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Reflexiones Sobre La Sostenibilidad
Reflexiones Sobre La Sostenibilidad
RESÚMEN
ABSTRACT
The paper states that the planet environmental crisis originates in an ethical
crisis, that has produced an anthropocentric and reduced nature-society
relationship, that does not recognizes the limits of nature nor its links between
the natural and the cultural worlds. It begins with a short description of the
environmental crisis, to continue exploring the evolution of the nature-society
relationship along time, until arriving to the non sustainable condition that the
dominant economic system generates, and some tendencies derived from it. It
focuses in the concept of private property as an example, and formulates
several questions derived from its present definition, and how science and
ambition can lead it to a collision with principles such as respect for human
individuality and the other living beings. It ends stating the need to formulate a
new nature-society relationship base upon a set of principles in which humans
are understood as a part of the natural world, and looks for sustainability through
an ecosystemic vision.
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1. La crisis ambiental.
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este mismo objetivo desde la perspectiva y la dinámica de las actividades y las
metas humanas. Es decir, que para lograr una relación sociedad-naturaleza
sostenible, se requiere un conjunto de normas que la regulan. Este es el campo
para la ética y del derecho.
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En nuestro mundo cristiano occidental, a partir del siglo XVI la naturaleza se
desacraliza. Dejan de regirla las Sagradas Escrituras y el derecho divino natural
y se va separando de Dios, bajándose del altar y convirtiéndose tan solo en una
fuente de espacio y de recursos, que el ser humano puede planificar y utilizar a
su arbitrio, porque la posee y la domina gracias a la ciencia y a la técnica. Este
cambio de paradigma de una naturaleza-sujeto (deidad, madre), a una
naturaleza-objeto (fuente de recursos), ha tenido profundas implicaciones
ambientales y éticas. Hoy en día sabemos que el camino iniciado por Bacon,
Galileo, Descartes, Newton y los filósofos y científicos positivistas, que ha
buscado explicar el funcionamiento del mundo natural en forma mecanicista y
según un modelo donde predomina lo científico y lo cuantitativo, y por lo tanto
incompleto, ha conducido a una interpretación simplista y lineal de nuestra
relación con el mundo natural, que ha producido unos resultados preocupantes
puesto que han roto el equilibrio. Al decir de Francois Ost, hemos perdido las
nociones del “vínculo y el límite”, que volvería a encontrar desde su perspectiva
Darwin. Es decir, no sabemos qué es lo que nos une a la naturaleza como
seres vivos, ni lo qué nos diferencia de ella como seres humanos. Agrega Ost
que la gran tarea, y la circunscribe al derecho ambiental, es volver a encontrar
el vínculo y el límite con lo natural.
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ya se insinúa y que llamamos realidad virtual. Hemos abusado de la naturaleza,
la hemos degradado y maltratado y ahora tratamos de sustituirla mediante
escenarios falsos y creaciones electrónicas. La paradoja es que estamos
destruyendo la casa y creando una nueva e imaginaria para suplirla.
Así pues, en nuestra historia como especie hemos pasado de una visión
animista a una antropocéntrica y utilitaria del mundo que ha causado la crisis
ambiental, frente a la cual tratamos ahora de retornar a una nueva visión
naturalista, apoyada esta vez en la ciencia y el conocimiento, pero que debe
estar mediada por unos principios éticos. Pero el asunto no está en trabajar con
las viejas herramientas, lineales y limitadas, sino en escribir un nuevo capítulo
de la regulación de nuestras relaciones con la naturaleza. En lugar de tener una
normativa ambiental como la conocemos, procedimental y lineal, es necesario
establecer un conjunto de principios y valores, de normas y regulaciones que
enmarquen y definan las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, de forma
holística y sostenible, por lo cual deben estar caracterizadas por la complejidad
y por una dinámica adaptatativa que permita irse acercando paulatinamente a la
sostenibilidad, en un proceso en el que la incertidumbre tiene un papel
importante y la evaluación de los resultados es fundamental.
Ahora bien, es evidente que esta visión ampliada, dinámica y relacional de las
normas que rigen la nueva relación exige una posición ética y una
responsabilidad frente al mundo natural, los otros seres y frente a las
generaciones humanas del futuro. Pero sobre todo una posición que enmarque
las posibilidades y los límites del avance científico, sin vulnerar los valores
esenciales de la naturaleza del ser humano, ni caer en el oscurantismo
ideológico.
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revolución francesa y al Código Napoleónico se la entendía frecuentemente de
esa manera. La propiedad no se tenía sobre el bien mismo sino sobre sus usos,
sobre el usufructo de sus servicios y se permitía a diversas personas realizar
sus diferentes actividades sobre el mismo espacio, pero en diferentes períodos
del año, como por ejemplo en el caso de la agricultura y el pastoreo. Al surgir el
concepto de la propiedad privada de la tierra, y por lo tanto de su dinamización,
al agregarle valor mediante la transformación y venderla haciendo una utilidad,
se crea el mercado de la propiedad raíz, que conlleva su división, la posibilidad
de cercar y de hacer lo que se quiera con ella, dentro de las tímidas y poco
definidas limitaciones contenidas en la ley.
También se argumenta como cierto lo contrario; que los bienes con propiedad
difusa o común se dañan y se destruyen porque no son de nadie en particular.
Esta clarísimo el desastre de las propiedades comunes o de la humanidad,
como son las aguas marítimas internacionales, donde la falta del propietario
hace que algunos países, con la tecnología y los recursos suficientes, exploten
en forma excesiva e insostenible sus recursos, como la pesca, que ha llevado a
la supuestamente inagotable riqueza el océano al borde de la extinción.
Igualmente, se utilizan las aguas internacionales como vertedero de sustancias
tóxicas y peligrosas, de manera irresponsable, sin que haya una oposición clara
y efectiva, ni sanción alguna. Apoya también esta posición el conocido ejemplo
de los bisontes y los bueyes en el oeste de los Estados Unidos, en donde los
primeros prácticamente se extinguieron por la cacería incontrolada ya que no
tenían dueño, mientras que los segundos aumentaron en número y en valor al
tener propietarios y estar sujetos a las reglas del mercado. Es más, incluso
existen algunos escasos propietarios con “conciencia ecológica”, que han
conservado zonas de riqueza e importancia natural como bosques, nacimientos
de agua y otros semejantes, que si no estuvieran protegidos por la propiedad
privada hubieran sido destruidos.
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reglas y normas flexibles que se adapten a diferentes realidades y situaciones
para avanzar en la búsqueda de la sostenibilidad.
Existen otros ejemplos aún más perturbadores sobre los efectos de la carencia
de reglas de manejo adecuado de los componentes ambientales por falta de
definición de formas de propiedad. Tal es el caso de la atmósfera y de su capa
de ozono, que todos contaminamos y destruimos a pesar de su importancia
vital, porque son propiedad colectiva. Solamente ha sido posible disminuir el
avance de la destrucción de la capa de ozono gracias a normas y acciones
concertadas por la comunidad internacional, que implican responsabilidades y
recursos a los diversos países, para contribuir a la recuperación de un bien
general.
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para no entrar en el campo de las éticas, pasan a un plano secundario frente al
elemento económico.
¿Con que derecho nos apropiamos de los animales y los condenamos a cadena
perpetua en los zoológicos para satisfacer nuestra curiosidad? O ¿Por que
defendemos con tanta vehemencia los pocos delfines que caen en las redes de
los barcos atuneros y no nos asalta ningún remordimiento por comernos
millones de atunes? Desde el punto de vista ético estas posiciones no tienen
justificación. Interrogantes parecidos surgen con respecto a muchos otros
temas relacionados con la salud y la reducción de la pobreza, por ejemplo
aquellos como el acceso al agua de buena calidad, al saneamiento básico o al
manejo de los bosques. En ellos el problema de fondo radica en definir si contar
con estos componentes y servicios ambientales se considera como un derecho,
que en Colombia forma parte de un principio constitucional, como es el disfrute
de un ambiente sano, ó si por el contrario, su disponibilidad es un campo para
los negocios y la apropiación del patrimonio colectivo por unos pocos, en aras
del éxito empresarial. Este es un dilema esencial, cuya solución definirá la
tendencia y los objetivos de la normativa ambiental.
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Las anteriores reflexiones buscan destacar la importancia fundamental que
tiene contar con un marco de principios de carácter ético de la más alta
jerarquía y un conjunto de normas inspirado en ellos, que regule las relaciones
sociedad- naturaleza en el sentido en que aquí las hemos definido. Es decir
como guías y acompañantes de la visión dialéctica entre el hombre y la
naturaleza, que ofrezca unas formas de desarrollo más holísticas, equitativas y
sostenibles, que debe reemplazar las visiones simplistas y equivocadas que nos
han conducido a la crisis ambiental.