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LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO Y SUS FRUTOS

Creemos que este trabajo nos va a ser útil para entender el propósito de los dones y la importancia
que, a través de ello, el Espíritu Santo produce en cada de nosotros.
En primer lugar tenemos que saber qué son los dones y, respecto a eso, podemos decir que son
manifestaciones del Espíritu. El Espíritu Santo no da estos preciosos regalos y, si pedimos alguno
en especial mediante la oración, ese don se va acrecentando. Eso dependerá de lo que necesitemos
en algunos momentos de nuestras vidas-
Los dones que nos regalan son 7:
1) Sabiduría: mediante este don se nos permite conocer a Dios y todo lo que a Él se refiere. Con
este don podemos comprender lo maravilloso de Dios y así de todo lo que nos rodea; en nuestras
casas, en el colegio, en todo lados podemos encontrar a Dios si poseemos este don.
2) Entendimiento: con este regalo nos dan la posibilidad de que podamos entender los misterios de
Dios, todo lo que nos cuesta trabajo comprender; nos permite tener mayor certeza de lo que
creemos, una visión más clara de los misterios de la fe.
3) Consejo: este don hace que el Espíritu Santo nos ayude cuando tenemos que tomar alguna
decisión para que podamos elegir lo que más nos conviene. Es como una inspiración de lo que
debemos hacer y cómo, lo que debemos decir y cómo y lo que debemos evitar y cuándo callar.
También nos ayuda a encontrar soluciones rápidas para causas urgentes y para poder guiar o
aconsejar a otros para que no hagan lo que no les conviene.
4) Fortaleza: este regalo es una fuerza especial para que podamos hacer todo aquéllo que Dios
quiere para cada uno de nosotros y para tener la paciencia suficiente y el valor necesario ante las
contrariedades o inconvenientes que nos pueden surgir en nuestras vidas. A veces pasan cosas feas,
que nos dan tristeza, enojo, etc y estamos seguras que, sin este don; no seríamos capaz de enfrentar
esos momentos sin desesperarnos. También nos ayuda a enfrentar las tentaciones.
5) Conocimiento: este don nos otorga facilidad para que podamos distinguir lo verdadero de lo falso
y, de esa manera, diferenciar también lo que nos llevará hacia Dios y lo que nos separará o alejará
de Él. Es el regalo que nos permite discernir y descubrir la voluntad de Dios en todas y cada una de
las cosas. Nos permite ver que lo importante no es lo material sino lo espiritual.
6) Piedad: todos quienes recibimos este don todo lo que hacemos por Dios, lo hacemos felices como
cuando hacemos algo para nuestro padre y, por ello, tratamos a los demás como verdaderos
hermanos.
7) Temor de Dios: este regalo es un temor cariñoso, nos da el suficiente respeto como para no
ofenderlo. Es un temor que nace del amor.
Con el regalo de estos dones, tenemos la suerte de disfrutar de sus 12 frutos, los 12 frutos del
Espíritu Santo en Pentecostés y tenemos que aprender a usarlos de la mejor manera.
1) AMOR: Es el primer fruto del Espíritu Santo. Es la caridad. Es el fundamento, la raíz de todos
los demás frutos.
Sin amor no podremos encontrar el camino hacia Dios, no tendremos mérito alguno para la vida
eterna, no tendremos verdadera y completa felicidad. La caridad está muy ligada a este fruto y es el
principio de esta unión en la eternidad. Todos nuestros actos deben hacerse con amor y caridad y la
mejor manera de demostrarlo y que los demás lo reconozcan en nosotros es a través de nuestras
acciones y que éstas reflejen que lo que hacemos, lo hacemos con amor.
2) ALEGRÍA O GOZO: es el fruto que emana en forma directa del amor, de la caridad; le otorga al
alma un gozo profundo, producto de haber hecho el bien. Es una alegría que no se apaga ante los
problemas sino que crece entre ellos. No es una euforia, es felicidad. Y una frase que bien lo refleja
es la de Facundo Cabral cuando dice que “la felicidad no es un derecho, es una obligación” y esto
significa que tenemos que ser felices y que, más allá de nuestros malos momentos, los demás no
tienen por qué llenarse de ello y no es justo de que los que nos rodean no seas felices por motivo
nuestro.
3) PAZ: este fruto tiene origen en la verdadera alegría; es decir, la verdadera alegría lleva en sí la
paz que es su perfección ya que supone y garantiza el goce tranquilo de Dios . La paz es la tranquila
seguridad de poseerlo y estar en su gracia. Supera todo goce fundado en la carne o en las cosas
materiales. Es la tranquilidad, la serenidad.
4) PACIENCIA: Como sabemos y vemos constantemente a nuestro alrededor, la vida es una
permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles; por ello, es necesaria mucha paciencia para
superar las turbaciones y pensamientos negativos que todo eso produce en cada uno de nosotros,
como asimismo para estar en armonía con todas las personas con quienes tratamos, de diferente
carácter, educación,, aspiraciones y con otras ideas. No tenemos que dejarnos llevar por
resentimientos ni venganzas.
5) LONGANIMIDAD: Es un fruto que confiere al alma una visión más amplia y gran generosidad,
gracias a lo cual sabemos esperar la hora de la Divina Providencia cuando sabemos tener bondad y
paciencia con el prójimo, sin cansarnos a pesar de su resistencia y su oposición. Es lo mismo decir
gran coraje y gran ánimo ante todas las dificultades opuestas al bien. Es un ánimo sobrenatural de
concebir y ejecutar el camino de la verdad. Es lo que nos da la fuerza, el coraje para enfrentar las
injusticias.
6) BENIGNIDAD: Es un fruto que nos permite estar en disposición constante cuando hablamos,
cuando respondemos y cuando actuamos; es decir, a través de la palabra y de nuestras acciones.
Para entender este fruto tenemos que recordar que no es lo mismo ser bueno que benigno ya que
podemos ser buenos pero tener un trato rudo y áspero con los demás; en cambio, la benignidad nos
vuelve sociables y dulces en nuestras palabras y en nuestro trato más allá de la dureza o aspereza de
las demás personas. Es una señal de la santidad del alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.
No sólo tenemos que ser amables y gentiles sino que tenemos que perdonar nuestras ofensas aunque
no nos pidan perdón.
7) BONDAD: se trata del afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es semejante o está
relacionado con el fruto de la benignidad. Es la unión del alma con Dios, bondad infinita, haciendo
el bien al prójimo.
8) MANSEDUMBRE: es lo opuesto a la ira y al rencor. Este fruto nos permite tener dulzura en
nuestras palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás. Metafóricamente es “poner la
otra mejilla”.
9) FIDELIDAD: Es una virtud que glorifica a Dios ya que Dios es verdad. Este fruto nos permite
mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios. No tener fidelidad implica
prometer sin cumplir, llegar tarde a un encuentro, ser cortés por delante y despreciarlo a sus
espaldas y esto lleva a la incertidumbre en las relaciones sociales. Además si somos fieles a nuestro
corazón, a nuestra alma, no tenemos que ocultar la fe por vergüenza, tebemos que estar felices de
tenerla y aprender a transmitirla.
10) MODESTIA: este fruto, relacionado con la sabiduría, tal como lo dice su nombre, no otorga el
modo; es decir, regula la manera apropiada y conveniente ya sea en el hablar, en el vestir, caminar,
jugar, etc. Como reflejo de nuestra calma interior, mantiene nuestros ojos para que no se fijen en
cosas vulgares e indecorosas, reflejando la pureza del alma, armoniza nuestros labios uniendo con la
sonrisa la simplicidad y la caridad, excluyendo todo lo áspero y mal educado.
11) CONTINENCIA: este fruto mantiene el orden en nuestro interior y contiene los límites justos,
no sólo a los placeres sensuales sino también al comer, al beber, al dormir, en todos los placeres de
la vida material. Ordena la satisfacción de todos los instintos que asemejan a los hombres a los
animales. Nos permite controlarlo de los placeres mundanos; no significa no darse placeres,
tenemos que aprender a disfrutar pero sin abusos.
12) CASTIDAD: Es la victoria conseguida sobre la carne. Es tener el alma casta y no se refiere a la
vida sexual, no importa si uno es virgen o está casado sino que se refiere a la castidad en el sentido
de que el alma reine sobre el cuerpo, en paz.
Para terminar el trabajo podemos decir que el día de Pentecostés, cincuenta días después de la
resurrección de Jesús, mientras los apóstoles estaban en oración, recibieron al Espíritu Santo y
perdieron todos sus temores e ignorancia, adquiriendo una gran decisión y conocimiento para
predicar todo lo que Jesús les había enseñado y de esa manera, si lo permitimos, el Espíritu Santo
puede transformar nuestras vidas.

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