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2.1.1. Introducción
Aunque la presentación clínica que origina el dolor crónico puede ser
muy variable (neuralgia post-herpética, fibromialgia, etc..) existen un
conjunto de mecanismos fisiopatológicos que pueden considerarse
comunes y que en los últimos años se han descrito en determinados
síndromes y modelos animales de dolor crónico, especialmente para el
dolor neuropático. Asimismo, se han desarrollado diferentes técnicas
diagnósticas asistenciales y de investigación, como la neuroimagen
funcional, la neurofisiología selectiva de la vía nociceptiva o el análisis de
biomarcadores, que han permitido una mejora en la identificación de los
procesos implicados en la cronificación del dolor.
El dolor fisiológico es un mecanismo esencial de señal temprana que
nos alerta de la presencia de estímulos lesivos en el entorno. Este
es, por ejemplo, el dolor que experimentamos en respuesta al pinchazo
de una aguja. Todos los seres vivos deben ser capaces de reaccionar a
estímulos nocivos. La adquisición de la capacidad de detectar y recordar
el peligro puede haber sido un paso evolutivo clave en el desarrollo de un
sistema nervioso plástico.
El dolor puede considerarse una experiencia multidimensional, así se
considera que existe un componente sensorial-discriminativo, otro
afectivo no placentero y un tercer componente cognitivo o atencional.
Además, el estímulo doloroso que percibimos a través de nuestro sistema
sensorial exteroceptivo está sujeto a una integración posterior en el
sistema nervioso central que, al igual que ocurre con un reflejo espinal,
genera una serie de respuestas eferentes como “reacción” al estímulo
doloroso recibido. Cualquiera de estos componentes de la percepción
(aferente, integración o eferente) puede ser tributaria de ser evaluada
si disponemos de los métodos adecuados, permitiéndonos un mejor
conocimiento de los mecanismos que intervienen en la perpetuación
crónica del dolor
En este tema queremos ofrecer una revisión de la fisiología y
fisiopatología del dolor, enfocando desde el punto de vista de la
neurofisiología de los sistemas encargados de señalar y procesar la
información relacionada con las lesiones tisulares. Describiremos las
estructuras nerviosas que participan en la percepción de la experiencia
dolorosa y de todo el cortejo que la acompaña. Existen niveles de
integración creciente donde la información nociceptiva es procesada de
forma organizada y sometida al control de los sistemas individuales.
Entre el lugar donde se produce la agresión y la percepción de dicho
daño se producen una serie de procesos neurofisiológicos, que
colectivamente se denominan nocicepción, y se dividen en transducción,
transmisión, modulación y percepción. Asumimos que estos procesos
se realizan de forma simultánea y relacionados de tal manera que el
estudiarlo separadamente sólo tiene interés didáctico.
Conocer el mecanismo o mecanismos implicados en cada caso
clínico que se nos presenta, nos puede servir de guía para elegir
el tratamiento analgésico más adecuado y evitar en lo posible la
cronificación del dolor.
2.1.3. Transducción
Se entiende por Transducción el proceso
por el cual el estímulo nocivo periférico se
transforma en un estímulo eléctrico.
El dolor fisiológico se inicia en las fibras
sensoriales nociceptoras especializadas de
los tejidos periféricos, activadas sólo por
estímulos nocivos. La afluencia sensorial
generada por los nociceptores activa
las neuronas de la médula espinal que
se proyectan al córtex por vía talámica,
provocando dolor. (Figura 2.1). La señal del
nociceptor también activa e incrementa el
reflejo de retirada y la respuesta emocional,
autonómica y neurohumoral.
La transducción se lleva a cabo en
los receptores sensoriales, llamados
nociceptores (abreviación del término
nocireceptor), que son las terminaciones
periféricas de las fibras aferentes sensoriales
primarias.
La característica esencial de un nociceptor
es su capacidad para diferenciar entre
estímulos inocuos y estímulos nocivos,
Proceso por el cual el estímulo nocivo periférico se trans- esto se logra con un umbral alto de
forma en un estímulo doloro estimulación y la posibilidad de codificar la
intensidad del estímulo en una frecuencia de
impulsos. Un nociceptor puede activarse
frente a estímulos de una determinada
intensidad, mientras que no responden o
responden irregularmente a estímulos de intensidad baja. A diferencia de los receptores
no nociceptivos, los nociceptores no suelen adaptarse al estímulo; por el contrario tienden a
sensibilizarse, es decir, disminuye el umbral a medida que el estímulo lesivo persiste, lo cual
en parte explica el fenómeno de la hiperalgesia.
AGENTES
RECEPTORES ESTÍMULO PATOLOGÍA
TERAPÉUTICOS
TRPV1 Calor, medio ácido, Hipersensibilidad al Parche capsaicina 8%
capsaicina y vaniloides calor
endógenos
TRPA1 Frío, mentol, eucaliptol,
icilín, bradiquinina
ASICS Medio ácido producido Dolor Ziconotide
por isquemia músculoesquelético e
isquémico
FUERZAS AGENTES
ESTÍMULO PATOLOGÍA
MECÁNICAS TERAPÉUTICOS
GABA Presináptico medular G abaérgico Inhibitorio, asociada al
canal de C1
GLICINA Presináptico medular G licina I nhibitorio, favorece la
entrada de C1
SEROTONINA Presináptico medular S erotoninérgicos I nhibitorio
NORADRENALINA Presináptico medular N oradrenérgicos I nhibitorio
ENCEFALINA Presináptico medular M OR I nhibitorio
Tabla 0-1 Principa les rece ptor es para estí mulos nocicept ivos
El umbral de estimulación de los nociceptores no es constante, sino que depende del tejido
donde se encuentre el nociceptor. (Tabla 2.1) Debido a su capacidad de responder a estímulos
dolorosos, los nociceptores han sido llamados también “receptores del dolor”, pero no todos
los tipos de dolor se deben a la activación de este grupo de receptores.
-Las fibras de tipo I tienen un incremento gradual de la respuesta al calor, ellos se sensibilizan
por injuria química y calor, y juegan un rol en el desarrollo de la hiperalgesia.
Este modelo representa un estado de transmisión disminuido. La activación del sistema inhibidor
desciende mediado por GABA, glicina, noradrenalina, encefalina y adenosina, interaccionando con
sus respectivos receptores a nivel pre y postsináptico, disminuyen la liberación de Nt excitatorios. Los
resultados son disminución del potencial de acción postsináptica y disminución de la sensibilidad al
dolor.
Esta es una situación contraria al estado inhibido. En esta situación hay un incremento en la
excitabilidad del APME, y como consecuencia su respuesta a un estímulo sensorial es facilitada o
sensibilizada. Si bien un estímulo de baja intensidad activa los aferentes primarios de bajo umbral, esto
genera dolor, fenómeno conocido como alodinia, y un estímulo de baja intensidad ocasiona un dolor
aumentado en amplitud y duración, fenómeno denominado hiperalgesia.
La sensibilización del APME es secundaria al daño tisular periférico (Tabla 2.5.), inflamación periférica
y daño en el SNP o SNC. Como en el estado inhibido, el estado sensibilizado puede tener también
un enorme valor para la supervivencia. La sensibilización central, al incrementar la ganancia de las
neuronas del APME, es un disparador de los impulsos aferentes nociceptores los cuales ocurren
con un daño tisular e inflamación periférica. Un estado de excesiva sensibilidad, en el cual estímulos
de baja intensidad inician dolor, puede potencialmente ayudar a proteger la zona lesionada de otras
lesiones hasta que la recuperación ocurra. La sensibilización central también ocurre en pacientes con
dolor secundario a lesión nerviosa.
Por otra parte, después de una lesión nerviosa periférica, algunos de los cambios que se
producen son opuestos a los observados tras la inflamación, de tal forma que pueden
disminuir la SP, el CGRP y los receptores VR1, SNS y opioides µ. Sin embargo, otras
modificaciones son similares, como el aumento en la liberación de factores neurotróficos. Las
lesiones nerviosas inducen además una disminución en la densidad de neuronas sensoriales
aferentes primarias, que afecta principalmente a las fibras C y en menor proporción a las
fibras Aδ; este hecho determina una reorganización central de estas fibras, dando lugar a
nuevas sinapsis, que podrían ser una de las causas de que muchos dolores neuropáticos
sean de difícil tratamiento.
Respecto a las modificaciones en las neuronas del asta posterior,
tanto la inflamación como la lesión nerviosa producen cambios
significativos en las neuronas del asta posterior. Estos incluyen cambios
en la transducción/transcripción de receptores (NK1, GABA-R),
transmisores (GABA, dinorfinas, encefalinas) y enzimas (COX, NOS).
A este nivel se han descrito dos patrones distintos, en uno de ellos la
inflamación periférica induce un aumento en la expresión de aquellos
receptores/transmisores que están incrementados en las neuronas
aferentes primarias. En el segundo, la lesión nerviosa produce una
reducción en la modulación inhibitoria como consecuencia de la
disminución en la expresión de transmisores, receptores o de la densidad
(número) de neuronas inhibitorias.
Las más importantes son las vías espino talámica, espino bulbar o
espino reticular, espino mesencefálica y espino-hipotalámica; las
que se concentran en el cordón anterolateral. En las vías ascendentes
indirectas tenemos: la vía polisináptica de la columna dorsal, espino
cérvico talámica y espino para braquial.
a. Vía espinotalámica
Las vías espinotalámicas y trigémino talámica son las relacionadas con
la sensación de dolor, en la especie humana son las más importantes y
constituyen alrededor del 90% de todas las vías ascendentes. En estudios
de autopsia en humanos cordotomizados revela que las células que
las originan proceden en el 50% de la lámina I, el 25% de las láminas
IV-V y el 25% restante de las láminas VII-VIII; siendo del 85% al 95%
de ellas contralaterales y del 10 al 15% ipsilaterales, constituyendo las
proyecciones contralaterales del orden de las 10,000 células. Como
se aprecia, la población neuronal que origina la vía espinotalámica
recibe aferencias de una constelación de fibras aferentes primarias.
Desde hace casi un siglo con estudios de tinción de plata en fibras
degeneradas de material de autopsia en humanos y primates con
hemisecciones medulares, se demostró que la mayoría de los axones
cruzan la línea media por la comisura ventral o dorsal hacia la sustancia
blanca de la hemimédula opuesta, para ascender concentrados en
dos localizaciones, en la parte lateral del cordón anterolateral (la
vía espinotalámica lateral "clásica") y la parte ventral del cordón
anterolateral (la vía espino talámica ventral "clásica"). Recientes estudios
confirman que los axones de la vía espinotalámica lateral se originan
predominantemente de las neuronas de la lámina I y que los axones
de la vía espino talámica ventral se originan predominantemente de
las neuronas de las láminas V y VII. Hay, sin embargo, una considerable
dispersión y variabilidad individual del patrón general. En su trayecto
ascendente las nuevas fibras se van incorporando centralmente de forma
ordenada, así, en la médula cervical alta, las fibras sacro-coccígeas
ocupan la porción externa y las cervicales la interna. Al nivel de la
unión bulbomedular las dos vías espinotalámicas se unen en el cordón
anterolateral de la médula.
Los axones de la vía trigémino-talámica se unen a la parte interna de la
vía espinotalámica. Esta vía termina en seis diferentes regiones o núcleos
del tálamo: ventral posterior, porción posterior del ventral medial, ventral
lateral, central lateral, parafascicular y porción ventral caudal del dorsal
medial.
Estudios realizados en animales muestran la existencia de tres clases de
neuronas en la lámina I que contribuyen con sus axones a esta vía, las
neuronas predominantes son las NE, con campos receptivos cutáneos
pequeños, responden a estímulos mecánicos nocivos, termales nocivos
o ambos, tienen aspecto fusiforme, con arborizaciones dendríticas en un
plano vertical y con axones no mielinizados. El segundo grupo son las
neuronas nociceptivas polimodales (NP) que responden al calor, pellizco
o frío nocivo; la mayoría de las aferencias son fibras C y son neuronas
multipolares.
Tanto las neuronas NE como las NP pueden también responder a
estímulos nocivos de músculos, articulaciones y vísceras. Además, la
lámina I contiene las neuronas termo específicas (TE), excitables por
el frío inocuo e inhibidas por el calentamiento de la piel y son neuronas
piramidales.
• Núcleos intralaminares
Se registran neuronas nociceptivas en la mayoría de las áreas del
tálamo medial, en la parte posterior del núcleo central lateral (NCL) y el
núcleo parafascicular. Algunos núcleos tienen poblaciones celulares con
funciones diferentes, como el caso del NCL en la que muchas neuronas
están relacionadas con los movimientos de los ojos. Muchos estudios
reportan neuronas nociceptivas en los núcleos intralaminares y otros
núcleos mediales del tálamo en la rata y en el gato.
Estos núcleos mediales e intralaminares constituyen la zona de
proyección del resto de las vías ascendentes nociceptivas, de manera
directa o indirecta, esta última a través de la FR. Las proyecciones de
estos núcleos son muy amplias y difusas, y alcanzan a toda la corteza, el
sistema límbico y los ganglios basales, A cambio, reciben gran cantidad
de aferencias desde toda la corteza cerebral, en especial de la región
frontal.