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EPISTEMOLOGÍA Una
DE LA EVOLUCIÓN
introducción a sus bases científico-filosóficas. Sant Vicent del Raspeig
(Alacant): Editorial Club Universitario. Capítol 1: pp. 13-29.
La ciencia y su tipología
Etimológicamente, la palabra «ciencia» proviene del sustantivo latino
scientia, que a su vez deriva del verbo scire (saber) y este probablemente de
la raíz protoindoeuropea skei- (cortar). Por su origen lingüístico, la ciencia
sería el acto de separar una cosa de otra, lo que la relaciona con clasificar
entes. A propósito del origen remoto del vocablo, es interesante ver cómo la
palabra inglesa scissors (que tiene el mismo origen) significa «tijeras». Así,
de manera metafórica, la ciencia serían las tijeras con las que cortamos las
cosas complejas para poder entenderlas una vez que las hemos desmenuzado
en elementos más simples.
Más allá de su etimología, existen muchas definiciones aceptables de lo
que es la ciencia, de las que mostraremos unas pocas. Para Bunge (1983), la
ciencia es un estilo de pensamiento y acción tendente a construir
reproducciones conceptuales de las estructuras de los hechos (teorías), que
serían conjuntos de modelos contingentes (parciales y no infalibles) de la
realidad. Casi un siglo antes, Poincaré (1905) la había definido como «una
clasificación, un modo de relacionar hechos que las apariencias separan,
aunque estén ligados por algún parentesco natural y oculto» o, más
resumidamente, «un sistema de relaciones». Según Ayala (1994), es «una
actividad intelectual que trata de explicar los fenómenos del Universo por
medio de causas naturales». Finalmente, por su fina ironía no falta de
veracidad, vale la pena mencionar «cierta definición moderna de la ciencia»
que da Wagensberg (1985). Este la reduce al «acuerdo que se alcanza entre
científicos de prestigio», que no deja de ser una versión ad hoc del rancio
argumento de autoridad («magister dixit», «el maestro lo dijo»).
La ciencia en sentido estricto nace del deseo de conocimiento, aunque
después se le hallen aplicaciones prácticas en forma de tecnología. Así, desde
el punto de vista etológico o del comportamiento animal, la ciencia se explica
como una consecuencia natural de la intrínseca curiosidad humana. Como ya
en el siglo XVIII expresara Feijoo (1745), «No hay verdad alguna, cuya
percepción no sea útil al entendimiento, porque todas concurren a saciar su
natural apetito de saber». A diferencia de otros simios, el ser humano no sólo
POLICARP HORTOLÀ
Conocimiento objetivo
El conocimiento es un proceso de relación entre un sujeto cognoscente (aquel
que conoce), un objeto de conocimiento (aquello que se trata de conocer) y
determinadas estructuras lógicas (el concepto, cuya forma lógica es el
término; el juicio, cuya forma lógica es la proposición; el razonamiento, cuya
EPISTEMOLOGÍA DE LA EVOLUCIÓN
los individuos ven el mismo fenómeno (en este caso, el resultado de la medida
de la temperatura). En palabras de Bunge (1983), el conocimiento objetivo es
«la experiencia intersubjetiva (transpersonal)», mientras que la realidad es «lo
que existe en algún lugar del continuo espacio temporal de cuatro
dimensiones».
¿Con qué medios llegamos al conocimiento objetivo? Por un lado, con los
sentidos, haciendo uso de los aparatos de medida. Por el otro, con el
razonamiento, utilizando la lógica y las matemáticas. Por oposición a las
llamadas «ciencias fácticas» (empíricas), se acostumbra a denominar a la
lógica y las matemáticas «ciencias formales». En sentido estricto, la lógica y
las matemáticas no son ciencias, sino conjuntos de procedimientos
intelectuales que se utilizan en beneficio de las ciencias. Es decir, que son
técnicas auxiliares de la ciencia. Esto es debido a que: (1) no tratan de entes
materiales sino de entes ideales (por ejemplo, a, b, c), (2) no se ocupan de
hechos concretos sino de hechos abstractos (por ejemplo, a + b = c) y (3) no
se basan en observaciones prácticas sino en proposiciones teóricas que se
toman como punto de partida y permiten llegar a conclusiones válidas
simplemente desde el punto de vista formal. La lógica se basa en premisas
(como «Toda agua es un líquido», lo que no es una observación práctica),
mientras que las matemáticas se basan en axiomas (como ∀x,y,z∈A, x(y + z)
= xy + xz, que significa «para todo x, y y z perteneciente a A, x por y más z es
igual a x por y más x por z»). Que una conclusión sea formalmente válida no
quiere decir que corresponda a la realidad. En el ejemplo anterior, la premisa
«Toda agua es un líquido» es empíricamente falsa, puesto que también la
podemos encontrar en estado sólido (hielo) o gaseoso (vapor). Así que
podemos llegar a conclusiones que, a pesar de ser formalmente válidas, sean
empíricamente falsas.
El método científico
El método científico busca el conocimiento objetivo de la realidad. Es el
procedimiento para situar el conocimiento dentro de un esquema lógico, por
lo que es estudiado por el subcampo de la lógica material denominado
metodología. El postulado básico del método científico es el Principio de
Objetividad de la Naturaleza, que niega la validez de toda interpretación de
los fenómenos dada en términos de causas finales o proyecto (Monod, 1981).
El método científico está activo desde el siglo XVII, cuando fue establecido
por Francis Bacon en su trabajo filosófico Nuevo instrumento de las ciencias
(Bacon, 1620). Bacon aspiraba a superar la lógica aristotélica. Por ello, el
título de aquel ensayo era una referencia al tratado de lógica de Aristóteles
EPISTEMOLOGÍA DE LA EVOLUCIÓN
Ciencia y disciplina
Ciencia y disciplina son dos términos que a menudo se confunden y son
erróneamente considerados intercambiables. La ciencia sólo contiene
conocimiento objetivo, sus hipótesis vienen dadas por supuestos lógicamente
válidos y tales hipótesis siempre han sido posteriormente contrastadas. Un
ejemplo es la bioquímica. Una disciplina, por el contrario, puede contener
tanto conocimiento objetivo como subjetivo, y aunque sus hipótesis puedan
venir dadas por supuestos lógicamente válidos es posible que no hayan sido
posteriormente contrastadas. Podemos poner como ejemplo la egiptología.
que nosotros mismos estableceremos o que otros han establecido antes que
nosotros.
2. Decir sobre este objeto cosas que todavía no han sido dichas o bien revisar
con óptica diferente las cosas que ya han sido dichas.
3. Ser útil a los demás. Es decir, añadir algo a lo que la comunidad ya sabía y
que deberá ser tenido en cuenta por todos los trabajos futuros sobre el tema.
4. Suministrar elementos para la verificación y la refutación de las hipótesis
que formula. Esto significa presentar pruebas e indicar cómo se ha procedido
para hacer el hallazgo, cómo habría que proceder para hacer otros y qué tipo
de hallazgo refutaría la hipótesis formulada.
Podemos representar la relación entre la investigación científica y una
teoría científica determinada utilizando un simple diagrama de Venn propio
de la teoría de conjuntos de la matemática moderna. Una teoría científica (el
conjunto T) es la explicación de una cuestión general. Los componentes de
una teoría científica son las tesis (los elementos t) sobre aspectos particulares
de la cuestión general. Estas tesis son fruto de aplicar el método científico
mediante la investigación científica. En otras palabras, una teoría científica es
el conjunto de todas las tesis que contiene. Para simplificar, si reducimos el
número de investigaciones sobre una cuestión a sólo cuatro, tendremos que T
= t1, t2, t3, t4. Podemos visualizar gráficamente una teoría mediante el
siguiente diagrama de Venn, donde i va de 1 a 4, Ri es la investigación número
i, oi la observación número i, hi la hipótesis número i, ci el contraste número
i, ti la tesis número i, y T la teoría científica concreta:
que el Sol era mucho más grande que la Tierra y, por este motivo, propuso
que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol (modelo heliocéntrico) y no
al revés. Hiparco (190–120 a. C.) llevó a cabo observaciones astronómicas en
Rodas y Alejandría. Fundó un observatorio astronómico e hizo el primer
catálogo conocido de estrellas (más de 850), clasificadas según su brillo. La
escuela alejandrina finalizó con la figura de Claudio Ptolomeo, el último gran
representante de la astronomía griega. Ptolomeo (h. 100–170 d. C.) estuvo
activo en Alejandría (su ciudad natal) después de la dominación griega, ya en
tiempos de dominación romana. Reunió todos los conocimientos
astronómicos de la época en los trece volúmenes de su obra Ordenación
matemática, más conocida con el nombre de la traducción al árabe: Almagesto
(El gran libro). En esta obra, exponía un sistema donde la Tierra, en el centro,
estaba rodeada por esferas de cristal de los otros seis astros conocidos, que
podían ser observados a simple vista (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter,
Saturno y el Sol, sin contar la Luna). Este modelo geocéntrico se dio por
bueno hasta el siglo XVI (es decir, hasta el Renacimiento final), cuando pudo
ser refutado con la ayuda de las observaciones telescópicas de Galileo Galilei
(1564–1642), volviendo al modelo heliocéntrico ya propuesto en el siglo III
a. C. por Aristarco.
frasco totalmente cerrado no había, y en el frasco cubierto con una gasa sólo
había sobre tal gasa.
4. Tesis. Los gusanos que aparecían en la carne podrida no provenían de ella
misma (en el lenguaje de la inferencia estadística diríamos que se rechaza H0
y se acepta H1).
LA EPISTEMOLOGÍA
Heurística y hermenéutica
Heurística y hermenéutica son dos términos que aparecen muy a menudo en
los textos epistemológicos. Su significado corriente y el que le dan los
epistemólogos no es el mismo. En su acepción usual, la heurística (del griego
εὑρίσκω [heurískō], ‘descubrir’) es la
búsqueda de documentos o de fuentes
históricas. Para los epistemólogos, es la
búsqueda de cualquier cosa de interés en
epistemología; por ejemplo, de reglas que
sirvan para realizar nuevos descubrimientos o
generar nuevas ideas. La hermenéutica (del
griego ἑρμηνεύω [hermēneuō], ‘interpretar’,
relacionado a su vez con ‘Hermes’, «el
mensajero de los dioses») es primariamente la
interpretación de textos sagrados. Los
epistemólogos, en cambio, usan esta palabra
para referirse a la interpretación de cualquier
texto de interés en epistemología.
Portada de la primera edición de Sobre la religión del
teórico de la hermenéutica Friedrich Schleiermacher
(Johann Friedrich Unger, Berlín, 1799).
EPISTEMOLOGÍA DE LA EVOLUCIÓN
Falsabilidad
El denominado «problema de la demarcación» puede describirse con la
siguiente pregunta: ¿qué criterios sirven para poder discriminar lo que es
científico y lo que no lo es? Si tratamos con una sola investigación o teoría,
debemos inquirir cómo decidir si es o no científica. En el caso de varias
investigaciones o teorías sobre un mismo fenómeno, la cuestión es cómo
decidir cuál de ellas es la más científica. En La lógica de la investigación
científica, Karl Popper (1962) estableció, como criterio de demarcación de la
ciencia, la falsabilidad: en cualquier investigación científica, la hipótesis debe
poder ser refutada; o sea, que se debe poder demostrar que es falsa. Si la
hipótesis no es falsable, no es científica. Y si la hipótesis no es científica,
entonces la investigación tampoco lo es. Por ejemplo, la hipótesis «Dios
existe» no es «falsable» (no se puede demostrar que sea falsa), por lo que no
está dentro del ámbito del conocimiento objetivo de la ciencia.
Falsacionismo y verificacionismo
Para el verificacionismo, una teoría científica se demuestra vía inducción
lógica, por acumulación de observaciones. Se llega a una conclusión general
a partir de premisas particulares (datos empíricos). El llamado «problema de
la inducción» es que la inducción pretende llegar a conclusiones generales a
partir de premisas particulares. El falsacionismo representa un intento de
resolver el problema de la inducción mediante el uso de la deducción, a base
de la forma lógica del modus tollendo tollens o de negar negando: si P implica
Q y Q no es cierto, entonces P no es cierto. Así, para Popper el único
procedimiento que es válido es el de llegar a conclusiones particulares a partir
de premisas generales (deducción lógica). Para ejemplificar este
procedimiento, podemos considerar el siguiente ejemplo zoológico. Para
justificar la proposición «Todos los machos adultos de león tienen melena»
tendríamos que observar absolutamente a todos los leones macho adultos para
comprobar que efectivamente tienen melena, lo cual no es factible. Así que,
por muchos leones macho adultos que observemos con melena, no podemos
afirmar «Todos los machos adultos de león tienen melena». Pero si
observamos un solo león macho adulto que no tenga melena, sí que podemos
afirmar «No todos los machos adultos de león tienen melena». Es decir,
podemos refutar la proposición inicial «Todos los machos adultos de león
tienen melena». Realmente, en la región del Tsavo (Kenia) hay muchos
leones macho adultos sin melena (Kays y Patterson, 2002).
POLICARP HORTOLÀ
Paradigma científico
En La estructura de las revoluciones científicas, Thomas Kuhn (1971)
concluía que la ciencia va progresando de manera lineal y continua dentro de
un paradigma o supuestos básicos (período de ciencia normal) hasta que en
un momento dado hay un cambio abrupto de paradigma, que abre nuevos
enfoques (momento de ciencia revolucionaria). Para Kuhn, la noción de
verdad científica en un momento dado no se define por criterios objetivos,
sino por el consenso de la comunidad científica.
Si comparamos los paradigmas kuhnianos con los ídolos baconianos,
vemos que, en realidad, Kuhn fue más un historiador social de la ciencia (con
su repaso de las «revoluciones científicas») que no un epistemólogo. Su
concepto de paradigma científico es poco innovador. La idea de los
paradigmas científicos ya la hallamos, no explícita pero sí implícita, en el
Novum Organum de Bacon, con sus cuatro «ídolos» o prejuicios que impiden
la aparición de nuevas ideas: el de la tribu (comunes al género humano), el de
la caverna (debidos a la educación y costumbres de cada uno), el del foro (por
el uso incorrecto del lenguaje), y el del teatro (a causa de ideas anteriores
erróneas).
«Todo vale»
En Tratado contra el método, Paul Feyerabend (1986) afirmaba que los hitos
clave de la historia de la ciencia demuestran que no hay reglas fijas para el
método científico que no se hayan incumplido nunca. Hay que recordar que
este método comienza con la observación, sigue con la formulación de una
hipótesis y su contraste y finaliza con la correspondiente tesis. Con
Feyerabend entramos en un mundo epistemológico más disruptivo, alejado
de los cánones tradicionales. Este epistemólogo se autodefinió primero como
un epistemólogo anarquista y posteriormente como dadaísta. Para él, «Toda
metodología tiene sus límites y la única “regla” que sobrevive es el principio
“todo vale”». Claramente, esta línea de pensamiento enlaza con el
descubrimiento serendípico.
EPISTEMOLOGÍA DE LA EVOLUCIÓN