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Derecho

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Pedro Luis López Sela
Ul'-«VERSIDADIBEROAMERICANA

Alejandro Ferro Negrete


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editores
1.2 Consideraciones filosóficas acerca del ambiente 3

puede quebrar los mecanismos de preservación natural de los ecosistemas


y desconocer las consecuencias inevitables de las leyes ecológicas. 2 En este
sentido. la relación entre la ecología y las ciencias sociales es clara. Como
menciona Ramón Martín del Campo, "... siendo el hombre un componen,
te de ecosistemas a los que puede influir y alterar. es preciso condicionar
conductas individuales y sociales para evitar la introducción en el medio de
perturbacione s a la lógica ecológico-natural. "3
En este marco, el derecho se muestra como el medio para determinar y
hacer valer el "deber ser" en lo tocante a las relaciones entre el hombre y el
ambiente. En efecto, la ecología se presenta como una ciencia que se refie•
re al "ser" de estas relaciones; sin embargo. no despliega lo que "debe ser"
en el ámbito del comportamien to humano que se considera necesario o
deseable para la preservación del ambiente. 4 En tal aspecto, la injerencia de
las ciencias naturales es nula, de ahí la necesjdad de acudir al derecho como
la única vía para exigir al ser humano determinado comportamie nto acorde
con la necesidad preponderant e de proteger la vida en la Tierra.
El derecho se presenta de esa manera como el camino para lograr la
observancia constante y generalizada de ciertas conductas humanas ten,
dientes a proteger el ambiente. Por medio de la norma y la coacción, el
derecho resulta ser una respuesta social viable para detener la destrucción
voraginosa del ambiente por el ser humano; 5 así, el vínculo entre derecho y
ecología será necesario si deseamos que nuestros esfuerzos en la lucha por
preservar el ambiente sean bien encauzados.

1.2 Consideraciones filosóficas acerca del ambiente

La noción de ambiente ha existido en la mente del ser humano desde tiem•


pos remotos. De modo consciente o inconsciente, el hombre ha tenido una
relación simbiótica con su ambientet pues su dependencia de los recursos
naturales es indiscutible~ sin embargo, esta relación, se ha ido complicando
con el paso del tiempo. En la medida ~n que el h.ombre ha alterad~ su hábi·
cae, las reflexiones acerca de las cuest10nes ambientales han cambiado.

2 Ramón Martín Mateo. Derecho ambiental. 1a ed, Instituto de Estudios de Administración


Local. Madrid, l 977, pág 10. .
11
: lb~dem' pág · c·do Jesús Quintana Valtierra, Derecho ambiental mexicano. Lineamientos
Ve:zse en esce sen 1 • .
generales, 1a ed, Editorial Porrua. México, 2000. pág 9 .
5 lbldem. págs 10 y 11 .
4 DERECHO, ECOLOGfA YMEDIO M\BIENTE

En un principio, el impacto humano no trascendía de manera impor-


tante en el medio natural. Entonces, la idea que se tenía de la relación del
hombre con su entorno era distinta; es más, debemos mencionar que antes
del siglo x1x no existía el término ambiente en el sentido que ahora lo cono-
cemos y sólo se hablaba de la naturaleza. Así, ésta fue considerada en pri-
mer términ o el principio de vida y de movimiento de todas las cosas exis-
tentes.6
Cabe señalar también que el ser humano, en su afán por encontrar res-
puestas a las interrogantes que rondaban su pensamiento, desarrolló distin-
tas religiones. en gran parte con el propósito de explicarse diversos fenó-
menos naturales. A decir de la maestra Silvia Jaquenod, "... al evolucionar
las diferentes religiones de Afroasia, aparecieron numerosas dicotomías
importantes entre las que surgían en Asia Occidental (cristianismo. judaís-
mo e islamismo). y las que lo hacían en Asia Oriental y Central (induismo
[sic], budismo, confucionismo y taoismo)". En este sentido, las religiones
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orientales, especiaJmente el taoísmo, destacan sobre todo la idea de que el


homb re debe esforzarse para vivir en armonía con la naturaleza. Por su
parte, la religión occidental asumió un punto de vista muy distinto respecto
a Ja relación entre el hombre y el medio natural, que queda sintetizado quizá
en el Génesis l-28. donde se afirma " ... y los bendijo Dios, diciéndoles:
'Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y domin ad sobre los
peces del mar, sobre las· aves del cielo y sobre los ganados. y sobre todo
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cuanto vive y se mueve sobre la tierra .. ."'.
Como vemos, las concepciones acerca de Ja naturaleza y de su relación
con el homb re han variad o con el transc urrir de los años, propic iando la
creación de nuevas teorías y posturas ideológicas al respecto. En este tenor,
Geoffrey St. Hilaire incluye en el vocabulario común, en 1835, el concepto
de medio ambiente. Desde el punto de vista filosófico, tal expresión se refie-
re al conjun to de relaciones entre el mund o natural y los seres vivientes, que
influye en la vida y el compo rtamie nto del ser vivo. De este concepto puede
inferir se que el influjo de las condiciones físicas trasciende en muchas oca-
siones el ámbit o de las ciencias naturales y se centra en las relaciones socia~
les. En tal sentido, "el positivismo del siglo x1x atribuyó al ambiente físico y

6 La idea de que la naturaleza o los ele~entos nat~rales fueran el origen de todas las cosas
tomó gran fuerza con lo.; primeros f1lósofos oc~1de~cales. Simplemente recordemos que
Tales de ·Mileto mencionó al agua como el ~rche (origen) ~e .t~das las cosas. . .
1 SUvia Jaquenod de Zsógon, El derecho ambiental y sus pnnetptos rectores, 3a ed. Ed1tonal
Dyklnson. Madrid. 1991, pág 40.
8 Lug Cit.
1.2 Consideraciones filosóficas acerca del ambiente 5

biológico el valor de causa determinante de todos los fenómenos estricta-


mente humanos, desde la literatura hasta la política". La obra literaria y filo~
sófica de Taine, por ejemplo, "contribuyó a la difusión de esta tesis. según
la cual el ambien te físico, biológico y social determ ina necesa riamen te
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todos los productos y los valores human os y los explica".
Como podem os inferir de dicho razonamiento. la noción del ambien te
en la filosofía del siglo x1x aporta a este concepto un valor determ inante.
Según tal concepción, todo lo hecho por el ser human o tendrá una relación
con el ambien te en el que éste se desenvuelve. Por otra parte, en el mundo
contem poráne o la noción de ambien te perman ece fundam entalm ente en
las ciencias biológicas, antropológicas y sociológicas, pero se ha transfor-
mado poco a poco, ya que la relación entre el ambien te _y el organi smo, el
hombr e o el grupo social no se entiend e según un esquem a mecán ico. o
sea, como una relación de determ inismo causal absoluto. Esta relació n se
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cambia por una postura que atribuye al ser human o una facultad selectiva
que éste ejerce en el ambiente. Sin embargo, esto no significa que et
ambie nte no pueda obrar efectivamente sobre la vida y las creacio nes de los
hombr es. sino que resulta la condición de la causa.
Ahora bien, de forma paralela a esas digresiones en torno al ambien te,
se ha desarrollado un debate filosófico relacionado más que con cuestio nes
abstrac tas con el daño que el hombr e ha causad o al medio donde vive.
Parecie ra que la idea de que el ser human o convive con la natural eza se ha
cambia do por aquella que expres a que ésta es un mero instrum ento al ser~
vicio del hombr e.
Silvia Jaquenod afirma de maner a clara que ··... el ascens o del hombr e
a la domin ación, parece atribuible al hecho de que fue el único animal
terrest re que se propus o somete r su medio en lugar de adapta rse a él. Últi~
mamen te, el domin io del planeta Tierra por el hombr e se ha conver tido en
algo tan intenso , que altera el hábitat de todas las criatur as con vida, inclu-
yéndo se a sj mismo". En este punto, la autora en cuestió n hace referen cia a
la sutil ironía del filósofo Reinhold Niebuhr, quien manifi esta: "El hombr e
siempre ha sido su propio proble ma más irritante". Asimismo, Jaquenod
nos recuerda la concisa expresión de Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi cir~
cunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". Por tanto, como indica ia
maescra española. el hombre es c_onfo_rme se ~n:uentra su circunst~ncia, ~s
con ella y en función de ella. Actua e 1nteractua inmerso en la conungencia

9 Nicola Abbagnano, Dfccionario de fitoscf r1.. 3a ed, primera reimpresión. Fondo de Cultura
Económica. México. f 999, pág 44 ·
tO Lug cit.

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