerse entre las
sábanas revueltas en vano.
Terminó resoplando de impaciencia al sentir como el
contrario escondía el rostro en su nuca y acariciaba su
costado con lentitud.
—Ya sé que estás despierto, ¿por qué no te levantas y
dejas de asfixiarme? -gruñó finalmente, intentando girar la
cabeza sin éxito.
JungKook dejó escapar una risita, sus labios rozandole la
piel.
—Eres cómodo para dormir, TaeTae -Murmuró, su voz
ronca por haberse despertado le hizo estremecer. Era uno
de sus sonidos favoritos.
—Creo que sería más cómodo si fuese yo el que estuviera
sobre ti, siento que estoy a punto de quebrarme.
—Eso se puede arreglar -dijo con picardia. TaeHyung
rodó los ojos, un segundo después acabó sobre el formado
pecho de JungKook. La sonrisa de conejo no cabía en su
rostro— ¿Estás cómodo ahora? ¿Se siente bien estar sobre
mí?
—Eres tan irritante, Kookie. Muy, muy irritante.
—Vamos, TaeTae, admite que adoras esto -JungKook alzó
las cejas, su mano traviesa acariciando la espalda del
aludido.
Otra cosa que cambió con el pasar de los años fue la
actitud del menor, ahora también era una cosita pervertida
que hablaba en doble sentido las veinticuatro horas del día.
El rubio le echaba la culpa a las hormonas por atacar el
cuerpo del joven alfa.
—¿Realmente JiMin hyung dijo anoche que eras su lindo
alfita? ¿Fueron esas sus palabras? Porque pagaría para que
te escuchara decir eso -fingió una mueca pensativa, sus
labios frunciendose.
Antes de poder obtener una respuesta, un grito infantil
resonó en toda la habitación. Era el pequeño JoongKi, el
cachorro de cinco años que había llegado a la manada.
—¡Appa MinMin! ¡TaTa y Kookie están dando amor! -
llamó con su aniñada vocecita, pronto los pasos
apresurados del omega con olor a frambuesas se oyeron en
toda la casa.
—¡Ya, Min JoongKi!
Digamos que el lobito lograba encontrarlos siempre que
tenían alguna sesión de cariño. El pequeño no dudaba un
segundo antes de correr hacia sus cuidadores (appa
MinMin y appa Yoonie para él), con la intención de
informarles que sus hyungs estaban “dando amor”.
TaeHyung recibía los golpes, JungKook se burlaba.
Los ojos de ambos se agrandaron en sorpresa por la
puerta que fue abierta por completo de golpe, apareciendo
JiMin con una espátula en la mano.
—¿Se puede saber qué están haciendo ustedes dos, par
de puercos? -preguntó desafiante a los más chicos. Estaba
apuntandoles con la espátula.
—¡No hacíamos nada! -exclamó TaeHyung indignado,
levantándose del cuerpo del castaño y sentándose en la
orilla de la cama.
—Eso es cierto, recién nos levantamos -acotó JungKook,
imitando las acciones del omega a su lado— ¿Qué clase de
cosas piensas de nosotros? Me ofendes, hyung.
—Más les vale no dejarme al cachorro con traumas, o yo
mismo les castigaré de una forma no tan linda -advirtió
antes de girar en sus talones y salir— Y ya vengan a
desayunar, YoonGi los está esperando para llevarlos a la
estación.
Lejos de la reacción de JiMin, JoongKi corrió hacia el
rubio para desearle los buenos días, haciendo lo mismo con
JungKook cuando ya estaba quejándose de ser excluido. Su
vida había cambiado, no era en absoluto como en la niñez,
los celos injustificados no aparecieron esta vez en el omega
por la presencia del pequeño, inclusive se puede decir que
fue el primero de los dos en encariñarse.
—¿Dormiste bien? -el alfa cuestionó, divertido.
Tae bufó con falsa molestia ante sus palabras,
observando a JoongKi alejarse por la puerta.
—Excelente, me fascina la sensación de tener la columna
rota.
—Exagerado -besó su mejilla— TaeTae es un exagerado.
—Lo que digas -TaeHyung le dio la razón con una sonrisa
boba en el rostro. ¿En serio ese chico se hacía llamar un
adulto?— Vayamos a la cocina mejor, quiero despedirme de
Joongie.
JungKook aceptó sin ganas, estirando su cuerpo para
eliminar la pereza. Luego de eso hizo un gesto al mayor.
TaeHyung se puso de pie enseguida, sonriendo flojo al
percatarse de los cabellos revueltos del contrario antes de
acercarse y depositar un pequeño besito en sus labios, bajo
un “Buenos días, Kookie” siendo pronunciado.
Un ronroneo complacido salió de la boca del castaño.
Amaba que Tae hiciera eso. Era tan dulce que su alfa se
volvía loco.
Por más que deseaba tomar a su omega entre sus brazos
y mimarlo lo que restaba de mañana, sólo devolvió el gesto
con velocidad (puede que hayan durado un poco más con
sus labios unidos) para ir hasta la cocina.
Ahí estaba su familia, cada quien en su lugar: YoonGi
bebiendo una taza de café, JoongKi comiendo sus cereales
y JiMin sirviendo el desayuno.
—Ya despertamos -anunció, con uno de sus brazos
rodeaba el hombro de Tae, acercandolos a sus sitios
correspondientes.
El alfa mayor los miró, sonrió haciendo que sus pequeños
dientes se notaran en conjunto con sus bonitas encías
rosáceas.
—Buenos días, ¿qué tal pasaron la noche?
—Bie…
—JungKook me utilizó como colchón, ¡fue horrible! -
dramatizó TaeHyung, consiguiendo una mala mirada
inmediata de parte del aludido.
El menor frunció el ceño, dando un leve empujón a su
hombro. Tae podía ser injusto frente a sus hyungs cuando
se lo proponía.
—Ya… tú siempre echándome la culpa de todo -se quejó
cual niño. Oh sí, él continuaba haciendo rabietas a pesar de
su edad.
TaeHyung creía que era adorable.
A pesar de los estereotipos que creaban de los omegas,
no le importaba ser un poco (sólo un poco, sin mucha
diferencia) más maduro que JungKook en algunas cosas.
Como las veces en las que les tocaba ir al supermercado
por comida y tenía que negarse de manera firme a sus ojos
suplicantes porque quería una paleta (aun sabiendo que el
hyung bueno entregó el dinero justo), o como en los
momentos donde salían a citas en las noches y el castaño
quería quedarse un rato más sin permiso de sus
cuidadores. Sin embargo, eso fue tiempo atrás, cuando
solía ser menor todavía.
Jungkook tenía dieciocho años, el físico del joven adulto
era impresionante, el sueño de todo omega y beta, y eso lo
sabía muy bien gracias a la decena de suspiros que dejaron
escapar los pretendientes que se ganó en la universidad
cuando fue a visitarlo. TaeHyung no era un chico celoso,
pero debía admitir que era molesto observar como
fantaseaban con su alfa.
Aquél año finalmente partía con él a Gangnam-gu. Había
ido a casa a buscarlo, sin embargo estuvo melancólico por
los pensamientos continuos que le recordaban el cambio de
todo, llegando a romperse cuando se encontraba en la
estación de trenes.
YoonGi era alguien que analizaba con precisión las
situaciones, en especial aquella, y no era común ver a su
hijo mayor tan serio y callado, mucho menos cuando se
supone que debía estar feliz por llevar a su fiel compañero
consigo.
—¿Todo en orden, Tae? -cuestionó con voz calmada.
JungKook y JiMin estaban distraídos escuchando anécdotas
de JoongKi.
El nombrado dio un respingón, tratando de sonreír y
fallando en el intento.
—No es nada -suspiró, enterrando sus propias manos en
su cabello— Hyung… ¿Cuándo pasó esto? ¿Cuándo
JungKookie creció tanto?
—Es un alfa, es normal que se desarrolle más rápido que
un omega -explicó sin más el, ahora, pelinegro a TaeHyung.
Ya comprendía por donde iba el rollo.
—Pero si es un bebé -lloriqueó a la par que dejaba caer
su cabeza en el hombro del contrario. No le gustaba
sentirse así.
YoonGi lo abrazó.
—No es un bebé, y tú tampoco lo eres, TaeHyung.
Aunque te cueste aceptarlo están lejos de ser los mismos
niños de antes -las palabras de YoonGi sonaban tan
serenas, como si no había nada malo en crecer y tomar
grandes decisiones y responsabilidades.
Quería pasar por alto ese notable hecho, cuando la
verdad es que hacía mucho que los papeles se invirtieron,
convirtiéndose él en el bebé de JungKook.
Lo sabía.
TaeHyung sabía que su lobo estaba dispuesto a ser
protegido por su alfa. Lo sentía. Él lo quería. Llegaba a ser
incluso reconfortante perderse en el aroma de chocolate y
nueces del castaño, aferrarse a su torso en busca de calor,
oírlo repetir cuánto lo quería en sus momentos a solas.
Lo terminó de aceptar por completo meses después de
que JungKookie se hubiese adaptado a la universidad.
Él no era un omega para nada vulnerable, sin embargo,
cuando un alfa con complejos de superioridad llamado
Dong YoungBae quiso acorralarlo en los pasillos mientras
esperaba a JungKook, sintió miedo. Ese chico tenía un
inexplicable odio hacia el castaño, provocando que su
presencia le colocara incómodo, aclarando que tomaría
cualquier oportunidad que tuviese a la mano para
molestarlo. Estaba en problemas
—¿Qué tenemos aquí? Si es el lindo TaeHyungie -el alfa
pronunció su nombre en una tonalidad gruesa, haciendo
esa sonrisa en su rostro aterradora. TaeHyung lo miró sin
responder— Ya veo, eres tímido, una cosa muy curiosa ya
que cuando estás con… otras personas pareces ser todo lo
contrario.
—¿Necesitas algo, YoungBae?
El aludido rió divertido, acercándose unos cuantos pasos
con desinterés fingido.
—Eso es bastante informal para referirse a un alfa mayor
que tú -sonrió atrevido— En realidad creo que eres tú quien
necesita algo, pequeño. ¿O me equivoco? -dijo insinuante. A
TaeHyung se le revolvió el estómago.
Recordó lo cerca que estaba su celo, así que no era de
sorprender que su olor se haya vuelto un poco más dulce y
llamativo de lo normal. Sus ojos recorrieron el pasillo
solitario, el terror comenzaba a crispar cada cabello de su
cuerpo.
Estaba perdido.
YoungBae podía hacerle daño utilizando la mínima de
fuerza si quería y él estaría acabado en el primer segundo.
Retrocedió lentamente, su respiración volviéndose más
temblorosa.
—No creo… no creo q-que…
—Insisto, incluso puedes tomarlo como un favor. Te tocó
la suerte de encontrarte con un alfa generoso y dispuestoa
ayudar.
—JungKook se enfadará si sabe que me estás
molestando, te sugiero que mejor te vayas -TaeHyung se
hacía el valiente. Pensaba en una estrategia para salirse del
apuro momentáneo.
El alfa pestañeó con lentitud, sus ojos oscureciéndose
gradualmente ante la mención de JungKook. Abrió la boca
para contestar al asustadizo rubio, cuando otra persona se
adelantó a sus espaldas.
—Él tiene razón. JungKook realmente se enfadará si sabe
que estás molestando a su omega -supo que se trataba de
SeokJin, el amigo beta de su menor con el que se juntaban
de vez en cuando.
Giró en sus talones para mirarlo, entonces visualizó a
JungKook darle una dura mirada a YoungBae. Un
sentimiento de alivio recorrió su cuerpo.
—Y tú no quieres conocerme enfadado -gruñó el castaño,
las palabras murmuradas tan frías como un témpano de
hielo. El chico contrario sonrió con sorna.
—¿O qué? ¿Me harás algo? No te tengo miedo.
—Deberías tenerlo si te metes con mi chico, Dong -
JungKook bramó enojado. Mantenía los puños cerrados a
sus costados— Es mejor que lo dejes en paz.
—Quiero saber cómo me obligarás a ello, Jeon -lo retó.
Lo siguiente sucedió en un abrir y cerrar de ojos. De
pronto Jungkook había golpeado a Dong YoungBae en el
rostro como si fuera un muñeco, siendo esa la primera
ocasión agrediendo a otra persona. Creyó gritar un par de
maldiciones, liberando feromonas y sintiéndose muy
asustado como para meterse en medio del caos. Por suerte
SeokJin estaba ahí para separarlos y llevarse al alfa mayor
a empujones hasta quién sabe qué lugar (ser el hijastro del
director tenía ciertas ventajas).
En el momento que quedaron solos, el menor lo condujo
a grandes zancadas por los extensos corredores. No dudó
en apresurarse para no enredarse con sus propios pies.
—JungKookie -lo llamó en un intento fallido. Su lobo
trataba de hablarle, pedía una cosa desconocida y lo exigía
arañando su interior— ¡JungKook!
No comprendía la reacción del contrario, lucía…
¿molesto? Su respiración estaba agitada. Pero al intentar
descubrir la razón de su comportamiento, el ligero dolor
que se instaló en su vientre y el calor infernal recorriendo
su cuerpo le dijeron todo. Oh Dios. No podía ser.
Llegaron a la pequeña residencia donde se alojaban, el
camino para el omega se hizo eterno. Se recargó contra la
pared para recuperar el aire perdido. JungKook no se veía
mejor.
—Está pasando -TaeHyung habló sin aliento. El castaño
lo miró a los ojos, haciendo un pequeño gesto para que lo
siguiera a su habitación compartida.
Fue tras él, con el corazón latiendo desbocado y sus
piernas temblando. Las sensaciones llegando a hacerse
más intensas en su cuerpo, si no hacía algo pronto para
aliviar aquella tensión, su lobo se encontraría mal y no
dejaría que eso pasara.
—Hace calor -dijo caminando a la dirección de Jungkook.
El menor respiraba profundo, sus pupilas dilatadas.
—Los hyungs no están para ayudarte con supresores -en
sus palabras brotaba el deseo mientras que el lugar se
inundaba de sus olores— Tú eliges qué hacer, TaeTae.
Aquellas palabras parecieron activar los sentidos de
TaeHyung. Algo en su pecho se sacudió.
—¿Realmente crees que podría elegir a otra persona que
no seas tu? -preguntó con la voz entrecortada, el color de
sus mejillas pasaron a ser de un leve rosa al igual que sus
labios de tanto ser lamidos y mordisqueados por sus
propios dientes.
—No, no puedes. Eres mío, omega.
Tae sintió sus piernas fallar, respirando profundo para no
ceder ante los pedidos de su lobo. Rogaba internamente no
descontrolarse, debía calmarse.
—Kookie… -murmuró, sus puños apretándose alrededor
de su pantalón— ¿Vas a cuidar de mí?
—Siempre, lo sabes -le hizo recordar, acercándose poco a
poco.
—Ven conmigo, mi alfa.
Eso pareció afectar al chico menor de una manera
instantánea, un gruñido brotando de su garganta.
TaeHyung tragó pesado y luego unas manos tomaron su
rostro com delicadeza.
—Aquí estoy -rozó sus narices— Déjame cuidar de ti,
TaeTae -habló ronco, incitandolo.
—Sí, sí… cuida de mí -pidió, hipnotizado por la forma
inusual en la que se veían los labios de JungKook tan cerca
de los suyos.
—¿Cómo?
—¿Uh?
—¿De qué manera quieres que cuide de ti? -inquirió
JungKook en un susurro, ocasionando que los ojos de
TaeHyung se cerrasen.
—T-tócame -lloriqueó en un hilo de voz.
El castaño, luciendo arruinado, asintió levemente con la
cabeza.
—Te amo -fue lo último que dijo, uniendo sus labios en un
beso. Era desesperado. Era cálido. Era único.
JungKook gritándole en medio de un acto silencioso lo
mucho que agradecía tenerlo en su vida.
Jungkook adorandolo entre sábanas blancas y cálidas.
Y TaeHyung no dudó al momento de entregar todo de sí,
no se arrepintió de sentir aquellas manos acariciando
partes de su cuerpo que solían ser prohibidas incluso para
él. Porque estaba dispuesto a que JungKook fuera cada una
de sus primeras veces.
Tal vez JiMin enloquecería si se enterase de que otra fase
entre ellos había dado inicio, en realidad esperaban que
nunca descubriera que su pequeño alfita era todo menos
eso, pequeño e inocente, porque por supuesto, JungKook no
era inocente en absoluto. En realidad TaeHyung era más
inexperto en esos temas, sorprendiendose al notar como el
contrario conocía sus puntos débiles.
Pero le gustaba. Amaba al JungKook atrevido. Le gustaba
que dejara de lado su faceta aniñada en esos momentos. Le
gustaba estar creciendo ahora. Realmente lo hacía.
Sus lobos se volvieron más dependientes del otro. Ni
siquiera sus partes humanas eran tan fuertes como para
apaciguar el sentimiento que nacía dentro de ellos al estar
separados mucho tiempo, más el pensamiento de lo que
podían realizar cuando se encontraran de nuevo no eran de
mucha ayuda.
TaeHyung amaba su relación, esa que otros a su
alrededor aprendieron a respetar e incluso a envidiar de
una forma buena.
En cualquier situación se daban apoyo mutuo (tanto
como mejores amigos y pareja), y se lo agradecía a
JungKook cada noche antes de caer dormido en sus brazos.
Con siete años recordaba presenciar a JiMin y YoonGi ser
amorosos el uno con el otro, darse besitos en cada parte
del rostro (ehw) y abrazarse sin razón aparente, entonces
él se preguntaba si algún día podría vivir aquello… un año
más tarde JungKook apareció junto con su hyung gruñón y
sus dudas fueron contestadas.
Cuando las hormonas del alfa se dispararon al cien había
pasado poco tiempo desde que tuvieron su primera vez, y
dos años después todavía recordaba ser arrastrado a
cualquier aula de la universidad mientras era la hora del
almuerzo. Estaba mal.
Pero le hacía sentir tan bien.
No tenía idea del porqué el -actualmente— pelinegro le
fascinaba llevarlo a lugares prohibidos para comerle la
boca e impregnar su olor a chocolate y nueces en su
cuerpo. Sin embargo, lo compensaba con dejarle su aroma
a gardenias.
—JungKookie -jadeó en cuanto pudo separarse para
tomar un poco de aire. El mencionado tenía los orbes
cristalizados.
Las feromonas liberadas indicaban lo acalorada que su
sesión de besos se volvió, lo comprobó al analizar su rostro
sonrojado.
—Eres hermoso.
—Y tú un rebelde -acotó divertido, restregando su nariz
en la mejilla de JungKook. El menor acariciaba su cadera
con lentitud— No falta demasiado para regresemos a
clases.
—Sé que te encanta estar así conmigo. No puedes fingir
porque eres muy malo en ello -le fastidió divertido.
—¡Ya! Cállate -rodó los ojos ante la sonrisa burlesca del
azabache, aferrando sus manos en el suéter del contrario.
—Bésame -JungKook acortó la distancia otra vez.
Sin quejarse mucho, Tae lo abrazó por el cuello, una de
sus manos jugando con los cabellos del pelinegro mientras
este lo atraía más a él.
El ambiente era tranquilo, claro que para otra persona
sería totalmente lo contrario si entrase al salón de clases y
notara a ambos jovenes de aquella forma (sumando a eso
sus fuertes aromas combinados).
Horas más tarde, caminando a su residencia con las
manos entrelazadas, JungKook habló.
—Casi te gradúas -dijo, apretando ligeramente su agarre.
—¿Por qué lo mencionas ahora? -TaeHyung giró la
cabeza al escuchar su tono forzado. El contrario bajó la
mirada— JungKookie, puedes decirme lo que piensas.
El alfa se tensó, pero cuando un pequeño beso fue
depositado en la comisura de su labio se permitió relajarse.
—Será difícil tenerte lejos -Jungkook admitió sin más. Lo
observó— Y no quiero…
—Bebé -comenzó TaeHyung— Sé que no será fácil estar
dos años sin el otro cuando deje la universidad, pero tienes
que estar consciente de que serán sólo eso; dos años, y
luego permanecemos juntos una vida completa.
JungKook se quedó en silencio, analizando las palabras
con seriedad. No era mucho, además, estaba más
adelantado que los de su clase y probablemente podría
graduarse antes, lo complicado era hacerle entender a su
lobo que debía dejar a su omega marchar solo a Daegu.
—Ya lo sé -Kook detuvo su caminata, negando con la
cabeza— Prométeme que una vez me gradúe, nos iremos a
vivir juntos… nada más tú y yo, y haremos nuestra familia.
—No es por presumir, pero soy muy buenos cumpliendo
promesas -dijo. El menor soltó una carcajada— Nada me
haría más feliz que tener una familia contigo con pequeños
lobitos. ¿Te imaginas? Sería perfecto.
—Gracias, TaeTae -JungKook tiró del aludido en un
apretado abrazo, dejando besitos en su nariz.
—No me agradezcas, alfa tonto -rió, siendo levantado en
el aire— Ya, Kookie.
TaeHyung cumplió cada una de sus promesas.
JungKook no podía ser más feliz.

Editado: DIC. 13, 2021


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PD. Vayan a leer Over Again. Está terminada.
( ꈍᴗꈍ)
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seguir.
Gracias por leer, x
avamochi
Capítulo 4 (final)

Disfruten ♡♡

Sus labios no dejaban de fruncirse, recordando lo que


JungKook le había dicho la noche anterior antes de irse a la
cama. Era una cosa acerca de llevarlo a un lugar sorpresa,
él realmente no tuvo una oportunidad de indagar más sobre
el tema ya que luego de recibir un tierno besito en sus
labios, el pelinegro se durmió con rapidez.
Era extraño, ni siquiera estaban cerca de una fecha
especial que podían celebrar. Algo se traía entre manos, sin
omitir que contó con el descaro de dejarlo con la duda, no
sólo esa noche, sino también la mayor parte del día
siguiente cuando desapareció sin despedirse.
Sentía como su lobo estaba poniéndose triste, nunca
pasaron tanto tiempo separados de JungKook (exceptuando
la vez que TaeHyung terminó la Universidad). Incluso para
él era angustiante, así que no supo qué hacer cuando
recibió un mensaje del azabache diciéndole que iba en
camino para buscarlo y que, por favor, parase de estar
preocupado.
Increíble, nos deja solos todo el día y después piensa que
por decir “por favor” todo estará bien con nosotros.
Alfa tonto.
Eso no era todo, JiMin tenía esta mirada divertida en su
rostro cuando estuvieron reunidos a la hora de almorzar,
mientras que YoonGi le sonreía con mucha nostalgia. No
entendía. No comprendía de qué se estaba perdiendo si
siempre estuvo con ellos. Los únicos que parecían ser
normales eran JoongKi (por supuesto, ¿qué podía tener un
cachorro de trece años que ocultar?), y la linda HyeJim.
Ah… pasaron tantas cosas con los papás Min; luego de
ser tan buenos y gentiles, la vida finalmente los compensó
logrando que pudieran tener un hijo biológico. Habían
perdido la esperanza la vez que decidieron rescatarlo a él
del refugio, pero ahora HyeJim era su milagro y no podían
ser más felices con la nena de cabellos grisáceos y adorable
eyesmile que vivía rodeada de amor. De todas maneras,
TaeHyung seguía amándolos incondicionalmente sin
importar que ya no era un pequeño.
Estaba sentado en el mueble de la sala de estar, mirando
la puerta como si con eso obtendría todas las respuestas
que necesitaba. Según las palabras que dijo JoongKi
cuando tenía nueve años, no funcionaba porque sus
poderes eran débiles y él no estaba creyendo lo suficiente.
No pasó mucho, el auto del alfa fue escuchado por el
rubio, logrando que su nervioso lobo se inquietara el doble.
La curiosidad burbujeando en su pecho lo hacía sentir
ridículo, quizás estaba haciendo un gran asunto donde no
lo había.
—TaeTae -JungKook dijo con suavidad una vez que entró
a la casa.
—¿Qué hiciste? -fue lo primero que preguntó con los ojos
entrecerrados. Una sonrisa gigante iba estirándose en los
labios del menor.
—¿Estás molesto? Lo siento por dejarte solo tanto tiempo
-seguidas las palabras, se acercó para levantarlo del sofá y
envolver sus brazos alrededor de su cuerpo, el cual se
relajó. Dios, TaeHyung lo extrañó tanto que no pudo evitar
restregar su nariz en la unión del cuello y el hombro,
llenándose de su olor— Perdóname por no avisar, cariño.
Quiero que sea perfecto.
El omega frunció el ceño, sus gestos exigían una
explicación.
—¿Qué cosa? ¿Por qué me estás ocultando algo?
—Te dije que es una sorpresa. Las sorpresas no se dicen.
—Pero me dejaste solo. ¡Ni siquiera te dignaste a
responder mis llamadas! -Tae bramó aun entre los brazos
de JungKook, sus labios abultandose en reproche.
Era infantil hacer un berrinche en esa situación, siendo
que JungKook era el que más frecuentaba a hacerlo. A
veces que fuera mayor no significaba que se comportaría
realmente como un adulto.
De un segundo a otro, los labios del alfa depositaron un
beso sobre los suyos.
—Lo compensaré ahora si vienes conmigo -dijo sonriente
al rubio, dejando pequeños besos en sus labios una y otra
vez.
—¿Puedes decirme cómo?
—Tienes que esperar -espetó, sin ceder a su carita
fingiendo inocencia.
—Sabes lo impaciente que soy, amor.
—Esperarás -repitió el menor, riendo al ver la actitud
tierna del rubio.
A pesar de que tanto JungKook como TaeHyung
detestaban las sorpresas (hablaron del tema infinidades de
veces con anterioridad), estaba seguro que amaría el lugar
y tacharía de la lista un sueño menos. JiMin estuvo de
acuerdo, mencionó que aquello sería un gran paso para
ellos.
—Vamos entonces, no puedo esperar más.
—¿Llevas lo necesario? -TaeHyung asintió luego de
pensar que no necesitaba mucho si no sabía a qué lugar
iban— Bien, andando.
JungKook se separó, haciendo un pequeño movimiento
con la cabeza para que lo siguiera al auto. Trataba de
ocultar su sonrisa lo más que podía.
El viaje en vehículo fue calmado, TaeHyung trataba de
sacar conversación de lo que fuera para distraer su mente
y no inquirir otra vez sobre dicha sorpresa. Le frustraba,
pero se le contagiaba la euforia del lobo en su interior -el
cual deseaba pasar más tiempo entre los brazos cálidos del
azabache, haciéndolo sentir emocionado también.
JungKook estacionó frente a un edificio que se alzaba
orgulloso a su vista. ¿Qué estaba tramando? ¿Dónde
estaban y qué tenía que ver con ellos? Habían miles de
preguntas pasando por la cabeza de Tae, ninguna sin
contestar gracias al alfa sonriente intentando ser
misterioso.
—No entiendo -admitió TaeHyung angustiado, los nudos
de su estómago enlazandose.
El azabache dio un apretón comprensivo a su mano,
besando su mejilla.
—Necesito que confíes en mí -sacó algo de su bolsillo.
Era un pañuelo— Una vez que nos bajemos, te colocaré
esto en los ojos.
—Lo que quieras, sólo… que sea ahora, apresúrate.
JungKook salió del auto, acercándose rápidamente a
TaeHyung para cumplir su palabra y ponerle la venda con
cuidado. Por algún motivo el contrario estaba temblando,
suspirando ante el roce de los dedos del menor en su
mejilla.
Sosteniendolo con fuerza, el alfa lo dirigió en torpes
pasos mientras susurraba que se relajara un poco.
Subieron uno que otro escalón que lo hicieron tropezar,
después entraron en lo que parecía ser un ascensor y él
estaba anticipando llegar rápido porque se sentía estúpido
caminando así.
—Cuando entremos retiraré la venda de tus ojos y te
explicaré porqué oculté esto -especuló repentinamente el
hombre de cabellos oscuros. TaeHyung tragó saliva,
mordiendo sus labios— Tae, eres lo mejor que me ha
pasado en la vida, por lo que creo que es momento…
—Me dará un ataque de pánico, ¿de qué hablas? -
cuestionó, su voz tornándose ansiosa.
—Un segundo, amor -JungKook se alejó un paso, el
sonido de unas llaves llamó su atención. TaeHyung no tenía
idea de qué esperar— Ven conmigo, cuidado con tropezar.
El mayor realizó lo pedido. El lugar al que entraron era
cálido, también reconoció un rico aroma a lavanda. El
cuerpo de JungKook se posó detrás de él.
—Desde que te conocí no tuve ninguna duda de que te
quería a mi lado para siempre. Estuviste en todo
momento… estás en todo momento y me siento afortunado
de ser yo gracias a ti -de pronto, las manos del alfa
deshacían el nudo del pañuelo que cubría sus ojos, su
respiración haciendo cosquillas en su nuca. El corazón de
TaeHyung latía rápido, su lobo daba vueltas emocionado—
Mira.
—JungKook… ¿Q-qué…?
—Bienvenido a nuestro hogar, TaeTae.
Un departamento. Un gran departamento. Blanco,
muebles negros y sofás de cuero, con fotos de ellos en cada
mesa visible. Era acogedor e incluso desde la entrada
podían descubrir que si se acercaban al balcón tendrían
una hermosa vista de la ciudad de Daegu.
TaeHyung se lanzó a los brazos de JungKook sin darle
tiempo de reaccionar, enrollando las piernas en su cintura.
—Eres increíble, mi amor -sollozó en su cuello,
negándose a separarse— Te amo tanto, JungKook, tanto de
verdad.
—No llores, omega -el menor rió, sin embargo, su voz se
oía rota— No seas un bebé.
—Cierra la boca -especuló el rubio divertido. Salió de su
escondite y le regaló una suave sonrisa a pesar de que sus
ojos estaban empañados y sus mejillas mojadas por las
lágrimas.
—¿Estás feliz? -ni siquiera se había molestado en bajarlo,
Kook sonreía y lo apretujaba sin problemas.
—Soy la persona más feliz -afirmó Tae bajito, como si
estuviera hablando de un hecho secreto.
—Te lo mereces. Te mereces todo -respondió el alfa muy
cerca de su rostro— ¿Quieres ver el resto del lugar?
Y TaeHyung asintió antes de cerrar la mínima distancia
con un apasionado beso (el cual era necesario luego de lo
que pasó en el transcurso del día), pensando que, sin
importar el tiempo, él seguiría enamorado y hundido por
ese hombre.
En la cena de esa ocasión, JiMin y YoonGi le
cuestionaban cosas de su hogar, teniendo curiosidad de
cuándo mudarían sus pocas cosas (porque JungKook se
encargó de comprar nuevos muebles). Y a la hora de dormir
mimaron a JoongKi, le abrazaron a pesar de las quejas
porque todavía lo consideraban un infante. Aunque no lo
dijo, en su carita se apreciaba lo afligido que estaba; él no
deseaba que sus hyungs se fueran, y no lo admitiría nunca,
pero aquellos besos con olor a gardenias combinadas con
chocolate y nueces lo hicieron sentir mucho mejor.
JiMin se veía un poco afectado también por la mudanza
de sus chicos, seguía considerándolos sus cachorros, en
realidad le repetió a JungKook cada que tuviese
oportunidad que mientras estuviera con vida, ellos serían
sus bebés. De vez en cuando un ataque repentino de
nostalgia le entraba y culminaba consintiendolos con
panqueques con miel que el rubio solía amar.
Exactamente luego de haber pasado una semana, el
hombre de hebras oscuras estaba llevando las últimas
maletas más pesadas al auto con ayuda de YoonGi,
aprovechando el momento que los omegas tenían con
HyeJim y Joongki en el patio. Era divertido que la reacción
del último chico de los Min era la misma que tuvo Tae
cuando recién lo conoció, sin embargo ahora protegía a
HyeJim con su vida, entrando en el papel de padre (cierto
hermanos celoso le prohibió tener novio hasta los treinta,
¡la niña a penas podía dar un paso sin caerse!)
Estaba feliz de tener a su TaeTae para él solo, además, el
que sus cuidadores dieran su bendición le hacía creer que
era el alfa más suertudo. Una gran familia, amigos
asombrosos, un omega comprensivo y amoroso…
JungKook amaba su vida.
—Estaba muy pequeño cuando vine aquí por primera vez
-comenzó. Sus ojos vagaban por el viejo árbol de manzanas
donde vio a un TaeHyung de ocho años. YoonGi le prestó
atención— No hay mucho que pensar acerca de mi
infancia… ya sabes, antes de que me buscaras en el
refugio, pero cuando se trata de TaeHyung, no hay algo que
pueda olvidar.
—Te pusiste muy feliz en el preciso momento en que lo
miraste -acotó el mayor.
—A su lado me siento bien, como si las cosas a mi
alrededor toman color.
El hyung con olor a café con leche sonrió. Varios
recuerdos llegaron a su mente, su pecho se apretó un poco.
—Años atrás, cuando eran unos cachorros revoltosos,
TaeHyung estaba muy confundido. Él pensaba que te
odiaba porque ibas a robarle a sus hyungs -Yoon rió— Sus
acciones demostraban lo contrario, y un día me preguntó,
“¿Por qué siento que debo protegerlo, Yoonie hyung?”.
Joder, esas palabras nunca saldrán de mi mente, Kook.
—¿Le dijiste…?
—No -lo cortó de golpe. La atmósfera había cambiado, no
era mala en absoluto, pero sí melancólica, se sentía como si
estaban dejando ir algo. Ambos alfas terminaron con la
tarea del equipaje, tomando asiento para continuar con su
charla— Él era un niño, no podía confirmarle lo que ya
JiMin y yo sospechábamos porque eso probablemente iba a
confundirlo, así que le dije que se debía a que era mayor
que tú y tenía un gran instinto.
JungKook dejaba escapar suspiros, el rostro de YoonGi
estaba serio y se notaba cansado.
—Que TaeTae y yo tengamos un pasado duro no es
casualidad. Claro, pudo haber sido diferente, pero hyung…
elegiría esto de nuevo si tuviese elección.
—¿Sabías que mi omega y yo también somos destinados?
Los ojos de JungKook se achicaron por la sonrisa
iluminando su cara.
—¿En serio? Estar con tu pareja y que este sea tu
destinado es grandioso, no se puede explicar.
—Lo sé, por eso no dudo que TaeHyung y tú estarán bien
-culminó el alfa con una palmada en la espalda del
contrario, reconociendo que, junto con su JiMinnie, lo
hicieron bien. Un buen trabajo.
Unas carcajadas se escucharon del interior de la casa,
ambos se levantaron, no sin antes darse un apretón de
manos que decía muchísimo; gracias por todo, hyung.
—¿Estás listo, JungKookie? -preguntó TaeHyung tan
radiante como se podía estar. JiMin y JoongKi venían detrás
de él (el último mencionado con la lobita en sus brazos).
El alfa menor se acercó a su omega, tirando de su mano
para abrazarlo con fuerza.
—Más que listo, cariño -besó su frente— ¿Y tú lo estás?
—Siempre -respondió TaeHyung, envolviendo sus brazos
en el cuello de JungKook mientras descansaba su mejilla en
su hombro.
Siempre que esté contigo.

Editado: DIC. 13, 2021


Entre todas mis historias, “¡Es Mío!” Es la más
importante y especial para mí. Recuerdo que escribí
la primera parte una madrugada, pensando que
quería hacer algo diferente. Tenía clara la idea de que
sería un fanfic muy empalagoso y cursi porque pasaba
por momentos difíciles y me dije “¿Sabes qué? Estoy
harta del drama, sino puedo escapar de mi vida real,
haré que mis personajes sean lo opuesto a mí”. Y fue
lo que hice, sintiéndome satisfecha por mi trabajo.
Infinitamente agradecida con ustedes por leer un
pedacito de mi trabajo, x
avamochi
Extra

Stream Permission to Dance


Y disfruten ♡♡

Había una pequeña sonrisita en los labios de JungKook


mientras su omega repartía varios besos por todo su rostro,
un cosquilleo familiar se enroscaba en su estómago. A estas
alturas ya sabía que era imposible recibir atención de
Taehyung sin sentir un sinfín de emociones.
Lo observó un momento, con los ojos pequeños por
haberse despertado hacía poco. El rostro de Tae se notaba
brillante por los rayos del sol que se colaban por los
grandes ventanales, el color blanco del lugar hacía verlo
más espacioso. Era cálido, agradeciendo internamente la
calma en el ambiente, era maravilloso simplemente por el
hecho de que eran contados los momentos así, no se
quejaban de nada, después de todo, ellos escogieron esa
vida y estaban felices, sin embargo, era agotador estar en
constante movimiento y ocupados.
TaeHyung encima de su cuerpo, ningún espacio entre
ellos, besos aquí y allá… JungKook reforzó su agarre en las
caderas contrarias, moviendo los pies ligeramente contra
los de su pareja para recibir caricias constantes.
¿Había algo mejor que eso? ¿Alguien podría ser más
afortunado que él por ser plenamente bendecido con su
vida? JungKook se preguntaba eso con frecuencia. Se
respondía a sí mismo, no creía que otro alfa fuese tan
dichoso.
La noche anterior, aprovechando que se habían
desocupado de sus obligaciones temprano, decidieron tener
una velada romántica improvisada, no tenían una idea
exacta de qué ocurrió, pero de pronto, ambos se quedaron
dormidos en el sofá, entrelazados entre sí. Despertaron un
poco desorientados, pero luego cayeron en cuenta.
—¿TaeTae? -JungKook murmuró con voz levemente
ronca, pero aún así sin perder el toque dulce. Recibió un -
casi— inaudible “¿Hmm?”— Estaba pensando en pedir mis
vacaciones pronto, me gustaría que hiciéramos un viaje.
—¿Es por él? -no pudo evitar sonreír, dando una sutil
caricia a la tersa mejilla del contrario. Su corazón se sintió
cálido.
—Les dimos lo que querían en su cumpleaños, pero
Minsoo sólo pidió el viaje y tuvimos que posponerlo por mi
trabajo, no me parece justo…
Era entendible que su lobo tuviese remordimiento,
también se había sentido mal a pesar de que el pequeño
fingió no tener problemas con ello.
—Se pondrá muy feliz, y…
De pronto, TaeHyung se vio interrumpido por el sonido
de varias voces y pisadas, provenientes de las habitaciones.
—Se han despertado… rápido, hazte el dormido -susurró
con rapidez el alfa, quién seguido escondió su rostro en el
cuello del mayor, riéndose en el proceso. TaeHyung lo
abrazó, divertido, pensando en lo tramposo que había sido
Kook por esconderse.
Los revoltosos pasos se escucharon más y más cerca,
hasta estar en la misma habitación. Cuatro personitas
caminaron hasta el sofá, sorprendidos de verlos durmiendo
todavía.
—¿Por qué están durmiendo en el mueble? -cuestionó
una voz infantil, era Namhee.
—Nam, no seas tonto -dijo entonces Sunhye, sonando
obvia— No van a responderte, están dormidos.
Otro niño irrumpió en la conversación, esta vez era
Haneul, quejándose.
—Ya, diles que despierten, ¡tengo hambre!
La única niña rodó los ojos y subió al sofá, montándose
encima de sus progenitores.
Empezó a sacudirlos sin compasión tratando de
despertarlos (aunque seamos sinceros, no era mucha la
fuerza que empleaba), mientras que JungKook se aferraba
aún más al cuello de Tae para que no vieran las sonrisa que
tenía en el rostro. El omega, por su lado, quería reír.
—¡Despierten! ¡Estamos muriendo de hambre!
—Sunhye, no está funcionando, dame un lado -Namhee
utilizó sus piernas cortas para saltar a un lado de su
hermana, para zarandear a sus padres con el ceño
fruncido.
Pero era inútil, se decían los cachorros, sus padres
estaban en un profundo sueño y ellos sentían sus pancitas
sonar del hambre. De pronto eran tres niños saltando sobre
los adultos.
Era bastante claro, de los cuatrillizos, Haneul, quien
tenía cabellos rubios, ojos grandes como su papá Kook,
Sunhye, la castaña con adorables pecas, un bonito lunar en
la punta de su nariz e instintos de alfa y Namhee, con el
cabello azabache y sonrisa cuadrada, eran los revoltosos, a
comparación del pequeño Minsoo, un tierno lobito castaño
con ojos pequeños y labios finos, el cual era todo tímido y
callado, él estaba observando cómo sus hermanos gritaban.
A sus cinco años, eran muy inteligentes y desastrosos para
su propio bien.
Al notar que ya estaban exhaustos, JungKook aprovechó
la ocasión y atrapó a Haneul en sus brazos, haciendo
cosquillas.
—¡Voy a comerte! -gritó riendo al notar las risas de sus
hijos, pues TaeHyung había aprisionado a Sunhye y
Namhee, imitando la acción de su alfa.
—¡Papá, no! ¡Voy a morir, voy a morir!
No podían dejar de reír, la escena era lo más divertida y
hogareña posible. Minutos después, estaban calmados,
bueno… “calma” era una palabra que no conocían en
realidad.
—Ven con papá, Minsoo -Taehyung extendió su brazo
libre a su pequeño bebé que había mantenido distancia.
No esperó dos llamados, el cachorro corrió a los brazos
de su papi Tae, quién no perdió el tiempo y repartió dulces
besos por los mofletes de Minsoo.
—Papi, tengo hambre -mencionó el mismo, sacudiendo
un poco el brazo de su progenitor para que lo escuchara
entre los gritos de sus hermanos.
—Está bien, vamos a la cocina cariño -el omega se puso
de pie, tomándolo entre sus brazos. No habían ni siquiera
entrado a la cocina cuando un ruido en seco, junto con
risas, se oyeron detrás de ellos— ¿Qué ra—
—…¡Auch!
—No lo puedo creer.
JungKook estaba en el suelo, había sido tacleado por
Sunhye, la lobita le estaba mordiendo la oreja mientras que
Namhee y Haneul reían a carcajadas.
—¡No puedes contra mí! ¡Soy la mejor!
—Huyamos de aquí, Minnie -susurró el mayor, riendo
cuando lo último que escuchó fue un ¡Traidores! de su alfa.
Minsoo estaba sentado en la encimera, sus pies colgaban
a la par que ayudaba a papi Tae a revolver una ensalada de
frutas con granola (aunque secretamente se comía los
pequeños pedazos de fresa, su boca estaba manchada de
rojo), cuando entraron los otros tres revoltosos con
JungKook.
Haneul estaba en la espalda del alfa, Sunhye colgando de
su cuello y pues… Namhee era un tema aparte, él estaba
aferrado a su pierna.
—Amor, he sido atacado brutalmente por tres lobos
feroces -se quejó el pelinegro. Una vez los niños estaban en
el suelo, fue directo a abrazar a su omega, fingiendo llorar
en su cuello.
Está bien, TaeHyung no quería decirlo en voz alta pero
sintió su corazón derretirse de amor. La forma en la que
Jungkook afectaba sus sentidos era inexplicable, lo amaba
tanto que, al envolver sus brazos alrededor de su cuerpo,
sintió relajarse.
—A veces debes aceptar tus derrotas, mi alfa -acotó
divertido, depositando un beso en la nariz del susodicho y
otro en sus labios cuando salió de su escondite.
El azabache lo miró, dando una sonrisa brillante, y otro
beso más en sus labios.
—No puedo obtener derrotas contigo a mi lado.
—¡Buagh, que asco!
Oh, sí… Por un momento olvidaron ese pequeñísimo
detalle, no estaban solos.
—¿Qué pasa, mocosos? ¿También quieren besos?
Y sí, cuando Jungkook les decía eso era porque sabían
cómo iban a terminar.
La mañana había culminado bien, tomando sus
desayunos después de que el pelinegro les hubiese babeado
las mejillas a los cuatrillizos mientras pedían clemencia.
Algo que adoraba TaeHyung de su pareja y sus hijos era la
forma en la que se llevaban, tenían una conexión hermosa
como familia y estaba agradecido, Jungkook realmente
amaba a sus hijos, se notaba con facilidad por sus acciones
y su forma de tratarlos. Recordaba el impacto que
recibieron cuando les dieron la noticia de que tendrían
cuatro cachorros al mismo tiempo, ellos seguían siendo
jóvenes, además de que serían padres primerizos y no
tenían idea de cómo actuar.
No fue cuestión de un día, claro, fueron meses donde no
podían dormir bien por el llanto constante de los pequeños
cuando despertaban, e incluso cuando se enfermaban era
una tortura, tenían a un nervioso TaeHyung a punto de
llorar y a JungKook desesperado por no saber cómo
apaciguar el malestar de todos los integrantes de su
manada, por fortuna estaban JiMin y YoonGi para ayudarlos
a sobrellevar la situación, luego pudieron tomar por su
cuenta las riendas del asunto.
Como estaba empezando el fin de semana, no tenían un
plan para ellos, JungKook había propuesto ir al super a
comprar las cosas que necesitaban para su alacena, los
lobitos no eran inquietos solamente, también comían
muchísimo. Eran como unas nuevas versiones de ellos pero
en miniatura, les sorprendía un poco que con la edad que
tenían se mostraban independientes, cada uno había
moldeado su personalidad, bastante distintas pero
respladecían a su manera.
—¿Ya están listos? -preguntó JungKook, sin tener idea
que al entrar en la habitación, se encontraría con una
escena preciosa. Estaban sus cuatro cachorros vestidos con
pijamas enterizas, Minsoo de Totoro, Namhee de Stitch,
Haneul de unicornio y Sunhye de Tigger.
—Um, necesito ayuda -mencionó Haneul, señalando los
cordones de sus zapatos desatados.
El azabache se acercó para ayudarlo, notando que su
omega estaba ocupado con Namhee, tomándole menos de
un minuto con sus agujetas.
—Cuando regresemos te enseñaré -prometió.
JungKook no pudo aguantarse, así que tanto él como
TaeHyung salieron vistiendo sus pijamas enterizas también
porque era divertido y se veían geniales. En todo el camino
hasta el supermercado estuvieron escuchando canciones
infantiles, los seis gritando al unísono sin poder contener la
risa.
El viaje fue relativamente corto y gracioso, pues la gente
los veía con ternura por sus atuendos cuando estaban
comprando las cosas necesarias, no pasó nada fuera de lo
común, en realidad Jungkook estaba preparado para salir
con uno que otro juguete demás a petición de los
revoltosos, cosa que fue así.
Los días en familia no eran decepcionantes, no había
nada más reconfortante que un abrazo de sus pequeños
para olvidar lo cansados que podían estar en ocasiones por
tenerlos entretenidos. Las personas solían preguntar a
menudo cómo eran capaces de hacerlo, pero no tenían una
respuesta concreta, Sunhye, Minsoo, Namhee y Haneul
eran la adoración de sus ojos, harían cualquier cosa por
ellos y en definitiva no eran una carga.
Lo terminaron de comprobar esa noche, al verlos
durmiendo plácidamente en sus camas, con sus respectivos
animales de felpa apresados en sus brazos y sus mejillitas
presionadas contra las almohadas.
Eran perfectos.
—Dios, no puedo creer el trabajo tan bueno que hicimos -
susurró TaeHyung, maravillado por sus cachorros.
JungKook hizo un sonido de aprobación, mantiendose
abrazándolo por la espalda con la barbilla apoyada en su
hombro.
—No me sorprende, si tienen tus genes, claro que son
hermosos.
—Oh, cállate -sonrió el Omega, girando sobre sus pies—
Tú eres incluso más precioso.
—¿De casualidad no quieres hacer otro, TaeTae? -
cuestionó JungKook tan pícaro como se podía ser.
TaeHyung trató con todas sus fuerzas no reírse para no
despertar a los niños.
—Estás demente, no vamos a tener otro cachorro.
El alfa menor se acercó al oído a su omega, dando una
pequeña lamida al lóbulo de su oreja.
—Contigo podría tener cincuenta cachorros más y sería
feliz -susurró— Pero me conformaré con ponerlo en
práctica y fallar en el proceso adrede.
—Te amo, idiota -respondió TaeHyung, envolviendo sus
brazos en el cuello de JungKook mientras unía sus labios en
su beso.
—Soy tu idiota, te marqué y no puedes escapar de mí -le
dijo— Y tú eres mío.
Y no había más que verdad en sus palabras.
TaeHyung era suyo, su omega.

Editado: DIC. 13, 2021


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