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Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación (2 Corintios 5:18)
Porque si de lo que se trata la vida es de aprender a cómo amar, Dios quiere que
valoremos las relaciones y que hagamos el esfuerzo de mantenerlas en vez de
descartarlas cuando haya un rompimiento, una herida o un conflicto. La biblia dice que
Dios nos ha dado en ministerio de restaurar las relaciones, Pablo enseñó que nuestra
habilidad de llevarnos bien con otros es una marca de la madurez espiritual. Ya que
Cristo quiere que su familia sea conocida por el amor que nos tenemos, la comunión
rota es un testimonio deshonroso para los no creyentes.
Si quiere la bendición de Dios en su vida, tiene que aprender a ser un forjador de paz
Jesús dijo “Dios bendice a aquellos que trabajan por la paz, porque serán llamados
hijos de Dios” EL segundo propósito en la tierra es aprender a cómo amar y
relacionarse con otros, una de las habilidades más importante que podemos
desarrollar es cómo hacer la paz.
1. Hablemos con Dios antes de hablar con la persona: Todas las relaciones fueran mas
placenteras sí tan solo oráramos mas por ellas, dígale a Dios todas sus frustraciones, Él
nunca se molesta o se sorprende por nuestro enojo o heridas, inseguridad o cualquier otra
emoción, así que digámosle todo.
La mayoría de los conflictos tienen su raíz en necesidades que no han sido satisfechas,
algunas de esas necesidades sólo pueden ser satisfechas por Dios, cuando ponemos
nuestras expectativas en las personas nos estamos exponiendo a la desilusión, nadie
puede satisfacer todas sus necesidades excepto Dios
Cuando la comunión esté lastimada o rota planee una conferencia de paz inmediatamente,
no la prorrogues, la demora profundiza el resentimiento y pone las cosas peor, tomar
acción inmediata reduce el daño espiritual, el conflicto bloquea nuestra comunión con Dios
y no permite que nuestras oraciones sean contestadas, el mejor momento para una
reunión es cuando ambas partes se sienten en óptimas condiciones.
3. Simpatice con los sentimientos de la otra parte: Escuchemos atentamente antes de hablar,
debemos concentrarnos en los sentimientos de la otra persona en lugar de los hechos,
comencemos con la simpatía no con las soluciones, el resentimiento nos hace pensar y
actuar irracionalmente, la paciencia viene de la sabiduría y la sabiduría del oír la
perspectiva de otros. Al escuchar primero le damos a entender, valoro tu opinión, me
interesa la relación y eres importante para mí.
4. Confiese su parte en el conflicto: Debemos empezar por admitir nuestros propios errores,
también preguntarle a Dios, ¿cuánto del problema es mi culpa? ¿Soy Yo el problema? La
confesión es una herramienta poderosa para la reconciliación, cuando admitimos nuestros
errores neutralizamos el enojo del otro.
6. Coopere en lo más que pueda: La paz siempre tiene un precio, a veces nos cuesta orgullo,
por el bien de la relación hagamos lo mejor para lograr un arreglo, ajustarse al otro y
mostrar la preferencia por las necesidades del otro.
Pensando en mi propósito
Versículo para recordar: “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”.
Romanos 12:18 (NVI)
Pregunta para considerar: ¿Qué debo hoy hacer para restaurar una relación rota?